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Ruth M. Lerga
Era una vista a puerta cerrada, solo la jueza, un par de abogados y el responsable de Jefatura de la operacion a tratar se hallaban en la Sala del Juzgado de Instruccion de lo Penal numero Dos. Tras la exposicion y la presentacion de las pruebas la magistrada hizo muchas preguntas, despues pidio aclaraciones e inquirio documentacion. Y siguieron mas preguntas. El inspector Llagaria, de la Udyco, no era tonto y sabia que se iban a cepillar su orden de registro --una cagada del nuevo se habia cargado la prueba--, asi que trataba de mantener el aspecto sereno, a pesar de que por dentro estuviera hirviendo de rabia, mientras anticipaba en su cabeza lo que iba a escuchar; aunque no imagino tanta educacion, le concedio el punto a la magistrada: el unico punto que pensaba darle dado que iba a joderle a base de bien. --Me temo, letrado, que voy a tener que resolver la desestimacion de la solicitud de... --telita con el nombrecito, se dijo Laura, como cada vez que le caia en la mesa una de sus peticiones-- del Grupo IV de Estupefacientes de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado de la Brigada de la Policia Judicial de Valencia. Previendo ella cuanto iba a importunar su fallo, toco la campanilla para cerrar el juicio y comenzo a quitarse la toga a toda prisa, deseosa como nunca de largarse de la estancia. A veces, vigilar el estricto cumplimiento la ley era una mierda, y si ademas a quien cabreabas era a Martin Llagaria, entonces era una putada. Pensaba esconderse en el bano --si, huiria cual rata por tirante-- hasta estar segura de que se habia marchado del juzgado. Una lastima; solia buscar algun motivo de indole legal para tener una charla a solas con el en cuanto se presentaba la ocasion. Siempre se cenian a lo profesional, aquel hombre parecia tener menos sentido del humor que Risto Mejide, pero a ella le gustaba mirarle. A ella y, al parecer, a la mitad de las mujeres de la Ciudad de la Justicia de Valencia, porque cada vez que corria el rumor de que habia una causa de su unidad aparecian por el pasillo desde chicas del equipo de limpieza hasta companeras de magistratura, haciendose las encontradizas, muy cucas ellas. Un tio bueno era un tio bueno y eso no entendia de edad, condicion o estado civil, que a fin de cuentas a nadie le amarga un buen dulce. Sobre sus tacones de aguja de diez centimetros y medio enfilo el pasillo sintiendo como los abogados le taladraban la nuca y salio directa a los banos de caballeros, que estaban casi al lado, metiendose en el aseo de minusvalidos. Ya dentro se sento sobre la taza, cerrada, se quito los stiletto dejandolos caer con placer y estirando los dedos de los pies para relajarlos, y saco del bolso el Kindle. <
>. No contaba con que su huida solo aumentaria la mala leche del policia, que la siguio dispuesto a decirle un par de cositas sobre su sentencia. Se sorprendio al verla entrar en los lavabos equivocados. Aunque pensandolo bien, tanto mejor para el: la intrusa seria ella. Abrio la puerta menos de medio minuto despues, se aseguro mirando por debajo de las puertas de que no hubiera nadie mas -- reconocio sus zapatos en el ultimo cubiculo, el mas grande, y no encontro mas pies en los otros banos--, y coloco el cono con el aviso de <> fuera de los aseos, en el pasillo, cerrando tras el. Laura oyo que alguien entraba pero le dio igual, estaba acostumbrada a que otros usaran el vater mientras ella estaba alli, en uno de los poquisimos lugares sin cobertura telefonica en todos los juzgados. Asi que los escuchaba orinar y se entretenia contando cuantos se lavaban las manos despues. Estaba molesta con toda la situacion de aquel proceso: que un error de novato la obligara a rechazar un registro de sota, caballo y rey y tener que denegarselo, para colmo, precisamente a Llagaria. De todas las veces que habian coincidido en los tribunales, aquella era la primera oportunidad que habria tenido de verlo en la calle. Se corrigio al punto: de que la mirara fuera de su trabajo. De haber aceptado, habria podido ir con su unidad hasta el domicilio del presunto delincuente y asi la habria visto por primera vez sin la horripilante bata negra, bajo la que podia esconderse un cuerpo espigado como el suyo o uno enorme como el del juez Rosales, tan ancha era la maldita toga. --?Senoria? !?Pero que mierdas...?!, interrumpio sus pensamientos aquella voz que creyo reconocer como la del inspector. <>, se mofo. --Senoria --repitio la voz de nuevo, y si, para su histeria y sus ganas si que era el--, no se esconda, se que esta en el aseo de minusvalidos, veo la suela roja de sus zapatos, ?puede salir? O como diria usted: me temo que tengo que resolver pedirle que salga --acabo con retintin. Vaya, al parecer podia ser gracioso cuando queria, el colega. --Haz lo que tengas que hacer y dejame --le respondio con voz autoritaria. Era la primera vez que la descubrian alli y se sintio algo avergonzada, pero tambien invadida, aquel era, despues de todo, su refugio. Martin sintio que le estaba vacilando: le tuteaba cuando el la habia tratado segun la formalidad establecida, le hablaba como si la enfadada fuera ella y, para colmo, le echaba del bano de hombres. Iba lista si pensaba que se marcharia. --Lo que voy a hacer es empezar a cagarme en todo. Laura torcio el gesto, divertida por su expresion, y le respondio desde la proteccion que la puerta le ofrecia. --Si lo que desea es defecar ha venido al lugar adecuado, enhorabuena. Por favor, tenga la bondad de hacer uso de mi envio cuando acabe. Y dio una patadita al bote de ambientador que tenia escondido detras del inodoro, que la habia salvado de morir por gases toxicos en mas de una ocasion. El frasco rodo por el suelo hasta el. No le hizo ninguna gracia la bromita. --Lo que quiero es hablar contigo --!a la mierda los formalismos! --, asi que sal de ahi. --Largate --insistio, rebelde. No tenia ganas de enfrentamientos estando enfadada. --No me ire hasta que no salgas --le insistio, con el tono de quien habla con una cria cabezota. Martin incluso se cruzo de brazos, como si ella pudiera verlo, y apoyo un hombro contra la pared. ?Hablaria en serio?, se pregunto Laura. ?Seria capaz de esperarla? Habia huido cual rata y la habia atrapado en su propia ratonera. Claro, como estaba como un queso, el tio... --Puedo denunciarte por acoso --probo de ahuyentarlo. --Y yo hacer saber a todo el edificio que te acosaba en el vater de tios. ?Sales? Una tenia que saber cuando habia perdido y aquello era una derrota en toda regla. --Voy --le confirmo, asegurandose de que su voz se oyera de lo mas digna. Se calzo de nuevo con calma, se aliso la falda, estiro los punos de su camisa y tiro de la manija. Nada. Repitio la maniobra un par de veces, extranada. Nada de nada. Martin escuchaba desde fuera los ruidos de la cerradura bloqueada. --Quita el pestillo --le pidio, exasperado. --El pestillo salta solo cuando abres, listillo. Oyeron los dos como le daba otra vez al manubrio, sin exito. --?Es un truco para no encararme? --Porque era lo que le faltaba para acabar de calentarse del todo. --No digas chorradas e intentalo tu. --A pesar de no estar asustada, su voz salio algo mas aguda. Aquello no le estaba haciendo ni pizca de gracia. El policia se separo de la pared y trato de abrir la puerta, pero no pudo. --Creo, senoria, que te has quedado encerrada. --!Pues haz algo, joder! Levanto las cejas al escuchar la palabrota: la magistrada era siempre muy correcta, jamas la habia escuchado jurar en arameo. --?Tienes algun problema con los espacios cerrados? --se preocupo por ella. --?Tienes tu algun problema en abrirme? --lo reto a cambio, con voz seca. Solto una carcajada sin poder evitarlo: asi que aquella mujer tenia genio e ingenio, despues de todo. Las veces que habian hablado le habia parecido muy seria, distante incluso. Le resultaba imposible mantener una conversacion personal con ella y saber algo de su vida, !y eso que su trabajo consistia en averiguar cosas sin que se notara que interrogaba! Desde el otro lado de la puerta a Laura le sorprendio el sonido: nunca le habia escuchado reir. Asi que despues de todo el inspector no era tan formalito, se animo. Lo veia siempre tan serio y correcto, con su uniforme y su semblante grave. --Pues dadas las circunstancias, creo que podriamos aprovechar para tener una pequena conversacion. Justo de lo que ella habia tratado de escaquearse, metiendose alli. --Esto es un vater, no un confesorio. Abre la puerta y no me agobies. --?Estas segura de que no tienes claustrofobia? --!Que abras la puta puerta, te digo! --perdio las formas, nerviosa. Ya no sabia si era el encierro lo que la estaba poniendo medio histerica o era que el pareciera estar divirtiendose a su costa. Y no es que fuera orgullosa, el humor era su via de escape y se mofaba de todo, de ella misma la primera, pero Martin Llagaria la ponia tensa, estaba demasiado bueno. Sus hombros anchisimos, la enorme espalda, los ojos negros, el pelo ondulado del mismo color --no lo llevaba tan corto como otros companeros suyos-- y su voz. Era grave, sexi. Fijo que podria haber trabajado en una linea caliente. La ponia muy tensa y le ponia un poco, dicho fuera de paso. Ante la exigencia, gritada de malos modos, se puso en accion. Saco del bolsillo unos ganchos y se arrodillo delante de la puerta. --Dame un minuto, llevo un juego de ganzuas, voy a ver que puedo hacer... --Que bien preparado vas, ?no? --se burlo ella, volviendo a descalzarse, sentandose otra vez--. Ni MacGyver. --?Conoces a MacGyer? --lo escucho casi interrogarla con diversion--. Te hacia mas joven, ?cuantos anos tienes? --!Vete a la mierda! Tengo un hermano mayor, eso es todo. -- Pasaba de su interrogatorio. De nuevo Laura lo escucho reir. Deberia sentirse halagada porque la viera tan joven como para no conocer la serie del agente que con un chicle y un petardo te hacia una bomba atomica; y total, tenia solo treinta y tres anos. --Confiesa tu edad o dejare de hurgar en la cerradura. Y como para hacerle saber que iba en serio, dejaron de escucharse los ruiditos del gancho removiendose. La amenaza funciono. --La dichosa edad de Cristo. --Eso explica que seas un martirio. --!Oye! --se quejo, mas seria esta vez. --Olvidalo. Nada --se rindio--, que el maldito pomo no salta. --Sigue intentandolo. --No tiene caso. Por cierto, ya podrias usar el <> alguna vez --le reprocho al tiempo que seguia probando a ver si podia hacer saltar el pestillo, poco esperanzado. --Por favor, puerta, abrete --dijo burlona, evitando pedirselo a el. --?Quien te crees que eres, Ali Baba? Deberias probar entonces con <>, ?o no te contaron bien el cuento? --!Tu si que tienes cuento! A ti esto te divierte, ?no? La idea de llamar a los bomberos y que todo el mundo se entere de que suelo encerrarme aqui. Que perra tenian las mujeres con los bomberos, de verdad. Si la gente respetara la mitad al Cuerpo Nacional de Policia otro gallo les cantaria. Pero no, todo para el equipo rojo, nada para el equipo azul. --Entiendo por tus palabras que el hecho de que hoy estes aqui no es algo excepcional, por tanto. --Abre. La. Puerta. --No. Puedo. --!Pues dale una patada y adentro, joder! --acabo por exasperarse. Martin estaba cachas, debia hacer ejercicio muy a menudo, pesas si tenia que apostar. Podia tumbar la puerta si queria, como en las peliculas. --La puerta se abre hacia afuera y la ley Corcuera --que permitia abrir una puerta sin permiso del juez si se sabia que se estaba delinquiendo detras de esta-- fue declarada inconstitucional en 1993, deberias saberlo. --Si siguiera vigente no habrias venido esta manana al juzgado a pedirme un imposible, como si yo fuera el genio de la lampara. Se maldijo por sacar el tema de su sentencia. --Hablando de eso... --?De mi genio? --se esperanzo. --Sabes que no. --?De mi fallo, entonces? --se resigno. --Me alegro de que reconozcas que ha sido un fallo garrafal, me has ahorrado medio discurso. --Dejate de gilipolleces y sigue con la ganzua... --le espeto. No queria hablar del juicio, de verdad que no queria.
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