• Enganada (Trilogia Criminal 3), Kris Buendia de Kris Buendia

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    Para Emily Thompson no existen las despedidas cuando alguien es parte de su alma. Ahora su alma esta perdida por lo que acaba de descubrir, ha sido enganada de la peor manera. Ha vuelto a leer una y otra vez las cartas que Harry dejo para ella y ahora todo encaja.

  • Lissy de Luca D’andrea

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    Dos golpes ligeros y estas palabras: Crunch, crunch, crunch. ?Quien roe, roe? ?Quien mi casita me come? Marlene, veintidos anos, un metro sesenta, o algo mas, ojos color azul melancolia, un lunar al final de la sonrisa, indudablemente hermosa e indudablemente asustada, se miro reflejada en el acero de la caja fuerte y se dijo a si misma que era idiota. Era metal, no el mazapan del cuento. Y no habia ninguna bruja en las inmediaciones. Es el miedo, se dijo, solo es eso. Movio los hombros, dejo de respirar, como su padre antes de apretar el gatillo de la escopeta, vacio los pulmones y volvio a concentrarse. Las brujas no existian. Los cuentos mentian. Solo la vida importaba, y Marlene se preparaba para cambiar la suya definitivamente. La combinacion era facil de recordar. Uno. Tres. Dos. Luego un cuatro. Un giro de muneca, otra vez cuatro y ya estaba. Tan simple que las manos de Marlene lo hicieron todo por si solas. Aferro el tirador de acero, lo bajo y apreto los dientes. Un tesoro. Fajos de billetes de banco apilados como lena para la Stube . Una pistola, una caja de municiones y una bolsita de terciopelo. Por debajo de la caja asomaba una libreta que valia mas que todo ese dinero multiplicado por cien. Habia sangre y tal vez incluso un par de cadenas perpetuas guardadas entre sus paginas arrugadas: una interminable lista de acreedores y deudores, nombres de amigos y de amigos de amigos escritos con la caligrafia pequena, delgada e inclinada de Herr Wegener. Marlene no le dedico un segundo vistazo. No le interesaban la pistola, las balas ni los fajos de billetes. La bolsita de terciopelo, en cambio, hizo que le sudaran las palmas de las manos. Conocia su contenido, conocia su poder, y estaba aterrada. El suyo no era un simple robo. Llamemos a las cosas por su nombre. Lo que la mujer joven estaba haciendo con el corazon en un puno era… traicion. Marlene Taufer in Wegener, legitima esposa de Robert Wegener. El hombre frente al que todo el mundo se quitaba el sombrero: cuarenta anos transcurridos en la construccion de una carrera hecha de intimidaciones, contrabando, emboscadas y asesinatos. Nadie bromeaba con un hombre como Wegener. Nadie se atrevia ni a utilizar siquiera su nombre de pila. Para todo el mundo Robert Wegener era Herr Wegener. Incluso para ella. Marlene. Su esposa. Espabila. El tiempo apremia. Sin embargo, tal vez precisamente debido al acoso de las agujas del reloj, durante un parentesis entre un tic y un tac, cuando Marlene abrio la bolsita de terciopelo, la fabula volvio a tomar la delantera sobre la realidad y la mirada de la mujer joven se cruzo con la azul, profunda y terrible, de criaturas minusculas y puntiagudas. Cobolds. Le parecio incluso obvio. A los cobolds les gustaba el metal, el frio y la muerte: caja fuerte, pistola, dinero y libreta. Un nido perfecto. Los cobolds reaccionaron con ferocidad ante ese allanamiento. Se apoderaron de la luz de la habitacion, la apresaron en sus ojitos crueles y la transformaron en un destilado de odio tan salvaje que por poco a Marlene no se le cayo la bolsita de los dedos. Eso la hizo volver al presente. A la caja fuerte completamente abierta. A la villa en el Passirio. Es decir, a la realidad. La bolsita de terciopelo estaba repleta de zafiros. Carbono condensado que, debido a una broma de la fisica, habia aprendido a brillar como una estrella. Toda, o casi toda, la fortuna de Herr Wegener apretada en su puno. Pero nada de brujas ni de cobolds. Porque, se dijo de nuevo Marlene, no existian las brujas, ni tampoco los cobolds; en cambio, esas piedras preciosas no solo eran reales, sino que tambien eran la llave para su nueva vida. Siempre y cuando dejara de perder el tiempo y se largara. Sin prestar mas atencion al mundo de los cuentos, y sin pensar en la cadena de consecuencias que acababa de poner en marcha, Marlene cerro la bolsita, la escondio en el bolsillo interior de su chaqueta acolchada, cerro la caja fuerte, la oculto detras del cuadro, enderezo la espalda, le dio un toquecito a un mechon que amenazaba con acabar dentro de los ojos y dejo atras el dormitorio. Recorrio el pasillo, un tramo de escaleras, el salon, el vestibulo con innumerables espejos, la escalinata exterior. La noche la acogio con una suave brisa que soplaba del norte. No se detuvo. Puso en marcha el Fiat 130 gris y se marcho. La villa que se desvanecia en el espejo retrovisor. El discurrir de las farolas. La alianza de oro tirada por la ventanilla sin volver a pensarselo. La ciudad dormida. El desguace. Una parada rapida y, gracias a un abultado sobre de dinero, el Fiat 130 se convirtio en un Mercedes W114 color crema, con matricula <>, la documentacion en regla, los neumaticos recien estrenados y el deposito lleno. Nada de gracias. Nada de saludos. Directa hacia el oeste. Aparte de los primeros copos de nieve, todo iba de acuerdo con los planes. Al menos hasta el puesto de control a pocos kilometros de Malles. Un autentico engorro. Al final de una serie de curvas que Marlene habia empezado a enfilar, vio una furgoneta con las luces de emergencia apagadas y un par de carabineros con el aspecto de alguien que se esta muriendo de frio. O de sueno. O de quien, furtivo, esta esperando a alguien o algo. Herr Wegener tenia ojos y oidos en todas partes. Tambien entre los uniformes. De manera que: ?tentar a la suerte o cambiar de itinerario? Si no fuera por la ansiedad y el miedo, Marlene habria podido mantener todavia su plan a salvo de los imprevistos. Sin embargo, la ansiedad, el miedo y la nieve cada vez mas densa la llevaron a pisar el freno, cambiar de sentido y enfilar una carretera secundaria, desencadenando una nueva serie de acontecimientos. La carretera secundaria la llevo a otra, aun mas estrecha y sinuosa, que atravesaba un pueblecito sumido en el sueno hasta un cruce (?derecha o izquierda?, ?cara o cruz?), y aun mas adelante, con la nieve que se acumulaba en capas. Y cuando el coche empezo a dar bandazos, la chica con el lunar al final de la sonrisa decidio continuar de todos modos, con un ojo puesto en la calzada cada vez mas empinada y otro en el mapa en el que, no hace falta decirlo, ese paso (malditos sean ellos y sus mapas llenos de errores) no aparecia marcado. No era cierto. El mapa era inexacto, tal vez, como todos los demas, ?pero erroneo? Era de 1974, y en 1974 el hombre ya habia dejado su huella en el polvo lunar: no era posible que un mapa se equivocara. Marlene simplemente tendria que haber estacionado, echar el freno de mano, encender la luz del interior, respirar profundamente un par de veces y verificar mejor. Las cosas habrian ido de otra manera. Pero Marlene no se detuvo. A la ansiedad se le habia anadido la incredulidad de quien descubre que se ha perdido. Dale gas, pero adagio , se dijo, y sigue adelante. Tarde o temprano la carretera conducira a alguna parte. Un pueblo, un refugio, una explanada. Se sentiria satisfecha incluso con un espacio abierto que fuera lo bastante ancho para consentirle maniobrar y volver atras, dispuesta a desafiar el puesto de control: cualquier cosa con tal de interrumpir esa nueva e inexorable secuencia de acontecimientos y retomar el control de su propio destino. No fue asi. Tal vez la nieve, tal vez los ojos que no podian despegarse del mapa; en cualquier caso, Marlene percibio de repente que el Mercedes perdia adherencia, derrapaba a la izquierda, hacia un trompo y volaba . Fue horroroso. La negrura barrida por los faros. La nieve oscura que remolinaba en enjambres. Las fauces del precipicio. Los troncos de los arboles, inmoviles y perfectamente perceptibles en todos sus detalles. La colision. Violenta. Un fogonazo de dolor sofocado por el ruido de chapas rasgadas. Un aullido infernal, esta vez si, demasiado parecido al chirrido de la puerta de la bruja. Marlene grito el nombre de Dios. Y mientras la montana, negra y sin nombre, se cernia sobre ella, su grito se convirtio en un jadeo. Pero fue el amor lo ultimo que invoco. El amor que la habia empujado a traicionar al hombre mas peligroso que habia conocido en su vida. Ese amor que tenia un nombre. --Klaus. La ultima palabra de Marlene antes de la oscuridad. 3 Casi al amanecer. De no haber sido por el reloj, nadie se habria dado cuenta. La nevada se habia convertido en una tormenta de nieve. No habia nada de luz en el exterior, tan solo una neblina blanca. Tampoco habia nada de luz dentro de la habitacion. La arana de cristal parecia incapaz de iluminar nada, limitandose a dibujar una masa informe en el suelo. Si uno la observaba largo rato, se arriesgaba a que le asaltaran malos pensamientos. Tanto el hombre como la mujer evitaban hacerlo. Se parecia demasiado a una mancha de sangre. Aparte del tictac del reloj de pendulo y de su respiracion, solo habia silencio. La mujer estaba sentada en una butaca, las manos entrelazadas sobre los muslos apretados. Rigida como un soldadito de plomo, los rasgos faciales cristalizados en una mueca que la envejecia una decada. Llevaba una especie de uniforme. La falda hasta la rodilla, un delantal muy blanco y el pelo recogido en una trenza. De no ser por la expresion cenuda (?o asustada?), habria sido hermosa. Se llamaba Helene, y desde hacia mas de cinco anos era el ama de llaves en la villa del Passirio. Hacia mas o menos el doble de tiempo que habia dejado de morderse las unas. Esa habia sido una de las primeras lecciones en la Escuela de Economia Domestica de Bresanona, donde aprendio los fundamentos del oficio. Las manos de una buena ama de llaves, le explicaron sus profesores, son su tarjeta de visita. Nunca sucias, siempre arregladas, bien cuidadas. Dejar de morderse las unas habia sido casi como dejar de fumar, pero luego se acostumbro a ello. Durante anos la idea de volver al viejo habito ni siquiera se le habia pasado por la cabeza. Hasta que empezaron los gritos. ?Que clase de hombre podia emitir semejantes sonidos? Basto solo un instante y volvio a caer. Mordisqueaba, roia, y cuando los dientes alcanzaban la carne viva, Helene, con un gesto irritado, dejaba caer sus manos sobre el regazo para martirizarse el delantal. Luego empezaba de nuevo. Manos. Boca. Unas. Dientes. Una pequena punzada de dolor. Delantal. Y otra vez mas, desde el principio. Helene habia intercambiado una unica mirada con el hombre alli de pie, apoyado en la gran chimenea que nadie usaba nunca. Una unica mirada. Mas que elocuente. El hombre se llamaba Moritz. Habia cumplido recientemente los treinta, tenia unas ojeras como hematomas y una pistola automatica en una funda, oculta bajo la americana de su traje oscuro. Por regla general, ese traje le sentaba de maravilla. Habia pagado por el una cantidad desorbitada, pero habia valido la pena. Se lo decia por las mananas, mientras se hacia el nudo de la corbata o le daba un ultimo retoque al pelo engominado, y se lo confirmaba el interes de las mujeres con las que se cruzaba por las calles del centro. En ese amanecer, en cambio, con o sin traje oscuro, Moritz se habria sentido en cualquier caso incorrecto y torpe como un espantapajaros. Porque cuando sus ojos se reflejaron en los de Helene, el hombre de la pistola vio algo que lo aterro. Una mirada de las que habia ya captado bastantes, desde que entrara a formar parte del circulo de Herr Wegener. La mirada de una victima. Y eso no estaba bien. No estaba bien, porque Moritz era un hombre sencillo que dividia el mundo con el lanzamiento de una monedita. ?Victima o verdugo? Facil: nada mejor que el sonido de una nariz al romperse. Con su metro noventa y sus noventa kilos de peso, y su propension natural a la violencia, Moritz nunca habia sentido el miedo de la victima. Hasta el momento en que, reflejandose en los ojos de Helene, se pregunto: <>. Pero tambien: <>. Por eso dejo de mirar al ama de llaves. Y la mancha en el suelo de la habitacion. Demasiadas, demasiadas preguntas. Moritz odiaba las preguntas. Porque a las preguntas uno no podia romperles la nariz. A las preguntas no les podia meter una bala en el corazon (y otra en la cabeza, por seguridad) y hacer que se callaran para siempre. Las preguntas eran como esos insectos repugnantes, todo boca y paciencia que, famelicos y canallas, eran capaces de derrumbar incluso el mas solido de los castillos. Silencio. Eso es lo que le habria gustado a Moritz. Pasar por completo de los gritos y desaparecer durante unos minutos. Los suficientes como para ahuyentar los malos pensamientos. Un cigarrillo en el jardin. O una copita de brandi. Pero las ordenes eran las ordenes. Las ordenes, para alguien como Moritz, le cortaban la cabeza a los signos de interrogacion. Marcaban la frontera entre lo que se podia hacer y lo que estaba prohibido. Las ordenes trazaban una linea recta, simple, y el era un hombre simple. Ademas, hacian que la desobediencia fuera mucho mas emocionante. Y era esto, si queremos ser sinceros hasta el fondo, lo que le habia provocado problemas. Asi que Moritz permanecia inmovil, erguido en su traje oscuro, apoyado en la chimenea apagada. Escuchando los gritos y sintiendo el peso de la automatica, que lo aplastaba contra el suelo. Sobre la mancha informe del suelo. Helene, sin embargo, tenia una vision mas compleja del mundo. No existian unicamente el blanco y el negro. La obediencia y la transgresion, las victimas y los verdugos. Habia todo un oceano de grises en los que navegar. Bastaba poco para transformar una orden en un consejo y los consejos no eran trampas, siempre ofrecian alguna escapatoria. Sus obligaciones, por ejemplo, guardaban relacion con la villa. No con su empleador. Villa y empleador eran dos cosas diferentes. Aqui habia una via de escape. Cuando decidio que ya habia tenido suficiente de aquellos gritos, Helene se levanto de golpe y salio de la habitacion. Silenciosa como un fantasma. 4 El amanecer. Mas que verla la sintio en los huesos. No habria podido hacer otra cosa. Las ventanas que daban al jardin estaban cerradas. Solo la pantalla de una lampara, rota pero aun en funcionamiento, iluminaba la habitacion sumida en el caos. Armarios completamente abiertos, cajones fuera de sitio, mantas y ropa hechas jirones, una infinidad de papeles, joyas, cuadros, libros (menos uno) por los suelos, victimas inocentes de su furia. En el centro de la sala, toda ella de estuco y con cortinas de terciopelo bordadas en oro, sentado en la cama sin hacer, Herr Wegener se dio cuenta de que si no dejaba de gritar y empezaba a razonar de manera lucida y racional todos los logros que lo habian llevado a ser lo que era se convertirian en una montana de estiercol y esfuerzo desperdiciado. El autocontrol habia sido durante anos su orgullo. Los nervios de acero y la sangre fria le habian permitido llevar la batuta de lo que, en secreto, habia bautizado como <>. Un imperio listo para dar el salto que, ese era el plan, le consentiria elevarse desde el rango del hombre ante el que uno se quita el sombrero al del hombre en cuya presencia es obligatoria una genuflexion . En ese gelido amanecer, por mucho que se esforzara en recuperarlo, el autocontrol seguia siendo una quimera. Lo era porque Wegener no queria creer lo que sus nervios de acero y su sangre fria le sugerian. Y la que era la unica y simple explicacion: Marlene. Imposible. Marlene nunca lo habria traicionado. Marlene era su esposa. Marlene era la mujer a la que amaba. Por encima de todo, Marlene era una mujer y nunca se habia visto que una mujer lograra joder a alguien como el. O tal vez si, tal vez en algunas partes del mundo habia mujeres capaces de atreverse a tanto, pero Wegener estaba seguro de que Marlene no pertenecia a esa categoria. Ni en broma. Nervios de acero y sangre fria no estaban de acuerdo. No hacian mas que repetirselo. Ha sido ella, ha sido ella, ella, ella.

  • Un amor problematico de Rosemit G

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    Una novela romantica con toques de comedia que te arrancaran suspiros y sonrisas.

  • Mandragora de Camilo Pino

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    Realismo gotico, horror tropical, tragicomedia, texto maldito, ciencia ficcion; Mandragora es una novela imposible de clasificar, un esplendido objeto literario que sorprende y atrapa en cada pagina. M, impregnado con una misteriosa enfermedad, se pasea entre consultorios medicos clandestinos de la ciudad de Miami, mientras lucha por mantener el fragil balance entre sus oscuros apetitos, su vida familiar y su empleo en una gran trasnacional. Un enigma oculto en un video pornografico lo embarca en un viaje delirante, llamado a marcar su destino.

  • Monstruos de la vida real de Sergio Sepulveda

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    Sergio Sepulveda, quien a lo largo de su carrera profesional ha revelado los casos mas inverosimiles olvidados por la historia y los ha llevado a la pantalla nacional, abre los expedientes de los 15 homicidas mas terribles de todos los tiempos, hombres que saltaron a la fama por su sadismo y sangre fria, y que tocan esa parte oscura de la naturaleza humana tan dificil de creer:

  • Matar a un ruisenor de Harper Lee

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    Cuando tenia casi trece anos, mi hermano Jem sufrio una grave fractura en el brazo a la altura del codo. Cuando sano y por fin se disiparon sus temores de que nunca podria volver a jugar al futbol americano, en raras ocasiones volvia a acordarse de aquella lesion. El brazo izquierdo le quedo algo mas corto que el derecho; cuando estaba de pie o andaba, el dorso de la mano formaba casi un angulo recto con su cuerpo, y el pulgar estaba paralelo a sus muslos. A el no podria haberle importado menos, con tal de poder pasar y chutar. Cuando transcurrieron anos suficientes para poder verlos en retrospectiva, a veces hablabamos de los acontecimientos que condujeron a su accidente. Yo sostengo que los Ewell fueron quienes lo comenzaron todo, pero Jem, que era cuatro anos mayor que yo, decia que eso habia empezado mucho antes. Dijo que comenzo el verano en que Dill vino a vernos, cuando nos hizo concebir por primera vez la idea de hacer salir a Boo Radley. Yo decia que si el queria tener una amplia perspectiva de lo sucedido, en realidad comenzo con Andrew Jackson. Si el general Jackson no hubiera perseguido a los indios creek arroyo arriba, Simon Finch nunca habria llegado hasta Alabama, y ?donde estariamos nosotros si no lo hubiera hecho? Eramos demasiado mayores como para zanjar la discusion con una pelea, de modo que consultamos a Atticus. Nuestro padre dijo que los dos teniamos razon. Al ser del Sur, era un motivo de verguenza para algunos miembros de la familia que no tuvieramos constancia de que alguno de nuestros antepasados hubiera peleado en la batalla de Hastings. Tan solo teniamos a Simon Finch, un boticario de Cornualles cuya piedad solo se veia superada por su tacaneria. En Inglaterra, a Simon le irritaba la persecucion de aquellos que se autodenominaban metodistas a manos de sus hermanos mas liberales, y ya que Simon se consideraba metodista, cruzo el Atlantico hasta Filadelfia, de ahi a Jamaica, y desde alli a Mobile subiendo hasta Saint Stephens. Teniendo en cuenta las estrictas normas de John Wesley sobre no enriquecerse en los negocios aprovechandose de los demas, Simon se dedico a la practica de la medicina logrando un gran exito; pero en esta empresa era infeliz, pues habia sido tentado a hacer lo que el sabia que no era para la gloria de Dios, como llevar oro y ropas costosas. De modo que Simon, habiendo olvidado lo que su maestro habia dicho sobre la posesion de bienes humanos, compro tres esclavos y con su ayuda establecio una hacienda a las orillas del rio Alabama, a unos sesenta y cinco kilometros mas arriba de Saint Stephens. Regreso a Saint Stephens solamente una vez, para encontrar esposa, y con ella establecio una descendencia con muchas hijas. Simon vivio hasta una edad impresionante y murio rico. Era costumbre de los hombres de la familia quedarse en la hacienda de Simon, Finch's Landing, y ganarse la vida con el algodon. El lugar se sostenia a si mismo. Modesto en comparacion con los imperios que lo rodeaban, Landing producia sin embargo todo lo necesario para la vida excepto hielo, harina de trigo y prendas de vestir, que proporcionaban las embarcaciones fluviales de Mobile. Simon habria considerado con impotente rabia los problemas entre el Norte y el Sur, ya que arrebataron a sus descendientes todo a excepcion de su tierra; sin embargo, la tradicion de vivir en esa hacienda siguio inalterable hasta bien entrado el siglo XX, cuando mi padre, Atticus Finch, fue a Montgomery para aprender Derecho, y su hermano menor fue a Boston para estudiar Medicina. Su hermana Alexandra fue la Finch que se quedo en Landing: se caso con un hombre taciturno que pasaba la mayor parte de su tiempo tumbado en una hamaca al lado del rio preguntandose si sus redes de pesca estarian llenas. Cuando mi padre fue admitido en la abogacia, regreso a Maycomb y comenzo a ejercer. Maycomb, a unos treinta kilometros al este de Finch's Landing, era la capital del condado de Maycomb. La oficina de Atticus en el edificio del juzgado contenia poco mas que una percha para sombreros, una escupidera, un tablero de damas y un impecable Codigo de Alabama. Sus dos primeros clientes fueron las dos ultimas personas a las que ahorcaron en la carcel del condado de Maycomb. Atticus los habia instado a que aceptaran la generosidad del Estado, que les permitiria declararse culpables de homicidio en segundo grado y asi evitar la pena capital, pero ellos eran Haverford, un apellido que en el condado de Maycomb es sinonimo de burro testarudo. Los Haverford habian liquidado al principal herrero de Maycomb por un malentendido que surgio por la supuesta <> de una yegua, fueron lo bastante imprudentes para hacerlo en presencia de tres testigos e insistieron en que <> era una defensa lo bastante buena para cualquiera. Persistieron en declararse no culpables de homicidio en primer grado, de modo que no hubo mucho que Atticus pudiera hacer por sus clientes, a excepcion de estar presente en su partida, una ocasion que fue probablemente el comienzo de la profunda antipatia de mi padre hacia la practica del Derecho Penal. Durante sus cinco primeros anos en Maycomb, Atticus practico mas que cualquier otra cosa la Economia; y durante varios anos desde entonces invirtio sus ganancias en la educacion de su hermano. John Hale Finch era diez anos menor que mi padre, y decidio estudiar Medicina en un momento en que no valia la pena cultivar algodon; pero despues de tener a Jack encauzado, Atticus comenzo a obtener ingresos razonables practicando la abogacia. Le gustaba Maycomb, habia nacido y se habia criado alli; conocia a su gente, ellos le conocian, y debido a los negocios de Simon Finch, Atticus estaba emparentado por sangre o matrimonio con casi todas las familias de la ciudad. Maycomb era una vieja poblacion, pero ademas era una vieja poblacion cansada cuando yo la conoci. En el tiempo lluvioso las calles se convertian en un barrizal rojizo; crecia hierba en las aceras, y el edificio del juzgado parecia combarse sobre la plaza. En cierto modo, hacia mas calor entonces: un perro negro sufria los dias de verano; las flacas mulas enganchadas a los carros espantaban moscas bajo la sofocante sombra de las encinas que habia en la plaza. A las nueve de la manana, los cuellos rigidos de los hombres se veian languidos. Las damas se banaban antes de la tarde, despues de su siesta de las tres, y al atardecer estaban como blandos pastelitos cubiertos de sudor y dulce talco. La gente se movia despacio entonces. Cruzaban la plaza a paso lento, entrando y saliendo de las tiendas que la rodeaban, y se tomaban su tiempo para todo. Un dia tenia veinticuatro horas, pero parecia mas largo. No habia ninguna prisa, ya que no habia ningun lugar adonde ir, nada que comprar y nada de dinero con el cual comprar, nada que ver fuera de los limites del condado de Maycomb. Pero era una epoca de vago optimismo para algunas personas: al condado de Maycomb se le habia dicho recientemente que no tenia nada que temer, solamente a si mismo. Viviamos en la principal calle residencial de la ciudad: Atticus, Jem y yo, ademas de Calpurnia, nuestra cocinera. Jem y yo estabamos contentos con nuestro padre: jugaba con nosotros, nos leia y nos trataba con cortesia. Calpurnia era otra cosa. Toda angulos y huesos, era miope, tambien bizca, y sus manos eran tan anchas como un travesano de cama, y dos veces mas duras. Siempre me estaba ordenando que saliera de la cocina, preguntandome por que no podia comportarme tan bien como Jem aunque sabia que el era mayor, y me llamaba para volver a casa cuando yo no estaba lista para regresar. Nuestras batallas eran epicas y con un final sin variacion. Calpurnia ganaba siempre, principalmente porque Atticus siempre se ponia de su lado. Ella habia estado con nosotros desde que nacio Jem, y yo habia sentido la tirania de su presencia desde que podia recordar. Nuestra madre murio cuando yo tenia dos anos, de modo que nunca senti su ausencia. Ella era una Graham de Montgomery; Atticus la conocio cuando fue elegido por primera vez para la legislatura estatal. Para entonces, el era de mediana edad y ella quince anos mas joven. Jem fue el resultado de su primer ano de matrimonio. Cuatro anos despues naci yo, y dos anos despues nuestra madre murio de un ataque repentino al corazon. Decian que era cosa de familia. Yo no la extranaba, pero creo que Jem si. El la recordaba claramente, y algunas veces en mitad de un juego daba un largo suspiro, y despues se marchaba y jugaba el solo detras de la cochera. Cuando se ponia asi, yo sabia que era mejor no molestarle. Cuando yo tenia casi seis anos y Jem se acercaba a los diez, nuestras fronteras en el verano (al alcance de la voz de Calpurnia) eran la casa de la senora Henry Lafayette Dubose, dos puertas al norte de la nuestra, y la Mansion Radley, a tres puertas al sur. Nunca sentimos la tentacion de traspasarlas. La Mansion Radley estaba habitada por una entidad desconocida, cuya mera descripcion era suficiente para hacer que nos portaramos bien durante dias. La senora Dubose era el mismo demonio. Ese fue el verano en que vino Dill. Una manana temprano, cuando estabamos comenzando nuestros juegos en el patio trasero, Jem y yo oimos algo en la puerta contigua, en el parterre de coles de la senorita Rachel Haverford. Fuimos hasta la malla de alambre para ver si habia un perrito, pues la perra terrier de la senorita Rachel estaba prenada, pero en cambio encontramos a alguien sentado que nos miraba. Sentado, no era mucho mas alto que las coles. Nos quedamos mirando fijamente hasta que el hablo: --Hola. --Hola, tu --contesto Jem amablemente. --Soy Charles Baker Harris --dijo el--. Se leer. --?Y que? --pregunte yo. --Solo pense que os gustaria saber que se leer. Si teneis algo que necesiteis leer, yo puedo hacerlo... --?Cuantos anos tienes? --pregunto Jem--. ?Cuatro y medio? --Voy para siete. --Entonces no es nada --dijo Jem, senalandome con el pulgar --. Aqui Scout lee desde que nacio, y ni siquiera ha comenzado aun la escuela. Pareces muy canijo para tener casi siete anos. --Soy pequeno pero mayor --afirmo el. Jem se aparto el cabello para mirarlo mejor. --?Por que no vienes aqui, Charles Baker Harris? --dijo--. Senor, vaya nombre. --No es mas curioso que el tuyo. Tia Rachel dice que te llamas Jeremy Atticus Finch. Jem fruncio la frente. --Soy lo bastante alto para estar en consonancia con mi nombre --dijo--. Tu nombre no es mas largo que tu. Apuesto a que es un palmo mas largo. --La gente me llama Dill --dijo Dill, intentando pasar por debajo de la valla. --Te ira mejor si pasas por encima en lugar de por debajo -- observe yo--. ?De donde vienes? Dill era de Meridian, Mississippi, e iba a pasar el verano con su tia, la senorita Rachel, y desde entonces pasaria todos los veranos en Maycomb. Su familia era del condado de Maycomb originariamente. Su madre trabajaba para un fotografo en Meridian, habia presentado una fotografia de el a un concurso de ninos guapos, y gano cinco dolares. Le dio el dinero a Dill, quien lo empleo en ir veinte veces al cine. --Aqui no hay exposiciones de fotografia, excepto a veces las de Jesus en el juzgado --dijo Jem--. ?Viste alguna pelicula buena? Dill habia visto Dracula, una revelacion que movio a Jem a mirarle con cierto respeto. --Cuentanosla --le pidio. Dill era un chico muy curioso. Llevaba pantalones cortos azules de lino que se abotonaban a la camisa, su cabello era blanco como la nieve y lo llevaba pegado a la cabeza como si fuera un plumon de pato; era un ano mayor que yo, pero yo le sobrepasaba en altura. Mientras nos relataba la vieja historia, sus ojos azules se iluminaban y se oscurecian; su risa era repentina y feliz, y solia tirarse de un mechon de cabello que caia sobre su frente. Cuando Dill hubo reducido al polvo a Dracula, y Jem dijo que la pelicula parecia mejor que el libro, le pregunte a Dill donde estaba su padre. --No has dicho nada de el. --No tengo ningun padre. --?Esta muerto? --No... --Entonces, si no esta muerto, si lo tienes, ?verdad? Dill se sonrojo y Jem me dijo que me callase, una senal segura de que Dill habia sido estudiado y hallado aceptable. A partir de entonces el verano paso con una diversion constante. La diversion constante era: hacer mejoras a nuestra casa del arbol que descansaba entre dos cinamomos gigantes en el patio trasero, alborotar, recorrer nuestra lista de obras de teatro basadas en las de Oliver Optic, Victor Appleton y Edgar Rice Burroughs. En este asunto teniamos la fortuna de tener a Dill. El representaba los papeles que anteriormente me daban a mi. El mono en Tarzan, el senor Crabtree en The Rover Boys, el senor Damon en Tom Swift. De ese modo llegamos a conocer a Dill como un merlin de bolsillo, cuya cabeza estaba llena de planes excentricos, anhelos extranos y fantasias raras. Pero a finales de agosto nuestro repertorio era aburrido, por haberlo representado incontables veces, y fue entonces cuando Dill nos dio la idea de hacer salir a Boo Radley. La Mansion Radley fascinaba a Dill. A pesar de nuestras advertencias y explicaciones, le atraia como la luna atrae al agua, aunque no mas cerca de la farola de la esquina, a una distancia segura de la puerta de los Radley. Ahi se quedaba, rodeando el grueso poste con un brazo, mirando fijamente y haciendose preguntas. La Mansion Radley hacia una curva cerrada mas alla de nuestra casa. Andando hacia el sur, se pasaba por delante de su porche; la acera daba un giro y estaba en paralelo con la finca. La casa era baja, en otra epoca era blanca y con un ancho porche y persianas verdes, pero hacia mucho tiempo que se habia oscurecido hasta llegar al tono de pizarra gris que la rodeaba. Unas tablas descompuestas por la lluvia caian sobre los aleros del barandal; unos robles mantenian alejados los rayos de sol. Los restos de una cerca guardaban el patio frontal, un patio <> que nunca se barria, donde crecian en abundancia hierbajos y flores silvestres. Dentro de la casa vivia un fantasma maligno. La gente decia que existia, pero Jem y yo nunca lo habiamos visto. La gente decia que salia de noche, cuando se ponia la luna, y miraba por las ventanas. Cuando las azaleas de la gente se helaban en una noche fria, era porque el habia soplado sobre ellas. Cualquier pequeno delito cometido en Maycomb era obra del fantasma. En una ocasion, la ciudad estaba aterrorizada por una serie de macabros acontecimientos nocturnos: encontraban mutilados pollos y animales domesticos; aunque el culpable era Addie el Loco, quien finalmente termino ahogandose en el remolino de aguas de Barker, todos seguian mirando la Mansion Radley, sin estar dispuestos a descartar sus sospechas iniciales. Un negro no pasaria al lado de la Mansion Radley de noche; cruzaria a la acera contraria e iria silbando mientras caminaba. Los terrenos escolares de Maycomb lindaban con la parte trasera del terreno de los Radley; desde el gallinero de los Radley, altos arboles de pacanas dejaban caer su fruto al patio de la escuela, pero los ninos no tocaban ninguna de aquellas nueces: las pacanas de los Radley mataban. Una bola de beisbol que cayera en el patio de los Radley era una bola perdida, y no se hacian preguntas. La desgracia de aquella casa comenzo muchos anos antes de que Jem y yo nacieramos. Los Radley, bien recibidos en cualquier parte de la ciudad, se encerraban en su casa, una predileccion imperdonable en Maycomb. Ellos no iban a la iglesia, que era el entretenimiento principal de Maycomb, sino que rendian culto en su casa; la senora Radley en raras ocasiones llegaba a cruzar la calle para tomar un cafe a media manana con sus vecinas, y sin duda nunca se unio a ningun circulo misionero. La senora Radley caminaba hasta la ciudad a las once y media cada manana y regresaba prontamente a las doce, a veces llevando una bolsa de papel marron que los vecinos suponian que contenia las provisiones de la familia. Yo nunca supe como el viejo senor Radley se ganaba la vida, Jem decia que <>, un termino educado para decir que no hacia nada, pero el senor Radley y su esposa habian vivido alli con sus dos hijos durante tanto tiempo como cualquiera podia recordar. Las persianas y las puertas de la casa de los Radley estaban cerradas los domingos, otra cosa ajena a las costumbres de Maycomb: puertas cerradas significaba solamente enfermedad y tiempo frio. De entre todos los dias, el domingo era dia para las visitas formales por la tarde: las senoras llevaban corse, los hombres llevaban abrigos, los ninos llevaban zapatos. Pero subir los peldanos de la Mansion Radley y decir <> una tarde de domingo era algo que sus vecinos no hacian nunca. La casa de los Radley no tenia puertas de tela metalica. Una vez le pregunte a Atticus si alguna vez tuvo alguna; Atticus dijo que si, pero antes de que yo naciera. Segun la leyenda del barrio, cuando el joven Radley estaba en la adolescencia hizo amistad con algunos de los Cunningham, de Old Sarum, una tribu enorme y confusa que estaba domiciliada en la parte norte del condado, y formaron lo mas parecido a una pandilla que se viera jamas en Maycomb. Hacian muy poca cosa, pero lo bastante para que hablaran de ello por la ciudad y los amonestaran publicamente desde tres pulpitos: merodeaban por la barberia; subian en el autobus hasta Abbottsville los domingos e iban al cine: asistian a bailes en los lugares de juego en el condado al lado del rio: la posada Dew-Drop y Campamento Pesquero: probaban el whisky de contrabando. Nadie en Maycomb tenia las agallas para decirle al senor Radley que su muchacho andaba con malas companias.

  • Te regalare el mundo de Marta Fernandez

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    No elegimos a nuestros padres, ni lo que nos gusta, ni aquello para lo que somos buenos. No elegimos de quien nos enamoramos.ni a nuestros enemigos. Ni elegimos nuestros talentos, ni nuestras debilidades. Por no elegir, no elegimos ni nuestros pecados. Ni el pais en el que nacemos, ni el nombre por el que nos llamaran todos esos a los que queremos y a los que tampoco elegimos.

  • En el corazon del bosque de John Boyne

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    Una manana muy temprano, mientras sus padres aun duermen, Noah Barleywater se escapa de casa. En ayunas y sin dinero, se adentra en el bosque y no se detiene hasta llegar a un pueblo donde se encuentra con la tienda de juguetes mas especial que cabe imaginarse: no solo las hermosas marionetas de madera que pueblan los estantes se comportan como si estuvieran vivas, sino que tambien hay animales, vehiculos y todo tipo de objetos inesperados. Un amable anciano, que fabrica los juguetes, lo invita a comer e intenta averiguar el motivo de su huida, y ante el silencio del nino, le cuenta la historia de su vida. Noah, perplejo, escucha atentamente el relato, lleno de aventuras increibles, de orgullo por las proezas logradas, pero sobre todo de remordimiento por las promesas no cumplidas. Las palabras del misterioso anciano llevaran al nino a tomar una decision que cambiara su vida. Con la sensibilidad y la inteligencia narrativa que lo caracterizan, John Boyne hace un guino al cuento de Pinocho para crear una fabula sobre la infancia, el dolor y las decisiones que debemos tomar desde que somos ninos.

  • La biblioteca de la luna de Francesc Miralles

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    En un futuro mas o menos cercano, Kumar, un excentrico magnate, crea la primera colonia humana en la Luna: Exovillage, centro turistico para grandes fortunas.

  • El Placer de tus Suenos 1 de Auraluna

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    Una historia llena de romance y erotismo.

  • Khalil, El Hijo Del Desierto de Andrea Adrich

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    Los suenos hay que perseguirlos. Hay que correr tras ellos hasta atraparlos; sin descanso, sin respiro, sin desfallecer... Por muy utopicos que sean. Por muy descabellados que nos parezcan. Eso es lo que pensaba Nadya y, como buena arqueologa, poseia una tenacidad envidiable para conseguir lo que deseaba, por muy dificil que fuera el camino que tuviera que recorrer. Nadya doblo la camiseta de manga corta y la metio en la maleta que descansaba abierta encima de la cama. --?Estas segura de que quieres ir? --le pregunto Emma, su mejor amiga. Nadya giro el rostro lleno de incredulidad hacia ella. --?Lo estas diciendo en serio? --dijo. --Es peligroso. --No seas alarmista, Emma. --No soy alarmista, Nadya. El desierto Blanco de Egipto no es un lugar tranquilo en estos momentos --le advirtio su amiga--. He leido que hay muchos conflictos entre los pueblos que habitan en el. Nadya nego con la cabeza. Emma era exagerada y demasiado pesimista. Por Dios, estaban en el siglo XXI, no en la Edad Media. La gente era civilizada. --No me va a pasar nada --aseguro en un intento por tranquilizarla. --No se como puedes ir... Estas como una cabra. --No estoy como una cabra, lo que estoy es ilusionadisima. Voy a cumplir mi sueno. --Nadya abrio los brazos para enfatizar sus palabras--. Por fin he acabado mi Master de Arqueologia, por fin soy arqueologa, y por fin puedo ir a Egipto a desenterrar su pasado --respondio en tono de ensonacion--. Sabes que llevo meses de un lado para otro haciendo papeles y pidiendo permisos para poder empezar las excavaciones. Emma lanzo al aire un suspiro de resignacion. Nadya era muy testaruda. Nadie le sacaria de la cabeza la idea de ir a Egipto. Ni el anuncio del fin del mundo lo haria. --Has crecido en Inglaterra, pero es indiscutible que corre sangre egipcia por tus venas --apunto. Nadya sintio algo calido en su interior al escuchar aquellas palabras. --Mi madre lo era, y aunque vino a Londres muy joven, yo he heredado de ella el inmenso amor por su tierra --explico Nadya. --Lo tuyo por Egipto no es amor, es obsesion --comento Emma, parafraseando una conocida cancion. Las comisuras de Nadya se elevaron formando una sonrisa en los labios. --Reconozco que la Tierra de los Faraones me apasiona. Para mi Egipto es magia, misterio, encanto... --enumero. Se dejo caer sobre la cama--. Es hechizante --concluyo. Para Nadya, Egipto era un enigma. Nunca dejaba de desconcertarla: su pasado, su historia, la leyenda que la envolvia provocaba en ella una extrana nostalgia. --Prometeme que te vas a cuidar --le pidio Emma, dandose por vencida. --Te lo prometo --dijo Nadya. --Y que no vas a hacer ninguna locura, que te conozco. --Te lo prometo. Emma estiro los brazos y la rodeo con ellos, estrechandola contra su cuerpo. --Te voy a echar mucho de menos, Nadya --susurro con un nudo en la garganta. --No te preocupes, en un par de meses estare de vuelta -- dijo Nadya. --Van a ser dos meses muy largos --apunto Emma, deshaciendo el abrazo. --Podrias ir a verme... --sugirio Nadya. Emma se encogio de hombros y sopeso la sugerencia unos segundos. --Quiza vaya... La idea parecio entusiasmarle de pronto. Dos meses lejos de su mejor amiga, a la que consideraba casi una hermana, se le iban a hacer muy largos. Habian planeado un verano juntas. Irian a Ibiza y se lo pasarian en grande; seria un verano memorable. Se lo merecian despues de todo lo que habian estudiado. Pero Nadya finalmente habia conseguido que le aprobaran las licencias pertinentes y la financiacion necesaria para comenzar sus excavaciones en el desierto Blanco de Egipto, el sueno por el que habia luchado desde que tenia uso de razon. Eran muchas las noches que habian pasado charlando sobre ruinas, historia y descubrimientos arqueologicos... La pasion de Nadya. Emma, mejor que nadie, era la unica que comprendia plenamente su decision de ir a Egipto y dejar atras durante un tiempo su vida convencional. --Iremos a El Cairo, es una ciudad preciosa --la animo Nadya--. Esta a unos 550 kilometros aproximadamente del lugar donde vamos a instalar el campamento. --?Habra chicos guapos? --bromeo Emma. Nadya le paso el brazo por los hombros y la atrajo hacia si. --Estoy convencida de ello. Los egipcios son hombres de rasgos raciales y exoticos, y esa piel acaramelada... Nada que ver con la palidez de los ingleses. Seguro que alguno te gustara... --dijo, guinandole un ojo con complicidad. --Ay, esa piel acaramelada... No me importaria pasarle la lengua a uno de ellos. --!Emma! --?Que? Es para ver si saben a caramelo. Nadya rompio a reir con una carcajada. Emma no iba a cambiar nunca. --?Y tu? --Yo, ?que? --?Cuando vas a echarte novio? --?Novio? --repitio Nadya, como si la palabra le produjera alergia. Se levanto de la cama y siguio metiendo prendas en la maleta--. Llevo toda mi vida estudiando en un internado, lo que menos me apetece ahora es tener novio, atarme a alguien. Lo que quiero es vivir, salir, entrar, y hacer lo que mas me gusta... --!La arqueologia! --le corto Emma, poniendo los ojos en blanco. --Si, la arqueologia --afirmo Nadya. --Querer ir al desierto Blanco en verano solo demuestra tu amor por ella --apostillo Emma. CAPITULO 1 Nadya abrio los ojos de par en par. El asombro asomo a ellos cuando bajo de la camioneta que le habia acercado hasta el campamento donde iba a tener lugar la excavacion. El equipo que iba a acompanarla en aquella aventura llevaba alli dos dias montando las tiendas. El desierto Blanco, conocido como Sahara el Beyda, se desplegaba ante ella como un gigantesco mar de dunas blancas. El paisaje era sobrecogedor, iluminado por una luz vibrante y misteriosa, que jugaba con la arena, creando diferentes colores. Pero no solo el paisaje era sobrecogedor, tambien el sutil aroma a especias que parecia flotar en el aire --o tal vez eran imaginaciones suyas--, y el silencio que lo anegaba todo, que era casi tangible. Nadya respiro hondo. Por primera vez fue consciente de su magnificencia. Era enorme, y no supo por que, pero tenia la sensacion de que tambien era peligroso. No sabia que hora era, pero el crepusculo se cernia sobre su cabeza con una puesta de sol que tenia el cielo de un rosa vibrante. Habia sonado tantas veces con estar alli, que ahora le parecia mentira tener bajo sus pies aquellas arenas que escondian y salvaguardaban misterios de miles de anos de antiguedad. De pronto la invadio una sensacion de irrealidad. Un escalofrio le recorrio de la cabeza a los pies, pese al calor que aun calentaba el aire. En silencio se pregunto que le depararia aquel desierto de increible belleza. Habia ido alli siguiendo el rastro de Akhenaton, el llamado faraon <>, y de su <>, cuya leyenda afirmaba que habia construido con mano de obra infantil. Pero Nadya no solo habia ido a Egipto tras la pista del faraon <>, sino buscando su propio pasado, del que apenas tenia nociones. Solo sabia que su madre era egipcia, de una region cercana al desierto Blanco, y que, por alguna razon que desconocia, se habia ido de alli. Nadya intuia que bajo aquel abandono habia mas, mucho mas... --?Que le parece, senorita Rice? La voz del ayudante de la excavacion, Randolph Crowe, desvanecio la magia del momento y la devolvio a la Tierra. Pestaneo un par de veces para salir del estado de ensonacion en el que se habia sumergido y giro el rostro hacia el. El hombre, pelirrojo y con la cara llena de pecas, la miraba con expectacion. --Es maravilloso --respondio Nadya. --Las puestas de sol que se pueden ver en el desierto son de las mas bonitas del mundo --comento el hombre. A Randolph no le faltaba razon. El asombroso color rosa del crepusculo se reflejaba en el blanco casi puro de las dunas, concediendo al sugestivo paisaje un aire de fantasia. --Venga a ver la tienda que le hemos preparado, senorita Rice --dijo el hombre. Nadya asintio. Berenice alargo la mano de dedos elegantes e introdujo una jugosa uva en la boca de Khalil con un gesto cargado de sensualidad. --?Le gusta, mi senor? --pregunto la concubina sonriente, acercando los labios a su oido. --Me gustas mas tu --coqueteo Khalil, al tiempo que saboreaba la uva. Berenice, una joven de aspecto risueno, con una larga melena de color azabache y profundos ojos negros, se acerco a el melosamente y lo beso. Khalil habia metido ya la lengua en la boca de su concubina cuando unos nudillos golpearon la puerta, interrumpiendo la escena. --Adelante --dijo. La enorme puerta de madera labrada se abrio con un ruido pesado. Un hombre alto, de complexion atletica y pelo negro, vestido con un pantalon oscuro y un caftan gris que le llegaba a la mitad del muslo, entro con semblante serio. --Khalil, los ingleses han vuelto --anuncio, despues de hacer una ligera reverencia a su jeque. El rostro de Khalil se tenso, acentuando aun mas sus rasgos marcados. Enderezo la espalda y se echo hacia adelante. --Berenice, dejanos a solas --ordeno a la concubina en tono autoritario. --Pero, mi senor... La joven acaricio suavemente la mejilla de Khalil en un intento por permanecer en la habitacion. --Ahora, Berenice. --El tono de Khalil no admitia replica alguna. --Si, senor --contesto ella con una reverencia. Berenice se levanto de la cama formada por decenas de brillantes cojines y almohadas y, aunque salio de la enorme habitacion con la mirada baja y una expresion servicial, como correspondia, por dentro la sangre le hervia a borbotones en las venas. Llevaba muchos dias sin poder estar a solas con Khalil; el habia reclamado a otras concubinas del haren, y ahora que por fin la habia elegido a ella para pasar la noche juntos, Salih, amigo y jefe del ejercito de Khalil, les habia interrumpido muy inoportunamente para anunciar que los ingleses estaban de nuevo en sus tierras. Berenice bufo antes de salir de la habitacion. ?Como podia tener tan mala suerte? --Maldito Salih y malditos ingleses --farfullo entre dientes.

  • Clickbait de Sonia Martinez Martin

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    Katherine tiene una vida perfecta: sale con el capitan del equipo de futbol, trabaja en una revista de moda y estudia la carrera que le gusta.
    Pero un dia todo su mundo se pondra patas arriba y perdera todo lo que le importa.
    Acabara trabajando en el peor antro de la ciudad y compartiendo un piso enano con una ninfomana y un ninato insufrible.
    Y lo que va mal, siempre puede ir peor.

  • La tropa de Daniela Rea

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    Desde que el Ejercito asumio el papel de la policia, una persona muere cada dia a manos de militares en Mexico. ?Que hay detras de esas muertes?

  • La chica que colgaba del arbol de Cesar Terradas

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    El 15 de agosto de 2017, en un bosque de castanos de Viladrau, aparece el cadaver desnudo de una chica. Cuelga del arbol mas famoso del pueblo y no hay indicios de que haya sido por voluntad propia. El policia local Evaristo Sanchez, a las puertas de su jubilacion, se encuentra con el caso mas dificil de su carrera y pide ayuda a los Mossos d’Esquadra. La verdadera identidad del cuerpo trae de cabeza a la pareja de inspectores Luis Garriga y Laura Rodriguez. El tiempo corre en su contra, los medios presionan y las pruebas para descubrir al asesino son circunstanciales. El terrible suceso sacude al pueblo, desentierra rencillas del pasado y enfrenta a clanes familiares rivales. El culpable no ha dejado nada al azar y esta mas cerca de lo que sospechan.

  • SANGRE DE REYES (Alastir 2) de Miguel A. Fuentes

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    Muchos lo pintan como una leyenda. Otros como un vagabundo que recorre los caminos sin un lugar en el que caerse muerto. Pero si hay algo de cierto en todos los rumores e historias, es que nadie sabe quien es realmente el solitario encapuchado que deambula por el mundo con una espada oxidada cenida a la espalda a quien recurres cuando todas las demas opciones han resultado infructuosas. Muy pocos tientan a la suerte de contar con alguien que no reconoce ni a dioses ni a reyes, alguien capaz de burlar a la propia muerte.

  • !O no hay trato! de Carolina Gattini

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    El destino y la mala suerte llevan a Miriam a la desesperacion. No es capaz de pagar sola el alquiler al que se habia comprometido con su reciente ex, las deudas la ahogan y finalmente decide vivir en un lugar con todas las comodidades, "comodos" sofas, bano y ducha, salas de reuniones…, es decir, la oficina donde trabaja.
    Miguel Garmendia esta a punto de perder lo unico que tiene, la empresa que levanto desde joven porque precisamente dedico su vida a trabajar, en lugar de disfrutar de ella como hicieron sus amigos y hermanos. Confiar en la persona equivocada, su contable, le ha llevado practicamente a la quiebra. Sin embargo hay una esperanza, conseguir la herencia de su madre, bajo la condicion de casarse. Claro que, no es tan facil encontrar a una mujer que quiera casarse con un hombre como el y renunciar a una vida normal, aunque sea por unos meses. O tal vez si… El unico problema es que esa mujer es adicta al sexo y la abstinencia de ese matrimonio no es compatible con ella… Asi las cosas… Miriam tendra que establecer sus propias condiciones… !O no habra trato!

  • Supersticion (Mafia 2) de Raquel Attard

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    En Roma habia una vieja supersticion que decia que matar a tu sangre te auguraba una vida de penalidades. Cosomo no era de mi sangre, pero ya lo queria como si lo fuera. Por eso me dolia tanto estar ahi, apuntando con mi pistola a su cabeza. Dice la supersticion que su fantasma te perseguira hasta el fin de tus dias, instalando en tu vida la mala suerte. No era justo. Era el quien nos habia traicionado. Era el quien debia cargar con la pena, no yo. Note que algo frio se apoyaba en mi cabeza. Me gire y vi a Blake apuntandome. --Dejalo --me ordeno. Contuve el aliento, destrozado porque ella atentara contra mi vida y, a la vez, aliviado porque la muerte de mi amigo ya no estuviera en mis manos. Segundo Prologo BLAKE Baje al salon en busca de mis padres, despues de hablar con Zia y Fiorella. Por suerte, o gracias a mi esfuerzo, habia aprobado el ultimo examen y podria hacer el Doctorado el ano que viene. Sin embargo, no sabia lo que me esperaba al final de la escalera. Ojala no hubiera salido de mi habitacion. Ojala no hubiera bajado ese ultimo escalon. Mi vida no habria cambiado para siempre. Mi madre estaba llorando, desconsolada. Mi tio Agostino andaba concentrado, caminando de un lado a otro sin encontrar un rumbo fijo, hasta que levanto la cabeza y sus pasos lo guiaron hacia mi. --Blake, tu padre... su coche. Corri como si me estuvieran persiguiendo y, en cinco segundos, ya estaba en el garaje. Encontre a mi padre subido en su vehiculo, con una mano en el volante, otra en las marchas y el pie en el embrague. Le temblaba todo el cuerpo. --Papa, ?que pasa? --Hay una bomba, Blake. No se como han llegado hasta aqui, pero me han tendido una trampa. Uno de nuestros hombres de seguridad estaba intentando desactivarla, mientras yo habia estado ajena a todo, riendo con mis amigas por unas notas que ya de poco servian. Mi telefono vibro en el bolsillo y, por inercia, lo cogi. Pense que, si alguien llamaba en ese preciso momento, quiza fuera para ayudarnos. Desee que hubiera una intervencion divina, que algo o alguien impidiera lo que estaba a punto de pasar. --Han puesto una bomba en el coche de mi padre --informe a quien me llamaba. Ni siquiera me fije en quien era la persona al otro lado del telefono. Escuche un ?Que? ahogado y me lo aparte de la oreja. Voy para alla. Dijo esa lejana voz. Mis ojos seguian fijos en los de mi padre. Nunca vi tanto miedo en ellos. Ni tanta resignacion. --Blake, tienes que ser fuerte. Cuida de tu madre y tus abuelos. Hija, tu y solo tu --remarco la palabra--, eres mi legado. --?Que dices? --grite con calma--. ?Que estas diciendo? --volvi a repetir sin sentido--. Saldras de esta, papa. Te jubilaras a tu manera, como tu querias. Queria infundirle fuerza, pero ni siquiera podia tocarlo. No podia arriesgarme a que la bomba detonara. --Escuchame bien, porque no se cuanto tiempo tenemos. Esto no lo ha hecho un clan enemigo, esto es obra de alguien que nos conoce. Encuentralo y venga mi muerte, hija. Eso fue lo ultimo que me dijo mi padre antes de que su cuerpo se convirtiera en cenizas. Lo siguiente que recordaba era a Alex gritando que saltara. El fuego. El miedo. La niebla. Las sombras. Alex desapareciendo como lo habia hecho mi padre minutos antes. Su cuerpo calcinado. Una unica lagrima. Y la oscuridad. La vida nunca volveria a ser igual. Capitulo 1. Nueva York BLAKE Desde el rascacielos mas alto de Nueva York contemplaba mi ciudad. Las calles que me habian visto crecer, la vida que habia disfrutado… todo estaba alli, oculto tras edificios gigantes que empequenecian a las personas. Y muchos de ellos eran nuestros. La cadena de hoteles De Lucchi se erigia mas alla de donde alcanzaba la vista y silenciaba la verdadera realidad que emergia del asfalto. Mientras las personas caminaban de un sitio a otro, perdidas en el curso de sus vidas, yo estaba concentrada en la frontera. La que dividia el bien y el mal, el corazon y la razon, la suerte y el destino. Habia heredado el negocio de la peor forma posible y ahora tenia que ser la cabeza de familia, tenia que enfrentarme a mis peores pesadillas y, me habia preparado para ello, me enseno el mejor. Aunque mi padre nunca habia pretendido que mi corazon se convirtiera en piedra. El queria a mi madre como a nadie, era el amor de su vida. Y me queria a mi, a mis tios, a mis primos y a mis abuelos. Por ello me resultaba tan dificil seguir sus pasos, continuar el camino que el habia preparado tan sabiamente para mi. Porque yo nunca seria como el. Tan dura y bondadosa, tan noble y fuerte. Pero lo intentaria. Desde lo mas profundo de mi ser. Lo ultimo que me pidio antes de morir fue que vengara su muerte. El estaba seguro de que aquello debia haberlo orquestado alguien que nos conocia muy bien, puesto que consiguieron acercarse demasiado. Entraron en nuestra propiedad. En nuestro territorio. Hice la firme promesa de descubrir quien habia sido. Se la hice a el y me la hice a mi misma. Y nada ni nadie me impediria cumplir su ultima voluntad. Haria de ella mi mision personal. Pero eso que me habia pedido mi padre, era lo mismo que me ponia en un aprieto, porque debia desconfiar hasta de mi propia sombra. Debia posicionarme por encima de lo que era ahora, ver las cosas en perspectiva, distanciarme del presente. Tenia que descubrir a la mujer que habia en mi, a la estratega, a la mafiosa. Y no seria una tarea sencilla. Mi abuelo siempre decia que a una persona no la hacia grande quien era, sino quien tenia alrededor. Si te rodeas de tu gente, si esa gente te es leal, es porque tu demuestras que merece la pena que te sigan. ?Como romper con aquello que tenia tan arraigado? Ayudaba que la gente solo viera lo que queria ver. Ayudaba poder ocultarse a plena vista. Volvi a casa, esperando encontrar esa parte de mi humanidad que veia perdida. Y parecia que el destino habia jugado sus cartas, porque mi madre me sorprendio con algo que me encogio el corazon. Una nota llego desde Roma. --Carino, ?quien ha escrito esto? --me pregunto mi madre en cuanto llegue. --No se de que me hablas. Cogi el papel que me tendia, esperando encontrar amenazas o algo peor. Un vestigio del futuro que me aguardaba. --Esta nota. Estaba en la puerta. Se la quite de las manos. En ella rezaba Il mio cuore e per voi 1 , con una caligrafia rapida pero preciosa. ?Como era posible que necesitara algo que no conocia? ?como podia doler algo que ni siquiera teniamos? Esa relacion maravillosa que podiamos haber construido, que latia a nuestro alrededor, recordandonos a cada instante que la vida podia ser mas. Arrugue el escrito y me lo guarde en el bolsillo de la chaqueta. Debia apartar a Alex de mi mente, tenia que olvidarle y pensar en lo que estaba por venir. Necesitaba curarme, y eso unicamente lo conseguiria haciendome de hierro. No habia sitio para nadie mas. Y una cosa si tenia clara: nunca volveria a ser la misma. Pero, para mis adentros, sin que nadie me escuchara, me permiti pronunciar por ultima vez: mi corazon tambien es tuyo, Alex. Capitulo 2. Roma ALEX Estaba sentado en la Fontana di Trevi, pero mi mente estaba a muchos kilometros de alli, en Nueva York. Pese a que Roma era mi casa, queria volver, queria verla, pero por el momento iba a ser imposible. Tenia que acabar con los Leoni. Aqui contaba con la ayuda de mi primo y los hombres que antes estaban a mi cargo y ahora estaban al suyo. Romano volaria a Italia manana. Era algo que teniamos que hacer los tres juntos. La venganza seria epica. Lo unico bueno de estar aqui era que me reencontraria con Julia y ella por fin volveria a reunirse con Sebastian y podria acompanarnos en nuestra nueva vida. Por fin podriamos llevarnosla a Nueva York y estar de nuevo juntos toda la familia. Bass y Julia merecian tener una vida feliz por encima de todo. O una vida. Solo pedia eso. Mi hermano y mi cunada habian pasado por mucho. Llevaban juntos desde el colegio. A veces, no sabia como lo hacian. Como tenian esa complicidad, esa conexion, ese poder el uno sobre el otro. Nunca los habia visto pelear. Seguro que lo habrian hecho, mas veces de las que pudieran contar y, sin embargo, ahi estaban. Separados, pero mas fuertes que nunca. Bass era el mediano de los tres y, por ello, habia heredado la gracia de mi madre y el saber estar de mi padre. No era tan serio como yo, tan distante. No era tan despreocupado como Romano, tan descuidado. Tenia lo mejor de cada uno y yo no podia admirarlo mas. Sabia lo que mi cunada, lo que cualquier persona, veia en el. Sabia lo que valia y lo valoraba por ello. Por eso, estaba seguro de lo intranquilo que se encontro cuando Leo lo informo de que Julia estaba en peligro, y que su actitud anterior era, simplemente, fachada. Mi hermano tenia la peculiar costumbre de impregnar sus palabras con burla e ironia, creyendo que asi tapaba la realidad de lo que ocurria a nuestro alrededor. Por una parte, casi se lo agradecia, porque hacia que todo pareciera mas facil, mas liviano. Aun asi, sabia que estaba en contacto permanente con Leo por si ocurria algo. Y el momento habia llegado. Esta amenaza ya no podiamos ignorarla. Los Leoni se dieron cuenta de que Julia estaba haciendo transacciones para nosotros y la presionaron para que nos delatara. Pero ella nunca lo haria. Mi primo, que la tenia vigilada y la protegia de lo que pudiera pasar, mando un mensaje a Bass y corrimos hacia Roma. Quedaba poco para que se reencontraran. Teniamos que esperar a Julia en la Piazza Cociferi en cinco minutos. Bastian ya estaba alli. Me levante de la Fontana y dirigi mis pasos hacia esa parte de mi ciudad que me resultaba tan conocida, pero lentamente, esperando darles un poco de intimidad. Dios sabia que la necesitaban, pese a que yo tambien estaba deseando verla.

  • Te dare un beso antes de morir de Estela Chocarro

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    Ha pasado mas de un ano del desenlace de Nadie ha muerto en la catedral. Rebeca Turumbay no ha vuelto a ponerse en contacto con sus amigos de Carcar y se ha refugiado en Florencia, donde estudia restauracion de arte renacentista. Por su parte, Victor Yoldi se ha trasladado a Pamplona para trabajar en el Diario de Navarra. Cuando se le presenta la oportunidad de escribir un articulo sobre la carcel recien inaugurada, aprovecha para visitar a Jonas Sadaba, que sigue en prision desde la muerte de su madre, y para llevarle recuerdos de todo Carcar. Jonas esta preocupado, ya que Massimo, su companero de celda, un hombre muy respetado en la prision que habia pasado casi veinte anos encarcelado por el asesinato del hijo de su antiguo jefe, se suicido hace poco. Pero Jonas tiene motivos para sospechar que en realidad lo mataron. Victor inicia sus propias pesquisas para ver que hay detras de estos hechos y se vera implicado, junto a Rebeca, en el asesinato del jefe de esta, Hugo Castells. Victor y Rebeca tendran que emprender una peligrosa investigacion que puede costarles la vida.

  • Valentina de Grismendy Guzman

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    valentina es una chica que se queda embaraza de un chico que la maltrata tanto fisica como emocionalmente, decide dejarle a pesar de tener un bebe de el, meses despues conoce el amor de su vida, pero desaparece despues de haber tenido una pelea con el ex de Valentina, anos despues se reencuentran y ella se da cuenta que sigue sintiendo lo mismo que cuando lo vio por primera vez, pero tendran que superar muchas cosas antes de poder volver a estar juntos.

  • Desnudame de Clara Montecarlo

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    He esperado toda la vida al hombre de mi vida. Joven, soltera, trabajadora, independiente, divertida... Y sigue sin aparecer. Hasta hoy. Abdominales de acero, sonrisa de diablo. Corbata de empresario, mirada de cazador. John Corvus es el hombre de mi vida. Lo se. Mi corazon se detiene al verle. Me muerdo el labio. No habia visto a nadie asi en mi vida. Decidido, confiado, comprensivo, seductor. Inteligente, salvaje, protector, divertido. Y me quiere a mi. Noto como me devora con la mirada. Yo soy una princesa. Nunca se lo pongo facil. Pero es dificil resistir cuando su mirada te quita el aliento. Estoy cansada de ser la chica buena que termina sola. Es hora de que descubra quien es la verdadera Ann Jones.

  • Siempre contigo, princesa de Nuria Teixidor Ibanez

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    Martin y Carlota llevaban once anos sin verse. Once anos donde sus vidas habian dado giros inesperados, donde no han logrado olvidarse. Su relacion hizo aguas un lluvioso abril de 2006 cuando todavia eran ninos. Un par de chiquillos que se habian visto obligados a aprender el significado del mundo de manera vertiginosa.
    Un concurso musical les unio, la fama les llevo a lo mas alto y de la misma forma en que culminaron el Everest del triunfo tambien visitaron la otra cara de la moneda. ?De verdad tanto exito profesional, tantas canciones, tantas vivencias les hacian felices si no podian compartir la alegria con la persona que amaban?
    Una nueva oportunidad de reencontrase se les presentaba. Carlota habia logrado una cierta estabilidad emocional tras multiples relaciones fallidas y Martin solo deseaba verla, pedirle perdon y que todos los fantasmas que les rodearan desaparecieran pero nada seria facil. El corazon debia ganar a la cuadriculada razon.
    La historia de Carlota y Martin no habia hecho mas que empezar.

  • Quiereme por los aires de Dylan Martins

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    Desde el fracaso amoroso que sufrio Erika, vive tranquilamente con Jonathan, un amigo que tambien tuvo que pasar por una decepcion amorosa.
    Una noche que ambos deciden salir a divertirse, conoce a Aitor, un chico misterioso que la hara cambiar su percepcion de la vida y, sobre todo, del amor.
    Adentrandose en un juego erotico que no esperaba, ?seran Erika y Aitor capaces de reconocer que su relacion es mucho mas que unos juegos sexuales?
    Si lo que sienten es amor… ?Estara este por encima del deseo?

  • El veneciano de Blas Malo

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    Todo son sospechas. Nadie esta a salvo. Y en el palacio ducal todo son pesares. Europa se desgarra en guerra. Francia combate contra Austria y contra Inglaterra, y Venecia defiende su neutralidad, pero las coraces tropas francesas del ambicioso general Bonaparte se han extendido por todo el Veneto y han esparcido su veneno a traves de sus agentes.

  • Soy tu hombre, Helena Paradise de Helena Paradise

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    Un relato divertido, ameno y con el que te sentiras identificad@
    Porque cuando el amor te sorprende…
    Cris se lleva la sorpresa de su vida cuando su pareja le da una semana para que recoja sus cosas del apartamento que comparten y se vaya.
    Vane, su amiga, acude a su rescate; ayudandola a superar esa experiencia tanto sorpresiva como traumatica.
    Pero el amor es caprichoso e imprevisto y Cris, en el momento y lugar mas inesperado, se dara de bruces con el.
    ?Estaran sus heridas ya curadas? ?Podra volver a confiar en un hombre?
    Entra y descubre lo que ella esta deseando contarte.
    Dejate seducir por... el.

  • AQUELLO QUE FUIMOS de Pilar Munoz Alamo

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    En plena juventud y tras cuatro anos de ausencia, Blanca regresa a su Malaga natal arrastrando una maleta y un pasado que no sabe si podra afrontar.
    En otro punto de la ciudad, un ano mas tarde, Victor recibe una llamada de telefono en relacion con Fuensanta, su madre, que pondra su vida en jaque dejando al descubierto una estela de enganos en la que todos se veran implicados, hasta descubrir una oscura verdad.
    Vidas con diferente origen, fuertemente marcadas por decisiones propias o ajenas de aparente insignificancia. Futuros rotos que requeriran un maximo de valor, fuerza y coraje para poderlos superar.

  • Tu y yo de Niccolo Ammaniti

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    LA noche del dieciocho de febrero de dos mil me acoste temprano y me dormi enseguida, pero a media noche me desperte y ya no pude conciliar el sueno. A las seis y diez, tapado hasta la barbilla con el edredon, respiraba por la boca. La casa estaba en silencio. No habia mas ruidos que el de la lluvia batiendo contra la ventana, el que hacia mi madre en el piso de arriba yendo y viniendo del dormitorio al cuarto de bano, y el del aire que entraba y salia por mi traquea. No tardaria mi madre en venir a despertarme para llevarme con los otros. Encendi la lampara con forma de grillo que tenia en la mesita. La luz verde pinto un rincon de cuarto en el que se veia la mochila llena de ropa, el chaqueton y un bolso con las botas y los esquis. Entre los trece y los catorce anos di un estiron tremendo, como si me hubieran dado abono, y supere en altura a todos los de mi edad. Mi madre decia que me habian estirado dos caballos de tiro. Me pasaba un monton de tiempo ante el espejo, mirandome la piel blanca llena de pecas, el vello de las piernas. En la cabeza me crecia una mata de pelo castano entre la que asomaban las orejas. La pubertad habia remodelado mis facciones y me separaba los ojos verdes un narizon enorme. Me levante y meti la mano en el bolsillo de la mochila, apoyada junto a la puerta. --La navaja esta. Y la linterna. Todo --dije en voz baja. Los pasos de mi madre en el pasillo. Debia de llevar los zapatos azules de tacon alto. Me meti en la cama, apague la luz y fingi que dormia. --Lorenzo, arriba, que es tarde. Alce la cabeza de la almohada, me frote los ojos. Mi madre subio la persiana. --!Que dia tan horrible!… Esperemos que sea mejor en Cortina. La luz tetrica del alba dibujaba su fina silueta. Se habia puesto la falda y la chaqueta gris que usaba en las ocasiones importantes. El sueter de cuello redondo. Las perlas. Y los zapatos azules de tacon alto. --Buenos dias --dije bostezando, como si acabara de despertar. Mi madre se sento en la cama. --?Has dormido bien, cielo? --Si. --Voy a prepararte el desayuno… Tu, mientras, lavate. --?Y Nihal? Me peino el pelo con los dedos. --A esta hora duerme. ?Te dio las camisetas planchadas? Dije que si con la cabeza. --Venga, levantate. Eso queria yo, pero algo me oprimia el pecho. 1 --?Que pasa? Le tome la mano. --?Me quieres? Ella sonrio. --Pues claro que te quiero. --Se puso en pie, se miro en el espejo que habia junto a la puerta y se aliso la falda--. Va, arriba. ?Tambien hoy hay que insistirte para que te levantes? --Un beso. Se inclino sobre mi. --Que no te vas a la mili, que te vas de semana blanca. La abrace, hundi la cabeza en el cabello rubio que le caia por la cara y pegue la nariz a su cuello. Olia bien. Me hacia pensar en Marruecos. Callecitas muy, muy estrechas, llenas de tenderetes con polvos de colores. Aunque yo nunca habia estado en Marruecos. --?A que hueles? --A jabon de sandalo. El que uso siempre. --?Me lo prestas? Enarco una ceja. --?Para que? --Para lavarme con el y llevarte conmigo. Retiro las mantas. --?Lavarte? !Que novedad! Va, tonto, si ni te acordaras de mi. Por la ventanilla del BMW iba mirando la tapia del zoo, cubierta de carteles electorales mojados. Alla arriba, en la jaula de las rapaces, se veia un buitre posado en una rama seca. Parecia una vieja de luto durmiendo bajo la lluvia. La calefaccion del coche me sofocaba y las galletas se me habian atragantado en la garganta. Cesaba la lluvia. Una pareja, gordo el, delgada ella, hacia gimnasia en las escaleras cubiertas de hojas mojadas del museo de arte moderno. Mire a mi madre. --?Que pasa? --pregunto, sin apartar los ojos de la carretera. Infle el pecho queriendo imitar la voz grave de mi padre. --Arianna, a ver si lavas el coche que parece una pocilga rodante. No se rio. --?De tu padre te has despedido? --Si. --?Que te ha dicho? --Que no haga tonterias ni esquie como un loco. --Hice una pausa--. Y que no te llame cada cinco minutos. --?Eso ha dicho? --Si. Cambio de marcha y torcio en la Flaminia. La ciudad empezaba a llenarse de coches. --Llamame cuando quieras. ?Lo llevas todo? ?Musica? ?El movil? --Si. El cielo gris gravitaba sobre los tejados y entre las antenas. --?Y la bolsa de las medicinas la has cogido? ?Has echado el termometro? --Si. Un muchacho en una moto reia con el movil metido bajo el casco. --?Y el dinero? --Si. Cruzamos el puente sobre el Tiber. --Lo demas creo que lo miramos anoche. Lo llevas todo. --Si, lo llevo todo. Estabamos parados en un semaforo. En un Cinquecento habia una mujer mirando al frente. Por la acera pasaba un anciano tirando de dos perros labradores. En un arbol pelado cubierto de bolsas de plastico que sobresalia del agua color barro habia una gaviota posada. Si hubiera venido Dios y me hubiera preguntado si queria ser esa gaviota, habria dicho que si. Me quite el cinturon de seguridad. --Dejame aqui. Mi madre me miro como si no hubiera entendido. --?Como aqui? --Si, aqui. El semaforo se puso en verde. --Para, por favor. Pero ella arranco. Suerte que delante llevabamos un camion de la basura que nos frenaba. --!Mama! Que pares. --Ponte el cinturon. --Te digo que pares. --?Por que? --Porque quiero llegar solo. --No lo entiendo… Alce la voz: --!Para, por favor! Mi madre se aparto a un lado, apago el motor y se echo el pelo hacia atras. --?Y ahora que pasa? Lorenzo, por favor, no empecemos. Sabes que a estas horas no razono. --Pasa que… --Aprete los punos--. Que todos vienen solos. Y yo no puedo presentarme contigo. Quedaria fatal. --A ver si lo entiendo… --Se froto los ojos--. ?Quieres que te deje aqui? --Si. --?Y no puedo darles las gracias a los padres de Alessia? Me encogi de hombros. --No hace falta. Se las doy yo. --Ni hablar. --Y giro la llave de contacto. Me arroje sobre ella. --No… No… Por favor. Me rechazo. --?Se puede saber que te pasa? --Que quiero ir solo. No puedo llegar con mi madre. Se reirian de mi. --!Que tonteria! Quiero ver si todo va bien, si puedo hacer algo. Me parece lo menos. No soy grosera como tu. --No soy grosero. Soy como todos. Puso el intermitente. --No. De ninguna manera. No habia calculado yo que mi madre se empenaria tanto. Me estaba poniendo rabioso. Empece a darme punetazos en las piernas. --?Que haces? --Nada. --Agarre la manivela de la puerta con tanta fuerza que los nudillos se me pusieron blancos. Podia arrancar el retrovisor y romper el cristal de la ventanilla. --?Por que eres tan chiquillo? --Eres tu, que me tratas como a un… gilipollas. Me fulmino con la mirada. --No digas palabrotas. Sabes que no lo soporto. Y no hay necesidad de que me montes un numero. Di un punetazo en el salpicadero. --!Mama, quiero ir solo, maldita sea! --Me atragantaba de puro rabioso--. Vale. Pues no voy. Ya puedes estar contenta. --Mira que me enfado, Lorenzo. Yo tenia una ultima baza. --Todos dijeron que irian solos. Yo soy el unico que va siempre con su mamaita. Por eso tengo problemas. --Ahora no me eches a mi la culpa de tus problemas. --Papa dice que debo ser independiente, que debo hacer mi vida, que debo despegarme de ti. Mi madre entrecerro los ojos y apreto los finos labios como para impedirse hablar. Se volvio a mirar los coches que pasaban. --Es la primera vez que me invitan… ?Que pensaran de mi? --segui yo. Miro a un lado y a otro como buscando a alguien que le dijera que hacer. Le cogi la mano. --Mama, estate tranquila… Sacudio la cabeza. --No, no estoy nada tranquila. Con el brazo cinendo los esquis, la bolsa con las botas en la mano y la mochila a cuestas, vi a mi madre dar media vuelta. Me despedi y espere a que el BMW desapareciera puente adelante. Eche a andar por viale Mazzini. Pase el edificio de la RAI. Unos cien metros antes de Col di Lana reduje el paso, mientras el corazon se me aceleraba. La boca me sabia amarga, como si hubiera chupado un alambre de cobre. Con todo aquello encima iba agobiado, y el plumifero era una sauna. Llegue al cruce y asome la cabeza por la esquina. En la otra punta, ante una iglesia moderna, habia un gran Suv Mercedes, y Alessia Roncato, su madre, el Sumerio y Oscar Tommasi estaban metiendo el equipaje en el maletero. Un Volvo se detuvo junto al Suv y de el se apeo Riccardo Dobosz, que se reunio con los otros. Un instante despues se apeo tambien el padre de Dobosz.

  • El Golfo de Cadiz y la Cabo de Buena Esperanza de Lara Smirnov

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    Cuando una rubia militar sudafricana se planta en casa de Manu -mas conocido como el Golfo de Cadiz- con un bombo de varios meses, las cosas entre el y Victoria -la Estrecha de Gibraltar- se complican. Entiende que Manu tuviera vida social antes de conocerla, pero lo que no le encaja es que rompa con ella para casarse con una autentica desconocida. Con el corazon destrozado, Victoria cruza el Atlantico para iniciar su carrera como diplomatica en Uruguay.

  • Lagrimas del Pasado de Daphne Clair

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  • En la colonia penitenciaria de Franz Kafka

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    Franz Kafka (Praga, 1883 – Kierling, Austria, 1924), nacido en el seno de una familia judia, se doctoro en derecho en 1906, tras lo cual trabajo durante anos como funcionario en el Instituto de Seguros de Accidentes de Trabajo de Praga, actividad que compagino con la escritura. En vida publico unicamente relatos, entre ellos La condena (1913), El fogonero (1913)--ambos publicados en Acantilado-- y La transformacion (1915). Sus celebres novelas--El desaparecido (1927), El proceso (1925) y El castillo (1926)--vieron la luz postumamente, y contribuyeron a la consolidacion del prestigio del escritor, hoy reconocido como fundamental de la literatura del siglo xx.

  • ?Que paso cuando se terminaron las perdices? 2 de Gema Tacon

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    Ariel vuelve con mas fuerza que nunca aunque sigue teniendo el corazon dividido. Lo que no sabe es que el tiempo no espera por nadie, y que a su regreso las cosas han cambiado mas de lo que jamas imaginaria. Junto a Merida, Blanca, Aurora, Lilo y otros nuevos companeros de locuras tendra que desmontar las ilegalidades de las mayores villanas de la historia. Aprendera a marcha forzada que ni los buenos son tan buenos ni los malos tan malos. ?Sabra elegir esta vez o se volvera a equivocar? ?Dejara titere con cabeza?
    En sus lineas encontraras intriga, accion, aventura, romance y humor. Descubriras que los cuentos de hadas y que los principes azules no siempre son como los recordabas.
    ?Quieres comenzar a traumatizarte?

  • Un solo deseo de Minerva Hall

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    ?Y si un solo deseo de Navidad tuviera el poder de cambiar de rumbo la vida de dos personas reacias a seguir adelante?

  • Mi hogar en ti de Africa Huertas

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    Cuando Julie regreso a su ciudad natal en Sudafrica, despues de un ano, todo habia cambiado. Ella tenia, al fin, la vida que siempre habia sonado: el Acuario, los animales, su familia, sus amigos, su tierra. Lo que nunca imagino fue todo lo que el destino le tenia preparado.
    Una historia en una tierra salvaje. Un amor incondicional e inquebrantable. Un viaje a las entranas de Africa banado por un conflicto que se mantiene latente despues de tantos anos. Julie se vera envuelta, sin pretenderlo, en un cambio social que la empujara a tomar nuevas decisiones, un nuevo camino que la llevara lejos. Giros inesperados en un entorno de ensueno.
    Mi hogar en ti te llevara a un viaje inolvidable consiguiendo que te enamores locamente.

  • Delirando contigo de Irina Cristina Cretu

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    Ella es una bailarina con mucho arte. solo con ponerse de puntillas y hacer sus piruetas a su alrededor todo se calma, aunque detras de su hermosa sonrisa hay un dolor insoportable. Escondida en sus propios pensamientos y con un pasado alborotado se decide a seguir el consejo de su mejor amiga y esta decision hace que por un tiempo sus penas se suavicen. Con un solo click en su portatil, conoce al hombre que le ensena a delirar en su propio mundo. Viven una vida llena de inseguridades, confusiones y secretos, pero con un simple roce entre sus miradas, aprenden a perdonar lo que parece imposible. Cambian el odio por el amor, las lagrimas por sonrisas, y construyen su propio cuento voluptuoso, sensual. Sin embargo, ?conseguiran que el destino permita un final feliz para los dos?

  • 100 noches en Andromeda de Norma Estrella

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    De nino, Edu sonaba con inventar su propio monopatin volante con el que poder viajar hasta la Luna. De nina, Eva jugaba con su hermana y sonaba con tener una maquina expendedora de donetes en su habitacion.
    Ambos trabajan ahora para una empresa tecnologica llamada Andromeda, desarrollando proyectos de Inteligencia Artificial. Sus prototipos de asistente virtual --Lalo y Lala-- rivalizan para ser los elegidos por un excentrico empresario de Palo Alto, que busca inundar el mercado con los perfectos novios virtuales en San Valentin.
    Durante cien dias y sus noches, algo muy grande se cuece entre los ordenadores de Andromeda.

  • 29 balas y una nota de amor de Alfonso Egea

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    En 29 balas y una nota de amor, Alfonso Egea relata el crimen que ocurrio en el seno de la Guardia Urbana y que acabo con el encarcelamiento de Rosa Peral y Albert Lopez, detenidos como sospechosos del homicidio de Pedro Rodriguez, miembro tambien del cuerpo y pareja de Rosa Peral. Egea, periodista especializado en investigacion y sucesos de Espejo Publico, realiza en este libro una reconstruccion pormenorizada de la investigacion basada en todo tipo de fuentes y documentos, que aportaron las diferentes partes del caso.

  • Una boda escocesa (MaDowald 1) de Camila Winter

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    Como heredera de un caballero acaudalado de Dover, todos esperaban que la senorita Angelet hiciera una boda conveniente y ventajosa.
    Hasta que durante un viaje a Inverness la mimada nina inglesa conoce al heredero de un poderoso clan escoces Archie MacDowald, el hombre mas guapo que ha visto en su vida pero tambien el mas artero y bandido.
    ?Podra confiar en las promesas de ese hombre y en el fuego de sus besos?

  • Cuando la vida es sexo de Mar De La Vega

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    Si hay una palabra que define la vida de Adriana Herranz sin duda es SEXO. Psicologa y sexologa de profesion, por su consulta van a pasar pacientes de todo tipo, alguno acompanado de graves peligros para ella. En el plano personal esta casada con Hugo Velarde y muy unida al hermano gemelo de este, Bruno. Descubre en esta intensa novela todos los detalles de la complicada y sensual vida de Adriana.

  • Al final de la manana de Michael Frayn

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    John Dyson trabaja en un periodico londinense que parece estar sumido en el letargo y en el que los periodistas se aburren soberanamente, alternando largas visitas al pub con siestas que duran toda la tarde. Editor de medio pelo (su seccion se alimenta de noticias sobre el campo, reflexiones religiosas y crucigramas), casado con un ama de casa resignada, padre de dos hijos raros y vecino de un suburbio decadente, suena con alcanzar la fama y la vida burguesa. Tiene la impresion de que su carrera esta paralizada y se pasa el dia compartiendo sus penas con Bob, su subordinado, un joven que no sabe muy bien como enfrentarse a sus propios problemas. Hasta que un buen dia se le presenta su gran oportunidad: asistir a un programa de la BBC para participar en un debate sobre el conflicto racial.

  • Atormentado deseo de Ana Coello

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  • Un gran favor de Joyce Maynard

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    Cuando Helen conocio a Swift y Ava Havilland en una galeria de arte, su vida se hallaba en su punto mas bajo. Detenida por conducir bajo los efectos del alcohol, habia perdido la custodia de su hijo de ocho anos y solo lo veia cada dos sabados. Atrapada en un trabajo frustrante, Helen asistia todas las noches a las reuniones de Alcoholicos Anonimos y solo muy de tarde en tarde salia con algun hombre.

  • Hippie de Paulo Coelho

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    En su libro mas autobiografico, Paulo Coelho narra el encuentro entre dos jovenes: Paulo, que suena con ser escritor y llega a Amsterdam en busca de libertad y de un sentido para su vida, y Karla, una veinteanera de Rotterdam decidida a cambiar su forma de ver el mundo. Juntos recorreran “la ruta Hippie” que realizaba el legendario Magic Bus, un viaje por Europa y Asia rumbo a Katmandu. Durante esta experiencia unica y transformadora viviran una gran historia de amor. Con ellos iran pasajeros de diferentes nacionalidades que a lo largo del recorrido se plantearan sus prioridades y valores vitales.

  • Prisionera de tu venganza (Los Mendoza 2) de Natalia Roman

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    Monica Mendoza es una muchacha sonadora que suena con encontrar a un hombre que la ame para formar una familia y vivir en Nube Blanca. Aunque vive rodeada de militares, se ha prometido a si misma que jamas se desposara con uno de ellos y, a pesar de que sus padres nunca la obligarian a casarse, el tiempo pasa y ningun hombre llama su atencion. Hasta que un dia el destino cruel y jugueton pone en su camino a Gabriel.

  • Iron flowers de Tracy Banghart

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    En un mundo de hombres en el que las mujeres no tienen ningun derecho, cada provincia del reino debe presentar a sus jovenes mas hermosas para que el principe heredero pueda elegir a su pareja. Asi es como dos hermanas, Nomi y Serina, terminan confinadas en dos habitats contrapuestos: la hermosa, fragil y debil en la inhospita prision de Mont Ruin y la chica resuelta, practica y luchadora entre las sedas y fiestas de palacio. Dos historias de superacion, supervivencia y amor entre hermanas… Porque, cuando la solucion no llega, solo queda cambiar las reglas: !Que empiece la revolucion!

  • Muneca de trapo de Magenta Perales

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    Julia era una chica normal.
    18 anos. Virgen.
    Estudiante de magisterio.
    Lectora empedernida.

  • La Duquesa (Hermanas MacBride 2) de Kira Freitas

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    Libro 02 de la Trilogia de las Hermanas MacBride

  • Cada vez que sus besos dibujaban un te quiero de Cristina Prada

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    Livy Sutton tiene veintiseis anos y acaba de casarse con el senor Fisher despues de tan solo cuarenta y dos dias de relacion, pero esas seis semanas han sido las mas intensas de sus vidas.

  • Quien viene a cenar esta noche de Merche Diolch

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    --Buenos dias, senor Manuel. El anciano, sentado en el descansillo del edificio antiguo de viviendas, miro al chico que le habia saludado. --Buenos dias. --?Se encuentra bien? Asintio dubitativo. --Si... El joven se acuclillo y le agarro las heladas manos. --?Podemos ayudarle en algo? --pregunto. Fue en ese momento cuando el anciano se dio cuenta de que no estaban solos. Dos hombres de uniforme azul le observaban. --No. Estoy esperando a mi hija. Un sollozo ahogado reverbero en la escalera, atrayendo su atencion. Miro a la mujer que lloraba desde la puerta del corredor pero no la reconocio. --?Quiere que le llevemos a su casa? --Estoy... Pero no termino lo que fuera a decir. Se encontraba en el descansillo, sentado en los escalones de fria piedra, en pijama y con las pantuflas como calzado. El pelo lo tenia revuelto, indicio claro de que acababa de salir de la cama y... No sabia por que estaba alli. Capitulo 1 --Buenos dias, papa. --La mujer se acerco hasta el anciano, le dio un beso y le robo la taza de cafe. --Daniela, te he dicho miles de veces que si no te levantaras tan justa de tiempo podrias desayunar en condiciones --la reprendio al mismo tiempo que se dirigia a la cocina para ponerse otro cafe. --Ya lo hago --senalo, arrancandole una carcajada a su padre, mientras bebia el liquido negro y dejaba escapar un suspiro de satisfaccion. La mujer se sento en una de las sillas que habia alrededor de la gran mesa de madera del salon e intento prestar atencion a lo que en la television se decia. En realidad, mas de lo mismo. El paro seguia subiendo, los desahucios se sucedian y la gente cada vez tenia menos para sobrevivir. Lo sabia por propia experiencia. Llevaba sin trabajar casi dos anos y tras luchar lo que pudo, por mantener su independencia, no pudo hacer frente a ningun alquiler mas y tuvo que volver al hogar familiar, junto a su padre. --?Cuentan algo nuevo? --se intereso el hombre en cuanto regreso a la habitacion. Ella se encogio de hombros y bufo. --Lo mismo de siempre. Su padre le revolvio el largo cabello, como si todavia tuviera diez anos, y se sento frente a ella. --Ya veras como todo se soluciona --dijo--. Este pais lo ha pasado peor en otras ocasiones y miranos... --Pero papa, llevamos casi diez anos inmersos en esto --senalo la pantalla donde aparecia uno de los multiples graficos que ya no eran extranos para el comun de la poblacion--, y seguimos sin ver la luz detras del tunel. --Hija, no seas tan pesimista --el anciano la regano sin despegar los ojos de la television--. Hazme caso. Pronto encontraras trabajo. Daniela se levanto arrastrando su asiento hacia atras, estiro la blusa para quitar las posibles arrugas que pudieran haber aparecido y miro con amor a su padre. --Ojala tengas razon. El hombre bebio de la taza y siguio absorto en las noticias. No la habia escuchado y ella no esperaba respuesta alguna. Era la misma conversacion que mantenian desde que se habia mudado a esa casa, hacia casi dos anos. Recogio su bolso, donde guardo el movil, tomo las llaves y se despidio de su padre con dos besos, quien la sujeto de la mano para retenerla. --?A que hora volveras? --le pregunto centrando la cansada mirada en la de ella. Daniela se deshizo de su agarre y le acaricio la arrugada mejilla donde ya se apreciaba algo de barba. Dentro de poco tendria que afeitarle de nuevo. --No lo se. Tengo que pasar por la farmacia a recoger tus medicamentos y quiero ir donde Pepi, por si tiene noticias de algun posible trabajo. Su padre asintio y sonrio. --No te retrases. Hoy hay huevos fritos con patatas y se lo que te gustan. Ella le dio un beso en la frente, donde habia vuelto a salir la incansable herida de siempre, y le prometio que no se retrasaria. Paro en la cocina para hacerse con una manzana y salio al pasillo comunitario, acallando el sonido de las noticias al cerrar la puerta. Se apoyo en la lisa superficie y cerro los ojos. Necesitaba unos segundos, unos pocos segundos para reponerse. Su padre envejecia a pasos agigantados delante de ella. La vida se le escapaba de las manos y solo podia observar como se marchaba. Manuel habia conducido los autobuses de la EMT 1 hasta que tuvo que jubilarse. Habia luchado por sacar a su hija hacia adelante tras la muerte de su mujer, inculcandole los principios que la vida le habia ensenado desde nino, y habia conseguido una nota inmejorable en su educacion. De gran atractivo desde joven, atraia todas las miradas, hasta que la madre de Daniela le cazo, obligandole a asentar cabeza como a su padre le gustaba decir con una sonrisa en el rostro y un brillo especial en la mirada. Pero el reloj del tiempo no se detenia ante nadie y Daniela podia asegurar que, desde que habia vuelto al hogar familiar, la caida del grano de arena en el reloj de la vida se habia acelerado. El porte recio de su padre se habia encorvado, como si llevara todo el peso del mundo sobre sus hombros, a la par que se debilitaba su pulso. Hacia tiempo que la cabellera castana se habia sustituido por el blanco que otorgaba la sabiduria de la experiencia y en sus ojos, la luz que presagiaba alguna travesura habia desaparecido dando paso a una mirada cansada. --Buenos dias, Daniela. La voz de una mujer mayor le devolvio al presente. --?Que tal esta hoy, Remedios? --le pregunto a su vecina con interes, al mismo tiempo que apreciaba su vestido ajado y el perfume a naftalina. --Muy bien, hija. Con los tipicos achaques de la edad --indico llevandose una mano teatral al corazon, donde las puntillas amarillas predominaban--. ?Esta tu padre? Ella afirmo con la cabeza. --Ahi dentro esta. --Senalo la puerta--. Viendo las noticias. La mujer gruno mientras se atusaba el cabello que evidenciaba que habia pasado por la peluqueria. --Nada bueno sale de esa caja tonta --dijo, haciendola reir--. Voy a ver si quiere algunos de los calabacines que me ha traido mi hija del pueblo, para la cena de esta noche. Daniela le abrio la puerta mientras le agradecia el gesto con un beso en la mejilla. La conocia desde que era pequena, vecina pared contra pared, habia crecido con sus hijas, jugando en el parque de enfrente o correteando en el pasillo que comunicaba el resto de viviendas. --De seguro que si los querra --afirmo--. Pase y tome un cafe con el. La anciana se rio. --Creo que mejor un te, este corazon mio no soportaria mas excitante. Recomendaciones del doctor: solo un cafe por dia, descafeinado a ser posible y ya llevo dos. --Pues entonces un te, aunque recuerde que tambien es una bebida excitante --le senalo con una sonrisa. --Pero el medico solo hablo de cafe. Daniela se rio, le abrio la puerta de la casa y se despidio de ella y de su padre que, como buen anfitrion, ya se levantaba para recibir a su invitada. Los engranajes del ascensor le acompanaron en su descenso mientras se observaba en el gran espejo. Sentimientos encontrados tenia respecto a esa superficie lisa, donde cualquier imperfeccion, arruga o granito era visible y aunque la consideraba una herramienta <>, no podia evitar mirar su reflejo e intentar asimilar que por ella tambien pasaban los anos. Llevaba su larga melena oscura recogida en una cola de caballo, dejando visible su rostro moreno, donde el protagonismo lo tenian sus grandes ojos negros. De estatura baja y con curvas, Daniela no consideraba que tuviera un cuerpo que entrara dentro del canon de belleza actual pero estaba a gusto con el, y si exceptuaba las canas, los anos, las arrugas, las patas de gallo, y un largo etcetera, todavia atraia alguna que otra mirada. Esa manana se habia puesto la blusa azul, un color que sus allegados le decian que le sentaba bastante bien, junto a unos vaqueros comodos y sus deportivas moradas favoritas. Si se iba a recorrer el barrio, a la caza y captura de un trabajo, de nada le servirian los zapatos de tacon de aguja y las faldas estrechas que guardaba en su armario desde que la habian despedido del colegio donde ensenaba. Ropa que la quedaba bien --mas de un hombre y alguna que otra mujer habia seguido el vaiven de sus caderas con ella--, pero lo consideraba un <> de obligado uso que llevaba cuando ensenaba en la institucion elitista a la que acudia cada manana, desde que termino la carrera de Magisterio. --Quien iba a decirte que los ricos tambien sufren la crisis --se dijo en voz alta con ironia, cuando llego a la planta baja.

  • Pecado Original de Eva Hart

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    Para toda historia existe un principio… Pero no siempre es el que nos han contado.
    Evangelina Constantino vive su vida sin saber que por sus venas corre la sangre de un linaje ancestral. Dia a dia, invierte sus energias en su trabajo de restauradora de arte, especializada en obras del renacimiento, en uno de los museos mas importantes de Florencia, Italia. Para ella, eso basta. No necesita de mas. Aunque sus suenos digan lo contrario, y la arrojen, noche tras noche, a los imaginarios brazos de un hombre que ni siquiera sabe si es real.
    Lo es… y su nombre es Dante Sfeir.
    Filantropo. Millonario. Empresario hotelero. Poseedor de una anatomia digna del Olimpo y un atractivo unico, provocador y cautivador.
    Los caminos de ambos se cruzaran por algo mas fuerte que una simple casualidad. Porque el destino, cuando de Evangelina se trata, cuenta con senderos bien definidos… y Dante Sfeir, un hombre plagado de secretos, esta en ellos.
    Un amor maldito. Un amor marcado por la traicion.
    Pasion, arte y religion enlazadas en una lucha sin tregua, en una guerra de puro deseo.

  • Despegando por amor (Los alemanes 2) de Noni Garcia

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    En la vida de Carmela no hay tiempo ni espacio para volver a enamorarse. Ser madre soltera de un nino, casa y familia, que siempre han sido lo primero para ella, ocupan toda su vida. No se niega a tener algun que otro escarceo, aunque no entra en sus planes tener algo mas.

  • El ser que habita en mi de Manuel Puertas

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    sera inviable, toda la sangre derramada no podra volver a recorrer un cuerpo, los actos que se lleven a cabo perduraran por siempre. PRIMERA PARTE CAPITULO 1 SIN COMPASION Las manecillas de mi reloj combinan sus sonidos haciendome imposible poder dormir, ni los latidos de mi corazon son capaces de contrarrestar tales ruidos sinusoidales. A veces necesito matar aunque sea sonando entre mis sabanas para poder sentirme saciado. Picasso, Einstein, Van Gogh, grandes genios incomprendidos en algun momento, genios que como yo escondieron su potencial mas alla de la propia vida. Sin embargo dentro de mi hay mas que todo eso, se esconde algo que me aleja del objetivo, ya sean posesiones, alucinaciones, miedo, o el hecho de estar desperdiciando mi oscuro talento, son razones que aterran a mis sinapsis. Los dias pasan entre rafagas de sangre, creando una eterna obra hasta desaparecer sin dejar rastro. Simplemente la luz que entra por los pliegues de las ventanas provoca estupor en mi palida piel y en mis rosados labios de mal creacion. Terror inoportuno ante el hecho de haber crecido bajo el mismo ambiente que muchos asesinos contenidos. No se como alargar las paginas de mis cronicas pero si se que despues de acabarlas, todo o nada cambiara de via. La vieja sombra de Dios-Demonio me envenena entre pensamientos elocuentes mientras la sangre de otros corre por mis dedos, la sadica vision de un enfermo mas bien pobre pero bastante mas cobarde. Posiblemente buscando encontrare el cuerpo perfecto para mi gran obra. Lejos de descubrirlo aun, busco entre los cuerpos que se descomponen en mi sotano algun resquicio de perfeccion para complementar el ser perfecto. Hay momentos en los cuales los charcos de sangre avanzan haciendo imposible ocultar tal masacre, sin embargo Dios-Demonio me arropa de proteccion permitiendome poder terminar esta obra maestra. En algunas ocasiones puede que pecara de ingenuo y de no hacer las cosas tal y como la voz de mis adentros intentaba que las hiciera. Pero tambien tenia que entender que descuartizar extremidades podia llegar a ser dificil. Mi sotano es mi santuario, el lugar donde cumplo sus deseos. Son pocas las ocasiones en las que me digno a mostrar mi rostro al exterior. Vago por los alrededores en busca de savia nueva que me llene y me lleve a la culminacion. Me acerco por la espalda y no paro hasta que el suave sonido del crujido de sus cuellos alivia mi sed de placer, hay zonas donde nadie esta a salvo de sus peticiones. Puede que no recuerde cuando comence a pensar en plasmar mis actos demoniacos en hechos, ya que fue tan al comienzo de mis dias que me es imposible recordar. Progresivamente mi imaginacion iba colmando hasta no dejar ni una idea existente sin realizar, ese fue el momento en que la voz de mi interior se intensifico hasta convertirme en el gran e histerico psicopata que soy. Al principio comence a matar por puro odio y placer, sin ninguna razon exterior o celestial, una especie de hobby maquiavelico sin orden ni reglas. El tiempo fue dandome la clave para averiguar que era una prueba, que tan solo mis manos de precision cirujana podrian llevar a cabo. Hubo situaciones en las cuales comence a darme cuenta que la abominacion tenia nombre y apellidos y que yo figuraba en ella como un ser despiadado o tal vez como un ser mas avanzado de lo que ellos creian. ?Por que creer en esos topicos instaurados? ?Por que no ir mas alla de la propia realidad existente y rozar lo no visible? Lejos de apaciguarme quise mostrar mi ingenio a muchos que decian saber apreciar el arte, sin embargo no compartieron conmigo ni la forma ni los medios, lo que en todas las ocasiones me obligo a hacer con ellos una autentica orgia de huesos. ?Que opcion me quedaba? Habian conocido los entresijos de mis creaciones, la belleza de ser ingenioso con el cuerpo humano y no con el fin de darle la vida sino con el fin de quitarsela. En los prolegomenos de mis creaciones me imaginaba la manera de deshumanizarlos, dejandoles sin expresiones, como una estatua griega que simboliza el estilo arcaico. Hubo momentos en los que podia percibir el miedo en sus retinas. Algunos rezaban, otros simplemente dejaban la mirada perdida, en esos instantes yo recordaba a sus hijos, mujeres, padres, para que asi mis ganas de asesinarlos aumentaran. Quiero confesaros algo, no siempre he sido un ser despreciable. Hubo un momento en el que quise ser uno mas en este mundo de borregos, un borrego con las manos manchadas de sangre por haber decapitado a vuestros seres mas queridos, el odio que no os deje dormir, el enviado del mal para haceros padecer el terror y la ira al mismo tiempo. El ser que no os querais encontrar en una noche desolada. Me encantaria contar al mundo todo lo que he hecho y todo lo que me queda por hacer. Mostrar a cada persona de este maldito mundo el genio que se oculta tras mi sombra, pero no me dejan, no ven normal mi arte, mi estilo, mi forma de ver la vida. Soy el profeta de mi propio mundo e intentare instigar a todo ser vivo que tenga ira y una mente bien amplia a seguir mis pasos. Se que ese dia llegara, cuando por fin mi ser perfecto este creado y con el, la bendicion de Dios-Demonio para poder abrir las puertas del infierno a la vez. Hay momentos en los que me siento solo pero se que no tengo que esperar nada de nadie, no habra nadie mas como yo. Pero hay una ilusion que me embriaga y es la de poder encontrar a alguien despues de que vea mi bella obra, que sienta lo que yo cuando mato, esa sensacion de dominar el momento, de ser capaz de lograr rasgar el alma con los dedos, esa sensacion que tan solo conozco yo. <> Hace ya bastante tiempo a las afueras de un campo de maiz, Billy y yo nos dedicabamos a cazar animales para comenzar con ellos nuestras primeras sadicas practicas anatomicas. Todo iba bien, como una relacion espontanea y natural entre amigos que con el paso del tiempo comenzo a convertirse en una utopia sangrienta con el objetivo de ver quien era mas y mas sadico. Aun visualizo como su sangre banaba mi cara, era tan tremendamente surrealista, lo mate a traicion sin opcion de poder defenderse ni lo mas minimo. El era la unica persona que se mantuvo a mi lado, no se que paso por mi cabeza, pero sus entranas alimentaron mi alma. Recuerdo cuando aun era un nino y el me acompanaba a la granja mientras me repetia: – No tengas miedo los viejos no te pegaran hoy. Pero me daban otra paliza mas, haciendome la existencia cada vez mas dificil. Realmente no se si esa fue la razon que me llevo a matar a Billy. Culparle de que me mentia cada dia, aunque sabia que lo hacia por mi. Puede que sea la unica persona de la que me arrepienta haber matado, porque a veces, tan solo a veces lo echo de menos.

  • Iskari de Kristen Ciccarelli

    https://gigalibros.com/iskari.html

    Hace anos se susurraban historias venenosas de magia y oscuridad, ahora prohibidas porque su eco atrae a los dragones. Asha lo sabe mejor que nadie: cazarlos es su deporte favorito. Solo uno la ha derrotado, el responsable de desfigurar su rostro con una horrible quemadura.

  • El ultimo cruzado de Louis De Wohl

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    Apasionante novela historica sobre la vida trepidante de Don Juan de Austria, el vencedor de Lepanto, hijo del emperador Carlos V, hermanastro del rey Felipe II.