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A veces tenia la sensacion de que su vida se encontraba llena de contradicciones. Aquella manana habia asistido a la ultima concentracion del 8 de marzo para celebrar y revindicar la igualdad entre hombres y mujeres, mejor dicho, la equidad, ya que no necesitaba para nada ser igual que un hombre. Habia ido a la ultima misa del dia en la catedral. A veces pensaba que acudia a la iglesia porque era lo que le habia ensenado su madre, aunque su abuela Librada siempre fue contraria a cualquier tipo de religion, pero en el fondo necesitaba algo de sosiego y la paz que experimentaba en un templo no la sentia en ninguna otra parte. Aquel desasosiego que siempre la invadia, esa necesidad de reposar el alma parecia algo totalmente ajeno a su generacion. Tal vez la iglesia habia dejado de cumplir la labor para la que fue concebida, un sitio de amor, comprension y comunidad, para convertirse en un nido de viboras criticonas donde solo se desearia aparentar. Algunas vecinas de banco, a las que conocia perfectamente, la miraban con cierto recelo desde que habia destapado los casos de pederastia del obispado de Oviedo. Muchos feligreses desconfiaban del nuevo obispo, aunque debia de admitir que su actitud era totalmente diferente. Juan Bueno era un hombre joven, apenas pasaba de los cuarenta, de origen canario, siempre con una sonrisa en los labios y unos ojos luminosos que parecian transmitir la paz que ella anhelaba. Sobre todo en un dia como aquel. El obispo subio al pulpito y se dirigio a los fieles. --Queridos hermanos, el mundo parece estar suspendido por un fino hilo, siempre a punto de destruirse y dejar de existir. Nos ha sacudido una pandemia, pero tal vez la mas terrible de las plagas es la falta de amor y empatia. Mientras los politicos juegan al cruel juego de las sillas, mas preocupados de sus puestos que de los ciudadanos, decenas de miles de personas se suman a las que ya se han denominado "las colas del hambre". ?Hasta cuando? No me gusta hablar de politica, creo que la Iglesia ya ha cometido suficientes desmanes a lo largo de la historia a causa de posicionarse politicamente. Mas bien defiendo el Reino de Dios. Denuncio la pasividad de los que deberian ser los servidores publicos y terminan sirviendose del pueblo. ?Hasta cuando clamara la voz de los debiles? Mientras, los unicos beneficiados de este caos son los extremistas, los violentos y los agoreros de los malos tiempos que se avecinan. La voz del obispo atronaba en la amplisima capilla, sin apenas paredes donde retumbar, para terminar muriendo en las conciencias apagadas de los feligreses, deseosos de regresar a sus corrientes y seguras vidas cotidianas. --?Por que nos afanamos tanto? ?Por que agotamos nuestras vidas en conseguir mas cosas? Como dice Eclesiastes, la vida es como correr en pos del viento. Se escapa de nuestros dedos, sin que nuestros ansiosos dedos puedan detenerla. Algunos se movian inquietos en los bancos, muchos feligreses habian apodado al obispo el "cura rojo", aunque el religioso criticaba a derecha e izquierda por igual. --Estamos preocupados por agrandar nuestros graneros y se nos olvida que esta noche Dios viene a llevarse nuestra alma. ?De que vale ganar el mundo entero y perder nuestra alma? Al terminar la homilia la mayoria de los feligreses se marcho de inmediato para evitar saludar al obispo, pero Priscila permanecio en su banco, con la cabeza gacha y una triste expresion de angustia. En cuanto Juan Bueno despacho a las ultimas beatas se sento con la casulla aun puesta al lado de la joven. --Querida Priscila. ?Como estas hoy? --Mal, padre. Mi abuela esta ingresada, no se si lograra salir de esta. El cancer parece muy avanzado. --?Tiene dolores? --pregunto el obispo, mientras sus ojos negros brillaban detras de las gafas redondas de color plateado. Priscila trago saliva para contener las lagrimas. Librada llevaba tres dias ingresada. La habia hallado en el suelo de la habitacion, se habia pasado toda la noche sin poder moverse, demasiado debil para llamar a emergencias o intentar incorporarse. --Le estoy rogando a la Virgen de Covadonga. --Es inutil, padre. Mi abuela ya ha vivido todo lo que tenia que vivir, pero me rompe el corazon verla sufrir. Odia estar encerrada en un hospital, no quiere morir alli. El obispo se froto la frente, como si intentara ordenar sus ideas. --Puedo pedir que la trasladen a la Casa de Maria, es una residencia para enfermos terminales. Priscila fruncio el ceno. --!Unicamente hay algo que odie mas mi abuela que a las monjas, una residencia de ancianos! --Es un lugar especial, cerca del mar, ni notara que esta en una residencia. Las hermanas son todas encantadoras. Si quiere, manana mismo podemos pedir el traslado. --Gracias, se lo dire. El obispo apoyo la mano en el hombro de la joven, ella respiro hondo y estaba a punto de ponerse en pie cuando el hombre le comento. --Te pedi que vinieras por algo, por un asunto que me tiene preocupado. Ella giro la cara y fruncio el ceno. No se esperaba que precisamente el obispo de Oviedo le fuera a proponer un caso. Lo cierto es que no le faltaba el trabajo, la resolucion del ultimo crimen y el caso de los mineros sindicalistas habian logrado que se hiciera aun mas famosa. --Usted dira. --No me hables de usted, no soy tan viejo. El obispo sonrio, su barba cerrada parecia hincharse como si fuera una esponja empapada en agua. --Tengo varios casos entre manos, pero si necesita algo le dare prioridad absoluta. --No es para mi, es sobre la hija de una feligresa. Se llama Jacinta. ?La conoces? A pesar de que conocia a la mayoria de vista, no sabia sus nombres. --Jacinta Bosque. --No caigo. --Es una mujer que se sienta en la ultima fila, tiene el pelo blanco y viste casi siempre de negro, es viuda. --Ya se quien es --contesto Priscila. --Bueno, su hija estudio en Santiago de Compostela, hizo Derecho y despues se fue a vivir a Ponferrada, encontro un puesto en el ayuntamiento de asesora. Desaparecio hace una semana. La policia la ha estado buscando, pero no hay ni rastro de ella. Priscila habia escuchado algo en la television, pero con la situacion de su abuela no le habia prestado demasiada atencion. --?Como se llama? --La joven es Alexandra Bosque. --Hare lo que pueda, aunque no puedo alejarme mucho de Oviedo, al menos mientras mi abuela se encuentre asi. --Te paso el telefono de la madre y hablas con ella. Despues haz lo que puedas. --Si, padre. --Llamame Juan. Aqui en Oviedo la gente es un poco estirada, pero en mi Tenerife natal a los curas se les trata de forma mas cordial. Estoy pidiendo a Dios que me de fuerzas para transformar la diocesis. --Ten en cuenta que en Covadonga se comenzo la Reconquista, te encuentras en el corazon mismo de la Espana cristiana. --Precisamente tengo que ir a Covadonga manana para oficiar una misa. Odio esas ceremonias solemnes, prefiero estar con la gente. Llamame si tu abuela se anima a ir a la residencia. Priscila salio del templo y sintio frio, a pesar de que estaba a las puertas de la primavera. Las nubes cubrian el cielo negro de la noche, dando cierto aspecto fantasmagorico a la plaza. En ese momento sono el telefono. Le dio un vuelco el corazon. Desde que su abuela estaba en el hospital se temia lo peor. Era su madre que, desde que la abuela habia empeorado, no paraba de llamarla, anadiendo mas tension a sus pobres nervios. Decidio no llamarla, se dirigio hacia su coche y despues enfilo camino del hospital. Mientras su cabeza no dejaba de rememorar su ninez cuando su abuela parecia la mujer mas fuerte y sabia del mundo. 2. Urgencia El hospital se encontraba adormecido cuando subio por las escaleras y se dirigio a la habitacion de su abuela. Afortunadamente la cama de al lado estaba vacia, no queria que nadie perturbara su paz, ahora que parecia quedarle tan poco tiempo de vida. Se acerco a la cama casi a oscuras, la unica luz que iluminaba el rostro dolorido de su abuela era la que penetraba por los sucios cristales del ventanal. A sus pies, la ciudad de Oviedo intentaba sobrellevar su adusta y trivial vida llenando las terrazas de los bares o las tiendas de moda. Priscila se aproximo a la anciana y le puso la mano en la frente. Esta reacciono de forma violenta. --!Joder, que todavia no me he muerto! --grito la anciana rompiendo la calma y el silencio del lugar. --Soy yo, abuela. --Perdona hija, creia que era tu madre. Siempre esta por aqui dando el conazo. Ya sabes como es, siempre quiere ser la protagonista. Ya le he dicho, menos dramas bonita, que la que se esta muriendo soy yo. --No hables asi. --Es verdad, carino. La muerte es el ultimo acto de una funcion que siempre se hace corta. Pues algunos estan a punto de robarte tu ultima frase o peor aun, obligarte a que pongan en tu epitafio: "Se cago en todos sus muertos para que la dejaran descansar en paz". --Te veo mejor que esta manana. La anciana intento incorporarse un poco, pero sin exito. --No se manejar estos potros de tortura. Eso que son nuevos, y con ese mando lleno de botones tienes que haber hecho una ingenieria para entenderlo. Priscila incorporo un poco a su abuela. --?Quieres que te ponga un poco la tele? --No por Dios, debian prohibirla como en Corea del Norte. --En Corea del Norte hay television, abuela. --Me refiero a eso de tener tantos canales, para al final no decir nada o, mucho peor, para embrollarlo todo. En una siempre hablan a favor del gobierno, en las otras en contra, todo es siempre la misma vaina. Priscila se sento en la butaca, no se habia dado cuenta de lo cansada que estaba hasta que lo hizo. Se quito los zapatos de tacon y cerro los ojos. Le encantaba oir grunir a su abuela. Tenia la sensacion de que todo estaba bien cuando la escuchaba refunfunar y despotricar contras los politicos. --?Tu has visto a la "dona Rogelia" que gobierna en Madrid? Por Dios, parece que habla un ventrilocuo o que es la nina del exorcista. Y yo que pense que despues del "bigotes" no podian caer mas bajo en la derecha. --Bueno, ya sabes como es la politica.
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