Ver todos los libros de: Adrianne Holt
Hanna MacCain era muy joven cuando el mundo le abrio un universo de oportunidades. Acababa de cumplir 22 anos y habia terminado la carrera con el promedio mas alto de su generacion. Quienes la conocian sabian que tenia un increible talento creativo y le auguraban un futuro prometedor en el mundo del diseno. Andrew Sabato, su novio, estaba consciente de ello y no titubeo al pedirle que trabajara a su lado en una de las agencias de diseno mas reconocidas del pais; con un excelente salario y una extraordinaria vista del distrito financiero de Manhattan desde su oficina su vida era poco mas que perfecta. Seis meses despues… Hanna entro a la pasteleria corriendo, pasaban de las 9 y tenia que entregar un encargo. Puso su bolsa sobe el perchero y se coloco la filipina, ato su cabello y entro a la cocina. Saco del refrigerador una charola con galletas y encendio el horno de conveccion. Mientras este se calentaba, tomo su celular para ver la hora, su protector de pantalla aun tenia una foto de ella con Andrew. Penso en lo mucho que habian cambiado las cosas cuando el asumio la direccion de la agencia y le propuso matrimonio. Guardo el telefono y metio la charola de galletas dentro del horno para despues recargarse en la pared y cerrar los ojos, necesitaba escapar de todo lo que la agobiaba. Hanna aprendia con facilidad cualquier cosa asi que no se le dificulto en nada incursionar en el mundo de la gastronomia cuando llego el momento de buscar un plan B. Sin embargo, su trabajo en la pasteleria pasaba desapercibido para la duena de Sweet's, quien poco o nada, reconocia el talento de Hanna a pesar de que las ventas se habian incrementado desde que ella entro a trabajar ahi. Se acerco a la mesa de trabajo y extendio el fondant, corto un par de petalos y empezo a armar las flores que irian por encima del pastel. Su trabajo no le desagradaba del todo, tenia la oportunidad de explotar su creatividad cuando decoraba las tartas, cada pieza que armaba tenia una profunda dedicacion y perfeccion. La campana de la puerta principal sono anunciando la llegada de un cliente. Se limpio las manos con un pano y se quito la filipina dirigiendose al mostrador. Esbozo una calida sonrisa dandole la bienvenida a su cliente, quien se mostro grosera y poco cordial al verla. --?El pastel de la senora Monic? Hanna sabia que del trato que diera a las personas dependia su trabajo, necesitaba el dinero, asi que no podia arriesgarse a que la corrieran o a perder un cliente. --Claro, esta listo --respondio sonriendo y se acerco al refrigerador. Saco el pastel y lo coloco cuidadosamente dentro de una caja a la cual le enredo un par de listones de colores y un par de flores secas. Hanna tenia un rostro angelical, emanaba confianza, incluso al borde de perder la cordura parecia amable, quizas en parte se debia a su extravagante forma de vestir, siempre colorida, o a los brillantes adornos que usaba en el cabello, llenos de piedras o listones, mismos que ella disenaba. --?Cuanto pago mi hija por eso? --pregunto la mujer usando un tono despectivo. --?Me permite su recibo? Por favor. --Esta frente a ti --respondio cortante y se aparto del mostrador dando de vueltas por la pasteleria. Hanna tomo el recibo e ingreso el folio en la computadora. --500 dolares --respondio gentil, no podia permitirse perder los estribos con los clientes, su trabajo pendia de un hilo y necesitaba el dinero para cubrir sus gastos en lo que encontraba algo mejor. --Mi hija esta loca. Si me hubiera preguntado le habria dicho que gastara el dinero en otra cosa. Hanna volvio a sonreir y se mantuvo callada mientras enredaba el pastel. --Le agradezco su compra. --!Que locura! Espero valga la pena. --Le aseguro senora que no se llevara una desagradable sorpresa. Todos nuestros ingredientes son de la mas alta calidad y desde luego el sabor es incomparable. --!Como digas! --respondio incredula. La mujer tomo la caja y salio del lugar ante la atonita mirada de la joven quien se disponia a volver a la cocina justo en el momento en que su celular sono. Lo saco rapidamente de una de las bolsas de sus jeans y antes de que pudiera emitir una palabra escucho su nombre. --!Hanna! --Hola Darcy, ?sucede algo? Estoy trabajando --respondio casi murmurando. --Perfecto estoy a media cuadra de la pasteleria, te vere en un minuto -- dijo y colgo. Hanna aprovecho para acomodar unos cupcakes en el mostrador mientras esperaba a su amiga. Cualquier cosa que la ayudara a distraerse era bienvenida, aun no superaba el asunto de Andrew, en especial porque no dejaba de reprocharse todo lo que habia perdido cuando lo dejo. Toda esa vida perfecta que parecia tener de pronto se transformo en caos. Minutos despues, Darcy entro a la pasteleria con su cabello alborotado, se quito la panoleta que enredaba su cuello y corrio al mostrador completamente agitada sin decir una palabra. --?Que sucede? Me estas poniendo nerviosa. --!Nada! Queria saludarte, ver si estabas bien --dijo tomando un cupcake de la charola--. ?Como te has tomado las cosas? --?Que cosas? --pregunto extranada. Le quito el capacillo y le dio una gran mordida, se deleito con el exquisito sabor del red velvet mientras Hanna la observaba intrigada. --!Cada vez te quedan mas ricos! Deberias abrir tu propia pasteleria y dejar de malgastar tu talento en esta tienda. --Ya tengo un negocio, ?lo olvidas? --dijo senalando su diadema--. ?Me diras que te pasa? --Nada, queria saludarte ya te lo dije. --Vamos Darcy, se perfectamente que esa no era tu intencion, no te tomarias la molestia de venir hasta aca solo para ver si estoy bien, pudiste solo llamarme. --Somos amigas, ?por que no? Ademas necesitaba uno de tus pasteles, tuve un dia pesado. !Hey! No vas a creer lo que paso --anadio nerviosa--, ?recuerdas ese tour por Italia que mis padres ganaron en el club? --Si. --Resulta que no podran hacerlo y no pueden venderlo, una clausula extrana del concurso, como sea, me dieron los boletos a mi --sonrio emocionada. --Todo ese asunto del sorteo suena tan extrano. --Lo se, pero a quien le importa, lo verdaderamente interesante es que nos iremos a Italia. --!Que! --exclamo anonadada. --Eres mi mejor amiga, a quien mas se supone que deberia llevar. Ademas son solo 8 dias ya sabes, Venecia, Roma, terminando en Sicilia -- dijo sujetando con una mano el pastelillo mientras buscaba los boletos del avion con la otra dentro de la enorme bolsa de gabardina que llevaba. --Si quieres te detengo el… --hizo una sena hacia la mano donde sostenia el cupcake. --!Lo tengo! --respondio agitada sacando la mano de la bolsa y metiendola a su pantalon--. Olvide que te acaba de llamar, ni siquiera tuve tiempo de guardarlos, estoy tan emocionada. Me los dieron hoy, aunque la noticia la recibi hace una semana. --?Por que no me lo dijiste? --Porque no queria darte tiempo de inventar una excusa para no ir conmigo --reprocho y los coloco sobre el mostrador--. Nos iremos pasado manana, lo tengo todo planeado, sera el viaje perfecto como cuando estabamos en la universidad. Hanna palidecio por una fraccion de segundos, pero se recupero de inmediato y continuo acomodando los cupcakes en el exhibidor. --No puedo ir, tengo trabajo. --!Vamos Hanna! Es el pretexto que te hace falta para salir de aqui. --No puedo ir a Italia, su familia esta alla. --Y nunca la conociste, !que mas da! --?Que hay de Fabrizio? --?Que con el? Fabrizio esta aqui, ademas no puedes vivir escondiendote todo el tiempo --dijo sentandose en un banco--. Hablando de el, lo encontre hace un par de dias en un bar. Me dijo que Andrew --hizo una pausa, queria decirle que se habia enterado de que se casaria pero no se atrevio--, esta bien. --Me da gusto por el --respondio indiferente. --Si, me recomendo algunos lugares a donde podemos ir. --Asi que le dijiste a el antes que a mi. --!Vamos Hanna! Tuvimos nuestro momento y cuando terminamos, el y yo decidimos llevarnos bien por ustedes.
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