• libro bestia - Amelia Gates , Cassie Love

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  • La Bestia - Carmen Mola | PlanetadeLibros

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    4 nov 2021 — Por qué leer La Bestia. 1. Esta obra ha obtenido el Premio Planeta de Novela 2021. 2. Desde la publicación de su primer libro, Carmen Mola ...

  • La Bestia: Premio Planeta 2021 (Autores Españoles e ...

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    La Bestia: Premio Planeta 2021 (Autores Españoles e Iberoamericanos) : Mola, Carmen: Amazon.es: Libros.

  • Bestia Tapa blanda – 3 febrero 2021 - Libros - Amazon.es

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  • LA BESTIA (PREMIO PLANETA 2021) | CARMEN MOLA

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    4 nov 2021 — El libro LA BESTIA (PREMIO PLANETA 2021) de CARMEN MOLA en Casa del Libro: ¡descubre las mejores ofertas y envíos gratis!

  • SAM LEÓN - BESTIA - Casa del Libro

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    Sinopsis de BESTIA. Harry Stevens grita peligro en cada poro del cuerpo y no precisamente por las escandalosas cicatrices que lleva en el lado izquierdo de ...

  • La Bestia - Libro de Carmen Mola: reseña, resumen y opiniones

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    Novela ganadora del Premio Planta 2021 De manera magistral, Carmen Mola teje, con los hilos del mejor thriller, una novela frenética e implacable Corre el ...

  • Reseña: "La Bestia", libro de Carmen Mola (2021) - Críticas ...

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    15 nov 2021 — Reseña y opinión de "La Bestia", de Carmen Mola, novela negra que ha ganado la última edición del Premio Planeta 2021.

  • LA BESTIA - MOLA CARMEN - Sinopsis del libro, reseñas ...

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    Premio Planeta 2021. Corre el año 1834 y Madrid, una pequeña ciudad que trata de abrirse paso más allá de las murallas que la rodean, sufre una terrible ...

  • La bestia - Libro Firmado - Carmen Mola -5% en libros | FNAC

    https://www.fnac.es/a8858400/Carmen-Mola-La-bestia-Libro-Firmado

    19 nov 2021 — La bestia - Libro Firmado, libro de Carmen Mola. Editorial: Planeta. Libros con 5% de descuento y envío gratis desde 19€.

  • La Bestia | Literatura Infantil y Juvenil SM

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    Por eso decide embarcarse en La Bestia, «el devoramigrantes», un tren que se llena de sueños y que, ... Si te gustó este libro, quizás también te interese:.

  • Vacunas sin miedo de Gloria Cabezuelo

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    Un libro con toda la informacion para despejar las dudas acerca de las vacunas y sus consecuencias, escrito por dos pediatras de reconocido prestigio en la materia.

  • Libertin de Olivier Moon

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    No lo vi venir. No se si sucedio en el acto o fue poco a poco, imperceptiblemente. El hecho es que llego y arraso con todo: pasado y presente. Cambio mi forma de ser, mi forma de actuar, mi forma de ver y sentir la vida. Lo conocido hasta entonces quedo inservible; insignificante. Entraron en juego otro tipo de emociones y sensaciones desconocidas. Mis mascaras fueron arrancadas, una por una, hasta dejarme completamente desnudo en cuerpo, pero sobre todo en alma. No lo vi venir y no estaba preparado. A lo mejor por eso llego con tanta fuerza e intensidad, porque estaba desprevenido. Y no es que no creyera. Solo, no entendia. Lo trajo la persona que menos pensaba. Pero me consuela saber que fue reciproco; que mi tormenta se equiparo a la suya; que ninguno de los dos saldriamos ilesos cuando todo acabara. Porque acabo, ?verdad?

  • Yo no soy una mujerzuela de Liu Zhenyun

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    Esta es la historia de una simple campesina, Li Xuelian, que se enfrenta a su realidad y, a la vez, al gobierno de su pais. Nuestra protagonista se niega a abortar su segundo hijo y, para poder dar a luz sin infringir la ley, finge su divorcio. Pero el entonces exmarido se casa de nuevo y ella se queda con una hija en brazos y el honor agraviado, pues el hombre que la engano la llama Pan Jinlian, personaje de la literatura china conocida por adultera. El rumor se esparce tan rapido como la ira y las desgracias de la protagonista, y entonces Li Xuelian se decide a obtener justicia por mano propia.

  • Tu + Yo= Extasis de Phavy Prieto

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    Irina Luciana Komarova es hija del magnate ruso Luciano Komarov, una brillante joven con un futuro prometedor que ha decidido realizar las practicas de empresa en el Pais natal de su madre, donde casualmente su padre mantiene una de sus sedes principales, aunque comete el error de enviar una imagen poco adecuada a la persona menos indicada, es entonces cuando su deseo de permanecer en Madrid se convierte en una pesadilla.
    Alejandro Alvarez es el socio minoritario de las empresas Komarov en Espana, su vida gira en torno a su trabajo, ya que es el director de la sucursal, si ha llegado a estar donde esta es precisamente gracias a su constante esfuerzo y dedicacion a la empresa, sin embargo, todo cambia cuando recibe un mensaje en su telefono. Todo cambiara cuando vea su contenido y desde luego pondra todo su esfuerzo en averiguar quien es la propietaria de ese contenido.

  • La isla de las mujeres del mar de Lisa See

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    Una inmersion fascinante en una cultura en vias de desaparicion.

  • Emma Roulotte, es usted de Norberto Luis Romero

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    El muchacho desciende del coche de linea en medio de un paramo. Esta solo, con su maleta, a la orilla del camino de tierra. El ronquido del motor se aleja a sus espaldas y el corazon se le encoge en un puno ante tanta desolacion. A un par de kilometros, unas debiles luces parecen luciernagas aletargadas. Hace frio. Se sube el cuello del abrigo, escruta la noche y decide dirigirse rumbo a las luciernagas que salpican un cielo sin estrellas ni luna. Apenas ve el camino, pero siente la tierra dura y reseca bajo la suela de sus zapatos. ?Que viene a hacer a este pueblecito abandonado de la mano de Dios, sepultado bajo un cielo inhospito?: debe entregar un paquete, y a la manana siguiente seguir su camino rumbo a otra ciudad. Reflexiona acerca de aquel extrano pedido; casi un capricho, que le retrasara el viaje, y decide tomarselo con calma; tampoco tiene demasiada prisa, pues el motivo de su desplazamiento es vago, impreciso, se diria que desconoce la verdadera razon que lo impulsa a este viaje. Pero en su fuero interno, a pesar de tanta niebla, aguarda una aventura que quiebre la rutina de su vida insipida. Sabe que todo viaje tiene algo de iniciatico y lleva implicito un renacimiento interior: partir es morir un poco, y llegar es nacer en un lugar distante al de partida, donde ni hay vinculos ni memoria. Se detiene a las puertas del pueblo, palpa en sus bolsillos y descubre, con fastidio, que perdio las senas del destinatario del paquete. No puede recordarlas: apenas se habia detenido a mirarlas. Su memoria confusa desgrana apellidos posibles. Recuerda que se trataba de un escritor, pero no retuvo las senas. Vacila un instante, ya en mitad de una calle, con la maleta abandonada a su lado. No tiene a donde dirigirse y un sabor amargo de indefension lo sobrecoge, como a un nino perdido de sus padres. Ve las ventanas cerradas, las casas y las calles sumidas en un silencio casi solemne, algun que otro perro vagabundo husmeando en los contenedores de basura, pero a ningun humano. El sentimiento de indefension se acentua, y acude a su memoria una manana lejana, cuando se separo de sus padres en unos grandes almacenes y se vio rodeado por una multitud de desconocidos, que lo observaban con incredulidad y misericordia; evoca a aquella senora gorda y amable, que se le acerco a secarle las lagrimas, y se le humedecen los ojos. Se averguenza de dejar brotar sus sentimientos, y recapacita: ya no tengo cuatro anos. Decide entonces internarse en las calles adyacentes en busca de alguna cafeteria. Son alrededor de las dos de la madrugada y todo esta cerrado. La angustia crece y con ella resurge el nino. Si al menos apareciese la mujer gorda y maternal, le diria que esta buscando a un escritor; aunque no este seguro de haberlo leido en el anverso del sobre extraviado. Va por el pueblo a lo tonto, sin hallar una mano salvadora, su Deus ex machina. Mira el reloj: lleva mas de una hora recorriendo calles penumbrosas, apenas iluminadas por farolas demasiado debiles y espaciadas, y hay rincones tan oscuros como la boca de un lobo salvaje, que lo llenan de zozobra y temor. Vuelve a evocar a la mujer gorda, y en ese instante, justo cuando esta se inclina hacia el con un panuelo inmaculado, dispuesta a enjugarle las lagrimas, oye ruidos, pero no puede ver nada por la noche tan cerrada. Es entonces cuando el autor se apiada y decide que la noche no este oscura como boca de lobo salvaje, y pone en el cielo una luna redonda y blanca. El rostro se le ilumina con un brillo de esperanza y acelera la marcha, decidido. Por fin ve un coche detenido en una esquina. Es un deportivo rojo. Se acerca y golpea suavemente el cristal de la ventanilla. En el interior, un hombre de unos cuarenta anos, delgado, con evidentes huellas de alcoholismo en sus ojos, baja ligeramente el cristal, y con un gesto mudo y agrio le pregunta que quiere. Desconcertado ante la soberbia del conductor y sin soltar su maleta, el muchacho le pregunta si conoce algun hotel o pension. El hombre se queda mirandolo fijamente y le dice que el no es de alli, que tiene mucha prisa, pues anda en busca de una muchacha llamaba Emma, para pedirle perdon, rogarle que le sugiera un titulo para su libro que, por cierto, quiere dedicarselo. Sin despedirse, aprieta el acelerador a fondo y desaparece envuelto en una nube de polvo. ?Seria este, acaso, el escritor que estaba buscando? Desconcertado, el muchacho sigue deambulando, hasta que se topa con unas vias de tren y las sigue con la certeza de que hallara una estacion en la cual, probablemente, quede algun viajero rezagado. No tarda en divisar las luces del anden a lo lejos, pero cuando llega descubre la sala de espera y las oficinas cerradas. En una pizarra lee que el proximo tren pasara a las nueve de la manana. Abatido, desea fervientemente que se le aparezca aquella mujer solicita, con el panuelo impecable, dispuesta a consolarlo; pero la soledad de la estacion es inmensa, apabullante; y la indiferencia del autor, flagrante. Resignado, se acomoda en un banco lejos de las luces, dispuesto a permanecer alli hasta que el sueno lo venza. Dentro de su desgracia tiene suerte: el frio ha disminuido y el aire se ha templado merced a un subito arranque de bondad del autor. Pone la maleta en su regazo, la abre y saca un paquete, un envoltorio de papel marron, sujeto con una fina cuerda de canamo. Lo observa por todos lados buscando las senas del presunto destinatario, pero no hay un solo trazo. Decide abrirlo (no sin remordimiento y pudor), ilusionado con hallar alguna pista. Es una caja de carton blanco, del tamano aproximado al de una de zapatos. Envuelta con sumo cuidado en fino papel de arroz, halla una segunda caja de madera lacada, con una campina inglesa y una casa humilde al fondo, oculta a medias entre frondosos robles, pintada en la tapa. Levanta el cierre de laton diminuto y la abre. Esta vacia, y en las paredes interiores lacadas de bermellon ve unas ligeras raspaduras que le hacen pensar que contuvo algo rigido y muy ajustado, acaso otra caja. Decepcionado, se apresura a cerrarla, y cuando va a envolverla, cae de entre los papeles una tarjeta de cartulina. La recoge y lee: <>. Una nota sin sentido, que no le vale de nada. Reflexiona que su intencion nunca fue mas alla de entregar el paquete, alojarse esa unica noche en casa del destinatario, y a la manana siguiente salir en el primer coche de linea rumbo a su destino final. Pero el muchacho no habia contado con la injusticia y arbitrariedad del autor: el coche de linea retrasado casi cinco horas por un desperfecto mecanico, la perdida del sobre con las senas, la noche impenetrable, esa caja vacia… Vuelve a meter el paquete en la maleta, echa un vistazo a su alrededor confirmando la desolacion y se dispone a dormir, resignado a su destino cruel, con el unico pensamiento de buscar al presunto escritor al dia siguiente, cuando los habitantes del pueblo hayan salido del sueno y la luz invada las calles. Entregara la caja y seguira su camino. A estas alturas del relato, es el autor quien se pierde en los meandros de la narracion, en su malograda estructura, es el quien se siente traicionado por la imaginacion, y no tiene la menor idea de como proseguir con la historia. Aguarda ante el teclado a que una solucion de continuidad llegue de un momento a otro como un milagro, como un Deus ex machina similar a la senora gorda de los grandes almacenes. Se ve tentado a arrojar el principio a la papelera y comenzar otro: imagina un relato interminable, confeccionado unicamente con principios; pero recuerda que ya lo hizo magistralmente Italo Calvino, deja de lado esta idea y recupera su atencion en el muchacho adormecido, abandonado a su albur sobre las rigidas tablas de madera de un banco, con la maleta bajo su cabeza a modo de almohada, y se compadece una vez mas, victima de esa confusion de sentimientos adversos hacia los personajes imaginarios, cuando estos amenazan con descontrolarse, romper el hilo sutil que los maneja y obrar a su propio albedrio. Duda entre incorporar uno nuevo o hacer que llegue el alba y con su luz brillante despeje las sombras. Tiene que escoger entre estas dos opciones, porque no se le ocurre una tercera mejor, y, sin pensarlo, opta por la primera. Ella esta alli, de pie ante al banco, con una mirada tranquila y limpia, pues parece tener conciencia de su oportuna llegada. El muchacho despierta sobresaltado, se incorpora y ensaya cierta compostura. Confundido ante esta subita presencia, se disculpa torpemente. Ella le muestra una sonrisa comprensiva. El se pone de pie, parpadea para quitarse los restos de sueno y en su mente se perfila, como un destello, la mujer de los grandes almacenes. Pero esta es joven y delgada, viste de azul palido, y lleva la cabeza tocada graciosamente con una pamela de paja. Ella toma la iniciativa, y a la par que extiende una mano timida y menuda, le dice: --Buenas noches…Soy Emma. El le sonrie. Ella advierte su desconcierto y se apresura a aclararle: --Me envia el autor. Se tranquiliza, pero reflexiona y le pregunta: --?Un hombre ojeroso, con un deportivo rojo? Dijo que buscaba a una tal Emma. --No sera a mi --contesta ella, decidida. --En ese caso…encantado de conocerla. Soy… --y se calla, vacila, porque desconoce su propio nombre. --Carlos --le dice ella. Y le tiende una mano diminuta. Carlos se sorprende y a la vez se siente reconfortado cuando conoce su propio nombre, tiene por fin una identidad y deja de ser sencillamente <>. Intenta explicarle su situacion, balbucea. --No es necesario --se anticipa ella--, se por que esta aqui, y hare cuanto este en mis manos: es muy triste ser un personaje perdido en la bruma, en las veleidades de un autor ocioso. En este punto de la narracion, el autor hace oidos sordos al comentario de la muchacha, obvia unas cuantas horas muertas entre los protagonistas y da un salto en el tiempo y el espacio: pasa la accion al dia siguiente, cuando ambos estan frente a frente, tomando un cafe en un bar. Son las seis y cinco de la manana, comienzan a pasar por la calle los primeros madrugadores. Carlos mira el paisaje a traves de los cristales del bar, y ve, por encima del hombro de su companera, que el pueblo es mas extrano de lo que le habia parecido en la oscuridad, y su estrafalaria arquitectura le parece mas una gran escenografia que un pueblo real. Ve, tambien, el sol recostado con indolencia sobre el horizonte, con su cabellera de oro desparramada sobre los campos de encarnadas amapolas, que retienen, en su corola suave, tremulas gotas de llanto nocturno. Y aunque no menciona el magnifico espectaculo que se despliega ante sus ojos, la belleza de la descripcion y la metafora del rocio tan magistralmente elaborada, hacen que Emma no se resista a dejar escapar un suspiro profundo, suspiro que se sustrae a la sagacidad de Carlos, todavia absorto en las amapolas humedas. Ella apenas habla, sabe que su presencia es arbitraria, prefiere guardar silencio y beberse a pequenos sorbos el cafe, junto a este muchacho, a estas horas intempestivas, despues de haber pasado la noche charlando con el en aquel banco incomodo, y evita pensar en lo ocurrido durante la elipsis. Tiene conciencia cabal de su casi nula existencia como personaje, de su escasa relevancia, y se ve a si misma como un simple convencionalismo literario: se identifica con uno de esos tipicos grabados alegoricos de la Salvacion, y se imagina cubierta con una suave tunica blanca, con un candil en una mano en alto, y descansando sobre una filacteria que reza: Salvatio. Al fondo del dibujo, unas almas se mueven como fantasmas sin rumbo en la penumbra, como escritores en busca de la pluma e inspiracion perdidas. <>, piensa. Carlos, en cambio, ha recobrado animos, habla mucho y no deja de agradecer a Emma su compania. Esta le sugiere que deje de buscar al destinatario del paquete, pues tiene la corazonada de que no existe, y el autor no penso en ningun momento en hacerlo figurar en el cuento. Carlos se siente desfallecer. Insiste en su obligacion de seguir buscando, pues no cree que el autor sea capaz de jugarle tan mala pasada arrojandolo, sin ton ni son, al vacio de una pagina en blanco. Emma le explica que las reglas del juego literario, de las cuales el autor es inocente debido a su torpeza narrativa, son insondables. --Seria una injusticia --se lamenta el. Y se queda pensativo, con la mirada fija en los brazos desnudos de Emma. Ella le palmea una mano, consolandolo. Esta dispuesta a ayudarlo a salir airoso. Le promete que hara lo posible por ser un buen personaje y que hablara con el autor para convencerlo de que incluya un final feliz. --Se lo agradezco --le dice el, conmovido--. Pero tengo que cumplir con mi obligacion. Abre la maleta, saca el paquete, lo desenvuelve y le ensena la caja de madera lacada. --Es preciosa. Podria entregarmela a mi, y asunto concluido. --Imposible. Busco a un escritor, y, que yo sepa, usted no lo es. --Podria haberle mentido… --No lo creo. Usted es incapaz de mentir, y no estoy en condiciones de abandonar la empresa, aunque no se como salir del paso. --Yo tampoco lo se… Hasta aqui llega mi conocimiento, el resto es pura intuicion. Solo tengo claro que estoy para ayudarlo. Y ambos se abisman en un silencio fulminante. --Quizas hiciera falta un tercer personaje --argumenta Emma. Pero se equivoca: el autor no tiene intenciones de introducirlo, ni sabe como hacerlo. Vuelven a sumirse en un silencio reflexivo. En sus rostros asoma un halo de impotencia. Estan solos y son las seis y media de la manana, en un bar y un pueblo desconocidos. --?Como que desconocido? --Carlos despierta de sus elucubraciones--. ?Acaso usted no es de aqui? --No. --?No dijo que estaba aqui para ayudarme? --Si, pero no se como hacerlo. Y no soy de este pueblo. --?De donde es, entonces? --No lo se; ese, justamente, es mi problema. De aqui, de alla… Voy con mi caravana de un sitio a otro… Probablemente soy de otro cuento. Pero, de momento, podriamos preguntar a alguien si conoce a algun escritor que viva por aqui. Es una manera de comenzar. --Si, pudiese ser… pero ahora me ha hecho dudar de su verdadera existencia --y hay un toque de amargura en su voz--. De todas formas, nada se pierde con intentarlo --resuelve, poniendose de pie y dejando un billete de cinco rublos sobre la mesa. --?Por que ese billete? --No tengo otra moneda. Lo siento --intenta explicarse Carlos, tambien desconcertado. --Ya me lo figuro --rezonga ella--, el autor ha estado leyendo a Gorki estos dias --y suspira ante semejante extravagancia. Una vez en la calle, acuerdan hacerse pasar por marido y mujer para no instigar rumores malintencionados. --Sera necesario un plan --propone Carlos, buscando un modo practico de hacer las cosas. --No hara falta: tal vez el autor ya tenga uno. Continuan sin rumbo, preguntando, mirando aqui y alla, y perciben que el autor siempre pone pueblos iguales, seguramente parecidos al de su infancia. Carlos, a pesar de la agradable compania, no deja de cavilar sobre la contrariedad del destino, aunque tambien ve en el la oportunidad de una aventura, acaso la primera de su viaje. --?Y si llamasemos a aquella casa? --Emma senala una casita que destaca del resto por su jardin lleno de rosas trepadoras que se enroscan en una pergola y estallan en multicolores capullos, como efimeros fuegos de artificio. --Ya estamos con las rosas --dice Carlos

  • El Destino de los Vampiros de Yiros Dakay

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    El dia que conoci a Donovan supe que mis estilos de vida podrian ser especiales. Despues de todo, se convirtio en un enemigo jurado de todo mi aquelarre y de mi tipo. De ninguna manera tenia la intencion de que los asuntos avanzaran tan lejos o llegaran a estas circunstancias, pero el amor te hace hacer locuras y liberar toda experiencia de racionalismo. Mi estilo de vida habia surgido como zambullirse del tablero excesivo y caer hacia atras y no habia pensado en evitarlo. Ahora no es que lo hubiera querido. En mis trescientos 80 anos en este mundo, nunca habia deseado algo que no pudiera tener, porque deberia tener algo. Era un depredador, algo que deseaba haber tomado continuamente sin preguntarme dos veces. Cuando terminas vampiro pierdes todo sentido de tu humanidad. No piensas en las personas que matas ni en los seres humanos a los que afecta. No adoras nada, sin embargo, el hambre que vive en tu interior y la sed ardiente que desea, el monstruo que desea y desea y que de ninguna manera esta completo, sin embargo, continuamente hambriento. No puedes ayudarlo, no puedes luchar contra el, sin embargo, nada lo abastece. Y no ayudaria la suavidad con la que los humanos hacen que caigamos en nuestras trampas. En verdad pasan de buena gana casi rogandonos que los tomemos. Son tan faciles de enganar por la seduccion y somos irresistibles, rechazarnos podria ser mostrar el aire que necesitas respirar. Incluso sus suplicas y gritos no sugieren nada al final. No nos detenemos y preguntamos ?por que estoy haciendo esto? Simplemente contamos el numero de segundos que tomara pasar hasta que su cuerpo sin vida se debilite en nuestros brazos y sean inutiles y silenciosos. Aunque he vivido mi vida asi, nunca habia pedido que me quedara como demonio de la noche. Para siempre ser un asesino y un monstruo, pero son millas lo que soy. Hay quienes han tratado de mantener la existencia fuera de los sustitutos en lugar de la sangre humana, pero de ninguna manera son lo maximo. Vuelven constantemente y tienen mas hambre que antes. Sin embargo, no tienen la pasion o el deseo de amar como yo tengo que vivir para Donovan. En el instante en que habia visto sus ojos ardientes, me perdi para siempre. Al principio no habia reconocido en que se convirtio. Eso me asusto; No reconoci lo que solia sentir porque nosotros no sentimos. Sin embargo, lo reconoci desde algun lugar, sin embargo, no podia recordarlo, aunque eso solo me asusto mas debido al hecho de que los vampiros tienen en cuenta todo el asunto. Entonces supe … supe lo que estaba sintiendo y por que se volvio tan comun. Por primera vez en casi cuatrocientos anos me senti vivo. Lentamente, a medida que crecia en reconocerlo desde la distancia, me sentia mas vivo en cada ocasion. Algo se habia despertado en mi, algo lo suficientemente robusto como para intercambiar la ruta de la naturaleza y mis instintos simples. En lugar de decirme que matara, me decia que me quedara. En cambio, me marchitaria y me secaria mas que seguir viviendo esta existencia cualquier otro dia sin el. Si eso suponia ir hacia la naturaleza misma, entonces descubriria el deseo de lograrlo. Por el senti que haria cualquier cosa, incluso traicionar a mi pais personal; eso es precisamente lo que tenia que hacer para soltarlo. Por primera vez en casi cuatrocientos anos me senti vivo. Lentamente, a medida que crecia en reconocerlo desde la distancia, me sentia mas vivo en cada ocasion. Algo se habia despertado en mi, algo lo suficientemente robusto como para intercambiar la ruta de la naturaleza y mis instintos simples. En lugar de decirme que matara, me decia que me quedara. En cambio, me marchitaria y me secaria mas que seguir viviendo esta existencia cualquier otro dia sin el. Si eso suponia ir hacia la naturaleza misma, entonces descubriria el deseo de lograrlo. Por el senti que haria cualquier cosa, incluso traicionar a mi pais personal; eso es precisamente lo que tenia que hacer para soltarlo. Por primera vez en casi cuatrocientos anos me senti vivo. Lentamente, a medida que crecia en reconocerlo desde la distancia, me sentia mas vivo en cada ocasion. Algo se habia despertado en mi, algo lo suficientemente robusto como para intercambiar la ruta de la naturaleza y mis instintos simples. En lugar de decirme que matara, me decia que me quedara. En cambio, me marchitaria y me secaria mas que seguir viviendo esta existencia cualquier otro dia sin el. Si eso suponia ir hacia la naturaleza misma, entonces descubriria el deseo de lograrlo. Por el senti que haria cualquier cosa, incluso traicionar a mi pais personal; eso es precisamente lo que tenia que hacer para soltarlo. algo lo suficientemente robusto como para intercambiar la ruta de la naturaleza y mis instintos simples. En lugar de decirme que matara, me decia que me quedara. En cambio, me marchitaria y me secaria mas que seguir viviendo esta existencia cualquier otro dia sin el. Si eso suponia ir hacia la naturaleza

  • Ciudad espejo de Jose A. Bonilla Hontoria

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    --?Donde esta el nino? La mujer tenia la cara desencajada, el corazon en un puno. Su marido habia empalidecido, su rostro transformado en una enfermiza luna como la que se aferraba al cielo aquella noche, mas alla de la cima de los titanicos edificios que los rodeaban. Sus labios temblaban, la voz entrecortada, sus pupilas vibrantes, desesperadas, buscando sin encontrar... ?El nino? ?Donde estaba el nino? El nino habia desaparecido. Clavados al suelo, enraizados a la angustia, se miraban sin comprender lo sucedido, procurando una exigua explicacion que no hallaban. Debia de estar con ella. Debia de estar con el. Pero no estaba con ninguno de los dos. Un oceano de gente pasaba a su lado sin prestarles la menor atencion, una riada humana cargada de bolsas y paquetes que discurria por las aceras, cerca de los luminosos aparadores engalanados para las fiestas navidenas, yendo y viniendo, con los bolsillos cada vez mas vacios, pero con las ilusiones llenas. Faltaban apenas tres dias para Navidad, los comercios hervian de actividad y los villancicos que salian de algunas de las tiendas, o que proyectaban altavoces estrategicamente colocados en las calles, recordaban de forma machacona que era tiempo de compras, de dispendio, de regalos, de obligada felicidad... --!Tenia que estar contigo! --le recrimino la mujer, las lagrimas rodando por sus encendidas mejillas, fuera de si, temblando de rabia y temor. --Pen... pensaba lo mismo. Se separo de mi mano y crei... crei que iba hacia ti. De verdad, ha sido tan solo un segundo. Un miserable segundo… --Solo eso es suficiente, ?no lo entiendes? Un maldito segundo. Un segundo...-- Sus ojos no dejaban de escudrinar entre la muchedumbre buscando a su pequeno, pero no veia mas que perfiles desconocidos, caritas sonrientes y luminosas que no eran las de su hijo. Sentia una fuerte opresion en el pecho, el corazon golpeando con fuerza contra su esternon, galopando desbocado. No podia sufrir uno de sus ataques de ansiedad, no en aquellos momentos. Su hijo la necesitaba. La necesitaba mas que nunca. Tenian que buscarlo, tenian que encontrarlo. Probablemente estaria con la naricilla pegada a uno de los escaparates de los alrededores, contemplando con los ojos repletos de emocion sus juguetes preferidos, si, seria eso, seguro que era eso, tenia que serlo. Por favor, que lo fuera. --!Marc! !Marc! Marc, ?donde estas? --Su voz fue ahogada por los acordes navidenos de All I want for Christmas is you de Mariah Carey que comenzaron a vomitar unos potentes altavoces colgados en una farola. No recordaba que aquella cancion le hubiera resultado otras veces tan irritante, tan agobiante; le estaba crispando sus ya de por si alterados nervios. --!Marc, hijo! !Marc! --Su marido se abria paso entre los viandantes a base de codazos, de premura, de urgencia. Los transeuntes le dedicaban miradas desagradables, acompanadas de muecas de sorpresa y enfado. No entendian lo que sucedia y el no tenia tiempo de dar explicaciones. No podia perder ni un suspiro, ni un latido, ni un halito de su vida en hacerlo. Tan solo habia sido un segundo... !Joder! No podia andar muy lejos. Jamas habia rezado a nadie, pero, en aquellos instantes, la plegaria que se repetia como un perverso soniquete en su cabeza era ferviente y devota. Si existia un dios al menos que no se hiciera el sordo, que escuchara sus suplicas, luego ya arreglarian cuentas. ?Donde estas, hijo? ?Donde? Aun podia recordar las yemas de sus deditos desprendiendose de los suyos, creyendo que iba en busca de su madre, a escasos metros de el, como tantas veces hacia, entretanto el decidia que ordenador portatil comprarse entre los expuestos en el escaparate de la tienda. Y ya esta. Habia sido suficiente. Un parpadeo y el nino se habia sumergido en una marea humana que lo habia devorado, engullido para siempre, arrastrado al olvido igual que la putrefacta tabla de un naufragio. ?Por que pensaba aquellas cosas? !No, no, Marc tenia que estar cerca, muy cerca! Lo peor es que habian perdido unos valiosisimos segundos antes de darse cuenta de lo que sucedia, unos alarmantes momentos que ahora se le antojaban simas abismales imposibles de superar. Entre la muchedumbre, sus ojos tropezaron con una pareja de la policia local. Su corazon le dio un brinco en el pecho. Ellos podrian ayudarlos. Corrio hacia los agentes mientras su mujer seguia gritando a los cuatro vientos, cada vez mas angustiada, el nombre de su hijo. Paraba a los peatones y, con atropelladas palabras, les preguntaba si habian visto a su pequeno. La mayoria la esquivaban asustados, otros le dedicaban duras miradas de indiferencia y, los que menos, negaban con la cabeza huyendo lejos de los problemas, como si aquella mujer pudiera trasmitirles un contagioso virus. No, no lo habian visto. La calle estaba llena, repleta de ninos que iban de las manos de sus padres, de sus abuelos, de sus familiares, no sabian a cual de ellos se referia, y tampoco deseaban saberlo, continuando su camino, cabizbajos, procurando olvidarla cuanto antes y dejandola sin esperanzas, arrancandole un pedazo mas de vida. El hombre, afligido, al borde del llanto, les comunico a los policias lo que habia sucedido. Los agentes avisaron por radio de inmediato a sus companeros de la patrulla movil, que se encontraba cerca del lugar, dandoles una breve descripcion del nino para que procedieran a vigilar la zona e identificar cualquier actividad sospechosa. Al verlos llegar con su marido, la mujer, con el rostro contraido en una mueca descompuesta y el maquillaje convertido en dramaticos tizonazos trazados por las lagrimas, corrio hacia ellos como si fueran su ultima salvacion. Su esposo sintio una punzada de dolor cuando paso por su lado sin dirigirle una misera mirada complice, agarrando del brazo a uno de los agentes, una mujer que debia tener mas o menos su edad, y a la que, vomitando su dolor, le explico lo sucedido. El se acerco para arroparla, para proporcionarle un atisbo de consuelo, pero fue respondido con un frio y brusco gesto de desprecio. Y entonces supo lo que eso significaba. El era el culpable de la perdida de su pequeno. El, y unicamente el, habia permitido, con su torpe y egoista negligencia, que la oleada humana se lo llevara, que su hijo se encontrara solo y perdido en aquella marabunta carente de alma y de corazon. Y no se lo perdonaria. Jamas. Alli, aquella maldita noche del recien inaugurado invierno, se rompia su proyecto en comun, su matrimonio, su amor. Nada seria capaz de compensar lo que habia sucedido, nada seria capaz de reparar su imprudencia, ni tan siquiera el encontrarlo sano y salvo. O quizas eso si. Quizas, despues de todo, aun existia una posibilidad de enmendar su error. Y eso le acongojo todavia mas. ?Y si no lo encontraban? ?Que sucederia con Marc? ?Que seria de ellos, de sus vidas? No queria ni imaginarselo. Pensarlo le colapsaba los sentidos, abotargaba sus sentimientos, provocandole un terror desconocido y feroz que le destrozaba por dentro. Nunca habia experimentado un miedo tan atroz, tan salvaje, tan violento, un miedo que te anulaba, que te impedia pensar, actuar, que te inhabilitaba como persona. !Tenia seis anos recien cumplidos, por el amor de Dios! ?Como habia sido capaz de perderlo?, se volvio a preguntar, flagelandose, asumiendo toda la culpa de su desdicha. ?Como no habia reaccionado a tiempo y le habia dejado marchar sin comprobar que acabara en manos de su madre? Ella tenia razon, se merecia cuanto le sucediera, pues el era el responsable de que la sangre de su sangre se hubiera desvanecido ante sus ojos. Estaba helado y no era precisamente por el frio. La sensacion de perdida, de impotencia y vacio era una astilla gelida recorriendo el interior de sus arterias y venas, desgarradora y cruel. Podia comprenderla. ?Como no iba a hacerlo? Pero ella debia de darse cuenta de un detalle que parecia habersele olvidado, que parecia haber pasado por alto. El era su padre y amaba a Marc como a nadie en el mundo. Su llegada le habia devuelto las ganas de vivir, le habia convertido en el hombre que era. Y... y... y, despues de todo, tambien le habria podido suceder a ella, ?verdad? ?O no? Sabia la respuesta. Y eso le resulto aun mas doloroso. Incapaz de contenerse, empezo a temblar, y las lagrimas, que durante los ultimos minutos habian enturbiado su vision, quemandole como acido, comenzaron a derramarse por sus mejillas, calcinando sus ultimas esperanzas. Marc, hijo, ?donde estas? PROLOGO Marc sintio que tiraban de el. Supuso que era su madre, que queria ensenarle uno de los juguetes que habia pedido para Navidad, uno de tantos que se exponian en aquellas enormes tiendas repletas de colores y luces que llenaban la calle en la que se encontraban. Por eso se dejo separar de su padre, por eso dejo de sentir el contacto de sus dedos con los de el y por eso se habia dejado llevar. Mas, tras aquel suave tiron de su bracito, no estaba su madre, sino una senora a la que no conocia. Entrecerro los ojos y penso en llamar a su mama, pero dudo unos instantes y la senora aprovecho para apartarle a un lado, haciendose paso entre la gente, agachandose y poniendose a su altura. Busco a su alrededor. No vio a sus padres cerca. ?Donde se habian metido? Mama siempre le decia que no debia perderlos de vista, para evitar extraviarse. Pero en realidad no lo habia hecho, estaba alli con aquella senora que, por otro lado, a primera vista, le resulto bastante agradable. --Hola, pequeno, ?te gustan los perritos? ?Te gustaria ver uno? ?Ver un perrito? !Eso era mejor que los juguetes de las tiendas! Le encantaban los perros, sobre todo si se dejaban acariciar. Era muy gracioso cuando movian la colita y empezaban a saltar a tu alrededor, ladrando contentos, su lengua rebotando descolocada. Si, claro que le gustaria verlo. Por supuesto. Pero sus padres le habian advertido que no debia irse con desconocidos. Que habia gente mala. Claro que… ver un perro no podia considerarse nada muy terrible. Aun asi, no estaba muy convencido de querer aceptar la proposicion de aquella senora a la que le brillaban intensamente los ojos. --Mis papas dicen que no debo hablar con desconocidos --dijo el, con firmeza y rotundidad. --Tus papas tienen toda la razon del mundo. Me llamo Carla, ?y tu? --Yo me llamo Marc Isern Garcia. --Ahora ya nos conocemos, Marc. --Sonrio--. Te he visto hace un rato. Eres muy guapo. Y... he pensado que quizas te apeteciera ir a ver a mi cachorrito. ?Que te parece? Marc inclino la cabeza hacia un lado, pensativo. Aquella mujer se llamaba Carla y tenia un cachorro que le queria ensenar. Nunca la habia visto, pero le habia dicho su nombre. Ademas, no pensaba tardar. Le diria a aquella senora que le trajera al mismo sitio y asi sus padres no se preocuparian. Si, podia ir a ver al perrito, decidio. ?Por que no? Ademas, le hacia una ilusion barbara. Y, si le gustaba mucho, aun tenia tiempo de escribir a Santa Claus y pedirle que le trajera uno por Navidad.

  • Hasta las estrellas y vuelta de Iria Nunez

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    Ainhoa, como cualquier chica de su edad, busca su lugar en el mundo. Su sueno: ser educadora social, algo con lo que su padre no esta muy de acuerdo y se ve obligada a estudiar, ademas, empresariales para continuar con el negocio familiar.

  • Dos gatos y el misterio del mercado de la cebada de C. R. Martinez

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    La accion arranca en una polleria en Madrid, donde Consuelo, una viuda de 62 anos, descubre una cara misteriosa en el suelo de su tienda. ?Es una aparicion religiosa? ?Un complot de la mafia de los polleros? ?O incluso un fantasma? ?Es posible que un cambio en el pelaje de su gato tenga algo que ver con todo esto? Su hallazgo la lleva a un viaje inesperado lleno de sorpresas y descubrimientos extraordinarios.

  • Cafe Dorianne de Xanti Ramirez

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    El famoso Cafe Dorianne, en el centro de Madrid, ha acogido durante su larguisima existencia a todo tipo de clientes: desde reconocidos artistas, politicos, escritores y deportistas de elite, a gente completamente anonima; como esa pareja que desde una apartada mesa del comedor observa con curiosidad todo lo que pasa alli dentro. ?Quienes son? ?Que es lo que tanto les sorprende? Y sobre todo, ?Cuanto tiempo llevan alli sentados?

  • Mendel el de los libros de Stefan Zweig

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    De vuelta en Viena tras una visita a los barrios de la periferia, me vi inmerso de improviso en un chaparron que, con humedo latigo, perseguia a la gente obligandola a correr hasta los portales de las casas y otros refugios. Yo mismo busque tambien, a toda velocidad, un techo que me amparara. Por fortuna, en Viena le espera a uno en cada esquina un cafe. De modo que hui al que se encontraba mas proximo, con el sombrero que ya goteaba y los hombros empapados. Una vez en el interior, se revelo como el tipico cafe de arrabal, con ese estilo casi esquematico, burgues, de los de la antigua Viena, lleno a rebosar de gente normal que consumia mas periodicos que bolleria, y sin los artificios tan de ultima moda en los cafes cantantes que en el centro de la ciudad imitan a los alemanes. En aquel momento --estaba empezando a oscurecer--, la atmosfera ya de por si sofocante se veia jaspeada por espesos anillos de humo azul. Y, sin embargo, aquel cafe daba la impresion de estar limpio, con sus sofas de terciopelo visiblemente nuevo y su caja registradora de aluminio reluciente. Con las prisas no me habia molestado en leer el nombre que ponia por fuera. Por otro lado, ?para que? De modo que me sente en aquel lugar calido, mirando impaciente a traves de los ventanales cubiertos de chorros azules a la espera de que la lluvia, inoportuna, tuviera a bien alejarse un par de kilometros. De modo que alli estaba yo, sentado sin hacer nada; a punto de caer en esa pasividad indolente que, como un narcotico, irradia todo autentico cafe vienes. Con aquella sensacion de vacio, me dedique a contemplar a las distintas personas que se encontraban a mi alrededor. La luz artificial de aquel espacio lleno de humo marcaba unas sombras de un gris muy poco saludable en torno a sus ojos. Observe a la senorita de la caja, que con movimientos mecanicos alcanzaba al camarero el azucar y las cucharillas para cada taza de cafe. Medio dormido, de manera involuntaria, lei los carteles del todo anodinos que colgaban de las paredes. Aquella especie de letargo casi me sento bien. Pero, subitamente, una extrana tension me saco de mi somnolencia. Una imprecisa inquietud despertaba en mi interior, como lo hace un pequeno dolor de muelas del que aun no sabe uno si procede de la parte izquierda o de la derecha, de la mandibula inferior o de la superior. Tan solo senti una sorda impaciencia, una intranquilidad espiritual, pues de pronto --no sabria decir por que-- fui consciente de que ya debia de haber estado alli en alguna ocasion, hacia anos, y de que algun recuerdo debia de unirme a aquellas paredes, a aquellas sillas, a aquellas mesas, a aquel espacio envuelto en humo. Pero cuanto mas me esforzaba por alcanzar aquel recuerdo, con mayor malicia y de modo mas escurridizo se me escapaba, como una medusa, brillando incierto en el estrato mas profundo de la conciencia y, sin embargo, imposible de atrapar. En vano fije la mirada en cada objeto que habia en aquel local. Es cierto que algunas cosas no las conocia, como la caja registradora con su resorte tintineante. O el revestimiento marron de las paredes de falsa madera de palisandro. Todo aquello debian de haberlo colocado mas tarde. Pero, si, sin duda. Yo habia estado alli en alguna ocasion, hacia veinte anos o mas. Alli perduraba, oculto en lo invisible como el clavo en la madera, una parte de mi propio yo hace tiempo soterrada. Haciendo un esfuerzo, dilate y empuje todos mis sentidos por aquel espacio, y al mismo tiempo por mi interior. Y, sin embargo... !Maldita sea! No lograba alcanzar aquel recuerdo desaparecido, ahogado en mi mismo. Me enfade, como se enfada uno siempre que un fallo le hace ser consciente de la insuficiencia e imperfeccion de las fuerzas mentales, pero no perdi la esperanza de recuperar aquel recuerdo. Tenia claro que tan solo necesitaba un minusculo gancho al que poder aferrarme, pues mi memoria es de una indole particular, buena y mala al mismo tiempo. Por un lado, obstinada y tenaz, pero por otro tambien increiblemente fiel. Se traga lo mas importante, tanto en lo que respecta a los acontecimientos como a los rostros, tanto lo leido como lo vivido, dejandolo con frecuencia en lo mas hondo, en la oscuridad, y no devuelve nada de ese mundo subterraneo sin que uno ejerza presion, solo porque asi lo requiere la voluntad. Sin embargo, me basta el mas fugaz asidero, una postal, los trazos de una caligrafia en el sobre de una carta, una hoja de periodico amarilla por el tiempo, y enseguida lo olvidado, como el pez en el anzuelo, resurge de un brinco de la fluida y oscura superficie, vivo y coleando. Entonces reconozco cada detalle de una persona: su boca y, en su boca, el hueco de un diente, a la izquierda, cuando se rie. Y el tono ronco de su risa, y como al reirse se le contrae el bigote. Y como con esa risa surge otro rostro, diferente. Todo esto lo veo entonces de inmediato, en una panoramica completa, y anos despues recuerdo cada palabra que aquella persona me dijo en cierta ocasion. Pero, para percibir con los sentidos algo ocurrido en el pasado, necesito siempre un estimulo sensorial, una minima ayuda de la realidad. Asi que cerre los ojos para poder reflexionar de modo mas intenso, para dar forma a aquel anzuelo misterioso y asirlo. Pero, !nada! Otra vez, !nada! Estaba enterrado y olvidado. Y tanto me irrite por lo chapucero y caprichoso del aparato retentivo que tengo entre las sienes, que habria podido golpearme la frente con los punos, tal y como se sacude una maquina tragaperras estropeada que, desleal, retiene lo que le pedimos. No, no podia seguir por mas tiempo sentado tranquilamente. Hasta tal punto me excitaba aquel fracaso intimo. Y de puro enojado me levante para despejarme. Pero, es curioso, apenas habia dado los primeros pasos por el local, cuando en mi interior se produjo, reverberando y centelleante, un primer resplandor fosforescente. A la derecha de la caja registradora, recorde, debia de haber una habitacion sin ventanas, iluminada tan solo con luz artificial. En efecto. Asi era. Y alli estaba, empapelada de un modo distinto y, sin embargo, exacta en sus proporciones, aquella habitacion interior cuadrada, de contornos imprecisos: la sala de juego. De manera instintiva, mire en derredor los diferentes objetos, con los nervios que ya vibraban de alegria. Enseguida lo sabria todo, senti. Dos mesas de billar holgazaneaban alli como verdes cienagas en silencio. En las esquinas habia mesas de juego agazapadas, a una de las cuales estaban sentados dos consejeros o catedraticos jugando al ajedrez. Y en un rincon, justo al lado de la estufa de hierro, por donde se iba a la cabina de telefonos, una pequena mesa cuadrada. Y de improviso me vino a la memoria como un relampago. Lo supe de inmediato, al instante, c

  • Simbolo de amor de Cynthia Thomason

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    Llevaba veinte anos tratando de dejar atras la violenta historia de su familia. Ahora Nate Shelton tenia que volver en contra de su voluntad a Finnegan Cove, donde habia empezado todo... y donde debia terminar. Y no solo por su padre.

  • No lo permitire (Rebeca Olsen 2) de Raul Garbantes

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    Louise Simons queria que ese dia fuera especial. Si lograba la mejor foto del faro nevado, la venderia y podria comprar un regalo a su hija Dottie. Con esa idea en la cabeza, se subio -- apenas amanecio-- al autobus que la dejaria en la estacion de Milwaukee y de alli tomaria otro hacia la estacion de la Union. Por ultimo, subiria al tren rapido que la llevaria hasta su destino final: el famoso faro de Saint Joseph en el lago Michigan. Era un viaje largo, pero no le importaba. Podria decirle a Dottie que se habia convertido en la princesa Elsa de Frozen, porque le enviaria a su amiga Jacqueline la primera foto que tomara del faro, para que se la ensenara a su pequena hija. Las imagenes que su amigo virtual Jesse Miller le habia ensenado eran alucinantes; mostraban las crestas del lago irrumpiendo en forma de olas gigantescas y la estructura vestida de multiples velos de nieve. Tenia que agradecerle a Jesse por el dato y que ademas se ofreciera a buscar comprador para las fotos que tomase aquel dia. Eso convenceria al padre de Dottie de que no se la llevara a Ontario con el. No queria perderla, pero no tenia dinero para mantenerla ni nadie mas a quien acudir en el pais. La movia una creciente ilusion cuando llego al faro y ni siquiera estaba cansada. Cubria sus manos con unos guantes negros que no eran de su talla, pero que cumplian la funcion de protegerlas del frio. Las plumas de su vieja chaqueta se movian violentas debido a las rafagas del viento. Sintio los ojos frios y secos. Saco del bolsillo externo del morral una pequena barrita humectante marca ChapStick clasica --de las de cubierta blanca y negra-- y se puso un poco en los labios. Noto que dos personas caminaban detras de ella, pero no les presto atencion. Despues vio a un hombre que parecia trabajar en la edificacion del muelle. Este solto una ultima bocanada de humo y entro en una de las casetas que supuso eran oficinas. Ella continuo caminando, pero el mismo hombre que fumaba volvio a salir y le grito. --?A donde va con este tiempo? Ella volteo y sonrio. --Solo a tomar unas fotos del lago y del faro --dijo mientras le mostraba la camara que sacaba del morral. El hombre resoplo y emitio unas palabras que ella no entendio, y volvio a entrar. Louise continuo caminando hacia el lago y, cuando estuvo a cinco metros de la caseta de techo rojo --que aun podia verse porque la nieve no la cubria del todo--, se deshizo de los guantes y se tomo una selfi con el celular. Podia intuirse al ver esa imagen, incluso meses despues, que en aquel momento estaba feliz. Envio la foto al celular de su amiga Jacqueline, quien cuidaria de Dottie el fin de semana, y continuo avanzando. Queria llegar a la orilla del lago, que ahora mas que nunca parecia un mar helado sacado de un cuento. Estaba tan ensimismada en su objetivo que no se dio cuenta de que los dos hombres que venian detras se le acercaban con rapidez, aprovechando que no habia nadie mas en aquel momento. Cuando comprendio que iban a atacarla fue muy tarde, y supo que moriria. Intento gritar, pero fue imposible. Uno de ellos le golpeo con un madero oscuro en la cabeza. Y Louise Simons no volvio a despertar. 2 14 DE SEPTIEMBRE de 2019 Por la manana de aquel dia estaba tomandome una taza de cafe en la cocina de la casa de Gary. Estaba frustrada porque ya habian pasado dos meses desde que vi a mi hermana en la videollamada y no habia sabido nada mas de ella. Por supuesto, no esperaba que Norman Jackson ni Anita o Robert Smith Patterson me dijeran donde estaba, pero dado que mi relacion con Gary Buck se habia tornado intima, esperaba que el me ayudara a saberlo. Nos enamoramos apenas nos conocimos. Pero resulto ser tan obstinado como yo, y decia que Rose lo mataria si se enteraba de que por su culpa me habia puesto en peligro por seguir su rastro. --?Por que no me lo dices? --le pregunte a Gary por enesima vez. --No sigas con eso, Beca. Sabes que Rose no me lo perdonaria. --?No ves que ese secreto sobre su paradero o lo que hace me esta afectando? --le reclame, levantandome de la silla y dirigiendome al lavaplatos. --No importa que te afecte, porque asi lo quiere tu hermana --me respondio. Cuando dijo eso me moleste todavia mas. --Debes entender... --Lo entiendo --lo interrumpi y, al hacerlo, sin querer golpee la taza con el grifo y esta se partio. El se acerco y me rodeo con los brazos. Apoyo el menton y la nariz sobre mi hombro. La verdad es que Gary sabia como calmarme casi siempre, pero en esa oportunidad no fue asi. Le dije que me iria porque tenia algunas cosas que hacer y que nos volveriamos a ver en la noche. Sali de casa de Gary y me encamine al apartamento que habia rentado cuando decidi quedarme en Atlanta hacia siete semanas, y que quedaba solo a cuatro cuadras de alli. Era verdad lo que le habia dicho a Gary sobre que debia hacer algo: continuar con mis pesquisas ocultas. Como no encontraba apoyo de ellos para incluirme en la organizacion de Rose, entonces en las ultimas semanas y por mis propios medios habia comenzado una investigacion de la cual no les habia hablado. Yo tambien les estaba ocultando cosas y habia logrado avances que ellos ni siquiera imaginaban. 3 TODO EMPEZO porque una vez Gary me dijo que para descubrir los delitos de la Black Key habia que contar con <>. Al principio no entendi, pero luego me di cuenta de que ellos tambien poseian informacion filtrada de la agencia de inteligencia Kramer Team. Gary me hablo de un ingeniero que trabajaba en esa agencia y que conocia de los manejos que Albert Kelly y el senador Alex Richmond hacian en la Black Key. Este hombre misterioso ahora les ayudaba a disenar las estrategias de analisis de redes para anticiparse a las acciones de la organizacion. Con todas esas ideas en mi cabeza construi un organigrama de los delincuentes de poca monta que se describian en los expedientes del apartamento que Rose usaba como escondite. Lo hice analizando las redes sociales y creando mi propia base de datos. Por suerte, las paginas que fotografie aquel dia que casi me asesinan contaban con algunos datos relevantes. Me hice pasar por varias personas, y abri cerca de veinticinco perfiles de mujeres y hombres ficticios para entablar conversaciones virtuales con una centena de individuos que podrian estar relacionados con esos delincuentes. La mayoria de ellas no me conducia a nada, pero si que logre, por ejemplo, descubrir que Mary Talcott, la asesina de Melissa Coleman, tenia un historial inusual en el mundo delictivo. Habia estudiado unos anos en la Universidad de Florida y era una joven inteligente, ajena a la ilegalidad. ?Por que se convirtio en una asesina desalmada? ?Como hizo la Black Key para reclutarla? Su historia me desconcertaba y por eso me hice amiga virtual de su hermana Wendy. Me fue bastante sencillo; solo estudie su mundo de intereses a traves de su Facebook y deje colar algun comentario en Twitter para despertar su curiosidad. De inmediato pico el anzuelo. Ahora compartimos algunos podcast sobre series y musica. Todavia no he sacado nada en claro sobre los inicios de Mary Talcott en el mundo delictivo, pero al menos ya tengo la confianza de su hermana. El nombre que utilice con ella fue Helen Combs, que es mi identidad favorita. Lo escogi porque me recuerda la casa de los abuelos y las abejas, ya que ese nombre es un juego de palabras que se parece a honeycomb. Me he convertido en una experta produciendo podcast, incorporando contenidos atractivos sobre quienes he identificado dentro del mundo de relaciones de los cinco delincuentes, cuyos expedientes fotografie. Desde el principio me di cuenta de que los sujetos de los expedientes tenian algunas cosas en comun. Todos habian crecido en Washington D. C. o en las afueras de esa ciudad. Luego, dias despues, hice un descubrimiento mas importante: todos habian sido defendidos por la misma firma de abogados: la Bristol Criminal Defense Attorney. Lo supe porque el hermano de Frank Winters --uno de los delincuentes-- estuvo metido en un asunto de drogas y en su perfil de Instagram aparecia en una foto en cuya leyenda agradecia a Cyrille Bristol, su defensa. Eso me alerto sobre esa firma de abogados defensores. Luego encontre que otro de los sujetos se habia salvado de una sentencia condenatoria por un error procesal y que la misma firma de abogados lo defendio. Estuve segura de que era un banco de criminales que surtia a la Black Key. Si era capaz de descubrir cosas como esas con mis estrategias, tendrian que calcular de lo que seria capaz si me dieran acceso a toda la informacion que hoy me negaban. Sobre todo, podria mostrarme ante Robert, Norman, Anita y Rose como alguien de utilidad. Esa manana iba a contarle mis hallazgos a Gary, pero me molesto tanto su negativa a darme informacion sobre mi hermana que lo pospuse.

  • El poder la mafia (La mafia 2) de Anny Peterson

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  • Munequita de Lori Beasley Bradley

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    E 1 l calor de la primavera tardia en la casa hacia el aire practicamente irrespirable. Dolly levanto la cabeza de los cojines tras su regazo cuando escucho el carruaje afuera. Dejo la tela a un lado y se acerco a la ventana para ver a Karl, el repartidor de la tienda de Haney, quien se bajaba. Ella fue a la puerta con una sonrisa en su rostro. El estaba alli con sus baneras de lavado para la ropa, las que tenian escurridores para sacar el agua de la ropa --Solo puedo llevarla hasta su porche, senorita Dolly --el vigoroso joven se disculpo. -- Tengo que correr a Holbrook para recoger mercaderia para el Sr. Haney en el deposito o me quedaria para llevarlas a la parte de atras y prepararlas para usted. Dolly se protegio los ojos de la luz del sol brillante con su mano agrietada. Esta bien, Karl. Puedo arreglarmelas desde aqui e instalarlas . Ella no estaba segura de que fuera verdad, pero Dolly sabia que tenia que sacar la caja y su contenido del porche delantero y llevarla al fondo antes de que Martin llegara a casa y las viera. Karl deslizo la gran caja de madera de la parte trasera del carruaje y la llevo al porche. Se quedo esperando hasta que Dolly buscara en el bolsillo de su delantal y sacara una moneda de cinco centavos. --Gracias --dijo y le entrego la moneda al joven. --Gracias, senorita Dolly --dijo mientras dejaba caer la moneda de cinco centavos en el bolsillo del pecho de su gastada camisa a cuadros--, esto me comprara un trago en Bud’s cuando llegue a Holbrook. El conductor se apresuro a cruzar la verja, se subio a su carro, quito el freno y libero a los caballos por la polvorienta calle con potencia. Dolly miro fijamente el cajon desgarbado y penso en como iba a llevarlo al porche trasero donde lavaba la ropa. Agarro la madera aspera y levanto un extremo. Lo bajo de nuevo al porche, agradecida de que no pesara demasiado. --?Necesitas ayuda con eso? Dolly levanto la cabeza para ver a su vecino, Trace Anderson, parado en la puerta. Dolly sintio que se le ruborizaban las mejillas. Habia sido muy dulce despues de haber enviudado hace algun tiempo. --Probablemente pueda conseguirlo, Trace --dijo Dolly--, pero realmente no quiero rayar el piso, arrastrandolo de regreso. Trace abrio la puerta y se dirigio al porche. --?Donde esta Martin? Dolly puso los ojos en blanco. --Tu invitado es tan bueno como el mio. No tengo ni idea de donde esta mi hermano hoy. --Ella abrio la puerta principal y se inclino para agarrar un extremo de la caja--. No es muy pesada. Trace se puso en cuclillas y recogio al otro. --No demasiado pesada --dijo con una calida sonrisa--, simplemente incomodo. Dolly le devolvio la sonrisa al grandulon. --Son tinas nuevas con un juego de escurridores para cuidar mis pobres manos cuando lavo la ropa. --Fue amable de parte de Martin hacer eso por ti. --Yah --dijo Dolly con un suave bufido. Su hermano no habia tenido nada que ver con eso. Dolly habia pagado las tinas con el dinero que habia ahorrado con los huevos y los productos que vendia al senor Haney. Llevaron la caja a traves del salon, con cuidado con las lamparas, y a traves de la cocina ordenada, donde el pollo hervia en una olla alta para hacer bolas de masa, y salieron al porche trasero. --Si tienes una palanca --dijo Trace--, yo hare pedazos esto por ti. --En el cobertizo. --Dolly salio del porche al patio y se dirigio al pequeno edificio detras de la casa conectado a su gallinero. Ella regreso con la palanca de hierro y se la entrego a Trace, quien la tomo y comenzo a arrancar los delgados listones de madera de la caja--. Puedo hacer eso --le dijo Dolly--, si estas ocupado en tu tienda. Trace Anderson tenia un negocio de monturas y tachuelas adjunto a su casa al otro lado de la calle de Dolly y su hermano en Concho, Arizona. Hacia un buen negocio con los rancheros y granjeros mormones de la zona y era muy querido en la ciudad. Las mujeres en la iglesia decian que el era uno de los solteros mas elegibles en la pequena comunidad desde que su esposa habia fallecido dos anos antes. Dolly habia puesto sus ojos en el hacia algun tiempo, pero el hombre nunca le habia prestado mucha atencion. Diez anos mayor que ella, tal vez Trace pensaba que era demasiado joven a los veinticuatro para ser una verdadera esposa y madre. --No es ninguna molestia. --Saco las tablas del extremo de la caja y comenzo a deslizar las dos tinas montadas sobre patas, para que Dolly ya no tuviera que lavar la ropa de rodillas. Saco los dos rodillos y los estudio. --?Que diablos son estos? --Escurridores --dijo con una sonrisa orgullosa. --Los montas en la banera, giras el mango alli y pasas la ropa. --Dolly se encogio de hombros. --Escurren la mayor parte del agua, por lo que la ropa no tarda tanto en secarse. --Seguro que cuidaras tus manos de las exprimidas. --Estudio las tinas--. ?En cual los quieres? --No importa, no importa --le dijo Dolly, y Trace comenzo a colocar los escurridores en una de las tinas galvanizadas--. Martin diria que esto era una perdida de buen dinero, pero son mis manos las que estan cuidando y no las suyas --dijo Dolly con una risa nerviosa--. Y fue mi dinero con el que las compre, no el suyo. Martin probablemente dira que estoy tomando el camino de la mujer perezosa para no lavar la ropa . Trace se aclaro la garganta mientras giraba su rizado cabello castano para mirar a Dolly. --No debes prestar atencion a lo que Martin dice sobre ti, Dolly. Se que trabajas duro para mantener la casa de Martin en orden y cuidar el jardin y las gallinas. --La miro a los ojos azules con los suyos color avellana y Dolly no pudo apartar la mirada--. No tiene derecho a decir las cosas que dice ni a decirlo de la forma en que lo dice. Dolly se quedo atonita por las palabras del hombre. ?Como podia saber que tipo de cosas le decia Martin? Ella miro la tela de queso sobre la ventana abierta de la cocina y suspiro. Martin era un griton como lo habia sido su padre. Cuando estaba bebiendo y queria hacer valer su punto, pensaba que decirlo mas alto haria el trabajo. Trace habia vivido al otro lado de la calle durante mas de diez anos, primero con su difunta esposa, Lucy, y luego solo. ?Cuantas de las furias malhabladas de Martin habria escuchado? ?Eran ellos la razon por la que nunca le habia prestado atencion? La verguenza repentina hizo que las mejillas de Dolly se encendieran y eso la lleno de ira. Respiro hondo y trato de controlar su irritacion. --Lamento que el despotricar de Martin le haya molestado, Sr. Anderson. Me asegurare de recordarle que las ventanas podrian estar abiertas la proxima vez . Trace, con el ceno fruncido en su hermoso rostro, apreto la tuerca final y probo la seguridad moviendo los escurridores con su gran mano. --Creo que lo hara. --Se quedo mirando el monton de listones de madera esparcidos por el porche. Asintio con la cabeza hacia el desastre--. ?Quieres que te las lleve? --Los llevare para la cocina --dijo Dolly sin mirarlo a los ojos--, pero gracias. Ella olio el pollo hirviendo en la cocina y rodeo al gran hombre, que se elevaba por encima de los cinco pies y siete pulgadas de Dolly por una cabeza y tenia hombros tan anchos que tenia que girarlos para atravesar la mayoria de las puertas. --Necesito comprobar el agua de mi pollo antes de que se queme en la olla. Trace volvio la cabeza hacia la puerta de la cocina. --Huele bien --dijo con una sonrisa--, pero toda tu cocina huele bien, Dolly . Dolly sonrio mientras levantaba la tapa de la olla esmaltada en azul. ?Habia estado oliendo su comida? Bueno, vivia al otro lado de la calle. A Dolly le gustaba cocinar y se enorgullecia de sus comidas. Tambien estaba orgullosa de su jardin libre de malas hierbas y sus gallinas regordetas. Todavia le irritaba un poco que Trace hubiese estado prestando tanta atencion a lo que estaba pasando en su casa cuando nunca le habia dado mas que un asentimiento de pasada en publico. Dolly sabia que Trace nunca habia sido un gran conversador. Quizas sea mas un oyente que un conversador. Ella sonrio para si misma. El Senor sabia que, para variar, le vendria bien que alguien la escuchara. Trace entro en la cocina. --Bueno, supongo que me ire si no necesitas nada mas --dijo mientras sus ojos recorrian la cocina ordenada--, pero recuerda lo que dije. Martin no tiene ninguna razon para llamarte perezosa o tratarte como lo hace . Dolly sintio que sus mejillas se ruborizaban de nuevo. --Se lo agradezco, pero Martin me ha estado cuidando desde que mama y papa murieron. --Se mordio el labio mientras reflexionaba sobre que decir a continuacion. --Puso su vida en espera para cuidar de mi. --Repitio las cosas que Martin siempre le decia. Trace resoplo. Te trata como a una nina y te usa como a una esclava domestica, Dolly. Ya no eres esa nina flaca que perdio a sus padres --resoplo--, asi que ten un poco de orgullo y defiendete como la mujer adulta que eres ahora. Has hecho mas de lo que te corresponde para pagarle a ese inutil borracho. --Le debo a mi hermano por cuidarme todos estos anos --protesto, defendiendo a su hermano con lagrimas en los ojos--, ?y que derecho tienes a escuchar nuestras disputas familiares privadas de todos modos, Trace Anderson? --No hay muchas formas de evitar escuchar --sonrio Trace, poniendo los ojos en blanco. Dolly no respondio, salio de la cocina, atraveso el salon y salio por la puerta. Dolly dejo que las lagrimas que habia estado conteniendo se deslizaran por sus mejillas. Si ahora pensaba que ella era una mujer, ?por que nunca la habia cortejado? Trace trago saliva mientras cruzaba la calle angosta que separaba su casa y su tienda de la de Dolly y Martin. ?Por que se habria puesto tan cascarrabias? Solo habia estado tratando de ayudar. ?Como se suponia que no iba a escuchar los alborotos borrachos de Martin cuando el hombre gritaba cada palabra?

  • El libro de mi destino (Narrativa), Parinoush Saniee de Parinoush Saniee

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  • El calentamiento global de Daniel Ruiz

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    Federico Castilla es director de Responsabilidad Corporativa y Desarrollo Sostenible de Oilgas International, multinacional del sector petroquimico con implantacion en Europa, Africa y Oriente Medio. Una manana recibe una llamada desde Oilgas Iberica, su planta de distribucion de refino en Espana, y le comunican que se acaba de producir un accidente laboral en dicha planta; un empleado, que ha caido desde varios metros de altura mientras realizaba trabajos de reposicion de luminarias, se encuentra en estado critico. Inmediatamente, se activan todos los protocolos y Federico toma un avion para viajar hasta Pico Paloma, la poblacion donde esta la factoria. Se trata de un municipio enclavado en pleno parque natural de El Roqueo, en una zona del litoral donde convive la industria petroquimica, la actividad turistica y el paisanaje local.

  • El gran nido (Los Irwin 3) de Noa Pascual

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    A los que disfrutaron con “Dance Therapy” y “Desafios por amor”, llega el desenlace mas esperado. Conocer a los Irwin ha sido un viaje por el carrusel de sus vidas; donde las emociones, el amor y el desamor han iluminado el camino de todos ellos. ?Estaran preparados para afrontar lo que el destino les depare? El gran nido, una dinastia intensa y seductora desde el principio que no dejara indiferente a sus lectores. TGL

  • Dormido en el alma de Gely Santamaria

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    Lela era una nina feliz, viviendo su infancia en la Espana de la posguerra, pero la vida le empezo a arrebatar cosas, la primera a su madre a los 9 anos, despues al amor de su vida, Ricardo y por ultimo a sus hermanos. Los avatares de la vida la llevaron al otro lado del mundo, separandola de todo y de todos. Ella pensaba que ya no merecia la pena vivir, pero la vida le tenia reservada una gran sorpresa.

  • Los secretos del viento de Angeles Fernandez Marti

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    Klara, una mujer de treinta y nueve anos, seria y organizada, recibe tres noticias que haran que su mundo se tambalee. Su exmarido la invita a su enlace matrimonial, a su madre le diagnostican Alzheimer y su abuelo fue un espia nazi en Fuerteventura.
    A traves de los diarios que le entrega su madre, Klara conocera la infancia y adolescencia de su abuela durante la guerra civil espanola, el gran amor que sintio por Klaus durante la segunda guerra mundial y como eso marco su vida.
    El conocimiento del secreto familiar que siempre le habian ocultado provocara que Klara crezca como persona y se replantee sus creencias y vision de las relaciones familiares.

  • El rio que nos separa de Ngugi Wa Thiong'o

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  • Tu el Yin, yo el Yang de M.j. Massey

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    Os puedo asegurar que esta no es una de esas historias en las que el amor es fantastico. No es una historia de <>. Una de esas historias en las que todo el mundo llora mientras le salen corazoncitos de los ojos. No. Esta es una historia de amor real, como la vida misma. Una historia donde conoci a esa parte oscura de mi misma. Le dije hola sin darme cuenta y, cuando menos lo espere, ya no era esa chica de veintiseis anos que empieza a tener exito en la vida. Retrocedi en el tiempo, a la adolescencia, y mi vida se volvio oscura con el. Pero empecemos desde el principio. Empecemos con el momento en el que mi vida, sin yo saberlo, comenzo a quebrarse a mi alrededor.

  • Amor en el desierto de Maribel Roa

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    Samira Leibe es una mujer como la mayoria de las mujeres de la faz de la tierra, luchadora, segura y enamorada. Sin embargo, un dia todo salta por los aires. Un matrimonio que se esfuma, una inseguridad que se apodera de ella y una batalla de sentimientos que la deja devastada.
    Un dia, su confidente y mi mejor amiga, Cayetana, le propone embarcarse en una aventura, ir a visitar el pais vecino de vacaciones y hacer una ruta por las kasbahs. Sin saber muy bien por que, acepta.

  • El clan de los cazadores (Dhampyr 1) – Karen Delorbe de Karen Delorbe

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    Libro 1o de la trilogia Dhampyr

  • Orlando (Luchador 1) de A.c. Labouche

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    Orlando, un luchador de AMM, cuyo cuerpo duro esta tatuado de la cabeza a los pies. A donde quiera que vaya, los ojos lujuriosos -de hombres y mujeres- suben y bajan por su cuerpo. Pero las mujeres nunca han sido nada para el. A el le gustan los hombres, los tipos duros con nudillos magullados y grunidos seductores.

  • Mal nacido de Francisco Javier Olmedo Vazquez

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  • Un caballero inconveniente de Catherine Brook

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    Inglaterra, 1830 Habian pasado cuatro anos desde que Edwin Allen habia asistido a una fiesta de esas. En general, las semanas campestres de lady Pembroke eran del agrado de toda la sociedad, y bastante anheladas por aquellos jovenes que ya se sentian preparados para entrar en el mundo tragico pero ineludible del matrimonio. El no estaba listo, y dudaba que algun caballero de veinticuatro anos recien salido de la universidad lo estuviese. A menos, claro, que fuese un hombre con un fuerte sentido de la responsabilidad y apego a lo tradicional, virtudes que nadie podria adjudicarle jamas. En realidad, era muy dificil que le adjudicaran alguna virtud. Edwin sonrio ante el pensamiento y tomo un sorbo de la copa, su unica compania en el solitario jardin. Para su gran fortuna, era el baile de inauguracion y todos estaban dentro festejando, por lo que era improbable que lo importunaran. No era que detestase las fiestas o a las personas, solo que el preferia entretenimientos mas interesantes. De preferencia, con mujeres menos recatadas que las alli presentes y caballeros tan bromistas como el. Todavia recordaba la discusion que tuvo con Julian al respecto. --Se que eres un adulto, pero el sentido comun me dicta que no es conveniente dejarte solo en casa --habia dicho su hermano Julian con tono inflexible despues de que Edwin rechazara rotundamente la idea de ir a la semana campestre de lady Pembroke. --Si ese es el unico inconveniente, me quedare en un hotel --habia respondido el, haciendo que en los rasgos de Julian apareciera esa mueca contrariada que tanto le divertia. --No, no es el unico. Estas en edad de empezar a introducirte en sociedad. La aristocracia sabe que te has graduado, les ha resultado toda una sorpresa porque todos juraban que te expulsarian. Han empezado a incluirte en las invitaciones. --Espero que no tengan la absurda idea de que me he reformado, porque de ser asi… --Edwin --habia interrumpido su hermano--, ya no eres un jovenzuelo. --Que haya pasado la etapa de bromas no me hace un caballero respetable. No tengo animos para tratar con gente estirada y damas que parpadean como si los ojos se le fueran a secar solo por no pestanear cada medio segundo. !Por Dios, Julian! Sabes que asistir a esa fiesta en particular es gritar que estas buscando esposa. Soy muy joven para eso. No pienso ir y es mi ultima palabra. Por supuesto, no habia contado con que el conde de Granard, que siempre habia sido mas bien benevolente con el y con su melliza Clarice, se pusiera inflexible en el tema. Habia pocas personas que pudieran obligar al famoso mellizo Allen a hacer algo que no deseaba, y Julian estaba en ese reducido grupo que solo conformaban el y Clarice. El primero porque habia sido lo mas cercano que tuvo a una figura paterna cuando quedaron huerfanos a los siete anos, y la segunda porque era su melliza, su otra mitad, y no habia nada que Edwin no hiciera por ella… aunque moriria antes de confesarselo. Asi pues, valiendose de ese respeto que Edwin le tenia, habia conseguido arrastrarlo hasta alli. Por fortuna, Edwin era el cuarto hijo de un conde y sus posibilidades de heredar un titulo eran casi nulas. De lo contrario, estaria rodeado de jovenes casaderas que lo asfixiarian con sus perfumes de rosas y lo marearian con tanto aleteo de pestanas. No tener una fortuna considerable y ser bastante joven tenia sus ventajas. Cuando todos comprendieran que no se habia regenerado --y el se encargaria de que quedase claro-- todo volveria a la normalidad. La aristocracia dejaria de enviarle invitaciones y darian un paso hacia atras cada vez que lo vieran entrar. Despues de todo, si algo inspiraban los mellizos Allen era cautela, y no era para menos. Todos sabian que fueron los mellizos quienes, a la tierna edad de ocho anos, liberaron a los perros de caza en el almuerzo de lady Milford, y ni que decir de cuando Edwin habia incendiado un salon en Eton --y por eso fue expulsado--. La sociedad estaba siendo demasiado idiota al pensar que un personaje como el se podia reformar. Sabia que algunas matronas estaban desesperadas por casar a sus hijas, pero no era necesario llegar a fantasias absurdas. -- Edwin --susurro una voz suave a sus espaldas. Edwin se tenso y se permitio hacer una mueca de repulsion antes de girarse con una sonrisa algo tensa. --Lady Lydia, que sorpresa. En realidad no lo era en lo absoluto. Sabia que la dama estaba alli: llevaba intentando evitarla toda la noche. Supuso que habia sido demasiado optimista de su parte pensar que podria huir de ella toda la semana. --No sabia que habias regresado. Me alegra mucho volver a verte --dijo con una sonrisa. Edwin admitia que tenia una sonrisa bonita. Lastima que fuera lo unico en su rostro. No habia cambiado en lo absoluto desde la ultima vez que la vio; si acaso se habia vuelto mas fea. Tenia una nariz gruesa, como la de las ilustraciones de las brujas en los cuentos; unos ojos muy grandes y un rostro demasiado redondo. Su cuerpo prometia ser un poco mas tolerable, pero era dificil de descifrar con tantas capas de tela encima. La sociedad no las apodaba a ella y a sus hermanas <> por nada. --Llegue hace poco. Por mas que la cortesia lo exigiera, Edwin no se atrevia a responder con un <>. No solo porque no se alegraba, que ya era una razon muy poderosa puesto que el no solia hacer uso de ese tipo de mentiras, sino porque solo agravaria el problema. Habia pensado que una separacion de cuatro anos lo solucionaria por si solo, pero cuando la joven habia intentado llamar su atencion esa noche supo que habia pecado de ingenuo. --Podrias haberme escrito. Edwin tuvo que contener una mueca. No, definitivamente el problema no se habia resuelto. Habia sido demasiado esperar considerando que era un Allen, un apellido maldito para la sociedad, ya que quienes los portaban vivian entre lios y escandalos. En el caso de los mellizos Allen, y de el en particular, los problemas no los encontraban, sino que ellos mismos, ansiosos de diversion, iban en busca de estos. Sin embargo, en ese caso particular, el problema si lo habia encontrado. !Y vaya problema! Todavia recordaba aquel dia con un escalofrio. Clarice y el estaban haciendo un favor que implicaba el allanamiento de habitaciones privadas durante una fiesta. A punto de ser descubiertos, Edwin habia salvado la situacion haciendose el perdido y pregonando que habia quedado con lord Sheritong para hablar de los terminos del cortejo de su hija. Que diablos iba a imaginar que lord Sheritong se enteraria. Asi fue como termino haciendole la corte a Lydia, que, por mas que el solia mostrarse desagradable, se aferraba a el como su tabla de salvacion. No era de extranar. Ella no tenia mas pretendientes y queria conservar al unico que tenia, asi fuera tolerando sus desplantes. A la larga, a Edwin le habia dado pena la joven y habia dejado de comportarse como un desalmado, pero no habia dudado en aprovechar su regreso a la universidad para poner fin a aquel cortejo tan espantoso. O al menos creyo haberle puesto fin. Aunque las pruebas apuntaran lo contrario, todavia queria creer que la joven se habia acercado a saludarlo solo por amabilidad. Si, eso es algo que ella haria. --Los chismes llegan mas rapido que una carta --apunto Edwin, fingiendo indiferencia--. Y hablando de chismes, no deberias estar aqui fuera mucho tiempo. No es bueno para tu reputacion. Lydia lo miro de una forma extrana, como si no lo comprendiera. --?Te sucede algo, Edwin? Te noto extrano. --Estoy bien. Pero deberiamos regresar… --Hizo ademan de marcharse. Si no se iba ella, tendria que hacerlo el. Una situacion asi era tentar demasiado al apellido Allen. --No entiendo la urgencia. Se que no es correcto, pero ya que nos vamos a casar… Edwin no escucho lo que dijo despues de eso. La insinuacion del matrimonio lo detuvo en seco. ?Casar? ?Se habia vuelto loca? Seguro que si. En cuatro anos podian suceder muchas cosas, y no era por ser cruel, pero el constante rechazo al que Lydia debia haberse visto sometida podia haber afectado sus capacidades mentales. Suponia que era uno de los efectos mas drasticos de saberse una solterona. Algunas se amargaban, otras vivian de ilusiones y unas pocas como lady Lydia mezclaban esas ilusiones con la realidad hasta fusionarla y convertirla en un mundo ideal que solo ella veia, con un caballero solo para ella. Edwin debia dejarle claro que el no podia ser ese caballero. --?Casarnos? Tenia muchas cosas mas que decir, pero la incredulidad lo superaba. La palabra le causaba fobia. Casarse. Asumir responsabilidades. De verdad ella se habia vuelto loca. Tomo un sorbo de licor para tranquilizarse. Lydia lo miro con extraneza. --Antes de marcharte dijiste que cuando regresaras nos casariamos. Edwin casi se atraganta con la bebida. Su piel palidecio dos tonos. El no pudo haber dicho semejante idiotez. Era cierto que mentia con frecuencia para salir de problemas, y tambien recordaba que antes de enfrentar algunos encuentros con ella se tomaba unas cuantas copas para darse valor, pero que lo condenaran si habia prometido semejante cosa. Bajo ninguna circunstancia, ni siquiera borracho, podria haber mencionado algo tan absurdo. Edwin se tomaba muy en serio su libertad. Jamas bromearia con ello. Definitivamente esa joven habia perdido el juicio. --Bueno, esas no fueron tus palabras exactas --continuo ella al ver su expresion de incredulidad. Edwin respiro con alivio. Le alegraba saber que no era el quien estaba perdiendo la cordura--, pero dijiste que necesitabas ir a la universidad para poder ofrecer a la dama con la que te casaras un futuro prometedor. Dijiste que mi padre jamas aceptaria a un don nadie en la familia. Eso si lo recordaba. Si, eso habia sido con exactitud lo que habia dicho, aunque estaba seguro de que la mencion de lord Sheritong habia sido un ejemplo y no una insinuacion. Recordaba haber dicho: <>. Dicho de esa forma si parecia una indirecta, pero !que diantres! Estaba demasiado desesperado por quitarsela de encima.

  • Un amigo seductor, Alina Covalschi de Alina Covalschi

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    Celia se mueve entre lo que es correcto y lo que su corazon le dicta. Un tutor que ha intentado llevarla por el buen camino y un amigo o mas bien un hermano, son todo lo que tiene en la vida.

  • Tu y El (El Juego 2) de Azminda Cangar

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    Kaira sabia que solo era un Juego, que debia seguir las reglas y que en caso de emergencia, debia gritar: “Dite”. No grito, rompio las reglas y se enamoro. Con nuevos jugadores en el tablero y las reglas rotas, decide hacer lo mas seguro para ella. Abandonar el Juego. Owen y Alex, aunque siempre tienen las puertas abiertas para escoger nuevas jugadoras, van contra pronostico y mantienen su apuesta por ella. Con su mejor juego en la mesa, buscan en los nuevos participantes las respuestas. ?El amor tiene cabida en el Juego? Lucharan por ella. por ellos, o moriran de placer en el intento. ?Se acaba el Juego o simplemente cambian las reglas? El Juego: Tu y El. ?Seguimos Jugamos?

  • Manual del terror de Paul Van Loon

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    ?Como saber si alguien es un vampiro?
    ?Existen los zombis de verdad… Y las brujas?
    ?Como se convierte alguien en hombre lobo?
    ?Donde estan las casas encantadas mas famosas del mundo?

  • Mi inocente duquesa de Miranda Bouzo

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    Olive Marse es una espia francesa.
    Nicholas es un espia ingles.
    ?Que puede ocurrir cuando se ven obligados a casarse?

  • Rosy & John de Pierre Lemaitre

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    Jean Garnier es un joven solitario que lo ha perdido todo: su trabajo, tras la muerte misteriosa de su jefe; su novia, en un extrano accidente, y Rosie, su madre y principal apoyo, que ha sido encarcelada. Para dar rienda suelta a su dolor, planea hacer explotar siete obuses, uno por dia, en distintos puntos de la geografia francesa. Despues del primer estallido se entrega a la policia. Su unica condicion para evitar la catastrofe es la liberacion de su madre. El comisario Verhoeven se encuentra ante un gran dilema: ?es Jean un lunatico con delirios de grandeza o una verdadera amenaza para todo el pais?

  • Trilogia completa El escoces errante de Sophie West

    https://gigalibros.com/trilogia-completa-el-escoces-errante.html

    !Las trilogia completa en un solo volumen!
    Tres novelas que narran tres historias de amor y pasion en una Escocia magica y oscura, cuando los antiguos dioses todavia no habian desaparecido de la faz de la Tierra, y los demonios eran combatidos por valientes guerreros.
    Tres historias con un nexo en comun, Kenneth Allaban, un soldado mercenario y vagabundo que alquila su espada al mejor postor.
    Kenneth viaja de pueblo en pueblo y de ciudad en ciudad, ofreciendo sus servicios a quien pueda pagarlos, sin importarle si son de noble cuna o simples vasallos. En sus correrias seduce y es seducido, ahogando el dolor que lo esta consumiendo en el sexo, el alcohol y las peleas. Pero la unica verdad es que despues de cinco anos aun no ha podido olvidar a Seelie, su unico y verdadero amor, que murio en sus brazos, y de cuya muerte se culpa.
    ?Quieres conocer su historia, la de Blake y Maisi, y la de Gavin y Rosslyn?

  • Mientras siga nevando de Iris Romero Bermejo

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    En un ambiente de secretos, asesinatos y misterios, el amor se hara un hueco en los corazones de los protagonistas.

  • Esa sencilla palabra de Cath Crowley

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    Rachel y Henry son amigos desde siempre. Juntos han compartido lecturas y confidencias durante horas en la libreria de la familia de el, la maravillosa Howling Books, en cuyas estanterias habitan las mas hermosas historias. Pero Rachel quiere ser algo mas, y no sabe como decirlo… Para colmo, Henry esta enamorado hasta los huesos de alguien que no le conviene.

  • Jamas en la vida de Fernando Ampuero

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    Historias breves de experiencias cruciales --quince historias, para ser precisos; unas son de corte realista, otras (pocas) de impronta fantastica--, que se proponen indagar en el misterio de la existencia. De esto va Jamas en la vida, la nueva coleccion de cuentos de Fernando Ampuero. Libro ironico, ambiguo, evocativo, donde los personajes traen a su paso un aire liviano pero cargado de significados. Como muchos libros del autor, Jamas en la vida recrea con prosa tersa y sencilla los gozos y penurias del encandilado asombro de estar vivos.

  • El pequeno libro de Bob de James Bowen

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    <>.

  • Cartero de Charles Bukowski

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    Cartero es la primera novela publicada de Charles Bukowski, considerado uno de los autores mas influyentes e imitados de la generacion actual de escritores estadounidense gracias a su particular estilo, propio del realismo sucio y la literatura independiente. Con una prosa plana, sobria y precisa, Bukowski ha producido algunas de las piezas mas hermosas de la literatura contemporanea, no por la belleza de su lenguaje sino por la sinceridad de sus ideas malsonantes que consiguen reproducir magistralmente los ambientes pestilentes y marginales que frecuento durante su juventud. La novela describe, a traves de su alter ego Chinaski, los doce anos que estuvo empleado en una sordida oficina de correos del Servicio Postal de Estados Unidos, hasta que un editor, deslumbrado por su fuerza poetica, le ofrecio cien dolares mensuales de por vida para que dejara el trabajo y escribiera a tiempo completo. Bukowski, con 49 anos encima, decide aceptar y abandona la miserable seguridad de su empleo para escribir Cartero, su primera novela, en menos de un mes. Una satira brillante destinada a convertirse en clasico de la literatura moderna pues gracias al tiempo libre que obtiene con su nuevo trabajo de escritor, el alcoholismo y su adiccion por las carreras de caballos, Bukowski empieza una serie de novelas autobiograficas que lo convertirian, muy a su pesar, en heredero indiscutible de la generacion beat.

  • Vacaciones en el infierno de Catherine Rosell

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    Evan, un policia experimentado, despierta de un terrible sueno solo para enterarse del regreso de su Nemesis.
    El Agape, un despiadado asesino que reaparece 20 anos despues, complicara aun mas su vida.
    La oscuridad aparecio de nuevo en las calles de Ravenville y la lucha sera dura para todos.

  • El chico del tapersex de Sara Lis

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    Julia y Oliver son una pareja joven, apasionada y natural como la vida misma, y tambien, dos personas con caracteres muy diferentes entre si que les hacen chocar en mas de una ocasion.

  • Amores que dejan Marcas de Ruth Lefin

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    Dia a dia, nos encontramos con enunciados en los medios, como: “Mujer fue asesinada por su esposo”, “Nuevo femicidio en la capital”, “Mujer es torturada y corre riesgo vital.

  • Maraton de Brian Freeman

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    Una bomba estalla en pleno maraton en la ciudad de Duluth. El detective Jonahtan Stride se suma a la frenetica busqueda del autor. Alguien asegura haber visto a un joven musulman con una mochila, y pronto se desata la caza al hombre. Pero las cosas son mas complejas de lo que parecen…

  • Tiempo roto de Margot Chamorro

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    Sigue viva entre nosotros la memoria de la Guerra Civil, y tambien la de los largos y crueles anos de la posguerra; una epoca gris y amarga, sobre todo para quienes tuvieron que ver como sus ideales quedaban aplastados. Ese es el tiempo roto del que se nos habla en este emotivo libro. Visto a traves de los ojos de Margot Chamorro, una nina nacida entre los vencidos, es un relato testimonial que, con su apasionada sinceridad, nos llega directamente al corazon.

  • Frio en Velesta de Axel Beiner

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    En el ano 2002, mientras una serie de acontecimientos violentos sacuden la ciudad de Barcelona, los limites del poder se funden en la comisaria de policia Pilar Brausse, una mujer alfa, destinada a dirigir la mejor unidad de elite de la Policia espanola. En Frio en Velesta, el lector se vera inmerso en escenarios prohibidos y descubrira algunos que ni siquiera imaginaba. Observara de cerca como los personajes se desenvuelven con soltura e impunidad, amparados por la ambicion, la venganza y una extrema violencia.

  • Adanmel de Gema Gil Gutierrez

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    Raquel es una joven y brillante ingeniera medioambiental, contratada en una fabrica de quimicos en Irlanda. Un vertido al rio procedente de un deposito ilegal, y un informe detallado del incidente ocasiona el cierre de la fabrica, poniendo su vida en peligro. Salvada de la muerte por alguien que es mucho mas de lo que aparenta ser, descubrira un mundo que ha permanecido oculto durante siglos a la raza humana, y un amor que exigira un sacrificio.

  • El amargo sabor de los recuerdos de Maria Gonzalez Pineda

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    Erika Gerig es una joven dulce y amable que adora la musica latina. Vive en Madrid con sus dos amigas y cada sabado se deja llevar por la magia y el ritmo en la discoteca de turno. Los hombres nunca han tenido mucho peso en su vida, hasta que, por el azar del destino, su coche se estropea en medio de la nada. Un apuesto mecanico, que vive en un pueblo cercano, sera su salvacion.

  • La cancion de los maories de Sarah Lark

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    ?Usted es la senora O'Keefe? William Martyn miraba perplejo a la pelirroja y gracil muchacha que lo habia atendido en la recepcion del hotel. Los hombres del campamento de buscadores de oro le habian descrito a Helen O'Keefe como una senora mayor, una especie de dragon hembra de esos que, con el paso de los anos, vomita fuego. Se decia que en el hotel de la senorita Helen regian normas estrictas. Estaba prohibido fumar, tambien el alcohol y, con mas razon todavia, invitar a personas del sexo opuesto si no se presentaba un certificado de matrimonio. Por lo que los buscadores de oro contaban, uno esperaba una carcel mas que un hotel. A pesar de ello, en aquel lugar no habia pulgas ni piojos, pero si banos para los huespedes. Era esto ultimo lo que habia acabado por convencer a William de hacer caso omiso de las advertencias de sus conocidos. Despues de pasar tres dias en el solar de la vieja granja de ovejas que los buscadores se habian adjudicado como refugio, estaba dispuesto a todo para librarse de los insectos. Incluso aguantaria a la <> Helen O'Keefe. Sin embargo, quien lo saludaba no era en absoluto una dragon, sino una bellisima criatura de ojos verdes, cuyo rostro se hallaba enmarcado por una rebelde melena rizada de un dorado rojizo. En todos los sentidos, era la vision mas agradable que William contemplaba desde que habia desembarcado en Dunedin, Nueva Zelanda. Su animo, por los suelos durante semanas, se levanto de forma instantanea. La joven rio. --No, yo soy Elaine O'Keefe. Helen es mi abuela. William sonrio, consciente de que asi causaba buena impresion. En Irlanda siempre asomaba una expresion de interes en las chicas cuando vislumbraban una chispa de picardia en sus ojos azules. --Que pena. De golpe se me habia ocurrido un anuncio comercial: <> Elaine rio por lo bajo. Tenia un rostro delgado y pequeno, la nariz tal vez una pizca demasiado afilada y con un monton de pecas. --Deberia juntarse con mi padre. No para de inventarse lemas de ese tipo: <>, <>. --Lo tendre en cuenta --sonrio William, memorizando el nombre--. ?Me dara una habitacion? La muchacha vacilo. --?Es usted buscador de oro? Entonces... bueno, todavia quedan habitaciones libres, pero son bastante caras. La mayoria de los buscadores no pueden permitirselas... --?Parezco uno de ellos? --repuso William con fingida gravedad, frunciendo el ceno bajo su abundante cabello rubio. Elaine lo observo con franqueza. A primera vista no se diferenciaba demasiado de los buscadores que veia a diario en Queenstown. Su aspecto era algo sucio y desalinado, llevaba un abrigo encerado, pantalones de montar azules y botas recias. Sin embargo, tras un segundo repaso, Elaine --como buena hija de comerciante-- reconocio la calidad del atuendo del joven: bajo el abrigo abierto se entreveia una chaqueta de piel cara; unos zahones de cuero le cubrian las piernas; las botas eran de primera calidad y la cinta del Stetson de ala ancha era de crin. En total, una pequena fortuna. Tambien las alforjas --al principio las tenia echadas descuidadamente al hombro, pero luego las habia depositado en el suelo, entre las piernas-- parecian elaboradas y caras. Todo ello no era habitual, ni mucho menos, entre los aventureros que llegaban en busca de oro en los rios y montanas de los alrededores de Queenstown, ya que eran muy pocos los que obtenian ganancias. Antes o despues, casi todos abandonaban la ciudad tan pobres y harapientos como habian llegado. Eso tambien se debia a que los hombres, por lo general, no ahorraban lo que ganaban en las minas, sino que corrian a gastarselo en Queenstown. Solo se enriquecian los inmigrantes que se asentaban alli para abrir un negocio. Entre estos se contaban los padres de Elaine, la senorita Helen con su pension y los duenos de establecimientos, como Stuart Peter de la herreria y cuadra de alquiler, Ethan con la oficina de correos y telegrafos y, sobre todo, la propietaria del llamado Hotel de Daphne, un local situado en la calle Mayor, de mala reputacion pero en general aceptado, que albergaba el burdel. William respondio pacientemente y con una sonrisa algo burlona a la mirada apreciativa de Elaine. Esta contemplaba un rostro jovial en cuyas mejillas aparecieron unos hoyuelos cuando el esbozo una mueca con los labios. !Y acababa de afeitarse! Tambien eso era inusual. Los buscadores de oro se limitaban a utilizar la navaja de afeitar cuando Daphne organizaba un baile. Elaine decidio sondear un poco al recien llegado. --Al menos no huele tanto como la mayoria. William sonrio. --Por el momento, el mar ofrece la posibilidad de banos gratuitos. Pero me han dicho que no sera por mucho tiempo, ya que esta llegando el frio. Ademas, segun parece, al oro le agrada el olor corporal. Quien menos se bana es quien mas pepitas extrae del rio. Elaine no pudo evitar reirse. --No deberia seguir usted ese ejemplo o tendra problemas con la abuela. Tome, si quiere rellenarlo... --Le tendio un formulario de registro e intento, con discrecion, espiar lo que William anotaba con pulso firme. Algo tambien poco corriente, pues eran contados los buscadores de oro que escribian con fluidez. William Martyn... El corazon de Elaine dio un brinco cuando lo leyo. Que nombre mas bonito. --?Que he de poner aqui? --pregunto William, senalando una pregunta sobre su domicilio de origen--. Acabo de llegar. Este es mi primer domicilio en Nueva Zelanda. Elaine ya no logro disimular por mas tiempo su interes. --?De verdad? ?De donde es usted? No, deje que lo adivine. Es lo que siempre hace mi madre con los nuevos huespedes. Por el acento se conoce su procedencia... Resultaba facil con la mayoria de inmigrantes, aunque de vez en cuando se cometiesen errores. A Elaine le sonaba casi igual el acento de los suecos, holandeses y alemanes. Pero a los irlandeses y escoceses los distinguia casi siempre, y la gente de Londres era especialmente facil de reconocer. Los expertos hasta lograban precisar de que zona de la ciudad procedian. Sin embargo, William era dificil de distinguir. Parecia ingles, pero aun asi hablaba de forma mas dulce, alargando las vocales. --Es usted gales --aventuro. Su abuela materna, Gwyneira McKenzie-Warden, era galesa y el acento de William le recordaba un poco al de ella. De todos modos, Gwyneira no hablaba ningun dialecto local. Era hija de un noble rural y sus institutrices siempre se habian ocupado de que su ingles careciera de acentos distintivos. William nego con la cabeza, pero sin la sonrisa que Elaine habia esperado. --?Como se le ocurre? --replico el joven--. Soy irlandes, de County Connemara. Elaine se ruborizo. Nunca habria sacado tal conclusion pese a que habia muchos irlandeses en los yacimientos de oro. Ellos, sin embargo, solian hablar un dialecto bastante burdo, mientras que William hablaba de manera distinguida. Como para subrayar su origen, escribio en letras mayusculas su ultima direccion en la casilla correspondiente: Martyn's Manor, Connemara. Se diria que no se referia a la granja de un pequeno campesino, sino a una finca rural... --Bien, ahora le enseno la habitacion --dijo Elaine. De hecho, ella no era quien acompanaba a los huespedes, y menos aun si eran varones. La abuela Helen le habia recomendado encarecidamente que siempre llamara a un sirviente o alguna doncella para cumplir tal tarea. Pero esta vez Elaine hizo de buen grado una excepcion. Salio de detras de la recepcion, caminando tan recta como su abuela le habia dicho que era <>: la cabeza levantada con gracia natural y los hombros hacia atras. !Y nada de abandonarse al balanceo provocador que tanto les agradaba exhibir a las chicas de Daphne! Elaine esperaba que sus pechos, que aun no habian alcanzado la plenitud, y su cintura, desde hacia poco encorsetada y muy esbelta, llamaran la atencion. Detestaba el corse, pero si con ello atraia el interes de ese hombre... William la siguio, contento de ir detras. Apenas si lograba reprimir el deseo al contemplar su elegante silueta, que ya anunciaba unas suaves redondeces en los lugares apropiados. Tras su breve temporada en la carcel, las ocho semanas de travesia posteriores y ahora la cabalgata de Dunedin hasta los yacimientos de oro de Queenstown... hacia casi cuatro meses que ni siquiera se acercaba a una mujer. Desde luego, un tiempo inconcebiblemente largo. Y ya era hora de ponerle remedio. Los hombres del campamento hablaban maravillas de las chicas de Daphne. Al parecer eran bastante bonitas y los cuartos estaban aseados. Sin embargo, a William le atraia mas la idea de cortejar a esa pequena y dulce pelirroja que la de satisfacer en un periquete su deseo en brazos de una prostituta. La habitacion tambien fue de su agrado. Era pulcra y estaba amueblada sobria y esmeradamente con muebles de madera clara. De las paredes colgaban cuadros y ya habia preparada una jofaina de agua para lavarse. --Tambien puede utilizar los banos --senalo Elaine, ruborizandose un poco--. Aunque debe avisar con antelacion. Consulte con la abuela, Mary o Laurie.

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