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?Estas cifras son correctas? -- pregunto Massimo Valenti en perfecto espanol, atenuado por un sutil acento italiano, mientras estudiaba los informes que tenia en la mano. --Si, senor. Las he repasado dos veces --aseguro, con nerviosismo, Javier Alvarez, su director comercial en Espana, desde la pantalla del ordenador. En cuestiones de trabajo, Max preferia las video-conferencias a las llamadas telefonicas. Segun su criterio, no era posible hacer buenos negocios sin mirar a los ojos del hombre con el que trataba. Fruncio el ceno. Aquel documento reducia a numeros las ganancias de las cinco sucursales que su cadena de peluquerias Paradiso tenia en Espana. Eran cifras estupendas; todas, menos una. --?Que problema hay en Paradiso Chueca? --inquirio, extranado--. Si se siguen las directrices de la marca, el exito esta asegurado. ?Acaso el encargado es un incompetente? --No creo que se trate de eso, senor. De hecho, ya hemos cambiado tres veces de encargado pensando que ese podia ser el problema --aclaro Javier--. Acabamos de darle el puesto a otra persona que ha mostrado ser muy competente y ambiciosa, pero mucho me temo que el resultado va a ser el mismo. --?Por que dices eso? --Vera, senor, la competencia... --?Competencia? Paradiso no admite competencia --gruno, tajante, mientras golpeaba la mesa con la palma de la mano--. Invariablemente, cuando abrimos una de nuestras peluquerias, las que estan en la misma zona acaban por desaparecer. Yo mismo hice el estudio de zona antes de abrir esa sucursal en la plaza Chueca hace dos anos y, que sepa, la unica peluqueria cercana era un tugurio de mala muerte; no recuerdo ni su nombre, pero a estas alturas ya deberia de haber quebrado. --Si, senor, y se arruino. Pero el local fue traspasado a una pareja joven que monto una nueva peluqueria. Se llama Pecado Original y ya no es lo que se dice un tugurio de mala muerte -- explico Javier, removiendose en su asiento--. Reformaron el local y ahora... --?Me estas diciendo que la peluqueria que nos hace la competencia abrio sus puertas despues que la nuestra y, aun asi, consiguio quedarse con la clientela de la zona? --inquirio, con una voz tan suave que resulto amenazante, y tuvo la satisfaccion de ver como su empleado se encogia en el sillon pese a que tenian el mar Mediterraneo de por medio.
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adriana rubens