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Cassidy espero. La senora Sommerson lanzo el tercer vestido que rechazaba a sus brazos. --Simplemente, no me gusta --musito la senora Sommerson mirando con el ceno fruncido un vestido de lino azul oscuro. Tras un momento de consideracion, aquel vestido se sumo a la pila que cargaba Cassidy en brazos. Aun asi, la dependienta intento no perder la paciencia. Tres meses despues de comenzar a trabajar en The Best Boutique, tenia la sensacion de que habia aprendido a ser paciente, pero no habia sido facil. Obedientemente, siguio a la corpulenta senora Sommerson a otro de los expositores de vestidos. Al cabo de veinte minutos de permanecer a su lado como si fuera un perchero, penso que aquella paciencia que tan duramente habia adquirido estaba seriamente danada. --Me probare este --anuncio por fin la senora Sommerson, y se dirigio hacia los probadores. Musitando pasar si, Cassidy comenzo a colgar los vestidos descartados. Se apreto una de las horquillas que llevaba en el pelo con un gesto de irritacion. Julia Wilson, la propietaria de la tienda, era muy estricta en todo lo referente a la limpieza y el orden. No permitia que cayera un solo pelo por los hombros de sus empleadas. Era una mujer ordenada, disciplinada y falta de imaginacion, concluyo Cassidy, y arrugo la nariz mirando el vestido de lino azul. Desgraciadamente, Cassidy era una persona desorganizada, imaginativa y no demasiado ordenada. Su pelo era el epitome de su personalidad. Tenia matices rubios y castanos que se fundian en un tono similar al del dorado de un cuadro antiguo. Era una melena larga y tupida que protestaba al verse constrenida a los confines impuestos por las horquillas que continuamente se le resbalaban. Al igual que la propia Cassidy, su melena era ingobernable y tozuda, pero tambien suave y fascinante. De hecho, habia sido el atractivo poco convencional de Cassidy el que habia favorecido su contratacion. La experiencia no figuraba entre sus cualificaciones para el trabajo. Julia Wilson habia reconocido en ella una publicidad en potencia para su mercancia. Sabia que, en un cuerpo alto y esbelto como el de Cassidy, resaltarian los colores intensos y el estilo de su linea mas atrevida. Indudablemente, su rostro tambien era un extra. Julia no estaba segura de que pudiera describirsela como bella, pero sabia que tenia una cara llamativa. Era una mujer de facciones marcadas y angulosas, innegablemente aristocraticas. Las cejas se arqueaban sobre unos ojos rasgados, unos ojos que parecian enormes en un rostro estrecho y eran de un color sorprendentemente violeta. Julia habia visto en el rostro, el tipo y la bien modulada voz de Cassidy todas las referencias que necesitaba para el trabajo, pero habia insistido en que se recogiera el pelo. Cuando lo llevaba suelto, imprimia una sensualidad excesiva a sus facciones aristocraticas. Apreciaba la juventud de Cassidy, su inteligencia y su energia. Sin embargo, poco despues de contratarla, habia descubierto que no era tan moldeable como su edad sugeria. Tenia, pensaba Julia, una desafortunada tendencia a olvidar cual era su lugar y a mostrarse excesivamente amistosa con las clientas. En mas de una ocasion, la habia visto hacer alguna pregunta impertinente o dar un consejo innecesario. De vez en cuando, sonreia como si estuviera disfrutando de una broma secreta. Y a menudo, demasiado a menudo, de hecho, sonaba despierta. Julia habia comenzado a tener serias dudas sobre la idoneidad de Cassidy para el puesto. Despues de devolver a su lugar los vestidos que la senora Sommerson habia descartado, Cassidy se dirigio a los probadores. Desde alli podia oir el debil susurro de las telas. Al estar ociosa, su mente hizo lo que hacia invariablemente cuando tenia oportunidad: volo hacia el manuscrito que estaba esperandola sobre el escritorio de su apartamento. Hasta donde le alcanzaba la memoria, escribir siempre habia sido su sueno. Durante los cuatro anos de universidad, habia estudiado seriamente el oficio. A los diecinueve anos, se habia quedado sin familia y con muy poco dinero, de modo que, mientras aprendia la disciplina y el arte de la profesion elegida, habia tenido que aceptar todo tipo de trabajos. Entre los estudios y el trabajo, Cassidy apenas habia disfrutado de tiempo libre. Y habia renunciado incluso a esos escasos ratos para trabajar en su novela. Para Cassidy, escribir no era un trabajo, sino una vocacion. Habia orientado toda su vida hacia ese objetivo, dejando apenas espacio para otro tipo de ataduras. La gente le fascinaba, pero habia pocas personas con las que tuviera una relacion estrecha. Le gustaba escribir sobre relaciones complicadas, pero apenas tenia conocimientos de primera mano sobre el tema. Lo que daba calidad y profundidad a su trabajo era su aguzado talento para la observacion y la extraordinaria profundidad de sus sentimientos. Durante gran parte de su vida, habia podido volcar esos sentimientos en su obra. En aquel momento, un ano despues de su graduacion, continuaba aceptando todo tipo de trabajos para pagar el alquiler. Su primer manuscrito continuaba yendo de editorial en editorial, mientras que el segundo iba cobrando vida lentamente. Cuando la senora Sommerson abrio la puerta del probador, la mente de Cassidy estaba completamente absorta en la reelaboracion de una escena dramatica. Al ver a Cassidy frente a ella con actitud sumisa, asintio con gesto de aprobacion. Incluso parecio pavonearse. --Este me queda muy bien, ?no te parece? La eleccion de la senora Sommerson era un vestido de color rojo fuego. El color, advirtio Cassidy, resaltaba su cutis rubicundo, pero hacia un bonito contraste con su melena negra. En realidad, el vestido le habria quedado mucho mejor si la senora Sommerson hubiera sido un poco mas delgada, pero, aun asi, Cassidy le veia posibilidades. --Atraera muchas miradas, senora Sommerson --le dijo tras un momento de consideracion. Con algunos accesorios, decidio, la senora Sommerson podria tener un aspecto magnifico. Sin embargo, la seda se tensaba sobre sus anchas caderas. Necesitaria una faja bien firme, diagnostico, o una talla mayor. --Creo que tenemos una talla mayor --musito, pensando en voz alta. --?Perdon? Cassidy estaba tan concentrada en sus pensamientos que no se fijo en el peligroso arqueamiento de cejas de la clienta. --Una talla mas --repitio amablemente--. Este le queda un poco ajustado en las caderas. Una talla mas le quedara perfectamente. --Esta es mi talla, jovencita --el enorme pecho de la senora Sommerson se elevo y cayo de nuevo al ritmo de su respiracion. Concentrada en resolver el problema de los accesorios, Cassidy sonrio y asintio. --Yo diria que quedaria bien una gargantilla de oro --se dio unos golpecitos con el dedo en el labio inferior--. Ahora, dejeme ir a buscar un vestido de su talla. --Esta --insistio la senora Sommerson en un tono que atrajo toda la atencion de Cassidy-- es mi talla.
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