Ver todos los libros de: Noni Garcia
Antonio miraba el mar de la playa de Matalascanas con pesar mientras los rayos del sol banaban su cuerpo. Desde que dos anos atras, en aquel mismo lugar, una noche de luna llena, aquel malnacido hubiera apunalado a David provocandole una muerte instantanea, no habia sido capaz de volver. Siempre habia sido la preferida de ellos, donde se conocieron hacia algo mas de un lustro, donde dio comienzo una historia de amor tan maravillosa que dudaba mucho que nunca volviera a repetirse. No se habia cerrado al amor, habia tenido algun que otro encuentro en esos dos anos, pero todos eran comparados con David y no le duraban mas de unas semanas. Ivan, el joven socorrista de Proteccion Civil, que apenas llevaba trabajando un par de semanas alli, ayudaba a un anciano a salir del agua cuando un chico de unos treinta anos, con un cuerpo digno de un dios del Olimpo, llamo su atencion. El hombre giro la cara y sus miradas se encontraron. Ivan sintio que el mundo se paraba, que nada existia entorno a ellos, y supo que cupido habia lanzado una flecha directa a su corazon. O asi lo definirian las novelas romanticas que le gustaba leer, el pensaba que se trataba de un deslumbramiento. Volvio a su puesto y paso horas observandolo en silencio, hasta que su turno termino y decidio que era un buen momento para darse un bano. El calor asfixiante de aquel infernal mes de julio invitaba a hacerlo, y el pensaba aceptar la invitacion. Antonio salia del agua cuando vio que entraba el joven socorrista que vio ayudando al anciano. Miro su cuerpo de arriba abajo. Era alto, de constitucion ancha, no estaba gordo, pero era grande, no era un hombre musculado, aunque si se le veia bastante fuerte. Le gusto lo que estaba viendo y decidio volver a entrar en el agua. No habia ningun signo evidente de que fuera gay, mas su radar le decia que si lo era. Nado durante unos minutos antes de acercarse a el, tenia que buscar algun pretexto con el que entablar conversacion, y lo encontro al posar su mirada en el chiringuito de la playa. Lo conocia de sobra, su tio era el dueno, pero el joven no lo sabia y eso jugaria a su favor. --Perdona, ?tienes un momento? --le pregunto cuando llego a su altura. --Si, dime... --Ivan no podia creer que el hombre que le habia robado el aliento se estuviera dirigiendo a el. --He visto antes que trabajas aqui y queria preguntarte: ?sabes que tal se come en el chiringuito? --Muy bien. Yo suelo comer ahi cuando no tengo ganas de cocinar. --Genial. Entonces me acercare cuando salga. --Haces bien. Seguro que te encantara. No eres de aqui, ?verdad? --Si, soy de aqui, pero hace mucho tiempo que pisaba esta playa. --Ya sabia yo que no te habia visto antes. Mi nombre es Ivan. --Encantado, Ivan. Yo soy Antonio. Unieron sus manos y sintieron la conexion que habia entre ellos. Ivan penso que esa era una despedida, Antonio quiso que no se fuera. --?Y hoy tienes ganas de cocinar? --Casi nunca tengo ganas de hacerlo. --Los dos rieron, aun con las manos unidas. --?Puedo invitarte a comer? --Solo si puedo invitarte esta noche a tomar una copa --contesto Ivan, guinandole un ojo y sacando su sonrisa mas picara. --Acepto. Salieron del agua, se secaron un poco, cogieron sus cosas de la arena y fueron al chiringuito. Compartieron una comida entre risas y anecdotas, y Antonio agradecio que su tio no estuviera por alli, era el unico que podia descubrirle la mentira que habia contado a Ivan. Se despidieron tras el cafe, intercambiaron numeros de telefono y quedaron en verse a las diez, para cenar y salir a tomar unas copas. Antonio lo vio marchar. Si bien le sacaba unos buenos ocho anos, no era algo que le importara mucho. Sabia que podian pasar un buen rato de cama y le habia gustado su frescura y alegria. 2 La noche llego, la cena paso, las copas los acompanaban en el local de moda y ninguno de los dos queria seguir con aquel tonteo que tanto los estaba calentando. Antonio dio el paso. Con una mano tomo la cintura de Ivan, con la otra su cuello, se acerco a el y lo beso con cautela, como pidiendo permiso, hasta que el respondio invadiendo su boca con una lengua ardiente que lo volvio loco. --?Nos vamos? --pregunto Antonio, separandose de Ivan. --Si. --?A tu casa o a la mia? --A la tuya, comparto piso con dos chicas. Salieron del local de la mano, caminaron entre besos y caricias hasta llegar al coche, donde se dedicaron nuevas caricias. Antonio se aparto de el, debia mantener la calma o darian un buen espectaculo en mitad de aquella concurrida calle. Cuando llegaron a su casa, fueron directos a la habitacion, no habia tiempo de ensenarle cada estancia, la excitacion estaba consumiendolos, la lujuria exudaba de cada de sus cuerpos. Con un ansia desmedida, se deshicieron de la ropa, tirandola en cualquier lugar, eso era lo que menos importaba en ese momento. Lo unico que querian era perderse el uno en el cuerpo del otro, disfrutar de un orgasmo que los dejara exhaustos... O dos... O tres... Ambos se deleitaron mirando, degustando con los ojos, a la persona que tenia delante. Unieron sus labios, sus cuerpos, rozaron sus erectas pollas y suspiraron al sentir el contacto. --Soy activo --dijo Antonio entre besos. --Estamos de suerte. Soy pasivo --respondio Ivan a su pregunta velada. Antonio lo tumbo en la cama, se subio sobre ella, devoro su boca, su lengua paseo por su pecho desnudo, y rozo el bello que cubria su torso con la nariz. Le encantaba el cosquilleo que provocaba, le gustaban los hombres con pelo, ese que escaseaba en el. Beso su falo y lo lamio hasta casi llegar al glande. --?Estas sano? --pregunto casi susurrando debido a la excitacion. --Si, ?por que? Antonio no respondio, simplemente engullo su verga hasta que toco su garganta, provocandole una arcada y haciendo que un gemido ronco brotara de la garganta de Ivan. La succiono una y otra vez, hizo que entrara y saliera de su boca a un ritmo demencial, para despues abandonarla y buscar en la mesita de noche un condon y un bote de lubricante. Ivan se dejo hacer, se dejo llevar. Volvio a sentir los labios de Antonio rodeando su miembro, la humedad de su lengua degustando su placer, esa pequena gota de fluido preseminal que acababa de disparar. Noto el dedo banado de lubricante acariciando la rosada entrada de su ano, pujando por entrar en el, y se relajo para que el acceso fuera mas facil. Instantes despues un segundo lo acompano. Jugo dentro de el, entrando y saliendo, rotando, abriendo y cerrando, dando de si el lugar para que la penetracion pudiera llevarlo a tocar las estrellas. Ivan tiro del pelo de Antonio, haciendo que abandonara su polla. Su mirada, llena de lujuria, lo enloquecio y lo deseo aun mas dentro de el. --No me tortures mas. !Follame ya! Antonio se incorporo, rozo su ereccion la de el, mordio su labio inferior, se separo de el, rasgo el envoltorio del preservativo y se lo coloco ante su atenta mirada. Coloco un cojin debajo de sus caderas, abrio bien sus piernas y lo penetro poco a poco hasta estar completamente dentro de el. Espero unos segundos, era consciente del grosor de su verga, y sabia que tenia que habituarse a ella. Le dedico unos suaves besos en los labios para que se relajara aun mas, sus lenguas se enredaron en un cadencioso baile que casi les hizo olvidar lo que estaban haciendo. Ivan aparto su rostro, acunandolo con sus manos, y asintio con la cabeza dandole a entender que estaba listo. Fue lo unico que necesito Antonio para empezar a embestirlo con suavidad, hasta que la lujuria lo cego, haciendo que un ritmo infernal los hiciera disfrutar de un baile de placer a los dos. Ivan recibia con gusto los golpes certeros en su prostata con cada envite. Retorcio las sabanas con los punos cuando el placer empezo a dominarlo, y se corrio haciendo que su placer chorreara por el vientre de los dos. Poco despues, Antonio se quedo inmovil y pudo sentir los espasmos que su orgasmo estaban provocando en su falo. Salio de el, se tumbo a su lado y con el dorso de su mano limpio el sudor que perlaba su frente. Miro a Ivan, tenia los ojos cerrados y aun tenia la respiracion agitada. Era guapo, mas de lo que se habia fijado en un primer momento y su poblada barba le daba un toque de hombre tosco, justo como siempre le habian gustado los hombres. Rudos y fuertes, pero rendidos en la cama. --?Lo has pasado bien? --quiso saber Antonio. --La duda ofende --contesto Ivan tomando con un dedo unas gotas de semen. --?Puedo confesarte algo? --Si. --El dueno del chiringuito es mi tio. Lo de esta manana fue una excusa para acercarme a ti. --Lo se --confeso Ivan, dejandolo perplejo. --?Lo sabias? --pregunto sorprendido. --Esta manana no, pero, cuando nos despedimos tras la comida, mi hermana nos vio y me lo dijo.
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