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Valentine Nils... ?Un asesino? Se supone que el objetivo de la Black Gala es recolectar fondos reuniendo a varias estrellas vestidas de negro. En todo caso, eso es lo que contaran, a partir de manana temprano, las paginas de las revistas de espectaculos y los sitios de Internet que no tendran nada mejor que decir. Pero en ningun lado estara escrito que este evento de caridad mando muy lejos mis creencias mas profundas. Y sin embargo, siento como si estuviera presenciando uno de esos momentos clave, cuando uno todavia no sabe que direccion tomara su vida, pero que puede presentir desde ahora que dara un giro radical. Justo ahi, en medio de la noche y del vestibulo lleno de gente, Milo acaba de acusar a Nils de asesinar a una rica heredera… y por lo tanto, de tener las peores intenciones conmigo. El primero ha bebido ligeramente de mas, o por lo menos lo suficiente para tener el valor de enfrentar a su rival. El segundo no temblo ni un instante: eligio huir en vez de defenderse. Mientras que lo miro alejarse, con el corazon hecho pedazos y el estomago hecho nudo con miles de preguntas, Milo se burla a mi lado, con una voz demasiado fuerte y gestos sin control: - !Valentine, abre los ojos, maldita sea!! !Ni siquiera intenta negarlo! !Le abriste la puerta a ese hombre, le confiaste toda tu vida sin siquiera saber nada de el! Sus palabras entran en mi cerebro, lentamente, como un suero de la verdad ardiente. Luego el Vikingo da media vuelta, a veinte metros de alli. Su mirada gris acero me fusila. Le bastan algunos pasos, inmensos y agiles, para venir a plantarse frente a mi. Cerca, muy cerca. Su figura de iceberg me domina, sus ojos glaciares me petrifican, su aliento fresco se filtra entre mis labios abiertos, y su voz grave llega hasta mi como una ola poderosa, devastadora. - No voy a justificarme frente a ese idiota. Si quieres la verdad, sigueme. Dos frases, trece palabras. Es todo lo que se necesito para que la ola me arrastrara con el. Nils me ha salvado la vida dos veces ya, me siento obligada a darle una oportunidad. Una sola. Dejo ahi a Milo, Aina, Roman, Charlie y sus ojos redondos, inquietos, furiosos. Tomo la salida, recorro la alfombra roja desierta, atravieso la calle sin mirar, sigo a mi bodyguard en traje negro, que camina frente a mi, sin voltearse jamas, seguro de que lo estoy siguiendo. Nils se detiene frente al auto negro que nos trajo hasta aqui y golpea con la palma de la mano la ventanilla delantera. Dos veces. Ted, el chofer, sale precipitadamente ajustandose el gorro en la cabeza. Mientras llego hasta ellos, veo al coloso rubio dejandole un billete de cien dolares sobre el torso antes de murmurarle, suavemente pero con firmeza: - Toma un taxi. Ahora. Luego Ted se va y Nils se sienta detras del volante. Azota la portezuela con un gesto brusco que me parecio decir: << !Tu, la princesa, sentada! !Aqui! !Y pronto! >> Jamas dejaria que un hombre me hablara con ese tono, que me diera ordenes como si fuera un perro, pero aun asi obedezco. Como hipnotizada. Tomo el asiento delantero, el del copiloto, preguntandome si estoy cometiendo la peor estupidez de mi vida, si este hombre con modales de cavernicola va a dejarme muerta en la cajuela de este auto, o a hacerme firmar un seguro de vida para poder recibir una enorme suma despues de degollarme. Y comienzo a esperar que por lo menos hagamos el amor antes. Esta vez es seguro, estoy desvariando. Nils cierra con seguro el auto desde el centro de control pero no enciende el motor. Se desamarra la corbata mirando directo hacia el frente y rodea su mano con la tela como si fuera la venda de un boxeador. Me estremezco. Pero extranamente, no tengo miedo. Tengo frio, calor, nauseas, pero miedo no. Me jalo el vestido (definitivamente demasiado corto) y su voz grave resuena en la cabina como un cerro partiendose. - De Clare no sabe nada de esa historia. Fue uno de los tantos fracasos de mi padre, a quien tuve que rescatar moviendo mis relaciones en la policia. Samuel recien acababa de salir de la carcel. Tuvo la genial idea de hacerse mantener por una mujer tan vieja como rica. La sedujo. La convencio de que modificara su testamento a su favor. Y con eso pensaba asegurarse un futuro tranquilo. Solo que la abuelita murio en un accidente sospechoso poco tiempo despues. Mi hermano no tuvo nada que ver con eso. Pero unos investigadores demasiado dedicados a su trabajo y demasiado idiotas concluyeron que habia sido asesinato sin ir mas lejos. Sam no tenia coartada, sus motivos parecian evidentes y, con su historial de fraudes, todo lo acusaba. Yo era policia, asi que hice lo posible para evitarle la cadena perpetua. Por mi parte, no fui acusado de nada. Me vi envuelto en ese problema para salvar el trasero de mi hermano. Como siempre. Eso todo lo que hay que saber. - De acuerdo… – farfullo con una voz casi inaudible. - Otra cosa: la proxima vez que Milo de Clare se divierta mandandome a investigar por un detective privado, recuerdale que conozco a todos los de aqui. - OK... – asiento estremeciendome. Siento la mirada de Nils recorriendo la carne de gallina por mis brazos, mis muslos desnudos. Eso me perturba pero no basta para calentarme. No se que pensar, que sentir, ni siquiera por que tengo tanto frio. Solo quisiera que dejara de mirarme, para poder pensar. - Y una ultima cosa – murmura el gigante frio a mi lado – ese vestido es definitivamente demasiado corto. El se inclina hacia el frente, recarga la mandibula sobre el volante, se quita el saco con un gesto sutil y luego lo extiende sobre mi como una cobija. Este es tan grande, tan largo, que logra cubrirme de los hombros a las rodillas. Me acurruco en el y me dejo ir contra el reposacabezas. Mi cerebro en ebullicion se tranquiliza por fin. Le creo a Nils. Creo que le creo. Digamos, en un 9 9 ,9 %. La minuscula duda que subsiste en el fondo de mi me permite solamente permanecer alerta, no ceder totalmente ante su voz hechizante, su mirada fascinante, sus gestos protectores, su aplomo infalible (y totalmente exasperante). Me siento aliviada de que me haya dado esa explicacion sin rodeos, sin que necesitara pedirsela, sin dejar preguntas sin respuesta. Tengo las ideas claras. Durante algunos segundos, estuve a punto de creer que el disfraz de Vikingo irresistible escondia a un espia, un manipulador, o peor aun; a un asesino. Todavia no se lo que se encuentra debajo de la armadura, pero eso no me preocupa. Ya no. Casi. - ?Tienes algo que decir? – me pregunta abriendo los botones de sus punos, antes de enrollarse metodicamente las mangas de la camisa. - Si – digo recobrando por fin el animo. – Gracias por no haber destrozado a Milo. - Ni sus huesos ni su ego lo hubieran soportado – se burla Nils abriendo y cerrando los punos, como si estos se lo hubieran pedido. – ?Alguna otra cosa? - Si. Deja en paz mi vestido – anuncio muy seriamente, sosteniendo su mirada. Los ojos de niebla dejan los mios para ir a rozar su saco negro, ahi donde mis muslos desnudos se cubren (y se estremecen, pero Nils no necesita saber eso). - Si quieres regresar a esa gala, te espero aqui – declara mirando al vacio, con una sonrisa sobre los labios. - No, regresame a casa – decido, encendiendo yo misma el auto. - Sabia decision – concluye, aparentemente satisfecho. Mi bodyguard conduce en silencio hasta la mansion Cox. Me dejo arrullar por el suave ronroneo del comodo auto. Me dejo invadir por mi propio calor bajo el saco de Nils y por un sentimiento extrano, mezcla de serenidad, tension, seguridad y vulnerabilidad. A medida que dejamos la animacion nocturna de L.A. para entrar en la quietud de Santa Monica, me repongo suavemente de mis emociones, respondo los mensajes enloquecidos de Aina para tranquilizarla, vuelvo a pensar en Milo y su prisa por quitar al coloso de su camino (sin duda con buenas intenciones). En este instante, tal vez mi vida ha dado un giro. Pero no el que temia. Confio en mi chofer para hacerse cargo del camino y me duermo contra la ventanilla. Nils me cargo del auto hasta mi habitacion, sin despertarme, todavia abrigada con su saco. El me coloca delicadamente de pies, justo frente a la puerta, sin invitarse a entrar a mi mundo. Le resoplo un gracias y le regreso su saco. El me sonrie. Con un ligero tono de burla en su voz grave, murmura: - Puedes darme tu vestido tambien, si quieres. - ?Para que lo conviertas en confetti? No gracias. - No... Finalmente, creo que podria quedarme bien… – me provoca comiendome con la mirada, de arriba hacia abajo. - Ni siquiera lo intentes – susurro, sintiendome flaquear. - Buenas noches, princesa consentida. El Vikingo se burla en silencio y se va, caminando hacia atras, en medio de la obscuridad. Bien pudo haberlo intentado un poco mas. ?Puede ser que se de la media vuelta, como en la Black Gala? ?Puede ser que espere que lo alcance esta vez? Pero Nils se voltea y se aleja, con el saco colgado de un dedo sobre su hombro. Y mierda, nuevamente tengo frio.
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