• mi hermanastro es un highlander pdf - Olivia Kiss

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    Samantha resoplo --por octava vez aquella tarde-- cuando por la megafonia del avion informaron de que estaban a punto de atravesar una zona de turbulencias. Aun no entendia que diablos estaba haciendo en aquel avion. Como se habia dejado convencer para atravesar el Atlantico para asistir a la enesima locura de su madre en los ultimos siete anos. Mas en concreto... a la tercera boda de su madre en los ultimos siete anos. A Samantha le costaba identificar a la mujer que ocupaba el asiento contiguo al suyo con la madre que la habia criado durante los primeros dieciseis anos de su vida. Connie Ross habia sido una mama de pelicula. Literalmente. De esas que se utilizan como topico en el cine y las series de television. Horneaba galletas para las fiestas escolares, era la presidenta de la Asociacion de Padres, llevaba a Samantha tres dias a la semana al entrenamiento de gimnasia ritmica y estaba, ademas, siempre de buen humor. Y guapa. Muy guapa, tambien. Cuando a Samantha le quedaban un par de anos para acabar el instituto y matricularse de Arquitectura en Harvard, su madre dio la sorpresa. Se habia enamorado de su profesor de salsa y queria el divorcio. Samantha y su padre se quedaron tan impactados que tardaron algunas horas en darse cuenta de que no era una broma. Y si a Samantha alguien le hubiera preguntado si preferia quedarse a vivir con su padre o marcharse con su madre... estaba segura de que habria elegido permanecer en la vivienda familiar, en la que habia crecido, junto a su padre, que era un hombre formal pero divertido, un arquitecto de prestigio cuyos pasos sonaba seguir su unica hija. Pero es que nadie le dio opcion. Connie, segun sus propias palabras, queria <>. Seguramente su intencion no era mala al decir aquello, incluso Samantha entendia en parte a que se referia, pero... tardo anos en perdonarla. Irse a la universidad fue una liberacion. Su padre habia quedado destrozado despues del divorcio, perdido sin la presencia del amor de su vida. Ademas de que ni siquiera sabia donde guardaba los calcetines. Cuando Samantha comprobaba su inutilidad domestica, a veces tenia tentaciones de comprender a su madre. Pero se le pasaban pronto. Ella se convirtio en la sustituta de su madre al frente de la casa, a pesar de que solo era una adolescente cuando aquella responsabilidad le cayo sobre los hombros. Pero todo compenso cuando se fue a Harvard. Alli vivio un ano en una residencia de estudiantes, donde conocio a Amy y Lisa, que a partir del segundo curso se convirtieron en sus companeras de piso. En Harvard estudio mucho, pero tambien disfruto, aprendio bastante sobre la vida y acabo de definir lo que queria hacer con su futuro: regresar a Nueva York, entrar a trabajar en el estudio de su padre y utilizar el fideicomiso de su abuela para comprarse un apartamento bonito en Manhattan. Acababa de cumplir los veintitres, pero nadie podia negarle que el resto de su vida estaba perfectamente planificado. --?De verdad no quieres una copa de champan? --Connie la distrajo de sus pensamientos --. !Es gratis! Edward se ha portado fenomenal pagandonos el pasaje en primera clase, ?no crees? --De maravilla --le respondio, con una mueca sarcastica. Sus dos maridos anteriores tambien habian sido <> hasta que dejaron de serlo--. Pero no bebo, mama, no se cuantas veces tengo que decirtelo. --?Ni siquiera cuando es gratis? Samantha miro a su madre durante unos segundos. Retuvo en la punta de su lengua una respuesta mordaz y se limito a contestar con un resoplido, coger la almohada que la azafata le habia dado al entrar en el avion y recostarse contra la ventanilla. Sabia que no dormiria --nunca lo lograba en los aviones--, pero fingiria si hacia falta durante las seis horas que aun restaban para aterrizar en Edimburgo. Samantha habia asistido a la segunda boda de su madre, la primera despues de dejar a la familia. Habia sido con aquel bailarin cubano y la celebracion no habia estado mal, pero el matrimonio duro exactamente diecisiete dias. Asi, al modo de las famosas que se casan en Las Vegas en una locura de amor. Cuando, dos anos despues, le comunico que volvia a casarse, Samantha alego un examen importantisimo en la facultad y se salto el trance de volver a ver a su madre haciendo el ridiculo. Y aun no sabia como habia logrado convencerla para asistir a esa tercera boda. Desde luego, si hubiera sabido antes de aceptar que la boda se celebraria al otro lado del mundo, su respuesta habria sido un rotundo <>. Que se le habia perdido a ella en Edimburgo, se preguntaba Samantha mientras aquel avion se meneaba de un lado a otro en su vuelo sobre el Atlantico. A ella ni siquiera le gustaba Europa. Samantha era cuadriculada, en todos los sentidos posibles del termino. Le gustaban las cosas ordenadas, las ciudades como Manhattan, que componen una cuadricula perfecta sobre el suelo. Ella misma aseguraba que era capaz de atravesar las doce avenidas con los ojos cerrados, sabiendo los pasos exactos que separaban una manzana de otra. Habia viajado en sus anos de estudiante y no habia logrado enamorarse de Paris, Londres ni Roma como lo habian hecho sus amigas. No le gustaban sus callejuelas estrechas, los incomodos adoquines, la piedra envejecida. Ella habria construido el mundo entero en madera clara, acero y cristal. En blanco, negro y gris. Habia leido algo sobre Edimburgo cuando se habia enterado de que la boda se celebraria alli. Se habia emocionado un poco al saber que la ciudad se dividia en la Ciudad Vieja y la Ciudad Nueva, pero su gozo habia caido directo al pozo de la desilusion europea al descubrir que la Ciudad Nueva databa del siglo XVIII. ?Pero de cuando era la Vieja, entonces? ?De la Prehistoria? --?Sabes en que barrio esta nuestro hotel? --le pregunto a su madre en cuanto su iPad consiguio conectarse a la wifi del avion. No tenia sentido seguir fingiendo que dormia si podia dedicar un rato a navegar por internet. --?Hotel? --Su madre estallo en una carcajada--. ?Que hotel? --El hotel en el que nos alojaremos, mama. ?Que hotel va a ser? --?Pero tu te crees que Edward va a permitir que nos alojemos en un hotel? !Nos quedaremos en su casa! --No, no, no, no. --Una migrana. Eso estaba naciendo en las sienes de Samantha mientras iba recibiendo nuevas informaciones sobre el viaje. La entrega de su proyecto final de master la habia tenido demasiado distraida en las semanas anteriores y no habia podido supervisar todos los detalles con el celo habitual en ella--. Yo no me voy a alojar en casa de un hombre al que apenas conozco. Dime ahora mismo la zona en la que esta su casa y busco un hotel cercano. --Espera que lo busco. --Connie abrio su agenda y leyo--: Clashindarroc. --?Clashindarroc? ?Eso es la calle? --Debe de ser. Samantha hizo una busqueda en su tablet. Y despues otra. Y otra mas. A la cuarta se convencio de que no fallaba Google, sino la informacion que le habia proporcionado su madre. --Segun Google, Clashindarroc es un pueblo a unas tres horas en coche de Edimburgo. --Ah, si, claro. Donde esta el castillo. --?Que castillo? --A Samantha le costaba dilucidar si su madre se habia pasado con el champan o, simplemente, era asi. --El castillo donde se celebrara la boda. --??Vais a casaros a tres horas de donde nos alojamos?? ?Pero a que hora vamos a tener que levantarnos? --No entiendes nada. --Connie puso los ojos en blanco, como si no fuera ella la de la informacion deficiente, sino Samantha a la que le costaba pillarlo--. El castillo es la casa de Edward. Bueno, no la de el exactamente, sino la de su familia, desde hace algo asi como tres o cuatro siglos. El ahora vive en Edimburgo en un apartamento, pero quiso que la boda se celebrara alli porque... --Mama, para. --Samantha no queria gritar. Ella nunca gritaba. Mucho menos, en un avion --. ?Me estas diciendo que Edward y tu os casais en un castillo en las Highlands, y que es alli donde habiais pensado que nos alojaramos? --!Claro! ?Que no has entendido? Samantha se nego a contestar. Si las ciudades europeas no eran su fuerte, desde luego, los pueblos perdidos en medio del campo eran algo parecido a su idea del infierno. Cogio su iPad de nuevo y tecleo con tanta furia que tuvo miedo a cargarse la pantalla con una de sus unas de manicura perfecta. Esa si seria una desgracia dificil de soportar. --?Y que estas haciendo ahora? --Buscar un hotel en Clashinro... Clashdan... Clashindarroc. O como cono se llame ese lugar perdido del mundo. --Buena suerte. El tono ironico y la carcajada seca de Connie podrian haberle dado una pista a Samantha de que su busqueda no iba a ser tan sencilla, pero ni siquiera le estaba prestando atencion, en medio de su frenesi de busqueda de alojamiento. --Mierda de wifi... --Samantha no solia decir palabrotas; esa era una de las muchas normas que se autoimponia, pero no pudo evitarlo cuando actualizo por cuarta vez la pagina de busqueda de hoteles y los resultados seguian saliendo en blanco. --?Que pasa? --No me carga los hoteles del pueblo ese. --Es que no hay hoteles --dijo Connie, como si tal cosa. --?Que? --Que no hay ningun hotel en Clashindarroc. --?Como no va a haber...? --Es un pueblo de unos sesenta habitantes. El hotel mas proximo esta a un buen trecho en coche y es en realidad un bed and breakfast sin bano en la habitacion siquiera. Creeme, Edward se informo de todo para alojar a los invitados de la mejor manera posible. Los mas cercanos se alojaran con nosotros en el castillo y algunos otros en Inverness y llegaran en un autobus a primera hora de la manana del dia de la boda. --Pues... --Y no, no quedan plazas ni en ese hotel ni en el autobus. --Maldita sea... Samantha dijo <> como resumen. Lo que en realidad habria querido decir era la version completa: <>. La habia enternecido su madre en una visita que le hizo al campus. Llevaba ya dos anos de relacion con Edward cuando el le pidio matrimonio y, por una vez, parecia que aquello iba en serio. Hasta Samantha tenia que reconocer que no se podia comparar a las dos anteriores experiencias matrimoniales de Connie. Incluso Edward habia aparecido por sorpresa al dia siguiente para entregarle en persona el precioso tarjeton --color marfil, tipografia clasica, letras doradas, un elegante filo de estampado de tartan-- a traves del cual la invitaban a acompanarlos en el dia mas importante de sus vidas. Asi lo habia dicho el. Y alli estaba, en aquel maldito avion que no dejaba pasar ni una sola turbulencia. No le sonaba apetecible cuando creia que estaba volando a Edimburgo. Empeoraba bastante si pensaba en un pueblo de las Highlands, un castillo lleno de desconocidos y una boda que solo podia cruzar los dedos para que fuera la ultima a la que asistiera. Al menos, con su madre como protagonista. Sabia que no iba a dormir, pero Samantha se acurruco de nuevo en su almohada de viaje. De repente, volvia a sentirse como una nina pequena, enfurrunada, triste y con unas ganas enormes de estar de vuelta en su cama, rodeada de sus cosas. En el medio de su zona de confort, su lugar favorito del mundo.

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    !mi Hermanastro Es Un Highlander - Olivia Kiss ... en la cabeza que no consiguió que se le marchara ni con la lectura de un libro —

  • La promesa de un beso (Besos 01) de Olivia Kiss

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    Katie vislumbro a lo lejos la vieja propiedad que, tiempo atras, habia sido la casa de invitados y, ahora, era todo lo que le quedaba. Tomo una bocanada de aire al distinguir entre las sombras de la noche el abandono que podia respirarse tras cada tabla de madera. Olia a humedad y los escalones del porche crujieron bajo los unicos zapatos de tacon que habia conseguido salvar. Encajo la llave en la cerradura, entro en la casa y encendio la luz. Por suerte, todavia no habian cortado el suministro electrico, aunque lo harian en cuanto se diesen cuenta de que ella no podia pagar las facturas. El silencio se colo en la estancia y Katie se quedo muy quieta mirando a su alrededor. ?Quien le iba a decir que terminaria volviendo a Sound River? ?Quien se imaginaria que la guapa, radiante y ocurrente Katie acabaria siendo una fracasada? Ella no, desde luego. Ella habia estado convencida de que triunfaria y de que su rostro ocuparia todas las portadas de las revistas del pais; pero la nube en la que se subio a los diecinueve anos se habia convertido en una tormenta catastrofica y ahora estaba alli, sola, con menos de cien dolares en el bolsillo, el orgullo herido y el estomago rugiendo de hambre. Estaba agotada despues del largo viaje, asi que cogio una manta llena de polvo que habia en un armario y se acurruco en el sofa del diminuto salon. Imagino lo que diria la gente de Sound River en cuanto descubriesen que ella habia vuelto a ese pueblo que desprecio en el pasado, ese que no habia vuelto a pisar desde hacia casi ocho anos. Seguro que hablarian por lo bajo y se fijarian en su aspecto cansado, en las ojeras que surcaban sus ojos y en el brillo que habia desaparecido de su mirada azulada. Sollozo, cobijada bajo el calor de la manta, y deseo con todas sus fuerzas que Amber, Hollie y James ya no estuviesen alli, porque le resultaba insoportable la idea de cruzarse con ellos y ver el desprecio en sus ojos. Aquellas que habian sido sus mejores amigas, fieles y leales, y que ella habia dejado atras con tanta facilidad. Y el... James, el chico con el que todas deseaban salir, el chico que conseguia que todo el mundo se girase cuando caminaba por las calles del pueblo con su brillante sonrisa. El chico al que, al final, ella le habia roto el corazon largandose sin mirar atras. A la manana siguiente, Katie inspecciono la casa mas a fondo. Tal como habia previsto, necesitaba muchos arreglos antes de poder considerarse un hogar, pero era todo lo que tenia y, tras meses de dificultad, aquello parecia mejor que nada. Tenia dos habitaciones, un bano de espacio reducido y una cocina que se comunicaba con el salon a traves de una barra de madera. Era la herencia que su padre le habia dejado unos anos atras, cuando murio a causa de un ataque cardiaco, junto a un poco de dinero que Katie se fundio en poco tiempo. Ni siquiera habia acudido al funeral, aunque era cierto que jamas habia tenido una relacion estrecha con su padre, un hombre que se habia pasado la vida mas preocupado por comprar la siguiente botella de alcohol que por cuidar de su unica hija. De su madre, en cambio, apenas guardaba ningun recuerdo. Ella habia fallecido por culpa del cancer cuando Katie apenas tenia tres anos de edad. Asi que se habia criado con un hombre que vivia anclado en el pasado, echando de menos a la mujer que habia perdido y culpando a Katie por tener sus mismos ojos claros, su mismo cabello rubio y su mismo rostro de forma ovalada. Quiza por eso, por su desprecio constante, ella se habia cobijado en sus amigos, en los hermanos Faith, Amber y James, y en la adorable Hollie Stinger, una nina de redondas gafas y baja autoestima que siempre estaba dispuesta a tenderle un brazo a los demas, a pesar de todas las burlas que habia recibido de pequena. Amber y James eran hermanos mellizos y vivian en la propiedad contigua a la casa de Katie. De hecho, ahora, esa propiedad era de ellos, pues el padre de Katie se la habia vendido anos atras, antes de morir, quedandose tan solo con la casa de invitados para vivir, en el extremo de las inmensas hectareas del rancho de los Faith. Desde pequena, Amber y ella habian sido inseparables. Jugaban juntas todos los dias y no habia secretos entre ellas. Con el tiempo, James dejo de meterse con ambas y de intentar hacerlas enfadar rompiendoles sus juguetes y termino pasando a convertirse en ese chico de sonrisa ladeada que estaba dispuesto a protegerlas de todo y de todos. Y conforme los anos fueron quedando atras, el y Katie se enamoraron. Katie nunca supo cuando ocurrio, si fue algo que siempre habia sentido, aunque el sentimiento estuviese dormido en su interior o si paso de la noche a la manana, conforme James comenzo a despertar miradas de adoracion entre las demas chicas y ella notaba un nudo en el estomago cada vez que el les sonreia, pero, al final, no logro esconder lo evidente: que estaba enamorada de James Faith. Sacudio la cabeza cuando el recuerdo de aquellos anos pasados se apodero de sus pensamientos y emitio un suspiro cansado. Tras intentar maquillarse lo mejor posible para esconder la apatia que reflejaba su mirada, Katie se armo de valor, a sabiendas de que pronto los chismes sobre su regreso empezarian a correr por el pueblo, y decidio que habia llegado la hora de acercarse al centro para comprar algo de comida antes de decidir que era lo que iba a hacer, porque, ahora mismo, no tenia ningun plan, vivia sobre la marcha.

  • Solo un beso para encontrarte (Besos 3) de Olivia Kiss

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    Logan Quinn habia vuelto al pueblo. No seria un acontecimiento para Hollie si no se tratase de una de las personas que mas odiaba en el mundo, y eso que ella no solia sentir ese tipo de sentimientos nocivos hacia nadie, porque tenia tendencia a perdonar incluso a aquellos que no se lo merecian. Sin embargo, por alguna razon, no podia hacerlo con Logan y, cuando supo que habia regresado a Sound River, el pueblo en el que vivia y habian crecido de pequenos, deseo que el mundo se congelase en ese mismo momento, porque la mera idea de tener que cruzarse con el un dia cualquiera, le provoco un escalofrio por todo el cuerpo. Cuando Hollie Stinger era una nina, tenia que aguantar diariamente las burlas de algunos companeros de clase. Logan formaba parte de ese grupo de indeseables que solian meterse con ella; le quitaban el almuerzo durante la hora del recreo por el mero placer de hacerlo, se reian de sus gafas de pasta y de su aparato, la llamaban rarita o tonta y, en resumidas cuentas, se dedicaban a amargarle la vida. Sin embargo, por aquel entonces, cuando ella todavia era demasiado inocente para aceptar algunas realidades, creia ver algo mas en Logan. Que debajo de esa capa dura y de ese gesto hosco se escondia un chico de buen corazon. O que sus ojos, de un color verde intenso como las hojas de los arboles en verano, trasmitian algo especial. Tuvo que vivir en su propia piel la humillacion mas grande de su vida para convencerse de que no; mas alla de una cara bonita y una sonrisa seductora, Logan Quinn estaba vacio. --Cielo, ?seguro que va todo bien? --Amber y Katie, sus dos mejores amigas, la miraban con gesto de preocupacion--. Hola, tierra llamando a Hollie, ?sigues ahi? --Si, perdona, pensaba... en mis cosas --repuso rapidamente--. ?Que deciais? --Hablabamos de los vestidos de dama de honor. Tendremos que mirarlos dentro de poco por si despues necesitamos margen de tiempo para hacerles algun que otro retoque. --Perfecto, por mi no hay problema. Katie iba a casarse con James, el hermano de Amber, en un par de meses. Las tres amigas llevaban semanas ultimando los detalles de la boda, que seria sencilla y a orillas del rio que cruzaba la propiedad que los Faith regentaban en el rancho familiar. Hollie no podia sentirse mas feliz por ella. Tambien por Amber, que, desde hacia poco tiempo, habia encontrado el amor entre los brazos de Ezra, precisamente el chico que, ironicamente, le habia dado trabajo a Logan Quinn en su taller mecanico. En cambio, Hollie nunca habia conocido a ningun hombre que le hiciese perder la cabeza. Y eso era un gran problema porque... tenia veintisiete anos y seguia siendo virgen. Al principio no le preocupaba. Cuando empezo a salir con chicos sin que la cosa fuese a mas, penso que ya ocurriria; sin embargo, poco despues empezo a forzarlo casi sin darse cuenta. La cuestion era que, cuando esas manos la tocaban y esos labios la besaban... ella no sentia nada. Ni deseo, ni un cosquilleo en la tripa. Nada de nada. Lo unico que la embargaba era una sensacion incomoda, porque no confiaba en los hombres. Asi que, al final, terminaba parando la situacion antes de que la cosa avanzase. Tras tantos fracasos frustrados, Hollie habia decidido que lo mejor era dejar de tener citas que no la conducian a ninguna parte. --Carino, no te ofendas, pero estas en las nubes --le dijo Katie. --No, es solo... que tengo muchas cosas en la cabeza. Ya sabeis, las clases en el instituto empiezan dentro de unas semanas y aun no he terminado de preparar al temario anual. Aunque las cosas no le habian ido bien en el amor, Hollie habia logrado cumplir otros suenos, como el de convertirse en profesora, algo que siempre habia deseado. Le encantaba ensenar a sus alumnos y verlos crecer ano tras ano antes de que terminasen su graduado escolar y saliesen a comerse el mundo que los esperaba fuera. --!Todavia tienes tiempo! Seguro que siempre eres la primera que lo presenta. --Amber tiene razon. --Katie le dio un trago a su cafe con leche--. Retomando el tema de la boda, ?que opinas de que los vestidos sean rosas? --Que parecere una tarta de fresa enorme. --!Hollie! --protesto Amber indignada. --Solo digo la verdad. Creo que he engordado. --Tu estas perfecta, carino --insistio Katie. --Mataria por tener tus curvas y tu trasero --anadio Amber. --Y yo por ser tu y poder comer como un elefante sin engordar. --Cielo, ?que te ocurre? --Katie dudo--. Pareces un poco alterada. --Nada, es solo... --suspiro y al final lo solto de golpe--. Logan Quinn. Tanto Katie como Amber fruncieron el ceno a la vez. Las dos lo detestaban tanto como ella. De hecho, Amber le habia pedido a su novio que lo despidiese, pero este se habia negado diciendole que merecia una segunda oportunidad. Al parecer, Ezra era la unica persona en el pueblo dispuesta a darsela. Logan se habia ganado a pulso la fama de chico malo y problematico y ella no era la unica que lo pensaba. Muchos de los vecinos de Sound River le dirigian miradas desdenosas. Ninguno sabia bien donde habia estado durante todo aquel tiempo, aunque, segun los rumores, cuando Logan desaparecio de alli a los diecisiete anos, fue porque termino en un correccional de menores, algo que a Hollie no le sorprendia en absoluto. Es mas, de haber tenido que hacer un examen sobre el y elegir entre varias opciones como su futuro mas probable, se habria decantado por esa sin dudar. Por el contrario, la vida de Hollie y su futuro, habia sido un camino sin sobresaltos. Tras graduarse con honores y obteniendo la maxima nota de su promocion, se habia ido a la universidad y, anos despues, obtuvo un puesto como profesora en el instituto del pueblo. --?Que voy a hacer? No soporto la idea de verlo... --Tu no tienes que hacer nada, Hollie. Es el quien deberia sentirse avergonzado y evitarte despues de lo que ocurrio, asi que nada de bajar la cabeza --replico Amber. --Tienes razon. Es verdad. --Cogio aire y se levanto--. Chicas, creo que me voy a ir ya. ?Nos vemos manana para tomar una copa por la noche? --Las dos asintieron y Hollie se despidio de ellas dandoles un beso en la mejilla y saliendo de la cafeteria. El viento le aclaro las ideas cuando empezo a caminar. Lo que ocurrio... seguia siendo un tema espinoso para Hollie. A pesar de haber recibido numerosas burlas e insultos desde que tenia uso de razon, lo que le paso con el fue con diferencia lo mas humillante que podia recordar. El la habia invitado al baile de fin de curso. A Hollie le sorprendio que lo hiciese, porque el nunca le habia prestado demasiada atencion, pero quiso creer que estaba en lo cierto cuando pensaba que Logan era un chico atormentado dispuesto a cambiar. Asi que le contesto que si. No le conto nada a nadie, tal como el le pidio y, para la noche del baile, se gasto todos sus ahorros en un vestido de color azul claro que habia visto semanas atras en el escaparate de una tienda. Por primera vez en mucho tiempo, Hollie se vio guapa mirandose al espejo y se convencio de que Logan podia estar interesado en ella, porque, a fin de cuentas, tenia ciertas virtudes; Hollie sabia que era lista y aguda a la hora de conversar, tambien tranquila, paciente y optimista. Logan la recogio delante de su casa. Cuando ella salio, el ya estaba esperandola apoyado en el lateral del coche con los brazos cruzados; llevaba puestos unos pantalones de vestir y una camisa por dentro arremangada hasta los codos, lo que le daba ese aire informal y despreocupado que solia rodearlo. Hollie le sonrio, nerviosa. Y Logan correspondio el gesto antes de rodear el coche y abrirle la puerta del copiloto. Una vez dentro del vehiculo, el se desvio de la ruta. --Te has pasado la calle que va al instituto --dijo ella. --He pensado que podriamos hablar un rato antes, a solas. Conocernos, ya sabes. --A Hollie le parecio que el estaba un poco nervioso, pero no dijo nada mientras avanzaban y dejaban atras el pueblo hasta desviarse en un claro del bosque cerca de unas mesas en las que la gente joven solia reunirse por las noches para beber y charlar. Logan apago el coche y la miro de reojo. Una mirada inquieta--. Asi que... aqui estamos. --Eso parece... --A Hollie le sudaban las manos. Logan encendio la radio del coche, sin saber que decir, y empezo a sonar una balada de los ochenta. Cambio de emisora y el ritmo de una cancion de Los Rolling Stones los sacudio. --Deja esta --opino Hollie rapidamente. --?Te gustan? --El alzo la ceja, sorprendido. --Claro, ?por que te sorprende? Logan apoyo la cabeza en el respaldo del asiento, fruncio el ceno y parecio pensarse las palabras antes de decirlas. Ella se fijo en lo guapo que era de cerca, porque nunca antes lo habia estado tanto, y a solas. Logan tenia el pelo oscuro y desordenado, un rostro masculino y unos ojos verdes que recordaban a los de un felino.

  • El amor esta en el aire de Olivia Kiss

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    Lauren no dejaba de senalar poniendo chinchetas en el mapa. Con cada una que pinchaba en el tablero, daba un pequeno saltito a la vez que gritaba el lugar. --!Hawai! !Costa Rica! !Venezuela! --Lauren, se trataba de preseleccionar lugares para luego decidirse, no de enumerar todos los sitios con buenas playas y buenos chicos --dijo Lily poniendo los ojos en blanco. --No te olvides de los mojitos, que es un requisito importante para que sea el destino perfecto. No quiero nada de chicos en este viaje, solo quiero divertirme contigo. Sabes que lo necesito mas que nunca. Me alegra que estes aqui, Lily --dijo Lauren posando una mano sobre el hombro de su mejor amiga. Habia pasado solo una semana desde la ruptura con Marcus, bueno, mas bien rotura de corazon con tres bypass y estrangulamiento de sentimientos con doble de "tedejotudignidadporlossuelos". Marcus, su exprometido, era el novio perfecto que toda madre quiere para su hija; simpatico, extrovertido, atento, con buen trabajo. Tambien era, a simple vista, el novio ideal y guapo hasta decir basta. Con un cuerpo moldeado con muchas horas en el gimnasio. Tantas horas, que hasta hacia extras con la profesora de spinning. La monitora con sus duras nalgas. Tampoco es que tuviera la culpa ella, ni la secretaria de ventas, ni rubita21xoxo de esa pagina de contactos, ni la "amiga de la infancia" que era inofensiva, la culpa la tenia el, Marcus. Unica y exclusivamente. Lauren no supo nada de todo aquello hasta siete dias atras cuando, por casualidad, Marcus se dejo su bien mas preciado y mas protegido: el movil de empresa. Marcus trabajaba en una gran compania de software de Washington, no como informatico sino como el mejor jefe comercial de todo Seattle. Desde que llego, la empresa no dejo de crecer y llego a codearse con las mas grandes comprando otras empresas y absorbiendolas. Habia sido durante una de esas transacciones cuando conocio a Lauren. --Bueno, creo que su cliente aceptara la oferta con los ojos cerrados, ?no es asi senorita...? --Marcus se apoyo dejando caer unos papeles sobre la mesa redonda del despacho gigantesco y mirando a la abogada que debia revisar ese contrato. --Puedes llamarme Letrada Lauren Collins, senorito... --dijo con cierto tono replicativo. --Marcus, todo poderoso Marcus. --Acabo la frase guinando un ojo y desabrochandose el boton del traje a medida que, aunque no era cenido, marcaba sus musculos. --Perfecto, pues miraremos la oferta, la valoraremos y ya te llamaremos -- contesto intentando no darle importancia a la gran suma de dinero que habia visto en los papeles. Lanzo la tarjeta a la mesa y se acerco a Lauren y susurro. --Se que ya tienes ganas de llamarme. A pesar de que la reunion habia sido corta y de que hubo algo en su actitud que no termino de convencerla, se dio cuenta de que, en parte, el tenia razon y la idea de volver a verlo le resulto tentadora; quiza fue por el tono seductor de su voz o por esa seguridad que desprendia, como si tuviese el mundo a sus pies. Se citaron a los dos dias en un restaurante para confirmar que aceptaban la oferta y despues una cosa llevo a la otra, a la atraccion y a tontear, a enamorarse como una loca perdida y a vivir juntos unos meses despues. Marcus se mudo al apartamento de Lauren, (hasta entonces, ella no sabia que era el plan perfecto para mantener su picadero intacto), y empezaron una relacion que nunca llegaba a la monotonia por los cientos de viajes que el tenia que realizar. Es decir, que se veian poco, y quiza por eso el tiempo que pasaban juntos era muy intenso, entre escapadas planeadas a Europa, esqui en las mejores pistas, saltos en paracaidas, y hacer el amor muchas, muchas veces y en muchos sitios diferentes. Siempre tenia que haber algo en la vida de Marcus que fuera novedad para no perder la emocion en la vida. La monotonia le corroia. En Lauren encontro una companera perfecta, no es que le aburriera una vida rutinaria, que tambien la apreciaba, sino que le gustaba hacer cosas distintas igual que a su novio, pero con una diferencia, a el le gustaba hacer las cosas con otras chicas. Ella estaba tan enamorada que hasta le gustaba el sonido del clic del cortaunas cuando se cortaba las unas del pie. Pero, una semana atras, cuando Marcus se fue a su gimnasio para hacer las tres horas de ejercicio que necesitaba y se dejo su telefono de trabajo, todo cambio. El movil comenzo a sonar. Una y otra y otra vez. Lauren penso si lo descolgaba o no, pero es que en la pantalla ponia, "Oluc Otinob – Jefe de la fusion". Supuso que era importante, ya que hacia poco le habia estado hablando de una megafusion de una empresa que supondria que terminasen siendo los lideres del sector, asi que, al final, tras mucho dudar, termino cogiendo la llamada. --Hola, picha gorda, hoy no has venido al gimnasio y necesito que follemos, digo, nos fusionemos como tu dices siempre... --dijo una voz femenina que parecia recien salida de una pelicula porno de las malas--. No iras a hacer enfadar a tu profesora de spinning, ?verdad? --?Quien demonios eres tu? --grito Lauren. --Oh, perdona, creo que me he equivocado. La llamada se colgo. En aquel momento, Lauren podria haber pensado que era un simple error, una de esas llamadas que se cruzan e ignoras sin mas antes de seguir con tu vida, pero eso de fusionarse... Por su trabajo, Marcus siempre tenia esa palabra en la boca. Fusion aqui, fusion alla. Y eso fue suficiente para que Lauren se sentase en el sofa y cotillease un poco su movil. Sabia que estaba mal, que no era lo que haria una novia segura de si misma y confiada. Pero no pudo evitarlo. Reviso el listado de las ultimas llamadas. La verdad es que habia nombres muy raros en la agenda como Oluc Otinob, Satet Semrif o Sanreip Sagral. No daba credito, ni tampoco entendia que significaban hasta que, de repente, pasados unos minutos de frustracion, todo encajo. !Oluc Otinob es un anagrama de culo bonito! Igual que Satet Semrif, que era tetas firmes y Sanreip Sagral, que era piernas largas. Cuando abrio la carpeta llamada "Documentos fusion" vio fotos de el posando como un gilipollas con unas chicas estilo Barbie. Y habia mas archivos en las ultimas imagenes recibidas, de chicas operadas y retocadas con Photoshop que le ensenaban a la camara todos sus encantados. Llego a distinguir a mas de cinco mujeres solo por el tamano y la forma de sus tetas. Menudo guarro. Lauren sentia que la sangre en las venas se le congelo. Se quedo de piedra, helada y casi sin aliento, porque no podia creerselo... --!Menudo cabron, hijo de puta, mal parido! --maldijo entre dientes, imitando al protagonista de una de sus series preferidas. Clavo los ojos en el telefono y comenzo a escudrinarlo esperando que todo fuera una mala pesadilla, pero no lograba despertarse. Era la realidad. Cuando llego Marcus a casa y vio a Lauren con el movil en la mano, noto como comenzo a temblar. El chico seguro de si mismo con respuestas para todo se quedo sin palabras. Lauren era el vivo retrato de la furia sosteniendo el movil. Marcus habia cometido un error y lo iba a pagar. --Te-te lo puedo explicar Lauren--dijo con el con voz titubeante. --He hablado con el jefe de la fusion Oluc. Recoge las cosas y vete lo mas lejos que puedas de aqui, de mi vida. --Le comenzaron a salir lagrimas de los ojos. La tension se convirtio en una bateria de emociones en la que la decepcion era la que ganaba. Marcus se fue tan rapido como ella le obligo y Lauren no supo en ese momento que era una de las mejores acciones que habria hecho en su vida.

  • Tu y yo somos una cancion de amor de Olivia Kiss

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    Su vida estaba completamente arruinada. En los estudios de grabacion nadie lo dijo abiertamente, pero, pese a todas las locuras que habia cometido en los ultimos anos, Daisy no era idiota. Sabia muy bien que habia tocado fondo. Lo habia visto antes a su alrededor: chicas que empezaban a triunfar cuando aun eran demasiado jovenes como para gestionar bien la fama; al principio parecia que todo les iba de maravilla y que tenian el control, pero pronto lo perdian y acababan olvidadas para siempre. --Las cosas estan mal, Daisy, no voy a mentirte --comenzo a decir Ted, el productor con el que habia trabajado desde el comienzo--. Pero podemos arreglarlo entre todos. --Necesitamos que pongas de tu parte --intervino Helena. Ella mantuvo la boca cerrada porque no sabia bien que decir. La historia, en resumidas cuentas, era la siguiente: siempre habia amado la musica, desde bien pequena. Su padre le regalo una guitarra meses antes de morir en un accidente de trafico. Habia empezado a componer canciones con tan solo catorce o quince anos y a los diecisiete ya actuo por primera vez en un local de Boston a cambio de una Coca-Cola. Despues, todo fue cuesta arriba y no volvio a mirar atras. Empezo a tocar en distintos sitios, aunque apenas le pagaban nada. Pero en una ocasion, cuando tenia diecinueve anos, un cazatalentos se fijo en ella y, dos meses mas tarde, estaba dentro de los estudios de grabacion finalizando su primer disco. Llego el exito. No fue abrumador como el de las estrellas que salian todos los dias en la television, pero dentro del country se labro un nombre y se hizo bastante conocida. Lo tenia todo: amigos que fue haciendo con el paso del tiempo, bastante dinero y un futuro brillante por delante. Sin embargo, Paul entro en escena y le jodio la vida. --Hemos pensado en un retiro espiritual --dijo Don, su agente. --Perdona, ?un retiro-que? Yo no necesito nada de eso... --Piensalo. Te vendra bien para componer, ahora mismo estas bloqueada, ?no es cierto? Y al mismo tiempo, te alejas de la prensa, de los escenarios y de todo lo demas. --Tenemos el lugar perfecto para ti. --Helena saco un folleto y lo dejo encima de la mesa del escritorio del despacho. Unos arboles gigantescos rodeaban pequenas casitas de madera que parecian sacadas de un cuento infantil--. Te aseguro que aqui nadie te reconocera. De hecho, he llamado a la duena para preguntarle si tenia algo libre para los proximos meses y al decirle tu nombre para la reserva ni se ha inmutado. --No hay television ni internet --anadio Don. --El pueblo mas cercano esta a cinco kilometros y tan solo tiene doscientos habitantes. Sospecho que alli tampoco habran oido hablar de ti. Es perfecto, Daisy. La informacion llegaba a sus oidos, pero no parecia estar asimilandola. Era como si cada uno le disparase desde lejos: se sentia como un ciervo intentando escapar. En realidad, sabia que tenian razon. Y la idea de dejar atras su vida momentaneamente le resultaba casi como un soplo de aire fresco, pero tambien la aterraba. ?Y si no conseguia volver a componer? ?Y si empezaba a enloquecer perdida en medio de ese bosque? ?Y si todo el mundo se olvidaba de ella cuando hubiese regresado? Era arriesgado. --No se si es una buena idea... --Daisy, confia en nosotros. --Pero es que... --Iba a echarse a llorar delante de todos como alguien no interviniese pronto, no podia contener las lagrimas que se agolpaban en sus ojos--. Es que... --Volveras a renacer como una mariposa --dijo Don--. Creemos en ti y en tu talento, pero todo este asunto de Paul te ha superado. Te vendra bien pasar un tiempo contigo misma, reflexionar y ver que quieres hacer a partir de ahora. Nosotros estaremos esperandote. --?De verdad? --gimoteo. --Ya lo creo que si. Abrio el folleto que Helena habia dejado antes delante de ella. El lugar se llamaba Forrestday y parecia realmente idilico, el tipico sitio donde los animales cantaban, los ninos asaban nubes frente a una hoguera y el arcoiris salia cada dia. Vale, probablemente estaba exagerando. Pero ?que otra opcion le quedaba? Podia quedarse en Los Angeles y seguir aguantando los abucheos del publico, las criticas punzantes de la prensa y las mentiras que estaban diciendo sobre ella. O bien podia regresar a Boston y cobijarse en casa de su madre, pero no queria darle problemas ni que tuviese que enterarse de todo lo que estaba ocurriendo. Por fortuna para ella, su madre era una antigua hippy que se negaba a tener movil y tan solo usaba el telefono de casa, Daisy no era tan conocida como para salir en las revistas del pais, pero si lo suficiente como para que las redes sociales hablasen de ella, y de eso su progenitora no tenia ni idea. Preferia mantenerla en la ignorancia, por su bien. Ninguna madre deberia soportar que acosasen a sus hijos. --Esta bien, supongo que es una buena opcion. --Supones bien, Daisy. --Helena le sonrio. --?Y cuanto tiempo sera? --pregunto. --La duena tiene la casa libre durante dos meses, pero nos ha comentado que podria alargar el contrato un mes mas si fuese necesario. Es bastante razonable. --De acuerdo. ?Cuando me marcho? --Manana mismo, si quieres. --Bien. Estare lista. Aun estaba a punto de echarse a llorar cuando se despidio de todos ellos en la recepcion de los estudios. Paro un taxi y pidio que la llevase directamente a casa. Una vez llego a su apartamento, ese que ahora tanto le recordaba a Paul, quiso ponerse a gritar, golpear algo o patalear como una nina, pero no hizo nada de todo eso, porque Daisy siempre se controlaba. En lugar de desahogarse, se subio a la escalera para bajar una maleta pesada y luego comenzo a llenarla con ropa y otros enseres que iba a necesitar. La vida estaba siendo muy ironica. Cualquiera podria haber dado por hecho que Daisy estaba arruinada por la misma razon que la mayoria de las chicas que empezaban a triunfar siendo jovenes, pero no era asi. Se habia cuidado bien de no caer en excesos ni de dejarse llevar por malas influencias. Intentaba hacer lo correcto, ser simpatica y dulce con los fans, cumplir con sus obligaciones y sus contratos sin rechistar y todo demas. Pero ni por esas. Paul habia tenido que llegar para arrasar con los esfuerzos de los ultimos anos. Lo odiaba profundamente. Cuando termino de preparar su equipaje, se sento en su salon y cogio el telefono movil. Aviso a algunos amigos de que estaria fuera un tiempo y finalmente llamo a su madre. --?Daisy? ?Eres tu? --pregunto la mujer. --Si, mama. --Le calmaba oir su voz. --Espera un momento, que estaba plantando unos geranios y tengo las manos llenas de barro. No cuelgues, vuelvo enseguida. Escucho como dejaba apoyado el telefono en la mesilla y el ruido del grifo de la cocina abriendose. Cuando regreso, parecia algo mas calmada. --?Como estas, carino? --Muy bien. Bien jodida, quiso decirle. --Me alegra oirlo. --Te llamaba porque he decidido irme de viaje una temporada, asi que no podre acercarme a verte a casa el proximo mes. Ire en cuanto vuelva, te lo prometo. --?Y eso? No me habias dicho nada. --Es que ha surgido de improviso. Es un lugar muy relajante, una especie de balneario. Quiero reponer fuerzas antes de meterme de lleno en el proximo disco. Ni siquiera se si hay cobertura, asi que... bueno, ya encontrare la manera de llamarte, ?de acuerdo? --Claro, pero ?seguro que todo va bien, Daisy? --Si, segurisimo. Te quiero, mama. --Yo tambien te quiero, carino. Se sintio terriblemente mal cuando colgo. No le gustaba mentirle a su madre, pero contarle todo lo que estaba ocurriendo lo haria mas real y no queria darle problemas a la mujer, que vivia feliz regentando una pequena floristeria en el pueblo y cuidando de la parcela de jardin que habia en la parte delantera de la casa donde habia crecido. Echo un vistazo a las redes sociales, pero el corazon se le fue encogiendo conforme pasaba de una noticia a otra. ?Como podia la gente soltar tantos comentarios hirientes sin pensar? ?Acaso el anonimato les daba carta blanca para ser asi de crueles? Las cerro cuando no pudo soportarlo mas. Cogio el folleto y leyo con atencion. "Forrestday es el lugar perfecto para desconectar del estres, la rutina y las exigencias diarias. Si buscas intimidad, relajacion y encontrarte contigo mismo, estas en el sitio indicado. La naturaleza sera tu guia". Daisy esperaba que fuese una guia muy buena, porque la iba a necesitar. 2 Un coche oficial de los estudios la dejo en la entrada, justo donde habia un cartel de madera recubierto de hiedra espesa donde se leia: Bienvenido a Forrestday. Daisy bajo y le agradecio al chofer que le sacase la maleta. Despues, cuando se despidio de el, camino como pudo arrastrandola por el caminito de tierra rojiza que conducia hacia la primera casa y levantando una nube de polvo a su paso. Era con diferencia la propiedad mas grande de todas y tenia un porche alargado que rodeaba el tejado a dos aguas. Las plantas trepaban por la parte frontal y, ademas, parecia ser la recepcion, puesto que en la entrada habia carteles del lugar y las actividades de los alrededores de las que podian disfrutar los clientes. --!Maldito trasto! --se quejo al no conseguir subir los escalones con la maleta a cuestas, asi que, finalmente, decidio dejarla alli mismo y entrar en el establecimiento. A fin de cuentas, ?quien iba a robarsela? ?Los pajaros? ?Las ardillas? ?Algun oso? No habia nadie alrededor. Unas campanillas sonaron cuando entro. El mostrador estaba vacio, aunque lleno de folletos iguales que el que le habian ensenado a ella. En una estanteria habia souvenirs como tazas con el nombre del lugar, camisetas, gorras y unos animales tallados en madera que eran preciosos y estaban claramente hechos de forma artesanal. --?Hola? ?Hay alguien? --pregunto Daisy. --!Ya salgo! --La voz cantarina de una mujer llego de lejos y al final la senora aparecio con una sonrisa. Vestia un delantal rosa, tenia el cabello rizado y rondaria los sesenta anos. A Daisy le sorprendio su jovialidad. Se miraron con atencion antes de presentarse. --Daisy Kepler. Tengo una reserva. --Encantada. Soy Violet, la duena de este sitio. Tengo por aqui la llave de tu cabana, espera un segundo... --Se agacho tras el mostrador--. Perdona, es que me has pillado haciendo la lista de la compra y tengo un poco de lio, veamos... Al final encontro la llave y se la tendio.

  • La distancia entre dos besos de Olivia Kiss

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    Amber quiso gritar de frustracion cuando escucho que su hermano soltaba un suspiro largo y daba un paso hacia atras alejandose del capo abierto del coche. El nego con la cabeza, cruzado de brazos y con una arruga surcando su frente. --No entiendo que es lo que le pasa. --?Estas seguro? Vuelve a mirarlo. --Amber, es la tercera vez que lo hago y no veo nada raro que provoque que el coche se caliente --explico su hermano James tras bajar el capo con el brazo y cerrarlo--. Lo siento. Tendras que ir al mecanico del pueblo, no sera para tanto ?no? Casi como quitarme los ojos con una cucharita de cafe, penso. Y luego se corrigio a si misma en lo referente a los ojos porque lo cierto era que, Ezra, el unico mecanico de Sound River, era un imbecil de primera, si, pero no podia negarse que alegrase la vista de cualquiera. Amber hubiese pagado a cambio de que fuese un hombre sudoroso y poco atractivo, pero, en cambio, tendria que enfrentarse a el, con su interesante rostro y sus increibles ojos azules. La cuestion era que Ezra la odiaba. ?Por que? Pues porque una manana de otono, cuando ella salia de la cafeteria que siempre frecuentaba con sus amigas y que estaba enfrente del taller, habia tropezado y le habia tirado encima el cafe con leche tamano gigante que llevaba en la mano. Desde entonces, el le habia hecho la cruz. Hasta el punto de que, unas semanas atras, en la puerta de esa misma cafeteria cuando ella le pidio explicaciones por la cara de malas pulgas que le dedicaba cada vez que se cruzaban, el habia decidido pagarle con la misma moneda y recrear el episodio en el que se habian conocido, esa vez con ella en el papel de chica que recibe un chorro de cafe en la cabeza. La experiencia no habia sido agradable, no, y Amber temblaba de rabia solo de pensar en Ezra, algo que, remontandonos al punto de partida, significaba que era un problema que el unico que la pudiese ayudar a arreglar su coche fuese precisamente el tipo que mas parecia detestarla. --Esta bien. Si no hay mas remedio, lo llevare --dijo resignada. --No tardes. --James alzo una ceja en alto--. Me preocupa que vayas con ese trasto en malas condiciones, ?quien sabe lo que podria ocurrir? --No exageres --concluyo mientras los dos se dirigian hacia el rancho por el sendero que conducia hasta la entrada. Al llegar, se despidieron en el pasillo cuando James dijo que iria a darse una ducha y Amber entro en la cocina y busco algo para picar. Ella siempre tenia un hambre voraz. Por suerte, era de constitucion delgada y, ademas, una persona muy nerviosa que no solia parar quieta casi nunca; gracias a eso, seguia manteniendose en forma. Ese dia, tras abrir varios armarios y no encontrar nada interesante, puso un par de tostadas a calentar y saco un bote de mermelada de fresa casera antes de sentarse en la mesa de la cocina. Katie entro en la estancia. Junto a Hollie, era su mejor amiga y un apoyo incondicional. Las tres se habian conocido siendo unas ninas y, llegados a aquel punto, no tenian secretos entre ellas. Como la confianza daba asco, Amber ni se inmuto cuando Katie le quito una de sus tostadas y se sento en la mesa a su lado. La senalo con la cabeza. --Tu maravilloso novio no ha encontrado el problema del coche --se quejo Amber--. Ten hermanos para esto. Katie sonrio y se unto la tostada con mermelada. --Bueno, no puede ser perfecto en todo. --?Que insinuas? --pregunto Amber. --Que ya es perfecto en muchas otras... cosas. --Oh, !por favor! !Es mi hermano! Nada de detalles sobre lo que sea que haceis en el dormitorio todas las noches. Suficiente tengo con vivir bajo el mismo techo que vosotros. --No digas tonterias --dijo Katie. --No lo son. Algun dia tendre que mudarme. --!Eso no es cierto! El rancho es de los dos y no tienes que irte a ninguna parte. Amber lo sabia. Antes de morir, su padre, les habia dejado a ella y a su hermano el rancho de la familia Faith en igualdad de condiciones. A dia de hoy, James se ocupaba del ganado y de las tareas externas, y ella llevaba las cuentas y la parte administrativa. Sin embargo, desde que la relacion entre James y Katie se habia consolidado y ella se habia mudado alli, Amber no dejaba de pensar en que, algun dia, tendria que irse. Y no por ellos, que probablemente no la dejarian escapar jamas, teniendo en cuenta que el la adoraba y que Katie era una de sus mejores amigas, sino por ella misma. De repente, Amber habia empezado a pensar en la posibilidad de tener su propia familia y su propia casa; poder decorarla a su gusto, marcar sus normas, pasearse a sus anchas vestida con una camiseta y ropa interior o darse un bano de espuma con la puerta del servicio abierta de par en par para poder escuchar mientras la musica que sonaria desde la habitacion de al lado. Lo cierto era que, verlos a ellos, tan acaramelados y felices, habia despertado en Amber esos deseos que nunca antes se habia planteado. ?El problema? No habia chico. Ningun chico. Aunque, por otra parte, bien podria mudarse sola. Por alguna razon, desde nina, siempre se habia imaginado a si misma haciendolo cuando encontrase al hombre de su vida y, entre ambos, buscasen una propiedad que fuese al gusto de los dos. Desde hacia unos anos, ese ideal de pelicula se iba convirtiendo en una escena menos clara. Para empezar, porque en Sound River, el pequeno pueblo donde habia nacido y en el que seguia viviendo, no existian tios que valiesen la pena. --Tendre que ir al taller ahora luego --dijo con un suspiro. --?Al de Ezra? Te deseo suerte --bromeo Katie, pero, en realidad, lo decia completamente en serio. Ahogo una risita antes de darle un mordisco a su tostada. 2 Sorprendido, Ezra alzo la cabeza cuando vio el coche que entraba en su taller y, aun mas importante, a la chica que lo conducia. Amber Faith. Fruncio el ceno de inmediato y se limpio las manos con un trapo antes de animarse a ir a su encuentro. Ella bajo del coche y cerro la puerta con un golpe seco. Los dos se miraron en silencio unos segundos hasta que Amber se atrevio a romper la tension del momento. --Mi coche se calienta --se limito a decir. --Que bien. Enhorabuena. --Necesito que lo arregles. Ezra le mostro una sonrisa pretenciosa y se apoyo en el capo de otro coche que tenia en el taller. La miro de los pies a la cabeza. El verano habia llegado a Sound River y ella vestia unos pantalones cortos y un top con escote de corazon y de color rojo que hacia juego con las sandalias llenas de piedrecitas. El torcio el gesto. --Prueba a cambiar el tono mientras me lo voy pensando. --?Que tono? --replico impaciente. --Ese necesito que lo arregles como si trabajase para ti. --Trabajas para mi. Pienso pagarte --matizo. El alzo una ceja y se cruzo de brazos. Cuando lo hizo, Amber intento en vano no fijarse en la piel bronceada y en la camiseta negra de tirantes que vestia y se ajustaba a su torso, revelando que estaba mas en forma de lo que ella deseaba admitir. --Te estas equivocando. Este es mi taller, asi que yo decido que trabajo acepto. Dame una buena razon para no pedirte que te largues por donde has venido. --?Ser un buen mecanico? Por ejemplo. --No me convence. Prueba otra mas. --?No comportarte como un idiota? --Estas perdiendo puntos, carino. --Vale, ?sabes que? Tu ganas. Adios. Ezra la miro divertido y avanzo hasta ella para cogerla de la muneca antes de que pudiese subir al coche. La solto de inmediato. ?Que habia sido eso? Casi podia ver las chispas saltando a su alrededor y no le gustaba, no, no le gustaba en absoluto... --Dejame echarle un vistazo --dijo secamente. --De acuerdo, si insistes... --Ella sonrio. El abrio el capo del vehiculo y lo observo con detenimiento mientras ella seguia parada a su lado. Encendio el vehiculo un par de veces y reviso algunos cables. --Vuelve a contarme lo que le ocurre. --Se calienta --repitio Amber--. Y cuando eso pasa, se para de repente. Me ocurre cada dos o tres dias; voy conduciendo y, pum, deja de funcionar. Ezra la miro por encima del hombro. --?Y luego arranca otra vez? --Si. Dejo pasar unos minutos para que se enfrie y vuelvo a encenderlo. --?El indicador de la temperatura te avisa? --Veo como sube la aguja, si. El alzo los brazos y bajo el capo del coche para cerrarlo. Volvio a limpiarse las manos y se giro con lentitud hacia ella, que seguia parada en medio del taller. --Lo arreglare. Dame una semana. Amber pestaneo varias veces, confundida. --?!Una semana!? !Necesito el coche! Ezra senalo el taller con la cabeza. --Carino, se que crees que eres muy especial, pero como puedes ver hay otros clientes que llegaron antes que tu y yo solo tengo dos manos. --Su mirada se volvio de repente intensa y picara--. Se usarlas muy bien, pero no hago milagros. --Cuatro dias --negocio. --No. Tendras que respetar el turno. Amber apreto los punos y noto como se le disparaban las pulsaciones por culpa de los nervios. Podia ver en la mirada de el que la estaba retando y que, aunque era cierto que habia mas coches en el taller, probablemente podria hacerlo antes; sus ojos azules y llenos de diversion le decian que estaba disfrutando del momento y, por alguna razon, a ella le sacaba de quicio el y esa costumbre de ir por ahi con actitud de perdonavidas, como si el mundo estuviese a sus pies y tuviese derecho a odiarla sin razones. Por eso, termino negando con la cabeza. --No te preocupes. Ya encontrare a alguien que sepa usar las manos aun mejor y mas rapido que tu --se burlo haciendo alusion a su comentario, que habia sonado como una provocacion-- . Gracias por tu tiempo. --Creeme que te hago un favor cuando te digo que te estas equivocando. --?Puedes devolverme las llaves? --pidio. --Claro. --Se las dio y luego le abrio la puerta del coche con una expresion burlona como si fuese un perfecto caballero. Ella lo ignoro y subio al vehiculo--. Suerte. --!Lo mismo te digo! !Ups, no! Miento.

  • La chica que sonaba con un anillo (Chicas Magazine 1) de Olivia Kiss

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    Jane acababa de poner el punto final al ultimo articulo del dia cuando Zoe abrio la puerta de su despacho; entro con una sonrisa en la cara, cerro y despues dejo escapar un grito ensordecedor, como si no fuese a escucharse a traves de las paredes finas del edificio en el que trabajaban. Jane puso los ojos en blanco, la ignoro y repaso lo que habia escrito. Su amiga Zoe solia entrar en su despacho una media de entre quince o veinte veces al dia, normalmente por cosas que, desde luego, no eran importantes, como el hecho de que hubiese descubierto la referencia de ese pintaunas tan bonito que no encontraba o para relatarle con pelos y senales alguna de sus noches locas mientras Jane intentaba concentrarse en narrar todo lo contrario; un enlace clasico y duradero. --Tengo que mandar esto, Zoe --protesto. --!Pero es que es una noticia increible! !No podia esperar! --Abrio las rendijas de la persiana y miro a traves del hueco a algunos companeros que trabajaban en la sala central dividida en cubiculos--. Es totalmente confidencial. Al menos, hasta dentro de unas horas... Eso logro captar la atencion de Jane. Suspiro y dejo lo que estaba haciendo. --Esta bien. Sueltalo ya, vamos --le pidio. --!Voy a hacer una sustitucion! ?No es genial? --?Una sustitucion? Pero eso... es imposible. Y era imposible porque Zoe trabajaba con ella. Eran una y carne, ventilador y calor, drama y chocolate. Es decir, que siempre estaban juntas; no solo en un ambiente laboral, tambien cuando terminaban la jornada, dado que vivian juntas. A pesar de que no se parecian absolutamente en nada, Jane la necesitaba en su vida mas que a cualquier otra persona. De alguna manera, Zoe era su contrapunto. --Al parecer, Gabe Jenkins la cago. Otra vez, si. Asi que lo van a castigar apartandolo de su puesto durante un par de meses. ?Y adivina quien lo ocupara mientras tanto...? --Tu, claro. Pero eso significa que... oh, !Dios mio, no puede ser! !Dime que es imposible! Jane se llevo las manos a la cabeza. Si Zoe era su companera e iba a ocupar el puesto de Gabe, todo indicaba que el... pasaria a trabajar con ella. Respiro hondo para intentar calmarse, pero fue en vano, porque la mera posibilidad de poder estar en lo cierto era escalofriante. Gabe Jenkins era conocido en la redaccion por tres cosas. Uno, por haberse acostado con mas del cincuenta por ciento de las mujeres que trabajaban en plantilla. Dos, por ser un cretino arrogante e idiota. Tres, porque era uno de los mejores redactores de deportes. A Jane eso le importaba bien poco. Hasta la fecha, Zoe y ella se habian apanado perfectamente. Acudian las dos juntas a los enlaces de bodas que debian cubrir, resumian el acontecimiento sacando fotos o realizando una entrevista si era el caso y, despues, lo pulian todo en la redaccion antes de mandar el reportaje completo, con los textos acompanados por las imagenes del encuentro. Llevaban haciendo eso mismo durante los ultimos tres anos y, aunque Jane sabia que el sueno de su amiga siempre habia sido poder trabajar en el mundo deportivo al que ahora iban a destinarla, no podia evitar sentir una opresion en el pecho, porque a Jane no le gustaban los cambios ni las cosas que escapaban de su control. --?Estas bien? --Zoe la miro preocupada. --Dime que todo esto es una broma... --Jane, cielo, no es para tanto, tan solo seran un par de meses y, por desgracia, despues le devolveran su puesto de trabajo a ese idiota arrogante y a mi me daran la patada. --Zoe, !?no ves cual es el problema?! !Esto es una locura! --Jane se levanto de la mesa, apoyo las manos en el escritorio e intento mantener la calma respirando hondo, pero conforme la idea de lo que iba a ocurrir calaba mas en su interior, la presion se volvia mas y mas fuerte--. ?Como voy a trabajar con Gabe Jenkins? Es el demonio. Lo contrario al amor. ?Y recuerdas a que me dedico? !A narrar enlaces DE AMOR! --reitero alterada. --Calmate, seguro que encontraras la manera de... Zoe se interrumpio cuando llamaron a la puerta del despacho. Era Ava Bell, la nueva secretaria del jefe de la revista Golden Miller, Dominic Miller. Cuando les pidio amablemente si podian acompanarla hasta el despacho del director, las dos enmudecieron y la siguieron por los pasillos llenos de escritorios y del sonido de los ordenadores y de murmullos. La revista en la que trabajaban era una de las mas prestigiosas del pais. Los Miller la habian fundado decadas atras y, actualmente, tras retirarse, la habian dejado en mano de sus tres hijos, aunque, en realidad, el unico que parecia estar sentado en el trono era Dominic, el hijo mayor de la familia. Su hermano Blake era conocido por ser un mujeriego incorregible y aparecia por las oficinas cuando le venia en gana, algo parecido a lo que tambien hacia la pequena de los Miller, Olivia. Asi que, aunque los trabajadores de la revista respetaban a los tres socios, al que verdaderamente todos temian era a Dominic. De hecho, entre los pasillos se lo conocia como la Bestia, tal como lo habian apodado. Y es que Dominic era un poco asi. Una bestia. De mirada afilada y gris, rostro anguloso y atractivo y una seguridad en si mismo que conseguia empequenecer a cualquiera que se le pasase por delante. O eso fue lo que penso Jane en cuanto entro en su despacho acompanada por Zoe, antes de que la secretaria cerrarse la puerta dandoles privacidad. --Sientense, senoritas --ordeno Dominic. Jane y Zoe se acomodaron en las sillas y, antes de que pudiesen decir nada, la puerta del despacho volvio a abrirse y Gabe Jenkins entro. Llevaba el pelo rubio un poco despeinado, los ojos negros encendidos y su expresion no era nada amistosa. --Llegar tarde no te hara sumar puntos --le dijo Dominic. --Habia trafico --mintio Gabe, sentandose. --Bien, supongo que ya te habras enterado de cual va a ser tu castigo. --La Bestia se recosto en su carisimo sillon y suspiro como si estuviese cansado de tener que tratar con ninos y no con adultos, o como si aquella reunion le pareciese de lo mas aburrida--. A partir de ahora trabajaras con la senorita Jane Davis. Como sabes, se encarga de la seccion de bodas, una de las mas leidas, asi que espero que te lo tomes muy en serio, porque, si no, este apano dejara de ser temporal y se volvera definitivo. --!No, por favor! --grito Jane llevandose una mano al pecho. Cuando se dio cuenta de que todos la miraban algo asombrados, carraspeo--. Quiero decir, que no... que no sera necesario, seguro que el senor Jenkins trabaja asombrosamente bien. --Eso espero. --Dominic alzo una ceja. --?Algo mas? --pregunto Gabe de mal humor. --Si. Jane, hazle un hueco en tu despacho e informale de cuales seran sus tareas y todo lo que debe saber. Yo me encargare de poner al dia a Zoe -- anadio mirando a su amiga y, como tardaron mas de unos segundos en levantarse, les dirigio una mirada iracunda que a Jane le acelero el corazon--. ?Se puede saber por que seguis aun aqui? --Pe-perdone. --Se puso en pie. Despues salio de alli a toda prisa y solo respiro hondo cuando se alejo unos metros de la puerta cerrada del despacho. Sin embargo, su ceno se fruncio al oir una risita tras ella. Se giro. Gabe se reia burlon mientras la seguia. Jane freno en seco. --?Que demonios te hace tanta gracia? --Tu. Y el palo que tienes metido por... --!?Perdona?! No me conoces de nada. --No, pero parecia que te iba a dar un infarto ahi mismo. --Sera porque le tengo algun respeto a mi jefe. --Yo no lo llamaria respeto, era mas bien miedo.