• mentiras en la hora del te - Susana F. Ameijeiras

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    Consiguio vaciar su habitacion de cualquier trasto inutil a la misma velocidad que eliminaba de su interior todo pensamiento inservible. Los dos habitaculos se eliminaron a la vez sin haberse puesto de acuerdo. Ya no quedaba nada a lo que poder echar mano para seguir buscando; habia agotado todos sus recursos: los externos y tambien los internos. Estaba vacio. --Senor... La cabeza del senor se dio la vuelta muy despacio; le costaba despegar su cuerpo erguido mirando a traves de aquella enorme cristalera que, de manera curiosa, todavia estaba brillante y limpia. La cristalera era la unica superviviente de todo aquello; quizas, aquel senor todavia la necesitaba para algo. --Dime, Carlos. --Creo que ya esta todo, senor. --Querras decir que ya no queda nada. Carlos balbuceo. --Puede que, para usted, senor, no quede nada, pero yo le aseguro que, para mi, irme de aqui hace que comience todo. El senor levanto las cejas; en realidad, las retorcio de una manera extrana. Aquellos ojos parecian moverse de una manera poco usual detras de sus pequenas gafas cada vez que al senor le llamaba algo la atencion. --Entonces, nos vamos ya, senor. --Estoy listo. Carlos conducia el coche mientras aquel hombre iba detras. Una de sus cejas habia quedado arqueada, sintoma inequivoco de que algo estaba pensando. Tal vez su cabeza todavia seguia sin estar vacia del todo; quizas, todavia se agarraba a algo. Siendo sinceros, aquel hombre a poca cosa podia agarrarse, ya que, por no tener, no tenia ni un hogar. Lo habia perdido todo o casi todo. --Carlos, ?has guardado el dinero donde te dije? --Si, senor --contesto Carlos--. ?Sigue queriendo que lo traspase a la cuenta que me dio? --Si, hazlo cuando puedas, gracias. Carlos miraba de vez en cuando a aquel hombre por el espejo retrovisor. Habia sido su mano derecha durante muchos anos, su chofer, su asistente personal, su chico de los recados... Si Carlos no habia fallado, entonces, ?que habia sido lo que habia provocado aquel desastre? Carlos era solo un chico normal, sin mas. No tenia pretensiones; no buscaba reconocimiento. Cualquier persona lo habria etiquetado, tal vez, de pusilanime o, quizas, habria pensado que carecia de objetivos, de foco, de ilusion, de reconocimiento... Todo lo que se le ocurria pensar a aquel hombre eran etiquetas, muchas etiquetas. Todo lo pasaba por una etiqueta. Era posible que las etiquetas pudieran resolver sus dudas. Quizas una mala colocacion de estas habia producido todo aquel caos que lo habia llevado a perder anos de trabajo. Una mala organizacion, un mal enfoque como lider... --Senor, ?se encuentra bien? El hombre levanto despacio la mirada. --Si, estoy bien. Mas de media hora en el coche casi habia conseguido que aquel hombre terminara echandose una pequena cabezada en el asiento de atras, pero ya habian llegado a su destino y debia bajarse. --Senor, deje que le abra la puerta. --Gracias, Carlos. El hombre miro aquella oficina donde debia dejar las llaves de todas sus posesiones. Algo le agarro el pecho. Suspiro levemente y se volvio a sentar. --Senor, debe hacerlo y, cuanto antes, mejor. --Lo se, Carlos, lo se. Hubo un silencio pequeno, o no. --Carlos, ?tienes dinero en la cartera? Creo que necesito dar un paseo, tomar el aire y beber un vaso de agua. Carlos lo miro, sin juicio, solo lo miro. Eran muchos anos con el. Lo normal era que Carlos quisiera asegurarse de que el senor estuviera bien. --Tome, senor, lo espero en el coche. Aquel hombre entro en una cafeteria. Intuitivamente, se sento en la mesa con menos atractivo de todas: la que estaba justo al lado de la puerta de la cocina y por la que salian todos los olores cuando algun camarero la abria. El sitio no podia reflejar mejor el valor que se daba a si mismo: ninguno. --Un cafe, por favor --pidio de manera correcta aquel hombre con el hilo de voz justo para ser amable con alguien una vez mas. El camarero poso un pequeno tazon con algo de leche y dos gotas de cafe. Aquel hombre miro la taza, un poco antigua y con restos de lo que podria haber sido el cafe anterior alli vertido. <>, penso. El senor abrio despacio el sobre del azucar, tambien malogrado por la torpeza del camarero al depositar el cafe encima de la mesa, y comenzo a fijarse como aquellos pequenos granos caian de una manera casi perfecta: no habia una sola arena de aquel azucar que se desviara hacia ningun lado. Siendo el un hombre que, en sus mejores tiempos, tomaba cafe casi a diario, el olor que desprendia aquella mezcla comenzo a parecerle muy desagradable. Su estomago termino por rechazar aquel olor y dejo el cafe. En ese momento en que no tenia ni un cafe que tomar, comenzo a sentir una extrana emocion que no controlaba. Se asusto; aquel hombre siempre lo controlaba todo. Fueron quizas los dos peores segundos en mucho tiempo: sudor, desesperacion, miedo, nervios... Por una vez en su vida sintio lo que siempre habia tenido miedo de sentir: vacio, desesperanza y ansiedad. --Ja, ja, ja. --Algo interrumpio la lucha interna de aquel hombre; unas risas y unas voces que venian de algun sitio llamaron su atencion. El senor miro. Llamo al camarero. --Un boligrafo, un papel y un vaso de agua. --Si, caballero. --Ah, una ultima cosa --continuo el senor--. Llevese este cafe y planteese cambiar de marca. Escribio y escribio, etiqueto y etiqueto; las anotaciones se iban amontonando en la mesa. Pidio mas y mas papel. Sus manos sudorosas empezaron a temblar al no poder seguir el ritmo intenso de su escritura. Carlos ya se habia asomado a la cristalera, tambien brillante (quizas lo unico brillante), de la cafeteria, pero Carlos esperaba; Carlos no tenia prisa. Solo era una persona fiel con ganas de seguir sirviendo a su senor. Carlos no protestaba. Aquel hombre dejo el boligrafo, pidio un whisky y respiro, siempre cabizbajo, pero respiro. Tras pagar la cuenta, salio en busca de Carlos, que esperaba pacientemente en el vehiculo. --Carlos, a mi casa. --Senor... --Lo se, tengo que devolver las llaves, pero todavia me queda algo por coger. Por favor, a mi casa. Carlos no dijo nada, arranco el coche y dejo a aquel hombre justo en la entrada de su casa. El senor abrio el portal, subio las escaleras y abrio la puerta. Solo fueron unos minutos. --Ya esta, Carlos, ahora vamos al banco. --No se preocupe, senor; eso ya lo hago yo como usted me mando. --No, Carlos, hay cambio de planes; yo me encargo del dinero. --Como usted quiera. El senor se fue, tal vez a cualquier habitacion de un hostal. Devolvio las llaves de todas sus pertenencias y tuvo muy claro lo que tocaba hacer a partir de ese momento. Carlos tambien se fue. Sus caminos no se volvieron a juntar.

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  • Mentiras en La Hora del Té | Editorial Letra Minúscula

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  • Mentiras en La Hora del Té - Goodreads

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    Mentiras en La Hora del Té: Cuando la primera mentira envuelve el resto de tus pasos. by. Susana F. Ameijeiras. 2.50 · Rating details · 4 ratings · 1 review ...

  • Cuando la primera mentira envuelve el resto de tus pasos

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  • mienteme si te atreves: claves para detectar la mentira y ...

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  • La mascara del herrero de Susana F. Ameijeiras

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    Las cajas inundaban el suelo y eso hacia que, de un momento a otro, pudiera acabar entrando en colera, pero lo sabia disimular. De hecho, disimular, era una de mis especialidades. --Maca, no creo que te cueste tanto meter al menos la ropa en el armario --dijo Esteban. Esteban nunca fue un hombre demasiado alto, le faltaba algo de pelo, pero sus ojos tenian una caida que solo define a los hombres buenos y profundos… a los hombres bienintencionados y serenos. Macarena, mi hija, era por aquel entonces una adolescente de 15 anos cuando nos mudamos a la nueva casa. Al nuevo hogar. Llegamos una tarde de sabado a finales de septiembre. Habiamos decidido darnos la oportunidad de vivir frente al mar aprovechando el nuevo puesto de trabajo de Esteban en un bufete de abogados de un pequeno pueblo costero de cuyo nombre prefiero no acordarme (para algo sirven las grandes frases de los que fueron grandes sintiendose, a veces, bastante pequenos). A medida que nuestro coche se acercaba a aquella calle estrecha, me iba dando cuenta de que el cielo gris inundaba gran parte del paisaje y de que, apenas al fondo, habia un destello de luz sobreviviendo a los ultimos dias de verano. Aquel dia no supe como describir aquella sensacion, pero, para algun organo de mi cuerpo, no paso desapercibida; algo se movio dentro de mi, ni bueno ni malo, solo algo. Ese efecto duro unas pocas decimas de segundos; era una emocion extrana, casi imposible de saborear. No pude saber que era porque se esfumo de golpe, pero dejo en mi un mensaje que solo unas pocas semanas mas tarde empece a descifrar. Ya no habia vuelta atras, ya estabamos dentro de aquel pueblo medio esperanzador... medio oscuro. Esteban abrio la puerta del maletero; la mayoria de las cosas ya estaban dentro, puesto que la empresa de mudanzas se habia encargado de traerlas unos dias antes. Nosotros solo llevabamos unas cuantas maletas y bolsas con algo de comida, abrigos, zapatos... Mire de frente hacia nuestro nuevo hogar. Dos pequenas plantas se alzaban bajo un escaso terreno de hierbas y maleza que se sumaban al aspecto grisaceo del cielo aquella tarde de sabado. Las paredes eran blancas, recien pintadas. Las ventanas, rojas, algo curioso y pintoresco que no me desagradaba en absoluto. Al entrar, subi directamente las escaleras al primer piso en donde se encontraban los dormitorios. Deje dos maletas y mire por la ventana: el mar azotaba con fuerza y el cielo cada vez se oscurecia con mayor rapidez. "Quizas no haya sido buena idea venir una tarde tan oscura", pense, "No es la mejor hora para hacer cambios". Esteban seguia peleandose con Maca para que, al menos, guardara su ropa y su calzado... el resto podriamos hacerlo poco a poco. Maca no hacia caso, y yo, tampoco. Seguia mirando hacia esa ventana y no conseguia saber que era eso que me incomodaba. La mayoria de la gente quiere estar frente al mar, pero esa imagen idilica e inspiradora que otros parecen percibir en ese enorme charco interminable, yo no conseguia verla. Algo oscuro salia de aquel movimiento que desprendia espuma con el empuje de sus olas. Algo queria decir esa fuerza inquieta e infinita que sabemos que jamas se va a detener: una y otra vez golpea y golpea sin cansarse... --Olivia, no pareces muy contenta de poder tener una casa con vistas al mar --dijo Esteban con un tono carinosos mientras ponia su mano en mi hombro. --No, no es eso, me gusta, pero... tal vez ahora mismo solo sea una sensacion de miedo por empezar algo nuevo --dije mientras lo miraba con una leve y, en cierto modo, fingida sonrisa para que no se preocupase en exceso por mi mas que notable cara de cierta tristeza--. Echo de menos nuestro pequeno piso, supongo. Ademas, es tarde, mejor sera que deje de mirar por la ventana y empiece a colocar lo mas necesario --continue diciendo mientras me dirigia al dormitorio dando zancadas entre las cajas. Esa misma noche cenamos comida preparada que compramos por el camino. Todavia aquella casa no parecia un hogar. Demasiadas cosas sin colocar, demasiado caos alrededor. Supuse que no dormiria de noche, no es que lo haya supuesto, es que creo que fue una sentencia firmada desde el mismo momento en que lo pense. Y asi fue. Al dia siguiente, cuando desperte a las cinco de la madrugada, sin apenas haber dormido unas cuatro horas, me di cuenta de que habia sido una pesima idea haber hecho la mudanza un sabado para amanecer un domingo con el cielo completamente gris y el pueblo hundido en un inquietante vacio. "No estoy preparada para este recibimiento tan cutre", pense. Mire las cajas, y todavia me senti peor. Desorden, cielo gris, frio y soledad. Una buena combinacion para empezar de cero… Baje a la cocina, busque la caja donde se encontraba la cafetera, la cogi y mire hacia los lados tratando de encontrar un lugar donde poder colocarla. Es curioso, primero busque un espacio para unos cuantos gramos de plastico antes que uno para mi, pero asi fue. Supongo que en ese momento pensaba que no era nadie sin un cafe en la sangre, lo mismo que no eres nada sin sangre corriendo por las venas. Una vez que la mezcla de sangre y cafeina empezo a burbujear por mis arterias, consegui levantarme por dentro (por fuera llevaba algo mas de una hora despierta). No sabia que hacer, todavia no eran ni las siete de la manana. Asi que, con mucha pereza y con bastante miedo..., volvi a asomarme a la ventana y ver el mar. "No lo entiendo", pense. "No me parece ni tan bonito ni tan magico como todo el mundo recuerda en sus instantaneas de verano. No consigo ver esa sensacion tantas veces repetida en anuncios de television y campanas publicitarias en las que el mar es el elemento mas persuasivo para vender cualquier cosa, aunque sea una cafetera. Nunca compraria una cafetera en cuyo reclamo publicitario saliera el mar". Mientras terminaba ese pensamiento, volvi a darme la vuelta para ver que podia hacer que no fuera desempaquetar cajas; para eso preferia tener a Esteban y a Maca levantados, y no pasar el tormento yo sola. No se me ocurria nada, solo dos opciones: o arreglar la gran duna de carton que se levantaba a cada paso que daba, o mirar por la ventana y ver el mar. Pocas opciones y, todas, desoladoras. Asi que cogi el movil. Y entonces me senti fatal por mirar a una pantalla teniendo en frente de mi al todopoderoso oceano, al que no queria ni ver. Hubo suerte: Esteban se levanto. --Buenos dias --dijo Esteban mientras trataba de despejar los ojos con sus dos dedos de la mano y si dirigia hacia la ventana--. Que maravilla de vistas tenemos por la manana, ?no te parece precioso? --me pregunto, con una mirada de satisfaccion esperando que yo le contestara con su mismo entusiasmo. --Si, es precioso, llevo viendolo desde que me levante, tenemos mucha suerte de poder vivir cerca del mar --conteste, sabiendo que la ironia se habia adentrado durante unos segundos en mi cuerpo, "sera culpa de la cafeina, tal vez debiera dejar de tomar cafe y conformarme con una sosa infusion". --Veo que has sacado primero la cafetera, buena idea --continuo Esteban, y se dirigio con una envidiable actitud hacia la cocina. Tras desayunar y vestirnos, comprobando asi que la ducha funcionaba, que el calentador funcionaba, que el agua corria con soltura (como no podia ser de otra forma, dado que estabamos al lado del mar), Esteban decidio estrenar su primer dia en el pueblo yendo a buscar el periodico. Me invadio una extrana envidia al percibir la ilusion con la que salia por la puerta, la curiosidad por adentrase en el entorno de su nuevo hogar y captar todos los detalles para hacerlos suyos. Yo no podia, habia una extrana barrera entre ese nuevo espacio que me amenazaba con hacerme un pulso y ser mas fuerte que yo. Tal vez estaban saltando todos mis soldados con sus canones preparados para que el territorio no se revelara contra mi. Una osadia que nunca quise analizar demasiado para no caer en la tentacion de pensar que pudiera ser castigada por querer controlar algo que era mas grande que yo. Tal vez los dioses no me lo perdonaran y apareciera su furia en cualquier momento desde cualquier parte de ese cielo gris a traves de esa ventana desde la cual se suponia que teniamos casi las mejores vistas del pueblo. --Buenos dias, Maca --dije con mucha alegria, pero sin mucho exito, puesto que Maca suele levantarse con los auriculares incorporados en sus orejas y no atiende a nada, no escucha... solo clava la mirada en la pantalla de su telefono y levanta la vista a modo de saludo. Quizas es mucho pedir que levante la mano, y que salga un "buenos dias" de su boca, ya es algo con lo que no cuento desde hace un largo tiempo.

  • Vidas Infinitas de A. R. Cid

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    ?Cuantas vidas puedes experimentar sin llegar a volverte loca?

  • Sonata de Amor de Isabel Acuna

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    Desde que David Foster, estudiante de ultimo ano de medicina, escucho tocar el piano a la bella y talentosa Catherine Watson, ha estado prendado de ella. Tras el concierto, decide invitarla a salir junto a su mejor amigo Mark Spencer. Todo parecia ir muy bien, hasta que un terrible malentendido se cruza entre los dos, rompiendo la magia de la incipiente atraccion y llevandolos por rumbos distintos.

  • La esposa entre nosotros de Greer Hendricks , Sarah Pekkanen

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  • Filos mortales de Joe Abercrombie

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    En el ejercito de la Union solo hay un individuo que se cree capaz de salvar la situacion a la hora de enfrentarse a los gurkos: el incomparable coronel Sand dan Glokta.
    Curnden Craw y su grupo deben recuperar un objeto misterioso mas alla del Crinna. Solo hay un pequeno problema: no saben que es ese objeto.
    Shevedieh, la ladrona mas habil de Estiria, va de desastre en desastre con su mejor amiga y mayor enemiga: Javre, la Leona de Hoskopp.
    Despues de anos de masacres, el idealista Bethod trata de llevar la paz al Norte. Solo queda un obstaculo: su lunatico guerrero, el hombre mas temido del Norte, el sangriento Nuevededos.

  • ?Me hablas a mi? de Sam Leith

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    ?Que tiene la retorica para estar en todas partes?

  • La desaparicion de Edith Hind de Susie Steiner

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    <>.
    VAL MCDERMID

  • Querido cupido de A. R. Cid

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    Lo he perdido todo sin llegar a decirle cuanto lo amaba, un amor gestado en el carino, la confianza y el deseo contenido. Tantas noches compartidas sin atreverme a besarlo, ambos nos quedabamos en silencio incapaces de dar el primer paso por miedo, el miedo nos impidio disfrutar del tiempo que nos quedaba juntos.

  • Atrapame 1 de Anna Zaires

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    Es mi enemigo…. y mi mision.

  • Mi tormento (Mi tormento 1) de Anna Zaires

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    P MONTANAS DEL CAUCASO SEPTENTRIONAL, 5 ANOS ANTES eter --!PAPA! --A ESE CHILLIDO AGUDO LE SIGUE EL CORRETEO DE UNOS PIECECITOS, LOS DE MI HIJO, que entra corriendo; los rizos oscuros brincan alrededor del rostro radiante. Riendo, atrapo el pequeno cuerpo robusto cuando se abalanza sobre mi. --?Me has echado de menos, pupsik? --!Si! --Me rodea el cuello con los bracitos e inhalo profundamente, absorbiendo su dulce aroma infantil. A pesar de que Pasha tiene casi tres anos, todavia huele a inocencia y a leche materna como cualquier bebe sano. Lo abrazo con fuerza y siento como el hielo se derrite dentro de mi a la vez que un calor suave y reconfortante me inunda el pecho. Duele, como estar sumergido en agua caliente despues de haberse quedado helado, pero es un dolor placentero. Me hace sentir vivo; llena las grietas de mi interior hasta tal punto que casi puedo pensar que soy un hombre integro y que merezco el amor de mi hijo. --Te ha echado de menos --dice Tamila, entrando por el pasillo. Como siempre, se mueve en silencio, casi sin hacer ruido y con la mirada baja. No me mira directamente. Desde la ninez, se le ha ensenado a evitar el contacto visual con los hombres, por lo que lo unico que puedo verle son esas largas pestanas negras mientras mantiene la mirada fija en el suelo. Lleva un velo tradicional que oculta el largo cabello oscuro y viste un vestido gris largo y sin forma. Sin embargo, sigue siendo preciosa, tan preciosa como hace tres anos y medio cuando se metio en mi cama para escapar del casamiento con un anciano de la aldea. --Os he echado de menos a los dos --digo mientras mi hijo me presiona los hombros, exigiendo que lo libere. Sonriente, lo dejo en el suelo y, de inmediato, me toma de la mano, tirando de ella. --Papa, ?quieres ver mi camion? ?Quieres? --Por supuesto --digo. Mi sonrisa se ensancha cuando me arrastra hacia el salon--. ?Que clase de camion es? --!Uno grande! --Esta bien, vamos a verlo. Tamila nos sigue y me doy cuenta de que aun no he hablado con ella. Paro, me giro y miro a mi mujer. --?Como estas? Me observa a traves de las pestanas. --Bien. Contenta de verte. --Yo tambien me alegro de verte. --Quiero besarla, pero se avergonzaria si lo hiciera delante de Pasha, por lo que me abstengo. En cambio, le acaricio la mejilla con suavidad y, luego, dejo que mi hijo me arrastre hasta el camion, que reconozco porque se lo envie desde Moscu hace tres semanas. Orgulloso, me ensena todas las caracteristicas del juguete cuando me agacho a su lado, observando su rostro feliz. Tiene la belleza oscura y exotica de Tamila, hasta las pestanas, pero tambien tiene algo de mi, aunque no puedo definir con exactitud el que. --Tiene tu valentia --dice Tamila con serenidad, arrodillandose a mi lado--. Y creo que va a ser tan alto como tu, aunque probablemente sea demasiado pronto para saberlo. La miro. A menudo lo hace, me observa con tanta intensidad que es casi como si estuviese leyendome la mente. Pero no es dificil adivinar lo que estoy pensando. Le hice la prueba de paternidad antes de que Pasha naciera. --Papa. Papa. --Mi hijo me tira de la mano otra vez--. Juega conmigo. Me rio y centro la atencion en el. Durante la hora siguiente, jugamos con el camion y varios juguetes mas. Todos representan algun tipo de transporte porque Pasha esta obsesionado con ellos, desde ambulancias hasta coches de carrera. Da igual cuantos juguetes de otro tipo le traiga, solo se entretiene con los que tienen ruedas. Despues, cenamos y Tamila bana a Pasha antes de dormir. Me doy cuenta de que la banera esta rota y tomo nota mental para pedir una nueva. La pequena aldea de Daryevo esta en lo alto de las montanas del Caucaso y es dificil acceder a ella, por lo que no puede haber una distribucion regular desde una tienda, pero tengo medios para conseguir que traigan cosas aqui. Cuando le menciono la idea a Tamila, sus pestanas se abren y me dedica una mirada directa, lo que es poco frecuente, acompanada de una sonrisa brillante. --Eso seria genial, gracias. He tenido que limpiar el suelo casi todas las noches. Le devuelvo la sonrisa y termina de banar a Pasha. Despues de que lo seque y le ponga el pijama, lo llevo a la cama y le leo un cuento de su libro favorito. Se duerme casi de inmediato, y le beso la frente suave. Siento una gran emocion en el corazon. Amor. Lo reconozco, a pesar de no haberlo sentido antes, a pesar de que un hombre como yo no tiene derecho a sentirlo. Nada de lo que he hecho importa aqui, en esta pequena aldea de Daguestan. Cuando estoy con mi hijo, la sangre que me ensucia las manos no me quema el alma. Con cuidado de no despertar a Pasha, me levanto y abandono la habitacion pequena que le sirve como dormitorio. Tamila ya me espera en nuestro cuarto, asi que me deshago de la ropa y me meto con ella en la cama, haciendole el amor de la forma mas delicada que puedo. Manana me tengo que enfrentar a la fealdad de mi mundo, pero esta noche soy feliz. Esta noche puedo amar y sentirme amado. --NO TE VAYAS, PAPA. --A PASHA LE TIEMBLA LA BARBILLA MIENTRAS LUCHA POR NO LLORAR. Tamila le dijo hace unas semanas que los ninos mayores no lloran y ha estado haciendo todo lo posible para comportarse como tal--. Por favor, papa. ?No puedes quedarte mas tiempo? --Volvere dentro de dos semanas --prometo, poniendome de cuclillas para quedarme a su altura--. Ya sabes que tengo que irme a trabajar. --Siempre tienes que irte a trabajar. --Le tiembla la barbilla con mas fuerza y los grandes ojos marrones se le inundan de lagrimas-- ?Por que no puedo ir contigo? Imagenes del terrorista que torture la semana pasada invaden mi mente y hago lo que puedo por mantener la voz tranquila mientras digo: --Lo siento, Pashen’ka. Mi trabajo no es lugar para ninos. --De hecho, ni para adultos, pero no digo nada. Tamila sabe algo de lo que hago como parte de la unidad especial de Spetsnaz, las fuerzas armadas de la Federacion Rusa, pero incluso ella ignora la realidad oscura de mi mundo. --Pero me portare bien. --Ahora esta llorando a mares--. Te lo prometo, papa. Me portare bien. --Se que lo haras. --Lo aprieto contra mi y lo abrazo fuerte, sintiendo como le tiembla el pequeno cuerpo por los sollozos--. Eres un buen chico y tienes que portarte bien con mama mientras no estoy, ?vale? Tienes que cuidarla como el nino mayor que eres. Parecen ser palabras magicas porque se sorbe los mocos y se separa. --Lo hare. --Le moquea la nariz y tiene las mejillas humedas, pero la barbilla esta firme cuando se encuentra con mi mirada--. Cuidare de mama, lo prometo. --Es muy listo --dice Tamila agachandose a mi lado para atraer a Pasha entre los brazos--. Parece que tiene cinco anos en lugar de casi tres. --Lo se. --Se me hincha el pecho de orgullo--. Es increible. Ella sonrie y vuelve a encontrarse con mi mirada con esos grandes ojos marrones parecidos a los de Pasha. --Ten cuidado y vuelve pronto con nosotros, ?vale? --Lo hare. --Me inclino y le beso la frente antes de alborotarle el pelo sedoso a Pasha--. Estare de vuelta antes de que os deis cuenta. ESTOY EN GROZNY, CHECHENIA, SIGUIENDO UNA PISTA SOBRE UN NUEVO GRUPO DE INSURGENTES radicales, cuando recibo la noticia. Es Ivan Polonsky, mi superior en Moscu, quien me llama. --Peter --dice con voz grave, poco habitual, cuando descuelgo--. Ha habido un accidente en Daryevo. Se me hielan las entranas. --?Que clase de accidente? --Ha habido una operacion de la que no se nos informo. La OTAN estaba involucrada. Ha habido… victimas. El hielo de mi interior se expande, me desgarra con sus bordes irregulares y apenas puedo hablar por el nudo que tengo en la garganta. --?Tamila y Pasha? --Lo siento, Peter. Algunos aldeanos murieron en el tiroteo y... --Traga saliva sonoramente --. Los informes preliminares indican que Tamila estaba entre ellos. Casi rompo el telefono con los dedos. --?Y Pasha? --No lo sabemos todavia. Hubo varias explosiones y… --Voy para alla. --Peter, espera… Cuelgo y salgo corriendo por la puerta. <>. Nunca he sido religioso, pero mientras el helicoptero militar atraviesa las montanas, rezo, suplicando y negociando con lo que sea que haya alli arriba por un pequeno milagro, una pequena muestra de misericordia. La vida de un nino es insignificante en estos casos, pero lo es todo para mi. Mi hijo es mi vida, la razon de mi existencia. El rugido de las aspas del helicoptero es ensordecedor; sin embargo, no es nada comparado con el clamor que tengo dentro de la cabeza. La rabia y el miedo que me ahogan desde dentro hacen que no pueda respirar ni pensar. No se como murio Tamila, pero he visto suficientes cadaveres para imaginarme su cuerpo con absoluta precision: esos ojos preciosos en blanco, ciegos, y la boca laxa y cubierta de sangre. Y Pasha… No. No puedo pensar en eso ahora. No hasta que este seguro.

  • Solo tuyo para siempre y contigo (La fuerza de amar 3) de Barbara Crespo

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    Cuando Sindy desaparecio, Ian quedo devastado, nunca habria imaginado que tras haberla elegido, ella le abandonaria. Durante mucho tiempo, se ha dedicado a buscarla, pero como si la tierra se la hubiera tragado… no consigue encontrarla.

  • Los tres nombres del lobo (Volumen independiente), Lola P. Nieva de Lola P. Nieva

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  • Spanish Lady de Claudia Velasco

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    ?Que pasaria si una brillante chica espanola que emigra a Londres para buscar trabajo y cumplir sus suenos se topa de repente con un irlandes de origen gitano, tan atractivo como un actor de cine, tan arrebatador como interesante, e inicia un romance loco e inesperado que le descubre un mundo del que no tiene la mas minima idea?

  • La leyenda del guerrero de Emma G. Fraser

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    Amy Campbell, una joven que acaba de perder su trabajo y su novio, decide embarcarse en un viaje a Escocia para conocer a su familia paterna y la historia de su clan junto a una amiga, Bonnie. Tras ver una representacion del final de la guerra entre los Campbell y MacDonald, las jovenes deciden visitar las ruinas del castillo MacDonald, pero un fuerte tornado las sorprende, llevandolas al ano 1615, en medio de la guerra de los clanes.
    Iain MacDonald, tras heredar el titulo de laird de su clan, rechaza la oferta de matrimonio de Reid Campbell con su hija, por lo que este le vuelve a declarar la guerra. Tras numerosas muertes de inocentes, Iain jura vengarse de todos los Campbell, incluidas las mujeres de ese clan. Pero cuando Amy se cruza en su camino, su valentia y belleza lo atraen de tal manera que no podra dejarla escapar facilmente.
    Pero cuando los Campbell los atacan, Amy tendra que hacer frente a su destino para cambiar el curso de la historia.

  • Lo que pasa en Las Vegas de Eneida Wolf

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    ?Sera capaz Julia de divorciarse y volver a casarse en un tiempo record?

  • Cardeno adorno de Katharina Winkler

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    El destino de miles de mujeres en todo el mundo parece condensarse en esta poderosa novela <>. A la memoria, durante su lectura, nos viene aquella frase de Spinoza: <>. La historia de Filiz, nacida en un rebano, como ella misma cuenta, de numerosos hermanos y hermanas, es la historia de muchas mujeres. Duermen al raso, cuidan los corderos, se protegen de los lobos, se cuidan entre ellos y la madre los protege del padre. <> Las jerarquias ancestrales siguen ejerciendo una violencia interna, inhumana.

  • Pasiones de Lola Bach

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    Lo odio.

  • El error del novio billonario de Kendra Little

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    El sexi hombre desnudo tumbado junto a mi me hace desear poder recordar la noche pasada. Dormia sobre su estomago y su rostro estaba girado sobre la almohada mirando hacia el otro lado. Con suerte no tendria una nariz aguilena ni estaria cubierto de acne… No, no importaba. Me negaba a mirar por encima de su clavicula. Le habia prometido a mis amigas-me habia prometido a mi misma-que iba a dejar de lado mis inhibiciones y que simplemente me divertiria este fin de semana. Eso era lo que las chicas solteras hacian en Las Vegas. Al parecer. Era mi primera vez en la Ciudad del Pecado y, hasta ahora, a juzgar por la perdida de memoria y el sexi tio desnudo, estaba cogiendole el tranquillo a lo de nada de inhibiciones y nada de consecuencias. Un momento de panico se aloja en mi esternon y me alejo hasta el lado mas alejado de la cama. No estabamos en mi habitacion de hotel. La mia venia con otras dos mujeres y sin espacio para estirarse, y mucho menos un tio. Esto era mas bien una suite. ?O era una casa? Estabamos en un dormitorio mas grande que mi apartamento entero alli en Roxburg. Estaba decorado en rojo y negro, con la reina y el rey de corazones insertados en paneles en una pared, detras de lo que probablemente eran armarios. Un sofa reposaba sobre una plataforma elevada cerca de la ventana. Me preguntaba cual seria la vista cuando se abrieran las cortinas. Tire de las sabanas y de la colcha de seda para ocultar mi desnudez. No es que el chico estuviera mirando. A juzgar por su respiracion regular, estaba profundamente dormido. Respira hondo, Amy. Solo porque estaba en una habitacion extrana con un hombre extrano no significaba que estuviera metida en un lio. Solo porque este tipo de cosas nunca me pasaban a mi no significaba que estuviera en peligro. Pero por si acaso, quizas me largaria antes de que se despertara. Seria una completa lastima no ver que aspecto tenia, sin embargo, y quizas conseguir su numero. Katy y Jemma se enfadarian conmigo si lo hiciera, ya que ese no era nuestro trato. Ellas querian que yo me enrollara con alguien, que tuviera diversion anonima y luego me marchara, sin compromiso. No se me daba muy bien esa parte. Marcharme y decir que no siempre habia sido mi problema en mis relaciones. En realidad, empezar relaciones con hombres geniales era mas mi problema, pero no les recorde a mis amigas ese dato. Habian estado tan entusiasmadas por llevarme a pasar el fin de semana en Las Vegas, y yo habia necesitado la distraccion del trabajo. Creo que el tipo a quien pertenecian los deliciosos hombros podia calificarse como una distraccion. Su piel se veia bronceada contra la sabana blanca como la nieve que apenas cubria su trasero. Dos pequenos hoyuelos besaban su piel a cada lado de la base de su columna vertebral. Tiras de musculo formaban el resto de esa espalda, con aspecto duro incluso en relajacion. Tenia hombros sobre los cuales una chica podria babear, o agarrarse. Debe de ir al gimnasio, o quizas su trabajo implica que haga un monton de levantamiento de pesos. Obsesos del gimnasio o albaniles no eran realmente mi tipo, pero yo no estaba aqui para conocer a mi tipo. Estaba en Las Vegas para echar un polvo y divertirme. Estaba bastante segura de que habia experimentado ambas cosas durante la noche. Ojala pudiera acordarme. Lo unico que recordaba era por que normalmente no bebia tanto: cocteles y Amy Grant no combinan bien. Lapsus de memoria no eran buenos para una ayudante del fiscal del distrito con la vista puesta en subir hacia la cima. Unas cuantas fiestas durante mis anos de universidad me lo habian ensenado. Desde que me gradue, solo bebia una o dos copas de vino. Esa era yo, siempre sensata. Esta chica sensata se iba a marchar mientras el chico sexi seguia dormido. Levante las sabanas y saque las piernas de la cama. Los temblorosos musculos de mis muslos me decian que definitivamente habia tenido sexo la noche anterior, y un monton. Esperaba que hubieramos usado proteccion. Quizas deberia comprobar la papelera… "Hmmm," me llego la amortiguada voz del chico. Su mano palmeo el espacio vacio de la cama donde yo habia estado tumbada unos momentos antes. Suspiro y empezo a darse la vuelta. "No te vayas todavia, Amy." Suelto una exclamacion. !Mierda! El chico que parpadea con cara de sueno es guapisimo. Espesas pestanas oscuras enmarcaban brillantes ojos azules que, incluso cuando estaban entrecerrados, parecian atravesarme. Sus mejillas estaban definidas pero no eran prominentes, su mandibula fuerte y un poco picara cubierta de vello matinal. Sus labios… joder, sus labios eran la perfeccion, ni demasiado suaves ni femeninos, pero tampoco duros. Yo queria recorrerlos con la punta de mis dedos, o con mis propios labios. Se estiraron en una sonrisa que era vacilante y dulce, invitandome a volver a reunirme con el en la cama. Pero no fue su sonrisa o su cara demasiado hermosa lo que hizo que tuviera todo el estomago revuelto. Era el mismo chico. Le conocia, aunque nunca nos habiamos presentado. Bueno, no antes de la noche pasada, de todos modos. Era Zac Kavanagh, el cuarto hijo de la familia mas adinerada de Roxburg, un donjuan, y--como si esas dos cosas no fueran suficientemente malas--el hermano mayor de Damon Kavanagh, a quien yo habia ayudado a meter entre rejas hacia dos anos. El no debe de recordar haberme visto en el juzgado, o no me estaria invitando a volver a su cama ahora. Recordaba la mirada brutalmente fria que su madre me habia prodigado el dia que la condena habia sido leida por el portavoz del jurado. Si las miradas pudieran matar, mi equipo y yo nos habriamos encontrado criando malvas. Hay que admitir que ninguno de los otros Kavanagh nos habia prestado mucha atencion, pero seguramente me habian visto. Pero Zac no estaba mostrando senales de reconocimiento. Yo habia cambiado desde entonces. Me habia cortado el pelo y me lo habia tenido de rubio. Y sin llevar mi ropa de juzgado consistente en pantalon y chaqueta, suponia que me veia diferente. Era posible que no me hubiera reconocido. Era otro motivo para escapar antes de que la luz del dia y la sobriedad le permitieran ver con quien habia pasado la noche. Se apoyo sobre su codo y examino mi longitud. La sonrisa se estiro. Yo cogi la almohada y la coloque delante de mi, cubriendo todas las partes importantes. El levanto la mirada hacia la mia, ya sin sonreir, y se sento. La sabana se arremolino en su regazo, revelando la V debajo de unos abdominales como una tabla de lavar. ?Quien hubiera imaginado que el guapisimo Zac Kavanagh tenia un cuerpo de infarto? "Es un poco tarde para ser timida," dijo el. "Yo, eh…" Sigue asi, Amy. Realmente genial. "Tengo que irme." Busque mi ropa, pero solo divise mis zapatos de tacon, tirados en el suelo como si los hubiera lanzado alli. Yo no tiro los zapatos, y especialmente los caros. Normalmente los pongo ordenadamente en un armario o un rincon, quizas metiendolos debajo de la cama. Debo haber estado borracha para simplemente quitarmelos asi. Esos estupidos tacones de aguja plateados fueron probablemente los que, para empezar, me habian metido en este lio. Eran definitivamente un elegante par de zapatos que me hacian parecer mas alta y mas delgada. Eso y el ajustado vestido negro. ?Donde estaba mi vestido? "Tu ropa esta en el salon," dijo el, senalando la puerta con la cabeza. "Nos desnudamos ahi fuera." Su mirada pasa hacia los zapatos. "Excepto por unos cuantos articulos importantes que fueron considerados necesarios. " ?Considerados necesarios? ?Que demonios? No queria entrar en una conversacion con el. El podria saber mi nombre, pero no podia saber quien era yo, y quedarme a charlar solo revelaria demasiado. Ademas, Zac Kavanagh era un mujeriego con mas muescas en su cabecero que estrellas hay en el cielo. Todo el mundo lo sabia. Estaba en los periodicos cada varias semanas con una chica diferente del brazo, normalmente una modelo o actriz, y siempre eran hermosas y con piernas largas. ?Como demonios habia caido yo en la trampa de este tipo? Era el tipo de hombre que yo evitaba como a la mierda. Demasiado guapo para su propio bien, demasiado arrogante para ser genuino, demasiado rico y mimado para preocuparse de nadie mas que de el mismo. Yo era mejor que eso, mas inteligente. No deberia haber acabado en su dormitorio. Tan pronto como volviera a mi propia habitacion de hotel, iba a tener unas fuertes palabras para Katy y Jemma. Primero, ellas no deberian haberme dejado beber tanto como para incluso hablar con alguien como Zac, y segundo, si lo hice, no deberian haberme dejado ir a su habitacion sola. "Amy, vuelve a la cama," arrullo. Si, arrullo. Habia dominado el arte de la voz suave e insistente. "No hace falta que te marches todavia." "Mis amigas me estan esperando."

  • Sofia en Londres de Estefania Gea Campos

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    Un pasado con pocas anecdotas, un presente poco emocionante y un futuro con el que suena. Sofia, una joven de casi 30 anos, es la protagonista de esta historia. Junto son su amiga Matilda, intentara vivir lo que lleva tiempo buscando.

  • Detras de una mascara de Kelly Dreams

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    Victoria Queen estaba acostumbrada a los tropiezos, a caer y volver a levantarse. La vida la habia ensenado desde una edad temprana que solo podria alcanzar lo que queria peleando y se habia tomado ese mantra al pie de la letra. Carismatica mujer de negocios y exitosa empresaria, mostraba al mundo la cara que querian ver, una mascara bajo la que se encontraba otra mujer, una que solo emergia en los momentos mas oscuros de la noche.

  • Reglas prohibidas (La fiesta prohibida 2) de Charlotte Byrd

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    No nos pertenecemos.

  • Los relatos de Fata Morgana de Jonathan Littell

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    Abajo del todo se alzan las dos torres. Destacan sobre un cielo gris, delicado, de luz contenida. Unos arboles ocultan parte de la segunda, la que esta quemada de abajo hacia arriba. Se yerguen silenciosas como centinelas, indiferentes a lo que sucede a sus pies. El viento agita las hojas de los arboles. Estelas de nubes cruzan perezosamente el cielo. Es un domingo de verano. Al rato el sol pasa por el balcon y calienta el rostro y las piernas. Asi que durante unas horas toca refugiarse en el interior oscuro y fresco del apartamento. Enfrente, hacia la izquierda, al bies sobre la colina, estan las pequenas manchas blancas de las tumbas, un reguero disperso entre las casas. Por encima del cementerio se alza una bonita vivienda, un gran edificio del siglo XIX con alas imponentes y columnas de un lado al otro de la puerta principal. Puede que ese fuese el acceso al cementerio. Es dificil saberlo, porque alli arriba no se puede llegar. Por la noche, cerca de esa casa, hay una luz que es un agujero de fuego en la oscuridad. Quien la ha puesto ahi, tampoco se sabe. Hay gente que debe de saberlo, pero yo a esa gente no la conozco. Una vez visite una casa no muy lejos de ese cementerio. Tambien era domingo, hacia el mediodia. B. me habia llevado para entregarle un paquete a la gente que vivia en ella. Nos quedamos en la terraza una media hora, bebiendo cerveza con el padre mientras la hija, en el jardin, cortaba rosas para B. Estabamos sentados un poco apartados, porque el extremo de la terraza quedaba expuesto. La ciudad se extendia a nuestros pies, con las dos torres de frente por una vez, bajo un cielo azul de verano que viraba a blanco. En el lado de la Residencia del general cayeron algunos obuses. El padre me dijo que no estabamos mas que a ciento cincuenta metros del cementerio; esa informacion me parecio sorprendente. Ayer, prosiguio, una mujer fue asesinada por un obus justo debajo de esta casa. La vispera habia sido en efecto un dia muy malo, mataron a muchas personas. Pero ese domingo yo todavia no sabia hasta que punto el dia anterior habia sido malo. Fue un fin de semana tan hermoso. El sabado, cuando atacaron por primera vez la Residencia del general, yo estaba almorzando en una taberna. Delante de mi mesa reboto una esquirla de obus con un pequeno tintineo, corri a recogerla; volvi a entrar en el cafe riendo, pasandome la esquirla aun ardiente de una mano a la otra, como cuando sacas del horno una patata asada. Mas tarde, ya de cara a la noche, fui a casa de unos amigos a tomar un coctel. Bebiamos en el jardin mientras por encima de nosotros bramaban los cohetes. Varios de mis amigos se asustaron y se acurrucaron al pie de los rosales. Fue muy divertido, nos reimos mucho. A la manana siguiente, otro obus exploto en el jardin de al lado, a unos cincuenta metros de donde habiamos estado bebiendo. Asi que ese domingo, despues de la cerveza cerca del cementerio, me fui con B. a recoger a nuestro amigo A. para ir a almorzar a un restaurante precioso, un poco aislado, con una terraza cerrada solo en parte en la que podias estar al aire libre sin violar demasiado las prohibiciones de la policia. Comimos lentamente durante toda la tarde, chuletas de cordero con una ensalada de cebolla, y nos bebimos una botella de vino tinto. Despues, B. y yo compartimos un puro, estaba demasiado seco pero igual fue un gran placer. Luego compramos pasteles y fuimos a beber alcohol a mi balcon, frente al cementerio, con las dos torres a nuestros pies. No fue hasta el dia siguiente, al leer los periodicos, cuando nos dimos cuenta de lo malo que habia sido el fin de semana. Pero el verano ya llevaba asi seis semanas, y todo apuntaba a que iba a seguir igual. La ciudad estaba completamente cerrada desde finales de mayo. De hecho, todavia quedaba una carretera para entrar y salir, pero era peligrosa. Habia a quien esa sensacion de encierro le ponia de los nervios, pero a mi me alegraba. Me encantaba la idea de estar aqui atrapado para el resto del verano, con el calor y la luz, perseguido a un lado y al otro de la ciudad por los silbidos agudos de los obuses y el ruido obsceno de sus detonaciones. Eso me hacia sentir enormemente vulnerable y me ligaba como un suplicio a esa otra cosa de la que no deberia hablar. Esa otra cosa, me resulta imposible hablar de ella pero tambien me resulta imposible no hablar de ella. Me devastaba el corazon y consumia mis noches: por la manana, al despertarme, colmaba mi cuerpo y lo retorcia de felicidad. Luego me levantaba, me vestia, me dirigia a mi despacho y reanudaba mi trabajo con una atencion y un estado tan febril que, por un tiempo, la dejaba de lado. Pero a veces los bombardeos eran demasiado fatigosos, imposible trabajar, y entonces, entre el miedo y esa cosa, me invadia una enorme pereza que volvia inutil cualquier esfuerzo. Entonces quedaba el balcon, el sol, los libros, el alcohol y los puritos que tanto me costaba procurarme, y a veces tambien el telefono, horas y horas de telefono, un medio odioso y falso pero que en ausencia de su rostro y de su cuerpo alimentaba mi angustia y mi futilidad. Y aqui estoy, hablando de ello, cuando no deberia hacerlo. Deberia hablar de otra cosa. Hacer descripciones, como al principio de este relato, describir el purito palido que me fumo en este momento, el mechero de estano barnizado que tengo delante, un poco rayado por las monedas que llevaba en el bolsillo, el cielo que vira a gris. A modo de proteccion de posibles fragmentos de vidrio, las ventanas de mi despacho estan cubiertas por unas laminas autoadhesivas de plastico translucido; a traves de esas laminas, punteadas por burbujas de aire, todo se ve turbio. Es una lastima, pero por otro lado, delante de mi despacho no hay nada que ver, solo otro edificio gris, sucio, con muy pocas ventanas intactas y estrias de impactos que atraviesan su fachada. Ah, aqui vuelve el sol, a iluminar graciosamente esa horrible fachada. No hay discusion, el sol demuestra una inmensa bondad por las pobres cosas de este mundo. Un poco mas arriba, en este mismo cuaderno en el que ahora tomo notas, hace unas semanas escribi una o dos frases sobre la luz del sol en el cuello de B. Tambien, como por azar, fue un domingo (aunque en realidad no se deba al azar, sino a que trabajo para justificar mi presencia aqui, y a estas historias no les quedan mas que los domingos). Fue uno de los momentos mas aterradores y dolorosos en que me he visto inmerso en los ultimos anos. ?Que me impidio besarla, en ese momento? Todo mi cuerpo y todo mi pensamiento, tan debiles, no tendian mas que a una sola cosa, posar mis labios sobre ese cuello resplandeciente de luz y blancura. Que horror. No me movi, me quede apoyado en la barandilla, luego nos fuimos. Podria echarle la culpa a mi natural timidez, pero algo me dice que eso seria falso, una patetica escapatoria. Mas bien me parece que aquello fue miedo, lo cual no es lo mismo. Bajo esa luz pavorosa, tan cerca de su piel, me quede descolocado, crucificado de miedo y deseo, y ni siquiera llame Elohim, Elohim, estuvimos charlando, luego nos fuimos, le cogi una flor, otra para la tumba de mi deseo, y la lleve a su casa. En verdad no deberia hablar de estas cosas. El verano continua, esta lejos de terminar. No habria que hablar de eso sino despues, mucho tiempo despues. Lo mejor seria no hablar de eso nunca, morir en silencio y que asi desapareciese, esas dislocaciones y esas luces de las que al final veremos que esta hecha la vida, si es que no lo vemos ya, y si es que alguna vez podemos decir de una vida que esta hecha, pero si no logramos callarnos, por lo menos que sea mas tarde, y que haya sido debidamente digerida antes de regurgitarla. El verano ni siquiera ha terminado, las sirenas acaban de ponerse a sonar, habria que aprender a hacerse crecer una piel antes de jugar a despellejarse con navajas de tan pobre calidad. Tanta impaciencia me desconsuela.

  • Para siempre, Norah Carter, Monika Hof, Patrick Norton de Norah Carter

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  • La suerte es nuestra de Ana Martin Manas

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    <> es una palabra de solo seis letras, pero cabe tanto dentro de ella que, a veces, hasta asusta. Segun la RAE, significa experimentar sensaciones producidas por causas externas o internas. Cuando yo pienso en el verbo sentir me lo imagino como una uve enorme. Es estar en lo mas alto, caer de golpe hasta casi tocar el suelo para despues volver a resurgir y dejarte envolver por todas esas sensaciones que estallan en ti. Esta noche, la uve parece mas un guion plano, soso y sin subidas y bajadas excitantes. Unas horas antes... Abro la puerta de casa de un tiron y lo que me encuentro es a Marc con cara de perrito triste. --Siento llegar tarde. --La cosa no pinta bien esta noche, tenemos bajas, pasa. Y no se para que te disculpas, ya cuento con que vas a llegar tarde siempre. --Que poca fe tienes en mi --dice mientras pasa por mi lado y deja un beso en mi mejilla--. Bueno, me imagino que Sara y Evan no estan para fiestas, y Gabriel y Ada se quedan con el peque. ?Hugo y Carla? ?Edgar? --Espera, me acaba de llegar un mensaje de Carla. --Lo leo y suspiro haciendo pucheros--. Algo le ha sentado mal y dice que esta noche dormira abrazada a la taza del vater. --Mmm, pues Hugo estara cuidando de ella, me imagino. --Asi es... y Edgar me ha dicho que ya tenia plan. --Pues salimos tu y yo, anda que el problema... Antes de que se arrepienta, me pongo el abrigo --estamos en febrero y hace un frio que pela--, cojo mi bolso y lo arrastro hacia la calle. Llegamos a la discoteca, y no es que sea muy acogedora, pero la musica es buena y el ambiente tambien. Nadie lo puede negar, Marc es muy divertido y se anima a la primera de cambio. Siempre tiene una sonrisa plantada en la cara, es imposible que no te contagie su alegria vital. Ademas, el condenado baila muy bien. Suena una cancion de rock que le gusta y empieza a saltar fuera de si. Yo le sigo el rollo y nos ponemos a darlo todo hasta que nos dan casi las tres de la madrugada. Tras muchas risas y algo de alcohol, no se como, acabamos hablando de nuestras intimidades. Marc es asi, se puede hablar con el de cualquier cosa y sabes que no te va a juzgar. O, al menos, lo va a hacer como un amigo de verdad. --?Cuanto hace de la ultima vez? --?La ultima vez que me enrolle con un tio? --Miro al techo, pensativa--. Hara como un mes. ?Y tu, Marc? Que ya nos conocemos. --La semana pasada --dice orgulloso. --!Cabron! --Le doy un codazo de broma. --Los hay con suerte. --Me das un poco de envidia, pero es que solo me cruzo con capullos. Veo un tio que me parece guapo, me acerco, pero es que en cuanto abre la boca tengo que salir por patas. ?No puedo cruzarme con alguno decente de vez en cuando? A ver, tu eres normal. Si no me conocieras, ?nos iriamos a la cama esta noche? --Lo miro fijamente, el tira la cabeza hacia atras y suelta una carcajada. --Joder, vaya pregunta, Mir. ?En serio quieres que te conteste? --me dice cuando para de reir. --Va, no te cortes. ?Crees que estoy buena? --?Quieres la version <> o la version <>? --Quiero la version hombre adulto que sabe lo que quiere -- contesto seria, sin apartar mi mirada de la suya. --Que intensita estas hoy. --Se acerca a mi oido y, entonces, sigue hablando, tan cerca de mi oreja que puedo sentir como su aliento me acaricia--. Eres jodidamente sexi, tu cuerpo tiene unas curvas de infarto que cualquiera querria recorrer con su lengua y tu culo es perfecto. Si no fueras mi amiga, ahora mismo estaria suplicandote que me dejaras meterme entre tus piernas durante lo que queda de noche y, despues, una vez mas. Despacio, doy un paso atras. Se que mis ojos estan abiertos como platos mientras miro a Marc, que por una fraccion de segundo me observa serio, pero solo dura eso, ni un segundo, y entonces una sonrisa socarrona se extiende por su cara. A mi me entra la risa y ambos estallamos en carcajadas mientras nos doblamos por la mitad. Me acerco a el y le rodeo con un brazo la cintura para acercarlo y poder hablarle. --Eres un cabron. Me has puesto muy muy cachonda, ahora, si o si, voy a tener que buscarme un ligue para esta noche --le digo mientras el sigue riendo. Su brazo rodea mis hombros y me aprieta un poco para llamar mi atencion antes de hablar. --Creo que ya lo has encontrado. Lo miro confusa y el me senala con la cabeza hacia el otro lado de la pista. Me giro hacia alli y veo a un tipo que me mira sin disimular. --Lleva bastante rato observandote. --Oye, pues es bastante mono --le digo y me separo de el--. ?Que tal estoy? --Me aliso el vestido y doy una vuelta. Me mira durante unos segundos de arriba abajo con los ojos entrecerrados y la mano rascando su menton antes de contestar. --Explosiva. --!Genial! ?Sabias que me flipan las chupas de cuero? --Le guino un ojo y me doy la vuelta para ir a encontrarme con el bombon al otro lado de la pista. --Y no es por las motos, ?verdad? --grita Marc cuando me he alejado un par de pasos. --Es por Grease --le contesto por encima del hombro antes de seguir avanzando hacia mi objetivo. Al final, el tipo resulta ser un poco serio, pero besa bien. Bailamos algunas canciones, nos tomamos una copa hablando de todo y nada, cerca de la barra, y antes de darme cuenta, me esta preguntando si nos vamos a su casa. Acepto y le pido que me espere mientras aviso a mi amigo de que me voy. Cuando establezco contacto visual con Marc, veo que esta rodeado de mas gente. Desde lejos me pregunta con senas que tal ha ido. Le respondo con un gesto afirmativo y el sonrie. Entonces, hace otra senal empujando sus caderas hacia delante, para decirme si va a haber tema esta noche. <>, pienso, y asiento con mi cara mas perversa. Dejamos los gestitos y nos acercamos a un punto intermedio. --Enhorabuena, a ver si te da un buen meneo --me dice al encontrarnos. --Pinta bien, pero ya veremos. Oye, una cosa, cuando salgo con las chicas, siempre les envio la ubicacion cuando voy a casa de un tio. Mas que nada por si es un psicopata o un secuestrador, ?sabes? --Claro, pasamela cuando llegues alli. Cualquier cosa rara, me llamas. --Gracias, Marc. Lamento tener que dejarte, pero tu no estas del todo mal acompanado y yo necesito echar un polvo. --No te preocupes por mi, igual no eres la unica que se lo pasa bien esta noche. --!Suerte! --Le guino un ojo. --Ve, que tu amigo ya esta ahi, esperandote. --Hasta luego, bomberito --le digo mientras le doy un abrazo rapido. --Cuidate y pasalo bien. Nada mas entrar en casa del tipo, el coloca su mano en mi nuca y me atrae hacia su cuerpo. Nos besamos con ganas. Nuestras lenguas juegan entre si y sus manos empiezan a recorrer mi silueta para deshacerse de mi ropa. --Tranquilo, puedo hacerlo yo sola --le digo al ver que no acaba de acertar con la cremallera del vestido. Asiente y empieza a besarme el cuello mientras vamos dejando ropa tirada por el camino hasta que llegamos a su dormitorio. Me gusta como besa, asi que intuyo que lo que va a venir a continuacion solo puede ser bueno. Me acerco mas a el para sentir su cuerpo y dejo un reguero de mordisquitos en su cuello, provocandole un leve gemido de placer. Bajo mi mano hasta su entrepierna y puedo notar que lo acabo de poner a cien, porque, acto seguido, me empuja hacia la cama. Nos desprendemos de la ropa interior y veo que me mira avido. Yo sonrio, con la expectativa de que lo que puede venir a continuacion tiene que ver con su lengua, porque se coloca de rodillas sobre el colchon. Pero, claro, ya me extranaba a mi que todo fuera tan perfecto. Cuando me quiero dar cuenta, esta colocandose un preservativo. --Espera, ?no vas un poco rapido? --suelto sin pensarmelo dos veces. --?No quieres hacerlo? --Si, si quiero, pero... --?Entonces? <>. Pero eso, obviamente, no lo digo en voz alta. Me enderezo para besarlo de nuevo y es entonces cuando le cojo una de sus manos y la llevo hasta mi clitoris. El empieza a mover sus dedos, rapido y sin apenas mirarme. Por descontado, por mas que trato de concentrarme, no consigo sentir nada. O, al menos, nada agradable, porque mueve su mano como si estuviese completando una mision en algun videojuego; a la velocidad del rayo y, para mi desgracia, con nula destreza. <>. Decido que tengo que parar esto cuanto antes, asi que intento otra cosa que pueda excitarme. Coloco mi mano sobre la suya y empiezo a guiarlo sobre mi clitoris. Con la otra, agarro su pelo y lo acerco a mi cuello, indicandole lo que quiero que haga. Mi companero de cama, sin embargo, tiene bastante prisa y, en pocos minutos, se coloca sobre mi de nuevo y acopla sus caderas a las mias. Al principio no esta nada mal, se mueve decidido. Con cada uno de sus envites mi cuerpo se levanta un poco del colchon y una sensacion conocida empieza a serpentear por mi cuerpo. Me emociono y me dejo llevar. Pero la sensacion de <> se desinfla cada vez mas y, cuando me doy cuenta, oigo un grunido seco, y el tipo --Angel, ha dicho que se llama-- se desploma a mi lado. --Ha estado muy bien, Miranda --suelta con un hilo de voz tras un largo suspiro. <>. --Igual podriamos hacer otra cosa --propongo con mi mejor cara de nina buena--. Pero antes, voy un segundo al bano. El asiente y lo pierdo de vista por un momento cuando accedo al lavabo para asearme un poco. <>, pienso mientras vuelvo a la habitacion. Cuando me acerco a la cama, recibo mi respuesta en forma de sonoro ronquido. --!Joder! Pues vaya plan... --susurro. Seguramente, ahora mismo debo de tener cara de idiota mientras miro el techo de la habitacion de este tio. Estoy a punto de levantarme cuando pienso que primero echare una cabezadita; hace mucho frio en la calle y ahora mismo no me apetece salir. Pongo la alarma muy temprano en el movil y cierro los ojos mientras suspiro y espero a que me entre el sueno. Con lo bien que me hubiera ido un orgasmo para dormir a gusto. Cuando ya he dado como doscientas vueltas, intentando encontrar la posicion correcta para dormir, oigo unas voces amortiguadas. Debe de ser la companera de Angel, antes me ha explicado que compartia piso. Oigo que entra en la habitacion de al lado cerrando de un portazo y, despues, un golpe sordo y un jadeo. !Joder! Alguien la ha empotrado contra la puerta. Que suerte tienen algunas. Ella si ha sabido elegir. El rato pasa y un sinfin de gemidos, golpeteos de la cama contra la pared y demas sonidos llegan hasta mi. <>. No puedo dormir y, ademas, me estoy poniendo muy tontorrona mientras escucho a esos dos follar. ?Quedaria muy mal si pido unirme a la fiesta? Si, creo que si. Escondo la cabeza bajo la almohada e intento dormirme. *** La alarma del movil me despierta. La apago, echo una mirada rapida al lado y veo que Angel sigue dormido. Recojo mis bragas y mi sujetador y me los pongo antes de abandonar la habitacion. Cuando salgo, visualizo algunas de mis cosas en el suelo del comedor y avanzo hasta que... lo veo. Me refiero al hombre al que he escuchado darlo todo al otro lado de la pared. Esta de espaldas, en calzoncillos, y haciendo el desayuno en la cocina americana. Joder, te folla como Dios y despues te lleva el desayuno a la cama, eso si que es nivel para un ligue de una noche. --?Quieres un zumo? Estoy haciendo unas tostadas --pregunta sin darse la vuelta. Su voz suena ronca por el sueno o, mas bien, por la falta de el. Por mi mente pasan mil expresiones por minuto y ninguna de ellas es apta para menores de dieciocho. Este tio debe de ser deportista o algo, porque menuda espalda. Dios santo, madre del amor hermoso, virgen de las angustias, pecadores benditos. Fijo que tiene la uve de los oblicuos marcada. <>. Cojo uno de los vasos que hay preparados en la isla mientras, en mi cabeza, estoy imaginando como sera por delante. Entonces, se da la vuelta. Y eso que veo si que es una UVE de vertigo como Dios manda. Pero subo la mirada y... --!!Marc!! --Escupo el zumo de la impresion. Para ser mas exactos, lo escupo encima de su pecho. --!!Miranda!! ?Que cono haces aqui? --grita el, casi tan sorprendido como yo, mientras se seca con un trapo. --Podria decir lo mismo de ti. --?Deberia taparme? Ahora que se que es Marc, no se si es muy buena idea estar en ropa interior delante de el. Bah, demasiado tarde. En ese momento, el acaba de limpiarse el pecho y veo que me observa. Recorre mi cuerpo con la mirada. Empieza por la punta de los dedos de mis pies y sube muy lentamente, mucho, tanto que me pone un poco nerviosa y trago saliva con dificultad. Algo raro en mi, pero es que me esta dando un buen repaso. Cuando por fin nuestros ojos se encuentran, durante una decima de segundo, los suyos parecen nublados por algun motivo, pero rapidamente parpadea y habla de nuevo: --Madre mia, que casualidad encontrarnos aqui. Pero ?fue bien? Me enviaste un mensaje con la ubicacion y un triste ok y no sabia si tenia algo mas que descifrar de eso. No pense en abrir y mirar la ubicacion a no ser que me necesitaras, si no, hubiera sabido que estabas aqui. --Mejor no hablemos, Marc, tengo que salir de aqui antes de que se despierte ese tio. --Eso suena a polvo frustrado... --Estoy segura de que tu no puedes decir lo mismo, porque, joder, nene, cortate un pelin, que se habra enterado todo el vecindario de tus tres rounds sexuales. --Joder, Mir, ?me has escuchado? --Yo y estoy segura de que algunos mas --me burlo un poco y el bromea dandome un codazo--. !Mierda, mierda! --Digo en voz baja al ver que Angel sale de la habitacion. Paso al otro lado de la isla y me agacho para ocultarme de el. Marc esta justo delante de mi, tratando de disimular. --?Una tostada? --suelta Marc a modo de saludo para Angel. --No, gracias. Tengo que irme al hospital, me acaban de llamar para hacer una guardia. --Vaya, que te sea leve. --Si todavia esta aqui la pelirroja, dile que la llamare. --Vale. --La tengo loca. --?Tu no tenias prisa? --contesta Marc, que acaba de poner los ojos en blanco tras su comentario. --Venga, hasta luego. --Gilipollas --decimos Marc y yo al unisono cuando ya no puede oirnos. --Ya puedes salir --me dice Marc, cuando se oye la puerta de entrada cerrarse. --Yo solo te pido que la proxima vez procures no ponerme el paquete en toda la cara. --Solo estaba tratando de que no te viera. --!?Que cono estais haciendo?! ?En serio? ?Te lo haces conmigo y luego con ella en mi puta cara? --vocifera alguien por detras de Marc. --!No es lo que estas pensando! --se defiende el. --Si, claro, ?y me explicas que esta haciendo esta chica de rodillas a la altura de tu polla? !Capullo! --Calmate, es solo un malentendido --habla Marc en tono conciliador. --Y tu no puedes ser mas guarra, ?no? --Esta vez, la chica se dirige a mi--. ?Follaste anoche con mi companero de piso y ahora te quieres tirar a mi chico? --A cualquier cosa le llaman follar... Mira, guapa, yo me acuesto con quien me da la real gana --suelto al verme insultada. --?Por que le hablas asi? No te ha hecho nada, y no alucines, que no soy tu chico. Lo de anoche estuvo de puta madre, pero ya esta, creia que habia quedado claro --le dice Marc. --Pero ?como puedes...? !Largo de mi casa! !Fuera! Nos empuja de malas maneras y nos echa, literalmente, del piso. Marc coge al vuelo su ropa, que estaba apoyada en el brazo del sofa, y yo logro coger mi bolso antes de cruzar la puerta. --!Eh, eh! Pero dame el resto de mi ropa --grito, dando golpes en la puerta. --Por favor, Alejandra, te juro que has malinterpretado la situacion --vuelve a justificarse Marc, a ver si nos da la ropa que nos falta. --Ese vestido era mi favorito y el que mejor me quedaba. --Hago pucheros. --Doy fe de ello --dice en tono de broma Marc mientras se pone los pantalones. --!Marc! --Le suelto un manotazo. En el rellano del edificio y en bragas, lo miro sin saber muy bien si reirme o llorar. Cuando nuestras miradas se cruzan, estallamos en carcajadas porque la situacion no puede ser mas surrealista. --?Y ahora que hacemos? --?Pedimos un taxi? --sugiere. --Estoy en bragas y sujetador. --Toma, ponte mi camiseta. --?Y si llamamos a alguien de confianza y le pedimos que nos traiga algo de ropa? --propongo. --Buena idea, seguro que Evan estara despierto, suele salir a correr temprano. --Dale. Marc saca su movil del bolsillo del pantalon y empieza a llamar. --Tio, necesito que me hagas un favor. --... --Si, si, ya se que esto te recuerda a algo. Te debo una, pero, por favor, ven a buscar a este pobre infeliz. Te mando la ubicacion. Ah, y traete algo de ropa, por favor. Los pantalones mas pequenos que tengas y un par de sudaderas. --... --Mejor no hagas preguntas. *** Evan aparece en menos de quince minutos y, cuando nos ve juntos, medio en cueros, tiritando de frio y andando con el mayor de los sigilos, se descojona en nuestra cara. --Pero ?que...? Me teneis que explicar esto o sacare mis propias conclusiones y sera mucho peor --dice Evan--. Teneis ropa en el asiento de atras. --Gracias, Evan, Dios te lo pague con lo que sea que te haga feliz en esta vida --le digo mientras me contorsiono en el asiento de atras para ponerme los pantalones. --Pero ?me vais a contar que haceis en pelotas en la otra punta de Barcelona? --Pues no te lo vas a creer... --empieza a explicarle Marc.

  • El retorno (Titan 1), Jennifer L. Armentrout de Jennifer L. Armentrout

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  • Perseguida por su pasado de Cassie Miles

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  • El Diablo le da ojos a quien no ve de Juan Jesus Urbano Martinez

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    El ambiente festivo reina en la romeria de San Bernabe. Cientos de personas inician su ascension hacia la ermita del santo cuando una grotesca escena detiene a la comitiva entre los gritos ahogados de los asistentes. Martin Vilches, un inspector de policia que lucha contra sus adicciones, es asignado al caso por peticion expresa de su jefe. Lo que parece un claro ajuste de cuentas se acaba convirtiendo en un crimen ritual meticulosamente preparado por un brutal asesino. Vilches debera buscar la manera de atraparlo adentrandose en un submundo donde la adoracion al Diablo es la unica salvacion.

  • Derrame mis lagrimas (Por amor 5), Maria Beatobe de Maria Beatobe

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    Tras el shock sufrido por Naira ante una confesion que no esperaba, sus amigas intentan animarla llevandosela de fin de semana a un divertido y original cumpleanos celebrado entre tiendas de campana, mucha diversion, algunas locuras y un encuentro inesperado. Nuestras unicornias haran de esa fiesta una fecha para recordar.

  • Manual de un Homicidio de Goncalo Jn Dias

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    Para contar mi version de la historia, tendre que retroceder hasta el inicio de diciembre de 2016. Me encontraba en una fiesta de navidad de una escuela de educacion primaria, donde un grupo de ninos de cinco y seis anos cantaba villancicos de una forma anarquica y arritmica, algunos de los cuales estaban mas interesados en hacer payasadas para el auditorio, compuesto en su inmensa mayoria por padres y abuelos. Estos se reian y movil en mano, grababan el momento para toda la eternidad. Seguramente que inundarian las redes sociales cuando llegaran a casa con fotos de sus hijos y tipicas frases toxicas como: "mis hijos son mi felicidad" o "cuando un hijo esta feliz hay una madre tocando el cielo". ?Y que hacia yo, una mujer de 38 anos, sin hijos, que no aprecia la navidad ni la compania de ninos, en este lugar? Acompanaba a Dora, una vieja amiga, que tenia uno de los hijos en el palco y el otro en su regazo, mientras contemplaban como su hermano cantaba y gesticulaba a la vez para su madre, que contestaba enviando besos con la mano; en ese momento pense: ?que hago yo aqui? Habia algo que faltaba en mi vida y no era un hijo. El hecho de que mi novio no pudiera tener hijos no era motivo de insatisfaccion. Sentia que la culpa era mia, no conseguia ver la gracia a aquel tipo de actuaciones, mientras todos reian y disfrutaban. Esto era algo que tambien ocurria en otro tipo de situaciones similares, en las cuales yo simplemente me sentia descolocada, inadaptada. Ultimamente, para poder quedar con mis amigas de la adolescencia o de la universidad, siempre tenia que ser en lugares como este, escuelas, parques o cafeterias apropiados para ninos. Nuestras conversaciones habian cambiado; ya raramente hablabamos sobre nosotras, el tema central y casi exclusivo eran los crios. Que comian, como dormian de mal, que cara era la ropa de ninos, el ruido que hacian constantemente y como echaban de menos el periodo en que tenian tiempo para ellas mismas. Cinicamente decian que me envidiaban, que yo si tenia todo el tiempo del mundo para mi, por supuesto, sabia que ellas lo decian entre dientes, sin sentirlo realmente. Sin tan siquiera darme cuenta, poco a poco, mis amistades fueron cambiando, conoci personas que como yo no tenian hijos, ya fuera por opcion u obligacion, con las que frecuentemente satirizaba sobre las familias tradicionales. Conscientemente, escogia en la playa un lugar alejado de los crios; miraba con impaciencia cuando algun nino berreaba en algun transporte publico y negaba gentilmente coger los bebes de mis amigas, con la excusa de ser poco habil. Por lo tanto, el hecho de que Julio no pudiera ser padre no me produjo gran tristeza, jamas habia sentido la llamada de la madre naturaleza para dar a luz, aunque sabia que, para el, suponia un duro golpe; no solo porque deseaba ser padre, sino tambien por prejuicios machistas que le hacian pensar que seria menos hombre que otro cualquiera. Tuvimos conocimiento de que el no podia concebir un hijo cuando teniamos poco mas de 30 anos, mientras todos nuestros amigos empezaban a tener su primer retono. Mas que por iniciativa propia, fuimos arrastrados por aquello que todos hacian en nuestra edad: centrarse y tener hijos. Despues de diversas visitas a medicos y curanderos, aceptamos lo inevitable y entonces, Julio propuso la alternativa de adoptar un nino, la cual rehuse con total determinacion. El aniversario del fallecimiento de mi padre era otra de las razones de mi tristeza y nostalgia en esta epoca. Se cumplian ahora dos anos de su muerte, y esa fecha me hacia recordar la agonia por la que paso en sus ultimos dias. Las noches que estuve a su lado, mientras el se esforzaba, entre dolores y morfina, en hablarme de su vida, de sus victorias y derrotas, del orgullo que sentia por mi, de su impotencia y locura cuando murio mi unico hermano y de la esperanza que tenia en que yo aun le diera un nieto. Esa navidad, Julio habia acordado con su madre y sus hermanas pasar la Nochebuena con ellas en su pueblo natal, Braga. Yo me habia disculpado por no querer dejar sola a mi madre en este periodo tan delicado, por no hacer el viaje de casi 400 kilometros, aunque en el fondo, el poder evitar las interminables preguntas, sugerencias y opiniones de mi suegra y cunadas, fuera ya razon suficiente. El estar separados en estas fechas, cada cual con su respectiva familia, era ya una senal clara de la crisis conyugal que atravesabamos, la cronica de una muerte anunciada. Julio y yo teniamos una relacion de 13 anos, que yo definiria de mutuo respeto, pero la rutina junto a nuestra falta de comunicacion, la ausencia de aficiones en comun y la inexistencia de iniciativa de Julio para llevar a cabo cualquier tarea domestica, arrastro nuestra relacion al borde de la ruptura. Julio me habia dado la estabilidad y serenidad que yo necesitaba a mis 25 anos; e influyo positivamente en mi madurez como mujer y persona. El dejo su pueblo natal y un buen empleo estatal para venir a vivir conmigo; comenzar de cero, en una ciudad grande y confusa, sin ningun amigo ni familiar. Era, sin duda, un hombre valiente. Me sentia en deuda con el por ese gesto tan romantico y elocuente. Tal vez por ese motivo, aun no habia reunido las fuerzas suficientes para terminar nuestra relacion o simplemente estaba acomodada a la situacion. Retomando a mi vieja amiga, Dora, y sus dos pequenos hijos, me acuerdo de nuestros intentos fallidos para tener una charla civilizada y apetecible durante esa tarde, intentos que eran sistematicamente interrumpidos. Aun asi, decidimos quedar para hacer las compras de navidad el siguiente sabado. Desafortunadamente, ella no podria librarse de sus hijos y yo sabia que el desahogo de la angustia que llevaba dentro y necesitaba soltar, junto a los consejos de una buena y vieja amiga, no ocurriria durante el siguiente fin de semana. II Nos encontramos el sabado a media manana, era un dia invernal, con bastante viento y lluvia. Al igual que nosotras, muchas personas pensaron lo mismo y el centro comercial estaba abarrotado de gente. Era verdaderamente desagradable caminar en medio de aquella confusion, haciendo colas para todo y el barullo de las tiendas bombardeando musica a un volumen altisimo. Despues de pasar toda la manana de tienda en tienda, arrastrando a los dos ninos con nosotras, decidimos comer e intentar tener una conversacion tranquila. Sin embargo, eso resulto imposible una vez mas y, en esta ocasion, ni siquiera fue culpa de los dos ninos. Dora recibio una llamada de su madre, muy alterada, porque su abuela se habia caido por las escaleras y estaba en el hospital. Por lo que me tuve que quedar alli, comiendo sola, en aquel inmenso centro comercial, pensado que tal vez fuera mejor asi, ya que si yo le contase mis angustias a Dora, probablemente no fuera capaz de entenderlas. Habiamos sido las mejores amigas en la universidad, pero a cada una la vida le llevo por distintos derroteros y fuimos cambiando. Dora no entenderia mi tristeza y amargura, estaba demasiado ocupada como para dedicar tiempo a esos sentimientos y posiblemente justificaria mi temperamento por mi falta de hijos o la muerte relativamente reciente de mi padre. Mientras reflexionaba sobre aquello, observe que no muy lejos de mi, se encontraba un rostro conocido. Al principio no consegui identificar de donde lo conocia, pero poco despues, lo distingui como mi companero de trabajo, Andre Carvalho. Estaba junto a una ventana y enfrente se hallaba su hijo, los dos ya habian terminado su comida y ahora cada uno leia un libro. Me quede durante algun tiempo vigilandolos como si fuera una espia y me parecio que los dos estaban en una burbuja, protegidos de todo el alboroto que habia a su alrededor, mientras leian tranquilamente, comentaban algo rapidamente entre ellos y, a veces, Andre se quedaba con la mirada perdida, viendo como caia la lluvia. No sabia mucho sobre Andre, solo que estaba casado, que tenia un unico hijo, que trabajaba hacia mas de quince anos en nuestra empresa y que ahora era jefe comercial para el mercado asiatico. Ademas, habia pasado por otros mercados y siempre con relativo exito, conocia bien la empresa y era una persona accesible, cordial y siempre dispuesta a ayudar. Habia ciertos rumores sobre el que circulaban por los pasillos de la empresa, pero yo nunca les habia dado importancia. Yo trabajaba hacia ocho anos en la misma empresa, Corkbo, una firma que se dedicaba a la comercializacion y exportacion de tapones de corcho para todo el mundo. Me encargaba de la contabilidad de la empresa y, honestamente, siempre me gusto mi trabajo, siempre fui una buena profesional en mi area. Las siete horas que pasaba de mi jornada laboral transcurrian rapidamente, me quedaba absorta entre numeros, tablas, facturas y el ambiente en nuestro departamento era bastante agradable; no habia competitividad entre nosotros. Era un trabajo estable, relativamente mal remunerado, pero la empresa era seria, ambiciosa y yo me sentia parte del equipo. Decidi levantarme e ir a saludarlos. No esperaba demorar mucho tiempo, un simple hola, conocer a su hijo e irme. Mientras me acercaba, tuve dudas de si debia tratarlo por tu o de usted. – Hola, buenos dias. - Dije yo. Andre levanto su cabeza y sonrio. – ?Que sorpresa, tu por aqui? – Si, parece que tuvimos la misma idea, aprovechar que esta lloviendo y hacer las compras de navidad. - Apunte hacia sus bolsas y despues levante las mias para mostrarselas. – ?Eso que tienes ahi es un disco vinilo? – Andre apunto el dedo hacia una de mis bolsas donde destacaba un disco de vinilo. – Si, asi es. – !De verdad! ?Todavia se vende de eso? ?Tienes un tocadiscos? – Si, lo herede de mi padre y colecciono discos clasicos que me gustan. – ?Y se puede saber cual es el clasico que tienes ahi? - pregunto el. Retire el disco de la bolsa y se lo mostre, era un regalo para mi misma y esperaba que el conociese el grupo. – !The Doors! - Dijo con un aire intrigado. – ?A ti te gusta este grupo? – Si, me gusta ?y a ti? – Si, claro, fui gran fan de ellos en mi adolescencia, tenia todos los discos y libros de Jim Morrison, ademas, llevaba un casete de ellos en el coche de mi padre. – Papa, ?que es un casete?

  • Las tres Marias de Karen Maiotto Vega

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    .Tres mujeres.
    Tres vidas que el destino decidio a cruzar.
    Tres mundos tan distintos como complejos donde abunda en cada uno de ellos diferentes motivos de lucha constante.
    Ellas no pueden consigo mismas pero siempre estan para ayudar a la otra.

  • Buscando a Carola de Dylan Martins

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    Suena la emisora de radio que tanto me gusta escuchar, mientras hago un siseo para que mi companera me mire. --Dos horas --el gesto de mi dedo acompano al murmullo, para que los demas no se percataran. --Te ira bien --me hizo un guino de esos que no terminaron de convencerme. Ya lo tenia decidido... Me iba a buscar a Carola, esa mujer que un dia deje marchar por querer vivir una vida que posteriormente me daria cuenta de que poco tenia que ver con lo que yo deseaba. Ni que decir tiene que me arrepenti hasta la saciedad, pero ya fue demasiado tarde, se habia marchado a trabajar fuera y nunca mas la volvi a ver. Emma me miraba sonriente, ella representaba esa fiel companera, amiga y complice que todos deberiamos tener; esa persona que siempre esta ahi para escuchar tus lamentaciones, tus locuras y cualquier hecho digno de contar que te ocurriera. Tenia un mes de vacaciones por delante y era ahora o nunca; me iba a embarcar en un viaje que me llevaria a saber que fue de Carola, si tenia la oportunidad de volverla a conquistar o por el contrario ya habia rehecho su vida y era feliz junto a otro hombre. Los nervios se apoderaron de mi mientras veia que esa reunion no terminaba, se estaba haciendo de lo mas tediosa y aburrida, como si pasara a camara lenta. Es lo que tenia el trabajo, aguantar para conseguir captar clientes para nuestra empresa, de la que Emma y yo eramos socios. Nos dedicabamos a la exportacion de productos ibericos que haciamos llegar a todos los rincones del mundo y tenia que reconocer que demasiado bien nos iba. No tenia queja ninguna en ese sentido. Siempre cerrabamos en agosto, solo permanecian en sus puestos los de ventas online, asi que nosotros aprovechabamos para tomar unas merecidas vacaciones. Sin embargo, este ano iba a ser diferente, me iba a encontrar con la realidad de mis sentimientos, con aquella mujer que nunca debi dejar escapar. Si no hubiera sido tan necio... Terminamos el trabajo, me despedi de todos y bese a mi amiga con todas las fuerzas del mundo; ella no dejaba de desearme suerte y yo la iba a necesitar, algo me decia que ya nada iba a ser como antes, pero yo queria quemar mi ultimo cartucho. Dicen que quien no arriesga no gana, y yo esa maxima la iba a llevar grabada a fuego a partir de ahora. Habia llegado el momento y lo iba a afrontar con grandes dosis de ganas, valentia e ilusion. Llegue a mi casa, cogi todas mis pertenencias y sali hacia el aeropuerto como alma que lleva el diablo. Estaba claro que iba a contrarreloj, el vuelo salia en dos horas y hacia una que debia de hacer facturado al ser un trayecto internacional, asi que me apresure todo lo que pude, aparque y entre veloz. Ya habia previsto que iria algo corto de tiempo, pero no podia imaginar que esa circunstancia me fuera a generar tantos nervios. Me equivoque, las emociones iban colapsando mi mente y me pesaban como el plomo, mientras que mi cuerpo debia correr veloz como una gacela. El aeropuerto se me antojo mas grande que nunca y la terminal, interminable, haciendo un juego de palabras. Fui directo a meter la maleta, la azafata me dio las buenas tardes sonriente, tarjetas de embarque y listo para comenzar ese largo viaje. En el aeropuerto, mientras esperaba cerca de la zona de embarque, me meti en las tiendas. Compre un bolso de una marca muy juvenil que le gustaba mucho a Carola, a no ser que en estos dos anos hubiera cambiado, pero yo lo hacia como si ella me estuviera esperando, inocente de mi... Al fin y al cabo, era la ultima baza que tenia para intentar enmendar el error que habia cometido. Debia afrontar la situacion con naturalidad para no caer presa de los nervios, por lo que una y mil veces me habia hecho en mi cabeza la composicion mental... Sonaba dormido y despierto con que ella me esperaria, con los brazos abiertos... y con el corazon aun mas. Y ahora este viaje... No contento con llevarle solo el bolso, compre tambien el perfume que tanto le gustaba y pense si en ese lugar lo usaria. Casi con toda probabilidad diria que no, pero eso no mermaba la ilusion con la que yo lo hacia. Y ello sin contar con el hecho de que, conforme se iba acercando el momento del embarque, sentia que las piernas me temblaban mas y mas. Seguro que, si Carola me hubiera podido ver por un agujero, diria que yo tenia el baile de San Vito en ese momento. Ella y sus ocurrencias, cuantisimo la habia echado de menos en este tiempo que llevaba sin verla. Una azafata me acompano hasta mi asiento, eso de ir en primera clase tenia unos beneficios nada desdenables. Y sobre todo para un viaje tan largo, el que me llevaria al corazon de Ruanda y el que yo pretendia que me llevara tambien de nuevo al de Carola, haciendo el paralelismo. Carola era medico y prestaba sus servicios para una ONG que contaba con bases en todo el mundo, principalmente en lugares deprimidos y reconditos donde la poblacion era mas vulnerable. Digamos que aquellos sitios no eran precisamente turisticos, hasta el punto de que tuve que pedir permisos especiales para llegar hasta donde estaba ella. En mi caso, yo iba de apoyo en unas vacaciones solidarias cuyo coste asumi con gusto, como integrante de un programa que ofrecia cada etapa vacacional esa institucion y que supondria mi salvoconducto para poder llegar hasta ella. No queria ni imaginar la cara que pondria al verme aparecer alli, en aquella pequena aldea, miedo me daba. La triste historia de Ruanda incluia el haber sufrido un genocidio en el ano 1994, un suceso que se saldo con la muerte de unas ochocientas mil personas. Una tragedia de tal magnitud marcaria un antes y un despues en aquel pais del Africa continental, dado lo devastadora que fue. Para hacernos una idea, sirva la escalofriante cifra estimada de que, en torno al setenta y cinco por ciento de los ninos del pais quedaron huerfanos de uno de sus dos padres, y en muchos casos de los dos. Y para mas inri, la situacion a la fecha actual no es que sea para tirar cohetes precisamente. No en vano, se calcula que la mitad del pais vive por debajo de los umbrales de pobreza. A la fuerza, una situacion asi, como ya comentaba, convierte a su poblacion en especialmente vulnerable.

  • El triangulo de la vida de Francisco Mir

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    --Me pregunto por que los secretos se hallan en los sitios mas oscuros --dijo el abuelo mientras intentaba en vano sacar una de sus zapatillas de debajo del sofa. Su voz sono cansada por el esfuerzo de agacharse. --?Que has dicho, abuelo? --le pregunte extranado mientras me agachaba yo para ayudarlo. Saque la zapatilla y se la di. --Nada, Juan. Gracias, mi espalda ya no esta para estas cosas. --Abuelo, te he oido. ?Que tiene de secreta tu zapatilla? --?Mi zapatilla? Esconde un gran misterio: nadie sabe por que es tan escurridiza --contesto muy serio, y luego se quedo pensando y dijo-- Humm..., esa frase me ha venido a la cabeza de repente, y me ha recordado... --?El que? --Nada, una vieja historia. Algo que me conto muchas veces mi propio abuelo. Sobre un antepasado nuestro. --?Un antepasado? ?Quien era? ?Que le paso? ?Por que nunca nos la has contado? --!Tranquilo, pequeno!, solo es una vieja historia. No se, a tu padre le aburria, asi que... --!Es sabado, abuelo, tenemos toda la manana. No te muevas del sofa, voy a llamar a mis hermanos! --!Pili, Eli, Carlos!, venid, el abuelo nos va a contar una historia de un misterioso secreto. Rapidamente acudieron al salon, y nos situamos todos a su alrededor. Mi hermano pequeno, Carlos, que tenia cuatro anitos, y yo, que entonces tenia nueve, nos sentamos en la alfombra, a los pies del abuelo. Mis hermanas, Eli, de catorce, y Pili, de diecisiete, se sentaron cada una en un brazo del sillon; mi abuelo no podia sentirse mas arropado y orgulloso de sus nietos. --Bueno, bien, os la contare --dijo mi abuelo afablemente--, pero recordad que esto le ocurrio de verdad a un antepasado nuestro: el abad del monasterio de Montserrat, que se llamaba Joan, o Juan en castellano, como todos los primogenitos de esta familia. A el le toco protagonizar uno de los viajes mas importantes de la historia, aunque casi nadie sabe de el. --?No aparece en los libros de texto? --pregunto mi hermana Pili, la mayor. --Pues no, no aparece, por eso teneis que aprenderlo bien, no puede caer en el olvido. Bueno, pues alla va, escuchad. Hasta el pequeno Carlos se quedo en silencio a la espera de aquella historia. --!Imaginaos un carro tirado por cuatro caballos! Y ahora imaginad que el carro lo custodian cuatro soldados montados sobre otros cuatro caballos. Dos van delante y los otros dos detras, y van armados con espadas. Por sus caras serias parecen dispuestos a usarlas en cualquier momento, y todo ello nos hace suponer que aquello que transportan es de suma importancia. Esto nos lo contaba mi abuelo sin leerlo en ninguna parte, gesticulando y haciendo aspavientos con las manos, y asi conseguia que cobrara mucha mas vida. --Uno de los soldados que encabezaban la expedicion, harto de viajar, nervioso por su responsabilidad, le pregunto al otro: <>. Su companero le contesto: <>.--Viajaban desde la imprenta de Venecia hacia el monasterio de Yuso en San Millan de la Cogolla, que entonces pertenecia a Castilla y hoy a La Rioja. --?Como eran de grandes los caballos, abuelo? --preguntaba yo, con los ojos abiertos como platos. --Muy grandes. Pensad que aquella gente no podia fallar en su cometido, tenian que recorrer mas de mil quinientos kilometros, por caminos de todas clases, y debian infundir respeto a cualquiera que pretendiera asaltarlos. !Carlitos, ponte de pie! Fijaos en vuestro hermano pequeno: pues los caballos eran como tres veces mas altos que el. Empece a imaginar la altura de aquellos caballos…, y deduje que rebasaban el techo del salon. --?En que idioma hablaban? --pregunto mi hermana mayor. --Buena pregunta, hija. Aunque el padre Joan era catalan, a los italianos les hablaba en castellano, y ellos lo chapurreaban mas o menos. Las tres lenguas eran entonces mas similares que ahora y, con buena voluntad, siempre se terminaban entendiendo de una forma u otra. --!Atentos, chicos!, era el ano 1482 cuando la carreta con su escolta atravesaba los pequenos municipios de un valle metido entre las montanas, asustando a los pocos vecinos que se cruzaban en su camino; como si hubieran visto al diablo, los hombres, mujeres y ninos desaparecian hacia el interior de sus casas despavoridos, para observar por alguna rendija de las ventanas semiabiertas el paso del carruaje. --?Cuantas generaciones han pasado, abuelo? --interrumpio mi hermana la mayor. --Mira, hija, si han transcurrido ya unos quinientos anos, calcula unas veinte generaciones mas o menos hasta nosotros, no sabria bien como tendriamos que llamar al padre Joan. --?Trastataratio, quizas? --Creo que no, me parece que se dice, llegado a ese nivel, como en geometria, hexatio abuelo, heptatio abuelo y asi hasta decatio abuelo, pero no me hagas mucho caso. Continuare… >>Habian dejado atras el pueblo de Najera, tan solo les faltaba adentrarse en el valle de la Sierra de la Demanda y en unas horas estarian con los hermanos de la Real Congregacion de San Benito, hoy conocidos como los hermanos benedictinos. >>Nuestro familiar, el abad del monasterio de Montserrat Joan de Peralta, viajaba junto a Giovanni Della Rovere, enviado de especial confianza del papa Sixto IV, custodiando los trece libros de Euclides, asi como un manuscrito secreto de cuya existencia nadie sabia, salvo el papa y nuestros enviados, que se llamaba El Triangulo de la Vida. --?Que habia en ese manuscrito secreto, abuelo? --pregunto mi hermana Eli. --Tenia nada mas y nada menos que las claves para reconocer en la naturaleza lugares con un gran poder. --?Y que es eso de los trece libros? --pregunte yo. --Mira, Juan, Euclides fue un geometra griego, responsable de la biblioteca de Alejandria, la mas importante de todos los tiempos, que recopilaba todo el conocimiento de la epoca y que, segun se dice, se quemo en un gran incendio y quedo totalmente destruida. Pero el recogio y plasmo en esos trece libros los principios de toda la geometria que seguimos utilizando hoy en dia. Y gracias a que esos libros se salvaron, hemos podido evolucionar y prosperar en todas las areas tecnologicas, ?entendeis? Ni mi hermano Carlos ni yo habiamos entendido nada, pero asentiamos por no parar el ritmo de la historia. --Continuo, y aguantad un poquito mas, que, si no, no me va a dar tiempo de terminar antes de comer, ?vale, chicos? --!Siii! --dijimos todos a la vez. --Habian pasado el pueblo de Badaran y aquella noche de verano se les echaba encima --continuo mi abuelo--, de modo que prendieron los faroles que colgaban de la carreta, y que a duras penas alumbraban la ruta que conducia hasta el monasterio. Dos soldados abrian paso a la carreta por el estrecho camino, que iba cerrandose a medida que se adentraban entre las frondosas ramas de las enormes hayas y encinas que cubrian el valle. Como ya he dicho, otros dos soldados vigilaban la retaguardia. Las raices, que surgian del terreno como si formaran el sistema nervioso del bosque, conectandolo todo, atravesaban de lado a lado aquella senda y hacian que la carreta fuera dando brincos continuamente. Su estructura crujia, y el ruido resonaba como alaridos de auxilio en el solitario valle. >>Dentro del pequeno habitaculo de la carreta, compartian el espacio los dos encargados de custodiar el baul: Giovanni Della Rovere, sobrino del papa, por si no os lo he dicho antes, y nuestro pariente el abad Joan. Viajaban sin comodidad alguna, tan solo acompanados del tacto de las grietas de las viejas maderas y del de las cadenas que sujetaban y fijaban el baul, que sin cesar chocaba contra sus piernas encogidas y entumecidas. El resto de los enseres iban en la parte de arriba de la carreta en tres baules tras el cochero. --!Hala, un sobrino del papa! --dijo mi hermana Pili. --Si, ya vereis porque, esperad un poco. --?Era muy grande el baul, abuelo? --le pregunte; no me podia imaginar aquellas dimensiones. --Mira, hijo, las carretas no eran muy grandes, poco mas que un coche, se sentaban enfrentados y, en medio, el baul. !Vamos a imaginarlo! Vuestro hermano Carlitos sera el baul, hazte una pelota en el suelo..., y ahora vosotras dos --les dijo a Pili y a Eli-- sentaos una enfrente de la otra, en medio vuestro hermano, con las rodillas pegadas a su cuerpo. --Ja, ja, ja --Carlos empezo a reirse--. Me haceis cosquillas con las rodillas. Nos reimos todos. --Pues esas cosquillas --dijo mi abuelo muy seriamente-- eran todo lo contrario: solo sentian aspereza, dureza y dolor. --Se quedo callado mirando al frente como queriendo sentir ese momento como si el lo hubiera vivido. Todos enmudecimos--. Ascendian junto al rio respirando la frescura del anochecer, cuando unas gotas de lluvia prendieron el intenso aroma de las hojas mojadas. De ser unas gotas que perfumaran el valle, pronto pasaron a ser chorros de agua que se colaban entre las rendijas de la carreta, y un placido instante se convirtio en una autentica trampa para todo el grupo. << !Padre!>>, le grito el cochero, <>. A lo que el padre Joan respondio: <> Antes de que el cochero pudiera cumplir su orden, les salieron al paso... !tres, cocodrilos! --!Cocodrilos, abuelo! --exclamo mi hermana la Pili.

  • El doctor (Seleccion RNR) de Bel Diciembre

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    La casa era imponente. En medio de la campina inglesa, sus muros grises se alzaban majestuosos. Con una altura de tres pisos, mas de mil metros cuadrados por planta y una extension de casi tres mil hectareas, no cabia duda de que la mansion del Conde de Gloucester era una muestra del poderio de aquel noble ingles. Martin caminaba despacio intentando seguir el ritmo que su padre, con la pierna lesionada, no tenia mas remedio que tener. Pero eso le permitia apreciar con mayor capacidad toda la inmensidad del lugar en el que se encontraba. Sin embargo, su padre no paraba de grunir y resoplar. --No te preocupes. Vamos con tiempo suficiente. --Martin intento tranquilizarle sabiendo que el sufria siempre por mantener lo que consideraba las minimas formas, y entre las que se encontraba el guardar una correcta puntualidad. --Lo se, hijo, pero me siento un inutil viendo como debes contener tu paso. La edad no perdona y esto solo es una muestra de lo que puede pasarme en un futuro muy cercano. --No digas tonterias. No hay ningun futuro cercano que anuncie calamidades y, cuando llegue el futuro lejano al que te refieres, tendras tu propia casa y el jardin en la misma puerta para poder regarlo si quieres desde la misma ventana, sentado en tu butaca. De eso me encargo yo, te lo aseguro. El senor Golsmith miro a su hijo con orgullo. Tenia ya veintisiete anos y habia heredado la hermosura de su madre, pero con una masculinidad propia. El color de su pelo era rubio mientras que sus ojos se acercaban al gris profundo abandonando el azul. Sin embargo, estaban siempre brillantes, muestra de una fuerte personalidad, curiosa y avida de conocimientos, que disfrutaba con lo nuevo y lo antiguo sin distincion. El cuerpo atletico era el de alguien que siempre ejercia algun que otro ejercicio fisico y todos los esfuerzos realizados por su educacion se dejaban ver en sus gestos y maneras, propias de cualquier miembro de la aristocracia. El senor Golsmith nunca habia ahorrado una sola libra en esa formacion pero, ademas, habia tenido la inmensa suerte de que el marques de Standford, con quien estuvo trabajando durante mas de veinte anos, le dejo en herencia una cantidad que para John Golsmith fue toda una fortuna. Aquel dinero se dedico en su integridad a su unico hijo a quien, con catorce anos, envio al mejor college de Inglaterra. Conocia los riesgos de esa decision. Relacionarse con la aristocracia cuando tus origenes eran tan humildes como los que correspondian a un simple jardinero no iba a ser facil para su hijo. Pero tambien era cierto que los tiempos estaban cambiando y que ya no era imprescindible poseer un titulo nobiliario para acceder a las mejores posiciones e, incluso, ser miembro del Parlamento. Martin demostro ser un muchacho con una tremenda personalidad. Nunca se acomplejo ni se amilano ante sus companeros de altisima clase social. Muy al contrario, su caracter bondadoso, su liderazgo natural y su privilegiada capacidad intelectual le granjearon, en muy poco tiempo, grandes amigos entre los que se contaban el vizconde de Ressy y el conde de Charmington. Junto con ellos, estudio aquellos primeros anos y nunca perdieron la amistad pese a que cada uno escogio caminos diversos para completar su formacion, desde el mundo de las finanzas para el conde de Charmington hasta la formacion en naviera militar preferida por el vizconde de Ressy, pasando por los estudios de medicina que habian sido la pasion de su hijo desde que, a los ocho anos, se habia quedado sin madre por una enfermedad que fue tan devastadora como cruel y repentina. El orgullo de ir conociendo como su hijo iba progresando personalmente fue un sentimiento mucho mas poderoso que la anoranza de no verlo mas que muy de vez en cuando. Durante todos aquellos anos se habian escrito cartas casi con frecuencia semanal y en todas ellas su hijo siempre le informaba de los mas nimios detalles, al tiempo que nunca olvidada transmitirle un carino que parecia ser incombustible a la distancia sin que nunca mediara un solo reproche. Era una prueba mas del caracter bondadoso de aquel muchacho, que habia sido siempre una constante en su personalidad. Sin embargo, lo cierto era que cada vez que lo miraba, John Golsmith veia a un hijo fisicamente muy diferente y a veces temia no poder reconocerlo en la siguiente ocasion. No era de extranar, la visitas que siempre suponian el traslado del padre donde estuviera su hijo, solo se producian una o dos veces como mucho al ano, y por muy breve tiempo. Para John Golsmith no era facil viajar porque suponia abandonar su trabajo y tenia un coste importante. Traer a Martin a su lado tampoco era simple. Los jardineros siempre vivian en casas muy humildes y pequenas ubicadas en las propiedades que cuidaban. Pero, por encima de todo, Mr. Golsmith queria evitar que su hijo tuviera que conciliar de una manera excesiva sus posibilidades y entorno con lo que significaba su propia familia

  • El Manifiesto de Margarita B. Sainz

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    Violeta observaba el lento discurrir de las turbias aguas del Guadalquivir a traves de la ventana de su despacho, privilegiado observatorio en el edificio Helvetia. Miraba absorta a los turistas que aguardaban, bajo un sol de justicia, formando largas colas para entrar a la Torre del Oro. Protegian sus cabezas con variopintos sombreros; sin embargo, sus indumentarias se asemejaban mucho entre si. Por lo general, consistian en pantalones cortos, camisetas de algodon y sandalias guiris, de esas que sujetan el pie con tiras gruesas y suelas de goma. Algunos, incluso, se atrevian a llevarlas con calcetines. Siguio atendiendo al cadencioso remar de los piraguistas que cruzaban ante sus ojos. El rio siempre estaba repleto de ellos, no en vano la de Sevilla era una de las federaciones mas potentes del territorio nacional. La cantera siempre habia aportado buenos deportistas en esa disciplina. Asi lo demostraban todas las medallas olimpicas en su haber. Sintio un tiron en el pecho que la hizo salir de sus cavilaciones y poso su mirada en los titulares del periodico que aun sostenia entre sus manos. Bajo la vista para seguir leyendo. Necesitaba asegurarse. LA ARISTOCRATA SEVILLANA ROSARIO VALENCIAGA REVELA SU SECRETO TRAS TREINTA ANOS DE SILENCIO, DESVELANDO LOS SUPUESTOS ABUSOS QUE SUFRIO EN LA CONSULTA DEL PSIQUIATRA JERONIMO CORONADO. Ha llegado el momento de hablar. El otro dia, merendando con unas amigas en Sevilla, comentaron el rumor que corre estos dias sobre Jeronimo Coronado. Jamas se me paso por la cabeza que hubiera mas mujeres viviendo lo mismo. Me senti culpable durante todos los anos que estuve enferma. Llegue a su consulta con veintidos o veintitres anos, sumida en una fuerte depresion: vulnerable, maleable. Con los limites de lo moral borrosos y otros problemas anadidos que el ignoro. Me aferre a Jeronimo Coronado como a un clavo ardiendo. Aquella relacion indefinible se prolongo en el tiempo; luego me case y se convirtio en una especie de amistad. Jeronimo Coronado abuso de una persona enferma, desesperada, a lo largo de los anos. No prestando ayuda, ignorando los problemas, manipulando como solo puede hacer un buen conocedor de los resortes de la mente, que es lo que no podemos negarle. Jeronimo Coronado Ibanez me llamo por telefono pocos dias antes de mi intento de suicidio e hizo mencion a tres temas en concreto que desencadenaron en mi cabeza la desesperacion absoluta. Lo hizo porque yo habia empezado a contar cosas de el. No tengo miedo, porque las que hemos pasado por esto no tenemos mucho que perder, y si mucho que ganar. Hoy por hoy no siento nada por Jeronimo Coronado, excepto cuando veo pasar al Senor de las Penas sabiendo que el esta ahi, el mismo que decia no creer en Dios. Me parece un sinsentido, inexplicable. Lo cuento para advertir a las mujeres de que en la consulta de Jeronimo Coronado Ibanez no van a encontrar ayuda, y si mucho dolor. Lo cuento con el apoyo de mis hijos, que, cuando he empezado a relatarles mi calvario, han entendido cosas que antes no podian, y los han hecho sufrir. No tengo miedo y no siento verguenza. He superado todo, y si yo lo he hecho, todas pueden lograrlo. Esta carta va dirigida a las victimas de Jeronimo Coronado Ibanez, porque ellas la van a entender y a ellas les puede aportar algo de consuelo; o eso espero, al menos. Con todas mis fuerzas y todo mi carino. Rosario Valenciaga Una convulsion, semejante a un incipiente temblor de tierra, comenzo a sacudirla por dentro. La minuscula capsula donde almacenaba los recuerdos del pasado comenzaba a agrietarse; se habia olvidado de que estaban alli. El estremecimiento la hizo tiritar. De repente, la manana ya no se le antojaba agradable. Lo habia guardado todo en un lugar oscuro de la memoria porque dolia. Dolia sentirse culpable y dolia avergonzarse por lo ocurrido en aquella consulta. La herida no estaba cerrada, solo anestesiada. La agitacion interna amenazaba con dominarla. Se sirvio un vaso de agua de la bandeja que estaba sobre la mesa y bebio con ansias. Le temblaban las manos. Debia calmarse. El telefono de su mesa empezo a sonar con insistencia, haciendola retornar a la realidad. Lo descolgo como un automata. --Digame --contesto con tono seco. El corazon le seguia bombeando con fuerza. --Hola, carino. --La voz de su marido la acaricio por dentro. Violeta cerro los ojos para sentirla mejor--. ?Te apetece que saque entradas para el estreno del ballet nacional checo? Representan La Bayadere en el teatro de La Maestranza. --!Por supuesto! --Suavizo la voz, dejando entrever sin querer parte de su angustia--. Ya sabes cuanto disfruto con el ballet clasico. --Eso pense. Pues ya esta hecho. Apunta en la agenda que el viernes proximo, a las ocho de la tarde, tenemos una cita. --Su buen humor se transmitia a traves de la linea. --Gracias, Daniel. Siempre tan atento y detallista. Esa es una de las cosas por la que me enamore de ti --le dijo medio en broma. El era su mundo, y penso en lo afortunada que se sentia de estar a su lado. Solo el hecho de oir su voz la tranquilizaba. --No seas tonta; ya sabes que no me cuesta ningun esfuerzo. Por cierto, ?que tal llevas el dia? Fue en ese instante cuando, con un ramalazo de intuicion, se dio cuenta de la razon de su llamada: el tambien habia leido el periodico. De nuevo, sintio como se le aceleraba el pulso. Nunca, en veinte anos de casada, la habia telefoneado para interesarse solo por su jornada de trabajo. Siempre lo hacia para consultarle algo en concreto y luego colgaba, debido al continuo estres que acarreaba su profesion. La incertidumbre la picoteo como carcoma: la estaba sondeando. Por un momento penso que, en realidad, se interesaba por ella. No pudo remediar que una leve decepcion hiciera mella en su animo. Enseguida lo aparto de la mente. --Hoy va todo tranquilo. --Se hizo la despistada--. Me estaba tomando un descanso mientras leia la prensa. ?Lo has hecho tu? --Intento sonar despreocupada. Quiza estaba un poco paranoica, o quiza lo que le ocurria era que lo conocia bien. --Si. Yo tambien lo he hecho. --El tono de su voz sono hueco, como si hablara desde un bidon vacio. --Daniel, deja de darle vueltas al coco. ?Me has llamado por algo mas? --Como me temia...: te ha afectado bastante. Tranquilizate y despues lo hablamos en casa. -- Acto seguido, corto la conversacion. No le dio opcion a contestarle. Violeta no se podia creer lo que acababa de oir. Se sintio menospreciada. Su marido la trataba como si estuviera enferma de los nervios, a pesar de que era el quien no tenia la mas minima idea de como manejar el tema. <>. Ya estaba harta de tantas tonterias. Al fastidio habia que anadir ahora el mosqueo que le provocaba su actitud. Hasta esa llamada, el dia se le habia antojado agradable, pero, gracias a Daniel, habia perdido todo su encanto. Su ansiedad subio en la escala. --Buenos dias. --En ese momento, su socia, Elena Torres, entro en tromba en su despacho. Tomo asiento frente a ella con la vista fija en una tablet y puso los pies encima de la mesa. --Elena, ya sabes que me revienta que entres asi --le reprocho, cabreada--. ?Te imaginas que estoy reunida con alguien? ?Y si estuviera manteniendo una conversacion importante? -- Intento por todos los medios que no notara lo alterada que se encontraba. --Veo que estas de mala leche. ?Ha ocurrido algo o simplemente te has levantado con el pie izquierdo? --Su socia alzo una ceja, examinandola con la mirada. --Me niego a hablar contigo hasta que cierres la puerta. --Cruzo los brazos sobre el pecho con actitud obstinada. --!Joder! La cosa es seria. --Elena se levanto y cerro sin miramientos--. Venia a ponerte al dia de las novedades, pero ahora soy yo la que no quiere hablar contigo hasta que no me digas que te ocurre --remedo con la voz. --Mejor es que lo veas por ti misma. --Violeta le lanzo el periodico, abierto por la pagina que habia estado leyendo. Durante el tiempo que su amiga tardo en informarse, el silencio se instalo en la habitacion. Solo se oian las voces de las personas que trabajaban en la oficina, amortiguadas por el cristal que las separaba. Violeta le dio la espalda para seguir contemplando por la ventana a los visitantes, que embarcaban en uno de los barcos turisticos para iniciar el recorrido por el rio. Eran casi todos orientales y portaban coloridas sombrillas. Permanecian sentados muy ordenadamente en la cubierta superior del crucero, mientras que el guia, microfono en mano, los informaba de la duracion y caracteristicas de la ruta que iba a comenzar. --!Madre mia! --la oyo gritar--. Esto significa que no es un caso aislado. !Menudo cabron! --Elena sonaba entre sorprendida y furiosa--. Y tu, ?como te lo has tomado? --Se levanto para ponerse a su lado y poder observarla. --Estoy bien. --Le apreto la mano para tranquilizarla--. Por un lado, me alivia saber que no soy la unica. Siempre me pregunte por que ocurrio una cosa asi. Por otro, me preocupa que haya otras personas en igual o peor situacion que la mia --le dijo, clavando sus ojos negros en los castanos de su amiga. No pudo evitar que se le pasara por la mente que Daniel no se habia interesado por su bienestar. El pensamiento volvia recurrente a ella. --No te preocupes y veras como todo se andara. --Le rodeo el cuello con sus brazos para transmitirle su carino--. Nos iremos enterando de todo. Seguro. Lo importante es que tu te encuentres bien. Violeta le devolvio el abrazo, emocionada. No quiso dejar a Elena con la impresion de estar afectada. Todavia no se sentia preparada para contarle hasta que punto la habia trastocado. --Petarda, ya esta bien de chachara --quiso zanjar el tema--. Ahora ponme al dia de todas las cosas que querias contarme.

  • Culpa de Juan Yanni

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    Son las siete de la manana. Suena el despertador como casi todos los dias del mes de octubre. A diferencia de cualquier otro dia laborable, no le cuesta incorporarse de un salto de la cama. Lo primero que hace es abrir las dos puertas de madera de la contraventana y otear el tiempo que hace. Esta nublado, pero parece que se trata de una niebla baja, ya que un cielo azul se divisa a lo alto, a traves de una especie de claraboya que se dibuja en las nubes de la manana. El viento es sur, el que esperaba y el que necesita. Le duele algo la cabeza, pero no le importa, <>. Se viste rapidamente, prescinde de la ducha y se pone ropa de abrigo: pantalones de pana, camiseta, camisa de lana y tres jerseis por encima. Un par de calcetines y botas de montana; el resto, chaleco de plumas y parka, guantes y gorro de lana le esperan en el coche. Los va a necesitar encima del arbol. Llego ayer desde Madrid, via Pamplona. Cogio el coche y recorrio los cuarenta kilometros que unen la capital navarra con Roncesvalles, en el Pirineo navarro, cuna del Camino de Santiago. Disfruta conduciendo por esa carretera, con puertos de montana que serpentean hacia arriba y donde solo es posible adelantar en sitios muy concretos. De hecho, piensa que podria conducir con los ojos cerrados. Quizas si le molesta algo mas la cabeza de lo que pensaba. Su amigo, el dueno de la posada donde se hospeda, no tenia intencion de dejarle ir a su habitacion a una hora prudente y le engano con algo tipico de estos pueblos, la espuela, la ultima copa: un patxaran, un vodkatonica... junto con una conversacion que rememoraba batallas pasadas con anecdotas repetidas ano tras ano. Fue una conversacion solo para dos. Cierra la puerta tras de si, sin llave, aqui no hace falta, y camina por el pasillo casi a oscuras. Conoce el recorrido. Baja las amplias escaleras de madera y ceramica hasta la planta baja y abre el amplio porton que da a la calle. Antes de dirigirse al coche, se dirige hasta la parte de atras de la casona, al lado de la huerta y de un pequeno riachuelo, desde donde se divisa el valle y las montanas. Estaba en lo cierto, una neblina baja inunda el valle, con el cielo azul naranja del amanecer asomando por encima formando una espectacular estampa. Comienza a andar hacia el coche con ese nudo en el estomago que le es tan familiar desde hace muchos anos, desde que su padre, cuando el era un nino, se la transmitio. Antes, entra en un pequeno garaje adyacente para buscar a su companero de manana, Beto, un magnifico braco aleman. Se alegra al verle, parece compartir la emocion de su amo. Arranca el coche, el termometro exterior marca cero grados centigrados. Posa su mirada sobre el cartel que senala la distancia a Santiago de Compostela, setecientos treinta y ocho kilometros y ve a un peregrino que prepara sus aperos para iniciar la marcha, su primera o segunda etapa del camino, dependiendo de que haya iniciado su aventura desde la localidad francesa de Saint Jean de Pied de Port o de Roncesvalles. De conocer bien esta zona, sabe que hay muchos caminantes que evitan la etapa francesa, dado que es un recorrido de veinte kilometros atravesando senderos por el monte, en continua subida y donde es muy facil perderse, maxime si el tiempo no acompana, algo frecuente en esta zona de los pirineos. Le vienen a la mente varias desapariciones y muertes en los ultimos anos en ese tramo, generalmente debido a imprudencias de peregrinos que no se toman en serio las inclemencias del tiempo en dias de frio y ventisca con tormentas de nieve que hacen que te desorientes, pierdas el estrecho camino y mueras por hipotermia. No sabe por que le han venido estas historias concretas a la cabeza, observandole, pero enseguida comienza a pensar en lo suyo mientras esboza una sonrisa. Conduce despacio, bajando la ventanilla, para que el helado viento le acabe de despertar. Conforme asciende el pequeno puerto de montana, la niebla se va disipando convirtiendose en bruma y cuando llega al Alto ha desaparecido por completo. Para el coche, desciende y disfruta de una incomparable vista. Un mirador desde el que se divisa todo el valle con Francia a lejos. Al otro lado observa las ovejas que pastan en lo alto de la colina, signo de que el tiempo que se espera es bueno. El viento sacude su cara, suave pero energicamente, confirmando que viene del sur. Sonrie. Sube al coche y conduce doscientos metros hasta un pequeno camino a su derecha; acostumbra a conducir rapido, se lo conoce, aminorando las marchas en las curvas, pues apenas caben dos coches por ese camino rural. Le gusta ese trayecto entre hayas centenarias y mas todavia ahora, en la segunda mitad de octubre, con la caida de la hoja, que hace del bosque un lugar encantador, magico y, tambien, resbaladizo. Tras tres kilometros, aparca su coche bajo unas hayas, bien resguardado. Abre el maletero y Beto salta excitado. Se pone la chamarra, los guantes de lana, se cala un gorro y coge su mochila. Se cuelga al hombro una escopeta enfundada y camina hacia el interior del bosque. Las hojas crujen debido a la escarcha de la manana. Pasados ochenta metros encuentra su haya. Comienza a ascender a ella a traves de su empinada escalera de madera. Lo hace con determinacion, pero con prudencia. No es la primera vez que ha habido un accidente al partirse un peldano por la humedad. Es un haya imponente. Asciende treinta metros hasta lo alto, abre una portezuela y entra en el cubiculo de madera forrado de helechos. Se incorpora, deja la mochila sobre un pequeno banco, descuelga su escopeta y le quita la funda. Lo primero que hace es cargarla. Dos cartuchos. Perdigon del siete. Se siente orgulloso de su escopeta paralela marca AYA, realizada y fundida en las fabricas armeras de Eibar, en Guipuzcoa, y heredada de su padre. Treinta anos hace ya. Asomado desde lo alto del magnifico arbol y, a pesar de haberlo visto muchas veces, todavia se asombra de la belleza del valle a sus pies. Esta solo en las alturas. Esta feliz. Comienza a recordar cuando fue la primera vez que subio a un arbol con una escopeta, debia tener ocho o nueve anos. Cazo su primera paloma torcaz, quizas con doce anos, con la escopeta de catorce milimetros de un solo cartucho que su padre le regalo. Es la unica caza que le gusta. Detesta la mayor. Cosas que se heredan

  • El precio de la sangre 1 de Antonio Romero Soto

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    ?Cual es el precio de la SANGRE? ?Cual es el precio del MAL? ?Somos impunes a cualquier tipo de dano o hay un fin justiciero que lo equilibra todo? Mike Clifford, un chico con un caracter problematico, tendra que enfrentarse a su pasado para conocer los detalles de la muerte de su padre y, segun el, experimentar el mejor sentimiento de todos, la venganza. Primer titulo de la saga “El Precio de la Sangre” donde Mike Clifford, deseoso de sangre y venganza por la brutal muerte de su padre, armara una trepidante lucha contra aquellos que asesinaron brutalmente a Jeff Clifford, cuando su hijo aun era un nino. Muerte, odio, venganza y sangre marcan la tendencia de un thriller trepidante donde nadie se encuentra a salvo.

  • AMOS Y MAZMORRAS XI de Lena Valenti

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    EL REINO DE LOS CALAVERA YA ESTA EN MARCHA.

  • El guardian de la flor de loto de Andres Pascual

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    Una novela trepidante, una carrera contrarreloj a traves de los mas exoticos y desconocidos parajes del continente asiatico, una aventura espiritual sin precedentes.

  • Oriente de Jose Carlos Llop

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    El nuevo libro del autor considerado por la critica <> (Le Figaro).

  • Mision Riesgosa de Raul Garbantes

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  • Maravilloso problema (Familia Allen 1) de Catherine Brook

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    lla es un problema andante.
    El la perfeccion en persona
    No pueden existir dos personas tan diferentes, y a la vez tan destinadas a estar juntas.
    Para la sociedad, los Allen son “la familia problemas” no habian salido de un lio o escandalo cuando ya estaban en otro, y Angeline Allen no es la excepcion, pues parece que ha nacido para meterse en lios y vivir en escandalos. Sabe que se casara solo por amor o se quedara solterona toda la vida. Lamentablemente, no es facil encontrar al amor de tu vida cuando ya estas en tu cuarta temporada y tu familia tiene una pesima reputacion. Las esperanzas son pocas, pero Angeline esta dispuesta a aferrarse a ellas, lo que no imagina es que terminaria enamorandose del ultimo hombre en la lista y que era su antitesis en todos los sentidos, Elliot Miller; que, por cierto, siempre parecia estar cerca para sacarla de un lio, o al menos, ser testigo de el.

  • La rabia del peon de Jeronimo Garcia Tomas

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    Premio Nacional Novela 2018 Ateneo de Valencia
    Hace diez anos, Roman fue detenido en el aeropuerto de Medellin con un cargamento de cocaina. Ahora, despues de cumplir condena en la tristemente celebre penitenciaria de Bellavista, Roman se halla de vuelta en Espana y trabaja como gerente en el Glady’s, un local nocturno propiedad del mismo traficante que en el pasado lo envio a Colombia para hacer de mula. Gracias a su nuevo empleo, Roman ha recuperado la esperanza de empezar una nueva vida. Pero el asesinato de una de las camareras del Glady’s, y el descubrimiento de cierta informacion referida al periodo en que fue apresado, hacen que Roman ponga en peligro su situacion, removiendo asuntos que algunos preferian no ver expuestos.

  • Redimidos por el amor de Kate Hewitt

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    La finca en una isla griega del magnate Alex Santos, que tenia el rostro gravemente desfigurado, era una fortaleza que protegia a los de fuera de la oscuridad que habia en el interior de el. Cuando necesito una esposa para asegurar sus negocios, la discreta y compasiva Milly, su ama de llaves, accedio a su proposicion matrimonial. Pero la noche de bodas provoco un fuego inesperado, cuyas consecuencias obligaron a Alex a enfrentarse a su doloroso pasado. ?Podrian Milly y el hijo que esperaba ser la clave de su redencion?

  • Su secreto de Aina Castillo

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    Mar era una chica normal.
    Un poco solitaria y triste.
    Vivia con sus padres.
    Iba a la universidad.

  • Nobleza de espiritu de Rob Riemen

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    Un valeroso libro cuyos ensayos nos recuerda que la cultura no puede florecer sin libertad, la libertad sin cultura no vale la pena.

  • El destino Ranieri (El arcangel de luz 2) de Raquel Cruz

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    Dana llega a Roma dispuesta a cumplir la promesa que hizo al arcangel Rafael. Pero pronto entendera que en el mundo de la magia nada es como habia imaginado y debera acostumbrarse a un sinfin de acontecimientos que trastocaran su vida. Nuevas normas, nueva familia, nuevos enigmas, nuevos enemigos...

  • Testigo por accidente de Paulina Maggi

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    Una novela de suspense romantico que atrapara a sus lectores.

  • La mujer de la escalera de Pedro A. Gonzalez Moreno

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    NOVELA GANADORA DEL PREMIO CAFE GIJON 2017>Un suicidio y un misterioso asesinato sirven de arranque a este relato donde dos universitarios recien licenciados afrontan una mision que cambiara sus vidas para siempre: la de localizar unos antiguos libros de teatro medieval. Asi comienza una trepidante busqueda en la que los personajes acabaran encontrandose consigo mismos y con su propio destino, trazando a la vez el retrato de una generacion fronteriza que lucho por conseguir un espacio propio en la Espana de los ultimos anos setenta y principios de los ochenta.Una apasionante historia de intriga, de ambiciones y rencores, de amor y desamor, de frustraciones y deseos, donde los mas turbios y los mas nobles sentimientos se entremezclan y chocan dramaticamente, siempre con el telon de fondo del mundo teatral, ese espacio metaliterario en el que, como en un juego de espejos, no todo es lo que parece…<>.Fallo del jurado

  • El coleccionista de John Fowles

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    Frederick Clegg es un hombre solitario y anodino que colecciona mariposas. Miranda Grey es una radiante e inteligente nina bien que estudia arte en Londres. Frederick, que admira a Miranda pero es incapaz de abordarla con normalidad, la secuestra y la aloja con todas las comodidades en un sotano en su propiedad, una trampa perfecta acondicionada como una jaula de oro. Fowles recrea un intenso duelo psicologico donde captor y prisionera intercambian papeles con refinamiento y crueldad, cada cual defendiendo sus propios objetivos: Miranda desea recuperar su libertad, Frederick quiere ser aceptado como un igual por el objeto de su obsesion. El resultado es una novela magistral que, haciendo gala de un engranaje tan milimetrico como febril, ha sido leida por cientos de miles de lectores

  • Una vez en Paris de Diana Palmer

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    Aunque Pierce estaba fuera de su alcance, Brianne no podia imaginarse entregandose a ningun otro hombre y, menos aun, al socio corrupto de su padrastro. Obsesionado con Brianne desde su primer encuentro, Philippe Sabon no se detendria ante nada con tal de conseguirla. Cuando pidio su mano a su padrastro con la excusa de unir la riqueza de las dos familias, solo la intervencion de Pierce podria salvarla de un destino peor que la muerte…

  • Superheroes del imperio de Cesar Cervera Moreno

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    La historia de Espana esta repleta de personajes con excepcionales cualidades fisicas e intelectuales que les proporcionaron un talento por encima del resto. Fuertes, valientes, resistentes, inteligentes <>, al fin y al cabo. Cesar Cervera rescata, con excepcional agudeza y detalle, el mito y la realidad de aquellos hombres y mujeres que trufaron los campos de batalla de Europa con extraordinarias gestas. Desde Diego Garcia de Paredes al Duque de Osuna, pasando por Julian Romero, Juan del Aguila o la Monja Alferez, esta obra pretende ser un recuerdo objetivo y certero, alejado de pasiones desmedidas, de aquellos heroes que los libros de historia borraron de sus paginas con el paso del tiempo.

  • Reinos de Cristal 1 de Encarna Abad

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    El futuro del reino de Castilla esta en manos del destino. Descubre en la saga Reinos de Cristal y en este primer volumen, La Comitiva del Milagro los avatares de una comitiva real que se dirige al reino de Portugal con una mision: Traer una nueva esposa para el principe Enrique de Castilla.
    Su padre, el rey Juan II, quiere zanjar el fracaso de su primer matrimonio, pues el futuro rey; Enrique IV, quedara a merced de las intrigas cortesanas, ante la falta de un heredero al trono."
    El azar hace que se entrecrucen las vidas del rey Enrique IV de Castilla, llamado el Impotente y la de Manuel Acosta, un joven portugues que huye por salvar la suya.
    Las dificultades continuan y las intrigas se apoderan de la corte... ?Como hacer que Enrique y Juana engendren un hijo? Solo el poder de la ciencia... y la mano de Dios, en forma de Milagro pueden conseguirlo...

  • Las intrigas de la fama 1 de Mercedes Franco

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    Carolina Mosquera, es una actriz de 23 anos que incursiona en el mundo de la actuacion televisiva. Ella tendra que demostrar de que esta hecha al entrar en un ambiente lleno de apariencias, hipocresia y falsedad.