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Pablo Poveda
Quinientos metros mas y habria terminado su entrenamiento diario. La manana comenzaba a ser calurosa en la ciudad de Alicante. El sol repicaba en la playa del Postiguet a medida que se acercaba el mediodia y la abundante masa de turistas transitaba en sendas direcciones por el paseo. El sudor empapaba su pecho, notaba la humedad en los brazos y la boca reseca tras una hora sin pausa. Correr le ayudaba a sentirse mejor, a silenciar la mente, aunque no era una aficionada a los deportes. No le gustaba el yoga, ni la meditacion. Lo habia probado todo y aquello era lo unico que le funcionaba. Marta Agullo se movia rapido, a un ritmo que superaba el de la mayoria de los corredores que encontraba por el camino. Para ella era lo habitual. Las pruebas de acceso al Cuerpo no le habian resultado complicadas. Atraveso el paseo de la playa, acompanada por el ritmo machacon de la musica electronica que salia por sus auriculares y continuo por el bulevar del puerto. A la altura del cruce que llevaba a la Explanada, vislumbro un grupo de extranjeros que esperaban a que el semaforo cambiara de color. Todo sucedio en cuestion de segundos. De pronto, sus sentidos se agudizaron y vio como la mano de un carterista accedia al bolso de una mujer de cabello rubio. La turista no noto su presencia hasta que sintio el tiron en su cuerpo. El grito de la victima provoco la confusion. 1 a en la playa del as transitaba en ca tras una hora aficionada a los ello era lo unico s corredores que rpo no le habian sica electronica a del cruce que que el semaforo edia al bolso de El circulo del paso de cebra se deshizo y los transeuntes que cruzaban desde el otro lado formaron una masa heterogenea. Agullo no lo penso dos veces. Cuando el ladron pego el primer tiron, echo a correr por el paseo maritimo, en direccion a la antigua lonja de pescado. Su padre siempre le decia que un agente no descansaba, incluso cuando no estaba de servicio. Agullo salio disparada tras el ladron, aumentando la velocidad y tambien el ritmo cardiaco. La fatiga se hacia presente en su cuerpo. Empezaba a sentir la deshidratacion despues de una hora corriendo. Ignoro las senales de su organismo y se concentro en el objetivo. El delincuente era un varon delgado, de baja estatura, moreno y con el pelo rizado. Por su apariencia, ella penso que no pasaria los veinticinco anos y tambien que no tardaria en agotarse. Poco a poco, recortaba la distancia con el, pero aun estaba lejos de alcanzarlo. El ladron giro el rumbo, bordeando el Club de Regatas y adentrandose en la peatonal que llevaba al centro comercial Panoramis. Ella debia apresurarse. Si el sujeto entraba en los grandes almacenes, lo perderia de vista. Cuando el muchacho parecia dirigirse hacia la puerta principal, un grupo de jovenes le obstruyeron el paso y le obligaron a cambiar de direccion. Agullo apreto los punos, lleno los pulmones doloridos por la carrera y aumento el ritmo, a pesar del cansancio. Cada zancada era mas larga y tambien mas sufrida, pero lo tenia acorralado. La muchedumbre de la entrada, que parecia formar parte de una visita guiada, entorpecia el camino de la agente. --!Policia! !Apartense! --grito a viva voz. Las palabras disuadieron a los viandantes, que abrieron un pasillo. La presencia de ambos llamo la atencion de los guardias de seguridad del recinto. El chico corrio hacia un espigon y entendio que no habia salida. Ella rebajo la velocidad y vio su expresion de impotencia. Era joven y el bolso valia lo suficiente para detenerlo. Los ojos del ladron buscaban una salida. --!Alto, Policia! --exclamo ella, acercandose a el. No iba armada, ni estaba de servicio, y penso que lo mas probable era que el delincuente si tuviera con que defenderse--. !No puedes huir! !Entregate y no lo compliques mas! Era la primera vez que se enfrentaba a una situacion como esa. En comisaria le habian advertido de las consecuencias, pero ella se dejo llevar por el instinto y ahora comenzaba a arrepentirse por ello. Debia ser precavida, penso. El muchacho no respondio, quiza porque no entendia el idioma, o porque seguia buscando una escapatoria. Agullo se acerco unos metros mas, pero el no parecia tenerle miedo. Cada vez estaba mas cerca del limite que separaba el muelle del agua. --!Entregate! El la miraba desafiante y nervioso. Con una mano sujetaba el bolso que habia robado y con la otra se preparaba para golpear. --No seas tonto, dame el bolso y entregate. Los pies del chico estaban cerca del borde de la superficie. Ella estudio su lenguaje fisico y entendio que, si avanzaba un centimetro, no dudaria en sde el otro lado n direccion a la aba de servicio. ritmo cardiaco. despues de una o rizado. Por su aria en agotarse. la peatonal que a en los grandes o de jovenes le punos, lleno los ada zancada era da, entorpecia el encia de ambos a de servicio, y e--. !No puedes ar por el instinto eguia buscando no dudaria en golpearla. Sin embargo, en su cabeza tambien existia una segunda posibilidad, sin que saliera herida. Con cada respiracion, el muchacho se recuperaba de la carrera que habia efectuado. --!Por ultima vez, dame el maldito bolso! No te lo voy a repetir. El mozo sonrio y saco una navaja del bolsillo. Abrio la hoja y la levanto para que ella la viera. La agente sintio un escalofrio que la puso en alerta. La situacion se complicaba, penso, pero no iba a permitir que se escapara. Calculo rapido y tomo una decision. Cuando el caco extendio el brazo para disuadirla, Agullo lo esquivo y despues fingio abalanzarse sobre el. El chico no espero el contraataque y retrocedio, olvidando que estaba tan cerca del agua. Un fallo, un error que le saldria mas caro que el bolso. Perdio el equilibrio, cambio de expresion y movio los brazos con torpeza. Agullo se acerco, le arrebato el objeto de las manos y lo dejo caer al muelle. El ladron se sumergio en las densas aguas del Club de Regatas, banadas en combustibles y aceites. La agente echo un vistazo al objeto y calculo que valdria mas de mil euros. <
>. Los guardias de seguridad se acercaron a ella para socorrerla. --A mi, no, !a el! --explico, mientras el chico intentaba nadar hacia la salida. A lo lejos, la victima del robo y su marido se acercaban a las puertas del centro comercial. --!Llamen a la Policia para que lo detengan! --ordeno y se giro para senalar a la propietaria del Louis Vuitton--. Esto pertenece a aquella mujer. --Pero usted es policia --dijo el guardia jurado, desconcertado por la situacion. Agullo lo miro, sudando a borbotones, y suspiro. --?Por que hoy nadie me escucha cuando hablo? golpearla. Sin embargo, en su cabeza tambien existia una segunda posibilidad, sin que saliera herida. Con cada respiracion, el muchacho se recuperaba de la carrera que habia efectuado. --!Por ultima vez, dame el maldito bolso! No te lo voy a repetir. El mozo sonrio y saco una navaja del bolsillo. Abrio la hoja y la levanto para que ella la viera. La agente sintio un escalofrio que la puso en alerta. La situacion se complicaba, penso, pero no iba a permitir que se escapara. Calculo rapido y tomo una decision. Cuando el caco extendio el brazo para disuadirla, Agullo lo esquivo y despues fingio abalanzarse sobre el. El chico no espero el contraataque y retrocedio, olvidando que estaba tan cerca del agua. Un fallo, un error que le saldria mas caro que el bolso. Perdio el equilibrio, cambio de expresion y movio los brazos con torpeza. Agullo se acerco, le arrebato el objeto de las manos y lo dejo caer al muelle. El ladron se sumergio en las densas aguas del Club de Regatas, banadas en combustibles y aceites. La agente echo un vistazo al objeto y calculo que valdria mas de mil euros. <>. Los guardias de seguridad se acercaron a ella para socorrerla. --A mi, no, !a el! --explico, mientras el chico intentaba nadar hacia la salida. A lo lejos, la victima del robo y su marido se acercaban a las puertas del centro comercial. --!Llamen a la Policia para que lo detengan! --ordeno y se giro para senalar a la propietaria del Louis Vuitton--. Esto pertenece a aquella mujer. --Pero usted es policia --dijo el guardia jurado, desconcertado por la situacion. Agullo lo miro, sudando a borbotones, y suspiro. --?Por que hoy nadie me escucha cuando hablo? Viernes, 7 de agosto de 2008. Sant Vicent del Raspeig, Alicante. Su padre no aguanto lo suficiente para cumplir su ultima voluntad. La vida no siempre era justa y en su caso se lo llevo antes de hora. Ante la presencia del agente inmobiliario, Marta Agullo dio un ultimo vistazo a la modesta casa familiar de Sant Vicent del Raspeig, una vivienda de dos plantas con patio interior en la que se habia criado. Entre esas paredes se quedarian todos sus recuerdos, los momentos de una infancia atipica pero feliz. Sin embargo, penso que lo mejor que podia hacer, dado que no tenia mas familia cercana, era ponerla en venta y deshacerse de ella. Ahora ya no existia ningun motivo para estar alli. --Aqui tiene --dijo y le entrego las llaves al agente, quitandose una gran carga emocional de encima--. Es toda suya. El hombre llevaba un traje de color plateado y el cabello tieso por la gomina. --Estupendo. Le preparare una copia del contrato, con todo el papeleo. --Por supuesto, no hay ninguna prisa. --No la hay para usted, claro --respondio con un tono jocoso. Ella no reacciono. El hombre rio nervioso, cruzo los brazos y miro al salon--. Esta casa se vendera sola. Ya lo creo. <>. Marta Agullo abandono la propiedad con un casco de motocicleta en el codo y la esperanza de regresar para firmar la venta. Se despidio del agente y camino hacia su Vespa Primavera de color azul celeste para regresar a Alicante. La calma de las calles del pueblo le recordaba a su ninez, a su padre y a las tardes que habia pasado sola entre libros, mientras el se encargaba de cazar a los malos, como solia decirle. Ella tambien se convirtio en policia, una decision que nunca le gusto al padre, pero que termino aceptando con orgullo. Por desgracia, el inspector Agullo habia fallecido dos anos antes a causa de un infarto. Una muerte rapida, subita como la que provoca un balazo en el centro del corazon. Una despedida dulce, o quiza entretenida, frente a la pantalla de la television mientras veia una serie espanola. Un suceso tragico, triste, pero esperado por su hija. 2 zo a la modesta nterior en la que infancia atipica nia mas familia ga emocional de ono. El hombre o y la esperanza pa Primavera de ardes que habia padre, pero que un infarto. Una Una despedida serie espanola. Tenia depresion, aunque nunca asistio a un medico. El conac y el tabaco lo acompanaron durante diez anos, despues de que un cancer se llevara a su esposa. La ultima voluntad del padre era la de poder presenciar algun dia, como su hija se convertia en inspectora del Cuerpo Nacional de Policia. Marta le prometio que asi seria, pero solo si cortaba con sus vicios. Ella cumplio con su parte del trato. Las pruebas eran duras, pero ella era inteligente y tenia buena forma fisica. Estudio, oposito y consiguio el ascenso. El no lo vio. No aguanto lo suficiente. Por suerte, tampoco para escuchar como la vida de su hija se habia convertido en un infierno tras el ascenso. Habia pasado casi un ano desde su incorporacion a la Comisaria Provincial, casi dos desde la marcha de su padre. Algunas cosas habian mejorado, como su punteria. En la galeria de tiro de Javea era una habitual. Disparar en frio no era un problema. Sin embargo, otras, seguian igual que el primer dia. El cuerpo se le paralizaba cada vez que la idea de apuntar a una persona asomaba en su cabeza. El porque de esa reaccion seguia siendo el mismo que la habia llevado a empunar una pistola. Una noche primaveral de sabado, de camino a una discoteca junto a una amiga, la atracaron en plena calle. Sintio impotencia, miedo y rabia por tener que entregar sus pertenencias bajo coaccion. Uno de los maleantes se insinuo, rozando su rostro con la hoja de la navaja. Las piernas le temblaron tanto, que estuvo a punto de perder el equilibrio. La Policia llego tarde y los cacos desaparecieron. Paso dos noches sin dormir, aterrada por la cara de esos hombres y preguntandose cuantas mujeres tendrian que sufrir sus ataques hasta que los detuvieran. Ni el consuelo de su padre ni las palabras de los policias la calmaron. Pensaba que no solo era injusto, sino que nadie debia pasar por aquello. Y entonces descubrio que hacer con su vida. Cuando abrio la taquilla de los vestuarios, vio que alguien se habia molestado en dejarle una nota de papel con un recordatorio escrito en rotulador rojo: <>. Ese era su seudonimo. Un molesto juego de palabras. <>, se repetia recordando a su padre, cada vez que le gastaban una broma. Tomo la nota, miro a su alrededor en busca de complices, la arrugo en una bola de papel y la lanzo a una papelera. o acompanaron hija se convertia eligente y tenia o en un infierno asi dos desde la asomaba en su nar una pistola. ga, la atracaron tandose cuantas e su padre ni las adie debia pasar o en dejarle una recordando a su ola de papel y la <>. Esa era la leccion que le habia ensenado su padre a lo largo de la vida. <>. Un consejo que llego tarde y tal vez seria util para el, un lobo de vieja escuela, pero no para ella. La Comisaria Provincial de Alicante habia pasado de ser un lugar de trabajo ameno y tranquilo, a convertirse en una fortaleza hostil en su dia a dia. Una subida de sueldo tambien implicaba un aumento de responsabilidades, de criticas y de zancadillas que evitar. A muchos de sus companeros, sobre todo los que estaban por encima de ella, todavia les costaba aceptar la posicion que habia adquirido. No les sentaba nada bien que Agullo se saltara la cola del ascenso con un examen. Se licencio en Derecho por exigencias familiares. La madre queria un titulo para su hija y los abogados estaban bien considerados y ganaban un buen salario. El padre pensaba que una carrera como aquella la ayudaria a tener orden y solvencia en el futuro, pero Marta no estaba de acuerdo con esa forma de ver la vida. Con los anos, su padre tuvo razon. En lugar de discutir, Agullo entendio que podria salir con titulo antes de tiempo, y los cinco anos de carrera se convirtieron en cuatro, debido a su capacidad para memorizar los extensos y aburridos temarios por los que nunca mostro interes. Despues ingreso en la Academia de Avila. Media un metro sesenta y cinco, cumplia con las exigencias de altura y tambien se manejaba por el ingles, gracias a una relacion amorosa que habia tenido anos atras con un chico irlandes afincado en Alicante. Debido a su pasion por el deporte desde nina, destaco en las pruebas fisicas con unos tiempos envidiables. Marta Agullo iba a encaminada a ser una agente ejemplar. Era obediente, metodica, agil y resolutiva, cualidades que no tardaron en levantar ampollas entre el resto de personal. Pasaron algunos anos, gano experiencia y comprendio como funcionaba aquello. Sabia que podia dar mas de si y aspiraba a convertirse en una de esas mujeres duras y sin miedo que veia en la comisaria durante los turnos de noche. Pero optar a inspectora no era sencillo: ni por el camino viejo, ni por el alternativo. Las oposiciones para acceder a la Escala Ejecutiva eran duras y exigentes. Y ella no era una conformista. Dejo las pertenencias en la taquilla y salio al exterior del edificio para tomar un cafe antes de comenzar la jornada laboral. Algunos dias sabia cuando entraba, pero no cuando saldria. Esa manana tuvo una extrana sensacion al respecto. Cruzo la calle y entro en la cafeteria que habia frente a la comisaria, un bar espanol como los de siempre, con su barra alargada de zinc, la pata de jamon en un extremo, la vitrina cargada de ensaladilla rusa, boquerones, magra frita con tomate y una television en lo alto. Uno de esos bares que huele a cafe torrefacto, a bocadillo de calamares y a anis. Un lugar en el que la vida se detiene mientras se esta en el. Pero la suya no se detuvo. Mas bien, la siguio recordando el calvario que sufria. Al entrar, encontro a varios companeros desayunando en la barra. Su presencia no paso respeto de los la, pero no para abajo ameno y sueldo tambien ella, todavia les Agullo se saltara ara su hija y los que una carrera taba de acuerdo mpo, y los cinco r los extensos y ien se manejaba n chico irlandes s pruebas fisicas vantar ampollas uello. Sabia que iedo que veia en un cafe antes de ndo saldria. Esa spanol como los trina cargada de o. Uno de esos el que la vida se esencia no paso desapercibida. --!Buenos dias! --dijo, con el semblante serio. Un hombre y una mujer la miraron, le devolvieron el saludo y se desplazaron al otro extremo de la barra. La inspectora pidio media tostada con tomate rallado y aceite y un cafe cortado. Podia sentir los ojos punzantes. La miraban como los buitres, desde la distancia. <>, se dijo, asumiendo que la unica manera de rehacer su vida seria pidiendo un traslado. Y no lo descartaba. Era lo unico que podia salvarla en el futuro de una baja psicologica. Vender la casa de su padre habia sido el primer paso. Mientras esperaba al desayuno, alzo la vista y puso atencion a la television para distraerse. <>. Elche, penso, la eterna ciudad vecina que existia en un mundo aparte y a la que habia visitado dos veces en su vida. El resto eran comentarios y prejuicios del colectivo popular. <>, se pregunto, observando la pantalla. <>, se dijo. <>, penso y se rio. Dio un bocado a la tostada y se limpio el aceite de la barbilla. Las palmeras, las fiestas y los fuegos artificiales aparecian en la pantalla. Se volteo a mirar a los otros policias. ?Hasta cuando duraria aquello?, se cuestiono. ?Realmente merecia la pena todo lo que habia sacrificado por llegar hasta alli? <>. desapercibida. --!Buenos dias! --dijo, con el semblante serio. Un hombre y una mujer la miraron, le devolvieron el saludo y se desplazaron al otro extremo de la barra. La inspectora pidio media tostada con tomate rallado y aceite y un cafe cortado. Podia sentir los ojos punzantes. La miraban como los buitres, desde la distancia. <>, se dijo, asumiendo que la unica manera de rehacer su vida seria pidiendo un traslado. Y no lo descartaba. Era lo unico que podia salvarla en el futuro de una baja psicologica. Vender la casa de su padre habia sido el primer paso. Mientras esperaba al desayuno, alzo la vista y puso atencion a la television para distraerse. <>. Elche, penso, la eterna ciudad vecina que existia en un mundo aparte y a la que habia visitado dos veces en su vida. El resto eran comentarios y prejuicios del colectivo popular. <>, se pregunto, observando la pantalla. <>, se dijo. <>, penso y se rio. Dio un bocado a la tostada y se limpio el aceite de la barbilla. Las palmeras, las fiestas y los fuegos artificiales aparecian en la pantalla. Se volteo a mirar a los otros policias. ?Hasta cuando duraria aquello?, se cuestiono. ?Realmente merecia la pena todo lo que habia sacrificado por llegar hasta alli? <>.
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