Ver todos los libros de: Sophie Saint Rose
Querida, disimula un poco --dijo su madre antes de beber de su copa de champan--. Es evidente que pareces desesperada. Fulmino a su madre con sus ojos azul violaceo. --Me has ensenado bien, madre. Cumplire con la mision que me encomendaste cuando me trajiste al mundo. No debes preocuparte. Steffani Arden sonrio ironica, sin que se le notara ni una sola arruga. Para tener cincuenta anos, aparentaba treinta. De hecho, quien no las conocia, pensaba que eran hermanas. Pues eran iguales. Iguales en todo, excepto en una cosa y eso torturaba a Rebeca desde hacia anos. --No me preocupa. Has aprendido de la mejor. --Eso es cierto. Nadie como tu para venderte al mejor postor. El ojo de su madre temblo y Rebeca ignorandola se alejo de ella, porque al final terminarian discutiendo como siempre sobre el mismo tema. Ignorando las miradas de varios hombres, supo que esa noche estaba perfecta. Su vestido de gasa entallado, aparentaba que no llevaba nada debajo, y sus pequenos cristales hacian que cada movimiento hicieran resaltar su maravillosa figura. Figura que esculpia durante dos horas en el gimnasio todos los dias desde los catorce anos para estar perfecta. Bebio de su copa acercandose al enorme ventanal que mostraba Nueva York iluminado y miro al exterior, pero ella no se fijo en eso, sino en su reflejo y en las miradas posadas en ella. Vio que un mechon rubio de su impecable recogido rozaba la mejilla ocultando la unica tara que tenia. Una pequena cicatriz debajo del ojo, obsequio del segundo marido de su madre. De cuando habia llorado con cuatro anos, porque el dia de Navidad no habia encontrado debajo del impresionante arbol la muneca que queria. Esa fue la unica vez que vio a su madre realmente furiosa y cogio a su hija entre sus brazos como una leona, antes de salir de aquel piso. Por supuesto no lo denuncio, pero se encargo de sacar a su marido todo lo que podia. Desafortunadamente su estilo de vida era caro y llego el tercer marido. Ese habia sido un buen hombre, pero desgraciadamente murio. El cuarto, para su alivio, la pillo en la universidad y ya no tuvo que soportarlo. Pero desafortunadamente su aspecto hacia que no la tomaran en serio. Despues de esforzarse muchisimo en la universidad para sacar un expediente decente, todavia recordaba la mirada socarrona que tenia el hombre que la recibio en su primera entrevista de trabajo. Se burlo de ella mientras se humillaba suplicando aquel trabajo de becaria en una empresa que no llegaba ni a la suela de los zapatos a la mayoria de las empresas de sus amistades. La miro con desprecio viendo su traje de firma que costaba mas de lo que el ganaba en seis meses y le dijo con sorna --No espere nuestra llamada. Y asi fue en una entrevista tras otra. Nadie la ayudo a encontrar trabajo y despues de dos anos mantenida por su madre, se dio por vencida. Asi que habia llegado alli. A la caza de un marido como habian hecho su madre y su abuela antes de ella. No seria dificil conseguir un marido rico que las mantuviera. Lo dificil era conseguir un marido que no la hiciera vomitar con solo pensar que le pusiera la mano encima. Lo unico malo era que no tenian mucho tiempo. El alquiler de su piso vencia en dos meses y vivian de la compensacion del ultimo marido de su madre. Despues de tres anos, estaban casi sin fondos. Su madre habia sido muy clara. Necesitaba que colaborara y si era lista, encontraria a un marido que las mantuviera a ambas de por vida. Solo tenia que conseguir enamorarle antes de la boda, para que le diera verguenza pensar siquiera en un acuerdo prematrimonial. Bebio de su copa y al tragar, vio a traves del cristal llegar a la fiesta a dos hombres vestidos de smoking, que saludaban a los anfitriones como si se conocieran desde hacia tiempo. Si les conocian, era que tenian dinero. Los Forrester no se relacionaba fuera de determinada escala social. --Te veo muy sola --dijo un hombre acercandose y apoyando la mano en el cristal. Levanto una de sus finas cejas, sin dejar de mirar a uno de los hombres que acababan de llegar, sin hacerle ningun caso al tipo que tenia al lado. Era realmente guapisimo y muy alto. Perfecto para ella que media uno setenta. Ademas, estaba muy moreno de pelo y piel. Pero lo que la volvio loca, fue su sonrisa. Tenia una sonrisa ironica que le dijo que era un hombre muy seguro de si mismo. --?Quieres otra? Volvio la vista hacia el pesado y le reconocio enseguida. --?Eres Carter Willis, verdad? El tenista. Nada de deportistas. Se volvian locos con el dinero. En cuando su carrera se acababa, se quedaban sin un dolar. Y a pesar de lo que decia su madre, ella queria que su matrimonio funcionara. Era lo que mas deseaba. Casarse por amor. O al menos por un deseo arrollador, que la hiciera olvidarse de su horrible objetivo. Llevar la mejor vida que pudiera. --Exacto, bonita. Soy Carter Willis. --Sonrio como en las fotos publicitarias y la verdad es que era atractivo, pero no soportaria levantarse todos los dias con esa sonrisa estupida al lado. --Te traigo otra copa. Entrecerro sus preciosos ojos violetas. --Si, hazme el favor. Me apetece --mintio sin que se le notara. Solo queria que el moreno viera que alguien que era un playboy estaba interesado en ella--. Gracias. --Sonrio como una nina buena y el tipo casi sale corriendo. Mirando sobre su hombro como si estuviera distraida, paso la vista por el salon y cuando sus ojos pasaron por el moreno viendo que los tenia claros, no se detuvo, sino que paso de largo como si no hubiera visto nada que le interesara. Pudo sentir su mirada en ella en ese mismo instante y como si estuviera aburrida, volvio a mirar por la ventana. --Aqui tienes, preciosa. --Carter le entrego la copa de champan. -- ?Como te llamas? --Rebeca --respondio encantadoramente. --Un nombre precioso. --Gracias, eres muy amable. --No te habia visto nunca. ?Eres amiga de los Forrester? --Mi madre y Daisy son intimas desde hace anos. De hecho, fui al colegio con Stella. Carter se echo a reir. --No conozca a la mitad de los que has dicho. A mi solo me invitan a estas cosas por dar un poco de glamour. Ese tio no sabia lo que era el glamour ni aunque lo tuviera delante. --Nena, siento llegar tarde. Sorprendida miro hacia atras y vio a su moreno sonriendo encantadoramente. Maliciosa por la jugada, bebio de su copa y el se acerco besandola en la mejilla, haciendo que su corazon saltara al oler su colonia. -- ?Estas enfadada? --Un poco. ?Conoces a Carter Willis? --pregunto recuperando el aliento. --Por supuesto. --Alargo la mano y se la estrecho a Carter, que parecia decepcionado. --Soy un admirador. Paolo Viotti. Disimulo su sorpresa, porque sabia de sobra quien era. Y era realmente el premio gordo. No se podia creer la suerte que tenia. No se le podia escapar. --He oido hablar de usted --dijo Carter con admiracion--. Me han dicho que su ultimo barco es excepcional. --Buque. --Su correccion le dejaba en evidencia ante ella, pero Rebeca lo paso por alto, aparentando estar aburrida y mirando a su alrededor. --Y si, es excepcional. El buque mas grande de la historia. --Me han dicho que ya no hay plazas disponibles para el primer viaje. --Y le han dicho bien. --Miro a Rebeca. --Cara, ?vamos a saludar a Stella? Creo que acaba de llegar. --Esta en Paris... --dijo ironica mirandolo a los ojos--. Caro. Eso parecio hacerle gracia y Carter no se dio cuenta que pasaban de el mientras no dejaban de mirarse. Empezo a ponerse nerviosa porque esos ojos grises le decian claramente que queria que pasara la noche con el. Algo realmente excitante. Y tentador. Muy tentador. --?No cree que podria conseguirme un pasaje? Pagare lo que sea -- continuo diciendo Carter como si nada. --Lo siento, pero solo me queda una suite y es para mi. --Cogio a Rebeca de la cintura y la alejo un par de pasos. --Pero si hay alguna cancelacion, mi secretaria se pondra en contacto con usted. --Gracias, amigo. Divertida se dejo llevar sintiendo la mano en su cintura, mientras su cadera rozaba con la suya al caminar. Era algo demasiado intimo para el primer contacto, pero no pudo evitarlo. --Si hubiera esa cancelacion, no le llamarias. --No. Yo no me encargo de esas cosas --le susurro al oido--. Pero por ti haria una excepcion. Sonrio deteniendose y dandose la vuelta para mirarle de frente. --Crees que porque eres atractivo, rico y medianamente inteligente, lo tienes todo ganado, ?verdad? Paolo se echo a reir. --Algo asi. Dios, era fascinante y se quedaria embobada mirandole toda la noche. --Pues yo tambien soy atractiva, rica y medianamente inteligente, asi que estamos empatados. --Entonces tendre que esforzarme. --?Y cual es tu objetivo? --?Pasarlo bien? Eso le hizo gracia a Rebeca y se rio sin poder evitarlo. Le encantaria pasarlo bien con el, pero no estaba alli para eso. El era su objetivo y lo conseguiria. --Buenas noches, senor Viotti. Paselo bien. Se estaba volviendo cuando la cogio del codo deteniendola. --No se como te llamas, cara. --Rebeca. Los ojos de Paolo brillaron. --?Y eres como ella, Rebeca? Se tenso interiormente al darse cuenta de lo que queria decir, pero aun asi pregunto haciendose la tonta --?Que quieres decir? --?Eres fria y calculadora igual que la de la pelicula? Esa pregunta la ofendio, pero al fin y al cabo era cierto que Rebeca habia sido asi. Se habia casado Maximilian de Winter sin amarle, unicamente por lo que podia ofrecerle. Le habia sido infiel, aparentando ser la esposa perfecta ante todos. Y habia sido danina hasta la muerte. El paralelismo era tan exacto, que palidecio y solto su brazo mirandole friamente. --Buona notte, signor Viotti. --Buona notte, bella. Sintio su intensa mirada mientras se alejaba yendo hacia su madre, que simulaba hablar con una conocida hasta que llego a su lado. En cuando la mujer, de la que no recordaba el nombre, se alejo, Steffani la miro a los ojos. --?Viotti? --Demasiado listo --susurro intentando calmarse--. Me ha calado desde el principio. --No eres tan descuidada. Solo te esta tanteando. Se ha sentido atraido hacia ti desde que entro en la sala. --No se por que tuviste que ponerme ese estupido nombre. --?Acaso no te gusta? A mi me encanta. Mi ninera se llamaba asi. Siempre me ha gustado ese nombre. Miro a su madre con sorpresa y ella sonrio ironica. --Ya se por donde vas. Nunca me lo habias contado. --El paralelismo con la pelicula... Su madre la cogio por la muneca para que la mirara a los ojos. --No eres como ella. Nunca dejes que nadie te haga de menos. Jamas. ?Me has entendido? Vio en sus ojos lo que habia visto aquel dia que la cogio en brazos y la saco de aquel piso y se dio cuenta de algo… Que su madre era una superviviente en un mundo de tiburones y queria que ella estuviera preparada. --?Crees que ellos no nos utilizan? Hasta que llega la siguiente y pasan pagina. Una mas bella y joven por la que te dan la patada. --dijo sin demostrar que estaba enfadada--. Tienes que ser mas lista que yo, hija. Tienes que ser mas lista que ellos. Yo cometi el error de enamorarme de tu padre, ?y de que me sirvio? ?De que te sirvio a ti? Una pension compensatoria y a por la siguiente rubia. Tienes cinco hermanos que ni conoces y que no han mostrado interes por ti jamas. Y en cuanto cumpliste los dieciocho, sus abogados se pusieron en contacto con nosotros para decir que se cerraba el grifo. --Sonrio con desprecio. --No merecen que te sientas mal por ellos. Los buitres son ellos, no nosotras. Nosotras solo nos mantenemos a flote. --Nunca me habias hablado asi. A veces te muestras tan fria al respecto, que... --Steffani algo palida bebio de su copa y Rebeca se dio cuenta que la frase que le habia dicho antes le habia dolido. --Mama... --Ahora no. --Muy seria dejo la copa sobre la bandeja del camarero que pasaba a su lado y fue a penas imperceptible que su mano temblaba. Rebeca se sintio fatal. Odiaba hacer aquello, pero no tenia derecho a criticar a su madre cuando ella habia disfrutado de todo lo que habia conseguido con sus matrimonios. --Soy una hipocrita, ?verdad? Su madre la miro sorprendida y se echo a reir al darse cuenta de lo que queria decir. Acaricio su mejilla con carino. --Me encantaria tener todo el dinero del mundo para que vivieras tranquila toda la vida. Pero no lo tengo. -- Suspiro decepcionada. --Y ya no soy como tu. Me costara un poquito el siguiente.
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