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El tictac del despertador es el unico sonido que me acompana. A esta hora la gente duerme. Dicen que las primeras horas de la manana son las mejores para dormir: el cerebro esta en fase REM -que es en la que se suena-, la respiracion se vuelve irregular y los ojos se mueven rapidamente de un lado a otro. Un espectaculo para nada divertido, algo parecido a encontrarse delante de un endemoniado. Yo nunca sueno. Por lo menos, no me acuerdo. Puede que sea porque duermo poco y me despierto temprano. O quiza porque soy viejo y cuando uno se hace viejo los suenos se agotan. El cerebro se ha pasado toda la vida elaborando las fantasias mas estramboticas, es normal que con el tiempo empiece a perder facultades. Nuestra vena creativa tiene su punto algido en un momento determinado de nuestra existencia. Despues inicia el descenso y, al final de nuestros dias, ya no somos capaces ni de imaginar una escena de sexo. Sin embargo, cuando se es joven se empieza precisamente por ahi, por imaginarse increibles noches de pasion con la showgirl de turno; con la companera de pupitre; o incluso con la profesora, que, no se sabe muy bien por que, parece deseosa de buscar refugio en los brazos de un mocoso con bigotillo y lleno de granos. Es verdad que la inventiva empieza antes, desde pequenos, pero creo que la masturbacion juvenil tiene mucho que ver con la formacion de la creatividad. Yo era muy creativo. Decido abrir los ojos. Total, en este estado es imposible dormir. En la cama el cerebro hace viajes alucinantes. Por ejemplo: Me viene a la mente la casa de mis abuelos. Todavia puedo verla, visitarla, pasar de una habitacion a otra, olfatear los aromas provenientes de la cocina, escuchar el chirriar de la puerta de la alacena del comedor o de los pajarillos que pian en el balcon. Ahora me detengo en la decoracion, recuerdo el mas minimo de los detalles, hasta las figuritas de ceramica que decoraban los muebles. Si aprieto fuerte los parpados, consigo incluso verme a mi mismo reflejado en el espejo de la abuela, verme de nino. Lo se, habia dicho que ya no sueno, pero me referia a sonar dormido. Sin embargo, cuando estoy en vela, todavia soy capaz de defenderme. Miro con el rabillo del ojo el despertador y suelto una maldicion bajo las sabanas. Pensaba que serian las cinco, pero son todavia las cuatro y cuarto de la manana. Fuera es de noche, una alarma antirrobo suena intermitentemente, la humedad difumina los contornos y los gatos se acurrucan debajo de un coche. El barrio duerme y yo doy vueltas en la cama. Cambio de posicion y me obligo a cerrar de nuevo los ojos. La verdad es que no consigo estar tumbado y quieto ni un minuto. Libero toda la energia acumulada durante el dia, un poco como hace el mar en verano, que acumula el calor de la manana para soltarlo por la noche. Mi abuela decia que cuando el cuerpo no esta por la labor de descansar, lo mejor es estarse quieto. Despues de un rato el cuerpo entiende que no es momento de juerga y se tranquiliza. Lo que pasa es que para llevar a cabo semejante empeno hay que tener paciencia y autocontrol, y desde hace algun tiempo a mi se me han agotado los dos. Me doy cuenta de que estoy mirando fijamente un libro que hay encima de la mesilla de noche que tengo al lado. Ya he mirado en otras ocasiones su portada, pero aun asi compruebo que se me han escapado algunos detalles. Me invade una sensacion de estupor que, mas tarde, consigo averiguar a que se debe: puedo leer de cerca. Nadie a mi edad en el mundo entero puede hacerlo. La tecnologia ha dado pasos de gigante en el ultimo siglo, pero la presbicia continua siendo uno de los grandes misterios para la ciencia. Me toco la cara con las manos y comprendo el porque de tan imprevista y milagrosa curacion: me he puesto las gafas, un gesto instintivo que hago ya sin pensar. Llega el momento de levantarse. Voy al bano. No deberia decirlo, pero como soy viejo hago lo que me da la gana. Pues eso, que hago pis sentado, como las mujeres. Y no porque las piernas no me sostengan, sino porque con mi manguera seria capaz de regar hasta los azulejos de la pared de enfrente. Hay poco que hacer al respecto, este chisme a partir de determinada edad cobra vida propia. Le sucede como a mi -y un poco como a todos los ancianos-, que pasa olimpicamente de los que quieren darle lecciones de vida y hace lo que le da la gana. El que se queja de la vejez esta loco o, siendo mas precisos, ciego. Uno que no ve mas alla de su nariz. Porque ante la vejez solo hay una alternativa, y esta no me parece la mas deseable. De hecho, haber llegado hasta aqui ya me parece todo un logro. Aunque, como decia, lo mas interesante es que puedes hacer lo que te da la gana. A nosotros, los ancianos, se nos permite hacer lo que queramos. Si un viejecito roba en un supermercado, se le mira con candor y compasion. Sin embargo, si es un chico joven el que roba, se le llama cuanto menos bribon. En resumen, a partir de determinada edad a uno se le abren las puertas a un mundo hasta ese momento inaccesible; un mundo poblado por gente amable, atenta y afectuosa. Pero lo mas preciado que se consigue con la vejez es el respeto. La integridad moral, la solidaridad, la cultura y el talento no son nada al lado de la piel apergaminada, las manchas en la cabeza y las manos temblorosas. En cualquier caso, hoy dia soy un hombre respetado, que, tenedlo por seguro, no es poca cosa. El respeto es un arma que permite al hombre alcanzar una meta para otros inaccesible, hacer con su vida lo que quiere. Me llamo Cesare Annunziata, tengo setenta y siete anos, y durante setenta y dos anos y ciento once dias he tirado mi vida a la basura. Despues he entendido que habia llegado el momento de sacar provecho de mi condicion de anciano para conseguir algo mejor.
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