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Bill Floyd
?TE CONOZCO? Alce la mirada del refrigerador donde comparaba la variedad de comidas congeladas mientras limitaba las opciones de acuerdo a los gustos y placeres de Hayden, y me encontre con un caballero mayor que me veia fijamente arqueando las cejas despues de haberme hecho esa pregunta. Un sujeto de apariencia saludable, robusto, con la cabeza cubierta de cabello entrecano, probablemente de sesenta y tantos anos que llevaba un sueter casual y pantalones de mezclilla azul. Nada para alarmarse, aparentemente. Era tarde, casi la medianoche de un viernes, mi hora favorita para hacer las compras de la semana porque usualmente podia evitar este tipo de encuentros. No era fan de la conversacion ociosa con los vecinos ni con nadie en particular; si podia evitarla, mejor. Esa noche, cuando entre al supermercado Harris Teeter y las puertas automaticas se abrieron a mi paso con un sonido suave como el de las esclusas de una nave espacial, me parecio como si tuviera para mi sola toda la tienda. Tuve esa sensacion de limpieza, soledad y seguridad que solo se siente en los lugares publicos cuando estan vacios. Claro que no estaba realmente sola: los empleados adolescentes se recargaban con somnolencia en la zona de las cajas, un par de hombres solitarios --noctambulos y no profesionistas-- se paseaban por el pasillo de la cerveza para matar un poco el tiempo antes de volver a los sofas de sus casas. Uno de esos tipos me estaba mirando las nalgas: lo vi voltear hacia mi trasero gracias a uno de los espejos parabolicos que colgaban de los postes encalados del techo tipo bodega. A mi edad podria haberlo tomado como un cumplido, pero mas bien me hizo sentir insegura, asi que empuje mi carrito un poco mas rapido. La mayoria de las veces la clientela que iba a estas horas era gente completamente ensimismada, con tan pocas ganas de encontrarse con mi mirada como yo con la suya. Eso era exactamente lo que mas me gustaba. Pero ahora este hombre mayor me miraba fijamente a la cara y su pregunta no habia sido grosera, asi que negue con la cabeza y le conteste amablemente: --Creo que no. --?Leigh Wren? --aventuro. Aliviada al oir ese nombre, busque en mis recuerdos pensando de donde podria conocerlo. Claro que me parecia familiar. Algo se removia en los pozos mas profundos de mi mente, una palida imagen que no terminaba de tomar forma. Mis compromisos sociales habian sido pocos y mas espaciados de lo que me hubiera gustado admitir; la mayor parte del tiempo solo eramos Hayden, la oficina y yo, y asi me parecia bien, gracias, asi que supuse que habia conocido a este hombre en algun asunto relacionado con el trabajo. Tuve un instantaneo sentimiento de culpa por no poder ubicarlo claramente. Aunque, para ser honesta, no tenia nada particular que lo distinguiera; era un tipo comun de Cary. Hasta podia imaginarme su coche en el estacionamiento con un pez cristiano fijado a un lado de la matricula y una estampa de la campana Bush/ Cheney del otro. --Si, soy yo --conteste--. Disculpe, ?quien es usted? Le extendi la mano. Me la tomo y los ojos le cambiaron. Destellaron y parpadearon. Respiro profunda y tremulamente mientras proferia: --Mi nombre es Charles Pritchett. Nunca he tenido que usar un nombre que no fuera el mio, porque nunca he estado avergonzado de ser quien soy. Tu verdadero nombre es Nina Mosley y el 8 de noviembre de 1997 tu esposo, Randall Roberts Mosley, asesino a mi hija Carrie. El mundo entero se hizo pequeno. Mi mano se quedo paralizada, igual que mis otras extremidades, pero podia sentir la presion que Charles Pritchett ejercia en ella: hacia que mis nudillos crujieran y apretaba mis dedos entre si. Trate de zafarme, pero me sujetaba con fuerza; ahora sus ojos parecian unos faros. Temblaba de pies a cabeza; era evidente que habia ensayado este momento durante mucho, mucho tiempo y ahora que finalmente habia llegado, el padecia una reaccion cercana al debilitamiento, una excitacion que estallaba en cada uno de sus nervios. En este estado de emocion incluso hubiera podido levitar; era obvio que el senor Pritchett estaba viviendo un momento de verdadera trascendencia personal. Y la unica frase que yo podia pensar en decirle era: La palabra correcta es <
>. Pero aparentemente no me salia la voz. Mi garganta estaba cerrada conteniendo un horrible alarido que esperaba surgir libremente si me atrevia a abrir la boca. Me dolian los dientes. Senti nauseas y panico. Quise irme a la velocidad de la luz y volver a mi bendito y familiar aislamiento. Me habia olvidado del carrito medio lleno de comida, con la fruta empacada impecablemente (uvas verdes porque a Hayden no le gustan las moradas debido a que poseen demasiadas semillas) y las carnes y los quesos cerrados al vacio, las barras nutritivas para mi y el cereal azucarado para mi hijo. Trate de liberarme de Pritchett y me eche para atras, golpee el carrito que giro chirriando sobre sus inestables llantas y se quedo atorado entre la puerta helada del congelador y mis nalgas. El seguia aferrado a mi mano y hablaba en tonos cada vez mas altos. --Me tomo mucho tiempo encontrarte, Nina, y tambien bastante dinero. Te ves tan diferente a la ultima vez que te vi en el juicio. Tienes el cabello de otro color y perdiste mucho peso. ?Te pintaste el pelo para que la gente no te reconociera? Supongo que lo entiendo: eso de que quieras disociarte de tu pasado. Pero veras, yo no puedo darme ese lujo --la saliva se le juntaba detras de los dientes apretados--. Yo vivo con mi pasado todos los dias, cada momento que mi hija no esta desde entonces. Se fue. Ya se que la policia dijo que todo lo habia hecho tu esposo, pero para mi tu nunca quedaste libre de culpa, para nada. Por eso estoy aqui ahora, Nina. Vine a ponerte en evidencia. Voy a destrozar esta tonta ficcion de vida que te hiciste, les voy a ensenar a todos quien eres de verdad. --Disculpe, ?esta todo bien? Intervino otra voz y me volvi hacia ella solo para encontrarme con el mira-nalgas que estaba parado ahi junto con un cajero ligeramente detras de el, ambos mirandonos a Pritchett y a mi con algo de preocupacion. El cajero parecia electrificado, como si esperara cualquier pretexto para llegar a las manos y saltarle encima a Pritchett; seguramente en su cabeza adolescente bullian fantasias agresivas contra el hombrecito. A lo mejor Pritchett le recordaba a algun patriarca dominante de su propia historia. El mira-nalgas estaba mucho mas tranquilo, sostenia holgadamente su canasta verde olivo llena de productos de porciones individuales con una tension que sugeria que ya habia estado antes en confrontaciones como esta y que generalmente salia del lado ganador. Quiza fuera un ex militar. O quiza solo fuera un bravucon de bar. Pritchett solto finalmente mi mano, pero siguio hablando, ahora dirigiendo sus comentarios a los seudointerlocutores. --?Saben quien es ella? ?Quien era su esposo? Apuesto a que se acuerdan de su nombre. -- Sacudio un dedo esqueletico frente a mi cara; las palabras le salian como en avalancha, apenas controladas--. ?Llamamos a la policia, Nina? ?Quieres reportar este <>? Porque a mi me encantaria. Disfrutaria tener la oportunidad de alertar a las autoridades locales sobre la persona que ha estado viviendo entre ellos durante los ultimos seis anos. El mira-nalgas estaba harto. Puso su canasta en el piso y se puso entre Pritchett y mi cuerpo. Yo seguia retrocediendo, pero no podia apartar la mirada del viejo. Le habian asomado lagrimas a los ojos y el triste peso emocional que acababa de soltar estaba a punto de fulminarlo. El miranalgas dijo: --No se cual sea su problema, senor, pero creo que debe dejar a la dama en paz. El cajero le dijo a Pritchett que era un imbecil. Pritchett alzo las manos con las palmas hacia afuera y retrocedio algunos pasos. Con una voz mas firme volvio a sugerir que llamaramos a la policia. Los altavoces cambiaron de una cancion de los Commodores a Take on me. En un nivel inconsciente, en un murmullo, entendi que de ahora en adelante cada vez que escuchara la trillada melodia de esos sintetizadores seria como la banda sonora de este momento de cisma. Pritchett grito hacia mi: --?Donde esta Hayden esta noche, Nina? Deberias cuidarlo con mas atencion. Yo no cuide a Carrie con la suficiente atencion y ya ves lo que le paso. Tu sabes lo que el le hizo. Eso basto para que, por fin, diera la vuelta y me echara a correr lejos de ahi resbalando y enderezando el paso mientras iba por el pasillo hacia el frente de la tienda. Las puertas automaticas no se abrieron tan rapido y choque contra una de ellas. Al dia siguiente habria un largo moreton a lo largo de mi brazo, desde el hombro hasta el codo. Pero justo en ese momento no lo senti; en ese momento mi mano seguia latiendo en recuerdo de que Pritchett me habia agarrado sin que yo me pudiera soltar unos minutos antes. II Yo misma habia hecho bromas cuando construyeron el centro comercial justo al lado de nuestro fraccionamiento, humor acido sobre cuanto mas conveniente iba a ser este que el otro que estaba a ocho kilometros de distancia. Y justo esa noche le agradeci a Dios que estuviera tan cerca. Un giro a la izquierda al salir del estacionamiento, luego un semaforo en la entrada de Kensington Arbor, que me pase sin siquiera pisar el freno. Despues un giro a la derecha: tome la curva con un giro tan apretado que las llantas rechinaron. Menos de cuatro minutos despues de que sali del supermercado, estaba estacionando mi carro enfrente de la casa de los McPherson. La calle estaba en silencio; las casas, amplias y modernas, habian sido construidas muy juntas, con un patio minimo entre ellas. La humedad del aire nocturno se concentraba en anillos brillantes alrededor de los faroles. La luz del porche delantero de los McPherson estaba encendida, pero no se veia nada extrano desde afuera. Pero bueno, en este vecindario, en este asentamiento ordinario de hogares familiares comunes y casas urbanas que se habia convertido en nuestro refugio, nada parecia extrano jamas. Nuestra casa estaba tres cuadras adelante, una casa citadina con un lugar de estacionamiento y un agradable patio trasero donde Hayden jugaba. Por lo general no lo dejaba pasar la noche fuera de casa, pero me habia rogado toda la semana y yo sabia que tenia que hacer las compras de medianoche, asi que al final cedi y deje que se quedara a dormir con su amigo Caleb. Una Yukon rojo quemado estaba estacionada a media banqueta. Era el coche <> de la mama de Caleb; sin duda, ahora el espacio del garaje lo ocupaba el Escalade que Doug McPherson le habia comprado a su esposa en Navidad. Cerre suavemente la puerta de mi carro y me deslice por su patio, mirando la calle de arriba abajo para confirmar que no hubiera nada fuera de lo normal, aunque no hubiera podido decir si algo lo estaba. Solo habia venido unas cuantas veces a esta parte del vecindario. Hayden tenia un celular y habia considerado llamarle desde que sali corriendo de la tienda, pero me choco la idea de despertar a todo mundo si nadie estaba en verdadero peligro. Y aunque Charles Pritchett pudiera tener cuentas pendientes conmigo, con toda seguridad no le haria nada a mi hijo. Con toda seguridad no me habia amenazado tan abiertamente como yo habia pensado. Con toda seguridad no lo haria, no despues de lo que le habian hecho a su propia carne y sangre... ?Donde esta Hayden esta noche, Nina? Deberias cuidarlo con mas atencion. Mire la calle de arriba abajo otra vez. Unos cuantos carros estaban estacionados en las puertas de los garajes o a lo largo de la calle, pero no habia siluetas encorvadas detras de los parabrisas y nadie observaba desde las oscuras ventanas de las casas. Los hogares estaban amontonados tan juntos que parecian centinelas o las paredes de un laberinto. Usualmente yo apreciaba ese tipo de sensaciones, me gustaba la idea de que habia encontrado una fortaleza, pero de algun modo siempre habia intuido que ese sentimiento se podia volver en contra mia. ...Pero nunca estuve preparada para que sucediera. En el ultimo momento decidi no tocar el timbre. Los McPherson ya tenian sus dudas sobre mi, seguro, pero esperaba que solo fueran dudas como por que era soltera a mi edad y cosas como: <> y <>, ese tipo de comentarios que habia oido de pasada de cualquier cantidad de conocidos con bastante regularidad y que habia ignorado sistematicamente. Yo podia soportar el aislamiento de mis iguales; de hecho, habia aprendido a apreciarlo, pero mi hijo necesitaba tener amigos y no queria que no los tuviera por mi culpa. El estaba en una edad en la que la soledad podia convertirse en la mejor forma de resolver sus dificultades; la siguiente parada era la alienacion y despues, cuando fuera un adolescente, yo misma tendria que revisar su closet para asegurarme de que no tuviera escondido un rifle de asalto. No siempre fui propensa a imaginar lo peor. Fue una habilidad aprendida, una destreza de condicionamiento involuntario. Gabby McPherson me dio un breve tour de orgullo domestico la primera vez que lleve a Hayden a jugar, pero yo ya estaba familiarizada con la disposicion de la casa; habia investigado los planos de todos los modelos cuando empece a buscar una propiedad aqui. Ella no habia hecho nada original con los interiores; los muebles y el acomodo estaban sacados directamente de Martha Stewart... hace cinco anos. El lugar donde se suponia que los ninos iban a dormir estaba en una estancia al costado de la casa y atravese con ligereza el patio para asomarme por la ventana. Solo Dios sabe que me habrian hecho los vecinos si me hubieran visto, pero la verdad, me importaba un carajo. No me habria opuesto a que una patrulla pasara por la calle: ya habia pensado en llamar una, pero esperaba que Pritchett hubiera obtenido cualquier satisfaccion que buscara al confrontarme en la tienda y que ahora nos dejara en paz. Mas no lo creia. Mi corazon latia demasiado rapido; podia sentir mi pulso en el cuello y me costaba trabajo tragar saliva
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