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Eve Ensler
Que extrano me resulta escribirte. ?Te estoy escribiendo desde la tumba, desde el pasado, desde el futuro? ?Escribo como si fuera tu, o como querrias que fuera, o como quien de verdad soy desde mi propia comprension limitada? ?Acaso importa? ?Estoy escribiendo en una lengua que nunca hable ni entendi, que has creado en el interior de nuestras mentes para salvar distancias y remediar nuestra falta de conexion? Quiza este escribiendo tal como soy de verdad, ahora que me has liberado con tu presencia. O puede que no este escribiendo nada y que sencillamente me estes utilizando como un medio para satisfacer tus propias necesidades y tu version de la historia. No recuerdo haberte escrito jamas. Raras veces escribia cartas. Escribir cartas, acudir a alguien, habria sido una senal de debilidad; eran los demas quienes me escribian a mi. Jamas habria permitido que nadie pensara que me importaba lo suficiente como para escribirle una carta. Hacerlo me habria rebajado, me habria puesto en inferioridad de condiciones. Incluso contarte esto me resulta extrano. No es algo que de ordinario sabria o diria, a menos que hubieses entrado en mi mente. Pero no lo discutire, pues se me antoja certero. Tu siempre me escribias cartas. Me parecia peculiar y extranamente conmovedor. Viviamos en la misma casa y aun asi me escribias, con tu caligrafia de nina pequena, tratando de formar renglones rectos, pero desviandote por toda la pagina. Era como si estuvieras tratando de establecer contacto con algun aspecto de mi, con una parte que no encontrabas en los momentos mas intensos de nuestro conflicto, como si mediante poesia trataras de apelar a un yo secreto que una vez te deje ver. Normalmente, escribias cartas de disculpa. Que apropiado que ahora quieras una carta de disculpa por mi parte. Siempre te estabas disculpando, suplicando perdon. Te habia reducido a un degradante mantra diario de <
>. Un dia te mande a tu cuarto sin cenar y te obligue a quedarte alli hasta que comprendieras y reconocieras tu mal comportamiento. Al principio te mostraste terca, callada durante veinticuatro horas. Tu madre estaba preocupada. Pero puede que entonces te entrara hambre o te aburrieras, porque me escribiste una carta en un pedazo de carton que traian mis camisas de la tintoreria. La pasaste por debajo de la puerta de mi dormitorio. Era una suplica dramatica, una lista. Siempre te gustaron mucho las listas. Ahora veo que necesitabas catalogar las cosas, darles sentido con una especie de aritmetica literaria. Era una lista de todo lo que habias aprendido y todo lo que no volverias a hacer. Recuerdo que lo primero era mentir; no volverias a mentir. Y yo sabia, a pesar de perseguirte diariamente y de hacerte creer que eras una vil mentirosa, que eras la nina mas sincera que habia conocido jamas, aunque no conocia a muchas. Detestaba a los ninos. Hacian ruido y lo desordenaban todo y se portaban mal. Era demasiado viejo para tener hijos, solo los tuve para dejar mi legado. Pero estoy divagando. Aquella carta de carton con tu apresurada caligrafia en rotulador morado y las flores torcidas que habias dibujado en los margenes te saco de la habitacion, y ahora me pregunto si por eso seguiste escribiendo, como si se tratara de una especie de pasaporte hacia la libertad. Desde que abandone el mundo de los vivos he estado atrapado en un lugar de lo mas debilitante. Se parece mucho a lo que la gente suele decir del limbo: la nada, el olvido. El limbo no es un lugar externo, no exactamente. Al contrario, he estado basicamente en ningun sitio. Flotando, sin amarres, dando vueltas. Aqui no hay nada, nada que ver, no hay arboles, no hay oceano, no hay sonidos ni olores, no hay luz. No hay lugares tal como los concebimos, no hay arraigos, nada a lo que aferrarse. No, no hay nada, excepto el reflejo de lo que mora en mi interior. <> Eso es de Eliot. Tal vez no sepas que era mi poeta favorito. Sus palabras acuden a mi a menudo en este limbo. Llevo casi treinta y un anos de tu tiempo dando vueltas en este lugar, pero es extrano, porque aqui no hay tiempo, no hay mas que un vacio agonizante, un espacio infinito que me engulle y que es terrorificamente vasto y sumamente claustrofobico a la vez. Deje el mundo de los vivos cargado de resentimiento y rencor. Incluso en mi lecho de muerte, la virulencia de mi ira fue mas poderosa que el cancer que consumia mi cuerpo. Mi rabia era tan perniciosa que era capaz de luchar contra la morfina y el delirio, y darme energia para disenar y ejecutar mis ultimos castigos. Y tu pobre madre, ?que podia hacer? La habia amedrentado durante tantos anos, atizandola con mis gritos, mi condescendencia y mis amenazas, que para entonces se habia convertido en una complice apocada y fiel. Trato de seguirme la corriente, me decia que tal vez no fuera el mejor momento para tomar decisiones tan extremadas como aquellas. Lo hizo todo excepto decirme que habia perdido la cabeza. Mis ultimos pensamientos y alientos estuvieron tenidos por el deseo de hacer dano, el deseo de crear un sufrimiento que perdurara en el tiempo. Puede que no lo sepas, pero en ese momento final insisti en que te eliminaran de mi testamento. No heredarias nada, <>, dije con mucha fuerza. Incluso en mi fragilisimo estado, aquel acto de venganza me dio vida. Fue la ultima oportunidad que tuve de abolirte, de erradicarte, de castigarte. Y cuando tu madre me pidio que me lo replanteara, insisti en que tu te lo habias ganado. ?Por que iba a dejarle nada a una hija que habia sido tan obstinada y desleal? El cuestionamiento de tu madre avivo mi furia todavia mas y me volvi mas vengativo, tratando incluso de eliminar tu caracter. La obligue a prometerme que, dijeras lo que dijeras tras mi muerte, no te creeria jamas, ya que hacia muchos anos habia quedado plenamente demostrado que eras una mentirosa descarada. Mentirosa. Obligue a tu madre a que se comprometiera, en esencia, a desconfiar y dudar de ti para siempre. En ese sentido, la obligue a exterminarte igual que yo lo habia hecho. La obligue a escoger a su marido antes que a su hija, pero aquello no era nada nuevo, tu madre tenia mucha practica en hacer ese sacrificio. Se lo habia exigido durante la mayor parte de tu vida. Y yo sabia perfectamente lo mucho que se despreciaba por consentirlo. Veia como, con los anos, habia minado el respeto que se tenia como madre, eliminado su seguridad y su voz, y como la habia debilitado hasta el punto de no gustarse o no reconocerse siquiera y, aun asi, segui insistiendo. La primera etapa de mi tiempo en este reino de muerte, que senti como si hubiese durado anos, la pase inmerso en un bucle infinito compuesto de todas las traiciones y decepciones vividas, de todas las formas en que mis companeros, hijos y supuestos amigos habian puesto de manifiesto su estupidez o debilidad, reviviendo toda aversion justificable y ejecutando venganzas imaginadas. Naturalmente, tu estabas entre las primeras de la lista. Abandone el mundo tan furioso contigo, que para castigarte me negue incluso a avisarte de que me estaba muriendo. No te llame para despedirme. Queria que las esquirlas de mi rabia te cortaran y te hicieran sangrar para obligarte a llevarme contigo, para que arrastraras una hemorragia de culpa y desesperacion y te preguntaras durante el resto de tu vida por que nunca estuviste a la altura, por que nunca fuiste la hija que esperaba que fueras. Resuelto a dejarte sin cierre ni final, no planee ni permiti siquiera que se celebrara una ceremonia o un funeral. Me parecian demostraciones vulgares y pateticas de emociones absurdas e inutiles. Y, ademas, si me llorabas, era muy probable que terminaras desprendiendote de mi. Retenerte era el unico poder que me quedaba a esas alturas, la unica forma de agarrar tu ser, la unica forma de llamar y conservar tu atencion. Pocos dias despues de morir, antes de entrar en este plano, te vi sentada en el suelo de mi armario en Florida con la cara hundida en mi viejo jersey amarillo de cachemira. Al principio no entendi que estabas haciendo, pero luego, a medida que te observaba, comprendi que estabas oliendo lo que quedaba de mi, inhalando mi colonia y mi esencia, tratando de hallar un lugar en el que depositar tu dolor. Y, a mi pesar, aquello me conmovio. Me devolvio a un tiempo que habia sido docil entre los dos, un tiempo albergado por un carino casi insoportable. Verte en el suelo ante mi armario, tratando de hallarme, de hallar esa ternura, provoco en mi una oleada de tristeza y perdida; y entonces desapareci. Deje atras tu mundo, deje atras la belleza, deje atras la posibilidad de la salvacion. Y fui arrojado al interior de una desenfrenada repeticion de ofensas y agravios. Dicen que asi como vives, moriras. Y es cierto que con el tiempo mi furia se volvio letal. <>, solia advertirme mi madre, ya que siempre estaba inexplicablemente furioso. Y entonces mi rabia cambio de sentido y me pudrio el cuerpo inundandolo de un terror insufrible. Fue como si la ira se hubiese replegado sobre si misma, devorando y asfixiando mi angustiada psique en un callejon de lamentos, de una ansiedad insoportable, de dudas desgarradoras y de una torturadora autorrecriminacion. No podia avanzar. No podia retroceder. No habia salida. Paralizado en este lugar del limbo, carecia del lenguaje y de la voluntad, y de la comprension para liberarme. Se que fui un cinico que rechazaba con desden todas las sandeces relacionadas con el mas alla. Pero ?que sabia yo sobre nada? Y a esto ni siquiera lo llamaria el mas alla. No esta <> de nada, sino a continuacion. En este sentido, la muerte es atroz e infinita. O quiza solo lo sea esta muerte concreta que me ha tocado a mi. Imagino que habra otros a quienes su buen proposito los lleve en sus alas a lugares mas resplandecientes. Si he aprendido algo aqui -y no ha sido facil aprender gran cosa, pues mi cerebro esta ofuscado por la angustia-, lo que he descubierto es que es de suma importancia resolver los conflictos mientras vives, puesto que todos los asuntos pendientes te persiguen al siguiente plano y determinan el estado de tu ser. Todo agravio que hayas ocasionado en vida, todo dano cuya culpa no hayas asumido, se convierte en una especie de fango espiritual, una sustancia viscosa que construye tu encierro. Es una jaula, pero esta dentro de ti, y eso resulta todavia mas insufrible e inquietante. Estas atrapado en ti mismo, absorbido por el barro de la obsesion eterna. Gritarias, pero el lodo es tan denso que impide que te salga la voz. No hay alivio posible. Por eso te doy las gracias, Eve, por invocarme, por darme esta oportunidad de rendir cuentas por mis espantosas acciones. Se que no hay ninguna garantia de que vaya a ser liberado de este angustiante limbo, pero tu ofrecimiento de recibir esta disculpa ya ha modificado este paisaje de desesperacion. Soy consciente de que tu proposito es claro. La profundidad y la sinceridad y la necesidad de tu mision son evidentes y potentes. Se que me estas pidiendo que me disculpe, y debo decir que este terreno me resulta desconocido y antinatural. No recuerdo haberme disculpado jamas por nada. De hecho, se me inculco que al pedir perdon uno muestra debilidad, se vuelve vulnerable. Imagino que es mi vulnerabilidad precisamente lo que necesitas de mi, tal vez fue lo que siempre necesitaste. Hare todo lo posible por no justificar ni racionalizar mis acciones. Al contrario, tratare de dar cuenta de mis acciones e intenciones. Al contartelas, no pretendo obtener comprension ni perdon, se trata de una confesion en el sentido mas profundo. Ciertamente, es algo que preferiria que permaneciera oculto ante ti, ante Dios, ante mi mismo. Pero ha llegado el momento de someterme, sin reservas, sin justificaciones, a esta rendicion de cuentas. Me he preguntado: ?que es una disculpa? Es humildad; es la admision de las ofensas y una rendicion; es un acto de intimidad y conexion que exige un gran autoconocimiento y entendimiento. Estoy seguro de que no dare la talla.
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