Ver todos los libros de: Luz Hidalgo
Con cuarenta anos, una vida resuelta y acomodada, Sofia se da cuenta de que no vale la pena luchar por un matrimonio basado en mentiras. Nada mas formalizar el divorcio, recibe noticias de su padre despues de muchos anos separados. Esa carta, le da el empujon para dejar Espana y viajar a su pais de origen, Londres. Alli descubre que la amistad no tiene limites, que se puede volver a empezar. Lena, su amiga de la infancia, se vuelve imprescindible en esta historia, aportando frescura y recordando que la amistad no tiene fecha de caducidad. Por otro lado, esta James, un hombre frio, distante, sombrio. Ahi empieza el gran dilema de Sofia. Descubrir el secreto de aquel hombre enigmatico, o dejarlo correr y no arriesgar su seguridad emocional. En esta entrega, la autora, rescata a Sofia de su primera novela y crea una historia que la traslada al pintoresco pueblo de Castle Combe, adentrandonos en sus preciosas calles, descubriendo asi algunos de sus rincones mas emblematicos. CAPITULO UNO UN DETALLE QUE LO CAMBIA TODO Noviembre de 2019 Me deje caer al suelo, las piernas no me sostenian. No podia creer lo que estaba leyendo. Relei la carta coronada con el membrete de un prestigioso urologo de la ciudad. Las manos me temblaban mientras buscaba en el movil el significado de la palabra azoospermia [1] . Imaginaba su significado, pero queria estar segura antes de aceptar aquella realidad, que habia descubierto por casualidad. Me lo temia, Carlos era esteril. Habia llegado a aquella conclusion despues de leer el informe medico que habia permanecido oculto en el caos de su escritorio. Cuando me fije en la fecha monte en colera. Hacia tres anos que Carlos habia recibido el diagnostico. !Tres! Me tape la boca y contuve la ira y las ganas de gritar. Las lagrimas resbalaron por mis mejillas. No fue por la noticia, sino por la mentira que habiamos estado viviendo durante tanto tiempo. Mi marido habia intentado evitar que descubriera la verdad a toda costa. Que cobarde... Carlos me encontro sentada en el suelo, llorando. La carta destacaba en el calido suelo del parque. --!Sofi! !Carino!, ?que te ocurre? ?Te has mareado? --susurro, carinoso, mientras se agachaba a mi lado. Su mirada denotaba preocupacion. Cuando intento cogerme las manos, reparo en la nota que habia en el suelo, justo a mi lado. Se distinguia claramente el sello de la clinica privada que habia visitado tiempo atras. El mundo se le vino encima en aquel instante. Se sento junto a mi con gesto abatido. Su querida esposa habia descubierto el engano que durante tanto tiempo habia intentado enterrar. --Sofia...--Por fin levante la cabeza. Lo mire directamente a los ojos. --Como has podido... --Pretendia decirtelo, en serio, pero no encontraba el momento. Sofi, carino, no me atrevia. Preferia que creyeras que algun dia lo conseguiriamos. Mientras tanto, tenia que pensar en la posibilidad de adoptar. --Pero ?que estas diciendo, Carlos? No tienes ni idea de lo que dices. La mentira es injustificable. !Me has hecho creer que no podia tener hijos! Que cruel has sido... !Me has mentido durante todo este tiempo! Carlos no sabia que decir. No insistio en su inocencia. No me suplico. Era consciente de que su comportamiento no tenia justificacion. Sabia que aquello seria demasiado para mi. No hacia ni un mes que habia descubierto que se habia acostado con Lucia, la mujer de su amigo, y ahora esto. Nuestro matrimonio ya no tenia sentido. Se habia convertido en una carga demasiado pesada para mi. El sabor amargo que invadio mi boca me supo a ruptura definitiva. Me levante lentamente y lo deje alli sentado. Abandone el salon sin mirar atras. No podia. Ya no. *** 1 de diciembre de 2019 Un dia lei esto en alguna parte: Volver a resurgir. Como si nada. Como si a mi vida no le hubieran abierto una herida con bisturi, dejandola sangrar sin contemplaciones. Sin puntos, sin anestesia. Cuando tu mundo se resquebraja de tal manera no hay forma humana de reconstruirlo. No hay mejor manera de explicar lo que sentia en esos momentos. La infidelidad fue el primer golpe que causo la pequena grieta. La mentira sobre su esterilidad, el golpe final que hizo anicos mi confianza. Sentia que el tiempo se me acababa. Con cuarenta anos, no podia esperar mucho mas para ver convertido mi sueno en realidad. Sin embargo, en aquellos momentos no podia pensar en rehacer mi vida de nuevo. Antes tenia que sobrevivir a la soledad. No tenia ninguna amiga especial a la que recurrir en busca de consuelo. Las pocas que tenia lo eran tambien de Carlos y no tenia ni las ganas ni el animo de recuperar una relacion que habia dejado de ser sincera. Durante el ejercicio de mi profesion como directora de un hotel nunca me faltaron enemigos. Me costaba entablar amistad con mis companeras de trabajo. Habia ido escalando puestos sin remordimiento alguno, realizando mas de un despido injusto. Mi fama de mano dura me habia dejado mas sola que la una, pero aquello jamas me preocupo. Para mi, lo mas importante era la familia. Y, ahora, de aquella familia anorada solo quedaba yo. Un dia, al regresar del trabajo, no me moleste en aparcar en el garaje. Ataviada con mi traje chaqueta y mis altos salones, encare el caminito de piedra que conducia a la entrada principal de mi casa. Aquella noche de principios de diciembre mis pasos resonaban en la calle. Dirigi una rapida mirada al buzon; a traves de la rendija se veia un sobre. Extranada, abri la carta. La letra del remitente me resultaba familiar y mis sospechas se confirmaron cuando reconoci la caligrafia del remitente. --Papa --susurre--. Cerre los ojos y la imagen de mis padres aparecio ante mi. En aquellos momentos, ignoraba cuanto tiempo hacia que habiamos perdido el contacto. Decidi entrar en casa; el frio de diciembre se mezclo con la temperatura de mi corazon. Recordar el dia en que me despedi de mis padres dolia y mucho. Naci en Inglaterra, en un pueblecito llamado Castle Combe, situado al sudoeste del Reino Unido, a dos horas de Londres. Tenia siete anitos cuando a mi padre le ofrecieron trabajo en el Consulado britanico, en Barcelona. Por supuesto, no pudo rechazar aquella oferta, asi que los tres emigramos a Espana con las maletas llenas de ilusion y tambien de incertidumbre. Sophie, que era mi nombre real, se convirtio en poco tiempo en Sofia; resultaba mas sencillo de pronunciar en la Barcelona de entonces. Me amolde de maravilla a mi nuevo hogar. Aprendi pronto el idioma e hice amigos. Tuve una infancia feliz abrigada por el amor de mis padres, que me sobreprotegian porque era hija unica. Creci feliz y despreocupada; era el ojito derecho de papa. En el consulado acostumbraban a llamarle Sir Henry Jones. Teniamos una conexion especial. Cada noche, cuando llegaba de trabajar sin importar lo cansado que estuviera, jugabamos juntos. Con mi madre mantenia una relacion mas fria. No desempenaban ese papel a proposito, pero asi lo establecieron. Alguien tenia que llevar por el buen camino a la nina y aquella ingrata tarea le correspondio a mi madre. O eso era lo que yo creia hasta que todo estallo. Desde bien pequena, despunte en las clases de ballet. Nunca me cansaba de ensayar. Me matricularon en el conservatorio de la Ciudad Condal y me forme hasta el ultimo curso. Consegui destacar a base de esfuerzo. Mi sueno en aquel entonces era convertirme en bailarina profesional y viajar por el mundo deleitando a los espectadores con aquellas piruetas imposibles. No me importaba la dureza del entrenamiento. Hasta que no conseguia ejecutar un perfecto fouete no salia de la clase. Practicaba durante horas para perfeccionar mis movimientos. Mi estricta vida como bailarina me marco para siempre. Compagine el amor por la danza con la carrera de publicidad y relaciones publicas, pero, cuando acabe la carrera y comence a trabajar, a mi padre lo destinaron de nuevo a Londres. Teniamos que regresar a nuestro pais, pero yo no estaba dispuesta a acompanarlos. No queria sacrificar todo lo que habia conseguido. Tenia diecinueve anos cuando me enfrente a mis padres y les dije que me quedaba en Espana. Aquello provoco un distanciamiento que se acentuo con los anos. Mis padres se sintieron muy dolidos por mi decision irrevocable. Mi madre no encajo bien que la desobedeciera y nunca me lo perdono. Aquel hecho me marco para siempre. Vivi anos de penurias, ya que mis padres se negaron a mantenerme y me busque la vida como pude. Aquellos recuerdos me abrumaron. Estuve a punto de tirar la carta al cubo de la basura, pero senti una anoranza repentina y me sente en el comodo sofa, apenas iluminado por la lampara de pie que habia junto a el. Abri el sobre con sumo cuidado, tome aire lentamente y me dispuse a leer la carta que cambiaria el rumbo de mi vida. <
General