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Mia del Valle
Muchos anos atras... Eran poco mas de las dos de la madrugada cuando la primera contraccion desperto a Maria. El dolor fue desgarrador y el miedo a la nueva aventura que estaba a punto de comenzar... aun mayor. La mulata de ojos color mar, busco en la mesa que habia a un lado de su catre, hasta dar con una caja de cerillas. Con ellas encendio una pequena vela, y le dedico un pequeno rezo a la virgencita que la protegia desde la cabecera de su cama. El hogar aun se mantenia encendido con una tenue llama y la pequena vivienda permanecia templada. Su hermana Guadalupe dormia placidamente, ajena a todo lo que estaba aconteciendo a escasos pasos de ella. Una segunda contraccion la hizo cerrar los ojos y aferrarse con tanta fuerza a la colcha, que sintio como se doblaban sus largas unas. <
> --Guadalupe --llamo Maria con la poca energia que le quedaba en medio de los dolores --Lupe, por favor... te necesito. Lupe abrio los ojos y mientras se sentaba en el catre intentando despabilarse, observaba con horror lo que estaba viviendo su joven hermana. Maria se retorcia de dolor en medio de un gran charco de sangre. Si bien la mayor de las hermanas nunca habia tenido la dicha de ser madre, ni la tendria para su pesar, tampoco habia atendido uno, pero estaba segura que eso no era normal. Rapidamente se puso de pie, y asi como se encontraba <> corrio fuera del rancho en busca de su hermano Gerald. El mayor de los tres hermanos dormia en la cabana contigua a la de ellas, en la casa de los hombres. --!Gerald! --grito Guadalupe entre lagrimas --Gero, !salga mijo que lo necesito! Dese prisa por favor, algo esta mal con la Maria y el bebe. !Vaya y busque a la doctora por favor! Su hermano salio rapidamente del rancho a medio vestir, junto a dos de sus amigos, y terminando de calzar una de sus botas de cuero, corrio hasta su caballo y salio como un demente en busca de la doctora Saavedra. Los dos muchachos marcharon junto a Lupe a la casa, para acompanar a Maria, mientras Gero traia ayuda. La doctora vivia en la estancia vecina, a unos cuatro kilometros de distancia, y dormia junto a su esposo y su pequena bebe de un mes de vida, cuando escucho los gritos. --!Doctora!, !doctora! Por favor, mi manita la necesita --gritaba el pobre hombre desesperado fuera de la portera principal. Fue el esposo de la medica quien salio al encuentro del joven mulato antes que su mujer. Y solicitando que guardara silencio, insto al muchacho a marcharse y que volviera a su rancho, de lo contrario llamaria a su patron, para que el le diera su merecido por tan soez comportamiento. --Pero mi hermana necesita a la doctora patron --suplico el muchacho -algo no esta bien con el bebe. --Mi mujer no estudio para atender a negras putas que se revuelcan con los hijos de los senores. -- Lanzo sus palabras con desden... como flechas envenenadas directo al corazon. Al muchacho se le llenaron los ojos de lagrimas. El enojo, la ira y la tristeza lo hicieron apretar tan fuerte los dientes que sintio como estos crujieron a causa de la presion. --No me diga eso patron... mire que el mundo y la vida es redonda. Todo puede volver --susurro el muchacho volteando para marcharse del lugar. --Atrevido de mierda... ?me estas amenazando? --gruno el alto y fornido estanciero. Gerald no volteo a responder. Sus hermanas lo necesitaban y no podia perder el tiempo discutiendo con el vecino de su patron. Seguramente manana, tendria una reprimenda cuando Don Horacio se enterase. --Ya estoy lista Gerald... !vamos! --dicto Ruth sobre su caballo, terminando de colgar el morral de cuero negro, que usaba para guardar sus instrumentos medicos. Los dos hombres voltearon de golpe, la boca de su esposo se abrio y sus ojos lanzaron chispas al ver la rebelde actitud de su mujer. --Pero... pero querida --intento decir mientras tartamudeaba por la ira. --Pero nada "querido" --y puso enfasis cuando lo llamo querido --?puedes abrir la portera? regresare cuando todo este en orden. Por favor, cuida de Clarita. Don Saavedra de mala gana obedecio, y tal como lo habia pedido Ruth, abrio la portera, permitiendo que su mujer cabalgara fuera, detras del peon que habia llegado pidiendo por ella. Tal como lo temio la joven mujer, al llegar, el bebe se encontraba enredado en el cordon umbilical. Por la sangre que habia perdido Maria, tambien sabia con exactitud que la placenta se habia desprendido, por lo que el tiempo corria en contra. Debia sacar al nino antes que se asfixiara. Lo ideal seria una cesarea de urgencia, pero en medio del campo y con la gravedad del asunto, eso era impensable. --Maria --llamo a la joven, quien lloraba asustada tomandola de los hombros --cuando sientas ganas de pujar hazlo, pero cuando yo te lo pida debes detenerte, si no me haces caso el bebe se ahorcara... ?me entiendes? No tenia intenciones de asustar a la joven madre, pero necesitaba de toda su colaboracion para lograr desatar el cordon del cuello de la criatura y que todo esto no terminara en una tragedia. Maria asintio entre sollozos, y una fuerte contraccion llego en ese instante. --Puja Maria... !puja! --insto Ruth y tras pujar con fuerza, Maria pudo sentir cuando la cabecita de su hijo salio --. Ahora espera Maria --grito Ruth mientras desatoraba el cordon del pescuezo del pequeno --respira como perrito... por la boca --continuo hablando para captar la atencion de la muchacha. Sus manos se movian rapido y con destreza, pero el corazon le iba a mil. En la penumbra de aquel humilde lugar, en el que solo se encontraban un par de velas encendidas, y la llamarada del hogar, el color azulado en los labios de la criatura ya se hacia evidente. Ahora si. Ya se encontraba sin ataduras, por lo que tendria que separarlo cuanto antes de la trencilla que lo mantenia unido a su madre, y rezar a todos los santos, para que llorara con fuerza y cargase sus pequenos pulmones con oxigeno. --Ahora si Maria, a la cuenta de tres, puja con fuerza nina. !Vamos! Uno, dos... y... --!Aaaaaahhhhh! El grito de Maria se escucho en el silencio de la noche, como el aullido de un lobo a la luna. Finalmente, su hijo habia nacido. Si Ruth no hubiera estado en aquel momento, dudaria de la veracidad de que ese bebe fuera hijo de Maria. Pese a que se encontraba palido y levemente morado, el nino <> un pequeno y regordete varoncito, tenia la piel del color de la nieve y su cabello como rayos de sol. <> penso Ruth, un rasgo singular que poseia aquella pequena familia de tez oscura. Velozmente la joven doctora corto y ligo el cordon y con un nudo en el estomago, comenzo a masajear el pequeno e inmovil cuerpito, aparentemente sin vida. --Vamos, vamos bebe. Por favor, respira... por favor respira --murmuraba mientras frotaba una y otra vez a la criatura. Lupe y Gerald abrazados a su hermana sollozaban en silencio, hasta que el alarido del llanto se escucho. --Mi hijo --dijo sin fuerzas Maria con una sonrisa en los labios y lagrimas banando su rostro. Ruth no pudo evitar la emocion y ella tambien se puso a llorar. Maria tomo en brazos a su hijo y beso su coronilla. El pequeno lentamente comenzo a abrir sus ojos y su mirada se encontro con la de su madre. --Bienvenido al mundo Aaron. --?Aaron manita? ?Ese sera el nombre de mi sobrino? --pregunto el mulato. Maria asintio en silencio. --Asi es mi querido hermano, este nino sera mi luz... tal cual significa su nombre. De ahora en adelante solo vere por el. La puerta se abrio en ese momento, asustando a todos los presentes. Los patrones habian llegado. Horacio y Diego Jamasen, padre e hijo respectivamente, entraron con cara de pocos amigos. El joven veterinario al ver la escena que se desarrollaba frente a sus ojos, rapidamente camino hasta Maria, y para el asombro de todos, se puso de rodillas a un lado de la cama, y apoyando su frente en la de la chica se puso a llorar. Nadie entendia nada, pero todos entendian todo. Porque no era necesario ser un ilustre, para darse cuenta que tanto Don Diego, como el pequeno Aaron presentaban muchas similitudes fisicas. Muchisimas. --Diego... !basta ya! --increpo Don Horacio --termina esta boberia de una buena vez. No quiero ver a este pequeno bastardo dentro de mi campo. Ya mismo quiero que saques a toda esta gente o me llevo el nino y lo dejo en medio de la nada. Los dos amigos de Gerard y el mismo se acercaron hasta donde estaba el patron. Lo bueno, es que no fue necesario que dijeran nada. Porque fue don Diego Jamasen <> quien hablo. --!No te atrevas a amenazar a mi hijo papa!… ?Me has escuchado? --grito el joven hombre. --?Tu hijo? --Sonrio con desden --no te das cuenta, que lo unico que quiere esta gente --realizo un despectivo movimiento con su mano, en el cual senalaba a los presentes --es dinero... La negrita se abrio de piernas y te hizo un retono. !Y tu como si nada! ?Por que mejor no aprendes de tu padre?... la pequena Lupe --limpio con su dedo la comisura de sus labios y acomodo su barba mientras miraba a la mujer --Lupita ha calentado muchas veces mi lecho, pero jamas traera un paquete en el bombo... me he garantizado en persona de eso. Gerald apreto los punos, intentando controlar su ira por lo que acababa de escuchar. El viejo habia violado a su hermana mayor y era el responsable del atroz dano que sufrio su hermana en el utero anos atras. <> Eso no quedaria asi. Aquello jamas podia quedar como si nada. <> penso.
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mia del valle