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S. J. Hooks
Al mirar la hora, di un leve suspiro de alivio. Mi clase estaba a punto de comenzar y, por suerte, ella no habia hecho acto de presencia. Por lo general, desaprobaba que mis alumnos faltaran a clase, pero por lo visto la cosa habia cambiado mucho desde el inicio del semestre de primavera, cuando ella entraba con aire despreocupado en el aula, irritandome cada dos por tres. Volvi a mirar mi reloj. Hora de empezar. Entonces la puerta se abrio bruscamente y mi buen humor se desvanecio. Como iba a faltar a clase. Seria la primera vez. Entro a la sala con su habitual aire danzarin, con unos cascos absolutamente descomunales, meneando la cabeza al ritmo de la musica. ?Acaso era minimamente consciente de las miradas que despertaba? ?Le importaba? Probablemente no, dado el atuendo--por llamarlo de alguna manera-- que elegia. Las botas militares que calzaba estaban gastadas y sin lustre, llevaba unos pantis negros llenos de agujeros, una falda diminuta y, por si fuera poco, le habia recortado el escote a la blusa de manga larga, de modo que el hombro le quedaba al descubierto. Mis ojos se posaron ahi, notando la ausencia de un tirante de sujetador. Los cachas del fondo tambien se fijaron, y la siguieron con la mirada en su recorrido, mientras sus movimientos hacian patente que definitivamente no llevaba nada debajo de la cenida blusa. Al levantar la vista hacia ella, nos cruzamos la mirada fugazmente. Me dedico una amplia sonrisa con un guino. De repente, senti que la pajarita me apretaba el cuello y tuve que reprimir el impulso de quitarmela de un tiron. Cuando paso como si tal cosa por delante de mi mesa, fingi que miraba la hora. Imponia demasiado a tan corta distancia... Esos labios rojos y todo ese potingue negro que llevaba embadurnado en los ojos. Era como mirar a un mimo en version distorsionada. Yo no entendia por que decidia presentarse con esa facha cuando, por lo demas, era bastante mona. Tenia buen tipo, los ojos azules y grandes, y una larga y brillante melena castano cobrizo. Pero nunca se dejaba el pelo suelto. Ese dia parecia que se habia enrollado espesos mechones con una batidora antes de sujetarselos en la coronilla con un prendedor. Su aspecto no era lo unico que me fastidiaba. La chica no parecia tener ninguna consideracion por el hecho de que yo fuera su profesor, ni por el decoro con el que se suponia que debia comportarse en mi presencia. A menudo me llamaba <
>, a pesar de que la corregia cada vez que ocurria. Yo no era <> cuando daba clase y esperaba que mis alumnos se dirigieran a mi con el tratamiento de <> o bien <>. Ni que decir tiene que mis expectativas se veian truncadas en lo que se referia a esa irritante joven. Ese dia habia sido practicamente la primera vez que me habia guinado el ojo y yo no habia tenido la menor idea de como reaccionar en esa coyuntura. Ella era totalmente impredecible, lo cual me ponia nervioso. Nunca dudaba en interrumpirme en clase si discrepaba en algo. ?Y cuando no discrepa en algo? Jamas en mi vida habia conocido a una chica tan dogmatica y testaruda hasta la exasperacion. Tenia ganas de que acabase el semestre para poder perderla de vista de una vez por todas. Era lista --eso era innegable-- y yo estaba convencido de que aprobaria la asignatura con nota alta. Se sento en primera fila, como siempre, y la observe mientras dejaba el bolso en el suelo. El movimiento hizo que el escote de su blusa, de por si holgado, se deslizara por debajo del hombro, dejando aun mas al descubierto su palida piel. Eso me molesto mas si cabe que sus continuas interrupciones y su reprobable conducta. ?Por que no vestia como Dios manda? Seria una jovencita encantadora si se pusiese una falda con un largo decente y, tal vez, una blusa de seda. Pero, por lo visto, se empenaba en ir como una pordiosera, echando a perder sin remedio mi buen humor. A mi me gustaban el orden y la previsibilidad, y con ella en mi clase no podia disfrutar de ninguna de las dos cosas. Se apellidaba, como no, <>[1]. La senorita Wilde se habia convertido en un constante motivo de fastidio en mi horario docente de martes y viernes, por lo demas agradable, y no veia la hora de librarme de ella. Carraspee para avisar a mis alumnos de que la clase daba comienzo, y por una vez se serenaron rapidamente. Yo conocia de sobra el motivo de su inusitado comportamiento: ese dia ibamos a tratar la novela Lolita de Vladimir Nabokov. La trama subida de tono de un hombre maduro que se enamora y mantiene relaciones sexuales con una nina de doce anos la convirtio en un clasico de todos los tiempos en las aulas. Aun estaba prohibida en muchos lugares, y nada hacia sentir a mis alumnos de literatura mas adultos que leer libros <>. Cuando comenzo la clase, me sorprendio ver que, por una vez, la senorita Wilde no participaba; tomaba apuntes en silencio con un esbozo de sonrisa en el rostro. En el transcurso del debate, un estudiante sentado al fondo comento que el personaje principal, Humbert, era un enfermo mental que no controlaba sus actos, por lo que se merecia un poco de indulgencia. --Pero no puedes defenderlo --replico una chica cuyo nombre yo no recordaba--. !Es un pervertido consumado y corrompe a la nina! --En realidad, pienso que ocurre al contrario --tercio la senorita Wilde, sin levantar la vista de sus apuntes. --?Como? --se sorprendio la chica--. ?Lo dices en serio? --Como que me apellido Wilde --respondio ella--. Estoy casi segura de que Lolita es la que corrompe a Humbert. Lo seduce y el cae rendido a sus pies. ?Que tio no lo haria? --!Pero si no es mas que una cria! --insistio la otra chica. --Efectivamente, pero sabe de sobra lo que se hace cuando lo seduce. No es su primera experiencia sexual; luego el practicamente come de la palma de su mano. No digo que el actuara bien, pero tienes que recordar que la ve como una chica joven, y por su parte su madurez emocional no supera la de un nino de doce anos. La chica se quedo sin argumentos y bajo la vista. --Esa es una buena observacion --admiti. Aunque las intervenciones a destiempo de la senorita Wilde me fastidiaban, siempre realizaba excelentes aportaciones a los debates. Por lo general, me agradaba tener a alumnos tan participativos en mi clase para animar los debates. Solo que en su caso habia algo que me crispaba. Por alguna razon, sacaba lo peor de mi. --Bien, ?por que creen que el autor decidio escribir sobre un tema tan controvertido? --pregunte a la clase. Algunos levantaron la mano, pero desistieron en cuanto la senorita Wilde intervino sin permiso. Otra vez. Aprete los dientes. No cabia duda de que la chica era inteligente, pero ?por que no respetaba las reglas como el resto? Por Dios, es de lo mas exasperante. --!Senorita Wilde! Se callo y me miro. Por desgracia, no parecia intimidada en absoluto y se limito a lanzarme una mirada de extraneza. --?Si, Stephen? --pregunto amablemente. --Profesor Worthington --corregi. Menos mal que el semestre acabara pronto. Ella se limito a sonreirme. --Si no espera su turno para hablar, puede abandonar el aula --dije, retandola para mis adentros a continuar su perorata. Hizo una sena para que yo continuara y se reclino en el asiento con gesto divertido. Pedi a los demas estudiantes que opinaran y recibi unas cuantas respuestas nada inspiradas sobre los tabues. Una de las chicas llego incluso a argumentar que el verdadero pervertido era el autor. Suspire y de mala gana di la palabra a la senorita Wilde, que sonrio maliciosamente y se inclino hacia delante. --Creo que Nabokov utiliza a los protagonistas a modo de simbolos. Yo me hacia una idea bastante aproximada de adonde pretendia ir a parar con eso pues, como siempre, habia dado en el clavo. Habria sido mucho mas facil si simplemente hubiese podido echarla de clase tanto por su ridicula pinta como por sus estupideces, pero no era el caso. Era lista y no tuve mas remedio que seguir concediendole la palabra. --?En que sentido? --pregunte, y asenti. --Humbert es un hombre mayor y de mundo, pero atrofiado a nivel emocional. Le gusta la literatura seria y la musica clasica. Representa a Europa. Lolita es joven, marchosa e ingenua. Le gusta la Coca-Cola, la musica rock y las revistas de moda. Esta claro que encarna la interpretacion del autor de Estados Unidos, la cual no es precisamente halagadora. --Titubeo y sonrio satisfecha--. Pero igual me equivoco. A lo mejor las motivaciones de Nabokov no iban tan alla. A lo mejor le vino la inspiracion una noche en un sueno. --Alzo la vista hacia mi con su sonrisa torcida, y anadio--: Al fin y al cabo, ?que hombre maduro no suena con acostarse con una chica mas joven? Volvio a guinar el ojo. Puede que yo fuese inexperto en lo concerniente al sexo opuesto, pero no hacia falta ser un genio para entender que la senorita Wilde estaba burlandose de mi. La punta de la lengua asomo entre sus labios. --Se acabo la clase --dije, y aprete la mandibula. Me sente a mi mesa y me puse a recoger los libros. --Hasta el viernes, Stephen --oi decir a la senorita Wilde al pasar por delante de mi hacia la salida con los demas alumnos. Alce la vista y la observe caminando tan campante con su ridicula indumentaria. Mis ojos captaron fugazmente algo que asomaba por el borde superior de su blusa justo por debajo de la nuca: un tatuaje. Mi mirada fue descendiendo hasta su trasero y sus estilizadas piernas, cubiertas por los espantosos pantis. Ella miro por encima del hombro y me dedico una sonrisa antes de cruzar la puerta. Como no iba a llevar un tatuaje. Salta a la vista que le trae sin cuidado su aspecto o que la tomen en serio. Ojala usara ropa mas favorecedora. Estaria bastante guapa si le pusiera un poco de empeno. Eche las cosas a mi bolsa y me dirigi a toda prisa al coche. La clase me habia dejado frustrado y contrariado, de modo que decidi ir al gimnasio de camino a casa. Al llegar al coche, vi que tenia una llamada perdida de Matt. Marque su numero y respondio despues de sonar varias veces. --!Stevie! --dijo en tono cantarin--. ?Que pasa? --No lo se. Me has llamado tu. --Ah, vale. ?Por que nunca lo coges? --Tenia clase. Habia dejado el telefono en el coche. --Sabes que puedes llevarlo encima, ?verdad? No se trata de un telefono para el coche, aunque entenderia que pensases eso. --?De que estas hablando? --Necesitas un telefono nuevo. El que tienes es un ladrillo. ?Sirve para mandar mensajes? --Lo sabes de sobra --respondi--. ?Por que me has llamado? --Quiero que salgas conmigo esta noche. --Es martes. --?Y? --Pues eso, ?no trabajas manana? --Si, ?y? Suspire. --Dejalo. No, no puedo salir. --?Por que no, tio? No tienes clase por la manana. --Tengo que corregir unos trabajos y terminar un articulo. Ademas, tenia ganas de pasar una noche tranquilamente en casa. --Pasas todas las noches tranquilamente en casa --repuso Matt y practicamente pude oir como ponia los ojos en blanco. --Bueno, es lo que me gusta. --Te juro por Dios que no me explico como es posible que estemos emparentados. Eres el tio de treinta y tres anos mas carca del mundo. Opte por no puntualizar el hecho de que Matt y yo solamente estabamos emparentados por el matrimonio de nuestros padres. --Lo digo en serio --continuo--. Estas soltero y tienes a tiro pibones jovenes, pero ?cuanto hace que no echas un polvo? ?Quien se acuerda a estas alturas? --No las tengo <>, como tu dices. Esta prohibido salir con alumnas y lo sabes. --No estoy hablando de salir --replico Matt--. Estoy hablando de que alguien ponga en tu polla una mano que no sea la tuya. ?No suena fantastico? --Tengo que irme --dije--. Voy al gimnasio. --Genial, nos vemos alli en diez minutos --contesto Matt y colgo sin darme tiempo a protestar. Fantastico. Justo lo que necesitaba despues del dia que llevo.
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