• tiempo de lluvia libro - Helena Nieto

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    Laura acaba de quedarse viuda. Solo tiene cuarenta anos y una hija de quince, Rebeca. Ambas tendran que enfrentarse a una nueva realidad. Para Laura descubrir que su supuesto perfecto marido no era lo que aparentaba y para Rebeca, afrontar su adolescencia y los retos de esta. La ayuda de su cunado Edward sera fundamental en la vida de ambas.
    ?Superaran Laura y Rebeca todos los problemas que han surgido de repente? ?Podran vivir sin resentimientos dejando atras el pasado y perdonar para poder tomar las riendas de su nueva vida?

    Tiempo de lluvia es una historia de relaciones humanas, heridas emocionales y sentimientos de amor y perdon.

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  • TIEMPO DE LLUVIA | HELENA NIETO | Casa del Libro

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    Tiempo sin lluvia, libro de Cynan Jones, Esther Cross. Editorial: Chai. Libros con 5% de descuento y envío gratis desde 19€.

  • Tiempo sin lluvia [Próxima aparición] JONES,CYNAN - UDL ...

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    Tiempo sin lluvia es un relato poderoso de una concisión y pulcritud extremas. ... “Tiempo sin lluvia, como todos los libros de Jones, resuena con una ...

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  • Lee Tiempo de lluvia de Helena Nieto - Libro electrónico

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  • Extranos al calor de la noche de Kylie Brant

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    No sabia como se llamaba, no sabia de donde era. Rianna Kingsley solo sabia que sus conocimientos de artes marciales y tecnicas asesinas estaban muy por encima de lo que sabia una persona normal.

  • Una larga noche de Andrea Pitzer

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    Durante mas de un siglo, en todo momento, ha habido al menos un campo de concentracion en funcionamiento en algun lugar del mundo. Al principio, los campos se utilizaron como parte de la estrategia militar, pero con el paso de los anos fueron evolucionando en la dimension de sus consecuencias y en el salvajismo con que los gobiernos los utilizaron. Ya bien entrado el siglo xxi, mientras seguimos calculando la magnitud y el horror del Holocausto, la Historia nos recuerda que hemos roto la promesa del <>.

  • El lobo y la rosa (Destinos en la tormenta 1) de Zahara C. Ordonez

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    Malaga, agosto de 1845 Todo empezo con una tormenta. El cielo era una planidera llorando una muerte y los truenos eran gritos de su garganta anunciando desgracia. Aun no lo sabia, pero era la mia. La lluvia parecia clamar el fin del mundo y desde la seguridad de mi dormitorio la observaba, ajena a una realidad que pronto me encontraria y de la que no podria escapar. De pie junto al ventanal observaba los barcos alla en el puerto vapuleados por olas furiosas. Eran todo un simbolo de resistencia pues, aunque sus cascarones fueran embestidos una y otra vez, siempre se mantenian a flote. Me gustaba imaginarme tan fuerte, tan brava, tan resistente a las tempestades como ellos y fantaseaba a veces con que me subia a bordo de uno de esos fastuosos navios y lo comandaba hasta los confines de la Tierra. La culpa de tal fantasia, decia mi madre, la tenia Espronceda, y pronto me disuadia de mis ensonaciones contandome historias atroces de terribles y despiadados piratas. Ella de eso sabia mucho, pues sus antepasados levantaron su fortuna con barcos mercantes, asi que escuchaba sus relatos olvidando durante un tiempo mis pretensiones de darme a la pirateria hasta que mis ojos volvian a mirar el puerto y una sensacion de fuerza y libertad sin igual me embargaba. La voz de mi madre me saco de mis pensamientos. --Apartate de la ventana, Victoria. En su tono autoritario habia un deje tembloroso, pues temia a las tormentas mas que a la propia muerte. En aquel instante un relampago, que se me antojo que dibujaba la guadana de la Parca, cruzo el cielo y ella dio un respingo. El trueno pronto lo siguio con un bramido inmisericorde que retumbo en la estancia y que la hizo persignarse y advertirme de nuevo que me alejase de alli. Obedeci y mi madre llego al punto, corriendo los cortinajes de seda en color crema que habia estrenado unos meses atras con la llegada del verano. El fulgor de los quinques que habiamos tenido que encender desde primera hora en aquel dia gris ilumino la estancia oscura con sus tonos dorados. --?Todavia no estas vestida? --se quejo tras mirarme de arriba abajo y comprobar que seguia envuelta en mi comodo batin de organza. Mi madre fue hacia mi mesita de noche y agito la campanilla que reposaba sobre esta mientras yo fruncia el ceno, algo desconcertada. --?Vestida? ?Para que? --Hoy es el entierro de don Agustin de Herrera. Don Agustin era amigo de la familia desde que yo tenia memoria. Tanto el como mi padre eran propietarios de una ferreria y habian acabado trabando amistad mas alla del ambito comercial, pues compartian sus tribulaciones por las idas y venidas del comercio de hulla y otros asuntos del negocio. Pasaban los dias hablando de proyectos que habrian de encumbrarlos en lo mas alto de la sociedad industrial. Algunos llegaban a buen puerto y otros quedaban varados, pero nunca les falto ilusion. Don Agustin tenia familia en Bath, una ciudad inglesa, y a menudo expresaba su deseo de equiparar Espana a la isla en cuanto a avances industriales se referia, y ya hablaba de ferrocarriles y otras hazanas. Pronto se dio cuenta de que, aun habiendo dado algunos pasos hacia adelante, aqui las cosas iban a un ritmo distinto al del resto de Europa. Cuando a mi padre se lo llevaron las fiebres, Agustin se hizo todavia mas presente en nuestra familia. Ayudo a mi madre en los asuntos legales, acompano a mi hermano en sus primeros pasos en solitario al frente de la ferreria y pronto se hablo de que colmaba a mi madre de atenciones poco propias para una mera relacion de amistad. Las malas lenguas tuvieron trabajo de sobra con ellos, pues el estaba casado. Todo el mundo pensaba que su esposa, de mal caracter y peor salud, lo dejaria viudo y el se desposaria con mi madre; sin embargo, para sorpresa de todos, el pobre Agustin, de cabellos aun oscuros y rostro lozano, se fue antes que la macilenta senora de Herrera. Tras el velatorio, al que la viuda prohibio la entrada a mi madre, iban a enterrarlo en el Cementerio de San Miguel, en una tumba sobre la que algun dia se alzaria el panteon que habia ordenado construir. La muerte, asi de caprichosa, gusta de llevar la contraria llevandose a quien menos lo espera. Yo sabia lo mucho que don Agustin significaba para ella, pero si de por si acudir a un entierro era del todo inapropiado, ir al suyo transgredia todos los limites, y asi se lo hice saber. --No necesito el permiso de nadie para ir a despedir a un amigo -- respondio mi madre con gesto resuelto. --Madre… Ya sabe lo que dice la gente --insisti, recordandole las habladurias. --Ire a decirle adios a Agustin les guste o no --zanjo. --Como quiera --suspire--. Mas el tiempo tampoco acompana. Parece mentira que estemos en agosto. --Nunca llueve para siempre, Victoria. Y menos en Malaga. Si de algo sabemos aqui es de sol. Guillermina, mi doncella, a quien yo llamaba <> de forma carinosa, llego en ese instante y mi madre le dio ordenes de que preparase un vestido adecuado para las circunstancias. La muchacha, de apenas veinte anos, cabello dorado y rostro dulce, se quedo por unos segundos petrificada. Logro sobreponerse y hacer lo que le pedia. La observe mientras abria cajones y roperos y sacaba de ellos varias prendas que creyo convenientes, dejandolas estiradas sobre la cama, hasta que mi madre senalo al poco un vestido de raso negro con volantes de blonda y guarnecidos en azabache. Eligio tambien un echarpe de cachemira a rayas, un sombrero de capota a juego, cerrado con un lazo de raso violeta, y unos guantes de encaje. --Lastima que no haga dia para lucir sombrilla. La ultima que te regalo tu hermano habria sido perfecta para ese vestido --observo mi madre, que sentia pasion por los adornos--. Escogeremos un paraguas apropiado. Mina guardo el resto para despues ayudarme a vestirme. --?Que opina…? --Deje la pregunta a medias, pues me apreto con tanto brio el corse que me quede sin aliento. Era ingles, de raso, de los que todavia necesitaba ayuda para poder anudarlos por detras. Mi madre habia comprado algunos mas nuevos, con unos enganches delanteros que facilitaban la tarea de vestirlos, mas ese dia me puse aquel porque su tejido era muy fresco. --Afloja, Guillermina, que Victoria tiene la costumbre de respirar. --Perdon, senora --se disculpo, y me libero un poco de la presion. --Endiablados corses. Cada vez los hacen mas rigidos --me queje. --?Por que crees que Napoleon lo llamaba <>? --apunto mi madre. --Ni que hubiera tenido que llevar uno --le recorde. --Igual le habria ido mejor en Rusia de haber sido mujer --dijo ella--. Somos mas precavidas y siempre llevamos un chal por si refresca. --No creo que podamos llamar <> al frio de aquellos lares, madre. En medio del semblante enturbiado que lucia aquella manana, emergio una breve aunque animada sonrisa. Mina solto una disimulada risita por aquel comentario y termino de ponerme el vestido. Despues me sente en el tocador para que me peinase. --Un recogido sencillo bastara --le indico mi madre, observandome en el espejo. Me miraba con ternura y quise pensar que se sentia orgullosa de la hija que habia criado--. Es una pena que tu padre no este aqui para verte. Te habria dicho lo mucho que te pareces a mi cuando tenia tu edad: mi mismo pelo, mis mismos ojos negros… --Me gustaba mucho parecerme a ella, pues su belleza me resultaba ejemplar. La mire con carino, notando en su voz la nostalgia--. El siempre decia que terminariamos por casarte bien. Hacia tiempo que habia aprendido que la decision sobre cuando y con quien me desposaria estaba en sus manos, o en cualquier caso en las de mi hermano, y no en las mias. A ella le habia ocurrido lo mismo, a pesar de que habia quedado claro que sus sentimientos nunca habian pertenecido a mi padre y que si lo habia querido era a causa de la costumbre y no del corazon. Mi madre decia que el amor y el matrimonio eran cosas distintas, y que en contadas ocasiones confluian ambas, como si hablase de dos astros que se alinean y no de algo tan humano como los sentimientos. Por lo que de existir un enamoramiento por mi parte que no conviniese a sus prioridades, que eran su posicion social y economica, seria fuertemente reprobado. --?Y eso cuando sera? Usted se caso con dieciseis y yo ya tengo diecinueve. A su lado soy casi una solterona --dije, fingiendo un gesto amargo. --Sabes de sobra que no podria consentir que te casases con el primero que pasara a pedir tu mano. Hallar al esposo adecuado para ti lleva su tiempo. --Y supongo que vive en la luna, dado que no lo ha encontrado aun. --No digas tonterias --me regano--. Tu hermano y yo solo queremos lo mejor para ti. --Hablando de mi hermano --comence a decir con intencion de formular la pregunta que habia rondado antes por mi cabeza--, ?que opina el de que vayamos al entierro? --Rafael ha salido temprano para Sevilla a tratar asuntos de negocios. No tiene por que enterarse de nada --ordeno, dirigiendonos una mirada severa a Mina y a mi. Ella asintio de forma diligente y yo alce una ceja. --Pues tendra que sellar con cera los labios de media Malaga, porque como aparezcamos por el cementerio vamos a ir de murmuracion en murmuracion. --En ese caso ya me las sabre yo arreglar. --Se enfadara. --Victoria, puede que tu hermano, al ser hombre, sea el jefe de la familia por disposicion divina y humana, pero yo soy su madre, y sabe Dios que lo que una madre dice va a misa. Suspire, rezando porque, de darse conflicto, lo resolvieran entre ellos. Cuando Mina termino, pronto abandonamos la casa y llegamos en carruaje hasta la explanada previa al cementerio. Don Agustin era muy querido, asi que el lugar estaba abarrotado. Los carruajes se agolpaban unos junto a otros, con sus ocupantes en el interior esperando que la tormenta amainase. A resguardo de la lluvia, bajo algunos arboles cercanos, se agrupaban gentes de aspecto humilde. Supuse que serian sus trabajadores, o quiza solo curiosos que no perderian la oportunidad de asistir a un evento de tales caracteristicas. De entre la espesa lluvia, al final del paseo que conducia al cementerio, emergio un carruaje oscuro que parecio invocado de la nada. Era negro como la brea y estaba tirado por seis caballos de identico color, que en su testuz presumian de grandes plumas de igual tono. De entre las nubes grises surgio un repentino rayo de sol que ilumino el asombroso carruaje. Percibi entonces sus muchos detalles: angeles para guiar su alma, relojes de arena alados, flores de adormidera, letras griegas que simbolizaban el principio y el fin de los tiempos, asi como buhos y antorchas. Todo el estaba lleno de simbologia en referencia a la vida y la muerte. --Nunca he visto nada igual --murmure, estremecida. Era hermoso, aunque lugubre a la vez, dado su cometido. --Al parecer su viuda se opuso. No le parecia bien que a Agustin le llevasen el feretro animales en lugar de personas, como se ha hecho toda la vida --relato mi madre--. Aunque como ves ha prevalecido su voluntad, pues lo dejo todo por escrito. He oido que su sobrino lo ha hecho traer de Barcelona. --?Su sobrino? --pregunte extranada, pues desconocia de su existencia. --Julian Withmore --indico mi madre--. ?No lo recuerdas? Agustin no suele hablar mucho de el, quiero decir… solia --se corrigio--, pero estuvo en su casa por Pascua, hace unos diez anos. Tu padre vivia aun. A pesar de que intente rebuscar en mi memoria aquel recuerdo, no lo halle, asi que negue con la cabeza. --Es normal. Eras muy pequena. Fue antes de que sus padres lo mandaran a colegios de prestigio para… --se interrumpio, como si estuviera buscando las palabras concretas--, para suavizar su caracter. Estudio en Madrid, mas tuvieron que sacarlo de alli cuando tenia veintitres anos por asuntos de romances, contaba su tio. Volvio a Bath con sus padres hasta que murieron la primavera pasada --comento ella, sin dejar de atisbar el exterior. --?Los dos? --Los dos --afirmo--. Don Agustin era la unica familia que le quedaba. <>, pense. --Creo que ahora esta instalado otra vez en Madrid y he oido que va a hacerse cargo de buena parte de su fortuna, asi que tendremos que llevarnos bien con el. Las palabras de mi madre se perdieron bajo el sonido de los cascos de los seis ejemplares que tiraban del carruaje de don Agustin. Llego hasta las puertas del camposanto y, a pesar de la lluvia, bajaron el feretro entre varios hombres ataviados con elegante levita oscura y lo portaron sobre sus hombros, echando a andar solemnemente. La gente comenzo a abandonar su transporte, clavando los pies en el barro para seguirlo. Toda la burguesia malaguena se habia reunido alli para despedir a Agustin; grandes magnates del comercio, poseedores de navieras, fabricas o negocios en Ultramar. Ni uno solo faltaba, pues todos lo consideraban un gran amigo. La tormenta, que parecio apiadarse de nosotros, dio tregua, quedando apenas una llovizna que, aunque molesta, permitia estar al aire libre. Mi madre y yo descendimos de nuestro transporte, cuidando de no meter los pies en algun charco y resbalar; y aunque nos quedamos mas atras intentando no llamar en demasia la atencion, pronto todas las miradas se clavaron en nosotras. Al sentirme observada agache la cabeza, algo abrumada. Mi madre, sin embargo, alzo el menton y continuo caminando con paso decidido. Nadie le dijo nada, pero todos murmuraron. Y en sus ojos estaba el reproche que anidaba en sus labios. Algunos, muy pocos, los mas allegados a nuestra familia, se acercaron y nos saludaron de forma cortes, aunque parca. Por fin llegamos hasta una de las callejas del cementerio, entre las que comenzaban a perfilarse las parcelas que un dia ocuparian fastuosos panteones. La muchedumbre se agolpo frente a la que seria la tumba familiar de los Herrera y, mientras el feretro ocupaba su lugar, el sacerdote que asistia al entierro pronuncio su sermon con gran aplomo. Observe a mi madre y supe que estaba conteniendo las lagrimas, asi que la tome de la mano, buscando reconfortarla.

  • Vienen mal dadas de Laura Gomara

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    Una novela negra repleta de accion que retrata la Barcelona mas oscura en tiempos de crisis.

  • Un bello misterio. Inspector Gamache 8 de Louise Penny

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    En un paraje virgen de Quebec, a orillas de un lago rodeado de bosques y muy alejado de la civilizacion, se encuentra el monasterio de Saint-Gilbert-Entre-les-Loups, donde dos docenas de monjes de clausura viven entregados a la contemplacion. Cultivan un huerto, recogen los frutos del bosque, son autosuficientes y, sobre todo, cantan. Curiosamente, una comunidad que ha hecho voto de silencio es celebre en todo el mundo por sus salmodias gloriosas del canto gregoriano, cuyo impacto tan profundo en el espiritu del cantor y del oyente es conocido como <>.
    Se asegura que los monjes jamas han abierto sus puertas a ningun extrano… hasta hoy, cuando los inspectores Armand Gamache y Jean-Guy Beauvoir, que llegan a bordo de una lancha motora, estan a punto de convertirse en los primeros seres humanos ajenos a la orden en acceder al recinto. Su billete de entrada es un muerto, el hermano Mathieu, prior y maestro del coro, que ha sido asesinado tras recibir un fuerte golpe en el craneo. Mientras la fragil armonia de la congregacion se deteriora, poniendo al descubierto las desavenencias de un grupo profundamente dividido, Gamache tendra que conjurar sus propios demonios y enfrentarse a uno de los casos mas cripticos y complejos de su carrera.

  • Un millonario despiadado de Yvonne Lindsay

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    La venganza lo habia movido durante mas de una decada y, ahora que por fin tenia su objetivo al alcance, Josh Tremont se descubrio deseando mas. Su nueva asistente, Callie Lee, era guapa, sensual y aparentemente inocente. Sin embargo, se la habia ganado al enemigo… ?podia fiarse de ella por completo?Acostarse con un millonario no estaba entre los planes de Callie, pero Josh Tremont era sencillamente irresistible. Se habia metido en aquello sabiendo que traicionaria a su jefe, pero no habia esperado enganar al hombre de quien se habia acabado enamorando.

  • La posadera de Ivy Hill de Julie Klassen

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    Un amor, una apuesta y una muerte misteriosa que dejan a la que fue una gran dama en la disyuntiva de luchar por seguir adelante o dejarlo todo.
    En Ivy Hill, un pueblecito situado en una colina, esta The Bell, la posada que es el alma del pueblo, alli donde se detienen los coches de postas, donde llegan las noticias, el correo, los viajeros y los productos mas diversos.

  • Campeon de Laura Cruz

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    Sayla no era jovencita para Mephisto.
    Sayla era la princesa.
    Joven, virgen, inocente.
    Mephisto era EL gladiador.

  • Doble o nada (Doble o nada 3) de Veronica L. Sauer

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    Debo conf esar que no me llamo Veronica L. Sauer. Si asi f uera, si ese f uera mi nombre real, jamas me atrev eria a contarles lo que les v oy a contar. Y si no estuv iera a miles de kilometros del sitio donde comenzo todo, puede que tampoco. Me f ui de Uruguay sin dirigir ni una sola mirada al ay er, con la esperanza de encontrar en el f uturo y en otro lugar, una nuev a historia de amor. Y de poder elegir, que esta v ez f uera la mia. Estoy v iv iendo en New York, lista para enfrentar un nuev o desaf io en esta v ida llena de av enturas que elegi llev ar hace un tiempo. Y no me arrepiento ni lo hare nunca, porque es precisamente mi espiritu av enturero el culpable de que Ana hay a entrado en mi v ida, y junto a ella la esperanza de algun dia poder v iv ir un amor asi. Un bonito amor. En f in; no es nuev o para nadie, que la historia que les acabo de narrar en "Septimo cielo" y "El quinto inf ierno", llego a mi a trav es de Ana. Lo que seguramente nadie sabe, es como llego Ana a mi v ida. Y y o les quiero contar. Ya lo saben, no me llamo Veronica L. Sauer. Pero si me llamo Veronica. Y lo q u e le s v o y a n a r r a r a c o n tin u a cio n, s e g u r o la s v a a s o r p r e n d e r. 1. Cuando llegue a Uruguay el v erano pasado, me senti perdida. Acababa de dejar Barcelona, luego de haber sido durante dos largos anos lo que jamas hubiese querido ser: el adorno de un abogado catalan presumido y f ormal. Y que ademas, me maltrataba. En ese momento no me daba del todo cuenta, pero mirandolo en retrospectiv a, debi mostrarle a ese capullo de que estaba y o hecha. O no... Jordi no era malo. Miento, si lo era. Y disfrutaba enormemente de menospreciarme con diplomacia. Decia cosas como: "Veronica, que bien te la pasas aqui conmigo ?no? Y pensar que hasta hace poco v endias boletos para el bus turistico en la calle..." o "?Que piensa tu f amilia, alla en Sudamerica, de la v ida de reina que te doy, carino? Tenia una incontrolable compulsion a hacerme notar lo que me daba, cada v ez que me lo daba. Y una f orma de decir "Sudamerica" cargada de desprecio que me hacia sentir muy mal la may oria del tiempo. Creo que no estaba del todo errado, sin embargo. Me sentia comoda a su lado, y como todo aquel que no quiere salir de su zona de conf ort, desestimaba las alarmas que sonaban en mi cabeza cada v ez que decia cosas desagradables. O las ignoraba, o las minimizaba, o las justif icaba. "Sudamerica" estaba muy lejos y queria que se mantuv iera a esa distancia siempre. No queria v olv er a mi Gualeguay chu natal ni a palos. No necesitaba mas discusiones, mas presiones... No deseaba enfrentarme a mi papa, el prototipo de marido en serie, y a su sequito de esposas con f echa de caducidad. Ni a mi mama, con su eterna pose de martir. No queria mas mentiras, mas enganos... Mas bien queria estar lejos de todo eso, tan lejos como el oceano me lo permitiera. Y tal v ez por eso f ue que aguante a Jordi tanto tiempo. Pero un dia, todo termino. Y lo mejor (o lo peor) es que no f ue por un acto ref lexiv o de mi parte o por un subito espiritu de arrojo; ni siquiera f ue por hartazgo. Fue porque me lie con el paseaperros y el gilipollas de Jordi me pillo. Me llamo golf a, perra, zorra y algo mas. Tenia razon, desde luego. El me saco del f ango y y o le meti los cuernos con el primero que se me cruzo. Y encima, tan sudaca como y o. Al principio me senti perdida, pero luego acepte el destierro con la may or dignidad. Y lo mas sorprendente de todo es que pudiendome quedar en Casteldef elds con el paseaperros, elegi v olv er a "Sudamerica". Rasque el f ondo de mi hucha y mi amigo sudaca hizo otro tanto. Y asi f ue que logre reunir quinientos euros que junto a millas acumuladas en mi tarjeta de credito, me hicieron aterrizar en el Aeropuerto Internacional de Carrasco, un candente v iernes de enero. No me habia alcanzado para un v uelo directo a Buenos Aires, asi que tendria que cruzar la frontera en micro si queria llegar a mi pais. Inspire hondo y con mi pequena maleta a cuestas, me instale en la parada del bus que me iba a dejar en la terminal, donde tomaria el que me dev olv eria a Gualeguay chu. Solo me quedaban un par de tramos y estaria en casa... En casa. Un dolor punzante en la boca del estomago comenzo a molestarme. Para cuando el bus llego, ese dolor me tenia sin aire... Lo deje pasar. Al bus, porque el dolor se habia instalado. Y por primera v ez en mi v ida me senti perdida. No me habia sentido asi jamas, ni siquiera cuando supe esa v erdad que me hizo huir, o cuando llegue a Barcelona, sin dinero y sin amigos.

  • Secreto Siciliano de Jane Porter

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    Aquel secreto puso fin a un sueno

  • Amar de nuevo de Giselle Renarde

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    Karen no pensaba perder el contacto con sus amigos de la secundaria, pero la vida se interpuso; no contesto un par de llamadas y de repente habian pasado cuarenta anos. Cuando Karen se reune con Karl en un funeral, el ya no es el adolescente flaco que una vez fue. Karl ahora es un hombre seguro, amable e increiblemente apuesto. Karen no ha pensado en volver a salir desde el divorcio, pero su hija adolescente la anima a darse una oportunidad con aquel zorro plateado. ?Puede Karen volver a encontrar el valor para adentrarse al mundo de las citas de nuevo?

  • Alma Tuya (Amor Encantado 1) de

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    No solo los vivos merecen la oportunidad de amar…

  • Lo esencial de Miguel Mila

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    Sus lamparas, sus sillas de cana o sus iconicos bancos barceloneses forman ya parte de nuestro imaginario, pero su obra es mucho mas amplia, atenta siempre a las necesidades humanas y con un profundo sentido de la funcionalidad y de la estetica. Miguel Mila ha sido tambien un ecologista avant la lettre y un defensor de <> y de la <> como elementos decisivos a la hora de disenar.
    Ha habido libros que estudian y analizan su obra, y un importante documental, pero nunca antes un <>. En Lo esencial, Mila habla de si mismo, de su obra, sus principios y sus ideas, pero tambien de su familia (tan vinculada a la historia de Barcelona), de su propia vida y de la educacion de sus hijos.

  • El laberinto del fuego eterno (Furyborn 2) de Claire Legrand

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    Tras el impactante final de Furyborn 1: El origen de las dos reinas, llega la segunda parte de esta imponente saga para saciar el apetito de los lectores avidos de mas. Furyborn 2: El laberinto del fuego eterno desvela algunos de los secretos planteados en el libro anterior, y abre nuevas incognitas sorprendentes.

  • Nuestros mejores momentos de Audrey Ferrer

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    Elea es psicologa y su vida esta patas arriba.
    Marco solo es alguien de su pasado. Alguien enterrado, olvidado, carente de importancia... al menos eso es lo que ella quiere creer.
    Pero ?y si ese seductor de ojos verdes vuelve con su sonrisa ladeada para demostrarle que no esta dispuesto a rendirse?
    ?Y si se reencontraran en el MOMENTO menos idoneo?
    Paula es la mejor amiga de Elea, ademas de la mas picante y divertida. Podria ayudar a la psicologa en su desorden, si no estuviese demasiado ocupada con sus lios con dos hombretones.
    Un libro, pero dos historias de amor, dos conquistadores irrefrenables, muchas risas y... emocion.

  • Sin Compromisos (Jaque Mate 2) de Diana Nixon

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    Sabes que vas a tener un mal dia cuando te despiertas por la manana y ves el vestido que habias preparado la noche anterior totalmente arruinado por un perro que nunca esperabas ver en tu casa, mucho menos en tu propio dormitorio. --!Anna! -- --Por Dios, ?por que estas gritando? -- Mi hermana entro en mi habitacion vistiendo un par de impresionantes zapatos de color gris oscuro y una gabardina que compre ayer y ni siquiera tuve la oportunidad de usar aun. --?Que diablos es eso? -- Le pregunte senalando su atuendo. Anna tenia solamente dieciseis anos, ocho anos menos que yo, pero por centesima vez me estaba arrepintiendo de haberla invitado a vivir conmigo mientras nuestros padres estaban en su vigesimo quinto aniversario de boda, reviviendo su luna de miel. Gracias a Dios esta tortura estaba a punto de terminar en menos de veinticuatro horas. --Es Robin, -- me contesto sosteniendo al perro en sus manos. -- ?No es lindo? Un amigo lo estaba vendiendo y no pude evitarlo, debia tenerlo, asi que compre esta adorable y pequena criatura, -- dijo con voz de bebe, mientras hacia caras cursis al perro. --?Estas bromeando? ?Mi vestido te parece tan lindo como ese perro? !Ahora solo servira para limpiar el suelo! Espera un minuto, me referia a mis zapatos y gabardina, de hecho. -- El vestido quedo en el olvido desde el momento que mire sus pies, mi amor por los zapatos dificilmente se podia comparar con cualquier otra cosa. Ademas, habia trabajado demasiado para pagar ese par en particular; !Eran demasiado caros! --Oh, eso… Pense que no te importaria que los use ya que no traje conmigo demasiada ropa y zapatos. -- --Podrias haber elegido cualquier otra cosa, cualquier otra pieza de mi vestidor, !pero elegiste mi nuevo par de zapatos que ni siquiera tuve la oportunidad de estrenar! -- Dije enojada. --Pense que hoy era tu dia libre asi que realmente no crei que te importaria si los cogia. No es como te los estuviese robando o algo asi. -- --?Por que diablos crees que hoy es mi dia libre? -- Le pregunte furiosa poniendome mis pantuflas negras y rojas de Mickey Mouse. Muy comodo despues de usar tacones altos todos los dias a todas horas, ?verdad? Bueno, me encantan los contrastes. --Son las 8:30 de la manana y todavia estas sentada en tu cama, con tu pijama y bastante enfadada. -- --?Que? --Mire el reloj en panico. -- !Maldita sea! !Dominick me va a matar! -- Salte de la cama y corri al bano con la esperanza de que seguiria teniendo trabajo cuando llegara a la oficina. Trabajaba para Wilson's Publicity, una de las companias mas grandes en el negocio de la publicidad, cuya principal desventaja era su Director. Dominick Altier era un hombre que siempre obtenia lo que queria. Asi fue con mi mejor amiga, Scarlett Wilson, la hija del fundador de nuestra compania, de quien se enamoro desde la primera vez que la vio y simplemente no la pudo dejar ir. Por esa razon, ahora debia lidiar con las consecuencias de su romance, tratando de combinar mi trabajo como secretaria de Dominick y mi amistad con Scarlett que seguramente estaba a punto de perder. No es que no me agradara Dominick, pero ademas de ser mi jefe, era un completo idiota; al menos cuando se empenaba en criticar mi trabajo. O tal vez simplemente disfrutaba volviendome loca. Desafortunadamente no tenia la respuesta correcta a esa pregunta. Sin embargo, habia algo que sabia con certeza, estaba a punto de gritarme por llegar tarde. Normalmente me tomaba casi una hora prepararme para el trabajo. Pero hoy tuve que limitar ese tiempo al minimo, lo que se convirtio en diez minutos de mierda; ni siquiera pude disfrutar de una buena ducha caliente. Me puse lo primero que encontre limpio y sali corriendo de la casa a toda prisa, prometiendole a mi hermana pequena que volveria mas tarde a matarla a ella y a su adorable perro por arruinar mi casa y mi guardarropa. Ojala hubiera sido solamente mi vestido lo unico que se arruino ese dia.... *** El telefono sono en mi bolsillo. Mire la pantalla y maldije dos veces. --!Buenos dias, Scar! -- Dije como si no supiera por que estaba llamandome. --?Donde diablos estas? !Hemos estado esperandote veinte minutos! -- --No te enfades, estoy subiendo al ascensor en este momento, estare en la oficina en unos dos minutos. -- Habia cerca de diez personas mas en el ascensor, asi que sonrei disculpandome por meterme en un espacio en el que obviamente no habia suficiente sitio para una persona mas y presione el boton que me llevaria a la parte superior del edificio de cincuenta pisos. --?Que te paso? -- Scarlett pregunto por el telefono. Ella sabia que yo era una mujer muy responsable, pero de vez en cuando podia ser muy imprudente cuando queria serlo y siempre me tomaba mi trabajo en serio. Asi que, si llegaba tarde, habia una muy buena razon para ello. --Mi telefono murio y no escuche la alarma. -- --?Cuantas veces tengo que decirte que te compres uno nuevo? Y, por favor, no me digas que tu sueldo no te alcanza, porque yo misma te di dos aumentos en los ultimos tres meses. -- --?De que me sirve comprar uno nuevo? -- Espere a que la gente saliera del ascensor y procedi:--Ambas sabemos que tarde o temprano terminara besando la pared, porque cada vez que termino una conversacion con tu precioso prometido lo unico que quiero hacer es romper algo. Asi que, gracias Dios, por bendecirme con el jefe mas arrogante e insoportable del mundo. -- Ella se rio. Ambas sabemos que Dom no es tan malo. -- --Oh, ?si? Puedes defenderlo todo lo que quieras, pero una cara bonita y un buen trasero no cambian el hecho de que es un grandisimo idiota. -- --De todos modos, te estamos esperando en la sala de juntas, asi que trata de encontrar una explicacion mas o menos creible por llegar tarde. -- --?Que tal si le digo a mi jefe la verdad? --Scarlett se rio. --Estoy segura de que le encantaria escuchar todos los bonitos nombres que usas para referirte a el, especialmente cuando eres tu la que llega tarde. -- --Muy divertido. -- Hice una mueca terminando la llamada. Justo cuando pense que mi vida no podia estar mas jodida, al menos esta manana, escuche a alguien reir tranquilamente detras de mi. Lentamente me di la vuelta y me congele; la sangre golpeando en mis oidos. Que alguien me mate... --Senor Oliver, lo siento mucho, no era mi intencion. -- --Relajate, Jill. Yo mejor que nadie se que todo lo que dijiste sobre mi hermano es verdad. El es un idiota y un verdadero dolor en el trasero. -- No creo haber estado tan mortificada en mi vida. Oliver Altier no era un visitante recurrente de nuestra compania, por lo que probablemente era la ultima persona que esperaba ver alli hoy. A diferencia de su hermano, a el no le importaban los negocios, los trajes y las corbatas y estaba totalmente loco por la musica, las chicas, los bares y, pues bueno ya me entiendes, ?verdad? Senti que mis mejillas ardian como un fuego invisible. --Lo siento, -- dije de nuevo antes de escuchar el sonido de la apertura de las puertas. Rapidamente, me di la vuelta y sali del ascensor que de repente parecia demasiado pequeno para nosotros dos, iba rezando para que Oliver mantuviera la boca cerrada sobre todos los adjetivos calificativos que habia dicho sobre su hermano. --?Sabes cual es la mejor manera de tratar con el? -- Pregunto deteniendose en mi escritorio. --?Disculpa? --Le pregunte un poco asombrada. --Ignoralo, -- dijo guinandome un ojo con una misteriosa sonrisa iluminando su rostro. El tipo obviamente sabia como hacer que una chica se desmayara, porque yo casi lo hice. Ese guino y sonrisa diabolica eran todo lo que necesitaba. Dominick era capaz de hacer lo mismo, podia hacer que cualquier chica cayera de rodillas a sus pies. En cuanto a Oliver, la madre naturaleza lo habia bendecido con un rostro y un cuerpo de pelicula, con suficientes musculos en todos los lugares correctos, sonrisa sexy y ojos que solo el diablo podria tener. --Um, gracias. Lo recordare, -- dije tratando con todas mis fuerzas de no mirar sus vaqueros y camisa negra con algunos botones superiores abiertos, preguntandome como de bueno seria deslizar la palma de mi mano por debajo de la tela y... !Mierda, detente ahi chica!

  • Mas fria que la guerra de Fabian Plaza Miranda

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    Paz, amor y menudo cuelgue. Los pies del Listo chapotearon por el barro con la gracilidad de un borracho. O para ser exactos, con la de alguien que llevaba varios dias consumiendo mas cosas de las que su cuerpo podia tolerar. Habia perdido la cuenta. Alcohol, si, de muchos tipos. Un poco de acido. Y porros. Alguna pastilla. Ahora que lo pensaba, era un milagro que siguiera de pie. Un milagro. Dios estaba con el. La carcajada que solto fue tan fuerte que varios hippies dejaron de prestar atencion a la musica y lo miraron con cierta desgana. Tampoco era que un colgado en mitad de un viaje fuera tan raro por ahi. Dejo de reirse de su propio chiste, recupero el aliento y siguio avanzando hacia el escenario, donde las sensaciones serian mas intensas. Podria dejarse llevar hasta con aquellos tipos, los noseque Dead; unos que hacian una mezcla de rock y folk. Al Listo le parecian tan malos como el escenario, que daba la sensacion de estar a punto de hundirse por el peso del equipo, pero tampoco podia quejarse. !Estaban en una granja, joder! !Una granja! Era normal estar rodeado de animales. Animales. Reprimio el impulso de volver a reirse y se centro en la musica. Al menos, el gordo barbudo de la guitarra no lo hacia mal. Habia estado bien lo del espontaneo, cuando un fulano habia subido al escenario y habia soltado un rollo sobre algo de la costa. Ni el mismo se entendia. Los de la banda se habian mirado en plan <>, hasta que uno le habia ofrecido un canuto y lo habia sacado de en medio. Luego habian vuelto a sus conazos de canciones. En la oscuridad de la noche casi golpeo una roca con sus pies desnudos. El Listo llevaba las deportivas colgando al cuello, atadas por los cordones, como un atrapasuenos de pesadilla, o como los pendientes de una diosa vuelta del reves, o... Uououooo... El mareo le hizo parar hasta asegurarse de que la Tierra habia dejado de bailar. Asi. Mejor. Respirar hondo. Lo llamaban Festival de Woodstock y el Listo no tenia ni puta idea de por que. El pueblo no se llamaba asi. Tampoco la granja. Pero oia el nombre por todas partes, entre los corrillos de melenudos tirados en la hierba. La hostia de gente habia ido a ver el espectaculo. Tantos que las carreteras estaban colapsadas y todas aquellas tiendas de campana parecian una... a saber... una invasion marciana. Una invasion apestosa. Los organizadores no habian contado con tanta gente, asi que no habia suficiente sitio para mear y cagar. Pero eso para los hippies no era problema, claro. Pagar entradas tampoco. El aforo extra se debia a todos los que se habian colado, y colarse en mitad de un campo no era muy dificil, la verdad. El Listo habia entrado asi, dando un rodeo y saltando una valla que no habria podido frenar ni a una vaca. Por supuesto, habia sido por hacer la puneta. De haber querido, solo habria tenido que sacar el talonario de su padre. Pero eso le quitaba la chispa al asunto. La idea era romper todos los limites, hacer lo que se suponia que no debia, incluso hundir en el fango su apellido y --en especial-- avergonzar al cabeza de familia. Por desgracia, le daba la sensacion de que el riguroso don Faustino ya no se escandalizaba como antano con las tropelias de su heredero el bala perdida. La prueba estaba en que el viaje a Estados Unidos habia corrido de su cuenta. Quiza se habia percatado de que el Listo tambien podia gastarse el dinero y hacer el crapula estando en Madrid. Tal vez hubiera decidido que al menos podia ser util que su primogenito aprendiera algo de ingles mientras dilapidaba la fortuna familiar con algunas frescas americanas. Seguro que en las reuniones sociales hasta presumia de que el Listo estuviera <>. Visto asi, la fiesta se aguaba. No tenia la misma gracia si a padre le parecia bien. Joder con don Faustino. Era capaz de causarle bajones incluso cuando no estaba presente. Resoplo unas cuantas veces y volvio a caminar. Necesitaba encontrar un grupo de gente con la que mezclarse, como habia estado haciendo todo ese tiempo. Al Listo se le daba muy bien congeniar, y su exotico aire de espanol le abria muchas puertas ante los multiculturales hippies. Aunque igual lo que necesitaba era tumbarse y dormir un rato. Estaba cansado, aun no se habia secado del todo del chaparron del dia anterior, y con aquellas ropas de lino se sentia como si estuviera en una chirigota de los carnavales de Cadiz. Joder. Ya era oficial. El bajon don Faustino le dominaba. Mejor buscar un sitio para echarse a roncar. Quiza fueran imaginaciones suyas, pero la musica de los pesados del escenario sonaba mas y mas entrecortada. Estaban perdiendo el ritmo. A veces era el bajo, a veces uno de los guitarristas, pero iban descoordinados. Que malos eran, por favor. Se fijo en que el gordo de la guitarra sacudia la mano y fruncio el ceno. Le habia parecido ver una descarga electrica. Si. El gordo se frotaba la mano como si le doliera. Y los otros igual. Por eso se saltaban compases. Su equipo de tres al cuarto les daba calambres. Je. Como se escapara una chispa en mitad de aquel escenario medio empapado lleno de aparatos, se podia armar una buena. El Listo recupero parte de sobriedad al mirar las caras del grupo. Todos parecian preocupados. Todos pensaban lo mismo que acababa de pensar el: <>. Pero no tuvieron tiempo. Fue con el otro guitarrista, el delgado. En uno de los punteados se oyo un petardazo y, de repente, todo se apago. Luces, sonido, todo. El estrellado cielo nocturno de la campina yanqui volvio a reinar sobre aquellos cientos de miles de cabezas, incluso a traves de las nubes. Quienes no abuchearon a los musicos se deleitaron con el acojonante espectaculo de la Via Lactea. Un cuadro impresionista que, ahora que el hombre habia llegado a la Luna, parecia al alcance de la mano. Hasta que empezo el otro brillo: un resplandor anaranjado que ilumino todo de improviso. Primero pensaron que el fuego al fin habia prendido; luego, el Listo se percato de que la luz venia de varios metros por encima del escenario. Y los incendios no suelen provocarse en mitad del aire. Cayo en la cuenta de que aquel fulgor poco tenia que ver con una combustion; era mas bien una mancha amorfa, como una gigantesca ameba fosforescente varada frente a el. Y tambien estaba el ruido, una especie de zumbido ritmico, un vaiven sonoro que se oia cada vez con mas claridad. Entonces aparecieron las criaturas. Surgieron atravesando la luz naranja, como si fuera una delgada membrana que hasta entonces las habia contenido. El Listo no tuvo tiempo de preguntarse donde, porque la imagen de los seres centraba toda su atencion. Cada uno media un par de palmos y tenia el aspecto de un negro insecto, con largas antenas en la cabeza, elitros negros y alas transparentes que provocaban el zumbido. Sin embargo, en vez de seis patas tenian ocho, y en sus mandibulas se agitaban gruesos queliceros peludos. En la cabeza, varios ojos de diferentes tamanos, algunos facetados y otros no, reflejaban los destellos azafranados del lugar. El Listo apenas noto una vaharada de olor a alcanfor antes de darse cuenta del alcance de lo que tenia ante si. Habia decenas, cientos de aquellos animales. Y a cada segundo que pasaba mas de ellos cruzaban la luminosa barrera. Revoloteaban por doquier, con el pausado zigzag de las moscas domesticas, tan lentos que cualquiera habria podido atraparlos... si es que alguien hubiera querido llevar a cabo tan incomprensible tarea. Paseaban entre la gente o por encima de ella. Algunos se habian posado en el suelo y lo exploraban erraticamente. Nada de aquello parecia autentico, asi que lo primero que penso el Listo fue que se lo estaba imaginando. El abuso de narcoticos le pasaba factura y le hacia alucinar con la pesadilla mas repulsiva que su mente habia podido crear. No obstante, un rapido vistazo alrededor echo por tierra esa hipotesis. Los demas asistentes al festival tenian la boca tan abierta como la del Listo, estaban tan aturdidos como el y tambien seguian con la mirada a los extranos seres. No eran capaces de hablar siquiera, dado que sus cerebros trataban de asimilar tanta irrealidad. El unico sonido que los envolvia era aquel zumbido colectivo. Hasta que alguien junto al Listo atino a silbar, un melenudo tirado en el suelo que tenia a una de las criaturas subiendo por su brazo. --!Tio! --dijo, con los ojos desenfocados--. !Menudo mal viaje! Eso parecia, desde luego. Un mal viaje psicotropico que los hubiera golpeado a todos a la vez. Algo tan irracional que deberia haberlos hecho chillar, encenderlos en un arrebato de unanime pavor, pero que, en vez de eso, los habia dejado estupefactos. Uno de los insectos-arana paso volando justo por delante del Listo, como pavoneandose y dejandose contemplar. Algo tan grande no deberia haber volado, no con aquellas alas en apariencia fragiles, pero ahi estaba. Un inflado cuerpo con torax y abdomen diferenciados, y vellosidades por toda su oscura figura. Los queliceros estaban serrados y parecian capaces de arrancar un dedo de un mordisco. Sus ojos multiples daban la impresion de contemplarlo todo. El Listo se vio reflejado en ellos. La imagen le parecio incluso hermosa. Extendio la mano para tocarlo, para acariciarlo como una exotica mascota. Todos los seres enloquecieron al unisono, igual que si se hubiera dado una senal silenciosa. Su vuelo dejo de ser parsimonioso para convertirse en espasmodico. Sus patas convulsionaron como si trataran de aferrarse a un asidero invisible. Sus mandibulas se abrieron y cerraron, hambrientas. Las criaturas aletearon con furia. Un enjambre caotico cuyo zumbido habia aumentado en intensidad, tan agudo que ponia los pelos de punta. El Listo retiro la mano, asustado, pero el monstruo que tenia frente a el no le hizo nada. Otros no tuvieron tanta suerte. Los bichos comenzaron a arrojarse como bestias salvajes contra la gente. Clavaron sus patas en vientres descubiertos, en brazos, incluso en caras; cualquier trozo de piel en el que pudieran hincar sus unas. Y lo hicieron a fondo, a juzgar por los regueros de sangre que abrian. El silencio se convirtio al fin en un estallido de panico. Gritos de dolor, de terror, gente tratando de escapar del surreal avispero, incluso pisoteando a quienes estaban tendidos en el suelo. Casi nadie ayudaba a los heridos; la respuesta instintiva estaba siendo la huida, una primaria busqueda de la supervivencia. El Listo no. Estaba petrificado, ojos abiertos de par en par, casi sin respirar y congelado por el terror. Por la pavorosa certeza de que no se podia escapar de aquello. Asi que fue un mudo e inmovil testigo de todo. Vio aguijones salir de los abdomenes y clavarse en sus victimas. A una joven que estaba junto a el y que luchaba por arrancarse el monstruo que tenia sobre su cabeza, la pua le perforo el ojo y quiza llego hasta el cerebro, dado que la chica se desplomo inerte. Otros dardos desgarraron cuellos, oidos o mejillas. Vio como los engendros arrancaban pedazos de carne y los devoraban. Los queliceros cortaron piel y musculo siempre que pudieron, las cabezas de las criaturas incluso se sumergieron en las tripas de algunos para cebarse tambien con sus organos internos. Cuando el Listo creia que aquella escena no podia ser mas dantesca, vino lo peor. Los seres que habian hecho presa en alguna persona comenzaron a iluminarse con el mismo tono anaranjado de la puerta por la que habian llegado. Su fulgor cada vez fue mas fuerte y el Listo noto tambien un aumento de la temperatura. Las monstruosas luciernagas se encendieron mas y mas... y sus victimas dejaron escapar desesperados berridos casi animales. En cuestion de segundos, todo aquel lugar quedo salpicado de teas insectoides. Los engendros se mezclaron con la piel de sus presas, extendiendose y deshaciendose como una mancha de cera hirviente. Apenas unos instantes despues, otro tanto ocurrio con las personas que habian sufrido el ataque. El fulgor las consumio por completo, fundiendolas como mantequilla. Unos charcos viscosos en el suelo fueron los unicos restos que quedaron tras las deflagraciones. Ante eso, el panico alcanzo su nivel maximo. Alrededor del Listo, todo eran gritos, llantos, frenesi, miles de personas tratando de alejarse en todas direcciones, de huir de aquel infierno que no entendian. Y junto a ellos, decenas de monstruos eligiendo a sus victimas casi al azar. Muchos zumbaron junto al Listo, aturdido e inmovil, pero ninguno se lanzo contra el. El resplandor anaranjado se estaba apagando. El Listo quedo mesmerizado mirandolo y todo el caos que le rodeaba dejo de parecerle importante. Solo aquel brillo merecia su atencion y solo a el se la dedico. La muerte, las combustiones y los abominables depredadores se le antojaron irrelevantes. Apenas una mota de polvo en el ciclopeo tapiz cosmico. La luz en cambio... la luz lo contenia todo. El Listo abrio su mente, ansioso por beber de aquel manantial. Recibio todo lo que deseaba y mas. Sintio su cabeza a punto de estallar. Chillando de dolor y de impotencia, aferrandose las sienes como si aquello pudiera aplacar su agonia, el Listo cayo de rodillas. Luego enloquecio por completo y se sumio en la inconsciencia.

  • El senor de los dias de Joaquin Serrano Diaz

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    retos de la magia, de la alquimia y de la niebla opaca que las custodia. Conocia los senderos no escritos del viento y del agua, el vocabulario de la Tierra, de los arboles, de las plantas y de la lluvia que las bana, la sabiduria secreta de las piedras, la enigmatica expresion de la luna sobre las mareas y la agudeza impenetrable de la poesia que la envuelve. La semilla del conocimiento, le habia sido inculcada desde la cuna y habia germinado en el como una majestuosa flor; como la Rosa, madre de la pasion y de todos los secretos, desarrollando en su fertil mente y encumbrandole desde la descomunal profundi-dad de un abismo sin nombre hasta el mismo cielo de la vida.

  • Gente que conoci en los suenos de Luis Mateo Diez

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    Las cuatro historias de Gente que conoci en los suenos, libro inedito del escritor leones Luis Mateo Diez, tienen el comun denominador de una mezcla de irrealidad y fantasmagoria y, en tal sentido, algunas secretas revelaciones de lo que nos sucede e inquieta mas alla de la vigilia, donde existen habitantes que se nos pueden aparecer, ademas de ser como nosotros mismos.

  • Bajo la misma luna de Adriana L. Wilkinson

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    Algunas personas, motivadas por el auge tecnologico, encuentran en otra parte del mundo a una “media naranja”. Otras, debido a la creciente exigencia profesional y academica deben separarse temporalmente de su pareja. En ambos casos la distancia se presenta como un factor decisivo para el mantenimiento del vinculo amoroso. Inevitablemente surgen las preguntas: ?se mantendran este tipo de relaciones?, ?son funcionales?Otros dos factores que deben tomarse en cuenta en las relaciones a distancia son la sexualidad y el contacto fisico. Y tu, ?alguna vez has tenido un amor lejano?

  • Nyxia Liberada de Scott Reintgen

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    Emmett Atwater penso que participar en el juego de Babel seria algo facil: conseguir los puntos, ganar la recompensa y regresar a casa. Pero no tardo mucho en descubrir que el concurso organizado por BABEL estaba lleno de promesas rotas, y cada una de ellas mas oscura y maligna que la anterior. Ahora Emmett y el resto de los supervivientes de las naves espaciales Genesis deben reorganizarse y forjar su propio camino en un mundo nuevo. Su mision es simple: extraer Nyxia, el material mas valioso del universo, y aprender a convivir con la poblacion nativa. Pero Emmett y sus companeros se dan cuenta enseguida de que estan atrapados entre dos fuerzas poderosas en conflicto, Babel y los adamitas. ?Podra el equipo de Genesis salir de Eden con vida antes de que sea demasiado tarde?

  • Noche de fuego de Colin Thubron

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    Desde las primeras paginas de esta novela se nos desvela el final que aguarda a sus protagonistas, siete inquilinos de un mismo edificio de apartamentos--el casero, un pastor anglicano, un neurocirujano, una entomologa, un fotografo, un nostalgico de la infancia y un viajero--que perecen entre las llamas que provoca un cortocircuito. En sus ultimos instantes, los ocupantes del edificio rememoran episodios significativos de sus vidas; siete individuos que simbolizan en realidad siete aproximaciones al alma humana.
    Con un lirismo incomparable y un lenguaje cristalino y hermoso, Colin Thubron recrea la compleja trama de los recuerdos para salvarlos de las llamas.

  • Yas de Eduardo De Los Santos

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  • Cuando es real de Erin Watt

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    Fiestas, riqueza, fama y una historia de amor digna de Hollywood

  • Mi Irresistible Jefa de Wendy Etherington

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    ?Como podia conseguir una chica que un hombre cayera rendido a sus pies?

  • La cancion de los maories de Sarah Lark

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    ?Usted es la senora O'Keefe? William Martyn miraba perplejo a la pelirroja y gracil muchacha que lo habia atendido en la recepcion del hotel. Los hombres del campamento de buscadores de oro le habian descrito a Helen O'Keefe como una senora mayor, una especie de dragon hembra de esos que, con el paso de los anos, vomita fuego. Se decia que en el hotel de la senorita Helen regian normas estrictas. Estaba prohibido fumar, tambien el alcohol y, con mas razon todavia, invitar a personas del sexo opuesto si no se presentaba un certificado de matrimonio. Por lo que los buscadores de oro contaban, uno esperaba una carcel mas que un hotel. A pesar de ello, en aquel lugar no habia pulgas ni piojos, pero si banos para los huespedes. Era esto ultimo lo que habia acabado por convencer a William de hacer caso omiso de las advertencias de sus conocidos. Despues de pasar tres dias en el solar de la vieja granja de ovejas que los buscadores se habian adjudicado como refugio, estaba dispuesto a todo para librarse de los insectos. Incluso aguantaria a la <> Helen O'Keefe. Sin embargo, quien lo saludaba no era en absoluto una dragon, sino una bellisima criatura de ojos verdes, cuyo rostro se hallaba enmarcado por una rebelde melena rizada de un dorado rojizo. En todos los sentidos, era la vision mas agradable que William contemplaba desde que habia desembarcado en Dunedin, Nueva Zelanda. Su animo, por los suelos durante semanas, se levanto de forma instantanea. La joven rio. --No, yo soy Elaine O'Keefe. Helen es mi abuela. William sonrio, consciente de que asi causaba buena impresion. En Irlanda siempre asomaba una expresion de interes en las chicas cuando vislumbraban una chispa de picardia en sus ojos azules. --Que pena. De golpe se me habia ocurrido un anuncio comercial: <> Elaine rio por lo bajo. Tenia un rostro delgado y pequeno, la nariz tal vez una pizca demasiado afilada y con un monton de pecas. --Deberia juntarse con mi padre. No para de inventarse lemas de ese tipo: <>, <>. --Lo tendre en cuenta --sonrio William, memorizando el nombre--. ?Me dara una habitacion? La muchacha vacilo. --?Es usted buscador de oro? Entonces... bueno, todavia quedan habitaciones libres, pero son bastante caras. La mayoria de los buscadores no pueden permitirselas... --?Parezco uno de ellos? --repuso William con fingida gravedad, frunciendo el ceno bajo su abundante cabello rubio. Elaine lo observo con franqueza. A primera vista no se diferenciaba demasiado de los buscadores que veia a diario en Queenstown. Su aspecto era algo sucio y desalinado, llevaba un abrigo encerado, pantalones de montar azules y botas recias. Sin embargo, tras un segundo repaso, Elaine --como buena hija de comerciante-- reconocio la calidad del atuendo del joven: bajo el abrigo abierto se entreveia una chaqueta de piel cara; unos zahones de cuero le cubrian las piernas; las botas eran de primera calidad y la cinta del Stetson de ala ancha era de crin. En total, una pequena fortuna. Tambien las alforjas --al principio las tenia echadas descuidadamente al hombro, pero luego las habia depositado en el suelo, entre las piernas-- parecian elaboradas y caras. Todo ello no era habitual, ni mucho menos, entre los aventureros que llegaban en busca de oro en los rios y montanas de los alrededores de Queenstown, ya que eran muy pocos los que obtenian ganancias. Antes o despues, casi todos abandonaban la ciudad tan pobres y harapientos como habian llegado. Eso tambien se debia a que los hombres, por lo general, no ahorraban lo que ganaban en las minas, sino que corrian a gastarselo en Queenstown. Solo se enriquecian los inmigrantes que se asentaban alli para abrir un negocio. Entre estos se contaban los padres de Elaine, la senorita Helen con su pension y los duenos de establecimientos, como Stuart Peter de la herreria y cuadra de alquiler, Ethan con la oficina de correos y telegrafos y, sobre todo, la propietaria del llamado Hotel de Daphne, un local situado en la calle Mayor, de mala reputacion pero en general aceptado, que albergaba el burdel. William respondio pacientemente y con una sonrisa algo burlona a la mirada apreciativa de Elaine. Esta contemplaba un rostro jovial en cuyas mejillas aparecieron unos hoyuelos cuando el esbozo una mueca con los labios. !Y acababa de afeitarse! Tambien eso era inusual. Los buscadores de oro se limitaban a utilizar la navaja de afeitar cuando Daphne organizaba un baile. Elaine decidio sondear un poco al recien llegado. --Al menos no huele tanto como la mayoria. William sonrio. --Por el momento, el mar ofrece la posibilidad de banos gratuitos. Pero me han dicho que no sera por mucho tiempo, ya que esta llegando el frio. Ademas, segun parece, al oro le agrada el olor corporal. Quien menos se bana es quien mas pepitas extrae del rio. Elaine no pudo evitar reirse. --No deberia seguir usted ese ejemplo o tendra problemas con la abuela. Tome, si quiere rellenarlo... --Le tendio un formulario de registro e intento, con discrecion, espiar lo que William anotaba con pulso firme. Algo tambien poco corriente, pues eran contados los buscadores de oro que escribian con fluidez. William Martyn... El corazon de Elaine dio un brinco cuando lo leyo. Que nombre mas bonito. --?Que he de poner aqui? --pregunto William, senalando una pregunta sobre su domicilio de origen--. Acabo de llegar. Este es mi primer domicilio en Nueva Zelanda. Elaine ya no logro disimular por mas tiempo su interes. --?De verdad? ?De donde es usted? No, deje que lo adivine. Es lo que siempre hace mi madre con los nuevos huespedes. Por el acento se conoce su procedencia... Resultaba facil con la mayoria de inmigrantes, aunque de vez en cuando se cometiesen errores. A Elaine le sonaba casi igual el acento de los suecos, holandeses y alemanes. Pero a los irlandeses y escoceses los distinguia casi siempre, y la gente de Londres era especialmente facil de reconocer. Los expertos hasta lograban precisar de que zona de la ciudad procedian. Sin embargo, William era dificil de distinguir. Parecia ingles, pero aun asi hablaba de forma mas dulce, alargando las vocales. --Es usted gales --aventuro. Su abuela materna, Gwyneira McKenzie-Warden, era galesa y el acento de William le recordaba un poco al de ella. De todos modos, Gwyneira no hablaba ningun dialecto local. Era hija de un noble rural y sus institutrices siempre se habian ocupado de que su ingles careciera de acentos distintivos. William nego con la cabeza, pero sin la sonrisa que Elaine habia esperado. --?Como se le ocurre? --replico el joven--. Soy irlandes, de County Connemara. Elaine se ruborizo. Nunca habria sacado tal conclusion pese a que habia muchos irlandeses en los yacimientos de oro. Ellos, sin embargo, solian hablar un dialecto bastante burdo, mientras que William hablaba de manera distinguida. Como para subrayar su origen, escribio en letras mayusculas su ultima direccion en la casilla correspondiente: Martyn's Manor, Connemara. Se diria que no se referia a la granja de un pequeno campesino, sino a una finca rural... --Bien, ahora le enseno la habitacion --dijo Elaine. De hecho, ella no era quien acompanaba a los huespedes, y menos aun si eran varones. La abuela Helen le habia recomendado encarecidamente que siempre llamara a un sirviente o alguna doncella para cumplir tal tarea. Pero esta vez Elaine hizo de buen grado una excepcion. Salio de detras de la recepcion, caminando tan recta como su abuela le habia dicho que era <>: la cabeza levantada con gracia natural y los hombros hacia atras. !Y nada de abandonarse al balanceo provocador que tanto les agradaba exhibir a las chicas de Daphne! Elaine esperaba que sus pechos, que aun no habian alcanzado la plenitud, y su cintura, desde hacia poco encorsetada y muy esbelta, llamaran la atencion. Detestaba el corse, pero si con ello atraia el interes de ese hombre... William la siguio, contento de ir detras. Apenas si lograba reprimir el deseo al contemplar su elegante silueta, que ya anunciaba unas suaves redondeces en los lugares apropiados. Tras su breve temporada en la carcel, las ocho semanas de travesia posteriores y ahora la cabalgata de Dunedin hasta los yacimientos de oro de Queenstown... hacia casi cuatro meses que ni siquiera se acercaba a una mujer. Desde luego, un tiempo inconcebiblemente largo. Y ya era hora de ponerle remedio. Los hombres del campamento hablaban maravillas de las chicas de Daphne. Al parecer eran bastante bonitas y los cuartos estaban aseados. Sin embargo, a William le atraia mas la idea de cortejar a esa pequena y dulce pelirroja que la de satisfacer en un periquete su deseo en brazos de una prostituta. La habitacion tambien fue de su agrado. Era pulcra y estaba amueblada sobria y esmeradamente con muebles de madera clara. De las paredes colgaban cuadros y ya habia preparada una jofaina de agua para lavarse. --Tambien puede utilizar los banos --senalo Elaine, ruborizandose un poco--. Aunque debe avisar con antelacion. Consulte con la abuela, Mary o Laurie.

  • Tu maldita sonrisa (Sin Mar 3) de Cherry Chic

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    La vida de Alex es justo lo que el ha querido siempre. Vive en Sin Mar, una urbanizacion tranquila a las afueras de la ciudad, y comparte sus dias con su padre, la mujer de este, sus tres hermanas, a las que adora, aunque le vuelvan loco, sus cunados, sus sobrinos, sus amigos y hasta un perro comunitario. Tiene el trabajo que siempre sono y tantas mujeres dispuestas a pasar un buen rato como dias tiene el ano, o casi. No le falta nada. De verdad que no. Todo es perfecto tal y como esta... hasta que llega ella. Y arrasa. Y lo vuelve del reves. Y lo descoloca. Y lo enciende, para bien y para mal. Ella, que no busca nada, salvo una vida tranquila. Ella, que lo ultimo que quiere es una relacion con alguien como el. Ella, que no corre hacia sus brazos, sino en direccion contraria.
    Ella. Solo ella. Siempre ella.
    Ella y su maldita sonrisa.

  • El sargento Barbancho de Eduardo Rodriguez Perea

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    En un pueblo de la sierra cordobesa y a plena luz del dia, aparece el cadaver de una bellisima muchacha.

  • Inocencia Sensual de Carol Marinelli

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    El implacable multimillonario Ethan Devereux sabia que la prensa seguia todos sus movimientos y, cuando descubrio que el resultado de la asombrosa noche que habia compartido con la actriz Merida Cartwright era un embarazo, decidio moverse a toda prisa para controlar el escandalo.

  • Dama Blanca de Marta Martin Giron

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    ?Que hay en la mente de un asesino?
    ?Que se cruza por la de la victima al caer en sus manos?
    Los detectives Yago Reyes y Aines Collado se enfrentan a uno de los peores casos de sus carreras como detectives de homicidios. La victima, una joven de apenas quince anos, es hallada muerta y semidesnuda en los arrozales de la localidad valenciana de Cullera. Comienza asi una investigacion a contrarreloj para atrapar al culpable. A cada paso dado, aumentan las sospechas de que alguien de su entorno mas cercano pudo ser el responsable de su muerte. Sin embargo, ahondar en sus vidas hara que salgan a la luz secretos terribles; el precio a pagar sera muy alto.

  • Virgenes y verdugos de Tomas Barbulo

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    La trepidante aventura narrada en La Asamblea de los Muertos -primera entrega de esta original serie de Tomas Barbulo- supuso el nacimiento literario de Haibala Ahmed Yadali el Saharaui, un personaje llamado a dejar huella entre los miles de lectores que disfrutaron de la novela. En esta ocasion, el enigmatico y esquivo presunto ladron de joyas se encuentra en Raqa, Siria, detras de las fronteras virtuales del Estado Islamico, recaudando fondos para la yihad en un nuevo ejercicio de espionaje ideado para recabar informacion y pasarsela a Rusia con el objetivo de localizar a Abu Mohamed el Jordano, uno de los principales cabecillas de la organizacion fundamentalista.

  • Un cura me obligo a casarme con dos primas de Fernando Neira

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    Despues de dos anos trabajando como medico para una ONG en una lejana aldea de la India, llega la hora de la partida para nuestro protagonista pero entonces un monje capuchino que llevaba toda la vida trabajando para aligerar el sufrimiento de esa pobre gente, le pide un favor que no solo choca frontalmente contra la moral de ese sacerdote catolico sino que a todas luces resulta inasumible para un europeo.
    Esa misma manana se ha enterado que un policia corrupto pretende a dos jovenes de esa etnia y para salvarlas de ese cruel destino, el cura le pide que se case con ellas y se las lleve a Espana.
    Nuestro protagonista no tarda en descubrir durante la boda que aunque ese santurron le habia asegurado que las hindues sabian que era un matrimonio ficticio, eso no era cierto al oir que esas dos primas juraban ser sus eternas companeras.

  • Escrito en las estrellas (Sol y luna 2), Isabel Keats de Isabel Keats

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  • La Huerfana Rota de Magenta Perales

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    Samantha estaba sola. Abandonada.
    Lo habia estado siempre.
    De una casa de acogida a otra.
    De unos padres a otros.

  • Criaturas de la Noche de D. Martin

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    En esta visionaria novela ambientada en un futuro apocaliptico y distopico un nuevo ciclo de horror despierta desde las entranas de la tierra cuando unos seres misteriosos que parecen surgir de ningun lugar comienzan a utilizar a los humanos como materia prima para su propia subsistencia. Utilizarlos como fuente de alimento y fines reproductivos no sera suficiente, pues en medio de los horrores una guerra tan antigua como la creacion misma esta por desatarse, poniendo a la humanidad al borde de la extincion y enfrentando nuevamente a las fuerzas del bien y del mal en una epica y aterradora batalla, en la que el mal podria resultar vencedor…

  • El largo sueno de tu nombre de Amaia Oloriz Rivas

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    “En la cara norte de la celda se abria una unica ventana, desprovista de cristales y protegida por gruesos barrotes. Aquella abertura podia ser su amiga o su peor enemiga, todo dependia de la estacion en la que se encontraran. En aquellos dias de mayo se la sorteaban. Todos esperaban ansiosos su turno para pegar el rostro a los barrotes e inspirar, si el viento se mostraba generoso, el abanico de aromas con el que la primavera revestia el monte Ezkaba.

  • Intimando con el diablo de J. M. Guilengo

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    Un poderoso demonio expulsado del infierno al mundo de los humanos y convertido en mortal, una dulce y devota joven a la que la vida no ha hecho mas que torturar, y un veterano y arisco detective sumergido en el ultimo y mas oscuro caso de toda su carrera. Los caminos de tan distintos personajes se cruzaran en la ciudad de Barcelona y cambiaran el curso de la historia. Intriga, amor, fantasia y traiciones de la mano de "Intimando con el Diablo".

  • Antes de que las hojas caigan de Maite Aleu

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    1918, Chicago
    Estados Unidos esta inmerso en la Primera Guerra Mundial. La sociedad esta sufriendo profundos cambios, favorecidos por la masiva salida de hombres rumbo a Europa. Sin embargo, los hospitales siguen siendo reinos masculinos.
    La doctora Elizabeth Scott ha luchado mucho para llegar a ser residente en el prestigioso hospital del condado de Cook, y ambiciona un puesto en su laboratorio. Para conseguirlo se enfrentara a varios obstaculos, incluida la intensa atraccion que siente por uno de sus companeros.
    El doctor William Foster todavia no ha sido llamado a filas. Durante la incierta espera se centra en su trabajo en el laboratorio del Cook, donde no puede evitar fijarse en su companera, Elizabeth, una mujer prohibida para el.
    Ambos sucumbiran a sus sentimientos en un entorno marcado por los prejuicios, las diferencias sociales, la guerra y los avances medicos. La terrible pandemia de gripe espanola pondra a prueba su amor y su vocacion.

  • Secretos de una noche de verano (Las Wallflowers 1) de Lisa Kleypas

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    Una novela romantica divertida, sensual, soberbia.

  • Tu tan jefe y yo. !Tan caprichosa! – Ariadna Baker de Ariadna Baker

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    Con una vida de ensueno y un trabajo como subdirectora de una de las revistas mas importantes del corazon de Miami, Jennifer cree tenerlo todo.
    Cuando el dueno de esta se jubila y es su hijo quien viene a tomar el control, la atraccion entre ellos hara explotar una serie de acontecimientos para los que no estaban preparados.
    El es un misterio, con una vida oculta que ella intenta sacar a la luz. Sin saber que, de camino, sera arrastrada a un mundo desconocido y que a la vez necesitara.
    Una historia de romance y pasion que te enganchara a ella desde el primer momento.

  • Mi Jefe. Un atrevido romance de oficina de Mia Ford

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    ?Ya es de dia? Es lunes por la manana y mi estomago retumba como un despertador, pero lo peor de todo es que todavia estoy en la oficina. Trabajare para Inversiones Stern durante el verano, pero la compania deberia llamarse Inversiones Slave Driver, porque el director ejecutivo es un adicto al trabajo. Conseguire mi titulacion, ya que he trabajado como una bestia y sere una secretaria competente. Por desgracia, eso tiene un precio. Vivo en una caja de zapatos, la unica que puedo pagar en la ciudad porque todo es muy caro. En mi casa, en Kansas, tengo todo lo que necesito… desde mi novio, Leo, hasta mi familia. Aqui, solo poseo este trabajo, cuatro paredes y nada mas. Supongo que estar ocupada hace que mi mente este enfocada en mi objetivo. Llevo aqui quince dias, en los que he trabajado doce horas diarias y cuento con los fines de semana para recuperarme. Suena el telefono y siento calambres en el estomago. Prefiero comer antes que contestar, aunque sera una cena y almuerzo al mismo tiempo. Los restaurantes chinos de la zona tienen precios estupendos y, con mi ajustado presupuesto, me veo obligada a aprovechar los descuentos. !Maldita sea! Leo esta llamando de nuevo. --Hola, nene. --Sonrio, pensando en sus ojos azules y su pelo rubio. Decir que estoy loca por el es quedarse corta. Llevamos saliendo desde el instituto y se que no esta muy contento con mi decision de venir aqui. --?Donde estas? --Estoy en la oficina. --Suspiro, otra vez, pensando en las cuatro paredes y el lugar que llamare hogar durante las proximas seis semanas--. Te llamare cuando llegue a mi cuarto. Desde que lo alquile, supe que no se parecia en nada a la fotografia. Fui una ingenua al pensar que seria igual que las imagenes que habia en internet. Al parecer, el dueno tomo una foto de la habitacion y olvido actualizarla con la que he alquilado. Segun Heather, se trata de una estafa que llevan a cabo la mayoria de los propietarios que trabajan en Finanzas. Ademas, ella dijo que tendria suerte si conseguia algo al mismo precio, asi que deberia aguantar. Es facil decir eso, cuando extrano mi casa como una loca. --Solo te he llamado para decirte algo. Me levanto y me dirijo a la oficina de mi jefe; debe haber dejado la luz encendida porque estoy segura de que se ha ido a casa. --?Que quieres decirme? --Me levanto para escucharlo, aunque tengo una pista, creo que se trata de lo mismo que ha estado amenazando con hacer desde que me fui de casa. --Se acabo. --No. --Empiezo a llorar cuando pienso en mi novio del instituto. Me prometi a mi misma que nos casariamos, por eso intento conservar mi virginidad para el, para poder darsela en nuestra noche de bodas. Dijo que lo entendia, cuando estabamos en el instituto, pero desde que le comente que queria ser secretaria, no ha sido tan comprensivo. Todos mis familiares trabajan en la granja, y los suyos tambien. Ninguno comprende que quiera ser feliz, haciendo algo mas que tener cuatro hijos y ser la esposa de un granjero, como todas las mujeres de nuestras familias. --Quieres cosas grandes. Ir a la universidad. Obtener un titulo. Sacudo la cabeza cuando empiezo a entrar en panico. --No, solo quiero que seamos felices. --Quieres decir que quieres ser feliz. Mira, Dede Wells sigue invitandome a salir y ella es el tipo de chica adecuada para mi. La zorra que intento acostarse contigo en el baile de graduacion y vive en una caravana. ?Esa Dede Wells? <>, grito, mentalmente. --?Isobel, estas ahi? --Si, y quiero mostrarte algo. Ve al chat en vivo. --No tiene sentido… --Por favor, por favor, Leo. Cuelga antes de que tenga la oportunidad de explicarle que hago esto por mi. No quiero ser solo la esposa de un granjero; quiero mas que eso. ?Por que le resulta tan dificil entenderlo? Apuesto a que sus amigos, Neil y Paul, se estan riendo de el. Diciendole cosas como que probablemente lo estoy enganando con algun chico de la ciudad. Activo la camara con manos temblorosas y miro alrededor, para asegurarme de que no me ve nadie. Es tarde y todos se han marchado de la oficina, solo estoy yo. Podria volver a mi escritorio, pero creo que es mejor hacer esto desde la oficina de Christian. Si hay alguien por aqui, no vera lo que voy a hacer. --Leo, por favor no me dejes por Dede. --Tienes que saber que esto tambien me duele a mi. --Sacudo la cabeza, desesperada por encontrar una forma de que se quede conmigo. De repente, agrega--: !Desnudate! --?Que? --Si quieres que me quede contigo, demuestrame lo que me pierdo si me voy con Dede. --Me quedo perpleja, mientras insiste--: Has dicho que no hay nadie en la oficina. Asi que, desnudate. --Quieres ver lo que te falta y a lo que renuncias si te vas con Dede. --Mas que una pregunta es una afirmacion. No dice una palabra, solo asiente con la cabeza y empieza a lamerse los labios con anticipacion. No se que diablos hacer, pero parece que esta funcionando. Improviso y empiezo a desabrocharme la falda y no estoy de cara a el. Me quedo solo con la lenceria y sonrio. --?Te gusta lo que ves? El grune: --Quitatela. No se lo que quiere decir, ?mi sujetador o mis bragas? Le guino un ojo. --Espera un poco, muchachote. Cierro los ojos cuando pienso en perderlo por Dede. Ella tiene tetas grandes, no se parecen a las mias. Leo siempre dice que le encantan mis tetas, ni muy grandes ni muy pequenas, lo suficiente para jugar con ellas. Desabrocho mi sosten mientras pienso en el como mi hombre, el de nadie mas, mucho menos de Dede. Mi telefono vibra en el escritorio, pero lo ignoro. Sostengo el sujetador en la mano. --Tocate. Quiero correrme. Mueve la camara hacia abajo, para ensenarme que ha puesto las manos entre sus pantalones. Nunca he hecho esto delante de el, y no quiero decepcionarlo. Nuestra relacion depende de ello. Giro la silla de cuero detras de mi y me siento. Luego muevo el dispositivo para que el pueda ver lo que hago. Mis bragas siguen puestas. Son las de encaje que me compro cuando fuimos al baile de graduacion y penso que seria nuestra noche. Entonces, tampoco estaba preparada. Suspiro cuando pienso en las veces que lo he decepcionado y no puedo hacerlo ahora. No, no lo hare. Asi que me bajo las bragas y abro bien las piernas. --Si, nena, te lo voy a dar ahora mismo --gimio al otro lado. Pienso en nosotros en la habitacion, haciendo el amor. Un par de veces estuvimos a punto de llegar al final y trato de imaginarlo, mientras deslizo un dedo por mi rendija sin dudarlo, al tiempo que cierro los ojos. Puedo oir a Leo meciendose al otro lado y me concentro en lo que hago. --Mirame, nena, hazlo mas despacio. Me estas llevando al limite. Mirame. --Su deseo es una orden para mi--. Imagina que son mis manos las que te tocan. Quiero darte placer... --Pienso en sus ojos azules como el mar y comienzo a disfrutar de la intimidad que compartimos--. Despacio... Tengo una pierna sobre la mesa. Dejo una mano en mi sexo y con la otra acaricio mis pezones. A Leo le gusta tocar mis pechos y lo hago como si fuera el. Me froto en circulos suaves y veo la pasion reflejada en sus ojos. Cuando comienza a acelerarse, jadeo y siento que soy yo la que controla su placer. Enseguida, sin tocarlo, solo con el pensamiento de lo que estamos compartiendo, hago que se corra. Solo de pensarlo empiezo a sentirme al limite. Echo la cabeza hacia atras y siento que viene un orgasmo. --Estas tan jodidamente caliente ahora mismo. Te estoy jodiendo en linea. ?Es esto lo que me he estado perdiendo? Leo se agita muy rapido y yo froto mi clitoris con tanta necesidad que no puedo evitar correrme. Quiero aguantar, pero no puedo y grito: --Si, Leo. !Si! Es como si nuestras pasiones se alimentaran al mismo tiempo, porque no pasa mucho tiempo antes de que lo vea masturbarse fuera de control. Mientras mi cuerpo tiembla, en un minuto siento frio y al siguiente calor. Estoy teniendo la madre de todos los orgasmos. La idea de que lo hagamos de verdad no parece tan mala. ?Que diferencia hay si lo hacemos ahora o en un par de anos? Ninguna. Me estoy corriendo mientras grita que quiere repetir. Despues se rie y pienso que lo deseo dentro de mi. --Mierda, Isobel. No sabia que escondias tanta pasion. No puedo hablar porque todavia estoy tratando de recuperar el aliento. Es como si me hubiera quitado todo y tambien me echo a reir. --Te deseo tanto. Al oirme, se detiene de forma brusca. --Tengo que irme. Hay alguien en la puerta. Estoy a punto de decir que no he oido nada, pero entonces corta la conexion. Estoy sentada en la silla de mi jefe y no tengo claro que hacer. Corro a su bano, me lavo las manos y luego me limpio entre las piernas. Al mismo tiempo, pienso que Leo ya no me dejara. Me siento tan orgullosa. Tal vez, ha sido la idea de tocarme delante de el, o en la oficina de Christian Stern, lo que me hace sentir asi. De cualquier manera, se que seguiremos juntos y nada va a cambiar eso. Recuerdo que el guardia de seguridad suele caminar por la oficina a esta hora y siento la necesidad de salir corriendo con urgencia. Agarro mi telefono. Ya no tengo ganas de comer y los calambres de estomago son cosa del pasado. La curiosidad se apodera de mi. Estoy vistiendome y me pregunto quien me ha llamado antes. Miro los mensajes y todos son de mi mejor amiga, Agnes. Tambien me ha enviado una foto. Miro la fecha y la foto y me quedo paralizada, con las bragas en la mano. Despues, dejo caer el telefono al suelo. No puedo creer lo que acaba de enviarme. No puedo creer que haya estado ciega todo este tiempo.

  • Las Hermanas Wadlow de Lily Cerda

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    Las Hermanas Wadlow

  • Desafios por amor (Los Irwin 2) de Noa Pascual

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    Los hermanos Irwin eran el orgullo de sus patriarcas, la armonia de tonalidades era pareja a sus caracteres y sus vidas componian el mejor lienzo de la galeria. pero tres de ellos, necesitaban ayuda para afrontar el amor.
    ?Existe en la vida mayor desafio que enamorarse?
    ?Por que amar a una sola mujer, cuando puedo tener a una diferente cada noche? Se preguntaba Victor Irwin.
    ?Parecia Dallas Irwin tan ciego como “Temis”, la Dama de la Justicia, para reconocer a su verdadera dama?
    Neill Irwin, no conocia el fracaso laboral, todo eran exitos y triunfos, excepto su conflicto entre mente y corazon.
    ?Podria Beca reconducir a sus hermanos y demostrarles lo equivocados que estaban respecto al amor?
    TGL

  • Me enamore de mi mejor amigo – Valeriam Emar de Valeriam Emar

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    Dicen que uno valora lo que tiene cuando lo pierde. Alex Bloom podia dar fe de eso.
    Ella era perfectamente imperfecta. Una vida llena de sobresaltos e inestabilidad. Lo unico perdurable que habia tenido, habia sido Frank Martin, su mejor amigo. Pero estaba a punto de perderlo.
    Frank Martin era el tipico chico bueno que todos querian tener como amigo. Un director de cine que acababa de ganar un viaje a Grecia para dirigir su primera pelicula, lugar en donde el conoceria a la mujer con la que pretendia casarse. Justo en el momento en el que Alex habia descubierto que se habia enamorado de su mejor amigo.
    Un viaje a Grecia, una fiesta de compromiso y nada que un par de copas no puedan solucionar.

  • El testamento del Diablo de Mario Escobar

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    En 1917, Europa se desangra por la gran guerra, la Rusia zarista se encuentra al borde del colapso y los servicios secretos alemanes estan dispuestos a colaborar con los comunistas, con tal de desestabilizar a sus enemigos. Los crimenes ocurridos en un apartado monasterio ortodoxo parecen tener relacion con la busqueda de un libro al que todos conocen con el nombre de El testamento del diablo. Las Centurias Negras lo buscan desesperadamente para evitar la caida del zar, pero no son los unicos: el misterioso psiquiatra Carl Gustav Jung, el lider sionista Leo Motzkin, el joven Iosif Stalin y los servicios secretos rusos tambien desean hacerse con el libro. Si Hercules Guzman Fox y sus amigos no se adelantan, Europa puede verse sumida en el peor genocidio de la historia…

  • Princesa de los Hielos de Tea Stilton

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    Una figura encapuchada avanzaba sigilosamente por los pasillos desiertos del castillo de Arcandida. De vez en cuando, se pegaba a las paredes de hielo y aguzaba el oido: no habia ni una alma. Era temprano. Aun no habia salido el sol, y la figura tenia tiempo de sobra para hacer lo que se habia propuesto. Con paso fatigado, subio el amplio tramo de escaleras, que estaba cubierto de una suntuosa alfombra verde, y llego hasta una gran puerta doble de madera oscura. La empujo con la mano, pero solo logro abrir una rendija, apenas suficiente para colarse hasta el interior. La sala era enorme, circular y tapizada de libros por los cuatro costados. La grisura de las ultimas horas nocturnas lo envolvia todo, aunque una tremula y debil luz recorria una de las estanterias. --Senor Haldorr --llamo en voz baja la figura encapuchada. La luz se detuvo y empezo a descender hacia el suelo de marmol, que, una vez iluminado, revelo unos esplendidos motivos florales. A la luz de la vieja lampara de aceite, aparecio el rostro de Haldorr, el bibliotecario de Arcandida. Sus rasgos afilados subrayaban una expresion absorta en lejanos pensamientos. Tenia los ojos oscuros y asimetricos, y una nariz aguilena que casi le rozaba el labio superior. No obstante, su sonrisa alegre y jovial lo serenaba todo, como el sol que estaba a punto de salir. --Buenos dias, condesa Berglind --dijo Haldorr, colocando a la altura de la luz el frasco que sostenia con la otra mano--. Disculpad que os haya hecho esperar. La condesa Berglind se bajo la capucha y se acerco para ver mejor. Era una mujer anciana, con el cabello plateado recogido en un mono apretado que le adornaba la nuca como un pequeno acerico. Hacia ya tiempo que habia cumplido los setenta, pero las dificultades de la vida no habian marcado su piel, que aun era lisa y sonrosada. Solo le traicionaba la vista, que no le permitio leer la etiqueta del frasco: <>. --?Estas seguro de que esta tinta nos servira? --pregunto la anciana condesa, achicando los ojos con la esperanza de distinguir alguna letra. --Completamente, no os preocupeis --la tranquilizo el bibliotecario--. Es una tinta especial, unica, diluida con escarcha que recogi personalmente en las laderas del volcan Hekta. Es una formula muy antigua. La condesa parecia impresionada con la explicacion de Haldorr, quien abria mucho los ojos para dar mayor enfasis a sus afirmaciones. --Y lo que escribamos ?solo podra verlo el destinatario de la invitacion? -- pregunto la condesa. --Exacto. De este modo, evitaremos que las personas equivocadas lean el contenido del mensaje. --!Perfecto! Creo que ya esta todo listo. --Solo tenemos que avisar a la princesa Nives. Por un instante, la condesa parecio contrariada. Luego, agito una mano ante su rostro, como si quisiera ahuyentar algun pensamiento. --Gracias, Haldorr --dijo, sonriendo--, yo me ocupare de Nives. Ya veras, todo va a salir bien. Ademas, no podiamos hacer otra cosa: ya es hora de que mi sobrina se case. --Desde luego, condesa. Os ayudare a preparar las invitaciones. Manana, los lobos se las entregaran a las focas mensajeras, y estas cruzaran el Mar de las Travesias para llevarlas a su destino. --Muy bien. Me has sido de gran ayuda, Haldorr. La anciana se subio la capucha y salio de la biblioteca. Haldorr se quedo solo, esperando el amanecer. El primer rayo de sol entro por el ventanal de la sala, y rodeo su delgada silueta de un halo de luz rosada. Observo unos instantes la sombra proyectada a su espalda, y recordo que, cuando era nino, le encantaba crear figuras de sombra. Despues, alzo los ojos hacia la gran cupula de la biblioteca, en la que habia pintados cientos de libros, y su mirada y pensamiento se perdieron en las alturas. El dia siguiente amanecio con un sol radiante. Tras un invierno polar, el buen tiempo y la temperatura moderada infundian alegria y buen humor en los corazones de los habitantes del castillo. Con el sol bien alto en el cielo, era mas facil despertar felices y activos. En la gran cocina del segundo piso, Arla y Erla, las dos cocineras, ya ocupaban sus puestos ante los fogones, enzarzadas en una discusion acalorada. --Arla, !no insistas! Hicimos tarta de pera hace dos dias. Ahora toca de manzana --argumento Erla, con una manzana roja en la mano izquierda. --!Ni hablar, Erla! --replico su hermana, con una pera en la mano--. La haremos de pera. Arla y Erla eran hermanas, pero no se parecian en nada. Erla, la mayor, era alta y muy delgada, tanto que habia que mirarla de frente para verla. En cambio, la mas joven era todo lo contrario: bajita y regordeta, tenia la misma forma vista desde cualquier angulo. En lo que si se parecian era en el caracter: las dos eran testarudas y resueltas, nunca estaban de acuerdo y discutian por todo, hasta el ultimo detalle. --!Te digo que sera de manzana! --!Ah, no! Sera de pera, o… --?Y si haceis una tarta de pera y manzana? --sugirio una voz, por detras de ambas cocineras. --!Buenos dias, princesa Nives! -- saludaron a coro, cogidas por sorpresa. La princesa de Arcandida estaba especialmente guapa aquella manana. Su rostro dulce y palido resplandecia, y su mirada, a veces glacial, era serena y distendida. Parecia haber dormido mucho y bien. Nives correspondio al saludo de las cocineras y entro en la cocina con una hermosa sonrisa. Lucia un vestido sencillo, confeccionado en una seda especial hecha con lana. Un vestido azul noche, que llevaba con elegancia y gracia innatas, al igual que una flor luce sus petalos. Arla y Erla intercambiaron una mirada de complicidad. --?Hoy os tomais el dia libre? -- pregunto Arla, la mas chismosa de las dos, aludiendo al vestido, que no seguia las normas de etiqueta de la corte. --Voy al Gran Arbol con Gunnar --respondio la princesa. Al pensar en ello, una sonrisa veloz atraveso sus ojos claros. Le encantaba correr al galope, con Gunnar, por el hielo de su amado reino. En esa estacion, la mas benigna del ano, Nives sentia como si floreciera, y cabalgar hasta el Gran Arbol era su forma de renacer. Luego, a escondidas, apoyo sus esbeltos dedos en la mesa de la cocina, y los paso por encima del azucar glas. --!Princesa! --exclamo Erla, intentando detenerla--. !No se meten los dedos en el azucar! Pero Nives, con una mirada divertida, ya se habia llevado los dedos a los labios y se habia ensuciado hasta la punta de la nariz. --!Oh, princesa! --suspiro Arla--. !Nunca aprendereis! !Vuestra tia, la condesa, os va a reganar! --?Y quien se lo va a decir? --la reto Nives, riendo--. ?Vosotras? ?Sereis capaces de hacer que me castiguen por un poco de azucar? Las dos cocineras sonrieron, resignadas: no habia nada que hacer. La condesa Berglind y todos los demas se esforzaban por ensenarle a Nives las etiquetas y usos de corte necesarios para hacer de ella una digna reina, pero la chica eludia las normas y seguia comportandose como una nina traviesa. Sin embargo, ya no era ninguna nina, sino una joven llena de energia. --Otra cosa… --anadio con tono de desden, moviendose como una flecha entre las cocineras, con su traje de campanilla. --?Quereis decirnos algo en especial, princesa? --dijo Arla, mirando a su hermana. --?Aparte de que vais a ir con Gunnar al Gran A

  • Letras de amor de Melanie Lakon

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  • Alguien de Alice Mcdermott

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    La vida, con sus pequenas alegrias y momentos de felicidad, pero tambien con sus tristezas y desconcertantes altibajos, es el tema de esta novela extraordinaria. Los recuerdos aparentemente dispersos y desordenados de Marie Commeford, la protagonista y narradora de esta historia, una neoyorquina de origen irlandes, nos envuelven en una telarana invisible en la que se entretejen la infancia, el despertar sexual, los primeros amores, la maternidad, la formacion de una familia y la vejez.

  • El ultimo gran unicornio de Clara Tahoces

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    Un cuento que narra el despertar de un unicornio en un mundo totalmente desconocido. Toma la decision de buscar a su madre recorriendo un camino real y, al mismo tiempo, de superacion y autoconimiento. En su viaje encuentra personajes que le regalan pildoras informativas que le ayudaran a seguir adelante, cambiar estereotipos, afrontar acontecimientos, cometer errores y aprender de ellos, transformar sus sentimientos negativos en perdon... en definitiva, a madurar. Al final aprendera, que el camino, la vida, es tan importante como la meta.

  • Salvando el Para Siempre 4 de Lexy Timms

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    Cuando el Dr. Elijah Bennet le propuso matrimonio a Charity, ella dijo que si. Habia dudas en el fondo de su mente, pero ella entendia una cosa; ella lo amaba y no queria estar sin el. Ella podria manejar cualquiera de las reservas o incertidumbres que pudieran surgir.

  • Pasiones prohibidas de mi pasado 3 de Mercedes Franco

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    Isabella decide aceptar el trabajo que le han ofrecido en Espana sin saber las consecuencias que esta decision traera a su vida.

  • Solo los muertos (Eladio Monroy 2) de Alexis Ravelo

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    El autor de este libro es el mismo de Tres funerales para Eladio Monroy, asi que, como el lector supondra, sigue siendo un mal bicho esencialmente desagradecido. Pero tambien continua habiendo personas a quienes debe dar las gracias por la lectura de las primeras versiones del texto y sin cuya colaboracion este libro no hubiera sido posible o, al menos, hubiera sido bastante peor de lo que es. Ellas son Toni Ramos, Gregorio Gonzalez e Isabel Gonzalez por prestarme sus conocimientos y su casa en Teror; Ivana Di Carlo, por soportar mis ignorancias y aguantar con maternal paciencia las interminables peroratas que le destripaban el argumento de Solo los muertos; Eugenio Fuentes, que entre viaje y viaje siempre tiene un hueco para mi; Antonio Lozano, que me brindo su precision atenta, Zoraida Rodriguez, que a veces confia en mi trabajo mas que yo mismo; Jessy Suarez, a quien imagine benevolamente sonriente mientras engullia mi manuscrito; una novena persona que no desea ser mencionada de ninguna manera, pero cuyos conocimientos sobre los procesos judiciales me resultaron sumamente utiles. Y, por supuesto, el equipo medico habitual: Carmen Sanchez Maria, madre putativa (con perdon) de Eladio Monroy y principal responsable de su existencia; Jorge Liria que esta dispuesto a arruinarse para que las andanzas de mi pobre antiheroe lleguen a las manos del paciente lector; el mago Montecruz, responsable de que mis trabajos acaben pareciendose a libros; Antonio Becerra y Carlos de la Fe, que siguen aguantando las borracheras y neuras del autor; la sala Cuasquias, el Hotel Madrid y la taberna Macabeo, que cuidaron el cuerpo. Un hombre con fe es mas peligroso que una bestia con hambre. La fe los obliga a la accion, a la injusticia, al mal; es bueno escucharlos asintiendo, medir en silencio cauteloso y cortes la intensidad de sus lepras y darles siempre la razon. Y la fe puede ser puesta y atizada en lo mas desdenable y subjetivo. En la turnante mujer amada, en un perro, en un equipo de futbol, en un numero de ruleta, en la vocacion de toda una vida. Juan Carlos Onetti: Dejemos hablar al viento. --Hector Fuentes tomo un avion en direccion a Gran Canaria y despues se lo trago la tierra --resumio Arana volviendo a colocar en su sitio la botella de Macallan. Anciano pero vigoroso, regreso al sofa calentando con las manos su copa de Armagnac tras entregar sus bebidas a Farez y a Bolano. Se habia decidido que la reunion se celebrara alli, en su casa de la Sierra y en fin de semana, lejos de secretarias curiosas e improbables, pero no imposibles vigilancias electronicas. Asi que Arana condescendia a ejercer de anfitrion solicito, sin que ninguno de los tres olvidara no obstante quien mandaba alli. Bolano estaba sentado en el sillon de orejas que habia frente a el, con los codos apoyados en las rodillas abiertas, inhabitualmente enfundadas en unos jeans, descansando la interminable frente sobre la palma extendida mientras la diestra sujetaba su whisky de malta. Farez, alto y delgado, con su sempiterna cazadora de cuero, permanecia en pie, recostado contra la chimenea, consciente de su puesto de subordinado sin atribucion para la toma de decisiones aunque experto en resolver ciertas complicaciones que solo el era capaz de afrontar. Ambos, Bolano y Farez, esperaban las palabras de Arana, que habia interrumpido su argumentacion para ofrecerles las bebidas. --Lo de Esther fue lamentable, pero hay que reconocer que el accidente soluciono la complicacion. Si lo miramos con frialdad, hasta nos beneficio --su mirada y la de Farez se cruzaron un instante, aprovechando que la de Bolano navegaba en el fondo de su vaso--. Y, en lugar de aprovechar ese golpe de suerte, dejamos que volviera a darse el mismo problema. Eso si que fue un error de los gordos. --Quien iba a pensar que --comenzo a decir Bolano, pero se interrumpio cuando Arana dio una sonora palmada sobre la mesa. --!Pero, cono! ?Como que quien? Yo no trabajo con ellos todos los dias. Usted si. Usted tenia que saber que este hombre y Esther eran intimos, cono. Era precisamente usted quien tenia que pensarlo, joder. Se hizo un silencio durante el cual Arana respiro hondo y recupero su tono habitual. Un jefe no debe perder los estribos ante subordinados. --Ahora ya da igual quien tenga o no la culpa. El caso es que ha volado y algo tendremos que hacer. Bolano se volvio un momento hacia Farez. --En esta jodida cadena de errores, no todo se ha perdido. Por lo menos, sabemos la direccion que tomo. Casi pudo sentir el odio de Farez clavandosele en el cogote, antes de oir la voz profunda de aquel: --Eso da exactamente igual. Fue ayer. Desde alli, puede haber tomado un vuelo para cualquier otro sitio. O sea, que no todo esta tan claro. --Estos fallos no se pueden tener --sentencio Arana. --No se nos ocurrio que el tambien estuviera en el ajo hasta anteayer --dijo Bolano. --Si me hubieran dejado solucionar el asunto a mi manera, ahora no tendriamos este problema. Pero usted aconsejo cautela. Mire como estamos ahora por sus remilgos. Bolano se levanto y se volvio nuevamente hacia el. --?Y si nos hubieramos equivocado, que? ?Y si en realidad? --Eso hubiera dado igual. Mas valia asegurarse En cambio, ahora. --Nosotros no somos simples matones. --Yo, lo que no soy, es un aficionado. Sus tonos habian ido subiendo en volumen y en mal yogur a medida que ambos se acercaban hasta quedar encarados. --!Senores! --corto Arana--. Ya esta bien, cono. Farez y Bolano acataron la orden y volvieron a sus sitios. --Me estoy cansando de tanta gilipollez --dijo Arana, algo mas sosegado--. No podemos permitirnos mas errores. A partir de ahora, trabajaremos en equipo. Porque esta claro que tenemos que solucionar este asunto. Nos jugamos mucho. Bolano asintio, pensativo, con la mirada perdida en algun punto de la alfombra. Farez, por su parte, escuchaba atentamente, los brazos cruzados y las piernas abiertas, con un rictus de seriedad en su palido rostro de cera. --Lo primero es localizarlo --propuso el viejo, crujiendose los dedos. --Si me da unos dias --comenzo a decir Farez. --No --le apostrofo el otro--. Prefiero que se quede aqui por el momento. Para eso hay colaboradores habituales en los que se puede confiar. ?No es asi, Bolano? Bolano sostenia entre los labios un cigarrillo que encendia, en ese instante, con fruicion. --Humm Otras veces hemos contratado a una agencia --dijo al exhalar la primera bocanada de humo. --?Con buenos resultados?