• quien viene a cenar esta noche cuento - Merche Diolch

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    --Buenos dias, senor Manuel. El anciano, sentado en el descansillo del edificio antiguo de viviendas, miro al chico que le habia saludado. --Buenos dias. --?Se encuentra bien? Asintio dubitativo. --Si... El joven se acuclillo y le agarro las heladas manos. --?Podemos ayudarle en algo? --pregunto. Fue en ese momento cuando el anciano se dio cuenta de que no estaban solos. Dos hombres de uniforme azul le observaban. --No. Estoy esperando a mi hija. Un sollozo ahogado reverbero en la escalera, atrayendo su atencion. Miro a la mujer que lloraba desde la puerta del corredor pero no la reconocio. --?Quiere que le llevemos a su casa? --Estoy... Pero no termino lo que fuera a decir. Se encontraba en el descansillo, sentado en los escalones de fria piedra, en pijama y con las pantuflas como calzado. El pelo lo tenia revuelto, indicio claro de que acababa de salir de la cama y... No sabia por que estaba alli. Capitulo 1 --Buenos dias, papa. --La mujer se acerco hasta el anciano, le dio un beso y le robo la taza de cafe. --Daniela, te he dicho miles de veces que si no te levantaras tan justa de tiempo podrias desayunar en condiciones --la reprendio al mismo tiempo que se dirigia a la cocina para ponerse otro cafe. --Ya lo hago --senalo, arrancandole una carcajada a su padre, mientras bebia el liquido negro y dejaba escapar un suspiro de satisfaccion. La mujer se sento en una de las sillas que habia alrededor de la gran mesa de madera del salon e intento prestar atencion a lo que en la television se decia. En realidad, mas de lo mismo. El paro seguia subiendo, los desahucios se sucedian y la gente cada vez tenia menos para sobrevivir. Lo sabia por propia experiencia. Llevaba sin trabajar casi dos anos y tras luchar lo que pudo, por mantener su independencia, no pudo hacer frente a ningun alquiler mas y tuvo que volver al hogar familiar, junto a su padre. --?Cuentan algo nuevo? --se intereso el hombre en cuanto regreso a la habitacion. Ella se encogio de hombros y bufo. --Lo mismo de siempre. Su padre le revolvio el largo cabello, como si todavia tuviera diez anos, y se sento frente a ella. --Ya veras como todo se soluciona --dijo--. Este pais lo ha pasado peor en otras ocasiones y miranos... --Pero papa, llevamos casi diez anos inmersos en esto --senalo la pantalla donde aparecia uno de los multiples graficos que ya no eran extranos para el comun de la poblacion--, y seguimos sin ver la luz detras del tunel. --Hija, no seas tan pesimista --el anciano la regano sin despegar los ojos de la television--. Hazme caso. Pronto encontraras trabajo. Daniela se levanto arrastrando su asiento hacia atras, estiro la blusa para quitar las posibles arrugas que pudieran haber aparecido y miro con amor a su padre. --Ojala tengas razon. El hombre bebio de la taza y siguio absorto en las noticias. No la habia escuchado y ella no esperaba respuesta alguna. Era la misma conversacion que mantenian desde que se habia mudado a esa casa, hacia casi dos anos. Recogio su bolso, donde guardo el movil, tomo las llaves y se despidio de su padre con dos besos, quien la sujeto de la mano para retenerla. --?A que hora volveras? --le pregunto centrando la cansada mirada en la de ella. Daniela se deshizo de su agarre y le acaricio la arrugada mejilla donde ya se apreciaba algo de barba. Dentro de poco tendria que afeitarle de nuevo. --No lo se. Tengo que pasar por la farmacia a recoger tus medicamentos y quiero ir donde Pepi, por si tiene noticias de algun posible trabajo. Su padre asintio y sonrio. --No te retrases. Hoy hay huevos fritos con patatas y se lo que te gustan. Ella le dio un beso en la frente, donde habia vuelto a salir la incansable herida de siempre, y le prometio que no se retrasaria. Paro en la cocina para hacerse con una manzana y salio al pasillo comunitario, acallando el sonido de las noticias al cerrar la puerta. Se apoyo en la lisa superficie y cerro los ojos. Necesitaba unos segundos, unos pocos segundos para reponerse. Su padre envejecia a pasos agigantados delante de ella. La vida se le escapaba de las manos y solo podia observar como se marchaba. Manuel habia conducido los autobuses de la EMT 1 hasta que tuvo que jubilarse. Habia luchado por sacar a su hija hacia adelante tras la muerte de su mujer, inculcandole los principios que la vida le habia ensenado desde nino, y habia conseguido una nota inmejorable en su educacion. De gran atractivo desde joven, atraia todas las miradas, hasta que la madre de Daniela le cazo, obligandole a asentar cabeza como a su padre le gustaba decir con una sonrisa en el rostro y un brillo especial en la mirada. Pero el reloj del tiempo no se detenia ante nadie y Daniela podia asegurar que, desde que habia vuelto al hogar familiar, la caida del grano de arena en el reloj de la vida se habia acelerado. El porte recio de su padre se habia encorvado, como si llevara todo el peso del mundo sobre sus hombros, a la par que se debilitaba su pulso. Hacia tiempo que la cabellera castana se habia sustituido por el blanco que otorgaba la sabiduria de la experiencia y en sus ojos, la luz que presagiaba alguna travesura habia desaparecido dando paso a una mirada cansada. --Buenos dias, Daniela. La voz de una mujer mayor le devolvio al presente. --?Que tal esta hoy, Remedios? --le pregunto a su vecina con interes, al mismo tiempo que apreciaba su vestido ajado y el perfume a naftalina. --Muy bien, hija. Con los tipicos achaques de la edad --indico llevandose una mano teatral al corazon, donde las puntillas amarillas predominaban--. ?Esta tu padre? Ella afirmo con la cabeza. --Ahi dentro esta. --Senalo la puerta--. Viendo las noticias. La mujer gruno mientras se atusaba el cabello que evidenciaba que habia pasado por la peluqueria. --Nada bueno sale de esa caja tonta --dijo, haciendola reir--. Voy a ver si quiere algunos de los calabacines que me ha traido mi hija del pueblo, para la cena de esta noche. Daniela le abrio la puerta mientras le agradecia el gesto con un beso en la mejilla. La conocia desde que era pequena, vecina pared contra pared, habia crecido con sus hijas, jugando en el parque de enfrente o correteando en el pasillo que comunicaba el resto de viviendas. --De seguro que si los querra --afirmo--. Pase y tome un cafe con el. La anciana se rio. --Creo que mejor un te, este corazon mio no soportaria mas excitante. Recomendaciones del doctor: solo un cafe por dia, descafeinado a ser posible y ya llevo dos. --Pues entonces un te, aunque recuerde que tambien es una bebida excitante --le senalo con una sonrisa. --Pero el medico solo hablo de cafe. Daniela se rio, le abrio la puerta de la casa y se despidio de ella y de su padre que, como buen anfitrion, ya se levantaba para recibir a su invitada. Los engranajes del ascensor le acompanaron en su descenso mientras se observaba en el gran espejo. Sentimientos encontrados tenia respecto a esa superficie lisa, donde cualquier imperfeccion, arruga o granito era visible y aunque la consideraba una herramienta <>, no podia evitar mirar su reflejo e intentar asimilar que por ella tambien pasaban los anos. Llevaba su larga melena oscura recogida en una cola de caballo, dejando visible su rostro moreno, donde el protagonismo lo tenian sus grandes ojos negros. De estatura baja y con curvas, Daniela no consideraba que tuviera un cuerpo que entrara dentro del canon de belleza actual pero estaba a gusto con el, y si exceptuaba las canas, los anos, las arrugas, las patas de gallo, y un largo etcetera, todavia atraia alguna que otra mirada. Esa manana se habia puesto la blusa azul, un color que sus allegados le decian que le sentaba bastante bien, junto a unos vaqueros comodos y sus deportivas moradas favoritas. Si se iba a recorrer el barrio, a la caza y captura de un trabajo, de nada le servirian los zapatos de tacon de aguja y las faldas estrechas que guardaba en su armario desde que la habian despedido del colegio donde ensenaba. Ropa que la quedaba bien --mas de un hombre y alguna que otra mujer habia seguido el vaiven de sus caderas con ella--, pero lo consideraba un <> de obligado uso que llevaba cuando ensenaba en la institucion elitista a la que acudia cada manana, desde que termino la carrera de Magisterio. --Quien iba a decirte que los ricos tambien sufren la crisis --se dijo en voz alta con ironia, cuando llego a la planta baja.

  • Quién viene esta noche - Entre nubes y cuentos

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  • ¿QUIEN VIENE ESTA NOCHE? | ANA MILAN | Casa del Libro

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  • ¿Quién viene esta noche? - Coleccionando cuentos

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    Tiene taaaaantos libros que dedica horas y horas a ellos. Por eso, él prefiere regalar cuentos a cambio de dientes. Lía ...

  • Miguel (Y llegaste tu 9) de Merche Diolch

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    —?Que haces aqui, Miguel? —le pregunto Sarah mientras subia las escaleras que conducian hasta la entrada del bar donde trabajaba. El joven, que estaba sentado en uno de los escalones, levanto la vista de su movil y le regalo una radiante sonrisa. —Esperarte. Ya sabes que sin ti no puedo vivir. La risa femenina los envolvio. —Mira que eres pelota —lo acuso al mismo tiempo que abria la puerta del establecimiento—. Anda, entra —lo invito mientras encendia las luces. El se levanto, se limpio un poco el vaquero y la siguio. —No sabia que abrias tan temprano —comento intentando entablar una conversacion. Se sento en uno de los taburetes que habia cerca de la barra y el silencio del local le llamo la atencion, tan acostumbrado al ruido y las conversaciones de los camioneros que por alli pasaban. La chica se metio en la cocina para salir de inmediato con un cubo lleno de agua en una mano y una fregona en la otra. —Alguien tiene que limpiar. —?Te ayudo? —Se bajo del taburete y atrapo corriendo el cubo de plastico. Ella nego con la cabeza. —Es cosa mia… El tiro del cubo con fuerza, intentando que se lo diera, pero ninguno de los dos lo soltaba. —Venga, no seas cabezota. Dejame ayudarte… —No, Miguel. Es mi trabajo… —le senalo y tiro del cubo hacia ella, provocando que el agua cayera al suelo, mojandolos. El chico comenzo a reirse. Sarah lo miro con cara de pocos amigos. —No le veo la gracia. Miguel aprovecho para quitarle la fregona de la mano y le dio un beso en la mejilla para su sorpresa. —Venga, no te pongas asi, que estas muy fea. Ella cruzo los brazos por delante y arrugo el ceno mientras observaba como limpiaba. —Pues tampoco se te da tan mal —dijo pasado un tiempo. Miguel la miro por encima del hombro y guino un ojo. —La experiencia… Anda, sigue tu con otras tareas y yo termino con el suelo. Sarah asintio y desaparecio en la cocina. Al poco, se escucho en el local el ruido de la puerta al abrirse. —Esta cerrado —anuncio Miguel a quien fuera que habia entrado, sin ni siquiera molestarse en mirar. —?Esta Sarah? —pregunto de forma brusca el recien llegado sin hacerle caso. —?Quien lo pregunta? —Miguel paro lo que estaba haciendo y observo al joven que acababa de entrar. Iba vestido con un pantalon negro y una cazadora tambien oscura, y no era mas alto que el. Tenia las gafas de sol puestas, aunque ni dentro ni fuera del local fueran necesarias, y su cabello rubio estaba peinado hacia arriba. El joven lo miro con gesto de desprecio de arriba abajo. —No es de tu incumbencia… Miguel dejo la fregona apoyada en la barra. —Si preguntas por Sarah, si. —No sabia muy bien por que habia dicho eso, pero al observar a ese desconocido algo le dijo que no era de fiar. Se carcajeo ante su respuesta. —No me hagas reir, muchacho. !Sarah! !Sarah! —la llamo a gritos, ignorandolo. Miguel se acerco a el un poco mas y atrapo su brazo. —Tengo que pedirte que te marches… El chico se quito las gafas de sol, dejando visibles unos ojos demasiados rojos, muy lejos del blanco que debia cubrirlos, prueba de que por su sangre corrian sustancias ilegales, y trato de zafarse de su agarre. —!Sueltame! —le exigio. Miguel hizo lo que le pedia y senalo la puerta. —Vete —le ordeno de nuevo. —Obligame —lo reto. Miguel avanzo un par de pasos con intencion de hacerlo cuando le sorprendio un punetazo en el estomago que provoco que se doblara sobre si mismo. Mientras hacia todo lo posible para recuperar el aire que le habia robado el golpe, el joven que le habia sacudido se agacho para mirarlo a la cara. —Dile a Sarah que Aitor la busca —le dijo entre dientes y se marcho. Miguel se acerco a la entrada en cuanto esto ocurrio y, sin dudarlo, cerro la puerta con llave. Se apoyo en la madera y llamo a la chica que se escondia en la cocina. —Sal… Ya se ha ido. Sarah aparecio de inmediato. En su cara se reflejaba el terror que habia sentido cuando identifico la voz de quien la llamaba. —?Estas bien? —le pregunto preocupada. El se paso la mano por su estomago y asintio. —Algo dolorido…, pero bien. La chica llevo sus manos a la zona que habia sufrido el punetazo y lo miro con sus ojos azules llenos de lagrimas. —Lo siento… Yo… Miguel chisto acallandola y le acaricio la mejilla, secandole la humedad que se deslizaba por ellas. —No pasa nada… Estoy bien. Esta todo bien —mintio pasandole un brazo por los hombros para atraerla hacia el—. Estoy aqui. Me tienes para lo que necesites. Sarah apoyo su cabeza en el pecho de el y lo abrazo. El silencio se asento en el local, solo roto por el llanto de la joven. PARTE 9 MIGUEL Capitulo 1 —Nos vamos —le dijo Miguel en cuanto aparecio por el bar a modo de saludo. Sarah arrugo el entrecejo y lo observo confusa. Hacia dos dias que no sabia nada de el y ahora, de repente, aparecia como si tal cosa. Cogio el trapo con el que limpiaba la barra del bar con mas fuerza de la necesaria y siguio con lo que estaba haciendo sin dirigirle la palabra. El joven se quito el gorro verde que llevaba y lo estrujo entre las manos. —Sarah, se que estas enfadada… Esta nego con la cabeza, pero no lo miro a los ojos. —No se de que hablas. Miguel tiro el gorro sobre la barra, entorpeciendo su trabajo y obligandola a detenerse. —Si, desapareci. —Se paso la mano por el cabello y resoplo—. Pero tenia cosas que debia atender para poder… Sarah le dio la espalda y se dirigio a la cocina, ignorandolo. El solto el aire que retenia, agarro su gorro y se lo metio en el bolsillo trasero del vaquero. Golpeo uno de los taburetes y solto un exabrupto arrancando una carcajada a uno de los camioneros que estaba cerca de el tomando una cerveza. Lo miro con cara de pocos amigos, pero el hombre, lejos de molestarse, levanto la jarra y brindo en el aire. —Yo apuesto por ti. —Le guino un ojo y bebio. —No se que decirte, amigo —intervino en la conversacion un hombre que se sentaba un par de mesas por detras del primero—. Esa chica los tiene bien puestos… —?Apostamos? —pregunto un tercero. Miguel parpadeo varias veces, alucinando de que todos los reunidos en el local estuvieran mas atentos a la charla que habian mantenido Sarah y el que a sus propias cosas. Se puso el gorro en la cabeza y, sin querer intervenir en el debate que mantenian los clientes del bar, fue tras su objetivo. Cruzo la barra del bar y se parapeto en el vano de la puerta para evitar que Sarah saliera huyendo sin escucharle. La joven, que estaba preparando lo que parecia ser una hamburguesa, ni siquiera se volvio para mirarlo cuando sintio que la observaban. Sabia de quien se trataba y no queria que supiera que le habia afectado su ausencia. Dos dias… Habian pasado dos dias desde que aparecio Aitor buscandola, desde que Miguel se habia enfrentado a el, desde que le habia prometido que estaria ahi para lo que necesitara… Golpeo con la espatula la carne picada, con mucha mas fuerza de la necesaria, y tenso su mandibula al recordar como en esos dias saltaba cada vez que la puerta del local se abria, cada vez que aparecia detras de ella una cabeza rubia, con temor a que su exnovio regresara y que, en esa ocasion, nadie pudiera ayudarla… porque estaba sola. Miguel se marcho en cuanto aparecio Boris, su jefe, en el local con la excusa de que debia solucionar unas cosas para volver a aparecer… No habia estado a su lado, aunque se lo habia prometido. —Sarah… —la llamo justo cuando esta daba la vuelta al filete y lo golpeaba con sana y el no pudo mas que tragar con dificultad, consciente de que la camarera en ese momento imaginaba que, en vez de carne, maltrataba una parte de su cuerpo…, una muy delicada—. Sarah, escuchame, por favor.

  • Por Unos Dias (Todo Saldra Bien 4) de Merche Diolch

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    --Si, Estef... Ya estoy entrando en casa. --Me coloco el movil en el hombro y abro la puerta como puedo con las llaves, sin dejar de hablar, mientras intento que la compra que llevo en la otra mano no se me caiga. He conseguido todo lo que necesitaba, excepto un par de productos que parece que se han evaporado de las tiendas--. Si... Estef... No saldre de casa hasta que avisen... --Suspiro con fuerza sin darme cuenta. Llevo escuchando el mismo discurso desde que se ha decretado el estado de alarma, y ya estoy cansada. Solo quiero un bano caliente--. O hasta que se acabe el papel higienico --la pico, cerrando la puerta tras de mi y achico los ojos ante la explosiva parrafada de mi amiga que se vuelve a repetir. Si me lo tengo merecido. No deberia haberle dicho nada mas. La quiero mucho y se que se preocupa por mi, pero su angustia me agota--. Vale, si... Te llamare --le digo en una de las pocas pausas que hace para respirar y cuelgo sin darle oportunidad a hablar mas. El silencio y la seguridad de mi pequeno apartamento me recibe; una bendicion teniendo en cuenta la que hay montada en la calle. Enciendo la luz de la entradita, dejo en el suelo las bolsas sin preocuparme de si se rompe o no algo, y me quito los zapatos mientras suspiro de nuevo. --Esto se va a hacer largo... Me adentro por el piso, abandonando las llaves y el movil en la mesa del comedor, y me deshago de la ropa segun avanzo por la casa en direccion a mi dormitorio. De pronto percibo un aroma desconocido y una pizca de nerviosismo se asienta en mi estomago. Arrugo el ceno confusa y tanteo a ciegas la pared que tengo mas cerca, ya que, salvo por la luz de la entradita, no he encendido ninguna mas, pero no encuentro la clavija. Me quedo quieta, escuchando el silencio del apartamento y, excepto por los sonidos de la calle que se cuelan por las ventanas cerradas, no oigo nada extrano. Suelto el aire que retengo sin darme cuenta y me aparto el rubio cabello de la cara, dejando que asome una sonrisa en mi rostro. --Tu y tus neuras, Blanca... --Niego con la cabeza y avanzo hasta la habitacion, encendiendo la lampara en cuanto traspaso la puerta. --!!Me cago en todo lo que se menea!! --grito del susto, saltando sobre mis pies--. !?Quien cojones eres tu?! --le pregunto al extrano que tengo delante y atrapo el bate de beisbol que me regalaron en un cumpleanos y al que nunca le habia encontrado utilidad hasta ahora--. Y lo mas importante, ?que haces en mi casa? El hombre se pasa la mano por su largo pelo negro y me regala una timida sonrisa que no cuadra con su aspecto. Ancho de espaldas, fornido, grandes manos --siempre han sido mi perdicion las manos grandes--; es atractivo con un toque de misterio y un color de ojos hipnotizante. No puedo asegurar la tonalidad de los mismos; si son grises, verdes o azules, porque segun le da la luz de la habitacion, cambian ofreciendole un halo enigmatico. Lo miro de arriba abajo, calibrando bien sus medidas... todas sus medidas, y lo que si puedo confirmar es que esta canon. <>. El me sonrie como si acabara de leer mi mente y da dos pasos hacia mi. Agarro con mas fuerza el bate por encima de mi cabeza y tenso la mandibula, o por lo menos lo intento porque mi garganta esta seca y siento el corazon en la garganta. --Hola, Blanca... Vale, el si me conoce, pero yo a el... . --?Eres un acosador? --le suelto y su sonrisa se hace mas amplia. --Exactamente no... --Me guina un ojo y mis rodillas tiemblan por el impacto. <>. --Mira, bonito. --Levanto mas el bate--. O me dices ahora mismo quien eres o llamo a la policia. Este levanta las manos en son de paz y se acerca a la ventana para mirar la calle. --Creo que estan muy ocupados. --La sirena de un coche de emergencia retumba por la casa como si confirmara sus palabras. --Vale, si, por el estado dichoso de alarma pero seguro que si grito, mis vecinos vendran corriendo para ayudarme... El eleva una de sus oscuras cejas y me mira como si estuviera riendose por dentro de mi. --?Los mismos que han salido escopetados de su casa en cuanto ha comenzado esta locura? Bufo con fuerza y dejo caer el bate, para apoyarme en la pared sin fuerzas. Sea quien sea, sabe muy bien que ahora mismo en mi edificio solo quedamos la anciana del segundo y yo. Lo mejor es tratar de averiguar que busca y deshacerme de el lo antes posible. --Esta bien. Me rindo. ?Quien eres? ?Y que quieres? --Me observa sorprendido por mi rapida rendicion--. No me mires asi. No tengo tiempo para tonterias ahora mismo... Habla. --Blanca, creo que en unos dias el tiempo es lo que mas te va a sobrar --dice con ironia y no puedo evitar sonreir ante la verdad. --Contesta --le indico con tono mas amigable--. ?Eres amigo de Rick? Si es asi, lo de mandarte hoy para recoger lo poco que le queda en esta casa, es la peor de sus ideas. Una de tantas. Si, debia de ser amigo de mi ex. No habia otra explicacion. --?Rick? --me pregunta confuso. --Venga, si, Ricardo... Mi ex. Ahora no te hagas el tonto. Solo puede haberte dado las llaves el para que recogieras sus cosas... Por cierto, estan ahi. --Le senalo la caja que asoma por la puerta del armario que hay abierta--. Y ahora, ya puedes irte. Ha sido un dia horrible y necesito estar sola. Me regala una vez mas esa sonrisa enigmatica. --No, no me manda... ?Rick? --Eleva su ceja. Lo miro sorprendida por su anuncio e instintivamente agarro el bate de beisbol de nuevo. --?Entonces? Amplia su sonrisa y vuelve a mostrarme sus manos en son de paz. --Tranquila que no muerdo... todavia. Reconozco que ese todavia me ha puesto la piel de gallina y un escalofrio me ha recorrido de arriba abajo, pero no de miedo, sino de excitacion por lo que mi mente calenturienta ha imaginado. --Entonces... ?quien eres? --Coloco mi arma improvisada delante de mi; que el tio este tan bueno para conseguir que mis bragas se humedezcan solo con una mirada, no quiere decir que no necesite defenderme porque sea un acosador...--. ?Y como has entrado en mi casa? --Por la puerta --me indica como si fuera lo mas evidente. No puedo evitar grunir ante su tono de voz. --Mira. --Me aparto el cabello de la cara--. Ya esta bien tanta tonteria. Ahora, por favor, vete de mi apartamento si no quieres que llame a la policia. --Muevo la mano senalando el camino de salida. --No puedo --dice sin mas. --Perdona... ?como que no puedes? <>. --No estoy loco --afirma dejandome con la boca abierta. --?Perdona? --Te digo que no me he escapado de ningun sitio --me indica ya descolocandome del todo. --Yo no he dicho nada... --Tu no, pero tu cabecita no para de hablar. --Me senala y sonrie. Miro a ambos lados de la habitacion y, ante la mirada pasmada de el, comienzo a rebuscar entre los cajones, debajo de la cama y hasta en las esquinas de las paredes por si hay alguna camara oculta. --Esto es una broma, ?no? --le pregunto--. No puede ser otra cosa. Algun programa de esos que ya nadie ve, y que han debido organizar alguno de mis amigos. --Miro tras las cortinas, obligandolo a moverse--. Lo teniais todo preparado pero lo que esta sucediendo en el pais, os ha pillado de improviso y habeis pensado que el espectaculo debia continuar. --Blanca, esto no es una broma --me dice divertido. Detengo mi busqueda y lo miro. Hemos cambiado las posiciones y ahora se encuentra cerca de la puerta, donde he dejado mi unica arma, y yo estoy al lado del cabecero de la cama. --Pues sea lo que sea, no tiene gracia --le suelto cruzandome de brazos y le exijo...--. Quiero que te vayas de mi casa. --Y yo, pero no puedo. Emito un sonido poco femenino e intento mirarlo con cara de odio, pero esos ojos que tiene consiguen derrumbar todas mis defensas. --?Y por que no puedes? --le pregunto ya agotada de mantener esta disparatada conversacion. --Porque no nos dejan salir de casa --comenta como si fuera la cosa mas evidente. Abro los ojos de par en par al mismo tiempo que mi boca, como si fuera un pez fuera del agua, sin dar credito a lo que escucho. --?En serio? --Mueve la cabeza de manera afirmativa--. !Pero esta es mi casa! --Lo se... --!Pues largate de una vez! --Muevo la mano para subrayar mi orden. --Ojala pudiera... Suspiro con fuerza y me dejo caer en la cama. --Esto es surrealista. Necesito un bano, una copa de vino y cenar algo. --Si quieres te hago yo la cena... Lo miro de lado y arrugo el ceno. --?Me harias la cena? --El asiente y yo, por una milesima de segundo, estoy tentada de aceptar su propuesta--. Agh... !No! Claro que no... --digo con demasiado enfasis como si necesitara autoconvencerme de la decision tomada, y me incorporo--. ?Que haces aqui? --La pregunta esta mal formulada... Una de mis cejas doradas se eleva sin dar credito. --?En serio? --Repites mucho eso... --Mira --le corto--, no tengo mas ganas de tonterias. ?Que haces aqui? --Esperarte --responde por primera vez a la primera, sorprendiendome. --?Para?

  • Destino (Encrucijada 2) de Merche Diolch

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    Se encontraban en la habitacion central de la cabana de los Ancianos. Rodeados de velas esparcidas por pequenos rincones, en un intento de facilitar la vision de Ninox y no impedir la de los otros comensales. Habian pasado ya mas de dos semanas desde la llegada de los hermanos a Nueva Esparta y ahora estaban decidiendo, junto al resto de los neoespartanos, como llevar a cabo su plan contra Hyaena. De pronto, el sonido de un telefono retumbo por la estancia y todas las miradas se centraron en el jefe de seguridad de la familia Rapax. --Falco, es el tuyo --dijo Caetus. --!?Que dices?! --pregunto con burla--. Como va a haber cobertura aqui, si estamos perdidos en la nada. Su amigo miro a Seneca con una gran sonrisa. --Diselo a el --le senalo. --Hemos estado incomunicados estos dias por las tormentas, pero ya podemos recibir llamadas aunque no imagenes --indico el Anciano mientras el telefono sonaba, repitiendose una y otra vez una antigua melodia--. Hace tiempo, hackeamos uno de los satelites de tu familia, lo que nos permite tener comunicaciones con el exterior. Falco miro la pantalla del reloj, donde aparecia el nombre de quien llamaba y que no pertenecia al cuerpo de seguridad de la familia Rapax, ya que estos habrian utilizado el dispositivo intracraneal para comunicarse con el, al ser mas directo. --Ninox, es Feles --anuncio. --?Feles? --repitio su hermana, recibiendo como contestacion un movimiento afirmativo, mientras pulsaba el boton del reloj para comunicarse con ella y se lo acercaba a la oreja, ya que sin imagenes debia usar el metodo tradicional. --!Feles! --la saludo. --Falco... --La voz de la mujer se escucho por la habitacion. --?A que no sabes quien dice que se nos casa? --pregunto, pero no espero respuesta--. La pequena Ninox. Mi hermana ha encontrado a alguien al que martirizar --le guino un ojo a Gabriel--, y dice... --!Chrys! --le grito, acallando su diatriba. Hacia mucho que Feles no utilizaba ese nombre para dirigirse a el. El silencio se asento al otro lado de la linea. --?Estas bien, Feles? --El tono de preocupacion atrajo la atencion de los que le rodeaban. La tension se reflejo en el rostro de Ninox, al percatarse de que algo no iba bien. Falco estaba atento al sonido del otro lado de la linea. Su afilado sentido sensorial, conseguido gracias a su operacion genetica, le avisaba de que Feles no estaba sola. El suave deslizamiento de la hoja de un cuchillo al rozar el cuello de la mujer le llego con claridad. Un sordo sollozo acompano a ese ruido, consiguiendo que sus dedos se encresparan alrededor del reloj al presentir que era lo que le sucedia. --Falco... --La voz de un hombre le llego sin distorsion. --?Que le has hecho? --pregunto, remarcando el odio que sintio al reconocerle. Una carcajada aterradora resono en la sala. --Todavia nada --anuncio. --Como... --La impotencia se reflejo en el rostro y la voz de Falco. --?Que haras? --interrogo, sin dejar terminar la amenaza de su interlocutor, y volvio a reirse. --Hijo de puta. --Chrys... --Feles le llamo con un debil susurro. Los dedos que agarraban el reloj estaban cada vez mas blancos. --No la toques, porque si no... --Si no que, sobrino. El pitido continuo de la linea telefonica le informo de que la conversacion habia acabado. Miro el aparato sin comprender y dejo que sus negros ojos se posaran por el rostro del resto de ocupantes de la sala, hasta que se detuvo en el de su hermana. --Chrys... --La voz debil de Ninox le devolvio a la realidad--. ?Que sucede? El hombre expulso el aire que retenia sin darse cuenta y se paso una de sus manos por el cabello moreno. --Hyaena tiene a Feles. Capitulo 1 --!Voy con vosotros! --grito Ninox. Se paro delante de algunos de los hombres que transportaban cajas de alimentos, sacos y utiles necesarios para usar en alta mar, impidiendoles que siguieran trabajando. Vestida con ropa de abrigo, ya que el frio habia regresado hacia unos dias, y con las gafas que le permitian vislumbrar algo de lo que le rodeaba, en su rostro mostraba la determinacion de sus palabras. Falco se aparto el cabello negro de la cara, suspiro y se enfrento a su hermana. --Tienes que quedarte en Nueva Esparta --indico mientras sus ojos se fijaban en el hombre que habia detras de ella--. Gabriel tampoco viene. --Pero... --Ninox, ya lo hemos hablado. --El mencionado poso la mano sobre su hombro y asintio mirando a su futuro cunado--. Falco viajara hasta Nueva York Twin y nosotros le esperaremos aqui. Ella los observo y dejo que sus brazos cayeran sin fuerzas a lo largo de su cuerpo. --Se trata de Feles. Gabriel abrazo a la mujer que le habia robado el corazon y le dio un beso en la mejilla. Falco miro a la pareja y se reafirmo en su decision: ellos debian quedarse en Nueva Esparta. Dejo que sus negros ojos recorrieran todo lo que les rodeaba. Observo el bosque proximo a la aldea, situada en la montana, lejos del puerto donde se encontraban en esos instantes. Escucho con claridad el relincho de los caballos, gracias al viento que se habia levantado hacia unas horas, acompanado de los trinos de las aves que poblaban esa region. Animales que creia extintos hasta que recayo en esa tierra de leyendas, descubriendo lo equivocado que estaba. Las ensenanzas que le habian inculcado desde nino habian desaparecido cual espejismo. Llego hasta alli en busca de su hermana pequena, raptada por aquellos que creia enemigos, los neoespartanos. Nueva Esparta formaba parte de lo que se habia calificado como la Resistencia. Terroristas que buscaban atentar contra el estado de Nueva America, contra las normas implantadas por los haddasus. Un sistema que lideraba Hyaena, su tio, y que se habia deteriorado desde la muerte de su padre. Su sorpresa fue enorme cuando descubrio que el enemigo no era Gabriel, el neoespartano que habia secuestrado a Ninox y que con su accion solo habia buscado alejarla del verdadero peligro, de Isatis. Los acontecimientos que vivieron les revelaron que el secretario de Hyaena estaba obsesionado con Ninox. Sin experiencia ninguna y armado solo con su perfeccionado olfato, salio a la mar en busca de su amada. Las tormentas le sorprendieron y Falco termino rescatandole. Todavia a dia de hoy, el jefe de seguridad de la familia Rapax se reprochaba no haberse dado cuenta antes de lo que pretendia ese lobo con piel de cordero. Si no hubiera sido por Gabriel... Miro al hombre que susurraba palabras tranquilizadoras a su hermana en ese momento, y sonrio al recordar su primer encontronazo. Las ganas de matarle nada mas conocerle se apoderaron de el y ahora, cuando observaba lo enamorado que esta de Ninox y como la cuida, se alegraba de no haberlo hecho. Gabriel secuestro a Ninox, por ordenes de los Ancianos, y le robo el corazon a la haddasu. Si no hubiera sido por la llamada de Feles, todo habria terminado como los cuentos infantiles, con un <<...y comieron perdices>>. Pero la realidad esconde la crudeza de la vida. Observo el devenir de los neoespartanos, agricultores o ganaderos, oficios que ya creia extintos hasta la llegada a esa tierra. Saludo a uno de ellos que, cargado con un par de bidones de agua dulce, pasaba por su lado en direccion al barco que preparaban para regresar a la capital de Nueva America. Diez dias... Mucho tiempo... Apenas habia descansado desde que habia respondido a la llamada telefonica de Feles. A una orden de Seneca, miembro del consejo de Ancianos que coordinaba la vida de Nueva Esparta, ademas de las misiones de exploracion del resto del mundo, los bellatores se pusieron en marcha tras escuchar el sonido del telefono inerte cuando Hyaena colgo la llamada. Habia que equipar un barco para regresar a Nueva York Twin. La mision: rescatar a Feles de las garras de Hyaena. Los dias estaban siendo una agonia para Falco. Las horas se le pasaban con demasiada lentitud y las noches eran un infierno. Las pesadillas se sucedian en su subconsciente, suenos en los que encontraba a Feles sin vida porque no habia llegado a tiempo para salvarla, despertandose de improviso cuando oia su voz llamandole... <<--Chrys...>> Cuantas veces habia deseado que Feles le llamara por su verdadero nombre, como antano, cuando compartian intimidad, y que no utilizara el nombre de Falco como fria defensa hacia el, hacia todo lo que habian compartido... --Falco, Seneca te necesita. --La voz de Caetus le alejo de esos negros pensamientos. Observo como el recien llegado saludaba a Gabriel con una palmada en la espalda y le daba un beso a Ninox en la mejilla. Todavia recordaba como se sintio al descubrir que su amigo formaba parte de la Resistencia desde hacia bastante tiempo y aunque al principio creyo que su <> le habia traicionado, cuando se le revelo la verdad de Nueva Esparta, los tejemanejes de su tio para mantener su status en Nueva America y la posible relacion de Hyaena con la muerte de su padre, comprendio que en realidad Caetus no era un traidor sino un haddasu que buscaba la verdad. --Caetus, dile al cabezon de mi hermano que me deje ir con vosotros --Ninox le suplico. El hombre de piel oscura miro a los dos hermanos, y poso sus ojos en Gabriel quien encogio los hombros en un gesto de resignacion. --Ninox, ya lo hemos hablado. Te necesitamos aqui, en Nueva Esparta. Ella se cruzo de brazos y se alejo de las caricias de su futuro marido. --Creo que sere de mas utilidad en Nueva York Twin. Falco agarro las manos a su hermana y la acerco hasta el. --Seneca quiere que te quedes --indico mientras le acariciaba la mejilla--. Necesitamos que ejercites ese poder que escondes aqui. --Le dio con carino en la cabeza--. Cuando regresemos tenemos que saber cuantos territorios habitados hay para realizar expediciones, descubrir si hay mas tierra seca aparte de Nueva Esparta o averiguar como subsisten el resto de los habitantes de este planeta donde el agua lo invade casi todo. Ninox dejo sus ojos fijos en los negros de su hermano. --Chrys, prometeme que salvaras a Feles. Falco acaricio su mejilla y asintio con la cabeza. --Te lo juro. El silencio envolvio a los cuatro amigos ante la solemnidad de la promesa. --Caetus, te necesitamos. --El requerimiento de uno de los neoespartanos rompio lo que estaban compartiendo.

  • Maverick (Siempre tu 2) de Merche Diolch

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    Habian conseguido un vuelo directo de casi siete horas desde Nueva York a Dublin. Buffy se habia quedado dormida casi en el mismo instante en el que habian despegado y, salvo un par de minutos en los que intervino en la conversacion que mantenian Zoe y Dulce, durante el resto del tiempo apenas se inmuto. Estaba agotada. Su jefe la habia tenido trabajando mas horas de las estipuladas en su contrato, preocupado de que, con su marcha, no llegaran a tiempo para la entrega del videojuego. Ella le habia prometido que regresaria con dias suficientes para terminarlo, pero este, desconfiado, le rogo que doblara turno en el trabajo y asi podrian adelantar faena. Por supuesto no habia concluido el trabajo. Era un imposible en tres dias, desde que le aviso de que se tomaba vacaciones, el mismo sabado despues de hablar con Izan. Pero parecio que se quedaba mas contento. Buffy, por supuesto, habia sufrido el exceso y estaba agotada. Zoe lo tuvo mas facil. Habia terminado los examenes, por lo que, tras exponerle a su tutora que necesitaba unas vacaciones, esta casi la echo del departamento. A la profesora le parecio una maravillosa idea que se tomara unos dias, ya que asi descansaria y desconectaria de los estudios. Dulce era la que mas complicado lo iba a tener. Esa semana tenia la prueba final del curso y debia presentarse si queria terminarlo. Solo se le ocurrio una cosa y, aunque se salia de lo ortodoxo, decidio que, si queria ir a Irlanda, para descubrir que le sucedia a Maverick, debia atreverse con cualquier locura. El sabado se levanto con una idea fija: debia adelantar el examen y, para ello, se presento en el restaurante donde trabajaba su profesor. Le explico lo que le sucedia. No queria mentirle y le rogo que le dejara presentarle su tarta de angel alli mismo. --!?Aqui?! --le pregunto incredulo. Dulce todavia recordaba la cara de espanto que mostro. --Si me lo permite, chef... La hare sin molestarlo, sin que su equipo note que estoy cocinando --le rogo--. Solo necesito que me de esa posibilidad. Necesito que vea lo que se hacer... --Pero ?tan importante es ese chico para usted? La joven sonrio sin darse cuenta. --No lo se --confeso--, pero tengo que averiguarlo. El hombre debio de ver algo en sus ojos, ya que, aunque su peticion no era nada convencional, cedio. --Pero con una condicion --le indico cuando ella se felicitaba por la suerte que habia tenido. --Si, si... Por supuesto. La que sea --solto con rapidez. El chef sonrio divertido por su espontaneidad. --Sabra la nota el mismo dia que los demas. Ella asintio enseguida. --Claro. No esperaba menos. --Y, senorita... --?Si? --Deberia pensar en mi propuesta --le recordo. Dulce asintio de nuevo. --Si, senor. Lo hago todos los dias --comento--. Trabajar con usted, en esta cocina..., seria todo un privilegio... --Espero su respuesta --le indico y dio una palmada al aire--. Ahora, senorita, pongase en marcha. El tiempo corre... --Senalo el reloj que colgaba de una de las paredes, y Dulce se puso en movimiento. --Vamos a aterrizar --aviso Zoe provocando que Dulce regresara al presente para ver como hacia un gesto con la cabeza hacia la luz que indicaba que debian ponerse los cinturones. Esta asintio y desperto con cuidado a Buffy. --Eh... ?Si? --Se desperezo, sin saber donde se encontraba. --Vamos a aterrizar --le informo con una sonrisa. La pelirroja bostezo y se puso el cinturon, al mismo tiempo que el piloto les comunicaba por los altavoces la temperatura que hacia en Dublin y que no tardarian en tomar tierra. En cuanto las ruedas tocaron el asfalto, los pasajeros aplaudieron como locos. Estaban en Irlanda, la tierra de las praderas verdes, de los castillos y las leyendas que pasan de padres a hijos. --Se me ha hecho corto el vuelo --afirmo Buffy, levantandose de su asiento. Las dos chicas la miraron sorprendidas y no pudieron evitar reirse de ella. --Normal, te has pasado todo el viaje durmiendo --indico Zoe, yendo hacia la puerta de salida. --Exagerada --la acuso. Dulce atrapo su brazo y comento: --De exagerada, nada. Hasta has roncado. La pelirroja las miro con los ojos bien abiertos. --Mentira... --Zoe y Dulce intercambiaron miradas y estallaron en sendas carcajadas--. Sereis malas... --A ver si tenemos suerte y nuestras maletas salen de las primeras --deseo Zoe en voz alta, una vez terminaron de reirse. --Estamos en el pais de la suerte --afirmo Buffy, senalando el broche que llevaba prendido en su abrigo y que simulaba un trebol de cuatro hojas. --Ahi estan --senalo Dulce nada mas llegar a las cintas de equipaje--. Son las primeras. --?Lo veis? --afirmo con prepotencia Buffy. Zoe le tiro de uno de sus rizos y le saco la lengua. --Esperemos que tambien hagas magia y nos consigas deprisa un coche. La pelirroja se recoloco el abrigo con aire de superioridad y cogio su maleta sin mirar; estuvo a punto de caerse al suelo, ya que no se acordaba de su peso. Dulce la sujeto y Zoe atrapo su maleta. Las tres se miraron y estallaron en carcajadas. --Esta bien, esta bien... No os riais mas --les pidio, pero era complicado que le hicieran caso, si ella era la primera que seguia riendose a mandibula batiente. --Os prometo que, aunque no encontremos a Maverick, este va a ser un viaje increible --indico Dulce con seguridad. --Ya lo esta siendo, amiga --dijo Zoe y se puso en marcha hacia la puerta de salida del aeropuerto, donde una fila de taxis esperaba a los pasajeros que acababan de aterrizar. --?Y quien dice que no lo vamos a encontrar? --pregunto con tono ironico Buffy mostrando un papel en su mano--. Aqui esta la direccion que nos dio Izan, por lo que vamos hasta alli y... --?Y que? --dudo Dulce de pronto, parada delante del primer taxi que habia libre.

  • Danielle (Y llegaste tu 12) de Merche Diolch

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    Un ano despues --Jaime regresa hoy --comento Monica mientras jugaba con Bruno. Se encontraban en el jardin trasero de su casa, mientras esperaban a que Raquel llegara junto al resto de las chicas. Habian pensado en organizarle una fiesta al pequeno para celebrar que ya decia mas de una palabra seguida. En realidad, no es que fuera un motivo especial, porque el hijo de Danielle ya hablaba, palabras sueltas, desde hacia un tiempo; pero con el calor, el verano y que hacia una temporada que no se reunian todas para hablar, a la novia de Lucas se le habia ocurrido y habian estado de acuerdo. --Si, ya me lo dijo tu prima --senalo Danielle con aire distraido. Ninguno de sus amigos sabia de las postales que Jaime le habia escrito..., que habia escrito a su hijo, por lo que, aunque ya sabia que regresaba, se hizo la ignorante. --Tony e Isra van a buscarlo al aeropuerto. La joven francesa movio la cabeza de manera afirmativa, se tiro en el cesped y comenzo a jugar con su hijo. --Algo he oido... --No viene solo --anuncio como si no fuera importante. Danielle tomo una pelota y se la lanzo a Bruno. --No lo sabia... ?Y quien lo acompana? --pregunto como si no le importara la noticia. Monica se sento a su lado y agarro la pelota con la que jugaba. La lanzo al aire un par de veces y luego al nino, quien grito de alegria cuando se le escapo de entre las manos y fue tras ella corriendo. Danielle observo a su amiga esperando que le contestara, a sabiendas de que era adrede la tardanza de su respuesta. --Monica... --No pudo evitar reclamar su atencion. La chica se tumbo de lado sobre la hierba y la miro con una sonrisa traviesa. --?Que? Ella la empujo tumbandola del todo, arrancandole una carcajada. Bruno, al ver a su tia postiza en esa posicion, se lanzo a por ella sin parar de reir. Danielle aparto a su hijo de encima de su amiga y le dio un beso en la mejilla. --Un segundo, Bruno. Estamos hablando de cosas serias... Monica se incorporo levemente y sonrio. --Pense que no querias saber nada. Danielle se encogio de hombros y se levanto. --Y no quiero. Has empezado tu la conversacion. --Agarro la manita de su hijo y comenzo a andar, alejandose de su amiga. Monica nego con la cabeza, pero, lejos de olvidar el tema de conversacion que mantenian, decidio ir tras ella. --Esta bien. Si eres tan convincente, te lo contare... Danielle se aparto de la cara el cabello, donde los largos tirabuzones volvian a estar presentes, y miro a su amiga, apoyando una de sus manos en la cadera. --Desembucha, demonio. Monica se carcajeo. --Con una chica... La madre de Bruno la miro asombrada. --?Una chica? --Monica asintio--. ?Su novia? Monica se encogio de hombros y tomo en brazos a Bruno. --Nadie lo sabe --respondio--. Ya sabes como es Jaime... No le gusta mucho hablar de si mismo. Danielle movio la cabeza de manera afirmativa y penso que tenia razon. Su amigo..., su antiguo amigo, se guardaba todo para el, y le costaba un mundo hablar de sus cosas, de todo lo relacionado con su vida, de sus sentimientos... Ella lo sabia muy bien. Capitulo 1 El motor de un coche acercandose a la casa interrumpio la conversacion de las dos jovenes. Monica miro el movil para comprobar la hora. --Es pronto... Danielle tomo en brazos a su hijo, que acababa de caerse de culo sobre la hierba, y se aparto el pelo de la cara con un suspiro. Comenzaba a hacer demasiado calor y, mientras los meteorologos auguraban un verano de altas temperaturas, en su mente no dejaba de darle vueltas al tema. Odiaba el calor. Habia vestido a Bruno con un pantalon corto y una camiseta con un dibujo de Pocoyo, pero, en cuanto llego a la casa de Raquel, le quito toda la ropa, dejandolo solo con el panal. Hasta los zapatos y los calcetines habian acabado encima de la mesa, dejandolo disfrutar del tacto del cesped en la planta de los pies, como ella... Era la unica licencia que se habia permitido, descalzarse en cuanto llego, aunque si hubiera podido, se habria quedado tambien en ropa interior. Agarro con la mano que le quedaba libre una de las botellas de agua que habian sacado de la casa y que ya se habia recalentado, y bebio intentando sin suerte mitigar la sed. --Quizas es Elsa, ya sabes que le gusta llegar con tiempo de sobra --comento al mismo tiempo que se echaba algo del liquido por el cuello y mojaba a su hijo, haciendolo reir. Su amiga arrugo el ceno y se rasco la cabeza. Llevaba el cabello rubio recogido en un mono alto para evitar que le diera calor, y nego al mismo tiempo. Dudaba de que fuera la hermana de Lucia la que acababa de llegar. Era demasiado temprano incluso para ella. --No creo, pero por si acaso... --Se alejo de madre e hijo y senalo el camino que conducia hacia la entrada de la vivienda--. Me voy a acercar por si necesita ayuda. Danielle asintio y se dejo caer otra vez sobre la hierba, mientras Bruno se reia de nuevo. --De acuerdo. Silba si necesitais algo. Monica movio la mano en un gesto de conformidad y le dio la espalda, desapareciendo al poco de su vista. La francesa no tardo en prestar atencion a su hijo, haciendole cosquillas y carantonas, disfrutando de su inocencia mientras rezaba por que no creciera tan rapido, por que pudiera disfrutar cada segundo de el, memorizando sus gestos, su sonrisa... A pesar del mazazo que le supuso descubrir que su ex, el padre de Bruno, no quiso saber nada de ella ni de su hijo en cuanto le dio la noticia de su embarazo..., abandonandolos..., dejandola sola en una ciudad extrana..., nunca se arrepintio del camino trazado. Para ella Bruno era un don, un regalo que la vida le habia puesto delante y, aunque no podia negar que durante un segundo creyo que su mundo se derrumbaria sobre su cabeza cuando se vio sola, siempre supo que seguiria hacia delante. Por ella... Por el. Podria haber llamado a sus padres... Podria haberles contado lo de su embarazo, que tenian un nieto, y ellos habrian acudido en su ayuda como en tantas otras ocasiones hicieron. Podria haberles dicho tantas cosas, pero no lo hizo. Se sentia avergonzada por su comportamiento, por haberlos tratado como la nina malcriada que siempre habia sido y que no fue consciente de ello hasta que se encontro sola. Los trato mal... Fue egoista, pensando solo en ella, en sus propios intereses sin preocuparse de que sus actos, sus palabras, podrian herirlos; y hasta que no sucedio lo de Londres, hasta que no llego Bruno a su vida, no supo todo lo que habian dado por ella y como les habia respondido. La realidad la habia golpeado con fuerza y, en algun momento de lo que habia experimentado desde el abandono de Antoine, pudo asumir un sentimiento de agradecimiento hacia su ex. Gracias a el habia conocido a Raquel y al resto de la pandilla, con quienes se sentia arropada y querida; Bruno habia llegado a su vida..., al igual que Jaime. Su hijo tiro de su cabello con fuerza devolviendola al presente. Le dio un beso en la mano y el se rio, hasta que capto su atencion con rapidez una pequena mariquita que habia sobre una brizna de hierba cercana. Danielle le acaricio los rubios rizos y sonrio con ternura, imaginando el momento en el que sus padres conocieran a su nieto. De seguro que lo querrian con locura, pero antes... Antes debia aprender a cuidarse por si misma. Debia comenzar a forjarse una vida sin la ayuda de nadie. Sentirse orgullosa de lo que habia conseguido por si sola. Pero hasta que eso sucediera, no hablaria con ellos. --Te adoraran --le dijo a su hijo, tras hacerle una pedorreta en la barriga, arrancandole una carcajada. Lo levanto en el aire y apoyo su espalda en el suelo, provocandole nuevas risas. --Danielle... Ella se quedo quieta en cuanto escucho su nombre, sintiendo como esa voz, que conocia tan bien, se le anclaba a los huesos y hacia que su corazon latiera a gran velocidad. Se incorporo con cuidado de no hacer dano a Bruno y miro al chico que estaba delante de ellos. Iba vestido con un vaquero negro ancho, muy lejos de los ajustados que se habian puesto de moda ultimamente, unas deportivas clasicas negras, amarillas y blancas, y una camiseta azul donde la silueta de la ciudad de Nueva York destacaba en otro color. El cabello lo tenia mas largo que la ultima vez que se vieron, y los ojos verdes la miraban desde detras de sus perennes gafas de pasta. --Jaime... No has cambiado nada

  • Para regalo de Merche Diolch

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    Seguro que este libro le gustara. La joven que habia detras del mostrador ofrecio un pequeno y colorido cuento al matrimonio mayor que habia entrado en la libreria hacia media hora. Buscaban un regalo, un cuento diferente de los que encontrarian en cualquier gran superficie y que atrajera la atencion de su nieto. Les habian aconsejado que acudieran a Para Regalo, una pequena tienda ubicada en el callejon Sin Retorno que escondia entre sus paredes una biblioteca con libros peculiares. Y, aunque al principio las dudas se habian apoderado de la pareja al observar el deterioro de la fachada exterior del edificio --la pintura verde de la puerta estaba desconchada, la cristalera estaba deslucida y el cartel que daba nombre al establecimiento pendia precariamente de una de sus esquinas, dando una imagen de abandono--, nada mas traspasar la puerta, sus temores desaparecieron. Habian llegado al <>: las paredes estaban cubiertas de estanterias de madera repletas de libros de todos los tamanos que desaparecian en el interior de la tienda, por lo que nadie podria haberla descrito como <>. Unos hilos invisibles cruzaban el establecimiento de lado a lado, de los que colgaban bombillas que proporcionaban la iluminacion necesaria para, junto con la poca luz solar que se filtraba desde la cristalera, ofrecer al espacio un halo de ingravidez. El reflejo de pequenos cristales que se ubicaban en lugares estrategicos formaba en algunas esquinas arcoiris multicolores. Ademas, para contribuir al ambiente de fabula, habia sillones de diferentes tamanos y tonalidades entre los corredores que se creaban a partir de las estanterias, animando a los clientes a que se acomodaran mientras decidian si llevarse uno u otro libro. El lugar era magico, pero al mismo tiempo hogareno. El sonido de una pequena campanilla, colgada en el techo, habia tintineado en la libreria, avisando a la duena de que tenia clientes y, sin mucha demora, ella los habia recibido con una enorme sonrisa. De eso hacia mas de media hora ya, y aunque la indecision de la anciana habia llevado a que encima del mostrador hubiera bastantes cuentos desechados, Marta sospechaba que finalmente habian dado con el elegido. --?Usted cree? --pregunto la mujer mayor mientras hojeaba las paginas del cuento. La duena rodeo la mesa que hacia de mostrador y se acerco hasta ellos. Se recoloco las gafas de pasta roja y la blusa que llevaba, la cual habia perdido el brillo del blanco tras numerosos lavados, y tomo el libro de entre las manos de la mujer. --El gato Sonrisas conseguira enamorar a su nieto. --Paso una a una las hojas, deteniendose de vez en cuando en alguna de las ilustraciones para que observaran los detalles. --Leonor… --el hombre mayor se dirigio a su esposa--, haz caso a la senorita… --Pero… Marta miro a la pareja y tomo una decision. --Hagamos una cosa. --Cerro de golpe el cuento infantil--. Llevenselo. No me paguen nada. --Se recoloco de nuevo las gafas mientras asia una de las bolsas de regalo y metia el libro en su interior--. Si a su nieto le gusta, vienen y me lo abonan y, si no… --les ofrecio el paquete con una sonrisa--, me lo devuelven y buscaremos otra cosa. El matrimonio la observo asombrado. --?No le pagamos? --pregunto incredulo el hombre. --No --confirmo ella--. Tomen --ofrecio de nuevo. La anciana cruzo una mirada con su marido. A continuacion, agarro la bolsa y afirmo: --La fiesta de cumpleanos no es hasta el fin de semana. Marta asintio con la cabeza. --Los espero la semana que viene --senalo. --La semana que viene entonces --ratifico el hombre. La pareja se despidio de ella y se marcho. En cuanto desaparecieron, una dulce carcajada resono entre las estanterias. --Marta, asi nunca saldaras la hipoteca de Para Regalo. Una rubia de casi dos metros con un cuerpo escultural, embutida en un vestido de tubo de color blanco y subida a unas botas negras de gran tacon, se acerco hasta la duena de la libreria. --Volveran --dijo la aludida con sus ojos marrones fijos en la pared de ladrillo que habia enfrente de la tienda. --Pero, si por lo menos lo hubieran pagado, te habrias asegurado un dinero --senalo su amiga al tiempo que se ponia el abrigo negro que habia sobre uno de los sillones proximos al mostrador. --Cris, volveran --insistio ella. La rubia bufo, cogio su bolso y se acerco a la puerta de la calle. --Marta, no puedes seguir asi. Piensa en lo que hemos hablado. --La miro--. Me voy, que tengo una reunion. ?Comemos esta semana? La duena de la libreria se subio las gafas rojas, que se habian escurrido de su pequena nariz, y asintio con la cabeza. --Decide tu el dia. Eres quien tiene la agenda mas complicada. Cristina le guino un ojo. --Te llamo. En cuanto la puerta se cerro tras ella, Marta se acerco para dar la vuelta al pequeno cartel que indicaba que estaria ausente diez minutos. Necesitaba pensar en todo lo que habia sucedido desde que su amiga Cris habia aparecido esa manana. Se adentro en la libreria hasta una escalera que ascendia al piso superior, donde se encontraba su apartamento, de un solo ambiente. La cama presidia todo el espacio, rodeada de montanas de libros que debia sortear cada vez que queria llegar hasta ella. Sobre el lecho destacaba un edredon blanco con una gran estrella en el centro del mismo, siendo el unico abrigo que necesitaba por las noches. La barra americana, que ella misma habia decorado con fragmentos de los libros que mas le gustaban, separaba los espacios de la cocina y el salon-dormitorio, y por una pequena puerta se accedia hasta un minusculo cuarto de bano, del que su duena lamentaba que, en vez de tener un reducido plato de ducha, no hubiera espacio suficiente para una banera de esas de patas de garra que aparecian en algunos de los libros romanticos que tanto leia. Se sento en el poyete de una de las ventanas que daban al otro lado del callejon y dejo que sus ojos se perdieran por la verde arboleda que poblaba el parque. Habia ninos jugando a la pelota, familias completas paseando o parejas de enamorados que caminaban agarrados de la mano, sin ser conscientes de lo que los rodeaba. Marta expulso el aire que retenia y recordo la conversacion que habia mantenido con su amiga, y tambien abogada, momentos antes de que entrara la pareja de ancianos a la libreria: --Cada vez tienes mas deudas, Marta --le indico Cris mientras bebia de la botella de agua que habia cogido de la nevera. --El negocio no marcha bien ultimamente… La risa de su amiga la interrumpio. Se acerco hasta ella, que, sentada en el mismo lugar donde ahora se encontraba, intentaba recogerse el cabello en un mono, utilizando para ello uno de los miles de lapices que habia por la habitacion. Siempre llevaba sujeta su larga melena castana, aunque para ello utilizaba cualquier cosa que tuviera cerca (menos una goma). Cristina atrapo sus manos y la insto a que la mirara. --Marta, la libreria no ha dado beneficios nunca. Ni cuando era propiedad de tu tia ni cuando tu la heredaste. --Pero… Su amiga aparto uno de los mechones marrones de su rostro y le subio las gafas rojas, acariciandole la mejilla en su camino. --Carino, no puedes seguir asi. --Le dio un beso y se sento a su lado--. Vas a tener que cerrar la tienda. Marta ahogo un grito y se levanto de golpe para dejarse caer luego sobre la cama con resignacion. --No puedo. La libreria --abarco con los brazos todo cuanto las rodeaba-- es mi hogar. Cris se aparto un mechon rubio del rostro y se cruzo de brazos. --Lo se, pero… --Dudo--. Marta, estas en la ruina. La libreria soporta una segunda hipoteca que no puedes…, que tus ingresos no pueden afrontar. Tienes que vender y… --!Vender! --grito ella mientras le daba la espalda. Sabia que su situacion no era muy holgada. Sospechaba que debia algunas mensualidades de la hipoteca, pero de ahi a… ?vender? --Marta… --Su amiga se acerco e intento agarrarla por los hombros, pero esta se alejo de nuevo en cuanto intuyo sus intenciones. --?Como? ?Por que? Se sento en uno de los dos taburetes rojos cercanos a la cocina y se recogio la larga falda negra que llevaba para no pisarla, dejando expuestos sus pies desnudos --le gustaba estar descalza, por lo que las sandalias esperaban a su duena al lado de la puerta--, y se deshizo el mono para volver a hacerselo de nuevo. La rubia la miro y dejo que todo su cuerpo cayera sin fuerzas sobre el edredon blanco de la cama. --Cada vez que me llegaba una carta del banco te avisaba, pero tu no querias saber nada. Marta gruno. Era verdad. Escudada en que nunca le habian gustado los numeros y que para ella los recibos estaban escritos en chino --idioma que ella no hablaba--, lo habia dejado todo en manos de Cristina, su abogada. Ella, como buena amiga, habia insistido mas de una vez en que debia buscar una solucion al problema que se le venia encima, pero… la libreria no daba para pagar nada. A duras penas sobrevivia y, aunque habia intentado mas de una vez buscar una solucion --sobre todo cuando recibia alguna visita o llamada <> por parte de Cris--, no la habia hallado. De acuerdo, la culpa era de ella, nadie mas podia tenerla, mas aun cuando solia perderse y alejarse de ese mundo materialista con cualquiera de los miles de libros que inundaban la tienda. Pero… era una realidad: su mundo de suenos se derrumbaba. Hacia diez anos que Para Regalo habia llegado a su vida. Habia sido una herencia de una tia lejana --tan lejana que ni la recordaba--, con la que habia creido que se resolverian todos sus problemas. Tenia un oficio. Tenia un trabajo que adoraba, pero era una profesion con poco futuro. Cada vez mas, los clientes escaseaban. Eran muchos los que preferian sumergirse en el nuevo juego de la ultima consola que habia salido al mercado o <> delante la television. Por no hablar del ebook… En fin…, las ventas se habian reducido y, por consiguiente, las deudas de Para Regalo habian aumentado. Si no encontraba pronto una solucion, Marta perderia todo lo que tenia. De pronto, un grito atrajo su atencion devolviendola al presente. Miro hacia el linde del parque y observo como un perrito cruzaba la calle esquivando los coches que circulaban por la via en ese momento. Fue un milagro que llegara hasta la otra acera sano y salvo. Un hombre rubio, vestido con unos vaqueros y un polo verde, se acerco corriendo hasta el paso de cebra y llamo de nuevo al animal. Marta no supo identificar muy bien lo que gritaba, pero, por los gestos que hacia con las manos, sin saber muy bien que hacer con ellas, supuso que era el dueno del animal y que estaba preocupado. Entonces observo como cruzaba la calle en pos del cachorro y desaparecia de su vista. --Espero que lo encuentre --rezo Marta en voz alta. Capitulo 2 No podria decir que momento, que lugar, que mirada o que palabra sirvieron de base. Hace ya demasiado tiempo. Lo que si se decirte es que, para cuando me di cuenta, ya estaba metido hasta el cuello. JANE AUSTEN, Orgullo y prejuicio Unos golpes insistentes en la puerta de entrada de la tienda provocaron que Marta descendiera precipitadamente a la planta baja, dejando aparcadas las preocupaciones sobre sus deudas. Atraveso los pasillos de libros, sorteo el enorme sofa azul, ubicado en mitad del establecimiento, y llego casi sin resuello para atender a quien requeria que se le abriera con tanta urgencia. Las prisas la llevaron a tropezar con un par de libros que se encontraban en el suelo, haciendose dano en los dedos del pie (con las prisas, habia olvidado ponerse las sandalias). --!Mierda! --espeto en voz alta--. Cris, como seas tu la de los golpes, te vas a acordar de mi por un tiempo --juro mientras abria la puerta.

  • Martin (Y llegaste tu 8) de Merche Diolch

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    –?Adonde vas asi? ?Has quedado de nuevo con Martin? —la interrogo Lucia en cuanto la vio aparecer por la tienda—. Mira, hermanita, que esto comienza a convertirse en una costumbre. —Me gusta ese chico —menciono Anastasia apareciendo por la puerta de la trastienda. A Elsa, vestida con un traje de gala que guardaba en su armario y que habia usado en mas de una ocasion para acompanar a su padre o a Enric en algunas de las cenas o bailes a los que los invitaban, la envolvia un halo de tristeza. Ni siquiera el vestido que llevaba, y que sabia que le quedaba muy bien, habia conseguido subirle el animo. De tirantes finos y color negro, caia por su cuerpo escondiendo a primera vista sus curvas, pero cuando se movia, provocaba que se adhiriera a su silueta, evidenciando lo que la suave tela ocultaba. Llegaba hasta el suelo, escondiendo los zapatos de salon de fino tacon que se habia puesto y que iban a juego con el vestido. El cabello lo llevaba recogido en un sencillo mono bajo, y en una de sus manos llevaba un chal tambien oscuro. Miro su reloj de pulsera de plata, que se habia cambiado para la ocasion, y al comprobar que le quedaba algo de tiempo, se sento en una silla y miro a su hermana y a su jefa. —No, con Enric —respondio a la pregunta, sin apenas dar detalles. —Pero !?tu estas loca?! —salto su hermana subiendo el tono de voz. —Lucia, tranquilizate —le dijo Anastasia—. Tu hermana seguro que tiene una buena explicacion. ?A que si? Elsa tomo aire y penso en lo que le decia la mujer. Ella tambien lo creia, que lo hacia por una buena razon, pero segun las horas se sucedian en el reloj de pared, y que ella habia controlado minuto a minuto a lo largo del dia, su conviccion se habia transformado. —Me ha prometido que firmara los papeles del divorcio —indico lo que se habia repetido una y otra vez. Anastasia asintio, sentandose frente a ella. Lucia gruno poco convencida con su explicacion. —?Crees que eso es cierto? —pregunto la anciana. Elsa se mordio el interior de la mejilla y ladeo la cabeza. —Quiero pensarlo… —Pero no lo sabes —confirmo su jefa. Nego con la cabeza. —Eso es mentira —espeto Lucia atrayendo sus miradas—. No es la primera vez que te lo dice, Elsa. Se rie de ti y tu le dejas —la acuso mas enfadada con su hermana que con su cunado. No le gustaba que se dejara manejar por alguien que le habia hecho tanto dano y que continuaba haciendoselo. La joven observo a su hermana, que no paraba de ir de un lado a otro, soltando por su boca una gran variedad de insultos dirigidos a su marido. —Tienes razon, pero… —!Aqui no hay peros que valgan! —solto su hermana muy enfadada—. Es un mentiroso y hara todo lo posible para que hagas lo que quiere. Elsa, es como papa. ?Cuando te daras cuenta? Elsa agacho la mirada, golpeada por su sinceridad. —Mi nina… —la llamo Anastasia atrapando una de sus manos—, no necesitas el divorcio para ser feliz. Mirate, solo en este par de dias has sido otra mujer. Martin ha conseguido que sonrias y te rias de nuevo, pero no como llevabas haciendolo hasta ahora. Lo has hecho de verdad, de corazon. —Senalo el musculo que latia bajo su pecho y que habia cambiado brevemente su latido al escuchar el nombre del joven—. Unos papeles no te lo han impedido. Elsa sonrio al recordar las horas que habia pasado al lado de Martin. —Lo se, pero si quiero un futuro… —Haz caso a esta vieja, el futuro esta sobrevalorado. Lo importante es el presente, el aqui y el ahora… Ella recordo esas mismas palabras pronunciadas por alguien que habia entrado en su vida hacia muy poco. La puerta de la tienda se abrio, haciendo sonar las campanillas de la entrada e interrumpiendo la conversacion que mantenian. Las tres mujeres observaron al recien llegado, un hombre vestido con un traje de chaqueta y pantalon negro, y una camisa blanca. —Buenas noches, soy el chofer de… —Se ha equivocado —lo interrumpio Lucia sin dejarlo terminar. El hombre las miro confuso. —?Ninguna de ustedes se llama Elsa? La mencionada asintio y, sin demorarlo mucho, se incorporo dando un beso a Anastasia en su arrugada mejilla. —Tengo que irme… —No, carino. Nadie te obliga. —Le dio una palmadita en la mano y nego con la cabeza con resignacion. —Yo soy Elsa —le indico al chofer, intentando que las palabras de Anastasia y su hermana no la influenciaran, pero le estaba costando un triunfo conseguirlo. Debia probar una vez mas, confiar en que Enric mantuviera su palabra para poder construirse la vida que ella queria. El hombre asintio conforme, se dirigio hacia la puerta del local y la abrio esperando a que ella la traspasara. Elsa se echo el chal sobre los hombros y lo siguio sin mirar atras. PARTE 8 MARTIN Capitulo 1 Una semana despues —No, senor Ferrer. No ha llegado todavia su retrete de porcelana. Si, le avisaremos en cuanto lo traigan… Las campanillas de la puerta de la tienda atrajeron la mirada de Elsa, distrayendola por unos segundos de la conversacion que mantenia con un cliente por telefono. Sonrio a las recien llegadas y devolvio la atencion al hombre que le hablaba desde el otro lado de la linea. —Hola, hermanita —Lucia la saludo en cuanto se adentro en el local. La joven morena movio la cabeza a modo de respuesta y siguio escuchando lo que el senor Ferrer le indicaba. —No, senor Ferrer. No se preocupe, que no se nos olvidara llamarle… La duena de la tienda de antiguedades, que iba tras Lucia, nego con la cabeza resignada al identificar el nombre del cliente. —Si, senor Ferrer. Se lo prometo —continuo Elsa suspirando al mismo tiempo. Miro a su jefa y, sin poder evitarlo, puso los ojos en blanco—. No, Anastasia no se encuentra en este momento — mintio recibiendo una sonrisa de agradecimiento por parte de la anciana—. Si, se lo indicare en cuanto aparezca. Si… Si… Aja… Si… —Se quedo callada y miro de nuevo a las dos mujeres, mostrandoles una mueca cansada—. No, senor Ferrer. No he visto nunca una taza de retrete de porcelana de Tomas Turifed, pero no se preocupe, que como vendra bien embalado con las etiquetas correspondientes, no se me pasara inadvertido. Lucia no pudo evitar carcajearse, recibiendo un codazo en el costado por parte de Anastasia, en cuyo rostro, a pesar de sus actos, tambien se reflejaba algo de diversion contenida. —Perdone, senor Ferrer. Debo dejarle. Han entrado unos clientes y tengo que atenderlos. Aja… —respondio de inmediato a lo que fuera que le estuviera diciendo—. Si, le avisaremos — repitio una vez mas—. Adios, adios… —se despidio colgando el auricular con algo mas de fuerza de la habitual—. Por fin… —solto de golpe observando a su hermana y a su jefa—. Os juro que me ha faltado muy poco para indicarle lo que podia hacer con el retrete de 1883. !En que cabeza cabe querer un vater de porcelana! Lucia se carcajeo al escucharla. —?Un vater de porcelana? Anastasia le revolvio el cabello cuando paso por su lado para situarse detras del mostrador de la tienda. —Es una antiguedad —explico sonriente. Elsa bufo con fuerza constatando lo que pensaba sobre esa <> y se sento en un sillon Chesterfield del cual, aunque databa del siglo XIX, debido al tapizado de telas multicolores con las que su antigua duena lo habia envuelto, no lograban deshacerse. Era algo incomodo, pero para la joven se habia convertido en su mueble preferido, donde se sentaba cada vez que estaba cansada o su mente la llevaba lejos de alli, de la tienda, de aquel pueblo… en busca de lo que pudo tener y perdio. Un estado que desde hacia un par de semanas se repetia mas a menudo y que venia acompanado de un halo de tristeza que la envolvia.

  • Lia (proyecto 1) de Merche Diolch

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    --Venga que tu puedes --dije en voz alta mientras la pantalla del ordenador esperaba y la senal del cursor parpadeaba--. Creo que esto va a ser mas dificil de lo que creia... Me estire, haciendo crujir todas las articulaciones, mientras giraba sobre la silla del despacho y observaba lo que me rodeaba. La habitacion, de un verde chillon, estaba desordenada, muy desordenada. Las cajas de la mudanza me miraban, riendose de mi, a la espera de que de una vez decidiera si o si ponerme a desembalarlas. Llevaba en esa casa no menos de 6 meses y todavia no habia tenido fuerzas para ponerme con ellas. No, si ya lo decia mi madre: --Lia, eres un desastre... Lia, !que vas a hacer con tu vida! Lia, Lia, Lia... Emiti un bufido de impotencia y me dirigi a la cocina, de seguro que la nevera no era tan fria como el amor que me profesaba mi querida progenitora. Cogi una botella de agua --entre un zumo caducado y un yogur natural poco tenia para elegir--, y me tire sobre el sofa morado que presidia la pequenisima sala de estar, al mismo tiempo que los recuerdos de los ultimos meses me avasallaban. Me habia quedado en la calle. Con una indemnizacion de mierda, despues de que mi querido y maravilloso jefe me llamara a su despacho para notificarme que la empresa marchaba mal. !Claro que marchaba mal! No era ninguna novedad que con la crisis que teniamos encima los beneficios hubieran menguado, pero si a eso le sumabas los gastos exorbitados que producia el mandamas pues... La cosa no marchaba bien, nada bien. Pero claro, ilusa de mi, pensaba que al ser su <>, era intocable. --!Ja! --Bebi de la botella de agua, deseando que se transformara en whisky. La sonrisa cinica que me mostro cuando me dio el sobre con la indemnizacion y me ofrecio el boligrafo para que estampara mi firma en el <> acuerdo, fue como si el mismisimo Chucky me estuviera apunalando en ese momento. Crei que nada mas podia sucederme. Pense que lo mejor que debia hacer era irme a mi atico, aquel que compartia con mi amado y eterno prometido, en plena Castellana. Alli me relajaria, en la banera de hidromasaje, mientras mi querido Pepe ponia verde a su padre y me decia que esto solo era un mal sueno. !Una pesadilla llego a ser aquel dia! Cuando entre al apartamento, me quede sin palabras. A lo largo del pasillo y encima del blanco sofa, que tantos quebraderos de cabeza nos habia ocasionado para meterlo por la puerta de la entrada, habia un reguero de ropa desperdigada. Atrape los pantalones de Pepe, la camisa azul que se habia puesto esa manana, la corbata a juego y... !Un sujetador transparente con puntilla roja! Lo cogi con los dedos, como si fuera algo contagioso, y mire la puerta que en ese momento estaba cerrada. No podia creer que me estuviera pasando a mi. Con paso decidido. Entendedme, estaba cabreada, muy cabreada despues de que mi suegro me despidiera, de bregar con los falsos abrazos y los buenos deseos de mis companeros, que por detras estarian felicitandose por no ser los elegidos. Y encima, cuando llegaba a casa, para esconderme en mi oasis, me encontraba con una escena que... Tire la puerta abajo de la habitacion --bueno, eso es lo que me hubiera gustado hacer, de una patada, a lo Chuck Norris, pero tuve que conformarme con abrirla como todo hijo de vecino--, y la imagen que observe no podia ser mas rocambolesca. Ahi estaba mi querido Pepe, mi eterno prometido, en la cama con una rubia pechugona que le estaba comiendo la... Bueno, vosotros ya sabeis que se estaba <>, mientras Andres, su mejor amigo, le daba cana por detras. El sujetador se me cayo de las manos y proferi el mayor grito que jamas en mi vida habia emitido --si excluimos la vez en que una rata paso por encima de mis pies cuando... Pero eso es otra historia que no viene al caso--. El trio me miro. La rubia le dio un sutil beso al glande de mi prometido y se echo hacia atras, acomodandose sobre las almohadas, al mismo tiempo que se abria de piernas y dejaba a la vista lo que le ofrecia a sus acompanantes. Los hombres pararon de moverse. Andres me guino un ojo y acaricio a su amante, a mi Pepe, y este me ofrecio una sonrisa engreida junto a una de sus manos para invitarme a que me uniera a su orgia. Abri la boca de par en par --lo se porque luego me dolio la mandibula durante horas--, y les insulte. Ohh... !Como los insulte! No sabia que guardaba entre mi repertorio tantos improperios. Despues de mi actuacion y <>, me marche. Las risas del trio me acompanaron hasta que sali del atico. Tras ello, mi mundo se derrumbo... Volvi a casa. Junto a mi <> madre. Claro... aguante dos semanas. En cuanto encontre un apartamento que me pude permitir, con la exigua indemnizacion que me reporto el trabajo de anos en la empresa <> y el paro que me quedo, me mude. Si, lo se, solo se trata de algo menos de dos anos y quizas tenga que regresar con el rabo entre las piernas, pero si conocierais a mi madre vosotros tambien habriais hecho lo mismo. Y ahi estaba ahora. En mi nuevo hogar. Tras un tiempo considerado de depresion. Preguntandome que hacer con mi vida. Ahogandome en mi propia desesperacion, y es que las ofertas de trabajo no era que abundaran en estos tiempos de crisis. Una manana me levante muy decidida, con una idea fija en mi cabeza: ?por que no me dedicaba a escribir? Mi madre siempre me habia tachado de imaginativa. Mis amigas siempre hablaban de mi como la <> y mi hermana, la seria y estricta Vanessa --con dos eses. Se enfada si no esta escrito asi--, decia que no podia conseguir nada de provecho porque siempre andaba entre las nubes. Pues como la palabra clave en esta historia es SIEMPRE --oye, ya que la repito tanto, sera la palabra clave, digo yo--, podia plasmar esa imaginacion al papel o mejor dicho, al ordenador. Seria escritora. Pense que debia ser algo facil ya que hasta una de esas contertulias, de uno de esos programas del corazon que tanto le gustaban a mi abuela, habia escrito un libro. Conclusion: no debia ser muy dificil. Ya tenia un objetivo: seria escritora --una persona muy sabia me dijo una vez que hay que repetirse mucho las cosas para creernoslas por lo que lo hago muy a menudo--. !!!SERIA ESCRITORA!!! Me levante por la manana. No muy temprano por si a las Musas no les gustaba madrugar y me acomode delante del ordenador. Estaba ilusionada. Iba a plasmar todas mis ideas en un estupendo libro y luego todo el mundo podria leerlo. Seria un best-seller. Me conocerian por todos los sitios. Haria giras. La gente haria colas para conseguir un autografo mio y me llevarian a programas de television para hablar de mis obras. Solo debia ponerme a escribir... El ordenador me esperaba... Tenia un objetivo por lo que ya estaba todo decidido, ?no? Pues no. A pesar de tener un proposito, las horas pasaban y la pagina del Word seguia en blanco. Probe mas de una vez que el teclado funcionara, no fuera a suceder que despues de ilusionarme con un nuevo proyecto las teclas o el programa no marcharan bien. Escribi mi nombre mas de una vez. Probe todos los tipos de letras que me ofrecia el programa informatico: Carolina Sanchez Blanco Carolina Sanchez Blanco Carolina Sanchez Blanco Carolina Sanchez Blanco Carolina Sanchez Blanco Carolina Sanchez Blanco Estaba claro, la mejor letra era la Times New Roman. Volvi a dejar la pagina en blanco y tome un boligrafo. Me acerque el paquete de folios que descansaba en la mesa por si las Musas preferian lo clasico, lo tradicional, pero nada de nada. Mire el reloj del ordenador y me fije que habian pasado ya dos horas, y fue cuando decidi que quizas si me relajaba la inspiracion llegaria. Me tire al sofa, con un botellin de agua en una mano y el mando de la television en la otra. Pase de un canal a otro sin detenerme mucho en ninguna emisora cuando delante de mi estaba la contertulia que habia escrito su famoso libro. --A ver Lia, si ella puede... Tu puedes --me anime y me dirigi de nuevo al ordenador. Pasado lo que fueron un par de horas mas, en las que pude escuchar el sonido de una mosca y el goteo del grifo mal cerrado del cuarto de bano, lo consegui: Proyecto no 1 !YA TENIA TITULO! Titulo provisional pero menos era no tener nada. El ruido de mi estomago y un vistazo al reloj me confirmaron que era la hora de comer, por lo que pense que ya continuaria por la tarde. Apague solo la pantalla del ordenador, no fuera a desconectarlo del todo y de pronto llegara la inspiracion, y me marche a almorzar.

  • Israel (Y llegaste tu 6) de Merche Diolch

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    Llegaron al apartamento de Lucia pasadas dos horas de viaje en completo silencio. Los acontecimientos vividos habian sumido a los tres en una especie de estado de ingravidez donde cada uno analizaba los acontecimientos por si hubieran podido desarrollarse de otra manera. Fue un trayecto largo, pero necesario para que, en cuanto llegaron al piso de Lucia, alcanzaran la misma conclusion: el pasado no se podia cambiar. Israel las ayudo a subir las maletas de Elsa al apartamento y, tras dejar a la joven instalandose en la que seria su nueva morada, el y Lucia decidieron dejarla sola. Tomaron el ascensor que los llevaria a la calle y, delante del Camaro, ambos sintieron que su energia se evaporaba. El fin de semana los habia dejado agotados. Lucia apoyo la cabeza en el pecho de Isra y el le abrazo la cintura, dandole un beso en la cabeza. —Respira… —le repitio el mantra que llevaba escuchando desde que habian llegado a la boda el dia anterior. Ella sonrio y lo miro. —Es lo que hago, si no tendria un problema. Se carcajeo y le acaricio la mejilla. —Un gran problema. Los dos se observaron, dejando sus miradas fijas la una en la otra. Los ojos de un azul celestial que podrian pasar por los de un angel y los negros que escondian miles de estrellas en su interior. —Tengo que irme —anuncio Isra pasados unos segundos rompiendo lo que compartian. Ella asintio y se separo un poco de el. —Tienes que regresar a tu casa. Le paso la mano por el cabello y agarro su barbilla. —?Estareis bien? Lucia movio la cabeza de forma afirmativa. —O por lo menos lo intentaremos. —Le guino un ojo. Le atrapo la cara y le dio un leve beso. —Llamame si necesitais ayuda. —No hara… —Lucia, avisame si es necesario —la corto insistiendo. Suspiro y asintio. —De acuerdo. —Asi me gusta. —Sonrio—. Docil y sumisa. Le golpeo el estomago y se aparto de el. —Conque docil y sumisa… Se rio atrapando una de sus manos para acercarla de nuevo a el. —Echaba de menos a esta fierecilla. Apoyo las manos en su pecho y lo miro con las mejillas algo rosadas. —Tenemos que hablar… Movio la cabeza conforme con sus palabras y le dio un lento beso. —Ya habra mas momentos para hacerlo. —Levanto la cabeza hacia el edificio de apartamentos que habia detras de ella—. Ahora hay cosas mas importantes. Lucia asintio tambien. —Voy a hacer todo lo posible para ayudarla. La miro con admiracion. —Lo se, pero si por algun motivo, alguna causa… —Te avisare. Asintio complacido con su respuesta. Atrapo de nuevo su cara, observo su mirada, descendio hasta sus labios y le anuncio: —Voy a besarte. —Lo estoy deseando. —!Lu! !Lu!… El beso no llego a producirse. Lucia se separo con rapidez de el, al reconocer a quien la llamaba. Israel la observo extranado al principio y molesto despues, cuando la chica rubia que acababa de acercarse le dio un beso en la boca. —Hola, Fatima. —Hola, no sabia que habias regresado. La chica miro al joven que seguia pendiente de cada una de sus palabras y devolvio la atencion a la otra chica. —Un cambio de planes de ultimo momento. —Me alegro, asi podremos pasar el dia juntas. Lucia asintio reticente. —Yo me tengo que ir —anuncio Israel abriendo la puerta del coche para adentrarse en su interior. —Isra, espera… —lo llamo golpeando el cristal de la ventanilla, solicitandole que la bajara. Miro a Fatima y le dijo—: ?Puedes ir subiendo al piso? Ahora voy yo. —Tomo las llaves que le ofrecia y se alejo de ella, dandole antes un nuevo beso de despedida, pero en esta ocasion en la mejilla. Lucia se volvio hacia el coche en cuanto escucho un grunido que salia del interior de este y se apoyo en la ventanilla. —No te vayas asi… La miro elevando su ceja. —?Como quieres que me vaya? —pregunto con brusquedad—. Lucia, no soy amigo de estos juegos… —Hablare con ella —indico. El apreto el volante, dejando constancia de la tension que sufria su cuerpo al quedarse blancos sus nudillos. Nego con la cabeza, arranco el motor del coche y la miro. —Creo que sera mejor que olvidemos lo que ha ocurrido. La joven se irguio, separandose un poco del automovil como si acabara de recibir una bofetada. Se cruzo de brazos y tenso la mandibula. —Esta bien. —Si necesitas cualquier cosa… —Llamare a Lucas —lo corto. El la miro desde el asiento del conductor, achicando los ojos, y asintio. —Si, creo que sera lo mejor. Todo esto ha sido… —dudo por unos segundos hasta que encontro la palabra exacta— un error. —Yo no lo habria definido mejor —indico mordaz—. Que tengas buen viaje —se despidio. Israel asintio sin apartar la mirada mientras ella lo observaba impasible. Ninguno era capaz de romper el contacto visual, ninguno queria romper su relacion… Lucia tomo aire y se dio la vuelta. Se dirigio al portal de su edificio y, cuando le faltaban unos pocos pasos para alcanzar la puerta, escucho como un coche se alejaba de la acera. Con rapidez se volvio, comprobando como el Camaro amarillo torcia la esquina de su calle. —Imbecil… —dijo en voz alta, sin saber muy bien si se referia a Israel o a ella. Abrio la puerta de cristal y madera, y desaparecio en el interior con gesto abatido.

  • Lucia (Y llegaste tu 5) de Merche Diolch

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    La primera media hora del viaje la hicieron en completo silencio. Israel sorteaba los vehiculos que se encontraba en su camino mientras sus dedos se agarraban con demasiada fuerza al volante y en su cabeza se amontonaban un sinfin de sentimientos contradictorios. Lucia, con la vista fija en el exterior, apretaba entre sus manos el pequeno bolso de tela mientras sentia como su corazon latia a un ritmo diferente al que estaba acostumbrado su cuerpo. Los dos sumidos en su propio mundo. Los dos perdidos en sus pensamientos. La mirada azul la observo por unos segundos para devolver su atencion a la carretera con rapidez. Los dedos masculinos se afianzaron con mas fuerza en el volante cuando por un breve espacio de tiempo, el mismo en el que sus ojos habian observado el perfil de su acompanante, habia recordado unos sentimientos que creia olvidados. La joven analizo el reflejo del conductor en la ventanilla del Camaro, el mismo rostro cincelado de la persona que la habia acompanado en sus suenos mas secretos. —?No pudiste inventarte otra cosa? —salto de pronto Israel devolviendola al presente—. No se, quizas la verdad… —?Que verdad? —pregunto a la defensiva observandole. La miro de reojo. —Que tu amigo atractivo y simpatico se ha ofrecido a acompanarte a la boda de tu hermana. Lucia se carcajeo. —?Amigo atractivo y simpatico? —El le guino un ojo provocando que negara con la cabeza—. Mejor dejemoslo en amigo y eso incluso habria que matizarlo. Isra enfrento su mirada en cuanto la escucho. Fue a decir algo, pero el claxon del vehiculo que iba detras de ellos lo interrumpio. Devolvio su atencion a la carretera, apreto con mas fuerza el volante y acelero adelantando al camion que iba por el carril derecho mientras rumiaba para si lo que pensaba de su <>. Lucia se mordio el labio inferior arrepentida de inmediato de lo que habia dicho. Observo al conductor y expulso el aire que retenia en su interior, para volverse de nuevo hacia la ventanilla del automovil sin decir nada. Sin anadir nada mas. Siempre les pasaba lo mismo. Si no fuera por Lucas, su relacion habria terminado hacia ya tiempo. Lucas era la bisagra que los unia a Israel y a ella. El tercer mosquetero que cerraba la pandilla que se habia creado hacia ya unos anos en la universidad. El trio que se convirtio en duo un fin de semana y que los llevo a cometer el error del que nunca hablaban… Ese error… Lucia giro levemente la cabeza y observo el recio perfil del joven aprovechando que este tenia su mirada fija en la carretera. Era atractivo, muy atractivo y el lo sabia. Odiaba ese ego del que hacia gala cuando queria atraer a alguna chica o cuando intentaba camelarse al publico que habia a su alrededor. Odiaba su caracter. Odiaba la sonrisa que ofrecia cuando se hacia el gracioso o el guino de conquistador nato que regalaba a cualquiera que se encontrara cerca de el. Siempre sonreia y a ella le chirriaba. Siempre mostraba una felicidad que rayaba en lo inverosimil y a ella le molestaba. Lo odiaba… Esa sonrisa que ofrecia a diestro y siniestro, a la que solo le faltaba que le brillaran los dientes blanquisimos que escondia bajo sus labios gruesos. Los rizos dorados de su cabello que atraian los rayos del sol y esa mirada azul de angel que brillaba con picardia cuando reia. Era un James Dean moderno que conseguia ponerla de los nervios y… Lo odiaba. Siguio el movimiento de su mano derecha, con la que cambio las marchas del coche, y recordo su tacto… Ese que tanto aborrecia. Su piel… La que no queria tener cerca. Sus besos… Gruno con fuerza y miro con rapidez de nuevo el paisaje que iba paralelo al camino que seguian mientras sus propias manos hacian de su bolso un amasijo de tela deforme. Israel la miro de inmediato al escucharla, pero se la encontro en la misma posicion que habia adquirido desde que se habia sentado en el vehiculo y que solo habia cambiado por un breve lapso de tiempo en el que parecio que volvia su camaraderia. Un espejismo… Quiso comentar cualquier cosa que hiciera que el silencio que los inundaba desapareciera, pero al final no encontro las palabras. Nego resignado con la cabeza, miro al frente para evitar saltarse el desvio que los llevaria hasta la dichosa ceremonia y, en un impulso, encendio la radio, buscando que la musica mitigara la opresion del interior del coche… Un gran error. En cuanto Lucia reconocio las primeras notas de la cancion que sonaba en la emisora, la apago. —Caprichosa… —susurro entre dientes mientras arrugaba el ceno. El silencio los arropo de nuevo, no como un aliado, sino como un manto opresor que les robaba el aire que respiraban. * La casa de campo donde se celebraria la ceremonia se vislumbro en la lejania en cuanto ascendieron la ultima colina. Era un gran edificio blanco con un tejado liso, donde algunas plantas habian hecho suyo el espacio. Tenia cuatro columnas robustas en su portico principal, que imitaban el orden jonico griego. Las enredaderas crecian por el fuste, impidiendo adivinar el color original del material con el que estaban construidas. La vivienda estaba constituida por dos pisos y, en ambos, las ventanas rectangulares permitian que la luz del sol entrara con libertad en el interior. En uno de los laterales del edificio, una pequena balconada destacaba sobre el resto de la estructura, ya que se notaba a primera vista que era un anadido a la arquitectura original del edificio. Era espectacular. Rodeada por una gran propiedad verde donde los arboles frutales abundaban y los caballos corrian al otro lado del cercado, paralelo al camino que seguian en ese momento Israel y Lucia, cumplia su cometido: mostrar el poder de su propietario. Al final, como la pareja temia, habian hecho todo el trayecto en completo silencio. Ninguno de los dos habia vuelto a hablar. No encontraron tema alguno que pudiera evitar que acabaran discutiendo o que les danara sin poder evitarlo. Ni siquiera mencionar el tan socorrido asunto del tiempo climatico les parecio oportuno a ninguno y ambos lo pagaron con creces. Habian sufrido un viaje que se hacia en dos horas como si se tratara de uno de tres, bajo una tension constante. Ademas, las curvas de la carretera que llevaban hasta su destino, tras la recta autovia, no ayudaron a mejorar el animo de la pareja. Para cuando detuvieron el coche detras de los otros vehiculos que esperaban pacientes su turno para alcanzar la puerta principal, por donde entrarian los invitados a la boda, la cuerda entre los dos estaba ya bastante mas tensa de lo que deseaban. —Espero que no la fastidies —advirtio Lucia de forma brusca cuando comprobo que solo quedaban cuatro coches por delante de ellos. Israel solto el aire que retenia en su interior sin darse cuenta, se paso la mano por el cabello descolocando los rizos que le caian sobre la frente y la miro con pocas ganas. —Lucas me ha pedido este favor, por lo que no pienso defraudarlo. Ella tenso la mandibula y busco sus ojos azules. —Eso espero… El joven le guino un ojo, sabiendo que no lo soportaba, y devolvio la atencion al movimiento de los vehiculos que habia por delante de ellos. —Quizas seas tu la que no sepas comportarte como una buena novia. —?A que te refieres? —pregunto mientras intentaba arreglar su maquillaje en el pequeno espejo que guardaba en el bolso. Detuvo el motor del vehiculo y la observo. —Tu eres la que tiene una relacion con una chica ahora mismo. —?Y? —Que se te ha podido olvidar lo que es estar con un hombre —respondio abriendo la puerta para salir al exterior, dejandola muda. Lucia cerro de golpe la tapa del espejo, lo guardo en el bolso y agarro el tirador de la puerta justo cuando el personal contratado para la celebracion se la abria, lo que retuvo por unos instantes su enfado. Le ofrecio al joven empleado una sonrisa tensa de agradecimiento y salio disparada del Camaro, buscando a su acompanante, quien se le acercaba con una de sus sonrisas prepotentes mientras se ponia la americana de color beis. Espero a que le diera las llaves del automovil al aparcacoches y, cuando confirmo que no habia oidos extranos cerca, lo increpo: —!?Quien te crees que eres?! Israel, con su eterna sonrisa, tomo su mano y la poso sobre su brazo. —Tu novio. Solto un sonido poco femenino e intento alejarse de el justo cuando una voz conocida le impidio hacerlo. —Lu, carino. Ya has llegado… El rostro de la joven morena se transformo, mostrando la sonrisa amigable que regalaba a toda la gente que la rodeaba excepto a Israel. —Tia Rosi… —Abrazo a la mujer que acababa de aparecer—. Cuanto tiempo sin verte… La recien llegada tenia su negro cabello recogido en un mono suelto, donde un gran mechon blanco destacaba con fuerza. Llevaba un vestido de flores rosas y amarillas y escondia sus manos en unos guantes blancos de rejilla con flor glasse y lazos de muselina. Le dio dos besos en las mejillas a su sobrina y tiro de uno de sus mofletes recriminandola: —Pues la culpa solo es tuya, carino. Israel no pudo evitar reirse ante el gesto, recibiendo una mirada asesina por parte de su pareja. —Estoy muy liada con la universidad y… —intento explicarse, pero enseguida la interrumpieron. —Ya, ya… —La tomo de las manos mientras la observaba y asentia conforme con su aspecto—. ?Y en que te has matriculado ahora? La joven sonrio ilusionada. —En Arte. Palmeo sus manos y asintio feliz por ella. —Me alegro, carino. —Se acerco un poco mas, intentando encontrar mas intimidad, y bajo la voz—: ?Lo sabe tu padre? Ella torcio la boca y se mordio el labio inferior.