• olympia russell - Olympia Russell

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    El canto del gallo le desperto, como todas las mananas. Apenas unos minutos antes, el sol habia empezado a limpiar las tinieblas de la noche y una luz, muy tenue aun, se colaba a traves de las ventanas del palacio. Ese dia Viola cumplia veintitres anos y sus hermanas habian organizado una comida en su honor. Nada exagerado, a ninguna de ellas le gustaban los grandes eventos (bueno, excepto a Katerina), asi que se iba tratar tan solo de una comida juntas. La novedad frente al resto de los dias era que iban a estar todas, las siete, algo que no ocurria desde las pasadas navidades, y ya habian pasado cuatro meses desde entonces. Al mediodia llegarian Cassandra y su marido Michael, y un poco mas tarde lo harian Silvania, Aidan y su hijito Darren, que acababa de cumplir nueve meses. Desde que dos de sus hermanas se habian casado, eran pocas las veces que coincidian todas juntas, asi que ese solo hecho era ya una fiesta y excepcional. Lo cierto es que Viola estaba deseando volver a ver a Silvania y Cassandra, pero, al mismo tiempo, lo que habian organizado le abrumaba un poco. Ella era especialmente sensible, la mas sensible de todas de hecho (muy seguida de la pequena, India), y los grandes grupos le alteraban un poco. Por eso, cuando todas se juntaban, con el bullicio que creaban, charlando sin parar, discutiendo, riendose y, sobre todo, quitandose la palabra unas a otras, ella acababa agotada. Aunque el problema, en realidad, no eran sus hermanas, sino el resto del bullicio que habia siempre a su alrededor. Un bullicio que solo ella podia escuchar. Porque Viola vivia en un mundo diferente al resto. Diferente y mucho mas poblado que el del resto de los mortales. Y esa ultima palabra, mortales, estaba muy bien escogida para explicar lo que le ocurria, porque Viola no veia y escuchaba solo a sus hermanas y cunados, a los criados y criadas y a los escasos visitantes que acudian al palacio, sino que estaba siempre rodeada de multitud de fantasmas. Si, fantasmas. O seres sobrenaturales. Fallecidos. Angeles... A ella le daba igual el nombre que les pusieran, lo que tenia claro era que no eran de este mundo. Todo habia comenzado al dia siguiente de morir su madre, cuando ella tenia seis anos apenas. Hasta entonces habia sido una nina sonadora, mas metida en su mundo que en el exterior, con "una gran imaginacion", decia su padre siempre. Viola sospechaba que su vision de seres del otro mundo ya existia desde siempre y que esa "gran imaginacion" eran ya sus visiones desde que habia tenido uso de razon, pero era cierto que se habian intensificado y cambiado a partir de la muerte de su madre. Cuando su madre estaba al final del embarazo de India, la que iba a ser su septima hermana, las cuatro mayores, que ya eran conscientes de lo que ocurria, habian estado expectantes y deseosas de conocer al nuevo hermanito (es lo que esperaban sus padres y ellas: un varon por fin). Una noche de noviembre su madre se habia despedido de ella dandole un beso de buenas noches, como hacia todos los dias con cada una de sus hijas, y Viola se habia dormido feliz y despreocupada. Pero a las seis de la manana se habia despertado de golpe y se habia sentado sobre la cama, alarmada, pero sin saber muy bien por que. Le habia costado un minuto darse cuenta de lo que habia ocurrido: en la entrada de su habitacion estaba su madre, con el precioso camison de noche aun puesto y su pelo, rubio, rizado y sedoso, suelto. Viola se calmo inmediatamente porque su madre le transmitia siempre paz y sensacion de proteccion. Ademas, le sonreia abiertamente, como hacia casi siempre, ya que era una mujer dulce y bondadosa y rara vez se enfadaba con ella. Pero era extrano que estuviera alli esas horas, asi que Viola, sin alarmarse, pero intrigada, le pregunto: --Mami, ?que haces aqui tan temprano? Su madre sonrio ampliamente y le dijo: --He venido a decirte que todo ira bien, cielito mio. Y ahora duermete de nuevo --y le mando un beso con la mano desde la distancia y cerro la puerta con cuidado. Viola sonrio y envuelta en el ambiente protector que habia dejado su madre, volvio a dormirse. Pero cuando un par de horas mas tarde la doncella que se ocupaba de ella vino a despertarla, descubrio la terrible realidad: su madre habia muerto durante el parto de su septima hija, India, unos minutos antes de las doce de la noche. Vinieron unos meses oscuros de tristeza y lagrimas diarias. Las ninas se tuvieron que hacer a la idea de la perdida de la madre, cada una reacciono como pudo, pero fueron saliendo hacia adelante. Pero quien mas cambio con la experiencia, al menos a ojos de los demas, fue Viola. --Yo vi a mama a las seis de la manana. --No puede ser hija, te equivocas de hora o fue un sueno. --No papa, ya estaba amaneciendo, y no fue un sueno, vino a decirme que todo iria bien. Esta conversacion se repitio durante muchos meses entre padre e hija, con sus hermanas como testigo, pero Viola no consiguio convencer, ni al padre ni a sus hermanas, de lo que ella no tenia ni una duda: que su madre se le habia aparecido en espiritu para darle un consuelo por su perdida. La explicacion familiar a aquel fenomeno que Viola se empenaba en afirmar era la que daba el padre: equivocacion con la hora o sueno. Su hermana Livia, que tomo el papel de la madre (no por voluntad propia, sino por insistencia del padre, ya que era la hermana mayor), era la mas insistente con la version paterna. Anadia, ademas, que Viola siempre habia sido muy sensible -- cierto-- y fantasiosa --no tan cierto segun la propia Viola. Y tambien que la muerte de la madre no habia hecho mas que exacerbar aquella sensibilidad y fantasia. Al cabo de un tiempo, Viola dejo de hablarles del espiritu de la madre, porque no se le volvio a aparecer, pero si les hablo de todos los espiritus que empezaron a rodearle a diario, y que, a diferencia del de la madre, no se dirigian a ella, sino que hablaban entre ellos, pero ninguna de sus hermanas le creyo. En cualquier caso, sus hermanas continuaron siendo carinosas con ella y no le dieron mucha importancia a aquella "rareza" suya, asi que con el paso de los anos Viola se acostumbro a vivir rodeada de fantasmas, pero a no hablar demasiado de ellos. Y tambien a buscar la soledad, porque, aunque nadie la creyera, los fantasmas existian, ella los veia y, lo mas llamativo de todo, los escuchaba constantemente. Normalmente no se dirigian a ella, como habia ocurrido con su madre. Era como si ella hubiera logrado introducirse en su mundo como espectadora, pero no tuviera la posibilidad de relacionarse con ellos. Andaban a su alrededor y no paraban de hablar entre ellos, pero a ella no le decian nada. En cualquier caso, los veia y los escuchaba y aquel murmullo permanente se mezclaba con el de la vida real y la algarabia en la que andaba envuelta era excesiva. Esa era una de las razones por la que se levantaba siempre tan temprano: le gustaba aprovechar las primeras horas de soledad y de silencio de su vida real. Al amanecer sus hermanas aun dormian y la mayoria de los criados tambien. Siempre habia algun fantasma a su alrededor, pero su murmullo era mucho mas soportable al ser el unico que tenia que escuchar. Y habia otra razon tambien para levantarse tan temprano: que podia acudir al lugar que mas amaba en este mundo: la capilla del palacio. La capilla estaba situada en el lateral mas alejado de la parte principal del palacio y se accedia a ella tras un paseo por un caminito encantador, al aire libre y rodeado de macizos de flores que iban cambiando de color a medida que cambiaban las estaciones. Para Viola, el mejor momento del dia era cuando daba ese pequeno paseo, de ida y vuelta, y el rato que pasaba en la capilla: era lo mas cercano que tenia a estar en soledad. No sabia muy bien por que, los fantasmas no entraban en la capilla, y durante el paseo de ida y vuelta aparecian muchos menos de lo habitual, uno o dos a lo sumo, asi que ese paseo y la estancia en la capilla se habian convertido en sus unicos momentos de casi soledad. Y eso, para una persona que jamas estaba sola, era casi vital. En cualquier caso, sola del todo no estaba jamas, ya que la capilla estaba todo el dia cerrada excepto media hora, la que duraban los oficios religiosos que celebraba todos los dias el pastor Adams, la unica persona que tenia llaves para abrirla. Se trataba de un anciano encantador (y un poco sordo) pastor de la iglesia del pueblo mas cercano, pero que se ocupaba tambien de los oficios del palacio del Duque de Rochester, padre de Viola y dueno de la propiedad. Llevaba haciendolo desde la epoca en la que vivia la Duquesa, pero en aquella epoca habia oficio solo los domingos, que era cuando acudia toda la familia. Habia sido Viola la que habia provocado que el anciano hiciera un oficio todos los dias, a las siete de la manana, solo para ella, ya que sus hermanas continuaban acudiendo solo los domingos. Lo cierto es que el hombre sabia lo que le ocurria a la joven Viola, pero no porque ella se lo hubiera contado. Habia sido el padre de Viola, el Duque de Rochester, quien habia informado al pastor de la peculiaridad de su hija (aunque el Duque estaba practicamente todo el ano ausente, se preocupaba por sus hija y trataba de que estuvieran protegidas siempre) y el pastor, que era anciano y sordo, pero muy bondadoso, habia decidido abrir la capilla para ella todos los dias. Aquello habia empezado diez anos atras, cuando Viola tenia trece anos, y desde entonces el hombre solo habia fallado dos veces: un dia que cayo una nevada como nunca antes y otro dia que se habia levantado indispuesto. No solian hablar mucho. Cuando Viola llegaba, el ya estaba dentro de la capilla, ella entraba, le sonreia, se sentaba y escuchaba el oficio. Luego, al terminar, se acercaba donde el anciano, y le saludaba y ahi es donde el hombre le preguntaba que tal estaba. Ella siempre contestaba que bien, el sonreia, le decia "me alegro, jovencita" y eso era todo. Pero para Viola era como un oasis de paz. Media hora en la que solo escuchaba una unica voz y durante algunos ratos, cuando el pastor callaba, nada. Los unicos momentos de silencio durante toda su vida. Aquel dia, mientras se acercaba a la capilla, hizo una recopilacion de aquellos diez anos: su cumpleanos le ponia siempre un poco nostalgica. Penso tambien que el pastor, si la vida seguia su curso natural, moriria antes que ella y entonces acabarian aquello momentos de tranquilidad. Y se empezo a angustiar un poco. Pero enseguida paro esos pensamientos y se dijo que el hombre gozaba de muy buena salud y aun faltaba tiempo para que aquello ocurriera. Asi que abrio la puerta con un poco mas energia de lo habitual: despues de lo que acababa de pensar, estaba deseando ver al pastor. Asi que la sorpresa fue mayuscula. Porque el pastor no estaba y, en su lugar, se encontro de frente con el hombre mas apuesto que habia visto en su vida. Capitulo 2 Tenia los ojos negros, al igual que el pelo, que llevaba muy corto. La piel, bronceada, como si pasara mucho tiempo al aire libre, o como si tuviera ancestros meridionales. Era muy alto y tenia los hombros anchos y unos brazos fuertes, hechos para proteger. Para protegerla. Este ultimo pensamiento hizo que Viola se asombrara aun mas. Jamas habia pensado nada parecido acerca de ningun hombre, y habia varios en su vida que podian encajar en una idea asi: su propio padre o Lord Atkinson, el hombre al que su padre le habia encargado vigilarlas. Pero lo mas asombroso de todo era que aquel hombre en concreto, ademas de producirle ese tipo de pensamientos, llevaba puesta una casulla de pastor. Era, evidentemente, un nuevo pastor. Y para que no quedara ninguna duda, en ese momento, el nuevo pastor dio comienzo al oficio. Como si fuera lo normal, como si no fuera todo extrano y nuevo. Viola se sento y se dispuso a escucharlo. No podia hacer otra cosa, pero en cuanto vio que el pastor nuevo hacia lo mismo que el otro, se volvio de nuevo a su interior y a sus pensamientos. ?No sera un fantasma?, se le ocurrio, aunque enseguida desecho la idea. Sabia distinguir perfectamente a los seres de otro mundo de los de este, y aquel pastor nuevo estaba bien vivo y era bien carnal. Viola se concentro de nuevo en observarlo. Estaba haciendo exactamente lo mismo que hacia el pastor Adams, actuaban como dos gotas identicas respecto a los oficios, pero solo eran iguales en eso. De hecho, mientras el nuevo pastor realizaba la lectura de las escrituras, Viola cerro un poco los ojos para escuchar su voz. Y era tan impactante y maravillosa como su fisico. Era una voz grave y varonil, con un ligero tono ronco que, a pesar de que estaba leyendo un pasaje de las escrituras, a Viola le hizo pensar de nuevo en sus brazos varoniles y fuertes protegiendola. ?Que le estaba ocurriendo?, ?quiza lo mismo que a sus hermanas Silvania y Cassandra quienes, contra todo pronostico, se habian enamorado a pesar de haber mantenido siempre que no querian saber nada de hombres? No aquello no le podia estar pasando a ella, tenia que haber otra explicacion a lo que le estaba ocurriendo, porque ella era diferente a sus hermanas: tampoco habia pensado nunca en tener un hombre cerca ni en casarse, pero en su caso no se trataba de una eleccion consciente y largamente reivindicada, era, simplemente, que en su vida no entraba nadie mas porque estaba demasiado llena de gente. Pero precisamente en el unico lugar en el que se sentia casi sola, aparecia aquel pastor nuevo y empezaba a pensar y sentir cosas que jamas hubiera imaginado. Justo en ese momento, el pastor termino el oficio. Y se la quedo mirando. Fijamente. Y tras un momento que a ella se le hizo eterno, empezo a moverse hacia ella. Viola se quedo paralizada, hasta que comprendio lo que debia hacer. El nuevo pastor estaba repitiendo el ultimo paso que daba todos los dias el pastor Adams: acercarse a la salida de la capilla para tener unas breves, pero siempre afectuosas, palabras con ella y luego despedirse los dos hasta el dia siguiente, yendose el hacia el pueblo y ella al palacio. En cuanto se dio cuenta de que, dentro de lo extrano y absurdo que estaba siendo todo, habia una logica y una cotidianidad, repitio los pasos que daba todos los dias y se dirigio a la salida de la capilla por delante de el. De todas formas, cuando le dio la espalda, siguio notandolo. Estaba segura de que el la seguia mirando con la misma intensidad que hacia un momento, que estaba fijandose en su forma de andar, en la forma que le quedaba el vestido…y Viola noto como se estaba poniendo roja por culpa de aquellos pensamientos que no podian ser menos apropiados en un lugar como aquel. Quiza por eso, nada mas salir al exterior y colocarse junto al arco de la puerta de salida, como hacia siempre, no espero a que el tomara la palabra y lo hizo ella. De una manera brusca y cortante como no habia hecho jamas con nadie: --?Quien es usted? ?Donde esta el pastor Adams?. Justo antes de que ella le espetara la pregunta de aquella manera, rayando la mala educacion, el nuevo pastor la habia sonreido sin mostrar sus dientes pero si dandole una luz increible a sus ojos negros. Aquello habia provocado que el corazon de Viola se pusiera a batir aun mas aceleradamente y seguramente habia provocado tambien su brusquedad. Pero el nuevo pastor no bajo un apice la intensidad de su sonrisa ni parecio ofenderse por su brusquedad. El unico gesto que denoto que le habia sorprendido la forma en que ella se habia dirigido a el fue el gesto de levantar su ceja izquierda. Un gesto que no hizo mas que acrecentar su atractivo, para terminar de alterar a Viola. Ademas, espero mirandola asi, entre divertido y asombrado, mas tiempo de lo correcto. Finalmente, lo que le contesto despues tampoco sirvio para aclararle nada: --Viola, ?verdad?. Y Viola volvio a perder la paciencia: --Eso ya lo se, no ha contestado usted a mi pregunta. En ese momento el pastor, ajeno al enfado que iba apoderandose de ella, amplio su sonrisa y esta vez, si, le enseno la dentadura, que era perfecta y blanca: --Disculpe ,senorita Arlington, debe usted perdonarme, pero pensaba que ya sabia usted quien era yo, ?el pastor Adams no le ha avisado? Con aquella respuesta Viola se tranquilizo un poco: al parecer todo tenia explicacion, aunque no se la habian comunicado. --Estuve ayer con el y no me dijo nada. --Seguramente no le quiso importunar --continuo el, formal, pero sin dejar de mirarla con aquella sonrisa que hacia que sus piernas flojearan. --Seguramente saber la verdad me habria importunado menos que encontrarle a usted hoy aqui. Viola siempre habia sido docil y tranquila, nada que ver con la mayoria de sus hermanas, que eran guerreras y luchadoras, pero, por alguna razon que se le escapaba, aquel pastor estaba sacando de ella comportamientos totalmente inusuales.

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  • Un conde para Katia (Katia y Patrick 2) de Olympia Russell

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    Es duro llegar a los treinta y nueve anos y darte cuenta de que toda tu vida amorosa ha sido un autentico desastre. Eso es lo que me habia ocurrido un mes atras, cuando habia roto con Roberto, mi ultimo amante casado. Pero despues del hundimiento inicial, habia intentado resurgir de mis cenizas y reinventarme. Habia decidido dejar atras de una vez por todas mi adiccion a los hombres casados y hacerlo en un lugar nuevo y diferente. Al principio todo habia ido peor de lo previsto: mi alojamiento en E. --el pueblo al que habia escapado y donde mi difunta tia abuela Juani habia vivido-- se caia a pedazos y, aparte de eso, al dia siguiente de mi llegada me despidieron, por email y sin derecho a paro. Sin embargo, hubo algo que me sujeto e impidio que cayera en un pozo negro sin fondo: ese algo era alguien en realidad. Era Patrick, un conde ingles que tenia un palacio en E. Patrick me contrato para que gestionara su palacio como alojamiento rural, porque el no vivia en E. y tenia que volver a Inglaterra. Fue mi bote salvavidas, ya que me soluciono el problema del alojamiento y el trabajo. Pero tambien fue mi alegria y mi tentacion. Alegria, porque nada mas conocerlo senti la atraccion mas grande que habia sentido hacia un hombre en toda mi vida. Y tambien porque el tiempo que pase junto a el, durante el mes que permanecio en E. hasta su vuelta a Inglaterra, fue el mas feliz de mis ultimos anos, por no decir de mi vida entera. Pero fue tambien mi tentacion, porque Patrick estaba casado y yo habia huido a E. con una unica mision: no volver a tener una relacion estable con un hombre casado. A pesar de eso, disfrutamos de nuestro mes juntos y tuvimos incluso una ultima noche de amor --la mas maravillosa de mi vida-- como colofon a una historia que, aunque imposible, siempre guardariamos en nuestro recuerdo y nuestros corazones. Este bonito cuento es el que me contaba a mi misma todos los dias desde la partida de Patrick, y cuando los pensamientos me llevaban al ultimo punto, juro que oia violines y flautas en mi mente, como si fuera la protagonista de todas esas peliculas romanticas a las que era adicta. Peliculas que acababan mal, pero que, a la vez, te llenaban el alma de inmensos sentimientos desbordantes. Si, lo cierto es que los primeros dias despues de la partida definitiva de Patrick, en vez de hundida, me senti especial. Fuerte y privilegiada, por haber vivido lo que habia vivido junto a Patrick y tambien por haber resistido y haberme demostrado a mi misma que una nueva Katia habia nacido. Pero luego vino el whatsapp de Patrick, a pesar de que nos lo habiamos prohibido, (el habia sido mas debil que yo), y junto con los mensajes que intercambiamos, desaparecieron los violines y las flautas. Porque es duro llegar a los treinta y nueve anos y darte cuenta de que toda tu vida amorosa ha sido un autentico desastre, pero mas duro aun es darte cuenta de que la vida te ha ofrecido una nueva oportunidad y tu la has echado por la borda por imbecil. Capitulo 2 La frase de whatsapp demoledora llego dos semanas despues de su partida. Me quede paralizada mirando la pantalla del movil. Y juro que tarde mas de cinco minutos en entender que queria decir aquello que acababa de enviarme Patrick. Y eso que si no la lei cien veces, no la lei ninguna: " Katia, acababa de llegar de hacer 10 km corriendo… Cansado, dije CANSADO". La lei incluso en alto, para ver si escuchandome a mi misma terminaba de asimilarla . Pero, ?como iba a asimilar que habia sido una imbecil integral y habia mandado mi vida a la mierda por un malentendido? Cuando al final mi cerebro quiso aceptar lo que estaba leyendo, al cabo de aquellos cinco minutos interminables en los que ninguno de los dos escribio nada mas, a pesar de que sabiamos que el otro estaba esperando al otro lado, eso mismo es lo que empece a decirme a mi misma machaconamente: "Imbecil, imbecil, imbecil, imbecil, IMBECIL". Al principio solo en mi cabeza, pero enseguida en alto, cada vez mas fuerte, cada vez mas enfadada, mientras daba vueltas alrededor de la mesita sobre la que habia colocado el movil, que era el hilo que me unia a Patrick Despues de otro par de minutos flagelandome e insultandome a mi misma con palabras mas gruesas que aquella primera que me habia venido a la mente, me di cuenta de que con aquello no iba a arreglar nada y, ademas, estaba claro que tenia que responder al ultimo mensaje, porque Patrick, aparte de alucinando, estaria esperando una explicacion. Pero, ?que le podia decir? !!!???Que habia entendido mal una palabra que habia dicho el y en base a eso me habia montado una pelicula segun la cual nuestro amor era imposible???!!! Al final cogi el aparato y escribi lo unico que podia decir: "Patrick, lo siento, entendi que estabas casado y por eso me aleje de ti". Patrick tardo otros cinco minutos en responder, supongo que pasando por su propio proceso de asimilacion. Cinco minutos que se me hicieron eternos y en los que llegue a rezarle a mi padre, a mi tia Juani y a todos los santos que se me pasaron por la cabeza. Les pedi, por favor, que nos dieran una segunda oportunidad, que nuestro amor no podia acabar asi, que no era justo. Al final, la respuesta de Patrick llego, pero no en la direccion en la que habian ido mis ruegos. "Katia, no lo entiendo, bueno, si entiendo que me malinterpretaste el primer dia que nos conocimos, pero no entiendo que durante todo el mes que hemos pasado juntos no te hayas dado cuenta de que se habia tratado de un malentendido. En ningun momento volvi a mencionar que estaba casado ni el nombre de mi mujer (porque no la hay, claro)". Y ahi empezamos una nueva conversacion por whatsapp que nos quedo asi: "Es verdad que no volviste a utilizar la palabra casado, pero crei entender que utilizabas eufemismos para no nombrar el tema". "?Eufemismos?, sigo sin entender, explicate". "Decias: "mi vida en Inglaterra", y yo pensaba que te referias a tu mujer". " Me referia a mi trabajo, mi palacio, mi madre... y todos esos ambitos de mi "vida en Inglaterra" de los que te hable cantidad de veces, ?por que no iba a hablar de mi mujer si la hubiera tenido?" "Si Patrick, que tienes razon, que visto asi no tiene sentido, pero para mi la palabra casado es tan fuerte y tiene tantas implicaciones, que pense que a ti te ocurria lo mismo y por eso no la queria volver a decir en alto". Al llegar a ese punto, Patrick se tiro otro buen rato sin contestar, hasta que por fin llego su siguiente mensaje: "?Por que es tan fuerte para ti la palabra casado?" Y entonces fui yo la que espere un tiempo, porque aquello me iba a resultar mas dificil de lo previsto. Durante nuestro mes juntos yo habia creido entender que el estaba en la misma situacion que yo y que, por tanto, todas las medias palabras y eufemismos que utilizabamos eran compartidos. Al igual que cuando el decia "Mi vida en Inglaterra" yo entendia "mi esposa", yo daba por hecho que cuando yo le decia "ya he pasado antes por esto, no quiero repetirlo", el entendia que yo habia tenido relaciones estables con hombres casados. Pero, evidentemente, no habia sido asi y ahora su pregunta directa me obligaba a contarle el tipo de vida que habia llevado yo antes de conocerlo. El tipo de mujer que era. Pero, si ni siquiera mi madre y mis amigas lo sabian, ?como se lo iba a contar al que consideraba el amor de mi vida? Si mi metedura de pata habia sido antologica y habia mandado nuestra incipiente relacion a la mierda, aquello podia acabar sepultandola . En cualquier caso, si habia un resquicio de recomponer lo nuestro, tenia que ser con las cartas boca arriba y con la verdad por delante, asi que trague saliva y me dispuse a contarle la verdad. Aunque muy poco a poco. "?Recuerdas que te dije que no podia repetir errores del pasado?" "Si." "Pues eso es lo que me recordaba la palabra "casado": mis errores del pasado". "?Quieres decir que el desengano amoroso que te trajo a E. era un hombre casado?" "Si"

  • No te soporto, vecino de Olympia Russell

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    Si sumo el tiempo que he perdido buscando las llaves en el bolso, creo que me sale un mes de vida. Por lo menos. He probado de todo para evitar esa perdida de tiempo: he tenido bolsos enormes, con bolsillos interiores que mentalmente he reservado para las llaves; bolsos medianos, para meter lo fundamental; enanos, donde se supone que solo caben las llaves, el movil y la cartera. Nada que hacer. Al principio soy disciplinada, y dejo las llaves donde he decidido que tienen que ir, para encontrarlas a la primera. Pero mas pronto que tarde, acabo soltandolas dentro del bolso, sin ton ni son. Y luego: a perder el tiempo buscandolas. Hoy es diez de marzo y, con el estres que he tenido en el trabajo, cuando llego al portal intuyo que la pesca de llaves va a ser dura. Efectivamente, ya llevo mas de un minuto buceando a ciegas con la mano. He sacado tres pintalabios, un pintaunas, dos panuelos de papel -sin usar, pero fuera de su paquete-, el recogedor del pelo que llevaba meses buscando, una entrada de cine de hace tres meses ("Mujercitas", !como me gusto!), pero de las llaves, nada de nada. Hago sonar el bolso y si, ahi estan, asi que solo me queda el ultimo recurso, el que mas odio, pero el unico efectivo cuando ya estoy desesperada: darle la vuelta al bolso y dejar caer su contenido sobre la acera, frente al portal. Me agacho y volteo el bolso. Y, por fin, entre el revoltijo de objetos que han caido sobre la acera, diviso las llaves. En ese momento oigo un carraspeo. Desde mi posicion en cuclillas miro hacia arriba y hacia atras. Hacia el lugar del que ha venido el ruido. Y ahi esta. El tio mas imbecil del mundo. Mi vecino . Aunque solo llevo cuatro meses viviendo en esta casa, ya me lo he cruzado suficientes veces para comprobar que lo es. Imbecil. Y maleducado. Es el tipico pijo estirado y clasista, que el primer dia que nos cruzamos no me miro a mi, sino a mi uniforme, y decidio que yo era un ser insignificante que no merecia ni un saludo. Aunque despues de dias y dias de saludarle yo, y de recibir un "nada" a cambio. he conseguido que ultimamente me responda con algo parecido a un grunido. Que conste que lo he hecho por tocarle las narices, no porque me importe. Pero bueno, el caso es que ahi lo tengo. Es la ultima persona a la que me gustaria encontrarme en esta situacion. Agachada en una postura ridicula, con el cuello girado mirandole como una boba, con todos mis cachivaches en la acera y el bolso que compre hace un mes en el chino volcado boca abajo. El tio me mira desde arriba. Muy arriba, porque es alto. Y mueve sus cejas y suelta el grunido con el que me suele saludar. Y yo suspiro. !Vaya imagen ridicula debo estar dando!. Ademas de darle municion para que siga despreciandome. Pero no es momento de lamentos, sino de ser practica. Asi que decido aprovechar que va a abrir la puerta y recojo mis cachivaches con prisa y los meto en el bolso a barullo, mientras oigo como saca sus llaves. Ya estoy levantandome cuando oigo que abre la puerta y entonces, no se por que, se me ocurre decir algo para no quedar tan ridicula: -Que bien que ... No termino la frase, porque en ese momento, ya de pie, la puerta me da en las narices. Capitulo 2 Hace cuatro meses recibi la llamada de un abogado. Tuve que hacerle repetir tres veces cual era su oficio, porque antes nunca habia hablado con ninguno. Ni se me habia ocurrido que tuviera que hacerlo. Yo soy cajera de super. Voy al trabajo en metro. Me cuesta llegar a final de mes. Me gusta charlar con mis amigas, pasear por el retiro en mis horas libres, leer novelas romanticas y..., poco mas. ?Por que iba a necesitar yo un abogado? ?Por que iba a necesitar llamarme ninguno? Enseguida se me ocurrio que la llamada podia tener que ver con Alfonso. Mi ex. Es lo mas cerca que he estado nunca de los bajos fondos (que es donde se necesitan abogados ?no?). Aunque creo que fumar porros a todas horas no es un delito... Ademas, Alfonso ya llevaba nueve meses en Australia, haciendo lo unico que le gusta hacer: surfear a todas horas. Y fumar porros. Lo que no se me ocurrio en ningun momento es que los abogados pudieran llamar para dar una buena noticia. Y que eso me podia ocurrir a mi. Pero es precisamente lo que sucedio. Unas horas despues, en el despacho de Luis Urdaniz, el abogado en cuestion, me entere de que acababa de heredar un apartamento en el centro de Madrid. El pobre hombre necesito mas de diez minutos para hacerme comprender que aquello era cierto. La noticia era tan absurda para mi, que lo unico que entendia de todas sus palabras era un nombre: Elisa Monreal. La tia Elisa. La unica hermana de mi madre. La mujer guapa y elegante que nos visitaba muy de vez en cuando. Siempre carinosa y divertida, pero con la que apenas teniamos trato: --Elisa es asi, cielo --me solia decir mama --, lo bueno es que no hay que preocuparse de ella, se busca muy bien la vida sola. La tia Elisa habia muerto hacia unos meses, un ano despues de mama. Habia ido a su funeral, en una iglesia elegante del centro de Madrid, como habia dejado ella arreglado por escrito, al que habia ido muy poca gente: las dos primas de mama y yo, por parte de la familia (no eramos mas), y unos pocos desconocidos con los que no hablamos. Y eso era todo lo que habia sabido de ella antes y despues. Y la verdad es que no me habia extranado nunca. Nuestra familia era asi. Mama y yo, solas, siempre. La tia Elisa, alguna vez. Y las dos primas, de pascuas a ramos. Asi que el senor Urdaniz tuvo que esforzarse bastante para que yo asumiera la noticia. La buena noticia. --Senorita, no se como consiguio su tia ese apartamento. Solo se que esta todo en regla. Que hay un testamento. Que el apartamento ahora es suyo. Coja las escrituras y las llaves, por favor -- me dijo el hombre, ya desesperado, despues de mi bombardeo de preguntas y objeciones. Pero es que me resultaba muy dificil asimilar que yo, una chica de barrio humilde, hija de madre soltera, acostumbrada a no tener nunca dinero y a trabajar desde muy joven para sobrevivir, pudiera heredar nada que no fueran problemas. En cualquier caso, el hombre consiguio hacerme firmar los documentos legales, me dio las llaves y las escrituras y me acompano hasta la puerta (me empujo casi). Y asi me encontre al otro lado, en un portal elegante, con las llaves de un nuevo apartamento en la mano y mil preguntas sin respuesta. Bueno, y otra cosa mas. Junto a las llaves y las escrituras del piso, el hombre me habia dado un sobre pequeno que al principio me habia pasado desapercibido. Le di al automatico de la luz, porque me habia quedado a oscuras, y lei la nota que habia dentro: "Hola sobri guapa (la tia siempre me llamaba asi). Eres mi unica familia, asi que el apartamento que Leandro me regalo es para ti. Ya lo he dejado arreglado para que no tengas que pagar ni un impuesto ni nada. Pero ya no me queda nada mas, me lo he fundido todo. Espero que no te importe. Ah, tambien te quiero dejar un consejo: el amor es lo unico que importa."

  • Duelo de seduccion (Hermanas Arlington 1) de Olympia Russell

    https://gigalibros.com/duelo-de-seduccion-hermanas-arlington-1.html

    Aidan O'Sullivan, coronel del ejercito britanico y Baronet de Howth, llevaba dos semanas de juerga en Londres. Dos semanas durante las cuales el desenfreno y los excesos habian sido la norma. Y no, esa no era la forma de actuar habitual para Aidan, pero si era la forma de comportarse cuando decidia divertirse. Para Aidan la vida no tenia termino medio: o era un perfecto caballero o era un perfecto canalla. La primera parte, la de caballero, era la que ocupaba la mayor parte de su tiempo, y la reservaba para su trabajo y para su vida oficial relacionada con su estatus social. Aidan era uno de los coroneles mas respetados del ejercito britanico. Todos los mandos superiores que habian trabajado a su lado decian maravillas de el, y eran muchos los que se lo disputaban para llevar a cabo misiones en el ejercito. Y lo mismo ocurria con los hombres a su cargo. Aidan era el oficial mas respetado por sus soldados, el unico al que jamas le discutian una orden, al contrario, conseguia que sus hombres lo siguieran a misiones que otros regimientos se habrian resistido a llevar a cabo. Todo esto lo conseguia gracias a su caracter. Era respetuoso con todos pero tambien era el mas valiente, el primero que se lanzaba a la batalla y servia de modelo para sus soldados. Respecto a las ocupaciones asociadas a su estatus social, era tambien un noble muy respetado. Hijo unico del III Baronet de Howth, ya fallecido, habia heredado el titulo y dos propiedades: un apartamento de soltero en Londres y un magnifico palacio rodeado de hectareas de terreno a cincuenta kilometros de la capital. Pero Aidan era un hombre de accion y preferia su vida en el ejercito a la gestion de sus propiedades y tierras. Tampoco era muy amigo de los bailes y ceremonias asociados a su estatus social, aunque, cuando era indispensable, cumplia con sus obligaciones sin tacha. Por eso siempre se presentaba en las recepciones reales, donde solia ser admirado por su porte y saber estar. Y tambien acudia a los pocos bailes que no podia esquivar. Esta era la parte que menos le gustaba de su vida, pero aceptaba que era el peaje que tenia que pagar por tener el titulo que tenia, y lo cierto es que lo hacia con elegancia . Pero luego estaba su lado canalla. Y salvaje. Este salia solo cuando decidia divertirse. Lo hacia tan solo seis o siete veces al ano, quince dias seguidos como maximo, pero cuando llegaba el momento, que solia coincidir con los permisos del ejercito, no habia quien lo parara. Aidan se conocia todos los clubes y garitos de juego, bebida y sexo que habia repartidos por Londres, desde lo mas exclusivos, para caballeros nobles como el, hasta los mas sordidos. Habia visitado todos y en todos habia disfrutado de los placeres que se ofrecian. Respecto al juego solo tenia una norma. Durante los meses de formalidad iba reservando una cantidad de dinero para las apuestas, y cuando llegaba el momento del desenfreno se lanzaba a utilizarla hasta que no le quedaba ni una libra. Algunas veces habia dilapidado todo en un solo dia, otras, tenia suerte y acababa su temporada de desenfreno con ganancias incluso. Ganancias que apartaba para la siguiente quincena de juerga. Respecto a la bebida, el unico limite era no perder el sentido. El mismo controlaba los efectos que el alcohol producia en su cuerpo y cuando veia que empezaba a descoordinar, lo dejaba, para volver a beber de nuevo en unas horas. Y finalmente estaba el sexo. Y ahi no habia limites ni lineas rojas. Se acostaba con varias mujeres cada noche y no necesariamente de una en una. Tenia un par de amantes mas o menos oficiales entre las cortesanas mas selectas de Londres, aquellas que solo se acostaban con nobles, pero no les hacia ascos a las jovenes de los garitos mas inmundos del puerto. El sexo para el era una medicina, ademas de una necesidad fisica. Lo necesitaba como respirar. Y, aunque no dudaba en llevar a cabo las fantasias mas atrevidas y extremas, siempre lo hacia previo acuerdo con las mujeres, asi que siempre era bienvenido. Aidan ademas era un hombre muy atractivo. Alto, con la piel bronceada y los musculos muy marcados, fruto de sus ejercicios al aire libre en el ejercito, tenia una melena de color azabache que solia llevar recogida en una coleta y unos ojos negros profundos y grandes, que le hacian muy atractivo y misterioso al mismo tiempo. Asi que las mujeres se derretian a su paso. El, sin embargo, se cuidaba mucho de relacionarse con mujeres en edad casadera, solo se acostaba con cortesanas de pago o con mujeres casadas que no tenian ni una intencion de dejar a sus maridos. Aquello le habia traido algo de incomodidad en sus anos mas jovenes, cuando habia empezado a acudir a bailes de presentacion de jovencitas, que no eran mas que mercados para buscar marido. Al principio se habia sentido agobiado por los requerimientos de las jovenes y, sobre todo, de sus madres: todas le veian como el futuro marido perfecto, pero con el tiempo habia aprendido a capear esos momentos con dos tacticas: primero, acudiendo al menor numero de bailes de ese tipo posible y segundo, dejando pasar el tiempo sin comprometerse con ninguna. Ahora ya tenia treinta y cinco anos y practicamente todas las jovenes de su estatus en edad casadera habian renunciado a cazarlo. Era publico y notorio que el Baronet de Howth no queria hacerlo y las jovencitas recien presentadas y, sobre todo, sus madres, no querian perder el tiempo con el y perder de esa manera la posibilidad de cazar a otro. Pero esto no queria decir que pasara desapercibido. Al contrario, las pocas veces que Aidan acudia a los bailes, todas las miradas femeninas se centraban en el. Era tan apuesto y tenia tal halo de "imposible" que no habia mujer que no suspirara ante sus encantos y lo deseara internamente. A estas alturas de su vida, era vagamente consciente de ese efecto. Al principio, de joven, se habia sentido halagado, pero ahora estaba tan acostumbrado que casi ni se daba cuenta. En cualquier caso, consciente o no, lo que tenia claro y en lo que jamas habia flaqueado era en el tema de no casarse. Le importaba un bledo que sus propiedades y tierras no pasaran a manos de un hijo suyo, asi como el titulo de Baronet de Howth. Tenia un primo segundo en Irlanda que estaba deseoso de que eso ocurriera, ademas y, aunque el no tenia apenas relacion con el, no le hacia ascos a la idea. ?Que le importaba a el lo ocurrido despues de muerto?, solia decir a menudo, para gran escandalo de los nobles que le escuchaban, ya que para un noble no hay objetivo mas importante en la vida que ese: el asegurarse de que el titulo y las posesiones pasan de padres a hijos. Pero Aidan tenia una razon muy poderosa para no casarse y, por tanto, no conseguir un heredero legitimo. Una razon que era, de hecho, el unico nexo comun que habia entre sus dos vidas, por muy dispares y antagonicas que fueran, entre el Aidan caballero y el Aidan calavera: su total y absoluta falta de interes por las mujeres.