• nina klein - Nina Klein

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    E PROLOGO CHLOE l club Poison se veia de forma totalmente diferente a la luz del dia, cuando estaba cerrado. No habia nada del misterio, la seduccion, el calor, el deseo que lo empapaba todo durante la noche. Para empezar, las luces del techo estaban encendidas, creando la sensacion de que uno estaba en una especie de teatro vacio. En el ambiente flotaba un ligero olor a desinfectante, el rastro que quedaba despues de que el equipo de limpieza se hubiese pasado aquella manana. Salia una pasta hacer ese tipo de limpieza y desinfeccion profunda todos los dias, pero por una parte era necesario, y por la otra, dinero no era lo que les faltaba en el club, con las cuotas que cobraban a los socios y el numero de socios que tenian. Ese era un de los problemas: el numero de socios habia llegado a su tope. Los duenos nunca habian querido que aquello se masificara y el numero maximo de socios era un numero manejable, que hacia que en los dias de mas aforo --los viernes y los sabados-- se pudiese estar tranquilamente en el club, sin agobios. Asi que la lista de espera era kilometrica, y solo se abria una vacante cuando un miembro abandonaba el club, que no era tampoco muy a menudo. Mi idea venia un poco a mitigar ese problema. A "liberar" un poco el club, para que quizas pudieran admitir un grupo mas de socios. A diversificar, tambien. Y a hacerlo mas interesante. Respire hondo y me alise la americana que llevaba. Me habia vestido como cualquier dia en la oficina: unos pantalones negros de tela, rectos, mis "zapatos de oficina" --negros, de piel, no mucho tacon, comodos-- y una americana gris de pata de gallo. Llevaba uno de mis bolsos mas grandes al hombro, de donde sobresalia la carpeta de cartulina marron con la propuesta que estaba a punto de hacer a los duenos del club Poison. Respire hondo de nuevo, y mi amiga Caroline se dio la vuelta y se paro en medio de lo que era la pista de baile, el suelo negro brillante reflejando la luces del techo. --?No me digas que estas nerviosa? Era ella quien me habia abierto la puerta del club, y quien me acompanaba en el camino hacia las oficinas. Eran las tres de la tarde, y todavia faltaban horas para que abriese el club. --Un poco --reconoci. --Pero si solo son Mark, Paul y Derek. No le faltaba razon: al fin y al cabo les conocia desde hacia mas de un ano. Pero una cosa era ser amigos, tomarnos una copa de vez en cuando y hablar de nuestras vidas, y otra hacer negocios juntos. No queria que pareciese que me estaba aprovechando de la amistad. --No es lo mismo --dije, por fin--. Esto son negocios. Ademas, no estoy muy segura... igual es una idea ridicula. Caroline me sonrio. --Estoy segura de que es una idea genial. De todas formas, no estes nerviosa: si les gusta la idea bien, y si no, tambien. Yo tambien sonrei, mas para darme valor que otra cosa. --Okey. Seguimos avanzando por el club, los tacones de Caroline resonando en el suelo de marmol. Habiamos recorrido un largo camino, desde que eramos companeras de trabajo en una oficina horrenda, con cubiculos enanos y grises y luces fluorescentes en el techo. Hacia ya dos anos de aquello: un dia, Caroline estaba quejandose de las horribles citas por las que habia pasado gracias a --o por culpa de-- una app de citas que tenia instalada en el telefono. La decepcion, la incertidumbre... fue entonces cuando le di la tarjeta del club. No estaba segura de que fuese a ir --ella tampoco--, pero no solo habia acudido, sino que ademas habia acabado con uno de los duenos del club, Mark. Ahora estaban prometidos. Aparte de eso, Caroline trabajaba en las oficinas del club, llevandoles la contabilidad. La de vueltas que daba la vida. Yo habia acabado cambiando de trabajo. La oficina era todavia mas gris e insoportable cuando no tenia a Caroline para hablar en los descansos del cafe. Pero aunque el nuevo trabajo era menos gris y menos insoportable, seguia siendo bastante aburrido, la verdad. Quizas la culpa no era de los puestos de trabajo, sino de la profesion en si: ser contable no era lo mas apasionante del mundo. A no ser que fueras la contable de la mafia, en ese caso estoy segura de que el trabajo era una montana rusa de diversion. Sacudi la cabeza a uno y otro lado. Cuando estoy nerviosa se me ocurren todo tipo de tonterias. Tenia razon Caroline, de todas formas: era absurdo estar nerviosa. Simplemente habia tenido una idea, y necesitaba a los duenos del club para llevarla a cabo. Si les gustaba bien, y si no, tampoco pasaba nada. No tenia nada que perder. No tengo nada que perder, me repeti mientras seguia a Caroline por las escaleras de hierro que conducian a las oficinas. Y al final funciono: volvi a respirar hondo, y se me quito el nerviosismo de golpe. * ESTABAN todos en la sala de reuniones, conversando animadamente: Mark, Paul, Derek y Monique. Paul estaba haciendo cafe en la cafetera de capsulas que habia en una mesa junto a la pared. Derek y Monique estaban sentados juntos, como siempre, unidos por la cadera. Era curioso, porque cuando Derek llego al club, a Monique --que en aquel entonces trabajaba de guardarropa -- le cayo mal al instante. La antipatia no habia durando mucho, de todas formas. Ahora Monique trabajaba de manager, era quien se preocupaba de que todo saliese bien y funcionase como la seda cuando el club estaba abierto. El trabajo le iba como un guante, era la mejor relaciones publicas que habrian podido encontrar, y ademas el club daba un monton de trabajo. Cuanta mas gente se ocupase de el, mejor. La unica ausencia era Amanda, que aunque tambien estaba unida a la cadera con Paul, estaba estudiando para uno de sus examenes de derecho. Seguia trabajando de camarera en el club, porque le dejaba casi todo el dia libre para ir a clase y estudiar, y porque ademas le gustaba trabajar con Paul. No era como si necesitara vigilarle, ni nada de eso: los dias en los que Paul se tiraba a todo lo que se movia habian terminado. --!Chloe!--. Paul me saludo como si hiciese anos que no me veia, cuando le habia visto la noche anterior--. ?Que quieres? Le pedi un cafe solo, y me sente. Paul sirvio los cafes, Caroline se sento al lado de Mark, y cinco pares de ojos se volvieron a la vez hacia mi, expectantes. --Somos todo oidos --dijo Mark. Volvi a respirar hondo, sonrei y empece a hablar. LA IDEA ERA MUY SIMPLE, realmente. Habia empezado a darle vueltas unos meses atras, justo despues de cierto episodio que habia tenido en el club. No me importaba decirlo: habia sido una noche maravillosa donde conoci a un grupo de hombres tambien maravillosos. Antes de eso, estaba aburrida, pensando en darme de baja del club. Aquel dia habia conseguido realizar mi fantasia mas antigua, si, pero tambien me di cuenta de que habia sido por casualidad. Conoci a cuatro hombres perfectos que tenian la misma fantasia que yo. Un golpe de suerte, vaya. Poison era lo que era, un club de sexo: un lugar donde pasar la noche, donde ir a desfogarse en un ambiente seguro. Si, uno podia cumplir sus fantasias, si no eran muy complicadas, si tenia suerte y era una de las cosas que se ofrecian aquella noche. Trios, orgias, vouyerismo... no habia ningun problema. Pero repito: tenia que surgir la oportunidad, y ademas una tenia que tener... cierta tendencia al exhibicionismo, por llamarlo de alguna manera. No habia mucha intimidad. Es cierto que habia habitaciones privadas, pero el contacto tenia que iniciarse de alguna manera. Mi idea era ir un poco mas alla: ofrecer un servicio especificamente orientado a satisfacer las fantasias de los clientes. Tenia que ser un servicio extra que se ofreciese a los miembros mas antiguos del club, a los que fueran mas de fiar. Tenia que haber mas barreras, tambien, para asegurarnos de que fuese un entorno seguro. Y los encuentros no tenian por que producirse en el club: de hecho, la idea es que fueran en un hotel, o un apartamento alquilado, dependiendo de la fantasia y de los participantes. Cuanto mas hablaba, mas me emocionaba: podiamos conectar a diferentes personas que buscasen la misma fantasia, personas con perfiles parecidos, etc. Una especie de agencia matrimonial, conectando a gente con los mismos intereses, pero con fantasias sexuales en vez de matrimonio. Yo me ofrecia para gestionar el servicio, claro esta: ellos ya tenian suficiente con el dia a dia del club.

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    Nina Klein estudió Historia y Literatura alemana y tiene un Máster en ... El año 2008 se unió al equipo de la Feria del Libro de Frankfurt como Jefa de ...

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  • La fiesta de Halloween de Nina Klein

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    E 1 ra la mejor fiesta de Halloween en la que habia estado nunca. No, corrijo: era la mejor fiesta de Halloween que habia visto nunca, incluidas las que salian en las peliculas, en las series y en post varios de Instagram. Alguien se habia gastado una pasta gansisima en preparar todo aquello. Aparte de que estabamos en el hotel mas caro de la ciudad, la decoracion era espectacular: Candelabros con velas (falsas, eso si) colgando del techo y de las paredes, telaranas por todas partes, globos naranjas y negros, guirnaldas negras con murcielagos cubriendo el techo, de lampara a lampara... Habia tambien calabazas talladas con caras e iluminadas por dentro, y millones de lucecitas naranjas adornando todas las esquinas. Un ejercito de camareros circulaba constantemente con bebida y comida de formas y colores terrorificos. Tambien habia comida normal, lo cual se agradecia, porque no me apetecia hincarle el diente a nada con forma de arana negra, la verdad. Ahora mismo tenia en la mano una copa con una bebida roja, que no tenia ni idea de lo que era, pero estaba buenisimo. Algo con zumo de arandanos. Tenia una pajita negra con un murcielago en la punta. Era una pasada. Y siendo la fiesta una maravilla --una pijada, pero una maravilla-- la comida y la bebida abundante, ?que hacia yo en una esquina como una paria? Rebobinemos hasta esa tarde, unas cuantas horas antes. Concretamente tres. Tres horas antes, esa tarde... --NOOOOOOOOO, no y no, no insistas, no seas pesada, he dicho que no y es que no. Mi mejor amiga, Dana, se habia presentado en mi piso de improviso. No me habia avisado de que venia ni nada: me habia llamado al telefonillo abajo y no habia tenido mas remedio que abrirle la puerta. Ahora estaba en mi salon --bueno, en mi salon/dormitorio/cocina, porque vivo en un estudio y lo tengo todo junto, pero bueno: la cama es plegable--, los brazos en jarras, mirandome fijamente para hacerme sentir culpable. Llevaba un disfraz de Malefica, con vestido hasta los pies, capa, baston, gorro con cuernos y toda la parafernalia. Incluyendo los labios color rojo sangre. Era precioso y le quedaba genial contrastando con su pelo rubio, estaba guapisima. --Dijiste que ibas a venir a la fiesta, Emily. Estaba en pijama, tirada en el sofa. Habia tenido un dia agotador en el curro y despues de llegar a casa, lo primero que habia hecho era darme una ducha calentita y ponerme el pijama. Tenia encima de la mesa un carton de palomitas que acababa de hacerme en el microondas, una copa de vino tinto y un capitulo de Buffy Cazavampiros en pausa en la tele. Ademas, en la calle estaba lloviendo y hacia un frio que pelaba. ?Como iba a decir que si a una fiesta? ?Estaba loca? --?Cuando dije eso? --pregunte. --!Hace un mes, cuando te pase la invitacion por WhatsApp! --?Hace un mes? Entonces empece a dudar. Dana cogio mi movil de encima de la mesita y me lo tendio. --!Miralo, ya veras! --Vale, pero deja de gritar. Cogi mi movil a reganadientes, abri el WhatsApp, pinche en el nombre de Dana y busque la palabra "Halloween". Efectivamente, la conversacion era de un mes antes, me lo resalto la app en amarillo: Dana me decia que la habian invitado a una fiesta de Halloween y me paso la invitacion en forma de imagen. Me pregunto si me apuntaba, y le dije que si. Maldita sea, se me habia olvidado completamente. --!Hace un mes! --dije, gritando yo tambien--. ?Y no me lo podias haber recordado? Dana volvio a cruzar los brazos. --Emily, no puedo ir sola, no conozco a nadie... y es una fiesta espectacular, es la mejor de la ciudad, es en el Hotel Continental, tuve que confirmar la invitacion y te puse de acompanante... por favor no me dejes tirada. Me quite la manta de cuadros y senale mi pijama de felpa con estampado de cerditos. --!Mira como estoy, Dana! !Y no tengo disfraz! Eso sin contar que habia hecho un turno de ocho horas de pie en la tienda de ropa donde trabajaba, en pleno centro comercial, que estaba a tope porque era sabado... estaba molida. Mi idea para la noche de Halloween era quedarme vegetando un par de horas en el sofa, pedir una pizza y luego dormirme delante de la tele. --Ya se nos ocurrira algo. Al final me levante del sofa porque por mucha rabia que me diera Dana tenia razon, le habia dicho que iba a ir, era culpa mia. Asi que ahora me tocaba pringar, no me quedaba otra. Empezamos a urgar en mi mini-armario para ver si podiamos improvisar algun disfraz. Dana desenterro una falda de cuadros con tablas de no se cuando, le di permiso para cortarla con una tijera y la convirtio en una minifalda. Luego cogio una camisa blanca. --!Ya esta! !Puedes ir de colegiala sangrienta! ?Tienes pintura roja? --Evidentemente, no. Empezo a mirar a su alrededor y de repente grito otra vez, !ya esta! Dana tenia demasiada energia para mi. Cogio la copa de vino tinto que habia estado bebiendo de la mesita frente al sofa y salio corriendo en direccion al bano, la copa en una mano, la camisa en otra. Tuve un horrible presentimiento. --!Nooooooo! --grite, mientras yo tambien salia disparada hacia el bano. Alli estaba Dana, echandome vino tinto en la camisa blanca, en el lavabo. Me eche las manos a la cabeza. --?Estas colgada? !Que eso no se quita! --Tranqui, ya te comprare otra... es para simular la sangre. Estaba a punto de asesinarla, asi ya no teniamos que simular la sangre... con lo tranquila y a gusto que estaba yo hace un rato, tirada en el sofa. Luego me sento en una banqueta y empezo a cardarme el pelo, y a maquillarme. Cuando termino, me puse la camisa manchada de vino --Dana la habia secado un rato con el secador para que no tuviese que ponermela mojada-- y la falda. --Ya puedes mirarte en el espejo --me dijo. Tenia un espejo de cuerpo entero detras de la puerta del bano, y alli me mire. No me habia dejado que me mirase antes, y ahora sabia por que. Aparte de la falda cortada con unas tijeras y deshilachada en los bajos, y la camisa manchada de vino --que olia a vino que tiraba para atras--, me habia puesto unos calcetines de deporte blancos con dos rayas, una roja y una negra, y unas zapatillas tambien de deporte blancas. Todo eso sumando al pelo cardado y el maquillaje a lo Joker que Dana me habia puesto hacia que diese miedo, si, pero por las razones equivocadas. Aquello no parecia un disfraz. Parecia que me habia caido por unas escaleras, borracha. O que me habia dormido con el maquillaje puesto, borracha. O que me habia puesto el uniforme de la escuela de mi hermana pequena. Borracha. El vino no parecia sangre, parecia vino. Y olia a vino, ademas. --Yo no voy a salir asi a la calle. --Que si, que estas muy bien --dijo Dana, sin hacerme caso, mirando la hora en el movil, nerviosa. --Me voy a congelar, llevo las piernas al aire. Suspiro y fue hasta mi armario. Me lanzo mi abrigo de plumas negro que me llegaba hasta los pies. --Ponte esto para el camino, alli dentro no vas a pasar frio, tienen calefaccion. Se me acabaron las excusas y me di por vencida. --Pagas tu el Uber --dije, enfurrunada, mientras me metia dentro de mi plumifero gigante. --Que si, pesada. Vamonos, que no quiero llegar tarde. ASI QUE ALLI ESTABA: en una fiesta de postin, en el hotel mas lujoso de la ciudad, intentando pasar desapercibida y que nadie se fijase en mi y en mi "disfraz". Me quede en una esquina, apoyada en la pared al lado de unas cuantas calabazas, con una copa en la mano. Si se me acercaba otro vampiro senalandose el cuello y diciendo "muerde aqui" me iba a tirar por la ventana. Ademas, ?no deberia ser al reves? ?No eran ellos los vampiros? Daba igual, no iba a encontrarle la logica. Me estaba aburriendo como una ostra. No quiero ir sola, habia dicho Dana, que no conozco a nadie en la fiesta. Tia, pues a alguien conoceras, porque no la habia visto en toda la noche. Durante la primera media hora habia venido cada cinco minutos a intentar rescatarme, luego se canso y no vino mas. No la culpaba. Estaba de un humor de perros. Y tampoco queria pasarme la fiesta pegada a ella, porque si mi no-disfraz era horrible, al lado del suyo --que era comprado y se habia gastado una pasta, me habia confesado por el camino-- era todavia peor. Al lado de Dana hacia todavia mas el ridiculo. Si eso era posible. SE ME ACERCO OTRO TIPO. Llevaba un traje negro con camisa blanca abierta en el cuello un par de botones, sin corbata... era alto, por lo menos uno noventa, o uno ochenta y pico, y el traje le quedaba perfecto, como a un modelo de catalogo. Tenia un antifaz negro atado en la parte de atras de la cabeza. Miro hacia la multitud por encima de su hombro mientras avanzaba: tenia pinta de que el tambien venia huyendo a ocultarse en la misma esquina que yo. Teniendo en cuenta que me sacaba una cabeza, era normal que no me viese hasta que estuvo tan cerca de mi que casi se tropezo conmigo. Me vio de repente y dio un respingo. Genial. Lo que me quedaba para rematar la noche. Asustar al tipo mas atractivo que habia visto en la fiesta, y en mi vida en general. --Hola. Perdona, no te habia visto --dijo, con una voz grave, como de terciopelo... o de dormitorio. Olia bien, con uno de esos perfumes masculinos que solo pude apreciar porque estaba a dos centimetros de mi. Se separo un poco y me miro de arriba a abajo. --?De que vas disfrazada? Suspire. No tenia ganas de darle conversacion a nadie, pero tampoco queria ser antipatica. Y estaba un poco aburrida de estar sola, tambien. --Voy de "me han traido a la fiesta a ultima hora y no tenia disfraz".

  • Cumpleanos Feliz de Nina Klein

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    C U NO umpleaaaaaanoooooos feeeeeeeliiiiiiiiz... cumpleaaaaaanooooos feeeeeeeeliiiiiiiz... Mientras la gente de la oficina desafinaba a mi alrededor, mire la tarta que me habian comprado entre todos. Le habian puesto velas y las habian encendido. Alli estaban, pinchadas en la tarta, esperando a ser sopladas por mi. Afortunadamente no eran velas individuales, o habrian tapado la tarta entera. Eran velas con forma de numeros. Un cuatro y un cero. Dios dios dios, cuarenta anos. Te deseeeeeaaaaaaamos Tiiiiinaaaaaaaaaaa... En serio, adoraba a mis companeros de trabajo. Eramos como una gran familia y nos llevabamos todos de cine. Al menos en nuestro departamento, que era el mio, porque la jefa del departamento era yo. Pero vamos, que eramos todos iguales, no tenia necesidad de sacar latigos para obligarles a trabajar ni nada. Me caian bien, iba diciendo, mis companeros de trabajo. Lo de la tarta no era peloteo, cada vez que alguien cumplia anos se ponia dinero entre todos, se encargaba una tarta y un par de botellas de vino rosado espumoso --mmmm-- y cantabamos cumpleanos feliz al pobre incauto justo despues de la hora de comer. A veces pienso que mas que por simpatia o buen rollo lo haciamos para comer tarta y beber en horas de trabajo, pero bueno. Servia de las dos formas. No eran mis companeros quienes me estaban incomodando. Era la cifra maldita que estaba clavada en la tarta, en forma de vela. ...cumpleaaaaanoooooos feliiiiiiiiiz. Corono la cancion desafinada una ronda de aplausos, y luego unos cuantos !sopla, sopla! Eso hice, sin pedir un deseo, porque total, lo unico que se me ocurria era no tener cuarenta anos, y tenia delante de mi la prueba --en forma de vela-- de que ese deseo no se me iba a conceder. Asi que sople las velas. Sonrei. Di las gracias. Alguien saco un cuchillo para cortar la tarta. Bueno. Me console pensando que la tarta era de cafe y chocolate, mi favorita. Algo era algo. --?ESTAS bien? Mire a Ana, apoyada en el marco de la puerta de mi despacho, con un plato de papel en la mano con un trozo de tarta. Ana, que trabajaba conmigo y era una de mis mejores amigas, se habia dado cuenta, supuse, de que mi sonrisa era un poco forzada mientras la gente me felicitaba, y de que igual habia bebido un vaso de vino mas de lo normal. O dos. Luego me habia recluido en mi despacho, con el tercer vaso de vino, poniendo la excusa de que tenia trabajo. Que era cierto, pero tambien era cierto que me dolia la cara de sonreir y no tenia muchas ganas de celebrar nada. --Meh --respondi, apoyando el codo en el escritorio y la mano en la cara. Ana se dio la vuelta para cerrar la puerta de mi despacho y se sento en la silla de los visitantes, al otro lado de mi mesa. Cada vez que hacia eso --y lo hacia por lo menos una vez al dia-- se nos iba media hora hablando. Ana era alta, delgada, con el pelo corto rubio platino, super estilosa. Yo era mas, como decirlo... voluptuosa, algo que conseguia mantener a raya yendo religiosamente al gimnasio. Eso si, nunca podria llegar a ser un insecto palo como Ana. Tampoco me quejaba: cintura estrecha --lo mio me costaba--, caderas anchas --no podia hacer nada-- y una talla de sujetador mas que generosa. Pero bueno, tenia musculos en los brazos --solo se veian cuando los flexionaba-- y estaba en forma, eso era lo importante. Tambien tenia el pelo sobre los hombros, castano oscuro que dentro de nada iba a empezar a tenirme porque esa misma manana --?casualidad, el destino?-- me habia visto como siete canas en el espejo del bano. Siete canas, las habia contado. Mi pregunta era, ?donde estaban hasta entonces? ?Habian esperado a mi cuarenta cumpleanos para manifestarse? --?Que te pasa? ?En que estabas pensando ahi fuera? --pregunto Ana--. Estabas como ida... Suspire. Suspirar era algo que parecia que estaba haciendo mucho ultimamente. --Ya sabes, cuarenta --dije, poniendo enfasis en la palabra--. El numero en si, crisis, mediana edad, etc. Ana hizo una especie de pf con la boca. --?Estas de broma? Yo tengo cuarenta y tres, paso de todo. Estoy mejor que nunca. Me encogi de hombros. --Tambien me estaba preguntando si la virginidad puede volver a crecer. Ana rompio a reir con su risa cristalina, que ademas era contagiosa. Me vi sonriendo casi sin darme cuenta. --Lo que necesitas --dijo, bajando un poco la voz, como si no estuvieramos en el despacho con la puerta cerrada y alguien pudiera oirnos--. Es volver al mercado. Torci la nariz. Volver al mercado, que expresion mas odiosa. --No, gracias. --No, en serio, escuchame... --como si tuviera otra opcion. Cuando Ana se sentaba en mi mesa del despacho, hasta que no decia lo que habia ido a decir, no se iba--. ?Por que no pruebas una app de citas? Puedes instalarte Tinder. A mi me va bien --le dio un mordisco al trozo de tarta que tenia en el plato de papel--. O por lo menos la mitad de las veces me ha ido bien. Bueno, me ha ido bien dos veces. Pero es la unica manera de conocer gente. Mire a Ana mientras masticaba la tarta. --?La unica manera? ?Y que hay de malo en salir un sabado por la noche a tomar algo, que te guste alguien, hablar un rato, intercambiar telefonos? Ana elevo los ojos al cielo y luego suspiro. --?Por donde empiezo? Primero, demasiado trabajo. Y segundo, demasiado cansado. Asi es como se conocia gente en el siglo pasado. Tienes que renovarte, Tina... ?Cuanto tiempo hace que te divorciaste? No queria hablar de ello, y menos en mi cumpleanos. --Un ano --dije, despues de titubear un poco. En realidad era ano y medio, a lo que tenia que sumar diez meses de separacion… Dios, mas de dos anos. ?Que habia hecho desde entonces con mi vida? Practicamente nada. Y en el terreno amoroso (por llamarlo de alguna manera), solo acudir a un par de citas a ciegas que mis amigas me habian preparado, en plan tienes que conocer al amigo del cunado de mi companero de trabajo, ya veras es super majo que habian sido un desastre absoluto. Dude un poco, lo que Ana aprovecho para convencerme. --En serio, Tina... tienes que hacer algo. Estas en lo mejor de la vida. No te encierres en casa por culpa del imbecil de James. El imbecil de James era mi exmarido, del que no tenia ganas de hablar. --Me da pereza... --dije, y era verdad. Ahora tenia que empezar a averiguar como funcionaba eso, quedar con gente... buf, solo de pensarlo me cansaba. Con lo bien que se estaba en casa un sabado por la noche, en el sofa, con una mantita, una botella de vino y una peli. En cuanto escuche mis propios pensamientos me di cuenta de que necesitaba ayuda. O eso o comprarme dos o tres gatos y ya terminar con todo, una de dos. --Puedo ayudarte a hacerte el perfil, ensenarte como funciona --dijo Ana, y aquello termino de convencerme. Accedi a reganadientes, sobre todo porque si no lo hacia Ana no se iba a ir de mi despacho. --Bueno... vale. Poco podia imaginarme la que se me venia encima...

  • Un dia de playa de Nina Klein

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    L U N O a brisa del mar me acaricio la piel, cerre los ojos y respire hondo. Estaba mucho mejor en la playa que en la oficina, donde iba a parar. Habia decidido que ese dia --un miercoles por la manana-- era el dia perfecto para ir a la playa. Llegue a esa conclusion despues de ver el dia que se habia presentado en mi ventana nada mas levantarme: soleado y agobiante. La ola de calor duraba ya mas de una semana, y se me estaban agotando las fuerzas. Podia sentir mis neuronas derritiendose ya desde primera hora. Me habia vestido para trabajar, pero la blusa beige y el traje de chaqueta, las medias y los zapatos de tacon de tres centimetros que me habia puesto para ir la oficina se me pegaban al cuerpo. Y solo eran las siete y media de la manana. Asi que hice lo que nunca habia hecho: llame al trabajo diciendo que estaba enferma. No era la primera persona que lo hacia en la oficina aquella semana, pero si era la primera vez que yo lo hacia. Llevaba cinco anos en aquel trabajo y no me habia cogido ni un dia por enfermedad, tambien era verdad que habia tenido suerte y no habia estado enferma, pero tampoco me habia cogido ningun dia para ir al dentista, o de asuntos propios, ni nada por el estilo. Era, y siempre habia sido, la persona mas responsable del mundo. Sin embargo, de repente la sola idea de pasar un dia como aquel metida en la oficina, a pesar del aire acondicionado, se me hacia insoportable. Asi que no tuve ningun problema cuando llame, incluso la secretaria se mostro comprensiva, mejorate, me dijo, mientras yo fingia una tos y tiraba de topicos para hacerlo todo mas creible: el aire acondicionado, ya sabes. Los cambios de temperatura. Sonrei un poco mientras me extendia el protector solar de coco por el brazo derecho, luego el izquierdo. Factor 50. No habia mucha diferencia entre el color de la crema y el de mi piel. No solia ponerme morena, pero siendo abril, estaba casi fosforescente. Aunque tampoco destacaba mucho entre los otros cuerpos diseminados por la arena. Pocos, muy pocos, apenas una docena de personas repartidas por toda la playa: era un miercoles laborable de abril, y eran las diez de la manana, por mucha ola de calor que hubiese. Todos los cuerpos tenian un tono similar al mio, iban desde blanco puro hasta alguna tonalidad de rosa, exceptuando los de los chicos jugando al voleibol a unos metros de donde me encontraba tumbada en la toalla. Suficientemente lejos como para que no me diesen un pelotazo sin querer, suficientemente cerca como para poder deleitarme con el espectaculo. Volvi a mirar en su direccion al oir sus bromas y risas. Universitarios, o al menos esa era la edad y el aspecto que tenian, saltandose las clases. Aunque a juzgar por la piel morena, no era el primer dia que se las saltaban, tampoco. Amparada por las gafas de sol, admire los cuerpos bronceados, ligeramente brillantes de sudor, los musculos de los brazos al golpear la pelota. Eran tres, dos a un lado de la malla, uno al otro lado, al que le estaban pegando una paliza mientras reian. Uno de los chicos del equipo de dos se retiro un poco y saco una botella de agua de una pequena nevera que tenian junto a sus toallas. Habian ido mas preparados que yo, que estaba muriendome de sed, el agua que habia metido en la bolsa de playa se habia recalentado casi antes de salir de casa. Le observe mientras bebia, me fije en su garganta, en su cuello. Le hacia falta un corte de pelo. Se le rizaba un poco en la nuca y le caia sobre la frente. Al terminar de beber me parecio que miraba en mi direccion --el chico tambien tenia gafas de sol-- y sonreia ligeramente. Pero no estaba segura, estaba demasiado lejos para saberlo. Quizas habia visto a alguien detras de mi. Algunas chicas tambien universitarias, quizas, rubias, bronceadas y en forma, que venian a jugar con ellos. Gire la cabeza y mire por encima de mi hombro. No habia nadie, mas que un hombre de unos sesenta anos tirandole un frisbee a un perro. No habia nada de malo en mirar, me dije. Era mi dia de hacer cosas que normalmente no haria. A esa hora --mire mi reloj de pulsera, ya eran casi las once-- estaria en alguna reunion aburrida y horrible, rodeada no de cuerpos jovenes y hermosos, sino de mis companeros de oficina, hombres de mediana edad que habian perdido el pelo --solo el de la cabeza, lamentablemente-- hacia mas de una decada y si su forma de peinarse no me enganaba, todavia no se habian resignado. Con sus barrigas sobresaliendo por encima del cinturon del traje, enganando a sus mujeres habitualmente. No conmigo: ademas de no dejar que me tocasen ni con un palo, y de no creer en las relaciones en el trabajo, increiblemente, con treinta y cinco anos, era demasiado vieja para aquellos tipos de cuarenta y pico y cincuenta, que sonaban con liarse con jovencitas de veinte. Vivir para ver. Asi que decidi seguir alegrandome la vista. No solia ir por ahi acosando a hombres con la mirada, mucho menos a jovenes a los que sacaba probablemente diez anos, quizas algo menos, pero no hacia dano a nadie, recogia material para mis fantasias y, repito, era el dia en el que estaba haciendo cosas que no solia hacer nunca. Asi que le devolvi la sonrisa al chico del voleibol. Vi como volvia a inclinarse sobre la nevera, cogia otro botellin de agua y empezaba a andar hacia mi. Resisti la tentacion de volver a mirar por encima de mi hombro, en caso de que no se estuviese dirigiendo a mi, sino a alguien detras de mi. El joven atractivo se acerco. Abdominales marcados, musculos en los brazos y en las piernas. Se dio la vuelta para lanzar la pelota que tenia en la mano hacia donde estaban sus amigos, y pude admirar la espalda musculada y los biceps flexionandose. Los amigos siguieron jugando mientras el joven se acercaba. Llevaba un banador negro, no uno de esos ajustados --menos mal-- sino uno suelto que le llegaba a la mitad de los muslos musculados y morenos. Mejor no mirar muy fijamente. Volvi a alegrarme, por enesima vez, de tener las gafas de sol puestas. --Hola --dijo, con una voz grave y profunda. --Hola --sonrei. Me tendio el botellin de agua helada.

  • Unas Vacaciones de Ensueno de Nina Klein

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    ?Q U NO ue es el paraiso? Buena pregunta. Me alegraba decir, ademas, que en ese momento podia contestarla. El paraiso es estar tirada en una tumbona, al sol, en bikini, al borde de una piscina, con un mojito helado en la mano. Todo eso en un resort de cuarenta estrellas, super exclusivo y lujoso, en Hawai. Me lo merecia de sobra, despues de los ultimos dos anos horribles que habia pasado: trabajando sin parar, diez o doce horas al dia (a veces incluso mas), y sin vacaciones. Lo peor era eso. No me acordaba de la ultima vez que me habia ido de vacaciones. Lo que si era seguro es que habian sido unas vacaciones infinitamente mas cutres que las que estaba disfrutando en ese momento. Lo bueno --por decir algo bueno-- de trabajar diez o doce horas al dia es que no tienes tiempo para hacer vida social, luego no gastas dinero. Lo mismo podia decir de las vacaciones: lo bueno de llevar dos anos sin cogermelas era que habia podido ahorrar todo ese dinero, mas el dinero que no habia gastando saliendo a ningun sitio, para tener esas vacaciones. Todo aquel trabajo me habia servido para ascender y habia acabado ganando una pasta, asi que pude ahorrar todavia mas. Lo malo era que trabajar todas las horas del dia, fines de semana incluidos durante dos anos, habia acabado quemandome, y llego un momento en que tuve dos opciones: o desconectar de todo y pasar dos semanas sin hacer nada en un sitio como aquel, donde no tenia ni que pensar ni mover un musculo si no queria, o la alternativa: tener una crisis nerviosa y no poder trabajar el resto de mi vida en nada que no fuese cultivar un huerto de vegetales. Habia elegido las vacaciones. La pasta que habia acumulado aquellos dos anos me habia permitido elegir ese sitio. Eh, me habia quedado sin vida social, amorosa y de cualquier tipo: sin vida, en definitiva --bienvenidos al trabajo en una startup--, pero ahora mismo estaba en un sitio que de otra manera nunca me habria podido permitir. ?Merecia la pena? Probablemente no. Pero los dos anos ya los habia perdido --invertido, pense con una mueca--, y ahora estaba alli, calentandome al sol y pensando en nada, la mente completamente en blanco, en el paraiso. Tenia que vivir el momento y descansar, el cerebro y el cuerpo. Ya tendria tiempo de hacer balance cuando volviese a casa. La sola idea de volver a casa, a la rutina que acababa de abandonar, casi hizo que me diera un ataque de panico, asi que respire hondo y deje que el sol me calentara la piel. Estaba, de verdad, en el paraiso: las mejores vacaciones que el dinero podia comprar. El resort era maravilloso, con gusto, super exclusivo, dedicado a profesionales y ejecutivos: nada de familias con ninos, nada de ruido, ni turistas en bermudas floreadas y chanclas. Solo relax y no preocuparse por nada. Masajes, spas, restaurantes, bebidas... todo de lo mejor, y todo incluido en el precio desorbitado que habia pagado para estar alli dos semanas, que podia servir para dar la entrada de un apartamento pequeno en una ciudad no muy cara. No tenia que preocuparme de nada: si queria agua, fruta, comida, que me preparasen una bebida, solo tenia que levantar la mano y llamar a un camarero. Incluso habia un app del resort que me habia instalado nada mas llegar, con mi numero de cliente, para cosas como reservar en el restaurante o pedir que me dejaran comida en la habitacion para cuando subiese de la piscina. O que me lavaran la ropa, o cualquier cosa. Solo tenia que preocuparme de existir. Podia dejar a mi cerebro sin actividad perfectamente. Y eso era lo que estaba haciendo: moverme lo menos posible, no pensar. Descansar. Llevaba alli solo un par de dias y ya empezaba a recuperar mi color habitual, un poco de aspecto saludable. Me habia pasado dos anos practicamente sin ver la luz del sol, encerrada en una oficina sin ventanas, estaba blanca y ojerosa como un vampiro. Abri los ojos detras de las gafas de sol y observe la piscina: de agua salada, una piscina infinita, de esas que no tienen borde y parece que te vas a caer por un precipicio. Solo habia media docena de personas, la mayoria flotando en la superficie, haciendo lo mismo que yo pero en el agua. El resort tenia cinco piscinas en total, y ninguna llegaba a estar llena, nunca. Estaba contemplando si era mucho esfuerzo mover los musculos para refrescarme en la piscina, cuando una sombra cayo sobre mi. --Hola --dijo una voz masculina. No... no no no. Estaba pensando en si podria hacerme la dormida, teniendo en cuenta que tenia las gafas de sol puestas, pero habia movido la cabeza cuando habia oido el hola. No tenia escapatoria. Era la tercera vez que el tipo se me acercaba, y solo llevaba alli dos dias. DOS DIAS. Dos de mis catorce dias de ensueno. Era el tipico ejecutivo, como los dos millones que vomitaba la parada de metro de Wall Street todas las mananas. Estaba super arreglado --sobre todo para estar en una piscina--, con un bronceado que podia ser verdadero o falso, un corte de pelo de doscientos dolares --?cuanto tiempo le costaria hacerse esa especie de tupe todas las mananas?-- y unas gafas de sol de trescientos, sonrisa de dientes blancos --un poco demasiado blancos para ser naturales--, cuerpo cuidadosamente tonificado en gimnasio, banador negro un poco demasiado revelador pero no lo bastante para resultar de mal gusto. Era curioso: puedes sacar al tipo del traje, pero no puedes sacar al traje del tipo. Estaba en banador, delante de mi, sonriendome, y la sensacion era la misma que si llevase traje puesto. No me preguntes por que. Quizas el Rolex en la muneca tenia algo que ver. Un Rolex en una piscina. Me reservaba mi opinion. Digo todo esto porque el tipo era atractivo, de eso no habia duda: en otro momento, otra situacion u otra vida, probablemente no me habria importado que se acercase a decir hola. O que aquella manana hubiese intentando iniciar una conversacion a la hora del desayuno, cuando yo entraba en el restaurante y el salia. O el dia que llegue, esperando al ascensor, despues de coger mi llave en recepcion. En otra situacion, repito, quizas no me habria molestado; pero no en mis vacaciones merecidas por las que habia pagado una pasta, no en mi descanso, no en mi recargar las pilas, no en ese momento de mi vida, no en esa semana. Simplemente, no. Se sento en la tumbona al lado de la mia --menos mal que no estaban demasiado juntas, estaban separadas por una mesita y la sombrilla--, y dijo: --?Descansando? ?No te apetece un bano? No habia respondido a su hola, no porque fuese una maleducada, sino porque no me habia dado tiempo, y tenia miedo de que al responder se lo tomara como una invitacion a hacer exactamente lo que acababa de hacer: sentarse y darme la puta chapa. Conocia a aquella clase de tipos: le daba igual que respondiese o que no. El habia ido a lo que habia ido, y mis sentimientos al respecto, mi opinion, le importaban bien poco, eso estaba claro. Suspire. --No --respondi, con tono de voz helado, y cogi el libro que tenia apoyado en la mesita, al lado de la bebida. Si me apeteciera un bano estaria dentro del agua, porque se andar y meterme en la piscina sola, pense, pero al final no lo dije porque no queria iniciar ningun tipo de conversacion, ni siquiera hostil. Abri el libro por una pagina aleatoria y me puse a leer. A hacer como que leia, mas bien. Era una suerte que me hubiese llevado el libro. No se por que lo habia metido en la bolsa porque no pensaba leerlo, no pensaba hacer nada que requiriese hacer un esfuerzo mental, por pequeno que fuese, poner en marcha mis neuronas, pero en ese momento me servia para ponermelo en la cara e ignorar al tipo. --Bradley. Me llamo Bradley. Aunque puedes llamarme Brad --dijo, con una voz totalmente llena de confianza en si mismo, como si realmente le fuese a llamar Brad, Bradley o de ninguna manera. Hice un sonido de asentimiento, como un mmm mmm, pero ni solte el libro ni me lo quite de la cara.--?Esta bien este sitio, verdad? Me lo recomendo mi broker y tenia buenas reviews online, asi me que decidi a... Deje de escuchar en broker. El tipo segui hablando, demostrando que el hecho de que yo le escuchase o no era irrelevante. A ver. En principio no me importa ser chunga con la gente si es necesario, pero ?por que tengo que hacerlo? Tenia derecho a estar alli descansando. Habia sido todo lo sutil que habia podido ser --esa vez y las dos veces anteriores-- y el tipo no se daba por aludido. No queria tener que decir "por favor, prefiero estar sola". Eso solo iba a llevar a una confrontacion directa, y mas problemas. Pero tampoco queria que me dieran conversacion. Queria descansar y relajarme, joder, y no hablar con nadie. Por eso habia ido de vacaciones sola. No-quie-ro-ha-blar-con-nadie. Igual tenia que tatuarmelo en la frente. No habia ido sola de vacaciones para ligar. Habia ido sola para vegetar, que nadie me molestase, comer lo que quisiera cuando quisiera y la hora que quisiera, moverme si queria y si no queria, no. Descanso total. Rejalacion total. No queria una confrontacion porque al fin y al cabo estabamos en el mismo hotel, era un hotel super exclusivo y no tenia muchas plazas, y me iba a volver a encontrar al tipo seguro. No queria tener que andar evitandole, escondiendome, tener que aguantar que me mirase mal, o encontrarmelo con cara de perro cada vez que fuese a desayunar. ?Tan dificil era de entender? --?...con alguien? Le mire sin tener ni la mas minima idea de que estaba diciendo, o de que me habia preguntado. Habia desconectado hacia ya un rato. Como no me quedaba otro remedio, abri la boca para decir que no queria compania, cuando de repente una voz masculina --otra-- dijo: --Carino, menos mal que te he encontrado. No sabia a cual de las piscinas habias ido. V D OS olvi la vista hacia el recien llegado. Tenia musculos pero no parecia que los hubiese conseguido en un gimnasio, sino cargando con sacos de cemento o cortando arboles, o jugando al rugby. A diferencia del pelma, tenia el pelo despeinado y desordenado, como si no se hubiese peinado al salir de la cama, no se habia depilado el pecho --no era que lo tuviese peludo, lo normal, pero no parecia de plastico-- y no, no llevaba un Rolex en la muneca. De hecho no llevaba reloj, solo una mochila pequena en la mano y una toalla. Tampoco se habia afeitado ese dia, probablemente tampoco los dos dias anteriores. Tambien estaba de buen ver, pero en plan mas relajado, no como si hubiese estado preparandose una hora antes de salir de la habitacion. De todas formas tampoco me fije mucho. Estaba a lo que estaba. El pelma de la tumbona, en vez de levantarse e irse, siguio mirando al recien llegado de arriba a abajo. --?Que has hecho con el anillo? --dijo el tipo nuevo, mirandome la mano izquierda con el ceno fruncido. Tenia las neuronas en modo descanso, pero de repente me di cuenta de lo que estaba haciendo el hombre que acababa de llegar. Me estaba haciendo un favor. --Lo he dejado en la habitacion, corazon --le dije, con la voz mas melosa y absurda que se me ocurrio poner--. No queria que se me perdiera en la piscina... Le lance una sonrisa de oreja a oreja, me la devolvio, y a continuacion ambos miramos a puedes-llamarme-Brad. El tipo todavia se hizo el remolon unos segundos, pero acabo levantandose, murmuro un "nos vemos", o algo igualmente patetico, y se escurrio fuera de nuestra vista. Con suerte, a alguna de las otras cuatro piscinas. Plasta. --Una pensaria --dije, mientras miraba al tipo irse-- que por la pasta que se paga por venir aqui, no iba a encontrarme a babosos de discoteca. --Es un poco dificil --dijo el desconocido, y me volvi a mirarle-- porque, ?como los filtras? ?En el formulario de reserva del hotel? ?Puede por favor marcar esta casilla si es usted un gilipollas? Ademas, tambien hay gilipollas con pasta. De hecho, diria que incluso son mas numerosos entre la gente de pasta. Ya sabes, esa sensacion de que pueden tener lo que quieran cuando quieran... Le mire sonriendo y moviendo la cabeza.

  • Navidad en el Club de Nina Klein

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    P C A P I T ULO 1 or un momento tuve miedo de que el portero no me dejase entrar al club. Le mire, alto y grande, con un traje oscuro y camisa tambien oscura, debajo del letrero con el nombre del club, al lado de la puerta cerrada. Yo no estaba vestida para matar, como el resto de gente que estaba en la puerta, algunos haciendo cola detras de las catenarias, otros parados en grupitos en la acera. La gente no solo estaba vestida de viernes por la noche, estaban vestidos de fiesta: lentejuelas, boas de plumas, brillantina en la piel y en el pelo… Los hombres iban practicamente todos con traje y no habian podido usar mucho su imaginacion: alguna corbata roja, y poco mas. Aquel era un sitio con clase. ?Que llevaba yo puesto? El abrigo negro casi hasta los pies, de corte masculino, que usaba todos los dias. Debajo del abrigo, unos vaqueros pitillos oscuros, unos botines, y un jersey fino negro que era el mismo que habia llevado ese dia a la oficina. Ahora estaba alli, con el pase de socia que no era mio quemandome en el bolsillo del abrigo. Con las prisas, no habia cogido ni bufanda ni gorro, y debia hacer como cero grados. Se me estaban congelando las orejas. Tampoco habia cogido bolso: todas mis cosas -bueno, el movil, las llaves y la cartera, lo unico que llevaba encima- estaban en los bolsillos interiores de mi abrigo. Mire de nuevo al portero que, a pesar de toda la gente que habia en la puerta, me miraba directamente a mi, con curiosidad. Lei el letrero sobre la puerta. Poison. Tome aire. Tenia que entrar. Tenia que saber lo que estaba pasando, necesitaba saber la verdad. ?Que era una neurotica y una desconfiada? Quizas, pero llevaba dos dias sin poder dormir ni concentrarme ni hacer nada mas, y necesitaba salir de dudas. Me quite la coleta que llevaba y me pase los dedos por mi melena negra, para intentar mezclarme un poco mas con el ambiente. Era absurdo, porque llamaba un monton la atencion de todas formas. Sobresalia exactamente por mi normalidad: era la unica persona que no iba de punta en blanco, la unica que no se habia pasado mas de dos horas preparandose antes de acudir alli. Que clase de sitio es este, pense. Bueno, sabia exactamente el tipo de sitio que era. Y por eso estaba alli. Me acerque al portero, nerviosa, con el corazon en la garganta. Me sonrio y me dio las buenas noches. Bueno, por lo menos parecia amable. Trague saliva y le tendi la tarjeta. Paso el escaner por encima. -Que pases una buena noche, Lidia -dijo el gigante. Me imagine que el nombre le habia salido en el escaner, y por eso me habia llamado Lidia. Y no, no iba a pasar una buena noche, porque no iba a socializar, ni a divertirme. Mi objetivo era otro. Y tampoco me llamaba Lidia, la tarjeta con la que iba a entrar al club no era mia. Pero evidentemente no dije nada de eso. Le sonrei de vuelta, o lo intente, musite un gracias apresurado y entre en el club. ?Que hacia alli, un 23 de diciembre, en el club Poison, un club sexual del que no habia oido hablar hasta un par de dias antes? Buena pregunta. Todo habia empezado exactamente entonces, un par de dias antes, en la oficina. TRABAJO en el departamento de marketing de una gran empresa, una firma de moda prestigiosa con oficinas en todo el mundo. Ropa que no me puedo permitir ni en suenos. No gano mal, pero no puedo pagar mil dolares por un jersey o unos pantalones, ya ni hablar de un bolso, que costaba mas del doble. Asi era el mundo de los articulos de lujo. Estaba en la oficina, decia, hablando con mis companeros en el descanso, hablando de lo que iban a hacer por Navidad. Era dia 21 de diciembre, habia un ambiente festivo en la oficina y muchos de ellos se iban directamente al aeropuerto cuando terminasemos la jornada para pasar las fiestas con sus familias. De eso estabamos hablando, de con quien ibamos a pasar el dia de Navidad: habia tres personas que se quedaban solas en la ciudad y estaban organizando una comida navidena para no sentirse tan miserables. -Al final este ano tambien me sumo, chicos… -dije, un poco de bajon. Los dos ultimos anos era lo que habia hecho, mi familia tan desperdigada por todo el globo terraqueo que juntarnos una vez al ano todos en el mismo sitio era practicamente imposible. Aparte, mis padres ya no estaban y mis hermanos tenian sus propias familias y casas. -!Anda! No te habiamos dicho nada porque pensabamos que ibas a pasar las navidades con Henry. Suspire. Eso pensaba yo tambien. Llevabamos saliendo casi un ano y nos habiamos prometido un par de meses antes. La idea era pasar las navidades con el y conocer a su familia, pero al final se habia torcido la cosa. -No, Henry esta en Vermont, se fue hace un par de dias. Iba a ir con el este ano a celebrar las navidades en su casa, con su familia, pero su padre esta en el hospital y la verdad, me ha dicho que mejor no vaya, no es el momento para presentaciones… Era una faena, porque llevabamos casi un ano juntos y aunque conocer a la familia politica siempre era un palo, no me apetecia pasar las navidades sola, la verdad, otro ano mas. Y queriamos poner la fecha de la boda ya, un mes que le fuese bien a todo el mundo. -?Henry esta en Vermont? -pregunto extranada mi jefa, Lidia. En realidad era la jefa del departamento, pero era como una de nosotros, no haciamos distinciones. Solo que ella tenia el despacho grande, en vez de trabajar en un cubiculo como nosotros, y seguramente el triple de sueldo. Aparte de eso, minucias. -Si… ?por que? Habia llevado a Henry a un par de eventos de la empresa, y alli era donde le habian conocido. Lidia tenia el ceno fruncido. -No, por nada… -dijo, y cambio de tema inmediatamente, recomendandonos restaurantes para la comida de Navidad. No me quede satisfecha, pero lo deje correr. Durante el resto de la conversacion me aparto la mirada y no era lo que solia hacer. Cuando se acabo la pausa y volvimos todos a nuestros puestos y ella a su despacho, la segui. Habia dejado la puerta entreabierta. Aun asi, llame antes de asomar la cabeza. -?Se puede? Levanto la cabeza del ordenador y me miro con la cara un poco palida. Entonces supe que no me lo habia imaginado: algo pasaba. -Sara… pasa. Cerre la puerta detras de mi. Las paredes de la oficina de Lidia eran de cristal -literalmente, se veia todo lo que pasaba en su oficina-, pero no queria que nadie nos oyese. -?Que ha sido eso? -?El que? Lidia me miro con cara de nada, intentando hacerse la inocente. Esperaba que no le diese por jugar al poquer, porque iba a arruinarse. No sabia disimular. -Antes, cuando estabamos hablando de que hacer en navidades. Me has preguntado si Henry estaba con su familia en Vermont, como si te extranase… ?por que? Me miro con los ojos muy abiertos, como un ciervo en medio de la carretera. -No, no, solo era un comentario… Estaba empezando a tener una sensacion muy chunga, como un agujero que se abria en mi estomago. -Lidia… pensaba que no pasaba nada, pero tu reaccion no es normal. ?Que pasa? Puedes decirme lo que sea. Trago saliva. -?Has oido la expresion matar al mensajero? -pregunto, sin mirarme directamente. -No voy a matar a ningun mensajero, Lidia. Por malo que sea lo que vayas a decirme. Y, sinceramente, me esperaba cualquier maldita cosa. Mi imaginacion era seguramente peor, mucho peor que la realidad. Entonces todavia no sabia lo equivocada que estaba. La realidad era peor que cualquier cosa que podria haberme imaginado. Lidia me miro por fin, con cara de pena. -?Cuando se supone que se fue Henry a Vermont con su familia? ?”Se supone…”? No empezaba muy bien. Me empezo a latir el corazon a mil por hora. -Hace tres dias. -Tres dias -repitio, como para asegurarse, y empezo a tamborilear con los dedos en el escritorio-. No es la primera vez que le veo, pero pensaba que teniais algun tipo de acuerdo… pero cuando has dicho que estaba en Vermont, he empezado a sospechar que no sabias nada. -?Nada de que? ?Que no es la primera vez que le ves, donde? Me faltaba informacion. Era como si Lidia estuviese hablando en clave, o siendo obtusa a proposito. Al fin suspiro, dejo el molesto tamborileo con los dedos y levanto la vista para mirarme. -Henry no puede estar en Vermont porque anoche estaba en el club Poison. P C A P I T ULO 2 ues muy bien. Me habia quedado igual. -?El club Poison? ?Donde esta eso? No lo habia oido en mi vida, me sonaba a chino. Tambien era verdad que no solia salir muy a menudo de copas, tampoco era como si me conociese todos los clubs de la ciudad. -Te voy a contar algo, pero por favor, que no salga de aqui -dijo Lidia, seria. Hice un gesto de impaciencia con la mano, para que siguiese hablando. -No, en serio. Que no salga de aqui, Sara, porque tu no sabes como es la gente. Me ha costado mucho llegar adonde estoy y no quiero que una montana de cotilleos me entierre y acabe teniendo que irme. Si te cuento lo que te voy a contar es para hacerte un favor, ?me entiendes? Por favor no repitas nada de lo que te voy a contar a continuacion. Es secreto. No lo sabe nadie, ni alguna de mis amigas mas antiguas. -Esta bien, esta bien. Soy una tumba. No lo decia por decir, era una persona discreta. Aunque a aquellas alturas lo que me imaginaba era que me iba a decir que era una espia rusa, o a saber, con tanto secretismo. -El club Poison es un club… de sexo. Levante las cejas. -?De sexo? -La gente va a alli a tener sexo, mayoritariamente con desconocidos, aunque puedes tambien ir con tu pareja a experimentar. -Vale… No sabia donde queria ir con todo aquello.