• libro hecho en saturno - Rita Indiana

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    Luz de oficina, de consultorio. Luz aguada en una capota de nubes pareja que hundia los hombros del horizonte. Luz blanda, como los zapatos ortopedicos del doctor Bengoa. Blando tambien el folder en el que el doctor habia escrito el nombre de su nuevo paciente, Argenis Luna, quien bajaba de un avion de Cubana de Aviacion chorreando un sudor pastoso y frio. Bengoa lo esperaba en la pista, en su arrugada guayabera color champan, con ambas manos en el letrero de tipos bold que habia rellenado impecablemente. Al identificar a Argenis se acerco a tomarle el pulso a la vez que miraba su reloj de pulsera, y mientras caminaban por la pista para ir a buscar las maletas se lo presento a un joven militar que los escoltaba como <>. Contra el fondo gris de la nublazon las palmas retaban al rayo y la centella, a pesar del malestar Argenis penso que era hermoso. El aire estaba cargado y respiraba con dificultad, la nariz le goteaba como una llave abierta. Ya frente a la correa del equipaje, Bengoa anadio, dirigiendose al militar, <>. Las maletas se asomaron por el redondel de la correa al mismo tiempo que Bosch en la conversacion y dieron una vuelta completa sin que Argenis se animara a identificarlas, sin que se animara a interrumpir a Bengoa. Los atributos heroicos que el doctor Bengoa enumeraba orbitaban desde siempre en torno a la leyenda de su padre, y Argenis con ellos, otro satelite mas, como las maletas de tela roja en la correa. No tenia fuerzas para cogerlas, repletas como estaban con las cosas que su madre habia comprado para equipar su desintoxicacion en Cuba. Las senalo con el dedo y se subio la capucha del jaquet para combatir el aire acondicionado y la verguenza que le daba su obvia debilidad. Llevaba meses viviendo en los sofas de los amigos que todavia lo toleraban, su unica propiedad era una mochila Eastpak verde donde llevaba las jeringuillas, la cuchara y un Caselogic con sus cedes. Su madre habia echado toda la parafernalia a la basura, excepto los cedes y la mochila en la que ahora llevaba una botella de Ron Barcelo Imperial de regalo para el doctor Bengoa y una caja grande de Zucaritas. El joven militar los ayudo con las maletas hasta el carro. Los musculos de sus antebrazos apenas se contraian por el peso del equipaje. Fingia entusiasmo por el tema que Bengoa desarrollaba y miraba a Argenis de reojo, como si intentara hallar algo del heroico padre en las ciento veinte libras que aquella primavera sumaban los pellejos del hijo. De lejos, el lada color ladrillo del doctor Bengoa parecia nuevo; ya dentro, y presa de un escalofrio de los que preceden a la diarrea, Argenis calculo la verdadera edad del carro en las grietas del tablero. Llevaba cuarenta y ocho horas sin heroina y habia vomitado en el avion, las azafatas cubanas, con sus uniformes y peinados anacronicos, lucian tan absurdas como las tabletas de Alka-Seltzer que le ofrecian para aliviarlo. El doctor Bengoa abrio la guantera del carro con un golpecito y de alli extrajo una jeringuilla desechable, algodon, un pedazo de goma y una tira de ampolletas color ambar que decian <>. La tira cayo sobre el regazo de Argenis y este noto por primera vez el sucio acumulado en sus jeans. Eran los mismos que llevaba cuando, hacia poco menos de un mes, se mudara a la casa de Rambo, su pusher. Mientras amarraba la goma en el brazo izquierdo de Argenis para hacer saltar la vena, el doctor Bengoa le explico los detalles de su estadia, y luego, al meter la jeringuilla en la ampolleta le dijo <>. Lo inyecto alli mismo, en el estacionamiento del aeropuerto Jose Marti, con la tranquilidad y legalidad que su profesion le permitia y Argenis se dejo hacer como una enamorada mientras taxistas en Cadillacs de otra era iban y venian con turistas de la nostalgia. Argenis habia intuido que su cura seria de dolor y abstinencia; sin embargo, alli estaba, aliviado por completo de sus sintomas, sintiendo como el quimico hacia que las ideas y las cosas perdieran sus aristas, sus filos incomodos, rumbo a La Pradera, una clinica para los turistas de la salud que llegaban a Cuba de todas partes del mundo. El complejo lucia, por lo menos desde fuera, como un economico resort todo incluido, de esos que se llenan de familias de clase media en Semana Santa en Puerto Plata. Las paredes del camino hacia la recepcion estaban decoradas con afiches de solidaridad comunista, Argenis trato sin exito de imaginar un hotel como este en Dominicana. Coloridas serigrafias con mapas y banderas de distintos pueblos del mundo homenajeaban el trabajo medico como un baluarte de la revolucion. En uno, el liquido de una inmensa inyeccion anaranjada entraba en un mapa de Latinoamerica, Haiti era la afortunada vena; en otro momento Argenis hubiera hecho un chiste. Frente al afiche de la inyeccion, una senora mayor con acento argentino pedia informacion a una enfermera sobre la heladeria Coppelia y, a su lado, otra mujer mas joven, en silla de ruedas, que se le parecia, intentaba ocultar bajo una gorrita de Mickey Mouse la calvicie provocada por la quimioterapia. Haydee, como decia el carnet que la enfermera llevaba pinchado en la camisa, no iba uniformada, pero tenia puestos esos zapatos de goma que solo llevan los jardineros y los profesionales de la salud. Unos mocasines a prueba de todo que habian venido de fuera, producto de una noche con un europeo o del agradecimiento de un paciente satisfecho. La enfermera miraba con complicidad sonriente a Bengoa mientras ofrecia detalles historicos de la famosa heladeria a las mujeres. Se saco un pesado llavero de madera del bolsillo con el numero diecinueve pintado y se lo extendio al doctor diciendole <> antes de acompanar a las argentinas a abordar un taxi. El nuevo quimico entraba en Argenis al atropellado ritmo de la conversacion de Bengoa; un torrente de fechas emblematicas de la lucha antiimperialista, recetas para batidas profilacticas, trozos de canciones de Silvio, Amaury Perez y Los Guaraguaos, economia china y estadisticas de beisbol. Tenia la boca seca y las pupilas tan dilatadas que todo a su alrededor lucia como una foto en alto contraste. Se aferro al brazo del doctor para caminar y bordearon la piscina hasta la habitacion 19. La habitacion, que Bengoa habia llamado <>, tenia vista a la piscina y una puerta corrediza de cristal, frente a la cual, en una mesita de hierro adornada con flores de plastico, dos hombres descalzos, uno en pijama y el otro en traje de bano, jugaban a las cartas. El doctor lucho con la cerradura sin dar con el truco que Haydee les habia anunciado mientras Argenis, a traves del cristal, hacia un inventario del mobiliario de su nueva habitacion. Un abanico de techo, una cama twin y una mesita de noche. La puerta de Rambo, su pusher, tambien tenia su truco, para abrirla habia que halar al mismo tiempo que se metia la llave. <>, pidio a Bengoa, y este se hizo a un lado satisfecho con la notable mejoria de su nuevo paciente. Argenis intento una, dos veces, meneando la llave en el bombin como el rabo de un perro alegre hasta que la puerta cedio y el olor a cloro de las sabanas limpias les dio de frente. Privilegio; sentia la palabra en su boca, que hacia los mismos movimientos para la ele y la ge que para saborear y tragar una cucharada de frosting. La decia cada manana tras lavarse los dientes y la cara mientras se ponia el pequeno traje de bano Speedo que su madre habia elegido. Luego nadaba un poco, sin mucho atletismo, y daba un par de vueltas en estilo pecho. Bengoa se lo habia indicado para estimular el apetito y estaba dando resultados. Hacia las ocho Haydee le traia una bandeja con huevos fritos, pan tostado y cafe que engullia en su habitacion sin poder evitar pensar que fuera de la clinica la mayoria de la gente desayunaba un cafe aguado hecho de chicharos y borra vieja. <>, le pedia Haydee con ternura, y se llevaba la bolsa llena de papeles del zafacon del bano para botarla. Argenis se preguntaba si Haydee vivia en La Pradera o si por la noche se llevaba las sobras de los pacientes a su casa. Sus zapatos de goma eran tan higienicos como discretos y no dejaban ver mucho mas alla de la labor que facilitaban. Jamas iban a revelarle lo que Haydee pensaba de los extranjeros con dolares con acceso a lugares y atenciones con los que los cubanos no podian ni sonar. Segun Bengoa, Argenis no estaba en La Pradera por los dolares que su papa le habia hecho llegar en una de sus valijas en el vuelo de Cubana, sino por los meritos revolucionarios de su padre, la carrera politica de su padre, la orbita en expansion de sus atributos. Tras el desayuno leia un poco, sentado a la mesita de hierro, de una copia sin portada de Fundacion e Imperio de Asimov que Bengoa le habia traido y media hora mas tarde estaba de nuevo en el agua. Con los brazos en cruz, de espaldas al borde de la piscina, hacia la bicicleta con las piernas y veia como, poco a poco, el hospital se despertaba, como los enfermos surgian de sus habitaciones con pies perezosos. Solia divertirse pensando que aquel hotel era una vieja pelicula que el proyectaba con el movimiento de sus piernas bajo el agua y desaceleraba la bicicleta como si de una manivela se tratara para que las escenas fluyesen a camara lenta. Siempre lograba el efecto deseado, todos en La Pradera se movian despacio. Si hacia buen sol, para las diez de la manana la piscina estaba llena y Argenis se salia con miedo a contagiarse de alguna extrana enfermedad, otra enfermedad, porque Bengoa le habia hecho ver que estaba enfermo, que la adiccion era una condicion y que estaba alli para curarse. Iba a curarse del consumo, porque la adiccion como tal no tenia cura. <>, le habia dicho entregandole una cajetilla de cigarrillos. Almorzaban juntos todos los dias y fumaban antes y despues de la comida, en la mesita de hierro, mientras veian como a esa hora le daban terapia acuatica a un muchacho rubio con sindrome de Down. Discutian sobre los sintomas de Argenis y luego el doctor regresaba al centro gravitacional de todas sus conversaciones, la Revolucion cubana. Bengoa habia estado en la sierra con Fidel y habia conocido al padre de Argenis durante la Conferencia Latinoamericana de Solidaridad, en el 67. Hablaba de estos eventos con la solemnidad de un predicador, haciendo hincapie en fechas y nombres de parajes perdidos en los que habia curado las heridas, las fiebres, las infecciones y el asma de la carne revolucionaria. Cada dia, Bengoa extraia una muestra del saco sin fondo de sus anecdotas. La porcion de estas memorias era tan precisa como la dosis de Buprenorfina de Argenis, y era evidente que lo llenaban del mismo sosiego que a su paciente su medicina. El recuerdo de aquellos eventos y el recuerdo que de ellos tenian sus sentidos le dilataban las pupilas, le aceleraban el pulso; luego venia el inevitable bajon, que le hacia mirar el agua de la piscina y tirar una ultima linea, por lo general tragica, con la que disminuir lo forzoso de su aterrizaje. <>. Argenis imaginaba la palabra inmolacion latiendo en las venas de Caamano y de sus companeros, la oscura euforia que los habia hecho desembarcar en un lodazal playero del norte de Republica Dominicana a tumbar el gobierno de Balaguer en el 73 con solo nueve hombres. Tremenda nota. Tras el desahogo historico diario de Bengoa solian faltar minutos para las cuatro en punto de la tarde, hora en que sin falta inyectaba a Argenis en su habitacion. Podia hacerlo frente a la piscina pero este preferia relajarse en la cama un rato, mirar el abanico de techo o fijar la vista en una calcomania con la bandera argentina que alguien habia pegado en la puerta corrediza de vidrio. Argenis pensaba que la bandera aludia al Che Guevara, pero Bengoa le explico orgulloso que Maradona habia estado en aquella clinica y le mostro la calcomania como prueba fehaciente de la pasada presencia del astro. La calcomania se habia empezado a despegar y los bordes transparentes habian adquirido, gracias a la suciedad del ambiente, el mismo color ambarino de las ampolletas de Temgesic.

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    6 jul 2018 — La voz de Rita Indiana (Santo Domingo, 1977) resuena poética y transgresora; también atractiva y original. Como cantos de sirena, los libros ...

  • Lugar siniestro de Juan De Haro

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    La Institucion Morris fue convertida en una residencia para estudiantes pese al recelo de los lugarenos. Connie Merril es inscrita a su programa de estudios y comienza a visitar a Patricia Krenwinkel, la psicologa del centro, para contarle que por la noche escucha gritos. La psicologa insiste en que son debido a sus pesadillas. Sin embargo, debajo de la cimentacion del edificio se oculta un viejo secreto, vivo, palpitante, que se estremece por la noche provocando leves temblores. Connie inicia una serie de investigaciones que la llevan a la verdad. ?Que ocurrio? ?Que son los gritos. o de quien?

  • El gran libro de la mitologia de Rosa Navarro

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    ?Te imaginas una diosa que nace cuando cae la semilla de su padre sobre el mar? ?Y un mundo en el que la prision esta en el centro de la tierra?

  • Infinito de Beatriz Gomez Lorenzo

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    Gines Martin, es un trabajador del departamento de tanatopraxia del Anatomico forense solitario y carente de relaciones que solo se permite el recuerdo de Susana cada 7 de noviembre. En esa fecha realiza un pequeno ritual para recordar a su amiga fallecida diez anos antes.

  • Euforia de Xavier Bosch

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    ?Que fue de Dani Santana? El periodista esta enyesado de arriba abajo en un hospital tras un intento de asesinato. En la clinica traba amistad con el Gratu, un jugador de rugby juvenil que ha quedado en silla de ruedas. El Gratu, paciente inquieto y hacker compulsivo, arrastra a Santana a investigar ciertas practicas que han llevado nuestro sistema sanitario a la ruina. Mientras tanto, llega a Barcelona uno de los hombres mas ricos del mundo. El empresario mexicano Roberto M. Faura, lider de la telefonia movil, negocia con el gobierno la instalacion del parque tematico mas grande de Europa. Las protestas ciudada!nas, el intento de saltarse la ley y las condiciones del poder haran tambalear un proyecto que parece vital para reflotar la economia del pais. Pero no todo es como cuentan los periodicos.

  • Demuestrame que me quieres 2 de Sophie Saint Rose

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    Sybil, a punto de terminar un master e iniciar una nueva vida, no puede creerse la proposicion de su cunada. !Estaba loca! ?Trabajar para el egocentrico, creido e irresistible John Follman? No debia estar en sus cabales para sugerirle algo asi. Pero lo malo era que su familia sabia perfectamente como convencerla apelando a su orgullo profesional. Eso y que algo en su interior le decia que trabajar para el seria todo un reto. Ahora tenia que demostrarle su valia.

  • Confia en mi, Silvania de Anais Debeba

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    Cuando Silvania conoce a Lucas, no puede decirse que su vida se encuentre en su mejor momento, mas bien es un autentico desastre. Su marido la abandono y se largo con otra; su madre la machaca y la desquicia hasta decir basta; su trabajo es un toston y la nevera se ha convertido en su mejor aliada. Si a eso le sumamos una vida sexual en estado vegetativo, Silvania tiene todos los ingredientes necesarios para fabricar una bomba depresiva a punto de estallar. ?Podra Lucas devolverle la estabilidad o terminara por volverla loca de remate?

  • !Piratas!, Laura Esparza de Laura Esparza

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  • Los crimenes de Mitford de Jessica Fellowes

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    Seis hermanas. Toda una vida de misterio. Una familia incomparable.

  • Las Peregrinas de Y. Lorenzo

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    Cecilia es una chica cubana que ha emigrado a Espana. Su futuro se presenta incierto al encontrar trabajos precarios e inestables debido a la situacion actual del pais. Su amiga Laura la convence de que puede ganar mucho dinero si la acompana en un viaje por Europa. Por fin va a poder cumplir algunos de sus suenos, pero le suceden una serie de contratiempos. Cada vez se le hace mas dificil salir del agujero donde se habia metido, no perdiendo nunca su alegria y la ilusion por encontrar el amor. Las amigas se desenvuelven con total naturalidad y seguridad por un mundo que para muchos parece incierto.

  • Mi error fue ser solo tu vecina. Parte 2 de Moruena Estringana

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    Holly es una chica con quien la vida no se ha portado bien, no lo ha tenido nada facil. Desde nina tuvo que cuidar de su hermano y procurar que no le faltara de nada, comportandose como la madre responsable que nunca tuvieron. Holly esta dispuesta a todo por la felicidad de su hermano, incluso renunciar a sus propios suenos.

  • I tuit you de Lena Blau

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    ?Que pasaria si ese actor que te derrite se fijara en ti? Olivia es una chica anonima, luchadora y realista, que no se deja impresionar facilmente. Sus valores son firmes como una roca y se mantiene siempre fiel a si misma. Un dia el famoso y guapisimo actor que ella admira publica un tuit que le decepciona y decide ponerle los puntos sobre las ies. Lo ultimo que se imagina es que Adrian Prado se vaya a tomar la molestia de responderle. En un principio, ese intercambio de incisivos mensajes no pasa de ser una curiosa anecdota. Pero todo se complica cuando Olivia empieza a trabajar en una agencia de publicidad y el destino hace que Adrian se vuelva a cruzar en su camino. Detras de esa fachada de exito y altaneria se esconde una dificil verdad. Mientras Olivia la descubre, tendra que enfrentarse al reto de arrinconar sus propios miedos a un lado y decidir si se permite el lujo de comenzar a caminar descalza sobre un terreno tan desconocido como peligroso.

  • Tal vez un quiza baste de Lhuna White

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    En poco mas de un ano, Claudia y Adrian pudieron ver como sus vidas cambiaron. Su forma de afrontarlas se convirtio en una manera de vivir que nadie les habia ensenado. ?Sonar? Siempre. ?Con problemas? Tambien.

  • Acompanando a Simone de Beauvoir de Sami Nair

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    No se nace mujer, se llega a serlo”: esta afirmacion surge como una flecha de El segundo sexo, obra maestra de Simone de Beauvoir, que provoco un verdadero choque cultural en 1949. Mas alla de la “fabricacion” de la mujer, hoy vivimos la toma de conciencia de la forja de los seres humanos, de las identidades aceptadas o impuestas, del rol, en definitiva, apremiante del entorno y de la educacion sobre el individuo. Fundadora del pensamiento feminista moderno, filosofa, escritora, ensayista, militante comprometida, libre e independiente, ha marcado como nadie su tiempo e influye decisivamente sobre el nuestro.

  • !Hasta luego cocodrilo! , Soledad Mora de Soledad Mora

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  • El bote de espinas (RNR) de Carolina Paneda

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    El cielo estaba despejado, asi que pude disfrutar de la vista aerea de Madrid cuando el avion comenzo el descenso. No fue hasta ese momento cuando me di cuenta de cuanto la habia echado de menos. Fue curioso. Era la misma sensacion que me producian mis piernas despues de haberlas tenido encogidas durante horas mientras estaba sentaba en la butaca de mi salita corrigiendo redacciones. Mis piernas no se quejaban entonces, solo lo hacian cuando me levantaba. Cuando por fin me movia, sentia un dolor agudo y necesitaba algunos minutos para reponerme. Eso es lo que me habia ocurrido con Madrid y con mi antigua vida. Los habia ignorado completamente, ocultandolos bajo la rutina del dia a dia, y, en ese momento en el que los necesitaba de vuelta, cuando faltaban veinte minutos escasos para poner los pies de nuevo alli, todos los sentimientos, dudas y vivencias que un dia enterre resurgieron a la superficie. El problema era que, por supuesto, nada iba a estar como lo deje. Ni respecto a Madrid, ni respecto a mi vida. Habian pasado dieciocho anos, de modo que era ingenuo, por no decir estupido, esperar que alguno de mis amigos siguiera teniendo mi nombre en su agenda. Aparte la vista de la ventanilla, cerre los ojos y respire profundamente en un intento de aplacar los nervios y proveerme de coraje al mismo tiempo. No queria que Sahra se percatase de que no habia plan B, ni tampoco plan A, de que todo el plan se reducia a salir de alli y refugiarnos en Madrid. Ella siempre habia confiado en mi y me tenia por una especie de hada madrina salvadora; y yo queria, necesitaba, que ella siguiera creyendo que yo tenia el mundo bajo control, que podia encarar cualquier adversidad y que todo nos iria bien. Necesitaba que, al menos, una de las dos lo creyese. Cuando volvi a abrir los ojos, Sahra estaba inclinada hacia delante, escudrinando la ciudad desde el aire con su mirada curiosa e inquieta. Le sonrei porque, a pesar de todo, o quiza a causa de todo, estabamos las dos alli, juntas. Pero ella no me devolvio la sonrisa. Me respondio con una mirada de total incomprension y me formulo la pregunta que llevaba esperando que me hiciera desde hacia dieciocho anos. --?Por que? No lo entiendo, ?por que te fuiste de aqui? Primera parte Capitulo 1 Era imposible estudiar con aquel calor. El aire acondicionado de la biblioteca de la Complutense, facultad de letras, estaba estropeado por enesima vez. Como contrapartida, el murmullo monotono de decenas de folios siendo agitados para levantar aire me era muy propicio para concentrarme. Era junio, los examenes finales estaban a la vuelta de la esquina, y, como siempre por estas fechas, mis amigos y yo haciamos jornada intensiva de estudio en la biblioteca de la universidad. Era mi ultimo ano de carrera, me lo estaba tomando muy en serio, no queria, ni por asomo, tener que volver a pisar aquel edificio en septiembre, aunque saber que existia esa segunda convocatoria siempre era tranquilizador. A pesar de que yo estaba metida en mi burbuja, intentando que mis neuronas asimilasen el contexto historico en el que malvivian los autores del siglo XVIII, era consciente de que mis dos eternos companeros, Ana y Miguel, ya habian rebasado su limite de saturacion y que su tiempo se iba mas en cuchichear, darse codazos y mirar en derredor que en estudiar. No me sorprendio que me propusieran adelantar el descanso habitual de media tarde, aunque eso afearia la grafica de Miguel. Mi companero llevaba un registro meticuloso de las horas a las que empezabamos cada dia a estudiar, cuando terminabamos, a que hora haciamos los descansos y su duracion. Despues, reflejaba estos datos en graficos y, sin duda, el adelanto de ese dia iba a provocar una columna demasiado baja. No me pregunteis porque lo hacia, nunca lo supe. Y no, el no estudiaba estadistica, estudiaba filologia, como yo, pero inglesa en lugar de hispanica. Acepte la propuesta del descanso porque un cafe no me venia nada mal. El hecho de que, en terminos relativos, la cafeteria estuviera mas concurrida que la biblioteca no era algo inesperado. Pedimos nuestros cafes para llevar, salimos al exterior y nos dirigimos a la fachada este de la universidad en busca de sombra. Ana y yo nos sentamos en el bordillo de la acera, mientras que Miguel se quedo de pie frente a nosotras. --?Que tal lo llevas? --me pregunto Miguel. --Todavia no he mirado nada de la parte de poesia. No se si me va a dar tiempo. Aguirre se suele portar en los examenes, pero como pregunte algo de la Edad Media, no apruebo ni de cona. --Bueno, todavia quedan diez dias hasta que empiecen --dijo Ana--. Si vas a mantener el nivel de concentracion que tienes hoy, si te dara tiempo. Ni te has enterado de que el tio que esta en la mesa de enfrente no te ha quitado ojo. --?Que? Mire a Miguel para que me corroborara si aquellas palabras tenian un minimo de respaldo por parte de la realidad. Si hubiera dado credito a Ana cada vez que decia algo asi, mas me habria valido crear un club para mis fans, de modo que resultara manejable administrar todo su interes por mi. Claro que tal cosa solo existia en la imaginacion de mi amiga. Miguel reacciono con un leve encogimiento de hombros, palmas de las manos hacia arriba, labios apretados y estirados y un ligero levantamiento de cejas. Eso significaba que la historia tenia su base de realidad y que no se hacia responsable de los adornos que Ana pudiese anadir. Con movimientos pausados, extraje un paquete de chicles del bolso y les ofreci con un gesto. Ambos aceptaron y, mientras tanto, yo hacia una bolita con el envoltorio del mio, fijando mi vista totalmente en esa tarea para hacer creer que la respuesta a la pregunta que estaba a punto de formular no me importaba nada en absoluto. --?Quien es? --Me suena de haberlo visto por la universidad, pero no lo conozco. Creo que es un Erasmus, lo vi en la fiesta de enfermeria --explico Miguel. Me extrano la respuesta de Miguel porque la fiesta de enfermeria habia tenido lugar a principios de enero, y la memoria de mi amigo tenia una fiabilidad de tres dias y un margen todavia menor si consideramos las circunstancias: una fiesta y que lo que estaba recordando era un chico en particular. Si estuvieramos hablando de que se acordaba de una estudiante sueca, rubia, de metro ochenta, le podria haber dado algun credito, pero no en este caso. --?Pero esta en filologia? --inquiri. --No. Hemos visto que esta estudiando algo de ciencias. Enfermeria o medicina, ?veterinaria tal vez? --Entonces, ?que hace en nuestra facultad? Mi pregunta estaba lejos de ser retorica, pero no obtuvo respuesta, al menos, no verbal. Mis companeros sostuvieron bandejas imaginarias y me sonrieron, dandome a entender que si aquel chico extrano del que nunca habia oido hablar ni en el cual habia reparado estaba estudiando en tal horno infernal que era la biblioteca de la facultad de letras, era por mi. Su teoria me provoco una sonora carcajada. Por eso eran mis amigos, porque siempre me reia con ellos. Nos olvidamos del asunto y continuamos hablando de otros temas, pero cuando volvimos a entrar en la sala de estudio, no pude evitar fijarme en la gente que trabajaba en las mesas que rodeaban la nuestra en un intento de identificar al que no me habia quitado ojo. En esa epoca, la biblioteca estaba a rebosar, habia mucha gente, y no pude detectar a nadie especialmente interesado en mi mientras cruzaba aquel particular mar. Me sente en mi sitio, puse en orden mis apuntes y cuando levante la vista un momento, supe a que se referian mis amigos. Mis ojos se cruzaron con otro par de ojos oscuros que estaban puestos en mi. El chico en cuestion ocupaba el sitio opuesto al mio, en la mesa de enfrente. No mantuve la mirada, la baje enseguida, pero tuve el tiempo suficiente para adquirir bastante informacion. Chico moreno, pelo cortado a cepillo, barba perfectamente arreglada, ojos oscuros, espalda ancha, manos grandes y francas, algo mayor que yo, o quiza me equivocase, dado que tenia tendencia a pensar que todo el mundo era mayor que yo, y un autentico demente. Debia de estarlo para llevar camisa y no estar asfixiado. Ana presencio toda la escena (si es que podemos considerar que llegaba a la categoria de escena) y me dio un codazo, mostrandome una sonrisa de oreja a oreja. Yo me volvi hacia ella esperando que el chico no siguiera con su atencion puesta en nosotras. Si Ana estuviera leyendo esto, me tacharia de modesta y corregiria ese <> por un <>. Me di cuenta de que, en realidad, mi companera no queria decirme nada, solo que reconociera que lo que me habia dicho durante el descanso era cierto. En aquel momento, aterrizo delante de nosotras un folio de los apuntes de Miguel. Leimos a la vez la nota que nos habia escrito. Nos decia que, tal vez, el chico no paraba de mirarme porque, a lo mejor, habia confundido mi cara con alguna fugitiva internacional o porque era la viva imagen de su pariente muerta tragicamente en un misterioso incendio en la vivienda familiar diez anos atras. Lo habia visto montones de veces en peliculas y le parecia perfectamente factible. Miguel y sus peliculas. Cuando acabamos de leer sus teorias de la conspiracion, le dirigimos nuestra mirada de <>, en este caso de <>, y le devolvimos su folio de malos modos. Ana me susurro con un tono complice: --?Has visto el gesto que tiene cuando muerde el boli?

  • Descalzos en la Nada, Mariel Ruggieri de Mariel Ruggieri

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    Corre el ano 2002, y la crisis financiera amenaza con destruir las fragiles economias de varios paises.
    La diputada Barbara Larrique, joven promesa del partido de gobierno uruguayo, se encuentra al frente de una delicada negociacion con el sindicato de obreros de la construccion.
    Eso la enfrenta a Ivan Kessler, un periodista espanol que debido a ingratas circunstancias, se ve obligado a quedarse en Montevideo, y termina trabajando como peon de obra para poder subsistir.
    Muchas cosas los separan pero hay algo que los une: un pasado lleno de misterios que Barbara ni siquiera sospecha, e Ivan quiere revelar.
    El flechazo es tan fulminante como inevitable, pero pronto todo cambia y ella tiene que optar entre su promisoria carrera o la impactante verdad. Su decision tiene implicancias de mayor alcance, pues con la misma pondra en juego tambien su felicidad junto a Ivan.
    Unas fotos Polaroid en manos de alguien con perversos fines, y el pedido desesperado de una dominatriz antes de morir, ponen en marcha esta novela desbordante de intrigas, grandes peligros y ese erotismo tan jugado que caracteriza a la autora, quien una vez mas nos sorprende con una trama compleja, emotiva y atrapante.

  • Bienvenidos a Welcome de Laura Fernandez

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    La primera novela de Laura Fernandez, revisada por la autora en el 10.o aniversario de su publicacion original.

  • Alguien esta mintiendo de Karen M. Mcmanus

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    Todo el mundo tiene secretos, ?verdad? Pero, ?que serian capaces de hacer para protegerlos?

  • Se aceptan cheques, flores y mentiras de Luis Alberto De Cuenca

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    Una seleccion de poemas amorosos, a veces traicioneros, siempre divertidos y causticos, del poeta de culto y Premio Nacional de Poesia Luis Alberto de Cuenca.

  • Hechizados por el deseo (eLit 3) de Maggie Price

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    La unica hija de un poderoso senador habia sido asesinada y habian secuestrado a su hijo recien nacido. La sargento Grace McCall y el agente del FBI Mark Santini tenian que hacerse pasar por una pareja que deseaba desesperadamente adoptar un nino con el fin de detener al sospechoso antes de que asesinara a alguien mas.

  • El Secreto de Ivanova de Clara Ann Simons

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    ?Es posible enamorarse de dos personas al mismo tiempo?
    ?Enamorarse de verdad?
    La vida de Lucia da un giro inesperado cuando debe asistir con Carlos a un viaje de trabajo en Rusia, su pais natal.
    Alli descubrira a una Lucia muy diferente de la que ella misma pensaba ser. Y a un Carlos, tambien muy diferente a lo que imaginaba al principio.
    En apenas una semana, ambos viviran pasion, dudas, culpabilidad y celos.
    Una llama incontenible se encendera en su interior.
    Una llama que puede consumirles a ambos.
    Los dos quedan ahora unidos por un secreto. Un pacto que han jurado no romper.
    El secreto de Ivanova.
    Nota. La obra describe algunas escenas de sexo explicito por lo que no es apta para menores de 18 anos o la edad legal del pais del lector, o bien si las leyes del pais del lector no lo permiten.

  • Angel en una libreria de Rj Scott

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    D C AP I T U L O U NO Michael: No recuerdo a menudo en detalle cada vez que soy parte de una familia. Recuerdo los grandes eventos: las guerras, los nacimientos, las bodas y las muertes. Por eso estoy aqui, despues de todo, y escribo todo lo mas fielmente que puedo. Aun asi, el tiempo avanza muy rapido y estoy feliz de dejarlo pasar. Hasta que encuentre al hombre que me hara decidir que el tiempo debe pasar mas lento, para poder quedarme. Un dia conocere a la persona que me hara sentir. El sera fuerte, seguro y perfecto para mi, y querre ascender para ser humano solo para estar con el. Y, si, se que es un el. Siempre lo he sabido urante mucho tiempo, Joshua Blakeman permanecio inmovil en la calle fuera de la tienda. La gente caminaba a su alrededor, algunos chasqueaban sus lenguas, otros pasaban rozandole como si pudiera ser empujado y quitado de en medio. Nadie se detuvo y le pregunto si estaba bien. El nunca espero que lo hicieran. Era un hombre extrano envuelto en un abrigo de invierno con un gorro que le cubria la cabeza y una bufanda que le ocultaba la boca, y estaba bloqueando su camino al trabajo. Detras de el, el autobus numero quince se detuvo con dificultad, y algunas de las personas que lo habian empujado ahora luchaban por conseguir un sitio en el. Josh no escucho ninguna maldicion o discusion; todos encontraron un lugar en silencio. El sabia como era eso. Durante los ultimos siete anos, habia usado su bolsa de mensajero e inflado su metro setenta y ocho para intimidar y conseguir a su manera un espacio de pie en los trenes del metro. Se habia vuelto tan bueno en eso que con el uso juicioso de su voluminosa bolsa, podia ir de Baker Street a St. Paul en menos de quince minutos. Pero eso fue ayer. Eso fue un monton de ayeres antes. Mucho antes de su crisis. Mucho antes de que todo se fuera a la mierda y terminara aqui de pie y mirando. Esta era su vida ahora, esta pequena rata que corre entre el metro y el autobus en St. Paul. Nadie sabia que estaba alli, o al menos nadie se detuvo. No habia Starbucks, ni Costa, ni vendedores de periodicos, ni historia de ningun famoso que viviera en la plaza. No habia absolutamente ninguna razon para que un viajero se tomara un momento para ver que habia en los jardines de Horus. Los turistas a veces vagabundeaban por este lugar, esta pequena plaza silenciosa, y a veces, muy raramente, se quedaban. Habia cesped en alguna zona para sentarse en paz antes de la siguiente etapa del dia. Podrian ir al Palacio de Buckingham o a la Torre de Londres, podrian tener entradas para el London Eye o un crucero por el Tamesis. Todos tenian un proposito, y todo lo que dejaban aqui en la plaza era basura. --Joder, --alguien maldijo en la cara de Josh mientras se lanzaba sobre el. No agrego nada, simplemente se alejo, dejando a Josh con el aroma del ajo de la noche anterior y el desodorante y la locion para despues del afeitado de esta manana. Josh se pregunto lo cerca que esa persona estaria de una crisis nerviosa. ?Estaba a semanas de distancia, o solo habia vendido su alma al comercio y todavia estaba fresco como un recien nacido? --Lo siento, --dijo, a pesar de que la persona se habia ido hace mucho tiempo. Pero no se movio. Se limito a mirar fijamente el letrero que tenia delante, las grandes letras CERRADO pintadas en escarlata sobre un tablero que cubria la puerta, y los remolinos blancos que empanaban las ventanas. Alli estaba todo lo que Josh no queria, y todo lo que necesitaba. --Jesucristo, --espeto una mujer mientras se desviaba para evitarle--. Malditos inmigrantes. --Dejo el aroma de Chanel y el insulto era nuevo. Se echo una ojeada a si mismo. Vestia un abrigo de Marks and Spencer, vaqueros Levis y botas de cuero, y el panuelo envuelto alrededor de su cabeza era de cachemir, el mejor diseno de John Lewis. Aun asi, el estaba parado aqui como un idiota, y eso significaba que era etiquetado instantaneamente como cualquier tipo de molestia que la gente pudiera imaginar. --Lo siento, --dijo otro hombre mientras atrapaba la rodilla de Josh con su maletin. El hombre claramente no estaba arrepentido. Josh conocia bien ese tono de voz desdenoso e irritable. El mismo lo habia usado lo suficiente. Finalmente se acerco, solo un pequeno movimiento, las llaves un gran peso en su bolsillo. Luego otro paso. Por algun milagro, nadie mas choco con el, hasta que finalmente llego a la entrada de Capitulo Uno y la puerta empotrada. Al menos en este area protegida, el hielo no se colaba a traves de la lana de su abrigo. Aqui habia silencio y no estaba en medio del camino de todos. Saco las llaves de su bolsillo y las barajo para encontrar la que estaba marcada con FRONTAL. Los pulcros capiteles en la letra de su padre le causaron un escalofrio en el corazon que no fue del todo debido a los vientos de finales de octubre. Torpe al principio le dio vueltas y consiguio meter la llave en la cerradura y abrir la puerta. El tintineo de una campana de plata anuncio su llegada, y tuvo que empujar con fuerza para mover una acumulacion de correo basura y cartas a un lado. Algunas de ellas parecian oficiales, pero ya habia ordenado las facturas online y por telefono. Todos los que trataban con la libreria tenian una direccion de contacto de la casa de Josh y su madre. El podria preocuparse por el correo mas tarde. La oleada de olores lo golpeo, la ranciedad de un interior que no habia visto la luz del dia en casi un ano y el olor de los libros que se encontraban justo como en el dia que su padre los habia dejado. El gran espacio estaba lleno de estanterias, pero carecia de lo que le habia dado proposito y vida: su padre, Andrew Blakeman. El dolor apunalo a Josh con fuerza, y se quedo quieto cuando el peso lo empujo hacia abajo. Al menos esta vez no era un obstaculo en el camino mientras se quedo absolutamente inmovil. La ultima vez que habia estado alli, su padre estaba detras del mostrador con sus gafas de montura oscura y sus guantes blancos, trabajando en una nueva adquisicion, reparando una encuadernacion para que el libro pudiera ser vendido. Los dedos de Josh se crisparon ante la idea. Habia sido aprendiz de su padre durante algunos anos, hasta que el atractivo de los ordenadores lo arrastro lejos. Conocia el cuero, los paneles y las planchas, y podia moverse con sutileza a traves de una discusion sobre recubrimientos en oro si no lo presionaban demasiado con preguntas. Habia una caja frente al mostrador, con lo que parecian libros de segunda mano, una copia de Marley & Yo asomando por la parte superior. Su padre siempre tenia personas que le dejaban cajas de libros, y Josh nunca habia entendido por que su padre no les habia dicho que llevaran las cajas a una tienda de caridad. Porque cualquier libro es precioso y nunca sabes que gema o herencia familiar puedes encontrar con los Grishams y los Kings. Diez meses desde que su padre habia muerto y aun las palabras estaban grabadas en su memoria como si fuera ayer. Su telefono sono en su bolsillo, y se quito los guantes y lo saco. Se habia prometido a si mismo que no seguiria revisando ese maldito telefono, pero incluso despues de este periodo de tiempo, aun no habia perdido el condicionamiento de responder. La sola palabra, Mama, en la pantalla, le tenia casi guardando el maldito telefono de nuevo, pero no podia hacer eso. Ella querria saber. --Hola mama. --Joshua, carino, ?has llegado ahi bien? A Josh no le gustaba recordarle a su madre que habia logrado llegar a la ciudad de forma segura durante siete agotadores anos y que ella no se habia preocupado entonces. Eso le habria valido uno de esos suspiros patentados de paciencia de mama y un comentario sobre como las cosas habian cambiado ahora. Esa era una lata de gusanos que no queria volver a destapar hoy. --Acabo de entrar. --?Como se ve todo? ?Esta bien? Josh se miro a si mismo. Nada se habia movido desde el dia en que su padre murio. Solo el y su madre tenian llaves, y nadie mas habia estado dentro. Incluso los cuadernos estaban abiertos en el escritorio para los pedidos, y una pequena pila de periodicos locales hablaba sobre el diciembre mas lluvioso desde que comenzaron los registros. Diez meses, casi once, y el lugar seguia siendo el mismo. --Esta bien, --resumio--. Polvoriento. --Gracias por hacer esto, --dijo mama--. Se que he estado alli para ocuparme de la calefaccion, pero no podia tocar los libros, sus libros, simplemente… todavia no. --Esta bien, mama. Revisare las tuberias, ordenare la publicacion y me abrire paso por la lista. --Y Josh, no olvides que Phil pidio una segunda llave. Si se vende Capitulo Uno, tendra que dejar entrar a los agentes y posibles compradores. Josh se trago su respuesta instintiva. De ninguna manera en el infierno iba a hablar con Phil o darle la llave de este lugar. El tio Phil, el hermano de su padre, habia mostrado un interes desmedido en esta pequena propiedad recientemente, bajo el pretexto de apoyar a su cunada. Dijo que solo queria ayudar, pero Josh tuvo un mal presentimiento cuando Phil estuvo rondando. El padre de Josh habia dejado este lugar a su esposa, y Josh seria el que vendiera la libreria y el inventario, haciendo una nueva vida para su madre. No el tio Avaricioso Phil. Pero en el momento en que su madre dijo que queria vender, Phil le habia exigido que recibiera la ayuda adecuada. Josh hara esto por mi. Sera bueno para todos nosotros. Ahora no era el momento de discutir con su madre. --Esta bien, --dijo en cambio. --Espero que esto no sea demasiado para ti, --dijo. Las palabras fueron suaves, y Josh se pregunto si ella incluso habia tenido la intencion de decirlas en voz alta. --Mama, estoy bien. Te llamare, ?de acuerdo? --Termino la llamada rapidamente y coloco su telefono sobre el mostrador. La tienda estaba oscura debido a la madera clavada en los marcos de las ventanas, y mantener la puerta abierta para tener luz no iba a funcionar con este frio. Pulso un interruptor y las luces del techo se encendieron. Las facturas aun se pagaban con la electricidad minima, las tarifas comerciales y el agua. La lista era interminable, especialmente para un negocio que estaba inactivo y no tenia un ingreso equilibrado. El frio del exterior se precipito sobre el en una rafaga de viento de octubre y cerro la puerta. Finalmente, cuando hubo encendido la calefaccion, pudo quitarse el abrigo y el sombrero, y luego ir en busca de una tetera. La calefaccion se habia mantenido baja durante todo el ano, con su madre apareciendo de vez en cuando para comprobar que todo estaba bien. Incluso ahora se preguntaba por que ella no estaba alli organizando el inventario. Pero ella parecia pensar que deberia ser el, dijo que podia usar el tiempo para considerar lo que haria a continuacion. ?Y que diablos iba a ser lo siguiente que iba a hacer de todos modos? Nunca mas volveria a trabajar para una institucion financiera, y la idea de ser uno de esos tipos de IT por cuenta propia le lleno de pavor. Enfocate. No tenia leche, pero el cafe negro era una posibilidad si habia algo aqui. Su padre habia mantenido una pequena cocina y habia ofrecido a los buscadores en la libreria una seleccion de cafe, aunque fuese instantaneo, o te. La pequena nevera estaba vacia, afortunadamente. Josh tenia pesadillas al pensar en lo que en todo este tiempo le habria pasado a cualquier comida o bebida que quedara alli. Habia bolsitas de cafe, y permitio que el viejo grifo vertiera agua en el fregadero hasta que la corriente se asento antes de llenar la tetera. Con un cafe negro que lo calentaba desde adentro, fue mas capaz de catalogar coherentemente su entorno. El lugar no estaba humedo, lo cual era bueno. Habia existencias alli que podrian ser rescatadas y vendidas. No obtendrian mucho por eso, y muchos de los libros irian a obras de caridad, pero tal vez podrian recuperar lo suficiente como para cubrir la calefaccion que se necesitaria para ver este lugar durante otro invierno. El letrero de fuera de la libreria de segunda mano yacia en el suelo, apoyado entre las pequenas muestras de publicaciones periodicas de su padre y narrativa romantica, y Josh se agacho para inspeccionarlo. ‘Capitulo Uno’ se leia en escritura cursiva antigua. Era un nombre genial para una libreria, incluso Josh tuvo que admitirlo. El letrero estaba oxidado y era mas que probable que solo fuera apto para la basura. El rastreo la metalica C y movio el cartel un poco para que no presionara demasiado en ningun inventario que pudiera salvarse. Tal vez podrian obtener algo por el letrero. ?Un lugar de reciclaje o algo asi? Habia visto cosas extranas en el televisor. Alguien podria quererlo para su granero convertido o alguna otra mierda de arte que el no conocia. El cartel era tan viejo como el negocio, y eso era mas de cien anos de antiguedad. Los suelos de madera estaban sin brillo, pero puliendolos con un tinte o algo asi se verian bien de nuevo. Josh agrego eso a la lista de cosas que hacer cuando se quitaran todas las estanterias. Hablando de eso… Examino la base del sistema de estanterias mas cercano, preguntandose si el suelo habia sido colocado antes o despues de que se construyeran los estantes. Todo llegaba casi al techo, pero parecia estar encima del suelo de madera, gracias a Dios. De hecho, habia un pequeno espacio debajo de cada estante de libros y un fuerte recuerdo le golpeo.

  • Botones y Encaje (Botones Serie 1) de Penelope Sky

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    Tengo una deuda con el.

  • La pasion de Jeanette Winterson

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  • Iron flowers de Tracy Banghart

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    En un mundo de hombres en el que las mujeres no tienen ningun derecho, cada provincia del reino debe presentar a sus jovenes mas hermosas para que el principe heredero pueda elegir a su pareja. Asi es como dos hermanas, Nomi y Serina, terminan confinadas en dos habitats contrapuestos: la hermosa, fragil y debil en la inhospita prision de Mont Ruin y la chica resuelta, practica y luchadora entre las sedas y fiestas de palacio. Dos historias de superacion, supervivencia y amor entre hermanas… Porque, cuando la solucion no llega, solo queda cambiar las reglas: !Que empiece la revolucion!

  • La ley del corazon de Amy Harmon

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    Una preciosa historia sobre nuevos comienzos y un amor eterno

  • El sentido de la locura de Jim Geekie , John Read

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    La obra que el lector tiene en sus manos analiza esa experiencia que solemos denominar locura, esquizofrenia o psicosis, la cual se halla presente en todas las sociedades y, hasta donde alcanza nuestro conocimiento, en todas las epocas, ya que la tendencia de la mente a desviarse de lo que una sociedad determinada considera <> y aceptable, junto con la propension del resto de los miembros de dicha sociedad a sancionar estas desviaciones, es uno de los aspectos centrales de la naturaleza humana.

  • Me gusta mi jefe de Scarlett Vega

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    Cuando llegue al bufete de abogados donde parece que pasare los proximos anos de mi vida, entrecierro los ojos al ver el nombre del edificio de oficinas, y aun no estoy seguro de como me siento al respecto. Intento imaginarlo diciendo Ramos, Morales, Ortega & Medina. Es la parte de "& Medina" la que me hace detenerme, ya que soy el Medina que quiere su apellido en ese lugar. Una mitad de mi se siente orgulloso de la idea de ver mi nombre junto al de gigantes de las leyes en un gran bufete como este, mientras que la otra mitad quiere vomitar por ser tan vendido al sistema. Supongo que se podria decir que tengo sentimientos encontrados sobre todo el asunto. Tome el ascensor hasta el piso 15, donde me recibe un recepcionista. --?Sr. Medina? -- pregunta, poniendose de pie y acercandose desde su escritorio hasta llegar a mi lado. --Me llamo Claudio y lo he estado esperando. Es un placer conocerlo. Le doy la mano, pero pienso que este tipo tendra que irse si voy a trabajar aqui. Ya tengo mi propia recepcionista. Y prefiero que mujeres trabajen para mi. Cuando me aburro en medio del trabajo en los casos, siempre es agradable tener una conversacion coqueta con una asistente femenina, o al menos mirarle el culo cuando salen de mi oficina para traerme otro archivo. Nunca he entendido realmente el punto de contratar asistentes masculinos. Pero nunca he entendido muchas de las cosas que hacen los bufetes de abogados normales. Probablemente por eso nunca he trabajado en ellos. Claudio me lleva a una sala de conferencias donde ya hay tres hombres sentados, esperando para conocerme. Se que son Antonio Ramos, Ronaldo "Ron" Morales y Jaime "Jim" Ortega, los socios fundadores de la firma. --!Adrian! --dice Antonio y se levanta para darme la mano, al igual que los otros dos. Estudiamos todos juntos en la facultad de derecho, pero hacia tiempo que no los veia. Cuando los veo, es a menudo como abogado contrario en el tribunal, ya que tiendo a representar a demandantes "pequenos" mientras que ellos suelen representar lo que siempre he considerado como grandes y malvadas corporaciones. --Hay cafe recien preparado si quieres tomar un poco-- dice Claudio, mientras se retira hacia la puerta. --Hazme saber si necesitas algo mas… --Que casualidad verte aqui-- dice Ronaldo, mientras se sientan en sus asientos y yo elijo el mio. --Se que lo es-- les digo, en parte avergonzado de que las circunstancias de la vida me hayan traido aqui, mientras que al mismo tiempo, sintiendome agradecido por la oportunidad. -- Hice mi carrera legal siendo un picaro independiente. Pero pense que era hora de unirme a la sociedad y de conectar con un bufete. Se rien, y me alegra que no presionen el tema de por que estoy aqui hablando con ellos hoy. Estoy seguro de que saben lo suficiente de mi, como yo se lo suficiente de ellos, para haber sopesado los pros y los contras y decidido proceder de esta forma. La verdadera razon por la que estoy aqui es que mi padre dijo que la firma, en la que ha sido socio por mucho tiempo, buscaba expandirse y que yo deberia unirme. Aunque es bastante viejo y medio senil, creo que acerto en esto. Algunas cosas buenas y malas habian sucedido como resultado de mi obstinada insistencia en tener y dirigir mi propio bufete de abogados. Lo bueno es que gane algunos grandes casos y un monton de dinero. Si no fuera por eso, no creo que estos tres abogados estuvieran interesados en asociarse conmigo, tanto si mi viejo ya era socio de su bufete como si no. Lo malo es que arruine otras cosas, que no necesito detallar, porque ?a quien le gusta contar sus perdidas? Digamos que tengo la tendencia de ganar y perder a lo grande. Y tambien la tendencia a mezclar los negocios con el placer demasiado a menudo. --Se que ya hemos enviado la propuesta del acuerdo de sociedad-- dijo Antonio. --Es algo bastante estandar y queremos que empieces casi inmediatamente. Como sabes, nuestra firma lo ha estado haciendo bien. Ganamos un gran caso para un gran cliente, Gabriel Grayson, el propietario de la empresa de juguetes, que en realidad trabaja aqui con nosotros y dirige su negocio fuera de nuestras oficinas, para que podamos estar al dia con sus muchos y diferentes asuntos legales. --Si-- digo, y aqui me dirijo a Ronaldo Morales, que no solo es el socio de Antonio, sino su mejor amigo desde que estaban en la escuela primaria. --Felicitaciones por esa gran victoria, Ronaldo. --Gracias-- dijo Ron, y luego miro a Antonio como diciendo, al menos alguien reconoce mi contribucion a nuestros logros. --Se han abierto muchas oportunidades para nuestra empresa y al mirar la expansion, nos alegramos de ver que te intereso. --Solo hay un pequeno detalle que nos gustaria repasar contigo antes de hacerlo oficial-- dice Jim, y me preparo para lo que ya sospechaba que vendria. Lo que quieren repasar conmigo es el hecho de que soy conocido por acostarme con mis subordinadas. Decido hacer las cosas mas faciles para ellos. --Miren, chicos-- digo, mis manos extendidas como si fuera un escolar inocente acusado de robar galletas. --Estaba acostumbrado a trabajar por mi cuenta, haciendo mis propias reglas, o disfrutando de la falta de ellas. Tuve algunas oportunidades para… interactuar socialmente con mi personal, lo cual se que ahora no es la mejor idea. Leccion aprendida. Continuaban mirandome fijamente, como si esperaran que dijera algo mas, asi que repito: -- Leccion aprendida. --?Leccion? -- Ron pregunta, intensificando su caso. --Tengo entendido que ha sucedido repetidamente. Me pongo tenso, y deben pensar que estoy senalando que el trato puede ser cancelado. En realidad, solo me pregunto de cuantos han oido hablar, y trato de contar cuantas lecciones aprendidas ha habido realmente. --Mira, Adrian-- Ron finalmente continua. --No queremos comportarnos como unos matones aqui. Sabemos lo que se siente… --Creeme-- dice Antonio. --Se lo que se siente. Era igual que tu antes de casarme con mi asociada. --Lo se-- le digo, porque ?quien no lo ha hecho? Antonio era conocido por elegir una nueva asociada como mentor cada ano, y por acostarse con ella. Pero la bomba habia estallado cuando se habia casado con una de ellas. Como si fuera una senal, Martina Miller o Ramos, ahora, entro en la sala de conferencias, con un bebe en cada brazo. No se mucho sobre bebes, pero parecian tener unos seis meses. Tambien habia oido que Antonio y Martina habian tenido gemelos. --Hola, carino-- dijo, asintiendo a Antonio. --Siento no poder estar en esta reunion. Se que habia dicho que lo intentaria, pero la ninera aun no se siente bien, asi que me trajo a los gemelos de camino a casa, y voy a intentar terminar el informe de Stephenson si consigo que se duerman en mi oficina y luego me ire a casa con ellos. --No hay problema-- respondio Antonio, saludando a su esposa. --Ellos son mas importantes. Buena suerte… --Gracias, carino-- dijo Martina, y luego me asiente con la cabeza. --Sr. Medina, siento no poder quedarme mas tiempo pero es un placer conocerle. --Encantado de conocerte tambien-- le digo, saliendo de mi asiento para escoltarla hasta la puerta de la sala de conferencias. --Te daria la mano pero veo que las dos estan llenas. Se rie al salir y luego vuelvo a la mesa. --Martina solo iba a hablar un poco sobre RRHH-- explica Antonio. --Ella y yo lo pasamos muy bien despues de que nos conocimos. Ibamos a decir que divertirse en el trabajo no vale la pena…. --…los costos-- le digo, asintiendo con la cabeza. --Lo comprendo. Es bastante hipocrita que me diga esto, pero antes de llegar decidi decir lo que tenia que decir para que esta asociacion se llevara a cabo. Una vez que me decido a hacer algo, me entrego por completo a lograr el objetivo. --Y ya sabes que termine casandome con una asistente aqui en la firma-- dice Ron a continuacion, con lo que tambien asiento con la cabeza. Todo el mundo sabe eso tambien. No hay mucho que pase en el mundo legal que no se extienda como un incendio forestal. --No te preocupes-- dijo Antonio, con prisa por limpiar el nombre de la empresa. --Jim no se caso con su asistente. Ni con la de nadie. Todo el mundo se puso a reir, pero las mejillas de Jim parecian estar un poco enrojecidas. Estaba mirando su cuaderno de notas, parecia de cierta forma incomodo. Sin duda escondia algo, incluso de sus propios companeros, sin duda. Pero me he dado cuenta de que esa es la naturaleza de los seres humanos, y no me corresponde a mi juzgar. Dios sabe que he cometido mi propia cuota de errores. Y estoy decidido a encontrar un nuevo comienzo aqui, en lugar de seguir repitiendolos. --Sabemos que suena mal que les digamos que no hagan lo que hicimos-- dijo Antonio, y no podia estar mas de acuerdo con el, pero de todas formas sacudi la cabeza, parte de mi objetivo era decirles, incluso en silencio, lo que querian oir. --Pero la empresa ha pasado por mucho y no queremos mas drama. Tenemos que pedirles que por favor…

  • Preguntame si me importas 1 de Alejandra Beneyto

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    Olivia cree que lo tiene todo... o casi. Tiene a su lado a sus amigos de siempre, aquellos con los que se siente en casa. Es independiente, alegre y gracias a su trabajo va pagando las facturas. No cree que el amor sea para ella, asi que intenta que su busqueda no le condicione la vida.
    Will tambien cree que lo tiene todo... o al menos todo a lo que aspira: una familia que lo apoya, unos amigos bastante entrometidos que siempre consiguen sacarlo de quicio y se realiza cada dia a traves del trabajo de sus suenos. Sabe que el amor no es para el, asi que ni siquiera lo busca.
    Ambos son felices con su modo de vida, hasta que se conocen el uno al otro y entonces descubren un mundo lleno de colores nuevos.
    Juntos comienzan a recorrer un camino inesperado. Todo parecia irles bien, hasta que los miedos, las decisiones, las circunstancias y los interrogantes se interponen entre ellos.
    ?Conseguiran hacer frente a esos obstaculos con tal de no perderse? ?Sera lo que han ido construyendo juntos suficiente como para lograrlo?
    Su historia empieza como muchas otras que nos cuentan: fruto de la casualidad, pero ?seran ellos realmente especiales?
    ?Te atreves a preguntartelo?

  • Viento y ceniza (Forastera 6) de Diana Gabaldon

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    Corre el ano 1772 en Carolina del Norte. La revolucion ha llenado de muertos las calles de Boston, y el gobernador pide ayuda a Jamie Fraser. Sin embargo, gracias a su esposa Claire, viajera en el tiempo, Jamie sabe que el resultado de la revolucion sera muy desfavorable a los intereses del rey de Escocia. Por una vez, Jamie quisiera que su mujer se equivocara acerca del futuro.

  • Tiempos negros de Lorenzo Silva

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    Alicia Gimenez Bartlett, Jenn Diaz, Lorenzo Silva, Alexis Ravelo, Eduardo Berti, Ernesto Mallo, Patricia Soley-Beltran, Cristina Fallaras, Bernardo Fernandez, Paco Ignacio Taibo II, Pablo De Santis, Espido Freire, Petros Markaris, Anna Maria Villalonga<>.ERNESTO MALLO

  • La mirada del puma de Gloria V. Casanas

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  • 8 de Francisco Palacios

    https://gigalibros.com/8.html

  • Otra luz de Alfred Garcia

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    Este conjunto de poemas, canciones y fotografias de Alfred Garcia son el cuaderno de bitacora de su ultima gira y de algunas impresiones que tuvo a partir de su participacion en Operacion Triunfo, Eurovision y de la creacion de su disco 1016.

  • Detonacion Inminente de Raul Garbantes

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    Una llamada a la Policia Metropolitana de Londres advierte sobre una pronta detonacion de una bomba. La alerta es remitida al MI5, porque solo ellos seran capaces de resolver el misterio para hallar a los culpables y desactivar la bomba antes de que se cumpla la promesa de su explosion.

  • Comiendo sonrisas a solas de Tadea Lizarbe

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  • Un amor que sorprende de Sophie Saint Rose

    https://gigalibros.com/un-amor-que-sorprende.html

    Regina estaba bien hasta que sus hermanas le senalaron que su jefe se metia demasiado en su vida privada, que era un tirano y un dictador. Entendio que debia poner limites pero Mick Randall se resistia. Que sus hermanas hicieran de las suyas era algo que no habia previsto.

  • Las cuatro estaciones del amor de Gregoire Delacourt

    https://gigalibros.com/las-cuatro-estaciones-del-amor.html

    Cuatro parejas, cuatro etapas distintas de la vida. La misma cancion de amor.

  • Judas de Amos Oz

    https://gigalibros.com/judas.html

    Judas, el regreso de Amos Oz a la novela, genero que no habia frecuentado desde Una historia de amor y oscuridad, plantea una audaz y novedosa interpretacion de la figura de Judas Iscariote en el contexto de una angustiosa y delicada historia de amor.

  • Ensename a vivir de Naomi Braus

    https://gigalibros.com/ensename-a-vivir.html

    Existen muchas formas pateticas de tocar fondo tras ser enganada y dejada despues de una larga relacion, y a sus veintisiete anos Sayen Saez ha conocido perfectamente cada una de ellas, dejando que su exitosa carrera como escritora se fuera a pique hasta entrar en una profunda depresion y asi caer en manos de Alexander Wompner, un treintanero, frio y manipulador psiquiatra, atormentado por los recuerdos de su pasado, y que tras un desastroso accidente con Sayen, se desata en el una ansiosa necesidad de vengarse contra esa mujer, escogiendo la mejor manera de devolversela: Tratar su enfermedad.
    Dos tercos inmaduros de armas tomar que se veran envueltos en distintas situaciones, obligandolos a enfrentarse a la vida, a las decisiones, crecer y encarar los miedos. Sin embargo, ninguno estaba preparado para lo peor: El amor.
    ?Podran ambos permitirse la libertad de sentir aquello prohibido que los va acercando cada segundo mas? ?o se cerraran al debido trato de paciente-psiquiatra? La estabilidad de las emociones se ve amenazada con cada paso del tratamiento y alguien tendra que ceder.
    ?Seran capaces de abrir sus corazones?
    ?O acabaran tomando caminos separados?

  • El factor Hynek de Manuel Bescos

    https://gigalibros.com/el-factor-hynek.html

    La aburrida vida de Diego Gaston esta a punto de cambiar.

  • Ya solo queda Jim (Los ditton 3) de Erina Alcala

    https://gigalibros.com/ya-solo-queda-jim-los-ditton-3.html

    Jim, era el mas pequeno de los hermanos Ditton. Hijo de Gina y De Jim. Como todos los hombres Ditton, era algo, guapo, rubio como su padre y de ojos azules. Era el mas alto de todos, el mas extrovertido y tambien al que mas le gustaban las mujeres. Siempre decia que nunca se casaria ni tendria hijos hasta los cuarenta. Por lo demas era un gran trabajador. Un abogado penalista que le gustaba la accion, el juzgado, no como a su hermano Gaby II, que preferia la Direccion del bufete que ambos dirigian en Manhattan y que su padre les habia dejado a su hermano y a el.
    Era el unico de la familia que no habia ido a Ditton, a ese pueblo de Montana que gustaba a toda la familia y que era un remanso de paz.
    Y tras unos meses de un juicio farragoso se tomo unas vacaciones y se fue alli . Sus padres se habian ido de vacaciones y estaba solo en la casa y su hermano le dio le telefono de la chica espanola, Lola que les hacia la comida y les limpiaba cuando iban.
    Lola era una chica ingenua, que habia trabajado mucho junto a su madre .Esta habia muerto y Lola estaba sola. Estudiaba enfermeria y trabajaba en el supermercado del pueblo y se encargaba de la casa de Gina cuando estaba alli la familia.
    Ahora estaba Jim solamente. Y a Jim, le gustaban las mujeres y Lola era que era distinta, fue un reto para el. Y se acosto con ella.
    Cuando se fue, quedo en llamarla si ella iba a Nueva York como tenia previsto, pero no la llamo. Se encontrarian al tiempo en Manhattan y…. Entonces ?Que iba a hacer Jim con Lola?

  • Agata, La Aaprendiz de esclava de Magenta Perales

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    Desperto con la mirada fija en el techo. Se percato que estaba manchado de humedad y de hongos. Se detuvo en los patrones irregulares y extranos que se le presentaban ante ella. En otra ocasion, hubiera preferido acostarse de lado o taparse los ojos para no tener que encontrarse con esa escena. Sin embargo, no podia evitar concentrarse en eso que tenia ante sus ojos. Todo estaba oscuro, en parte porque era la madrugada y tambien por las gruesas cortinas de la habitacion. Estaba en silencio, salvo por la ligera respiracion del amante que tenia al lado. Despues de una noche de sexo intenso, lo unico que realmente quiso fue sacarlo de alli para quedarse sola. Entonces, de un momento a otro, se levanto de la cama con cierto esfuerzo. Le dolia el cuerpo y tenia hambre. Queria prepararse algo para comer, aunque supuso que no habria nada porque, bueno, siempre optaba por comida chatarra en todas sus variantes. Termino de levantarse sin importarle demasiado la compania que tenia junto a ella, camino con ciertos tropiezos por el lugar. Si, estaba oscuro pero el hambre podia mas. Llego por fin a la cocina y abrio la nevera. Encontro agua, algunas botellas de cerveza, una cebolla a punto de pudrirse y, en el fondo, un sobre de ramen instantaneo. Lo miro con los ojos brillantes y lo tomo con rapidez, con cierto desespero producto del hambre. Tomo el sobre, abrio el empaque y deposito en contenido en un bol un poco sucio. Luego lo introdujo en el microondas y presiono los numeros para accionar el aparato. Mientras esperaba que la preparacion, volvio en ese mismo estado de ensimismamiento. Se concentro en parte de su imagen que se reflejaba en la superficie brillante. Era delgada, lo estaba mas ahora porque su alimentacion se basaba en comida poco nutritiva, gaseosas, cervezas y drogas. Tenia una franela negra ya roida que le cubrio parte de las caderas y de los muslos, los pechos resaltaban por su tamano regular y redondeado. De tez blanca y cabello corto, esta vez, pintado de verde aunque el color ya no estaba tan vivo. Los ojos azules, sin embargo, eran el rasgo mas resaltante de su rostro: grandes, brillantes y de un tono particular. Labios gruesos, nariz pequena y unas cuantas pecas eran los detalles que hacian que su rostro resultara conmovedor para cualquier persona que la viera. Dio un largo suspiro y para distraere de los pensamientos, extrajo una pequena caja de cigarros y tomo un pitillo en particular. Encendio con cierta parsimonia con el afan de tomarse un poco de tiempo. Justo en la ultima calada, sono el pitido de que el ramen ya estaba listo. Tomo el bol con cuidado y se sento en una pequena mesa de la cocina. Agata no sabia la hora pero agradecio el silencio que hacia en ese momento. Estaba tranquila a pesar de todos los demonios que se encontraban en su mente. Los cuales, ademas, eran unos cuantos. Tomo y sorbio un poco de caldo que le supo a mentira... Pero era comida al fin. Siguio masticando y pensando en que dentro de poco tenia que ir al hospital para buscar las medicinas para su tratamiento. Una chica con trastorno antisocial y limite de la personalidad... Pero claro, eso no eran las unicas cosas que ella tenia. Termino de comer y para pasar los fideos, abrio una botella de cerveza que estaba en la cocina. Sonrio y luego se encontro con la necesidad de acostarse de nuevo. Miro la cama de su habitacion y se acomodo en ella. Escucho un ligero quejido de su acompanante, ese mismo que decidio ignorar. Se estiro un poco y se puso a pensar en todas aquellas cosas que habia pasado a lo largo de su vida, siempre sin dejar de admirar la presencia de esas manchas de moho en el techo. Lo cierto es que Agata era una persona que superaba al estandar, era muy diferente a los demas. Sus problemas mentales eran apenas una parte de un todo, era loca y desenfrenada, y preciosa. Mortalmente preciosa. Le gustaban las fiestas, el alcohol y las drogas. Cuando se disponia para eso, lo hacia en serio y nadie la sacaba de ese estado de parranda interminable. Podria destruir todo a su paso, como si fuera un huracan. Tambien era amante del sexo, de los hombres y tambien de las mujeres. Si alguno le parecia remotamente interesante, no perdia el tiempo y hacia lo posible para llevarselo a la cama. Estaba dispuesta a disfrutar de su sexualidad al pleno, sin importar lo que dijera la gente. Mas alla de su belleza, su aspecto en general era bastante llamativo. Le gustaba pintarse el cabello de todos los colores. Lo uso de todas formas posibles, pero en los ultimos tiempos prefirio lucirlo corto en sus diferentes variantes. Cualquier persona que la conociera estaba segura de que iba a lidiar con una fuerza intensa de la naturaleza... Pero todo tenia una razon de ser. Agata nacio en un hogar fracturado: un padre ausente y una madre adicta a los tranquilizantes. Desde pequena tuvo que ser testigo de las constantes peleas entre ellos y desde ese momento siempre estuvo rodeada de caos, conflictos y dolor. Despues de un par de anos, el padre de Agata las abandono lo que represento una especie de quiebre en el espiritu de su madre. Ella se volvio mas erratica, adicta y maltratadora. Agata nunca supo lo que era el amor y la comprension. Los dias con su madre terminaron cuando una vecina se dio cuenta de algo atroz. La nina estaba afuera de la casa en pleno invierno, sin zapatos y con ropa ligera. Permanecio alli unas cuantas horas esperando a que su madre la dejara entrar. Servicios Sociales, apenas supieron la situacion, buscaron a la nina indefensa y la colocaron en un programa de proteccion especial. Medicos y psiquiatras se encargaron de analizar la salud general de la pequena. Despues de un periodo determinado, Agata entro al sistema nacional de adopcion. El Estado concluyo que la pequena estaba sufriendo de danos sistematicos y que lo mejor que podian hacer era destinarla a un nuevo hogar en donde pudiera estar protegida y bien cuidada. Una pareja cristiana catolica ortodoxa tomo a la nina con el fin de salvarla de los graves pecados de sus padres. Ellos pensaron que podrian ayudarla y llevarla al sendero del bien. Lo que no sabian era que la nina tomaria un rumbo completamente diferente. Se la llevaron a casa con tan solo cuatro anos y las cosas parecieron funcionar bien por un par mas. Sin embargo, poco a poco Agata iba demostrado su verdadera personalidad: rebelde, contestataria y, sobre todo, fria. No respondia a las caricias ni a los afectos. Le daba igual que la gente le prestara atencion o no, simplemente queria hacer lo que le diera la gana. Al principio, sus padres pensaron que se trataba de una faceta y nada mas, por eso se concentraron en que ella rezara mas y que se volviera mas participe en las actividades de la iglesia. Pero nada, no habia nada que motivara a la chiquilla de cabello oscuro y ojos azules. Lamentablemente, la fe no fue suficiente para que sus padres continuaran la labor de educarla y criarla. Aquello, ademas, seria una constante durante su ninez y adolescencia. Regreso a un instituto para ninos y jovenes y espero un ano hasta que fuera adoptada de nuevo por una pareja de medicos. Gracias a ellos, se pudo detectar algunos problemas en ella: diagnosticaron sus enfermedades y trataron de darle apoyo lo mas posible. Quizas lo mas dificil para ellos fue el tema del trastorno antisocial. Agata podia ser encantadora pero tambien terrible y destructiva. Hablaba con la gente cuando queria y en sus terminos, eso sin nombre su enorme capacidad de llevar el caos consigo. Para ese momento tendria unos 10 anos. A pesar de los medicamentos y el tratamiento, Agata estaba sumida en un fuerte conflicto de identidad. Queria conocer su origen, saber mas de sus padres biologicos, conocer la razon por la cual la habian abandonado. Probablemente se quedaria sin respuestas antes esas preguntas. Un ano despues, sus segundos padres decidieron darse de baja. Por mas amor y carino que le tenian, se dieron cuenta que no podian con ella y quizas era necesario algo mas, aunque no tenian claro que con exactitud. Entonces ella regreso al instituto con la esperanza de quedarse alli, pero sus deseos no fueron satisfechos. Por un momento penso que era una especie de pieza para el Estado que la movia a todas partes, sin contemplacion ni interes.

  • Mama de Jorge Fernandez Diaz

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    Mama es un clasico de la cronica narrativa argentina, que hoy tambien se lee como el empeno de la mujer moderna contra las dolorosas acechanzas del mundo.

  • Kilometro 93 de Patricia Moreno Raya

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    Ya lo dijeron dos maestras, las grandes senoras del crimen, Agatha Christie y Patricia Highsmith: todo escritor debe individualizarse, aportar algo diferente, hacerse a si mismo. Y Patricia Moreno Raya no imita a nadie. Su estilo fresco y desenvuelto es unico. Quienes han leido su primera novela, La tercera planta, y sus relatos negros lo saben; Patricia es una despiadada fabricante de homicidios, como en su dia lo fueron las creadoras de Poirot y de Ripley. Con ambas coincide en sus tempranos inicios en la escritura, de adolescente; curiosamente con Agatha Christie tambien en su trabajo como farmaceutica (durante la primera y la segunda guerra mundial Agatha aprendio todo sobre el arsenico y la estric nina, y en la farmacia de la Cruz Roja nacieron sus primeras historias). Decia la autora de La ratonera y Asesinato en el Orient Express que hay tres tipos de historias <>: la pasional, la intrincada y la desenfadada. Siguiendo su particular definicion podriamos califi car Kilometro 93 como una novela negra <>, si bien dentro de la tradicion literaria del enigma por descubrir, de la hipotesis que debe cons truirse para descifrar la identidad del culpable. Algo que se remonta a Edipo rey de Sofocles y al Libro de Daniel en el Antiguo Testamento. Sin embargo, como toda novela de genero negro, mas que de la resolucion del crimen en si, Kilometro 93 trata de ahondar en nuestras sombras, en nuestra cara oculta, en el mal que albergamos dentro: somos capaces de matar. Lo revela la cita liminar de Patricia Highsmith: <>. Todo comienza un primero de agosto de 2017 a las seis de la tarde. Cinco desconocidos en el kilo metro 93 de la A44: el propietario de un vehiculo, un juez jubilado, una chica de veintipocos anos, un hombre, una mujer. Uno debe morir. En torno a ellos gravitan hijos, padres, abuelos, parejas, perros. El inspector jefe de la policia judicial sera el encargado de investigar si la muerte se produce accidental mente o es un homicidio. La historia comienza... Las primeras palabras de una novela siempre son las mas dificiles; por eso decia Agatha Christie que no habia dolor semejante: <>. Al leer el co mienzo de Kilometro 93 quien pensara que su autora ha sufrido, mordido boligrafos ni contemplando con desesperacion la pantalla de un portatil, porque la novela arranca con un inquietante flashforward que parece brotar facilmente de la mente de Patricia: <>. Como Patricia Highsmith, Moreno Raya hace gi rar la historia en torno a la culpa, la mentira y el cri men, aderezados con un sabroso ingrediente, la am nesia, y con el telon de fondo de una Granada her mosa pero imperfecta. Kilometro 93 es un vivido re trato moral, social, colectivo y critico de nuestra ciu dad, pero tambien una novela fresca y actual. Humor y autenticidad. Vida y crimen. Eso es Patricia. Como Mary Higgins Clark, Moreno Raya se ca racteriza por sus protagonistas femeninas. Sus muje res se encuentran en medio de un dilema, enfrenta das a sus miedos, a sus angustias, a sus fantasmas. Susi, Amelia, Carolina, Cristina, Eva y Fernanda to man las riendas, deciden resolver sus problemas. Y los resuelven con contundencia. Borges y Bioy Casares, padres del escritor apo crifo de relatos detectivescos Bustos Domecq, decian que los criticos negaban al genero policial la jerar quia que le corresponde solamente porque le falta el prestigio del tedio. Y aventuraban una teoria: <>. Critica y publico se dan la es palda; si los primeros buscan lo soporifero, los se gundos lo ameno. Highsmith lo corrobora:<>. Pues bien, Kilometro 93de Patricia Moreno Raya cumple esos requisitos: huye del tedio, es una histo ria entretenida, inusual, que estremece (si, usted tambien adquirira la conciencia de que en cualquier momento puede matar) y hace reir (el particular sen tido del humor de la autora es uno de sus grandes meritos), es algo sobre lo que podra conversar y hasta podra, como hago yo, recomendarla a sus ami gos. Ana Morilla Palacios 1 de Agosto de 2017 El coche en el que se produciria la muerte de uno de sus pasajeros minutos mas tarde se encontraba dete nido en la parte mas alejada de la rotonda. El sol asfixiante de las seis de la tarde del mes de agosto derretia Granada sin ningun tipo de conside racion. El asfalto se adheria a los neumaticos de los coches que sin remedio necesitaban transitar por aquella circunferencia eterna siempre con trafico, sin que algun tipo de sombra se apiadara de los cortos segundos en los que se tardaba en cambiar de sen tido. El propietario del vehiculo esperaba dentro, con el aire acondicionado a maxima potencia, consu miendo la gasolina que le quedaba en el deposito mientras escuchaba a los perros quejarse del insufri ble calor en el diminuto remolque que llevaba en ganchado a su coche. El primer pasajero en llegar fue un anciano, de unos setenta y cinco anos de edad, algo desorientado por ser la primera vez que reservaba un coche com partido para viajar a Madrid, su ciudad natal, donde vivia desde siempre y de la que salia unicamente en ocasiones puntuales. El coche que estaba a punto de coger era el viaje de vuelta, y a pesar de haber lle gado a Granada sano y salvo el dia anterior, seguia sin confiar demasiado en esa forma de viajar. El conductor salio del habitaculo y saludo amablemente a su primer acompanante ofreciendole el asiento del copiloto. Acto seguido llego una chica de poco mas de veinte anos. Tenia una corta melena castana y un rostro salpicado de las pecas que se dejaban ver con mayor intensidad en verano como consecuencia de la exposicion al sol. Llevaba poca ropa y mucho ma quillaje. Finalmente llegaron los dos companeros del tra yecto que faltaban, aparentemente desconocidos, que coincidieron en el paso de peatones que necesitaban cruzar para llegar hasta el coche. El iba vestido de deporte, de aspecto descuidado, con el oscuro cabello enmaranado y demasiado largo para el corte de pelo que llevaba. La mujer que lo acompanaba iba muy arreglada para un viaje de unas cinco horas en un espacio tan pequeno, con el aliciente de ir con otras cuatro personas mas. Llevaba un ajustado vestido veraniego de color mostaza y unas altisimas sandalias. Desentonaba su aspecto junto al del hombre que caminaba al lado de ella, ambos en silencio, pese a saber que tendrian que compartir conversaciones incomodas y prefabricadas y que llevaban preparadas cada uno en su cabeza para que el tiempo que iban a pasar juntos fuera lo mas ameno posible. Se saludaron los cinco, algunos sonriendo, otros avergonzados. Acomodaron los equipajes en el ma letero, y todos miraron el remolque preguntandose que habria dentro. Julian, el conductor, arranco una vez que estuvieron todas las puertas cerradas y em prendio la marcha. --Y bueno..., contadme, ?a que os dedicais? Los pasajeros de la parte de atras del coche se miraron entre ellos esperando que fuera otro el que respondiera a la pregunta, pero fue el copiloto el que tras carraspear para aclararse la voz comenzo a rela tar una parte de su vida. --Como imaginareis, yo estoy jubilado ya, aun que todavia ando metido en algunos negocios... He sido juez durante mas de treinta anos, ?sabeis? Y ademas de los buenos... --?Juez? !Que interesante! --dijo Julian, para in tentar darle un poco de vida a la conversacion y animar al resto a participar en ella. --Si si, mucho. Os podria contar tantas historias, pero claro, no debo..., ademas no os conozco de nada... Es la primera vez que uso una cosa de estas tan modernas para viajar, me ha convencido mi hija, me ha dicho que es lo mas comodo, aunque no os voy a enganar, voy un poco asustado..., ?no seras un violador ni nada de eso? --pregunto dirigiendose a Julian. --!Ja ja ja! !No, hombre! !Claro que no! Se oyo entonces una risa timida de la chica joven que iba sentada en medio en la parte de atras. --Y tu no te rias, jovencita, que peores cosas se han visto... Estamos confiando nuestra vida a un desconocido del que no sabemos nada, ni sabremos con certeza nada despues de este trayecto... En serio, espero que no nos hagas nada... Oye, por cierto, pararas a mitad de camino, ?verdad? Que no es legal conducir mas de dos horas seguidas... La chica joven fruncio el ceno al oir estas pala bras, y el hombre sentado a su derecha resoplo, pen sando que el viaje seria mas largo de lo que esperaba. --Pues yo me dedico a criar pastores alemanes --dijo Julian, retomando una conversacion que pare cia interesarle unicamente a el--, de hecho llevo en el remolque cuatro. --?Como? --dijo la chica impresionada--, !que guapo! ?Podemos verlos despues? --Si claro, luego os los enseno. Son preciosos. Llevo dos cachorros y dos adultos. --?Y para que los llevas a Madrid? ?Para algun concurso o algo asi? --dijo la mujer, hablando por primera vez. --!No! Voy a visitar a mi novia, y los llevo con migo. --?A los cuatro? --dijo la chica semivestida, con los ojos como platos. --Si, ?por que no? Mi pareja vive en una casa grande con jardin, y alli se lo pasan genial; ademas, estan acostumbrados a viajar. --Pero tio, que agobio ahi dentro, con el calor que hace y todo... --No les pasa nada... --?Y te ganas la vida con eso? --pregunto Zaca rias, el anciano. --!Claro que no! Es solo un hobbie..., soy fun cionario, trabajo en el ayuntamiento. El hombre sentado detras de Zacarias volvio a resoplar; parecia estar incomodo con aquella situa cion que podria haber evitado sencillamente via jando en autobus. Observaba en silencio el paisaje, no le gustaba demasiado hablar con gente descono cida, y maldecia la baja velocidad a la que iban por culpa del remolque con los perros. --Si no os importa voy a parar unos segundos a echar gasolina.

  • La novia de McKenzie de Tanya Anne Crosby

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    Independiente hasta la medula, Elizabeth Bowcock, tambien conocida como “Doc Liz”, decide criar a la hija de su unica hermana, ya que se acaba de quedar huerfana. Desafortunadamente, el abuelo de la nina no considera apta a Elizabeth para la tarea y se niega a entregarle a la pequena si no se casa antes.

  • INFIDELIDAD de Nath Lor

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    Alexandra creia que tenia todo lo que deseaba en la vida. Hasta que un dia lo conocio a el…
    Vivira intensamente desde aquel dia debatiendose entre la culpa y sus miedos. Sumergiendose en el pasado y en los recuerdos.
    ?Podras juzgarla por sus acciones?
    ?O tambien caeras a los pies de ese apuesto germano rudo y sensual?

  • Tu, mi atraccion favorita (Sweet Love 3) de Lorraine Coco

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    Payton intento entrar en el edificio en el que se encontraba su nuevo apartamento, cargada con una caja, un bolson colgado al hombro y una gran maleta con ruedas. Pero la puerta era pesada y no pudo abrirla mas de un par de centimetros antes de que esta se volviese a cerrar. Por suerte, un hombre de unos cincuenta y tantos anos lo hizo por ella y la saludo dandole una calida bienvenida. --Buenas tardes. Es usted la senorita Payton, ?verdad? --le dijo arrebatandole la caja de las manos. --Si... --repuso casi sin resuello--, la misma. Muchas gracias por la ayuda. Le sonrio abiertamente, admirando al tiempo lo bonita que era la porteria de aquel edificio familiar. Sarah y Matt le habian asegurado que le encantaria vivir alli y empezaba a pensar que no habian exagerado. --No hay de que. Yo soy Irvin, el conserje. Puede contar conmigo para lo que necesite. Daniel y Eric me avisaron de que vendria y me pidieron que la guiase hasta el apartamento. --Irvin, es usted muy amable, pero no sera necesario. Ya tengo la llave. Puedo hacerlo sola --le dijo con gesto decidido. --Como usted desee --concedio el hombre--, pero al menos dejeme que la acompane al ascensor. --Y antes de que pudiese negarse, fue hasta alli y apreto el boton mientras seguia cargando con su caja. Payton espero junto a el mientras ambos, en silencio, aguardaban su llegada. Se sentia algo nerviosa. Habia tenido que buscar un apartamento compartido con urgencia, tras tener varios problemas serios con su casero, y el que Matt dejaba vacio estaba en una zona inmejorable. Era la primera vez que iba a tener que compartir vivienda con dos hombres, pero no le preocupaba demasiado. Eran cirujanos, como Matt, y eso hacia que estuviesen mucho tiempo fuera. Ademas, el hecho de que Sarah viviese tambien en el edificio, le hacia estar mas segura de su decision. Habian congeniado bastante en la boda de Lauren, su mejor amiga y hermana del novio de Sarah, Matt. Aun asi, la experiencia con su casero anterior habia sido tan mala que ahora iba con pies de plomo. Cuando el ascensor pito justo antes de que se abriesen sus puertas, se sintio aliviada. Tenia ganas de instalarse y tener, por primera vez en mucho tiempo, algo de paz. Estaba a punto de entrar cuando tuvo que dar un par de pasos atras al ver como el ser mas horrendo sobre la faz de la tierra, clavaba su mirada azul en ella con desconfianza. La portadora de semejante bicho, una senora octogenaria de expresion adusta, la observo con los parpados entornados. --Buenas tardes, senora Fleming. Buenas tardes, Lucifer --oyo decir al portero. En cuanto a ella, no tuvo tiempo de saludar a la extrana pareja porque la senora hablo primero. --?La nueva del 8B? --le pregunto sin rodeos repasandola de arriba abajo inquisitivamente. --La misma --dijo sin dejarse amedrentar por su tono seco. --Es usted... --La volvio a inspeccionar-- demasiado joven y atractiva --termino por declarar en un tono en el que no supo si la estaba halagando o insultando. Pero finalmente arrugo la nariz como si sus cualidades la convirtiesen en persona no grata--. Espero que no nos de problemas. Su declaracion la dejo alucinada y muda. La vio alzar la barbilla y salir del cubiculo con su gato, dando por zanjado aquel extrano intercambio de presentaciones. Sin embargo, la oyo anadir, farfullando mientras se dirigia a la salida del edificio: --Y mas viviendo con esos dos... ?Verdad, Lucifer? --se dirigio a su gato hablando de ella como si no pudiese escucharla. Algo a todas luces absurdo, con lo que le quedo claro que no le importaba un apice que lo hiciera. Payton abrio los ojos de par en par e hizo una mueca, sin terminar de creer lo que acababa de pasar. --Una senora encantadora --le dijo al portero tras sacudir la cabeza, decidiendo entrar en el ascensor. El hombre se limito a sonreir dejando la caja en el interior. Apenas le dio tiempo a salir del cubiculo antes de que se cerrasen las puertas y ella quedase sola en el interior. Apoyo la espalda en la pared metalica y suspiro. Estaba claro que vivir alli iba a ser mucho mas interesante de lo que habia imaginado. Decidio no tomarse los comentarios de aquella senora como una senal de que mudarse alli no habia sido una buena idea. Tenia que mantener su optimismo. Necesitaba pensar que estaba empezando una nueva etapa en su vida que le reportaria grandes alegrias. Y durante los escasos segundos que el ascensor tardo en llevarla hasta el octavo piso, tuvo tiempo de hacer un repaso rapido y mental a la lista de cosas que tenia a favor. Acababa de conseguir su propia seccion en la revista para la que trabajaba desde hacia tres anos como redactora: Revolution, la mejor publicacion femenina del momento. Adoraba trabajar alli porque sentia que estaba en un medio en constante crecimiento. Y tras su <>, con una proyeccion inmejorable en el trabajo. Su labor tambien le habia reportado un grupo de amigos y companeros muy agradables con los que llenar su vida social en un lugar tan vertiginoso como Manhattan, que en nada se parecia ni a su Austin natal, ni a Rhode Island, donde estaba ubicada la universidad de Brown. Echaba de menos a Lauren, su mejor amiga, pero estaba viviendo su sueno. Un sueno que el ser siniestro y despreciable de su anterior casero habia amenazado con hacer anicos. Habia aprendido la leccion y conseguido esquivar esa peligrosa bala, descubriendolo a tiempo. Habia escapado de su antiguo apartamento, como alma que lleva el diablo, en mitad de la noche y sin mirar atras. Tuvo que mudarse a un hotelucho durante varias semanas tras encontrarse en la calle, pero por suerte, en la boda de su mejor amiga, habia descubierto que Matt dejaba su increible apartamento en una de sus zonas favoritas de la ciudad: el West Village. Tenia el centro de la ciudad a veinte minutos en metro y el edificio era una pasada. No iba a estar sola, como en el anterior, y tendria que acostumbrarse a compartir espacio con dos hombres, algo que no habia hecho desde que abandono la casa de sus padres y con ellos a sus cuatro hermanos: una chica menor, y tres chicos mayores que ella. No recordaba la convivencia como un sencillo paseo; sus hermanos eran lo peor. Y ese fue uno de los motivos de decidirse a estudiar en la otra punta del pais. Preferia su independencia, pero a veces no importa lo que uno desea, sino saber adaptarse a las circunstancias. Y eso era lo que hacia ella, adaptarse y pagar por sus malas decisiones del pasado. Tampoco era algo definitivo, se dijo cuando la puerta del ascensor se abrio y, arrastrando la maleta, la saco del cubiculo metalico, coloco sobre esta la caja y se acomodo el bolson en el hombro. Comenzo a caminar por el pasillo mientras miraba los numeros de las puertas, recordandose que por malo que fuese lo que se iba a encontrar, era cien mil veces mejor que lo que habia dejado atras y que en pocos meses podria permitirse alquilar un espacio solo para ella. Con todo aquello en mente llego hasta la puerta junto a la que se podia leer en letras doradas, 8B. Saco la llave del bolsillo trasero de sus vaqueros y tomo aire un par de veces, mirandola antes de introducirla en la cerradura. <>, se dijo a si misma y, tras girarla un par de veces, entro en el que se convertiria en su nuevo hogar durante los proximos meses. La puerta daba a un pasillo que hacia las veces de recibidor. Alli solo encontro un perchero, vacio salvo por un juego de llaves que colgaba solitario de uno de los ganchos. Dejo caer el pesado bolson y solto la maleta con la caja para tomarlo con los dedos. Tenia un llavero en el que se leia: <>. Pero a ella no se le daba bien obedecer, asi que siguio haciendolo con una sonrisa en los labios. ?Que tenian de especial esas llaves? Encogio la mirada, pero sin cambiar el gesto sacudio la cabeza. Dejo el equipaje en la entrada y se dispuso a inspeccionar el apartamento aun con mas curiosidad. Y lo que encontro a continuacion la sorprendio bastante. El salon era amplio, pintado de blanco salvo por un par de paredes que mantenian el ladrillo original, rojo y desgastado. Las paredes estaban decoradas con cuadros de laminas en blanco y negro. El mobiliario era contemporaneo, eclectico, y en el se combinaban varios colores dando una sensacion acogedora. Estaba presidido por un gran sofa gris, con dos butacas a los lados, una blanca y otra morada que la enamoro al instante y en la que se imagino acomodada con un buen libro. Era una habitacion espaciosa y muy bien iluminada con tres ventanas altas. En la pared del fondo habia una chimenea con pinta de hacer decadas que no se usaba y en la que ahora habia una pila de libros. En realidad, le sorprendio la cantidad de ellos que habia dispersos por toda la estancia. Los habia en las estanterias de madera de las paredes, distribuidos sobre distintos muebles y en un cesto de mimbre junto al sofa. Era un lugar agradable, sin el aire excesivamente masculino que habia supuesto. Tampoco esperaba que hubiese tanto orden. Paso un par de dedos por la superficie de cristal de la mesita auxiliar que habia frente a ella y comprobo que estaba impoluta. Fruncio el ceno. Ella no era tan limpia ni de lejos. Esperaba que eso no fuese un problema. Con esa duda se adentro en la siguiente habitacion, la cocina. Le encanto. No era una gran cocinera, pero tenia tres o cuatro especialidades que solia cocinar cuando estaba estresada, y aquel espacio estaba equipado con todo lo necesario. Habian pintado el ladrillo de blanco y este combinaba con muebles del mismo color y encimeras de madera clara. Los electrodomesticos eran de acero y una mesa blanca, con ruedas, hacia las veces de isla, flanqueada por un par de taburetes. Tambien alli estaba todo limpio y recogido. Enarco una ceja y fue hasta el frigorifico. Y al abrirlo, sonrio. Estaba dividido en dos secciones claramente diferenciadas. La de la izquierda, llena de comida basura, precocinada, restos de pizza y otras cosas que no supo identificar. El lado de la derecha era diametralmente opuesto; productos frescos, muchas frutas y verduras, carnes y pescados, lacteos desnatados y zumos. Eso si, la zona inferior estaba llena de botellines de cerveza, que ademas eran de su marca favorita. Cerro la nevera y fue hacia el pasillo donde se encontraban las habitaciones y el bano. Este ultimo fue el primero que hallo. Tenia banera, algo que le encanto. Era sencillo, con un buen espejo y estaba igual de limpio que el resto de la casa. Al salir se dio cuenta de que, sobre la madera blanca de una de las puertas, habia un papel pegado en el que se leia: <>. Volvio a sonreir. Estaba a punto de entrar en su cuarto cuando vio que uno de los otros tenia la puerta abierta, no lo pudo evitar y asomo la cabeza. Una gran cama presidia el dormitorio en el que predominaban los tonos verdes y tierra. En la pared del cabecero habia un cuadro enorme con una de esas preciosas vacas escocesas de pelo largo. Le gustaba, era acogedor. La otra puerta estaba cerrada y no intento siquiera abrirla. Fue directamente a la suya y al girar el pomo, se sintio en casa. Era un dormitorio sencillo de cama doble y muebles de madera. Las paredes blancas y una butaca morada, gemela a la que le habia enamorado del salon. Ubicada en una esquina, era perfecta para dejar sus cosas cada dia. El armario era amplio y tenia una comoda de gran tamano tambien. Por lo demas, el cuarto estaba vacio y carente por completo de decoracion, pero cuando ella le diese su toque, haria de el un lugar perfecto. Su lugar perfecto, penso antes de tirarse de espaldas sobre la cama y suspirar aliviada. CAPITULO 2 Puso su lista de reproduccion en el movil y con ayuda de Bruno Mars apenas tardo un par de horas en sacar todas sus cosas y colocarlas. Eso la dejo en mitad de su cuarto, con media manana libre, algo que no le habia sucedido en mucho tiempo. No estaba acostumbrada a estar ociosa y se puso a maquinar. Estaba claro que limpiar no era necesario, habia hecho la colada antes de ir hasta alli y tenia el articulo de esa semana terminado. Podia haberse dedicado a investigar un poco sobre la idea que tenia para el siguiente, pero lo cierto era que hacia un dia precioso y se moria por conocer la zona. Tampoco le vendria mal recorrer el barrio, hacer algo de compra y localizar su futura nueva cafeteria favorita.

  • Me conformo con un para siempre, Paris Yolanda de Paris Yolanda

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  • Te reservo mis derechos de Cristina Gonzalez

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    Alvaro habia forrado con folios blancos las dos novelas que habian llevado a la escritora Irene Leblanc a hacerse famosa por sus textos de romance. El joven profesor habia leido ambos libros con verdadera adiccion y los habia releido varias veces en ocasiones posteriores. No obstante, no queria que su hermano se enterase de que era un apasionado de las novelas romanticas de Irene Leblanc. En general, preferia no revelarle a nadie su ferviente interes por aquellas historias de amor y pasion que eran tan populares entre el genero femenino. Por eso ocultaba las portadas tras la opacidad del papel. Alvaro se incorporo sobre el escritorio de su gran despacho. Abrio su portatil y se pregunto a si mismo si no estaba llevando aquella obsesion demasiado lejos. Sin esperar la respuesta, tecleo el nombre de su escritora favorita en el buscador de Google. Unas cuantas entradas de blogs de novela romantica bombardearon la pantalla. Tendria que asegurarse de borrar el historial antes de que Jesus se apoderase del portatil. Su hermano era el editor de Irene Leblanc. Y aun asi Alvaro todavia no habia tenido la oportunidad de conocerla en persona. El, a diferencia de su hermano, habia preferido dedicarse a la docencia universitaria. Estaba orgulloso de haber adquirido una plaza como catedratico con tan solo treinta y dos anos. Suspiro. Solo un pequeno flexo de luz anaranjada alumbraba el escritorio. Deslizo el puntero hacia el buscador de imagenes de Google. Tenia cierta curiosidad por saber como era ella fisicamente. Queria comprobar que su imaginacion volaba acorde con la realidad. - Vaya - musito en el silencio de su solitario apartamento. Su hermano no mentia. Irene era una mujer particular. Alvaro habia dado con una imagen de ella de cuerpo entero, sentada sobre un taburete y vestida con un bonito traje de raya diplomatica. La fotografia pertenecia a una entrevista que le habian realizado un ano atras. El sabia perfectamente que Irene tenia veintiocho anos, habia leido su biografia unas cuantas veces. Lo que mas le llamaba la atencion era que Irene estaba licenciada en medicina. Y, sin embargo, ella habia dejado de ejercer para escribir. Desde luego, la profundidad de aquellos ojos grandes y castanos debia de proceder de algun lugar. Tenia el aspecto de ser una mujer compleja. La curva de sus labios finos mostraba a una Irene melancolicamente sonriente. Alvaro sacudio la cabeza. Era consciente de que elucubraba demasiado acerca de ella. A medida que habia ido leyendo sus libros, habia forjado una imagen de la escritora en su cabeza. Por eso no habia querido ver las fotos de Irene Leblanc antes de imaginarsela a su manera. Y ahora que por fin la tenia frente a sus ojos, no le quedaba mas remedio que reconocer que no le defraudaba. Tal vez le hubiese gustado que tuviera el cabello mas corto. No se esperaba aquella melena tan espesa y oscura. - Esta bien asi... Es como tiene que ser - dijo el. Con una sonrisa de triunfo, apago el ordenador y se dirigio a la cocina para cenar algo de verdura cruda. Mientras rayaba un trozo de zanahoria para anadirlo a su ensalada mixta, su Iphone comenzo a vibrar sobre la encimera. - Siempre en el mejor momento... - susurro para si mismo mientras se secaba las manos rapidamente con el pano de cocina. Descolgo y contesto. - Diga. - Abre la puerta - dijo su hermano al otro lado del telefono. Colgo y camino hasta la entrada. Al abrir dijo: - Los timbres no estan hechos para ti. - Es cierto, sobre todo cuando no suenan - dijo su hermano. Jesus arrastro su maleta por el pasillo enmoquetado hasta llegar a la habitacion de invitados. Un cuarto que en realidad solo utilizaba el porque su Alvaro no solia invitar a nadie, a excepcion de su hermano mellizo. Alvaro miro el boton del timbre con desconfianza. Tres dias. Eso era lo que habia tardado en romperse desde que lo cambio. - Debe ser un mal contacto... - murmuro el con frustracion al comprobar que, efectivamente, no funcionaba. - !Asumelo! - grito Jesus desde la habitacion. Camino de nuevo hacia la entrada, a medida que se fue acercando a la puerta principal fue disminuyendo el volumen de su voz - ?Sabes? Llamar a un electricista no es algo degradante... Te lo aseguro. Alvaro lo ignoro y fue a buscar su caja de herramientas. Cuando logro encontrar el destornillador adecuado, regreso junto al timbre averiado, dispuesto a repararlo. Costase lo que costase. Jesus se reia entredientes mientras su hermano se peleaba con el primero de los tornillos. - Lo aprete demasiado... - farfullaba Alvaro. - Manana lo arreglas. Ahora quiero que cenemos juntos. Tengo que contarte algo genial. !Te va a encantar! - dijo su hermano emocionado. Alvaro abandono por un momento al timbre y a sus tornillos y le presto atencion. - Puedes decirmelo ahora... Mientras intento sacar... Esto... - forcejeaba y forcejeaba con el destornillador. Con resultados desalentadores. Jesus decidio soltar la perla para hacer reaccionar a su hermano. - Manana te presentare a la mismisima Irene Leblanc. Fue rapido. Fue inesperado. Fue doloroso. - !Joder! - grito Alvaro. Habia hecho tanta fuerza con el destornillador que este se habia escurrido hasta acabar rajandole la palma de la mano contraria. - Me gusta tu actitud. Es muy emotiva - bromeo Jesus. Alvaro se incorporo y entro en el piso. Cerro la puerta y camino hacia el cuarto de bano para rociarse con agua oxigenada. - ?Y que te hace pensar que quiero conocerla? Por supuesto, Jesus no sabia que su hermano era uno de los lectores mas acerrimos de Irene Leblanc. - Nada en absoluto. Pero te la presentare de todas maneras. Alvaro apreto los dientes cuando peroxido de oxigeno comenzo a burbujear sobre su herida. Aun tenia en su mente la sugerente mirada oscura de la escritora. - ?Y si no quiero? - se apresuro a decir el. - Ella necesita un buen egiptologo para documentarse. Esta escribiendo un romance ambientado en la epoca de Cleopatra. A Alvaro se le ilumino fugazmente la mirada. Afortunadamente, Jesus paso por alto aquel gesto. - ?Y por que yo? - pregunto el intrigado. - Porque eres mi hermano y saldras mas barato. Alvaro resoplo. Entonces Jesus dijo: - Y porque eres de los mejores que hay en esta ciudad. Ambos hermanos se miraron con complicidad. Despues Alvaro le estrecho a Jesus la mano sana y le dijo: - Yo la conozco primero. Despues ya vere si colaboro. Jesus se fue a dormir contento. Estaba absolutamente seguro de que su hermano aceptaria el trabajo. Para Jesus, Irene era una mujer particularmente atractiva. Y estaba convencido de que Alvaro seria incapaz de resistirse a sus encantos. CAPITULO 2 Irene sudaba la gota gorda encima del banco de abdominales. No recordaba cuando dejo que su madre la convenciera para ir al gimnasio. - Cielo, yo te quiero, y como te quiero, te digo que se te esta empezando a poner fofa la barriga - habia dicho ella. Irene, rezongando y maldiciendo, habia llamado por telefono al gimnasio que habia a cinco minutos de su pequeno apartamento. Y alli estaba aquel lunes por la manana, recuperando la tonicidad perdida. Esa tonicidad que parecia importarle mas a su madre que a ella misma. - Doce... - dijo a punto de exhalar su ultimo aliento. Incapaz de forzar sus musculos una vez mas, anadio: - Y doce. Miro su BlackBerry. Las diez y cincuenta y ocho. - Llego estupendamente tarde - dijo con resignacion. De camino al vestuario se pregunto la razon por la cual habia accedido a escribir una novela que ella no queria escribir. !Cleopatra! !Arg! !Y lo quieren vender como el antiguo Egipto! Penso Irene Leblanc mientras arrojaba su camiseta sudada en la bolsa. Y no es que no le fascinaran los egipcios. Habia leido "Sinuhe el egipcio" varias veces. Al terminar tercero de medicina, dedico su verano a aquel clasico. Admiro una y mil veces al escritor Mika Waltari. Pero Cleopatra... La pobre Cleopatra estaba ya muy manida. - !Pero lo habras escrito tu! Y tus historias siempre conmueven a tus lectores - le persuadio su agente. - Yo he escrito romances medievales... De esos en los que el enamorado siempre tiene ganas de suicidarse porque su amada no le corresponde. Son bonitos, platonicos y sumergen a las lectoras en una fantasia romantica. !Pero yo no escribo sobre egipcios, ni griegos, ni romanos! No tengo conocimientos suficientes... No tengo ni pajolera idea de como ambientar la trama. Ah y tampoco se me ocurre ninguna trama... - habia alegado Irene a su favor. - Llamare a tu editor y le dire que busque a alguien que si tenga esos conocimientos para que te ayude - habia respondido su agente con un fingido optimismo. Y asi es como Irene salia corriendo del gimnasio, ataviada con un chandal limpio - que no dejaba de ser un chandal - en direccion a su pequeno Citroen Saxo del ano de la polca. Habia quedado con el doctor en historia antigua: Alvaro Ferreras y con su editor - Jesus Ferreras, Chus para los amigos - en el despacho de su agente. No queria conocer al tal Alvaro, ni queria escribir sobre Cleopatra. No queria escribir sobre algo que no conocia y que no le gustaba. !Pero Irene Leblanc tenia que escribir sobre algo que se pudiera vender! - Tus libros a veces son aburridos. Tienes que ser mas dinamica, mas actual - dijo su agente a continuacion. - Supongo que Cleopatra es una mujer actual. !Ayer lei una entrevista suya en el Yo Dona! - habia ironizado Irene. - Te prometo que se vendera... Ademas, estas bloqueada, tu misma lo has reconocido. No se te ocurre nada, y necesitamos material para que sigas publicando. Bien, fueron estas palabras las que hicieron que Irene accediese a escribir sobre la amante de Julio Cesar. Su agente no quiso discutir mas. Sabia que Irene tenia potencial y que habia una editorial dispuesta a publicar un romance nacido entre piramides. - Los semaforos en las glorietas son un engendro... - se quejo ella al volante de su pequeno Saxo. Verde. Irene piso el acelerador y giro el volante

  • Una eleccion nada conveniente (Relaciones escandalosas 3) de Hilda Rojas Correa

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    Angus Moore, noveno conde de Corby, es el tipico libertino londinense hasta el preciso momento en que es herido de
    gravedad en Whitechapel y cae inconsciente a los pies de una mujer.
    Esa mujer es Katherine Thompson, una sirvienta que, sin dudar, auxilia al libertino sin sospechar quien es y, con la ayuda de su padre, logran salvarle la vida.
    En dos semanas, sus vidas cambian por completo. El desea reformarse y tomarse en serio su responsabilidad ante su titulo
    y decide buscar una esposa.
    Ella, en cambio, decidida a no esperar que un hombre le solucione la vida, debera buscar un nuevo trabajo cuando las
    heridas de Angus sanen, pues la han despedido por cuidarlo.
    Pero, como siempre suele suceder, las cosas no salen de acuerdo a como se planean en un principio.
    Decisiones, cambios, secretos que salen a la luz. Todo puede pasar porque ambos, muy a su pesar, han hecho su eleccion.
    Una eleccion nada conveniente.

  • Doce oportunidades de vivir de Jossy Loes

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    Sophia Baute ha pasado toda su vida entre cintas, saltos y danza, esforzandose en mantenerse en la elite de la gimnasia ritmica. Tras un error basico en una competicion, en la que queda en los ultimos puestos, duda si seria bueno retirarse como habia planeado.
    Sin embargo, todos sus planes se desmoronan en el momento que sufre un grave accidente, hundiendola en un foso oscuro del que no es capaz de salir, pero la insistencia de su amiga Marian la lleva a aceptar ir a Florida, donde un compromiso la pondra en el camino de Blake Clark.
    El no es un chico cualquiera. Durante toda su vida se ha esforzado por llegar a un buen puesto en su profesion y, a pesar de haber cumplido esa meta, lucha constantemente con el fantasma de su pasado. Un pasado que le pondra a prueba desde el instante que tropieza con Sophia, trastocando todos sus planes del presente y del futuro.
    Dos jovenes con vidas distintas y metas planificadas con antelacion que son puestos a prueba de doce maneras diferentes.
    Doce oportunidades para olvidar...
    Doce oportunidades para volver a empezar...
    Doce oportunidades para pedir perdon...
    Doce oportunidades para amar...
    Solo ellos entenderan el significado de: Doce oportunidades de vivir.