• libro dejame morir - Alberto Meneses

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    DEJAME MORIR. UN NUEVO CASO DE ROBERTO FUENTES.Despues del exito de <>, llega un nuevo caso de Roberto Fuentes.Tras finalizar su ultimo caso en la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil, Roberto Fuentes recibe una llamada desde Asturias; una menor de edad ha desaparecido en Nueva de Llanes y el unico detenido es un amigo de la infancia que solo le contara a el la verdad sobre lo ocurrido.Junto a la sargento Eva Ruano, Roberto se sumergira en un oscuro mundo de rituales sangrientos y poderes en la sombra donde la vida humana parece no tener ningun valor, y que pondra a prueba sus mas fuertes convicciones.?Descubriran quien esta detras de la desaparicion de la joven? ?Es la unica o hubo otras antes que ella? ?Por que Roberto no deja de sonar con la desaparecida?<> es un nuevo thriller policiaco de Alberto Meneses, autor de una docena de libros y con varios miles de ejemplares vendidos.

  • Déjame Morir (Roberto Fuentes nº 2) Versión Kindle - Amazon

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  • Déjame Morir: Un nuevo caso de Roberto Fuentes Tapa blanda

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  • DEJAME MORIR | Alberto Meneses

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    17 jul 2019 — DÉJAME MORIR (Roberto Fuentes 2) ... Los 8 mejores trucos para no vender tu libro en Amazon · – Cantidad y calidad.

  • Déjame morir de Alberto Meneses libro gratis pdf y epub

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  • Déjame Morir - Alberto Meneses - Babelio

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    27 may 2021 — Críticas, citas extractos de Déjame Morir de Alberto Meneses. ... Añadir crítica. Comprar este libro en papel, epub, pdf en ...

  • Déjame Morir: Un nuevo caso de Roberto Fuentes - Babelio

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    18 jul 2019 — Críticas, citas (2) extractos de Déjame Morir: Un nuevo caso de Roberto Fuentes de Alberto ... Comprar este libro en papel, epub, pdf en ...

  • Déjame morir by Alberto Meneses - Goodreads

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    Déjame morir book. Read 7 reviews from the world's largest community for readers. Tras finalizar su último caso en la Unidad Central Operativa de la Guar...

  • Un nuevo caso de Roberto Fuentes de Alberto Meneses - leer ...

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    20 jul 2019 — «Déjame morir» es un nuevo thriller policial de Alberto Meneses, autor de una docena de libros y varios miles de ejemplares vendidos.

  • Dejame morir - Alberto Meneses - PDF • Descargar Libros Gratis

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    El cielo estaba cubierto de nubes grises que amenazaban lluvia, aunque eso no era lo que más le inquietaba. Había algo en el ambiente, algo frío y oscuro.

  • Los muertos no se ahogan de Alberto Meneses

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    La vida de Roberto esta en un pozo del que parece imposible salir. Suspendido de empleo y sueldo en la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil, cada noche le asalta el mismo sueno, en el que una joven se arroja por un acantilado. Nada parece tener sentido, hasta que su jefe le pide que regrese al pueblo en el que nacio para ayudar en la investigacion de una extrana muerte. Una joven a la que no conoce se ha suicidado lanzandose por un acantilado y dejando en su telefono movil una nota dirigida a el. Obligado a volver al lugar del que huyo en el pasado y al que juro no regresar jamas, Roberto descubrira que Nueva de Llanes esconde oscuros secretos y, si no logra encontrar pronto al asesino, la muerte de la joven no sera la ultima. Los muertos no se ahogan es la primera incursion en el genero del thriller y la novela policiaca de Alberto Meneses, escritor con mas de una decena de libros publicados y miles de ejemplares vendidos.

  • Infantil de Lourdes Benitez

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    Quitandome los auriculares mire la hora. <<10:30>>. Me habia tomado 20 horas arreglar la nueva habitacion, a pesar de no ser fanatica de la limpieza, era reconfortante ver como las cosas estaban en su lugar. Solo pasaron dos dias desde que llegamos, dejamos un pequeno pueblo tranquilo, por una ciudad abarrotada, siempre enloquecida y ruidosa. Tenia algo de esperanza por quedarnos en el mismo lugar, lo mio no eran los cambios, pero no podia hacer nada al respecto, y no era la rebelde de la familia. Hay algunos que prefieren revelarse cuando algo no ocurre como quieren, otros se adaptan, y luego estan las personas como yo: que nos vamos a un rincon a sufrir, mientras arrojas palitos que provocan silencios incomodos. Si, de esa manera me vengaba en los momentos en que me encontraba inconforme, ?maduro, no? Doblando la ultima prenda, una vieja camiseta de mi papa, la guarde junto a las demas, y finalmente, mire alrededor. Como nunca tuve una habitacion sola, casi podia sentir las lagrimas salir de la emocion. Era magnifico, y aunque tenia pocas cosas, rapidamente llenaria mis repisas de libros y tebeos. Y como realmente la paciencia no era lo mio, significaba que debia buscar algun trabajo durante el verano. Suspirando algo exhausta, baje las escaleras. Mis pies descalzos resonaron contra el suelo de madera, mientras hacia una simple cola de caballo, para alejar esa cabellera revoltosa que tenia. Por suerte se habian ido todos, mis padres de compras y mis hermanos a pasear. Lo que significaba que, al menos, me quedaban unas dos horas de soledad. Ademas era sabado, los cuerpos lo sabian, y obviamente el mio lo sabia. Exacto. Fui directamente hacia la sala de estar, sente mi trasero en el sillon, mi mano sobre el mando y llene mi boca de frituras. Debia admitir que comia como una puerca, mi hermana Kate siempre se reia por lo poco femenina que era. No era que fuese una rata de alcantarilla, pero preferia quedarme tranquila leyendo. --Cielos, olvide la bebida --murmure frustrada, mientras subia el volumen del videomusical para escucharlo desde la cocina que estaba a unos metros. Luego de zigzaguear entre las cajas aun llenas, me puse a buscar los vasos. Mi habitacion era la unica que estaba ordenada, mientras que el resto de la casa estaba hecha un desastre, ya que todos preferian salir antes que poner las cosas en su sitio. Unos exagerados diez minutos despues encontre una taza para servirme, y cuando estaba por volver a la sala, lo escuche. Fue tan rapido, pero estaba ahi, como un pequeno golpe, algo que chocaba contra una superficie dura. Mi mirada se desvio hacia todas direcciones, pero no veia nada raro, y se seguia oyendo. Confundida, corri rapidamente para apagar la television y volvi. El silencio me abordaba una vez mas, y cada poco segundos se escuchaba un “toc”. Me quede mirando la puerta que daba al patio cuando entendi que el ruido provenia de alli. Y sin cuidado avance. Se que tendria que ir adentro, y no me confundan con aquellas personas que les gustan las aventuras, porque no, no lo era. Era algo peor, algo que siempre me habia metido en problemas. Curiosa, demasiado curiosa, y aprendi que era un gran defecto de la peor forma posible. Hace unos anos, Kate habia hecho que la acompanara a casa de una amiga y yo me habia negado. Pero como habria chicos, y yo era muy pequena y no sabia mentir, fui obligada a ir. Despues de varias horas mirando a la gente moviendo la cabeza por la musica, subi a una habitacion, dispuesta a encontrar algo mejor que hacer. Lo que no esperaba era escuchar gritos, y como los tontos se meten donde no los llaman, fui a ver que ocurria y vi a la mejor amiga de mi hermana besandose con su novio… en la cama… desnudos. En el momento en que entendi lo que pasaba, ya habia visto demasiado y mi pobre inocencia de nina de 10 anos quedo manchada. --Ouch... --murmure cegada por el resplandor del sol. Dejando que mis ojos se acostumbrasen a la luz, escanee la zona lentamente para saber que era el sonido. Sin embargo, solo me encontre con el cesped. Lo extrano era que estaba segura de que el sonido habia parado en el instante en que mi pie toco el suelo verdoso. Mi ceno se fruncio al no encontrar nada fuera de lo normal. Agudice mis oidos, y estuve asi, unos minutos, como una idiota mirando a la nada, y pensando en demasiado. Y de repente, la escuche. Una voz. --?Pero que…? --mi rostro se giro en direccion de la valla que separaba la casa de al lado. Me acerque hacia ella hasta colocarme a unos centimetros, y desde alli, un rostro de un muchacho aparecio. Lo que llamaba mas la atencion era su cabello que era cubierto por un azul electrizante. Ademas, llevaba el medio mas largo que los costados y algunos mechones caian sobre su frente, como si hubiera pasado su mano varias veces. En cuanto observe su rostro, mi aliento quedo atorado en la garganta. Habia una suavidad en el, junto a la piel palida y mejillas rosadas, que decia que era joven, tal vez de mi edad. En sus finos labios se dibujaba una hermosa sonrisa, y aquellos ojos azules, casi turquesas, no mostraban ningun signo de maldad. Aun con aquellos piercings en sus labios, ceja, y nariz, no irradiaba nada que no fuese confianza. ?Quien era este chico? Mis pateticos pensamientos no se detuvieron en que queria, sino en lo bello que era. --?Tienes azucar? --su voz me trajo de vuelta a la realidad, y comprendi en lo tonta que estaria al observarlo fijamente, aunque no parecia molestarle. <>. --?Que?--mi voz temblo al hablar, me sentia avergonzada. Su rostro se movio a un costado, haciendo que su sonrisa brillara aun mas, y me observo. --Cierto, cierto, presentaciones --mascullo, retandose a si mismo. Su mano, aparecio decidida ante mi esperando ser estrechada--. Soy Matthew, el vecino, ?y tu? --dijo. Con una lentitud e inseguridad inexplicable, eleve mi mano hacia la suya y cuando estuve a punto de bajarla, el la sostuvo. No la estrecho como lo haria una persona normal, sino que las entrelazo. La calidez que esta emitia, provoco un cosquilleo en mi estomago. --Me llamo Clarie --conteste. --Encantado --sonrio, ahora si--. ?Tienes azucar? --?Azucar? --repeti extranada ante su peticion. --Si, azucar, mi mama la escondio porque la semana pasada me comi los cinco paquetes que habia comprado. --Sus extranas palabras parecian ser sinceras, mientras miraba de un lado a otro como si alguien estuviera a punto de aparecer. --?Comiste cinco paquetes de azucar? --pregunte, sorprendiendome por tercera vez. <>. Matthew asintio con la cabeza. --Si, ella dice que tengo un problema, pero no lo creo, mi cuerpo lo necesita para desarrollarse -- aclaro, solemnemente--. Asi que… ?Me das azucar? Por favor, tengo muchisima hambre. Aunque nada de lo que estaba diciendo tenia sentido, no pude evitar reir, parecia salir simplemente de un sueno. --Esta bien… --!Genial! --Levanto los brazos al aire, en forma de victoria--. Traeme una taza o mejor un paquete por favor y yo despues te lo devuelvo. <>. Le di una ultima mirada a Matthew y, sin decir nada mas, entre a casa en busca del azucar. --!Gracias! !Gracias! --festejo el, contento de verme regresar con el paquete entre las manos. --De nada, sera mejor que vuelva a...--balbucee. --!Oh, y una cosa mas! --me detuvo cuando comprendio que iba a marcharme--. No le cuentes a nadie esto. Mi madre quiere que vayamos a darles la bienvenida y si se da cuenta me quitara mis ocho comidas diarias !Gracias! --Se esfumo. Y asi, en un instante, dio vueltas mi mundo. Capitulo 2 Ese mismo dia, horas mas tarde, ellos llegaron. Matthew y su madre Debby. A diferencia de su hijo, era una mujer pequena, morena y con el cabello negro largo hasta los hombros. Pero sus ojos eran del mismo tono azul turquesa, identicos a los de Matthew. Queria evitarlo, los habia visto a traves de la ventana, escondida tras las cortinas gruesas. Corri como una loca y fui dispuesta a esconderme en el bano, donde me encontre con mama, duchandose. No pude escapar de la situacion. Minutos mas tardes aparecio y se sento a mi lado, mientras yo temblaba como una gelatina. --Lamento no haber traido mas galletas, es que mi hijo se comio gran parte de ellas --explico la senora Grayson, fulminando con la mirada a su hijo, cuando descaradamente tomo una de las bandejas que acaba de traer. Pero el no le prestaba atencion porque tenia la mirada clavada en mi. Trague saliva ante los nervios, era raro sentir eso, cuando simplemente era un chico de dieciseis anos (mi edad). <>. --No es nada --aclaro mama con una dulce sonrisa, mientras apartaba un mechon de su largo cabello castano de sus ojos. Siempre habia admirado su belleza y la elegancia que desprendia. Con unos jeans oscuros y una camisa rosada con flores, lucia digna para salir a una fiesta. Y yo, con un pantalon de yoga y la camisa gigante de papa (manchada de chocolate) parecia un leon salvaje. Trague el nudo de mi garganta y mire a Matthew por un segundo sabiendo que el lo estaba haciendo. Mi mirada choco con la suya, y sonrio. Todavia con la galleta a medio camino, dejo de realizar esa accion, para sonreirme.

  • Besos bajo la lluvia, Joana Arteaga de Joana Arteaga

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  • Imperfecta armonia de Paula Gallego

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    Grite. Pero nadie escuchaba. Aunque estaba sola en casa y nadie me oiria, mi alma gritaba por dentro, sin atreverse a levantar la voz. Sabia que era aquello. Sabia que si mi interior desataba todo lo que habia guardado esos meses, estaria algo mas en paz y no tendria ni que plantearme lo que me disponia a hacer en esos instantes. Pero esa era la unica forma que tenia de desahogarme. Y por eso me encerre en el bano, me sente en el suelo de marmol y vacile con la cuchilla sobre mi piel unos segundos para, despues, cortarme. Y ahi estaba. La sangre, la liberacion. Ya me sentia mejor. No era ingenua. Habia leido sobre ello. Sobre los "cutters"; gente que se autolesiona, que generalmente se corta, buscando una forma de expresar lo que no puede decir con palabras. Se por que lo hacia. Se que el subidon que experimentaba justo antes de cortarme, y la descarga de tension despues, el alivio, eran lo que me llevaban a hacerlo una y otra vez. Era mi droga, mi adiccion. Y era completamente consciente de ello. Pero no tenia intencion de parar. No era una suicida, ni una persona que quisiera llamar la atencion. Si la gente lo supiera, habria dicho que estoy enferma. La mayoria no lo entenderia, es "insano". Pero, para mi, en cambio, era la unica forma de mantenerme mentalmente "sana". Si no pudiera cortarme, me habria derrumbado hace mucho tiempo. Me levante despacio, y limpie la sangre y la cuchilla. Me la meti al bolsillo, baje las mangas de mi camiseta y volvi a mi cuarto, para esconderla en el cajon de los calcetines. Mi tia Beatrice no suele fisgar. De hecho, no creo que entre nunca en mi habitacion. Pasa mucho tiempo fuera de casa, y yo me encargo de hacer mi propia colada y de mantener ordenado mi cuarto; no soporto el desorden. Me acerque al tocador. Y una chica paliducha de dieciseis anos me devolvio la mirada desde unos ojos azules y cansados. Frente al espejo habia un cepillo y a su lado un botecito con pastillas. Es triste que a mi edad estuviera tomando antidepresivos. Pero me consolaba la idea de que podria ser peor. Si mi tia o mi psicologo se enterasen en algun momento de que me cortaba… Bueno, me imagino que los antidepresivos habrian sido el menor de mis males. Guarde la cuchilla que llevaba en el bolsillo, cogi una de las pastillitas, y me asegure de que eran las cuatro de la tarde. Cerre los ojos y la trague sin pensar. Despues me arrepenti de no tener cerca un vaso de agua, pero ya era tarde. Aun asi, con un desagradable regusto en la garganta, baje al piso de abajo a por uno. Mire mi muneca desnuda. Alli, hacia tan solo una hora, habia estado mi querida pulsera azul; la que me regalo mi madre por mi noveno cumpleanos. Y su perdida, en parte, era una de las cosas por las que estaba triste aquel dia. Mi tia Beatrice me habia regalado una blusa de una de aquellas tiendecitas autonomas del centro, esas demasiado pobres como para asentarse en la Gran Avenida, pero que se encuentran a tan solo unas calles de distancia de esta. No me quedaba bien, y tenia que ir a descambiarla. Tendria que haber ido con mi tia, porque odio ir de compras sola. De hecho, odio cualquier actividad que implique salir sola de casa. Pero el caso es que la tienda cerraba pronto y era el ultimo dia para descambiar la prenda. Mi tia estaba trabajando y tenia que acercarme yo sola. Y ademas de la verguenza que pase diciendole al dependiente que la mayoria de la ropa que me ensenaba no me gustaba, habia perdido mi pulsera azul. No es que fuera algo irremplazable. Hacia mucho que no me la ponia, pero ultimamente me gustaba llevarla conmigo. Ahora ya no podria hacerlo. Dentro de la tienda habia estado jugueteando con ella, y seguramente la habia perdido en un descuido. Suspire, resignada, y enfile las escaleras. Cuando subi, me quede paralizada en la puerta de mi cuarto. Deje caer el vaso y se hizo anicos sobre el suelo de madera. Delante de mi, y al otro lado de la habitacion, habia un chico mirando distraido por la ventana. Con unos dedos delgados y alargados retiraba cuidadosamente la cortina, con la vista fija en la calle otonal. Era alto y moreno. Llevaba unos vaqueros ajustados, y una camiseta negra con la que se le marcaban los biceps. Me quede sin respiracion, y me recorde a mi misma que lo impactante no era su fisico, sino que se hubiese colado en casa. Sacudi la cabeza para reponerme y entonces cai en la cuenta de que podria ser peligroso. Pero me daba miedo moverme, mi tia aun tardaria en llegar. Ademas, si intentaba salir corriendo puede que me alcanzara; a lo mejor resultaba ser rapido. Bueno, mas rapido que yo seguro. Me decante por el plan B. --?Quien diablos eres tu y que haces aqui? --Eso me preguntaba yo. --Su voz era suave, pero grave. --?Quien eres? --Me llamo Jack. --Muy bien, Jack… ?Y que se supone que haces en mi casa? --Ya te he dicho que no lo se. Entonces oi que se abria la puerta del piso de abajo. Escuche el tipico repiqueteo del llavero de mi tia y me relaje un tanto. Ella sabria que hacer. No parecia un tipo peligroso, pero aun asi podria ser alguien desequilibrado. Volvi a darle un repaso; no parecia un loco. --!Beatrice! --Grite sin apartar la mirada del extrano que habia irrumpido en mi cuarto. Espere. --!Beatrice, date prisa! --Ya voy, ya voy. Sus tacones resonaron en el entarimado de madera. Por fin, tras unos interminables segundos en los que imagine como el guapo y pacifico Jack se convertia en Jack el destripador y nos mataba a las dos, Beatrice llego a mi lado. La mire a ella y, despues, al frente. Ella siguio mi mirada. Bien. No parecia asustada. ?Tal vez lo conocia? ?Estaria haciendo el ridiculo? --!?Pero que has hecho?! --Exclamo. --?Te encuentras bien? --Miro al vaso hecho pedazos en el suelo y luego me miro a mi. --Beatrice… --Susurre, alzando la mano hacia el desconocido. Pero ella se me adelanto, y camino hacia el con paso seguro y firme. --?Por que tienes esto a oscuras? !Por eso se te ha caido el vaso, porque no veias nada! -- Dijo, mientras se dirigia a la ventana, hacia donde estaba Jack y… y paso por delante de el. Por su lado, sin inmutarse siquiera. Incluso pude ver como rozaba su brazo sin que se dignara a levantar la cabeza hacia el; como si no lo hubiera visto. Ahogue un grito y me quede con la boca abierta. Mi tia volvio a mi lado y me dijo que iria a por una escoba. Yo asenti, sin apartar la mirada del desconocido que se encogia de hombros como si la cosa no fuera con el. Instintivamente, mire hacia el bote de pastillas del tocador. Y entonces cai en la cuenta de que me habia vuelto rematadamente loca. Era oficial. La senorita Mel estaba peor que una cabra. Capitulo 2 Cai derrotada sobre la cama. Tenia dos opciones: me lo callaba, o lo contaba. Ambas incluian cosas buenas y cosas no tan buenas que me preocupan mas. Si hablaba, era probable que me medicasen aun mas, que doblasen las sesiones del psicologo y, probablemente, que descubriesen lo que hacia con mi cuerpo… Y, con un poco de mala suerte, quiza me internasen en algun centro. Pero si no lo decia… Bueno, lo unico que estaba en juego era mi propia salud mental. Jack cotilleaba, curioso, cada rincon de la habitacion mientras yo iba acostumbrandome a mi locura con la cara enterrada entre las manos. Estaba en shock. Despues de un rato, en el que ninguno hablo, me decidi a romper el hielo. --Jack. --Pronuncie, con prudencia. --?Que haces aqui? --Dimelo tu. --Dijo mientras jugueteaba con el marco de una foto. --Oh. Asi que… ?Quien eres en realidad? ?Un espiritu o un angel que quiere que descubra por mi cuenta por que necesito su ayuda? --No. --Nego con la cabeza. --Cuando te he dicho que me lo dijeras tu, era exactamente porque creia que tu lo sabrias mejor que yo. No tengo ni idea de que hago aqui. Solo se que me has traido tu. --Aja… --Murmure con cansancio, sintiendome ridicula por seguirle la corriente a un producto de mi imaginacion, de mi mente. --?Y quien eres exactamente? --Soy Jack. --?Jack que mas? --Solo Jack. Me deje caer en el colchon. Madre mia, !estaba hablando con alguien que no existia! Tras unos segundos de absoluta desesperacion, me incorpore y cruce el pasillo que separaba mi cuarto del bano. Lo acabas de hacer. No, no lo hagas. Lo acabas de hacer. Lo acabas de hacer. Lo acabas de hacer… --Me repeti, una y otra vez, delante del espejo. Pero no tenia fuerza de voluntad. Busque una cuchilla de depilar, pues no queria que mi nuevo amigo Jack viese como sacaba mi cuchilla especial del cajon de los calcetines, y la hice vacilar sobre la piel de mi brazo. Lo acabas de hacer. Otra vez no… --Grito alguien desde algun rincon de mi interior. Pero nadie le escucho, porque los gritos de mi alma afligida amortiguaron el sonido. Y en mi cabeza solo podia pensar en la gloriosa sensacion que vendria despues de hacerlo. Derrame un hilillo de sangre. No mucha, la suficiente para sentirme mas serena. Limpie todo concienzudamente y volvi a mi cuarto, donde me esperaba mi nuevo trastorno. Pase a su lado sin prestarle atencion y me pregunte que debia hacer. Tenia que distraerme hasta la hora de la cena. Pero solo pensar en ver los programas que retransmitian a esas horas en la tele… me ponia enferma. Tampoco queria salir. En esos instantes, no me apeteceria ver a nadie. Y, aunque quisiera, ?con quien podria quedar? Seamos sinceros, solo tenia una amiga y casi siempre estaba ocupada. Pero ese no era el mayor de mis problemas en aquel momento. El mayor de mis problemas media mas de uno ochenta, era moreno y tenia una sonrisa de infarto. Ojala pudiera decir que solo era la tipica chica colada por el bombon de clase. Ojala. Pero no era asi. Cogi un libro y baje al salon. Por algun motivo, me daba reparo quedarme a solas con el. Me tire en el sofa y escuche a Beatrice mover cacharros en la cocina. Eso me relajo. Sin embargo, al cabo de unos minutos, oi como Jack bajaba las escaleras y se acercaba a mi. --?Tu quien eres? --Me dijo, como si fuera el el sorprendido. No le conteste, volvi a distraerme con la lectura y procure no prestarle atencion. --Dime al menos como te llamas. Yo te he dicho mi nombre. Hice como que no le escuchaba. --!Eh, vamos! --Me chillo. --!No grites, trato de leer! --Le espete, malhumorada. --?Dices algo, Mel? --Oi la voz de mi tia desde la cocina. --No… Nada. --Le dije, consciente de que acababa de gritarle a mi propia imaginacion. Volvi a mi habitacion atropelladamente y me encerre dentro. --No me hables en publico. --Le pedi a Jack. --Entonces prestame un poco de atencion cuando estemos a solas. --Alzo una ceja. Sacudi la cabeza. No podia creer lo que estaba pasando. --Escuchame. --Le dije, senalandolo con el dedo. --No pienso hablarte, ni mirarte, ni prestarte atencion. Estas en mi cabeza, y cuando deje de pensar en ti, te iras. Entonces tome una decision. Haria como si todo fuera normal. Jack podia ser un efecto secundario de los antidepresivos. Seguramente, si dejaba de pensar en el, se acabaria yendo. Desapareceria sin mas, igual que aparecio…

  • Cuando Pase tu Ira de Asa Larsson

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    La novela mas vendida de Asa Larsson. Un asesinato despierta viejos fantasmas de colaboracionistas nazis en Kiruna. Wilma y Simon son dos jovenes enamorados que han decidido sumergirse en el helado lago de Vittangijarvi, en el norte de Suecia, en busca de los restos de un avion aleman perdido en 1943. Mientras bucean, alguien corta la cuerda de seguridad de Wilma y tapa el orificio de salida en el hielo. No podran escapar. Cuando la primavera se acerca al norte de Suecia, el cuerpo de Wilma emerge de las aguas del rio Tornealven. Al mismo tiempo, una figura fantasmal aparece en los suenos de Rebecka Martinsson, la reputada abogada de Kiruna. ?Es el fantasma del cuerpo que ha aparecido en el rio? Junto a la inspectora de policia Anna-Maria Mella, Rebecka se sume en un enigma que despierta antiguos rumores de colaboradores nazis en Kiruna, un lugar donde la verguenza y el secreto controlan los recuerdos de la guerra. Y un asesino esta dispuesto a seguir matando para mantener el pasado enterrado para siempre bajo el hielo y la nieve. <>, Booklist. <>, SKTFtidningen. <>, Aftonbladet.

  • No pude elegir no amarte (Tiempos de cambio 4) de Bel Diciembre

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    Esperada ultima entrega de la serie <>, iniciada con El Doctor.

  • El momento equivocado de Ciara Giannetti

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    Cloe es una chica de 17 anos enamorada de tres cosas en la vida: sus amigas, su novio Alex y las canciones de Melendi. Tiene muy claro lo que quiere conseguir cuando acabe el Bachillerato, pero casi sin darse cuenta, su profesor de Lengua se tropieza en su camino para darle un giro de 180 grados a todos sus planes..

  • Te quiero, baby (HQN) de Isabel Keats

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    !Venga, mama! India termino de untar la Nocilla y envolvio el bocadillo en papel film. Se chupo el dedo manchado de chocolate, cogio su trench rojo y el bolso de encima de la mesa de la cocina y corrio hacia el oscuro y diminuto vestibulo donde la esperaba su hija, impaciente. --Toma, guardalo en tu mochila. !Rapido o llegaremos tarde otra vez! --Dio un ultimo repaso al uniforme, los zapatos (que por suerte la noche anterior se habia acordado de abrillantar) y al peinado de la nina, abrio la puerta para que pasara y grito--: !Adios, Tata! Bajaron a toda velocidad las lugubres escaleras del antiguo edificio, que ya desde primera hora de la manana olian a guisos rancios, y corrieron por la acera sin dejar de reir, a pesar de las miradas de desaprobacion que recibian de algunos viandantes. Por fortuna, el colegio estaba a tan solo dos manzanas de su casa y, aunque congestionadas y sudorosas, consiguieron llegar antes de que la monja que custodiaba la puerta las mirase con malos ojos. --!Lo conseguimos, piruleta! --India se inclino sobre su hija para besarla en el suave pelo rubio, que olia a champu de fresa. --!Somos las mas rapidas! --Sol le lanzo aquella nueva sonrisa mellada que mostraba la reciente rapina del Ratoncito Perez--. Y eso que llevas tacones. --Exacto, una vez mas he conseguido llegar a tiempo sin partirme un tobillo. !Bien por mi! -- Chocaron las palmas con fuerza, siguiendo su particular ritual. India se inclino para besarla, una vez mas, y permanecio observandola con una suave sonrisa en los labios hasta que la nina desaparecio detras del porton de madera. Justo en ese momento sono su movil y, despues de un buen rato revolviendo en el bolso, logro localizarlo y contestar antes de que quien fuera que llamara agotase su paciencia--. !Lucas! Si, si, voy ahora mismo. Dile que ha pinchado el metro o, mejor, que los extraterrestres que me habian abducido acaban de devolverme al planeta Tierra. Te juro que llego en cinco minutos... !Taxi! Levanto el brazo y tuvo la inmensa suerte de conseguir que, en plena hora punta, uno de aquellos preciados vehiculos se detuviera frente a ella, a pesar de que habia empezado a chispear. India lanzo el abrigo y el bolso de cualquier manera sobre el asiento trasero y se sento con un suspiro de alivio; cada dia aguantaba menos los tacones. --Al Hotel Palace, por favor. Como era habitual, en vez aprovechar el tiempo que duraba el trayecto para repasar con calma lo que Lucas le habia contado, se vio obligada a estar de palique con el taxista. No sabia por que, pero a la gente le daba por contarle sus penas. Suspiro, resignada, y asintio con simpatia a la larga enumeracion de sus achaques mas recientes, se mostro debidamente horrorizada al escuchar las villanias de la nuera perversa y las salidas de tono de su hija adolescente, y se indigno, justamente, ante los ultimos atropellos de los politicos nacionales unos segundos antes de llegar a su destino. Pago a toda prisa y, tras responder con calidez a la efusiva despedida del taxista, subio corriendo las escaleras de entrada, sonrio al elegante conserje, perfectamente uniformado, que le sujetaba la puerta para que pasara, y siguio corriendo por la mullida alfombra tejida en la Real Fabrica de Tapices hasta llegar al famoso restaurante La Rotonda, situado bajo la impresionante cupula de cristal. Alli se detuvo y miro a su alrededor, jadeante, hasta que descubrio a un hombre moreno que le hacia senas desde una de las mesas. Entonces, respiro hondo y, con aparente serenidad, se acerco hasta donde se encontraba su amigo. Lucas se levanto en el acto de su comodo butacon para recibirla y su acompanante le imito unos segundos mas tarde. --!Por fin, India! Aunque le asegure al senor Connor que aparecerias en cuanto hubieras terminado de pintarte las unas de los pies, el pobre estaba empezando a aburrirse de escuchar, una y otra vez, mis tediosas anecdotas de ca-za. India le dirigio una rapida y significativa mirada que prometia feroces represalias y, en el acto, giro la cabeza para dirigir su mejor sonrisa profesional al hombre que permanecia a su lado, observandola en silencio. Tuvo que ajustar la direccion de su gesto y dirigirlo varios palmos mas arriba; el tipo era un autentico gigante. Lucas era alto y tenia buen cuerpo, pero al lado de aquel hombre parecia un muchacho algo enclenque. --Encantada de conocerlo, senor Connor --saludo en su perfecto ingles britanico, al tiempo que le tendia la mano con desenvoltura. El la tomo en la suya en el acto y, aprensiva, observo como sus dedos desaparecian por completo en aquel calido apreton. --El gusto es mio. --Tenia una de aquellas voces, profundas y muy varoniles, tan apropiadas para anunciar en la tele detergentes y coches de lujo, y por su acento India dedujo que era norteamericano. En realidad, todo en el era agresivamente masculino, hasta el punto de resultar incluso un poco apabullante. El senor Connor no era guapo. Sus rasgos, demasiado marcados, eran de esos que al menos necesitan un par de adjetivos para describirlos: mandibula cuadrada y tenaz, nariz algo torcida y prominente, y labios firmes y delgados. La primera impresion de India fue que el senor Connor a lo mejor se habia dedicado al boxeo en algun momento de su vida. Desde luego, se dijo, aquel cuerpo no desluciria en la categoria de peso pesado y, ademas, vestia de pesadilla. Tuvo que parpadear unas cuantas veces para asimilar aquel traje de chaqueta marron chocolate, la camisa de un tono amarillo palido y la corbata tambien amarilla, pero, en esta ocasion, de un rabioso color limon. Aquel hombre destacaba como un girasol en un ramo de rosas blancas entre los distinguidos hombres y mujeres de negocios que, en ese momento, se tomaban un aperitivo sentados en las mesas cercanas. --Esta es la amiga de la que te hable, Raff. India Antunez del Diego y Caballero de Alcantara. --Es un nombre muy largo --comento con una atractiva sonrisa que dejo ver sus dientes, blancos y regulares. --Si, demasiado. --India le devolvio la sonrisa al instante, al tiempo que se sentaba en la silla que Lucas sujetaba y luchaba por apartar la mirada de aquella corbata indescriptible, medio cegada por su resplandor--. ?Se aloja en el hotel, senor Connor? --Si. Siempre me quedo en el Palace cuando estoy en Madrid, es muy centrico y comodo; pero, por favor, llameme Raff. --Alzo una de sus manazas e hizo una sena a un camarero, que acudio enseguida. Tras preguntarle que queria, le encargo el cafe que ella habia pedido antes de proseguir --: Imagino que Lucas ya le ha contado un poco la idea que tengo. --Bueno, vera --se encogio de hombros con un delicado movimiento mientras, por debajo de la mesa, su pie, enfundado en el unico par de Manolos que no habia vendido aun en la tienda de ropa de lujo de segunda mano, se balanceaba, inquieto--, mi amigo Lucas no es muy comunicativo, precisamente. Solo me ha dicho que usted esta interesado en que me ocupe de organizar un evento importante. Ademas, habia anadido --aunque por supuesto India jamas lo confesaria en voz alta-- que Creso al lado del senor Connor era un muerto de hambre, y que estaba dispuesto a pagarle una pasta por aquel trabajo. Una pasta. Aquellas palabras magicas la habian hecho decidirse en el acto; necesitaba el dinero con urgencia. --En efecto, quiza podriamos llamarlo asi... --respondio el gigantesco americano con vaguedad. Por unos segundos, a India le parecio distinguir un brillo travieso en aquellos penetrantes ojos azules, pero se dijo que lo habia imaginado; el rostro del senor Connor mostraba la mayor seriedad. De pronto, le asusto la posibilidad de que el pudiera echarse para atras y de manera algo atropellada, algo que le ocurria siempre que se ponia nerviosa, se apresuro a comentar: --He organizado todo tipo de eventos, senor Connor, torneos de golf, de polo, bailes para debutantes de la alta sociedad, cenas de negocios... --India se llevo la taza de cafe a los labios, procurando controlar el temblor de su mano, y aspiro el exquisito aroma con deleite antes de dar un sorbo. Aquella manana no le habia dado tiempo a desayunar y la bebida ardiente la hizo revivir. --Lo se, senorita... --vacilo antes de proseguir--. ?Te importa si te llamo por tu nombre de pila, India? Tu llamame Raff. Por cierto, no es un nombre muy espanol. Al verte con ese pelo tan oscuro y esos ojos del color del caramelo, tan grandes y rasgados, pense que te llamarias Carmen o... o Juana. <>. Puso los ojos en blanco, aunque, por supuesto, solo en su mente. En realidad, estaba dispuesta a que aquel hombre le llamara casi cualquier cosa que se le antojara si de ese modo no se le escapaba el trabajo, se dijo, desesperada; aunque nada en su aspecto, impecable y sereno, con aquel conjunto primaveral de Missoni de hacia tres temporadas, lo delataba. --Por supuesto, senor... quiero decir, Raff. Veras, mi padre sentia pasion por la India. Cuando estudiaba en Oxford conocio a un autentico maraja de un pequeno estado del sur y todos los anos pasaba alli largas temporadas. A juzgar por lo que el contaba, la expresion <> es de lo mas adecuada, creeme. --Al notar que empezaba a irse por las ramas, retomo el tema que les ocupaba--. Pero dime, Raff, ?en que consiste exactamente el evento que quieres que organice? Lucas no me ha aclarado gran cosa.

  • El ejercito de los sonambulos, Wu Ming de Wu Ming

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    Paris, enero de 1793. El rey Luis XVI esta a punto de ser guillotinado y la ciudad bulle entre el entusiasmo de los partidarios del nuevo orden y las conspiraciones de los monarquicos. El Terror no tardara en llegar, y la Revolucion entrara en una fase critica.

  • Una oportunidad para el amor de Maureen Child

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  • La casa del padre de Karmele Jaio

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    Ismael esta bloqueado. Lleva dos anos intentando escribir su proxima novela, pero no consigue producir mas que borradores sin vida, y no llega a los plazos acordados con su editor. Se cuestiona todo lo que escribe, algo que no le habia ocurrido nunca. Su situacion se complica el dia en que su madre tiene un accidente e Ismael se ve obligado a pasar todas las tardes con su padre para cuidar de el. Esas horas lo transportaran de golpe a un momento que quedo congelado en su infancia y que Ismael ha mantenido oculto hasta ahora entre sus recuerdos.

  • ?Por que hacemos lo que hacemos? de Mario Sergio Cortella

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    ?Te cuesta ir a la oficina los lunes por la manana? ?La falta de tiempo se ha convertido en algo constante? ?La rutina te esta quitando el placer de la vida cotidiana? ?Todavia no sabes cual es el objetivo real de tu vida?

  • Despertar en tus brazos, Cathryn de Bourgh de Cathryn De Bourgh

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  • Cuentos de buenas noches para adultos estresados de Lucy Mangan

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    Un maravilloso companero nocturno para calmar mentes inquietas.

  • Amando a Zoe de Maria Las Heras

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    Un encuentro casual, como cualquier otro llevo a Lucia; quien creia conocerse, quien creia tener definida su forma de amar, a descubrir los limites de la pasion de la mano de quien le llevaria a conocer, mas alla de las fronteras del bien y el mal, mucho mas alla de los limites, el verdadero amor, el que no conoce barreras y que permanece etereo en el aire que respiran los amantes ?Que serias capaz de hacer por amor? ?Cual es el limite? Una situacion al borde del abismo, un plan desesperado, un final inesperado y sorprendente y un amor lleno de pasion eterna... Todos tenemos, hemos tenido, tendremos o deseariamos tener una Zoe en nuestra existencia

  • La mirada del highlander (Guerreras) de Emma G. Fraser

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    14 de noviembre de 1650 Aquel dia de noviembre habia amanecido lluvioso. El invierno se aproximaba y pronto no podria cabalgar a ese lugar tan especial en el que siempre se veia con el que consideraba que era su gran amigo del alma, aunque en su joven corazon tenia ciertos sentimientos a los que aun no habia podido ponerles nombre debido a que jamas nadie le habia explicado que era amar de verdad. El viento rozando sus rosadas mejillas hacia que Sheena MacLeod, unica hija del jefe del clan MacLeod del norte de Escocia, cerrara los ojos y disfrutara de la humedad que arrastraba la fina llovizna. La joven cabalgaba a toda prisa hacia otra de sus innumerables citas que tenia con el que era su amigo desde la infancia: Alasdair Mackay. Este era hijo de Ian Mackay, gran enemigo de Arthur, padre de Sheena, desde hacia muchisimos anos. Sin embargo, hubo un tiempo en el que ambos padres eran intimos amigos, pero un malentendido entre ellos provoco que la amistad que los unia desde que eran pequenos desapareciera y diera paso a un intenso rencor que duraba ya gran parte de la vida de ambos. No obstante, ambos jovenes habian coincidido en innumerables ocasiones y habian forjado una amistad tan fuerte que ni siquiera el yugo de sus padres era capaz de romper. Desde hacia varios anos, Sheena y Alasdair se veian a escondidas de sus respectivas familias a orillas de una pequena charca a medio camino de las casas de ambos. Por eso, aquel dia de comienzos de noviembre Sheena se habia preparado para acudir al encuentro de Alasdair. Su pelo siempre suelto y rebelde como ella ondeaba con el intenso viento y comenzaba a humedecerse con la lluvia. Sin embargo, no le importaba. A pesar de que las instructoras que su padre habia puesto a su cargo habian intentado hacer de ella una joven fina y educada que dedicara su vida a la labor y a tener hijos como todas y cada una de las chicas con las que se habia cruzado, Sheena habia forjado su propio futuro y siempre habia tomado las decisiones que le dictaba su joven corazon. Era una rebelde por naturaleza, y el hecho de haber crecido sin una madre que sirviera como referente de educacion y buenos modales habia provocado que la joven fijara sus ojos en su padre. Por ello, desde muy pequena habia mostrado interes por las espadas y el arte de la lucha, ya que desde su habitacion siempre habia visto a su padre entrenar en el patio junto a sus hombres. Siempre se sentaba al lado de su padre para que este le contara historias de sus incontables aventuras desde que era apenas un adolescente, y Sheena sonaba con ser algun dia una buena guerrera como el. Con el paso del tiempo, la joven habia aprendido a manejar la espada como cualquier otro hombre del clan, aunque una de sus grandes habilidades era el manejo del arco, pues poseia una punteria que era envidiada por todo el clan. Sheena sonrio cuando espoleo al caballo para que este fuera mas deprisa. Le encantaba sentir la libertad que le proporcionaba el animal cuando este aumentaba la velocidad. Le quedaba tan solo media milla para llegar al lugar de encuentro, y a medida que se acercaba sentia que este se encontraba cada vez mas lejos de ella. No entendia el motivo de su nerviosismo. Disfrutaba de la compania de Alasdair y siempre se le encogia el corazon cuando llegaba el momento de la despedida. Su corazon se acelero cuando diviso la charca y a sus oidos llego el sonido del agua cayendo por la pequena cascada. Su sonrisa se ensancho aun mas e intento disfrutar del increible paisaje que habia a su alrededor. Un manto de color verde se extendia bajo los pies del caballo y cuyo fin le era desconocido. La arboleda que la rodeaba se alzaba sobre sus hombros impidiendo que la poca luz del dia penetrara entre las hojas y le iluminara el camino hacia su deseado destino. El canto de los pajaros la acompanaba y parecia haberse contagiado del entusiasmo de la joven y le daba la bienvenida como otras tantas veces desde hacia varios anos. Cuando tan solo quedaban unos metros para llegar a las rocas que bordeaban la charca, Sheena bajo del caballo y decidio recorrer el trecho a pie, disfrutando de la soledad del momento. La joven se aproximo a uno de los arboles, amarro fuertemente al caballo y despues se aproximo al agua para disfrutar del sonido que desprendia la cascada mientras esperaba impacientemente la llegada de Alasdair. Sabia que esa seria una de las ultimas visitas a ese lugar antes del comienzo del invierno, que traeria consigo intensas lluvias y nevadas que harian practicamente imposible una visita a ese precioso lugar. Por ese motivo, y sin saber aun por que, habia dedicado mas tiempo esa manana a acicalarse para el encuentro. Sheena se arrodillo en una de las piedras que sobresalian del agua y acerco su rostro al agua para ver su reflejo en ella. Deseaba saber que todo estaba en su sitio antes de la llegada de Alasdair, sin embargo, su reflejo le devolvio la misma vision de siempre: su pelo castano y ondulado se mostraba encrespado por la humedad que la lluvia habia traido consigo. Su rostro ovalado y fino aparentaba una calma que en realidad no sentia en ese momento. Y la ropa se habia humedecido y descolocado con la intensa cabalgata a la que habia sometido al caballo. Sheena se paro unos segundos para mirar detenidamente su rostro. Su padre siempre habia mostrado admiracion por su belleza, indicandole que la habia heredado de su fallecida madre, que habia muerto en el parto de la joven. Desde muy pequena, los ninos que vivian en los alrededores del castillo habian mostrado su interes por ella, sin embargo, Sheena nunca habia entendido esa fascinacion que sentian hacia ella, ya que la joven no era capaz de reconocer la belleza de su rostro, que se habia intensificado cuando llego a la adolescencia. Por eso, a sus escasos dieciseis anos aun no se habia dedicado a mirarse detenidamente para averiguar que tenia su rostro de especial. Y menos aun comprendia por que habia elegido precisamente ese momento para admirarse. Sus ojos eran de un intenso color aguamarina, poco comun entre las mujeres que ella conocia. Sobre sus labios gruesos y rosados asomaba una nariz pequena y chata que estaba plagada de numerosas pecas, al igual que en sus palidas mejillas, que en ese momento estaban rosadas por el frio. Su cuello era delgado y largo y se escondia entre los ropajes que habia elegido para la ocasion: un cenido corpino de color verde con un bordado plateado de flores y un pantalon de lana con los colores tipicos del clan MacLeod. Se arrepintio de no haberse puesto una de las faldas que guardaba desde hacia tiempo en el fondo del arcon de su dormitorio, aunque ella siempre habia preferido usar para montar a caballo un pantalon, ya que le resultaba mas comodo. Sonrio al recordar los gritos de sus cuidadoras cuando la veian lucir esos pantalones que ellas consideraban de hombres. Pasados unos minutos, Sheena se incorporo y decidio sentarse a la orilla de la charca a esperar. Estaba segura de que Alasdair no tardaria en llegar, por lo que, tras un suspiro, se sento en una de las piedras que bordeaban el agua y se dedico a observar con detenimiento la caida de la cascada. Desde que habia descubierto aquel lugar tan especial se sentia enamorada de el. No era una cascada facil de encontrar para quienes atravesaban el bosque, y siempre se habia sentido segura y protegida de miradas indiscretas que pudieran descubrir su amistad con el que debia ser su enemigo. No podia ni queria imaginar lo que diria su padre si en algun momento de su vida descubria su amistad con el hijo de su peor enemigo. Sheena habia crecido escuchando barbaridades del clan Mackay, especialmente de Ian, su jefe y padre de Alasdair. Sin embargo, estaba completamente segura de que el joven al que aguardaba con insistencia era diferente de lo que su padre contaba de Ian. Siempre habia mostrado respeto hacia ella y la habia tratado como a un igual, tan igual que a veces pensaba que la veia como a una hermana a pesar de que ella se ponia nerviosa cada vez que se aproximaba el momento de verlo. Sheena fruncio el ceno ante ese pensamiento. ?Que sentia realmente por Alasdair? Durante unos segundos, la imagen del joven aparecio en su mente. Siempre lo habia considerado un chico muy atractivo, con el rostro demasiado varonil para tener tan solo diecisiete anos. Ademas, debido al entrenamiento al que era sometido, sus musculos comenzaban a asomar entre la tela de sus ropajes e incitaban a Sheena a desear tocarlos por encima de cualquier otra cosa. Se pregunto si aquellos pensamientos eran cercanos al amor o simplemente era una joven demasiado desvergonzada que unicamente deseaba retozar con el sobre la hierba que rodeaba aquel lugar tan bonito.

  • El cuaderno del ano del Nobel de Jose Saramago

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  • Sin corazon de

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    Titania recupera un clasico de Mary Balogh por peticion de sus lectoras. Mary Balogh regala a sus lectoras una de sus mejores novelas. Un novela trepidante con grandes dosis de romance e intriga. La vida le ha ensenado a Lucas Kendrick, duque de Harndon, que tener corazon es sin duda una carga. Traicionado por su hermano mayor, abandonado por su novia, desterrado por su padre y rechazado por su madre, Lucas huyo a Paris, donde se convirtio en un soltero codiciado. Diez anos mas tarde, el destino le obliga a volver a Inglaterra, a la casa que una vez lo rechazo. Ahora debe asumir la responsabilidad de sus hermanos menores, la situacion familiar y la sucesion. Demasiados retos por delante, por lo que una esposa seria de gran apoyo, y el ya ha elegido a una hermosa joven que ha conocido en un salon de baile, Lady Anna Marlowe. Anna, lejos de ser tan inocente como aparece ante los ojos de Lucas, esconde un pasado lleno de sombras. Para ella, el matrimonio puede ser una salida para huir de lo que le atormenta; aunque no sera nada facil, los enemigos les acechan y los retos seran complicados Ha llegado de momento de que Luke y Anna aprendan a confiar el uno en el otro si quieren tener una oportunidad de futuro.

  • Verano y amor de William Trevor

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    Uno de los mejores narradores irlandeses vivos, a menudo comparado nada menos que con su ilustre compatriota James Joyce. Siete anos despues de publicar La historia de Lucy Gault --editada tambien en Salamandra--, esta ultima obra de Trevor, ambientada en una pequena poblacion de Irlanda durante un verano de finales de los anos cincuenta, ha sido recibida por la critica anglosajona con elogios tan entusiastas como <> y <>. El destino parece haber dictado que Ellie y Dillahan se hayan convertido en marido y mujer. Criada en un orfanato, la joven Ellie es enviada a servir a la granja de Dillahan, donde se encuentra a un hombre que arrastra el sufrimiento de haber perdido a su esposa y a su hijo recien nacido en un extrano accidente. No obstante, ya sea fruto del azar o la necesidad, la vida de la pareja transcurre ordenada y tranquila hasta que, un dia de verano, la aparicion de Florian, un veinteanero melancolico que esta ultimando la venta de la casa de sus padres, despierta las emociones dormidas de Ellie. La pasion, repentina e irrefrenable, empuja a la joven Ellie hacia una turbadora relacion con Florian, que afectara incluso a algunos habitantes del pueblo hasta desembocar en un desenlace sorprendente. La prosa sobria y luminosa de Trevor retrata con precision fotografica los detalles mas reveladores de la vida cotidiana de unos personajes indefectiblemente ligados al entorno y al momento historico que les ha tocado vivir, creando una historia de amor acorde con los mas altos canones de excelencia literaria y estetica. Titulo Original: Love and summer Traductor: Malet Perdigo, Victoria (c)2009, Trevor, William (c)2011, Salamandra Coleccion: Narrativa ISBN: 9788498383805 Generado con: QualityEbook v0.63 WILLIAM TREVOR Verano y amor Traduccion del ingles de Victoria Malet 1 Una tarde de junio de mediados del siglo pasado, la senora Eileen Connulty atraveso la localidad de Rathmoye; partio de la pension Numero 4, en la plaza, hacia Magennis Street, continuo por Hurley Lane, recorrio Irish Street y cruzo Cloughjordan Road en direccion a la iglesia del Santisimo Redentor. Alli pasaria la noche. La vida que acababa de llegar a su fin habia estado marcada por sus buenas obras y firmes propositos, asi como por cierta severidad en los asuntos domesticos y familiares. Las expectativas de satisfaccion personal, que antano la habian influido a la hora de contraer matrimonio y dar a luz a dos hijos, se habian frustrado hacia tiempo: su marido y su hija la habian decepcionado. A medida que la muerte se acercaba, habia temido verse obligada a reunirse con su esposo y rezado para que no ocurriera. Se alegraba de separarse de su hija; habia llorado amargamente por dejar atras a su hijo, que entonces contaba cincuenta anos y habia sido su preferido desde el primer instante en que lo habia tenido en brazos. Las persianas de las casas, echadas mientras pasaba el feretro, se alzaron en cuanto lo hubo hecho. Las tiendas que habian cerrado reabrieron sus puertas. Los hombres que se habian descubierto la cabeza se calaron la gorra o el sombrero, y a los ninos que habian interrumpido sus juegos en Hurley Lane se les permitio reanudarlos. Los empleados de la funeraria bajaron los peldanos de la iglesia. Un obispo oficiaria la misa al dia siguiente; hasta el ultimisimo momento, la senora Connulty tendria lo que le correspondia. Por entonces, la gente decia que la familia con la que la senora Connulty habia emparentado al casarse era duena de la mitad de Rathmoye; una impresion causada por los locales que poseian en Magennis Street, el almacen de carbon en Saint Matthew Street y el Numero 4, la casa de huespedes de la plaza que los Connulty habian abierto en 1903. Durante las decadas transcurridas desde entonces habian adquirido otras propiedades en la localidad; restauradas en su mayor parte, les proporcionaban unas rentas modestas, pero que, sumadas, constituian una cantidad considerable. Aun asi, no dejaba de ser una exageracion afirmar que los Connulty eran propietarios de media ciudad. Rathmoye, apinada y sin nada especial, habia surgido en una hondonada, nadie sabia ni se preguntaba por que. Los granjeros llevaban alli el ganado el primer lunes de cada mes, y pedian un prestamo en uno de los dos bancos locales. Iban al dentista que tenia la consulta en la plaza para que les extrajera una muela, de vez en cuando pedian consejo a un abogado, revisaban la maquinaria agricola en Des Devlin, en Nenagh Road, trataban con Heffernan el vendedor de semillas, y bebian en alguno de los diversos pubs de la localidad. Sus esposas hacian la compra en los grandes almacenes Cash and Carry o, cuando no habia que economizar, en McGovern's; adquirian los zapatos en Tyler, y la ropa, la tela para cortinas y el hule en la merceria Corbally. Anos atras habia trabajo en la fabrica textil y, antes de que llegara la Shannon Scheme, tambien en la planta electrica; ahora generaban empleo la fabrica de productos lacteos y la de leche condensada, las constructoras, las tiendas y los pubs, y la planta embotelladora de agua. En la plaza se hallaba el juzgado, y en un extremo de Mill Street, una estacion de tren abandonada. Habia dos iglesias y un convento, un colegio de Hermanos Cristianos y una escuela tecnica. El proyecto de construccion de una piscina estaba listo, pero se posponia por falta de fondos. Segun sus habitantes, en Rathmoye nunca ocurria nada, pero la mayoria de ellos seguia viviendo alli. Los jovenes se marchaban: a Dublin, Cork o Limerick, o a Inglaterra, a veces a Estados Unidos. Muchos volvian. Eso de que nunca ocurria nada tambien era una exageracion. El funeral se celebro la manana del dia siguiente, y al finalizar, los asistentes se congregaron a las puertas del cementerio, comentando que la senora Connulty siempre seria recordada en la ciudad y sus alrededores. Las mujeres con las que habia trabajado codo con codo en la iglesia del Santisimo Redentor afirmaron que la finada habia sido un ejemplo para todas. Recordaron que no se le caian los anillos ante ninguna tarea, por humilde que fuera; que no se quejaba por pasarse horas abrillantando objetos de laton o rascando la cera derretida de los candelabros. Durante sesenta anos, no habia habido un solo dia en que a las flores del altar les faltara agua fresca, o que no se repusiera el misal de los bancos cuando era menester. Hacia pequenos arreglos a las sotanas, las sobrepellices y las vestiduras sacerdotales, y consideraba un deber sagrado fregar las baldosas del coro y el presbiterio. Mientras compartian sus recuerdos, desgranando elogios sobre la vida que acababa de llegar a su fin, un joven con traje de tweed claro, que llamaba un poco la atencion en la calida manana, fotografiaba a hurtadillas la escena. Un rato antes, habia recorrido en bicicleta los doce kilometros desde el lugar donde vivia, hasta que el paso del funeral lo habia obligado a detenerse. Tenia intencion de fotografiar el cine incendiado, del que habia oido hablar en una pequena localidad parecida a Rathmoye, donde no hacia mucho habia tomado unas instantaneas de una hilera de casas adosadas que un corrimiento de tierras habia arrancado de sus cimientos.

  • Dias temibles de A. M. Homes

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    Tensiones familiares; crisis de pareja; personajes desnortados; el apasionado encuentro de una novelista transgresora y un corresponsal de guerra en un congreso sobre genocidios; un chat en el que asoma una historia de abusos sexuales a una menor; una jornada de compras en un supermercado que acaba con una candidatura a la presidencia de Estados Unidos; un encuentro en Disneylandia, donde el protagonista estuvo de nino en un ultimo viaje familiar antes de que todo se desmoronase.

  • El extrano de mis suenos 2 de Selenia Grant

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    Dalia a comenzado a conocer en carne y hueso al desconocido que aparece cada noche en sus suenos que se acabara convirtiendo en alguien muy importante y a su vez muy misterioso.

  • Con los ojos cerrados de Alexandra Risley

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    Lady Esther Allington acaba de quedarse viuda. El legado que ha recibido de su enigmatico marido es una destileria de whiskey de incipiente exito, la famosa “John Dowyer”, fabricante de un licor que ha deleitado hasta a la mismisima mujer de Alejandro III de Rusia. Pese a ser una muchacha joven e inexperta, las circunstancias la obligan a tomar el mando de aquel negocio que despierta, por igual, ambiciones y envidias.
    Brighton Sheffield, el conde de Westbrooke, es un noble sin tierras ni riquezas, acostumbrado a vivir para el placer y ajeno a cualquier tipo de responsabilidad. Su vida da un giro imprevisto cuando su hermana, lady Balfour, le pide que se convierta en el apoderado de su pequeno hijo, que recien acaba de heredar el marquesado de Walton. Las responsabilidades incluyen, por peticion de la avariciosa Bridget, desangrar con impuestos a la prospera destileria John Dowyer, que opera en las tierras que ahora le pertenecen. Consciente de los problemas economicos de la familia y del potencial de la destileria, Westbrooke se propone ir mas alla: pretende usar sus encantos masculinos, celebres entre las damas mas lujuriosas y amorales de Londres, para doblegar a la hermosa viuda que ha quedado a cargo. Solo entonces podra casarse con ella y despojarla de todo.
    ?Conseguira Brighton sus objetivos o, por el contrario, sera el quien sucumba ante una mujer que dista mucho de ser la viuda llorona que el espera?
    Alexandra Risley nos sumerge en una historia de ambiciones, secretos, escandalos, lujuria. y amor a finales del siglo XIX, y que se forja alrededor de una destileria en la idilica campina inglesa.

  • El fantasmocopio de Carlos Enrique Freyre

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    ?Que pasaria si, de pronto, descubriesemos que la muerte no es el final?, ?que no existe el cielo ni el infierno?, ?si comprobamos la existencia de Dios? ?Que pasaria si pudiesemos comunicarnos con los muertos?

  • Prohibir la manzana y encontrar la serpiente de Un Tio Blanco Hetero

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    El debate sobre la sexualidad y el genero es una de las grandes controversias de nuestro tiempo. Un debate que nos ha obligado a repensar las relaciones con los otros, nuestras ideas politicas y hasta nuestra intimidad. Y, al mismo tiempo, se ha llevado por delante la disidencia razonable, haciendo que el feminismo haya dejado de ser una llamada a la libertad individual para convertirse en un activismo organizado.

  • Primero pide perdon (Maeva Young), Sarah Dessen de Sarah Dessen

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  • El precio de la pasion de Gabriel Rolon

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    El nuevo libro de Gabriel Rolon echa anclas en las aguas profundas de la pasion. Esa fuerza primitiva que grita en nosotros desde el principio de los tiempos, y nos lleva a un limite en el que la distancia entre el placer y el dolor es nada mas que una respiracion. Un territorio habitado por dioses y demonios, por heroes epicos que han dado batallas antologicas, y esos otros cotidianos y de a pie, heroes anonimos que dan pelea poniendo en juego su piel con la misma intensidad, con el mismo arrebato. Mitos e historias: hombres y dioses que caminan de la mano por ese borde en el que la razon trastabilla y pierde sus herramientas para explicar el mundo.

  • Noches de neon de Scarlett De Pablo

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    Cuando Butterfly conoce a Blake Novak, un luchador de artes marciales, instantaneamente se siente atraida hacia el. Lo que Blake no sabe de ella es que vive una doble vida, y que debajo de ese encanto infantil y las pelucas de colores, esta Mia Gabrielli, la hija de un jefe del crimen organizado.

  • Frecuencia modulada, Gonzalo Castro de Gonzalo Castro

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    A veces la amistad con un amigo se convierte en fascinacion por su novia. Quiza esto no deba resultar tan extrano: los mismos rasgos que hicieron que nos acercaramos a esa persona aparecen potenciados en alguien del sexo opuesto que lo acompana y tambien disfruta de nuestra presencia. El problema con esa situacion es que nos lleva a decidir por la lealtad o por lo que dicen nuestros sentimientos.

  • Lo imprevisible de Marta Garcia Aller

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    Este libro no esta aqui. No ha podido llegar al lector porque este libro esta confinado. Acabe de escribirlo en febrero de 2020, a tiempo de convertirse en una de las novedades de la primavera. O eso creia yo. Brinde por ello con amigos nada mas entregarlo. No sabia por entonces que aquella iba a ser la ultima vez que pisariamos un bar en mucho tiempo. Ni que este ano nos ibamos a quedar sin primavera. De eso iban, al fin y al cabo, las paginas que acabaron confinadas. Advertian de que habia que ir acostumbrandose a convivir con todo aquello que no se puede prever. A principios de marzo, Lo imprevisible ya estaba impreso y empaquetado, listo para llegar a las librerias. Y ahi se quedo. Atrapado por sorpresa en las cajas de una imprenta de Igualada, el primer municipio espanol en decretar el confinamiento total por el brote de coronavirus. Igualada sonaba entonces, igual que Bergamo, como si fuera el reactor 4 de Chernobil. No se podia salir ni entrar de alli por el alto riesgo de contagio. Mi editora me llamo para avisarme de que la publicacion del libro se retrasaria. La semana siguiente se decreto el estado de alarma que puso a Espana en cuarentena. Y luego la COVID-19 fue paralizando el resto del planeta. Mas de tres mil millones de personas nos quedamos encerradas en casa durante semanas para tratar de frenar el virus que cambiaria el mundo. Asi que este libro no es exactamente el mismo que en febrero. De alguna manera, ninguno lo somos. Tampoco el lector. Ya no me va a costar convencerle de que un espejismo tecnologico nos ha hecho creer que tenemos bajo control mas cosas de las que en realidad estan a nuestro alcance. Eso ha quedado claro ahora que el mundo esta patas arriba. Mientras reescribo estas lineas, aprovechando mi propia clausura, aun no sabemos cuanto durara el estado de alarma. Ni cuando podremos volver a salir de casa para ir a trabajar o abrazar a la familia. Tampoco cuando volveran a abrir las librerias para que estas paginas, estas si, lleguen por fin a sus manos. De pronto, ya no sabemos nada del futuro. Ni de lo que hay a la vuelta de la esquina. Solo hay algo seguro: nunca ha sido tan imprevisible. De pequena me fascinaba un libro que fantaseaba sobre como seria el ano 2020 y del que solo recuerdo esa fecha y el dibujo de una banera robotica. He olvidado tambien el titulo, pero no aquel cuarto de bano. De el salian todo tipo de brazos que lavaban, peinaban y secaban el pelo de un nino sumergido en espuma sin mover un dedo. Todavia me da algo de envidia cuando lo pienso. Tal vez por eso siempre habia imaginado 2020 como un ano futurista. Y, por supuesto, que a estas alturas ya tendriamos banos con robots. Antes de que esta devastadora pandemia que me tiene recluida en casa mientras escribo provocase la peor crisis economica y sanitaria desde la Segunda Guerra Mundial, los nuevos anos veinte se preveian de otra manera. Iba a ser la decada dorada del progreso tecnologico y la robotizacion. De la medicina personalizada y la inteligencia artificial. Y ahora resulta que 2020 es el ano en el que Occidente descubrio que no tenia suficientes camas, ni medicos, ni mascarillas para atender a sus enfermos en caso de emergencia. Y mientras la inteligencia artificial y la genetica van dando forma a la medicina del futuro, en nuestros hospitales del presente los medicos improvisan batas con bolsas de basura para protegerse. A principios de ano todavia viviamos ajenos a lo que se avecinaba. Las ferias tecnologicas prometian grandes avances que ahora parecen frivolos (conste que antes del coronavirus, tambien). En enero se presento en Las Vegas un minirrobot rodante que se controlaba desde el movil, pensado para acercar un rollo de papel higienico alla donde alguien lo necesitara. Tambien se anuncio un sensor para avisar con un mensaje al movil si el bano huele mal antes de tener que asomarse a comprobarlo.1 No es esto lo que de nina entendia por un bano robotizado, ni tampoco por lo que pasara a la historia el papel higienico en 2020. En enero, mientras en la feria tecnologica mas importante del mundo se presentaban estos inventos para el supuesto vater del futuro, ya habia un nuevo coronavirus extendiendose por China que pronto llegaria al resto del planeta. En las semanas siguientes, a medida que la amenaza avanzaba, la gente reacciono, para sorpresa de Gobiernos y reponedores de supermercados, almacenando compulsivamente montanas de papel higienico. Por inutil que fuera comprar decenas de rollos, el acaparamiento irracional transmitia una paz a la poblacion que ningun robot podria prever. El miedo a lo desconocido entra dentro de eso que a los humanos nos vuelve imprevisibles. Una epidemia de incertidumbre La escritura de este libro ha pasado por una mocion de censura, dos elecciones generales y una pandemia mundial. La rutina iba desapareciendo mientras andaba yo buscando eso que nos vuelve imprevisibles. Para encontrarlo, he mantenido entrevistas con un centenar de expertos en cuestiones muy diversas: matematicos, astrofisicos y psicologos; con filosofos, abogadas e ingenieras; antropologos, linguistas y policias; con una nina de tres anos, varias empresarias de exito y un ligon de Tinder; en estas paginas hay tambien genetistas, meteorologos y hasta un excombatiente de Irak que ahora reparte burritos a domicilio. No faltan las opiniones --ultimamente, nunca lo hacen-- de politologos, epidemiologos y periodistas, ademas de las charlas con un par de neurologos, varios humoristas famosos y algun que otro robot. Nos hemos ido acostumbrando a los sistemas de inteligencia artificial que calculan por nosotros que carretera escoger para evitar los atascos y predicen que tiempo va a hacer. Al fin y al cabo, hay algoritmos para todo. Los hay que generan noticias falsas, invierten en bolsa y anticipan a quien vamos a votar. Otros prometen predecir los delitos, el amor y hasta el orgasmo. Incluso hay robots que conducen, componen musica y pintan cuadros como los de Rembrandt. Se automatizan los despachos de abogados, las consultas de los medicos y los templos budistas.2 La inteligencia artificial aspira a automatizarlo todo. ?Todo? No, todo no. Al computo del algoritmo siempre se le escapara lo imprevisible. Y, mas alla de las pandemias, la vida esta llena de situaciones cotidianas que lo van a seguir siendo. Al final, los dilemas humanos son los mismos de siempre, solo que nunca habiamos tenido como especie tanta informacion disponible. Por eso nos desconcierta tanto descubrir lo vulnerables que somos en realidad. Por una parte, nos hemos vuelto, en cierto modo, mas previsibles que nunca gracias al mayor procesamiento de datos de la historia. Por otra, el mundo esta transformandose a tal velocidad que desconocemos las nuevas reglas de juego. No es casualidad que tanto desconcierto coincida con un profundo cambio tecnologico. La nueva era de la predictibilidad tecnica se caracteriza, paradojicamente, por una epidemia de incertidumbre. En 2016, nadie vio venir el brexit ni la victoria de Trump.3 A partir de entonces, la cronica geopolitica ha sido una sucesion de acontecimientos inesperados. Tanto cambio constante llevaba tiempo desconcertandonos, mucho antes de que llegara el coronavirus. La sensacion de estar entrando en territorio desconocido ya se habia generalizado en un Occidente a medio repensar. El exceso de informacion puede tener mucho que ver con ello. Alvin Toffler ya advertia en El shock del futuro que la saturacion informativa podia crear mecanismos de defensa en la gente, que necesitaria simplificar tanto el mundo para comprenderlo que acabaria reafirmando sus prejuicios. Era 1970.4 La sobrecarga de informacion tambien provoco un aumento de la incertidumbre en los tiempos de Gutenberg. En cierto modo, la llegada de la imprenta tambien trajo consigo una acentuacion del sectarismo.5 Acceder a mas informacion de diferentes concepciones religiosas no genero mas tolerancia, sino la conviccion de que la unica vision verdadera del mundo era la propia. La imprenta supuso un enorme progreso tecnologico para la humanidad que inauguro la Edad Moderna. Sin ella, no se entenderian las guerras de religion de los siglos XVI y XVII que causaron millones de muertos en Europa. La manera en la que accedemos a la informacion (y a la desinformacion) transforma a las sociedades, como veremos en el capitulo dedicado a como la verdad y la mentira se vuelven mas imprevisibles con los algoritmos. Cuando los cambios tecnologicos se aceleran tanto, aumenta la sensacion de vertigo. ?De donde viene tanta incertidumbre, teniendo como tenemos un acceso a la informacion y unos avances cientificos y tecnologicos con los que nuestros padres y abuelos solo podian sonar leyendo a Julio Verne? En menos de un siglo, hemos visto llegar la penicilina y el 5G, los viajes a Marte y la secuenciacion del genoma. Y en el momento mas algido de las promesas tecnologicas, cuando el futuro parecia capaz de automatizarlo todo, el mundo, de pronto, se paraliza de golpe por un virus. Una cuarentena no deja de ser, al fin y al cabo, una tecnica medieval para la prevencion de los contagios. Tanto algoritmo y tanto big data,6 y cuando llega la gran pandemia nos tenemos que encerrar todos en casa como en tiempos de Boccaccio, pero con wifi. Antes de la llegada de la COVID-19, se me ocurrio consultar con un experto en la estructura del universo. ?Quien mejor para darle un poco de perspectiva al asunto? Pregunte a Martin Rees, astrofisico y astronomo real, si veia relacion entre la incertidumbre y la era de los algoritmos: <>. A diferencia de lo que les ocurrio a nuestros antepasados, para nosotros el proximo siglo sera drasticamente diferente al actual. Por no saber, no sabemos ni en que planeta viviremos para entonces.7

  • Mil anos despues de la guerra de Carine Fernandez

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    Miguel Carabajal, un solitario anciano, decide dejar atras su pueblo en la provincia de Toledo y tomar, junto a su inseparable perro Ramon, un autobus hasta su pueblo natal, Montepalomas, al que no volvia desde el tiempo de la guerra. Pero todo en el pueblo ha cambiado: las aguas de un pantano inundan ahora las callejuelas y plazas de su infancia. Alli, Miguel hara un repaso de todo lo vivido: las aventuras de su ninez, con el apodado de Medianoche en sus espaldas, el asesinato de su hermano mellizo, Mediodia, por los falangistas, sus diez anos en distintas carceles, su primer amor, su matrimonio fallido y el suicidio de su hijo, entre otros. Carine Fernandez, hija de un republicano espanol exiliado en Francia, dibuja un viaje interior hacia la redencion, a traves de una revision del pasado mas oscuro en la historia de nuestro pais.

  • Casanova. La sonata de los corazones rotos de Matteo Strukul

    https://gigalibros.com/casanova-la-sonata-de-los-corazones-rotos.html

    <<Aventura, amor, politica: un siglo XVIII narrado con el estilo veloz de Strukul, con una violencia feroz de la que el Estado es tambien protagonista y con el arte de Venecia de fondo.>>
    Il Mattino

  • Un lugar llamado amor de Graciela Suarez

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    El amor tiene su lado bueno y malo, pero luchar por el es la unica manera de poder triunfar. ?Lograran la felicidad los protagonistas de estas historias?

  • La cabana junto al lago (Stillhouse Lake 1) de Rachel Caine

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    Creyo estar a salvo, pero el mal volvio a llamar a su puerta.

  • A pesar de todo… Sigo siendo audaz de Rosirys Rondon

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    Camila es una mujer audaz y Matthew un hombre testarudo.
    Un accidente lleva a una apuesta que se convierte en otra y luego en otra mas, hasta que lo que se compromete es el corazon. Ninguno buscaba una historia de amor, pero les resulto imposible luchar contra sus sentimientos y al final entendieron que rindiendose era la unica manera de ganar.
    A pesar de todo... Sigo siendo Audaz es la segunda entrega de la saga "A pesar de todo" ahora concentrada en la historia de otra de las socias de Tu Decoracion, Camila Uzcategui, la mas decidida y alegre del grupo, fanatica del helado y de vez en cuando de la combinacion de colores exoticos.

  • Historia de un legajo de Enrique Garza Grau

    https://gigalibros.com/historia-de-un-legajo.html

  • Congo de David Van Reybrouck

    https://gigalibros.com/congo.html

    El mas importante reportaje sobre Africa desde los tiempos de Kapuscinski.

  • Un lugar sobre el acantilado de Kris L. Jordan

    https://gigalibros.com/un-lugar-sobre-el-acantilado.html

    Un magico lugar en las islas Orcadas, un hotel sobre un acantilado y el mar esperan la llegada de unos visitantes muy especiales: una escritora de novela romantica y sus guardaespaldas.
    Katy cerro su corazon, pero una bonita sonrisa podria desbaratar sus planes.
    Ishbel es una loca de la vida que disfruta del amor sin ninguna atadura, hasta que un texano cabezota se cruza en su camino.
    Dos historias de amor en las que, como en la vida misma, las cosas mas sencillas se vuelven complicadas.

  • Seremos recuerdos (Canciones y recuerdos 2) de Elisabet Benavent

    https://gigalibros.com/seremos-recuerdos-canciones-y-recuerdos-2.html

  • Deseos rojos (Chasing Red) de Isabelle Ronin

    https://gigalibros.com/deseos-rojos-chasing-red.html

    Llega aquello que todos los fans de <> estaban esperando: la historia de Kara y Cameron.

  • Mas calor (Serie Castle 8) de Richard Castle

    https://gigalibros.com/mas-calor-serie-castle-8.html

    El asesinato de una periodista se convierte en algo mas que un asunto profesional para Nikki Heat cuando los responsables anuncian quien sera su proxima victima: su marido, Jameson Rook.

  • No dejes de sonar de Nuria Pariente Nogueras

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    Carolina (patosa, despistada e inteligente) y Lorena (popular, chula y un tanto... influenciable), amigas desde que tenian dos anos, se enfrentan a su primer dia de instituto juntas.

  • Su Amante Misteriosa (Los Hermanos Thorpe 3), Elizabeth Lennox de Elizabeth Lennox

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  • Las confidentes de Elizabeth Subercaseaux

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    Dos mujeres, la norteamericana Quinn y la francesa Juliette, se conocen casualmente en la India. Son dos mujeres con un pasado traumatico y nada en comun, aparentemente. Sin embargo, lo que las vincula es mucho mas que aquello que las separa. Muchos anos antes ambas fueron protagonistas de una historia similar que dio un giro inusitado a sus vidas: las dos perdieron a sus amantes practicamente el mismo dia y ambas lo perdieron a causa de un crimen sucedido en la misma fecha y casi a la misma hora, uno en Chile y el otro en Estados Unidos. En torno a ellas se aglutinan todos los personajes de sus vidas: los del campo chileno, la Provenza francesa y los barrios bajos de Pennsylvania, hilvanando historias donde la dureza de la vida se contrapone a la pasion, los deseos de reinventarse y de alcanzar los suenos.

  • La glorieta de los fugitivos de Jose Maria Merino

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    La glorieta de los fugitivos reune, por una parte, ademas de otros ineditos, los minicuentos, microrrelatos, o nanocuentos publicados por Jose Maria Merino hasta la fecha en los libros Dias imaginarios y Cuentos del libro de la noche, que se nutren de la extraneza de lo cotidiano, el misterio del tiempo, los espacios fronterizos entre sueno y vigilia y todos los elementos fantasticos habituales en la narrativa del autor.

  • La vida te da sorpresas de Josefina Fernandez Garcia

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    Celia cree que conoce su pasado, hasta que su madre, en un momento de lucidez, pronuncia un nombre, que provocara en ella un deseo inevitable por descubrir que secretos esconde. Esto la llevara a emprender un viaje muy especial, en busca de respuestas.

  • Cuando me veas, Laura Gallego de Laura Gallego

    https://gigalibros.com/cuando-me-veas-laura-gallego.html

    ?Quien o que es? ?Que intenciones tiene? ?Una amenaza desconocida o una luz en la oscuridad? ?Tiene algo que ver con el caso del "chico de la azotea"?
    Extranos sucesos inexplicables. Un secreto. Una muerte repentina. Una investigacion. !Descubre que hay detras!

  • La bella salvaje de Philip Pullman

    https://gigalibros.com/la-bella-salvaje.html

  • Las doradas manzanas del sol de Ray Bradbury

    https://gigalibros.com/las-doradas-manzanas-del-sol.html

    Veintidos relatos, todos encantadores. Desde historias de pequenas ciudades, naves espaciales, e incluso serpientes marinas, Bradbury conjura poderosas imagenes para asombrarnos, algunos con giros asombrosos, otros no, pero todos y cada uno poseen cierto encanto. Desde el primer relato el lector es transportado al universo ilimitado de Bradbury; no en una realidad mundana, sino en fantasticos viajes a traves del tiempo y del espacio.

  • Tras el abismo Calnora (Hijos del Sol 1) de Rowan Fox

    https://gigalibros.com/tras-el-abismo-calnora-hijos-del-sol-1.html

    Veros y Tzar han nacido en mundos muy diferentes, pero el destino unira sus caminos alterando sus vidas tal y como estaban destinadas a ser.
    Tzar, una princesa con una existencia marcada por las tradiciones y la familia, se embarca en lo que parece una pequena aventura personal que acaba llevandola mas alla de sus propios limites.
    Veros y Veren, dos hermanos que viven bajo el velo de la esclavitud disfrazada de amor maternal veran sus vidas trastocadas por completo tras la llegada a la isla de Aremen de una extrana naufraga que queda bajo su custodia.
    La influencia del mundo exterior hara que los hermanos descubran el verdadero amor y todo lo que conlleva: celos, traicion y la fuerza que podria llevarles a romper sus propias cadenas.

  • Mi corazon en tus manos (Los Lagos 1) – Juani Hernandez de Juani Hernandez

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    PREMIO “Tres Plumas” a la mejor novela romantica historica autopublicada 2013 – II Edicion Premios Pasion por la Novela Romantica.

  • El Regalo de Navidad de Nina Klein

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    Tener una crisis en medio del supermercado ya era patetico de por si.
    Tener una crisis en medio del supermercado a dos dias de Navidad, con villancicos sonando de fondo, en el pasillo de los licores despues de encontrarme con mi exmarido y su nueva novia.
    No tenia precio.
    Sobre todo cuando mi exmarido lo era desde hacia solo tres horas, la novia no era tan nueva y tenia un pedrusco en la mano del tamano del Empire State.
    Menos mal que rondando por alli estaba el reponedor macizo que habia venido a rescatarme de mi ataque de llanto. y que quizas podria rescatarme de algo mas: de las Navidades mas deprimentes de mi vida.

  • La ciudad sentida de Manuel Longares

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    Un juego de ficciones y certezas, originalidad y vanguardia. Una ciudad que alberga un secreto…

  • Sigo siendo yo (Antes de ti 3) de Jojo Moyes

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