• el silencio de los libros - Fausto Luciano Panicacci

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    En una epoca en que los libros estan prohibidos, el misterioso Santiago Pena acaba de llegar a Portugal, donde conocera a Alice, una nina despreciada por sus padres. El encuentro de un antiguo cuaderno traera preguntas intrigantes. ?Que relacion habria entre un joven acusado de crimen que alega no haber cometido, suntuosos proyectos arquitectonicos y el descubrimiento de una biblioteca abandonada? ?Por que alguien usaria el lema “festina lente” (“Apresurate despacio”)? ?Y por que el extranjero Santiago parece despertar en los peligrosos anhelos de la familia de Alice? Suspenso y aventura se mezclan con profundas reflexiones sobre las paradojas de la condicion humana en esta encantadora historia de amistad, locura, amor y perdida de la inocencia. A medida que se alterna entre la perspectiva de un hombre reservado y la de una nina curiosa, la narracion sorprende por la multiplicidad de significados. Dialogando con los clasicos de la Literatura universal, El silencio de los libros indaga cual seria el destino de una sociedad que, fascinada por los avances tecnologicos, abole los libros. Y lanza un desafio para aquellos que insisten en proclamar oscuramente la muerte de uno de los mas grandes simbolos de la civilizacion.

  • El Silencio De Los Libros/ Ese Vicio Todavía Impune - Amazon

    https://www.amazon.es/Silencio-Libros-Todav%C3%ADa-Impune-Biblioteca/dp/8498414253

    El Silencio De Los Libros/ Ese Vicio Todavía Impune: 50 (Biblioteca de ... así la permanencia –siempre amenazada– y la fragilidad del libro, interesándose, ...

  • el silencio de los libros: seguido de ese vicio todavia impune ...

    https://www.casadellibro.com/libro-el-silencio-de-los-libros-seguido-de-ese-vicio-todavia-impune-de-michel-crepu/9788498414257/1825897

    El libro EL SILENCIO DE LOS LIBROS: SEGUIDO DE ESE VICIO TODAVIA IMPUNE DE MICHEL CREPU de GEORGE STEINER en Casa del Libro: ¡descubre las mejores ofertas y ...

  • El silencio de los libros - Trabalibros

    https://trabalibros.com/libros/silencio-libros-george-steiner

    En la segunda parte del libro Michel Crépu reivindica la figura del buen lector apoyándose sobre todo en Proust. Para Crépu un buen lector necesita tiempo, ...

  • El silencio de los libros / Ese vicio todavía impune - Ediciones ...

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    El silencio de los libros / Ese vicio todavía impune ... así la permanencia –siempre amenazada– y la fragilidad del libro, interesándose, paradójicamente, ...

  • EL SILENCIO DE LOS LIBROS. STEINER,GEORGE. Comprar ...

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    EL SILENCIO DE LOS LIBROS (Libro en papel) ; Editorial: EDICIONES SIRUELA, S.A. ; Año de edición: 2011 ; Materia: Filosofía ; ISBN: 978-84-9841-425-7 ; Páginas: 88.

  • EL SILENCIO DE LOS LIBROS - LAIE

    https://www.laie.es/es/libro/el-silencio-de-los-libros/9788498414257/652516

    George Steiner subraya así la permanencia -siempre amenazada- y la fragilidad del libro, interesándose, paradójicamente, por aquellos que han querido su fin ...

  • El silencio de los libros, seguido de Ese vicio todavía impune ...

    https://www.researchgate.net/publication/256375577_Resena_del_libro_El_silencio_de_los_libros_seguido_de_Ese_vicio_todavia_impune_de_George_Steiner_y_Michel_Crepu

    PDF | Reseña del libro: George Steiner, y Michel Crépu (2011). El silencio de los libros, seguido de Ese vicio todavía impune, Madrid, Ediciones Siruela.

  • El silencio de los libros - 9788498414257 - Crépu, Michel

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    Materias: Historia y Ciencias Humanas / Fuentes de información: Biblioteconomía y Documentación / El Libro / Obras Generales / ...

  • George Steiner ante «El silencio de los libros - Nueva Revista

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    29 sept 2013 — Después de un repaso a la historia de la cultura engarzada con la historia del libro, se pregunta George Steiner (1929-2020) cómo mantener ...

  • El silencio de los libros; Ese vicio todavía impune - Lecturalia

    https://www.lecturalia.com/libro/58987/el-silencio-de-los-libros-ese-vicio-todavia-impune

    Resumen y sinópsis de El silencio de los libros; Ese vicio todavía impune de ... permanencia –siempre amenazada– y la fragilidad del libro, interesándose, ...

  • La casa de los nombres de Colm Toibin

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    Una esplendida interpretacion de la Orestiada de Esquilo, por el autor de Brooklyn y Nora Webster.

  • Cuentos de Ciclismo de Aa. Vv.

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    Cuentos de ciclismo es una antologia de veinte narraciones y un prologo que, de la mano de consagrados novelistas y habiles fabuladores, nos trasladan desde las penurias del esfuerzo a las cimas de la gloria. Una obra variada y amena para que el lector disfrute en cada pedalada. Cualquiera que haya ayudado, desde su casa, a Indurain a subir el Mortirolo sabe un poco de esta epica del ciclismo, que nos tiene en vilo todos los veranos y, nada menos que en los Campos Eliseos, nos hace sonar con la meta ilusoria. Lo dificil, como dice Arreola, es hacer valer luego la misma ventaja. Mientras todo se mueva en terreno resbaladizo, en tanto aparezcan esos vertiginosos precipicios a ambos lados de la calzada, con tal de mantener minimamente el equilibrio para seguir leyendo, podemos darnos por satisfechos. Que la Grand boucle nos proteja, y que sigan girando nuestros bujes mientras perseguimos denodadamente la vraie vie, sorteando las simas donde acechan las viboras. Loado en las alturas El Aguila de Toledo. Bendito el que viene en nombre de Indurain. LUIS MARTINEZ DE MINGO

  • La burbuja terapeutica de Josep Darnes

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    Como cai en las trampas del crecimiento personal y las terapias.

    ?Puede uno volverse adicto al crecimiento personal? ?Cuando la terapia deja de ser la solucion y se transforma en el problema?

  • Aniquilame. Navidad de Christina Ross

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    Es Navidad en la costa de Maine, junto a Jennifer y Alex, Lisa y Tank, y Blackwell y sus dos hijas. Lo que al principio parecia una buena idea empieza a ponerse en duda una vez que Blackwell exige que sea ella quien haga la cena de Navidad sin ayuda de nadie mas. ?Estara pensando servirles hierbas variadas e invitarlos a masticar hielo o en una cena tipica hecha por alquien que no tiene ni idea de cocina?

  • El ladron de penas de Antonio Jodar Calpe

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    Metio la llave en la cerradura despues de varios intentos, dos veces se le habia caido al suelo tratando de abrir la puerta; veia el pasillo muy a duras penas. El atardecer se oscurecio mas de lo previsto y un viento inoportuno hizo que las hojas de los arboles susurrasen a manera de cantos de reproche. Hacia rato que el tiempo se notaba denso y especialmente humedo. Las nubes ennegrecidas amenazaban con una tormenta brutal. En sus primeros indicios, las ventanas del edificio no dejaban ver mas que algun relampago todavia lejano. Por los cristales se distinguia la luz palida que cubria el cielo. Trato de hacer girar la llave pero no pudo, la mano le temblaba; estaba transido de frio y los ojos cargados por las noches de insomnio, y esta seria la siguiente. Giro otra vez la llave y cedio al final. Al traspasar la puerta encendio la luz y miro el reloj que se hallaba en la mesilla de noche, vio que eran las tres de la madrugada. Iba bebido y se dejo caer sobre la cama boca abajo. En el instante de caer dio un gemido y se quedo inconsciente sin que nada, excepto un leve tic-tac del despertador, alterase el silencio. La luz se quedo encendida y tenia una palidez facial estremecedora. Nadie sabia que estaba alli completamente solo y tal vez fuese a morir en esa condicion. Los que lo juzgaban no habrian podido leer sus sentimientos reales, pero el tampoco. Ahora yacia en un sopor que fue breve. Se desperto de repente y al mirar de nuevo el reloj vio que habian pasado treinta minutos, solamente treinta. Los truenos se oian ahora con mas fuerza, los cristales de la ventana empezaban a albergar las primeras gotas de agua, las cuales resbalaban por el cristal igual que el sudor por su frente y las lagrimas que brotaban de sus ojos por las mejillas, tan descoloridas, bajo unos ojos de mirada doliente tras el verde claro. Abrio el minibar, cogio una botella de whisky y se lleno un vaso a la mitad. Recorrio la habitacion del hotel como un oso enjaulado, con el vaso de Whisky en la mano, dando pequenos sorbos, temblando de pies a cabeza. Tenia el pelo castano con restos de gomina y algo desgrenado, llevaba una chaqueta y un pantalon azul oscuro manchado, tambien los zapatos por restos de vomito. La camisa era blanca, estaba sucia y le faltaban varios botones, del cuello le colgaba una corbata desanudada, un extremo por cada lado. De repente estampo el vaso contra la pared encolerizado y el estruendo lo encolerizo todavia mas. Dio un fuerte punetazo con el puno derecho a la mancha de Whisky que habia tenido la pared hiriendose los nudillos que acabaron ensangrentados. Gritando de dolor se restrego frenetico los nudillos por la camisa, anadiendole tonos rojizos, lo que no hizo mas que aumentar su colera hasta romper a llorar. Hablaba entre sollozos profiriendo frases incoherentes a la vez que se arrollaba un panuelo en los nudillos. Se dejo caer sentado en el suelo con las piernas estiradas, jadeando, llorando con cara de asustado; se quedo como extraviado mirando la puerta de la habitacion. Se llamaba Hector y ni siquiera eso tenia claro, la vida lo estaba ahogando, creia. Cerro los ojos y los abrio de nuevo arrugando el ceno. Lo repitio tres veces mas deseando que un espiritu nocturno velase por el, aunque mas bien seria el mismo monstruo que habitaba debajo de su cama cuando era un nino. Proyectaba una sombra fantastica sobre la pared que no era mas que una caja de carton agujereada. Los anos habian volado y ahora el mismo era una figura prisionera del resplandor de algunos relampagos. Abrio la puerta de la habitacion, la 708, dejandola entornada; se precipito hacia la escalera con pasos vacilantes aferrando la botella de whisky que habia cogido. Subio medio a tientas el primer escalon para no dar la luz y que alguien lo descubriese, pero se encendio automaticamente. Continuo subiendo a grandes zancadas lo mas rapido que pudo hasta alcanzar la azotea. La puerta tendria que haber estado cerrada pero no tenia cerradura, parecia como si estuviera arrancada y habia manchas de yeso alrededor. Como pudo empujo la puerta, la traspaso hasta notar un viento de tormenta, el que antes hubo susurrado en los arboles. La tormenta la tenia encima y el viento le daba en la cara, tambien el reflejo parpadeante de los relampagos que resonaban con toda su fuerza como una maravilla de la naturaleza que no transigia con la maleza de antenas wifi, las cuales ondulaban en un angulo pronunciado, viendose amenazada su endeble verticalidad. Hacia gestos con una cara de enloquecido, como drogado, contrayendo las mejillas sin poderlas controlar; en sus ojos se reflejaba un profundo deseo de enloquecer todavia mas. <>. Avanzo hacia el centro de la azotea, la lluvia caia ahora abundante, empapandole por completo, la sangre seguia brotando de sus nudillos y la que tenia en la camisa se diluia emborronandola. Su cara empapada disimulaba el lloriqueo que no podia cortar, sintio frio y se levanto las solapas de la chaqueta inutilmente. Sus infortunios pasaron del llanto al lamento cuando cruzo hasta llegar al antepecho de la cornisa. Era una altura de doce pisos mas la azotea trece. A Hector le temblaban las piernas con mayor violencia y su jadear coreaba cada trueno, su cara seguia resplandeciendo en el relampaguear cada vez menos intermitente, sus ojos resaltaban desorbitados. Se quito la chaqueta y la lanzo al vacio quedandose en el antepecho. Completamente empapado salto a la cornisa pero no miro hacia abajo, no se atrevio. La desesperacion lo acometio sin ninguna clase de misericordia, sintiendose paralizado pero decididamente dispuesto a terminar con ese pesar etereo. Sintio vertigo y nauseas, panico, pero tambien una ira desmandada y una tristeza penetrante. En un arrebato decisivo extendio los brazos como si fuese a saltar de un trampolin y cerro los ojos. --?Me dejas ver como lo haces? --sono una voz que clamaba a su espalda y que lo interrogo en japones. --?Quien anda ahi? --pregunto Hector en un idioma que no dominaba mucho. Bajo los brazos y se dio la vuelta. --Alguien que esta de paso --le contesto la figura de un hombre cuya cara no se veia por la penumbra y la lluvia insistente. --?Que hace usted aqui? --quiso saber Hector tratando de ver al hombre aquel; se quitaba el agua de la cara dandose zarpazos como un gato. --Nada, solo quiero mirar --dijo el hombre. La lluvia caia torrencial, una rafaga de agua le impidio decir nada a Hector y le chorreo por el pelo, las orejas, la nariz, y finalmente por el cuello de la camisa. Dio un traspie que casi lo hizo caer de espaldas. El retumbar de los truenos iba en aumento. --!Maldita sea! --grito Hector. --?Vas a hacerlo o no? --la voz de aquel hombre sono impertinente. Hector grito y volvio a gritar que se marchara de alli, que lo dejara en paz. Aun sentia la adrenalina en su cuerpo y le aumento porque alguien, un chiflado que no podia ver bien, lo estaba provocando. Pero no tenia ningun sentido que alguien pudiera estar en la azotea en medio de una tormenta y menos justo cuando iba a… poner fin a todo. --Mi jodida borrachera, si, eso es, !desaparece de mi vista! --Hector se cogio de las sienes, cerro los ojos y los abrio por reiterada vez. El viento gimio provocando mas rafagas de agua, mientras el hombre salia de la oscuridad. Iba tan empapado como Hector, debia de tener mas de cincuenta, aunque no se le veia bien, de mediana estatura, vestido con unos vaqueros y un chubasquero rojo, con la capucha puesta; lo estaba mirando y su mirada era penetrante, no la apartaba para nada, ni siquiera parpadeaba a pesar de la lluvia. --Desde luego que estas bebido, pero quiero verlo --dijo el hombre. --?Ver, que? !Dejame en paz! --Como lo haces, simplemente. --Pero ?que dices? !Que te largues! --Hector levanto el puno amenazante; era el derecho, se le cayo el panuelo al suelo deshaciendose los coagulos de las heridas en los nudillos. Sangro de nuevo. --No importa lo que yo diga --dijo el hombre. Hector no sabia que responder, unicamente se lamia el bigote como si quisiera escurrirlo. Bajo el puno. El hombre se le acerco y anadio: --!Acaba de una vez! --!Largate! !Largate de aqui! !Dejame! --No esta bien que me hagas perder el tiempo. --Estas completamente loco, seas quien seas, !completamente loco! El hombre guardo silencio, pero no dejaba de mirarlo y se le acerco aun mas. --!Quedate donde estas! --grito Hector, la voz le temblaba. El hombre no le hizo caso, sorteo el antepecho situandose junto a Hector. --Seguro que no has mirado abajo --le dijo el hombre. Era cierto que no habia mirado abajo, como si la decision no la hubiese tomado de verdad. Miro al rostro de aquel hombre y se le antojo sereno, sin que hiciese muecas por el viento y la lluvia que vapuleaba sus rostros sin piedad, ni tan siquiera pestaneaba. No era como el que constrenia la frente, los ojos y ambas mejillas, dando la impresion de estar ahogandose en un vaso de agua. --No vas a poder ayudarme --conjeturo Hector. Seguia sin mirar abajo. --?Ayudarte? No, no tengo esa intencion. --Debes ser… de seguridad… si, del hotel --dijo Hector--. Si, claro, has venido a impedirlo -- senalo a la calle--, pero tu que sabras… !No te metas donde no te llaman! Hablaba como si estuviera constatando un hecho, decia lo que pensaba como si fuera verdad. De fondo, la tormenta seguia estremeciendo el lugar. Hector veia como los relampagos se reflejaban en la cara del hombre. Pero la suya reflejaba un miedo terrible, miedo a decidir, a caer, a ser rescatado, o tal vez a ser ignorado por aquel extrano, quien se echo a reir a carcajadas. Sin dejar de reir cogio a Hector por los hombros y lo obligo a darse la vuelta hacia la calle. Casi se cae de espaldas por la sorpresa antes de que lo cogiera. --!Mira! --le dijo, sin soltarle los hombros. Hector quiso retroceder pero el hombre se lo impidio; tenia mucha fuerza. --Mira abajo --le insistio

  • Morir de miedo de Varios Autores

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    Una terrorifica y sorprendente antologia de relatos fantasticos firmados por los mas destacados autores del siglo XIX frances.

  • El reto mas dificil de Lory Squire

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    Las chicas duras no se enamoran de los ninos guapos… ?O si?

  • Para siempre, contigo (La Posada de Sunset Harbor 3) de Sophie Love

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    Emily miro a la hermosa nina que dormia tranquilamente en la cama de Daniel. Su cabello rubio estaba extendido sobre la almohada blanca. Sus rasgos eran inconfundiblemente los de Daniel. Parecia angelical. Afuera estaba oscuro, la unica luz en la habitacion era un rayo de luna que se deslizaba a traves de las cortinas, haciendo que la habitacion se volviera de un azul apagado. Emily habia perdido la nocion del tiempo, pero a juzgar por el agotamiento que sentia en lo mas profundo de sus huesos, estaba a punto de amanecer. Oyo que la puerta crujia y miro por encima de su hombro para ver a Daniel de pie en la grieta, la calida luz de la chimenea de la cochera iluminando su silueta. Solo con verlo, su corazon dio un vuelco. Era como un espejismo, como un soldado que regreso de la guerra. -- ?Sigue durmiendo?--susurro. Emily asintio. A pesar de que el estaba de vuelta y de pie frente a ella despues de una ausencia de seis semanas, Emily todavia no podia creerlo, no podia bajar la guardia por completo. Fue como si ella estuviera anticipando el momento en que el anunciaria que se iba una vez mas, que estaba sacando a Chantelle de su vida con la misma rapidez con la que el la habia metido en ella. Salieron juntos de la habitacion, cerrando la puerta en silencio para no despertar a la nina dormida. --Debe haber sido un largo viaje desde Tennessee--dijo Emily, al escuchar lo torpe que era su voz, lo antinatural que de repente se sintio en compania de Daniel--. Debes estar exhausto. --Creo que todos lo estamos--contesto Daniel, reconociendo en una declaracion la prueba que el le habia hecho pasar. Mientras se sentaban juntos a la mesa, Daniel miro intensamente a Emily, una expresion sincera en sus ojos. --Emily--comenzo, con la voz quebrandose de inmediato--No se como decir esto, como sacar las palabras. Sabes que lucho con ese tipo de cosas. Sonrio debilmente. Emily le devolvio la sonrisa, pero sintio que su corazon se estremecia de angustia. ?Iba a llegar? ?Estaba anunciando su partida y la de Chantelle? ?Habia vuelto a ella para decirle de frente que se habia acabado? Sentia que las lagrimas empezaban a nadar en sus ojos. Daniel cruzo la mesa y le dio una palmadita en la mano. El gesto fue todo lo que se necesitaba para hacer que las lagrimas que ella estaba tratando de evitar inundaran sus ojos, bajaran por sus mejillas y se terminaran sobre la mesa. --Lo siento mucho--dijo Daniel--. No es suficiente, lo se, pero es todo lo que tengo, Emily. Siento mucho lo que te hice pasar. Respecto a huir de esa manera. Emily tartamudeo, sorprendida de que las palabras para las que habia sido preparada no hubieran llegado. --Pero hiciste lo correcto--dijo ella--. Fuiste a ver a tu hija. Aceptaste tu responsabilidad. No hubiera esperado otra cosa. Ahora le tocaba a Daniel parecer confundido, como si las palabras que el esperaba de ella no hubieran sido pronunciadas--. Pero yo te deje--dijo. --Lo se--contesto Emily, sintiendo una punalada de dolor en su corazon que le dolio tanto como en el momento en que se marcho--. Y duele, no voy a mentir. Pero lo que hiciste te convierte en un buen hombre a mis ojos. --Finalmente, pudo ver a traves de sus lagrimas--. Estas a la altura de las circunstancias. Te convertiste en padre. ?Realmente crees que te lo echaria en cara? --Yo… no lo se--dijo Daniel con un suspiro. Tenia una expresion que Emily nunca antes habia visto en su cara. Era una mirada de alivio total. Se dio cuenta entonces de que el esperaba que ella se enfadara con el, que desencadenara un torrente de ira contra el. Pero Emily nunca se habia enojado, solo estaba aterrorizada de que no hubiera manera de que los dos pudieran forjar una vida juntos ahora que Daniel tenia una hija que cuidar. Ahora era el turno de Emily para consolarlo, para dejar en claro que no necesitaba cargar con ninguna culpa por sus acciones. Ella le apreto la mano. --Estoy contenta--dijo, sonriendo a pesar de las marcas de lagrimas en sus mejillas--. Estoy mas que feliz, estoy encantada. Nunca pense que esto pudiera ser una posibilidad. Que la traerias a casa contigo. Daniel, no podria estar mas feliz en este momento. La cara de Daniel estallo en una sonrisa. Se levanto de la mesa con prisa y levanto a Emily de su asiento y la puso en sus brazos. Le beso la cara, el cuello, como si tratara de besar las lagrimas que habia causado. Emily sintio que todo su cuerpo se relajaba, toda la tension se le escapaba. Su cuerpo habia estado inactivo durante las ultimas seis semanas, y ahora aqui estaba Daniel despertando todas esas partes de ella que habian quedado en reposo. Ella le devolvio el beso, sin querer, con una pasion cada vez mayor. El era su Daniel, con el mismo olor a bosque y aire fresco, con sus manos asperas corriendo sobre su cuerpo, con sus dedos retorciendose en su desordenado cabello. Tenia el sabor a Daniel, de menta y te, un sabor que funcionaba como la campana de Pavlov para despertar a Emily. Cuando se retiro del beso, Emily sintio la enorme ausencia. --No podemos--dijo en voz baja--. Aqui no. No con Chantelle durmiendo. Emily asintio con la cabeza, aunque sus labios temblaban de deseo. Daniel tenia razon. Necesitaban ser sensatos, ser adultos. Tenian la responsabilidad de hacer lo mejor para la nina. Ella tendria que ser lo primero, siempre. -- ?Puedes abrazarme?--pidio Emily. Daniel la miro, y ella reconocio la mirada de adoracion en sus ojos. Habia echado tanto de menos esa mirada, y sin embargo parecia que las seis semanas lejos de ella la habian fortalecido mas. Emily nunca habia sido vista de esa manera, y eso hizo que su corazon saltara un latido. Ella se puso de pie, tomando la mano de Daniel, y lo llevo al sofa. Juntos se sumergieron en el, el toque del terciopelo verde que le recordaba a Emily de inmediato el momento en que hicieron el amor aqui, junto a la chimenea. Mientras Daniel la abrazaba, ella se sintio tan contenta como esa noche, escuchando los latidos de su corazon, respirando su aroma. No habia otro lugar donde ella quisiera estar ahora mismo que aqui, con Daniel, su Daniel. --Te extrane--escucho a Daniel decir--. Demasiado. De alguna manera, con ellos acurrucados en esta posicion, sin contacto visual, Emily encontro mas facil discutir sus sentimientos--. Si me extranaste tanto, podrias haber llamado. --No pude. -- ?Por que no? Escucho el suspiro de Daniel. --Era tan intenso lo que estaba pasando alli que no podia soportar la idea de que te rindieras conmigo. Si te hubiera llamado, habrias confirmado mis peores temores, ?sabes? La unica forma de superar toda esta prueba fue aferrandome a la esperanza de que aun estarias aqui para mi cuando volviera. Emily trago. Le dolio oirle hablar asi, pero su honestidad fue muy bienvenida. Ella sabia que todo esto habia sido increiblemente dificil para el y que tendria que ser paciente. Pero al mismo tiempo, ella tambien habia pasado por una prueba. Seis largas semanas sin noticias, esperando y preguntandose que podria pasar cuando Daniel regresara, o si regresaria. Ni siquiera se le habia ocurrido que el traeria a su hija a casa con el. Ahora tenia que empezar a imaginar de que manera sus vidas y su relacion cambiarian, ahora que tenian una hija que cuidar. Ambos estaban parados en un terreno nuevo e inestable. --Suena como si no tuvieras mucha fe en mi--dijo Emily en voz baja. Daniel se quedo callado. Entonces su mano comenzo a acariciar su cabello--. Lo se--dijo--. Deberia haber confiado mas en ti. Emily suspiro profundamente. Por ahora eso era todo lo que necesitaba escuchar; la afirmacion de que fue su falta de confianza en ella lo que habia convertido una situacion dificil en algo mucho mas dificil de lo que debia ser. -- ?Como era?--Emily pregunto, curiosa, pero tambien en un intento de hacer que Daniel se abriera, para ayudarlo a no sufrir en silencio--. Tu estadia en Tennessee, quiero decir. Daniel respiro hondo--. Me quede en un motel. Visitaba a Chantelle todos los dias, solo para tratar de protegerla, solo para ser una cara calida y amistosa. Vivian con el tio de Sheila. Literalmente no habia nada alli para un nino. --Su voz se tenso--. Chantelle se mantenia alejada. Habia aprendido a no molestar a ninguno de los dos.

  • Preterito presente de Nelly Ortiz Perez

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    Los rayos de sol, de un sabado de primavera, inciden alternativamente cada vez que aparece ante mi uno de mis pies, que se bambolean sin que yo tenga conciencia de ello, han adquirido su propio ritmo pausado, pero a la vez parecen irradiar una energia, que manifiestan su proposito, que de un momento a otro van a salir en estampida a su libre albedrio, sin tenerme en cuenta; ?como seria quedarme alli sentada en el alfeizar de la ventana?, viendo como mis pies emprenden un camino desconocido del que yo no voy a formar parte. Pies, ?a donde quereis ir?, cuando elaboro en mi cabeza esta pregunta, me siento ridicula, pero, asi y todo, los pongo paralelos y los contemplo, por supuesto no obtengo ninguna respuesta, los miro, me miran y nada, nula comunicacion. La sola idea me pone furiosa, a la vez que me parece injusto ser troceada de esa manera, por ello cuando desaparece un pie y reaparece otro, me esfuerzo y lo detengo de su constante oscilacion, lo contemplo, veo un pie, nada mas, me afano en enfocarlo con mas detalle, a ver si aparte de los cinco dedos, me dice ese apendice lejano algo mas, lo primero que siento es que esta caliente, es agradable, pero este hecho me hace tomar conciencia de las diferentes temperaturas de mi cuerpo, la espalda, la siento helada, es la misma trampa que sucede cuando nos situamos delante de una chimenea porque estamos gelidos y sentimos un fuerte calor en el rostro, las manos que nos quema, pero el resto del cuerpo continua glaciar. Levanto la mirada y me sorprende un cielo aborregado que se aproxima, es evidente que en pocas horas se va a producir un cambio de tiempo, seguro que esta noche habra tormenta. Me giro sobre mi misma y de un salto, entro en la habitacion. La cama esta cerca de la ventana, asi, cuando me despierto el sol roza mis mejillas, estoy tentada a tumbarme, miro la cama, para finalmente ceder y caer atravesada. Contemplo el cuadro de Wassily Kandinsky, <>, al volver la cabeza veo el que yo misma habia hecho para honrar a mis padres que no estan entre nosotros, cierro los ojos y me quedo muy quieta, boca arriba, cuando los abro me centro en el techo que esta cubierto por un papel especial que se parece al cielo por la noche con sus estrellas. Mi madre siempre decia que, cuando morimos, nos convertimos en una estrella, por eso al dormir me sentia mas cercana a ellos. Los minutos pasan, siento lo comoda que es mi cama, es como estar en las nubes, le doy cuerda a mi imaginacion, y pienso ?como seria vivir en el cielo?, ?estara el Olimpo alli, junto con todos los dioses?, ?seriamos angeles?, ?la gente dormiria en las propias nubes? y ?veria a mis padres otra vez? Pero, mientras entro en el mundo de la fantasia, reflexionando todas estas remotas utopias, alguien me llama: --!Olimpia!, baja que ya es hora de cenar. Es mi abuela, que desde que yo era peque me mima mucho como si aun fuera una cria, ahora vivimos juntas y cuidamos la una de la otra. Me pongo una ropa mas abrigada porque se ha levantado un viento frio y los pies se me han quedado helados. Bajo y me topo con mi perro, Percy, que, como siempre, esta tumbado como una alfombra al pie de la escalera, he de tener cuidado para que no haya accidentes pues, es enorme, todo blanco como la nieve, parece un oso y le encanta el agua, su nombre ya lo dice todo, teniendo en cuenta que es un homenaje al hijo de Poseidon, el dios de los mares. Entro en la cocina, veo a mi hermano, Miguel, que ya esta sentado a la mesa. Como de costumbre, su pelo rubio esta todo alborotado y con un pijama viejo lleno de agujeros, me recuerda a mi de mas joven, despreocupada, toda tirada, sin problemas existenciales alguno. La mesa ya esta puesta, vasos de cristal, platos y la comida distribuida en medio y, como de costumbre, me invade un olor que es una divinidad, y aunque parezca exagerado, lo podria sentir a kilometros de distancia, pero esta tarde no ha ocurrido, creo que estaba muy ensimismada en mis pensamientos para haberlo notado. Miro, tras la cena por la ventana, los rayos del sol que antes incidian, han desaparecido y la tormenta llega de golpe, hemos tenido la suerte de haber cenado pronto esta noche, porque en pocos minutos se fue la luz. Oscuridad total, no se ve nada, asi que nos liamos a poner velas por toda la casa y despues de haberlo hecho, nos sentamos en el sofa, propongo un juego hasta que vuelva la luz. Consiste en dibujar, yo hago un trazo y mi abuela lo sigue, esperando que surja algo al final, que suele resultar harto dificil pero algunas veces nos sorprendemos con los resultados. Es una tarea que a las dos nos gusta mucho: dibujar y pintar, ella me conecto con el mundo del arte y despues, incluso, hice un curso de dibujo. Amor eterno No es la carne ni la sangre, sino el corazon, lo que hace una buena convivencia. F. Schiller Mientras ellas se afanan en la tarea que se traian entre manos, con risas y protestas mas fingidas que reales, Miguel se ha despatarrado en el sofa y parece totalmente concentrado en su movil. --Miguel, ?por que no juegas con nosotras?, venga tio, mira que eres soso... Por respuesta se escucha el silencio, la tormenta parece que se va alejando, pero el repiquetear de la lluvia es constante, justo en ese momento regresa la luz, Olimpia se levanta y comienza a apagar velas. --Abuela, ?quieres tomar algo? --No voy a decir que no, me he quedado algo destemplada, estos cambios tan bruscos de temperatura… --Estamos en primavera abuela, vale, ?un te?, pero tu sigue ?eh? --!Uf!… pero si tenemos un atasco de mil demonios. --Pues a desatascarlo. Segun pronuncia estas palabras se aleja hacia la cocina, se escucha una risa mal sofocada. --!Te escucho! …, un te, un te… Lo que tu querias era dejarme con el tinglado sola, !que morro tienes Olimpia! A los pocos minutos reaparece en el salon, aparta hojas y lapices y coloca la bandeja en la mesa, para tomar despues asiento. --?Que vas a hacer manana, hija? --Pues esta claro abuela, todo lo que no he hecho hoy, que me he pasado el dia vagueando. -- Emite un largo y sonoro suspiro--. --Ya, ya, ?se puede saber que hacias sentada en la ventana? --Pensar. --Vale, pero para pensar no hace falta partirse la crisma. --?Como te has enterado? --Mis pajaritos, ya sabes… --De pajaritos nada, <>, y punto. --Hija, habria que estar ciega para no verte sentada en un doceavo piso, en el alfeizar de una ventana y no me ha avisado un <>, sino tres, !figurate!, y me he visto obligada a tildarte de <>, para borrar el estigma de <>, porque eso era lo que parecias, ?no? --!Que tonteria!, ?ves?, cotillas, y tu, que ni te has molestado en ir a verme. --Porque algo te conozco y seguro que estabas al sol y sentada en la poyata de dentro, pero esto no lo saben los que te ven desde fuera, por eso porfa no lo vuelvas a hacer, la proxima vez me llamara todo el vecindario y de rarita puedes pasar en un pispas a loca y a alguno se le puede ocurrir llamar a la policia, figurarte el follon. <>, vamos, que nos encierran a las dos. --?Y a ese? <>. --Tambien, seguro, seguro, ?no lo ves?, tiene una pinta bastante apropiada para acompanarnos al manicomio. Las dos se rien sonoramente sin ningun control, Miguel ni se inmuta, Olimpia piensa que no se entera de nada, porque esta escuchando a todo el volumen el tipico pachan-pachan de la musica disco, mientras esta liquidando supuestos enemigos, terrestres o marcianos. --Ahora en serio, ?que planes tienes? --No voy a salir, solo por aqui a correr un rato a primera hora, despues tengo que hacer ejercicios de elasticidad. El lunes tenemos ensayo general y estoy un poco bluf… --Claro, este lunes, y al otro, tu trabajo te obliga a estar en plena forma, mira que meterte en musicales. --?Que vas a hacer cuando tengas mi edad? --Bailar, bailar, siempre bailar. --Ja, Ja, ya veremos, esto es un decir, pero este donde este, te echare un ojo para verte, bailar… --!Que cosas dices! De polvo a las cenizas El sol de los vivos ya no calienta a los muertos. A. Lamartine El fin de semana ha pasado como una flecha, y ahora todos vuelven a sus tareas cotidianas. Olimpia se tiene que ir al ensayo general, Miguel a la Universidad y Lola que ya esta jubilada por lo que nunca se sabe que hace en realidad. Los hermanos se despiertan pronto y juntos se marchan al metro. --Miguel, ?como te van las clases?, ?te estan gustando? --Ahora estamos haciendo practicas sobre Epidemiologia Veterinaria. --!Ay madre!, solo a ti podria gustarte esas cosas, recuerdo que yo no soportaba biologia cuando iba al colegio. --No solo a mi me gusta, ?y la abuela?, ?te has olvidado de que era profesora de biologia? --!Que no, hombre!, es solo una manera de hablar, a veces eres tan serio. Hay que tener un poco mas de humor --Vale, lo que digas. Olimpia, ya estamos en tu estacion, preparate para bajar, nos vemos en casa esta tarde. --De acuerdo, que tengas un buen dia. Ella se toma su tiempo caminando sin prisas por las calles de Madrid, un leve viento le alborota el pelo y el sol le templa las mejillas, como a ella le gusta, admira el entorno. Hoy hace un dia estupendo para dar un paseo, pero no puede darse el lujo de retrasarse en llegar al trabajo, su jefe por supuesto le echaria una bronca pues es unas de las protagonistas de la obra, no le queda mas remedio que ser el ejemplo para los demas, como dice el director. En el ensayo no ha habido muchos problemas, solo algunos desacuerdos por aqui y por alli, como de costumbre suele pasar. Olimpia hace el papel de una joven campesina, llamada Blanca, que vivia a finales del siglo XIX, donde aun existia la esclavitud. En los descansos se comenta cual sera la reaccion de los espectadores, pues ignoran que la historia esta contada al reves, asi que es dificil averiguar cual es el final y, aunque a algunos de los miembros de la compania este hecho les produzca ambivalencia, a Olimpia no, el misterio siempre es algo bueno. La tarde lentamente va dando paso a la noche, Olimpia regresa a casa, ha estado todo el dia enfrascada en los ensayos, piensa que en cuanto llegue tendra que repasar alguna de las letras, pero se siente exhausta y por eso, cuando se acerca a la interseccion de las calles, decide cruzar el parque, el trayecto se reduce a la mitad, ademas aun hay luz, y se ve gente... Cuando ya lleva un rato caminando, nota en la pierna derecha un tiron a la altura de los gemelos, mira en su entorno y localiza un banco, duda, pero finalmente toma asiento y se masajea con vigor la pierna, se reprende a si misma, pues ultimamente no esta dedicando el tiempo necesario al ejercicio. Parece que se le pasa el dolor, pero mientras tanto se queda alli y contempla el entorno, la primavera ha traido consigo color, olor y ruido, una multitud de pajarillos comienzan a anidar en los arboles en un gran jolgorio.

  • El coleccionista de miedos de Luca Domina

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    En el coleccionista de miedos hallaras; repulsivos visitantes en momentos inoportunos, suicidios extranos, espiritus que no descansan en paz, personas trastornadas, posesiones demoniacas, animales vengativos, leyendas orientales y cajas misteriosas procedentes de la Deep Web. Todo encerrado en ocho historias con una narrativa que te atrapara en sus garras.

  • El diario de Sandy de Martin Cirio

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    Sandra renuncio al call center para ir en busca de su sueno: viajar a los Estados Unidos y convertirse en actriz, y asi regresar triunfante algun dia a la Argentina.
    Emprendio una odisea en micro junto al hombre del que se enamoro por chat y, por fortuna, registro en este libro, El diario de Sandy, todas las desventuras que tuvo que sortear en el camino, como lo hizo antes su idola Geri Halliwell.
    Sandy se opero y ahora es una chica trans y quiere vivir una bella historia de amor. Sandy siempre tiene una bolsita de papa a mano para nunca pasar hambre. Sandy podra ser violentada o verse impedida, pero jamas sera vencida.
    En esta novela, Martin Cirio nos sumerge en una historia tan cinica como probable, y hace un recorte de realidades a la vuelta de la esquina, fiel a su estilo. No nos ahorra una y sabe que eso nos gusta.

  • Un reino de sombras (Reyes y Hechiceros 5) de Morgan Rice

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    El capitan de la Guardia Real estaba apostado en su torre de vigilancia y miraba hacia los cientos de Guardianes debajo de el, hacia todos los soldados jovenes bajo su mando que patrullaban Las Flamas, y suspiro con resentimiento. Siendo un hombre digno de liderar batallones, el capitan sintio que era un insulto para el el estar posicionado en este lugar, en el lugar mas recondito de Escalon y vigilando un grupo de criminales rebeldes a los que les decian soldados. Estos no eran soldados; eran esclavos, criminales, muchachos, ancianos, los indeseables de la sociedad, todos enlistados para cuidar un muro de llamas que no habia cambiado en mil anos. No era mas que una celda glorificada, y el merecia algo mejor. Merecia estar en cualquier parte menos aqui, quiza custodiando las puertas reales de Andros. El capitan miro hacia abajo de manera desinteresada mientras se desataba otra pelea, la tercera del dia. Esta parecia desarrollarse entre dos muchachos crecidos que peleaban por un pedazo de carne. Un grupo de muchachos gritando y animandolos rapidamente se puso alrededor de ellos. Esta era su unica fuente de diversion en este lugar. Estaban totalmente aburridos de pie mirando Las Flamas dia tras dia y con sed de sangre; y el les permitia divertirse. Si se mataban entre ellos, mucho mejor; esos serian dos muchachos menos que vigilar. Se escucho un grito mientras uno de los muchachos vencia al otro, encajandole una daga en el corazon. El muchacho se desplomo mientras los otros vitoreaban su muerte y se lanzaban sobre su cuerpo para ver que podian encontrar. Esta al menos era una muerte rapida y misericordiosa, mucho mejor que las muertes lentas que les esperaban a los otros. El victorioso se acerco, empujo a los demas, se agacho y tomo el pedazo de pan del bolsillo del muerto y lo puso en el suyo de nuevo. Tan solo era un dia mas en Las Flamas, y el capitan ardia con indignidad. El no se merecia esto. Habia cometido un error desobedeciendo en una ocasion una orden directa, y como castigo lo habian mandado a este lugar. Era injusto. Lo daria todo por poder regresar y cambiar ese momento de su pasado. La vida, penso, podia ser demasiado exigente, demasiado absoluta, demasiado cruel. El capitan, aceptando su suerte, se dio la vuelta y observo de nuevo Las Flamas. Habia algo en su constante crujir, incluso despues de todos estos anos, que le parecia atrayente y hasta hipnotico. Era como ver el rostro de Dios mismo. Mientras se perdia en el resplandor, penso en la naturaleza de la vida. Todo parecia tan insignificante. Su puesto aqui--los puestos de todos estos muchachos--parecia tan insignificante. Las Flamas habian existido por miles de anos y nunca moririan, y mientras siguieran ardiendo, la nacion de troles nunca podria invadir. Era como si Marda estuviera al otro lado del oceano. Si dependiera de el, tomaria a los mejores de estos muchachos y los pondria en otra parte de Escalon, en las costas, en donde realmente se les necesitaba, y les daria muerte a todos los criminales entre ellos. El capitan perdio la nocion del tiempo como le pasaba a menudo, perdiendose en el resplandor de Las Flamas, y no fue sino hasta muy tarde en el dia cuando se sobresalto poniendose en alerta. Habia visto algo, algo que no podia procesar, y se frotaba los ojos pensando que era una alucinacion. Pero mientras miraba, lentamente se dio cuenta de que esto no era una ilusion. El mundo estaba cambiando delante de sus ojos. Lentamente, el constante crujir por el que habia vivido cada momento desde que llego aqui, se detuvo. El calor que emanaba desde Las Flamas desaparecio de repente haciendole sentir un escalofrio, su primer escalofrio real desde que habia llegado a este lugar. Y entonces, al mirar, la columna de flamas brillantes rojas y naranjas, las que le habian hecho arder los ojos iluminando dia y noche sin cesar, habian desaparecido por primera vez. Desaparecieron. El capitan se froto los ojos de nuevo en confusion. ?Estaba sonando? Delante de el Las Flamas estaban bajando hacia el suelo como una cortina que caia. Y un segundo despues, no quedo nada en absoluto. Nada. El capitan dejo de respirar y el panico y la incredulidad empezaron a crecer dentro de el. Por primera vez se encontro mirando hacia lo que habia del otro lado: Marda. Era una vision clara y sin obstrucciones. Era una tierra llena de negro; montanas negras y desiertas, escarpadas rocas negras, tierra negra, y arboles negros y muertos. Era una tierra que nunca debio ver; una tierra que nunca nadie en Escalon debio ver. Hubo un silencio aterrante mientras los muchachos debajo por primera vez dejaron de pelear entre ellos. Todos ellos, impactados, se voltearon boquiabiertos. El muro de flamas se habia extinguido y, del otro lado de pie y mirandolos con avaricia, estaba un ejercito de troles que llenaba la tierra hasta el horizonte. Una nacion. El corazon del capitan se desplomo. Ahi, a unos pies de distancia, estaba una nacion de las bestias mas desagradables, gigantescas, grotescas y deformes que habia visto, todas blandiendo enormes alabardas y todas esperando pacientemente este momento. Millones de ellos los miraban pareciendo igual de impactados al darse cuenta de que nada los separaba de Escalon. Las dos naciones se encararon mirandose entre ellos, los troles con una mirada de victoria y los humanos en panico. Despues de todo, eran unos cientos de humanos contra un millon de troles. Se escucho un grito que rompio el silencio. Este vino del lado de los troles, un grito de triunfo, y este fue seguido por un gran estruendo mientras los troles avanzaban. Se abalanzaron como una manada de bufalos, levantando sus alabardas y cortando las cabezas de muchachos congelados en panico que ni siquiera pudieron correr. Fue una oleada de muerte, una oleada de destruccion. El capitan mismo se quedo inmovil en su torre, muy aterrado como para sacar su espada mientras los troles ya iban hacia el. Un momento despues sintio como caia mientras la furiosa multitud derribaba su torre. Cayo sobre los brazos de los torres y grito al sentir que lo tomaban con sus garras y lo hacian pedazos. Y al encontrarse ahi muriendo y sabiendo lo que se avecinaba sobre Escalon, un pensamiento final cruzo por su mente: el muchacho que habia sido apunalado, que habia muerto por un pedazo de pan, era el mas afortunado de todos. CAPITULO DOS Dierdre sentia que sus pulmones eran aplastados mientras daba vueltas en la profundidad y desesperada por aire. Trato de estabilizarse pero sin poder lograrlo debido a las masivas olas de agua que la hacian girar una y otra vez. Deseaba respirar mas que cualquier otra cosa en el mundo y su cuerpo gritaba por oxigeno, pero sabia que tratar de respirar ahora significaria su muerte. Cerro los ojos y lloro, mezclando sus lagrimas con el agua y preguntandose cuando terminaria este infierno. Su unico consuelo fue el pensar en Marco. Lo habia visto caer al agua junto con ella, lo habia sentido tomarla de la mano y ahora lo buscaba por todas partes. Pero no encontro nada mas que negrura y olas de espuma en la aplastante agua. Penso que Marco ya deberia estar muerto. Dierdre deseaba llorar, pero el dolor derribo cualquier pensamiento de autocompasion de su mente y la hizo pensar solo en sobrevivir. Pero justo cuando penso que la ola no podria cobrar mas fuerza, esta la empujo contra el suelo una y otra vez atrapandola con tal fuerza que sintio que el peso del mundo entero estaba sobre ella. Sabia que no sobreviviria. Penso que el morir aqui en su ciudad natal y aplastada por una ola gigante creada por los canones de los Pandesianos era ironico. Hubiera elegido morir de cualquier otra forma. Penso que podria arreglarselas con cualquier clase de muerte; excepto ahogarse. No podia soportar el dolor extremo, la agitacion, el no poder abrir la boca y tomar una bocanada de aire que cada parte de su cuerpo deseaba con desesperacion. Sintio que se volvia mas debil y que sucumbia ante el dolor. Pero entonces y justo cuando sentia sus ojos cerrarse, justo cuando sabia que no podria soportar un segundo mas, sintio que daba la vuelta y giraba rapidamente hacia arriba arrojada por la ola con la misma fuerza con la que la habia aplastado. Se dirigio rapidamente hacia la superficie con el impulso de una catapulta, alcanzando a ver la luz solar y con la presion lastimandole los oidos. Para su sorpresa, un momento despues salio a la superficie. Jadeo tomando grandes bocanadas de aire y mas agradecida de lo que nunca habia estado en su vida. Abrio la boca tratando de respirar y, un momento despues y para su terror, fue succionada debajo del agua de nuevo. Pero esta vez tuvo suficiente oxigeno para resistir un poco mas y el agua no la empujo tan profundo. Pronto salio a la superficie de nuevo tomando otra bocanada de agua y antes de ser sumergida de nuevo. Era diferente en cada ocasion, la ola se debilitaba y, al subir, sintio que la ola estaba llegando al final de la ciudad y se diluia. Dierdre pronto se encontro en los limites de la ciudad, pasando los grandes edificios que ahora estaban bajo el agua. Fue empujada bajo el agua una vez mas pero esta vez fue capaz de abrir los ojos y ver todos los grandes edificios que una vez habian estado erguidos. Vio montones de cuerpos flotando en el agua delante de ella como peces, cuerpos cuyas expresiones de muerte ella ya trataba de eliminar de su mente. Finalmente y sin saber cuanto tiempo habia pasado, Dierdre salio a la superficie de una vez por todas. Fue lo suficientemente fuerte para pelear contra la ultima ola que trato de sumergirla, y con una ultima patada pudo mantenerse a flote. El agua del puerto habia viajado demasiado lejos tierra adentro y no quedaba un lugar a donde ir, y Dierdre pronto sintio que llegaba a un campo de cesped mientras las aguas bajaban dirigiendose otra vez al mar y dejandola sola. Dierdre se quedo boca abajo con el rostro sobre el humedo cesped y gimiendo por el dolor. Seguia jadeando por el dolor en sus pulmones y disfrutando cada respiro profundo. Debilmente logro voltear su cabeza para mirar por sobre su hombro, y se horrorizo al ver que lo que habia sido una gran ciudad ahora no era mas que mar. Solo alcanzaba a mirar la punta de la torre de la campana que se elevaba unos cuantos pies, y se quedo pasmada al recordar que solia elevarse a cientos de pies en el aire. Completamente exhausta, Dierdre por fin se rindio. Dejo caer su rostro en el suelo dejando que el dolor de lo que habia sucedido ahi la sobrecogiera. No podia moverse. Momentos despues se quedo profundamente dormida, apenas viva en un campo remoto en una esquina del mundo. Pero de alguna manera, habia sobrevivido.

  • Jazmines en el pelo de Amanda Sanh

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    Lo malo que tiene el pasado es que no lo puedes negar.

  • Los que cambiaron y los que murieron de Barbara Comyns

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    Los patos atravesaron nadando las ventanas del salon. El peso del agua las habia abierto a la fuerza, de modo que los animales entraron en el interior. Circunnavegaron la estancia entre graznidos de aprobacion, despues partieron otra vez hacia al exterior para explorar el maravilloso nuevo mundo que habia llegado durante la noche. En los escalones del porche, el viejo Ives los llamaba aporreando su cubo rojo con un palo, pero aquel dia los anades desoyeron sus instrucciones y se alejaron remando, blancos y resplandecientes, hacia la cancha de tenis. Alli estaban los cisnes, sondeando el agua parduzca y turbia con sus largos cuellos. Por todas partes se oia el chasquido sibilante del agua al penetrar en lugares insolitos, resonaba un bramido lejano y por encima el griterio de los hombres que trataban de rescatar al ganado de los pastos cercanos al nivel del rio. Un cerdo paso chillando, sus patitas chapoteaban freneticamente y se agarraban al pescuezo, rojo y ensangrentado, y una barcaza de casco plano con varios hombres a bordo le iba a la zaga. La embarcacion daba vueltas y vueltas sobre los fieros remolinos de la corriente; con todo, al final salvaron al cerdo, que grito aun mas fuerte. Los ninos, Hattie y Dennis, contemplaban el rescate desde la ventana de un dormitorio, y de pronto salio el sol radiante y cegador y lo bano todo de plata. Desde abajo, el viejo Ives dijo: --Mala cosa que brille el sol con una riada, se lleva la humedad de vuelta al cielo. La abuela salio a su encuentro, e intercambiaron unas palabras en el porche. Olia intensamente a barro y era el primer dia de junio. En las cocinas, las criadas se habian arremangado las faldas prendiendolas con alfileres e intentaban preparar el desayuno entre chapoteos. Sus piernas desnudas estaban muy enrojecidas. En los fogones ardia una lumbre esplendorosa, y las llamas se reflejaban en el agua, pero el ambiente estaba impregnado de un olor a humedad y a bodega. Las muchachas --dos hermanas llamadas Norah y Eunice-- reian mientras perseguian una cesta flotante llena de huevos. Sus risas se transformaron en aullidos cuando una enorme sombra vocinglera paso volando por la ventana; pero no era mas que el ultimo de los pavos reales que aleteaba de un arbol al tejadillo de la carbonera. Los otros tres se habian ahogado durante la noche, y sus cuerpos flotaban tristemente por el jardin, aunque nadie estaba aun al corriente, como tampoco lo estaban de lo que les habia ocurrido a las gallinas. A lo largo del dia, encerradas en su corral penumbroso, sucumbieron a la depresion y al hambre y se precipitaron de una en una desde sus perchas para suicidarse en el agua gelida, dejando unicamente a los gallos con vida. Sus afligidas comadres cluecas, todas empollando, se hallaban en otro corral oscuro y pestilente y corrieron la misma suerte. Se colocaron sobre sus huevos en una especie de sueno negro y melancolico hasta que el agua las cubrio por entero. Cacarearon un poco; pero eso fue todo. Durante unos instantes tan solo sobresalieron del agua sus crestas rojas, y despues desaparecieron. Ebin Willoweed estaba dando un paseo en barca con sus hijas por el jardin sumergido. Remaba con brazadas suaves y poco efectivas, pues era un hombre perezoso, aunque gracias a una marcada vena curiosa, no era del todo indolente. Remaba bajo un sol ardiente; la luz refulgia con fuerza y el agua brillaba. De vez en cuando el bote se daba un golpe o un rasponazo cuando pasaba sobre una silla de jardin, un tronco o un objeto ligeramente cubierto por el agua. Desfilaban extranos objetos flotantes de aspecto deplorable: el cuerpo hinchado de una oveja ahogada, la lana mustia en el agua, una colmena blanca con las abejas, perplejas, revoloteando a su alrededor; un lechon recien nacido, rosado, y muerto; y los restos atroces de los pavos reales. Que sorprendente resultaba ver aquellas imagenes tan desoladoras bajo un sol radiante y un cielo azul; una llovizna brumosa habria sido mucho mas adecuada. Ahora pasaba un gato atigrado con la panza abotargada, las pequenas garras en la superficie y la cabecita hundida en el agua. Ebin Willoweed lo miro con interes con sus redondos ojos azules y le dio un toque suave con el remo. Pese a la profunda tristeza de sus hijas y sus ruegos por regresar a casa, puso rumbo al rio. Entonces la corriente se embravecio y el impacto de los remolinos contra arboles y postes se hizo audible, asi que no le quedo mas remedio que ceder un remo a una de las ninas para reconducir la barca hacia la seguridad del jardin. Despues de semejante esfuerzo se mostro ya mas dispuesto a volver. Cuando entraron en la casa, la abuela bajo apresurada de su dormitorio para recibirlos. Chapoteaba por el vestibulo inundado, y con su voz grave, mas bien nasal, grito: --Contadmelo todo acerca de la riada. ?Ha destrozado el puente? ?La presa ha aguantado? ?Sabeis si se ha ahogado alguien? Los bombardeaba a preguntas. Con una mano se arremangaba el largo faldon negro; con la otra sostenia la trompetilla larga y curvada. Emma, la nieta mayor, se acerco a la corneta y grito por ella unos instantes. El artilugio se cubrio de vaho, Emma se lo devolvio a su abuela y se limpio los labios con la falda de algodon. La abuela ordeno a voz en grito: --Pero no os marcheis todavia, contadme mas. ?Que ha sido de mis parterres de rosales? El hijo agarro la trompetilla que su madre sacudia freneticamente sobre la cabeza y voceo hacia sus negras profundidades: --Hay animales muertos flotando por todas partes. Tus rosales estan completamente cubiertos, tendras suerte si se salva un ramillete. --?Mollete? ?Que mollete? ?Ya esta la comida? La anciana se abrio paso por el agua hacia el comedor, donde Dennis se entretenia con una flota de barquitos de juguete. --!Hallo, marinero de agua dulce! --saludo su padre. El muchacho no respondio y se acuclillo para deslizar el barco que tenia en las manos. Los colores se le subieron a las orejas--. ?Te gustaria salir conmigo a rescatar alguna oveja? --le pregunto con fingido entusiasmo. --No, gracias, papa. Creo que hoy no me encuentro demasiado bien. Su padre lo miro con una mezcla de fastidio e impaciencia. --!Por Dios! Pero ?es que nunca te apetece hacer nada, blandengue? Bueno, subire a mi habitacion; es el unico sitio donde se puede estar hoy. No habra prensa, supongo. Se marcho del comedor sin dejar de refunfunar y subio las escaleras hacia su guarida en lo mas alto de la casa. --Cualquiera podria encontrarse mal --se dijo el muchacho para sus adentros, y siguio jugando con sus barquitos. Los habia construido el mismo y eran su mayor orgullo. --No le hagas caso a papa --lo animo Hattie--. ?Te has dado cuenta de que esta riada mantendra nuestras lecciones alejadas de su mente durante varios dias, o puede incluso que una semana? Rompio a reir de felicidad y empezo a chapotear por el agua con sus oscuros pies descalzos. La abuela reparo en que no habia indicios de los molletes y en que la estaban salpicando innecesariamente, asi que le propino un capon a Hattie en la lanosa cabeza y espeto: --Para ya, nina. Ve a la cocina a ver que andan tramando ese par de fulanas perezosas. Y Hattie se alejo berreando por el pasillo. En la planta superior, Emma estaba sentada en el alfeizar de la ventana de su dormitorio, que estaba abierta de par en par y se deleitaba al sol mientras se peinaba la melena cobriza como la mermelada de naranja. Cerro los ojos y olvido las aciagas escenas sumergidas de la manana. Un profundo sentimiento de satisfaccion se apodero de ella al sentir el calor del sol y al cepillarse el pelo, sonadora. Despues abrio los ojos, se examino las manos y se pellizco la punta de las unas, esperando que algun dia fueran largas y puntiagudas. <> Mas arriba en su guarida, arrellanado en su desvencijado sillon de cuero, su padre se preguntaba si habria sido demasiado duro con Dennis. <> Encendio la pipa. <> Volvio a encenderla. <>

  • Esposa A La Fuerza (Damas Victorianas 2) de Camila Winter

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    En el salon de la mansion de los Kellington, el joven sir miro impaciente a su alrededor en busca de su hermana. de pronto la vio sentada en el comedor especial bebiendo sorbos de te mientras miraba a su alrededor tensa. Conocia bien a su hermana menor, con sus impecables bucles rubios sobre la sien la frente alta y los labios cubiertos con ese polvillo que conseguia de forma clandestina. --Amber, debo hablar contigo. Ella lo miro molesta y alerta con sus grandes ojos verdes de gata. La crispaba que se metiera en sus asuntos. --Supongo que me retaras por haber invitado a Lawrence. Su hermano quedo desconcertado. --?Lo habeis invitado a tomar el te hoy? Lo ignoraba. Amber se sonrojo sintiendose horriblemente humillada. --Vamos, no me mireis asi, nuestro padre jamas dara su aprobacion y lo sabes. --Eso no es asunto vuestro. Y si de eso quieres hablarme pues no quiero escucharte, Thomas. Todavia no me ha pedido matrimonio para que debas preocuparte. --No, no era de eso que queria hablarte Amber, sientate, lo que quiero decirte es muy serio. Ella obedecio algo intrigada. --?Que sucede, Thomas? --Clarence Bootmey, ?lo recuerdas? Mi amigo que vive en Londres y es abogado. --Si, lo recuerdo. ?Que hay con el? --El otro dia lo vio cuando fui a Londres por unas diligencias para nuestro padre. Me dijo que vio a tu marido en un club muy exclusivo, Amber. Ella se puso palida. --Eso no puede ser... Mi esposo murio, Thomas. El la miro incredulo. --Pero lo vieron, Amber...Dijeron que estaba alli con otro hombre y tenia ese extrano anillo en su dedo menique. --Debieron confundirlo con alguien, mi esposo murio hace mas de un ano. Amber palidecio y toda su coqueteria se esfumo al pensar en Wilfredo Strozzi, su marido italiano. --Debe ser un error, realmente, ?quereis matarme del susto? --pregunto con un hilo de voz. Para todos era la senorita Kellington, soltera y casadera y era mejor que lo creyeran pues su matrimonio fue producto de un capricho de juventud, un capricho que pago muy caro al poco tiempo de casada al comprender que su marido no era ese principe azul que se habia imaginado... Su hermano Thomas la miro alarmado, con fijeza, como si no le creyera. --?Acaso crees que he mentido? Mi marido murio en el extranjero durante un viaje, ?debo contaros esa historia de nuevo? --Lo se, pero una vez dijisteis que vuestro esposo era un hombre muy malo, Amber, y me pregunto si acaso no te cansaste de su maldad y lo abandonaste. --Claro que no, Thomas, nunca habria hecho eso. Era mi esposo y lo amaba--su voz se quebro, pero no mentia. --Tu sabes que me enfrente a mis padres por amor a ese hombre, que estuve bajo su hechizo durante mucho tiempo y nunca habria podido abandonarlo. ?Como puedes decir eso? --Y supongo que lo habras lamentado. Amber asintio en silencio. --?Y si no murio? ?Si es el Amber? --Eso es imposible... Debio ser alguien parecido, no comprendo por que toda esta conversacion. De estar vivo me habria buscado mucho tiempo atras. Es absurdo, Thomas. Solo debe ser alguien que se le parece. --A lo mejor el conde italiano no sabe que estamos aqui, tal vez este tras de ti. --Eso es imposible Thomas... Mi esposo murio en Italia. -?En Italia? Pense que habia sufrido un ataque mientras dormia. Ella lo miro inquieta. -Fue a curarse de esa enfermedad de los huesos y tambien a visitar a unos parientes, pero el viaje fue mucho para el... dijeron que tuvo un ataque y murio. Yo estuve alli cuando lo trajeron en un ataud y lo enterraron. --Nunca hablaste de ello, fue todo tan misterioso que... Ella lo miro con tristeza. --A veces es mejor callar. He querido enterrar todo lo que paso, dejarlo atras y tengo una oportunidad ahora. Si Lawrence me pide matrimonio, me casare con el, Thomas. Lo hare. Su hermano se puso muy serio. --Amber, sir Lawrence no es un candidato aceptable, es un joven de noble caracter es verdad, pero pasaras estrecheces en un futuro. Solo tiene una propiedad y dicen que esta en ruinas. --No me importa. Mi vida se arruino por haber sido joven e impetuosa pero ahora todo sera distinto, Thomas. Realmente quiero casarme con Lawrence y dejar atras tantos recuerdos tristes. --?Lo quieres o lo necesitas? Amber se sonrojo. --?Como te atreves? Me case por amor y mi matrimonio fue un error, ahora tal vez funcione si escojo a un hombre bueno, Thomas, un hombre bueno que me ama y es un autentico caballero y de eso seguramente no tendreis ni sombra de duda. --Eso es verdad. Pero os recuerdo que tendreis que esperar a que se decida a hablaros y si no lo hace esta conversacion sera una anecdota y nada mas. Ademas, estais pasando por alto algo muy importante: nuestro padre no ha autorizado esa amistad y sospecho que no sabe nada al respecto. La joven trago saliva y su abundante busto subio y bajo al instante poniendose mas colorada que antes. Sabia que su hermano tenia razon. ?Que ganaba convenciendo a su hermano si el caballero del que se habia enamorado locamente no le hablaba, no le exponia sus sentimientos? Se habia alejado de ella de forma inexplicable aumentando sus dudas y desazon. Pero en su corazon no habia dudas, y sufria al pensar que su pretendiente, el unico que habia despertado y curado su corazon malherido la rechazaba, se alejaba de ella sin motivo aparente. Tal vez el tambien temia ser rechazado. --Solo os quise avisar, Amber--dijo su hermano y se alejo. Ella lo miro llena de malos presagios. "Esto no puede ser, mi esposo murio..." Sintio su corazon latir acelerado mientras viajaba al pasado. Tantos recuerdos, tristes, dolorosos, pero algunos habian sido felices... En el pasado ella habia tenido otros pretendientes, pero los alejo a todos, con sutileza, hasta que aparecio ese caballero que le doblaba la edad y que le atrajo como un iman. El conde italiano. Wilfredo Strozzi. Fue tan extrano, nunca antes se habia sentido asi, fue como un embrujo, algo que no pudo controlar. Algo tan fuerte y maligno... Y el era un hombre guapo y fascinante, un italiano, habia algo maligno y sensual que no habia visto jamas en otro hombre, la forma en que la miraba... Sus padres se opusieron a esa amistad desde el principio, porque el le doblaba la edad y nadie sabia nada de el. El conde Wilfredo Strozzi era un completo misterio, como si hubiera salido de la nada. Solo mencionaron la mansion de Creeping hall, cerca de las colinas blancas de Lancashire, pues a pesar de ser italiano se habia establecido en ese lugar helado con su familia, un lugar siniestro como pocos, pero entonces ella no lo sabia ni lo imaginaba pues su enamorado lo pinto como un perfecto paraiso. Fue muy elocuente y seductor. Logro convencer a todos y sin embargo su padre desconfiaba de que su fortuna fuera solida. Pensaba que no era mas que un seductor y un caza fortunas. El conde italiano se ofendio cuando comprendio la indirecta de su padre. Se ofendio y se marcho y ella lo vio irse con el corazon partido. --Ya tendras mejores pretendientes, hija mia, no os quedeis afligida--le dijo su pobre madre al verla tan triste los dias siguientes. Sabia que le gustaba ese caballero, todos lo notaban. Amber se quedo tan afectada. Tan desolada. Sin imaginar que para el solo habia sido un juego, que le habia robado el corazon y la atormentaba fingiendo que no le importaba, asi fue siempre, ahora lo sabia... Durante meses no volvio a saber de el y todos decian que se habia marchado a Lancashire y sin embargo ella estaba cada vez mas enamorada y esperanzada en su regreso. Un dia llego una carta, la primera carta de amor que ella escondio de su familia. Le explicaba por que habia tenido que marcharse y por que no podia visitarla todavia. Asuntos urgentes le requerian en Creeping hall de Lancashire. Amber sintio el corazon palpitar acelerado mientras leia esas lineas que danzaban ante sus ojos "no tema senorita, no me he olvidado de usted, ?como podria hacerlo?" y con solo esa frase que le daba a entender que ella le importaba y tenia esperanzas... Queria convertirse en su esposa un dia, no sonaba con otra cosa. Y aguardo dia tras dia su regreso mientras le respondia una carta amable y contenida, pues no era de buen gusto confesar a un caballero que lo extranaba y anoraba su regreso, aunque lo sintiera hasta el fondo del corazon, no lo diria. Una dama jamas daba a entender en palabras ni por carta sus verdaderos sentimientos, aunque muriera por saber cuando podria verle de nuevo tampoco lo pregunto por supuesto. Y asi espero y espero como Penelope, sintiendo que moria de desesperacion aguardando su regreso, aguardando impaciente, noticias suyas. Solo un mensaje, una carta... Le daba rabia pensar en lo tonta que habia sido. Durante meses la torturo, le escribio carta inventando excusas hasta que un buen dia fue a verla en secreto y le confeso la verdad, que su familia le habia prohibido seguir con su amistad y mucho menos cortejarla. No habia esperanzas, no habia futuro para el, ni para ambos. Amber creyo en sus palabras y sin poder contenerse se enojo con sus padres y luego lloro. Se desespero. --No tema senorita Amber. Encontrare la forma, se lo juro... si acaso me acepta... si hay alguna esperanza para mi... Le declaro su amor esa noche y ella se dejo llevar por esa pasion que la consumia a fuego lento. Y el se marcho, dijo que regresaria a verla pronto, no dijo cuando... Hasta que un dia magico le dijo que la amaba y que la convertiria en su esposa. Estaba tan locamente enamorada y tan ciega que no desconfio en ningun momento de que la amaba y acepto convertirse en su esposa. Su corazon y su alma entera no queria otra cosa. --Pero vuestros padres no me aceptaran, mi hermosa damisela. Me han prohibido veros, jamas aceptaran lo nuestro--le dijo el. Amber lloro, era tan joven y estaba tan enamorada, llevaba tanto sufriendo ese amor atormentado y cuando le propuso huir y casarse en el extranjero acepto encantada. Parecia la unica solucion. Fugarse y escapar. Era tan romantico... Entonces se fugaron y cometio la imprudencia de entregarse a el en esa posada del camino. Todos creian que estaban casados. pero no lo estaban y de pronto sintio que la piel le ardia y moriria si no dejaba que la desnudara y le hiciera el amor... Trago saliva al recordar esa noche que no debio ser pues luego comprendio su imprudencia y sintio terror, terror de que luego de ser su amante no quisiera casarse con ella. Amber lloro cuando enredados en la cama sintio el dolor de haber perdido la virginidad, cuando la hizo suya por primera vez y sus quejidos se unieron a sus gemidos de placer mientras su mirada oscura se volvia maligna y un beso salvaje sofocaba sus sollozos. No fue lo que esperaba y se sintio perdida. Sin saber por que solo queria escapar de esa cama y que dejara de hacerla suya. No estaba lista para eso, pero luego comprendio que estaba atrapada. Acababa de convertirse en su mujer, su amante, y habia perdido su virtud, ahora ningun caballero la querria de esposa y lo sabia y sintio una horrible angustia preguntandose que habia hecho. ?Se casaria o con ella o la regresaria a su casa abandonandola a su suerte? Estaba demasiado asustada para preguntarselo. Al dia siguiente desperto sintiendo que todo habia sido un sueno y se vio desnuda frente al inmenso espejo, desnuda y sola en esa habitacion y aterrada quiso abandonar la cama y lo hizo vistiendose con prisa. Tenia que buscar a Wilfredo, hablar con el... Temblo al recordar lo que habia hecho y se arrepintio amargamente pensando que habia caido en la trampa de un seductor, sus padres tenian razon, el no era ese caballero que pensaba. Entonces vio la cama manchada de sangre y se estremecio. Sabia lo que significaba, una dama sangraba al perder su virginidad y sin eso no podria casarse. Ningun caballero la querria. --Has despertado preciosa... te traje el desayuno--dijo el entrando en la habitacion. Amber sintio algo muy extrano entonces, habia pensado que amaba a ese hombre, pero ahora no queria que volviera a tocarla, que la lastimara ni... todo habia cambiado, no estaba lista para ser suya, para ser su esposa. Queria escapar, pero solo pudo quedarse donde estaba y desayunar y saber que haria el. --No temas preciosa, luego sera mejor, no sentiras dolor sino placer... un placer con el que jamas has sonado--dijo entonces su amante leyendo sus pensamientos. --No... no quiero que vuelva a pasar. --dijo ella con voz apagada y lloro confundida y atormentada. Le costaba mucho entender lo que habia pasado y no comprendia su terror en esos momentos y un rechazo absoluto a la intimidad y a seguir adelante con su aventura, solo se lamentaba por lo que habia hecho. Su amante la miro con intensidad y de pronto tuvo la sensacion de que podia leer sus pensamientos. --Estas confundida y te sientes mal por lo que paso, pero no temas, luego sera diferente, te despertare al amor y la lujuria, preciosa. Ahora te he convertido en mia, pero quiero que seas mi esposa y cumplire mi palabra. Amber lo miro confundida y el le dio un beso ardiente. --No temas preciosa, vistete, tenemos un largo viaje hasta la capilla mas proxima. No querras volver a tu hogar sin tu virginidad y con mi semilla en ti. Podrias estar encinta ahora... Ella trago saliva y lo miro. Tenia razon y luego, el la ayudo a vestirse, a cubrirse con la capa y le dio un beso ardiente. Se moria por hacerla suya y la abrazo y lentamente la fue llevando para convencerla de hacerlo otra vez... Amber se sintio mareada y gimio cuando le tuvo en su interior, jamas habria imaginado que seria asi, nadie la habia preparado para su noche de bodas y a punto habia estado de escapar. Pero ahora ya era tarde y su amante tuvo razon, luego fue distinto y ese dia la hizo suya un monton de veces y le gusto... a pesar de su ignorancia, del miedo que sentia comenzo a sentir que le gustaba ser suya y luego con el tiempo, se cumplieron sus vaticinios y el supo llevarla por los caminos de la pasion y la lujuria. Pero al menos cumplio su promesa y la convirtio en su esposa dias despues en una parroquia medio vacia del camino. La mansion de Creeping hall aguardaba, un lugar siniestro y oscuro con una familia italiana que no hablaba del todo ingles y que conversaban en su lengua materna todo el tiempo. Se sintio abrumada y perdida, se sintio como una visita en su propio hogar. Su esposo intento integrarla, pero sus parientes la miraron torvo desde el principio. Eran gente extrana, antipatica o de modales distintos. Tuvo que aprender su lengua pues no hablaban una palabra de ingles lo que la extrano bastante pues se suponia que vivian en Lancashire desde hacia anos. La soledad del lugar, aislado y siempre helado aun en verano termino de arruinar sus nervios. Echaba de menos su hogar, y descubrio que la comida italiana la disgustaba y tantas otras cosas... Desde el principio todo estuvo mal y en la convivencia se alejaron. Y descubrio que ese principe azul era un hombre taciturno y reservado al que apenas conocia. Todas sus cartas de amor, la exquisita poesia que le recito una vez no eran mas que una parte pequena de su personalidad. Era un completo extrano y un misterio. Lamento amargamente haber sido tan impulsiva pero ya era tarde. Era su esposa y le pertenecia. Todo era tan nuevo para ella y tan incierto... Excepto al caer la noche. En sus brazos Amber los caminos del placer, lentamente se estaba haciendo adicta a esos encuentros ardientes. El era todo cuanto tenia en esos momentos, su familia jamas le perdono esa boda precipitada y se fueron de Derbyshire para no soportar la verguenza de explicar la fuga romantica de su insensata hija. "No sufras, Amber, soy todo lo que tienes ahora, soy tu esposo y pronto tendremos muchos ninos. Ven aqui..." Le decia siempre su esposo y al mirarla de esa forma, sin ocultar su deseo se humedecia y sabia que la encerraria en sus aposentos para hacerle el amor. Lentamente fue llevandola por los caminos de la pasion hasta que esta se convirtio en una absoluta y desesperada lujuria.

  • Hay algo en tus ojos de Amabile Giusti

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  • Un juego peligroso 2 de Carolina Gattini

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    Eireen Roberts se encuentra delante de la mansion Black ante la decision de pedir trabajo a un noble apodado “el monstruo” o seguir en la pobreza mas absoluta. No sera una decision dificil cuando conozca al “monstruo” de ojos azules que habita en ese lugar. Por otra parte para James Black no sera facil aceptar la presencia de Eireen, que lo vuelve loco con su cuerpo y su belleza, haciendole mas consciente de sus propios defectos y la imposibilidad de tocarla siquiera.

  • Reparar a los vivos de Maylis De Kerangal

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    Le Havre. Simon Limbres regresa con sus amigos de una adrenalinica sesion de surf. La camioneta en la que viaja choca contra un arbol. Poco despues de ser ingresado en el hospital, el joven muere, pero su corazon sigue latiendo. Thomas Remige, un especialista en trasplantes, debe convencer a unos padres en estado de shock de que ese corazon podria seguir viviendo en otro cuerpo. Y salvar, tal vez, una vida. Este es el contundente arranque de la novela, que mantiene al lector en vilo hasta las ultimas lineas.

  • Despiertame cuando llegue septiembre de Laura Barcali

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    A finales de agosto, Alan Davies, un actor estadounidense, viaja a Londres para realizar un casting. Durante su breve estancia alli conocera a Denise, una joven y desconocida actriz britanica. Entre ambos surgira una amistad que ira mas alla rapidamente, sin que puedan expresarlo el uno al otro, tan solo a traves de la interpretacion que rodaran untos. — 1989. Rachel y Bayron, son dos jovenes que se conoceran durante unas vacaciones de verano en Reino Unido: ella llena de vida; el taciturno. Ambos forjaran un vinculo que traspasara las barreras del tiempo, cuando vuelvan a encontrarse anos despues ya de adultos, en Maine. Pero la enfermedad de uno de ellos cambiara sus vidas para siempre.

  • Volveras a Alaska de Kristin Hannah

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  • Todo lo demas era silencio de Manuel De Lorenzo

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    El periodista Manuel de Lorenzo ha escrito una novela repleta de certeras y brillantes imagenes que envuelven al lector, un viaje entre Madrid y Galicia que recorre lucidas reflexiones sobre la perdida, el azar y el miedo.

  • Escrito con sangre y seda de Africa Ruth , Marta Cruces

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    Londres, 1874. Tras la muerte de lord Wellesley, solo tres personas conocen el secreto de Charlie, su hijo y heredero: es una mujer. Una de ellas es Leo, su hermano bastardo, y las otras dos no descansaran hasta arruinar su reputacion para siempre. Sin embargo, las ultimas voluntades de lord Wellesley alejaran a Charlie y Leo de Londres para emprender una huida frenetica por la Ruta de la Seda. Ciudades exoticas como Alejandria, Calcuta y Canton seran testigos del afan de los hermanos por escapar del pasado y de su temor a enfrentarse a un presente marcado por una pasion prohibida.

  • Sucedio en Likanantai de Adela Pilowsky

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    Un pobre pueblo minero. Tres generaciones de una familia. Una vida colmada de secretos.

  • Almendra de Won-pyung Sohn

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    Ese dia hubo un herido y seis muertos. Primero mama y la abuela. Luego un estudiante universitario que quiso disuadir al hombre. A continuacion, dos senores cincuentones que iban al frente de un grupo del Ejercito de Salvacion y un policia. Y, por ultimo, el propio hombre. Se eligio a si mismo como el destinatario final de sus cuchillazos indiscriminados. Se clavo el arma bien hondo en el pecho y, al igual que las otras victimas, murio antes de que llegaran las ambulancias. Como siempre, yo me quede viendo todo lo que sucedia con cara inexpresiva. 2 El primer suceso ocurrio cuando yo tenia seis anos. Los sintomas aparecieron mucho antes, pero fue entonces cuando la cosa salio a la luz. De todos modos, fue bastante mas tarde de lo que habia previsto mama. Fue una negligencia de su parte, porque ese dia no vino a buscarme al jardin de infancia. Segun me conto despues, estaba con mi papa, al que hacia anos que no veia. Acariciando las paredes desvaidas del osario donde descansaban sus restos, le dijo que iba a olvidarlo. No habia conocido a otro hombre, pero quiso decirselo de todos modos. Mientras ella le ponia de esta manera el punto final a su historia de amor, se olvido por completo de mi, que era el fruto imprevisto de esa relacion de juventud. Despues de que se marcharan los demas ninos, sali tranquilamente del jardin. Todo lo que sabia a los seis anos acerca de donde estaba mi casa era que quedaba en algun lugar al otro lado del puente. Al llegar alli, saque la cabeza por la barandilla. Abajo, los coches corrian veloces deslizandose sobre el asfalto. De pronto me acorde de haberlo visto hacer en algun lado y junte toda la saliva que pude para darle a alguno de los coches que pasaban, pero la baba desaparecio en el aire antes de llegar al suelo. Repeti la operacion varias veces, absorto en lo que ocurria, hasta que me sobrevino un mareo y me senti como flotando. --?Que haces, nino? !No hagas porquerias! Levante la vista y vi a una senora que me miraba mal. Sin embargo, siguio su camino como los coches deslizandose sobre el asfalto y volvi a quedarme solo. Para bajar del puente habia escaleras en los cuatro costados, pero yo no sabia que direccion tomar. De todos modos, el paisaje que se veia era igualmente gris y frio hacia ambos lados. Pasaron unas palomas sobre mi cabeza batiendo sus alas, asi que decidi seguirlas. Cuando me di cuenta de que me habia equivocado de camino, ya habia ido demasiado lejos. En ese entonces, nos ensenaban en el jardin la cancion Hacia delante y pense, como decia la letra, que el mundo era redondo y que en algun momento llegaria a casa si iba siempre hacia delante, de modo que segui moviendo sin descanso mis pequenos y torpes pies. Un buen rato despues, la avenida se convirtio en una calle estrecha y enfilada por casas viejas. No se veia a nadie. Sobre las paredes derruidas habia pintados numeros desconocidos y leyendas en rojo que decian <>. De repente oi un grito quedo. ?Habia sido un <> o un <>? ?Quiza un <>? Como sea, habia sido breve y bajo. Fui en direccion de donde procedia. El sonido se fue acercando, a veces como un <>, otras como un <>. Sonaba tras la esquina y hacia alli fui sin vacilar. Habia un chico tirado en el suelo. No podia estimar su edad, pero era de contextura pequena. Sobre su cuerpo se cernian y se retiraban sin descanso unas sombras negras. Le estaban pegando. Los gritos cortos no provenian del chico, sino de las sombras que lo rodeaban. Sonaban a algun arte marcial. Estaban dandole patadas y arrojandole escupitajos. Despues me entere de que eran chicos de secundaria, pero en ese momento me parecieron adultos. Al parecer, hacia rato que lo golpeaban, porque el chico tirado no se resistia ni se quejaba, sino que se zarandeaba hacia un lado y otro como un muneco de trapo. Una de las sombras le dio un puntapie en el costado a modo de remate y a continuacion desaparecieron todos. El chico estaba banado en sangre como si le hubieran echado encima un tarro de pintura roja. Me acerque. Tendria unos once o doce anos, es decir, el doble de mi edad, pero no me parecio mayor, sino un nino como yo. Como un cachorro recien nacido, su pecho subia y bajaba con rapidez al ritmo de su respiracion breve y frenetica. Era evidente que corria peligro. Volvi sobre mis pasos. El callejon seguia desierto y lo unico que veia eran las confusas leyendas rojas sobre las paredes grises. Despues de deambular un buen rato, encontre una pequena tienda de dulces y comestibles. Tras abrir la puerta corrediza, me dirigi al dueno: --Senor… En la television estaban poniendo Diversion en familia. El dueno se reia entre dientes mirando el programa y no parecia haberme oido. Los participantes jugaban a tratar de entender con los oidos tapados la frase que le decia la persona de delante para repetirsela a la de atras. La frase que habia que transmitir era <>. No se como me acuerdo todavia de aquello, ya que en ese entonces no tenia ni idea de lo que significaba. Como sea, una mujer joven habia pronunciado con voz fuerte y clara una frase totalmente diferente y eso provoco la hilaridad del publico presente en el estudio y del dueno de la tienda. Al final se acabo el tiempo y el equipo de la mujer perdio el juego. El dueno se paso la lengua por los labios como lamentando que hubiera terminado. --Senor… --repeti. --?Si? --dijo dandose la vuelta por fin. --Hay alguien tirado en la calle. --?En serio? --respondio sin hacer mucho caso y acomodandose mejor. En la television, los equipos se aprestaban a enfrentarse en una revancha que daba muchos puntos y podia revertir el resultado de la competencia. --Se puede morir --le dije, toqueteando los caramelos que se exhibian en orden bajo la vitrina del mostrador. --?Si? --Si, de verdad. Justo en ese momento, giro de nuevo la cabeza hacia mi: --Dices cosas terribles como si nada. ?No te han ensenado que no se debe mentir? Me quede callado un momento buscando palabras que sonaran mas convincentes, pero mi vocabulario no era lo que se puede decir muy amplio a los seis anos. Como no se me ocurria otra cosa que sonara mas real que lo que acababa de decirle, volvi a decir: --Se puede morir. 3 Pense todo el tiempo en el chico tendido en el suelo frio. Pense en el mientras el dueno de la tienda ponia la denuncia por telefono a la policia y se quedaba viendo el programa hasta el final, tambien cuando me dijo que me fuera si iba a quedarme toqueteando los caramelos sin comprar nada y tambien mientras la policia se dirigia al lugar despues de mil vueltas. Sin embargo, hacia ya rato que el chico estaba muerto cuando llegaron. El problema fue que resulto ser el hijo del dueno de la tienda. Me quede sentado en un banco de la comisaria balanceando las piernas, que aun no me llegaban al suelo. Las movia de manera alterna y eso levantaba un vientecillo frio. Ya habia entrado la noche y me moria de sueno. Justo cuando iba a dormirme, aparecio mi mama por la puerta de la comisaria. Al verme, se puso a gimotear y a acariciarme la cabeza sin parar hasta que me dolio. Pero, antes de que se apaciguara su alborozo por haberme encontrado, volvio a abrirse la puerta y entro el dueno de la tienda. Llego con la cara banada en lagrimas y lanzando aullidos desgarradores mientras lo sostenian varios policias. Tenia una expresion completamente diferente a cuando estaba en la tienda viendo la television. Se dejo caer en cuclillas temblando y empezo a golpear el suelo con los punos. De pronto, se levanto de un salto y comenzo a gritar y a senalarme con el dedo. No podia entender todo lo que me decia, pero logre captar lo siguiente: <>. A su lado, un policia lo calmo diciendole: <>, y lo sostuvo cuando se dejo caer de nuevo al suelo. No comprendia por que me reprendia aquel senor. Yo era serio todo el tiempo. De hecho, jamas me reia ni me excitaba, de modo que no habia ninguna razon para que me dijera aquello. Sin embargo, como era demasiado pequeno para expresarlo en palabras, me quede callado. Fue mi mama la que hablo en mi lugar. En un abrir y cerrar de ojos, la comisaria se convirtio en un caos por los gritos del hombre que habia perdido a su hijo y los gritos de la mujer que habia encontrado al suyo. Esa noche jugue con los bloques de construccion, como siempre. Hice una jirafa que se convertia en un elefante cuando le doblaba el cuello hacia abajo. A mi lado, mama no dejaba de escrutarme. --?No tuviste miedo? --me pregunto. --No --le respondi. No se como, pero muy pronto corrio el rumor de lo que paso aquel dia. Sobre todo, el hecho de que no se me movio un musculo de la cara a pesar de que vi a una persona morir a golpes. A partir de entonces, comenzaron a ocurrir las cosas que tanto preocupaban a mama. Todo se agravo cuando entre en la escuela primaria. Un dia, una nina que caminaba delante de mi cuando saliamos de la escuela tropezo con una piedra y se cayo de bruces. Como me impedia el paso, me quede esperando a que se levantara con la vista fija en el pasador de Mickey Mouse que sujetaba su pelo a la altura de la nuca. Sin embargo, la nina se quedo tirada en el suelo sin parar de llorar. De pronto aparecio su madre y la ayudo a ponerse en pie. --?No sabes preguntarle a una companera que se ha caido si no se ha hecho dano? Eres peor de lo que me han contado --dijo la madre mirandome enfadada.

  • 180 segundos de Jessica Park

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    Algunas personas se pasan toda la vida sin cambiar de perspectiva. Para Allison solo bastaran 180 segundos…

  • Culpable de Patricia Geller

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  • Amenaza de Tormenta de Nora Roberts

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    La posada The Pine View estaba confortablemente situada en las montanas Blue Ridge. Despues de dejar la carretera principal, el serpenteante camino cruzaba un estrecho vado del rio con la anchura suficiente como para que pasara un coche. La posada estaba a muy a poca distancia del vado. Era un edificio con mucho encanto, lleno de personalidad, de lineas tan limpias que disimulaban su ruinosa estructura. Tenia una altura de tres plantas y estaba construido en un ladrillo rojo que el tiempo habia deslucido hasta un rosa claro. En la fachada habia ventanas estrechas con contraventanas de color blanco. El tejado, de cuatro aguas, habia ido perdiendo color hasta adquirir un tono verde claro. En el se erguian tres chimeneas. El edificio estaba rodeado por un porche de madera de color blanco y habia puertas para acceder a el en todos los laterales de la casa. El prado que la rodeaba estaba perfectamente cuidado. A menos de cincuenta metros de la posada, los arboles y los afloramientos de roca reivindicaban su presencia en el prado. Era como si la naturaleza hubiera decidido que la casa podia ocupar ese espacio y ni un milimetro mas. El efecto era impresionante. La casa y las montanas permanecian en pacifica convivencia sin que ninguna le restara a la otra un apice de belleza. Mientras dejaba el coche en la zona destinada al aparcamiento, Autumn conto cinco coches, el viejo Chevy de su tia incluido. Aunque todavia estaban en temporada baja, al parecer ya habia algunos huespedes. Soplaba un ligero viento frio de abril. Los narcisos todavia tenian que abrirse y la flor del azafran estaba comenzando a marchitarse. Algunos capullos de azalea mostraban ya algun punto de color. El campo parecia estar esperando la llegada de la primavera. Las montanas mas altas todavia vestian sus abrigos de invierno, pero comenzaban a salpicarlas algunos toques grisaceos. No continuarian vestidas de marron y de gris durante mucho tiempo. Autumn se colgo la camara a un hombro y el bolso al otro, el bolso siempre ocupaba el segundo lugar en importancia. Del maletero del coche todavia habia que sacar dos enormes maletas. Tras un pequeno esfuerzo, consiguio colocar el equipaje de tal manera que pudo llevarselo en un solo viaje. Despues, subio los escalones de la entrada. Como siempre, la puerta estaba abierta. No habia nadie en el interior de la posada. El descabalado cuarto de estar que hacia las veces de salon estaba vacio, aunque el fuego crepitaba en la chimenea. Autumn dejo las maletas en el suelo y entro en la habitacion. No habia cambiado nada. Viejas alfombras salpicando el suelo y mantas de ganchillo en sendos sofas. En las ventanas, cortinas estampadas de flores. La coleccion de figuritas Hummel continuaba sobre la repisa de la chimenea. La habitacion estaba limpia, pero distaba mucho de estar ordenada, algo que siempre la habia caracterizado. Habia revistas por todas partes y un cesto de costura a punto de rebosar. Los cojines apilados en el asiento de la ventana mas que decorativos eran simplemente comodos. El ambiente era acogedor, con un encanto ligeramente descuidado. Autumn penso sonriente que aquella habitacion encajaba perfectamente con la personalidad de su tia. Sintio un extrano placer. Siempre era reconfortante descubrir que algo que uno amaba no habia cambiado. Echo un ultimo vistazo a la habitacion y se paso la mano por el pelo. Le llegaba mas alla de la cintura y lo llevaba revuelto por haber conducido con las ventanillas abiertas. Se le paso por la cabeza la idea de que debia cepillarselo, pero lo olvido en cuanto oyo pasos en la entrada. -!Autumn, estas aqui! Tipico de ella, su tia la saludo como si acabara de volver despues de haber estado una hora en el supermercado, y no tras haber pasado un ano en Nueva York. -Me alegro de que hayas llegado antes de cenar. Estamos haciendo carne guisada, tu plato favorito. Autumn sonrio, no tuvo valor para decirle a su tia que ese era el plato preferido de Paul, uno de sus hermanos. -!Tia Tabby, me alegro mucho de verte! -camino rapidamente hasta ella y le dio un beso en la mejilla. El familiar olor a lavanda de su tia la envolvio. Su tia Tabby no se parecia en nada al gato en el que su nombre hacia pensar. Los gatos eran animales arrogantes hasta resultar esnobs, desdenosamente tolerantes con el resto del mundo. Eran conocidos por su rapidez, su agilidad y su astucia. Su tia Tabby era conocida por sus absurdas divagaciones, sus conversaciones inconexas y sus pensamientos confusos. No tenia ninguna astucia. Y Autumn la adoraba. Se separo de su tia y la observo con atencion. -Estas magnifica. Era una verdad inmutable. Su pelo continuaba siendo tan castano como el de su sobrina, aunque con numerosas hebras grises. Tambien el pelo encajaba con su personalidad. Lo llevaba corto y anarquicamente rizado alrededor de su cara redonda. Sus facciones parecian hechas a pequena escala: la nariz, la boca, las orejas, incluso las manos y los pies. Los ojos eran de un neblinoso azul claro. Aunque tenia mas de cincuenta anos, su piel se negaba a arrugarse. Tenia un cutis tan suave como el de una nina. Era unos quince centimetros mas baja que Autumn y tenia unas formas agradablemente redondeadas. Autumn se sentia desgarbada y flaca como un palillo a su lado. La volvio a abrazar y le dio un beso en la mejilla. -Estas absolutamente maravillosa. Tabby alzo la mirada hacia ella y le sonrio. -Que guapa eres. Siempre supe que serias guapisima, !pero eres tan delgada! -exclamo palmeandole la mejilla. Mientras abrazaba a su tia, Autumn penso en los cuatro quilos que habia engordado al dejar de fumar. Habia vuelto a perderlos muy rapidamente. -Nelson siempre fue muy delgado -anadio Tabby, pensando en su hermano, el padre de Autumn. -Sigue siendolo-contesto Autumn. Dejo la camara en la mesa y le sonrio a su tia-. Mama siempre le esta amenazando con ponerle una demanda de divorcio. -!Vaya! -Tabby chasqueo la lengua y la miro pensativa-. No creo que sea muy sensato despues de llevar tantos anos casados. Comprendiendo que no habia entendido la broma, Autumn se limito a asentir mostrando su acuerdo.

  • Los pequenos incendios de Ben Pastor

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    Otono de 1940, Francia sufre la ocupacion del Ejercito aleman. Al capitan Martin Bora, de contrainteligencia militar, se le ordena trasladarse primero a Paris, donde debe contactar con un polaco que tiene importante informacion oculta de los sovieticos, y luego a Bretana para seguirle la pista a un oficial aleman que aparentemente esta alli estudiando insectos: Ernst Junger, heroe de la Primera Guerra Mundial y conocido escritor. Bora lo admira, pero el regimen de Hitler desconfia de el. Su mision se va a complicar cuando es brutalmente asesinada la esposa de un ambicioso contraalmirante aleman, bien relacionado con la cupula de los servicios de informacion militar: una mujer bretona, muy religiosa y de familia adinerada, madre de un complejo oficial de la Marina. Bora tendra que asumir la investigacion de un caso que plantea muchas dudas, en un ambiente ambiguo, agitado de pasiones e intereses ocultos de todo tipo. Una investigacion salpicada de ” pequenos incendios ” en la que contara con la ayuda del enigmatico Ernst Junger desde una esquiva y desconfiada amistad. Un cura expulsado del sacerdocio, nacionalistas bretones, una cantante de cabaret desencantada con la vida, una poblacion bretona menos resistente al invasor de lo que se esperaba, la hostilidad de los SS…, todo envuelto por la misteriosa magia celta, las tradiciones arcanas y las brumas de Bretana, marcaran las pesquisas de un Martin Bora que de nuevo, buscando algo de humanidad y justicia en medio de los horrores de la guerra, tendra que enfrentarse a la disyuntiva de cumplir con su deber o no traicionar sus profundas convicciones morales.

  • Comeme mejor By Caperucita Golf de Natalia Olmedo

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    ?Conoces al lobo? ?Nunca te has preguntado que piensa el? ?Alguna vez te has parado a pensar en su version? ?Y si la historia no es tal y como la conoces? ?Y si detras de todo lo que sabemos existen cosas que desconocemos?
    Caperucita tiene una dulzura irresistible y siente devocion por su abuela. Despues de un desengano amoroso conocera al amor de su vida y se trata de quien menos se imagina.
    El amor verdadero y el destino unen sus fuerzas para lograr la verdadera felicidad en la vida de Cape.
    Aventuras, secretos y muuuuuucho amor te esperan en cada pagina.
    ?Te atreves a que te coman mejor?

  • La manguera que nos unio de Elena Garcia

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    Son mas de las doce y el encargo que le hice a la distribuidora sigue sin llegar. Llevo mas de dos semanas esperando a que me envien un paquete con medicamentos importantes y aqui no aparece nadie con ellos, y lo peor de todo es que cada vez que entra un cliente y se marcha con las manos vacias, se que no volvera. Los he llamado infinidad de veces y me dan largas continuamente. Como a ellos esta situacion no les genera perdidas, no llevan ninguna prisa. Si ya de por si en el negocio me va mal, esto sin duda lo empeorara. Salgo del mostrador aprovechando que no hay nadie y repongo los productos de higiene que se ha llevado la ultima persona que entro. Alzo la mirada y vuelvo a fijar mis ojos en la caja de las bolas chinas. Llevo vendiendolas en la tienda mas de seis meses y cada vez llaman mas mi atencion. Las ofrezco como ejercitadores de suelo pelvico para mujeres que acaban de dar a luz o que tienen algun problema de incontinencia, pero mi mente no deja de llevarlas a otro lugar. Mi amiga Lucrecia se las compro en un sex shop hace algunos meses y dice que es de lo mejorcito que ha probado, y eso que de esto tiene un buen arsenal. Yo, en cambio, en el tema sexo siempre he sido muy tradicional. Quizas mucho mas de lo que deberia, pues nunca he llegado a probar nada fuera de lugar. Mi expareja quiso experimentar conmigo en la cama y siempre me negue, asi que nunca he ido mas alla de las cuatro punaladas de carne. Asi me fue… En cuanto tuvo la oportunidad me dejo por otra. Por mi vecina para ser exactos. Por lo visto, y segun llego a mis oidos despues, va contando por ahi que esa si que se la chupa bien. Como si yo le hubiese hecho eso alguna vez. !Que asco! Imagino que esta especie de frigidez que me atormenta viene de atras y sospecho que se debe a que me he criado en un hogar un tanto puritano. Mi madre siempre criticaba a quienes lo hacian y mi padre, si era necesario, nos metia los dedos en los ojos a mi hermano y a mi para evitar que viesemos una escena subida de tono en la television. Eso si, el no le quitaba el ojo de encima, hasta que mi madre se daba cuenta y se armaba la guerra. Que tiempos aquellos… Ojala no vuelvan. --Buenos dias--. Margarita, la estirada e insoportable duena del local donde tengo instalada la botica, entra como cada dia a revisar que todo este en orden. --Hola… --respondo carente de entusiasmo. Esta mujer saca lo peor de mi. Si llego a saber esto el dia que firme el alquiler, me busco otro lugar. Es la persona mas pesada y agobiante que he conocido en mi vida. Por su avanzada edad quiero creer que ya chochea porque no logro hacerle entender que si estoy pagando por un espacio, es mio hasta que deje de hacerlo y puedo colocar el mobiliario como me de la gana. --?Que es eso? --Se inclina y rasca con una de sus unas recien pintadas el yeso de la pared. <> protesto para mis adentros. Ayer por la tarde, el senor Tomas casi se cae al entrar por mirarme los pechos y con la garrota golpeo una de las paredes, haciendo que un trocito insignificante de la pintura se desconchara. La imperfeccion apenas medira un par de centimetros. ?Como ha podido verla? Ojala mi abuela, que debe tener sus anos, tuviera tambien su vista. Dios se la bendiga mucho tiempo. --No lo se. --Trato de ignorarla para que se marche. Como se me ocurra darle alguna explicacion, la cosa se pondra mucho peor. --Tendras que pedir que lo arreglen o te lo descontare de la fianza. Todos los dias es la misma historia. Me tiene hasta los ovarios. En cuanto ve algo, por pequeno que sea, que pueda estar mal, comienza con las amenazas. Me duele la lengua de mordermela y si me he callado hasta ahora ha sido por respeto a sus canas. Si tuviera unos anos menos se iba a enterar. La suerte parece estar de mi lado y tras pasearse a sus anchas durante algunos segundos mas, observandome por el rabillo del ojo como si me perdonase la vida, finalmente se marcha. Expulso el aire de mis pulmones con alivio y continuo con lo que estaba haciendo. Alzo de nuevo la mirada y vuelvo a encontrarme de frente con las puneteras y llamativas bolas. Las observo varios minutos mas y juraria que puedo oir como me llaman: “Mariajo… Mariajo… dejanos ser tu badajo”, pestaneo varias veces pensativa y, cuando por fin sucumbo a la tentacion, estiro mi brazo para hacerme con una de las cajas. No puedo aguantar mas este suplicio, tengo que saber que se siente con ellas. La abro para sacar su contenido y, nada mas hacerlo, las pego contra mi pecho imaginando mil cosas que hacer con ellas, aunque en realidad solo sirvan para una. Cuando mas entregada estoy al fantaseo, el sensor de la puerta me indica que alguien esta entrando y en un acto reflejo las lanzo bajo el mostrador para evitar ser descubierta. --Buenos dias. --La voz de un hombre suena a mi espalda y rezo para que no lo haya visto. Despues de tanto como me ha costado tomar esta jodida decision, lo ultimo que quiero es que alguien me pille con las manos en la masa--. Si esta tratando de jugar a la petanca con eso, le va a ir muy mal. --Mis ojos se abren con sorpresa y toda la sangre del cuerpo se me agolpa en la garganta. Permanezco inmovil unos segundos mas, sin saber muy bien que hacer debido a la verguenza y, viendo que no me muevo, continua--. Siento decepcionarla, pero, para que el lanzamiento funcione, las bolas deben ser metalicas. Por su acento deduzco que no es de la zona. Cuando oigo como se rie, no se donde meterme y me giro poco a poco con intencion de recuperarme antes de encararlo. Al hacerlo, me encuentro de frente con un hombre enormemente atractivo y bastante alto. Casi tanto como mi primo Juanra, que mide alrededor de un metro noventa, pero ni que decir tiene que este le da mil vueltas y nada tiene que ver con mi pariente el larguirucho que, ademas de idiota, se cree guapo, cuando es mas feo que un gato sin pelo. Tambien parece mas joven, calculo que no alcanzara la treintena, y aunque eso es algo que en otro momento me agradaria, ya que practicamente solo atiendo a personas mayores durante todo el dia, esta vez no esta siendo asi. ?Que estara pensando de mi? Ojala en vez de el hubiese entrado el senor Tomas que, aunque es un poco acosador, no sabria que es eso que anda rodando por ahi y mi dignidad, de alguna forma, seguiria intacta. --Ho…la. --Mi voz suena forzada, como si alguien me estuviese estrangulando desde atras. Si a algo le doy gracias es a que todavia esos trastos del demonio estan fuera de mi cuerpo. De no ser asi, de tanto como estoy apretando el culo ya se me habrian subido a la traquea--. Ya se que no son para eso… --finjo reir y sueno como una puerta oxidada--. La caja estaba rota y, bueno…, se me han caido. Ahora las recogere. ?En que puedo ayudarle? --Aprieto la mandibula mientras el aguanta la risa al ser testigo de mi bochorno. --Necesito… --carraspea para seguir disimulando--, lubricante. --?Como? --Ya no se si habla en serio o es que esta pretendiendo hacerse el gracioso. --Quiero un bote grande de lubricante. El mejor que tenga. --Me mira directamente a los ojos y mis piernas flojean. Tiene la mirada mas sexi y empotradora que he visto en mi vida. Con un maromo asi seguro que se me quitaban las ganas de andar jugando con pelotitas. Lastima que los tipos como el ni siquiera se fijen en las mujeres como yo, porque a este si que le chuparia hasta el tuetano. ?Que cono acabo de pensar?--. Tambien quiero una caja de condones. Con esa frase logra sacarme de mis pensamientos y, por fin, me centro para prestarle atencion. --Ahora mismo. Me giro para ir a buscarlos y, por sorpresa, me detiene sujetando mi mano. --Espera. --Observo como su enorme brazo oprime mi muneca y mi mente vuelve a divagar. Debo de estar con la ovulacion porque, si no, no me lo explico--. Los condones deben ser grandes. De talla especial. --Ammm… Ok. --Muerdo mi labio y un enorme pene aparece en mis pensamientos. Por alguna razon que nunca sabria explicar, lo imagino como si fuese un tripode y sonrio sin darme cuenta. Cuando vuelve a hablar, soy consciente de lo que estoy haciendo y guardo las formas para ponerme seria. --?Tiene la talla XXL? Busco en su mirada algo que me indique que esta bromeando, aun a riesgo de parecer tonta, y al no encontrarlo me disculpo para entrar a la parte de atras y buscarlos. Si no recuerdo mal, esa talla equivalia a mas de veintidos centimetros, asi que ahora es la imagen de una anaconda la que me atormenta. Rio a placer aprovechando que no puede verme y, tras un par de minutos revisando las estanterias, por fin doy con ellos. Los guarde aqui hace un par de meses al no venderse por ser una talla poco usual y aproveche el lugar que dejaron en la vitrina para colocar otras cosas. --Aqui tiene. Los coloco sobre el mostrador y veo aparecer una sonrisa de satisfaccion en su cara. --Es curioso --habla, y le miro atenta esperando a ver que dice--. Es la primera vez que los compro sin tener que hacerlo por encargo. --No se a que se refiere. --De sobra lo se, pero prefiero disimular. Tampoco sabria que decir y, con lo nerviosa que estoy, apostaria lo que fuera a que suelto algo que todavia me ridiculice mas. --Mi...., bueno --rie y rapidamente me arrepiento de no haberle dicho otra cosa--. Mi Miniyo tiene unas medidas un poco… --Mi cara se vuelve tan roja como un tomate--, fuera de lo comun, ya me entiende. --Nah, no se crea… --Cada vez lo arreglo mas. ?Por que narices he dicho eso y por que no cierro la bocaza de una jodida vez? --Pues la experiencia me dice todo lo contrario. --Levanta una ceja, picaro, y ruego para que la tierra me trague de una vez. --No se preocupe, aqui vienen muchos asi --miento para salir del paso--. Si necesita mas de lo mismo, ya sabe donde encontrarme. --En el momento en que acabo la frase me doy cuenta de que se puede malinterpretar y rectifico--: Quiero decir… que cuando se le terminen o caduquen… --Mierda, ?acabo de insinuarle que no mantendra relaciones? --Quiero decir…, que si quiere mas… --Con cada palabra que suelto me siento mas absurda--. Tengo mas de lo que quiere en la parte de atras. --Suena bien eso. Creo que le tomare la palabra. --Me guina un ojo, deja el dinero en el mostrador y, en el momento en que se marcha, resoplo cubriendome la cara con las dos manos. --Madre del amor hermoso… --balbuceo. Es la primera vez que deseo que un cliente no regrese. CAPITULO 2 A la hora de cerrar todavia no he logrado sacarme de la cabeza el suceso y mi mente tampoco me ayuda. Y, para colmo, cada vez que tiene oportunidad me lanza una imagen clara y concisa del posible tamano de ese… animal. Recojo lo que puedo y, procurando dejar todo preparado para la jornada de manana, me marcho. Odio llegar a casa y saber que todavia me quedan cosas por hacer. Si quiero desconectar del trabajo esta es la unica manera. Cuando estoy bajando el cierre de seguridad, dando por hecho que ya he terminado, recuerdo que no he desconectado los automaticos y tengo que volver a subirlo para regresar. Desde hace meses noto que, si apago todo, a excepcion de las neveras, desembolso casi la mitad en la factura de la luz. Algo me dice que la estirada duena del local tiene algun tipo de enganche ilegal y es a mi a quien estan cobrando su consumo. Con lo racana que es Margarita podria apostar lo que fuese y no lo perderia. Abro la puerta del cuadro electrico, bajo los diferenciales que no necesito y, cuando estoy presionando el ultimo, una rafaga de luz sale proyectada en mi direccion. --!Que mierda ha sido eso! --Apenas he sentido dolor, pero el brillo inesperado de la luz me ha dejado ciega. Busco con las manos la pared para guiarme y, tras luchar contra cientos de destellos oculares, poco a poco voy recuperando la vista. Vuelvo la atencion al cuadro de luz buscando una explicacion y lo unico anormal que encuentro son unas motitas de hollin en el suelo. Definitivamente, la bruja de arriba me la esta jugando y manana sin falta hablare con ella. Igual que a mi me cobra por todos los desperfectos externos, esto es algo interno y debe hacerse cargo. Compruebo que los interruptores de las neveras estan bien, esta vez presionandolos con un liston de madera por si las moscas y, al ver que todos funcionan a la perfeccion, hago lo que deberia haber hecho hace rato y me voy. A medio camino, mientras conduzco, abro un poco mi ventanilla e inspiro profundamente el dulce aroma que desprenden las flores de azahar. Soy sevillana de nacimiento y si por cualquier razon tuviese que marcharme de aqui, lo primero que echaria de menos seria este adictivo perfume. Solo Sevilla puede oler asi. Aunque ya es tarde y apenas hay luz solar, no puedo evitar echar una mirada a traves de los cristales. Desde la carretera se aprecia la Giralda en todo su esplendor y, aunque paso cerca de ella todos los dias, me tiene totalmente enamorada. No se si sera por su altura, ya que durante anos fue la torre mas alta del mundo, o por su portentosa estructura con la que logra impactar a todos los que la visitan, pero lo cierto es que cada vez me gusta mas. Aunque quizas, pensandolo bien, tenga mas que ver con mi abuelo y el amor con el que me habla de ella. Alli fue donde beso por primera vez a mi abuela y eso debio de calar muy hondo en su corazon. Es tal su pasion por este campanario, que hasta llego a encargar un cuadro del Giraldillo, la escultura que corona la torre sobre una gran bola de bronce. --!Mierda! --Piso el pedal del freno-- !Las bolas! --Al pensar en la de bronce recuerdo que las he dejado encima del mostrador de la farmacia--. !Sabia que al final me olvidaria de algo! -- Golpeo el volante y por suerte no viene nadie detras. Es muy tarde para volverme ya y, por descuidada, me toca esperar hasta manana. !Con las ganas que tenia de probarlas! Al llegar a casa mi hermano esta en ella y me sorprende verlo. Es solo dos anos mayor que yo, pero se independizo hace, al menos, cuatro. --!Hola, hermanita! --Se acerca a mi y me besa en la frente--. Cada dia estas mas guapa. --Y tu mas pelota --rio mientras lo abrazo. Me parece increible que ahora nos llevemos tan bien, cuando siempre nos hemos estado peleando y hasta sacando trozos de piel. Aun recuerdo la vez que, en venganza por romperle uno de sus coches, me coloco varias cerillas entre los dedos de los pies mientras dormia y las encendio. !Menudo hijo de perra! Era mas malo que la carne de cabra vieja--. ?Que haces aqui? --Vive, al menos, a cien kilometros de distancia y, por las horas que son, entreveo que tambien se quedara a dormir. --Manana tengo una reunion importante aqui al lado y he aprovechado para venir ya y asi pasar un poco mas de tiempo con vosotros. --Llevabamos cuatro meses sin vernos--. ?Como va el negocio?

  • El trato mas dulce, Amanda Laneley de Amanda Laneley

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    Lucy esta a punto de hacer un trato que cambiara su vida.
    Desde nina, a Lucy la ha acomplejado su apariencia. Aunque es una brillante asesora de negocios, se siente invisible para los hombres. Despues de vivir una humillante situacion, decide que las cosas no pueden seguir asi. Necesita un cambio y lo necesita ya.
    La solucion viene de la mano de Max, un atractivo personal trainer que suena con tener su propio negocio. Max es esforzado y perseverante, pero no demasiado habil como emprendedor.
    El trato es simple: Lucy asesorara a Max con su empresa y, a cambio, el le ayudara a mejorar su aspecto y a conseguir el amor del hombre de sus suenos.
    ?Que podria arruinar un arreglo en apariencia tan ventajoso? Nada. excepto el amor.
    ?Podra Max emparejar a Lucy con otro cuando descubra que la quiere para si?

  • Su cereza de Penelope Bloom

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    Segundo volumen de la bilogia que se inicio con Su banana. Penelope Bloom llega a Espana con sus grandes bestseller. Una nueva forma de endulzar tu postre.

  • Saber perder de David Trueba

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    Sylvia cumple dieciseis anos el dia en que comienza esta novela. Para celebrarlo organiza una falsa fiesta que solo tiene un invitado. Horas despues sufrira un accidente que significara su entrada en la vida adulta. Su padre, Lorenzo, es un hombre separado que trata de tapar los agujeros que el fracaso laboral han causado en su rutina. Ariel Burano es un joven jugador de futbol que deja Buenos Aires para fichar por un equipo espanol. La caja de los triunfos no parece dificil de abrir para su superdotada pierna izquierda y sera cuestion de tiempo que el estadio coree su nombre. El anciano Leandro, en cambio, es precisamente tiempo lo que no tiene. Estos son los cuatro personajes principales de Saber perder. Con las relaciones entre ellos se trenza un apasionante relato de supervivientes. Una mirada inteligente, llena de humor y emocion, pero que reivindica, por encima de todo, la maravillosa aventura de vivir. <> (Ricardo Senabre). El mejor libro del ano segun El Cultural de El Mundo. Premio de la Critica 2009.

  • Fuego y espadas de T. J. Rymer

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    --Mi comandante, en las puertas de la ciudad un hombre demanda hablar con usted. Parece un demente. Podemos echarle si lo desea. --?Os ha comunicado que solicita? --pregunte al soldado que permanecia firme como una roca. --Dice haber avistado un Nabzang en los bosques cercanos. Una leve sonrisa se dibujo en su faz. --?Un Nabzang? --pregunte retorico a la vez que sorprendido. El soldado asintio. Parecia claro, que quien aguardaba en las murallas pervivia bajo una clara enajenacion. Los Nabzang no daban senales de vida desde hacia milenios. De no ser por los relatos que ancianos y mercaderes narraban junto al calor del fuego, ni siquiera habria oido hablar de ellos. Yo mismo escuche de boca de mi abuelo una de esas historias cuando era un nino; pero al igual que hacia todo el mundo, filtre solo una leyenda. Lo que aquel loco decia haber visto resultaba del todo imposible. Aun asi, la curiosidad se habia presentado ya en mis adentros. --Mandale subir. Apenas cinco minutos tras la orden, el soldado se cuadro de nuevo acompanado por un anciano. Portaba una tunica marron hecha anicos, sucia. Sus ojos, ensartados en una cara marchita, relucian blancos como nevisca: un hombre ciego. Aquello empezaba a parecerme una broma de mal gusto. --Anciano... --masculle mientras me acercaba--. ?Como va usted a ver nada? --No solo los ojos ven. --Su voz quebrada penetro en mis oidos, profunda y siniestra--. Tambien el alma atisba entes que no requieren vision. El corazon detiene su latir, el aliento se congela mostrando blanco su camino, el alma se inquieta y el temor cruza fronteras que estimaba infranqueables. Se puede sentir cuando un Nabzang esta cerca, si; el terror no requiere percepcion. --Escoltalo a la salida --ordene molesto--. No voy a seguir escuchando tan magna sarta de mentiras. Contemple como lo retiraban a empujones mientras mi cabeza no dejaba de darle vueltas a las inviables palabras que acababa de escuchar. No eran posibles, mas ya habian sembrado el fruto del desasosiego. Observe al anciano liberarse del brazo que le guiaba y dirigirse hacia mi. Con un gesto detuve al soldado que se abalanzaba sobre el --aunque demente, no aprecie maldad en sus inservibles ojos--, permitiendo asi su acercamiento. Y aun sin poder ver, me agarro las hombreras de la armadura, pegando su rostro al mio. --No ignores mis palabras, Astheron, o la culpa te hostigara hasta el fin de los dias. La oscuridad se acerca lentamente, mas aun hay tiempo de detenerla. !Detenla, Astheron, detenla, o no habra un manana para Theralia! Se lo llevaron arrastras mientras lanzaba al viento maldiciones y malos augurios. Yo permaneci desconcertado en lo alto de las murallas que protegian la ciudad de Atreka. Y sobre aquel espigado baluarte aviste a lo lejos el horizonte: el ocaso que indicaba el fin de mi jornada. Baje angostas escaleras de caracol en direccion al hogar, al calor de la familia. Recorriendo sus calles, pense en lo rapido que el tiempo fluye. Inquebrantable lo cambiaba todo a su paso, dirigiendo a nuestra amada Theralia a su destino, al igual que a cada uno de sus habitantes; consumiendo el presente en pos de la leve sombra que es para el hombre el pasado. Atreka, capital del sur de Theralia, anidaba en una fastuosa belleza dificil de igualar. Sus avenidas empedradas y sus casas de roca, siempre de un color casto, emanaban de la gran ciudad una pureza y pulcritud incomparables. Al termino de esas concurridas y elegantes travesias se alzaba imponente el palacio real. Braolin reinaba el sur desde antes que yo naciera. El mismo me nombro comandante del ejercito diez anos atras; decada de una tranquilidad indolente. La guerra contra los Erziofres llevaba anos en punto muerto. Ellos permanecian en el norte, nosotros haciamos del sur nuestro fortin; ellos tenian su capital Erziofre, nosotros Atreka; ellos al rey Ubklar, nosotros nos inclinabamos ante Braolin... Un mundo fragmentado en dos desde el inicio de los tiempos. Batallas y contiendas perduraban en la memoria de los mas viejos. No se recuerda una Theralia de un solo rey. Nadie recuerda una unica Theralia. El resto del mundo residia en la mas profunda neutralidad, exentos de bando alguno, campando a sus anchas por nuestras tierras fragmentadas. Elfos, nerzs, enanos..., anidaban bosques y montanas alejados del mundanal ruido. Los nerzs: pequenos seres de alma pura felices en sus pequenas y comodas <> en las copas de los arboles; los elfos: letales guerreros capaces de acabar con la vida de un hombre sin darle tiempo a consumir un pestaneo, ocultos en sus radiantes ciudades blancas; los enanos: feos, siempre refunfunando, aguardando en sus ciudades bajo la tierra un pretexto para abandonar la roca y blandir sus hachas. Milenios atras, nuestras tierras poseian nombres extranos. El mundo cambio tras eras y eras de erosion, y aquel que fue un mundo de matices, dio paso al norte y el sur. Todo pendia de un fino hilo de orden. Mas el orden tiende a la desobediencia, y en cualquier momento, en el instante menos esperado, ese equilibrio se esfumaria dejando tras el una estela de destruccion. Al cobijarme en las paredes que eran mi hogar, la turbacion que parecia perseguirme desaparecio al instante. Junto al fuego, mi mujer Aurea y mi hijo Tywren esperaban la llegada del comandante del Ejercito Atreko. Mientras mi pequeno se abrazaba a mis pies, su madre me besaba. La amaba tanto que pensar en perderla me vejaba el alma hasta convertirla en nada; y como todo ser viviente sabe, nada es demasiado poco. Pensamientos que tiempo llevaban rondando mi cabeza. <> Lo que si resultaba evidente era que las palabras del ciego no habian ayudado a aplacar mis aciagos augurios. --Hola, amor --saludo sin dejar de apretarme entre sus brazos. No me cansaba de escuchar su dulce voz--. ?Cansado? --Un dia mas. --No me complacia hablar del trabajo en casa--. !Pero ya estoy aqui con mi familia! --exclame mientras alzaba en brazos a mi hijo de tan solo dos anos--. !Y ahora solo tengo ojos para mis dos soles! Rei mientras balanceaba arriba y abajo a Tywren como a un pelele. Aurea se dispuso a servir la mesa. --Me olvidaba --declaro de pronto--. Han echado esta carta por debajo de la puerta. Es para ti. Vulgar: blanca por delante y blanca por detras, a excepcion de mi nombre, escrito en una de sus caras. La abri. Se leia: <>. --?Que dice? --La curiosidad parecia haber hecho mella en mi esposa. --Nada. Unos documentos que por algun motivo han enviado aqui. Y no lo entiendo, la verdad. Pero bueno... !Comamos! --exclame intentando cambiar de tema--. !Tengo un hambre voraz! Cene hasta saciar el apetito y me acoste junto a la mujer de pelo negro y ojos azules que robo mi corazon una decada atras en el tiempo. Le hice el amor como tantas otras noches, aunque en esa ocasion, mi mente se evadio hacia el mensaje de la enigmatica carta. Espere hasta verla dormir y me dirigi por las oscuras calles de la ciudad hacia la posada La Senda de Tul. Entre. Una cantina como cualquier otra, sumergida en una falta de luz alarmante. Al acceder, solo pude percatar una mesa ocupada. En ella permanecia un hombre enano. No bajo ni menudo…, enano de los pies a la cabeza. Resultaba extrano verles tan al sur. Pero alli estaba, sentado, inmerso en una oscuridad cerrada, fumando una larga pipa de la que emanaba un intenso humo blanco. Observe su diminuta silueta y la nube densa que se desperdigaba por los alrededores de su fea cara. Me acerque y sente. Entonces le vi: !un nerz! Quieto a su lado, con la cabeza gacha, en silencio. --Mas te vale no haberme hecho levantar a estas horas para nada, enano. --Hola, Astheron --saludo agachando la cabeza en reverencia--. Gusto en conocerte. Adverti su gesto como uno sarcastico. Un hombre rechoncho y a la vez rocoso, de faz desagradable como pocas. Pelo sucio y enmaranado, a juego con su barba azabache. De facciones duras y contritas, denostando un ser arisco; su aroma no le iba a la zaga. --Habla y dejate de absurdeces. Y ve al grano, tengo sueno. No me gustaban los de su raza. En contadas ocasiones tuve el <> de compartir mesa con alguno de sus congeneres, y no disfrute en absoluto de su compania. --Ten cuidado, sureno, no sabes con quien hablas. --Sus manos se independizaron de la mesa donde se apoyaban y me senalaron amenazantes--. Hablare..., pero no vuelvas a usar ese tono conmigo. Estoy aqui para advertirte de lo que acontece en el norte. --Su voz sonaba gruesa, robusta--. El hechicero real ha indagado mas alla de lo congenito, y un mal que dormitaba ha despertado. --?Nabzangs? La palabra broto de mi boca sin permiso, como si el temor que almacenaba mi cuerpo hubiera huido de mis tripas como una exhalacion. --Si. --Los ojos del enano despuntaron blancos entre lo oscuro--. Pero no es todo: pretende crear un ejercito y abalanzarlo sobre el sur sin clemencia, haciendo al rey Ubklar el unico en Theralia. Temo que haya dos posibilidades en todo este tenebroso asunto: el sur cae ante el norte y su ejercito Nabzang; o norte y sur lo hacen acompanados del resto de razas. Terminos que no podian ser ciertos. Aunque el hechicero real retornara a los Nabzangs, nadie seria capaz de controlarlos. Pero el ciego ya noto su presencia en los bosques cercanos a la ciudad... --Digamos que te creo. ?Que propondrias hacer? --Partir de inmediato hacia el norte y acabar con las malas artes del hechicero real. --?Pretendes que yo, el comandante del Ejercito Atreko parta hacia el norte con la unica compania de un enano loco? --Y la de un nerz --matizo--. No puedo demostrar lo que digo --prosiguio negando con la cabeza--. ?Pero no crees, Astheron, que la vida de tu mujer e hijo merecen al menos el beneplacito de la duda? --Dame un dia para meditar. Manana visitare a mi buen amigo Asdrabal, hechicero real aqui en el sur, y le contare lo que me acabas de explicar. Me aleje del enano y el timido nerz, y me dirigi raudo a mi lecho. Me abrace a Aurea, que ni siquiera habia advertido mi ausencia, e intente conciliar un sueno que sabia no iba a alcanzar. ?Y si las palabras del enano eran ciertas? ?Y si los augurios del anciano resultaban veraces? Queria creer que no, pero la simple posibilidad de que lo fueran obsequiaban a mi alma con esa pesadumbre que no parecia tener intencion de abandonarme. Desperte sin haber reposado. Desayune junto a los mios entre risas y arrumacos y me dirigi a las dependencias de Asdrabal el hechicero. Bajo el palacio real, en un pequeno torreon situado en el centro de los jardines que adornaban la base del monumental castillo, se encontraba su hogar. No era un hechicero al uso. Mas que un hombre dedicado al noble arte de lo magico, en ocasiones parecia un bufon. Pero su erudicion no conocia fin. Mientras me aproximaba a la alta torre de piedra gris, de los pequenos orificios que le hacian de ventanas percibi un fuerte estruendo y un denso humo negro. Corri hacia la puerta, que no estaba cerrada, y al abrirla vi lo que moraba dentro. Las estanterias, sillas, frascos, ollas..., todo se amontonaba asemejando la madera de una hoguera lista para arder. Bajo tan mayusculo desastre se alojaba Asdrabal, que emergio apartando los trozos de lo que fue mobiliario segundos atras. Su largo pelo negro, cubierto de polvo parecia casi blanco, al igual que su oscura tunica portadora del sol de seis puntas, emblema inequivoco del clan de los hechiceros ulgidos. --Esta vez si que he estado cerca de viajar al otro mundo --aseguro entretanto se sacudia las vestiduras. --?Que ha sido esta vez? ?La vida eterna? ?El retorno a la juventud, quiza? ?La cura al mal aliento...? --La sonrisa afloro en mi sin remedio. --No. Algo mucho mas materialista --contesto entre carraspeos--: intentaba convertir el hierro en oro. --Pues es una pena, porque vas a necesitar mucho para arreglar este desastre. Observe desde la distancia al hombre mugriento que reflejaba en su rostro el fracaso reciente. Y sin poder evitarlo, una carcajada surgio de mi boca; de igual manera, Asdrabal no pudo evitar hacer lo mismo. Reimos un largo instante. --Subamos a la buhardilla --dijo entre carcajeos--. Alli podremos conversar tranquilos. Creo saber por que estas aqui, Astheron. Ascendimos por una estrecha escalera de caracol. Al alcanzar su cima me encontre en una habitacion minuscula de bajo techo que no permitia andar erguido. En el centro de la pequena estancia atisbe una mesa de madera redonda con dos sillas. Asdrabal se sento en una de ellas y me insto a que yo hiciera lo mismo

  • Manzanas Verdes de Aida Del Pozo

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    Hay personas que no son para cualquier paladar y lenguas que no son para cualquier boca.
    Hay deseos en el corazon y secretos en el alma que solo confesarias a unas cuantas.
    Hay mentiras que pesan mucho y verdades que duelen demasiado.
    Hay fuego entre las piernas que no podria ser apagado por cualquiera.
    Todo tiene su momento…

  • Quiero volver a bailar bajo la nieve de Beatriz Saiz

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    Entro en su casa. El silencio me acompana mientras acudo a la cocina a dejar la compra. Hara unos dos meses que deje de fingir. Desde aquella tormenta de principios de diciembre. Asi que no pienso poner ninguna excusa. Me he mudado porque le amo, y estaba equivocada. El no es sexo, es mucho mas, pero me da miedo confesarselo. No quiero asustarlo. Se siente seguro detras de esa fachada, pero he visto mas alla. He permanecido atenta en los momentos que no tenia la mascara puesta. He descubierto su yo de verdad, y me fascina. Muchisimo. Me seducen sus intensos ojos marrones. Me cautiva su sonrisa ladeada. Me apasiona en la cama. Adoro su cuerpo. Me hipnotiza la manera en la que no quiere implicarse, sin poder evitar entregarme pequenos trocitos que atesoro bajo llave. El es distinto a lo que se cree que demuestra. Antes de meterme en el meollo, subo a cambiarme de ropa. Cojo una camiseta de el, en concreto, la que se puso anoche para dormir. La huelo nada mas ponermela e inspiro profundamente. Su olor persiste. Pillo unos pantalones de yoga y me pongo unos calcetines. Me hago un mono en lo alto de la cabeza y regreso a mi lugar favorito de la casa. Aprovecho mi dia libre para preparar una cena romantica para cuando regrese de trabajar. Tras colocar las cosas en su sitio, me lavo las manos y comienzo a pelar las patatas. Las dejo en un bol con agua y pico las cebollas en juliana. Corto, a su vez, la verdura para la salsa; las introduzco en una olla y dejo que se haga a fuego lento. Me pongo con el pescado, su comida favorita; en este caso, salmon. Seguro que me comera a mi de postre, despues de este festin. Escucho el tintineo de las llaves muy cerca de la puerta. Esta a punto de entrar y mi cuerpo se excita por la anticipacion. Como siempre que estoy con el. Me contempla desde el umbral. Le echo una rapida mirada y percibo en sus ojos varias emociones, pero no consigo distinguirlas. Me pregunto en que estara pensado para que tantos sentimientos lo atraviesen en un par de segundos. Me giro para prestar atencion a la salsa que se cuece en la olla. El me abraza por la espalda y apoya la barbilla en mi hombro. Me da un tierno beso en el cuello y me muerde. Rio en sus brazos y el se queda medio embobado con el sonido de mi risa. Regresa a mi hombro despues de repartir pequenos besos por mi clavicula e inhalar mi aroma. Lo se porque entierra la nariz en mi cabello y aspira profundo, varias veces. Ojala pudieramos estar siempre asi. Pero, por desgracia, uno de los sentimientos que sus ojos me gritan con claridad es: culpa. ?Culpa? ?Por que? Zarandeo la cabeza para aquietar esas ideas. No me gusta hacia donde van mis pensamientos. Hago un esfuerzo por bloquearlos. Siguen presentes en mi mente. ?Que narices me ocurre? Meto las patatas y las cebollas en el horno, y me volteo para contemplarlo fijamente. Tengo miles de preguntas instaladas mi rostro, en mis ojos, pero temo lanzarlas. Lo mas seguro es que para el sea facil descifrar lo que pienso... Mi mirada me delata. A el, sin embargo, siempre le ha resultado sencillo ocultarlo. No es un libro abierto ni pretende serlo. Y, al contrario de lo que piense, adoro su caracter reservado. Es una de las cosas que han hecho que me enamore de el. Es como una de esas buenas recetas, que no elaboras tan a menudo porque necesitan su tiempo de coccion, junto con una pizca de paciencia; pero, al final, el resultado es de lo mas delicioso. Asi es mi amor por el. Le confieso que lo quiero, pero se mantiene inmovil, sin dejar de estudiarme, sin moverse. Mantengo la mirada fija en el, aguanto la respiracion, esperando una respuesta, pero el solo me contempla. En su mirada soy capaz de leer con claridad que siente lo mismo, pero teme meter la pata. ?Me quiere? Seguro que pensara que esa clase de sentimientos van en contra de sus planes. Acerca su boca despacio, sin apartar la vista, como si sus ojos pudieran transmitirme lo que acaba de descubrir y tiene miedo a decir. Le sonrio y me besa. Aparto mis manos de el y solloza en mi boca, pero se relaja cuando las enredo en su pelo. Necesito su contacto. Sus manos, su lengua, su cuerpo, comprender que esta conmigo. El chico que me enamoro y es incapaz de decirme lo que siente, aunque sus ojos lo gritan por el. De algun modo, adivino lo que intenta explicarme, y lo quiero mas si cabe. Pero no son mas que los deseos de una necia enamorada. A la manana siguiente, su ordenador me arroja toda la verdad. Comprendo que imagine lo que me clamaban sus ojos, quise creer que sus caricias silenciosas marcaban mi cuerpo con pequenos <> y pretendi escuchar a sus labios posesivos. No fue mas que eso. Una mentira. Un engano. Una traicion. Capitulo 1 PASADO Bad Wolves – Zombie 23 de febrero de 2017. Me llamo Mackenzie y no es oro todo lo que reluce. Mi vida es perfecta, poseo lo que cualquier otra persona sonaria o querria. Estudie Derecho y ejerzo de abogada para la empresa de mi padre. Gracias a la carrera conoci a mi unico y gran amor, mi marido Jason. Es un hombre atractivo, alto; no muy delgado, quiza mas bien fuerte; ojos azules, pelo castano, detallista, simpatico y leal. En la soledad de mi despacho, me pregunto como es que acabo conmigo. No soy guapa, por lo menos para mi no lo soy: tengo la belleza de lo que hoy en dia se conoce como curvy, el pelo rojo (tenido, por supuesto), los ojos color miel, y doy gracias al senor de que por lo menos soy simpatica. Los ninos del colegio me senalaban y se burlaban de mi, veia el rechazo en los ojos de la gente, y no me gustaba nada. No paro de pensar en como mi marido se fijo en mi; soy masoquista. <>. Me centro en el trabajo a la vez que me tomo un cafe y reviso en el ordenador las cuentas de la empresa. Me meto en internet para comprobar el correo, hay mas de cien sin leer. Un suspiro se escapa de entre mis labios; es mas agotador de lo que pensaba. No les echo un ojo siquiera, me levanto de la silla y camino por mi despacho: ?que es lo que me pasa? ?Por que parece que no estoy contenta con nada? <>. El sonido de la puerta hace que me paralice en medio del despacho. Respiro e intento concentrarme. Aviso a quien ha tocado de que pase y compruebo que es mi odiada secretaria. Bueno, mas bien yo soy su odiada jefa, porque a mi ella me da igual. Hace algun tiempo comprobe que lo que yo hacia, luego lo acababa haciendo ella. ?Me tenia el pelo? Alla que iba Rachel a tenirselo; adquiria un coche, y tardaba menos de dos segundos en tener el mismo; ?que me compraba una falda? Al dia siguiente la traia ella. Lo mejor de todo es que me critica a escondidas como si no pudiera escucharla, pero si que lo hago. --Senora Mackenzie, acuerdese que tiene una reunion a las cuatro de la tarde --senala Rachel --, y no se olvide de la cena con su marido por la noche. --Lo olvidaba: tambien quiere a Jason, de ahi el retintin de su tono. --Gracias --contesto sin mas. Rachel cierra la puerta y vuelve a dejarme en la soledad de mi despacho. Esa que a veces asfixia, me aprieta, y me impide respirar. Tomo un par de bocanadas de aire, y unas tres veces mas. Y, cuando al fin me tranquilizo, me preparo la reunion de esta tarde. No se cuanto mas va a durar mi actitud, fingiendo ser alguien cuando en realidad la verdadera Mackenzie pugna por salir. Y ultimamente no veas como lucha, me cuesta mantenerla encerrada en un rincon de mi cuerpo, en un minusculo escondrijo donde nadie pueda encontrarla. La reunion no salio tan mal como pensaba gracias al perfecto de mi marido, porque yo no sabia ni lo que estaba haciendo. Sin embargo, los socios se quedaron impresionados y ese es el resultado que necesitamos. Antes de ir a cenar, me desplazo hasta mi casa para ducharme; me encontrare con Jason en el restaurante, porque tiene que hacer un par de cosas mas en el despacho. Me pongo los cascos, cojo un libro, lleno la banera y me zambullo en ella. Abro el libro por donde me habia quedado y leo un poco. Tras el bano, me visto con un traje negro, unos zapatos de tacon rojo, me dejo el pelo suelto y me maquillo un poco. Los labios, por supuesto, me los pinto del mismo color que mis zapatos; en mi opinion, es un tono que me sienta de maravilla. Al entrar en el restaurante, Jason, el increible y dulce Jason, me esta esperando con un ramo de flores. Me lo como a besos hasta que el camarero tose a nuestras espaldas. Entonces decidimos sentarnos y pedir para comer. --?Que tal, preciosa? --se interesa cuando el camarero se aleja. Ambos tenemos por norma no hablar de nuestro trabajo y, aunque el me salva el culo la mayoria de las veces, eso es lo que hacemos. No queremos que el trabajo interfiera en la vida familiar, y viceversa. --Muy bien, mejor ahora que estoy contigo. --El me regala su dulce sonrisa ladeada y me agarra la mano--. ?Tu? --Fantastico, no sabes lo estupendo que es verte. --Tu siempre tan adulador --digo, incluso me pongo timida. --Es la verdad, Kenzie. No sabes lo bella que eres, me tienes loco. Cuando llegamos a casa, la cosa ha subido de tono, bastante, para ser sinceros, y hacemos el amor. Al terminar, Jason me abraza desde atras, me da un beso en la nuca y me desea buenas noches. Yo me siento sucia, vacia. Me odio. Me odio por no sentir lo mismo que el por mi, me odio por no poder amarlo de la misma manera, y me odio por volver a dejar salir a la verdadera Mackenzie a la luz. A la manana siguiente me doy una ducha, me visto y me dirijo a la cocina a prepararme un cafe; solo que ese cafe ya esta hecho, y me lo entrega un hombre con una dulce sonrisa en los labios. --Te quiero --expresa cuando llego a el, y me agarra por la cintura--. No me cansare de decirtelo. --Yo tambien te quiero. --Y es verdad. El problema es que no lo amo. --He de ir al curro. No tardes; no abuses por ser la hija del jefe. --Me guina un ojo y me besa. --No lo hare.

  • Kharos. Almas de Plata de Diana Buitrago

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    La niebla que sube del rio, una hoguera en las montanas y un rumor siseante en las calles. La daga en la mano preparada para ensartarla en un drakko, la noche que llora a sus caidos y la diosa que aulla a la luna. Un alarido en la distancia y terror en el corazon.
    En eso se han convertido los dias que pasan tortuosamente en la desolada ciudad de Sapphire, donde la magia negra se ha aduenado de sus calles y la esperanza reside en un viejo templo y un portal interdimensional derruido.
    Desde FireCross, Los Portales, el Clan Magno, la Catedral y Nebulose hasta el mismisimo templo y la fabrica abandonada. El pincel de la esperanza que se niega a resquebrajarse luchando por la vida que naufraga como la luna por el cielo.
    La plata de los Kharos que siempre llega al corazon y un grupo de presos que estaran dispuestos a sacrificar su propia vida para terminar con la masacre. Porque cuando todo falta solo el alma prevalece.
    Kharos-Almas de Plata, novela autoconclusiva, distopia de fantasia oscura, juvenil y urbana. Una aventura trepidante por la oscuridad de sus calles y la profundidad del alma.

  • ?Quien mato a Charmian Karslake? de Annie Haynes

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    Una estrella de cine de misterioso pasado, un zafiro maldito, un millonario indignado, un entorno memorable, un caballero con monoculo. Una creacion magistral de diferentes elementos y personajes para una gran novela representativa de la edad de oro del misterio. Charmian Karslake, una bellisima y celebre actriz estadounidense, aparece asesinada en la mansion de una honorable familia el dia despues de un gran baile. ?Estan implicados de alguna manera sus anfitriones, los respetables Penn-Moreton? ?Quien es el misterioso Mr. Hailsham que ha estado presente en el baile pero al que, al parecer, se ha tragado la tierra? ?Conseguira el inspector Stoddart unir las piezas y resolver el enigma? A medio camino entre Sherlock Holmes y Agatha Christie, la coleccion inedita de libros policiacos de la edad de oro del misterio de Sherlock Editores entretiene, intriga y divierte a partes iguales, rememorando una epoca glamurosa ya desaparecida.

  • Tras el abismo Calnora (Hijos del Sol 1) de Rowan Fox

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    Veros y Tzar han nacido en mundos muy diferentes, pero el destino unira sus caminos alterando sus vidas tal y como estaban destinadas a ser.
    Tzar, una princesa con una existencia marcada por las tradiciones y la familia, se embarca en lo que parece una pequena aventura personal que acaba llevandola mas alla de sus propios limites.
    Veros y Veren, dos hermanos que viven bajo el velo de la esclavitud disfrazada de amor maternal veran sus vidas trastocadas por completo tras la llegada a la isla de Aremen de una extrana naufraga que queda bajo su custodia.
    La influencia del mundo exterior hara que los hermanos descubran el verdadero amor y todo lo que conlleva: celos, traicion y la fuerza que podria llevarles a romper sus propias cadenas.

  • Sobreviviendo En Auschwitz de Primo Levi

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    Me habia capturado la Milicia fascista el 13 de diciembre de 1943. Tenia veinticuatro anos, poco juicio, ninguna experiencia, y una inclinacion decidida, favorecida por el regimen de segregacion al que estaba reducido desde hacia cuatro anos por las leyes raciales, a vivir en un mundo poco real, poblado por educados fantasmas cartesianos, sinceras amistades masculinas y languidas amistades femeninas. Cultivaba un sentido de la rebelion moderado y abstracto. No me habia sido facil elegir el camino del monte y contribuir a poner en pie todo lo que, en mi opinion y en la de otros amigos no mucho mas expertos, habria podido convertirse en una banda de partisanos afiliada a <>. No teniamos contactos, armas, dinero ni experiencia para procurarnoslos; nos faltaban hombres capaces y estabamos agobiados por un monton de gente que no servia para el caso, de buena fe o de mala, que subia de la llanura en busca de una organizacion inexistente, de jefes, de armas o tambien unicamente de proteccion, de un escondrijo, de una hoguera, de un par de zapatos. En aquel tiempo todavia no me habia sido predicada la doctrina que tendria que aprender mas tarde y rapidamente en el Lager, segun la cual el primer oficio de un hombre es perseguir sus propios fines por medios adecuados, y quien se equivoca lo paga, por lo que no puedo sino considerar justo el sucesivo desarrollo de los acontecimientos. Tres centurias de la Milicia que habian salido en plena noche para sorprender a otra banda, mucho mas potente y peligrosa que nosotros, que se ocultaba en el valle contiguo, irrumpieron, en una espectral alba de nieve, en nuestro refugio y me llevaron al valle como sospechoso. En los interrogatorios que siguieron preferi declarar mi condicion de <> porque pensaba que no habria podido justificar de otra manera mi presencia en aquellos lugares, demasiado apartados incluso para un <>, y juzgue (mal, como se vio despues) que admitir mi actividad politica habria supuesto la tortura y una muerte cierta. Como judio me enviaron a Fossoli, cerca de Modena, donde en un vasto campo de concentracion, antes destinado a los prisioneros de guerra ingleses y americanos, se estaba recogiendo a los pertenecientes a las numerosas categorias de personas no gratas al reciente gobierno fascista republicano. En el momento de mi llegada, es decir a finales de enero de 1944, los judios italianos en el campo eran unos ciento cincuenta pero, pocas semanas mas tarde, su numero llegaba a mas de seiscientos. En la mayor parte de los casos se trataba de familias enteras, capturadas por los fascistas o por los nazis por su imprudencia o como consecuencia de una delacion. Unos pocos se habian entregado espontaneamente, bien porque estaban desesperados de la vida de profugos, bien porque no tenian medios de subsistencia o bien por no separarse de algun pariente capturado; o tambien, absurdamente, para <>. Habia, ademas, un centenar de militares yugoslavos internados, y algunos otros extranjeros considerados politicamente sospechosos. La llegada de una pequena seccion de las SS alemanas habria debido levantar sospechas incluso a los mas optimistas, pero se llego a interpretar de maneras diversas aquella novedad sin extraer la consecuencia mas obvia, de manera que, a pesar de todo, el anuncio de la deportacion encontro los animos desprevenidos. El dia 20 de febrero los alemanes habian inspeccionado el campo con cuidado, habian hecho reconvenciones publicas y vehementes al comisario italiano por la defectuosa organizacion del servicio de cocina y por la escasa cantidad de lena distribuida para la calefaccion; habian incluso dicho que pronto iba a empezar a funcionar una enfermeria. Pero la manana del 21 se supo que al dia siguiente los judios iban a irse de alli. Todos, sin excepcion. Tambien los ninos, tambien los viejos, tambien los enfermos. A donde iban, no se sabia. Habia que prepararse para quince dias de viaje. Por cada uno que dejase de presentarse se fusilaria a diez. Solo una minoria de ingenuos y de ilusos se obstino en la esperanza: nosotros habiamos hablado largamente con los profugos polacos y croatas, y sabiamos lo que queria decir salir de alli. Para los condenados a muerte la tradicion prescribe un ceremonial austero, apto para poner en evidencia como toda pasion y toda colera estan apaciguadas ya, como el acto de justicia no representa sino un triste deber hacia la sociedad, tal que puede ser acompanado por compasion hacia la victima de parte del mismo ajusticiador. Por ello se le evita al condenado cualquier preocupacion exterior, se le concede la soledad y, si lo desea, todo consuelo espiritual; se procura, en resumen, que no sienta a su alrededor odio ni arbitrariedad sino la necesidad y la justicia y, junto con el castigo, el perdon. Pero a nosotros esto no se nos concedio, porque eramos demasiados, y habia poco tiempo, y ademas ?de que teniamos que arrepentirnos y de que ser perdonados? El comisario italiano dispuso, en fin, que todos los servicios siguieran cumpliendose hasta el aviso definitivo; asi, la cocina siguio funcionando, los encargados de la limpieza trabajaron como de costumbre, y hasta los maestros y profesores de la pequena escuela dieron por la tarde su clase como todos los dias. Pero aquella tarde a los ninos no se les puso ninguna tarea. Y llego la noche, y fue una noche tal que se sabia que los ojos humanos no habrian podido contemplarla y sobrevivir. Todos se dieron cuenta de ello, ninguno de los guardianes, ni italianos ni alemanes, tuvo el animo de venir a ver lo que hacen los hombres cuando saben que tienen que morir. Cada uno se despidio de la vida del modo que le era mas propio. Unos rezaron, otros bebieron desmesuradamente, otros se embriagaron con su ultima pasion nefanda. Pero las madres velaron para preparar con amoroso cuidado la comida para el viaje, y lavaron a los ninos, e hicieron el equipaje, y al amanecer las alambradas espinosas estaban llenas de ropa interior infantil puesta a secar; y no se olvidaron de los panales, los juguetes, las almohadas, ni de ninguna de las cien pequenas cosas que conocen tan bien y de las que los ninos tienen siempre necesidad. ?No hariais igual vosotras? Si fuesen a mataros manana con vuestro hijo, ?no le dariais de comer hoy? En la barraca 6 A vivia el viejo Gattegno, con su mujer y sus numerosos hijos y los nietos y los yernos y sus industriosas nueras. Todos los hombres eran lenadores; venian de Tripoli, despues de muchos y largos desplazamientos, y siempre se habian llevado consigo los instrumentos de su oficio, y la bateria de cocina, y las filarmonicas y el violin para tocar y bailar despues de la jornada de trabajo, porque eran gente alegre y piadosa. Sus mujeres fueron las primeras en despachar los preparativos del viaje, silenciosas y rapidas para que quedase tiempo para el duelo; y cuando todo estuvo preparado, el pan cocido, los hatos hechos, entonces se descalzaron, se soltaron los cabellos y pusieron en el suelo las velas funebres, y las encendieron siguiendo la costumbre de sus padres; y se sentaron en el suelo en corro para lamentarse, y durante toda la noche lloraron y rezaron. Muchos de nosotros nos paramos a su puerta y sentimos que descendia en nuestras almas, fresco en nosotros, el dolor antiguo del pueblo que no tiene tierra, el dolor sin esperanza del exodo que se renueva cada siglo. El amanecer nos ataco a traicion; como si el sol naciente se aliase con los hombres en el deseo de destruirnos. Los distintos sentimientos que nos agitaban, de aceptacion consciente, de rebelion sin frenos, de abandono religioso, de miedo, de desesperacion, desembocaban, despues de la noche de insomnio, en una incontrolable locura colectiva. El tiempo de meditar, el tiempo de asumir las cosas se habia terminado, y cualquier intento de razonar se disolvia en un tumulto sin vinculos del cual, dolorosos como tajos de una espada, emergian en relampagos, tan cercanos todavia en el tiempo y el espacio, los buenos recuerdos de nuestras casas. Muchas cosas dijimos e hicimos entonces de las cuales es mejor que no quede el recuerdo. Con la absurda exactitud a que mas adelante tendriamos que acostumbrarnos, los alemanes tocaron diana. Al terminar, Wieviel Stuck?, pregunto el alferez; y el cabo saludo dando el taconazo, y le contesto que las <> eran seiscientos cincuenta, y que todo estaba en orden; entonces nos cargaron en las camionetas y nos llevaron a la estacion de Carpi. Alli nos esperaba el tren y la escolta para el viaje. Alli recibimos los primeros golpes: y la cosa fue tan inesperada e insensata que no sentimos ningun dolor, ni en el cuerpo ni en el alma. Solo un estupor profundo: ?como es posible golpear sin colera a un hombre? Los vagones eran doce, y nosotros seiscientos cincuenta; en mi vagon eramos solo cuarenta y cinco, pero era un vagon pequeno. Aqui estaba, ante nuestros ojos, bajo nuestros pies, uno de los famosos trenes de guerra alemanes, los que no vuelven, aquellos de los cuales, temblando y siempre un poco incredulos, habiamos oido hablar con tanta frecuencia. Exactamente asi, punto por punto: vagones de mercancias, cerrados desde el exterior, y dentro hombres, mujeres, ninos, comprimidos sin piedad, como mercancias en docenas, en un viaje hacia la nada, en un viaje hacia alla abajo, hacia el fondo. Esta vez, dentro ibamos nosotros. Todo el mundo descubre, tarde o temprano, que la felicidad perfecta no es posible, pero pocos hay que se detengan en la consideracion opuesta de que lo mismo ocurre con la infelicidad perfecta. Los momentos que se oponen a la realizacion de uno y otro estado limite son de la misma naturaleza: se derivan de nuestra condicion humana, que es enemiga de cualquier infinitud. Se opone a ello nuestro eternamente insuficiente conocimiento del futuro; y ello se llama, en un caso, esperanza y en el otro, incertidumbre del manana. Se opone a ello la seguridad de la muerte, que pone limite a cualquier gozo, pero tambien a cualquier dolor. Se oponen a ello las inevitables preocupaciones materiales que, asi como emponzonan cualquier felicidad duradera, de la misma manera apartan nuestra atencion continuamente de la desgracia que nos oprime y convierten en fragmentaria, y por lo mismo en soportable, su conciencia. Fueron las incomodidades, los golpes, el frio, la sed, lo que nos mantuvo a flote sobre una desesperacion sin fondo, durante el viaje y despues. No el deseo de vivir, ni una resignacion consciente: porque son pocos los hombres capaces de ello y nosotros no eramos sino una muestra de la humanidad mas comun. Habian cerrado las puertas en seguida pero el tren no se puso en marcha hasta por la tarde. Nos habiamos enterado con alivio de nuestro destino. Auschwitz: un nombre carente de cualquier significado entonces para nosotros pero que tenia que corresponder a un lugar de este mundo. El tren iba lentamente, con largas paradas enervantes. Desde la mirilla veiamos desfilar las altas rocas palidas del valle del Adige, los ultimos nombres de las ciudades italianas. Pasamos el Breno a las doce del segundo dia y todos se pusieron en pie pero nadie dijo una palabra. Yo tenia en el corazon el pensamiento de la vuelta, y se me representaba cruelmente cual deberia ser la sobrehumana alegria de pasar por alli otra vez, con unas puertas abiertas por donde ninguno desearia huir, y los primeros nombres italianos... y mirando a mi alrededor pensaba en cuantos, de todo aquel triste polvo humano, podrian estar senalados por el destino. Entre las cuarenta y cinco personas de mi vagon tan solo cuatro han vuelto a ver su hogar; y fue con mucho el vagon mas afortunado. Sufriamos de sed y de frio: a cada parada pediamos agua a grandes voces, o por lo menos un punado de nieve, pero en pocas ocasiones nos hicieron caso; los soldados de la escolta alejaban a quienes trataban de acercarse al convoy. Dos jovenes madres, con sus hijos todavia colgados del pecho, gemian noche y dia pidiendo agua. Menos terrible era para todos el hambre, el cansancio y el insomnio que la tension y los nervios hacian menos penosos: pero las noches eran una pesadilla interminable. Pocos son los hombres que saben caminar a la muerte con dignidad, y muchas veces no aquellos de quienes lo esperariamos. Pocos son los que saben callar y respetar el silencio ajeno. Nuestro sueno inquieto era interrumpido frecuentemente por rinas ruidosas y futiles, por imprecaciones, patadas y punetazos lanzados a ciegas para defenderse contra cualquier contacto molesto e inevitable. Entonces alguien encendia la lugubre llama de una velita y ponia en evidencia, tendido en el suelo, un revoltijo oscuro, una masa humana confusa y continua, torpe y dolorosa, que se elevaba aca y alla en convulsiones imprevistas subitamente sofocadas por el cansancio. Desde la mirilla, nombres conocidos y desconocidos de ciudades austriacas, Salzburgo, Viena; luego checas, al final, polacas. La noche del cuarto dia el frio se hizo intenso: el tren recorria interminables pinares negros, subiendo de modo perceptible. Habia nieve alta. Debia de ser una via secundaria, las estaciones eran pequenas y estaban casi desiertas. Nadie trataba ya, durante las paradas, de comunicarse con el mundo exterior: nos sentiamos ya <>. Hubo entonces una larga parada en campo abierto, despues continuo la marcha con extrema lentitud, y el convoy se paro definitivamente, de noche cerrada, en mitad de una llanura oscura y silenciosa. Se veian, a los dos lados de la via, filas de luces blancas y rojas que se perdian a lo lejos; pero nada de ese rumor confuso que anuncia de lejos los lugares habitados. A la luz misera de la ultima vela, extinguido el ritmo de las ruedas, extinguido todo rumor humano, esperabamos que sucediese algo. Junto a mi habia ido durante todo el viaje, aprisionada como yo entre un cuerpo y otro, una mujer. Nos conociamos hacia muchos anos y la desgracia nos habia golpeado a la vez pero poco sabiamos el uno del otro. Nos contamos entonces, en aquel momento decisivo, cosas que entre vivientes no se dicen. Nos despedimos, y fue breve; los dos al hacerlo, nos despediamos de la vida. Ya no teniamos miedo. Nos soltaron de repente. Abrieron el porton con estrepito, la oscuridad resono con ordenes extranjeras, con esos barbaros ladridos de los alemanes cuando mandan, que parecen dar salida a una rabia secular. Vimos un vasto anden iluminado por reflectores. Un poco mas alla, una fila de autocares. Luego, todo quedo de nuevo en silencio. Alguien tradujo: habia que bajar con el equipaje, dejarlo junto al tren. En un momento el anden estuvo hormigueante de sombras: pero teniamos miedo de romper el silencio, todos se agitaban en torno a los equipajes, se buscaban, se llamaban unos a otros, pero timidamente, a media voz. Una decena de SS estaban a un lado, con aire indiferente, con las piernas abiertas. En determinado momento empezaron a andar entre nosotros y, en voz baja, con rostros de piedra, empezaron a interrogarnos rapidamente, uno a uno, en mal italiano. No interrogaban a todos, solo a algunos. <> y segun la respuesta nos senalaban dos direcciones diferentes. Todo estaba silencioso como en un acuario, y como en algunas escenas de los suenos. Esperabamos algo mas apocaliptico y aparecian unos simples guardias. Era desconcertante y desarmante. Hubo alguien que se atrevio a preguntar por las maletas: contestaron: <>; otro no queria separarse de su mujer: dijeron <>; muchas madres no querian separarse de sus hijos: dijeron <>. Siempre con la tranquila seguridad de quien no hace mas que su oficio de todos los dias; pero Renzo se entretuvo un instante de mas al despedirse de Francesca, que era su novia, y con un solo golpe en mitad de la cara lo tumbaron en tierra; era su oficio de cada dia. En menos de diez minutos todos los que eramos hombres utiles estuvimos reunidos en un grupo. Lo que fue de los demas, de las mujeres, de los ninos, de los viejos, no pudimos saberlo ni entonces ni despues: la noche se los trago, pura y simplemente. Hoy sabemos que con aquella seleccion rapida y sumaria se habia decidido de todos y cada uno de nosotros si podia o no trabajar utilmente para el Reich; sabemos que en los campos de Buna-Monowitz y Birkenau no entraron, de nuestro convoy, mas que noventa y siete hombres y veintinueve mujeres y que de todos los demas, que eran mas de quinientos, ninguno estaba vivo dos dias mas tarde. Sabemos tambien que por tenue que fuese no siempre se siguio este sistema de discriminacion entre utiles e improductivos y que mas tarde se adopto con frecuencia el sistema mas simple de abrir los dos portones de los vagones, sin avisos ni instrucciones a los recien llegados. Entraban en el campo los que el azar hacia bajar por un lado del convoy; los otros iban a las camaras de gas. Asi murio Emilia, que tenia tres anos; ya que a los alemanes les parecia clara la necesidad historica de mandar a la muerte a los ninos de los judios. Emilia, hija del ingeniero Aldo Levi de Milan, que era una nina curiosa, ambiciosa, alegre e inteligente a la cual, durante el viaje en el vagon atestado, su padre y su madre habian conseguido banar en un cubo de zinc, en un agua tibia que el degenerado maquinista aleman habia consentido en sacar de la locomotora que nos arrastraba a todos a la muerte. Desaparecieron asi en un instante, a traicion, nuestras mujeres, nuestros padres, nuestros hijos. Casi nadie pudo despedirse de ellos. Los vimos un poco de tiempo como una masa oscura en el otro extremo del anden, luego ya no vimos nada. Emergieron, en su lugar, a la luz de los faroles, dos pelotones de extranos individuos. Andaban en formacion de tres en tres, con extrano paso embarazado, la cabeza inclinada hacia adelante y los brazos rigidos. Llevaban en la cabeza una gorra comica e iban vestidos con un largo balandran a rayas que aun de noche y de lejos se adivinaba sucio y desgarrado. Describieron un amplio circulo alrededor de nosotros, sin acercarsenos y, en silencio, empezaron a afanarse con nuestros equipajes y a subir y a bajar de los vagones vacios. Nosotros nos mirabamos sin decir palabra. Todo era incomprensible y loco, pero habiamos comprendido algo. Esta era la metamorfosis que nos esperaba. Manana mismo seriamos nosotros una cosa asi. Sin saber como, me encontre subido a un autocar con unos treinta mas; el autocar arranco en la noche a toda velocidad; iba cubierto y no se podia ver nada afuera pero por las sacudidas se veia que la carretera tenia muchas curvas y cunetas. ?No llevabamos escolta? ?...tirarse afuera? Demasiado tarde, demasiado tarde, todos vamos hacia <>. Por otra parte, nos habiamos dado cuenta de que no ibamos sin escolta: teniamos una extrana escolta. Era un soldado aleman erizado de armas; no lo vemos porque hay una oscuridad total, pero sentimos su contacto duro cada vez que una sacudida del vehiculo nos arroja a todos en un monton a la derecha o a la izquierda. Enciende una linterna de bolsillo y en lugar de gritarnos <> nos pregunta cortesmente a uno por uno, en aleman y en lengua franca, si tenemos dinero o relojes para darselos: total, no nos van a hacer falta para nada. No es una orden, esto no esta en el reglamento: bien se ve que es una pequena iniciativa privada de nuestro caronte. El asunto nos suscita colera y risa, y una extrana sensacion de alivio. En el fondo El viaje duro solo una veintena de minutos. Luego el autocar se detuvo y vimos una gran puerta, y encima un letrero muy iluminado (cuyo recuerdo todavia me asedia en suenos): ARBEIT MACHT FREI, el trabajo nos hace libres. Bajamos, nos hacen entrar en una sala vasta y vacia, ligeramente templada. !Que sed teniamos! El debil murmullo del agua en los radiadores nos enfurecia: hacia cuatro dias que no bebiamos. Y hay un grifo: encima un cartel donde dice que esta prohibido beber porque el agua esta envenenada. Estupideces, a mi me parece evidente que el cartel es una burla, <> saben que nos morimos de sed y nos meten en una sala, y hay alli un grifo, y Wassertrinken verbotten. Yo bebo, e incito a mis companeros a hacerlo, pero tengo que escupir, el agua esta tibia y dulzona, huele a cienaga.

  • Lagrimas de angel (Serie Extrarradio, #1), Juani Hernandez de Juani Hernandez

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  • Sabor de amor (Carta de sabores 1) de Dacar Santana

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    Primer libro de la serie <>.
    La romantica historia de amor de Simonetta Copano.

  • La casa del arroyo de Conchi Aragon

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    <thriller cuyas claves se encuentran en los secretos que esconden los vecinos de un pequeno pueblo>>

  • Jugando con fuego 3 de Tanatos 12

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    Tercera entrega de esta historia en la que, desde un primer momento, Pablo se vera sorprendido por una Maria que muestra una gran entereza a pesar de lo vivido en casa de Alvaro.

  • La magia de la realidad de Richard Dawkins

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  • Estrellas en los ojos de Lia Fd

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    Iria se crio jugando entre las telas de los vestidos de novia en la tienda de su tia. Ahora ella es la propietaria de este negocio y lo compagina con su carrera de disenadora, que empieza a despegar.
    Es feliz con su vida sino fuera por la pesada de su madre que insiste en que encuentre marido y se ha empenado en hacer de Celestina. Un desfile que le absorbe mas horas de las que tiene; un atractivo hombre que aparece en la tienda en el momento mas (in)oportuno, y quien la hara cometer mas de una locura. Sin olvidar todos esos mensajes que recibe y que la hacen suspirar deseando mas.

  • Doble distraccion de Hugo Sanz

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    ?Que era esa maldita chicharra que estaba sonando? Debia ser una pesadilla. No, peor, era el despertador... La pesadilla vendria una vez que abriera los ojos... Mire a mi alrededor y cada uno de los rincones de nuestro dormitorio me seguia recordando a Cesar. Del galan de noche aun pendia su camisa preferida como si fuese a salir del bano, con su sempiterna sonrisa, y a colocarsela. Seis meses habian pasado desde su fatidico fallecimiento, seis meses desde que el Registro Civil me habia otorgado un nuevo estado civil, el de viuda, que me pesaba como una losa. ?Que habia pasado con mi vida? Veintisiete anitos, modelo profesional hasta los veinticuatro que lo conoci y de repente, ni marido, ni vida social, ni perrito que me ladrara. Necesitaba beber agua. Me llamaba la atencion aquella sequedad de boca matutina que me asaltaba en cuanto abria los ojos; una manifestacion mas del miedo que sentia de enfrentarme al nuevo dia. ?En que momento me volvi cobarde? Yo, que siempre llevaba el liderazgo en la sangre... Si mi padre me viera asi, recien levantada, no me reconoceria; es mas, creo que adoptaria voz de sargento de artilleria y me obligaria a la voz del "ya" a salir del ostracismo en el que la vida me habia metido y del que yo me mostraba incapaz de escapar. Y ahora... ahora me costaba hasta ponerme de pie por las mananas. No en vano, el insomnio se habia empenado en ser mi companero nocturno y alli no habia quien pegara un ojo. Y no venia solo, no, sino que le acompanaban sus amigas la tristeza, la desazon y la melancolia. Los cinco jugabamos una especie de partidas de cartas nocturnas a las que yo no les veia el fin. Por esa razon, era habitual que no conciliara el sueno hasta las cinco de la manana y que, cuando sonara el despertador, me quisiera morir. Aquel dia tocaba psicologo. No voy a negar que Eugenio me estaba ayudando un poco e incluso que en las ultimas semanas hubiera esbozado un par de sonrisas gracias a sus consejos. Dos sonrisas que, como no podria ser de otra manera, iban dedicadas a los dos hombrecitos de mi vida; mis hijos, Epi y Blas. Si, si, no es un chiste, semejante combinacion tiene un porque y yo lo voy a contar... Mi suegro, Epifanio, estaba empecinado en que uno de los gemelos se llamara como el y yo, que entonces todavia no conocia su doble cara y lo manipulador que podia llegar a ser, accedi de buen grado. Pero, asi las cosas, me parecio que era justo que mi padre recibiera el mismo privilegio y, como el hombre se llama Blas, pues eso... !ya estaba el lio! Mis principes identicos, rubios y de ojos verdes, como era Cesar. Que legado tan maravilloso me habia dejado, pero cuanto dolor me generaba a la vez... Posar la mirada en ellos significaba reconocer en cada pliegue de su infantil piel un detalle de papa... Su papa, mi querido Cesar. Como olvidar el dia en que nos conocimos... el modelaje en aquellos meses estaba un poco flojo y, por mediacion de mi amiga Celia, comence a trabajar en la seccion de perfumeria de El Corte Ingles. El primer dia que lo vi venir con su traje oscuro de linea desenfadada y con aquella camisa con los dos ultimos botones cuidadosamente desabrochados, crei enamorarme. Un outfit que completaba con unos zapatos italianos de esos que hay que tener varios ceros en la cuenta corriente si quieres coleccionar. Puedo prometer que lo que tuviera en la mencionada cuenta, era lo que menos me importaba. A mi lo que de verdad me emocionaba era lo que tenia alojado en su caja toracica; un corazon que no le cabia en el pecho de grande. El mismo corazon que se le habia resquebrajado, provocandole un infarto que lo habia hecho pasar a otra vida con solo treinta y cinco anitos. ?Las razones? Una patologia previa, decian... Para mi que mas bien se trataba de un estallido por presion, unas presiones familiares que lo habian apartado de mi lado irremediablemente y para siempre. Cesar era cirujano en la clinica que habia fundado su padre anos atras. Epifanio se habia hecho asi mismo, pero, cuando las cosas le empezaron a ir bien en la vida, se empodero de tal modo que jamas recordo de donde venia, despreciando a todo aquel que no tuviera una cartera como la suya. Entre esos mortalitos que el calificaba de "piojos hartos de pan" se encontraba una servidora, por lo que jamas fui santo de su devocion. Es mas, con un padre fontanero y una madre que limpiaba el colegio en el que yo misma estudie de pequena, Epifanio me califico de interesada, de cazafortunas y no se de cuantas maldades mas... Frio como un tempano, ese hombre no conocia los sentimientos ni nada que se le pareciera, por lo que la preciosa historia de amor que vivimos Cesar y yo no era para el mas que un calenton que debia ser abortado a tiempo. Ni que decir tiene que no solo no consiguio abortar la historia, sino tampoco impedir que nacieran nuestros gemelos, de los que me quede embarazada a los seis meses de conocer a Cesar. Fue entonces cuando decidimos casarnos, aunque la boda hubiera llegado en breve de todos modos, para disgusto de mi suegro. Piruetas y mas piruetas fueron las que hizo ese hombre para intentar convencer a su hijo de que yo firmara un contrato prematrimonial que me dejara con una mano delante y otra detras en el caso de que me divorciara e incluso tambien si algun dia el faltaba... El faltaba, si, si, que me faltaba; Cesar me faltaba cada vez que inspiraba aire... Huelga decir que mi marido se nego en rotundo a dejarme completamente desprotegida en cualquiera de esas situaciones. No es que yo fuera una crapula, ni mucho menos, pero el siempre comentaba que tan validos eran sus ingresos como los mios, pues a ambos nos costaba el mismo trabajo ganar el dinero. Y es que, en cuanto los gemelos tuvieron un anito de edad, yo volvi al tajo, abriendome en este caso paso en el mundo de la moda. El que yo regentaba era un negocio de corseteria sito en pleno barrio de Salamanca. El local fue un regalo de Cesar, que me tendio asi una mano para que pudiera comenzar en ese ambito con mayor solidez. Recuerdo aquellos dias previos a la apertura del negocio en los que venia enflechado a comprobar mis avances. !!Si hasta una noche se ofrecio a ayudar a los albaniles a colocar el mostrador!! Y lo hizo con tan mala fortuna que su padre entro en esos momentos por la puerta. Con mirada iracunda, le recordo que "dos que duermen en el mismo colchon se vuelven de la misma condicion". Semejante frase, acompanada de su socarrona sonrisa, venia a decir que, ya que no me consideraba digna de elevar mi status, quiza yo tuviera la habilidad de hacer de su hijo un desgraciado. ?Quien habria mas desgraciado que el? Bueno, se me ocurria una persona, su mujer, Andrea, que llevaba toda la vida siendo victima de sus maldades. Andrea era la abuela mas amorosa del mundo junto con mi madre, Belen. A escondidas de su marido, a quien temia mas que a un toro de miura, muchas veces le aconsejo a su hijo que dejara la clinica familiar y aceptara un puesto de trabajo en cualquier otra. "Con lo buen cirujano que eres, a ti no te va a faltar el pan y asi le das a tu padre una cura de humildad", solia decirle. Ojala Cesar le hubiera hecho caso, pero su sentido de la lealtad le pudo y permanecio al pie del canon. En los ultimos tiempos, a Epifanio se le habia metido entre ceja y ceja que el negocio deberia generar unos dividendos todavia mayores y empezo a apretar el cuello de su hijo. Su idea era rentabilizar aun mas los quirofanos, lo que supuso un plus de trabajo que termino llevando a Cesar al limite en forma de estres continuado. Un primer sorbo al cafe y mi melodia favorita que sonaba... --!!Mama, mama!! --chillaban los gemelos que venian haciendo el gesto de que querian desayunar. Mis ninos, mi vida, mi motor y mis limitas sordas que eran capaces de comerme a mi por los pies si no veian nada mas aparente. --?Donde esta lo mas bonito del mundo? --les pregunte. --!!Aqui!! --Senalaron hacia ellos mismos y empezaron a reirse. ?Que seria de mi sin mis dos cascabelitos locos? Con tres anos recien cumplidos todavia iban a la guarderia. En septiembre ya empezarian el cole porque, como ellos decian, ya eran "grandes". --Venga, pues ahora a desayunar que mami tiene que ir a trabajar y Epi y Blas a la guarde. --Mama, ayer le pegamos a un nino en la guarde y hoy le vamos a pegar tambien. --!!Epi!! ?Que estas diciendo? Hijo mio, ni se te ocurra, ?eh? ?Que te ha dicho mama sobre eso de pegar? --Que esta muy feo, pero es que me dijo que Epi y Blas no son ninos, que son dos munecos, que se lo habia dicho su hermana. --Bueno, hay dos munecos que se llaman asi, es verdad. Mama los veia en la tele cuando era pequenita, pero tambien son ninos... --Pues yo no quiero ser un muneco. --Cruzo los brazos Blas. --Ya ese nino no nos lo va a decir mas. --Gesticulo Epi con la mano alzada. --!!!Epi!!! --le reprendi...

  • El circulo de Pilar F. Rivas

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    El periodista del NY Times, Michael Montgomery, recibe un extrano sobre procedente de un bufete de abogados en Suiza. Su padre acaba de fallecer y, cumpliendo con su ultima voluntad, se le envia una memoria USB de su propiedad, en donde se le hace saber quien fue el director de la pelicula, emitida la noche del 21 de julio de 1969 en lo que se considero como un riguroso directo al mundo entero, y se le asegura que, con independencia de que el alunizaje tuviera o no lugar, esa persona se encargo de rodar dichas escenas bajo la supervision de la CIA y de la Casa Blanca.

  • En el oscuro bosque de Sandara de Yaiza Castro

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    Los habitantes del remoto valle de Sandara sufren, desde hace decadas, extranos ataques de un ser al que ellos llaman la Bestia. La llegada de un joven detective ingles, Alan Wood, al valle para investigar dichos actos, despierta los recelos entre sus habitantes, habituados a esconder secretos demasiado oscuros. Las agresiones, sumadas a la desaparicion de una joven, hacen que el detective se involucre por completo en un misterio que tiene mas aristas de lo que parece en un principio. Los pactos de silencio y los mas terribles secretos hasta ahora escondidos con celo empezaran a desvelarse, asi como la imponente presencia de una chica a la que todas recuerdan pero nadie nombra, por miedo, o… para protegerla.

  • Azul Venezia de Marina G. Torrus

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  • Limonov de Emmanuel Carrere

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    <>, advierte Emmanuel Carrere. Esta novela biografica o biografia novelada reconstruye la vida de un personaje real que parece surgido de la ficcion. Un personaje desmesurado y estrafalario, con una peripecia vital casi inverosimil, que le permite al autor trazar un contundente retrato de la Rusia de los ultimos cincuenta anos y al mismo tiempo aventurarse en una indagacion deslumbrante sobre las paradojas de la condicion humana. Poeta y pendenciero en su juventud, Limonov frecuento los circulos clandestinos de la disidencia en la Union Sovietica, se vio obligado a exiliarse y aterrizo en Nueva York, donde vivio como un vagabundo, fue mayordomo de un millonario y escribio novelas autobiograficas.

  • La luz de tu mirada de Amber Lake

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    ?Es suficiente la dulzura para llegar a un corazon?