• el secreto de las siete chimeneas - Maria Sala

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    Sara tiene once anos y reside en un barrio Madrileno de clase media junto a su familia. Le encanta comer pizza los domingos, jugar con sus amigos y hacer rabiar a su hermana mayor. Su vida transcurre con total normalidad hasta que una tarde su padre muere frente a ella. Este suceso lo cambia todo: la pequena deja de hablar y se encierra en si misma.

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  • el secreto de las siete chimeneas - maria sala - Casa del ...

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  • El secreto de las siete chimeneas - El Rincón de la Novela ...

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  • EL SECRETO DE LAS SIETE CHIMENEAS - SALA MARÍA

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    Información del libro. GéneroRomántica, erótica; EditorialROMANTIC EDICIONES CB; Año de edición2015; ISBN9788494373718; ISBN digital9788494373718 ...

  • EL SECRETO DE LAS SIETE CHIMENEAS (EBOOK) - Agapea

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  • El secreto de las siete chimeneas - Libros De Mario

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  • El secreto de las siete chimeneas - Romantic Ediciones

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  • El secreto de las siete chimeneas by Maria Sala - Goodreads

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    Está autora realmente logro capturar tantas cosas en un solo libro, dos historias mezcladas en perfecta sintonía. UNA PROTAGONISTA FUERA DE LO COMÚN. Me encantó ...

  • Reseña El secreto de las siete chimeneas - María Sala

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    27 ago 2015 — Así que si os gustan las historias de amor y los libros que tratan las intrigas familiares, este es vuestro libro porque os va a encantar. Aun ...

  • Madre hay mas que una de Samanta Villar

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    Cuando Samanta Villar tomo la decision de ser madre, resulto que era demasiado mayor segun los parametros medicos. No solo eso, sino que posteriormente descubrio que era infertil. Pero su voluntad de ser madre prevalecio y tras cuatro anos e innumerables fracasos, logro quedarse embarazada gracias a una donacion de ovulos. A partir de aqui, la gran pregunta, la pregunta que cualquiera dispuesta a traer un hijo al mundo se hace, ?que significa ser madre?
    Gracias a su propio testimonio y al de otras muchas mujeres y parejas que, como ella, decidieron tener un hijo, este libro nos acompana durante el proceso de gestacion y nos da una vision nada idilica pero honesta y real de la maternidad, de las miles de decisiones que deben tomarse, del sentido de responsabilidad y del vinculo inquebrantable que poco a poco, dia a dia, va creandose entre ese hijo y su madre.

  • Lagrimas de angel (Serie Extrarradio, #1), Juani Hernandez de Juani Hernandez

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  • Un hombre al mando de Laurelin Paige

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    Tenia el brazo levantado y el movil en la mano mientras buscaba cobertura cuando lo oi. Un maullido leve. El tipico sonido de un gatito en apuros. Aguce el oido y examine a mi alrededor. Detras de mi, cuatro estructuras con forma de silo se erigian apinadas. Abajo, el bar de la azotea bullia de actividad. Enfrente, el Empire State atraia todas las miradas, resplandeciente con los colores del arcoiris (en honor a la manifestacion en favor del colectivo LGBTQ, convocada para ese fin de semana), pero el exceso de luces centelleantes de discoteca del local hacia palidecer la atraccion turistica. Habia mucho barullo, una de las razones por las que me habia escabullido a la parte mas alta del edificio: queria hacer una llamada. El otro motivo que me habia empujado a subir a la azotea era que todavia no habia conseguido que en mi pantalla apareciera mas de una raya de cobertura. Los maullidos, conclui, debian de proceder de los depositos, sirvieran para lo que sirvieran. Imagine que hacian las veces de trastero para guardar objetos mecanicos para el edificio: para el sistema electrico, el aire acondicionado y vete a saber que mas. Algun arquitecto de esos de prestigio habia decidido, por alguna razon, que unas torres cilindricas de un tono bronce con tapas que parecian un sombrero conico asiatico eran el mejor modo de hacer que el material industrial quedara mas bonito. De verdad, la ultima moda en diseno de la ciudad de Nueva York escapaba a mi entendimiento. Para mi, tenian una pinta rarisima. Ademas, los habian colocado en la parte mas alta de un edificio de sesenta plantas, de modo que la probabilidad de que hubiera oido a un gatito extraviado era bastante infima. De todas formas, el ruidito habia cesado. Es probable que hubiera sido el chirrido de un generador o que me lo hubiese imaginado. Volvi a centrarme en el movil. Dos rayas si me situaba en esa direccion. Termine de subir los tres escalones que faltaban para llegar por fin a la planta superior. !Tres rayas! Con eso bastaria. Pero... volvi a oir al gatito. Otra vez. Y otra. Quedaba descartado que fuera algo mecanico. Baje la mano con la que sostenia el telefono y empece a rodear uno de los depositos. Si no se trataba de un gato (porque tan arriba no podia ser, ?no?), ?que era entonces? ?Esos ruidos los podian hacer las ratas? Solo de pensarlo me puse a temblar. Lo cierto es que no tenia ningun motivo para ponerme a buscar de donde procedia el sonido. Pero ?y si era un gatito? Quiza los del bar hipster de abajo tenian uno aqui en la azotea para que mantuviera a raya a los ratones. No era una idea tan descabellada y me empezo a picar la curiosidad, asi que, en contra de lo que me dictaba el instinto, segui rodeando el segundo deposito. De pronto, me quede petrificada. Aquel ruidito no lo emitia un animal, sino una mujer. Se encontraba a unos cinco metros y apoyaba la espalda en la pared de ladrillos de una chimenea al otro lado de los depositos. Tenia los ojos cerrados, llevaba un vestido de fiesta remangado por la cadera y los sonidos que emitia eran gemidos de placer, no de sufrimiento. Segun parecia, se los estaba provocando el hombre situado delante de ella. En concreto, su mano, que se movia entre sus piernas. Y !uf!, a juzgar por la expresion de la mujer, el hombre sabia lo que hacia. Retrocedi con sigilo y a toda velocidad mientras rodeaba el deposito y solte el aire despacio. No sabia si echarme a reir o... bueno. ?Es que que otra reaccion iba a tener, si no? Desde luego, el cosquilleo instantaneo de excitacion que se me habia despertado entre los muslos no era la respuesta adecuada. Vamos, que lo mejor era reirse. Me rei en silencio, para no molestar a los <>. Sin embargo, cuando el impulso de tomarmelo con humor se desvanecio, el cosquilleo seguia ahi. Hacia mucho tiempo desde la ultima vez que habia echado un polvo. La ultima relacion seria que habia tenido termino en verano, y luego busque un clavo que sacara a otro calvo durante el fin de semana de Halloween, pero, desde entonces, nada... y estabamos a principios de septiembre. !Madre mia, pero si ya casi hacia un ano! No me extranaba que sintiera tanta curiosidad por aquel par de desconocidos que se metian mano en un rincon apartado de la juerga en la azotea. La excitacion indirecta era demasiado tentadora. Sin hacer ruido, rodee el deposito de puntillas con el cuerpo pegado al edificio. Solo queria... echar una miradita. Guau. Esta segunda vez, la escena era tan sensual como la primera. Mas incluso ahora, que la mujer empujaba las caderas hacia la mano de el. La forma en que el hombre le sostenia las manos por encima de la cabeza, el hecho de que no se estuvieran besando, que los unicos puntos de union entre sus cuerpos fueran la mano de el que le agarraba las munecas y la otra metida entre sus piernas, constituian un espectaculo obsceno, lisa y llanamente. Y cuando ella solto otro gemido, por poco no se me escapo uno a mi tambien. Tome nota mental: <>. Tanto, que habia olvidado por completo la razon por la que habia subido a la azotea. Tanto, que me palpitaba la entrepierna. Tanto, que ni se me ocurrio esconderme cuando la mujer profirio un ultimo grito ahogado y se estremecio al llegar al orgasmo. Era evidente que aquel era el preciso instante en que deberia haberme ido. Bueno, vale, deberia haberme ido antes, pero como no lo habia hecho, el momento era ese. Sin embargo, me quede ahi, pasmada por la actitud indiferente con la que el hombre se saco un panuelo de un bolsillo interior del esmoquin y se limpio la mano antes de metersela en el bolsillo. Ni siquiera se lo ofrecio a la mujer. No fui la unica que se dio cuenta. Ella puso mala cara mientras se recolocaba el vestido, pero enseguida recupero la sonrisa. Se echo la melena castana por encima del hombro (oscura, pero no tanto como la mia), se acerco a el y le toco la entrepierna. --Va, Eden, que tu ya has terminado... --Aunque no alcanzaba a oirlo todo desde mi escondite privilegiado, si que vi con claridad que el le apartaba la mano. --Pero tu no --dijo ella entre susurros. El la miro fijamente unos segundos. Ojala hubiera estado de cara a mi para poder ver su expresion. Oye, que complicado era espiar a gente que no cooperaba. --No te esfuerces --repuso al final. Una negativa, clara como el agua. No necesite verle el rostro para saberlo--. La unica razon por la que he hecho que te corrieras ha sido para que me dejes en paz. <>. !Menudo imbecil, el tio! Bueno, o quiza no. Habia que tener en cuenta que, antes de rechazarla, le habia provocado lo que, a todas luces, habia sido un orgasmo de calidad excepcional. Claro que carecia de la informacion necesaria para formarme una opinion a partir de lo que habia visto. Pero era dificil no figurarme los detalles de la situacion mientras observaba la escena como quien come palomitas, y, en mi imaginacion, al tipo se le daba tan bien follar como tener los modales de un autentico imbecil. La experiencia me habia ensenado que ambas caracteristicas iban de la mano. Eden se aclaro la garganta, pero parecia que sabia cuando retirarse: --Tu te lo pierdes. Sabes perfectamente que te trato muy bien. --Si, exacto. Ese es el problema. Madre mia, menudo cabron. Era el tipico tio que necesitaba poner distancia. El tipico que solo se enrollaba contigo una vez y si te he visto no me acuerdo. Recorde que habia alquilado el bar de abajo entero, en la azotea, para celebrar una fiesta con invitados de clase alta, y lo cale: un ricachon arrogante que se creia que tenia privilegios. Todo un casanova, vamos. Lo mejor que Eden podia hacer era salir disparada en direccion contraria. Se le borro la sonrisa. Irguio la espalda y lo fulmino con la mirada. --Eres un imbecil. <>. El casanova se encogio de hombros. --Ya te lo adverti. --Me avisaste, pero sabias que, al hacerlo, darias ni mas ni menos que la imagen contraria. Mira, ?sabes que? Te mereces estar tan amargado. Parecia que estaba a punto de irse, lo que significaba que yo debia salir por patas, pero vacile al ver que el alargaba la mano y la agarraba del brazo. --Espera, Eden. La expresion de esta se suavizo, aliviada, como si hubiera deseado que el la detuviera. Yo tambien sabia lo que era albergar esa esperanza. Ademas, estaba bastante segura de que Eden sabia donde se metia cuando se habia enrollado con este cabron, pero, aun asi, me costaba no empatizar. Le solto el brazo y le acaricio el rostro. Y, justo cuando creia que el casanova quiza no estaba tan mal, espeto: --Limpiate antes de bajar. Se te ha corrido el rimel. Eden se aparto de golpe y, sin mediar palabra, se fue echa una furia. Una furia que venia derechita hacia mi. <>. Sali disparada y rodee el deposito lo suficiente para que no me viera cuando bajara las escaleras, pero no tanto como para que don imbecil me viera desde el otro lado. Entonces, espere mientras trataba de oir sus pisadas para saber cuando podria salir de mi escondite. Por lo visto, el cabron caminaba de forma muy silenciosa, porque no se oia ni una mosca. Asi que me puse a contar hasta doscientos, solo para estar segura de que habia pasado el tiempo suficiente. Y me pase de los doscientos tambien, porque perdi la cuenta un par de veces cuando me asalto una imagen de la escena tan sensual con la que me habia encontrado. Sin duda, en la lista de pendientes debia anadir <>. No podia seguir asi. Al fin, asome la cabeza por donde lo habia visto la ultima vez. No habia nadie. Avance unos pasos para asegurarme. No estaba en ninguna parte. Suspire, aliviada. --?Buscas a alguien? Di un bote al oir la voz a mi espalda. Gire sobre los talones y lo vi de pie, entre las sombras, donde habia estado escondida hacia tan solo unos segundos. Era imposible que supiera que yo estaba alli. Imposible. Igual de imposible que que supiera que los habia visto. Llegue a esas conclusiones en un instante, de modo que me hice la inocente: --Me habia parecido oir a un animal. Un gatito atrapado. Solo estaba echando un vistazo. <>. --Un gato. En la azotea de un edificio de sesenta plantas. --No se lo creyo, como era logico. --Ya, a mi tambien me parecia raro. Por eso estaba echando un vistazo. --Aja. Estaba tan nerviosa que me habia puesto a sudar. Tenia muy presente que habia venido a la fiesta haciendome pasar por quien no era y, aunque no habia ninguna razon para que este tipo lo pusiera en duda, la posibilidad habia hecho que me pusiera en guardia. Pero eso no tenia por que ser positivo per se. Porque deberia haber defendido mi version (era la verdad, al fin y al cabo) y haberme largado. El seguia entre las sombras, con el rostro oculto en la oscuridad. Tampoco es que fuera a tratar de impedirmelo. Con todo, esas dos silabas encerraban una provocacion, un reto implicito, y quien me conocia sabia que yo no era de las que salian corriendo ante un desafio. Di un paso adelante para acercarme. --?Aja? ?Aja, que? ?Que quieres decir con eso? ?No me crees? Se encogio de hombros con la misma indiferencia que le habia demostrado a Eden. --Aja solo quiere decir aja. --Ah. --Quiza me lo habia imaginado. Toda esta odisea habia sido un error. ?Por que habia creido que seria capaz de hacerlo sin perder los papeles? Tal vez era el tipo de persona que no se achicaba ante un desafio, pero tampoco era estupida, y haber venido a esta fiesta habia sido una absoluta insensatez. Ademas, estaba imaginando conflictos donde no los habia--. Bueno, pues... --dije y me di la vuelta para alejarme de ese hombre misterioso. Del mismo modo que habia alargado la mano para detener a Eden, elevo la voz para detenerme a mi. --?Sabes? Creo que has venido a echar un vistazo porque has oido algo y luego te has topado con otra cosa. Y en vez de irte..., has preferido quedarte. Gire sobre mis talones de nuevo. --No me he... --perdi el hilo de golpe. Habia salido de las sombras y ahora, por primera vez, le vi la cara. Y era impresionante. Impresionante nivel: te quedabas sin respiracion. Impresionante nivel: braguitas chorreando. No me extranaba que Eden se hubiera muerto del gusto con el. Los hombres normales y corrientes no eran asi. Este era como un modelo de portada de revista. Si me hubiesen obligado a describirlo, no habria sido capaz de decir que lo hacia tan atractivo. Todo. La forma en la que encajaban sus rasgos. Los pomulos marcados. La mandibula cincelada y manifiesta bajo una barba castana, cuidada y corta. Los ojos... (habia demasiada poca luz para identificar el color, pero estaban colocados en el lugar perfecto). Y, aunque su apariencia por detras se disimulaba bastante, el traje confeccionado a medida que llevaba revelaba lo suficiente de la parte frontal para apreciar que tenia un cuerpo muy bien definido como quien no solo tiene un gimnasio en casa, sino que tambien se pasa horas en el. Me sorprendio tanto, me pillo tan desprevenida, que vomite las palabras antes de tener la oportunidad de refrenarlas: --Ostras, menudo pibon. La verguenza me subio por el cuello hasta el rostro. Mi piel olivacea no se sonrojaba con facilidad, pero la sangre todavia se me acumulaba en la cara cada vez que hacia el ridiculo. Y acababa de hacer un ridiculo monumental. Era imposible arreglarlo. Mientras me mosqueaba conmigo misma y me moria por el bochorno, el metio cucharada como si nada: --Justo estaba pensando lo mismo de ti. Me acababa de tirar los tejos. Y hacia nada que le habia provocado un orgasmo a otra mujer. Pero que bien lo habia calado. Era un donjuan de manual. Me eche a reir, en parte por los nervios y tambien porque no me lo podia creer. --Eh... no. Eso no. No vamos... No. Gracias, pero creo que me voy a ir. Estaba tan nerviosa que no habia acabado de dar la media vuelta cuando me detuvo de nuevo. --No, espera. Lo siento. No queria pasarme de la raya. Como lo has dicho tu primero, creia que podia responderte en los mismos terminos. Reflexione unos segundos antes de contestar (algo que sabia que deberia hacer mas a menudo). Bueno, vale. Habia decidido que no era mas que un ligon, pero no tenia pruebas de ello. Y luego habia sido yo quien le habia soltado aquello a un completo desconocido. Sin duda, era yo quien se habia pasado de la raya. --Si que lo he hecho --admiti--. Lo siento, me ha salido solo. --No hace falta que te disculpes. --Su sonrisa brillaba como el oro. Resultaba hipnotica. Capaz de convencer a muchas mujeres para cometer estupideces con tan solo exhibirla. Desee que ese <> no me incluyera a mi. Pero tambien era realista, asi que me puse en guardia porque lo mas probable era que yo tambien formara parte de dicho grupo. Y todavia estaba alli parada. --Tambien se aplica a que te hayas quedado aqui arriba despues de presenciar lo que te has encontrado. --Estaba decidido a obligarme a admitir lo que habia visto. Eran meras suposiciones. Solo tanteaba el terreno. Sin embargo, ?habia alguna razon de peso para negarlo? Sentia curiosidad por saber hacia donde queria llevar la conversacion, de modo que me limite a preguntar: --?Y? --Y eso, combinado con el comentario que has hecho sobre mi fisico, me ha dado a entender que esta conversacion podria terminar de una forma muy distinta. --Avanzo hacia mi al acecho, como un depredador. Lo juro. Como un depredador. Que locura lo sensual que podia resultar un hombre con tan solo dar un par de pasos. Y una locura todavia mayor era lo mucho que me estaba afectando. Y, ay, la madre, me habia costado unos segundos procesarlo, pero ?de verdad acababa de soltarme eso? --Por favor --dije, con un grunido de irritacion que iba tan dirigido a mi como a el--. Solo porque te he pillado en plena faena por casualidad, ?crees que ahora yo tambien voy a querer? --No, claro que no. --Se volvio a encoger de hombros con indiferencia--. Solo porque te hayas quedado mirando... Otra oleada de sangre me incendio las mejillas. El habia estado de espaldas a mi durante todo el rato. Eden ni siquiera me habia visto y era ella quien estaba de cara a mi. ?Me habia equivocado? Quiza en la pared de ladrillo habia algo reflectante. Me gire para examinar el lugar donde habia estado el. Volvi la vista atras hacia el punto donde habia estado yo. No, para nada. Imposible. No me habia visto. Me gire para enfrentarme a el con una sonrisa de satisfaccion. --Es imposible que lo sepas. Entonces, me devolvio la misma sonrisa, porque acababa de confesar que, en efecto, me habia quedado mirando. --Estaba evaluando si habia sido consentido --anadi, en un arranque. --Claro, te preocupaba la seguridad de otra mujer. --Exacto. --La mentira me hizo sentir honrada. Como si, en realidad, me hubiera comportado como una heroina en vez de una mirona, motivada por la preocupacion de si Eden estaba sufriendo una violacion o no. Su sonrisita de autosuficiencia me decia que no lo enganaba, pero me siguio el juego: --Espero que hayas llegado a la conclusion de que era consentido. --Al menos por parte de ella. --Lo dije porque pense que seria una pulla, pero, al oirlo, me di cuenta de que parecia que estuviera tonteando. Joder. Quiza si que tonteaba. Su expresion reflejaba la misma duda. --No me he visto obligado a hacer nada que no quisiera. Pero si, razon no te falta. Estaba un poco distraido. En cambio, tu tienes toda mi atencion. --Dudara o no, tenia un descaro impresionante. Y a mi me encantaban los ligones atractivos y descarados. Pero enrollarme con uno no formaba parte del plan de esa noche, asi que tenia que irme. --Ah, muy bien --continue, echa un lio y atontada--. Vale. Si. Me... Bueno. Gracias, pero no. Solo habia subido para hacer una llamada, asi que voy a ello. --Tuve la sensatez de largarme, pero fui incluso mas sensata al decirle mientras me iba--: Por favor, no me sigas. Bueno, quiza no habia sido la sensatez lo que me habia impulsado a echar un ultimo vistazo en su direccion. Queria saber si estaba mirando como me iba. Y, quiza soy una idiota, pero me encanto saber que, efectivamente, lo hacia. Capitulo 2 Teyana respondio tras el primer tono de llamada. --Cuentamelo todo. Yo seguia con la cabeza perdida entre los depositos, en ese desconocido tan atractivo y exasperante. Seguramente, deberia haberme esperado a que me bajara el sofoco antes de llamar, pero me moria por ponerme al telefono para que pareciera que estaba haciendo algo, por si se le ocurria seguirme. No obstante, no habia sido el caso y ahora estaba condenada a hacer un esfuerzo por hablar. Solte algo a medio camino entre un grunido y un suspiro. --Todo iria mejor si estuvieras aqui --asegure, y era la verdad, pero no lo habria expresado como una quejica si hubiese estado centrada. Al instante, trate de suavizar mi comentario--. Quiero decir, se que no seria lo mejor para ti, pero lo seria para mi, y no trato de hacer que te sientas mal, pero es que me gusta que me acompane mi amiga. Joder, que insensible. Mira que centrarme en como me sentia yo y lo mierda que era tener que estar sin ella en vez de preocuparme porque Teyana si que sufria a nivel fisico. Sabia comportarme como una buena amiga para alguien que padecia una enfermedad cronica y agotadora, pero, de vez en cuando, metia la pata hasta el fondo. --Lo siento --anadi, mientras desee haber comenzado por ahi. --Eh, va, no empieces... --Como solia pasar, Tey termino por consolarme a mi--. Soy muy consciente de que mis brotes no solo son una molestia para mi. --Pero es que ahi esta el problema: que solo para mi son una molestia. Para ti, son algo mucho peor. --Si --reconocio--. Son una absoluta mierda. Ojala pudiera estar contigo, de verdad. Ese habia sido el plan original: venir juntas. De hecho, cuando habia visto la invitacion entre la correspondencia de mi jefa, mi idea habia sido tirarla a la basura y no darle mas vueltas, pero Tey me la habia quitado de las manos y los ojos se le habian iluminado con un plan. <>, le habia senalado yo. <>. <>. <>. Fue entonces cuando me lo plantee en serio. Kendra nos habia prestado ropa a Teyana y a mi millones de veces desde que las tres nos conocimos y nos hicimos amigas cuando cursabamos el master en la Universidad de Georgetown. Aunque ya no eramos tan intimas como entonces (convertirse en mi jefa tras la graduacion habia cambiado las dinamicas de la relacion), sin duda me habria prestado algo de haber estado alli. Claro que, si hubiera estado alli, yo no habria fisgado entre su correspondencia y no habria descubierto que se celebraba esta fiesta. Tey debio de darse cuenta de que mi conformidad se abria paso: <>. Los Sebastian pertenecian a la realeza estadounidense. Tenian dinero invertido en todo, desde el acero y el petroleo hasta medios de comunicacion y tecnologia, de modo que, practicamente, la ciudad entera les pertenecia. Su apellido figuraba en tantos edificios como el de los Rockefeller, entre los que se contaba el Sebastian Center, la sede principal de la mayor parte de sus negocios en Nueva York. Y una fiesta con estos fabulosos millonarios como anfitriones resultaba, sin duda, tentadora. <>, habia insistido Tey. <>. Y como razon no le habia faltado en ese sentido, y dado que ultimamente estaba un tanto resentida con Kendra, yo habia accedido. Pero entonces, Teyana sufrio un brote que la mando derechita a la cama y en posicion fetal. Solo habia aceptado acudir a la fiesta para que ella pudiera vivirla de forma indirecta a traves de mi. Hacia tanto tiempo que eramos amigas que era consciente de que, a veces, lo unico que podia hacer para aliviar su enfermedad era vivir mi propia vida al maximo. En muchos sentidos, el hecho de que Teyana padeciera esta enfermedad me habia impulsado a ir mas lejos de lo que habria ido yo sola. Y eso me hacia sentir incluso mas culpable. --?Como te encuentras? --le pregunte esta vez. --Mareada, y es como si alguien no dejara de clavarme un cuchillo de sierra entre las costillas. Pero, sobre todo, estoy aburrida, asi que distraeme y cuentame como va la fiesta. --Bueno... --Lo cierto era que apenas habia pisado la fiesta. Me habia paseado de una punta a la otra de la azotea, habia pillado unos cuantos aperitivos exoticos de las bandejas que se paseaban por el local y, por fin, habia subido por la escalerilla para buscar cobertura y llamarla. Sin embargo, esta version de la noche no iba a distraerla, asi que trate de echarle mas miga: --Todo el mundo va muy elegante, por supuesto. Ropa exclusiva, de diseno. De hecho, me da la sensacion de que no voy todo lo arreglada que deberia, y mira que llevo un Dolce & Gabbana. --He visto la foto. Encajas a la perfeccion, te lo aseguro. Baje la mirada en direccion a la falda de tul rosado. --Parezco una bailarina. --Pareces la primera bailarina del ballet de Nueva York, en todo caso, y eres un pibonazo. Y punto. ?Que mas? Venga, cuenta.

  • Toda la verdad (Seleccion RNR), Lola Rey de Lola Rey

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  • Vendida de Susana Torres

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    Soy todo eso y mas. Veras, el problema es que una, si no va por la vida con dos punales en la espalda y otro en los dientes es tomada por tonta. No tengo muy claro porque, pero es asi. Asi que desde que corte con el cretino de mi ex-marido yo y mi hija estamos juntas contra el mundo. Aunque ella no sabe ni hace nada, claro, simplemente “esta en mi equipo”.

  • Madre esclava de Liah Jones

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    La desaparicion de Lucia convierte a su madre en esclava sexual, para conseguir pistas que la lleven hasta el paradero de su hija. Lorena tendra que adaptarse a un mundo nuevo y muy diferente del rol de ama de casa que acostumbra. ?Que estara dispuesta a hacer con tal de encontrarla? ?Aguantara los castigos severos que le imponga su ama, la unica persona que parece saber donde esta Lucia?

  • Lili, la intrepida hija del duque de Nieves Hidalgo

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    Vuelve Nieves Hidalgo. Vuelve <> con la historia de Lili, personaje de Rivales de dia, amantes de noche.

  • La muneca desnuda de Mercedes Gascon Bernal

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    Acuciado por la crisis y obsesionado por proteger a su hija Laura, el arquitecto Mario Puigvert encuentra una solucion inaudita a su desesperada situacion economica. Decide dedicarse a algo que nunca jamas hubiera imaginado: trabajar como acompanante de mujeres.

  • Las medias naranjas no existen de Elena Garralon

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    Liarse con un hombre casado nunca es buena idea, sobre todo si lo haces en plena crisis de los treinta y convencida de que ahi fuera no hay nadie especial para ti. Pero eso es precisamente lo que hace Cris, desoyendo las advertencias de sus amigas. Para colmo de males, el reencuentro fortuito con su primer amor removera antiguos sentimientos y le hara cuestionarse varios aspectos de su vida. ?Lograra Cris sobreponerse a la peor crisis de los treinta jamas contada?

  • 25 noches de insomnio de Marcelo Di Marco

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    El terror psicologico, el humor negro, el horror sobrenatural y la apocaliptica sensacion de vacio existencial de la posverdad son los motores que ponen en marcha a estas oscuras narraciones. Muchas de ellas se inspiran en hechos reales a los que el autor sobrevivio para contarlos: el secreto del exito de Marcelo di Marco es sacar a pasear a sus monstruos bajo la tenebrosa y digna luz de un plenilunio comun a todos los que se atreven a sumergirse en las profundidades del alma.

  • Pantano de sangre (Inspector Pendergast 10) de Douglas Preston , Lincoln Child

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    El agente Pendergast se enfrenta con el caso mas personal de su vida al descubrir que su esposa Helen, fallecida en una caceria africana hace doce anos, no fue victima de un accidente. Fue asesinada.

  • Culpa de Juan Yanni

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    Son las siete de la manana. Suena el despertador como casi todos los dias del mes de octubre. A diferencia de cualquier otro dia laborable, no le cuesta incorporarse de un salto de la cama. Lo primero que hace es abrir las dos puertas de madera de la contraventana y otear el tiempo que hace. Esta nublado, pero parece que se trata de una niebla baja, ya que un cielo azul se divisa a lo alto, a traves de una especie de claraboya que se dibuja en las nubes de la manana. El viento es sur, el que esperaba y el que necesita. Le duele algo la cabeza, pero no le importa, <>. Se viste rapidamente, prescinde de la ducha y se pone ropa de abrigo: pantalones de pana, camiseta, camisa de lana y tres jerseis por encima. Un par de calcetines y botas de montana; el resto, chaleco de plumas y parka, guantes y gorro de lana le esperan en el coche. Los va a necesitar encima del arbol. Llego ayer desde Madrid, via Pamplona. Cogio el coche y recorrio los cuarenta kilometros que unen la capital navarra con Roncesvalles, en el Pirineo navarro, cuna del Camino de Santiago. Disfruta conduciendo por esa carretera, con puertos de montana que serpentean hacia arriba y donde solo es posible adelantar en sitios muy concretos. De hecho, piensa que podria conducir con los ojos cerrados. Quizas si le molesta algo mas la cabeza de lo que pensaba. Su amigo, el dueno de la posada donde se hospeda, no tenia intencion de dejarle ir a su habitacion a una hora prudente y le engano con algo tipico de estos pueblos, la espuela, la ultima copa: un patxaran, un vodkatonica... junto con una conversacion que rememoraba batallas pasadas con anecdotas repetidas ano tras ano. Fue una conversacion solo para dos. Cierra la puerta tras de si, sin llave, aqui no hace falta, y camina por el pasillo casi a oscuras. Conoce el recorrido. Baja las amplias escaleras de madera y ceramica hasta la planta baja y abre el amplio porton que da a la calle. Antes de dirigirse al coche, se dirige hasta la parte de atras de la casona, al lado de la huerta y de un pequeno riachuelo, desde donde se divisa el valle y las montanas. Estaba en lo cierto, una neblina baja inunda el valle, con el cielo azul naranja del amanecer asomando por encima formando una espectacular estampa. Comienza a andar hacia el coche con ese nudo en el estomago que le es tan familiar desde hace muchos anos, desde que su padre, cuando el era un nino, se la transmitio. Antes, entra en un pequeno garaje adyacente para buscar a su companero de manana, Beto, un magnifico braco aleman. Se alegra al verle, parece compartir la emocion de su amo. Arranca el coche, el termometro exterior marca cero grados centigrados. Posa su mirada sobre el cartel que senala la distancia a Santiago de Compostela, setecientos treinta y ocho kilometros y ve a un peregrino que prepara sus aperos para iniciar la marcha, su primera o segunda etapa del camino, dependiendo de que haya iniciado su aventura desde la localidad francesa de Saint Jean de Pied de Port o de Roncesvalles. De conocer bien esta zona, sabe que hay muchos caminantes que evitan la etapa francesa, dado que es un recorrido de veinte kilometros atravesando senderos por el monte, en continua subida y donde es muy facil perderse, maxime si el tiempo no acompana, algo frecuente en esta zona de los pirineos. Le vienen a la mente varias desapariciones y muertes en los ultimos anos en ese tramo, generalmente debido a imprudencias de peregrinos que no se toman en serio las inclemencias del tiempo en dias de frio y ventisca con tormentas de nieve que hacen que te desorientes, pierdas el estrecho camino y mueras por hipotermia. No sabe por que le han venido estas historias concretas a la cabeza, observandole, pero enseguida comienza a pensar en lo suyo mientras esboza una sonrisa. Conduce despacio, bajando la ventanilla, para que el helado viento le acabe de despertar. Conforme asciende el pequeno puerto de montana, la niebla se va disipando convirtiendose en bruma y cuando llega al Alto ha desaparecido por completo. Para el coche, desciende y disfruta de una incomparable vista. Un mirador desde el que se divisa todo el valle con Francia a lejos. Al otro lado observa las ovejas que pastan en lo alto de la colina, signo de que el tiempo que se espera es bueno. El viento sacude su cara, suave pero energicamente, confirmando que viene del sur. Sonrie. Sube al coche y conduce doscientos metros hasta un pequeno camino a su derecha; acostumbra a conducir rapido, se lo conoce, aminorando las marchas en las curvas, pues apenas caben dos coches por ese camino rural. Le gusta ese trayecto entre hayas centenarias y mas todavia ahora, en la segunda mitad de octubre, con la caida de la hoja, que hace del bosque un lugar encantador, magico y, tambien, resbaladizo. Tras tres kilometros, aparca su coche bajo unas hayas, bien resguardado. Abre el maletero y Beto salta excitado. Se pone la chamarra, los guantes de lana, se cala un gorro y coge su mochila. Se cuelga al hombro una escopeta enfundada y camina hacia el interior del bosque. Las hojas crujen debido a la escarcha de la manana. Pasados ochenta metros encuentra su haya. Comienza a ascender a ella a traves de su empinada escalera de madera. Lo hace con determinacion, pero con prudencia. No es la primera vez que ha habido un accidente al partirse un peldano por la humedad. Es un haya imponente. Asciende treinta metros hasta lo alto, abre una portezuela y entra en el cubiculo de madera forrado de helechos. Se incorpora, deja la mochila sobre un pequeno banco, descuelga su escopeta y le quita la funda. Lo primero que hace es cargarla. Dos cartuchos. Perdigon del siete. Se siente orgulloso de su escopeta paralela marca AYA, realizada y fundida en las fabricas armeras de Eibar, en Guipuzcoa, y heredada de su padre. Treinta anos hace ya. Asomado desde lo alto del magnifico arbol y, a pesar de haberlo visto muchas veces, todavia se asombra de la belleza del valle a sus pies. Esta solo en las alturas. Esta feliz. Comienza a recordar cuando fue la primera vez que subio a un arbol con una escopeta, debia tener ocho o nueve anos. Cazo su primera paloma torcaz, quizas con doce anos, con la escopeta de catorce milimetros de un solo cartucho que su padre le regalo. Es la unica caza que le gusta. Detesta la mayor. Cosas que se heredan

  • Las cenizas y las cosas de Naief Yehya

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  • El gato que regalaba sonrisas de Rachel Wells

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    Desde que se mudo a Edgar Road, Alfie no conoce otro lugar al que pueda llamar hogar: pasea feliz entre los jardines de las casitas y colecciona los mimos de los afectuosos vecinos. Es uno mas de la familia. Ahora tiene un amigo: George, un minino a quien presta todas sus atenciones. Pero Alfie tiene que estar atento y no perder de vista a los vecinos del barrio que parecen tener problemas. No hay un minuto que perder, Alfie debe intervenir pronto para mostrar a sus amigos el camino de la alegria. Porque solamente el sabe transformar un problema en una oportunidad y una herida del corazon en una nueva ocasion para el amor.

  • The Cruelty: Voy a por ti, Scott Bergstrom de Scott Bergstrom

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  • Cuando el verano termine de Jessa Lacey

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    Ariadna no era consciente de que ese verano y esa familia iban a poner su mundo patas arriba. Su nuevo y extravagante trabajo no era ni mas ni menos que el de fingir ser una sobrina lejana de la familia para conseguir controlar y vigilar al hijo de los Walker que ya no sabian que mas hacer para que su hijo no dejase echar a perder mas su vida entre fiestas, mujeres y malas companias y que ademas que poco se responsabilizaba del negocio familiar.

  • Inframundo (Guardianes Del Alma 4) de Kim Richardson

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    Kara inhalo profundamente y soplo el polvo de una fila de libros con cubiertas agrietadas y lomos arrancados. El aire olia a una mezcla de pegamento y moho. Las motas de polvo flotaban como un enjambre de insectos y la humedad caliente y humeda se sostenia en el ambiente y se aferraba a su ropa. No era el ambiente perfecto para guardar libros viejos, pero le encantaba el olor rancio de la tinta sobre el papel. Era el olor de la imaginacion... donde las grandes mentes se unian y creaban magia con tinta y papel, el olor de aventuras aun no descubiertas. En los libros, todo era posible… y eso le encantaba. Limpio el sudor de su frente y sujeto su cabello en una coleta. Ella apreto Las Aventuras de Huckleberry Finn entre El Llamado de la Naturaleza y El Viejo y el Mar, en la seccion de novelas clasicas. Las coloco en una perfecta linea recta, con sus lomos dispuestos verticalmente. Una vez que estuvo satisfecha con su trabajo, limpio la humedad y la suciedad de sus manos en sus pantalones de mezclilla, agregandole un tanto a la capa de suciedad de la jornada. La escalera se sacudio y se tambaleo bajo su peso. Apreto las manos con firmeza alrededor del riel y bajo con cuidado. Una vez que llego a la parte inferior, salto el ultimo escalon. Con una sonrisa en su rostro, Kara empujo un carrito de metal apilado con libros y revistas hacia la parte delantera de la tienda. Se agacho bajo la unica bombilla que oscilaba nerviosamente de un cable suelto en el centro de la tienda y condujo el carro entre montones de libros que se tambaleaban peligrosamente en altas torres, llegando hasta el techo en algunos lugares. Rayos de luz se derramaban a traves de un gran ventanal de la parte delantera de la tienda iluminando las estanterias con un suave resplandor dorado. Las particulas de polvo brillaban a la luz como copos de nieve en miniatura. Kara podia ver las telaranas grises que colgaban de las esquinas mas altas del techo e hizo una nota mental para retirarlas mas tarde con su escoba. Papel tapiz pintado a rayas marrones y beige se escarapelaba de las paredes detras de un debil mostrador de madera colocado a la derecha de la tienda. Una vieja caja registradora con botones manuales y una palanca roja estaba colocada encima de el. Debajo de la caja registradora habia una vitrina con bolas de cristal de diferentes tamanos. Kara se reia al ver su retorcida imagen en ellas. Una brisa calida agito el flequillo de Kara de su rostro. Los carillones de viento cantaron suavemente encima de la puerta abierta. Kara estornudo y el carrito dio un salto. Un grueso manto de polvo cubria la mayoria de los estantes de libros posteriores, una clara indicacion de que aun tenia mucha limpieza que hacer. Tardaria mucho en retirar el polvo de anos de abandono de la tienda. Dudaba seriamente que alguna vez hubiera estado limpio, para empezar. En su primer dia en la tienda, Kara habia limpiado muy bien las ventanas y habia barrido y trapeado los pisos de su sucia capa de mugre y de unas manchas color marron que ella preferia no saber que eran. Kara inhalo alegremente el viento del verano que llegaba desde la puerta abierta... dientes de leon y cesped recien cortado... su espiritu sonreia con cada nuevo olor. Era una sensacion increible. Habia terminado la escuela y ahora era, oficialmente, una empleada en un lugar que admiraba y respetaba. El Sr. Patterson le habia dado un trabajo de verano en su libreria. Sus funciones eran ayudarle a clasificar todos los libros en un nuevo programa informatico, mantener la tienda limpia y trabajar la caja registradora cuando el estaba en su hora de almuerzo. Habia resultado ser el mejor trabajo de todos y Kara estaba determinada a ahorrar suficiente dinero para cursar el primer semestre en el Dawson College. El Sr. Patterson incluso le dijo que podria seguir trabajando medio tiempo cuando fuera a la escuela. Ella no podria pedir un mejor jefe o un mejor trabajo. Por fin, las cosas finalmente estaban mejorando para ella. Sujeto el carro, tomo un punado de revistas National Geographic y las coloco por fecha a lo largo del estante intermedio del revistero. Las coloco todas juntas... y se congelo. Su cabello se erizo de repente. Kara sintio una presencia inexplicable. Siguio la fuente de la sensacion hacia la ventana... Alguien estaba mirandola desde el otro lado de la calle. Su corazon se agitaba en su pecho. Una chica joven con un vestido blanco estilo antiguo con un gran lazo rojo atado en el medio, miraba a Kara desde el lado opuesto de la calle. Su sedoso cabello negro le llegaba a la linea de la mandibula y acentuaba sus rasgos afilados. Era hermosa, como una muneca de porcelana. Parecia tener cerca de doce anos. Incluso desde la distancia, Kara podia ver rastros de enrojecimiento alrededor de sus ojos y nariz. Su palido rostro se retorcia en una mueca, tenia una mirada aterrorizada. Kara casi podia sentir su tristeza. Sus ojos suplicaban ayuda, la ayuda de Kara. Una conexion inexplicable con la chica se removio en el pecho de Kara. Era como si estuvieran emparentadas de alguna manera, como si fueran primas segundas. La chica volvio la cabeza de repente y empezo a retroceder. Dos hombres en trajes grises meticulosamente entallados se acercaban a la joven desde ambos lados. Su pelo era blanco platino y sus rostros eran identicos. Su piel tenia un enfermizo color blanco parecido a los albinos. Se movian con rapidez, con un proposito. La chica se reclino contra la pared frontal de la tienda vecina. Fijo su vista una vez mas en los ojos de Kara, en una suplica silenciosa. Con los labios, deletreo Ayudame. Kara contuvo su respiracion. La muchacha estaba atrapada entre los dos misteriosos hombres de ojos negros. El ruidoso martilleo del corazon de Kara ahogo todos los demas sonidos a su alrededor. La chica no era rival para esos dos malvados hombres. Kara tenia que hacer algo, tenia que salvarla. Kara empujo el carrito fuera de su camino y se arrojo sobre el mostrador. Tomo el bate de beisbol que el Sr. Patterson mantenia oculto detras del mostrador en el caso de una operacion peligrosa con un cliente y salio corriendo de la libreria a la calle. Se detuvo de golpe. Estaba vacia. La nina habia desaparecido y los hombres de ojos negros tambien habian desaparecido. La calle estaba en silencio, la acera estaba vacia salvo por unas palomas recogiendo migajas en el suelo. ?Estaban sus ojos jugandole una broma otra vez? ?Era esta otra de sus visiones extranas? Durante los ultimos meses habia tenido sentimientos recurrentes de que estaba siendo vigilada. Habia percibido espeluznantes sombras en lugares oscuros siguiendo todos sus movimientos, arremetiendo contra ella cuando pensaban que ella no estaba mirando. Pero tan pronto como ella daba la vuelta para hacer frente a lo que fuera, desapareceria en un abrir y cerrar de ojos. Quizas este era uno de esos sucesos, o tal vez ella se estaba volviendo loca. Ella penso que debia ser eso. "?Planeas pegarle a alguien con ese bate?" Kara giro, un apuesto adolescente con una sonrisa insolente peinaba su rubio cabello con sus dedos. Con la cabeza en el aire, paseo hacia ella dando saltitos. "?Estare seguro? ?O debo volver mas tarde?", rio David, metiendo sus manos en los bolsillos. Kara lo ignoro y observo el lado opuesto de la calle. "Yo... me parecio ver algo". David levanto las cejas. "Asi que decidiste hacerla de vigilante y tomaste un bate de beisbol... ?para golpearlos?" "Vi a una chica. Creo que estaba en problemas...no. Se que estaba en problemas. Estaba muy asustada, necesitaba mi ayuda". Los nudillos de Kara estaban blancos por la fuerza con la que presionaba el bate. Recordo el rostro petrificado de la nina cuando los hombres se acercaron. "?Que chica?" David la busco por la calle. "No veo a ninguna chica. ?Seguro que has visto algo? Ya sabes, todo ese polvo que inhalas todo el dia podria estar afectando tu cerebro". Kara suspiro y bajo el bate. "Estaba alli hace un minuto, estoy segura de ello. Y habia dos hombres de aspecto extrano con el pelo blanco... realmente feos y escalofriantes. Senti que iban a hacerle dano. Tenian unos ojos negros que daban miedo". "?Ojos negros? ?Como si los hubieran golpeado en la cara o algo asi? Justo como lo ibas a hacer tu con el bate, ?no?" Kara miro la cara perpleja de David y decidio dejar el tema. Claramente pensaba que ella estaba loca. Ella movio la cabeza y se encogio de hombros. "No importa", respiro con frustracion y luego le dio una sonrisa ladeada. "?Que haces aqui tan temprano? Pense que tenias practica de futbol". "Asi es", David hizo varios pases con los pies para impresionar a Kara. "Se cancelo. Creo que podriamos ir al cine, o algo asi". Kara se esforzo para no sonreir, pero su rostro la habia traicionado. Miro hacia otro lado. Sus mejillas se sentian calientes, y supo al instante que se habia sonrojado. Su corazon rebotaba entre sus orejas. "Bueno… dejame preguntarle primero al Sr. Patterson. Quiza aun necesite que me quede el resto del dia". Esperaba secretamente que no lo hiciera, David habia venido a la tienda todos los dias desde la primera vez que se habian encontrado accidentalmente hacia ya dos meses. Y cada vez que llegaba, las mariposas se agitaban dentro de su vientre. Con el bate de beisbol colgando a su lado, Kara entro a la tienda. David se agacho debajo el carillon de viento y la siguio. Oyo el chasquido de la puerta de atras, volvio a ver hacia arriba. El Sr. Patterson caminaba hacia ellos. Sus huesos crujian y tronaban. Rasco su cabeza, haciendo ondas en su pelo blanco. Sus cortas piernas se asomaban por debajo de sus habituales bermudas caqui y coloridas camisas hawaianas amarillo con naranja. Las tablas del suelo crujian bajo el peso de sus pies descalzos. Kara nunca entendia por que andaba descalzo sobre la suciedad y el polvo del suelo, pero con el paso del tiempo se habia acostumbrado a ver sus cuadrados dedos del pie y largas unas amarillas. Se hizo una nota mental para adquirir un certificado de regalo en el spa local Pies de Diez para una pedicura. Si estaba obligada a ver sus pies, por lo menos deberian verse bien. El Sr. Patterson les saludo con entusiasmo. "!Hola, Denis! ?Que te trae a este lado del mundo literario? ?Has venido a comprar un libro por fin? Hay una nueva seccion con grandiosos libros de aventuras para ninos alli..." el arrojo su larga barba blanca sobre su hombro y senalo a un alto estante de libros a su izquierda. David sonrio incomodamente y rasco la parte posterior de su cuello. "Uh… no, Sr. P... pero gracias de todos modos. Estoy seguro que todos son… muy buenos" David volvio a ver a Kara y hablo por la esquina de su boca. "El todavia me llama Denis". Kara cubrio su boca y se rio. El Sr. Patterson se detuvo y miro con recelo Kara. "?Clara? ?Por que estas sujetando el bate loco? ?Paso algo? ?Entraron en un combate con un cliente psicotico?" David suspiro. "?El bate loco? ?En serio? Suena un poco loco para mi..." Kara pateo a David en la espinilla y escondio el bate de beisbol a sus espaldas. "Uh… nada. Solo estaba… limpiandolo". Se inclino sobre el mostrador y dejo caer el bate detras de el. "En realidad, Sr. P", dijo David, "vine a ver si Kara podia tomarse el resto de la tarde". "Ya veo". El Sr. Patterson vio a David sospechosamente por un momento. Sus ojos azules se asomaban por debajo de los pliegues de cientos de arrugas. El fruncio los labios y se rasco la cabeza. "Bueno, no veo por que no. Creo que Clara ya hizo suficiente por hoy. Puedes irte con Denis si lo deseas".

  • En mitad del invierno de Rachel Ripley

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    Tawny miro el papel que acababa de aparecer por debajo de la puerta; al ver el membrete de correos y leer la palabra juzgado, estrangulo un sollozo. No podia mas. Se dejo caer sobre una silla, el unico mueble que habia en la pequena habitacion, ademas del catre. Lucho contra el nudo que se le habia formado en la garganta. Habia llorado demasiado y no estaba dispuesta a derramar ni una lagrima mas. Tenia que encontrar el modo de seguir adelante, pero se sentia demasiado perdida, sin la mas minima idea de como encontrarlo. Agacho la cabeza y suspiro de nuevo, preguntandose donde se habia estropeado todo, en que momento su vida se habia ido a la mierda. Seis meses atras, tenia un trabajo, un marido, una hermosa casa, un coche caro. Ahora solo tenia diez cajas semivacias y un monton de papeles como el que acababa de aparecer bajo la puerta. A quien queria enganar. Sabia cuando empezo todo a desmoronarse: el veinte de julio, dia de su quinto aniversario de matrimonio. Alex y ella habian decidido tomarselo libre tras meses de interminables jornadas de trabajo en las que apenas habian podido verse. De ese modo, podrian relajarse y descansar un poco, antes de ir a cenar y al teatro. No sabia ni a que restaurante irian ni que obra verian; el lo habia mantenido en secreto, a pesar de sus intentos por averiguarlo. Tampoco hizo muchos. El perdia rapidamente la paciencia, y ella habia aprendido a detectar en su tono de voz cuando habia llegado el momento de dejar de preguntar. No queria que aquel dia se estropeara por nada. Pero el telefono sono temprano; reclamaban a Alex para una reunion de ultima hora. Estuvo a punto de pedirle que, ya que era el CEO, intentara cambiarla a otro dia, pero se abstuvo. En el fondo, se sintio aliviada ante la idea de tener un dia para ella sola, descansar y estar tranquila. Protesto un poco, por obligacion, y le pidio que no volviera muy tarde, para que pudieran llegar con tiempo. El le aseguro que haria lo que pudiera, y se marcho. Cuando le vio meterse en el coche, decidio que era el momento perfecto para prepararse un bano y probar una de aquellas bombas de espuma que habia comprado a escondidas. Entro en el dormitorio contiguo al bano y encendio la radio; otro de sus pequenos placeres cuando estaba sola. Tarareando la cancion que sonaba en aquel momento, abrio los grifos, y se hizo un mono con la larga melena. Cuando la banera estuvo llena, metio la bomba en el agua, mirando, fascinada como giraba sobre si misma, siseando y disolviendose mientras ella aspiraba con deleite el suave olor a lavanda y fresa que desprendia. Se quito el albornoz, dispuesta a meterse en el agua, cuando en la radio ceso la musica y comenzo el informativo, que se abrio con la noticia de un hombre que acababa de ser puesto en libertad tras pasar veinte anos en prision por intento de asesinato. Fue al dormitorio y apago el transistor. No queria que nada estropeara aquella calma, aquel momento sin tension, el primero del que disfrutaba en mucho tiempo. Cuando iba a meter un pie en el agua, sono el timbre. Suspiro, poniendo los ojos en blanco, dudando si abrir la puerta o ignorarlo, pero volvio a sonar. Chasqueo la lengua con fastidio, se puso el albornoz, y bajo las escaleras del duplex hacia la puerta. Al otro lado aparecio una mujer delgada, alta y morena que, nerviosa, le pregunto si estaba Alex. Supuso que era una colaboradora freelance de la empresa con algun problema, por lo que le pregunto si queria que le diera algun mensaje. Ella asintio. --?Puede decirle a Alex que su mujer lo esta buscando? Es urgente que hable con el. Se quedo helada. ?Su mujer? No, no. No podia ser. Le pregunto si era algun tipo de broma, porque ella era la esposa de Alex. De hecho, era su quinto aniversario de boda, recalco. Ella palidecio y Tawny temio por un momento que fuera a desmayarse. Balbucio algo ininteligible, se dio media vuelta y salio corriendo calle abajo. A partir de ese momento, todo fue muy rapido, mucho mas de lo que pudo procesar. Cuando su marido llego a casa, le pregunto por la mujer que decia ser su esposa. El, sorprendido, le aseguro que seria alguna antigua empleada que intentaba vengarse de el. No era del todo descabellado. Desde su pedestal, su marido solia humillar ante el resto de la plantilla a los empleados que consideraba poco productivos o validos, para despues despedirlos sin contemplaciones, lo cual le habia granjeado bastantes enemigos. Eso era: la venganza de una mujer despechada; una treta para crear tension en la pareja. Decidio creerle y olvidarse del asunto, mas que nada porque Alex se nego en redondo a volver a hablar de ello y dio el tema por zanjado. Asi quedo hasta que, dos dias despues, encontro en su correo electronico un mensaje con el asunto <>. El corazon le dio un vuelco al descargar y leer el documento adjunto; <>, se dijo, aunque decidio comprobarlo en el Registro Civil. Queria, necesitaba terminar de una vez con todo aquello. Se le cayo el alma a los pies cuando le informaron de que era valido. Alex y aquella mujer, Tania Davidson, estaban casados. Hacia ocho anos. No daba credito. !Ocho anos! !Alex estaba ya casado cuando se caso con ella! ?Como era posible que ni siquiera lo hubiera mencionado? ?Y las consecuencias legales? Uno no se olvida de la noche a la manana de un matrimonio anterior; el, ademas, sabia que ella lo habria comprendido y habria esperado el tiempo necesario para poder casarse tras el divorcio. Claro, que tonta. ?Como no se le habia ocurrido antes? Seguro que su marido tenia los papeles del divorcio en algun lado. Pero cuando le enseno el certificado, el, deshecho en lagrimas, confeso. Estaba casado con Tania, pero no era feliz en su matrimonio, nunca lo fue. Era una mujer mezquina y vengativa que le maltrataba, le anulaba y le hacia sufrir; por ello no tuvo el valor para enfrentarse a ella y pedirle el divorcio. Anos despues, cuando conocio a Tawny, y se enamoro perdidamente de ella, tuvo miedo de que le abandonase al enterarse de que no se habia divorciado. No le quedaba mas remedio que actuar como si Tania no existiera. Ella le miro, incredula y herida. El le aseguro que pediria el divorcio, que lo arreglaria todo. Habia cometido un error, era cierto, pero ella era la unica mujer a la que amaba, la unica que le habia hecho plenamente feliz. Hacia anos que no la veia, que no tenia contacto con ella. Para el, ella era lo mas importante, su gran amor, le repitio mil veces, al tiempo que le rogaba que no le dejara, que no podia vivir sin ella, que no sabia lo que haria si ella le abandonaba. Habia sido un error, grave, si, pero provocado por el amor que sentia por ella; solo parecio calmarse cuando ella le aseguro que le daria una nueva oportunidad si pedia el divorcio. Intento ser fiel a su palabra, dejar aquello atras y actuar como si nada hubiera ocurrido, pero no podia dejar de darle vueltas. ?Por que no se lo habia contado?, ?por que no habia confiado en ella? Cuando se lo pregunto, el se enfado, gritandole que no dejaba de hurgar en la herida, que no le importaba hacerle sufrir. Volvieron los gritos y las peleas, las lagrimas, las noches en vela. Fue en una de aquellas noches cuando recordo que, en el correo electronico que Tania le habia enviado, la firma automatica incluia el link a su cuenta de Facebook. Se removio en la cama. No, no era una buena idea. Si Alex se enteraba…; pero tenia que hacerlo. Cogio el portatil, bajo al salon de la planta baja, se sento de rodillas en el sofa, busco el mail y pincho el enlace. Al leer su estado civil, casada, algo se retorcio en su interior. Trago saliva y pincho en los albumes de fotos. Se le llenaron los ojos de lagrimas. El mas antiguo era de hace ocho anos, de su boda con Alex. Pero el mas reciente, de hacia tres meses y medio, contenia las fotos de un viaje a los fiordos noruegos. En todas ellas, aparecian Alex y ella besandose, abrazandose, sonriendo, riendo, haciendo el ganso… Una maldita pareja feliz. Tres meses y medio. Contuvo una arcada. La misma semana en que Alex le conto que tenia que acudir a un seminario de team-building que se impartia fuera de la ciudad. La misma semana que ella no pudo acompanarle porque estaba hasta el cuello de trabajo. Como sonambula, se levanto a coger su agenda, y cotejo las fechas con las de las demas fotos en las que ambos aparecian juntos. Cerro los ojos, negando con la cabeza, lagrimas de dolor y rabia corriendo por sus mejillas. Todos los viajes de negocios que Alex habia hecho coincidian con las fechas de los albumes de fotos, viajes paradisiacos a lugares donde Tawny muchas veces le pidio que fueran juntos y el se limito a grunir que el sitio estaba muy lejos o era demasiado caro.

  • A tu lado 2 de Helena Sivianes

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  • La colmena de cristal de P.m. Hubbard

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    LA PINTURA ESTABA DESCASCARANDOSE, pero el letrero aun era legible. "Muebles y Antiguedades", decia. Retire el pie del acelerador, por simple reflejo. Nunca se sabe, sobre todo en estos pueblitos perdidos. Las grandes ciudades y los lugares turisticos son una perdida de tiempo. Ya no queda practicamente nada en ellos y lo poco que hay tiene precios especulativos, bastante mas altos que las cotizaciones realistas de Londres. Pero aquel era un pueblo industrial de tercera categoria y la tienda, ubicada en una calle apartada, parecia atiborrada de trastos viejos. Estacione el auto a mano izquierda, en la esquina de una callecita lateral con casas de ladrillo de una fealdad sin redencion. Baje y me puse un impermeable viejo. Por mas que mi acento me delatara, al menos no parecia un turista. Podia estar alli por negocios. Pase delante de la vidriera, atestada de objetos de toda laya. Senti un leve mareo y supe que en mi sien derecha habia empezado a latir una vena. Es bastante extrana, esta pasion de coleccionista. No se que opinan los psicologos al respecto, pero estoy convencido de que es un sucedaneo de alguna emocion mas profunda. No precisamente del sexo, creo. Mas bien de ese instinto de cazar o de acopiar comida que se remonta al Mesolitico. Es indudable que es una enfermedad de la civilizacion, y la mayor parte de las civilizaciones prefieren formalizar el sexo en lugar de ocultarlo. Por otra parte, aunque se que nada es mas facil para un coleccionista que burlarse de otro, seguramente lo que uno colecciona hace la diferencia. A veces puedo ser un poco ridiculo, pero el hombre capaz de matar por una marquilla de cigarrillos es obviamente un enfermo. Volvi sobre mis pasos, abri la puerta y entre en la tienda. La puerta hizo sonar un timbre electrico --no por nada estabamos en la Gales industrial--, pero adentro no habia nadie. El interior estaba repleto de objetos casi hasta el techo. Ignore los muebles y los bronces, los rollos de alfombras y las pilas de frazadas dobladas cuyos duenos habian muerto hacia tiempo. Espie entre ellas, pero detras no habia nada. Camine hacia los estantes ubicados en el fondo de la tienda. Habia algunas porcelanas, una de ellas probablemente valiosa para alguien interesado en esa clase de cosas, y detras tres hileras de cristaleria polvorienta. El hombre aparecio de repente detras de un armario de caoba. Debia de haber una puerta en la pared lateral. Se lo veia un poco enclenque, pero no decrepito. Es probable que cobrara alguna pension y que la venta de objetos usados fuera solo una actividad secundaria. Tenia la tipica cara de furia anticipada de los galeses. Dije: "Buenos dias, disculpe la molestia", porque senti que el tipo esperaba que me disculpara por el solo hecho de haber entrado en la tienda. Saludo con un grunido, pero su desconfianza permanecio intacta. --Me preguntaba si tendria algo donde se pudiera colocar un ramo de flores --dije--. Algo pequeno. A una sobrina mia le encantan las cosas viejas. Aparto sus ojos de los mios con reluctancia, como si al hacerlo perdiera la oportunidad de descubrir que buscaba. Recorrio el interior de la tienda con una mirada desganada. --No se --dijo--. ?Una especie de jarron? --Si, o una jarra vieja, un tazon o algo por el estilo. Incluso una copa de cristal vieja. No quiero nada demasiado grande. --?No vio nada en la vidriera? --pregunto. Seguia queriendo saber por que habia entrado. --La verdad es que no mire con demasiada atencion. Puede que haya algo. Tome una lecherita eduardiana y la hice girar entre mis manos, incitandolo a que fuese hasta la vidriera y me dejara solo. Vacilo un poco, pero luego camino hacia la vidriera. Movio una mesa y un par de marcos de fotos se desplomaron en medio de una pequena nube de polvo. Mascullo algo y se inclino para recogerlos. Yo estaba ya frente al estante de la cristaleria, examinando lo que habia detras de las jarras cascadas y de los toscos vasos de vidrio soplado. Tenia la boca seca. El cristal del siglo dieciocho tiene un brillo inconfundible. Aun hoy considero que no hay por que avergonzarse de la pasion que despierta, a menos que no puedas controlarla. Es un producto caracteristico del ultimo florecimiento de nuestra civilizacion, antes de que la revolucion industrial trajera prosperidad y mecanizacion. Fue entonces cuando empezaron a agregarle carbonato de sodio al cristal, incluso al de buena calidad, hasta transformarlo en pasta barata. El apogeo duro apenas unos cien anos, desde que los fabricantes aprendieron a modificar la formula de George Ravenscroft para evitar que el cristal se cuarteara y el momento en que abandonaron la magia natural del centrifugado por el brillo artificial del molde. Fue un periodo en que todo lo hacian bien, por mas que fuese una jarra de cerveza para una taberna o una "flauta" para contener la efervescencia del primer y rustico champan. Fabricaron miles y miles de copas hermosas, que hoy estan todas rotas y enterradas a excepcion de unas pocas que han sobrevivido para avergonzarnos y deslumbrarnos. Son todas "piezas de coleccion" que ya casi no se encuentran por ninguna parte, salvo precisamente en museos o en colecciones privadas. Lo oi regresar de la ventana y me volvi hacia el con una expresion de interes. Traia una jarra cervecera de peltre y un cuenco de bronce de Birmingham. --Tengo estas --dijo. Tome la jarra cervecera y la estudie detenidamente. --Podria ser --dije--. Aunque en realidad busco algo mas pequeno. La coloque en un rincon vacio de la mesa polvorienta. Puse la lecherita de porcelana floreada junto a ella. Luego me volvi hacia el estante de la cristaleria y baje el horrendo vaso de la primera fila. Ahora podia ver con mayor claridad lo que habia detras. Solte un grunido de asombro y lo alce procurando manipularlo con torpeza. "Que cosa mas rara", dije. Mi voz sonaba completamente artificial. Era una copa de cristal de Newcastle completamente ronosa y en optimo estado, de unos veinticinco centimetros de altura, con un caliz de una redondez perfecta apoyado sobre un magnifico balaustre con varios nudos. --Me pregunto de donde habra salido --dije. Me miro con suspicacia. Era un ignorante pero tambien un negociante nato, como todos los de su clase, y habia percibido algo de mi excitacion. --Es cristal antiguo. No se ven muchas asi. La tomo y se puso a lustrarla bruscamente con un trapo grasiento. Mi mano estuvo a punto de arrebatarsela, pero logre controlarme. La observaba girar entre sus manos, mientras me pasaba la lengua por los labios. Al cabo de un rato la coloco sobre la mesa junto a las otras dos. Ahora se veia mas limpia. La calidad del cristal saltaba a la vista. --Es rara, ?no es cierto? --dije. Todavia sonaba un poco asombrado. El guardaba silencio. No me sacaba los ojos de encima ni por un instante. Observe las tres piezas sobre la mesa: la jarra maciza e inofensiva; la horrenda lecherita; y la copa de cristal absolutamente perfecta. Alce la lecherita, la examine meticulosamente y volvi a dejarla en el estante. --?Supongamos que llevo estas dos? --pregunte. Miro la copa y volvio a mirarme, varias veces. Su sentido comun luchaba contra su sordido instinto de comerciante, que le decia que algo andaba mal. --Le dejo la lecherita en diez chelines. --?Cuanto...? --exclame. Tenia la garganta completamente seca y no me salia la voz. Tosi y dije--: ?Y que hay de la copa, entonces? --Eso es cristal antiguo --repitio. Me miro y decidio arriesgarse--: Tendria que cobrarle... --Se callo y pude ver dentro de su cabeza una rueda que giraba marcando una cifra tras otra, mientras trataba de decidir donde detenerla--. Tres libras por la copa. Era el momento. Silbe y lo mire azorado. --Es un poco cara, ?no le parece? --dije--. No me parece que sea algo tan especial, ?verdad? Una mirada de alivio inundo sus ojos. Temia que me precipitara sobre la copa. --Es cristal antiguo --repitio. --No digo que no me guste, pero tres libras es demasiado, ?no cree? Guardo silencio y fingi pensar en el precio. Dije: "Veamos..." y saque la billetera. Mire dentro de ella como si no estuviese seguro de cuanto dinero tenia ni de cuanto podia gastar. El seguia mudo. Extraje cuatro billetes de una libra y se los ofreci. Otra vez fue presa de un ataque de furia contenida, pero termino por tomar el dinero. Alce la jarra con la mano izquierda y, con sumo cuidado, la copa de cristal con la derecha. Nos quedamos quietos, mirandonos. --Si me da los diez chelines de vuelto... --dije. Ahora yo tenia la voz ronca y los ojos del hombre brillaban de resentimiento. Se quedo ahi parado, con los billetes en la mano. Luego extendio la otra mano y dijo: --?Quiere que se la envuelva? Dijo la, no las. Negue con la cabeza, coloque cuidadosamente las manos sobre el pecho y pase por delante de el rumbo a la puerta de la tienda. --Ey... --dijo, y salio detras de mi--. Cambie de opinion. No la vendo. --Ya la vendio --dije. Tendio las manos; con una aferraba los billetes y con la otra trataba de agarrar la copa. --Ya la vendio --repeti--. Le puso un precio, que yo acepte y pague. Usted tiene el dinero. Yo tengo la copa. La operacion esta cerrada. Ya no puede echarse atras. --?Como se cuanto vale? --dijo--. Algunas de esas copas antiguas valen una fortuna. --Esta vale tres libras --dije--. Ese es su precio de mercado. Acabo de comprarla por esa cifra. ?Que cree que hare? ?Venderla de inmediato y obtener una buena ganancia? Extendio bruscamente la mano como si quisiera atraparme... precisamente a mi, que estaba parado alli sosteniendo ese objeto fragil y bello sin proteccion alguna. Senti que se me cerraba la garganta de la furia ante semejante ignorancia y ciega codicia, y con la mano izquierda alce la pesada jarra de peltre y la interpuse entre su cabeza y la mia. Su mirada debia de seguir clavada en mis ojos, porque lo que vio lo hizo retroceder y retirar velozmente la mano. La furia todavia me cortaba el aliento, pero el momento critico habia pasado. Volvia a tener el control de la situacion. --?Va a llamar usted a un policia o prefiere que lo llame yo? Le dira lo mismo. La compre, pague por ella y ahora es mia. La jarra de peltre sono al chocar contra el picaporte de bronce mientras abria la puerta con la mano izquierda. Salio detras de mi, pero mantuvo la distancia. --Es una maldita estafa --dijo--. Eso es lo que es. Una maldita estafa. --Cuenteselo a la policia --dije. Me aleje caminando por la vereda balanceando la jarra y sosteniendo la copa de cristal contra el pecho. Me siguio unos pasos, cambio de idea y regreso corriendo a la tienda. Lo observe hasta que entro y corri hasta la esquina. No habia nadie en la calle lateral y fui directo a mi auto. Envolvi la copa en sucesivas hojas de The Times, procurando que el precioso y delicado tallo quedara bien protegido. La calle seguia desierta. Coloque con cuidado el paquete en el baul del auto, me sente en el asiento del conductor y espere sin apartar los ojos del espejo retrovisor. No habian pasado quince segundos cuando el hombre cruzo el otro extremo de la calle. Lo acompanaban dos muchachos fornidos. Pasaron sin siquiera mirar la luneta del auto. Hice una clasica vuelta de tres puntos, regrese a la calle principal y gire a la derecha. Mientras pasaba frente a la tienda vi a una mujer en la puerta, esperando el regreso de los guerreros. Era horrorosa. Tampoco me vio. Conduje varios kilometros por la misma ruta por la que habia entrado en el pueblo y al llegar a un cruce tome un camino lateral. El campo era verde y frondoso, pero no podia librarse del todo de los olores de la ciudad. La proxima salida bien podria llevarme a Ambridge, el pueblo ficticio donde transcurre ese programa de radio, Los Archer. Detuve el auto y con el paquete en la mano atravese caminando un prado hasta llegar a un arroyo. Me arrodille en la orilla, aparte una a una las hojas de The Times y lave la copa suavemente con las yemas de los dedos en el agua clara, aflojando la mugre aneja y quitando las manchas que habia dejado el trapo grasiento del vendedor. A medida que la acariciaba con los dedos, la copa iba recuperando asombrosamente su brillo y cuando la alce para contemplarla, al fin, estuve a punto de quedarme sin aliento. --?Que es? ?Algo que acaba de encontrar? --dijo el hombre. --De comprar --dije. La reconoci enseguida. Era la voz de Jack Archer. Asintio con la cabeza. --Que hermosura --dijo. Hablaba en serio. El hombre de campo todavia es, en general, civilizado--. Vale mucho, ?no es cierto? --Dificil saberlo --dije--. Los precios cambian todo el tiempo. Treinta libras, tal vez. Lanzo un silbido en senal de admiracion. --?Cuanto pago por ella? --Tres --dije--. No, tres libras con diez chelines --agregue, porque nunca recibi el vuelto. Asintio con la cabeza, alegremente. --Es una suerte encontrar algo asi. ?Usted se dedica a comprar y vender? --No --dije--. Es para mi. --Ah, mejor asi. Me alegro que la haya pagado tan barata. Volvio a asentir con la cabeza y se alejo chapoteando delicadamente en el pasto mojado. Lo adore tanto como habia odiado al hombre de la tienda. Envolvi de nuevo la copa, colocando hacia adentro el lado limpio del papel, y regrese al auto. Sentia ganas de cantar. Cuando llegue a casa volvi a lavarla con agua tibia y un detergente suave. Luego la coloque sola sobre una mesa, en el centro de la habitacion, y me sente a contemplarla. Y despues busque los libros. Ese es uno de los mejores momentos. No importa cuanto sepas, siempre hay algo que se te escapa o algun dato que necesitas confirmar. Pero sobre todo es como si estuvieras mostrando la copa por primera vez a alguien, para comprobar si tu conviccion apasionada resistira la fria luz que arroja el juicio de un experto. Es una experiencia aterradora y casi nunca definitiva, porque no hay dos copas iguales. Puede que algun autor haga una descripcion fiel de ella, pero no siempre resulta completa ni categorica. Otro tiene una fotografia de una copa muy similar, pero discrepa con la datacion o la procedencia propuestas por el primer autor. Tienes una pieza fabricada por un artesano con nombre y apellido en una epoca y un lugar determinados y es posible que hayan existido varias docenas casi exactamente iguales. Pero ya nadie recuerda aquel nombre, y la epoca y el lugar son materia de conjeturas y de opiniones encontradas entre los expertos. Ademas, casi todas las otras piezas se hicieron anicos hace tiempo. Perfecto en si mismo, este objeto ha llegado a tus manos sano y salvo luego de doscientos anos de precaria existencia. Pero nunca sabras toda la verdad acerca de el. Finalmente, hice lo que hago siempre. La llene, despues de Dios sabe cuanto tiempo de sequia y de vacio, con un buen clarete que bebi solemnemente, preguntandome quien habria sido el ultimo en beber de ella y que. Luego la lave y la puse de nuevo en su lugar. Apenas oyo mi voz en el telefono, David solto un gemido. --Oh, Dios, ?que encontraste esta vez? --dijo--. ?Podre soportarlo? --Una Newcastle --dije--. De unos veinticinco centimetros de altura. Caliz acampanado, luego dos nudos, balaustre con "lagrimas", doble anillo y termina en un pie alto y concavo. Sin un solo defecto. Se hizo una pausa y dijo: --Repitelo. Lo repeti. --?Donde diablos la encontraste? --En una tienda de compraventa. --Maldito seas --dijo--, maldito seas. Ire a verla manana, ?de acuerdo? --De acuerdo. --?Viste el numero de julio de Cristal Antiguo? --No. Lo tengo aqui, pero todavia no lo he mirado. ?Por que? --Levinson --dijo--. Adivina. --Dime. --Una tazza de Verzelini. Con dedicatoria grabada. Absolutamente increible. --No existe --dije--. Dicen que es un invento de el. --Ahora si existe --dijo David--. Levinson la tiene. Dedicada a la reina. --No lo creo. --Hay fotos. Y Levinson sabe lo que dice. A menos que quiera enganarnos a todos. --?Levinson? No --dije. --?No? Muy bien, alli la tienes. Mirala con tus propios ojos. --Eso hare --dije. Colgue el tubo, arrastre hacia mi la revista por encima de la mesa y rasgue el sobre. Un titulo cruzaba la tapa. "Una tazza Verzelini", decia. CAPITULO II CRISTAL ANTIGUO ERA UNA DE LAS REVISTAS ESPECIALIZADAS mas bellamente producidas del mundo. Mirarla y aun tocarla era, para cualquier persona civilizada, una delicia. Para cualquier aficionado, a esa perfeccion estetica sumaba algo de la santidad de las Sagradas Escrituras; era como lo que debio de haber sido el salterio de Luttrell en epocas menos sofisticadas y mas religiosas. No es que Cristal Antiguo aspirase a ejercer una autoridad definitiva. Su linea editorial, si es que la tenia, se concentraba en los aspectos menos eruditos de su objeto de estudio. Pero todos sus colaboradores eran autoridades en la materia y sus paginas eran el foro natural para quien tuviese algo que decir acerca del cristal antiguo. Era forzosamente una publicacion excedida en colaboraciones y siempre necesitada de suscripciones. La suscripcion anual costaba veinte libras. La circulacion era un secreto que solo conocia su dueno, Peter Sarrett, que tambien la dirigia y que al parecer vivia enteramente para ella. Pero era evidente que la revista daba perdidas. Ahora esta muerta, al igual que Peter. Se publico durante seis anos y sus veinticuatro numeros, sobre todo la coleccion completa, valen hoy en dia bastante mas que su precio original. Se decia que Peter vivia de rentas y de hecho debia de ser cierto. Porque fuera cual fuese la fuente de su dinero, no era ciertamente Cristal Antiguo. Ahi era donde lo gastaba.

  • La Biblia perdida de Igor Bergler

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    La Biblia perdida es un thriller trepidante y adictivo, cuya accion vertiginosa y giros inesperados arrastran al lector en un pasado historico que se desvela antes nuestros ojos rico de vividos detalles.

  • El compromiso del creador de Felix Ovejero Lucas

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    En el arte, desaparecida la tradicion y sus reglas, incapazel mercado de deslindar el trigo de la paja, y con las criticasy las reflexiones esteticas, cuando resultan inteligibles, bajosospecha, los artistas andan perdidos a la hora de tasarla calidad de su quehacer y tampoco confian en unos colegasque, como ellos, empenan la vanidad en el oficio.

  • Mas alla de la frontera de Luis Bauset Martorell

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    Mario perdio su empleo, hizo las maletas y emigro. Dejo atras todo aquello que amaba, incluida Sara, quien se uniria a el tiempo despues. En el nuevo pais conocera a Carmela, una emigrante gallega ya establecida, y a Braulio y Sebastian, dos jovenes recien llegados al nuevo pais. Juntos, viviran una experiencia que pondra de manifiesto la capacidad de superacion del ser humano y descubriran que emigrar, en contra de sus prejuicios, no era como ellos habian pensado.

  • !No se de cual enamorarme! de Leen Io

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    Lily Scott era una nortena que, al cumplir los veintiuno, no tolero mas el frio y soledad que padecia en su pueblo. Se mudo a una ciudad del Sur donde empezo a conocer todo tipo de personas. Incluyendo cuatro pretendientes que, por primera vez, le hicieron sentir que sonar era valioso y enamorarse valdria la pena.
    Su corazon le asigno la complicada tarea de escoger a un unico e irreemplazable huesped.

  • La novia gitana de Carmen Mola

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    La novela policiaca mas revulsiva de la literatura espanola.

  • Yo soy una senora de Jaime Bayly

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    “Yo desde chica, he sido muy de derecha. Nunca he sido comunista, tan bruta no soy. He sido marihuanera, pero no comunista, he sido marihuanera de derecha”.

  • El secreto de las golondrinas de Anonimo

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    Su mision: seducir a un hombre rico y con poder.

  • Perfectos, Cecelia Ahern de Cecelia Ahern

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  • Perdiendo el juicio de Patricia Hervias de

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    <> ?Por que, en cuanto fui consciente de que ya no estaba durmiendo, me dije eso? Porque el martilleo, constante e in crescendo, iba a acabar matandome definitivamente y sin ningun tipo de remordimientos. Acerque el reloj a lo que intentaba que fuera lo mas cerca de cualquiera de los dos ojos, el que reaccionara primero. <> Fue el mas pegado a la almohada el que, despues de un pequeno esfuerzo, se abrio por completo. --!Joder! --solte a la par que intentaba incorporarme en la cama. Era tardisimo y a primera hora tenia que estar en el juzgado para revisar una documentacion relativa a uno de los juicios que estaba a punto de cerrar; ni siquiera tenia redactada la mitad de la sentencia. Bostece intentando desperezarme mientras me preguntaba como era posible que sintiera una ligera comezon en la entrepierna... como si alguien hubiera estado rozando alli su barba cual lija de pulir madera de cedro. --Buenos dias, nena. Creo que pegue el grito mas grande que nunca antes se habia oido. Ni en una pelicula de Wes Craven, vamos. No queria mirar; no, no, no... Me prometi, aunque sabia que se trataba de otra mentira mas, que eso tampoco volveria a pasarme. Otra noche mas en la cama de alguien y sin acordarme de nada recien levantada. Voy a explicarme, porque, si no lo hago, esto puede interpretarse como algo que no es. El tema esta en que, cuando duermo, lo hago de verdad. Reseteo de tal manera mi cerebro que no me centro hasta que no pasan unos minutos despues de tener el ojo abierto. ?Que quiere decir esto? Que no me voy borracha a la cama y luego no me acuerdo de con quien he estado, no. Simplemente tengo muy mal despertar, lento, y eso es lo que me estaba pasando en ese instante. No era consciente de donde estaba, pero, por lo visto, no era en mi cama. Asi que tenia dos salidas: una, esperar a recordar, y ya lo estaba haciendo; dos, darme la vuelta para ver con quien y donde habia pasado la noche. Sin malgastar un segundo mas, pues no estaba para perder tiempo, me incorpore definitivamente y, al girar el rostro, me encontre con la mirada de un tipo con carita de perrito desvalido. Y si, tenia barba, por ello entendi lo de mi entrepierna. Me sonreia con aspecto somnoliento. No estaba mal, pero que nada mal... y de pronto mi memoria funciono a la perfeccion. La noche anterior habia salido de fiesta con las chicas; teniamos pendiente celebrar que, despues de mucho estudiar, hacia ya un tiempo que habia conseguido aprobar la oposicion para ser jueza. Lucia habia venido a pasar unos dias a Madrid, y esa noche habia dejado a su pequeno con Rodrigo en casa de sus padres. Lourdes habia regresado de Mexico por unas semanas, para visitar a sus familiares, y Nuria aprovecho la conjuncion para aparcar a su marido. Llevabamos sin vernos casi un ano, el tiempo que hacia que Lourdes se habia casado, y por eso la celebracion habia quedado pospuesta hasta ese momento. Fue una noche memorable y, claro, cuando ellas decidieron retirarse a sus reales aposentos, a mi me estaba tirando la cana un hombre que estaba de toma pan y moja. Por supuesto, soy la unica soltera del grupo y he de aprovechar las oportunidades que la madre naturaleza pone frente a mis ojos. He de dar rienda suelta al calentamiento global humano que mi cuerpo desprende. --Alfonso... --Lo mire timoratamente, temiendo que me hubiera equivocado al recordar su nombre. --Eso es --asintio a la vez que se acercaba con la rapidez de un halcon a colocarse en posicion de cucharita y situaba una mano en uno de mis pechos, para ser exactos, a excitar un pezon, y la otra se entretenia en mi sexo... <> --Buenos dias, rubita juguetona. --Se dirigio a mi con suavidad, mientras ponia sus manos en mi cintura, levantandome para colocarme a cuatro patas. Asi me penetraba con mas fuerza, mientras sentia como una de sus manos me apretaba un pecho y acariciaba con la otra mi clitoris con destreza. Ni dolor de cabeza, ni naranjas de la China. <>, como diria Mafalda. <> A ver, esto si que no lo diria ella. !Mi madre!, no sabia lo que ese tio estaba haciendo exactamente con su cuerpo y el mio, pero, en menos de cinco minutos, un orgasmo intenso recorrio todas y cada una de mis terminaciones nerviosas. Grite mucho y aprete con fuerza las sabanas, que acabaron enrolladas entre mis manos. Poco despues se corrio el y se dejo caer sobre mi espalda. Fue uno de esos polvos mananeros arrolladores que hacen que no se te quite esa sonrisa de gilipollas que se te pone despues de follar. Si, porque eso era lo que habia hecho, y en ese momento lo recordaba... pasar toda la noche follando sin parar con ese tio, y acababamos de rematarlo con una de las posiciones que habiamos probado un par de veces. Lo aparte de mi con brusquedad, para que mentir, y lo mire a los ojos. La verdad era que el tio estaba bueno a rabiar.

  • Sin aliento de Kimberly Raye

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    Tack Brandon se marcho de su pueblo dejando atras familia, amigos… y a Annie, la chica a la que habia hecho mujer. Pero ahora habia vuelto a casa. Y Annie se habia convertido en la criatura mas espectacular que habia visto… una mujer de la que Tack no podia alejarse por segunda vez.

  • La patria de Enriqueta de Graciela Ramos

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    Enriqueta, hija de inmigrantes, lucha con todas sus fuerzas para salir adelante en una Argentina convulsionada: la decada infame, la de los anos treinta.

  • Memorias Salvajes de Carolina Lozano

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    Hay momentos en la vida en que todo se pone patas arriba. Seguro que a ti tambien te
    ha pasado. Las cosas parecen ir bien, y de repente tu mundo se hunde y tienes que empezar a verlo todo con otros ojos. Unos mas… salvajes.
    Cuando mi vida parecia caer a un pozo oscuro del que no podria salir, alguien me ha hablado desde la muerte, desde un tiempo anterior que esta muy ligado con el ahora. Y me ha hecho ver que guardar secretos es sencillo; lo mas dificil es encontrar el momento para revelarlos.
    ?Y si aquello que sabes de tu familia y de ti misma no fuese mas que la punta de un iceberg que se clava en las raices mas profundas de tu propia historia?
    Por si acaso yo tambien desaparezco, voy a contarte la mia ahora…

  • De Pixar al cielo de Lawrence Levy

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    Hoy en dia, Pixar es uno de los grandes del entretenimiento: el estudio que revoluciono los efectos digitales especiales y la animacion por ordenador, y desarrollo una serie de peliculas de gran exito, incluyendo la iconica Toy Story. Sin embargo, cuando Lawrence Levy se unio a Pixar en 1995, era una compania de software que apenas se mantenia a flote. Trabajando en estrecha colaboracion con Steve, Lawrence establecio cambios audaces, reorganizo las operaciones comerciales, lidero la salida a bolsa de la compania y fue pieza fundamental en su venta por 7.400 millones de dolares a The Walt Disney Company en 2006. Durante el proceso, Lawrence y Steve forjaron una profunda y duradera amistad. Este libro revela ademas un lado de Steve Jobs muy diferente al hombre dominador de la leyenda: un individuo curioso y reflexivo que preferia llegar a resoluciones mutuas sobre las decisiones empresariales y que, aunque inicialmente impopular entre sus empleados, se convertiria en el motor del talento creativo sin precedentes de Pixar.

  • La tierra del viento de Javier Arias Artacho

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    A finales del siglo XIX, durante los ultimos anos de la Inglaterra victoriana, una joven muchacha se ve abocada a viajar hacia los confines del mundo despues de quedar huerfana. Se trata del sur de Argentina, casi el ultimo puerto habitado antes de alcanzar la Antartida. De Ushuaia, aquel pequeno y lejano enclave fundado por los misioneros anglicanos, solo sabe de asesinatos de colonizadores a manos de sus indigenas, pero tambien de la construccion de un poblado rodeado de una belleza tan inesperada como desconocida.

  • From New York. Beautiful de Cristina Prada

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    Sarah Holloway no esta en su mejor momento. Se divorcio hace unos meses despues de pillar a su marido practicando sexo (sexo impetuoso) sobre la encimera de su cocina con una pelirroja. En el trabajo, su jefe no recuerda ni su nombre, y su perfecta familia solo hace que ella se sienta mas desgraciada aun. Encima acaba de cumplir los treinta, ha engordado dos kilos y le ha salido una cana justo. ahi.

  • La parte inventada de Rodrigo Fresan

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    ?Como funciona la mente de un escritor?

  • El Secreto de Rhonda Byrne

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    El Gran Secreto siempre ha estado presente de forma fragmentada en las tradiciones orales, en la literatura, en las religiones y en las distintas filosofias de todos los tiempos. Por primera vez, todos esos componentes se han reunido en una increible revelacion que transformara la vida de todo aquel que la experimente.

  • Los impostores de Pilar Romera

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    Barcelona, mayo de 1949. Albert, un joven que trabaja en una imprenta, es detenido por la Brigada Politico-Social y enviado a la temida comisaria de Via Layetana, acusado de colaborar con jovenes universitarios en la difusion de propaganda clandestina. Una visita secreta del general Franco a la Ciudad Condal lleva de cabeza a los mandos policiales, que dan ordenes de detener a los sospechosos habituales. El encuentro casual entre Dora, hermana de Albert, y un antiguo amante, desencadenara unas consecuencias que ninguno de los protagonistas podran controlar. Unos acontecimientos ocurridos en el campo de Argeles diez anos antes volveran para pasarles cuentas.

  • El regreso de Lady Malory de Kate L. Morgan

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    Mi nombre es Rowan Malory, y soy el cuarto conde de Shildon. Fui un hombre enamorado, fui un hombre abandonado, ahora soy un hombre despechado que busca venganza. Puede que la vida me vaya en ello, pero juro que no descansare hasta hacer de su vida un completo infierno.

  • El viaje sin retorno (Cuentos largos de cafe 1) de Jorge Sacha

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    Si quieres saber lo que pasa cuando una pareja cuya relacion se tambalea se pone a escuchar psicofonias en un pueblo fantasma, o que tal sera hacer chocar vehiculos como tecnica para ligar, o que hace un fatigado soltero al llegar a casa y descubrir a una mujer desnuda en su cama a la que no conoce. En general, si te gustan los crimenes de cafeteria, los romances y sus malentendidos, pero tambien las reflexiones profundas frente a una taza de cafe, tumbado en el cesped o en un funeral, deberias abrir este libro y comenzar a leerlo.

  • Fuera de su tiempo de Rangel M. Bellerose

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    1 CAPITULO 1 El libro 877 en las cuevas de Altamira, Espana. -!Fred!, !Fred!-, grito, -!han encontrado algo muy extrano, raro..., ven por favor! Fred era su companero, un arqueologo con bastante mala reputacion en las relaciones sociales, pero un gran profesional en su campo, habian avisado a quien grita para que entrasen en la cueva, y de inmediato, esta supo de lo extraordinario que tenian ante sus ojos. -?Que sucede senorita Storm?-, le pregunto Fred. Ese hombre siempre pensativo con su sombrero beige y bigote. -Creo que no se va a creer lo que hemos hallado en la cueva-, le dijo la mujer arqueologa. Al igual que su companero, esta era una joven de unos veintisiete anos, entusiasta por descubrir cosas del pasado, de la historia, pero a diferencia de Fred Smith, ella ni tenia su prestigio en ese mundo, ni la valia de la que tanto presumia su companero. No en vano, Fred era portada por tantos nuevos hallazgos, como por su desleal comportamiento ante la sociedad mas de elite. -Esta segura... son pocas las cosas que me sorprenden a estas alturas de la vida-, le respondio, -vaya a llamar a Victor, el no querra perderse su fabuloso descubrimiento. -Victor ya esta en la cueva, senor Smith-, le dijo ella. La mujer siempre correcta y amable en sus palabras, era una joven educada en la alta sociedad britanica, pero su pasion por lo desconocido le llevo a escoger una profesion, donde no era muy bien recibida. -Estupendo..., pues vamos a la cueva a ver eso tan fascinante. Ambos entraron a ese maravilloso lugar, en donde el tiempo quedo paralizado, donde nuestros ancestros dejaron sus huellas en forma de pinturas, como si aquel recondito lugar perteneciera al pasado. En una de las grutas, en donde se habian centrado los esfuerzos de los tres arqueologos, y el de los seis acompanantes o peones, asomaba bajo la dura piedra, una especie de paquete, atado con hilos de hebras y envuelto en multiples hojas de una especie de higuera, pero hojas de mayor tamano. -?Que es lo fabuloso?-, pregunto Fred. Victor le miro incredulo, este era otro joven, de unos treinta anos, sin mucha experiencia o reconocimiento, pero mucho mas entregado que Fred en sus labores, de origen hispano, a diferencia de Fred Smith y Camila Storm, los cuales eran ingleses, -ese paquete ha sido conservado a conciencia..., debe ser incluso mas antiguo que las pinturas. -Yo solo veo un trozo de hojas podridas-, respondio el ingles. -No podemos apreciar su tamano hasta que no lo desenterremos, pero queria que fuese usted quien lo describiese, creo que puede ser algo significativo-, le dijo Camila alumbrando con el candil. -Esta bien..., no deberia perder el tiempo, pero si es usted quien me lo propone, lo hare-, le contesto. Se sabia que Fred era un hombre muy admirado entre las senoritas, un verdadero seductor con estas y tambien con alguna que otra senora. -?Quiere que lo extraiga yo?-, le pregunto Victor. -No..., prefiero que lo hagan mis hombres, ellos tienen mas experiencia, si os apartais podremos comenzar. Tras un largo y laborioso trabajo, bajo la tenue luz de las antorchas, los arqueologos prestaban su paciencia al convencimiento de que estaban ante algo digno de ser estudiado, muy poca atencion habia sobre las cuevas de Altamira, tenian todos los permisos en regla para trabajar alli, y estos podian hacer cuanto les diese la gana en aquella magica y espectacular cueva. La noche se les vino, no era facil desenterrar en la piedra un objeto tan fragil como las alas de una mariposa, danadas con el paso de los siglos, y utilizando tan solo unas escobillas de puntas metalicas. -Creo que hoy va a ser dificil que lo podamos extraer-, decia Fred, -tal vez debieramos descansar hasta manana. -Usted es quien decide senor-, le respondio la joven emocionada con todo lo que se hallaba en las cuevas. -!Vamos a recoger todo y manana se proseguira donde lo hemos dejado!-, exclamo a sus operarios. Todos abandonaron el trabajo, la voz de Fred retumbaba en las paredes y se podian escuchar caer gotas de humedad al fondo en la oscuridad de la agonica cueva, de hecho, ese bulto estaba en el rincon ultimo, donde se supone que los antepasados usaban para dormir debido a la poca altura del techo de la cueva en esa zona. -?Le apetece cenar esta noche conmigo?-, pregunto el ingles a la joven, -en mi tienda dispongo de todo para su comodidad. Camila miro timidamente al hombre, luego un poco nerviosa miro a Victor, el cual estaba cerca de ellos, -no creo que sea apropiado para una mujer soltera. -Unicamente se trata de mantener una conversacion... no veo nada mal intencionado en ello, me gustaria conocerla un poco mas-, le hablo en tono seductor. -Entonces podriamos cenar los tres juntos-, respondio sujetando del brazo al hispano. Eso no gusto a Fred, de hecho, se le pudo notar en sus gestos, pero como iba a poder decir ahora que no, -claro…, cuantos mas seamos mejor-, dijo. Se alejo de ellos direccion a su tienda, los otros dos arqueologos se quedaron rezagados, -no debiste decirle eso, no creo que le guste que entre en su tienda-, solto Victor. -Pues que se enfade, somos un equipo y no veo razon para que no pueda cenar con nosotros. -Yo pienso que para el si que la hay…, no soy mas que un incordio entre vosotros. Ella se sonrojo, no porque tuviera nada con Fred, sino por el simple hecho de escuchar a Victor hablar de posibilidad de encuentro sexual con un hombre. -No hable asi, nada hay entre Fred y yo..., es un magnifico arqueologo, pero al igual que lo sera usted. -La conozco desde hace poco tiempo, pero es usted muy amable y me gustaria... que si fuese posible nos tutearamos-, le dijo. -?Como voy a hacer eso?…, en mi familia siempre se ha hablado con respeto, no puedo tutearle-, respondio sonriente y un poco menos sonrojada. Durante la noche, en la tienda de Fred, cenaban los tres con una vacia conversacion, podia notarse la tension entre quien no queria estar alli, quien no deseaba que alguno estuviera alli y el poco tiempo que hacia que se conocian, a veces era el silencio quien gritaba. -?Y pertenece usted a la familia de los Storm de Londres?-, le pregunto el ingles. -Mi padre es Alva Storm, hijo del dueno del mayor banco de Inglaterra, pero no me gusta nada que se me relacione con eso-, respondio. -No la entiendo, con una de las familias mas reputadas del pais, no comprendo que esta haciendo usted aqui, manchandose las ropas y las manos con tierra. -Hay pasiones que no entienden de logica..., usted deberia entenderme. -?Yo?, mi padre era herrero, muchas veces use el martillo, pero deseaba salir de ese trabajo tan duro y monotono..., esta fue mi unica alternativa y ahora me alegro por haberlo hecho. -Pensaba que lo suyo era mas vocacional-, le dijo Victor. -Al principio si, pero cuando has encontrado tantos tesoros y tantos reconocimientos, ya no es lo mismo. -Pero si es usted muy joven-, le dijo Camila. -Tengo ya treinta y seis anos…, ?joven?, llevo treinta trabajando, no en la arqueologia, pero trabajando…, solo quiero parar y disfrutar de lo que he conseguido-, decia. Miro a la joven, -y sin duda disfrutar de la compania de una senorita… tal vez se refiera usted a eso cuando dice que hay pasiones que no entienden de logica. Ella se sonrojo y le desvio la mirada, -es tarde..., creo que me voy a retirar. -Es cierto, muchas gracias por la cena y el vino-, dijo tambien Victor, -yo la acompano a su tienda senorita. -Buenas noches-, les dijo el ingles sin levantarse del asiento, algo poco habitual en un hombre al retirarse una mujer de la mesa. Victor y Camila salieron bajo un manto de estrellas, la noche era silenciosa, junto a la tienda de Fred, se encontraba la de Victor y un poco mas alla, la de la arqueologa en una extension pequena de terreno que mantenia la horizontalidad en el terreno, detras estaban las de los operarios. -?Cree usted que se ha molestado el senor Smith por no responderle?-, le pregunto la joven a Victor. -Creo que se ha molestado por otros motivos... es usted una joven muy bella y Fred es un hombre... como decirlo. -?Lanzado? -Bueno mas o menos... a mi no me gusta interferir en la vida de nadie, pero tenga cuidado con el. -No se preocupe por nada, soy una mujer con las ideas claras. -Me gusta que sea asi, pero el amor ciega... creame. -Buenas noches, gracias por acompanarme y por sus palabras. -Buenas noches... que descanse-, le dijo. Ella entro en su tienda y el joven se retiro a la suya, el dia habia concluido. La luz que entraba a traves de la tela beige de la tienda, dibujaba sus formas en el cuerpo bien vestido, con las prendas del sueno, de Camila. Esa claridad molesto en sus cerrados ojos, era la hora de levantarse y seguir con el trabajo, no sin antes tomar una buena taza de te caliente, era finales de otono y ya refrescaba bastante. Nada mas salir de su tienda, la mujer se dejo llevar por el fresco de la soleada manana en un enclave tan maravilloso, Camila sonaba desde pequena con la historia, con encontrar ese eslabon perdido que nos une a los mas primitivos. -Buenos dias-, le dijo Fred sentado junto a los demas, tomando el te y rodeando un pequeno fuego donde calentaban el agua, antes de comenzar con las labores. -Buenos dias, senor Smith…, tengo muchas ganas de ver que contiene ese bulto, apenas he podido dormir. El arqueologo la miro con prepotencia, -no creo que pueda mostrar nada mas maravilloso que esas pinturas de los techos, cada dia estoy mas fascinado con ellas. -Es algo que no le pongo en duda, pero ?no tiene interes por saber que contiene ese objeto? -Hay una gran controversia en si esas pinturas son antiguas o falsas..., debemos acabar con esa idea de inmediato, esto se debe mostrar al mundo como lo que es, y sinceramente no veo nada en particular con ese envoltorio. -Pero usted mismo ha visto con el esmero en que se ha tratado de conservar…, no puede contener algo banal. -Ya hemos recogido muestras de puntas, herramientas e incluso cenizas, lo que a mi realmente me fascina son esas pinturas, mi obligacion es datarlas lo antes posible para que se maraville el mundo. Ella mostro en su rostro la decepcion con la que la habia despertado, no comprendia que le habia hecho cambiar de opinion en la noche, -entonces., ?no va a reanudar los trabajos para desenterrarlo? -Por supuesto que no, ese trabajo lo podeis hacer vos y su buen amigo Victor-, le contesto. Seguramente no le habia caido bien que invitara al joven arqueologo a cenar y mucho menos que le rechazara su proposicion de conversar con ella a solas. -Muy bien senor Smith... puede que luego de que lo hallamos desenterrado no se nos reconozca ni el lugar, ni la fecha, nosotros no tenemos su prestigio y veracidad ante los medios.

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  • Manana te toca a ti de Stefan Ahnhem

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    VEINTE EXCOMPANEROS DE CLASE.

  • La musica de las esferas de Luis F. Fernandez Simon

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    Una novela de suspenso y aventuras que se desarrolla en diversos momentos en el tiempo y que eventualmente convergen para dar sentido a una pieza maestra.

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    Reflexiones biograficas y ficticias de un cineasta mitico.

  • Desinformacion de Pascual Serrano

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  • Decisiones Peligrosas (Peligrosa 2) de Nerea Vara

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    Tras enterarse de que su novio la ha enganado, Wendy decide alejarse de todo junto a sus dos mejores amigas, Tiffany y Amy. Viajan hasta Paris. Ella quiere olvidar a Josh como sea, asumir que lo suyo ha terminado. Pero eso sera imposible… En el otro lado del mundo, Josh intenta seguir adelante sin ella. Sabe que no se acosto con Jenna, que todo fue una trampa suya para que Wendy le dejara, pero ella no lo sabe. No quiere contarselo por telefono porque sabe que no le creeria y solo conseguiria alejarla mas de el. Mientras tanto, y con la esperanza de que ella vuelva pronto, Josh tratara de seguir con su vida. Vida que poco a poco va tornandose mas incierta… Su mundo sin ella no funciona, va hundiendose en la oscuridad y no sabe como salir de ahi. Solo quiere que ella vuelva y hara todo lo posible porque asi sea. Wendy es suya, es su chica. Y movera cielo y tierra para recordarselo. Las tentaciones son peligrosas, pero… ?las decisiones? Una mala decision puede cambiar toda tu vida

  • Los misterios de East Lynne de Ellen Wood

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    La novela victoriana que escandalizo a toda Europa
    Archibald Carlyle se prenda de lady Isabel Vane y desea casarse con ella. Sin embargo, la joven siente una fuerte atraccion hacia Francis Levison, un hombre de reputacion dudosa. Isabel debera escoger entre los dos, y esa decision marcara su destino de por vida. Entretanto, el asesinato de George Hallijohn sacude la placida vida de East Lynne: Richard Hare, hijo del respetado juez Hare, es acusado del crimen y se da a la fuga, y la dulce Barbara Hare, enamorada en secreto de Archibald Carlyle, tratara de demostrar su inocencia. El escandalo esta servido y las vidas de los habitantes de East Lynne jamas volveran a ser las mismas.
    Ellen Wood, celebre autora y editora que llego a ser mas popular en su tiempo que Charles Dickens y cuyas obras hicieron las delicias de lectores como Lev Tolstoi y Joseph Conrad, ofrece al lector en Los misterios de East Lynne un escandaloso retrato de la sociedad victoriana y lleva a cabo un agudo analisis psicologico de las pasiones humanas.

  • Un grito en la noche de Mary Higgins Clark

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  • La danza del cementerio (Inspector Pendergast 9) de Douglas Preston , Lincoln Child

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    El inefable detective Pendergast vuelve a Nueva York, esta vez tras los pasos de una secta que practica rituales vudu.

  • Tu alteras mi mundo de

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  • Y por fin, el silencio de Alicia G. Garcia

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    Tres mujeres asesinadas. Un pasado sin respuestas, un terrible secreto de la infancia. Una deuda en el presente, un futuro que desaparece. Una confesion….
    Mientras la inspectora Elisa Antuna descubre que su futuro desaparece, un antiguo caso sin resolver regresa a su vida, una nueva chica asesinada, un nuevo misterio sin pista. El pasado retorna para convertir de nuevo sus noches en pesadillas. Sin tiempo para pensar, Elisa debe actuar, no puede mantener sus fantasmas escondidos por mas tiempo.