• el hombre invisible de salem - Christoffer Carlsson

    https://gigalibros.com/el-hombre-invisible-de-salem.html

    Leo Junker es un policia de asuntos internos que no atraviesa sus mejores momentos, lo que intenta superar con absenta y antidepresivos. Cuando aun no ha logrado recuperarse de la ruptura con su pareja tras la tragica muerte de su hijo, se ha visto apartado del servicio al fracasar en una envenenada operacion en la que resulto muerto otro policia.
    Una noche le desvelan los destellos luminosos de los coches patrulla. Una mujer acaba de ser asesinada de un disparo certero en el albergue para indigentes que hay en el bajo de su casa. Pese a estar suspendido, Junker no puede evitar inspeccionar la escena del crimen en la que observa que la joven muerta aprieta en su mano un objeto que le resulta familiar. Cuando se descubre que dicho objeto tiene sus huellas, lo que le convierte en sospechoso, no le queda mas remedio que implicarse en el caso de forma extraoficial. Con la sensacion continua de que le andan siguiendo, la investigacion se va a convertir para Junker en mas complicada y sorprendente de lo que esperaba, ya que va a resucitar viejos fantasmas y viejas heridas aun sin cicatrizar de su pasado.
    Christoffer Carlsson, uno de los mas destacados escritores actuales de la novela negra escandinava, nos presenta en <> una narracion tan apasionante como estremecedora y adictiva. A traves de la atormentada vida de Leo Junker, y de los fascinantes personajes que la secundan en el pasado y en el presente, Carlsson recrea de forma sin igual el ambiente de penumbras, frio y lacerante, de los suburbios humildes y de los bajos fondos de Estocolmo. Un ambiente de profundas tensiones sociales, muy alejado de la idea comun del bienestar sueco.

  • El hombre invisible de Salem - Alianza Editorial

    https://www.alianzaeditorial.es/libro/alianza-negra/el-hombre-invisible-de-salem-christoffer-carlsson-9788420697642/

    Alianza Editorial, No todos los días se encuentra uno con un escritor con una voz tan personal. El hombre invisible de Salem es uno de esos libros que uno ...

  • El hombre invisible de Salem Tapa blanda – 16 junio 2016

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    El hombre invisible de Salem : Carlsson, Christoffer, Montes, Carmen: Amazon.es: Libros.

  • El Hombre Invisible De Salem - Christoffer Carlsson - Fnac

    https://www.fnac.es/a1094491/Christoffer-Carlsson-El-Hombre-Invisible-De-Salem

    El Hombre Invisible De Salem, libro o eBook de Christoffer Carlsson. Editorial: Alianza. Los mejores precios en libros y eBooks.

  • el hombre invisible de salem - Babel Libros.

    https://www.babellibros.com/libro/el-hombre-invisible-de-salem_441983

    EL HOMBRE INVISIBLE DE SALEM, CARLSSON, CHRISTOFFER, 19,90€. " No todos los días se encuentra uno con un escritor con una voz tan personal. El hombre invi.

  • el hombre invisible de salem - Machado Libros.

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    EL HOMBRE INVISIBLE DE SALEM, CARLSSON, CHRISTOPHE, 5,95€. " No todos los días se encuentra uno con un escritor con una voz tan personal. El hombre invisi.

  • el hombre invisible de salem - Machado Libros.

    https://www.machadolibros.com/libro/el-hombre-invisible-de-salem_475043

    EL HOMBRE INVISIBLE DE SALEM, CARLSSON, CHRISTOFFER, 11,50€. Leo Junker es un policía de asuntos internos que no atraviesa sus mejores momentos: ha roto con ...

  • El Hombre Invisible De Salem - Agapea

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  • el hombre invisible de salem - Llibreria Les Voltes

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  • el hombre invisible de salem - Librería Sinopsis

    https://www.libreriasinopsis.com/libro/el-hombre-invisible-de-salem_276031

    EL HOMBRE INVISIBLE DE SALEM ... Leo Junker es un policía de asuntos internos que no atraviesa sus mejores momentos: ha roto con su pareja tras la inesperada ...

  • el hombre invisible de salem - LIBRERÍA LA PILARICA.

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  • El agente caido de Christoffer Carlsson

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    En un oscuro callejon de Estocolmo aparece muerto el cuerpo de Thomas Heber, un profesor universitario. Le asignan el caso a Leo Junker y a su antiguo rival, Gabriel Birck. Leo, que sigue sin atravesar uno de sus mejores momentos, acaba de volver a la unidad de homicidios tras una larga ausencia. Aun abusa de los farmacos para luchar contra sus viejos demonios del pasado, pero trata de aparentar total normalidad para acometer su trabajo.

  • Diabolica de S.j. Kincaid

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    Una diabolica es implacable.
    Una diabolica es letal.
    Una diabolica tiene un solo fin:
    matar para proteger a su dueno.

  • El reloj de bolsillo de Ceci Giltenan

    https://gigalibros.com/el-reloj-de-bolsillo.html

    Cuando Maggie Mitchell es transportada al las Tierras Altas del siglo XIII, ?sera Lord Logan Carr capaz de reparar su corazon roto o lo pondra en mayor peligro que antes?

  • Un amor problematico de Rosemit G

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    Una novela romantica con toques de comedia que te arrancaran suspiros y sonrisas.

  • Las chicas buenas no. mienten de Victoria Dahl

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  • Buscando mi momento de Sonia Puente

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    Encontrar el camino correcto no siempre es facil; antes que nada, hay que buscar el momento adecuado para intentar dar ese giro que tu vida necesita.Eso es precisamente lo que Lucas y Antia tratan de hacer. Esta es la historia de dos personas que no encuentran su lugar.
    Ella es una mujer demasiado responsable.
    El, un hombre con una gran culpa.
    Antia debe hacer frente a una dolorosa perdida, asumiendo asi el peso de su familia. Dos pequenas sobrinas, un hermano con problemas y un padre delicado de salud son preocupaciones suficientes para que no pueda centrarse en su propia vida.Una crisis en las bodegas, de las que Antia es copropietaria, la llevara a conocer a Lucas, un guapo italiano con un dudoso pasado al que una culpa no le deja hallar el camino correcto.
    ?Que pasa cuando dos almas perdidas se conocen?
    ?Seran capaces de afrontar sus problemas y conseguir buscar su momento?
    Quiza la amistad, la familia o el amor consigan ayudarlos.
    Descubre en esta profunda historia como Antia y Lucas afrontan sus dudas y se enfrentan a las complicadas situaciones que les depara la vida.

  • Un poco de odio de Joe Abercrombie

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    “Un poco de odio”, la esperada nueva novela de Joe Abercrombie, que da inicio a la trilogia “La era de la locura”, nos lleva de nuevo al mundo de “La Primera Ley”.

  • Ultima (Judith Rashleigh 3) de L.s. Hilton

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    La glamourosa e internacionalmente conocida marchante de arte Elisabeth Teerlinc sabe bastante sobre el mundo de las falsificaciones. Despues de todo, ella misma no deja de ser una falsificacion o una especie de fraude. Su verdadera identidad, Judith Rashleigh, se encuentra enterrada bajo una fina capa de mentiras. Por no mencionar la cantidad de cadaveres que se ha llevado por delante, de todos aquellos que querian entorpecer su camino.

  • Desventuras de un Imbecil 2 de J. M. Martinez Pedros

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    Estuve todo el ano en curso esperando el mes de agosto. Si, senoras y senores, ese mes en donde las senoras anoraban su pueblo de origen y los sufridos maridos se quedaban al pie del canon. Nosotros, los mas idiotas e infelices del mundo. Pensabamos que nos dedicariamos a hacer lo que nos viniese en gana. Es decir: todo lo que generosamente nos permitieran las demas mujeres... Ya se lo que pensaran ustedes. !Vaya pedazos de hijos de perra que tenian por maridos! Que si seran unos cerdos malnacidos, que si eran unos adulteros. En definitiva, y de seguro que llegarian a la conclusion de que dicho comportamiento de los mal llamados "Rodriguez" rayarian la violencia de genero y otras sartas de ideas preconcebidas por los medios de comunicacion que sin duda rondaran vuestras privilegiadas mentes modernistas, pero espero que esten conmigo en que vosotras en el fondo os alegrais de libraros del pedazo de burro de vuestros maridos, que cuando vienen de trabajar solo esperaban la cena y que le dejasen en paz delante de su querido aparato de television. Todo eso es muy bonito, pero los planes nunca salian como uno quiere. No pensaran que no lo intente, fue todo en vano. Luego de gastarme un buen dinero en frecuentar las discotecas de moda y comprarme ropa adecuada a la epoca, me di cuenta de que habia perdido mi, digamos, "Charme". Estaba mas pasado que las maracas de Machin. Como podriais imaginaros, hice el mas esperpentico de los ridiculos, asi que me refugie en mi casa, consolandome a base de videos porno y comer guarradas, que si mi medico lo supiese, renegaria de mi, no tres veces como Pedro a Jesus. De seguro que no pararia hasta el dia del juicio final. Solo salia de casa para trabajar (que remedio), para comprar tabaco (maldito vicio) o para ir al videoclub. Lo peor que le pudiera pasar a un "Rodriguez" que estuviera lamiendose sus heridas era anorar a su mujer hasta el punto de tener suenos eroticos con ella. Siendo el podio de las desgracias ver de nuevo la misma peli porno, alquilada el dia anterior. Entonces, se podria decir que uno habia tocado fondo. Y para rematar la desgracia, no tener ganas ni remotamente de devolverla. Era viernes por la tarde, la television emitia la basura de siempre y encima eran refritos de viejos programas, emitidos en tiempos de Maria Castana, asi que hice de tripas corazon y arrastre mi aburrimiento y melancolia hacia el establecimiento de alquiler de peliculas. Fui caminando, sudando, cabizbajo y el aburrimiento me pesaba lo mismo que si llevara la cruz de mi propio Via Crucis. No queria ver a nadie ni conocido ni desconocido, estaba con un humor de perros y, maldita sea, incluso si me enterara de que mi familia estaba pasandolo mal, puede que aquello me resultase incluso hasta un alivio. Me avergonzaba de mis pensamientos, !pero que cojones! !Que se jodan por dejarme solo! Como siempre la ciudad me asqueaba con sus aceras llenas de desperdicios, cagadas y orines de perros. Lo peor, los viandantes que circulaban ajenos a mis desgracias. !!Eran muy importantes para mi!! ?Por que no se paraban y me preguntaban, me consolaban o simplemente me saludaban? Era lamentable percibir lo poco que importaba a los demas. Raudos, pasaban ante mi, desde luego que todos tenian sus problemas, !pero miradme, por favor!, !decidme algo, no ven que estoy fatal! En estas cuestiones del alma estaba cuando un chirrido de neumaticos me sobresalto. Fije mi atencion en la atestada calle. A escasos metros de mi y en medio de la calzada estaba agonizando un perro, que tuvo la desgracia de que lo destripara una de esas maquinas que nos cuesta a todos un rinon y dicen que es peor de mantener y mas caro que una amante caprichosa. El auto apenas paro, reanudando la marcha tan velozmente como se produjo el atropello. No se el porque o no tenia nada mejor que hacer, pero me entretuve mirando al pobre can, como movia la pata en sus ultimos estertores. Pense en que sin duda, aunque fuera un perro, seguro que alguno lo echaria de menos. No obstante, mi pensamiento me parecio atroz, pero es asi, observar una desgracia, aunque fuera la de un animal, me sirvio de consuelo. Extrano, ?verdad? Pero efectivo. Segui absorto observando hasta que ya no se movio. Por supuesto, nadie paraba y otra curiosidad que recalco. Ahora que el pobre bicho estaba muerto, todos los conductores lo sorteaban. No pude evitar pensar que mas valio que lo hubieran evitado antes. El suceso me estaba deprimiendo mas todavia. Necesitaba urgentemente una racion doble de porno, una buena cerveza de barril y una cajetilla de tabaco. !Que quereis que os diga! Va a ser verdad eso que dicen del varon: que no podemos hacer ni pensar dos cosas a la vez. Dejando al chucho destripado, raudo, me di media vuelta, pero me tope con mi imagen en las vitrinas de unos grandes almacenes. De nuevo me pare, de nuevo me quede absorto. ?Era yo el que se reflejaba? !!No podia ser!! Aquel tipo llevaba barba de varios dias, el pelo alborotado, la cara castigada por la edad y la nariz partida de boxeador (cuando era nino, decidi volar como Superman). Vestia de cualquier manera: con un viejo chandal pasado de moda, zapatillas viejas y sucias. La verdad es que nunca habia sido agradecido. Jamas seria capaz de hacer dano a nadie, ni siquiera tenia malos pensamientos (exceptuando los sexuales). Mi aspecto podria perfectamente pasar por un maleante o algo peor. De seguro que si de noche me cruzara con alguna damisela, su reaccion seria la mas apropiada hacia mi aspecto. No lo duden. Por eso siempre me pregunte que habia encontrado mi mujer para resultarle lo suficiente atractivo para que se casara conmigo. ?O es que las mujeres tienen el gusto en otra parte que no sea en los ojos? No como nosotros, que todo nos entra por la vista o por el estomago. !Ya volvia a nombrar a mi mujer! Eso queria decir que estaba peor de lo que pensaba. Menos mal que al final de la calle, las luces de neon de color verde, lo mismo que las cruce verdes parpadeantes de las farmacias, me anunciaban el tan ansiado videoclub, en donde tendria la solucion a todos mis problemas...

  • La nina de maiz de Joan Llensa

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    Llevandose una tostada untada con mantequilla y azucar a la boca, la pequena Martina dejo que el crujido eliminase cualquier sonido. Sentir los trozos de pan mezclandose con la deliciosa mantequilla que se derretia en su paladar era algo que percibia como una maravilla. Y cuando el azucar con su edulcorado sabor le impregnaba la lengua, miles de cristalitos brillantes la convertian en un hada de los bosques. Asi lo apreciaba ella. Y ese pequeno detalle, que al parecer de muchos pudiera ser considerado insignificante, para ella tenia un significado especial. Magico. --Abuela --la llamo con los labios untados--, ?ya se han ido todos? --Claro, chiquilla. Hoy hay reunion de ultima hora en el ayuntamiento para la Feria y han salido pronto para que tengamos el mejor sitio posible. Ya sabes que a quien madruga, Dios le ayuda y, si veneramos a las Virgenes y los Santos como merecen, nos bendeciran con un ano lleno de buena prosperidad. Martina dio un gran bocado y desvio la mirada hacia la ventana. La claridad del cielo era de ese color pastel que cuesta definir. Cuando el sol se apresura a tenir con trazos largos y gruesos la oscuridad con sus pinceles de luz. --Creo que hara un buen dia, abuela. --Asi lo quiera Dios --sentencio. Tras terminarse el desayuno, la pequena Martina recogio las migajas que quedaron en la mesa y ayudo a la abuela a fregar los platos. Las dos salieron al exterior por la puerta de la cocina. Vivian en un antiguo molino que era el sustento de la familia. En total, eran siete miembros; la abuela era la mas mayor, despues estaba Valentina, su hija, y Pancracio, el marido de esta. Casados desde hacia anos y tocados por la mano del senor, como decian ellos, por el fruto de su amor: sus cuatro hijas. Josefina, la mayor y mas seria a quien todos llamaban Fina; Jacinta, la rebelde; Maria, la buena; y la pequena Martina. El viejo molino consistia en una construccion de dos plantas. En la primera, se distribuia una amplia sala que hacia a la vez de comedor y cocina, todo junto con una gran mesa de madera maciza y sus sillas, con frondosos y mollencos cojines que ellas mismas se habian encargado de hacer. En uno de los rincones, un gran fuego a tierra daba el calor necesario a las frias noches de la comarca. De la estancia, aparecian en el rincon contrario las escaleras. Unas ascendian hasta la primera planta, donde se encontraba una sala comun con un sillon desvencijado de color crema y una mesa con cuatro sillas. Esta sala se comunicaba con tres puertas que comunicaban con los respectivo dormitorios. Uno, de los padres; otro, de las tres hijas mayores; y un tercero que compartian Martina y la abuela. Por otro lado, y debajo de la planta inferior, la sala del molino con las grandes piedras de moler y todos los engranajes que aprovechaban la corriente del rio para las harinas y demas. En el exterior, el viejo molino tenia el aspecto de una casa normal y corriente, con una construccion que recordaba a las casas de la zona; sus paredes de piedra y cemento, sus ventanas de un tamano mas bien pequeno y las tejas marrones con tenedores de barro colocados en las esquinas. <>, segun decia la abuela. --Abuela --llamo la nina al salir de la casa, tirandole de la falda de cuadros negros y grises--, ?has visto? Uno de los tenedores se ha roto. La abuela alzo la vista y se cercioro de que Martina tenia razon. Una de las horquillas se habia caido. --?Significa eso que las brujas podran entrar en casa? -- pregunto la pequena con evidente cara de susto. --Ni hablar --le puso la mano en la cabeza y la zarandeo de un lado a otro--, aun quedan mas. Ademas, antes de que esas hijas del mal se den cuenta de ello, tu padre lo habra arreglado. --?Y como lo va a hacer si no esta aqui? --Debe de estar al caer. El pueblo de Camprodon no esta muy lejos y sabe que para la Feria es necesario que este aqui. Mientras, le pediremos a tu hermana que vaya a la iglesia a bendecir el barro con el que haremos la nueva pieza y asi cuando tu padre haya vuelto podra solucionarlo. --Tengo muchas ganas de verle... --Pero recuerda que llegara muy agotado. El viaje en carro agota hasta al hombre mas fuerte. --Lo cuidare como a un rey. --No tengo la menor duda de ello, cielo. --La abuela puso una mano en la cabeza de la nina y le revolvio el pelo--. Pero antes ven, una doncella debe estar siempre presentable, y con esa melena al viento pareces una salvaje. Martina se rio a carcajadas y, mientras la abuela le recogia la melena en una trenza, ella se imagino recorriendo los bosques de la comarca y descubriendo tesoros de valor incalculable. En cuanto acabaron, abuela y nieta siguieron el caminito que ascendia al lado del molino hasta un monticulo. En el, la familia habia adecuado el terreno con un huerto bastante grande. Se podian ver los surcos en los que hortalizas y verduras crecian esplendorosas, dando sus mejores frutos. A un lado, dos grandes bidones de color azul oscuro almacenaban el agua de la lluvia que recogian las canaletas situadas estrategicamente y les servia para poder regar las plantas cuando era necesario. Asi se ahorraban traerla del rio, cosa que agradecian sus articulaciones. A unos pasos de alli, un terreno mas grande con plantaciones mas generosas cubria la mayor parte del prado. Alli sembraban maiz, colza y demas segun la temporada. --Vamos, pequena. Queda mucho por hacer y el tiempo no se detiene por nadie, excepto por los muertos. A Martina le dio un escalofrio. <>, habia dicho. Enseguida, recordo aquella chica que se le aparecia entre los campos. ?Era posible que se tratara de una muerta? Y, si asi era, ?que queria de ella? Capitulo 2 Jacinta se relamio los labios al ver al mozo apoyado en la columna de madera del pajar. Oteo a ambos lados asegurandose de que nadie se fijaba en ella mientras daba unos pasos en direccion a el y se mordia el labio inferior. El joven sonrio y le guino un ojo, dio un brinco, se puso a la carrera y se perdio entre las callejuelas de la ciudad. Jacinta se levanto la larga falda plisada hasta las rodillas y emprendio la persecucion. Cada esquina le permitia ver durante el tiempo justo la direccion que tomaba el joven. Aunque podia ver que el aguardaba el tiempo justo para estar seguro que ella veia la direccion que tomar y el brillo de su sonrisa picara y luminosa. Aunque si le hubiera perdido, los rastros le permitirian seguir sus pasos con certeza. No tenia la menor duda. Con cada paso, su respiracion se agitaba, se aceleraba y le hacia sonreir un poco mas. En cada esquina, le aguardaba la senal. Como si se tratara de migajas de pan como en el cuento de Hansel y Gretel, la joven doncella iba encontrado las suyas. La flores talladas de un color lila brillante destacaban en los alfeizares oscuros y las paredes humedas. Ella las recogia y se las llevaba a la nariz aspirando su aroma dulzon. Era un tesoro. Se habia alejado del centro y una enorme puerta de madera entreabierta aguardaba ante ella. En la cerradura, un pequeno ramillete colgaba de el. Jacinta lo cogio entre sus manos y lo junto con las flores que ya tenia. Dio la espalda a la puerta apoyandose en ella como quien no quiere la cosa. Sus ojos repasaron la calle, las ventanas y las sombras dando un rapido vistazo al exterior y, en lo que dura un parpadeo, camino hacia atras, dejandose engullir por la oscuridad. El establo estaba a oscuras. Los ojos de la joven tardaron unos segundos en acostumbrarse a la penumbra y las sombras que, poco a poco, dieron paso a perfiles mas definidos del lugar donde se encontraba. Aunque no le hacia falta ver mucho, ya que conocia aquel sitio a la perfeccion, Jacinta agradecia tener las referencias visuales bien presentes. El suelo blando, las columnas de madera, los cercados paralelos a estas y los movimientos de los animales al otro lado. La primera vez que entro en el establo se asusto cuando los caballos relincharon y profirio un grito que retumbo en el vacio, devolviendole un eco sordo seguido del consiguiente estruendo de patadas de los animales. Aquel dia, Jacinta tuvo que salir por patas --y nunca mejor dicho-- del establo. Imagino los rostros asustados de los vecinos pensando que un demonio les habria hecho una visita a los animales. O que las brujas querian llevarselos. Incluso ella misma tuvo pesadillas durante semanas en las que se repetia una y otra vez. Ahora, Jacinta tanteo las escaleras de madera que la llevaban a la parte superior, en un altillo desvencijado. Peldano a peldano, su cuerpo esbelto ascendia al tiempo que su corazon palpitaba con mas fuerza y teson. Cuando su cabeza supero el limite, las balas de paja esparcidas por alli le hicieron resoplar. <>, se pregunto sin hacer ruido recorriendo con la mirada las porciones doradas.

  • Una dama para el duque Rothsay de Mimi Ferrer

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    Un terrible secreto. Una leyenda. Un amor imposible.

  • Psicosis 1 de Robert Bloch

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    Norman Bates oyo el ruido y se estremecio. Era como si alguien estuviera golpeando los cristales de las ventanas. Levanto la mirada, rapidamente, dispuesto casi a ponerse en pie, y el libro resbalo de sus manos para caer en su amplio regazo. Entonces comprendio que aquel ruido era tan solo lluvia, la lluvia que caia al morir la tarde, cuyas gotas golpeaban la ventana de la salita. No se habia dado cuenta de la llegada de la lluvia, ni de la penumbra. Pero la salita estaba ya bastante a oscuras, y antes de proseguir su lectura alargo la mano para encender la lampara de sobremesa. Era una lampara anticuada, con una pantalla adornada y lagrimas de cristal. Podia recordarla desde que tenia uso de razon, y su madre se negaba a desprenderse de ella. A Norman no le importaba; los cuarenta anos de su vida habian transcurrido en aquella casa y era agradable y tranquilizador sentirse rodeado de cosas conocidas. Alli dentro todo estaba ordenado; los cambios solo se producian en el exterior. Y la mayor parte de ellos llevaban en si una amenaza en potencia. ?Y si se le hubiera ocurrido pasar la tarde paseando, por ejemplo? Tal vez se hubiese encontrado en alguna solitaria carretera vecinal o incluso en los pantanos, cuando empezo a llover. Se habria calado hasta los huesos, y se hubiera visto obligado a regresar casi a ciegas a su casa, en la oscuridad. Y el enfriamiento que seguramente hubiera cogido le habria podido causar la muerte. Ademas, ?a quien le gustaria estar fuera de casa, despues de oscurecer? Era mucho mas agradable encontrarse en la salita, leyendo un buen libro. La luz alumbraba su cara regordeta, se reflejaba en sus gafas de lentes montados al aire, y banaba su rosado cuero cabelludo bajo el escaso cabello rufo, cuando se inclino para proseguir su lectura. Era un libro realmente fascinante, y no debia extranarle que no hubiese observado el rapido transcurso del tiempo. Norman jamas habia encontrado parecida abundancia de curiosa informacion como en The Realm of the Incas, de Victor W. von Hagen. Por ejemplo, aquella descripcion de la cachua, o danza de la victoria, en la que los guerreros formaban un gran circulo, moviendose y retorciendose como una culebra. Leyo: <>[1] . Norman sonrio permitiendose despues el lujo de un tranquilizador estremecimiento. Grotesco pero efectivo... Si, debio haberlo sido. !Desollar un hombre --vivo, probablemente-- y luego estirarle el vientre para utilizarlo como tambor! ?Como lo harian para conservar la carne del cadaver, para evitar que se corrompiera? Y, ademas, ?que mente habria concebido semejante idea? No era un pensamiento agradable, pero cuando Norman entorno los ojos casi pudo visualizar la escena: una multitud de guerreros pintarrajeados y desnudos, retorciendose al unisono bajo un cielo salvaje y ardiente, y al viejo, sentado en cuclillas ante ellos, arrancando un inacabable ritmo del vientre hinchado y distendido de un cadaver, cuya boca se mantendria probablemente abierta fijandola con grapas de hueso, para que pudiera salir por ella el sonido. Los golpes dados en el vientre repercutirian en los encogidos orificios interiores y surgirian, ampliados y con toda su fuerza, por la muerta garganta. Por un momento Norman casi oyo el redoble (y entonces recordo que tambien la lluvia posee ritmo) y unos pasos... En realidad, percibio los pasos antes de oirlos; un largo habito venia en ayuda de sus sentidos cuando su madre entraba en la habitacion. Ni siquiera tuvo que levantar la mirada para saber que estaba alli. No miro, sino que fingio seguir leyendo. Su madre habia estado durmiendo en su habitacion, y Norman sabia lo malhumorada que solia estar al levantarse. Por tanto, lo mejor era no decir nada y confiar en que, por una vez, no estuviera de mal humor. --?Sabes que hora es, Norman? Norman suspiro y cerro el libro. Sabia que tendria dificultades con ella; aquella pregunta era un desafio. Habia tenido que pasar frente al reloj del vestibulo para ir a la salita y pudo ver facilmente la hora. Pero no lograria nada discutiendo. Norman consulto su reloj de pulsera y sonrio. --Las cinco dadas --repuso--. No sabia que fuera tan tarde. Estaba leyendo... --?Crees que no tengo ojos? Ya veo lo que has estado haciendo. --Se acerco a la ventana y miro afuera, a la lluvia--. Y tambien veo lo que no has hecho. ?Por que no encendiste el rotulo al oscurecer? ?Y por que no estas en el despacho, como debieras? --Empezo a llover muy fuerte y no crei que hubiera transito con este tiempo. --!Bah! Con ese tiempo es mas probable tener huespedes. A mucha gente no le gusta viajar cuando llueve. --!Pero si nadie viaja ya por esta carretera...! Todo el mundo utiliza la nueva. Norman advirtio la amargura de su propia voz; le parecio sentirla en la garganta e intento contenerla, pero por fin tuvo que librarse de ella. --Ya te dije lo que sucederia, cuando nos dijeron confidencialmente que cambiaban el trazado de la carretera principal. Entonces hubieras podido vender el parador, antes de que la noticia fuera de dominio publico. Hubiesemos podido comprar tierras a buen precio junto al nuevo trazado, y estariamos tambien mas cerca de Fairvale. Ahora podriamos tener un nuevo parador, una casa nueva y dinero. Pero no quisiste hacerme caso. Nunca prestas atencion a lo que te digo. Siempre ha de ser lo que tu quieres y lo que tu piensas. !Me enfermas! --?Si, muchacho? La voz de su madre era falsamente suave; Norman no se dejo enganar. Tenia cuarenta anos y le llamaba <>; y ademas le trataba como a tal y eso empeoraba las cosas. !Si al menos no tuviera que escucharla! Pero tenia que hacerlo, sabia que no podia rebelarse, que siempre tendria que escucharla. --?Si, muchacho? --repitio aun con mayor dulzura--. Te enfermo, ?eh? No, muchacho, no soy yo quien te enferma, sino tu mismo. Y ese es el verdadero motivo de que estes aun aqui, junto a una carretera secundaria. Nunca tuviste valor, ?eh, muchacho? Nunca tuviste el valor de marchar de casa, de buscarte un trabajo o alistarte en el ejercito o echarte novia...

  • Seducida por su Lobo (Los Lobos de Green Valley 2) de T.n. Hawke

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    Natalie:

  • El guardes silente (El librero de toledo 2) de Manuel Peitado

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    Han pasado cinco anos desde que Domenico, nuestro joven protagonista,ingreso en un centro psiquiatrico para expiar sus culpas y cancelar su deuda con la sociedad. La Espana con la que amanecera, nada tiene que ver con aquella que dejo en 1.975. Su liberacion nos hara plenamente conscientes y participes de la inminente justicia, que irremisiblemente llegara a todos los que propiciaron muertes sin sentido, con un desproposito lleno de impiedad y locura. En esta segunda entrega, el protagonista no dudara en adentrarse en los ambientes mas sordidos de la epoca y nos hara vibrar, sufrir y disfrutar con sus andanzas que nos deja expectantes, esperando su destino que hacemos nuestro. Personaje querido y odiado que, gracias a su autor, sigue sin dejarnos indiferentes y que nos lleva de la mano hasta las profundidades de un final inesperado y, quizas, fatal. Domenico, hombre sadico y nino desvalido fuertemente influenciado por los conflictos de su entorno, emprendera una lucha encarnizada contra aquellos que creen que gozan de un poder omnimodo que les permite burlar las leyes y dar justicia a su capricho. Manuel Peiteado aborda asuntos tan delicados como la pederastia, la homofobia o mismamente el sado, que no dejara indiferente al lector. Novela trepidante que seduce y enamora por su ritmo, escrita sin artificios y en la que la intriga va in crescendo a lo largo de sus paginas.

  • El hundimiento del Titanic de Hans Magnus Enzensberger

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    El hundimiento del Titanic es un magistral poema epico -una hazana desacostumbrada en estos tiempos- en torno a una historia que, aunque conocida, no ha perdido un apice de su tension dramatica. En efecto, el enorme transatlantico, gigantesca maravilla del mundo que naufrago una gelida manana del ano 1912, no fue solo un buque, sino tambien un mito: la encarnacion del progreso tal como se entendio en el siglo XIX, un concepto cuya vigencia ha sufrido un serio reves tras los avatares de la historia reciente. A lo largo de treinta y tres cantos, en este poema -explicitamente inspirado en La divina comedia de Dante, escritor que retorna a menudo entre los fantasmas evocados por Enzensberger- se efectua una soberbia recreacion de la catastrofe. Los alaridos de los naufragos, las rememoraciones nostalgicas de los muertos, los inarticulados mensajes de los supervivientes; pero tambien fragmentos de telegramas, las ultimas informaciones meteorologicas, las desesperadas peticiones de auxilio. Asimismo, las minuciosas descripciones de los menus de a bordo, la arquitectura del buque, la decoracion y las pinturas kitsch de sus salones, las inoportunas alegorias de la Paz y del Progreso.

  • ?Bailamos? de Noni Garcia

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    Alejandra no podia creer que aquel coche se hubiera saltado la senal, que tuviera que estar de baja algunos meses, que no pudiera bailar y, mucho menos, que su medico y cirujano fuera Salvador, el insoportable hermano de Ivan, su mejor amigo y pareja de baile.
    Salvador siempre habia mantenido lejos de el a Alejandra, alguien que le atrajo desde el dia que la conocio, una nina de papa ante la que no pensaba sucumbir, ya que con una tuvo suficiente.
    Pero ni Alejandra es lo que aparenta, ni Salvador es el hombre insufrible que parece ser.
    Un accidente, una mujer valiente, un hombre con miedo a sufrir, una recuperacion que los une sin remedio y.
    ?Podra un baile unirlos para siempre?

  • Highland. En el corazon de Logan de Ariadna Baker

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    Alana no se lo penso dos veces cuando le ofrecieron la oportunidad de irse a trabajar a Escocia.
    Su vida habia sido dedicarse a sus padres hasta que fallecieron. Desde ese momento, lo unico que podia hacer era aceptar el trabajo como interna con la familia Mabry.
    Podia imaginarse de todo, menos que llegaria a considerar esa familia como suya. Sobre todo a Logan, un hombre que nunca habia tenido una relacion seria y quien, sin saberlo, lo que el buscaba en una mujer era lo que podia encontrar en Alana.
    Una familia llena de secretos por algo que ocurrio hace anos y que llego a marcar la vida de cada uno de ellos.

  • Domina, L.S. Hilton de L.s. Hilton

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    Segundo volumen de la trilogia que ha estado en boca de miles de lectores en todo el mundo.EL PASADO DE JUDITH RASHLEIG LA PERSIGUE DE NUEVO. UN JUEGO FRENETICO EN EL QUE, AHORA, SI NO GANA, MUERE.

  • Se anuncia un asesinato de Agatha Christie

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    Los habitantes del apacible pueblecito de Chipping Cleghorn ven alterada su vida cotidiana ante un anuncio en el periodico local que dice: <>. ?Una broma infantil? ?O un engano destinado a asustar a la pobre Letitia Blacklock? Incapaz de resistir la logica curiosidad, una multitud decide acudir al domicilio de la victima de esa muerte anunciada en el dia y la hora senalados. Cuando el reloj marca las seis y media, las luces se apagan y se oye un disparo. y los alli presentes comprobaran que lo que en apariencia no era mas que una extravagancia se convierte en un asesinato que solo Miss Marple podra desentranar.

  • Kat la retorcida (Apocalipsis 1) de Magenta Perales

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    Erik Rowe era el Rey.
    Lider indiscutible de su ciudad.
    El Alfa en una corte de Betas.
    En una ciudad de Omegas esclavos.

  • Reino de ladrones de Leigh Bardugo

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    Kaz Brekker y su equipo han dado un golpe tan temerario que ni siquiera ellos pensaban sobrevivir. Pero en lugar de conseguir una buena recompensa, a su regreso de la Corte de Hielo tienen que seguir luchando por sus vidas. Traicionado y debilitado, el equipo esta corto de recursos, aliados y esperanza. Mientras poderosas fuerzas de todo el mundo llegan a Ketterdam para desentranar el secreto de la peligrosa droga conocida como jurda parem, viejos rivales y nuevos enemigos emergen para desafiar el ingenio de Kaz y poner a prueba las fragiles lealtades del equipo. Una guerra se aduenara de las oscuras y tortuosas calles de la ciudad, una batalla por la venganza y la redencion que decidira el destino del mundo Grisha.

  • Devotio de Massimiliano Colombo

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  • Un hombre al mando de Laurelin Paige

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    Tenia el brazo levantado y el movil en la mano mientras buscaba cobertura cuando lo oi. Un maullido leve. El tipico sonido de un gatito en apuros. Aguce el oido y examine a mi alrededor. Detras de mi, cuatro estructuras con forma de silo se erigian apinadas. Abajo, el bar de la azotea bullia de actividad. Enfrente, el Empire State atraia todas las miradas, resplandeciente con los colores del arcoiris (en honor a la manifestacion en favor del colectivo LGBTQ, convocada para ese fin de semana), pero el exceso de luces centelleantes de discoteca del local hacia palidecer la atraccion turistica. Habia mucho barullo, una de las razones por las que me habia escabullido a la parte mas alta del edificio: queria hacer una llamada. El otro motivo que me habia empujado a subir a la azotea era que todavia no habia conseguido que en mi pantalla apareciera mas de una raya de cobertura. Los maullidos, conclui, debian de proceder de los depositos, sirvieran para lo que sirvieran. Imagine que hacian las veces de trastero para guardar objetos mecanicos para el edificio: para el sistema electrico, el aire acondicionado y vete a saber que mas. Algun arquitecto de esos de prestigio habia decidido, por alguna razon, que unas torres cilindricas de un tono bronce con tapas que parecian un sombrero conico asiatico eran el mejor modo de hacer que el material industrial quedara mas bonito. De verdad, la ultima moda en diseno de la ciudad de Nueva York escapaba a mi entendimiento. Para mi, tenian una pinta rarisima. Ademas, los habian colocado en la parte mas alta de un edificio de sesenta plantas, de modo que la probabilidad de que hubiera oido a un gatito extraviado era bastante infima. De todas formas, el ruidito habia cesado. Es probable que hubiera sido el chirrido de un generador o que me lo hubiese imaginado. Volvi a centrarme en el movil. Dos rayas si me situaba en esa direccion. Termine de subir los tres escalones que faltaban para llegar por fin a la planta superior. !Tres rayas! Con eso bastaria. Pero... volvi a oir al gatito. Otra vez. Y otra. Quedaba descartado que fuera algo mecanico. Baje la mano con la que sostenia el telefono y empece a rodear uno de los depositos. Si no se trataba de un gato (porque tan arriba no podia ser, ?no?), ?que era entonces? ?Esos ruidos los podian hacer las ratas? Solo de pensarlo me puse a temblar. Lo cierto es que no tenia ningun motivo para ponerme a buscar de donde procedia el sonido. Pero ?y si era un gatito? Quiza los del bar hipster de abajo tenian uno aqui en la azotea para que mantuviera a raya a los ratones. No era una idea tan descabellada y me empezo a picar la curiosidad, asi que, en contra de lo que me dictaba el instinto, segui rodeando el segundo deposito. De pronto, me quede petrificada. Aquel ruidito no lo emitia un animal, sino una mujer. Se encontraba a unos cinco metros y apoyaba la espalda en la pared de ladrillos de una chimenea al otro lado de los depositos. Tenia los ojos cerrados, llevaba un vestido de fiesta remangado por la cadera y los sonidos que emitia eran gemidos de placer, no de sufrimiento. Segun parecia, se los estaba provocando el hombre situado delante de ella. En concreto, su mano, que se movia entre sus piernas. Y !uf!, a juzgar por la expresion de la mujer, el hombre sabia lo que hacia. Retrocedi con sigilo y a toda velocidad mientras rodeaba el deposito y solte el aire despacio. No sabia si echarme a reir o... bueno. ?Es que que otra reaccion iba a tener, si no? Desde luego, el cosquilleo instantaneo de excitacion que se me habia despertado entre los muslos no era la respuesta adecuada. Vamos, que lo mejor era reirse. Me rei en silencio, para no molestar a los <>. Sin embargo, cuando el impulso de tomarmelo con humor se desvanecio, el cosquilleo seguia ahi. Hacia mucho tiempo desde la ultima vez que habia echado un polvo. La ultima relacion seria que habia tenido termino en verano, y luego busque un clavo que sacara a otro calvo durante el fin de semana de Halloween, pero, desde entonces, nada... y estabamos a principios de septiembre. !Madre mia, pero si ya casi hacia un ano! No me extranaba que sintiera tanta curiosidad por aquel par de desconocidos que se metian mano en un rincon apartado de la juerga en la azotea. La excitacion indirecta era demasiado tentadora. Sin hacer ruido, rodee el deposito de puntillas con el cuerpo pegado al edificio. Solo queria... echar una miradita. Guau. Esta segunda vez, la escena era tan sensual como la primera. Mas incluso ahora, que la mujer empujaba las caderas hacia la mano de el. La forma en que el hombre le sostenia las manos por encima de la cabeza, el hecho de que no se estuvieran besando, que los unicos puntos de union entre sus cuerpos fueran la mano de el que le agarraba las munecas y la otra metida entre sus piernas, constituian un espectaculo obsceno, lisa y llanamente. Y cuando ella solto otro gemido, por poco no se me escapo uno a mi tambien. Tome nota mental: <>. Tanto, que habia olvidado por completo la razon por la que habia subido a la azotea. Tanto, que me palpitaba la entrepierna. Tanto, que ni se me ocurrio esconderme cuando la mujer profirio un ultimo grito ahogado y se estremecio al llegar al orgasmo. Era evidente que aquel era el preciso instante en que deberia haberme ido. Bueno, vale, deberia haberme ido antes, pero como no lo habia hecho, el momento era ese. Sin embargo, me quede ahi, pasmada por la actitud indiferente con la que el hombre se saco un panuelo de un bolsillo interior del esmoquin y se limpio la mano antes de metersela en el bolsillo. Ni siquiera se lo ofrecio a la mujer. No fui la unica que se dio cuenta. Ella puso mala cara mientras se recolocaba el vestido, pero enseguida recupero la sonrisa. Se echo la melena castana por encima del hombro (oscura, pero no tanto como la mia), se acerco a el y le toco la entrepierna. --Va, Eden, que tu ya has terminado... --Aunque no alcanzaba a oirlo todo desde mi escondite privilegiado, si que vi con claridad que el le apartaba la mano. --Pero tu no --dijo ella entre susurros. El la miro fijamente unos segundos. Ojala hubiera estado de cara a mi para poder ver su expresion. Oye, que complicado era espiar a gente que no cooperaba. --No te esfuerces --repuso al final. Una negativa, clara como el agua. No necesite verle el rostro para saberlo--. La unica razon por la que he hecho que te corrieras ha sido para que me dejes en paz. <>. !Menudo imbecil, el tio! Bueno, o quiza no. Habia que tener en cuenta que, antes de rechazarla, le habia provocado lo que, a todas luces, habia sido un orgasmo de calidad excepcional. Claro que carecia de la informacion necesaria para formarme una opinion a partir de lo que habia visto. Pero era dificil no figurarme los detalles de la situacion mientras observaba la escena como quien come palomitas, y, en mi imaginacion, al tipo se le daba tan bien follar como tener los modales de un autentico imbecil. La experiencia me habia ensenado que ambas caracteristicas iban de la mano. Eden se aclaro la garganta, pero parecia que sabia cuando retirarse: --Tu te lo pierdes. Sabes perfectamente que te trato muy bien. --Si, exacto. Ese es el problema. Madre mia, menudo cabron. Era el tipico tio que necesitaba poner distancia. El tipico que solo se enrollaba contigo una vez y si te he visto no me acuerdo. Recorde que habia alquilado el bar de abajo entero, en la azotea, para celebrar una fiesta con invitados de clase alta, y lo cale: un ricachon arrogante que se creia que tenia privilegios. Todo un casanova, vamos. Lo mejor que Eden podia hacer era salir disparada en direccion contraria. Se le borro la sonrisa. Irguio la espalda y lo fulmino con la mirada. --Eres un imbecil. <>. El casanova se encogio de hombros. --Ya te lo adverti. --Me avisaste, pero sabias que, al hacerlo, darias ni mas ni menos que la imagen contraria. Mira, ?sabes que? Te mereces estar tan amargado. Parecia que estaba a punto de irse, lo que significaba que yo debia salir por patas, pero vacile al ver que el alargaba la mano y la agarraba del brazo. --Espera, Eden. La expresion de esta se suavizo, aliviada, como si hubiera deseado que el la detuviera. Yo tambien sabia lo que era albergar esa esperanza. Ademas, estaba bastante segura de que Eden sabia donde se metia cuando se habia enrollado con este cabron, pero, aun asi, me costaba no empatizar. Le solto el brazo y le acaricio el rostro. Y, justo cuando creia que el casanova quiza no estaba tan mal, espeto: --Limpiate antes de bajar. Se te ha corrido el rimel. Eden se aparto de golpe y, sin mediar palabra, se fue echa una furia. Una furia que venia derechita hacia mi. <>. Sali disparada y rodee el deposito lo suficiente para que no me viera cuando bajara las escaleras, pero no tanto como para que don imbecil me viera desde el otro lado. Entonces, espere mientras trataba de oir sus pisadas para saber cuando podria salir de mi escondite. Por lo visto, el cabron caminaba de forma muy silenciosa, porque no se oia ni una mosca. Asi que me puse a contar hasta doscientos, solo para estar segura de que habia pasado el tiempo suficiente. Y me pase de los doscientos tambien, porque perdi la cuenta un par de veces cuando me asalto una imagen de la escena tan sensual con la que me habia encontrado. Sin duda, en la lista de pendientes debia anadir <>. No podia seguir asi. Al fin, asome la cabeza por donde lo habia visto la ultima vez. No habia nadie. Avance unos pasos para asegurarme. No estaba en ninguna parte. Suspire, aliviada. --?Buscas a alguien? Di un bote al oir la voz a mi espalda. Gire sobre los talones y lo vi de pie, entre las sombras, donde habia estado escondida hacia tan solo unos segundos. Era imposible que supiera que yo estaba alli. Imposible. Igual de imposible que que supiera que los habia visto. Llegue a esas conclusiones en un instante, de modo que me hice la inocente: --Me habia parecido oir a un animal. Un gatito atrapado. Solo estaba echando un vistazo. <>. --Un gato. En la azotea de un edificio de sesenta plantas. --No se lo creyo, como era logico. --Ya, a mi tambien me parecia raro. Por eso estaba echando un vistazo. --Aja. Estaba tan nerviosa que me habia puesto a sudar. Tenia muy presente que habia venido a la fiesta haciendome pasar por quien no era y, aunque no habia ninguna razon para que este tipo lo pusiera en duda, la posibilidad habia hecho que me pusiera en guardia. Pero eso no tenia por que ser positivo per se. Porque deberia haber defendido mi version (era la verdad, al fin y al cabo) y haberme largado. El seguia entre las sombras, con el rostro oculto en la oscuridad. Tampoco es que fuera a tratar de impedirmelo. Con todo, esas dos silabas encerraban una provocacion, un reto implicito, y quien me conocia sabia que yo no era de las que salian corriendo ante un desafio. Di un paso adelante para acercarme. --?Aja? ?Aja, que? ?Que quieres decir con eso? ?No me crees? Se encogio de hombros con la misma indiferencia que le habia demostrado a Eden. --Aja solo quiere decir aja. --Ah. --Quiza me lo habia imaginado. Toda esta odisea habia sido un error. ?Por que habia creido que seria capaz de hacerlo sin perder los papeles? Tal vez era el tipo de persona que no se achicaba ante un desafio, pero tampoco era estupida, y haber venido a esta fiesta habia sido una absoluta insensatez. Ademas, estaba imaginando conflictos donde no los habia--. Bueno, pues... --dije y me di la vuelta para alejarme de ese hombre misterioso. Del mismo modo que habia alargado la mano para detener a Eden, elevo la voz para detenerme a mi. --?Sabes? Creo que has venido a echar un vistazo porque has oido algo y luego te has topado con otra cosa. Y en vez de irte..., has preferido quedarte. Gire sobre mis talones de nuevo. --No me he... --perdi el hilo de golpe. Habia salido de las sombras y ahora, por primera vez, le vi la cara. Y era impresionante. Impresionante nivel: te quedabas sin respiracion. Impresionante nivel: braguitas chorreando. No me extranaba que Eden se hubiera muerto del gusto con el. Los hombres normales y corrientes no eran asi. Este era como un modelo de portada de revista. Si me hubiesen obligado a describirlo, no habria sido capaz de decir que lo hacia tan atractivo. Todo. La forma en la que encajaban sus rasgos. Los pomulos marcados. La mandibula cincelada y manifiesta bajo una barba castana, cuidada y corta. Los ojos... (habia demasiada poca luz para identificar el color, pero estaban colocados en el lugar perfecto). Y, aunque su apariencia por detras se disimulaba bastante, el traje confeccionado a medida que llevaba revelaba lo suficiente de la parte frontal para apreciar que tenia un cuerpo muy bien definido como quien no solo tiene un gimnasio en casa, sino que tambien se pasa horas en el. Me sorprendio tanto, me pillo tan desprevenida, que vomite las palabras antes de tener la oportunidad de refrenarlas: --Ostras, menudo pibon. La verguenza me subio por el cuello hasta el rostro. Mi piel olivacea no se sonrojaba con facilidad, pero la sangre todavia se me acumulaba en la cara cada vez que hacia el ridiculo. Y acababa de hacer un ridiculo monumental. Era imposible arreglarlo. Mientras me mosqueaba conmigo misma y me moria por el bochorno, el metio cucharada como si nada: --Justo estaba pensando lo mismo de ti. Me acababa de tirar los tejos. Y hacia nada que le habia provocado un orgasmo a otra mujer. Pero que bien lo habia calado. Era un donjuan de manual. Me eche a reir, en parte por los nervios y tambien porque no me lo podia creer. --Eh... no. Eso no. No vamos... No. Gracias, pero creo que me voy a ir. Estaba tan nerviosa que no habia acabado de dar la media vuelta cuando me detuvo de nuevo. --No, espera. Lo siento. No queria pasarme de la raya. Como lo has dicho tu primero, creia que podia responderte en los mismos terminos. Reflexione unos segundos antes de contestar (algo que sabia que deberia hacer mas a menudo). Bueno, vale. Habia decidido que no era mas que un ligon, pero no tenia pruebas de ello. Y luego habia sido yo quien le habia soltado aquello a un completo desconocido. Sin duda, era yo quien se habia pasado de la raya. --Si que lo he hecho --admiti--. Lo siento, me ha salido solo. --No hace falta que te disculpes. --Su sonrisa brillaba como el oro. Resultaba hipnotica. Capaz de convencer a muchas mujeres para cometer estupideces con tan solo exhibirla. Desee que ese <> no me incluyera a mi. Pero tambien era realista, asi que me puse en guardia porque lo mas probable era que yo tambien formara parte de dicho grupo. Y todavia estaba alli parada. --Tambien se aplica a que te hayas quedado aqui arriba despues de presenciar lo que te has encontrado. --Estaba decidido a obligarme a admitir lo que habia visto. Eran meras suposiciones. Solo tanteaba el terreno. Sin embargo, ?habia alguna razon de peso para negarlo? Sentia curiosidad por saber hacia donde queria llevar la conversacion, de modo que me limite a preguntar: --?Y? --Y eso, combinado con el comentario que has hecho sobre mi fisico, me ha dado a entender que esta conversacion podria terminar de una forma muy distinta. --Avanzo hacia mi al acecho, como un depredador. Lo juro. Como un depredador. Que locura lo sensual que podia resultar un hombre con tan solo dar un par de pasos. Y una locura todavia mayor era lo mucho que me estaba afectando. Y, ay, la madre, me habia costado unos segundos procesarlo, pero ?de verdad acababa de soltarme eso? --Por favor --dije, con un grunido de irritacion que iba tan dirigido a mi como a el--. Solo porque te he pillado en plena faena por casualidad, ?crees que ahora yo tambien voy a querer? --No, claro que no. --Se volvio a encoger de hombros con indiferencia--. Solo porque te hayas quedado mirando... Otra oleada de sangre me incendio las mejillas. El habia estado de espaldas a mi durante todo el rato. Eden ni siquiera me habia visto y era ella quien estaba de cara a mi. ?Me habia equivocado? Quiza en la pared de ladrillo habia algo reflectante. Me gire para examinar el lugar donde habia estado el. Volvi la vista atras hacia el punto donde habia estado yo. No, para nada. Imposible. No me habia visto. Me gire para enfrentarme a el con una sonrisa de satisfaccion. --Es imposible que lo sepas. Entonces, me devolvio la misma sonrisa, porque acababa de confesar que, en efecto, me habia quedado mirando. --Estaba evaluando si habia sido consentido --anadi, en un arranque. --Claro, te preocupaba la seguridad de otra mujer. --Exacto. --La mentira me hizo sentir honrada. Como si, en realidad, me hubiera comportado como una heroina en vez de una mirona, motivada por la preocupacion de si Eden estaba sufriendo una violacion o no. Su sonrisita de autosuficiencia me decia que no lo enganaba, pero me siguio el juego: --Espero que hayas llegado a la conclusion de que era consentido. --Al menos por parte de ella. --Lo dije porque pense que seria una pulla, pero, al oirlo, me di cuenta de que parecia que estuviera tonteando. Joder. Quiza si que tonteaba. Su expresion reflejaba la misma duda. --No me he visto obligado a hacer nada que no quisiera. Pero si, razon no te falta. Estaba un poco distraido. En cambio, tu tienes toda mi atencion. --Dudara o no, tenia un descaro impresionante. Y a mi me encantaban los ligones atractivos y descarados. Pero enrollarme con uno no formaba parte del plan de esa noche, asi que tenia que irme. --Ah, muy bien --continue, echa un lio y atontada--. Vale. Si. Me... Bueno. Gracias, pero no. Solo habia subido para hacer una llamada, asi que voy a ello. --Tuve la sensatez de largarme, pero fui incluso mas sensata al decirle mientras me iba--: Por favor, no me sigas. Bueno, quiza no habia sido la sensatez lo que me habia impulsado a echar un ultimo vistazo en su direccion. Queria saber si estaba mirando como me iba. Y, quiza soy una idiota, pero me encanto saber que, efectivamente, lo hacia. Capitulo 2 Teyana respondio tras el primer tono de llamada. --Cuentamelo todo. Yo seguia con la cabeza perdida entre los depositos, en ese desconocido tan atractivo y exasperante. Seguramente, deberia haberme esperado a que me bajara el sofoco antes de llamar, pero me moria por ponerme al telefono para que pareciera que estaba haciendo algo, por si se le ocurria seguirme. No obstante, no habia sido el caso y ahora estaba condenada a hacer un esfuerzo por hablar. Solte algo a medio camino entre un grunido y un suspiro. --Todo iria mejor si estuvieras aqui --asegure, y era la verdad, pero no lo habria expresado como una quejica si hubiese estado centrada. Al instante, trate de suavizar mi comentario--. Quiero decir, se que no seria lo mejor para ti, pero lo seria para mi, y no trato de hacer que te sientas mal, pero es que me gusta que me acompane mi amiga. Joder, que insensible. Mira que centrarme en como me sentia yo y lo mierda que era tener que estar sin ella en vez de preocuparme porque Teyana si que sufria a nivel fisico. Sabia comportarme como una buena amiga para alguien que padecia una enfermedad cronica y agotadora, pero, de vez en cuando, metia la pata hasta el fondo. --Lo siento --anadi, mientras desee haber comenzado por ahi. --Eh, va, no empieces... --Como solia pasar, Tey termino por consolarme a mi--. Soy muy consciente de que mis brotes no solo son una molestia para mi. --Pero es que ahi esta el problema: que solo para mi son una molestia. Para ti, son algo mucho peor. --Si --reconocio--. Son una absoluta mierda. Ojala pudiera estar contigo, de verdad. Ese habia sido el plan original: venir juntas. De hecho, cuando habia visto la invitacion entre la correspondencia de mi jefa, mi idea habia sido tirarla a la basura y no darle mas vueltas, pero Tey me la habia quitado de las manos y los ojos se le habian iluminado con un plan. <>, le habia senalado yo. <>. <>. <>. Fue entonces cuando me lo plantee en serio. Kendra nos habia prestado ropa a Teyana y a mi millones de veces desde que las tres nos conocimos y nos hicimos amigas cuando cursabamos el master en la Universidad de Georgetown. Aunque ya no eramos tan intimas como entonces (convertirse en mi jefa tras la graduacion habia cambiado las dinamicas de la relacion), sin duda me habria prestado algo de haber estado alli. Claro que, si hubiera estado alli, yo no habria fisgado entre su correspondencia y no habria descubierto que se celebraba esta fiesta. Tey debio de darse cuenta de que mi conformidad se abria paso: <>. Los Sebastian pertenecian a la realeza estadounidense. Tenian dinero invertido en todo, desde el acero y el petroleo hasta medios de comunicacion y tecnologia, de modo que, practicamente, la ciudad entera les pertenecia. Su apellido figuraba en tantos edificios como el de los Rockefeller, entre los que se contaba el Sebastian Center, la sede principal de la mayor parte de sus negocios en Nueva York. Y una fiesta con estos fabulosos millonarios como anfitriones resultaba, sin duda, tentadora. <>, habia insistido Tey. <>. Y como razon no le habia faltado en ese sentido, y dado que ultimamente estaba un tanto resentida con Kendra, yo habia accedido. Pero entonces, Teyana sufrio un brote que la mando derechita a la cama y en posicion fetal. Solo habia aceptado acudir a la fiesta para que ella pudiera vivirla de forma indirecta a traves de mi. Hacia tanto tiempo que eramos amigas que era consciente de que, a veces, lo unico que podia hacer para aliviar su enfermedad era vivir mi propia vida al maximo. En muchos sentidos, el hecho de que Teyana padeciera esta enfermedad me habia impulsado a ir mas lejos de lo que habria ido yo sola. Y eso me hacia sentir incluso mas culpable. --?Como te encuentras? --le pregunte esta vez. --Mareada, y es como si alguien no dejara de clavarme un cuchillo de sierra entre las costillas. Pero, sobre todo, estoy aburrida, asi que distraeme y cuentame como va la fiesta. --Bueno... --Lo cierto era que apenas habia pisado la fiesta. Me habia paseado de una punta a la otra de la azotea, habia pillado unos cuantos aperitivos exoticos de las bandejas que se paseaban por el local y, por fin, habia subido por la escalerilla para buscar cobertura y llamarla. Sin embargo, esta version de la noche no iba a distraerla, asi que trate de echarle mas miga: --Todo el mundo va muy elegante, por supuesto. Ropa exclusiva, de diseno. De hecho, me da la sensacion de que no voy todo lo arreglada que deberia, y mira que llevo un Dolce & Gabbana. --He visto la foto. Encajas a la perfeccion, te lo aseguro. Baje la mirada en direccion a la falda de tul rosado. --Parezco una bailarina. --Pareces la primera bailarina del ballet de Nueva York, en todo caso, y eres un pibonazo. Y punto. ?Que mas? Venga, cuenta.

  • Magnolia’s Paradise de Araceli F. Rovira

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    --Bienvenidos y bienvenidas a la isla de Kauai y, por supuesto, bienvenidos al Magnolia's Paradise. Les agradecemos sinceramente que hayan escogido este destino para pasar sus vacaciones. Es un placer tenerlos como invitados y, de corazon, esperamos que tengan una bonita estancia. Todo el equipo de este gran resort y yo, personalmente, nos dedicaremos a hacer que su alojamiento sea lo mas agradable y relajante posible, atendiendo a sus necesidades y consiguiendo asi que vivan una gran experiencia en nuestro maravilloso hotel. Primero de todo haremos un recorrido por las instalaciones y al terminar, volveremos aqui para entregarles la llave de su habitacion. Esperamos que todo sea de su agrado y si tienen alguna duda, no tengan reparo en contactar conmigo. Por cierto, mi nombre es Camelia. Una vez mas repetia aquellas palabras guardadas a fuego en mi memoria. Era lunes, dia bastante ajetreado, considerando que era cuando llegaban los nuevos huespedes a la isla. Mi trabajo era recibirlos como merecian, ensenarles las instalaciones --cosa que me ocupaba toda la manana, debido a que el resort contaba con muchisimo terreno-- para finalmente acompanarlos a sus magnificas habitaciones. El Magnolia's Paradise recibia, en su mayoria, la visita de recien casados. Si, ya sabeis, ese tipo de parejas que acaban de dar el si quiero en alguna parte del mundo, sin ninguna razon aparente --al menos yo no habia sido capaz de encontrarla--. En fin, la cuestion era que decidian celebrarlo en una isla perdida en medio de la nada. Rectifico, una isla preciosa en medio de la nada. A mi favor dire que la clientela era muy agradecida, ya que acostumbraban a vestir una sonrisa permanente en sus rostros por todo lo acontecido los ultimos dias y les fascinaba todo lo que nuestro resort les ofrecia: champan en las habitaciones, petalos de rosa encima de las camas, cestas de frutas exoticas recien extraidas del arbol y un largo etcetera de cosas romanticas. En cuanto al humor de los huespedes -- intentando no generalizar, claro esta--, podiamos encontrar de todo: clientes insatisfechos, tiquismiquis, orgullosos, asi como clientes alegres, divertidos e interesantes. Cada persona era un mundo y el Magnolia's intentaba, en todo momento, adaptarse a cada necesidad, siempre y cuando entrara dentro de nuestras posibilidades, las cuales eran infinitas. Esa manana me levante energica, sonriente y con ganas de empezar un nuevo dia. La luz se filtraba por las ventanas de mi habitacion, bien pronto como cada manana, atravesando las cortinas y dandole la calidez que tanto esperaba a esas horas. Despues de una ducha rapida, donde solo me enjabone el cuerpo, me acerque al armario y me vesti con el uniforme del hotel: falda larga con estampado de flores, camiseta blanca de tirantes finos y unas sencillas sandalias rojas que combinaban a la perfeccion. En cuanto al peinado, me decante por una trenza ladeada, comoda y practica para afrontar el dia, acompanandolo de un coletero rosa. Aunque no acostumbraba a maquillarme, la energia de aquella manana me empujo a hacerlo, por lo que me aplique rimel en las pestanas y brillo de labios, quedando satisfecha con el resultado. La manana seguia su curso. Todo iba segun lo previsto. Los nuevos clientes llegaban sobre las once de la manana y tenia el tiempo justo para pasar por recepcion, echarle un vistazo a los nombres de dichos huespedes y revisar tareas pendientes. El trato personalizado era uno de los puntos fuertes del hotel, por lo que era necesario que me lo tomara como merecia, con mucha seriedad. Y lo hacia. Ese trabajo lo era todo para mi, siempre lo habia sido. Ademas, disfrutaba de el, aunque mi mente se empenara en boicotearme y recordarme que habia vida mas alla de aquel trozo de tierra rodeado de un inmenso mar. Tenia suenos, como la mayoria. Aspiraciones que por el momento veia imposibles de cumplir, puesto que las circunstancias no eran las mas adecuadas. Mi dia a dia no admitia demasiados cambios y debia aceptarlo. Siguiendo con mi rutina, me acerque al restaurante donde serviamos los desayunos. Mi padre insistia en que hiciera uso del servicio, que ocupara una mesa como los huespedes, pero yo preferia entrar en la cocina y ver el ajetreo que reinaba alli. Yo misma me preparaba una infusion de frutos del bosque --que por cierto, me encantaba-- y cogia alguna pieza de fruta. Eso la mayoria de los dias, porque si olia a bolleria, estaba perdida. Y si encima llevaba chocolate, mi autocontrol se volvia nulo. La melodia de mi telefono movil sono, devolviendome a la realidad. --Dime papa. --?Lo tienes todo listo? --Cada manana la misma llamada acompanada de una misma respuesta. --Claro papa, como siempre. --?Has mirado ya la lista de los clientes? --pregunto despertando mi atencion. --Estoy en ello. ?Hay algo que deba saber? --Si, hay una cosita. ?Te has fijado en la pareja que se apellida Cox? --Eche un vistazo a la lista y los encontre. --Si, Matthew y Barbara Cox. ?Que pasa con ellos? --De verdad hija mia, hay que explicartelo todo. Ni que vivieras en una isla. --Me hizo reir. Se le notaba tenso, pero se permitio el lujo de relajarse, aunque fuera solo un segundo--. Matthew es el hijo de Matthew Cox, uno de los hombres mas ricos de Canada. He leido en el periodico que Matthew padre esta decidido a traspasar la direccion de la empresa a su hijo cuando este vuelva de su luna de miel. --Papa, ?has estado leyendo la prensa rosa? --pregunte, sabiendo que la pregunta era negativa. --!Que graciosa eres! En ocasiones, me sorprendes --contesto en tono sarcastico--. Centrate, por favor. --Esta bien, dime que mas tengo que saber sobre los multimillonarios Cox. --Nada mas. Solamente que hay que tratarlos como si fueran reyes, ofrecerles todo lo que podamos y, evidentemente, asignarles la mejor habitacion. --Entendido. Ahora mismo hablare con los recepcionistas para que les asignen la habitacion Paradise y yo misma me encargare de que todo lo que les ofrezcamos sea de su agrado. Pero tranquilizate papa, siguen siendo personas. --Si, son personas. Pero una buena opinion de este tipo de personas, puede reportarnos muchos beneficios. En cambio, si una pequena cosa sale mal, esta isla se hunde. --A veces se ponia muy dramatico--. Yo mismo ire a presentarme a la hora de la cena, espero que tu hagas lo mismo cuando los recibas. Recuerda, trato personalizado. Le colgue. ?Clientes preferenciales? Teniamos la suerte de contar con muchos de ellos, no hacia falta ponernos mas nerviosos de lo necesario. Entendia perfectamente que mi padre quisiera tener un trato particular con ese tipo de clientela, pero dentro de unos limites. Pense en el. Continuamente vivia ese tipo de situaciones con mucho estres y bajo mi punto de vista, debia relajarse. Opte por hacerle una visita mas tarde, para tranquilizarlo y de paso recordarle que podia confiar en mi, aunque fuera innecesario. Nunca le habia fallado. El era el director general y dueno del Magnolia's Paradise, pero a efectos practicos, yo era la que me encargaba de que todo funcionara correctamente y, hasta el momento, siempre habia sido asi. Eche un vistazo a mi reloj de pulsera y emprendi mi camino hacia la entrada del hotel. El autocar debia estar a punto de aparecer con los nuevos clientes a bordo, preparados para sus idilicas vacaciones. Por un momento, imagine el olor que debia reinar el interior del vehiculo, asi como a... amor. Sonrisas de complicidad, alianzas brillantes recien estrenadas. Movi mi cabeza rapidamente borrando asi la imagen que yo misma habia creado y que no disfrutaba en absoluto. Iba distraida, centrada en mis pensamientos, cuando de repente algo llamo mi atencion. Mire hacia delante, focalizando --dado que mi mirada seguia perdida despues de aquella vision -- y mis ojos se abrieron como platos. Si bien era cierto que en ocasiones me mostraba intransigente, la situacion me parecio una buena manera de recordarlo. Sin dudar, me dispuse a actuar, haciendo uso de la parte mas oscura de mi caracter. --Perdone que le moleste, ?usted no se ha dado cuenta de que aqui no se puede fumar? Hay sitios habilitados para ello --espete de malas maneras al hombre que tenia frente a mi. Mis brazos en jarra acompanaban mis palabras, ilustrando asi mis pensamientos. --?Perdona? --contesto con tono condescendiente, cosa que me disgusto. Miro a ambos lados sin fijarse realmente, poniendo a prueba mi paciencia para finalmente responder: --Yo no veo ningun cartel que lo indique. --Mire, si se fija bien, puede ver dos desde esta distancia. --Respire profundamente y continue con mi sermon al ver que no hacia el minimo esfuerzo por complacer mi demanda--. ?Le importaria apagar el cigarro? --Lo intente decir con toda la amabilidad del mundo junto a la sonrisa falsa que utilizaba para estas ocasiones, pero consiguio desesperarme. --?Le importaria a usted dejarme en paz? --Boquiabierta. Asi es como me quede. No esperaba esa reaccion y mi ego cayo en picado. No conocia a aquel impresentable, de lo contrario, estaba segura de que me hubiera acordado. Metro ochenta y cinco, moreno, con un atractivo muy visible, que a juzgar por sus pintas, podia asegurar que no era un huesped del hotel. Supuse --ilusa de mi-- que era el conductor del autocar. Camisa parcialmente desabrochada, pantalon beige, chanclas ridiculas y, por supuesto, la arrogancia que le caracterizaba, acabaron de confirmar mi hipotesis. Convencida, le garantice: --Informare sobre su actitud a direccion, asi que vaya haciendose a la idea de perder su querido trabajo. --Me fui con la cabeza bien alta, pasando por delante de el sin ni siquiera volver la cabeza. Quiza me habia pasado. Podria haber sido un poco mas comprensiva, mas tolerante, pero el incumplimiento de algunas normas no podia dejarlas pasar. No queria, en realidad. Y esa actitud... ?Quien se habia creido que era para hablarme de ese modo? Mi ego era demasiado grande para tolerarlo. Fue curioso ver su cara de asombro tras mi comentario, pero no replico. Me escruto fijamente a traves de sus ojos grises, tratando de decirme algo, para finalmente no pronunciar ni una sola palabra. Lo preferi, en vista de que mis respuestas ingeniosas tenian un limite y el susodicho parecia haberme arrebatado las ultimas.

  • Secreto de Amor (Locura 2) de Virginia Camacho

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    Tess Warden sabe lo que es amar, entregarse por ese amor, construir una familia confiada en el... Y tambien sabe lo que es perderlo todo, enfrentarse al futuro con incertidumbres y miedo, con el alma rota y llena de cicatrices. ?Que harias si un dia el amor que perdiste toca de nuevo a tu puerta? ?Arriesgarias todo de nuevo, o el miedo te haria quedarte donde estas? El destino ha decidido enredarlo todo de nuevo, de maneras inesperadas, para darle a esta mujer que lucha cada dia un pequeno solaz.

  • La retribucion de Jack (Seleccion RNR), Betzacosta de Betzacosta

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  • La chica miedosa que fingia ser valiente muy mal de Barbijaputa

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    Barbijaputa, la tuitera mas canera y feminista de la Red, presenta su primera novela: la historia de Barbara, una chica miedosa que fingia ser valiente, aunque no demasiado bien.

  • Voluntades de Papel de Anali Sangar

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    -Perdoname por haberte roto el corazon una docena de veces, por no ser un hombre normal y tener el alma podrida. Y perdoname por no poder dejarte ir. Pero es que no puedo, maldita sea. Te quiero tanto que.
    -Te duele. Igual que me duele a mi. Tu no tienes el alma podrida, Samu, solo una voluntad de hierro que no se puede manipular.

  • Vuelo 19 de Jose Antonio Ponseti

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  • Worder – La leccion de August de R.j. Palacio

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    <<Todos deberiamos recibir una ovacion al menos una vez en nuestra vida, porque todos vencemos al mundo.>>
    Auggie

  • Leon de ojos verdes de Manuel Vicent

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    Durante el verano de 1953, en la terraza del hotel Voramar se estaba rodando una pelicula ambientada en la epoca de enrreguerras y varios cables conectados al generador, que no cesaba de zumbar, cruzaban la amplia terraza hasta la escalinata guardada por un leon de escayola. En la playa, al pie de la escalinata, se hallaban instalados los focos, las pantallas y las camaras. Por alli se agitaban los tecnicos del equipo rodeados de turistas curiosos en traje de bano y sobre la balaustrada se perfilaban algunos figurantes, senoras con pamelas, corpinos y abanicos, que iban del brazo de caballeros con cuellos de porcelana y sombreros de paja dura, representando a banistas muy felices. La accion de la pelicula transcurria en el ano 1918. Familias burguesas pasaban sus vacaciones en este balneario. Aquellos veraneantes sentados en sillones blancos de mimbre, entre refrescos de granadina, hablaban de novenas de banos, de calculos de rinon, de aguas saludables para la vejiga y a la hora de discutir de politica se dividian todavia en dos bandos: unos habian sido anglofilos y otros germanofilos respecto a la guerra europea recien terminada. Una madre estaba empenada en casar a su hija adolescente con un estudiante de ingenieria de caminos, vastago de una familia muy rica, pero la nina se negaba a crecer y preferia seguir jugando con los chicos de su pandilla. La protagonista, una adolescente bellisima, me tenia obsesionado. Desde la terraza de mi habitacion la veia entrar y salir de escena; seguia todos sus movimientos, trataba de encontrarme con su mirada en los pasillos y algunas noches sonaba con ella. En la pelicula se enamoraba de un muchacho gordito de su misma edad, sin porvenir en la vida, al que ese ano habian suspendido en todas las asignaturas. Habia una escena en que la nina daba lenguetazos morbosos, demorados, llenos de inocente malicia a un cucurucho de helado de chocolate. Pero este delirio por aquella criatura se me esfumo muy pronto. Fuera de la ficcion, entre los huespedes del hotel habia un matrimonio frances con una hija que tenia la cara de perrita lulu, con la naricilla, la cola de caballo y unas grenas en la frente. Llevaba un pantalon corto muy ajustado y sus senos apenas cuajados parecian fluctuar sueltos y libres bajo la camisa de seda. Decia que era artista y que en Francia habia trabajado en varias peliculas. Todos los dias se acercaba al set para ofrecerse a salir gratis en alguna secuencia, pero el director habia ordenado que se mantuviera a raya a aquella turista tan pesada para que dejara de molestar. El ayudante se lo hizo saber a ella y tambien a su madre, tan recalcitrante como su nina; en cambio, el padre parecia hacerse cargo de la situacion y pedia excusas a unos y otros para hacerse perdonar. --Mi hija esta loca por el cine. Me da muchos problemas. No podemos hacer nada --decia. Yo tenia entonces diecisiete anos y me divertia asistir por primera vez al rodaje de una pelicula, pero mi mayor aventura de aquel verano consistia en oir las historias que me contaba el doctor Luis Aymerich en la terraza del hotel Voramar, cuando los cineastas daban por terminada la sesion, apagaban el generador y al volver el silencio a la tarde solo se oian los golpes del oleaje y el arrastre de la resaca sobre los cantos rodados, semejante al sonido que yo hacia al sorber con la paja los posos de hielo del granizado de limon. Con su melena blanca aleonada, este doctor de medicina general se habia erigido en la conciencia viva de las villas de Benicasim, que en esa epoca se hallaban habitadas con todo esplendor por una burguesia provinciana, en algunos casos acrecentada por los nuevos negocios propiciados por la dictadura de Franco. Uno de los peces gordos del regimen, que ademas era aristocrata con titulo papal, solia sentarse a pocos metros de la terraza del hotel, en una silla de lona bajo un sombrajo de brezo montado solo para el en la playa. Llevaba chaqueta de pijama con trabillas de husar y gafas negras de espejo. Permanecia inmovil como un idolo, al que unas doncellas con delantal y guantes blancos, cofia y punos almidonados, cruzando la arena trabajosamente con zapatos de tacon por la pasarela de madera, le traian desde su villa, cuando sonaban las campanadas del angelus en un oratorio cercano, la ofrenda de un martini rojo con olivas sevillanas. A cierta distancia detras de su cogote se paseaba una pareja de la Guardia Civil con todos sus arreos charolados, que soltaban destellos bajo la luz de agosto. El idolo nunca se banaba en el mar. Parecia ajeno al mundo, siempre con el rostro impavido hacia el horizonte, y en sus gafas negras de espejo se reflejaban los ninos que levantaban castillos en la arena, algun balandro, parejas pedaleando en un patinete e incluso el vuelo de las gaviotas. Solo movia la cabeza a derecha e izquierda para seguir con la mirada a aquella linda francesita, aspirante a artista de cine, que pasaba por delante una y otra vez en un banador blanco sin tirantes. El primer dia se habia presentado en la playa con un biquini rojo, un atuendo que en Espana solo se conocia de oidas como una prenda que lucian las artistas en Cannes. A su alrededor comenzo a adensarse un grupo de curiosos, cada vez mas dilatado. Causo tanto escandalo que la Guardia Civil, que protegia al pez gordo, cubriendola con una toalla tuvo que escoltarla hasta el hotel para que se cambiara. El doctor Aymerich habia sido represaliado despues de la guerra por librepensador. A sus sesenta anos tenia la mente lo mas alejada posible del dinero, pero sabia la vida y milagros de los propietarios de las villas. Conocia con todo pormenor de donde procedia cada fortuna, quien habia emparentado con quien, la historia de aquel senorito que habia embarazado a la criada, la cual ahora estaba de prostituta en el barrio chino de Barcelona, e incluso los detalles mas truculentos de un crimen pasional cometido en la comarca que altero el tedio de los veraneantes un par de anos antes. Un marido celoso habia matado a su mujer, una rica propietaria, sorprendida con su amante en la cama. El juicio y la sentencia habian levantado muchos comentarios. El asesino fue condenado solo a un ano de carcel, que apenas habia cumplido, y a seis de destierro. Al parecer esta parte de la pena la satisfacia hospedado ahora a cuerpo de rey en el hotel Voramar y desde alli dirigia sus negocios por telefono. Repantigado en un sillon de mimbre blanco frente al mar, el doctor Aymerich me decia: --Conozco la historia de este hotel desde que se construyo en el ano 1927. Durante la guerra fue hospital de sangre de las Brigadas Internacionales. Entonces le cambiaron el nombre. Se llamaba hotel General Miaja. Aqui vinieron muchos artistas famosos a entretener a los brigadistas heridos en el frente de Madrid. Yo era medico adscrito al Octavo Regimiento y la noche en que canto aqui el negro Paul Robeson me encontraba en esta misma terraza sentado al lado del novelista norteamericano John Dos Passos. --?Conocio usted a John Dos Passos de verdad? --le pregunte con la admiracion del novato. --Asi es --me contesto el doctor sin darle demasiada importancia--. El primer dia, al saber que yo era medico, Dos Passos me hizo una consulta. Me conto que sufria una diarrea muy pertinaz. Yo le dije que comiera algarrobas. --?Algarrobas, como un caballo? --Naturalmente. En la vida pasan estas cosas, muchacho. Dos Passos tenia una colitis como cualquier mortal --decia el doctor Aymerich--. Le di el remedio que descubri por casualidad durante una larga acampada con mi compania del Ejercito en la sierra de Espadan. La mayoria de los soldados estaba pasando por un episodio de gastroenteritis por haber bebido agua de un pozo contaminado. Un dia en que el suministro de intendencia tardaba en llegar al vivac los soldados comenzaron a comer algarrobas cada uno por su cuenta. A la manana siguiente la diarrea habia desaparecido en todos los casos. Con algarrobas molturadas prepare un jarabe que todavia se vende en algunas farmacias. Lo tengo patentado. Tambien lo hay en pastillas. De eso vivo. En realidad son mis unicos ingresos. A John Dos Passos, mientras el negro Robeson cantaba un blues, le dije que comiera algarrobas, ?que te parece? --?Lo hizo?

  • Las rosas de las espinas de Alexandra Martin Fynn

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    Elizabeth Colt, la propietaria de la fabrica de revolveres mas importante de los Estados Unidos, se hallaba trabajando frente al pequeno escritorio que habia dispuesto en su alcoba. A traves de los enormes ventanales, enmarcados por cortinas satinadas, se atisbaba el hilo ceruleo que comenzaba a ganar la batalla a la noche. Una lampara de aceite iluminaba el gesto concentrado de la mujer, que respondia a la carta que le habia enviado Abraham Lincoln. Desde que iniciara la Guerra de Secesion, un ano atras, la demanda de armas se habia duplicado y la compania recibia permanentes presiones por parte del Gobierno. La elegante caligrafia de la <>, tal como la llamaban, ornaba las paginas de la misiva que dirigia al jefe de Gobierno: Respondiendo a su inquietud, senor presidente, confie en que la compania Colt seguira funcionando al maximo de su capacidad para apoyar su magnifica gesta. Si los mas de mil empleados con los que cuento no alcanzan para sostener la produccion, contratare a mil mas. Debemos ganar esta guerra, para que el sueno de la libertad de los esclavos se vuelva realidad. Si los estados del sur se independizan de los Estados Unidos y fundan una nacion basada en el trafico de personas, la humanidad toda habra fracasado. Esta fabrica no descansara hasta que la Union se alce victoriosa. La mujer debio abandonar la tarea por un momento para limpiarse la enrojecida nariz. Desde hacia dos dias no paraba de toser y estornudar. Sin duda, aquella indisposicion era consecuencia de todos los pesares que habia debido sobrellevar en los ultimos diez meses: su esposo habia fallecido el pasado enero, victima de la enfermedad de la gota y, en agosto, debio afrontar la perdida de su embarazo, que se encontraba en estado avanzado. Aquella criatura que llevaba en el vientre habia sido el unico consuelo frente a la muerte de Samuel. Pero el destino se llevo tambien a su pequena nina, dejandola devastada. En aquel momento, entro en el cuarto la senora Witts, el ama de llaves de la mansion. Cualquiera la hubiera confundido con la duena de la casa, de tan orgullosa y augusta que era su postura. --Buenos dias, senora --saludo--, ya son casi las seis de la manana, ?desea que le haga traer una taza de chocolate? --Buenos dias, querida. En un rato, por favor. Aun no termino con esto --respondio Elizabeth, entre toses. --En media hora le hare subir el servicio. La mujer ya se retiraba, pero se volvio y dijo: --No lo tome a mal, senora, pero, ?me permite hacerle una sugerencia? --Por supuesto. --Quiza le convendria guardar cama, al menos por un par de dias. Y llamar al medico. Aunque usted insista en ignorarlo, es evidente que esta cursando un fuerte constipado. Elizabeth desestimo aquello con un ademan y replico: --Querida, agradezco mucho su preocupacion, pero no tengo tiempo para caer enferma. Estamos en guerra; no puedo permitirme ni la debilidad ni el descanso. --Lo se, senora, pero… --Tengo apenas treinta y cinco anos. Dormire cuando sea vieja. En aquel momento, una doncella entro a la habitacion. --Senora Colt, disculpe la interrupcion --dijo--. Acaba de llegar un jinete; un soldado. Dice que trae una carta urgente de parte del comandante del Ejercito del Potomac, el general George McLellan, y que debe entregar el sobre en mano. Le dije que usted no estaba en condiciones de recibirlo, pero el insistio mucho. Ante la mencion de su viejo amigo, Elizabeth se envolvio en su pesada bata e indico: --Que pase a verme. --Pero... !usted esta en ropa de cama! --reclamo el ama de llaves. --El cabalgo tres dias seguidos desde Arlington Heights para llegar aqui y no lo voy a tener esperando. Hagalo subir y prepare un cuarto para que el pobre se asee y descanse. Las dos empleadas se retiraron y cerraron la puerta tras de si. El joven militar se mostro avergonzado cuando sus botas dejaron un reguero de barro en la lujosa alfombra Aubusson. Estaba tan sucio que el azul de su uniforme casi no se distinguia bajo las capas de polvo que lo cubrian. No acepto la invitacion a sentarse, por temor a dejar inservible la silla que le ofrecian. --?Cual es su nombre, muchacho? --se intereso Elizabeth. --Gregory Hall, senora. --Muy bien, Gregory. Digame, ?cual es el mensaje que desea entregarme personalmente? --El comandante McLellan me pidio que le de esta carta. Debo aguardar a que usted escriba la respuesta, para llevarsela a el lo antes posible. --La leere en este mismo instante. Ahora, vaya con la senora Witts. Ella le esta preparando un cuarto para que pueda lavarse, comer y descansar un poco. --Le agradezco su generosidad, senora Colt, pero debo partir lo antes posible. Si tengo sueno o hambre, no tiene importancia. Debo responder a mi comandante. Elizabeth sonrio. Era sabido que McLellan era idolatrado por sus tropas. --Si no come ni duerme, caera rendido en el camino y no podra cumplir la orden de su superior --la mujer tiro del cordel que llamaba al servicio--. El ama de llaves lo acompanara. El muchacho agradecio y siguio los pasos de la empleada. Cuando se encontro a solas, Elizabeth rompio el sobre con el sello del Ejercito y leyo la carta que contenia. De inmediato comprendio porque McLellan no habia utilizado ni el correo militar ni el telegrafo para comunicarse con ella. Arlington Heights, Campamento General del Ejercito del Potomac, 5 de octubre de 1862 Querida E.: Espero que te encuentres muy bien y que el pequeno Caldwell este creciendo sano y fuerte. Lamento mucho no haber podido visitarte luego del fallecimiento de tu esposo. Bien sabes el afecto y el agradecimiento que le he profesado a lo largo de estos anos, pues el ha sido para mi una fuente invalorable de inspiracion y apoyo. Yo me encuentro bien, aunque mi alma sangra por el resultado de la batalla de Antietnam. Obtuvimos una victoria sobre el ejercito que comanda el general Lee, pero eso no me brinda mas que la tibia satisfaccion de haber cumplido con mi deber. En un solo dia perdi a 12 000 soldados, entre muertos, heridos, prisioneros y desaparecidos. Desde el parapeto en el que me encontraba mientras se producia la lucha, vi a mis muchachos caer y amontonarse como pilas de carne inerte. Y observe a los sobrevivientes, arrastrando sus maltrechos espiritus, con los miembros agarrotados y los ojos secos de tanto llorar a sus companeros. Al final de aquella dramatica jornada, recibi ordenes de Lincoln en las que me instaba a lanzarme, de inmediato, tras las tropas confederadas. Su plan era cortar la retirada a Lee, antes de que el pudiera reponerse de sus perdidas en el campo de batalla. Sin embargo, desoi sus demandas, pues hacer aquello hubiera implicado sacrificar miles de hombres mas. El se niega a comprender que hoy no cuento con los recursos necesarios para asegurar una victoria: los regimientos estan mermados y las municiones escasean. Tambien tenemos una urgente necesidad de nuevas armas, pues muchas de las que teniamos se averiaron en la refriega y hemos perdido miles a manos de los rebeldes. Tengo la conciencia tranquila, pues se que mi decision fue acertada. Sin embargo, todos se han vuelto en mi contra: los politicos, los oficiales y los periodistas opinan que soy indeciso y cobarde. Peor aun; me llaman traidor, por haber dejado escapar a Lee. Y Lincoln sigue presionandome para que lance mis tropas al campo de batalla, aun en la precaria situacion en la que se encuentran. Yo resisto en mi conviccion, pero se que, mas temprano que tarde, seran sus ordenes las que se ejecuten. Por ello, me urge recuperar mis recursos. Nuestro ejercito sera arrasado si no contamos con armas suficientes antes de una nueva lucha. En suma, necesito tu ayuda. No te pedire nada en concreto, pues lo ultimo que deseo es comprometerte. Si lo unico que puedes enviarme son palabras de aliento, estas seran para mi un tesoro en este escenario de desolacion. De mas esta decir que esta comunicacion y todas las que sigan, sea cual fuere su naturaleza, deben mantenerse en el mayor de los secretos. Si envias a alguien a reunirse conmigo, asegurate de que sea una persona de nuestra mutua confianza. Recelo de todo el mundo. Tuyo, G. Elizabeth dejo la carta sobre el escritorio y se tomo el rostro con las manos. Penso que McLellan debia estar realmente desesperado para ponerla en una situacion tan delicada como aquella. El no podia ignorar que, si se descubria que ella le habia enviado armas de manera ilegal, aquel seria el fin de la compania Colt. Y habia sido inteligente al elegir las palabras que estampara en su carta: ?como podria alguien negarse a brindar una ayuda que evitaria la muerte de miles de seres humanos? La mujer se restrego los ojos, como si de ese modo pudiera aclarar su vision. Pero solo un cumulo de ideas contradictorias se enredaron en su mente. --Si tan solo Sam estuviera aqui… --susurro. Entonces, se puso de pie y se acerco a la enorme pintura en la que estaba plasmada la figura de su esposo. Y con un suave ademan, extendio la mano para acariciar el marco dorado. --?Que debo hacer, querido mio? --le pregunto a la imagen del retrato. Elizabeth sabia muy bien que el padre del comandante habia sido una persona muy importante para Samuel Colt. Su apoyo habia sido clave en un momento en el que el contexto economico y politico se presentaba muy adverso para el inventor de armas. Tan estrecha se volvio la amistad entre ambos que, en el lecho de muerte del anciano doctor McLellan, Samuel le juro que velaria por el porvenir de sus dos hijos varones. Dado ese compromiso, Elizabeth estaba segura de que su esposo hubiera deseado que ella honrara la promesa hecha a un moribundo. Aquella certeza la inclinaba en favor de enviar la ayuda que el militar le solicitaba. Por otra parte, ella no dudaba de que McLellan ansiaba salvar la vida de miles de soldados; una gesta que apoyaria cualquier persona con corazon. Sin embargo, comprendia cabalmente que enviarle armas al comandante, sin la anuencia del Gobierno, era una jugada que podia poner en riesgo el futuro de su fabrica y de todo aquello por lo cual ella y su esposo habian luchado tanto. Urgida por resolver su conflicto interior, la mujer unio las manos en oracion. Su padre, el reverendo William Jarvis, le habia inculcado el camino de la fe, y ella lo transitaba cada vez que necesitaba reunir fuerzas para salir adelante. En aquel momento, requeria mas que nunca la guia del Senor, pero de El solo obtuvo un angustioso silencio. Agobiada por la roca que le pesaba en la espalda, volvio a dirigir la mirada a la imagen de su amado. Fue entonces cuando los primeros colores del alba iluminaron la habitacion y un reflejo rojizo parecio dar vida al retrato de Samuel Colt. A Elizabeth se le empanaron los ojos y, por un instante, tuvo la impresion de que el le sonreia. Entre lagrimas, tomo aquello como la senal que estaba esperando y se sintio algo mas aliviada. En su corazon y en su mente, la decision estaba tomada: no ignoraria el pedido del general McLellan, en honor a todo lo que su padre habia hecho por Samuel Colt. Y, menos aun, dejaria indefensos en la batalla a miles de soldados que luchaban por una causa noble. Estaba dispuesta a correr los riesgos que fueran necesarios. Con la decision asumida, regreso a su escritorio, coloco la mano sobre la carta que habia estado escribiendo a Lincoln y dijo, en voz alta: --Perdoname, Abraham, por hacer esto a tus espaldas. Es en beneficio de tu causa. Con algo de alivio por la resolucion adoptada, era menester reflexionar acerca de como instrumentar la ayuda que le ofreceria a McLellan. Lo primero que debia decidir era que tipo de armamento enviar. Sabia que al comandante le convendria recibir rifles Springfield, los mismos que el Ejercito distribuia entre los soldados; pero aquello no seria posible. Deshacerse de un gran numero de armas largas implicaria incumplir el contrato que la Colt habia firmado con el Gobierno y aquello resultaria en multas monstruosas para la compania. Elizabeth decidio, en consecuencia, entregar revolveres que, ademas, serian mas simples de transportar de incognito. George habia mencionado que muchas de las armas con las que contaba se habian averiado en batalla. Ella sabia que algunas podrian ser reparadas por sus empleados, pero la fabrica no podia prescindir de los brazos de sus operarios, dada la enorme cantidad de trabajo que tenian pendiente. Sin embargo, si se reordenaban los turnos y se ajustaban algunos procesos, podia hacer el sacrificio de enviar algunos hombres. Pero solo serian unos pocos; los suficientes para sacar del aprieto a McLellan. La idea era que los enviados permanecieran unos dias en el campamento militar, tratando de arreglar la mayor cantidad de revolveres y rifles que fuera posible. Ahora Elizabeth debia pensar en quienes serian las personas idoneas para realizar semejante labor. Sin duda, deberian ser excelentes trabajadores, ademas de hombres de su entera confianza. Casi sin proponerselo, tres nombres acudieron a su mente: William Green, George Arlen y Jim Carson, tres obreros que, ademas de ser excelentes personas, eran incansables y muy capaces. Los tres habian sido esclavos fugitivos que, tras su huida, se refugiaron en la fabrica de Colt, al amparo de Samuel y de ella. Y Elizabeth sabia que el honor de aquellos hombres haria que dieran su vida por cualquier causa en la que ella se embarcara. Por ultimo, McLellan habia enfatizado que, si ell

  • La hija del sepulturero de Joyce Carol Oates

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    La epopeya de una mujer que debe reinventarse a si misma. Una odisea erotica y turbulenta, intensamente provocadora y emotiva.

  • Los drusos de Belgrado de Rabee Jaber

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    En 1860, el Imperio otomano dominaba todo el Mediterraneo oriental, desde Tunez hasta Bosnia. Los pueblos musulmanes y cristianos de uno y otro lado del Bosforo convivian bajo un mismo e insostenible poder, que pronto llegaria a su fin.
    Una manana de ese ano, Hanna Yaqub, un joven cristiano vendedor de huevos de Beirut, se despide de su esposa y de su hija, para salir a recorrer la ciudad con su cesta.

  • Los jardines del presidente de Muhsin Al-ramli

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    En las cajas se encuentra la cabeza de Ibrahim, un hombre al que todo el mundo apreciaba por su bondad y discrecion, y por su particular filosofia de saber afrontar las tragedias aceptando su destino. Habia nacido y se habia criado en un remoto pueblo del norte de Irak, junto a sus eternos amigos de la infancia: Tarek, de vida acomodada y al que siempre la vida sonrio; y Abdula, huerfano y depresivo, a quien llaman Kafka por su manera de pensar y por haber devorado las obras de aquel autor. Los <>, como eran conocidos, habian vivido juntos alegrias, esperanzas, amores…, tambien guerras y las arbitrariedades del poder.

  • Heridas de Guerra de Elena Romero

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    Ese dia lo perdi todo.
    El dia que dieron a mi marido por muerto.
    El era mi mundo. y todo se volvio negro.
    Llore durante meses. Me deprimi anos.

  • Diosa Cosmica de Gema Perez

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    Las fertiles. aun mas.
    Y Cassandra. es unica.
    Disenada para ello.

  • Crueles cadenas (Suenos de libertad) de Isabella Abad

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    Esta novela es la secuela de Asmina, amores y pasiones de una esclava. Como ella, es autoconclusiva.
    ?Has pensado cuan duro puede ser la vida para aquellos que tienen la marca de la miseria?
    ?Cuan cuesta arriba pueden ser el empleo, la educacion, la libertad? ?Cuan dificil enamorarse de alguien que parece una estrella lejana?

  • Cual es tu historia de Ana Paula Benitez

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    Al desnudo, esta historia comenzo asi. Desperte aquella manana con casi la mitad del cuerpo sobre el escritorio. Me habia quedado escribiendo hasta muy tarde y, como siempre, me habia dormido frente a la laptop. Mire la pantalla por un momento y note que al menos no habia arruinado la escritura. Si habia babeado el escritorio de manera descomunal… Buen trabajo. Mire hacia la ventana y la luz del sol me cego por unos segundos. Me cubri los ojos con una mano y me apoye en el escritorio con la otra. Me levante y camine lentamente hacia la ventana. Sin antes bostezar y estirarme, corri las cortinas blancas y abri un poco la ventana para que el viento de la manana refrescara la habitacion. Me voltee y camine hacia la cocina con la idea de prepararme un cafe, pero no pude ni siquiera completar medio trayecto cuando fui atacada por una pieza de Lego. Si, leyeron bien. --!Ah! !Tony! !Deja de robar las cosas de los vecinos! --Con furia me dirigi hacia la cuna del gato y como de costumbre me encontre con nadie--. Desagradecido, te compro una cuna hermosa y sigues durmiendo en cualquier otro lado. !?Sabes cuanto cuesta una cuna como esa?! Calle al darme cuenta de lo inutil que era quejarme. Aun asi, se sentia muy bien. Escuche un estruendo en el patio trasero del edificio y al fin supe hacia donde debia gritar. Corri hacia la ventana y sali al balcon cargada de colera y autoridad. Asi es, soy duena de un gato y lo trato como tal... o algo asi. --!Tony! !Te voy a matar! Mire hacia el patio y note que el causante de tal estrepito no habia sido Tony. Despegue los labios para hablar, pero lo unico que salio fue un balbuceo bastante incoherente. --Hola. Al desnudo, asi comenzo. Un hombre de tez palida y ojos azules y profundos estaba parado detras de una reposera. Se veia muy nervioso y apresurado. Y lo unico que traia puesto era un reloj de oro. ?Quien era el? ?Por que estaba desnudo? ?Donde estaba Tony? Frunci el ceno y abri la boca de nuevo, pero segui sin hablar. --Tuve una mala noche --bromeo el--. ?Podrias ayudarme? --Am... --!Vivo en el noveno piso! --aclaro repentinamente--. No soy un extrano. Tu eres la duena del gato cleptomano, ?verdad? --S-Si. Mi Tony es popular entre los vecinos. --Entonces... ?me ayudas? --!E-Espera alli! Me voltee y corri hacia el dormitorio. Resbale con un calcetin y cai de espalda. Oh, bendita habitacion la cual no habia ordenado desde la ultima visita de mi madre... Tome una toalla y corri hacia el balcon de nuevo procurando no pisar otro calcetin asesino. Arroje la toalla por el balcon y le indique a mi desvestido vecino del noveno piso que esperara en la puerta. Me coloque las pantuflas y baje por el ascensor hasta la planta baja. Estaba nerviosa, avergonzada, como siempre cuando tenia que socializar con alguien. Abri la puerta y mi vecino entro con una sonrisa y una expresion de alivio en el rostro. --Gracias. --De nada. Hice una mueca nervuda con los labios y me mire los pies. --Necesitaria otro favor --mi vecino se rasco la nuca al hablar. Luego bufo, pero no dejo de sonreir ni por un segundo. --Claro. --?Me prestarias tu telefono? Necesito llamar al cerrajero para que abra la puerta, no tengo las llaves encima y, bueno... Hizo un ademan y al fin deje escapar una risilla. --No hay problema. Subimos por el ascensor en silencio, ni siquiera me atrevi a verlo. Escuche alguna que otra risa suelta en el aire por parte de el, pero no me atrevi a mirar ni una sola vez. !Adios, manana cuasi tranquila! --Soy Benjamin. --Cara. --?Cara? --Si. --Ya veo. Benjamin apreto los labios y contuvo la risa. Lo ignore por completo. Habia sido el centro de bromas en la escuela primaria y secundaria, ya estaba acostumbrada. Entramos al departamento y me dirigi a la mesa del comedor en busca del telefono celular. Escuche que la puerta de la entrada se cerro con suma delicadeza y supuse que aquel hombre envuelto en la toalla era bien educado. --Ten. --Le entregue el telefono y me aleje mientras el marcaba el numero--. Tony --murmure --. Tony, ?donde te metiste? Me incline un poco para mirar debajo de la mesa, pero no encontre nada. Junte el bloque y lo sacudi de arriba abajo por unos segundos, en silencio trate de especular donde podria estar husmeando mi felino amigo. --?Tony? --la voz de Benjamin me hizo voltear. --Mi gato --respondi mientras me sumergia en aquellos orbes llenos de curiosidad--. Sientate... donde quieras. Lo siento. Educacion Cara. Se educada tambien. --Estoy bien --contesto sin dejar de mirar los cuadros--. Bonita decoracion. --Gracias... --En especial las tazas sucias y los paquetes vacios en el escritorio --menciono y apunto el escritorio con el dedo indice. --Es mi zona de trabajo --trate de defender injustificable. --Oh, claro, necesitas ese paquete para... ?En que trabajas? --Con una ceja arqueada hacia arriba me miro. --Soy... escritora. --!?Escribes?! !Eso es fantastico! --?Eso es ironia? --pregunte con desconfianza. --?Que? !No! ?Por que haria algo como eso? Am... ?Porque la mayoria del tiempo las personas que conozco piensan que no es un trabajo real? ?Porque ni siquiera mi madre esta conforme con lo que hago? --No lo se --bufe y oculte la verdad en tres palabras. Note un brillo especial en los ojos de Benjamin. Aquel hombre con clase paso a comportarse como un nino en cuestion de segundos. --?En serio crees que es fantastico? --!Por supuesto! --Benjamin alzo las manos en el aire y me miro como si fuera una ingenua--. Me encantan los libros --comento--. Quiero decir, los buenos libros --esclarecio--. Cuando era pequeno no tenia muchos amigos. --?En serio? Con esa increible apariencia era dificil de creer. Lindos ojos, lindos labios, lindos modales... --Oye --Benjamin murmuro ofendido--. Me enfermaba mucho, tenia un sistema inmunologico deplorable. --Alli iba el y sus complejas y elegantes palabras. Benjamin se rasco la nuca por unos segundos, suficientes como para permitirme memorizar los detalles de su sonrisa--. Leia muchos libros --conto el--, Julio Verne, Edgar Allan Poe, Mark Twain, ?los conoces? --No personalmente --bromee--. Pero si, los he leido. --Lo que hacen con las palabras --hablo inmerso en su mundo--. !Son artistas! ?No crees? -- Asenti con la cabeza y el me senalo--. Los escritores son artistas, nobles artistas que viven haciendo lo que aman y que no son tan valorados como deberian. --Supongo --murmure. No supe que decir, senti las mejillas calidas y me rasque la nariz para tratar de ocultar el notorio rubor que probablemente tenia en el rostro. --!Claro que si! --reafirmo--. Crean mundos, personas, historias... --Benjamin miro el escritorio--. Pero tu casa es un desastre, si me permites decir. Benjamin tenia un modo bonito de insultar a las personas. Te ofendia, pero con cierto respeto que te provocaba mas frustracion que enojo. Benjamin se coloco las manos en la cintura, pero segundos despues cambio de postura y se puso en accion. Mi vecino tomo algunas tazas de sopa instantanea sin esperar un segundo mas y las tiro en el tacho de basura. Luego camino hacia el escritorio, arrugo los paquetes vacios e hizo lo mismo que antes. Yo solo admire la espalda de Benjamin en silencio por unos segundos. --Oye, no hagas eso. Excelente reaccion, Cara, verdaderamente apresurada y certera. --?Acaso los necesitabas? --pregunto con ironia. --N-No, pero... --?Pero...? --Es mi casa. --Y se nota --bromeo Benjamin. --!Oye! --No creo que sea una buena idea tener tantas cosas tiradas, al menos que estes construyendo una granja de cucarachas en tu propia sala. --Tal vez lo este haciendo. --?Si? --Son populares en los paises asiaticos. Benjamin dejo escapar una risilla y miro el polvo de los estantes con cierto pudor. --Oh, ya entiendo --susurre. --?Que tienes un gran problema? --No --respondi--, eres un obsesivo compulsivo por la limpieza. Benjamin me miro con la boca abierta y sonrojado, aun mas sonrojado que yo. !Touche! --!El cerrajero! --cante con felicidad al oir el timbre del departamento. Ignore los reproches de Benjamin y atendi al cerrajero con una sonrisa de oreja a oreja. Cuando al fin el cerrajero pudo abrir la puerta, Benjamin me agradecio una vez mas y se despidio. Y asi, la tortura comenzo. 1 Drama innecesario ?Por que tortura? Porque al dia siguiente de aquel encuentro no tan maravilloso decidi salir al mundo por uno de los objetos mas preciados por el ser humano y al volver a mi dulce hogar me encontre con que Benjamin estaba esperando frente a la puerta. --Es un chiste --dije con la bolsa de arena para gato aun en brazos. --No --respondio con seguridad--. No puedo dejar que esa cosa nos consuma a todos. --?Cosa? --Solo abre. --De acuerdo. --?Y tu gato? --Todavia no volvio. --Tal vez este muerto debajo de toda esa basura. --!No bromees con eso! --No era una broma. Tony no estaba muerto. Volvio horas despues con la ropa interior de la vecina del quinto piso. Un gato cleptomano y un vecino obsesivo compulsivo, fantastico. --Tu casa no se ve tan mal cuando esta limpia. --Benjamin dejo la escoba por un momento y suspiro cansado. --Tienes razon. Mire a Benjamin y comence a reir sin poder evitarlo. El me miro con cierta incredulidad y curiosidad. --Esperaba un agradecimiento. --!Lo siento! Me cubri el rostro para que no me viera reir. Benjamin se veia muy gracioso con el delantal puesto, y los guantes, y el panuelo en la cabeza, y las mejillas rosadas de tanto trapear. Eso si, conste que yo no lo habia obligado a nada. El se ofrecio solo. Bueno, “ofrecer”, mas bien, se metio en mi departamento y lo considero parte de su habitad natural, pulcro y refinado. --Grosera. Me compuse segundos despues y lo mire con cierta pena, pero me di cuenta que el solo estaba bromeando. Benjamin sonrio un poco y se saco el panuelo de la cabeza. Se sento en el sofa y Tony se acerco a el. --?Tienes agua al menos? --Si. Fui a la heladera a buscar la botella y el aprovecho la oportunidad para mirar mi trabajo en la laptop. Ignoro el interrogatorio realizado por los maullidos extranos de Tony, se saco los guantes y enseno el reloj de oro. Se sento en la silla del escritorio y en silencio leyo algunas oraciones. Observe como los labios de Bejamin se movian mientras el pronunciaba de manera inaudible cada palabra. Note que reaccionaba con cada palabra, que las sentia, y que sus ojos brillaban con cada uno de esos sentimientos. Trague saliva al ver que estaba sucediendo. Me estaba enamorando. --Escribes muy bien. --Supongo. --Algo detallista. --?Lo crees? --Si, es como si observaras demasiado las cosas. --Mi madre siempre dice eso --comente mientras dejaba un vaso de agua fresca en el escritorio--. Que observo mucho, que pienso mucho. --?Lo haces? --Eso creo. --?Tienes portavaso? Tome un papel lleno de garabatos y se lo di. Benjamin tomo el papel y bufo por la nariz. Mi vecino del noveno piso bebio un poco de agua y dejo el vaso encima del papel. --Di algo de mi. --?Sobre ti? Aquella pregunta me tomo por sorpresa. --Si, algo. Note que los labios de Benjamin estaban humedecidos por el agua y sonrei un poco. Entrecerre los ojos y mire hacia la ventana, luego volvi a mirar a Benjamin y deje escapar aire por la boca. --Cuanta concentracion --bromeo el. Benjamin sonrio un poco y el foco imaginario se encendio encima de mi. --?Que tal tu sonrisa? --?Mi sonrisa? Benjamin amplio mas aquella mueca de felicidad cuando escucho mis palabras. --Si... por ejemplo, cuando te ries, tus labios se estiran junto con tus fosas nasales --le explique. El se toco la nariz, curioso--. Tienen una perfecta armonia, y se hacen unas pequenas muecas en los costados, como unos hoyuelos casi perfectos... casi. --Arrugas, malo para mi edad. Rei un poco y negue con la cabeza. --Pero cuando sonries con tranquilidad no se notan las muecas y los labios se vuelven mas finos y delicados, como si supieran que era el momento perfecto para moverse de aquella manera. --Por algun motivo habia bajado el tono de voz al hablar. Note que me habia inclinado para verlo mejor y que estaba demasiado cerca de el--. !Sin mencionar que parecen bien cuidados! --Me separe casi un metro de el. Lo se, a veces exagero demasiado--. ?Usas manteca de cacao? --Solo en invierno --dijo con una sonrisa burlona. --Y esa sonrisa burlona de costado es muy diferente a la ganadora o a la nerviosa. --?Existen mas sonrisas? --Si --respondi. Hice un ademan para que se moviera. Benjamin se levanto de la silla y se paro al lado del escritorio. Yo me sente en la silla y respire hondo para tratar de concentrarme y volver al trabajo. --Eres muy buena --murmuro Benjamin--. Pero no sabes nada de los detalles del hogar. Puse los ojos en blanco y deje escapar un quejido. Quise enojarme, quise sentirme ofendida. Pero no pude hacerlo ni un poquito. Tampoco pude evitar enamorarme de el. Aprendi cada detalle de el como si fuesen parte de una pintura. Desde el lunar debajo de su barbilla hasta la profundidad de su voz. El dia que nos conocimos, el habia salido con una chica por segunda vez. Una chica a la que jamas habia llamado de nuevo, a la que creyo jamas haberla visto o invitado a una cena y con la que aprendio una gran leccion. La dulce venganza de una mujer resentida. La mujer lo dejo en un cuarto de hotel, desnudo, atado a la cama y solo con el reloj para que se preparara cuando la mucama entrara y lo viera alli con una camara a un lado, una nota, y una foto de el desnudo. Rei lo suficiente como para que el tambien se riera de la desgracia que le habia pasado. Odie eso, odie caerle tan bien. Odie aquella sonrisa y aquellos gestos. Y los ame, ame todo de el. Odie que me abrazara cada vez que queria y que se parara tan cerca para leer la pantalla. Odie que me ayudara a escribir porque me resultaba cada vez mas dificil ser independiente. Depender de alguien de aquella manera... pateticamente romantico. Y ame los abrazos, calidos y llenos de afecto. Ame los juegos y las palabras aburridas que salian de su boca. Ame el orgullo que le salia por los poros cada vez que hablaba del trabajo, de alguna mujer o de un buen dia. Ame cuando bromeaba con sinonimos absurdos e inexistentes. Ame aquella sonrisa variante, aquellos ojos brillantes y aquella actitud deslumbrante. Amar y odiar al mismo tiempo las mismas cosas solo me hacian sentir confundida y nerviosa. Era una tortura eterna. Una tortura que yo misma cree.

  • El agua de la vida de Sara Gruen

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    Fin de ano, 1944. Para Maddie y Ellis Hyde, un joven matrimonio de clase alta de Filadelfia, la guerra y la privacion son conceptos lejanos. A Ellis solo le interesa divertirse gracias al dinero que recibe de su padre. Pero cuando el viejo general Hyde les corta su asignacion, Ellis decide recuperar el favor de su padre retomando el proyecto en el que este fracaso anos atras: encontrar al famoso monstruo del lago Ness.
    A pesar de las quejas de Maddie, y acompanados por su inseparable amigo Hank, los tres parten hacia Escocia y se instalan en un pequeno hotel rural, sin ninguno de los lujos que tan bien conocen. Ajenos a todo, cada dia los dos hombres salen a buscar al mitico monstruo, mientras otro monstruo, Hitler, esta arrasando Europa. Maddie, sola la mayor parte del tiempo en un pais extranjero, rodeada de desconocidos, debe comenzar a preguntarse quien es y que quiere en realidad.
    Apasionante y conmovedora, El agua de la vida narra una intensa historia de amor, pero tambien el despertar de una joven privilegiada que, a medida que va experimentando lo que sucede a su alrededor,
    aprende a entregarse a los demas como nunca antes lo habia hecho.
    Una tierra de misterio y leyendas. Un amor capaz de cambiarlo todo.

  • Mi autonomia de Nadia Colella

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    E Capitulo 1 l humo de mi cigarrillo se formaba delante de mis ojos como una nube de tormenta a punto de estallar sobre mi. Me quede observando como el tiempo lo atravesaba, milimetro a milimetro, devorandolo como un virus que avanzaba a rapida velocidad hasta hacerlo desaparecer por completo. Y, de un momento a otro, ya no quedaba nada, salvo la mancha negra que estaba en el techo. Fije la mirada para intentar descifrar el posible origen de aquello y me pregunte si seria humedad o algo mas, pero no se me ocurrio nada. Me encogi de hombros y le di otra pitada a mi cigarrillo. Cansada de estar acostada, me puse de pie y senti como si hubiera pisado sobre hielo. Busque con la mirada mi calzado, pero no sabia donde lo habia dejado, asi que le di la bienvenida al frio y segui mi camino. La ventana del balcon estaba abierta y la brisa matutina envolvio mi cuerpo desnudo. Me acerque a la computadora y abri mi casilla de correo. Lo primero que vi era un mail del propietario del edificio con un asunto en mayusculas y mas de tres signos de admiracion: <>. Ni siquiera lo lei; lo borre directamente. Lo peor de todo era que no habia mas correos nuevos. --!La puta madre! --grite. Tire el cigarrillo al piso y me sostuve la cabeza entre las manos. Respire profundo y me obligue a hacerlo mas de una vez. No iba a poder encontrar una solucion a mi problema si me dejaba llevar por las emociones. Tenia que serenarme y buscar alternativas. De pronto, senti una mano sobre mi hombro y me levante saltando de la silla. Tenia una media sonrisa que se esfumo en cuanto me observo con atencion. --Perdon, no queria... --No me asustes asi, Javier. --Jonathan. --Si, Jonathan --le respondi volviendo a mi habitacion. Me acerque al armario y abri mi segundo cajon. Alli se encontraba mi remera favorita, la que mi mejor amigo me habia comprado en Nueva York. Despues de ponermela, encontre mis pantuflas asomandose por debajo de la cama, del lado izquierdo. Me agache para juntarlas y volvi a salir hacia el living. --Gracias por la cena --le dije mientras ponia agua a hervir. Jonathan se acerco a mi lado y apoyo su cintura contra el borde de la mesada. Se cruzo de brazos y giro su cabeza para poder mirarme, pero yo me aparte de la cocina y busque en las alacenas mi taza. --Tomo lo que tomes vos --me dijo. Me rei. --Voy a desayunar sola. Gracias por todo, Jonathan. --Y busque el polvo para hacerme un capuchino. Por el rabillo del ojo pude ver como se apartaba de la mesada y se quedaba de pie observandome. Yo segui con mi tarea. Busque el azucar y me puse a revolver el contenido. Escuche su bufido y se dirigio hacia la habitacion con pasos pesados. Unos segundos despues, salio de mi departamento sin siquiera decirme adios. Yo tampoco lo salude. Cuando mi infusion estuvo lista, sali al balcon y me sente en la reposera. El cielo azul claro de Buenos Aires estaba impoluto. Me entretuve observando el horizonte mientras degustaba mi bebida. Intente que nada atosigara mis pensamientos. Necesitaba reconectarme, dejar a un lado todos los problemas y sentirme presente en el momento. Si en cada minuto que respiraba pensaba en mis problemas, era lo que iba a seguir atrayendo. Eso me habia ensenado mi mama y lo habia comprobado con el tiempo, asi que dejaria en blanco mi mente y respiraria. Pero el sonido de mi celular me hizo sobresaltar y por poco me hizo tirar lo que me quedaba del capuchino. Deje a un lado la taza y volvi al interior del departamento a buscar el aparato. Era una llamada entrante de Quimey. --!Hey! --le dije con una sonrisa y busque el reloj que estaba colgado sobre el escritorio de mi computadora--. ?Que haces levantado tan temprano? --Me estoy yendo a Ezeiza --me respondio riendose. Recien en ese momento me percate del sonido del exterior. No estaba solo. --?A Ezeiza? --le dije sentandome en una silla--. ?Tenias un viaje planeado y no me dijiste nada? --No, fue un viaje espontaneo. --Bajo la voz--. Me estoy yendo con Lucas. --Te escucho igual --dijo una voz lejana. --?Lucas? --pregunte asombrada--. ?Lucas, Lucas? ?El del bar de Palermo? --El mismo --me dijo volviendo a hablar normal--. Le salio un viaje de negocios y me invito a Londres. --Ah, pero... !que natural! --Y no pude evitar reirme--. Siempre te suceden cosas extraordinarias. --Las busco. No suceden de la nada. ?Y vos como estas? Trague saliva y, sin querer, mire la computadora. --Bien. --A mi no, Hunter --me dijo con su voz reprochadora--. Contame como estas. Mira que cancelo todo y voy para alla. --!No! --me apresure a decirle. Sabia que era capaz de hacerlo--. Estoy bien. El negocio no lo esta. --?Otra vez? Te dije que te paso plata si necesitas. --Y yo te dije que no hace falta. Que voy a encontrar una solucion. --Se que la vas a encontrar, pero, mientras tanto, puedo ayudarte. No seas cabeza dura. --No, te agradezco de verdad. --?Te volvio a contactar el dueno del edificio? --Si. Me dio un mes. --!Mia! --Me grito al oido y tuve que alejar el celular--. ?Por que no queres aceptar la plata? !Te pueden echar del departamento! --Porque no voy a tener como devolvertelo en el corto tiempo. --Quimey iba a quejarse, pero lo interrumpi antes de que lo intentara. --Y ya se que no te importa cuando te lo devuelva, pero a mi si me importa. Ya todos me ayudaron lo suficiente; no puedo seguir dependiendo de los demas para vivir mi vida. Tengo que encontrar las soluciones por mi cuenta. Y, si me llegan a echar, tendre que encontrar otro departamento que se adapte mejor a mi nueva realidad. Habia vivido en ese lugar casi cuatro anos. Me gustaba el balcon porque cada noche salia a respirar el aire de la ciudad y a disfrutar del murmullo bajo de una ciudad viva. Incluso cuando tenia compania. Me escabullia del dormitorio para estar un rato en paz. O la amplia cocina, que me permitia experimentar con la comida cada vez que tenia ganas. Aunque, realidad, mas la usaba Quimey cuando jugaba con las bebidas e inventaba tragos. Las dimensiones del living tambien me permitian alojar a toda mi familia y que pudieramos disfrutar de una buena pelicula o algun tentempie. Y, por supuesto, mi estudio fotografico. Habia usado una de las habitaciones de huespedes para mis utensilios de fotografias, los marcos que compraba, las imagenes que mandaba a imprimir... Era un departamento grande para mi sola, pero habia podido pagarlo. Aunque, si era sincera, el primer ano me habia ayudado mi familia, el segundo y el tercero habia tenido que ayudarme mas de una vez Quimey y el cuarto lo estaba soportando... Pero dia a dia las ventas caian. Habia estado enviando solicitudes para realizar muestras digitales en las paginas de las grandes galerias de arte, pero ninguna me habia respondido. Ni siquiera me habia llegado un pedido de compra. ?Que iba a hacer? Pensar en dejar la fotografia me oprimia la garganta, pero tenia un ultimatum del dueno del edificio. Solo treinta dias para que, finalmente, me echara. No me agradaba la idea de tener que mudarme a un lugar mucho mas chico. No me agradaba la idea de reconocer otro fracaso. --?Y si buscas un empleo de medio tiempo, aunque sea? Suspire. --Por el momento no quiero hacerlo. No querria tener que hacerlo nunca. Pero algo voy a encontrar. Lo se. --Sos una persona creativa. Abri tu mente y vas a ver que la solucion te llegara sin esfuerzo. Dicen que salir del lugar donde uno se encuentra estancado ayuda. ?Por que no vas a dar una vuelta con tu camara? --Es una buena idea. --Era verdad--. Subi muchas fotos a Instagram. !Que tengas un lindo viaje! --Gracias, mi amor. Y cualquier cosa... --Lo se. Te llamo. Te quiero. --Yo tambien. Entre a mi estudio y lo primero que vi sobre la mesa de vidrio fue mi camara fotografica. El peso que tenia sobre los hombros parecio desvanecerse por un instante. Por un escaso momento, el sentimiento de satisfaccion y calidez que me generaba ese aparato me recorrio por completo, como si en medio de una tormenta de nieve, encontraras una cabana con una chimenea encendida. Eso era la fotografia para mi. Mi refugio. Aun asi, no la habia tratado con el respeto que se merecia. No la habia cuidado lo suficiente y en ese momento estaba viendo las consecuencias. No podia volver a buscar un trabajo esclavo al que tuviera que dedicarle mas de ocho horas de mi vida. No podia volver a hacerlo. De solo pensarlo, me dolia la cabeza. Tenia que encontrar una solucion pronto. Asi que respire hondo y segui el consejo de mi amigo. Escogi Puerto Madero, cerca del Puente de la Mujer. No podria explicarte como funciona, pero la camara es como una extension de mi cuerpo que me pide que haga ciertas cosas. A veces, no se bien lo que hago, pero le hago caso a mi instinto. Confio en el y se que hacia alguna direccion intenta llevarme. Asi que, cuando mi camara me pidio que empezara a sacar fotografias a mi alrededor, no lo dude ni un segundo. Mi fuerte siempre fueron los paisajes. He tenido la suerte de poder recorrer el mundo, dado que mis padres lo viven recorriendo constantemente y tengo un hermano asentado en Alaska. Me resulto natural captar esos momentos maravillosos que nos regala la madre naturaleza. Sin embargo, en el ultimo tiempo me sentia presa de una rutina que no me gustaba. Asi que sacar fotos a extranos se sintio como una brisa fresca en pleno verano. Familias, grupos de amigos, parejas. Mi mente comenzo a expandirse y las historias se iban formando solas en mi cabeza. Un padre abrazaba a su esposa, quien sonreia contenta porque el acababa de decirle que finalmente podrian irse de vacaciones. Era alli cuando los hijos se sumaban al abrazo y, entre los cuatro, formaban una especie de fortaleza impenetrable. Despues habia dos amigas que reian a carcajadas porque una de ellas habia conseguido el trabajo que tanto anhelaba. Al lado de ellas, un hombre besaba a una mujer, susurrandole mentiras al oido. Ella sonreia sin saber el dolor que le esperaba. De a poco, fui captando distintas situaciones, momento a momento, formando una historia en imagenes. Y, entonces, un hombre me llamo la atencion. Mi instinto supero cualquier control que podria llegar a ejercer sobre este. Mi dedo no paraba de tocar el obturador. Una tras otra. Hasta mi corazon se habia acelerado de la emocion. Tenia el cabello oscuro, en abundante proporcion, y sin el minimo resguardo por acomodarlo. La barba era pareja en la altura de los cachetes, pero en el menton la tenia mas poblada y algunos de sus cabellos estaban tenidos de color ceniza. Sin darme cuenta, me acerque a el para poder verle mejor el rostro. Estaba vestido con un jean negro desgastado y de su cintura colgaba una cadena plateada sujetada a un cinturon con tachas. En la parte de arriba llevaba una camisa cuadrille de color negro y rojo. Y no podia obviar a la mujer que estaba con el. Su melena lacia y rubia bailaba con el viento. Ella sonrio con sus labios de rojo carmesi cuando el apoyo su cuerpo contra su espalda. Sus fuertes brazos la capturaron y le susurro algo al oido. Aparte la mirada incomoda, como si estuviera espiando algo secreto. Me aleje de alli y me acerque hacia la baranda que rodeaba el rio para poder mirar las imagenes en la camara. Tanto las que habia sacado al resto del mundo como las que le habia sacado a ese hombre me hacian sentir una chispa en el cuerpo. Sobre todo, las que aparecia el... Una tras otra, fui pasando todas las fotos que le habia sacado. No me di cuenta del tiempo que habia pasado observandolas hasta que escuche una voz. --?Salimos bien en las fotos? Cuando levante la mirada, me encontre con unos ojos azules y una melena oscura. Debajo de la camisa tenia una musculosa blanca que se le cenia al cuerpo. La sorpresa de su aparicion me hizo perder el control de mis extremidades. Nunca me saco la correa del cuello, por cualquier cosa que me suceda en las manos. Sin embargo, el paso por alto ese detalle. Y, asumiendo lo que podia pasar, estiro su mano para sostener mi camara de fotos y sacarla de la zona del agua. La capturo en el aire y la atrajo hacia su cuerpo, por lo que la correa en mi cuello me tiro contra el. Levante mis manos para frenar el choque y pude sentir la dureza de su pecho y su aliento contra mi coronilla. En ese momento, me senti como un pajaro al que le sacuden su jaula.

  • El cuento que nunca vio el final (Un mundo para Hector 1), Estefania Yepes de Estefania Yepes

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    Hector, a su corta edad, lo tiene todo. Una familia que le adora, un dormitorio que parece sacado de un cuento de hadas, todos los munecos de superheroes que admira e infinitos lapices de colores con los que dar rienda suelta a su imaginacion. Sin embargo, hay algo que a dia de hoy trae a Jana de cabeza pues, a sus tres anos de edad, Hector todavia no ha pronunciado palabra alguna. Jana, aparentemente feliz con su vida, con su pequeno, con su tienda y con la compania alocada de la pelirroja que tiene por amiga, siente que el vacio que impera en su vida se hace cada dia mas fuerte, mas intenso, llevandose a su paso el control de su propia voluntad, de su entereza y de todo cuanto habia construido hasta el momento, amenazandola sin piedad, poniendo en peligro su propia vida. y tal vez mucho mas que eso. Martin, un reputado psicologo especializado en el tratamiento y terapia en el ambito infantil, recibe el curioso expediente de un nino que, a pesar de los indicios iniciales que apuntan a un posible nuevo caso de autismo, esconde tras ese silencio extrano y permanente algo muy distinto a todo lo que ha visto hasta el momento.

  • El cerebro femenino de Louann Brizendine

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    ?Como piensan las mujeres? ?Que es lo que valoran? ?Como se comunican? ?A quienes aman? Todas las respuestas estan en el cerebro. La investigadora y doctora en medicina Louann Brizendine ha recopilado numerosos datos cientificos para explicar de manera clara como la estructura cerebral es fundamental para entender la forma de pensar de las mujeres.

  • Memento mori (Versos, canciones y trocitos de carne 1) de Cesar Perez Gellida

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  • El silencio del guardian de Virginia Asensio

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    Comillas, verano de 1920 Brillaba el sol desde lo alto del cielo, a pesar de que la temperatura no era demasiado elevada para un mes de julio que avanzaba ya hacia su segunda quincena. Transcurria la hora tranquila del mediodia, cuando las calles del centro del pueblo regalaban el aroma de los guisos humildes y se fundia con el olor a jabon de las sabanas colgadas en los balcones. Tomas combatia el aburrimiento jugando en la puerta de su casa. Su padre le habia castigado sin poder ir a la playa con sus amigos. La culpa de todo la habia tenido Don Jacinto, el farmaceutico, pues su hijo Guillermo habia salido un tanto mal parado en la batalla de piedras que se habia librado el dia anterior en la pradera al lado del puerto. Los del grupo de Guillermo eran unos abusones; teman entre once y trece anos, y siempre andaban metiendose con Tomas y sus amigos que eran mas pequenos. Tomas tenia solo nueve anos. Acabaron todos enzarzados en una batalla que comenzaron los de Guillermo, con la mala suerte de que una de las piedras que lanzo Tomas decidio aterrizar en la ceja izquierda de su enemigo, abriendole una tremenda brecha que necesito varios puntos de sutura. A Guillermo le falto tiempo para confesarle a su padre quien habia sido el artifice de tamana agresion hacia su persona y don Jacinto se presento en la casa de Tomas para informar a sus padres de la fechoria. El castigo duraria una semana; una eternidad para Tomas. El nino mataba el tiempo frotando un hueso de albaricoque sobre una piedra plana que habia elegido minuciosamente para tal cometido. El proceso era muy simple: solo habia que fabricar un poco de saliva en la boca y escupirla sobre la piedra, a continuacion frotaba la pepita contra la piedra por uno de sus cantos. Asi hasta que se desgastaba lo suficiente y aparecia la semilla blanca en su interior. La vaciaba con ayuda de una horquilla del pelo que habia robado a una de sus hermanas y seguia frotando la pepita contra la piedra hasta que esta mostraba un agujero suficientemente grande como para poder soplar sobre el, y listo, ya tenia otro magnifico silbato. En esas estaba Tomas cuando vio aparecer por su calle un magnifico automovil conducido por un chofer con gorra de plato. Tomas conocia perfectamente que vehiculo era aquel. Todos en Comillas sabian que aquel Hispano Suiza de color negro pertenecia a Don Claudio Lopez Bru, segundo marques de Comillas. Por suerte no habia nadie mas en su calle a esas horas, porque de lo contrario se habria formado toda una aglomeracion en tomo a su persona. En la villa, don Claudio era muy apreciado por su caracter humilde y caritativo y su espiritu profundamente religioso. A el se debia la construccion del Seminario Pontificio, cuyas obras habia iniciado su padre, que ofrecia educacion a tantos ninos sin recursos. El majestuoso e imponente edificio se recortaba en lo alto de la colina de la Cardosa. El vehiculo se detuvo frente a la casa de Tomas. El chofer descendio del automovil y se apresuro solicito a abrir la puerta de la parte de atras donde se encontraba don Claudio. Ayudo a aquel hombre debil y enfermo a bajar y cerro la puerta del vehiculo. El marques le dio instrucciones a su chofer y este permanecio donde estaba mientras observaba como su patron se dirigia caminando con dificultad hacia donde se encontraba Tomas. --Buenos dias, muchacho ?vive aqui la senora Adela Fernandez? --pregunto don Claudio al tiempo que acariciaba carinosamente el cabello rebelde de Tomas con sus dedos delgados y temblorosos. --Es mi madre, senor --respondio el nino con los ojos abiertos como platos mientras observaba de cerca a aquel hombre de quien tanto habia oido hablar, como si se tratara de alguno de aquellos santos de mirada acuosa a los que su abuela nunca se olvidaba de mencionar cada vez que necesitaba un favor especial de las altas esferas. La familia del marques y todos aquellos que le rodeaban y que veraneaban en el palacio de Sobrellano y otras casonas ilustres que se encontraban diseminadas a lo largo de la villa, pertenecian a esa clase social que no se mezclaba con el pueblo llano. Otorgaban distincion y glamour a la localidad y dejaban buenos beneficios en comercios y restaurantes, pero permanecian aislados del resto. Todos les conocian y envidiaban su fortuna y estilo de vida, pero asumian que existia un abismo entre sus vidas y las de aquellos seres que parecian salidos de un folletin novelesco. --?Como te llamas, jovencito? --Me llamo Tomas, senor. --?Esta tu madre en casa, Tomas? Don Claudio se inclino despacio para ponerse a la altura del nino posando una mano sobre su hombro. Por un instante, la vision del rostro de aquel nino moreno, con sus ojos inteligentes y llenos de vida, le evoco una infinidad de recuerdos contradictorios. --Si senor, esta en casa. ?Quiere que la avise? --No, gracias Tomas. He venido para hablar con tu madre de asuntos de mayores, tu puedes seguir aqui jugando. Si lo deseas, puedes pedirle a Anselmo que te ensene el automovil, seguro que te gustaria verlo por dentro. En ese instante Tomas se percato de que don Claudio portaba en su mano izquierda un paquete mediano, del tamano de un libro, envuelto en papel de color ocre. --Gracias, senor. Me gustaria mucho. --Pues anda, ve. Don Claudio ascendio despacio los escalones de la entrada de la vivienda y llamo a la puerta golpeando la aldaba con forma de pez. Anselmo demostro ser poseedor de una paciencia infinita soportando la avalancha de preguntas que le lanzaba Tomas. Incluso le consintio que se montara en el asiento del conductor y manejara el volante cual experto piloto de carreras. Asimismo, Tomas descubrio que a Anselmo tambien le encantaba aquel vehiculo y que se sentia muy afortunado por poder trabajar para el senor marques. Aquel empleo era mucho mejor que andar faenando cada dia en la mar como les tocaba a la mayoria de hombres del pueblo. Habia transcurrido algo mas de una hora cuando don Claudio salio del domicilio. Su rostro se veia mas serio y taciturno que cuando habia entrado. Se coloco en la cabeza el bombin que hasta ese instante habia llevado en la mano y camino decidido hasta su automovil. Anselmo, que en ese momento charlaba animadamente con Tomas sobre la fabricacion de silbatos con pepitas de albaricoque, se incorporo en el acto y se acerco a ayudar a don Claudio. El nino se quedo de nuevo petrificado ante aquel hombre al que todos calificaban como un caballero ejemplar. --Tomas, espero que Anselmo haya sido amable contigo; en ocasiones puede resultar un poco cascarrabias, pero en el fondo es un buen hombre. Don Claudio miro de reojo a su chofer con una media sonrisa complice. --Si senor, ha sido muy amable conmigo, y gracias a usted tambien por dejarme subir a su automovil, es fantastico. Don Claudio sonrio y acaricio de nuevo el cabello de Tomas aunque su mirada parecia perdida el algun punto indefinido del empedrado suelo. --Debo irme ya. Encantado de haberte conocido, Tomas. De verdad. Accedio al interior del vehiculo ayudado por Anselmo. El chofer se despidio tambien con una inclinacion de cabeza tocando levemente la visera de su gorra en senal de respeto y complicidad. Tomas permanecio inmovil observando con curiosa intriga como arrancaba el vehiculo y se alejaba dejando detras de si una nube de polvo. Inmediatamente despues, no pudo resistir la curiosidad y se lanzo al interior de su casa en busca de su madre y de respuestas ante lo que acababa de suceder. Atraveso el pasillo de entrada y fue directo a la cocina, donde unas lentejas agonizaban olvidadas junto a la lumbre, aunque su madre no se encontraba alli. Salio al pasillo para dirigirse al modesto salon de la vivienda cuando, de pronto, escucho un leve llanto que provenia de la habitacion de sus padres. Se aproximo con cautela y descubrio con cierta preocupacion que su madre lloraba sentada sobre la cama, de espaldas a la puerta del dormitorio. Sostenia una carta en la mano y se cubria la boca con la otra, tratando de ahogar el llanto. Tomas permanecio inmovil, observando a su madre desde la puerta, sin saber que hacer. Se dio la vuelta lo mas sigilosamente que pudo y se dirigio a la sala de estar donde su madre habria recibido a don Claudio. Sobre la mesa reposaba un libro al lado de un envoltorio arrugado de papel de color ocre. <> reconocio Tomas. Se aproximo a la mesa y fijo su atencion en el ejemplar que parecia antiguo y gastado. Sobre la cubierta encuadernada en piel de color oscuro destacaba el titulo grabado en letras doradas: <>. Lo abrio y aspiro el aroma acre de las hojas amarilleadas por el paso del tiempo y descubrio con sorpresa una dedicatoria manuscrita en la parte superior de la primera pagina: <>. ?De que conocia don Claudio a su madre? ?Por que le habia llevado ese libro? ?A quien habia pertenecido y quien habia escrito aquella dedicatoria cuarenta y cuatro anos atras? ?Cual era el contenido de esa extrana carta que habia hecho llorar a su madre? Las preguntas se agolpaban en su cerebro, nada tenia sentido. Escucho pasos en la habitacion de sus padres, cerro el libro de golpe y se dirigio corriendo a la cocina.

  • Los cuatro habitos de la gente delgada de Luis Navarro Sanz

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    Con este revolucionario metodo aprenderas a gestionar tu ansiedad y tus emociones y a aplicar, poco a poco, los 4 habitos cotidianos que te ayudaran a perder peso progresivamente y sin esfuerzo. Es decir, adelgazaras de una forma natural y saludable. Es, ademas, una aventura en la que descubriras la inteligencia de tu estomago, aceptaras tu cuerpo y te liberaras de la mentalidad de dieta, que es la causante de la ansiedad, la culpabilidad y el sobrepeso.

  • Adios Sarajevo de Atka Reid

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    Mayo de 1992.

  • Prometido deseado (Hermanas Laurens 2) de Sophie Saint Rose

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    Lady Bethany miro de reojo a su padre. El Conde de Keighley leia el periodico mientras se llevaba a la boca el tenedor. Observo como comia el jamon antes de cortar de nuevo otro pedazo. Ella se mordio el labio inferior y miro a su hermanastra que sentada a su lado le hizo un gesto con sus expresivos ojos verdes para que hablara con el. Carraspeo enderezandose y aparto sus rizos castanos de su hombro algo nerviosa. -- Padre... --?Si, nina? --pregunto distraido. --Carlton, la nina quiere hablar contigo. Deja de leer --dijo su madrastra sentada a la derecha de su marido antes de cogerle el periodico de su mano para echarle un vistazo. La cara de indignacion del Conde fue evidente, pero su esposa le guino un ojo seductora y se le olvido enseguida. --Padre... --Oh, si. --Miro sus ojos azules, que precisamente habia heredado de el, teniendo toda su atencion. --?Que ocurre, hija? --Estoy esperando. --Eso ya lo veo. --No, que estoy esperando tu proposicion. Porque a mi no me lo vas a imponer, pero acepto propuestas. Su padre la miro sin comprender y esta gimio por dentro porque se estaba explicando muy mal. --Tengo ya la edad, padre. Cumplo dieciocho en dos semanas. --?Ya? --pregunto asombrado haciendola grunir. --Si. --Como pasa el tiempo. Eugenia suspiro. --Es cierto. Mira a Delia. Ya es toda una mujer. --!Madre! --Su hermanastra se sonrojo apartando un rizo moreno de la frente. --Que me averguenzas... --Que tonteria. Debo hablar con tu hermano sobre la temporada. El ano pasado tuvimos que irnos cuando apenas habias debutado, pero este ano no sera asi. Ya veras como encuentras el hombre de tus suenos. Bethany miro a su padre ansiosa, pero estaba tan obnubilado por su esposa que parecia que no se habia enterado de nada. --!Padre! La miro sorprendido. --?Que? --!Mi prometido! --?Que prometido? --pregunto asombrado--. ?No me digas que te han propuesto matrimonio? ?Quien se ha atrevido? --No, que donde esta mi prometido. Su padre estaba totalmente perdido y le miro desilusionada. --No me lo has buscado. --?Buscado? --Querido, como se lo has buscado a su hermana mayor, la nina quiere que le busques uno. Es que nunca te enteras de nada. --El Conde la fulmino con la mirada. --Cielito, no me mires asi cuando es obvio lo que quiere decir. Carlton la miro entendiendo antes de volverse a su hija. --Le prometi a tu hermana que dejaria esa decision en tus manos. --Carraspeo incomodo. --Aunque tengo que darle el visto bueno. --No le prometiste eso. !Lo del visto bueno no se dijo en ningun momento! --!Pero se lo tengo que dar! Bethany chasqueo la lengua como tenia por costumbre y le miro de reojo. --?Asi que no tienes ningun candidato? ?Nadie? Su padre suspiro. --Pues ya que lo dices si que tenia. --Las tres se adelantaron mirandole fijamente. --Pero se caso hace dos meses. No me dio tiempo a proponerle nada. --Vaya... --susurro Delia. Decepcionada se encogio de hombros. --Bueno, ya buscare yo algo. ?Puedo levantarme? Su padre vio la decepcion en su rostro y asintio. --Si, hija. Puedes retirarte. Delia se levanto con ella y ambas salieron en silencio del comedor. Eugenia le fulmino con la mirada. --No hace falta que me mires asi. !Se lo prometi a Belinda! --!Belinda esta muy bien casada! Seguro que ahora no protesta tanto por el marido que le ha tocado en gracia. --?Que sea tu hijo no tiene nada que ver con esa opinion? --pregunto divertido. --?Te atreves a decir que no son el uno para el otro? --No, por supuesto que no. Acerte de pleno. --Pues eso es lo que quiere tu otra hija. !Que aciertes! El Conde pensativo se quedo mirando la puerta. --Bethany esta de acuerdo. No puede protestar al respecto. Eugenia sonrio de oreja a oreja. --?Ves? Tienes medio camino ganado. No se negara en redondo como tu otra hija. En ese momento se escucho un portazo y vieron que Belinda llegaba con cara de mal humor. --Uy, esta ha discutido con Daniel --susurro su esposa. El Conde forzo una sonrisa. --Que sorpresa, hija. ?Como esta mi nieto esta manana? Les miro con los ojos como platos antes de chillar saliendo de casa a toda prisa. --Se ha vuelto a dejar el nino en el carruaje --dijo Eugenia como si fuera un desastre. --!La ninera esta con el! !Y tiene muchas cosas en la cabeza! En ese momento entro su hija con su nieto en brazos refunfunando sobre que la ninera parecia un fantasma que nunca abria la boca. Forzo una sonrisa. --Aqui esta el pequeno Daniel. Los abuelos se levantaron de inmediato y Eugenia lo cogio en brazos. --Cada dia esta mas grande. --El nino los miro con sus ojos azules como platos y parecio reconocerles porque solto un gorgorito. El Conde se echo a reir asustandole mientras Eugenia con carino le quitaba un rizo moreno de la frente. --Es igualito a mi hijo. Por cierto, ?donde esta? Gruno sentandose a la mesa y haciendole un gesto al mayordomo. --Un te. --Enseguida, Marquesa. Los abuelos hicieron una mueca antes de mirar a Belinda. --Se va a Boston --dijo dejandoles de piedra. --?Perdon? --pregunto su padre--. !Me dijo que viviria aqui! !Era una de las condiciones del compromiso! --Pretende vivir aqui, pero ahora se va a Boston. Negocios --siseo--. !Y no puedo ir! --?Como que no puedes ir? --Se lo dije, pero el nada, que no me hace caso como siempre --dijo como si no estuvieran delante--. Le avise. !Fui muy clara, pero no me creyo y concerto las reuniones! ?A quien se le ocurre?

  • Casa Cacao de Ignacio Medina , Jordi Roca

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    Jordi Roca comenzo trabajando con chocolates de distintos origenes y preparados de formas muy diferentes en sus elaboraciones. Hasta que decidio dar un paso mas y empezar un nuevo proceso creativo a partir del redescubrimiento del cacao. La experimentacion le llevo a afrontar un recorrido a traves de la historia del chocolate, que le ha transportado al lugar de origen del cacao, en la selva amazonica.

  • Afronus de Felix A. Bas

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    Afronus lleva la realidad virtual al nivel definitivo. No es una red social, ni un videojuego online multijugador masivo, sino una experiencia tan real como la vida misma. En Afronus el dolor y el placer se siente como si fuera real, por lo que salir de la seguridad que aporta la Tierra virtual es un precio que pocos estan dispuestos a pagar. Aquellos que lo hagan viajaran a los llamados mundos ilegales, peligrosos planetas que homenajean la edad de oro de los videojuegos y el cine, donde podran obtener poderes inimaginables: habilidades que superan los limites humanos y magias que podran desarrollar al escoger senda.

  • Movie Star 3 de Alex Cartier

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    Ophelie vivia un idilio amoroso hasta el dia en que rompio con Michael y su vida empezo a tambalearse. Acompanada de su mejor amiga Laure, Ophelie pone los pies en Hollywood para abrir una agencia francesa de cine. Pero apenas llega, todo le recuerda a Michael, a quien no ha vuelto a ver desde hace cuatro meses, cuando sucedio el drama. Todo le recuerda a ese hombre que le hizo descubrir el amor y la pasion. En un momento en que busca pasar pagina, el destino pondra de nuevo al actor en su camino. ?Perdonar o vengarse? Para Ophelie, es una opcion dificil. ?Que sucedera cuando Michael se entere que Ophelie se interesa por otro hombre?

  • La herencia de Vigdis Hjorth

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    Cuatro hermanos, dos casas de verano en Hvaler y un terrible secreto. El reparto de la herencia familiar se convertira en un tema de desencuentro.
    La aparente disputa entre los hermanos por las propiedades encierra algo mucho mas profundo: los fantasmas del pasado regresan y lo que parecia olvidado revive en la familia.
    Galardonada con los mas prestigiosos premios literarios de su pais, La herencia se convirtio desde su salida en un exito de ventas en Noruega y genero, junto a la serie Mi lucha de Karl Ove Knausgard, un importante debate sobre la relacion entre literatura y realidad. Marmara y Nordica nos unimos para publicar una de las grandes novelas de la literatura europea de los ultimos anos.

  • Los miedos y el aprendizaje de la valentia de Jose Antonio Marina

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    Hay miedos que nos protegen y miedos que nos destruyen. Estos son nuestros enemigos y hemos de declararles la guerra. Jose Antonio Marina dirige esta campana. En primer lugar, hay que evitar que nuestros ninos aprendan los miedos que van a entorpecer su desarrollo. Pero, si ya los han adquirido, hay que ensenarles a afrontarlos y a vencerlos. En todas las culturas, la valentia ha sido la virtud mas apreciada. Ahora sabemos que se puede aprender. Este libro es una pedagogia del coraje. Necesitamos que nuestros ninos, nuestros adolescentes, los padres, los docentes, desarrollen la capacidad de soportar el riesgo, la dificultad, y el esfuerzo, porque son inevitables.