Ver todos los libros de: Laura Lopez
No es verdad eso de que es mejor arrepentirse de lo que se hace. Cualquier escenario posible es mejor que este, lo que me lleva a pensar que no deberia haber hecho absolutamente nada. Claro que, por extension, no debi hacer demasiadas cosas. No tengo excusa. No puedo aferrarme a que tuve mala suerte, o que estaba deprimido, o mas loco que cuerdo. La autocompasion no nos lleva a ningun sitio, y menos donde estoy. No se cuanto tiempo voy a estar aqui. El que ellos quieran. Mi situacion esta lejos de ser tranquilizadora. Un necio podria relajarse creyendo que ahora estaria a salvo, pero yo se lo que hay de verdad tras estas paredes. Me tienen justo donde querian. Y no. No espero que nada cambie. No planeo escapar en un futuro. Ni siquiera me atrevo a sonar con la posibilidad de poder salir de aqui. Por desgracia, esto no es una pelicula. Me llamo Bruce. Tenia treinta y cinco anos cuando empezo todo. Perdi la nocion del tiempo hace demasiado, asi que no se ni en que dia vivo. 1 Cada vez me quedo mas convencido de que seria facil engancharse a esto. Entiendo perfectamente a los que lo hacen. Me encanta cuando cojo el colocon. Aunque me hayan rebajado la dosis, adulterandola, para evitar que sea un peligro. En cualquier caso, es indescriptible esa sensacion cuando empieza a actuar y el dolor desaparece lentamente. Al principio apenas se percibe, pero, poco a poco, como si dejara que me recreara, empiezo a flotar. A la par que dejo de sentir, la cabeza se expande y, al final, ya no pienso. Cuando quiero darme cuenta, estoy en un grado de relajacion tal que todo lo que pase de respirar hondo es irrealizable. No es que sea incapaz de moverme; es que echaria a perder el unico momento de paz al que puedo aspirar. Y es tan facil dejarse llevar por esa nube que no tardo en caer en un profundo sueno, sin suenos. Las consecuencias o efectos secundarios no se quedan solo en el colocon, el cual me cuesta cada vez mas conseguirlo. El organismo se termina acostumbrando a casi todo, y llega un momento en que exige mas para lograr lo mismo. Ocurre con cualquier droga. Aparte, es frecuente que me de por vomitar. A veces pienso que es la respuesta del cuerpo a algo que en el fondo se que no necesito. Desde que me lo recetaron, no he podido dejarlo. Consigo por la via legal, con receta medica, una minima parte. No puedo exponerme a dejar que el dolor empiece, y eso es lo que no entiende el sadico de mi medico. A veces tengo la seria tentacion de mezclarlo con la bebida adecuada, fantaseando con la idea de que acabe con toda esta mierda de una vez. Llego a planearlo, pero luego siempre me echo atras. Mi psiquiatra, reacio a que me dieran morfina para el dolor, insistio en que se me administrara cualquier paliativo, o un preparado que redujera los riesgos que conlleva una sobredosis de morfina, por lo que lo maximo que conseguiria es un pedo mas fuerte. Ademas, esta mas que comprobado. Asi que lo que me impide llevarlo a la practica no es solo la certeza de que perderia el tiempo. Es la cobardia, asi de simple. Es lo que no entiendo: por que quiero desaparecer y, sin embargo, me cuesta tanto hacerlo. Tomo la decision de intentarlo e, inmediatamente despues, surge el miedo a que haya algun fallo en la medicacion que me deje como un vegetal. No quiero quedar como un vegetal, ni que encuentren mi cadaver putrefacto tras semanas de peste que alerte a alguien que pase por delante de mi casa. No quiero acabar asi. Apenas recuerdo nada de los ultimos dos anos y pico. Tecnicamente no es tanto tiempo, pero comparando el antes y el presente, me parecen dos vidas distintas. La principal diferencia, que lo resume todo, es que antes tenia una vida en el mas amplio sentido de la expresion. Tenia un presente y, sobre todo un, futuro; con proyectos, planes, objetivos... Lo mande a la mierda en un segundo. Hay tantas tonterias que se oyen a las que no les damos importancia que luego resultan ser verdad que no se pueden enumerar, aunque quisiera. No se pueden hacer planes con certeza, porque no sabes lo que te vas a encontrar a la vuelta de una curva. La rutina es un asco que atonta la mente, convirtiendote en un ser a la misma altura que las ovejas. No valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos. A la vuelta de esa curva te puedes encontrar un coche que se empotra de morros contra ti. Si sales de esa, debes considerarte afortunado porque tienes una segunda oportunidad, aunque no la quieras. La rutina adormece, hasta que pierdes la tranquilidad y seguridad que te proporciona. Suena muy goloso eso de <
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