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Los nervios se apoderaron de mi cuando el taxi me dejo en la puerta de entrada a la finca del senor Athol. Eran las diez de la noche de un frio viernes de septiembre. Trate de calmarme contando mentalmente, respirando hondo, necesitaba estar tranquila. El conductor del taxi saco las tres maletas que llevaba con todo lo que poseia hasta el momento, no habia mas, tampoco me hacia falta. Todo cuanto habia tenido lo perdi, o quise perderlo, puesto que aqui no iba a necesitar nada. Lo unico que podria haberme servido era la casa donde vivia, pero era de alquiler asi que la deje, no la echaria tanto de menos. --Muchas gracias. Que pases un buen dia --sonrei mientras asentia con la cabeza a modo de despedida. --Mucha suerte en tu nueva vida en Inverness --levanto la mano antes de montarse en el coche. Me habia traido desde Edimburgo, le habia contado por el camino que venia como interna para hacer de ninera de los hijos del senor de la casa, por eso me deseaba suerte, se le veia un buen hombre. Llame al timbre y unos minutos despues salio a abrir un hombre de unos cincuenta anos. Era moreno, con alguna que otra cana salpicada discretamente, con una calida mirada de ojos verde oscuro y alto, bastante alto. --Buenos dias, soy Cailen. Usted debe de ser Cinnia --se presento mientras extendia la mano. --Hola, si, soy Cinnia --sonrei aceptando y estrechando su mano como una vez me dijo mi padre, mostrando fuerza y seguridad. --Me veras siempre por aqui, soy el hombre de confianza de Athol y su mano derecha. Asenti y le vi coger las dos maletas mas grandes, me hizo un gesto para que pasara, cogi la otra y lo segui hasta la casa. El jardin delantero era una pasada, con un camino de piedras muy bonito y a los lados unos jardines, uno con un parque infantil de madera y el otro, un merendero con una gran mesa dentro, tambien de madera, que era una preciosidad. --Dallis, ella es Cinnia --dijo a una mujer con un uniforme del servicio en color negro que pasaba por alli en ese momento. --Hola, encantada --me sonrio haciendo un gesto para que la siguieramos. --Hola, igualmente --dije cuando ya se habia girado y caminaba hacia el fondo del pasillo de la izquierda. Al pasar vi un marco con una foto de la que supuse era Alis, la mujer de Athol. Era una preciosa mujer de cabello castano y ojos marrones con la sonrisa mas sincera que habia visto nunca. Ella murio de leucemia hacia dos anos dejando a sus dos hijos, con tan solo tres anos, a cargo de su marido, esto lo supe por el amigo que me ayudo a conseguir este empleo. --Esta es tu habitacion --Dallis abrio una puerta y ambos me hicieron un gesto para que entrara, ella desde dentro y Cailen a mi lado. El, entro tras de mi con las maletas, que puso a un lado. --Buenas noches, Cinnia --se despidio Cailen. --Como ves --dijo Dallis de nuevo--, tiene un pequeno aseo con ducha y las vistas a la parte trasera --mire y se veia otro precioso jardin de lo mas cuidado, lleno de mesas de madera repartidas por la zona y una gran barbacoa de piedra ademas de un horno de lena, era una pasada. --Gracias, Dallis. --Cualquier cosa que necesites, solo me lo tienes que decir. En la mesita de noche tienes un sandwich con un vaso de caldo para cenar que Colina, la cocinera de la casa, te acaba de dejar cuando escucho el timbre de la puerta --me hizo un guino y salio cerrando, dejandome a solas en la que ya era mi nueva habitacion. Dallis parecia una buena mujer, tendria unos cuarenta y tantos anos, era pelirroja, con los ojos verde claro y una sonrisa afable. Se la veia simpatica, al igual que a Cailen, y esperaba que asi fuera el resto del servicio. El dormitorio tenia todos los muebles en madera de roble y estaba compuesto por una comoda con cajones, dos mesitas de noche con una cama grande en medio y un armario empotrado en la pared de entrada. La ropa de cama y las cortinas eran blancas, igual que las paredes, dando algo mas de amplitud a la estancia. Comence a guardar toda mi ropa, repartida entre el armario y los cajones de la comoda donde deje tambien algunos objetos personales, como la foto de mi padre fallecido un ano antes tras no superar su batalla contra el cancer. Pase la mano por esa foto, la ultima que quiso que le sacara ya que dijo que se veia bien, pero un par de meses despues empezo a empeorar, no se encontraba con animo para mas retratos y dijo que queria que le recordara asi, con esa sonrisa y el brillo de vitalidad en los ojos. Se me escapo una lagrima que seque rapidamente. Tuvimos que vender la casa familiar para pagar esa primera parte de tratamiento, era apenas un piso pequeno en el que vivimos mis padres y yo desde que ellos se casaron, pero hubo que desprenderse de todos esos recuerdos. A mi madre la habiamos perdido mucho tiempo atras, asi que no vio el sufrimiento por el que paso el hombre al que tanto amaba. Tras la venta de nuestro hogar mi padre y yo nos fuimos a un pequeno estudio de alquiler que encontramos muy economico y amueblado, no era nada del otro mundo, pero al menos saliamos adelante con el sueldo que yo ganaba trabajando en una guarderia de lunes a sabado por las mananas. Incluso alguna que otra tarde hacia horas extras encargandome de los ninos que tenian que quedarse si sus padres iban a retrasarse en sus trabajos. Me comi el sandwich y me tome el caldo, tenia un poco de hambre y me parecio que ese habia sido todo un detalle por su parte, ya que alli cenaban mas temprano, pero llegar y tener algo calentito que llevarme al estomago era de agradecer. Las vistas desde mi ventana me gustaban, ese jardin trasero me daba mucha paz, no es que fueran unos terrenos grandes ni nada, debia tener en total unos mil metros delante de la casa y dos mil detras, pero todo muy bonito y cuidado. Dieron dos golpes en la puerta y fui a abrir. Alli me encontre con Athol, mi jefe. Sabia quien era por algunas fotos en las que le vi alguna vez, ya que solo habia hablado con el por telefono. Alto, rubio, con unos increibles ojos azules y que aun no llegaba a los cincuenta, por lo que sabia. Iba vestido con vaqueros, un jersey y deportivas. --Hola, soy Athol --extendio su mano con una media sonrisa. --Hola, encantada --dije dandole el mismo apreton de mano que a Cailen. Ante todo, que no me notaran con miedo, que esa era muy mala impresion en un primer dia de trabajo. --?Todo bien? --pregunto echando un vistazo discretamente al dormitorio. --Perfecto --sonrei. --Pedi que te dejaran algo de cena rapida.
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