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La botella fue arrojada por la borda una calida tarde de verano, horas antes de que la lluvia empezara a caer. Igual que todas las botellas, era fragil y si la hubieran lanzado a medio metro del suelo, se habria roto. Pero bien sellada y echada al mar como hicieron con esta, es uno de los objetos que mejor navega en el mundo. Flotaba sin problemas atravesando huracanes o tormentas tropicales, podia avanzar sobre las mas peligrosas corrientes de resaca. Era, en cierta forma, el sitio ideal para conservar el mensaje que llevaba en su interior, un mensaje que se envio para cumplir una promesa. Como todas las botellas abandonadas a su suerte en el mar, su destino era impredecible. Los vientos y las corrientes juegan un papel determinante en el rumbo que sigue cualquier botella; tambien las tormentas y los desechos pueden desviar su curso. En ocasiones, una red de pescadores atrapa una botella y la conduce docenas de kilometros en direccion opuesta a la que llevaba. El resultado es que si se arrojan dos botellas al mar, de manera simultanea, cada una podria terminar en un continente distinto o hasta en lugares completamente opuestos del planeta. Esta botella contenia un mensaje que iba a cambiar para siempre a dos personas que de otro modo nunca se hubieran conocido. Durante seis dias floto lentamente hacia el noreste, empujada por los vientos de un sistema de alta presion que se encontraba sobre el Golfo de Mexico. Dos semanas y media despues de que la lanzaron, la botella comenzo a flotar hacia Nueva Inglaterra. Sin la Corriente del Golfo que la empujara, la botella avanzo con mas lentitud y zigzagueo durante cinco dias cerca de las costas de Massachusetts hasta que aparecio en la red de pesca de John Hanes. Hanes la hallo rodeada de cientos de percas que se agitaban y la tiro a un lado mientras examinaba su pesca. La botella estuvo cerca de la proa por el resto de tarde hasta que cayo la noche y el bote inicio su regreso a Cape Cod. A las ocho y media, una vez que se encontro a salvo dentro de los confines de la bahia, Hanes tropezo de nuevo con la botella y la arrojo por la borda sin rnolestarse en mirarla. La botella floto unos dias mas antes de tocar tierra en una playa cerca de Chatham. Y fue ahi donde, despues de veintiseis dias y mil ciento ochenta y siete kilometros, finalmente termino su viaje. Capitulo 1 Soplaba un viento de diciembre y Theresa Osborne se cruzo de brazos mientras contemplaba el mar. Al llegar un poco mas temprano, algunas personas caminaban por la playa, pero en cuanto se dieron cuenta de los nubarrones se marcharon. Se encontraba sola en la playa y observo el paisaje que la rodeaba. El mar se veia del mismo color del cielo, parecia de hierro liquido, y la niebla, que comenzaba a hacerse densa, ocultaba el horizonte. En otro lugar, en otro tiempo, habria percibido la majestuosa belleza que la rodeaba, pero en ese momento, de pie en la playa, noto que no sentia nada en absoluto. En cierta forma le daba la impresion de que no estaba realmente ahi, como si todo aquello no fuera mas que un sueno. Apenas recordaba el viaje desde Boston aquella manana, y al contemplar el mar agitado que se arremolinaba comprendio que en realidad no deseaba quedarse. Conduciria de vuelta a casa en cuanto terminara con lo que tenia pensado llevar a cabo, sin importar le tarde que fuera. Cuando estuvo lista, Theresa comenzo a caminar con lentitud hacia el agua. Llevaba bajo el brazo una bolsa que habia empacado con esmero esa manana. Pronto llegaria la marea alta y ese era el momento en que por fin lo haria. Encontro un lugar en una pequena duna que se veia comoda, se sento en ella y abrio la bolsa. Busco en ella hasta encontrar el sobre que queria. Aspiro profundo y parsimoniosamente levanto el sello. En el interior habia tres cartas dobladas con sumo cuidado, cartas que habia leido mas veces de las que podia recordar. El uso una pluma fuente para escribirlas y se veian manchas en varios lugares en los que la pluma habia goteado. El papel de la carta, con la imagen de un velero en la esquina superior derecha, comenzaba a cambiar de color con el paso del tiempo. Sabia que llegaria el momento en que seria imposible leerlas, pero tal vez despues de ese dia ya no sentiria la necesidad de regresar a ellas con tanta frecuencia. Cuando termino de leerlas las volvio a meter en el sobre de manera tan meticulosa como las habia sacado. Despues de poner el sobre en la bolsa, miro de nuevo la playa. Desde donde estaba sentada podia ver el sitio en el que todo eso habia comenzado. Recordo que en cuanto amanecio se fue a correr. Era el inicio de un hermoso dia de verano. Iba percibiendo poco a poco el mundo a su alrededor: oia el chillido agudo de las golondrinas de mar y el suave golpeteo de las olas que rompian en la arena. Aunque estaba de vacaciones, se habia levantado a correr muy temprano para no tener que cuidarse de ver por donde pasaba. En unas cuantas horas la playa estaria llena de turistas tendidos sobre sus toallas bajo el calido Sol de Nueva Inglaterra, recibiendo sus rayos. Cape Cod siempre se encontraba repleto en aquella epoca del ano, pero la mayor parte de los paseantes solian dormir hasta mas tarde y Theresa disfrutaba de la sensacion de correr por la dura y lisa arena que quedaba al bajar la marea. Lo consideraba como un tipo de meditacion, por lo que le gustaba hacerlo a solas. Aunque adoraba a su hijo, se sentia feliz de no tenerlo a su lado. Todas las madres necesitan un descanso de vez en cuando y ansiaba tranquilizarse mientras estuviera ahi. Sin partidos vespertinos de futbol ni reuniones de natacion ni el canal MTV siempre sonando estrepitosamente en el fondo, sin tareas en las que tuviera que ayudarlo. Tres dias antes habia llevado a Kevin al aeropuerto para que tomara un avion y fuera a visitar a su padre, su ex marido, en California, y solo cuando ella se lo recordo, el se dio cuenta que no le habia dado un beso de despedida. -Lo siento, mama -habia dicho mientras le echaba los brazos al cuello-. No me extranes mucho, ?de acuerdo? -luego se volvio hacia la sobrecargo para entregarle su boleto y casi salto al avion.
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