Ver todos los libros de: Viviana Rivero
Viviana Rivero nacio en Cordoba (Argentina) y vive repartida entre esa ciudad, Buenos Aires y Madrid. Es abogada y ejercio plenamente antes de dedicarse a su pasion principal: la escritura. Tambien fue coach en grupos para el crecimiento y desarrollo de las mujeres. Su primera novela, Secreto bien guardado, fue recibida calurosamente por un publico muy amplio. Escribio, ademas, Lo que no se dice, Y ellos se fueron, La dama de noche, La magia de la vida, Los colores de la felicidad, Mujer y maestra, Si, Zafiros en la piel y El alma de las flores. Sus libros se editan en Argentina, Mexico, Colombia, Chile, Uruguay, Espana, Italia, entre otros paises. Secreto bien guardado se convirtio en una miniserie que se emitio por Netflix. Mes de agosto, primer miercoles Gonzalo tomo el ultimo trago del cafe de su taza y se arrellano en la butaca de la cantina de la facultad donde daba clases. Desde el primer dia que comio alli, hacia casi cuatro anos, les tenia amor a esas sillas anchas, de pana suave y colores estridentes. Era agradable sentarse en una despues de ensenar derecho comercial durante la manana entera a sus alumnos de la carrera de Abogacia. El, que tambien trabajaba de profesor en la universidad publica, habia aprendido a disfrutar y valorar esos espacios comodos y con buena climatizacion que las privadas tenian. Miro la hora y desistio de ponerse a leer el libro que tenia guardado en su mochila. Cruzo las piernas y, apoyando los codos sobre la mesa, se inclino hacia adelante. Acababa de terminar de comer un sandwich; era su menu de los miercoles. Ese dia siempre almorzaba uno, queria quedar libre rapidamente para poder observar el espectaculo que semanalmente venia disfrutando alli; ese que estaba seguro empezaria en los proximos minutos: la profesora de Filosofia, que comia con ganas un plato de espaguetis. Habia algo en esa chica y en esa situacion que lo electrizaba, que lo punzaba, para que enganarse... que lo excitaba. Sensacion que le llamaba poderosamente la atencion. Porque si bien el, a esta altura de su vida, con 38 anos, habia estado con alguna que otra mujer, tenia claro que le gustaban los hombres. Los anos de busqueda de su identidad sexual le habian dejado manifiesta su inclinacion. Por lo menos tenia esa seguridad hasta un mes atras, cuando descubrio que mirar a esta joven rubia comer espaguetis con bolonesa le producia un tremendo cosquilleo al mejor estilo de los que habia sentido con los dos grandes amores que habia tenido en su vida, esos que habian sido sus parejas durante largo tiempo. Porque con Marcos Macedo, el ultimo hombre con el que estuvo, acababa de romper despues de dos anos. Y la verdad es que, aunque a veces lo extranaba, trataba de agarrarse de esa tabla salvavidas que era el lema de su existencia: carpe diem. Vivir el momento. ?Para que anorar lo que se perdio? Si lo unico que teniamos era el hoy. El pasado no se acordaba de nosotros y el futuro aun no nos conocia. Sumado a que lo que sirvio para ayer muchas veces no servia para hoy. Carpe diem y punto. Se hallaba enzarzado en sus pensamientos filosoficos cuando vio a la profesora entrar a la cantina y se puso contento; no tenia miedo de escarbar en su interior para saber cuanto le podia gustar una mujer. Si tenia que ser sincero, esa sensacion de excitacion tan fuerte le gustaba; se trataba de una verdadera montana rusa, sobre todo porque se la provocaba el sexo femenino. Lucia Hellmans ingreso al salon y se sento en la mesa junto a la ventana que usaba cada miercoles; luego dejo su cartera y lanzo un suspiro largo; estaba cansada, acababa de terminar una larga manana dando clases. Saludo con un hola lejano al profesor que tenia enfrente, pidio al mozo los fideos de siempre y se dedico a controlar los mensajes de su celular. Leyo los dos mensajes y respondio con un "No" unido a un pretexto tanto la invitacion de una de sus amigas como la de un hombre a cenar. Los dos planes la aburrian. Gonzalo, sentado enfrente, la miro toda, le gustaba el cabello rubio y lacio que ella llevaba recogido. Le agradaba su piel muy blanca, su poco maquillaje, el sweater negro de cuello alto, el pantalon oscuro y las botas de taco que llevaba. La chica tenia clase; le calculaba unos 35 anos, aunque por momentos le parecia menos. El miercoles que la descubrio en la cantina, le habia llamado la atencion esa manera tan de ella de comer los fideos. Su imagen lo habia mantenido hipnotizado, dejandolo sumergido en una lucha por observarla y por no hacerlo; tratando de disimular la atraccion que sentia. El segundo miercoles el llego a la misma hora y cuando la encontro, ya sentada y comiendo, se resigno y ya no lucho contra nada sino que se dedico a disfrutar del cuadro que ella y los fideos componian; el tercer miercoles fue igual y hoy, que era el cuarto, en verdad la situacion se le habia vuelto una obsesion. Porque en el instante en que el mozo puso el plato con espaguetis en la mesa, a Gonzalo el corazon le dio un vuelco, que el encontro ridiculo. ?De donde provenia esta excitacion extrana que tenia en el cuerpo? Quiso ponerse a filosofar sobre lo que sentia, pero le fue imposible; la imagen de la profesora lo atrapo. Lucia enredo en el tenedor una porcion de espagueti enrojecido por la bolonesa y lo comio muy lentamente, disfrutando el sabor y aspirando el aroma. Gonzalo pudo advertir que ella acomodo el bocado contra el paladar y lo dejo alli un instante, el tiempo justo para unir el disfrute de la boca ante el sabor y el de la nariz ante el aroma. Espaguetis, bolonesa y deleite. Enseguida la mano blanquisima de la profesora movio el tenedor de manera circular en el contenido del plato, sin despegar ni por un instante la mirada de la comida. Luego introdujo en su boca un segundo bocado y cuando lo hubo tragado se mordio el labio inferior en senal de placer; y nuevamente espaguetis, bolonesa y deleite.
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