Ver todos los libros de: Fernando Trujillo Sanz
Sueltaesecrucifijo,anormal--gruno Julio, lanzando un zarpazo alas manos desu companero. Oscar retrocedio para esquivar el golpe mientras aferraba con mas fuerza la cruz de plata que habia robado en una iglesia poco antes de acudiralli. Era grande, pesada y estabarecargadacon profusion de detalles ornamentales. --Nunca he visto a un vampiro --dijo con un levetembloren la voz--. Tener un crucifijo me daconfianza. Julio carraspeo. El sonido reboto entre las paredes curvadas del anden. Eran las tres de la madrugada y la estacion de metro de San Bernardo estaba desierta. --No eres creyente --se burlo--. No te servira de nada. Pero no temas, los vampiros no beben sangre de idiotas. Tengo entendido que les produce diarrea. Secagan patasabajo. Oscar no se dejo provocar ni desvio la atencion de las manos de su companero. Sabia que esperaba una oportunidad para arrebatarle la cruz. Julio podia ser muy molesto cuando se aburria. En el ultimo trabajo que les encargaron, les toco escoltar a una de las chicas del jefe. Tuvieron que esperar en elcoche cerca de cuatro horas mientras la mujer se probaba toda la ropa de un centro comercial. Julio no paro de incordiarlecon cualquier pretexto. Yahora,en aquelsolitario anden, no habia mucho que hacer. Ademas, elsi tenia miedo. No podiaadmitirlo abiertamente porqueeso no ofrecia una buenaimagen en alguien desu profesion. Sesupone que nada puedeasustara unmaton asueldo, y normalmenteeseeraelcaso, pero no esta vez, no cuando setrataba de un... --!Cerrad el pico de una vez! !Los dos! --Gruno Emilio,eljefe. Los dos guardaespaldas obedecieron. Irguieron sus musculosos cuerpos y aguardaron. En eso invertian la mayor parte del tiempo, en esperar. Emilio era un jefe razonable, quizas demasiado para ser el cabecilla de una red de trafico de drogas que introducia toda clase de sustancias ilegales en Madrid. Hablaba mucho. En opinion de Oscar, Emilio sobreestimaba el poder de la palabra y la conversacion, lo cual dejaba poco lugar para la accion intimidatoria, que era la especialidad de los dos guardaespaldas. Como consecuencia, tenian bastante tiempo libre, que Oscar invertia en el gimnasio. Curiosamente, ahora que daba menos palizas a los morosos, estaba mas fuerte que nunca. Que desperdicio. En cambio, con su anterior jefe, lascosaseranmuy diferentes.Allicuando alguien se pasaba delaraya, Oscar seencargaba desenalarleal insensato su error, de unmodo doloroso, por supuesto, porquesi no, secorriaelriesgo de queel pobreinfeliz no aprendieralaleccion. --No creo que venga --dijo Julio--. En cualquiercaso, sea o no un vampiro,es un impuntual. Emilio consulto elreloj. --Esperaremos --dijo eljefe--. Su reputacion es intachable. Eselmejor, nuncafalla, y siemprecumplesu palabra. Sise hacomprometido a venir, vendra. Oscar se pregunto como el jefe sabia tanto del vampiro. No es que figurara en las paginas amarillas, precisamente, aunque en realidad, ningun asesino asueldo lo hacia. Julio se habia ofrecido para hacerel trabajo elmismo, asegurando queentreel yOscar podrian liquidaral objetivo sin problemas. Oscar se puso bastante nervioso cuando se entero delatrevimiento de su estupido companero, que por supuesto no habia contado con su opinion antes deabrir la bocaza. Por fortuna, Emilio era un hombresensato y desestimo la oferta, lesaseguro que yateniaal hombreindicado paraeltrabajo. Oscar suspiro aliviado. Una cosa era proteger al jefe por la calle, intimidar a algun camello que se pasara de la raya, y dar alguna que otra paliza a quien se retrasara en un pago, pero matar a una persona, asesinarla a sangre fria, era algo muy diferente. Hacen falta algo mas que musculos para lograrlo;es necesario talento, inteligencia, y otrascualidades que seguro que Julio no tenia. Tal vezel bocazas de su companero podria liquidar a un delincuente vulgar, en la calle, a solas y sin un plan complejo. Pero se trataba de matar a un juez y de eso solo puede ocuparse un profesional. Oscarconsiguio mantener la compostura cuando Emilio les dijo que iba a contratara un vampiro. No sonrio nifruncio elceno, ni pregunto si habia oido bien. Porelcontrario, se mantuvo serio y espero a queeljefeexplicara que habiasido una broma. Pero no lo era. Oscar habia oido rumores en las calles sobre vampiros, demonios y otras criaturas. Estupideces. La gente dice cualquier cosa cuando esta drogada o para asustar a los demas. Tambien se hablaba de fantasmas, angeles y toda clase de figuras sobrenaturales muy poco originales. Incluso oyo una vez una leyenda sobre un hombre que no tenia alma. Menuda basura. Oscar se estaba cansando de lidiarcon tanta chusma en su trabajo, a veces incluso a pesar del dinero que ganaba. Estaba ahorrando y calculaba que en un par de anos, o tal veztres, podria salir de aquelasqueroso mundo. Sin embargo, su jefesicreiaen esas historias,almenos,en los vampiros. Cuando lesexplico queteniaa un asesino infalible y quesetrataba delreputado Sombra, Oscar no pudo evitar sorprenderse. Aquel nombrelesonaba, estabaseguro de quelo habia oido antes y enmas de una ocasion. Laincertidumbre de no recordar mas datos lellevo arobarelcrucifijo, por siacaso. Julio le dio una patada a una lata abollada, que fue rodando con un molesto chirrido hasta caer en las vias del metro. Dos ratas salieron corriendo entrelos railes. --?No puedesestarte quieto? --lereprendio eljefe. Julio seencogio de hombros. --Alo mejorelruido asustaalos vampiros. Un periodico que descansaba sobre un banco se elevo en elaire y oscilo en un baile lento y pausado. El panelelectronico que mostraba el nombre delaestacion parpadeo. Dela oscura boca deltunelsurgio humo, tal vez niebla. Elairesusurro. --La verdad es que el ruido no nos asusta. --Se giraron. Habia un hombre justo detras de Julio, con una sonrisa turbia en la cara--. Lo cierto es quelos queasustamos somos nosotros. Julio dio un paso atras, sobresaltado. El recien llegado era un hombre bien parecido, de cabello castano, un poco mas largo de lo que dictabala moda, pero queleconferiacierto airerebelde y atractivo. Calzaba unas llamativas deportivas decolor rojo, vaqueros gastados y una camisa de cuadros por fuera del pantalon, formando un conjunto muy informal. Media metro ochenta, mas o menos, y aunque no estaba ni la mitad defuerte quelos fornidos guardaespaldas de Emilio, seadivinabacierto tono muscular y bien proporcionado. --Tu debes deser Sombra --dijo Emilio. --Elmismo --confirmo elasesino--. Mis disculpas porelretraso. Otro asunto reclamaba miatencion. Se movia con aire despreocupado, despacio, pero sin dejar de pasear. AOscar le llamo la atencion que tuviera la piel bronceada, le habia imaginado tan palido como una hoja de papel. A pesar de que fuera un vampiro y un asesino implacable, su aspecto no le impresiono. No aparentaba mas de treinta anos, pocos para un autentico profesional, a menos, claro, que de verdad fuera inmortal. Lo cierto era que contemplarleestaba disipando sus miedos,empezabaacreer que no setrataba de un vampiro. --Tengo un trabajo parati. --Eljefechasqueo los dedos. Oscar saco un sobrecon documentacion y selo tendio a Sombra, pero laatencion del vampiro se habia dirigido a otra parte. --Bonita cruz --dijo. Alargo la mano y acaricio los bordes plateados con el dedo indice--. Es una cruz presbiteriana. Su diseno esta basado en las cruces celtas medievales de Irlanda y Gran Bretana. Representa una doctrina protestante del siglo XVI , una opcion religiosa interesante. --Yo no... --Oscar se quedo momentaneamentesin palabras--.?No te desagrada? --?Ami? --seextrano el vampiro--. Yo tengo tres, de oro. --?Podemoscentrarnosen los negocios? --dijo Emilio. --Desdeluego. --Sombratomo elsobre y extrajo la documentacion. Larepaso conmucharapidez, un par desegundos por pagina--. Un juez... No es una peticion habitual. --?Ya has leido todo elinforme? --pregunto Oscar un tanto asombrado. --Leo muy deprisa --aseguro Sombra. Oscar no le creyo. Estaba claro que era un fanfarron. Sintio el impulso de preguntarle algun dato concreto para desenmascararle, pero supuso que al jefe no le gustaria la idea. El vampiro retomo sus andares tranquilos, deslizandose entre ellos, silencioso, echando algun vistazo esporadico alas paginas delinforme. --?Algun problema? --quiso sabereljefe. --En absoluto --contesto Sombra--. Entiendo queestecaballero hainterferido en tus negocios y quieres librarte deel. --Tu tareaes matar y los motivos no teinteresan--dijo Emilio--. O almenoseso es lo que dicen deti. Eso y que nuncafallas. El vampiro se detuvo. Quedo deespaldasaellos, mirando las vias delmetro. --Puedesestar seguro de que yo no fallo jamas. La preguntaera por simplecuriosidad profesional. Emilio suspiro. --Es un juez muy testarudo. No quiere aceptar un soborno y eso que le he ofrecido una cantidad mas que razonable... Es una de esas personas conmoral, no las soporto. Ha encarcelado a varios miembros de mi organizacion y se ha convertido en una amenaza para mi red de trafico de drogas. Lo quiero muerto. Sieres tan bueno como se dice, puedes fijarel precio queteconvenga. --Ya veo. Es una gran oferta, sin duda --dijo Sombra aunmirando a la oscuridad del tunel--. Claro que asesinar a un juez no sera facil. Provocara unainvestigacion... --?Yeso que mas te da? --leinterrumpio Oscar--. ?No eres un vampiro? --Lo soy--dijo Sombrasin volverse. --Entonces no tendras problemasenmatarle --siguio Oscar--.Ano ser quete hayas inventado esachorrada paracobrar mas pasta y dar miedo alos demas. Sombrase volvio, le miro directamentealos ojos. --?Te doymiedo? Oscar dejo lacruzen elsuelo y saco su pistola. --No. Yno creo queseas un vampiro --dijo mientras leapuntaba directamenteal pecho--. Mas bien eres un fantoche. --?Queestas haciendo? --pregunto Julio. Su forzudo companero retrocedio un paso. --Guardaelarma --le ordeno eljefe. Oscar no obedecio. --?Por que? Sies un vampiro de verdad, la bala no le hara nada.?No esasi? Sombraempezo aandar haciael,con unasonrisaencogidaen los labios. Seacercaba despacio,zigzagueando. --Cierto, una bala no puede detenerme. --?Te has vuelto loco? --pregunto Julio. --No lo hagas --insistio eljefe. El vampiro seacerco mas, siempre mirando directamentea Oscar. --Quieres apretar el gatillo, ?verdad? Lo veo en tus ojos. --Sombra comenzo a caminar en circulos alrededor de Oscar, que mantenia el canon apuntandole en todo momento--. Tienes dudas, deseas dispararme y averiguar si de verdad soy o no un vampiro. Suponias que el crucifijo te protegeria de mi, pero hascomprobado que no y eso te ha puesto nervioso. Sombraacelero un poco el paso, estrechando un poco elcirculo con cada vuelta. Julio y Emilio le pedian a Oscar que bajaraelarma, pero el guardaespaldas no les haciacaso. --!Retrocede! --grito Oscar. Una gota de sudor resbalo por la mejilla. La pistola empezo a temblar en sus manos--. Disparare, te lo advierto. Elasesino aumento la velocidad. --Veo queeres un hombre muy fuerte ymusculoso. Si no soy un vampiro, no deberias necesitaresa pistola parareducirme. Como puedes ver, estoy desarmado. --Sombra sacudio su camisa de cuadros para hacer patente que no ocultaba nada. Siguio girando. Pasaba delante de Julio yEmilio cada vezmas rapido, siempre bajo laamenaza delcanon de Oscar--. Pero no guardas la pistola. Elmiedo te domina. Oscarestiro un poco el brazo. Ahorala pistolaestabaa menos de un palmo del pecho de Sombra. La mano letemblaba. --!Te he dicho queretrocedas! --?Por queibaa hacerlo? La bala no puedeconmigo. Vamos, dispara y compruebalo. No me pasara nada. --!Bajaelarma, imbecil! --grito Julio. --!Dejad de dar vueltas! --ordeno Emilio. Sin detener su movimiento alrededor de Oscar, Sombra separo los brazos y coloco su pecho a un centimetro escaso del canon de la pistola. --Asi, justo en elcorazon --dijo. El guardaespaldas, que continuaba girando al ritmo de Sombra para mantenerle encanonado, empezo a sentirseconfuso ymareado--. Manten el pulso, no tiembles tanto. Mucho mejorasi... Ahora dispara,acabemoscon esto. --!Tu telo has buscado! --Hazlo --dijo Sombra,con suavidad,casien un susurro--. No seascobarde, vencetumiedo. !Dispara! Sombrasonrio ymostro loscolmillos. Seinclino un poco hacia delante. Oscarapreto el gatillo. Un disparo atronador resono en elanden y quedo ahogado por la punzada de un gemido. Elcorazon de Oscar latia descontrolado. Cuando sumano temblorosaseabrio, la pistola humeantereboto contraelsuelo. --?Que has hecho? --grito Emilio. Oscar aun no lo entendia. Hacia un i
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