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Alfredo De Braganza
Una esfera estroboscopica de estilo de los anos setenta giraba sobre la pista de baile. La discoteca estaba llena de gente. Parapetado tras su cristal, el disc jockey pinchaba una mezcla de canciones de peliculas clasicas de Bollywood con modernas de musica electronica. Jaime Herrero escruto el ambiente. Habia un grupo de chicas jovenes altas, flexibles, parecian modelos. De hecho, estaba seguro de que lo eran, tenian cuerpos de infarto. Como estrategia de marketing, los hoteles de cinco estrellas de Nueva Delhi promovian a agencias de modelos femeninas a invitar a sus representadas a sus piscinas, pero tambien a las discotecas, para llenar el ambiente con guapas y atractivas mujeres. Desde que habia llegado a Nueva Delhi para ocupar el cargo de agregado cultural en la embajada espanola no habia visto mujeres de ese tipo. <
>, se dijo apoyandose en la barra. Aquel era el nuevo orden en la India. Un pais moderno en el que se fundia lo occidental con lo oriental. Fuera del hotel de cinco estrellas, podria encontrar la miseria mas putrefacta, y en el interior, el lujo mas fatuo. <>. Pidio una cerveza Kingfisher. <>, dijo al barman, alzando la voz debido al volumen altisimo de la musica que hacia que incluso en algunos momentos le vibrase el pecho. Aquel sabado habia participado en un pesado y somnifero simposio sobre la historia de la literatura india. Nada mas llegar a su apartamento, se encontro con la necesidad de salir, de despejarse. Al dia siguiente comenzaban sus vacaciones y el vuelo a Espana lo tenia reservado para la tarde. Se ducho, se cambio de ropa, cambiando el traje y la corbata por ropa mas juvenil y moderna, se hizo un sandwich, que devoro conforme bajaba al parking, y condujo con su coche oficial a la conocida discoteca Privee Club del hotel Shangri-La's Eros. Degustando su cerveza, Jaime Herrero disfrutaba observando el ambiente alegre y juvenil. Al ritmo de parpadeantes luces de colores, en la pista de baile la multitud de cuerpos se contoneaba al son de la musica electronica y disco. La gente cantaba a grito pelado estribillos de una cancion en hindi, al tiempo que reian. Un grupo de sijs salto a la pista. La escena le parecio jocosa al espanol, que saco su telefono movil y grabo a los jovenes con turbante moviendose como si fueran modernos John Travolta en Fiebre del sabado noche. El siempre quiso aprender a bailar. Desde muy joven disfrutaba viendo las peliculas de Gene Kelly que ponian los fines de semana durante la sobremesa en el canal publico de la television espanola. Una joven india se acerco a el y le pregunto si queria bailar. No era muy guapa, pero iba vestida de modo atractivo; un top rojo y unos pantalones estampados de flores. Jaime acepto con una sonrisa y un <>. <>, se dijo a si mismo mientras ella le cogia de la mano y se iban a la pista de baile. Jaime comenzo a moverse torpemente. Nadie parecia fijarse en el. <>. La chica le sonreia y le animo a adentrarse un poco mas en la masa giratoria de gente bailando. Jaime se encogio de hombros, haciendo saber que le parecia bien. <>. Se atrevio a mover con mas desenfado brazos y piernas. <>. El consumo de cerveza le habia hecho estragos en los rinones. Tenia ganas de vaciar la vejiga. Por encima de la cabeza de varias personas vio el simbolo de los servicios. --Ahora vuelvo --dijo a la joven senalando el lateral semioscuro donde se veia el signo en neon de los servicios de caballeros. La chica asintio alegremente sin dejar un momento de contonearse. Jaime maniobro hasta salir de la pista, camino entre las mesas y fue directo al pasillo que indicaba la senal. Bajo unas escaleras y camino por otro pasillo revestido de madera. Una puerta indicaba con un vector de hombre que era el servicio de caballeros. Jaime entro. Orino y fue a lavarse las manos. Frente al espejo, mientras se enjuagaba, vio que el hombre que tenia a su lado sacaba una jeringuilla e hizo amago de clavarsela en el cuello. Jaime hizo una finta esquivando su mano. El hombre blandio la jeringuilla como si se tratase de un cuchillo. Un joven sij entro en el servicio, quedandose estremecido por la escena. Entonces el atacante echo una mano a la espalda y saco una pistola, momento que aprovecho Jaime para situarse detras del sij, abrir la puerta y salir corriendo. Cuando cruzaba el pasillo escucho una detonacion producida dentro de los servicios. Se estremecio. Una expresion de horror aparecio en su rostro. Se tropezo con el primer escalon de las escaleras. --!No! !No! --exclamo en voz alta, levantandose de un salto. Corrio hacia el interior de la discoteca. El horror se transformo en desesperacion, abriendose paso a empujones. Iba a alcanzar la salida situada al otro extremo del local cuando sintio un fuerte impacto en la cabeza. Un disparo habia acabado con su vida. 2 Aquella misma noche, a esa misma hora, Agustin Cortazar se encontraba con un empleado indio de la embajada espanola en Nueva Delhi, en el local Dabaang Delux, en el limite entre el estado de Delhi y Uttar Pradesh. La musica estridente parecia que saliese de un radiocasete. Todo parecia casero. Aquel sabado por la noche Sudeep Agarwal habia llevado al joven espanol a conocer un espectaculo donde los hombres echaban billetes a las bailarinas. Repantingado en su silla, Agustin no dejaba de reirse de la absurdidad de aquel espectaculo. El espanol se lo habia pedido desde hacia tiempo, pero Sudeep argumentaba que esos espectaculos eran ilegales, y que mejor se fuera al Mall y se tomase una cerveza tranquilamente en un lugar limpio y con buena gente, como el bar habitual al que iban los becarios espanoles de la embajada, como el Ruby Tuesday en Connaught Place. Agustin Cortazar llevaba cinco meses trabajando como becario en la seccion consular y estaba convencido de que en la Camara de Comercio de su comunidad autonoma no le renovarian por otros seis meses. Por este motivo Sudeep accedio, pero con la promesa de que no se lo dijera a ningun espanol de la embajada. De este modo, Agustin les dijo a sus companeros de apartamento que se iba al cine y que mas tarde cenaria en Old Delhi en un puesto callejero: comida tipica india y deliciosa hecha en barbacoas o tandoor. Habian quedado en un punto de encuentro y, desde alli, con Sudeep conduciendo su moto, habian llegado al local que ocupaba tres plantas de un edificio cubierto de cables y anuncios de todo tiempo de productos a la venta. Era una edificacion dentro de una zona llena de comercios. Habia tanto ruido en la calle que el volumen de la musica que hubiera en el interior pasaba desapercibido. --Tu no hables. No digas nada. Ya de por si tienes aspecto de musulman --le dijo aparcando la moto. --?Me tomas el pelo? --pregunto Agustin sin evitar reirse. --Si se enteran de que eres extranjero esperaran de ti que gastes todo el dinero que llevas contigo. --Bueno, no llevo mucho. --Pues entonces, mejor no abras la boca --termino de advertirle mientras subian las escaleras --. Y ni se te ocurra sacar el movil y grabar como si fueras un turista en un local de estriptis de Las Vegas. El interior del local era cochambroso. Habia cables electricos pelados que colgaban de todas partes. El suelo estaba levantado en algunas zonas, y el joven becario habia visto ya dos ratas corriendo de un lugar a otro. Una vez que se sentaron en una mesa, Sudeep pidio unas cervezas y contemplaron el espectaculo. Para el espanol, las jovenes bailarinas le parecieron de las indias mas feas que habia visto, pero no vulgares; vestian con trajes elegantes. Podrian pasar incluso por bailarinas de una pelicula de Bollywood de bajo presupuesto. La verdad es que no era lo que se habia imaginado: ver a jovenes indias con cuerpos perfectos contoneandose en posturas que le despertarian la imaginacion, como hizo la primera vez que vio un libro ilustrado sobre las posturas del Kamasutra. En la mesa de al lado, un indio con una barriga enorme y con pinta de comerciante silbaba estruendosamente mientras que su companero tiraba billetes al aire en direccion a una bailarina cargada de peso que movia sus caderas al son de la musica hindi. El espanol se tapaba la cara riendose a mas no poder de lo cutre que le parecia todo aquello. --?Y ya esta? --pregunto Agustin a Sudeep en voz baja. --?Como que si ya esta? --Hombre, ?luego no hay…? --Y se rio--. Ya me entiendes. --Agustin --contesto frunciendo el ceno--, te dije que esto no es un burdel. Aqui, en el norte, no tienen mucho glamur, pero en Bombay estos espectaculos son mas sofisticados. Aun asi, siguen siendo ilegales. --?Por que? --Porque la mayoria de estas chicas estan forzadas a hacer esto. Las traen de los interiores de la india para bailar delante de hombres. A muchas incluso las fuerzan a prostituirse. --Venga ya, hombre. Lo que tengo ganas es de emborracharme, quitarme la camiseta y salir a bailar. --Ni se te ocurra, que nos echan a palos. Ya sabia yo que habia sido mala idea traerte. Como se entere el senor Federico Villa… --Calla, calla, el agregado comercial esta de viaje en Calcuta. Conociendole, a esta hora estara en algun lugar con los pantalones bajados. Dos hombres se situaron frente a ellos, tapandoles la vista de la pista de baile. Llevaban pantalones vaqueros y chaquetas de cuero. Sudeep penso que eran policias de paisano, y que habia llegado el momento de soltar el argumento plausible que tenia preparado para la ocasion: <>. Agustin ni se inmuto, pensaba que si llegara el caso tendria que ensenar su tarjeta de visita con el escudo de Espana encima de la frase Embassy of Spain. --Os lo pasais bien, ?eh? --dijo uno de ellos mientras un tercer hombre, por la espalda, levantaba el menton de Sudeep y le rebanaba el cuello con rapidez y adiestramiento, como lo hacian los vendedores de pollos matando al animal, al estilo halal. La conmocion sacudio a Agustin Cortazar con tal violencia que lo dejo sin aliento. El fue el siguiente. 3 En Madrid, como inspector general de Servicios del Ministerio de Asuntos Exteriores, a Santiago Gonzalez no le habia costado renunciar a la cerveza y al vino. El itinerario entre su residencia al trabajo y su rutina diaria llena de reuniones y eventos sociales, le habian hecho perder las ganas de beber por si solas. En cambio, ocupando el puesto de embajador de Espana en la India, esas ansias habian reaparecido con contundencia. Nueva Delhi es considerada la ciudad con mas sedes diplomaticas del mundo. Cada semana se suceden fiestas oficiales de celebracion del dia nacional de un pais extranjero, recepciones y cualquier otro motivo plausible que implique el contacto entre extranjeros e indios y fortalecer lazos politicos y comerciales. En esos eventos se come y se bebe, y Santiago se habia excedido en el consumo de alcohol y comida, especialmente de dulces, durante los pasados meses. Ademas, el clima sofocante de Nueva Delhi, y el letargo de su rutina diaria en la embajada, le habia incitado a ingerir grandes cantidades de cerveza fria. Incluso no parecia que hubiera ningun problema en beberse diariamente una botella entera de vino. Le habia prometido a Carmen Losada, su mujer desde los ultimos treinta y cuatro anos, que se jubilaria tras su puesto como embajador en la India. A ella le repetia que sus ganas de ascender en el escalafon de la diplomacia fuera una buena prueba de su narcisismo y que a la hora de la verdad no habia lugar para ella. ?Por que, si no, habia aceptado su puesto en la India? En Estepona, en Malaga, tenian un apartamento cerca de la playa. Desde que el invierno habia tocado su fin en Nueva Delhi y habia comenzado el caluroso verano, no habia dia que rememorasen los paseos en el cercano Puerto Banus de Marbella, las cenas en las terrazas, los banos en la playa y las partidas de cartas de la tarde. <>, le habia dicho para animarla. <>. Aquel domingo al mediodia, sentado en su lujosa residencia, Santiago leia los periodicos digitales en su ordenador portatil mientras degustaba un sabroso aperitivo y una cerveza fria antes de comer. Aun no habia trascendido a la prensa las noticias sobre la muerte de los espanoles empleados en la embajada. La policia habia puesto en la morgue los cuerpos de los fallecidos a la espera de los miembros del departamento de criminologia, a quienes se les esperaba el lunes. Al ser domingo, se acentuaba aun mas la lentitud burocratica. No habian avisado a nadie. Mas tarde, el gobierno de Espana exigiria explicaciones por este flagrante modo de actuar. Por su parte, el gobierno indio se escudaria en que los asesinatos habian sido tan crueles que merecian ser investigados de manera profesional antes de informar a la embajada de Espana. En el salon de la residencia del embajador, el aire acondicionado estaba puesto a dieciseis grados y los ventiladores de techo estaban a una velocidad media. En las noticias nacionales indias se comentaba que aquel verano iba a ser el mas caluroso de los ultimos cincuenta anos. --Traeme otra --pidio a su mujer, levantando la mirada de la pantalla de su ordenador.
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