• 10 dias para Ano Nuevo de Carmen Amil

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    Eli ha roto con su novio y todo le recuerda a el. Por eso, acepta la proposicion de su amigo Caleb para pasar las fiestas en la casa rural de su hermana, lejos de cualquier cosa que le haga pensar en Dani.
    Caleb tiene diez dias hasta Ano Nuevo, el dia que Eli se va, para conseguir que ella se olvide de su ex.
    Juntos, redescubriran las navidades de una forma muy distinta a lo que estan acostumbrados.

  • Un regalo para Emma de Patty Love

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    Para Sarah Morgan, el unico modo de mantenerse a flote en la ciudad pasa por alquilar una de las habitaciones libres de su apartamento a Jude, un imponente y atractivo viudo, que no esta pasando su mejor momento.
    Jude Myers todavia no lo sabe, pero mudarse con su hija Emma al piso de Sarah, una guapa y generosa chica, que conocio por casualidad en un pub, supondra su ultima oportunidad de recomponer los pedazos en los que se ha roto su vida.
    La Navidad esta a la vuelta de la esquina y Emma Myers sabe que en Navidad siempre ocurren cosas magicas, y mas si hay muerdago de por medio. La nina desea mas que nada en el mundo una mama y Sarah es la candidata perfecta.
    ?Podra una magica Navidad en Fort Augustus cumplir el deseo de Emma?

  • Las paginas perdidas de Ugo Nasi

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    A Viola Borroni, una joven fiscal de la Fiscalia de Roma, le han encargado la investigacion sobre la extrana muerte de un hombre que ha sido encontrado con la punta de una flecha medieval en el corazon. Mientras tanto el padre de Viola desaparece. ?Los dos hechos estan conectados? A principios del siglo XX el prior del convento de Mondragone -el padre Giuseppe Strickland -vende a un comerciante polaco un manuscrito del siglo XI que contiene inscripciones desconocidas y enigmaticas representaciones de figuras femeninas, de plantas y de constelaciones. Antes de entregarlo quita, sin que el comprador lo sepa, las primeras catorce paginas y las esconde en su oficina. ?Cual es el contenido de aquellos folios y por que ocultarlos? Esas paginas perdidas se convierten en la obsesion de Adolfo Hitler que, durante la Segunda Guerra Mundial, organiza una comision de investigacion y de estudio para encontrarlas. Una historia llena de suspense, un ir y venir a traves del tiempo, donde se entrecruz…

  • Rachel se va de viaje (Familia Walsh 2) de Marian Keyes

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  • Destruccion 2 de Monika Hoff, Norah Carter, Patrick Norton

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    No era mi cuerpo. No, tampoco era la sombra de un pajaro. Ojala lo fuese. Ojala hubiera tenido esa libertad que tanto anoraba en esos animales para volar alto y desaparecer de este jodido mundo. No podia decir que estaba confusa. No. Yosabia con claridad lo que habia sucedido en mi vida, loque me habia llevado a ser esa mujer engreida y vanidosa durante tantos anos. Llevaba varias semanas en Irlanda. No tenia contacto con nadie. Ni siquiera habia tenido la valentia de coger algunas llamadas de Jess. Ahora yo habia elegido esa vida de soledad y de retiro. Nunca imagine que eldineropudiera hacer tanto dano en una persona. No era la primera vez que pensaba en el mal uso que le estaba dando a la fortuna de mi padre. Podia haber ayudado a mucha gente que lo estaba pasando francamente mal con un poco de esos ingresos que semanalmente llenaban mi cuenta corriente. Pero hay algo que hace que las personas vanidosas lo sean, que sean codiciosas y que solamente piensen en si mismas. Y se trata de la falta de generosidad. Lo vi en James, en mi hermano, que malgastaba con voluntad el dinero de mis padres, y lo vi en mi, que solo pensaba en modelitos y en tratamientos de belleza. Para ser una persona vanidosa, lo que tienes que hacer es no pensar en el resto de la humanidad, sino solo en ti. Ahora me daba cuenta, lejos, muy lejos de Brad y quienes podian haber sido unos amigos excepcionales, de que mi vida habia sido un puto desastre. Me martirizaba pensandolo una y otra vez. Aquella manana de lunes no sali de casa. Llovia. Aproveche para quedarme en la cama. Pensaba en montar algun negocio o en buscar trabajo para deshacerme de esa vida de excesos y pereza continuada que siempre habia llevado. Queria ser otra mujer. Mi separacion de Brad habia sido un punto de inflexion en mi vida. Que el hermano del que podia haber sido el hombre de mi vida hubiese sido atropellado, asesinado, por James, me ponia enferma. Estaba a punto de enloquecer. Quiza, lo unico positivo que habia detras de aquella tragedia es que yo podia renegar de mi pasado turbio y comenzar desde cero. Debia poner tierra de por medio. No desayune. Me levante a mediodia y me duche. No tenia ganas de meterme nada en el estomago aquel lunes. Ademas, no sabia cocinar nada. Solo habia comprado latas y platos precocinados desde que me instalara alli. Y aquello todavia me hacia menos apetecible acercarme a la nevera o a la encimera. Me prepare un te y estuve mirando por la ventana. Una pequena plaza con una diminuta arboleda era el paisaje que contemplaba desde mi salon, todo un lujo en aquella ciudad donde la neblina y una llovizna intermitente desdibujaban las fachadas de las casas que me rodeaban. ?Tenia miedo? Si, lo llamare miedo. Tenia miedo, no a comenzar, sino a recordar. Cada vez que recordara, sentiria el temblor, la nostalgia, la ausencia de Brad y de lo que podia haber sido el inicio de una vida feliz. Tenia miedo a tantas cosas. Ni siquiera tenia a Marlene ayudando en casa. No tenia a nadie con quien hablar, con quien desahogarme. Me ahogaba, pero era un castigo que merecia, maldita sea. Pese a la fina lluvia, decidi salir a dar una vuelta por la ciudad. Cuando una viaja por tantos lugares del mundo y duerme en los hoteles mas caros, termina por no darle importancia a las ciudades que visita. Lo que cambia un lugar es tu punto de vista, tu estado de animo, la compania. Yo siempre habia viajado sola o con James. Ahora me daba cuenta de que, si Brad estuviese a mi lado, Dublin me pareceria una ciudad maravillosa, pero ahora era otra de esas ciudades europeas que habia visitado sin que me emocionara significativamente. Me puse ropa deportiva. Queria pasar desapercibida. No queria que nadie se fijara en mi cuerpo, en mi rostro. Alli no era conocida. De hecho, no era conocida en ningun lugar delmundo, salvo por mi apellido McRay. Yo llevaba la sombra de mi padre alla donde fuese y eso era un estigma con el que James y yo debiamos cargar. Camine durante un largo rato por Grafton Street y curiosamente algo hizo que me detuviera delante de un escaparate. No tenia ganas de llenar mi nuevo armario con ropa cara. No me apetecia nada ir de compras. ?Donde me detuve? Fue delante de una libreria. No habia reparado en ella pese a haber pasado por aquel lugar decenas de veces las ultimas semanas. De nuevo fue un libro sobre pajaros la que me atrajo la atencion. Sin pensarmelo dos veces, entre. Compraria aquel libro donde una preciosa gaviota suspendida en el aire aparecia en la portada. Se trataba de un ensayo del prestigioso biologo Trevor Jones. Entre sin pensarmelo dos veces. Una anciana amable regentaba aquella pequena libreria. Me sonrio. Estuve hojeando diversos libros y algunos albumes infantiles que tenian unas ilustraciones preciosas. Aunque nunca habia sido proclive a leer, salvo esos libros sobre aves, decidi que no me vendria nada mal hacerme con una pequena biblioteca en casa. Seguramente contribuiria a darle un caracter mas acogedor y romperia con esa fria atmosfera que ahora tenia en su interior. Mientras me hacia con unos cuantos libros, entre ellos, ese ensayo sobre aves, alguien cruzo el umbral de la puerta de entrada, alguien que desperto mi curiosidad. Era un hombre que, seguramente, rondaba los cuarenta anos. No era un jovenzuelo, pero se notaba que se cuidaba muy bien. Su porte atletico y una mirada seductora enseguida hicieron que bajara la mirada. Me estaba poniendo muy nerviosa. ?Como podia sucederme eso? No sabia como reaccionar o comportarme. El magnetismo que despedia aquel hombre, cuya madurez y seguridad se notaban en su voz al hablar con la dependienta y en la eleccion de un traje gris, estaba en sintonia con esa actitud varonil que destilaba con cada gesto. Como lalibreria no era muy grande, enseguida se percato de mi presencia. Que idiota era. Estaba ante un tipo muy interesante y yo llevaba un chandal y unas zapatillas de deporte. Sin embargo,mi rostro estaba ahi, frente al suyo, en esa distancia justa y prudente en que dos personas pueden mirarse detenidamente sin que ninguno de ellos se sienta intimidada. Y eso hizo el. Fijarse en mi. Y yo me sonroje. Tenia claroque, a estas alturas, yo no creia en los flechazos y en nada parecido a enamorarse a primera vista. Si alguna vez experimente algo parecido a eso, fue con Brad. Pero creo que, a estas alturas, no me sentia capacitada para volver a experimentar algo asi. Pero he de confesar que la aparicion de aquel hombre en la libreria hizo que, por unos momentos, me olvidara de todo lo que habia sucedido en Manhattan, de todo lo que habia dejado alli. Imaginaba continuamente a Brad, aniquilado al saber que yo, a la que habia amado salvajemente, era la hermana de su mayor enemigo. Con atrevimiento y, sin saber por que, me dirigi al mostrador para pagar mis libros. El hombre habia comprado una antologia de cuentos orientales que la dependienta estaba envolviendo pacientemente. Estaba claro que era un libro para regalar. Al acercarme, senti su fragancia oscura y penetrante. Tenia gusto al elegir el perfume como habia tenido al elegir su indumentaria. Un corte de pelo refinado y algunas canas le daban un aire misterioso. Si me preguntais si me acordaba de Brad en aquel momento, os dire que no lo habia olvidado. Que aquel chico al que James habia destrozado su vida seguia en mi corazon y el hecho de que yo me hubiese trasladado a Dublin a vivir era la prueba fehaciente de lo que estaba diciendo. Pero la presencia de aquel hombre me tenia cautivada. En otro tiempo, ni siquiera lo hubiera mirado. Pero ahora que habia descendido al reino de los mortales, me encantaba recrearme en la belleza de la gente corriente. Habia escarmentado. Estaba harta de aquellas falsas amistades en los circulos de mi hermano y en esos ligues de una noche donde no habia ninguna diferencia entre un consolador y aquellos chicos de portada de revista. Fingi que no estaba interesada por la curiosa eleccion de aquella antologia de cuentos, pero el, sin embargo, no pudo evitar comentar algo sobre el libro que habia elegido. --No sabia que a alguien le pudiese interesar ese trabajo sobre aves -- manifesto con una voz suave y tersa. --Si. Me encanta leer sobre pajaros. --?Quien me iba a decir que una joven tan hermosa tendria esos gustos tan peculiares? --?A que se refiere con "peculiares"? -- pregunte seria, tratando de seguirle el juego. --No me malinterprete, senorita. Conozco al autor. --?De verdad? -- volvi a preguntar. --Si, ademas, es un tipo extraordinario. --No he leido ningun libro de el, solamente algunos articulos que ha ido publicando en Internet --dije con tono apagado. --No le va a defraudar si le gusta el apasionante mundo de los pajaros -- dijo el esbozando una leve sonrisa. --No se si se esta burlando de mi. --No me estoy burlando. Simplemente me encanta saber que hay personas que sienten pasion por estos temas. ?Es usted biologa? --Bueno, algo parecido -- menti con un tono enigmatico. El hombre volvio a sonreir y sus ojos parecian que querian leer algo en los mios. No sabia comointerpretar aquellas palabras y aquel tono que, aunque natural y espontaneo, no dejaba de tener un halo de seduccion.

  • ?Y si el secreto de la felicidad estuviera en la mente? de Alejandro Gonzalez

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    – ?Donde escondieron la felicidad?
    – ?Por que aprender a meditar?
    – ?Como empezar a meditar?
    – Tipos de meditacion: meditacion vipassana, meditacion budista, meditacion trascendental, meditacion zen…
    – Tecnicas de meditacion
    – Los 9 niveles de la meditacion
    – Antar Mouna o silencio interior
    – Concentracion o Trataka
    – Meditacion y conciencia testigo
    – Relajacion
    – Yoga Nidra
    – Yoga del sonido (Nada Yoga y Mantras para meditar)
    – Respiracion y Pranayama
    – Mindfulness o como disfrutar de la vida
    – Estado de flow
    – Haz que suceda

  • Baila solo para mi de Marta Frances

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    Esto se repite Clara, cinco meses despues, intentando olvidar lo que sucedio, olvidarlo a el para pasar pagina y dejar de comparar al resto de hombres con aquel chico de ojos verdes.
    Javier la recuerda muchas veces, demasiadas. Sus besos, su cuerpo, como bailaba. No cree que vuelva a verla. Solo sabe su nombre, y es falso.

  • Solo una noche de Lucy Morton

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    Existen ocasiones en la vida -aunque sean minoritarias-, en las que solo una mirada basta para saber que significa el amor. Ese momento que te da la vida y te la gira del reves sin esperarlo. Ese momento por el que lo darias todo para que se detuviese aunque fuera por un instante. Solo un instante eterno; ese que merecera la pena explicar a tus nietos cuando, con el cabello cano y la sonrisa desdentada, vuelvas atras en el tiempo y decidas quedarte aunque solo sea con el recuerdo. Ese recuerdo que se apodera de tu mente, una y otra vez, con una unica mision: hacerte sonreir. Hacerte feliz cuando tu mundo, desgraciadamente, no es como el de aquel momento. Ya no es como el de antes; como el de aquel efimero instante. Me enamore de su mirada azul como el cielo. De su sonrisa traviesa algo aninada y de su voz ronca. De su copa de vino y de como movia los dedos produciendo una melodia preciosa contra el cristal. De los cigarrillos que fumaba; uno tras otro, sin prisa, con calma. De su melena castana desalinada y de aspecto desenfadado. De lo que le mostraba al mundo. De lo que me mostro a mi. El era el tipo de personas a las que siempre he admirado. Que mas da lo que dijesen. Que mas da lo que pensasen. Si no te gusta, mira hacia otro lado y deja de observarme. El era asi o, al menos, esa es la sensacion que me dio aquella noche. Nuestra unica noche. Lo vi desde el principio; supe reconocer que tipo de persona era. Mi corazon se acelero cuando nuestros dedos, casi sin querer queriendo, se rozaron por un cambio de billete a las 2:20h de la madrugada de un dia cualquiera en un bar perdido del desierto de Texas. Un billete que me devolvio la sonrisa solo una noche, cuando creia que no podia haber en el mundo nadie con peor suerte que yo. EL Nunca crei en el destino hasta esa noche en la que, quedarme tirado en medio de la nada, fue lo mejor que pudo pasarme. Despues de patalear mi moto unas cuatrocientas cincuenta y dos veces, decidi buscar una solucion tras observar que mi movil no tenia cobertura en ese camino de tierra del desierto de Texas, a la una y media de la madrugada. Pocas probabilidades de que pasase un coche por ahi, y muchas, al menos un 75% segun mis calculos, de ser decapitado por un loco con mascara llamado Jack el destripador. Camine sin rumbo y sin mirar atras. Fumando cigarrillos y contemplando las estrellas. Como un mal momento puede ser aliviado por ellas. Estrellas muertas, estrellas eternas, estrellas en paz, en calma; en un cielo que las acoge y las protege junto a una luna que, esa noche, resplandecia como nunca. ?Era un presagio acaso de lo que estaba por venir? Vi una luz a lo lejos. Achine los ojos para ver de que se trataba. ?Una gasolinera? ?Una casa? ?Un bar? Mire el reloj; solo habia caminado media hora a paso tranquilo, por lo que la moto no debia estar muy lejos. A medida que me fui aproximando, me di cuenta que se trataba de un pequeno bar en medio de la nada. Tenia un par de mesas fuera; parecian abandonadas. En el interior, por lo que pude vislumbrar a traves de sus dos ventanas, habia luz. Habia vida ahi dentro. Al fin la suerte se habia dignado a dar la cara. Podria pedir ayuda, utilizar un telefono y que la grua me salvase la vida. Pero al entrar y verla, decidi que lo dejaria para mas tarde. Todo puede esperar, menos lo que de verdad importa. A veces, lo urgente, no es lo importante. Eramos dos almas solitarias que, sin estar destinadas a encontrarnos, teniamos la oportunidad de conocernos justo en el momento en el que mas lo necesitabamos. <>, pense, nada mas fijar mi mirada en esos ojos verdes que, al instante, me transportaron a otro mundo. Si el cosmos quiere que se encuentren, aunque esten muy lejos, se encontraran. Si no quiere, aunque esten cara a cara, no se veran. Alejandro Jodorowsky CAPITULO 2 ELLA No era comun tener clientes a las dos de la madrugada. Raras veces sucedia. Cuando alguien se habia perdido o habia sufrido una averia en su coche en el desierto de Texas, pero no era muy habitual. No al menos que fuesen como el. El entro, algo avergonzado y con la cabeza gacha. Me fije en como se despeino, quiza en un acto reflejo, y miro a su alrededor hasta toparse con mi curiosa mirada. Supongo que la atraccion llego desde el primer momento y yo, que siempre se me ha dado mal disimular, se que me ruborice. El no. Luego sabria que eso de ruborizarse es demasiado superficial para alguien como el. Es mejor fingir. Saber mantener las distancias. Al menos en un primer momento. Luego, ya se vera. Yo, detras de la barra, limpiando unos cuantos vasos de cristal mas por aburrimiento que por necesidad, correspondi a la sonrisa mas luminosa que habia visto en mi vida. Tardo cero segundos en sonreir a pesar de las circunstancias de las que me enteraria mas adelante; de su moto y del caos de su vida. El era un autentico torbellino dispuesto a poner patas arriba mi vida en una sola noche. Una sola noche. Y aun me lo sigo repitiendo cada vez que pienso en las horas mas fascinantes de mi vida. --Hola --saludo. Voz ronca y decidida. Un hombre de unos veinti muchos anos que quiza ya haya cumplido los treinta, pero que no los aparenta. Barba de tres dias. Tal vez cuatro. Melena castana; ojos azules con forma rasgada que me miraban con la misma curiosidad que yo a el. Labios apetecibles y carnosos que al sonreir, mostraban unos dientes perfectamente alineados y blancos, dignos de cualquier anuncio publicitario de pasta dentifrica. Hoyuelos: inconfundibles e inimitables, le daban ese aire travieso y juvenil. --Hola --logre decir yo, moviendo de un lado a otro nerviosa el esparadrapo. <>, diria mi jefe, un gordinflon de cincuenta y cuatro anos que dormia en la trastienda. <>, le rogue a un Dios en el que no creia. --?En que te puedo ayudar? --me atrevi a preguntar. --?Tienes vino? --Es un bar --rei. --Claro. --?Tinto? --Tinto es genial. --?Quieres algo para comer? --le ofreci. --No. Solo vino. Cogio un paquete de tabaco del bolsillo y me lo mostro, como preguntandome si podia fumar. Instintivamente mire hacia atras, donde dos puertas me separaban de los ronquidos del jefe. Me encogi de hombros, volvi a dedicarle la mejor de mis sonrisas y le solte: --?Por que no? --?Quieres uno? --me ofrecio, mientras le servia la copa de vino. --No fumo. --Una vez al ano no hace dano --insistio. --No, mejor no. Pero gracias. --Mejor. No me gustan las mujeres que fuman. Me guino un ojo. Me fije en su camiseta, de los Rolling Stones. En sus vaqueros desgastados y en sus zapatillas Converse negras. Si, no parecia importarle lo que pensasen de el. ?Le importaria lo que pensaba yo? No se que fue lo que le atrajo de mi, pero durante los dos minutos mas largos de mi vida, no dejo de mirarme. Interrogante, quiza algo altivo pero sereno, con esa confianza en si mismo de la que no alardeaba y que, sin embargo, tanto le gustaba demostrar en todo momento. EL A veces, los tios, somos idiotas. No reconocemos que en el fondo de este duro caparazon se esconde un corazon sensible con las puertas totalmente abiertas al amor. Siempre he sido un romantico empedernido. Nunca me ha gustado demostrarlo. En realidad, creo que nunca me ha gustado demostrar nada. En silencio le di breves sorbos a mi copa de vino mientras fumaba el cigarrillo. La mire disimuladamente; ella me miro de reojo, mientras limpiaba con frenesi un vaso que, ya de por si, brillaba y no necesitaba de sus cuidados. De fondo se escuchaba una cancion procedente de un antiguo tocadiscos. Mire al techo y pense, pense... ?Que cancion era? ?De quien podia ser? Anos noventa, tenia toda la pinta... --Footsteps --me interrumpio ella--, de Chris de Burgh. --Oh. Me leyo el pensamiento. Me sonrio. Quise preguntarle su nombre. --?Como te llamas? --Laura --respondio dulcemente. --Tom. --Bienvenido, Tom. ?Que te trae por aqui? --quise saber. --Mi moto. Me ha dejado tirado. --?Necesitas el telefono? --propuso. --Esperare. --?No tienes prisa? ?Nadie te espera? Medite la respuesta unos segundos. ?Quien me esperaba? Hacia dos anos que Lisa me dejo para irse con mi primo, un dentista forrado con el que se fue a vivir a una mansion de los Angeles. Desde entonces, nadie me esperaba en casa y, supongo, Lisa tambien se canso de esperar a que yo me decidiera a pasar por el altar, a tener hijos, a adoptar un perro de la perrera... esas cosas que quieren las mujeres cuando cruzan la barrera de los treinta. --Nadie me espera --termine diciendo. --?Y te gustaria? --?El que? --Que te esperase alguien. --A veces --reconoci--. Pero solo si ese alguien merece la pena. Asintio. --?A ti te espera alguien? Me refiero a cuando termines tu jornada laboral. --Si me esperase alguien --empezo a decir--, no estaria trabajando de madrugada en un bar de mala muerte

  • Una lista de deseos y treinta noches de invierno (Jacaranda 2) de Yanira Garcia

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    Puede que, de nuevo, no sea necesaria la carta de presentacion. No la mia, porque ya me conoceis, pero a el no. El, Ethan, el chico de la armadura de cristal, el chico serio que no sonrie con cualquier broma, el chico de la mandibula recta y las perfectas patillas, el chico frio, tan frio como el hielo. El chico que teme que le hagan dano, humano, sensato y parco en palabras. El chico de los secretos inconfesables y la magia sin trucos. El. Una vez mas, el. Lo que estoy segura de que si que debo contaros es que he regresado a Jacaranda de nuevo y no lo he hecho sola, tampoco en verano. La estacion ha cambiado, la temperatura tambien y las gotas de sudor han sido sustituidas por el vaho que se escapa cuando confiesas tus deseos, cuando escribes una lista que no esperabas escribir y cuando un mes cambia por completo el resto de tu existencia. Ethan llego a mi vida como el invierno llega tras el otono. Ponte unas botas de montana, una bufanda y un gorro de lana y deja que lo que hay dentro de estas paginas te cuente mi invierno, el invierno que cambio nuestras vidas.

  • Caminos opuestos de Kelly Elliott

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    Me quede mirando al hombre. Tenia que haber habido algun tipo de error. Lo habia escuchado mal. Mi estomago estaba hecho nudos mientras asimilaba esas palabras. --Lo siento --dije mientras me reia--. Crei oirle decir que soy copropietario de la casa del rancho de mi abuelo aqui en Johnson City. El asintio. --Eso es lo que dije, Lucas. Con una fuerte sacudida de mi cabeza, me dirigi a el--: Esto es un error, Lou. Soy el unico nieto de William Foster. ?Si el abuelo no le lego la propiedad a ninguno de mis padres, a quien se la dejo? El anciano intento ocultar su sonrisa y fallo miserablemente. --El cincuenta por ciento de la casa ubicada en el numero cuarenta y cinco siete dos en la carretera estatal ciento setenta y cinco se le ha dejado a una tal... --jure que hizo una pausa para darle efecto dramatico--. Paige Miller. Cerre los ojos y solte un suave gemido. --Ahora seguro que te escuche mal. ?Que nombre acabas de decir? Sin abrir los ojos, pude escuchar el humor del abogado en su respuesta. --Paige Miller, formalmente de Johnson City, se mudo a Arkansas para asistir a la Universidad de Arkansas con un titulo en Negocios Internacionales con un... --Una especialidad en frances. !Se quien es Paige, Lou, y sabes que lo se! ?Por que aparece en el testamento de mi abuelo? El anciano, que tambien era el mejor amigo de mi abuelo, se reclino en su enorme silla de cuero y me sonrio. --Me temo que la unica persona que lo sabe es tu abuelo. Me obligue a sonreir. --Eso no me ayuda en nada, Lou, cuando el hombre fue enterrado hace tres dias. Su sonrisa se desvanecio. --Eso es cierto ... ?Y por cierto, donde estabas? La culpa me golpeo de lleno en el pecho. Nunca me perdonaria por perderme el funeral del abuelo. Maldita Bianca. Suspirando, respondi--: Fiji. Chasqueo los dedos. --Asi es. Tu mama dijo que tu y tu novia salieron de viaje. Escuche que la chica esperaba un anillo. ?Le pediste que se casara contigo? --No, no lo hice. ?Podemos volver a este... error? --Esto... la senorita Miller estuvo en mi oficina hace dos dias y recogio las llaves y una carta que le escribio tu abuelo--. Saco un sobre del archivo y lo deslizo sobre su escritorio--. Esta es tu carta y tu llave. Luego coloco una sola llave en la parte superior del sobre. Lo mire. Si la tocara, podria quemarme y prender fuego a toda la maldita oficina. Luego me rei, me frote la nuca y mire al amigo mas antiguo y querido de mi abuelo. --?Esto es una broma verdad? Tiene que ser una mas, porque a el le encantaba bromear. Se que adoraba a Paige, y siempre decia que necesitaba reconocer que me habia equivocado, pero no hablaba en serio. No esbozo una sonrisa. De hecho, parecia un poco cabreado. --Creeme cuando digo que esto no es una broma. William sabia exactamente lo que estaba haciendo. Lee la carta, Lucas. Todas las respuestas que buscas empiezan en esa carta. --Senalo el sobre con la barbilla. Lo agarre y me pare. --?La mitad de la casa es mia, la otra mitad es de Paige? --Asi es, el terreno tambien. Una sensacion de hundimiento me golpeo en medio de las entranas. La tierra tambien. Que maravilla. Lo primero que se me vino a la cabeza es vender todo. Cada vez que entre en esa casa pense en ella. En Paige. La mujer con la que ahora la comparto. Jesucristo, esto es un desastre. --Gracias por tu tiempo, Lou. Mientras me dirigia hacia la puerta, me grito--: Bienvenido de nuevo a Johnson City, hijo. Puse mi mano en la puerta. Una parte de mi se enfado porque mi abuelo habia tratado de forzarme. El plan siempre habia sido que yo fuera a la universidad, luego regresara y trabajara junto a mi padre y mi abuelo en la empresa familiar. Todo eso cambio el verano despues de que me gradue del bachillerato. No queria esa casa ni los recuerdos asociados con ella. --Tan pronto como le compre a Paige su parte y venda esa casa, me regreso a Austin, Lou. El fruncio el ceno. --Es una lastima. Nos vendria bien un hombre de tus muchos talentos aqui en el pueblo. Me rei. Pensar que Bianca considerara la idea de vivir en Johnson City era una broma de las malas. Ella ya se estaba quejando de quedarse en el hotelito al final de la calle, que en realidad crei que era mejor que cualquier hotel caro en el que nos hayamos alojado. --No me quedare, pero gracias, Lou. Antes de que la puerta se cerrara, jure que escuche al anciano reir y decir--: Ya veremos. Capitulo 1 – Paige Tres dias antes --Paige, carino, muchas gracias por venir. William te amaba como a una nieta y te extranaba mucho. Limpie una lagrima de mi mejilla y force una sonrisa cuando Lynn Foster coloco sus manos en mi parte superior de los brazos y me dio una mirada. Ella siempre habia hecho esto, desde que tengo memoria. Cuando entre en la casa de Lynn y Carl Foster, me dolia el corazon. Amaba al padre de Carl, William, como si fuera mi propio abuelo. --No tenia idea de que estaba enfermo, o habria venido de visita --dije--. Han pasado meses desde que lo vi. Ella sacudio la cabeza. --No te lamentes, jovencita, lo llamabas todas las semanas. Viniste la navidad pasada a verlo y jugaste domino con el y lo ayudaste a decorar el arbol fuera de la casa. El hablo durante dias sobre lo bonito que quedo. Le sonrei a Lynn calidamente, pero no podia ignorar la forma en que me dolia el pecho. Habia planeado volver a casa para ver a mi padre, y a mis hermanos, Tom y William. Use la excusa de que estaba tan ocupada con el trabajo y nunca hice el viaje. Volver a casa en Johnson City siempre traia consigo un manto de tristeza. Los recuerdos y los suenos perdidos a menudo me dificultaban la respiracion. Los ojos de Lynn estaban llenos de una mirada amorosa. Siempre la habia adorado y no tenia nada que ver con el hecho de que su hijo, Lucas, habia sido uno de mis mejores amigos mientras crecia, junto con Milo Elliott y Jen Adams. Habia salido con Lucas durante todo el bachillerato. Habia sido mi primer amor. Mi primer beso de verdad. Demonios, el primero en cada encuentro sexual, hasta que me fui a Arkansas hace once anos, cuando tenia dieciocho. --Lo voy a extranar. --Mire a mi alrededor, buscando a su hijo. No lo habia visto en algunos anos. Cada vez que estaba en el pueblo, el no estaba. Y aunque ambos viviamos en Austin, nunca nos encontramos ni una sola vez. Eso es mentira. Me habia tropezado con el unas cuantas veces, pero siempre me las arreglaba para escapar antes de que el pudiera verme. Por supuesto, ahora nos moviamos en diferentes circulos. Nunca me perdono por ir a Arkansas y no a la Universidad de Texas. Sonaba con abrir mi propio negocio y Lucas tenia el sueno de quedarse en Johnson City y hacerse cargo del negocio de su familia. No es que no me gustara mi pueblo natal; me encanta. Pero yo era joven y queria ver que mas habia ahi afuera. Esta fue la razon por la que elegi estudiar negocios internacionales y una especialidad en frances. La idea de vivir en Francia siempre habia sido un sueno, uno que comparti con Lucas hace siglos. El habia estado totalmente de acuerdo, pero cuando descubrio que no queria el simple titulo en negocios que ofrecia Texas, se molesto. Una parte de mi penso que tal vez queria un descanso; despues de todo, habiamos salido durante todo el bachillerato. Pero me dio un ultimatum y ese fue el punto de ruptura. Si no iba a UT con el, tendriamos que romper porque el no podria tener una relacion a larga distancia. La verdad era que obviamente no confiaba en mi, y eso me partio el corazon en dos. --Paige, antes de que te vayas para a Austin, ?te importaria pasar por la oficina de Lou Howard manana? Te nombraron en el testamento de William. --?A mi? --pregunte, mi voz sonaba tan aturdida como me sentia. --Sabes que el te queria muchisimo. Esperaba que tu y Lucas hubieran encontrado el camino de regreso el uno al otro. Force una sonrisa. Una parte de mi habia pensado que quizas nosotros tambien lo hariamos. Nunca habia sentido algo por ningun otro hombre como lo habia sentido por Lucas. Me tomo casi todo mi primer ano de universidad superarlo, e incluso hasta el dia de hoy, mi cerebro me dice que es una vieja noticia y mi corazon responde. --?Donde esta Lucas? --pregunte, tratando de ser indiferente. Lynn fruncio el ceno. --Fiji. Mis ojos se agrandaron. --Lo siento, ?dijiste Fiji? Por un momento, pense que Lynn solto un grunido. Ella puso los ojos en blanco. --Debo decir que esta en camino. Una vez que las cosas empeoraron y me di cuenta de que William no iba a mejorar, llame a Lucas. El pobre hizo lo que pudo, pero no alcanzo a regresar a tiempo para el funeral de hoy. De alguna manera perdieron su vuelo. Lynn miro a su alrededor, me tomo del brazo y me condujo hasta el porche trasero. Habia pocas personas alrededor, asi que pudimos hablar con tranquilidad. Una vez que estuvimos afuera, se inclino hacia mi y me susurro--: Bianca convenientemente no pudo encontrar su pasaporte. Arquee una ceja. --!Si, a proposito! Lucas deberia haberla dejado en esa isla. La puerta trasera se abrio de golpe y salio Linda May Hacker. --Oh, Lynn, carino, lamento mucho oir lo de William y que Lucas no haya podido regresar a tiempo.

  • La casa entre los cactus, Paul Pen de Paul Pen

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    El autor espanol de exito internacional, Paul Pen, regresa con un inquietante thriller psicologico.

  • Tus mejores secretos de Sheila Maldonado

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    Lara Teslas es hija de un reconocido hombre de negocios en Cleveland, Ohio. Su madre siempre esta de viaje. No ha llegado a verla jamas. Hay un misterio acerca de esa familia, bajo la imagen de la perfeccion. Pietrick, el jardinero ve una aparicion que no parece humana. Decide acercarse y algo muy extrano sucede.
    Lara se siente presa en su condicion de hija casadera- Rechaza, uno tras otro, los pretendientes que su padre le presenta. La presencia del nuevo jardinero, Pietrick, hara surgir en ella emociones hasta entonces desconocidas. Podria ser el comienzo de una aventura peligrosa. La desaparicion de una joven aristocratica alerta a las familias buscando al posible culpable. Tambien encuentran restos de otra doncella que parece haber sido devorada por los lobos.
    El padre de Lara, William, comienza a manifestar inquietud por casar a su hija con un importante senador y asi obtener mayor poder para ganar la alcaldia. Mientras, el personaje de la madre se debate entre la vida y la muerte en un horrendo sanatorio mental en Athens, Ohio, teniendo que soportar crueles tratamientos contra la “locura” que pretenden achacarle. Lara tendra que dejar esa vida de lujos para escapar de un matrimonio con uno de los peores y sanguinarios racistas del estado, aunque finja respetar los derechos de los negros liberados. La joven Teslas, intentando sobrevivir en una nueva ciudad, acaba en un cabaret haciendo lo unico que sabe, bailar, y por azares del destino un potentado empresario se encapricha de ella y la quiere convertir en su esclava sexual.
    Una panoramica social con tintes romanticos sobre la sociedad americana en sus inicios de emancipacion de la mujer y manifestaciones racistas a pesar de la Decimotercera Enmienda, que abolia la esclavitud.

  • Algo mas que Vecinos yo lo quiero todo de Olivia Saint

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    Cuando el amor de tu vida esta frente de tus ojos, todo confabula para que el encuentro sea inevitable y puedan vivir momentos unicos juntos.
    Amelia es una mujer con muchos misterios, independiente, amante de la vida, pero habia algo que nunca habia hecho en su vida: tomar riesgos y tomar lo que quiere, cuando lo quiere. Un dia luego de un acontecimiento inesperado ella decide cambiar las riendas de su vida hacia su propio bienestar y no el de los demas, como hizo durante toda su vida. Sucesos inesperados llevaran a Amelia a descubrir al amor de su vida que la envolvera en un espiral de deseo y pasion que jamas olvidara.

  • La reina de los suenos de Chitra Banerjee Divakaruni

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    Una encantadora novela de la autora de La senora de las especias.

  • Quien no de Claudia Pineiro

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    El sorprendente nuevo libro de Claudia Pineiro, un conjunto de relatos que, como breves escenas cotidianas, abordan situaciones en las que todos podemos sentirnos reconocidos.

  • Avisame cuando este muerto de Frank Gran

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    ‘Avisame cuando este muerto’, es una novela de suspense y trhiller psicologico.Si pudieras saber donde y como acaba tu vida, y aun sabiendo el motivo de tal desenlace, no pudieras recordarlo. Manana podria ser tarde. A unas pocas horas para el final, pensarias en aquello que nunca has hecho y debieras haber resuelto. Te castigarias hasta el ultimo momento, o bien, jugando tu ultima carta, intentarias volverte en contra de todo lo que te ha sometido a tal tragedia.Bernie se despierta solo en una pequena embarcacion. Perdido en medio del oceano. No recuerda como ha llegado alli, ni el porque de su precario estado. Debera luchar, no solo por recobrar su memoria, sino tambien por su vida. Sin agua ni comida, apenas podra sobrevivir unos dias. Su destino esta a punto de llegar a su fin. Solo una persona puede ayudarlo a escapar de semejante final. El mismo. Sabe que no puede sucumbir a la muerte sin mas. Recordar, aunque eso le duela mas que cualquier castigo fisico.

  • China Fast Forward de Sergi Vicente Martinez

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    ?Que sabemos de la China de hoy? No, de verdad: ?que sabemos?

  • El agente caido de Christoffer Carlsson

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    En un oscuro callejon de Estocolmo aparece muerto el cuerpo de Thomas Heber, un profesor universitario. Le asignan el caso a Leo Junker y a su antiguo rival, Gabriel Birck. Leo, que sigue sin atravesar uno de sus mejores momentos, acaba de volver a la unidad de homicidios tras una larga ausencia. Aun abusa de los farmacos para luchar contra sus viejos demonios del pasado, pero trata de aparentar total normalidad para acometer su trabajo.

  • Memorias de una salvaje de @srtabebi

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    La esperadisima primera novela de @SrtaBebi. K tiene 19 anos y una vida un tanto peculiar. Cuando su padre es asesinado en un ajuste de cuentas, se ve obligada a compaginar sus estudios con un trabajo muy poco convencional: el de recepcionista y chica de los recados en un local de alterne clandestino. Bajo la amenaza de los proxenetas y la asfixia de la deuda, vivira de cerca los horrores que el sistema de la trata de mujeres conlleva. La experiencia la llevara a gestar una metamorfosis que marcara su paso de la adolescencia a la edad adulta. Las mujeres que alli conoce y la violencia intrinseca al mundo criminal -que tambien sentira en sus propias carnes-, hara que comience a pensar en defenderse. Para ello acudira al club de boxeo de Ram, un chico al que la violencia de genero tambien ha marcado la vida. Pese a las corazas que ambos portan, la curiosidad de este le llevara a interesarse y preocuparse por ella hasta hacerla pensar que quiza si existan los hombres que aman a las mujeres. Pero un desafortunado suceso hara que las luces de neon comiencen a parpadear”

  • Seduciendo al canalla de Olivia Kiss

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    Sebastian Cook ha conseguido todo lo que tiene a base de trabajo duro y sacrificio, asi que se prometio que jamas caeria en las redes de una de esas damas de la alta sociedad para las que durante anos fue invisible. Ahora, siendo rico, poderoso y atractivo, es famoso en Londres por sus escarceos amorosos y por dirigir junto a su socio uno de los clubs de juego mas conocidos. Por eso cuando Daphne Smith irrumpe en su local con una propuesta de lo mas escandalosa, el no duda en intentar deshacerse de ella lo mas rapido posible. En primer lugar, porque es una solterona y no quiere verse metido en ningun lio. En segundo lugar, porque la chica resulta ser mas interesante y avispada de lo esperado. Y, en tercer lugar, porque presiente que si la deja entrar en su vida podria terminar siendo su perdicion. Pero ?como librarse de esa joven que parece destinada a cruzarse en su camino?

  • Un amor a la fuerza de Helen Blue

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    "Un, dos, tres: Juguemos en el mar..." Elizabeth ahogo un grito al tiempo que se incorporaba rapidamente en la comoda cama. Temblaba. Y ademas su cuerpo estaba repleto de un sudor frio. Respiro hondo, intentando calmar su agitada respiracion. Finalmente se levanto de la cama. Sus pies descalzos recorrieron la habitacion hasta situarse frente a la ventana. Aparto la raida cortina blanca que cubria el exterior y observo el mar a lo lejos. Las olas chocaban con fuerza contra las rocas de la costa en aquella tetrica noche. Elizabeth recordo de nuevo aquel sueno que en los ultimos dias se habia repetido con constancia: Una nina de apenas ocho anos y largos cabellos negros paseaba por la cubierta de un grandioso barco sujetando entre sus manos un viejo oso de peluche mientras cantaba alegremente: "Un, dos, tres, juguemos en el mar..." Elizabeth ahogo un gemido al escuchar de nuevo aquella tierna voz. Poco despues, cuando su pulso de nuevo se tranquilizo, volvio a acostarse entre las blancas sabanas de su mullida cama. Estaba cansada; pero no queria sonar, queria dormir. ***** --!Marco! --grito un atractivo muchacho que se encontraba ante un timon de gruesa madera de roble --. !Alza las velas inferiores! --Pero... capitan... --!Hazme caso! --ordeno el otro--. La tormenta apenas durara unos minutos mas. Las nubes se dirigen hacia el Oeste. El joven muchacho llamado Marco alzo las velas inferiores, obedeciendo a su capitan. Finalmente, este no se habia equivocado. Durante unos instantes toda la tripulacion dudo de sus conocimientos meteorologicos, pero, pasados unos minutos, la tormenta ceso y los truenos se perdieron a lo lejos, entre la oscuridad de la noche. --Estoy empapado --murmuro el capitan con un gesto hosco, mientras miraba sus holgados ropajes--. ?Quedan mantas abajo? --Por supuesto, mi capitan --contesto uno de los tripulantes. --Esta bien. --Suspiro--. Dormire un poco. Eddi, te dejo a cargo del timon. Y sin decir nada mas, Jack, capitan de aquel majestuoso barco, bajo al piso interior de este dirigiendose hacia su habitacion. Habia sido una noche dura, navegar cuando habia tormenta siempre era mas complicado de lo normal, sobre todo si media parte de la tripulacion era completamente inutil y ademas la oscuridad les impedia utilizar el sofisticado sentido de la vista. Jack suspiro mientras se desvestia para cobijarse bajo una calida manta. Encendio un polvoriento candelabro, acto seguido cogio algunas paginas mal escritas de un viejo libro y comenzo a leer, intentando descifrar lo que la borrosa tinta expresaba. Finalmente, dandose por vencido se quedo profundamente dormido. Alguien ataco sus suenos de nuevo: "un, dos, tres: Juguemos en el mar..." Capitulo 1 Jack se desperto sobresaltado: Otra vez aquel maldito sueno. Respiro profundamente y poco despues comenzo a vestirse. Cuando subio a la cubierta del barco les indico a algunos de los tripulantes, que habian pasado alli toda la noche, que fuesen a descansar. Finalmente, con aire sombrio se hizo cargo del timon, dirigiendolo hacia la costa: tenian que buscar algunos marinos mas; ademas, la alimentacion comenzaba a escasear. Por ello, se acercaban rapidamente hacia una prestigiosa isla del lugar, llena de civilizacion. Justo lo que Jack tanto odiaba. Nunca le habia gustado la tierra. El habia crecido en el mar, por ello las aguas eran su unico y mas preciado amor. Tenia una personalidad bastante particular: nadie lo conocia verdaderamente. Y aunque muchos podian hacerse a la idea de como era... jamas estarian completamente seguros, pues dentro de el habia tantas contradicciones que a veces el mismo Jack dudaba de que su cerebro funcionase con normalidad. Sin embargo, aquel dia tendria que hacer una excepcion y encallar el barco en la costa. Beberian ron y pasarian la noche en algun bar repleto de malhechores; mas luego, a la manana siguiente, volverian a partir. --Capitan --dijo uno de los tripulantes que a el mejor le caian--. El viento sopla en contra. --!No importa, Patrick! --Grito este, desde la cubierta, indiferente. --Pero... capitan... tardaremos... un... --He dicho que no importa --puntualizo Jack. Cuando le repetian dos veces las cosas solia ponerse de muy mal humor. Patrick se encogio de hombros. --Traeme una botella de ron --pidio Jack. --Si se acaba de levantar mi capit... Jack le dirigio una malevola mirada que lo decia todo. Sin anadir nada mas, Patrick bajo a la bodega, abrio una botella de ron y se la tendio a su capitan, que bebio como si aquel fuese el desayuno. --Se vuelve a repetir ese maldito sueno --le dijo Jack, cuando supo que estaban a solas y el timon iba en la direccion correcta. Se sento en una tabla de madera, observando el tranquilo mar. --?El sueno de Eveline? --pregunto Patrick. --El mismo. --Deberia hacer algo --sugirio el tripulante--. Puede que ese sueno esconda mas de lo que sabemos hasta el momento. Fue una historia tragica... Pero no se por que, tengo el presentimiento de que aun no ha terminado. --Eso mismo pienso yo --admitio Jack, mientras suspiraba y observaba sus rotos ropajes--. Pero nada puedo hacer hasta que no adivinemos algo mas. Lo que sabemos hasta el ahora no me interesa. Solo es una estupida historia de amor. Algo efimero. Patrick asintio. Aquel sueno de la nina, de largos cabellos negros, se le habia repetido con constancia durante los ultimos nueve anos. Y Jack dudaba que aquello fuese algo casual. La frase: "Un, dos, tres, juguemos en el mar..." se habia incrustado en su mente con un torbellino de misterio a su alrededor. Debia esconder algun significado. Y el estaba seguro de ello. Por suerte no tardaron demasiado en llegar a la Isla Mawerther; donde debian desembarcar. El viento en contra no habia hecho mas que ralentizar su viaje. Jack suspiro, orgulloso. Saco una tabla de madera, junto con los demas, posandola en el canal del puerto. Los tripulantes comenzaron a bajar llevando con ellos los barriles que ya estaban vacios. Un hombre bien vestido, con uniforme de la corte, interrumpio el paso del capitan que avanzaba en primer lugar. --Perdone. --Tosio mientras sujetaba un papel en sus temblorosos dedos, acompanado por una fina pluma--. Encallar el barco en este puerto cuesta tres monedas. Jack pestaneo. Lo miro y rio a carcajadas. El hombrecillo dio un paso atras cuando observo lo que eran aquellos marinos.

  • Botones y odio de Penelope Sky

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    Me estoy dejando la piel para conseguir botones.

  • Entre Trazos de David Sando

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    Hefestia se encuentra al borde de una guerra. La joven Alia esta en paradero desconocido, nadie ha visto al mago Suricata desde hace semanas, y Partia Bonaserra ha abandonado la Brigada Demoniaca. Pero la vida sigue en Atroreth y mas alla de sus fronteras, y en esta antologia de relatos visitaremos a algunos de nuestros personajes favoritos para descubrir que ha ocurrido con ellos.
    En “Reflejos” el Rey de las Ratas se enfrenta a un futuro incierto.

  • El hilo que todo lo cose de Vega Rigel

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    Cada dia, al alba, Lisa sale a correr por el paseo que bordea las playas de Cambrils intentando ahogar los recuerdos que la han sumido en una profunda depresion durante meses. A traves del running, ha encontrado el camino para darse una nueva oportunidad y aunque las pesadillas la atormentan cruelmente durante la noche, cada dia se levanta y le planta cara a su amarga realidad.

  • El reto de amarte de Dina Reed

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    John Harris esta desesperado. Y eso que es un empresario de exito, un soltero de oro por el que todas suspiran, alguien que esta acostumbrado a conseguir todo lo que se propone y al que ademas la suerte siempre le sonrie.. Menos en una cosa: no hay manera de que encuentre una maldita ninera para su hijo Peter de nueve anos, fruto de una relacion de juventud.
    John adora a su hijo y esta obsesionado con darle la mejor educacion. Si bien, es tan insufrible y estricto que nadie aguanta en el puesto mas de tres dias.
    Hasta que aparece Emily Fisher.

  • La gran huelga general de Sergio Galvez Biesca

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    El 14 de diciembre de 1988 Espana se paralizo: calles desiertas, sin transportes publicos ni practicamente coches; empresas, fabricas y pequenos comercios, cerrados; cines y teatros, clausurados; la carta de ajuste en la television. Alrededor de ocho millones de personas, en torno al 90 por 100 de la poblacion ocupada, secundo una huelga general que quedaria en la memoria colectiva como la ultima, unica y gran victoria de los sindicatos y los trabajadores contra las politicas liberales de los sucesivos gobiernos de la democracia. Pero ?realmente fue asi?, ?fue una autentica victoria sindical?, ?consiguio la huelga cambiar la politica economica del PSOE o provocar un giro social en el Gobierno?

  • La ciudad sagrada de Douglas Preston , Lincoln Child

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  • Y tu que harias por amor de Jose Belenguer Serrano

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    El taxista se alejo lentamente por el sendero asfaltado que serpenteaba entre los parterres. Tras atravesar la cancela dio un breve toque de bocina a manera de despedida, aplasto la grava del sendero privado, que crujio bajo las ruedas, y se perdio en la desierta carretera, dejandome solo frente al caseron. La hora, poco mas de las cuatro de la tarde de un junio cantabro. Subi por uno de los lados de la doble escalinata los seis peldanos que conducian a la puerta principal, cargado con la bolsa de viaje en bandolera e izando a pulso la pesada maleta, cuyas ruedas resultaban inutiles en los escalones. Deje el equipaje en el suelo y aferre la argolla de hierro de la aldaba, suspendida de las fauces de un leon de bronce. ?Habia ido solo a visitar a mi abuela, la famosa escritora de literatura infantil, o tambien a lamerme las heridas en la esplendida soledad del caseron? Hay en la verde Cantabria y en la no menos verde Asturias una suerte de palacios neogoticos, o, si se prefiere, casas senoriales construidas por indianos en el siglo XIX, cuando Isabel reinaba en Espana, que hoy ofrecen un aspecto vagamente siniestro. Asi, el llamado Palacio de Partarriu, en el concejo asturiano de Llanes, fue utilizado por el cine para rodar una celebre pelicula de terror. Y el casaron de mi abuela, una edificacion solitaria junto a un bosque de hayas y robles, habia sido proyectado por el mismo arquitecto. La fachada sin divisiones no dejaba ver las diferentes plantas que lo conformaban. Sobresalian los balcones con balaustres y las altas ventanas, todo ello coronado por una torre en la que se abrian dos grandes y gemelos ventanales. Tenia, sobre todo en las mananas de niebla, un aspecto inquietante, aunque no para mi: entre aquellas paredes queridas habian transcurridos los veranos de mi infancia, y alli habia nacido Albertina, la protagonista de las mejores y mas divertidas novelas de mi abuela. He dicho antes <> porque toda mi familia se habia esfumado en una rapida sucesion de muertes absurdas. Mi abuela y yo nos habiamos quedado de pronto solos en el mundo. Ya no volveriamos a reunirnos en bodas y bautizos, ni a descorchar botellas de cava en Noche Buena. En poco mas de un trimestre la muerte habia diezmado a mi numerosa familia. El chupinazo que senalaba el comienzo de la orgia de sangre y muerte sono cuando mi primo Paco se dejo la vida entre los pitones del miura, y quiza muchos recuerden las confusas imagenes en que le vimos morir durante la fiesta mas internacional de Espana. Mi primo Paco murio en un tramo de la mundialmente conocida calle Estafeta, corneado por un toro durante un encierro de los sanfermines. Salio en la tele y pudimos ver como perdia la vida en el telediario de la noche, aunque mi tia Amparo ya lo habia visto en el telediario de las tres. Si no vio su muerte en directo, a eso de las ocho de la manana, fue porque se habia quedado dormida o, como decia ella, traspuesta. --No se distingue muy bien entre el gentio --nos dijo tia Amparo, sentada en medio del sofa, con todos pendientes del televisor--; pero ese, si, ese de la camisa blanca, el panuelo rojo y el pantalon blanco...bueno, todos visten igual ...ese a quien el toro esta ahora corneando con tanta sana, ese es Paco. Hubo un momento en que pudimos reconocerlo sin sombra de duda, cuando el morlaco lo lanzo hacia el cielo en un derrote de su poderosa cornamenta y Paco quedo suspendido en el aire, sobre la cabeza de los mozos, igual que uno de esos peleles rellenos de paja que manteaba el populacho en las carnestolendas. Su palido semblante expresaba mas sorpresa que miedo, porque el toro zaino lo habia enganchado de forma volandera. Cuando aterrizo sobre el adoquinado, ya lo habia escogido como su victima exclusiva y, ajeno al enjambre blanco y rojo de corredores que trataban de distraerlo y hasta apartarlo de su presa golpeandolo en los costados o tirandole del rabo, lo corneo porfiadamente contra el vallado de una talanquera hasta matarlo. Por aquellos dias el tio Augusto, que viajaba por Europa Central, fue arrollado por un tranvia, como Gaudi. Se dio la coincidencia de que el tranvia circulaba a 10 kilometros por hora y que mi tio, uno de esos sabios distraidos, un momento antes habia estado a punto de ser atropellado por una bicicleta y, para esquivarla, se lanzo contra el tranvia que venia de cruzar el rio Moldava y descendia muy lentamente por los rieles, resonando. Exhalo su ultimo suspiro con medio cuerpo tendido en las vias, mientras el conductor del tranvia, indignado por su despiste y arrastrandolo de los tobillos para apartarlo del carril, le insultaba en checo. Las muertes de Paco y de mi tio Augusto abrieron la veda, por decirlo asi. La dama de la guadana decidio que su temporada de caza en mi familia acababa de inaugurarse. Mi prima Violeta se ahogo en una piscina publica, rodeada de banistas que jugaban a echarse agua, y su hermano Rafael murio por atragantamiento en un atiborrado restaurante: cuando ya tenia el rostro azulado y daba muestras de asfixia, no hubo nadie que le aplicara la sencilla maniobra de Heimlich; y cuando se desplomo inconsciente, a nadie se le ocurrio darle la respiracion boca a boca, ni mucho menos utilizar un cuchillo o un simple boli para practicarle una traqueotomia. Entre los comensales abundaban los abogados y los politicos, pero ningun medico. Murio en menos de seis minutos por culpa de un gran trozo de carne que no pudo pasar por la traquea. El tio Jacinto, un amante del excursionismo de montana, tambien murio corneado, como Paco, pero no por un miura, sino por un buey. --Solo de pensar en tantas muertes me pongo malo --dijo el moribundo. No era una muestra de ingenio, sino un chiste involuntario. Pobre abuelo. Estaba en la cama con la cabeza hundida en la almohada, y el resto de su cuerpo, un costal de huesos, oculto bajo el cobertor. Sus cabellos, que tantas mujeres habian acariciado, seguian siendo densos, dociles y mas blancos que la funda de la almohada. Miraba fijamente al techo, no porque lo identificase con el cielo y solicitase el favor divino, sino porque dada su postracion y debilidad era el unico lugar al que podia mirar sin torcer la fatigada cabeza. Cetrino, con el cuello y el rostro de un octogenario, los tendones descarnados como cables, no recordaba en nada al galan que habia sido. Era evidente para todos nosotros que se aproximaba su salida de este mundo, o, mejor, dado que habia sido un conocido actor de teatro, todos adivinabamos que su mas que notable actuacion en este mundo llegaba a su fin y que su siguiente y ultimo movimiento, contenido entre parentesis en las acotaciones del libro tragicomico del destino, seria hacer mutis por el foro. Mutis, telon y atronador aplauso general: fue un hombre bueno. Poco despues mis padres perdieron la vida en un accidente de coche. No vieron el camion de cinco toneladas que los arrollo en una curva de la carretera de Alcala de Henares a Torrelaguna. Segui viviendo en nuestra casa de Madrid, solo. Contaba veintipocos anos y las numerosas defunciones en mi familia --mi madre, mi padre, mi abuelo, mi tio, mis primos Violeta, Rafael y otros parientes con lo que apenas habia tenido relacion y que no he mencionado para no alargar la lista luctuosa--, ocurridas todas ellas en un lapso muy pequeno de tiempo, me pasaron una factura adicional que yo no esperaba. Creia que mi juventud y mis ganas de vivir me ayudarian a superar aquellas perdidas dolorosas. Pero entonces empezaron a ocurrirme cosas raras. Ocurrio que tuve el capricho de pasar una tarde paseando por los encinares de la Casa de Campo y pense tomar el autobus de la linea 33, la mas proxima a mi casa. Durante el trayecto, me detuve ante una agencia de paracaidismo. Era una especie de jaula donde se invitaba a la gente a inscribirse en un curso de salto en paracaidas. La atendia un muchacho detras de un mostrador. No tenia pinta de paracaidista. Dudaba si entrar o no cuando me tocaron en un hombro. --Hola, chaval. ?Que haces por aqui? Quien me saludaba de esa forma tan campechana era un cura amigo del sector creyente de mi familia. Habia otros dos sectores, el de los ateos practicantes, que luchaban sin exito para que en Espana se implantase el laicismo, y el de los agnosticos, que iba a lo suyo y no polemizaban con nadie. El cura no sabia a cual de estos tres sectores pertenecia yo. Como tengo cara de buen chico, supuso que pertenecia a la seccion de los creyentes. --?Que, te vas a hacer paracaidista? --pregunto echando un vistazo a los carteles y fotos publicitarias que adornaban el escaparate. --Lo estoy pensando --repuse. --?Que te atrae del paracaidismo? --Me gustan las emociones fuertes. --Pues hazte misionero en Sierra Leona. Fingi no haberle oido. Yo pertenecia al sector agnostico, y en cuanto a mi cara de buen chico, ya se sabe que las apariencias enganan. --Debe ser una experiencia inolvidable --dije-- saltar del avion y que no se despliegue el paracaidas automatico por algun fallo, precipitarte a una velocidad endiablada hacia la tierra contra la que ta vas a hacer papilla y tirar in extremis de la anilla de reserva, sin saber si funcionara o no. --Pues ten cuidado --me dijo el cura--, no sea cosa que de tanto bajar del cielo se te olvide como se sube a el. Este ingenioso consejo forma parte del repertorio de chorradas que les encanta a los curas. Despues me confeso, quiero decir me comento, pues el que confesaba era el, que la frase la habia pronunciado Juan XXIII en una alocucion que dirigio a unos paracaidistas italianos. El cura se fue y yo estuve a punto de entrar en la agencia para recabar mas informacion sobre los cursos de paracaidismo. Lo que me decidio a no hacerlo fue que la tiendecita la atendia un chico y yo en cuestion de compras o de inscripciones prefiero hablar con chicas. Antes de continuar mi camino, eche un ultimo vistazo a una gran foto que adornaba la pared: un paracaidista, con sus gafas y su casco y todos los artilugios que utilizan en los saltos, planeando en el aire, como si fuera ingravido como una pluma y flotara en una piscina de baldosas azules. Cerca de la parada, habia un autobus de otra linea, detenido ante un semaforo en rojo. Dos nucas eran visibles en la parte trasera del vehiculo. Pertenecian a un hombre y una mujer sentados en la ultima fila. De pronto sus nucas giraron 180 grados simultaneamente, una hacia su derecha y la otra hacia su izquierda, juntando los rostros, y me observaron fijamente. Senti un escalofrio, hubiera jurado que eran los de mis padres. Y entonces yo no sonaba, sino que estaba bien despierto bajo la marquesina de la parada. Si eran ellos y viajaban en aquel autobus, ?de quienes eran las cenizas que ocupaban uno de los miles de columbarios del cementerio de La Almudena tras una lapida con los nombres y las fotos de mis padres? Tuve otras experiencias extranas, rayanas con la alucinacion, que no voy a describir porque serian repeticiones de un mismo fenomeno. Y hubo tambien otras muertes inesperadas en el coto familiar, que tampoco voy a resenar.

  • Flores amarillas de Erica Vera

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    Una historia de amor y pasion, de encuentros y desencuentros, de decisiones… de flores amarillas.

  • Los relatos de Fata Morgana de Jonathan Littell

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    Abajo del todo se alzan las dos torres. Destacan sobre un cielo gris, delicado, de luz contenida. Unos arboles ocultan parte de la segunda, la que esta quemada de abajo hacia arriba. Se yerguen silenciosas como centinelas, indiferentes a lo que sucede a sus pies. El viento agita las hojas de los arboles. Estelas de nubes cruzan perezosamente el cielo. Es un domingo de verano. Al rato el sol pasa por el balcon y calienta el rostro y las piernas. Asi que durante unas horas toca refugiarse en el interior oscuro y fresco del apartamento. Enfrente, hacia la izquierda, al bies sobre la colina, estan las pequenas manchas blancas de las tumbas, un reguero disperso entre las casas. Por encima del cementerio se alza una bonita vivienda, un gran edificio del siglo XIX con alas imponentes y columnas de un lado al otro de la puerta principal. Puede que ese fuese el acceso al cementerio. Es dificil saberlo, porque alli arriba no se puede llegar. Por la noche, cerca de esa casa, hay una luz que es un agujero de fuego en la oscuridad. Quien la ha puesto ahi, tampoco se sabe. Hay gente que debe de saberlo, pero yo a esa gente no la conozco. Una vez visite una casa no muy lejos de ese cementerio. Tambien era domingo, hacia el mediodia. B. me habia llevado para entregarle un paquete a la gente que vivia en ella. Nos quedamos en la terraza una media hora, bebiendo cerveza con el padre mientras la hija, en el jardin, cortaba rosas para B. Estabamos sentados un poco apartados, porque el extremo de la terraza quedaba expuesto. La ciudad se extendia a nuestros pies, con las dos torres de frente por una vez, bajo un cielo azul de verano que viraba a blanco. En el lado de la Residencia del general cayeron algunos obuses. El padre me dijo que no estabamos mas que a ciento cincuenta metros del cementerio; esa informacion me parecio sorprendente. Ayer, prosiguio, una mujer fue asesinada por un obus justo debajo de esta casa. La vispera habia sido en efecto un dia muy malo, mataron a muchas personas. Pero ese domingo yo todavia no sabia hasta que punto el dia anterior habia sido malo. Fue un fin de semana tan hermoso. El sabado, cuando atacaron por primera vez la Residencia del general, yo estaba almorzando en una taberna. Delante de mi mesa reboto una esquirla de obus con un pequeno tintineo, corri a recogerla; volvi a entrar en el cafe riendo, pasandome la esquirla aun ardiente de una mano a la otra, como cuando sacas del horno una patata asada. Mas tarde, ya de cara a la noche, fui a casa de unos amigos a tomar un coctel. Bebiamos en el jardin mientras por encima de nosotros bramaban los cohetes. Varios de mis amigos se asustaron y se acurrucaron al pie de los rosales. Fue muy divertido, nos reimos mucho. A la manana siguiente, otro obus exploto en el jardin de al lado, a unos cincuenta metros de donde habiamos estado bebiendo. Asi que ese domingo, despues de la cerveza cerca del cementerio, me fui con B. a recoger a nuestro amigo A. para ir a almorzar a un restaurante precioso, un poco aislado, con una terraza cerrada solo en parte en la que podias estar al aire libre sin violar demasiado las prohibiciones de la policia. Comimos lentamente durante toda la tarde, chuletas de cordero con una ensalada de cebolla, y nos bebimos una botella de vino tinto. Despues, B. y yo compartimos un puro, estaba demasiado seco pero igual fue un gran placer. Luego compramos pasteles y fuimos a beber alcohol a mi balcon, frente al cementerio, con las dos torres a nuestros pies. No fue hasta el dia siguiente, al leer los periodicos, cuando nos dimos cuenta de lo malo que habia sido el fin de semana. Pero el verano ya llevaba asi seis semanas, y todo apuntaba a que iba a seguir igual. La ciudad estaba completamente cerrada desde finales de mayo. De hecho, todavia quedaba una carretera para entrar y salir, pero era peligrosa. Habia a quien esa sensacion de encierro le ponia de los nervios, pero a mi me alegraba. Me encantaba la idea de estar aqui atrapado para el resto del verano, con el calor y la luz, perseguido a un lado y al otro de la ciudad por los silbidos agudos de los obuses y el ruido obsceno de sus detonaciones. Eso me hacia sentir enormemente vulnerable y me ligaba como un suplicio a esa otra cosa de la que no deberia hablar. Esa otra cosa, me resulta imposible hablar de ella pero tambien me resulta imposible no hablar de ella. Me devastaba el corazon y consumia mis noches: por la manana, al despertarme, colmaba mi cuerpo y lo retorcia de felicidad. Luego me levantaba, me vestia, me dirigia a mi despacho y reanudaba mi trabajo con una atencion y un estado tan febril que, por un tiempo, la dejaba de lado. Pero a veces los bombardeos eran demasiado fatigosos, imposible trabajar, y entonces, entre el miedo y esa cosa, me invadia una enorme pereza que volvia inutil cualquier esfuerzo. Entonces quedaba el balcon, el sol, los libros, el alcohol y los puritos que tanto me costaba procurarme, y a veces tambien el telefono, horas y horas de telefono, un medio odioso y falso pero que en ausencia de su rostro y de su cuerpo alimentaba mi angustia y mi futilidad. Y aqui estoy, hablando de ello, cuando no deberia hacerlo. Deberia hablar de otra cosa. Hacer descripciones, como al principio de este relato, describir el purito palido que me fumo en este momento, el mechero de estano barnizado que tengo delante, un poco rayado por las monedas que llevaba en el bolsillo, el cielo que vira a gris. A modo de proteccion de posibles fragmentos de vidrio, las ventanas de mi despacho estan cubiertas por unas laminas autoadhesivas de plastico translucido; a traves de esas laminas, punteadas por burbujas de aire, todo se ve turbio. Es una lastima, pero por otro lado, delante de mi despacho no hay nada que ver, solo otro edificio gris, sucio, con muy pocas ventanas intactas y estrias de impactos que atraviesan su fachada. Ah, aqui vuelve el sol, a iluminar graciosamente esa horrible fachada. No hay discusion, el sol demuestra una inmensa bondad por las pobres cosas de este mundo. Un poco mas arriba, en este mismo cuaderno en el que ahora tomo notas, hace unas semanas escribi una o dos frases sobre la luz del sol en el cuello de B. Tambien, como por azar, fue un domingo (aunque en realidad no se deba al azar, sino a que trabajo para justificar mi presencia aqui, y a estas historias no les quedan mas que los domingos). Fue uno de los momentos mas aterradores y dolorosos en que me he visto inmerso en los ultimos anos. ?Que me impidio besarla, en ese momento? Todo mi cuerpo y todo mi pensamiento, tan debiles, no tendian mas que a una sola cosa, posar mis labios sobre ese cuello resplandeciente de luz y blancura. Que horror. No me movi, me quede apoyado en la barandilla, luego nos fuimos. Podria echarle la culpa a mi natural timidez, pero algo me dice que eso seria falso, una patetica escapatoria. Mas bien me parece que aquello fue miedo, lo cual no es lo mismo. Bajo esa luz pavorosa, tan cerca de su piel, me quede descolocado, crucificado de miedo y deseo, y ni siquiera llame Elohim, Elohim, estuvimos charlando, luego nos fuimos, le cogi una flor, otra para la tumba de mi deseo, y la lleve a su casa. En verdad no deberia hablar de estas cosas. El verano continua, esta lejos de terminar. No habria que hablar de eso sino despues, mucho tiempo despues. Lo mejor seria no hablar de eso nunca, morir en silencio y que asi desapareciese, esas dislocaciones y esas luces de las que al final veremos que esta hecha la vida, si es que no lo vemos ya, y si es que alguna vez podemos decir de una vida que esta hecha, pero si no logramos callarnos, por lo menos que sea mas tarde, y que haya sido debidamente digerida antes de regurgitarla. El verano ni siquiera ha terminado, las sirenas acaban de ponerse a sonar, habria que aprender a hacerse crecer una piel antes de jugar a despellejarse con navajas de tan pobre calidad. Tanta impaciencia me desconsuela.

  • Nada esperes de manana de Edson Soares

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    UNA NOVELA BRUTAL Y EMOCIONANTE.CRIMEN, MISTERIO, SUSPENSE, SUPERSTICION Y RELIGION.
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    El jefe de policia de una pequena ciudad investiga una serie de crimenes el dia 12 de diciembre de 2012 (12-12-12), vispera del supuesto <> prenunciado por el calendario maya. Pero todas las personas del lugar parecen ocultar secretos terribles.
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    GENERO
    La novela tiene una mezcla de drama, romance, thriller psicologico, con escenas de humor, erotismo y realismo fantastico. Es esencialmente una novela negra, panoramica, al estilo del destacado escritor noruego Jo Nesbo.
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    PALABRAS CLAVES
    Crimen, misterio, suspense, supersticion, traicion, apocalipsis, fin del mundo, religion, conflictos familiares, ciudad ficticia, America Central, Caribe.
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    TEMAS
    Aborda varios temas actuales como violencia de genero, homosexualidad, conflictos familiares, injusticia social, aborto, abuso de poder economico, etc.La trama tiene muchos personajes, muchas voces, muchos episodios, diversos puntos de vista, pero el eje principal es muy convencional (asi como en las novelas de Nesbo): la investigacion de una serie de crimenes en el dia 12 de diciembre.
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    ESTILO
    Con un estilo audaz y creativo (que mezcla las caracteristicas propias de la novela negra con el lenguaje periodistico, cinematografico, teatral, radiofonico y de graphic novel), el autor va cruzando la vida de los diversos personajes en un verdadero rompecabezas.

  • Al fin del camino de Guillermo Arroniz

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    Si yo tuviera que describir a Guillermo Arroniz en una palabra, diria que es POETA, con mayusculas, uno de verdad. Lo conoci en un taller de escritura creativa en la Casa de Aragon de Madrid, organizado por Susana Diez de la Cortina Montemayor. Yo pasaba entonces por un trance complicado y habia escapado a Madrid para huir de mis problemas, al menos por una semana. Llegue a la Casa de Aragon cansada, ensimismada, sin poder librarme de mis ansiedades, de mis miedos. Comentabamos las variaciones de estilo literario. La conversacion era muy interesante y enriquecedora como suelen ser todos los eventos organizados por Susana, pero me costaba concentrarme, dejar de pensar en lo mio… Y entonces Guillermo nos enseno una imagen de El Calvario de Jose de Ribera y declamo su soneto dedicado a ese cuadro. 1 El soneto fue magnifico: profundo, apasionado, muy poetico y escrito en un bellisimo castellano. Sonaba <>, como habia escrito Ruben Dario en su <>. No tenia demasiados adornos que tuvieran por objeto acentuar la maestria del idioma por el autor, ni alusiones alambicadas que mostraran su alto nivel cultural. Sin embargo, el poema revelo todo eso y mucho mas: la pasion, la sensibilidad y la capacidad innata para percibir --y ensenar-- la belleza. Y muy buen gusto. El soneto resulto una revelacion para mi. Me sereno y me devolvio la capacidad de pensar en algo mas alla de mis angustias, en algo hermoso, eterno y verdadero, lo que siempre esta a nuestro alcance, y que no nos abandona nunca. Hacer precisamente eso, en mi opinion, es el objetivo de la literatura, su raison d'etre, sea cual sea el genero. A primera vista Al fin del camino. En busca de Pepa la Pipera tiene poco en comun con los sonetos sublimes y edificantes sobre arte, personajes historicos, o la fe, distintivos de Guillermo Arroniz. Es una comedia de costumbres: ligera, irreverente y burlesca. Recuerda al Decameron --por los temas que trata: el amor, el destino y la magnifica imperfeccion humana--, asi como por el estilo en que los aborda: las bromas chispeantes como burbujas de champan, las escenas absurdas, eroticas y romanticas, una ironia fina y una satira mordaz. Sin embargo, la novela tiene la misma impronta inconfundible del autor que tienen sus sonetos. Es poetica y esta escrita con oficio y talento, por alguien que escribe, como reflexiona uno de sus personajes sobre los novelistas de casta, <>. Guillermo Arroniz es un hombre culto (y estoy hablando de las dos culturas: la que se escribe con mayuscula y la que se escribe con minuscula), y eso se nota. En sus alusiones --inesperadas y divertidisimas todas-- los personajes historicos, como el marques de Santillana, --los pragmaticos cambistas holandeses del siglo XVI-- y Napoleon, conviven con toda naturalidad con Mecano, Alaska, Rocio Jurado y Lady Gaga. Solo un hombre culto de verdad, el que se siente en el mundo de la literatura como pez en el agua, se atreveria a poner en una estanteria de su protagonista --uno al lado de otro-- los libros de Terenci Moix, de Pablo Perez y Las aventuras de Camilla, la peluquera que todo se lo cepilla, una novela sobre <>. Un peluquero perplejo, buscando el sentido de la vida, un grupo de (muy gais) amigos suyos, los colegas, los padres, los vecinos (este imprescindible coro griego de una obra espanola): asi son los personajes de esta novela; todos diferentes y cada uno con sus propios problemas y anhelos o incluso con una crisis existencial. Y la enigmatica Pepa la Pipera, a quien nadie conoce… o casi nadie, y quien, sin embargo, lo enlaza todo, pero no hasta el final. !Ah! Y tambien la ciudad pequena donde se desenvuelve todo, fluidamente y con precision de cirujano, un pueblo tan real y tan vivo que se pueden oler sus olivos y su hierba seca, escuchar sus gallos y pajaros, mirar sus casas blancas y <>. Y Espana, magnifica y frustrante, que sigue luchando contra sus demonios, <>, a la que el autor tiene muchisimo carino, tanto como a todos sus personajes. Nos enganchan las obras que nos hablan de nosotros mismos, sean cuales sean los generos, los estilos y los guiones. Un buen escritor siempre tiene una gran calidad humana y, al cerrar la ultima pagina de una novela buena, el lector se ha vuelto mas sabio, se siente enriquecido, con una mejor comprension de la vida y de si mismo. Asi es Al fin del camino. En busca de Pepa la Pipera. Es muy entretenida, frivola y repleta de ocurrencias dignas de Oscar Wilde, de enredos, equivocos y dialogos picantes (incluidas varias digresiones divertidas del autor y una <> preciosa sobre el sexo gay). Con todo eso, la novela no hace caso omiso a los problemas graves de nuestro mundo: la homofobia, el esnobismo, la intolerancia, los prejuicios, la superficialidad. Guillermo Arroniz trata estos temas con una suave ironia, sensibilidad y comprension, pero sin perder por ello nada de la seriedad de su mensaje. Es luchador pero sus armas preferidas son compasion y empatia, humor y educacion, y las usa con un extraordinario dominio del lenguaje. Nos coge dulcemente de la mano y nos lleva de una pagina a otra, no solamente haciendo que nos enamoremos de sus personajes, que libran sus batallas respectivas, sino tambien poniendonos ante unos espejos, animandonos a reflexionar, profundizar y compadecer. La novela es profundamente humana. Nos ofrece lecciones vitales y no seria precisamente un destripe decir que una de ellas es, en las palabras de una sabia protagonista, <>. Nunca mejor dicho. Y ahora, !a disfrutar! OLGA BOGDANOV Capitulo 1 Pancho. ?Y quien cono sera Pepa la Pipera? Se desperto con un desasosiego especial, con un frio que se le filtraba, ambicioso y directo, por varias partes de su cuerpo. Era un frio material, real. No sabia donde estaba, le costaba abrir los ojos y se sentia torpe y pesado. ?Dormia la ciudad la siesta o era aquel un sopor matutino? Tampoco recordaba que habia hecho la noche anterior ni como habia llegado a aquel lugar en el que supuestamente acababa de dormir. La sensacion de extraneza lo envolvia y se acumulaba al agarrotamiento de sus musculos. ?Que lugar era aquel tan estrecho en el que le resultaba casi imposible moverse? No era su cama, de eso podia estar seguro, aunque su pensamiento fuera lento, y agarrotado tambien. A pesar de tener una jungla de espesores en la cabeza, pudo ver que una sombra se acercaba… La sombra grito: <>. Asi, sin respirar y a mil decibelios por silaba. Efectivamente, Pancho, peluquero de profesion y de vocacion; treintanero por la gracia de haber nacido al principio de los ochenta, con la decada y el despiporrio; y grande y carinoso, se habia pasado mas de la cuenta con las copas la noche anterior y, dado el inexorable color blanco de la banera, habia confundido la ceramica con las sabanas de la cama. Bien es verdad que el frio de la ceramica le habia extranado un poco, pero lo habia atribuido a unas sabanas invernales… aunque estaban en julio, asados de calor en aquel pueblo a ocho kilometros de la costa. Ya se sabe que, mediando el alcohol, el razonamiento logico no pinta nada. El grito de su madre se le habia metido en la cabeza como un clavo potente que no dejaba de retumbar y saber a hierro, tambien frio. Por supuesto era incapaz de responder, pero empezo a moverse, al menos, para hacer saber a la sena Sole que la habia entendido. Sin embargo no debio de ser muy convincente su movimiento porque… la sena Sole abrio sin mucha delicadeza el grifo del agua fria para escarnio --y despierte-- de Pancho, que de pancho tenia poco en aquellos momentos. El grito de nuestro protagonista fue algo notable. Tanto que la vecina de enfrente penso: <>. Y es que no era un secreto que Pancho tenia preferencia por los hombres… o que para el sexo no le interesaban las mujeres, como uno quiera decirlo. Ni el se habia preocupado de pregonarlo, ni tomado las molestias de ocultarlo. Pero no se le conocia novio ni lio. Se sabia en cambio que habia sido un nino amable y carinoso a quien, apenas un ano atras, se le habian pegado, cual lapas, una pequena banda de amigotes muy fiesteros que no tenian mucho control, pero a los que no se les conocia escandalo grave. Pancho, empapado y aun torpe, se incorporo lo suficiente como para cerrar el grifo y volvio a caer en la banera, llevandose las manos a la cara para intentar despertar definitivamente restregandose un poco. La madre, conforme al fin, anadio: --Voy a prepararte un cafe bien cargado. Te espero en la cocina. Tenemos que hablar. Eso de <> era la primera vez que salia de los labios de su madre, al menos que el recordara. Y la preocupacion sobre aquello que tenian que discutir empezo a despertarle de forma mucho mas efectiva que el grito o el agua. ?Hablar de que? Tres cuartos de hora despues, duchado y cambiado, con un pantalon corto y una sencilla camiseta blanca, aparecia Pancho en la cocina donde esperaba, paciente, su madre. --Sientate, anda. Conociendote, te acabo de hacer el cafe. Los dos sabian que ese <> hacia referencia al proverbial y legendario ritmo lento de Pancho. Pero a ninguno de los dos le molestaba. Ellos no sufrian de las prisas de la gran ciudad, aunque a la sena Sole no le habian faltado nunca ni el brio ni la sangre para enfrentarse a todo, desde la muerte del marido a las huertas, cuando las tenian, que ahora vivia de las rentas de las tierras y la peluqueria del hijo, que, quien lo habria dicho, daba dinero. --Mira, hijo, eso de que vayas asustando a tu madre representando escenas de Saw no me parece bien.

  • El negro y la gata de Anton Arriola

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    El expresidiario y traficante de poca monta Javier Borrallo ?conocido como el Negro? es acusado de cometer un salvaje asesinato y acaba en la prision de Basauri. El Padre Azurmendi acude en su ayuda, convencido de la inocencia de su joven amigo, y se ve embarcado en una investigacion que le lleva a exponerse a peligros crecientes.

  • La tercera Frida de Enrique Escalona

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    Esa manana, la ciudad amanecio oculta por un manto de niebla que flotaba en silencio. El oficial aleman Karl Gurlitt salio del Hotel Le Royal seguido por dos soldados. Se internaron en la Plaza de Bellecour, caminando entre la bruma, sin poder ver los edificios de ventanas altas, balcones de hierro forjado, chimeneas de ladrillo y buhardillas con tejados que rodean la explanada. Tampoco era posible admirar la basilica que domina la colina de Fourviere en el horizonte. Solo quedaba a la vista, ademas de la blancura, la tierra rojiza que cubria la plaza. Oyeron gritos en la lejania y se detuvieron; era mejor ser precavidos. Lyon era conocida como la capital de la Resistencia, el movimiento frances que luchaba contra el invasor; es decir, contra ellos. Retomaron el paso. El sol habia aparecido como un halo entre las nubes. Un sol frio, sin fuerza para disipar la bruma de la noche. Karl penso que ya debian de haber llegado al otro lado de la plaza y temio haber perdido la linea recta. Nunca habia sido bueno para orientarse. Antes de la guerra atendia la tienda de antiguedades de su familia y rara vez salia de Hamburgo. Un viento gelido disipo algo la neblina y revelo la estatua del rey Luis XIV a caballo y senalando con un dedo la calle Emile Zola: la direccion que debian tomar. Caminaron en fila india por una banqueta estrecha y llegaron al edificio que hace esquina con la Plaza de los Jacobinos. Afuera estaba estacionada una camioneta de la que descendieron tres cargadores que se apresuraron a hacer el saludo nazi. Karl saco la llave del porton, lo abrio y el grupo paso frente a la puerta del departamento del matrimonio Mercier, los conserjes del edificio. --Estan subiendo. Han de traer las llaves de monsieur Barda --murmuro Claire. --Mejor. Asi no vendran aqui --susurro Antoine, su esposo. El dia anterior, un grupo de agentes de la Gestapo se habia llevado a Daniel y Berthe Barda, arquitectos franceses, de religion judia y habitantes del tercer piso. Karl Gurlitt estaba ahi para saquear su hogar. Su trabajo consistia en apropiarse de los bienes de las familias judias deportadas a campos de concentracion. Los muebles, las joyas, las antiguedades y las prendas lujosas se vendian en el mercado negro. Si aparecia alguna obra de arte clasico, la mandaba como regalo para el Fuhrermuseum que construia Adolf Hitler en Austria, el cual reuniria las obras incautadas a los paises ocupados. Karl abrio la puerta y encontro una decoracion peculiar, con muebles escasos y modernos, hechos con tubos cromados, tapizados en telas lisas y sin florituras. La duela de madera estaba libre de estorbos; unas discretas lamparas de acabado metalico decoraban las esquinas y habia una enorme pintura abstracta en la pared principal. --?Que es esto? --pregunto un soldado y senalo una pintura que mostraba frutas hechas con formas geometricas coloridas. --Es arte degenerado --contesto Karl. "Degenerado" era el termino que usaba el regimen nazi para describir el arte moderno y de vanguardia. Algunas de esas obras eran destruidas, y otras, revendidas a coleccionistas. Karl descolgo la obra, la coloco sobre la mesa y saco un sello que estampo en la parte posterior: la marca de la ERR, organizacion responsable de confiscar bienes culturales. Indico a los cargadores que se la llevaran, junto con una escultura de dos personajes abrazados y fundidos en un beso. Reviso un librero, encontro catalogos de exposiciones de arte, tratados de arqueologia y manuales tecnicos sobre arquitectura. Nada que le interesara. Entro a la recamara principal, se puso unos guantes y saco la ropa de los armarios. Encontro joyas que metio en una bolsa y un reloj que deslizo en su bolsillo. Siguio con la recamara de los ninos. Husmeo en un armario; movio algunos juguetes; no encontro nada interesante. Ordeno a los cargadores vaciar el piso. Dio instrucciones: los muebles, la estufa y los abrigos irian a una bodega; las cosas restantes serian usadas como combustible para la calefaccion. La memoria de una familia seria consumida por las llamas. Antes de irse, Karl se fijo en un cuadro sobre la chimenea. Era un dibujo hecho de lineas negras: parecia un laberinto y tenia algo de enigmatico. Lo descolgo y le coloco el sello por la parte de atras. Como era pequeno, decidio llevarselo el mismo. Los conserjes escucharon las botas militares bajando las escaleras. Temian que tocaran a su puerta, asi que contuvieron la respiracion hasta que escucharon que se cerro el porton. Antoine espero un instante, busco una silla, la puso cerca de la entrada, subio en ella y abrio la puerta de una alacena empotrada sobre el pequeno cuarto de bano. Un nino de tres anos se asomo, silencioso, y Claire lo recibio con un abrazo. --La senora Barda me lanzo una mirada insistente cuando paso por el pasillo. Ahi entendi que habia escondido al nino. El pequeno, de cabello rubio y lacio, tenia ojos de color gris muy claro, que transmitian miedo y tristeza. Se chupaba el dedo, abrazado a la senora Mercier. Aunque no comprendia a donde se habian llevado a sus papas, intuia que ya no volverian. Karl regreso a su habitacion en el Hotel Le Royal y se asomo por la ventana hacia la Plaza de Bellecour. La neblina se habia disipado. Habia soldados a un costado de la escultura del rey. Alguien habia pintado en la base VIVE LA FRANCE LIBRE con la Cruz de Lorena, simbolo de la Resistencia. Los alemanes solian decir que no les importaba quien lo habia hecho, sino quien pagaria por ello, asi que detenian a cualquiera que pasara para interrogarlo y amedrentarlo. El sol ya no se veia a simple vista; habia cobrado fuerza y deslumbraba. En un mes comenzaria la primavera y brillaria con toda su intensidad. Los dias cortos y oscuros del invierno no durarian por siempre. Tampoco la ocupacion alemana. Karl sabia que el Tercer Reich se derrumbaria antes de los mil anos que Hitler habia prometido. Mucho antes. Ya tenia listos sus documentos falsos y escaparia de Europa en la primera oportunidad que se le presentara. Admiro su botin personal. Se puso el reloj; la cubierta debia ser de oro; le quedaba bien. Luego coloco el cuadro sobre el buro para admirarlo. Personalmente no tenia nada contra el arte moderno, y ese dibujo de lineas en tinta negra le parecia bien hecho. ?Seria una obra valiosa? Ya no parecia un laberinto, sino dos piramides vistas desde arriba. Encontro algo escrito a mano en la parte inferior; una palabra en una lengua desconocida, que pronuncio con lentitud. Decia: "TEOTIHUACAN". 1 TU LO SERAS Esa manana de febrero las jacarandas de la Ciudad de Mexico amanecieron llenas de florecitas moradas. Los arboles de la colonia Roma lucian una explosion violacea y los ciclistas se detenian para sacar sus telefonos, tomar una foto y ser los primeros en reportar el inicio de la "temporada jacarandosa" en las redes sociales. Los turistas senalaban la colorida invasion desde el segundo piso del Turibus e incluso los automovilistas --que en esta ciudad de trafico suelen ser irascibles o indiferentes-- bajaban la ventanilla para contemplar el paisaje. Era un hermoso dia con un cielo azul que anticipaba el final del suave invierno capitalino. Damian Diosdado llego hasta el cruce de Mazatlan y avenida Veracruz y se detuvo para dar una vuelta completa sobre su eje y admirar las jacarandas en flor. Era un joven sensible a la belleza. De hecho, habia sido entrenado para reconocerla y encontrarla: era un detective especializado en buscar tesoros. Habia aprendido bien el oficio de su padre y de su abuelo, el fundador de la Agencia Diosdado. Era capaz de rastrear el destino de una escultura robada, de localizar una moneda o de investigar donde andaria el timbre faltante de una coleccion. Su aspecto era el de un joven alto, pero no demasiado; delgado tirando a flaco; moreno y de cabello negro. Usaba ropa anticuada: pantalon de pinzas, camisa negra abotonada hasta el cuello y un saco de lana a cuadros que habia encontrado entre las cosas que dejo su abuelo. Hay que decir que su estilo vintage no desentonaba entre la gente que habitaba ese barrio de artistas y creativos que vestian como les daba la gana: chicas con botas a la rodilla y piernas tatuadas; barbones de saco, chaleco y reloj de bolsillo, o corredores en ropa deportiva fosforescente que pretendian seguir en la decada de 1980. Esa manana, a Damian lo habia despertado la llamada de don Fernando Mondragon, un conocido exfuncionario de cultura y coleccionista de arte que le pidio ir a su casa de inmediato. Como se trataba de algo urgente, le entusiasmaba la posibilidad de conseguir un buen caso. Llego a la calle Valladolid, llena de flamantes edificios de departamentos que tienen por fachada entradas de garaje y letreros de no estacionarse --como si fueran hogares para carros y no para personas--. La unica casa antigua que sobrevivia era aquella de don Fernando, un pequeno castillo de ventanas altas y vitrales que reproducian el escudo de su familia. En cada esquina tenia remates de cantera con forma de dragon y en las paredes, frondosas enredaderas verdes. El lugar se veia tal y como hacia un siglo, excepto por las camaras de vigilancia que monitoreaban el exterior. Damian se detuvo frente al porton de madera, que tambien tenia tallado un dragon en relieve, y toco el timbre del interfon. Mientras esperaba a que abrieran, saco su celular para fotografiarse frente a la casa. Tenia una coleccion de selfies en sitios de la Ciudad de Mexico que parecian ser de otro pais. En esa foto podria decirse que estaba en Europa, tal vez en Francia. Claro, era una mera suposicion, porque Damian nunca habia estado en el Viejo Continente. Su trabajo como detective de tesoros era esporadico y ni siquiera podia pagar la renta de un departamento; dormia en el sillon de su despacho, sus gastos eran limitados y la posibilidad de un viaje al extranjero era mas bien lejana. Se oyo el tono indicador de que la puerta estaba abierta. Damian la empujo y se encontro con don Fernando. Era un hombre delgado, bien conservado, de abundantes canas, que vestia un traje de pana. Aunque no lo conocia en persona, lo habia visto en los diarios y en la television, inaugurando exhibiciones o dando entrevistas. Tras saludarse, caminaron por un pasillo cubierto de azulejos gastados, entre jarrones, plantas y medias columnas decorativas. Entraron a un salon de techo alto con vigas de madera e iluminado por los vitrales de dragones que se veian desde el exterior. Las paredes tenian cuadros de distintos tamanos. La mirada entrenada de Damian reconocio los azules intensos de Rufino Tamayo y un paisaje con un volcan en erupcion, el cual solo podia ser obra del pintor Gerardo Murillo, mejor conocido como Dr. Atl. Don Fernando se veia apurado, poco dispuesto a hacer una visita guiada de su coleccion. Tomo asiento en una silla de respaldo alto y madera dorada que parecia un trono --algo excesiva y cursi, para ser sinceros-- y senalo a Damian un sillon estilo rococo para que se sentara. --Agencia de Detectives Diosdado --leyo don Fernando en la tarjeta que Damian le habia entregado. --Asi es. Me especializo en investigaciones sobre obras de arte y antiguedades. Mi abuelo la fundo y la continuo mi padre, pero el se fue de Mexico y ahora yo estoy al frente... --No necesita leerme sus cartas credenciales --lo interrumpio don Fernando--. Supe de usted por el caso de la moneda de la muerte y me sorprendio que hubiera encontrado ese extrano peso de plata para la familia Lorca. Ahora soy yo quien necesita sus servicios y tengo prisa por mostrarle algo. --?De que se trata? Don Fernando se levanto y camino hacia una de las esquinas del salon. Alli habia un caballete con una pintura de grandes dimensiones, tapada con una tela blanca, que descubrio de un tiron. Era una pintura al oleo de un par de metros de largo y poco mas de un metro de alto. Mostraba una de las escenas mas extranas que Damian hubiera visto: un escenario teatral enmarcado por unas gruesas cortinas rojas y una escenografia de hojas gigantes. En medio habia una mesa con patas de animal de la que salia sangre. Los primeros personajes eran un nino y una nina bien vestidos que miraban al espectador con gesto tranquilo; enseguida habia un monstruo de brazos largos, overol y cabeza diminuta que parecia ser un judas de cartoneria, como los que queman en Semana Santa. En el otro lado de la mesa habia un venado, un esqueleto gigante de carton y un personaje largo y flaco que tenia un brazo clavado en la mesa y el otro unido al munon de la figura central, nada menos que la inconfundible Frida Kahlo, en huipil y falda de tehuana. El conjunto recordaba la pintura de La ultima cena, de Leonardo da Vinci, pero en version de pesadilla. --?Es lo que estoy pensando? --pregunto Damian y se acerco a ver la firma de la pintora--. Esta debe ser La mesa herida. Don Fernando. !usted ha hallado la pintura perdida de Frida Kahlo! Don Fernando levanto los hombros con indiferencia y senalo el cuadro con la barbilla para que Damian continuara con su inspeccion.

  • El perro que comia silencio de Isabel Mellado

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    Peces y espejos, colores esperando en los museos, celos, ombligos en fuga, amores oniricos, un masoquista que llora de oreja a oreja, son algunos de los ejes que conforman este libro desfachatado y tierno. Insolito y fragil. Como un concierto, El perro que comia silencio consta de tres movimientos: Mi primera muerte, La musica y el resto y Huesos. Escritos en un tono ludico e intenso, en estas paginas el lector transitara por una gran variedad de temas donde la musica es quiza la unica certeza. Sobre El perro que comia silencio se ha dicho: "Pocas veces se tiene el privilegio de encontrar un primer libro capaz de transmitirnos tanto asombro literario, tanto placer del lenguaje. Un banquete de talento, humor e ingenio melancolico", Andres Neuman; "Sin dejar de ser originales, en estos cuentos de Isabel Mellado resuena el eco del piano de Felisberto Hernandez y el tam-tam de las greguerias de Gomez de la Serna.

  • El extrano de mis suenos de Selenia Grant

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    El cuenco de fresas con nata estaba encima de la mesa grande del comedor, me levante indecisa y cogi una de ellas. La saboree en mi boca y se deshizo el jugo dulce que tanto me apetecia, era una delicia poder disfrutar de ese manjar junto a el. Suerte que estaba dormido o de lo contrario volveria a caer en la tentacion, en el deseo de perderme entre las sabanas solamente con ese macho alfa que me volvia completamente loca... Escuche una voz en la lejania que irrumpia en mi placido sueno. Se desvanecio su imagen, la habitacion de diseno, las deliciosas fresas y mi subconsciente se empezo a dar cuenta y a reconocer la voz que me llamaba: volvia a tratarse del mismo sueno. Me levante casi de un brinco de la cama y me vesti en menos que canta un gallo para volver al mundo real, saliendo a toda prisa de mi habitacion y corriendo hacia la cocina para tomarme un cafe antes de ir al gimnasio. – !Buenos dias Bella Durmiente! - Me saludo mi hermano mientras ojeaba el periodico de todas las mananas en la cocina. Le di un beso en la mejilla mientras a su vez le daba un sorbo a su taza de cafe recien hecho. Mi hermano habia sido el culpable de desvelarme de ese sueno que se me repetia muy a menudo ultimamente. A mis 32 anos recien cumplidos todavia no habia encontrado a mi alma gemela ni tampoco estaba interesada en hacerlo por el momento, pero estaba empezando a preocuparme el hecho de sonar casi cada noche con alguien desconocido y que no habia visto en mi vida antes. No era normal en mi, tener ese tipo de extrano deseo por un hombre que posiblemente habia creado el subconsciente. – Dalia, me voy a la oficina, ?Estaras en la consulta a la hora del almuerzo? – Pues claro, aunque no te retrases como la ultima vez... No quiero volver a hacer esperar al senor Fisher. Mi hermano Dorian trabajaba como agente de seguros y solia pasarse para almorzar algunas veces a la semana. Me habia costado mucho sacrificio y constancia abrir mi consulta privada, gracias a Dios lo habia conseguido y de momento mi consulta de psicologia iba viento en popa. Lo se, mis padres nos pusieron nombres de Dioses griegos a mi hermano y a mi, supongo que estaban demasiado entusiasmados y a la vez exhaustos de concebir gemelos, aun no he tenido descendencia, pero criar a dos criaturas a la vez, tiene que ser una gran aventura. Cuando este en mis planes tener hijos, realmente me dare cuenta de lo que supone, por ahora disfruto de mi juventud y solteria. Sali de casa como alma que lleva al diablo, llevaba media hora de retraso y no queria hacer esperar a mi primer paciente del dia, asi que el gimnasio tendria que esperar por hoy. Estaba un poco indecisa y a la vez un tanto nerviosa. Mi paciente estrella, el senor Fisher me habia encomendado una tarea bastante engorrosa. Necesitaba hablar conmigo y puesto que estaba enfermo, debia acudir a su casa para visitarle alli. Robert Fisher era un magnate de las finanzas, un hombre rico y poderoso que seguro que habia sido todo un galan en su juventud. A sus 60 anos, seguia conservando su atractivo y mucha gente lo comparaba con George Clooney. Tenia mas de media hora de camino y me fastidiaba conducir de noche, por si fuera poco, estaba lloviendo a cantaros y me preocupaba salirme de la carretera. Mi viejo Volkswagen tenia las ruedas desgastadas y no estaba para esos trotes, sin embargo, estaba acostumbrada a ir al trabajo en metro. No hubiera accedido a esta proposicion si no se hubiera tratado del senor Fisher, hacia casi dos anos que era paciente mio y al ser su psicologa particular, conocia casi su vida entera. Sus propinas me ayudaron a subsistir cuando empece con el negocio; era justo que le devolviera el favor. Mi telefono movil empezo a sonar, en la pantallita iluminada aparecia el nombre de mi mejor amiga, puse el manos libres y respondi. Carla estaba entusiasmada por volver a Nueva York, llevaba seis meses estudiando en el extranjero y estaba deseando llegar para contarme sus anecdoticas experiencias. Yo tambien necesitaba que volviera, la echaba demasiado de menos y queria contarle todo lo que me habia sucedido desde su marcha. Por ahora, faltaban 2 dias para que aterrizara en tierras americanas y tenia que ingeniarmelas para conseguirle sitio en mi casa, puesto que mi hermano se habia instalado en la habitacion de Carla y no habia tenido el valor de decirselo. Estaba mal por mi parte cederle su habitacion, pero no imaginaba que regresara tan pronto ni tampoco que mi hermano se quedara mas de lo previsto. Su "prometida" o lo que fuese a estas alturas, le habia echado de su casa a raiz de una discusion y no podia dejar a Dorian en la calle, puesto que mis padres todavia se encontraban de misioneros en Africa colaborando con una ONG. Colgue la llamada justo en el momento que mi coche emprendia el largo sendero de entrada a la mansion Fisher. Al acercarme a la verja de entrada, esta se abrio sola y pude continuar el camino hasta llegar a una zona boscosa y muy verde. Era increible lo que contemplaban mis ojos, estaba anonadada y encandilada con aquella inmensa mansion, daba un aire un tanto tetrico de noche y sobre todo me hizo recordar a las tipicas fortalezas encantadas de las peliculas de terror. Todo tenia un halo misterioso, aunque lo mas fascinante en si no era la mansion, sino a quien me encontre dentro. Un pequeno camino empedrado llegaba hasta la puerta de entrada. Atravese el camino vigilando no tropezar con los tacones y llegue al fin a la entrada. Toque el timbre mientras esperaba en la penumbra, nerviosa y a la vez extranada por las novedades del dia. Cuando me abrieron la puerta, me desmaye al poner un pie en la estancia. No podia creer lo que mi vista me estaba mostrando, no podia ser de ninguna de las maneras. Las piernas empezaron a temblarme y no pude ni siquiera pronunciar palabra, empece a sentirme muy cansada y todo se volvio borroso a mi alrededor. La ultima imagen que vi antes de sumirme en la oscuridad y caer desmayada en sus brazos, fueron sus penetrantes ojos azules que escudrinaban con preocupacion mi cara palida. Empece a recobrar el conocimiento, pero no me levante. Me encontraba tumbada en un sofa, en una pequena estancia rustica muy acogedora. Las paredes eran de madera, al igual que el techo y el suelo, habia dos grandes estanterias a ambos lados llenas de libros y cabezas de ganado colgadas en las paredes. No sabia que al senor Fisher le apasionara la taxidermia, me dije para mis adentros mientras observaba con detenimiento. Una sola lampara de estilo vanguardista alumbraba la sala, era acogedora y enfrente de mi habia una chimenea con el fuego encendido, el estaba sentado delante, mirando fijamente las llamas. Incluso estando de espaldas podia reconocerle, era el hombre de mis suenos, no cabia duda alguna. Se trataba del mismo joven apuesto que aparecia cada noche en mis letargos nocturnos. Era un chico alto y de constitucion fuerte, moreno y de ojos azules. Hacia que me deshiciera como un helado en verano, parecia que pudiera desnudarme solo con una mirada. Nunca me habia sentido tan atraida por alguien, ni siquiera por ninguno de mis novios cuando apenas era una adolescente, ni tampoco por ningun ligue esporadico. La situacion era cada vez mas rara y a la vez emocionante.

  • El quinto cristal (Las hijas de las tormentas 3) de Jordi Sierra I Fabra

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    Joa intuye que el cristal que le dejo su madre es la clave para volver a establecer el contacto con ella. Todas las Hijas de las Tormentas habian aparecido con uno, pero tambien habian desaparecido con el, excepto ella y Amina. Necesitan encontrar a la tercera mujer que puede darles la pista definitiva Indira Pradesh nacida de una de las Hijas de las Tormentas. Sin embargo, convencer a Indira no sera facil, su dura vida la ha convertido en una mujer esceptica y amoral, con unos extraordinarios poderes.

  • Senales del destino (Edentown 6) de Annabeth Berkley

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    Bronwyn Evans fruncio su bonita nariz cuando empezo a oler a quemado. Supuso que seria el olor de las ruedas de su jaguar al contacto con el asfalto en ese caluroso dia de verano. Llevaba conduciendo varios dias, sin rumbo, sin prisa, sin dar vueltas a nada mas que a desaparecer y huir de la vida que llevaba en Los Angeles. Penso en que deberia encontrar pronto alguna idea sobre que hacer con su futuro, porque se habia recorrido casi todo el pais, sin llegar a ninguna conclusion o sin tener una direccion clara de hacia donde dirigir sus pasos. Habia metido parte de su ropa en tres maletas enormes, cerrado su piso y empezado a conducir. Su intencion era establecerse en algun lugar, y que le enviaran alli el resto de sus pertenencias, pero aun no habia encontrado ningun sitio que le gustara lo suficiente. En un principio habia pensado en encontrar alguna senal que le indicara donde parar, pero hacia tiempo que habia dejado de pensar en ello. El olor a quemado se intensifico. Eso empezo a no gustarle demasiado. Quiza debia parar en alguna gasolinera o encontrar algun taller mecanico. Sin detener el coche busco en su movil un asistente de viaje para pedirle la direccion de la gasolinera mas cercana y dirigirse a ella. Poco despues y siguiendo las indicaciones que habia recibido, paso por un cartel de bienvenida a un pueblo. ?Edentown? ?A que le sonaba ese nombre? Llego a duras penas hasta la gasolinera. Notaba como su coche iba disminuyendo la velocidad hasta finalmente pararse junto a un surtidor. Dexter Campbell se estaba secando el sudor de su frente cuando el Jaguar blanco descapotable de los anos 90, con el que llevaba sonando desde que recordaba paro en su gasolinera y empezo a echar humo escandalosamente. ?Quien podia hacer eso con semejante reliquia? Se enfado. Ese coche era un clasico, se merecia un respeto. Salio del taller mecanico que habia junto a la gasolinera, tambien de su propiedad, visiblemente molesto. Ese tipo lo iba a escuchar. Otro ricachon despreocupado, penso dirigiendose a el. Bronwyn salio algo asustada del coche en cuanto empezo a ver el humo. --No explotara, ?verdad? --pregunto al mecanico que iba hacia ella con cara de pocos amigos. Agradecio la suerte de que hubiera un taller mecanico junto a la gasolinera, pero no podia dejar de pensar en el humo que salia del coche con todo su equipaje dentro. --No, senorita, no explotara --le dijo enfadado abriendo el capo para que todo el humo terminara de salir. No vio a nadie mas acompanandola y se percato de las tres enormes maletas de color dorado que habia en su interior. Otra turista con la cabeza vacia. La miro para decirle lo que pensaba sobre la imprudencia de no controlar el agua del coche, pero se quedo sin palabras. Era preciosa. Su largo y ondulado cabello castano recogido en una coleta, sus bonitos ojos azules de oscuras pestanas, su boca carnosa y sugerente, su escultural figura de largas piernas apenas cubiertas por un vaquero corto de color claro. Su discreto escote que apenas disimulaba lo que ocultaba... Abrio y cerro los ojos varias veces. ?Se podia ser tan guapa? Debia de ser un sueno. --?Que le ocurre al coche? ?Tiene arreglo? --le pregunto preocupada sin dejar de mirar a su inseparable companero desde hacia diez anos. Dexter se obligo a dejar de mirarla para volver a mirar el coche. --?Cuanto hace que reviso el agua del motor? Bronwyn se encogio de hombros ?Cuando habia sido la ultima revision? --No lo recuerdo --le dijo sincera. Miro al hombre de musculosos brazos cruzados sobre la camiseta gris que llevaba con mas de una mancha de grasa. Lo que sintio al verlo hizo que todos sus sentidos se pusieran alerta. Era muy guapo, de cabello castano y ojos verdes. Alto y realmente atractivo. El mono de mecanico del que se habia quitado la parte superior y anudado a la cintura no hacia mas que estimular su imaginacion. Aunque recordaba haber hecho alguna sesion de fotos en algun taller mecanico en sus primeros trabajos como modelo, ese hombre no tenia nada que envidiar a sus companeros de trabajo. No. Se obligo a dejar de mirarlo. Todos los hombres eran unos egoistas, y ella habia decidido no volver a saber nada de ellos. --?Es grave? --le pregunto volviendo la atencion al coche. Dexter la miro con paciencia. --Espero que no tenga prisa, senorita... --Bronwyn --le respondio ella. Dexter sonrio atractivo. --?Tienes nombre de bizcocho de chocolate con nueces? Bronwyn levanto la ceja sorprendida. --?Brownie? No --le dijo seria--. Me llamo Bronwyn. Dexter volvio a mirarla. Tambien era preciosa cuando estaba molesta. Podria perdonarle haber tratado tan mal a esa reliquia de cuatro ruedas. --?No nos hemos visto antes? --No --le dijo cortante--. Es la primera vez que vengo por aqui. --?Y desde donde vienes, Brownie? --le pregunto sacando las maletas del coche sin darle explicaciones. --Bronwyn --insistio ella--. Vengo desde Los Angeles. --?Conduciendo? --le pregunto asomandose sobre el motor del coche que habia dejado de humear. --Si --le explico ella acercandose tambien a mirar las tripas de su coche sin saber que estaba viendo, o que tenia que mirar. --Pues el viaje se te ha acabado de momento --le explico Dexter notando su presencia junto a el. La miro a los ojos, haciendo un gran esfuerzo para no mirarle dos palmos mas abajo. --?De verdad? ?No puedes hacer algo? Dexter le sonrio atractivo. Le habia parecido musica celestial para sus oidos. --Podria hacer muchas cosas contigo, pero no con tu coche --le dijo seductor--. El --senalo acto seguido al coche sin darle opcion a la replica airada que le iba a dar a juzgar por la expresion de su cara-- va a tener que pasar calculo que unos tres dias en el taller. Te has cargado el radiador y el motor, bonita ?Cuanto tiempo has pasado conduciendo sin agua? Bronwyn se encogio de hombros. --?No tenias parpadeando una luz roja? Bronwyn no lo recordaba. Apenas le gustaba conducir, pero ese coche se lo habian regalado en uno de sus primeros trabajos y le habia hecho sentirse muy orgullosa de ella y del dineral que le habian pagado. Le parecia logico largarse de Los Angeles con el y recordarse que podia conseguir cualquier cosa que se propusiera. Dexter evito mirarla. Bastante calor sentia ya. ?Como se podia mal tratar asi a un clasico como era aquel coche? Sus maravillosas y largas piernas la iban a librar de la bronca que le hubiera echado y del precio que le hubiera cobrado a un hombre cualquiera. --Puedes esperar a quien quieras alli dentro --le senalo una pequena dependencia de la gasolinera. --?A que te refieres? --le pregunto ella confundida. Aun le estaba dando vueltas a eso de que el coche tardaria tres dias en estar arreglado. --Si algun amigo viene a buscarte --le dijo--. Te podria acercar esta maravilla a donde me dijeras --le sonrio atractivo. Bronwyn desvio su mirada. Ese hombre era increiblemente atractivo y lo sabia. Ese tipo de hombres siempre habian sido su debilidad, pero sabia por experiencia que eran egoistas, prepotentes y manipuladores, y tenia mas que claro que no queria volver a hablar siquiera con alguien asi. --?Y aqui hay algun sitio donde quedarse? No tengo prisa --le pregunto encogiendose de hombros. Nadie la esperaba, nadie iba a echarla de menos. Dexter sintio que le faltaba el aire. ?Iba a quedarse en Edentown? ?Y el era el primero en saberlo? Algo debia haber hecho muy bien en otra vida para que una oportunidad asi se presentara. --Tienes un hotel cerca del lago, el Eden's Star, pero me extranaria que hubiera alguna habitacion libre. Estamos en temporada alta... --?Entonces? Dexter se le acerco un poco mas. Lo suficiente para que ella se diera cuenta de que el estaba mas que dispuesto a estar con ella. Bronwyn lo miro altiva. Dexter dio un paso atras extranado. --?Seguro que no nos hemos visto antes? --Si, estoy muy segura --le dijo ella muy seria. Lo recordaria sin duda. Era demasiado guapo. Y ella hacia mucho tiempo que solo se codeaba con modelos, empresarios millonarios y personas consideradas V.I. P. por lo que, aunque hubieran coincidido en algun sitio, ella no se habria fijado en alguien que no fuera de su entorno. --?Que otras opciones tengo? --?Para tres o cuatro dias? Puedes venirte a mi casa. --Eso te gustaria, ?verdad? --le pregunto Bronwyn empezando a enfurecerse. --No te lo voy a negar --le contesto el. Bronwyn resoplo antes de darle la espalda y agarrar sus enormes maletas. --?Por lo menos me podrias indicar como llegar a algun sitio? --le pregunto molesta. Dexter la siguio con una mueca. --Deja aqui tus maletas. Cuando sepas donde ir llamame y te las llevare. La posibilidad de mi casa sigue en pie --le cogio el movil que llevaba en la mano y le grabo su telefono movil--. Me llamo Dexter Campbell y --volvio a sonreirle--. Si vienes conmigo no pasaria nada que tu no quisieras. Bronwyn le cogio el movil de la mano. --Ni lo suenes --le respondio--. Antes dormiria en un banco del parque. --Eso es porque no me conoces --le sonrio sintiendose ligeramente frustrado. Volvio a coger su telefono y se llamo a si mismo.

  • Una dama perversa de Olga Salar

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    Lady Sofia Carroway estaba decidida a llevar hasta las ultimas consecuencias sus intenciones de casar a su hermana esa misma temporada; con lo que no contaba era con que ella misma formaba parte del plan de otra persona, que estaba tan dispuesto como ella misma a conseguir todo lo que se habia propuesto.
    ?Podran cumplir ambos con sus objetivos o el amor les hara ceder a los deseos del otro?

  • Ellos y nosotros (La Segunda Revolucion 2) de Costa Alcala

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    Despues de la Revolucion, Aura y Dominio desaparecieron de Nylert. Las ocho Familias restantes vivieron en paz. Pero ahora Dominio ha vuelto. Y solo unos pocos estan preparados para lo que va a suceder.

  • Pata Negra de Eduard Freundlinger

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    Kilian viaja desde Munich a la ciudad costera Granadina de Almunecar, para investigar el suicidio de su hermano Xavier. El no quiere admitirlo, a pesar de que las evidencias son claras. Alli se encuentra con Joana, recepcionista del hotel en el que murio su hermano. Joana tambien sufre un duro golpe del destino, su hermana Carmen ha desaparecido sin dejar rastro despues de asistir a una boda en el mismo hotel. Joana y Kilian investigan por su cuenta y pronto tendran una terrible sospecha sobre la muerte de Xavier. Cuando la madre de Joana, que trabaja como limpiadora en el hotel desaparece, los acontecimientos dan un vuelco, y despues de una arriesgada busqueda de pistas, nada es lo que parece ser…

  • Donde Pertenecemos de Brenda Novak

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    Savanna Gray necesitaba otra oportunidad. Su vida se habia desmoronado cuando su esposo fue detenido por violar a tres mujeres. Tras divorciarse, se llevo a sus dos hijos a Silver Springs, buscando refugio en la granja que su difunto padre siempre habia querido rehabilitar.

  • Ultima llamada. Destino Irlanda de Victoria Valencia Duran

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    Cuando Sara, una joven de veintidos anos recien titulada en Psicologia pero inexperta en temas del amor, conoce por casualidad a Andrew, un irlandes de unos cuarenta anos muy atractivo y con una buena posicion social y economica, sentira por primera vez en su vida lo que es el verdadero amor. Y a pesar de la gran diferencia de edad, ambos se enamoraran. Pero pronto la vida de Sara dara un giro inesperado cuando descubra que Andrew, el amor de su vida, oculta un gran secreto que pondra en riesgo su relacion. Ultima llamada: Destino Irlanda es una novela que te cautivara desde el primer momento. Aprenderas a conocer el amor de una manera muy profunda a traves los ojos de Sara y Andrew, quienes representan el mas claro ejemplo de que ni el tiempo ni la distancia pueden con el destino.

  • Tal para Cual (Amores a flor de piel 3) de A.m. Silva

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    NOTA: CAMBIO DE PORTADA.
    Raquel es una exitosa disenadora de interiores que sabe lo que quiere y no tiene ningun reparo a la hora de imponer su voluntad. Pero nada es permanente y, de un dia para otro, su perfecta vida da un giro de ciento y ochenta grados. Completamente arruinada acepta el reto que se le presenta y se marcha a Londres para poder ejercer su profesion. Sin embargo, nada mas llegar descubre que las cosas no van a ser como ella imaginaba.
    Bastian Drake es un arquitecto de renombre internacional. Es un obseso del control y esta acostumbrado a que su palabra sea ley. Vive por y para su empresa hasta que la mujer que le hizo perder la cabeza un ano atras vuelve a irrumpir en su ordenada vida para ponerla del reves. Eso... si el lo permite.
    Raquel tiene que hacer frente al mal genio de su jefe dia tras dia si quiere sobrevivir. ?O sera el quien tendra que hacerlo? Porque ella es una mujer de armas tomar que lo unico que quiere es otra oportunidad para seguir adelante.
    Ninguno da su brazo a torcer. ?Derrotara el amor al orgullo?

  • Un hombre al mando de Laurelin Paige

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    Tenia el brazo levantado y el movil en la mano mientras buscaba cobertura cuando lo oi. Un maullido leve. El tipico sonido de un gatito en apuros. Aguce el oido y examine a mi alrededor. Detras de mi, cuatro estructuras con forma de silo se erigian apinadas. Abajo, el bar de la azotea bullia de actividad. Enfrente, el Empire State atraia todas las miradas, resplandeciente con los colores del arcoiris (en honor a la manifestacion en favor del colectivo LGBTQ, convocada para ese fin de semana), pero el exceso de luces centelleantes de discoteca del local hacia palidecer la atraccion turistica. Habia mucho barullo, una de las razones por las que me habia escabullido a la parte mas alta del edificio: queria hacer una llamada. El otro motivo que me habia empujado a subir a la azotea era que todavia no habia conseguido que en mi pantalla apareciera mas de una raya de cobertura. Los maullidos, conclui, debian de proceder de los depositos, sirvieran para lo que sirvieran. Imagine que hacian las veces de trastero para guardar objetos mecanicos para el edificio: para el sistema electrico, el aire acondicionado y vete a saber que mas. Algun arquitecto de esos de prestigio habia decidido, por alguna razon, que unas torres cilindricas de un tono bronce con tapas que parecian un sombrero conico asiatico eran el mejor modo de hacer que el material industrial quedara mas bonito. De verdad, la ultima moda en diseno de la ciudad de Nueva York escapaba a mi entendimiento. Para mi, tenian una pinta rarisima. Ademas, los habian colocado en la parte mas alta de un edificio de sesenta plantas, de modo que la probabilidad de que hubiera oido a un gatito extraviado era bastante infima. De todas formas, el ruidito habia cesado. Es probable que hubiera sido el chirrido de un generador o que me lo hubiese imaginado. Volvi a centrarme en el movil. Dos rayas si me situaba en esa direccion. Termine de subir los tres escalones que faltaban para llegar por fin a la planta superior. !Tres rayas! Con eso bastaria. Pero... volvi a oir al gatito. Otra vez. Y otra. Quedaba descartado que fuera algo mecanico. Baje la mano con la que sostenia el telefono y empece a rodear uno de los depositos. Si no se trataba de un gato (porque tan arriba no podia ser, ?no?), ?que era entonces? ?Esos ruidos los podian hacer las ratas? Solo de pensarlo me puse a temblar. Lo cierto es que no tenia ningun motivo para ponerme a buscar de donde procedia el sonido. Pero ?y si era un gatito? Quiza los del bar hipster de abajo tenian uno aqui en la azotea para que mantuviera a raya a los ratones. No era una idea tan descabellada y me empezo a picar la curiosidad, asi que, en contra de lo que me dictaba el instinto, segui rodeando el segundo deposito. De pronto, me quede petrificada. Aquel ruidito no lo emitia un animal, sino una mujer. Se encontraba a unos cinco metros y apoyaba la espalda en la pared de ladrillos de una chimenea al otro lado de los depositos. Tenia los ojos cerrados, llevaba un vestido de fiesta remangado por la cadera y los sonidos que emitia eran gemidos de placer, no de sufrimiento. Segun parecia, se los estaba provocando el hombre situado delante de ella. En concreto, su mano, que se movia entre sus piernas. Y !uf!, a juzgar por la expresion de la mujer, el hombre sabia lo que hacia. Retrocedi con sigilo y a toda velocidad mientras rodeaba el deposito y solte el aire despacio. No sabia si echarme a reir o... bueno. ?Es que que otra reaccion iba a tener, si no? Desde luego, el cosquilleo instantaneo de excitacion que se me habia despertado entre los muslos no era la respuesta adecuada. Vamos, que lo mejor era reirse. Me rei en silencio, para no molestar a los <>. Sin embargo, cuando el impulso de tomarmelo con humor se desvanecio, el cosquilleo seguia ahi. Hacia mucho tiempo desde la ultima vez que habia echado un polvo. La ultima relacion seria que habia tenido termino en verano, y luego busque un clavo que sacara a otro calvo durante el fin de semana de Halloween, pero, desde entonces, nada... y estabamos a principios de septiembre. !Madre mia, pero si ya casi hacia un ano! No me extranaba que sintiera tanta curiosidad por aquel par de desconocidos que se metian mano en un rincon apartado de la juerga en la azotea. La excitacion indirecta era demasiado tentadora. Sin hacer ruido, rodee el deposito de puntillas con el cuerpo pegado al edificio. Solo queria... echar una miradita. Guau. Esta segunda vez, la escena era tan sensual como la primera. Mas incluso ahora, que la mujer empujaba las caderas hacia la mano de el. La forma en que el hombre le sostenia las manos por encima de la cabeza, el hecho de que no se estuvieran besando, que los unicos puntos de union entre sus cuerpos fueran la mano de el que le agarraba las munecas y la otra metida entre sus piernas, constituian un espectaculo obsceno, lisa y llanamente. Y cuando ella solto otro gemido, por poco no se me escapo uno a mi tambien. Tome nota mental: <>. Tanto, que habia olvidado por completo la razon por la que habia subido a la azotea. Tanto, que me palpitaba la entrepierna. Tanto, que ni se me ocurrio esconderme cuando la mujer profirio un ultimo grito ahogado y se estremecio al llegar al orgasmo. Era evidente que aquel era el preciso instante en que deberia haberme ido. Bueno, vale, deberia haberme ido antes, pero como no lo habia hecho, el momento era ese. Sin embargo, me quede ahi, pasmada por la actitud indiferente con la que el hombre se saco un panuelo de un bolsillo interior del esmoquin y se limpio la mano antes de metersela en el bolsillo. Ni siquiera se lo ofrecio a la mujer. No fui la unica que se dio cuenta. Ella puso mala cara mientras se recolocaba el vestido, pero enseguida recupero la sonrisa. Se echo la melena castana por encima del hombro (oscura, pero no tanto como la mia), se acerco a el y le toco la entrepierna. --Va, Eden, que tu ya has terminado... --Aunque no alcanzaba a oirlo todo desde mi escondite privilegiado, si que vi con claridad que el le apartaba la mano. --Pero tu no --dijo ella entre susurros. El la miro fijamente unos segundos. Ojala hubiera estado de cara a mi para poder ver su expresion. Oye, que complicado era espiar a gente que no cooperaba. --No te esfuerces --repuso al final. Una negativa, clara como el agua. No necesite verle el rostro para saberlo--. La unica razon por la que he hecho que te corrieras ha sido para que me dejes en paz. <>. !Menudo imbecil, el tio! Bueno, o quiza no. Habia que tener en cuenta que, antes de rechazarla, le habia provocado lo que, a todas luces, habia sido un orgasmo de calidad excepcional. Claro que carecia de la informacion necesaria para formarme una opinion a partir de lo que habia visto. Pero era dificil no figurarme los detalles de la situacion mientras observaba la escena como quien come palomitas, y, en mi imaginacion, al tipo se le daba tan bien follar como tener los modales de un autentico imbecil. La experiencia me habia ensenado que ambas caracteristicas iban de la mano. Eden se aclaro la garganta, pero parecia que sabia cuando retirarse: --Tu te lo pierdes. Sabes perfectamente que te trato muy bien. --Si, exacto. Ese es el problema. Madre mia, menudo cabron. Era el tipico tio que necesitaba poner distancia. El tipico que solo se enrollaba contigo una vez y si te he visto no me acuerdo. Recorde que habia alquilado el bar de abajo entero, en la azotea, para celebrar una fiesta con invitados de clase alta, y lo cale: un ricachon arrogante que se creia que tenia privilegios. Todo un casanova, vamos. Lo mejor que Eden podia hacer era salir disparada en direccion contraria. Se le borro la sonrisa. Irguio la espalda y lo fulmino con la mirada. --Eres un imbecil. <>. El casanova se encogio de hombros. --Ya te lo adverti. --Me avisaste, pero sabias que, al hacerlo, darias ni mas ni menos que la imagen contraria. Mira, ?sabes que? Te mereces estar tan amargado. Parecia que estaba a punto de irse, lo que significaba que yo debia salir por patas, pero vacile al ver que el alargaba la mano y la agarraba del brazo. --Espera, Eden. La expresion de esta se suavizo, aliviada, como si hubiera deseado que el la detuviera. Yo tambien sabia lo que era albergar esa esperanza. Ademas, estaba bastante segura de que Eden sabia donde se metia cuando se habia enrollado con este cabron, pero, aun asi, me costaba no empatizar. Le solto el brazo y le acaricio el rostro. Y, justo cuando creia que el casanova quiza no estaba tan mal, espeto: --Limpiate antes de bajar. Se te ha corrido el rimel. Eden se aparto de golpe y, sin mediar palabra, se fue echa una furia. Una furia que venia derechita hacia mi. <>. Sali disparada y rodee el deposito lo suficiente para que no me viera cuando bajara las escaleras, pero no tanto como para que don imbecil me viera desde el otro lado. Entonces, espere mientras trataba de oir sus pisadas para saber cuando podria salir de mi escondite. Por lo visto, el cabron caminaba de forma muy silenciosa, porque no se oia ni una mosca. Asi que me puse a contar hasta doscientos, solo para estar segura de que habia pasado el tiempo suficiente. Y me pase de los doscientos tambien, porque perdi la cuenta un par de veces cuando me asalto una imagen de la escena tan sensual con la que me habia encontrado. Sin duda, en la lista de pendientes debia anadir <>. No podia seguir asi. Al fin, asome la cabeza por donde lo habia visto la ultima vez. No habia nadie. Avance unos pasos para asegurarme. No estaba en ninguna parte. Suspire, aliviada. --?Buscas a alguien? Di un bote al oir la voz a mi espalda. Gire sobre los talones y lo vi de pie, entre las sombras, donde habia estado escondida hacia tan solo unos segundos. Era imposible que supiera que yo estaba alli. Imposible. Igual de imposible que que supiera que los habia visto. Llegue a esas conclusiones en un instante, de modo que me hice la inocente: --Me habia parecido oir a un animal. Un gatito atrapado. Solo estaba echando un vistazo. <>. --Un gato. En la azotea de un edificio de sesenta plantas. --No se lo creyo, como era logico. --Ya, a mi tambien me parecia raro. Por eso estaba echando un vistazo. --Aja. Estaba tan nerviosa que me habia puesto a sudar. Tenia muy presente que habia venido a la fiesta haciendome pasar por quien no era y, aunque no habia ninguna razon para que este tipo lo pusiera en duda, la posibilidad habia hecho que me pusiera en guardia. Pero eso no tenia por que ser positivo per se. Porque deberia haber defendido mi version (era la verdad, al fin y al cabo) y haberme largado. El seguia entre las sombras, con el rostro oculto en la oscuridad. Tampoco es que fuera a tratar de impedirmelo. Con todo, esas dos silabas encerraban una provocacion, un reto implicito, y quien me conocia sabia que yo no era de las que salian corriendo ante un desafio. Di un paso adelante para acercarme. --?Aja? ?Aja, que? ?Que quieres decir con eso? ?No me crees? Se encogio de hombros con la misma indiferencia que le habia demostrado a Eden. --Aja solo quiere decir aja. --Ah. --Quiza me lo habia imaginado. Toda esta odisea habia sido un error. ?Por que habia creido que seria capaz de hacerlo sin perder los papeles? Tal vez era el tipo de persona que no se achicaba ante un desafio, pero tampoco era estupida, y haber venido a esta fiesta habia sido una absoluta insensatez. Ademas, estaba imaginando conflictos donde no los habia--. Bueno, pues... --dije y me di la vuelta para alejarme de ese hombre misterioso. Del mismo modo que habia alargado la mano para detener a Eden, elevo la voz para detenerme a mi. --?Sabes? Creo que has venido a echar un vistazo porque has oido algo y luego te has topado con otra cosa. Y en vez de irte..., has preferido quedarte. Gire sobre mis talones de nuevo. --No me he... --perdi el hilo de golpe. Habia salido de las sombras y ahora, por primera vez, le vi la cara. Y era impresionante. Impresionante nivel: te quedabas sin respiracion. Impresionante nivel: braguitas chorreando. No me extranaba que Eden se hubiera muerto del gusto con el. Los hombres normales y corrientes no eran asi. Este era como un modelo de portada de revista. Si me hubiesen obligado a describirlo, no habria sido capaz de decir que lo hacia tan atractivo. Todo. La forma en la que encajaban sus rasgos. Los pomulos marcados. La mandibula cincelada y manifiesta bajo una barba castana, cuidada y corta. Los ojos... (habia demasiada poca luz para identificar el color, pero estaban colocados en el lugar perfecto). Y, aunque su apariencia por detras se disimulaba bastante, el traje confeccionado a medida que llevaba revelaba lo suficiente de la parte frontal para apreciar que tenia un cuerpo muy bien definido como quien no solo tiene un gimnasio en casa, sino que tambien se pasa horas en el. Me sorprendio tanto, me pillo tan desprevenida, que vomite las palabras antes de tener la oportunidad de refrenarlas: --Ostras, menudo pibon. La verguenza me subio por el cuello hasta el rostro. Mi piel olivacea no se sonrojaba con facilidad, pero la sangre todavia se me acumulaba en la cara cada vez que hacia el ridiculo. Y acababa de hacer un ridiculo monumental. Era imposible arreglarlo. Mientras me mosqueaba conmigo misma y me moria por el bochorno, el metio cucharada como si nada: --Justo estaba pensando lo mismo de ti. Me acababa de tirar los tejos. Y hacia nada que le habia provocado un orgasmo a otra mujer. Pero que bien lo habia calado. Era un donjuan de manual. Me eche a reir, en parte por los nervios y tambien porque no me lo podia creer. --Eh... no. Eso no. No vamos... No. Gracias, pero creo que me voy a ir. Estaba tan nerviosa que no habia acabado de dar la media vuelta cuando me detuvo de nuevo. --No, espera. Lo siento. No queria pasarme de la raya. Como lo has dicho tu primero, creia que podia responderte en los mismos terminos. Reflexione unos segundos antes de contestar (algo que sabia que deberia hacer mas a menudo). Bueno, vale. Habia decidido que no era mas que un ligon, pero no tenia pruebas de ello. Y luego habia sido yo quien le habia soltado aquello a un completo desconocido. Sin duda, era yo quien se habia pasado de la raya. --Si que lo he hecho --admiti--. Lo siento, me ha salido solo. --No hace falta que te disculpes. --Su sonrisa brillaba como el oro. Resultaba hipnotica. Capaz de convencer a muchas mujeres para cometer estupideces con tan solo exhibirla. Desee que ese <> no me incluyera a mi. Pero tambien era realista, asi que me puse en guardia porque lo mas probable era que yo tambien formara parte de dicho grupo. Y todavia estaba alli parada. --Tambien se aplica a que te hayas quedado aqui arriba despues de presenciar lo que te has encontrado. --Estaba decidido a obligarme a admitir lo que habia visto. Eran meras suposiciones. Solo tanteaba el terreno. Sin embargo, ?habia alguna razon de peso para negarlo? Sentia curiosidad por saber hacia donde queria llevar la conversacion, de modo que me limite a preguntar: --?Y? --Y eso, combinado con el comentario que has hecho sobre mi fisico, me ha dado a entender que esta conversacion podria terminar de una forma muy distinta. --Avanzo hacia mi al acecho, como un depredador. Lo juro. Como un depredador. Que locura lo sensual que podia resultar un hombre con tan solo dar un par de pasos. Y una locura todavia mayor era lo mucho que me estaba afectando. Y, ay, la madre, me habia costado unos segundos procesarlo, pero ?de verdad acababa de soltarme eso? --Por favor --dije, con un grunido de irritacion que iba tan dirigido a mi como a el--. Solo porque te he pillado en plena faena por casualidad, ?crees que ahora yo tambien voy a querer? --No, claro que no. --Se volvio a encoger de hombros con indiferencia--. Solo porque te hayas quedado mirando... Otra oleada de sangre me incendio las mejillas. El habia estado de espaldas a mi durante todo el rato. Eden ni siquiera me habia visto y era ella quien estaba de cara a mi. ?Me habia equivocado? Quiza en la pared de ladrillo habia algo reflectante. Me gire para examinar el lugar donde habia estado el. Volvi la vista atras hacia el punto donde habia estado yo. No, para nada. Imposible. No me habia visto. Me gire para enfrentarme a el con una sonrisa de satisfaccion. --Es imposible que lo sepas. Entonces, me devolvio la misma sonrisa, porque acababa de confesar que, en efecto, me habia quedado mirando. --Estaba evaluando si habia sido consentido --anadi, en un arranque. --Claro, te preocupaba la seguridad de otra mujer. --Exacto. --La mentira me hizo sentir honrada. Como si, en realidad, me hubiera comportado como una heroina en vez de una mirona, motivada por la preocupacion de si Eden estaba sufriendo una violacion o no. Su sonrisita de autosuficiencia me decia que no lo enganaba, pero me siguio el juego: --Espero que hayas llegado a la conclusion de que era consentido. --Al menos por parte de ella. --Lo dije porque pense que seria una pulla, pero, al oirlo, me di cuenta de que parecia que estuviera tonteando. Joder. Quiza si que tonteaba. Su expresion reflejaba la misma duda. --No me he visto obligado a hacer nada que no quisiera. Pero si, razon no te falta. Estaba un poco distraido. En cambio, tu tienes toda mi atencion. --Dudara o no, tenia un descaro impresionante. Y a mi me encantaban los ligones atractivos y descarados. Pero enrollarme con uno no formaba parte del plan de esa noche, asi que tenia que irme. --Ah, muy bien --continue, echa un lio y atontada--. Vale. Si. Me... Bueno. Gracias, pero no. Solo habia subido para hacer una llamada, asi que voy a ello. --Tuve la sensatez de largarme, pero fui incluso mas sensata al decirle mientras me iba--: Por favor, no me sigas. Bueno, quiza no habia sido la sensatez lo que me habia impulsado a echar un ultimo vistazo en su direccion. Queria saber si estaba mirando como me iba. Y, quiza soy una idiota, pero me encanto saber que, efectivamente, lo hacia. Capitulo 2 Teyana respondio tras el primer tono de llamada. --Cuentamelo todo. Yo seguia con la cabeza perdida entre los depositos, en ese desconocido tan atractivo y exasperante. Seguramente, deberia haberme esperado a que me bajara el sofoco antes de llamar, pero me moria por ponerme al telefono para que pareciera que estaba haciendo algo, por si se le ocurria seguirme. No obstante, no habia sido el caso y ahora estaba condenada a hacer un esfuerzo por hablar. Solte algo a medio camino entre un grunido y un suspiro. --Todo iria mejor si estuvieras aqui --asegure, y era la verdad, pero no lo habria expresado como una quejica si hubiese estado centrada. Al instante, trate de suavizar mi comentario--. Quiero decir, se que no seria lo mejor para ti, pero lo seria para mi, y no trato de hacer que te sientas mal, pero es que me gusta que me acompane mi amiga. Joder, que insensible. Mira que centrarme en como me sentia yo y lo mierda que era tener que estar sin ella en vez de preocuparme porque Teyana si que sufria a nivel fisico. Sabia comportarme como una buena amiga para alguien que padecia una enfermedad cronica y agotadora, pero, de vez en cuando, metia la pata hasta el fondo. --Lo siento --anadi, mientras desee haber comenzado por ahi. --Eh, va, no empieces... --Como solia pasar, Tey termino por consolarme a mi--. Soy muy consciente de que mis brotes no solo son una molestia para mi. --Pero es que ahi esta el problema: que solo para mi son una molestia. Para ti, son algo mucho peor. --Si --reconocio--. Son una absoluta mierda. Ojala pudiera estar contigo, de verdad. Ese habia sido el plan original: venir juntas. De hecho, cuando habia visto la invitacion entre la correspondencia de mi jefa, mi idea habia sido tirarla a la basura y no darle mas vueltas, pero Tey me la habia quitado de las manos y los ojos se le habian iluminado con un plan. <>, le habia senalado yo. <>. <>. <>. Fue entonces cuando me lo plantee en serio. Kendra nos habia prestado ropa a Teyana y a mi millones de veces desde que las tres nos conocimos y nos hicimos amigas cuando cursabamos el master en la Universidad de Georgetown. Aunque ya no eramos tan intimas como entonces (convertirse en mi jefa tras la graduacion habia cambiado las dinamicas de la relacion), sin duda me habria prestado algo de haber estado alli. Claro que, si hubiera estado alli, yo no habria fisgado entre su correspondencia y no habria descubierto que se celebraba esta fiesta. Tey debio de darse cuenta de que mi conformidad se abria paso: <>. Los Sebastian pertenecian a la realeza estadounidense. Tenian dinero invertido en todo, desde el acero y el petroleo hasta medios de comunicacion y tecnologia, de modo que, practicamente, la ciudad entera les pertenecia. Su apellido figuraba en tantos edificios como el de los Rockefeller, entre los que se contaba el Sebastian Center, la sede principal de la mayor parte de sus negocios en Nueva York. Y una fiesta con estos fabulosos millonarios como anfitriones resultaba, sin duda, tentadora. <>, habia insistido Tey. <>. Y como razon no le habia faltado en ese sentido, y dado que ultimamente estaba un tanto resentida con Kendra, yo habia accedido. Pero entonces, Teyana sufrio un brote que la mando derechita a la cama y en posicion fetal. Solo habia aceptado acudir a la fiesta para que ella pudiera vivirla de forma indirecta a traves de mi. Hacia tanto tiempo que eramos amigas que era consciente de que, a veces, lo unico que podia hacer para aliviar su enfermedad era vivir mi propia vida al maximo. En muchos sentidos, el hecho de que Teyana padeciera esta enfermedad me habia impulsado a ir mas lejos de lo que habria ido yo sola. Y eso me hacia sentir incluso mas culpable. --?Como te encuentras? --le pregunte esta vez. --Mareada, y es como si alguien no dejara de clavarme un cuchillo de sierra entre las costillas. Pero, sobre todo, estoy aburrida, asi que distraeme y cuentame como va la fiesta. --Bueno... --Lo cierto era que apenas habia pisado la fiesta. Me habia paseado de una punta a la otra de la azotea, habia pillado unos cuantos aperitivos exoticos de las bandejas que se paseaban por el local y, por fin, habia subido por la escalerilla para buscar cobertura y llamarla. Sin embargo, esta version de la noche no iba a distraerla, asi que trate de echarle mas miga: --Todo el mundo va muy elegante, por supuesto. Ropa exclusiva, de diseno. De hecho, me da la sensacion de que no voy todo lo arreglada que deberia, y mira que llevo un Dolce & Gabbana. --He visto la foto. Encajas a la perfeccion, te lo aseguro. Baje la mirada en direccion a la falda de tul rosado. --Parezco una bailarina. --Pareces la primera bailarina del ballet de Nueva York, en todo caso, y eres un pibonazo. Y punto. ?Que mas? Venga, cuenta.

  • Contigo me quedaria de Mercedes Alonso

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    Ruth lleva una vida dedicada a su trabajo con entrega y plena dedicacion. Veterinaria de profesion, su activismo en defensa de los animales la lleva a muchas situaciones donde las emociones y el riesgo estan a la orden del dia.

  • La llave 104 de Paz Castello

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    Una espectacular novela de suspense, con una trama de intriga y corrupcion politica, con el sello inconfundible de Paz Castello. Nueva novela de la ganadora en narrativa del Galardon Letras del Mediterraneo 2018, que ademas recibio el premio de los lectores. La llave 104 es un lucido retrato de la crisis y una denuncia a la corrupcion situada en medio del drama de dos mujeres cuyas vidas quedan entrelazadas por el azar. Virgina Rives es una mujer joven, atractiva y con una ambicion desmedida, capaz de cualquier cosa con tal de huir de su pasado y reinventarse a si misma. Un buen dia, aparece en Beniaverd, un pueblo de la costa levantina marcado por la corrupcion, y el mundo de la politica le abre sus puertas. Virgina pronto descubre que la ambicion es un sentimiento dificil de controlar y que en politica los planes nunca salen como una espera, especialmente cuando los intereses los marcan el dinero y el poder. Las respuestas a casi todas las preguntas estan a salvo tras las cerraduras que abre la llave 104… O tal vez no.

  • La lista de los nombres olvidados de Kristin Harmel

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    Paris, 1942. Rose Picard y Jacob Levy, dos jovenes judios, se enamoran apasionadamente en los dias previos a la ocupacion de la ciudad por los nazis.

  • La Bolivia de Marian Izaguirre

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    Querido Richard: Te extranara saber que estoy de nuevo en La Bolivia, el lugar en el que vivio mi familia durante tantos anos y del que luego fuimos alejandonos, hasta que todo quedo reducido a un simple recuerdo enterrado entre montanas de polvo. Tendrias que ver el estado en el que se encuentran la Casa Grande, el cenador de las glicinias, las laderas del mirador… Algunas cosas se conservan milagrosamente. Otras han perdido todo sentido y parecen decorados de una obra que nadie se molestara en representar jamas. La casa y el resto de las dependencias estan enmohecidas. El enfoscado se ha caido en la fachada principal y una de las habitaciones de la segunda planta tiene el tejado hundido. Los pajaros anidan dentro, al amparo de las vigas, y el divan esta enterrado entre un centenar de tejas y cascotes. Desde el centro de la habitacion se puede ver el cielo. Es un efecto extrano, desconcertante, porque se oye un rumor continuo de seres vivos, el olor del campo invade la estancia y tienes la sensacion de que hay alguien escondido entre las sombras. Por las noches me gusta asomarme a ese pequeno hueco a traves del cual puedo contemplar las estrellas y, en cierto modo, la cara oculta del pasado. Mi padre hacia eso mismo. Intentar desentranar los secretos dormidos en la alacena de la historia. En esa habitacion de la que te hablo estaba su santuario. Alli pasaba horas y horas con sus papeles y sus extranas caligrafias sin sentido. !Que par de locos nuestros padres! ?Recuerdas el gimnasio? Esta totalmente destruido. Alguien se ha llevado los aparatos en los que esos dos krausistas chiflados se retorcian cada dia. Solo queda la escala que hizo tu padre y el viejo plinto de madera, que ahora tiene las tripas de gomaespuma al aire. Me apena ver todo este abandono, pero al mismo tiempo siento un nudo de emocion en el pecho, como si estuviera a punto de descifrar el ultimo parrafo de un manuscrito inacabable. El abandono es una idea terrible, una amenaza que va cosida a las personas como si se tratara de su sombra. La parte humana de La Bolivia, las edificaciones, los muebles, todo aquello que hicieron los hombres, sufre su ausencia y decae hasta su pronta desaparicion. Pero el resto de la finca, su lado salvaje, ha mejorado considerablemente. Solo la naturaleza es capaz de regenerarse a nuestras espaldas, solo los arboles, las plantas, el campo, sobreviven a esta brutal ausencia de seres humanos. El yelamo parece mas verde y frondoso que nunca y los alcornoques, ahora que la Compania Corchera ha dejado de explotarlos, surgen por todo el monte. Los caminos que se abrieron para las recuas de mulas han desaparecido y ahora todo el sobral es un bosque salvaje en el que los arboles crecen deformes, pegados los unos a los otros. A veces las copas se entretejen y oprimen hasta formar un techo verde que apenas deja entrar unos cuantos rayos de sol. Me temo que este es uno de esos lugares que sobreviven a su propia historia. Antes de que perteneciera a mi familia, habia sido una de las muchas fincas de recreo que los duques de Alcoy tenian en Andalucia. La Casa Grande eran las antiguas caballerizas y la explanada que tu y yo conocimos como El Mirador, ese hermoso alto rodeado de castanos y especies exoticas que tanto admiraba tu padre, era el lugar en el que estuvo la primitiva residencia. Por lo visto, la duquesa era aficionada a la botanica y lleno los alrededores de arboles y toda clase de pajaros que hacia traer de America. ?Recuerdas las cotorras, herrerillos y torcaces que cruzaban de copa en copa, entre ginkgos y catalpas? ?Recuerdas el arbol de las trompetas, o aquel otro fresno de flores blancas que tu padre llamaba <>? La duquesa veia todo ese vergel desde sus ventanas. Debio de ser un lugar hermoso. Cuando mi abuelo compro La Bolivia, la casa de los duques ya no existia. Se habia quemado totalmente. En el incendio murio uno de los hijos y, segun he oido, esa fue la causa de que la vendieran.

  • La peculiar senorita Grey (Damas inadecuadas 1) de Kathia Iblis

    https://gigalibros.com/la-peculiar-senorita-grey-damas-inadecuadas-1.html

    Primera entrega de la serie <> de Kathia Iblis.

  • A traves del tiempo de Brian Weiss

    https://gigalibros.com/a-traves-del-tiempo.html

    El doctor Brian Weiss, analiza en este libro la capacidad de curacion de la terapia de regresion a vidas pasadas.

  • El demonio entre las piernas de Cristina Brocos

    https://gigalibros.com/el-demonio-entre-las-piernas.html

    Marta se enamoro, siendo una nina, del cura de su pueblo. Creyo que ese amor se diluiria con el paso del tiempo, pero, como decia la abuela, “el amor, cuando es verdadero, no se olvida, se acrecienta”. Siguiendo los dictados del corazon, que es el unico que conoce el camino verdadero, regreso anos despues, convertida en una mujer de bandera y dispuesta a derribar las Murallas de Jerico. ?Podra el amor luchar contra la fe mas profunda? ?Podra lidiar con todo un pueblo y sus inquinas?