• Historia de una rebotada de M.a Angeles Salas Moneo

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    A los dieciocho anos, Nata, que se siente a veces como una extrana en su propio planeta, sabe lo que significa ser hija de padres separados, no llegar a fin de mes, comerse <> por culpa de los demas, sufrir por amor e incluso sentirse como un <>.
    Pero lo que nunca imagino es que ademas tuviese que soportar a una madre, autentica <>, que se ha enamorado de un atractivo guaneras que toca la bateria en un grupo heavy, y al que ha metido en casa porque si, porque le ha dado la gana.
    A causa de esta situacion, Nata decide marcharse lejos creyendo que, de esa manera, pondra orden en su caotica vida, pero lo que ignora es que su destino ya esta escrito en las estrellas.

  • La ley del corazon de Amy Harmon

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    Una preciosa historia sobre nuevos comienzos y un amor eterno

  • Un hombre al mando de Laurelin Paige

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    Tenia el brazo levantado y el movil en la mano mientras buscaba cobertura cuando lo oi. Un maullido leve. El tipico sonido de un gatito en apuros. Aguce el oido y examine a mi alrededor. Detras de mi, cuatro estructuras con forma de silo se erigian apinadas. Abajo, el bar de la azotea bullia de actividad. Enfrente, el Empire State atraia todas las miradas, resplandeciente con los colores del arcoiris (en honor a la manifestacion en favor del colectivo LGBTQ, convocada para ese fin de semana), pero el exceso de luces centelleantes de discoteca del local hacia palidecer la atraccion turistica. Habia mucho barullo, una de las razones por las que me habia escabullido a la parte mas alta del edificio: queria hacer una llamada. El otro motivo que me habia empujado a subir a la azotea era que todavia no habia conseguido que en mi pantalla apareciera mas de una raya de cobertura. Los maullidos, conclui, debian de proceder de los depositos, sirvieran para lo que sirvieran. Imagine que hacian las veces de trastero para guardar objetos mecanicos para el edificio: para el sistema electrico, el aire acondicionado y vete a saber que mas. Algun arquitecto de esos de prestigio habia decidido, por alguna razon, que unas torres cilindricas de un tono bronce con tapas que parecian un sombrero conico asiatico eran el mejor modo de hacer que el material industrial quedara mas bonito. De verdad, la ultima moda en diseno de la ciudad de Nueva York escapaba a mi entendimiento. Para mi, tenian una pinta rarisima. Ademas, los habian colocado en la parte mas alta de un edificio de sesenta plantas, de modo que la probabilidad de que hubiera oido a un gatito extraviado era bastante infima. De todas formas, el ruidito habia cesado. Es probable que hubiera sido el chirrido de un generador o que me lo hubiese imaginado. Volvi a centrarme en el movil. Dos rayas si me situaba en esa direccion. Termine de subir los tres escalones que faltaban para llegar por fin a la planta superior. !Tres rayas! Con eso bastaria. Pero... volvi a oir al gatito. Otra vez. Y otra. Quedaba descartado que fuera algo mecanico. Baje la mano con la que sostenia el telefono y empece a rodear uno de los depositos. Si no se trataba de un gato (porque tan arriba no podia ser, ?no?), ?que era entonces? ?Esos ruidos los podian hacer las ratas? Solo de pensarlo me puse a temblar. Lo cierto es que no tenia ningun motivo para ponerme a buscar de donde procedia el sonido. Pero ?y si era un gatito? Quiza los del bar hipster de abajo tenian uno aqui en la azotea para que mantuviera a raya a los ratones. No era una idea tan descabellada y me empezo a picar la curiosidad, asi que, en contra de lo que me dictaba el instinto, segui rodeando el segundo deposito. De pronto, me quede petrificada. Aquel ruidito no lo emitia un animal, sino una mujer. Se encontraba a unos cinco metros y apoyaba la espalda en la pared de ladrillos de una chimenea al otro lado de los depositos. Tenia los ojos cerrados, llevaba un vestido de fiesta remangado por la cadera y los sonidos que emitia eran gemidos de placer, no de sufrimiento. Segun parecia, se los estaba provocando el hombre situado delante de ella. En concreto, su mano, que se movia entre sus piernas. Y !uf!, a juzgar por la expresion de la mujer, el hombre sabia lo que hacia. Retrocedi con sigilo y a toda velocidad mientras rodeaba el deposito y solte el aire despacio. No sabia si echarme a reir o... bueno. ?Es que que otra reaccion iba a tener, si no? Desde luego, el cosquilleo instantaneo de excitacion que se me habia despertado entre los muslos no era la respuesta adecuada. Vamos, que lo mejor era reirse. Me rei en silencio, para no molestar a los <>. Sin embargo, cuando el impulso de tomarmelo con humor se desvanecio, el cosquilleo seguia ahi. Hacia mucho tiempo desde la ultima vez que habia echado un polvo. La ultima relacion seria que habia tenido termino en verano, y luego busque un clavo que sacara a otro calvo durante el fin de semana de Halloween, pero, desde entonces, nada... y estabamos a principios de septiembre. !Madre mia, pero si ya casi hacia un ano! No me extranaba que sintiera tanta curiosidad por aquel par de desconocidos que se metian mano en un rincon apartado de la juerga en la azotea. La excitacion indirecta era demasiado tentadora. Sin hacer ruido, rodee el deposito de puntillas con el cuerpo pegado al edificio. Solo queria... echar una miradita. Guau. Esta segunda vez, la escena era tan sensual como la primera. Mas incluso ahora, que la mujer empujaba las caderas hacia la mano de el. La forma en que el hombre le sostenia las manos por encima de la cabeza, el hecho de que no se estuvieran besando, que los unicos puntos de union entre sus cuerpos fueran la mano de el que le agarraba las munecas y la otra metida entre sus piernas, constituian un espectaculo obsceno, lisa y llanamente. Y cuando ella solto otro gemido, por poco no se me escapo uno a mi tambien. Tome nota mental: <>. Tanto, que habia olvidado por completo la razon por la que habia subido a la azotea. Tanto, que me palpitaba la entrepierna. Tanto, que ni se me ocurrio esconderme cuando la mujer profirio un ultimo grito ahogado y se estremecio al llegar al orgasmo. Era evidente que aquel era el preciso instante en que deberia haberme ido. Bueno, vale, deberia haberme ido antes, pero como no lo habia hecho, el momento era ese. Sin embargo, me quede ahi, pasmada por la actitud indiferente con la que el hombre se saco un panuelo de un bolsillo interior del esmoquin y se limpio la mano antes de metersela en el bolsillo. Ni siquiera se lo ofrecio a la mujer. No fui la unica que se dio cuenta. Ella puso mala cara mientras se recolocaba el vestido, pero enseguida recupero la sonrisa. Se echo la melena castana por encima del hombro (oscura, pero no tanto como la mia), se acerco a el y le toco la entrepierna. --Va, Eden, que tu ya has terminado... --Aunque no alcanzaba a oirlo todo desde mi escondite privilegiado, si que vi con claridad que el le apartaba la mano. --Pero tu no --dijo ella entre susurros. El la miro fijamente unos segundos. Ojala hubiera estado de cara a mi para poder ver su expresion. Oye, que complicado era espiar a gente que no cooperaba. --No te esfuerces --repuso al final. Una negativa, clara como el agua. No necesite verle el rostro para saberlo--. La unica razon por la que he hecho que te corrieras ha sido para que me dejes en paz. <>. !Menudo imbecil, el tio! Bueno, o quiza no. Habia que tener en cuenta que, antes de rechazarla, le habia provocado lo que, a todas luces, habia sido un orgasmo de calidad excepcional. Claro que carecia de la informacion necesaria para formarme una opinion a partir de lo que habia visto. Pero era dificil no figurarme los detalles de la situacion mientras observaba la escena como quien come palomitas, y, en mi imaginacion, al tipo se le daba tan bien follar como tener los modales de un autentico imbecil. La experiencia me habia ensenado que ambas caracteristicas iban de la mano. Eden se aclaro la garganta, pero parecia que sabia cuando retirarse: --Tu te lo pierdes. Sabes perfectamente que te trato muy bien. --Si, exacto. Ese es el problema. Madre mia, menudo cabron. Era el tipico tio que necesitaba poner distancia. El tipico que solo se enrollaba contigo una vez y si te he visto no me acuerdo. Recorde que habia alquilado el bar de abajo entero, en la azotea, para celebrar una fiesta con invitados de clase alta, y lo cale: un ricachon arrogante que se creia que tenia privilegios. Todo un casanova, vamos. Lo mejor que Eden podia hacer era salir disparada en direccion contraria. Se le borro la sonrisa. Irguio la espalda y lo fulmino con la mirada. --Eres un imbecil. <>. El casanova se encogio de hombros. --Ya te lo adverti. --Me avisaste, pero sabias que, al hacerlo, darias ni mas ni menos que la imagen contraria. Mira, ?sabes que? Te mereces estar tan amargado. Parecia que estaba a punto de irse, lo que significaba que yo debia salir por patas, pero vacile al ver que el alargaba la mano y la agarraba del brazo. --Espera, Eden. La expresion de esta se suavizo, aliviada, como si hubiera deseado que el la detuviera. Yo tambien sabia lo que era albergar esa esperanza. Ademas, estaba bastante segura de que Eden sabia donde se metia cuando se habia enrollado con este cabron, pero, aun asi, me costaba no empatizar. Le solto el brazo y le acaricio el rostro. Y, justo cuando creia que el casanova quiza no estaba tan mal, espeto: --Limpiate antes de bajar. Se te ha corrido el rimel. Eden se aparto de golpe y, sin mediar palabra, se fue echa una furia. Una furia que venia derechita hacia mi. <>. Sali disparada y rodee el deposito lo suficiente para que no me viera cuando bajara las escaleras, pero no tanto como para que don imbecil me viera desde el otro lado. Entonces, espere mientras trataba de oir sus pisadas para saber cuando podria salir de mi escondite. Por lo visto, el cabron caminaba de forma muy silenciosa, porque no se oia ni una mosca. Asi que me puse a contar hasta doscientos, solo para estar segura de que habia pasado el tiempo suficiente. Y me pase de los doscientos tambien, porque perdi la cuenta un par de veces cuando me asalto una imagen de la escena tan sensual con la que me habia encontrado. Sin duda, en la lista de pendientes debia anadir <>. No podia seguir asi. Al fin, asome la cabeza por donde lo habia visto la ultima vez. No habia nadie. Avance unos pasos para asegurarme. No estaba en ninguna parte. Suspire, aliviada. --?Buscas a alguien? Di un bote al oir la voz a mi espalda. Gire sobre los talones y lo vi de pie, entre las sombras, donde habia estado escondida hacia tan solo unos segundos. Era imposible que supiera que yo estaba alli. Imposible. Igual de imposible que que supiera que los habia visto. Llegue a esas conclusiones en un instante, de modo que me hice la inocente: --Me habia parecido oir a un animal. Un gatito atrapado. Solo estaba echando un vistazo. <>. --Un gato. En la azotea de un edificio de sesenta plantas. --No se lo creyo, como era logico. --Ya, a mi tambien me parecia raro. Por eso estaba echando un vistazo. --Aja. Estaba tan nerviosa que me habia puesto a sudar. Tenia muy presente que habia venido a la fiesta haciendome pasar por quien no era y, aunque no habia ninguna razon para que este tipo lo pusiera en duda, la posibilidad habia hecho que me pusiera en guardia. Pero eso no tenia por que ser positivo per se. Porque deberia haber defendido mi version (era la verdad, al fin y al cabo) y haberme largado. El seguia entre las sombras, con el rostro oculto en la oscuridad. Tampoco es que fuera a tratar de impedirmelo. Con todo, esas dos silabas encerraban una provocacion, un reto implicito, y quien me conocia sabia que yo no era de las que salian corriendo ante un desafio. Di un paso adelante para acercarme. --?Aja? ?Aja, que? ?Que quieres decir con eso? ?No me crees? Se encogio de hombros con la misma indiferencia que le habia demostrado a Eden. --Aja solo quiere decir aja. --Ah. --Quiza me lo habia imaginado. Toda esta odisea habia sido un error. ?Por que habia creido que seria capaz de hacerlo sin perder los papeles? Tal vez era el tipo de persona que no se achicaba ante un desafio, pero tampoco era estupida, y haber venido a esta fiesta habia sido una absoluta insensatez. Ademas, estaba imaginando conflictos donde no los habia--. Bueno, pues... --dije y me di la vuelta para alejarme de ese hombre misterioso. Del mismo modo que habia alargado la mano para detener a Eden, elevo la voz para detenerme a mi. --?Sabes? Creo que has venido a echar un vistazo porque has oido algo y luego te has topado con otra cosa. Y en vez de irte..., has preferido quedarte. Gire sobre mis talones de nuevo. --No me he... --perdi el hilo de golpe. Habia salido de las sombras y ahora, por primera vez, le vi la cara. Y era impresionante. Impresionante nivel: te quedabas sin respiracion. Impresionante nivel: braguitas chorreando. No me extranaba que Eden se hubiera muerto del gusto con el. Los hombres normales y corrientes no eran asi. Este era como un modelo de portada de revista. Si me hubiesen obligado a describirlo, no habria sido capaz de decir que lo hacia tan atractivo. Todo. La forma en la que encajaban sus rasgos. Los pomulos marcados. La mandibula cincelada y manifiesta bajo una barba castana, cuidada y corta. Los ojos... (habia demasiada poca luz para identificar el color, pero estaban colocados en el lugar perfecto). Y, aunque su apariencia por detras se disimulaba bastante, el traje confeccionado a medida que llevaba revelaba lo suficiente de la parte frontal para apreciar que tenia un cuerpo muy bien definido como quien no solo tiene un gimnasio en casa, sino que tambien se pasa horas en el. Me sorprendio tanto, me pillo tan desprevenida, que vomite las palabras antes de tener la oportunidad de refrenarlas: --Ostras, menudo pibon. La verguenza me subio por el cuello hasta el rostro. Mi piel olivacea no se sonrojaba con facilidad, pero la sangre todavia se me acumulaba en la cara cada vez que hacia el ridiculo. Y acababa de hacer un ridiculo monumental. Era imposible arreglarlo. Mientras me mosqueaba conmigo misma y me moria por el bochorno, el metio cucharada como si nada: --Justo estaba pensando lo mismo de ti. Me acababa de tirar los tejos. Y hacia nada que le habia provocado un orgasmo a otra mujer. Pero que bien lo habia calado. Era un donjuan de manual. Me eche a reir, en parte por los nervios y tambien porque no me lo podia creer. --Eh... no. Eso no. No vamos... No. Gracias, pero creo que me voy a ir. Estaba tan nerviosa que no habia acabado de dar la media vuelta cuando me detuvo de nuevo. --No, espera. Lo siento. No queria pasarme de la raya. Como lo has dicho tu primero, creia que podia responderte en los mismos terminos. Reflexione unos segundos antes de contestar (algo que sabia que deberia hacer mas a menudo). Bueno, vale. Habia decidido que no era mas que un ligon, pero no tenia pruebas de ello. Y luego habia sido yo quien le habia soltado aquello a un completo desconocido. Sin duda, era yo quien se habia pasado de la raya. --Si que lo he hecho --admiti--. Lo siento, me ha salido solo. --No hace falta que te disculpes. --Su sonrisa brillaba como el oro. Resultaba hipnotica. Capaz de convencer a muchas mujeres para cometer estupideces con tan solo exhibirla. Desee que ese <> no me incluyera a mi. Pero tambien era realista, asi que me puse en guardia porque lo mas probable era que yo tambien formara parte de dicho grupo. Y todavia estaba alli parada. --Tambien se aplica a que te hayas quedado aqui arriba despues de presenciar lo que te has encontrado. --Estaba decidido a obligarme a admitir lo que habia visto. Eran meras suposiciones. Solo tanteaba el terreno. Sin embargo, ?habia alguna razon de peso para negarlo? Sentia curiosidad por saber hacia donde queria llevar la conversacion, de modo que me limite a preguntar: --?Y? --Y eso, combinado con el comentario que has hecho sobre mi fisico, me ha dado a entender que esta conversacion podria terminar de una forma muy distinta. --Avanzo hacia mi al acecho, como un depredador. Lo juro. Como un depredador. Que locura lo sensual que podia resultar un hombre con tan solo dar un par de pasos. Y una locura todavia mayor era lo mucho que me estaba afectando. Y, ay, la madre, me habia costado unos segundos procesarlo, pero ?de verdad acababa de soltarme eso? --Por favor --dije, con un grunido de irritacion que iba tan dirigido a mi como a el--. Solo porque te he pillado en plena faena por casualidad, ?crees que ahora yo tambien voy a querer? --No, claro que no. --Se volvio a encoger de hombros con indiferencia--. Solo porque te hayas quedado mirando... Otra oleada de sangre me incendio las mejillas. El habia estado de espaldas a mi durante todo el rato. Eden ni siquiera me habia visto y era ella quien estaba de cara a mi. ?Me habia equivocado? Quiza en la pared de ladrillo habia algo reflectante. Me gire para examinar el lugar donde habia estado el. Volvi la vista atras hacia el punto donde habia estado yo. No, para nada. Imposible. No me habia visto. Me gire para enfrentarme a el con una sonrisa de satisfaccion. --Es imposible que lo sepas. Entonces, me devolvio la misma sonrisa, porque acababa de confesar que, en efecto, me habia quedado mirando. --Estaba evaluando si habia sido consentido --anadi, en un arranque. --Claro, te preocupaba la seguridad de otra mujer. --Exacto. --La mentira me hizo sentir honrada. Como si, en realidad, me hubiera comportado como una heroina en vez de una mirona, motivada por la preocupacion de si Eden estaba sufriendo una violacion o no. Su sonrisita de autosuficiencia me decia que no lo enganaba, pero me siguio el juego: --Espero que hayas llegado a la conclusion de que era consentido. --Al menos por parte de ella. --Lo dije porque pense que seria una pulla, pero, al oirlo, me di cuenta de que parecia que estuviera tonteando. Joder. Quiza si que tonteaba. Su expresion reflejaba la misma duda. --No me he visto obligado a hacer nada que no quisiera. Pero si, razon no te falta. Estaba un poco distraido. En cambio, tu tienes toda mi atencion. --Dudara o no, tenia un descaro impresionante. Y a mi me encantaban los ligones atractivos y descarados. Pero enrollarme con uno no formaba parte del plan de esa noche, asi que tenia que irme. --Ah, muy bien --continue, echa un lio y atontada--. Vale. Si. Me... Bueno. Gracias, pero no. Solo habia subido para hacer una llamada, asi que voy a ello. --Tuve la sensatez de largarme, pero fui incluso mas sensata al decirle mientras me iba--: Por favor, no me sigas. Bueno, quiza no habia sido la sensatez lo que me habia impulsado a echar un ultimo vistazo en su direccion. Queria saber si estaba mirando como me iba. Y, quiza soy una idiota, pero me encanto saber que, efectivamente, lo hacia. Capitulo 2 Teyana respondio tras el primer tono de llamada. --Cuentamelo todo. Yo seguia con la cabeza perdida entre los depositos, en ese desconocido tan atractivo y exasperante. Seguramente, deberia haberme esperado a que me bajara el sofoco antes de llamar, pero me moria por ponerme al telefono para que pareciera que estaba haciendo algo, por si se le ocurria seguirme. No obstante, no habia sido el caso y ahora estaba condenada a hacer un esfuerzo por hablar. Solte algo a medio camino entre un grunido y un suspiro. --Todo iria mejor si estuvieras aqui --asegure, y era la verdad, pero no lo habria expresado como una quejica si hubiese estado centrada. Al instante, trate de suavizar mi comentario--. Quiero decir, se que no seria lo mejor para ti, pero lo seria para mi, y no trato de hacer que te sientas mal, pero es que me gusta que me acompane mi amiga. Joder, que insensible. Mira que centrarme en como me sentia yo y lo mierda que era tener que estar sin ella en vez de preocuparme porque Teyana si que sufria a nivel fisico. Sabia comportarme como una buena amiga para alguien que padecia una enfermedad cronica y agotadora, pero, de vez en cuando, metia la pata hasta el fondo. --Lo siento --anadi, mientras desee haber comenzado por ahi. --Eh, va, no empieces... --Como solia pasar, Tey termino por consolarme a mi--. Soy muy consciente de que mis brotes no solo son una molestia para mi. --Pero es que ahi esta el problema: que solo para mi son una molestia. Para ti, son algo mucho peor. --Si --reconocio--. Son una absoluta mierda. Ojala pudiera estar contigo, de verdad. Ese habia sido el plan original: venir juntas. De hecho, cuando habia visto la invitacion entre la correspondencia de mi jefa, mi idea habia sido tirarla a la basura y no darle mas vueltas, pero Tey me la habia quitado de las manos y los ojos se le habian iluminado con un plan. <>, le habia senalado yo. <>. <>. <>. Fue entonces cuando me lo plantee en serio. Kendra nos habia prestado ropa a Teyana y a mi millones de veces desde que las tres nos conocimos y nos hicimos amigas cuando cursabamos el master en la Universidad de Georgetown. Aunque ya no eramos tan intimas como entonces (convertirse en mi jefa tras la graduacion habia cambiado las dinamicas de la relacion), sin duda me habria prestado algo de haber estado alli. Claro que, si hubiera estado alli, yo no habria fisgado entre su correspondencia y no habria descubierto que se celebraba esta fiesta. Tey debio de darse cuenta de que mi conformidad se abria paso: <>. Los Sebastian pertenecian a la realeza estadounidense. Tenian dinero invertido en todo, desde el acero y el petroleo hasta medios de comunicacion y tecnologia, de modo que, practicamente, la ciudad entera les pertenecia. Su apellido figuraba en tantos edificios como el de los Rockefeller, entre los que se contaba el Sebastian Center, la sede principal de la mayor parte de sus negocios en Nueva York. Y una fiesta con estos fabulosos millonarios como anfitriones resultaba, sin duda, tentadora. <>, habia insistido Tey. <>. Y como razon no le habia faltado en ese sentido, y dado que ultimamente estaba un tanto resentida con Kendra, yo habia accedido. Pero entonces, Teyana sufrio un brote que la mando derechita a la cama y en posicion fetal. Solo habia aceptado acudir a la fiesta para que ella pudiera vivirla de forma indirecta a traves de mi. Hacia tanto tiempo que eramos amigas que era consciente de que, a veces, lo unico que podia hacer para aliviar su enfermedad era vivir mi propia vida al maximo. En muchos sentidos, el hecho de que Teyana padeciera esta enfermedad me habia impulsado a ir mas lejos de lo que habria ido yo sola. Y eso me hacia sentir incluso mas culpable. --?Como te encuentras? --le pregunte esta vez. --Mareada, y es como si alguien no dejara de clavarme un cuchillo de sierra entre las costillas. Pero, sobre todo, estoy aburrida, asi que distraeme y cuentame como va la fiesta. --Bueno... --Lo cierto era que apenas habia pisado la fiesta. Me habia paseado de una punta a la otra de la azotea, habia pillado unos cuantos aperitivos exoticos de las bandejas que se paseaban por el local y, por fin, habia subido por la escalerilla para buscar cobertura y llamarla. Sin embargo, esta version de la noche no iba a distraerla, asi que trate de echarle mas miga: --Todo el mundo va muy elegante, por supuesto. Ropa exclusiva, de diseno. De hecho, me da la sensacion de que no voy todo lo arreglada que deberia, y mira que llevo un Dolce & Gabbana. --He visto la foto. Encajas a la perfeccion, te lo aseguro. Baje la mirada en direccion a la falda de tul rosado. --Parezco una bailarina. --Pareces la primera bailarina del ballet de Nueva York, en todo caso, y eres un pibonazo. Y punto. ?Que mas? Venga, cuenta.

  • Mi gran sueno londinense 1 de Laura Lopez

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    Primera Parte

  • Mi error fue creer en cuentos de hadas. Parte 1 de Moruena Estringana

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  • La diaspora de Horacio Castellanos Moya

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  • ?Hasta donde estas dispuesta a llegar? de A. R. Cid

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    Si lo que buscas es algo divertido, sensual, y muy adictivo esta es tu novela.

  • Buenos Aires Noir de Varios Autores

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    Una antologia de cuentos policiales que transcurren, cada uno, en un barrio de Buenos Aires. Un recorrido por la ciudad de la mano de autores como Claudia Pineiro, Gabriela Cabezon Camara, Pablo De Santis, Ines Garland, Ernesto Mallo, Ariel Magnus, entre otros.

  • Las puertas de la Casa de la Muerte (Malaz. El Libro de los Caidos 2) de Steven Erikson

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  • Reo (Trece tronos 2) de Jessica Galera Andreu

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    Una vez rota la Ley Comun, el Muro de Caronte ha quedado sellado. Los noctis ya no son bienvenidos en Luzaria y tampoco los luzaros lo son al Imperio de la Noche, pero algo sigue gestandose a uno y otro lado de la silenciosa mole de piedra, donde los secretos se destapan.

  • Una boda escocesa (MaDowald 1) de Camila Winter

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    Como heredera de un caballero acaudalado de Dover, todos esperaban que la senorita Angelet hiciera una boda conveniente y ventajosa.
    Hasta que durante un viaje a Inverness la mimada nina inglesa conoce al heredero de un poderoso clan escoces Archie MacDowald, el hombre mas guapo que ha visto en su vida pero tambien el mas artero y bandido.
    ?Podra confiar en las promesas de ese hombre y en el fuego de sus besos?

  • Ajuste de cuentas (Jack Reacher 7) de Lee Child

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    Mientras pasea por Boston, Jack Reacher ve el rostro de un hombre al que conocio cuando estaba en el ejercito y que deberia llevar muerto diez anos. Desde ese momento, Reacher solo tiene un proposito: acabar con el. No va a ser nada facil. Su presa esta relacionada con una red ilegal que esta siendo investigada por la DEA. Reacher se vera obligado a actuar como agente infiltrado para lograr su objetivo.
    Sabe que es una mision suicida, pero el no es de los que deja los trabajos a medias.

  • Parceros de Maleja Restrepo

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    ?Cual es la clave para llevar una relacion honesta, divertida y armoniosa? Para Maleja y Tatan, la pareja que se ha convertido en todo un fenomeno de las redes sociales al compartir los detalles de su matrimonio, no existe una. En este libro hacen un recuento de lo que han vivido hasta ahora y con mucho humor retratan como va transformandose una relacion de pareja y los habitos que pueden hacer que sea mas duradera.

  • La testigo de Emma K. Johnson

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    Carino, este tipo tendra que limpiarse las babas cuando te vea --dijo Claudia al verme hacer mi mejor esfuerzo por no picarme los ojos con el delineador. --Ay si, seguramente --conteste, dejando la cochinada esa en mi mesita-- !Me rindo! !Mirame! Me veo... !Ridicula! --Sexy --me interrumpio--. Te ves sexy, muchacha --dijo Claudia al poner sus manos en mis hombros--. John me dijo que le encantaban tus ojos verdes, y asi con ese color resaltan todavia mas. Mi buena amiga. No se que hubiera hecho sin su apoyo. --?Te vas a poner eso? --pregunto frunciendo el ceno al ver la ropa que habia puesto en la cama. Me encogi de hombros y deslice mis manos encima de mis piernas. Siempre me relaja pasar mis dedos encima de la franela de mi pantalonera. Gire y vi el pantalon de mezclilla y la camisa que Claudia estaba viendo desde el pie de la cama. Creo que esa camisa era lo unico que me habia comprado cuando estuve casada con Pedro y que aun guardaba. --?Que tiene de malo? --pregunte, echando mis grenas rebeldes detras de mis hombros. --?Te llevara a un concierto de rock o a un bar de motociclistas? --dijo, levantando la camisa de la cama y mirandola como si quisiera usarla como trapo de limpieza. --No... No lo creo. --!Entonces tiene mucho de malo! --exclamo antes de irse a mi closet-- Fernanda, ?te gusta John? --Esta... guapo --dije. Nunca habia sido una chica que saliera mucho con chicos. En la prepa siempre fui una nina bien portada. Pedro fue mi unico novio y termine casandome con el. Pero no estaba hecha de piedra. Claro que veia a otros chavos y pensaba "esta lindo", pero asi como me sentia cuando sabia que Pedro iba a hacerme el amor o que me volteara a ver con deseo... No, ningun otro hombre mas que mi ex. !Y como queria que eso cambiara! --?Guapo? --grito Claudia desde las profundidades de mi closet-- Carino, John esta mucho mas ardiente que Pedro alguna vez lo fue. Okey, tenia buen cuerpo el tipo, pero ?esa nariz en forma de pelota de golf? !Yack! !No se que le viste! --Le vi algo --dije mirando el suelo del cuarto--. Dure cinco anos casada con el, despues de todo. --!Y que bueno que lo mandaste al carajo! --Sabes, no todo fue malo con el --dije, sacudiendo la cabeza y sobandome las manos--. Nunca me golpeo ni me maltrato ni nada. --!Uy! Que consuelo --dijo Claudia, asomandose y girando sus ojos hacia arriba--. Hay muchas maneras de maltratar, carino. ?Cuando te dejo salir conmigo? Negue con la cabeza. --?Cuando te dejo salir con tus companeras y companeros de trabajo? Volvi a negar. --?Cuando te dejo siquiera tener cuenta de redes sociales? Resople. El unico celular que tuve durante mi matrimonio fue de esos que solo servian para llamar y recibir llamadas. --Y ni empecemos con la ropa que te dejaba usar --dijo estremeciendose antes de entrar de nuevo a mi closet. Claudia tenia razon. No me apetecia regresar a una relacion que solo me habia hecho dano. --!Necesitamos ir de compras! --exclamo Claudia saliendo de mi closet. Me tomo de la mano y me llevo a jalones a su cuarto. Ahi abrio su armario y saco un vestido azul cielo de cuello circular. --!Vamos a ver! --dijo Claudia poniendolo frente a mi-- Oh si, esto servira. --!No me voy a poner esto! --?Por que no? Somos de la misma talla. Me levante y tome el vestido. --No lo se... --Midetelo. --!Estas loca! Vamos a ir a tomar un cafe, no a bailar. --?Y tu como sabes? Quiza despues del cafecito John quiera llevarte a otro lado... Y no necesariamente a bailar --dijo alzando las cejas y con una mueca burlona. Lleve el vestido de vuelta al armario. --Es mi primera cita en mucho tiempo, Clau. Dudo que lleguemos tan lejos. --!Ay, Fer! --exclamo-- ?Tienes idea de lo deprimente que es verte encuevada aqui todos los dias despues de trabajar? Claudia suspiro y se quedo paseando su vista por todo su armario. Me sente en la orilla de la cama. !Como admiraba a Claudia! Me habia cansado de todas las veces que me preguntaban en el trabajo por "la negrita guapa" que me iba a recoger. ?Y como no iban a querer con ella? Tenia un cuerpazo digno de concursos de belleza, igual de alta que yo, una mirada de esas que pueden hablar por si mismas, y el alma de cualquier fiesta a la que asistia. Para mi era un milagro que siguieramos siendo amigas antes, durante, y despues de mi divorcio. Pedro nunca la quiso. Siempre penso que era una mala influencia para mi con su vida fiestera y sus "ideas feministas", segun el les decia. Claro que Claudia tampoco quiso a Pedro. --!Ponte esto! --grito, lanzandome unos jeans. --Espera --me quite mi pantalonera y puse el pantalon. Claudia se asomo. --!Demonios! Chica, tienes mejor culo que yo. Me ataque de la risa al mirarme al espejo con el comentario de mi amiga. Estaba algo justo pero no estaba mal. No, no estaba nada mal. --Ahora ponte esto --dijo Claudia, dandome una blusa negra de tirantes. Me quedaba holgada de la panza y cintura, pero mis pechos quedaban justos y parecian que cualquier brinquito los haria saltar de mi escote. --!Andale! --dijo Claudia, abrazandome por atras y mirandome a los ojos en el espejo-- Te voy a decir una cosa: Si John puede seguirte viendo a los ojos durante su cita o es maricon o es un caballero. Me quede mirandome al espejo. No se veia de mal gusto mi escote, pero no me sentia comoda revelando tanto de mi. --Con Pedro jamas me hubiera podido vestir asi. --Fernanda, ?que dijimos? --dijo Claudia al darme la vuelta y mirarme a los ojos. --Que ya no hablariamos de ese imbecil. --?Que quieres que haga? Me miro como estoy vestida y escucho su voz en mi cabeza. --Dejame adivinar --dijo Claudia con el ceno fruncido--: ?Por que chingados te arreglaste? ?Quieres que se te queden viendo en la calle? ?Para que quieres que otros gueyes te vean las tetas y el culo? --dijo con voz grave y exagerada. Sonrei y mire mi perfil en el espejo. --Tambien me diria que me quitara esta mugre de la cara -- pase mi mano abierta frente a mi rostro--, que parezco payaso --el imaginarme a mi ex esposo diciendome esas cosas, y muchas otras peores, hizo que se humedecieran mis ojos--. Mas bien me diria que parezco puta. --!No no! --exclamo Claudia, acercandose y dandome un abrazo-- !Que lo metieran a la carcel es lo mejor que pudo haberte pasado! !Ya estas di-vor-cia-da! !Ya no le respondes al baboso ese! --No puedo hacer esto, Clau --me escape de su abrazo y fui hacia la ventana abrazandome de los brazos--. Todavia... todavia lo veo en los rostros de otros hombres. --Amiga, no todos son asi. --?Pero y si John es como Pedro? --Ay, amiga, ?por que crees que te lo presente? !Porque es todo lo opuesto a tu ex! --No estoy lista, Clau... Hablale y dile que... --No, ni madres --Claudia tomo mi celular y me lo estampo en la mano--. Si vas a cancelarle, hazlo tu. Solo me tomo unos segundos teclear un mensaje y enviarlo. --Listo --dije. Claudia gruno. -- ?Como esperas conocer a alguien si nunca sales de la casa? --No lo se... Pero... No, todavia no... Baje la cabeza y regrese a mi habitacion. Me sente en el escritorio y mire mis libros. "?Que estabas pensando, Fer?" pense, abriendo el libro. "Ahorita con mi certificacion no tengo tiempo de andar saliendo con nadie." Sono la campanita de mensajes de mi cel. Lo abri y vi el mensaje de John: --Al menos dejame llevarte esta flor que te compre. Que tierno. Debi contestarle, pero cuando trate de imaginarlo en mi puerta regalandome una rosa me asalto el recuerdo de la mirada imponente de Pedro sobre mi. Deje el cel en la mesa y de reojo vi que mi bote de basura ya estaba lleno de papeles. Tome mi cesto y recorri toda la casa para juntar las basuras de todos los botes. Un viejo habito de cuando estaba casada. Siempre que estaba a punto de explotar por algo juntaba toda la basura de la casa y la llevaba afuera. Y esa noche no era distinto. Ansiaba continuar con mi vida. Habia sido toda una odisea divorciarme con Pedro en la carcel. Y luego de escucharlo decirme todas las cosas que me dijo la unica vez que se me ocurrio irlo a visitar pense que me sentiria libre cuando ya terminara todo. Suspire cuando llegue al tambo y levante la tapa. Recorde cuando Pedro y yo eramos novios. Me regalaba rosas siempre que nos veiamos, hubiera jurado que conocimos todos los parques de la ciudad, y todo el tiempo me decia lo hermosa que era. Cerre el tambo luego de echar la basura, y me abrace los brazos. El aire estaba fresco, y parpadee mas rapido para no llorar. Talle mis ojos y sobe mis parpados mientras lo hacia. Me prometi que ya no lloraria por mi matrimonio fracasado. --Estas mejor que antes, estas mejor que antes --me repeti una y otra vez teniendo los ojos cerrados hasta tranquilizarme. Volvi a la casa y Claudia estaba encerrada en su habitacion hablando con algun muchacho. No sabia lo que estaba diciendo, pero identifique el tono que estaba usando. Habia visto a mas de un hombre doblarse a la voluntad de mi amiga cuando les hablaba asi. La envidie en ese momento. Fui a la cocina y me servi un vaso con agua mientras miraba fuera de mi ventana en completa oscuridad. Estaba viendo el vaso en mi mano cuando escuche un motor apagarse seguido de una puerta de coche azotarse. Levante la mirada y vi un auto negro con los vidrios polarizados estacionado a uno metros debajo el farol de una de las casas frente a las nuestra... Creo que el unico farol que funcionaba en toda mi calle. El que estaba junto a la mia llevaba meses fundido. El tipo que bajo del coche se quedo parado junto al vehiculo. Levanto la mirada y un escalofrio paso por mi espalda al verle. Claudia no vivia en el vecindario mas seguro, pero aquel tipo daba miedo. Tenia la cabeza rasurada y una barba de candado bastante gruesa. No se miraba muy alto, pero si muy corpulento. Traia una camisa negra ajustada, y sus manos se veian tambien negras. Debia estar usando guantes o algo, lo que se me hizo raro pues no estaba tan frio como para usar guantes.

  • La nina de las agujas del numero 3 de Daniel Diez Crespo

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  • Dime quien soy de Julia Navarro

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    Espionaje e intriga en estado puro, amores y desamores desgarrados, aventura e historia de un siglo hecho pedazos, Dime quien soy es un apasionante relato protagonizado por unos personajes inolvidables cuyas vidas construyen un magnifico retrato de la historia del siglo XX.

  • Virtualmente perfecto (Amor virtual 1) de Azaroa Sanchez

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    Elisa vive por y para su trabajo. Por casualidad, lee uno de los articulos del reconocido periodista Edward Parker, convirtiendolo en su obsesion. Daniel tiene todo lo que puede desear: es el periodista mas importante de un reconocido periodico ingles, y ademas disfruta del anonimato que le proporciona su seudonimo: Edward Parker. Ella se enamora de el leyendo sus escritos; El de ella leyendo sus palabras. El destino se encargara de unir sus caminos. ?Es posible amar a alguien leyendo lo que escribe?

  • Mi vida, mis reglas de Julianne May

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    Siempre existen esos momentos en los que crees que tu vida no puede empeorar mas, hasta que un dia -o una noche- descubres que no hay imposibles y mucho menos en la ciudad en la que los suenos se vuelven realidad. Claro que esto puede ser tan maravilloso como peligroso, pues no solo depende ti, creeme, sino tambien del hada madrina que este disponible para ayudar… Mi nombre es Adam Style, y esta es mi historia… o, al menos, esa pequena parte de mi vida que jamas podre olvidar. Capitulo 1 <>. Si. Esas fueron las primeras palabras que habia oido en el dia. Bueno, en realidad, las segundas despues del matutino <> de mis dos hijos mellizos y preadolescentes. Digamos que solia ser el saludo afectuoso que me daban cada manana antes de que partieran a la escuela. Y Vicky, mi escultural esposa, pues… no tenia tiempo ni para eso. Pero era algo que yo entendia. Vivia trabajando, pues ser una de las mejores relacionistas publicas de Hollywood implicaba varios sacrificios, o por lo menos eso era lo que ella decia. Y a mi de verdad que solo me importaba verla feliz, asi que… si, luego de esas mananas, debia esperar durante todo el dia hasta la noche a que alguien me dirigiera la palabra. Suena extrano, pero asi era… Bueno, tal vez no siempre. Monica y Bea, del sector de contabilidad, a veces me hablaban. No era que fueran largas conversaciones -porque, siendo honestos, no lo eran-, pero escuchar que alguien se dirigiera a mi aunque fuera con un <> era para mi suficiente. Al menos para saber que para alguien de mi trabajo yo existia. Y se lo que estaran pensando: <>. Lo mismo que mi unico y mejor amigo, Robert, me decia cada vez que nos juntabamos en la playa para terminar hablando de mi vida. Claro que lo ultimo de lo que yo queria conversar era de mi, pero, luego de que lo observara montar y domar esas tremendas olas del mar californiano, pues se relajaba en la arena junto a mi a reflexionar al estilo Robert. En fin… Sabia a lo que se referia cuando me decia que renunciara, pero ese habia sido mi primer y unico trabajo por casi veinte anos. En serio. Y se que comprar papel higienico o ser el eterno asistente personal de Hugh Lawrence, director de la compania, nada tenia que ver con mi sueno de ser un gran columnista o escritor, pero lo tomaba como el trampolin ideal para lograrlo, pues no habia persona que en todo el estado no deseara trabajar para el California News, el periodico mas leido del oeste del pais. Y el ver mi empleo de esa manera no era una mera fantasia mia. Hugh mismo me lo habia asegurado el dia que empece a trabajar con el, cuando aun vivia mi madre. Me conocia desde mi infancia y, si bien aun no habia cumplido del todo su promesa de nombrarme columnista de alguna de sus secciones, no dejaba de ser un gran hombre…, al menos hasta esa tarde de viernes. -Lo siento mucho, Adam -dijo luego de que yo elevara la vista desde mi pequeno escritorio al haber oido el <>. No suelo ser una persona de esas que viven quejandose, pero, a decir verdad, aquella diminuta mesa nada se parecia a las del resto de la oficina. Eso sacando que la silla que solia usar tenia una de sus rueditas averiada desde tiempos inmemoriales… y esto sin tener en cuenta que estaba ubicado en un rincon, lo que me mantenia alejado de todo el departamento de inquietos y triunfadores periodistas. Sin embargo, segun Hugh, el que yo me mantuviera al margen, alejado de todo el mundo, no era mas que una ubicacion estrategica para darme una mejor vista de lo que seria mi futuro. No estaba tan seguro de su metodo, pero el insistia en que la visualizacion directa era la mejor tecnica para inspirarme. Solte la agenda en la que organizaba su dia a dia -ya que carecer de un ordenador o tablet era parte de la tecnica, pues se suponia que, al no poseer nada de todo eso, creceria en mi el deseo por adquirirlo- y parpadee mas de la cuenta antes de que pudiera abrir la boca, algo a lo que me animaba solo porque ya no habia nadie en la oficina a excepcion de nosotros dos. -?Es… es una broma, Hugh? -Mi titubeo se entremezclo con mi agitada respiracion. Bajo la mirada y, al tiempo que inspiro profundo, coloco las manos en jarra sobre su cintura. Aquello hizo que pasara lo que todo el dia murmuraban Monica y Bea, pues su pecho, claramente trabajado en el gimnasio, se elevo mas y se fundio con la camisa slim fit[3] turquesa que amaba lucir cada viernes. Y claro, sus jeans de tiro bajo me confirmaron que era cierto que usaba ropa interior fluorescente… Como fuera, largo todo el aire, calculo que con pena, y volvio a mirarme a los ojos. -En serio, me agradas y no tengo nada para decir en contra de ti, pero… -Suspiro inseguro. Se tomo unos segundos y, tras sacudir la cabeza, continuo determinante-. Pero ya es hora de que tomes un nuevo rumbo. Lo siento, Adam. -Y resoplo como si se hubiera sacado un enorme peso de encima. ?Era cierto? Veinte anos trabajando para el y otros tantos mas de relacion cercana que habia tenido -pero que no va al caso mencionar-, !?y no tenia nada mas para decirme?! Frunci las cejas y el sudor frio que senti en mis sienes me impulso a levantarme. Claro que la vieja silla de escritorio hizo que casi me cayera gracias a su jamas reparada ruedita. Pero, por fortuna, Hugh me tomo por el brazo, lo que evito que terminara en el suelo junto al clasico asiento de los noventa. -?Despedido? -Volvi a parpadear varias veces y, tras un incomodo silencio, necesite seguir-. Hugh, ?me estas diciendo lo ultimo que hubiera esperado escuchar de ti y no puedes darme un motivo mas que debo tomar un nuevo rumbo? -exprese sin quitarle la mirada de encima, pero el no se atrevia a elevar la vista, y crei saber por que. Pero mi silencio y mi espera lo obligaron a hacerlo. -!Oh, por Dios! !No hagas esto mas dificil de lo que ya es, Adam! -exclamo alterado y al tiempo que se paso una mano por su gris pero moderna cabellera. Nos quedamos mirando fijamente por varios segundos. Y pude haber continuado presionando para saber por que, pero, ademas de que no era mi estilo ni por lejos, sus cejas fruncidas, su respiracion nerviosa y su mirada, suplicante y llena de culpa, me decian que el motivo era tan impronunciable que no sabria si seria mas doloroso para el, al tener que decirlo, o catastrofico para mi al tener que escucharlo. No hacia falta hacer grandes deducciones… Tenia bien en claro que el <> que mis hijos usaban como saludo por la manana era la palabra con la que toda la oficina me identificaba. En pocas palabras, Hugh nunca habia creido en mi como futuro periodista. O peor aun: en todo ese tiempo, yo no habia conseguido que el creyera en mi. Baje la mirada, asenti con la cabeza y simplemente hice lo que Adam Style haria: -Esta bien, Hugh. No lo sientas. Te entiendo. -Y lo abrace. Sin dudas que aquello lo sorprendio y dejo sin aliento, pues apenas se animo a apoyarme una mano en la espalda, y yo, despues de eso, simplemente me marche. *** -!?Eres idiota?! -grito Rob. Por poco, destruye mi oido y el sistema de sonido de mi automovil, por lo que agradeci no haber tenido el movil pegado a mi oreja. -Hey, calmate, ?si? -Suspire mientras mantenia la vista fija en el camino para volver a mi casa. Necesitaba relajarme-. Deberias haber estado alli. Pude sentir su culpa. Su mirada lo decia todo, Rob. Si tu hubieras… -!Si yo hubiera estado alli, le hubiese apretado las bolas contra aquel estupido escritorio que jamas te cambio desde que trabajas con el! !Y no lo hubiese soltado hasta que rogara perdon y te diera el maldito puesto que te prometio desde siempre, Adam! -Y largo todo el resto de aire que tenia contenido. Revolee los ojos y frene ante la luz roja del semaforo. -Rob, se lo que dices y por que, pero entiendo la posicion dificil de Hugh. -Suspire enojado conmigo mismo y avance tras ver el cambio a verde-. El problema soy yo. Y si hay algo que debo admitir es que tampoco he hecho nada por merecerme un mejor lugar alli, asi que… -!Cierra el maldito pico de la version drogada del Buda que te hayas aspirado! !El que ahora tiene una posicion dificil eres tu! !Acabas de perder el trabajo y todavia te queda lo peor! !Ni yo quisiera lidiar con la zorra esa! -Calma, Rob… -le adverti, como siempre. -OK, perdon. No debi llamar <> a la zorra de Vicky… -Suspiro al tiempo que yo negue con la cabeza-. En fin… Calculo que aun no le has dicho nada, ?cierto? De lo contrario, no estarias vivo… -Rob… -suspire. La verdad era que, de algun modo, tenia razon. Vicky tenia un temperamento digamos que… fuerte, y sus aspiraciones eran, cada ano, mas altas. Y siendo honestos, no sabia como tomaria mi despido. O tal vez si…

  • La presa del tigre de Wilbur Smith

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    Oceano Indico, 1710. La costa malabar esta infestada de comerciantes codiciosos, piratas temerarios y hombres con sed de venganza. Pero para un Courtney, el mayor peligro siempre proviene de su propia familia...

  • Ayer, nosotros, hoy de Carolina Casado

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    Scott esta en el ultimo ano de instituto, pero su cabeza esta muy lejos, en la facultad de Bellas Artes de Tennessee; quiere mirar hacia adelante, avanzar, huir de unos padres que siempre estan discutiendo y cumplir su sueno de centrarse en su pasion por dibujar.

  • Africa. La vida desnuda de Alberto Rojas

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    Una serie de cronicas africanas que dan voz a las historias que no son contadas.

  • Jugando a enamorarse de Jill Shalvis

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    Si tienes pensado dar el salto y enamorarte sera mejor que estes seguro de que haya alguien esperando para agarrarte.

  • El mensaje del multimillonario (Los Sinclair 3) de J. S. Scott

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    Evan y Randi no se soportan, pero la pasion unira sus destinos.

  • Nosotras. Historias de mujeres y algo mas de Rosa Montero

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  • Tu y yo de Niccolo Ammaniti

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    LA noche del dieciocho de febrero de dos mil me acoste temprano y me dormi enseguida, pero a media noche me desperte y ya no pude conciliar el sueno. A las seis y diez, tapado hasta la barbilla con el edredon, respiraba por la boca. La casa estaba en silencio. No habia mas ruidos que el de la lluvia batiendo contra la ventana, el que hacia mi madre en el piso de arriba yendo y viniendo del dormitorio al cuarto de bano, y el del aire que entraba y salia por mi traquea. No tardaria mi madre en venir a despertarme para llevarme con los otros. Encendi la lampara con forma de grillo que tenia en la mesita. La luz verde pinto un rincon de cuarto en el que se veia la mochila llena de ropa, el chaqueton y un bolso con las botas y los esquis. Entre los trece y los catorce anos di un estiron tremendo, como si me hubieran dado abono, y supere en altura a todos los de mi edad. Mi madre decia que me habian estirado dos caballos de tiro. Me pasaba un monton de tiempo ante el espejo, mirandome la piel blanca llena de pecas, el vello de las piernas. En la cabeza me crecia una mata de pelo castano entre la que asomaban las orejas. La pubertad habia remodelado mis facciones y me separaba los ojos verdes un narizon enorme. Me levante y meti la mano en el bolsillo de la mochila, apoyada junto a la puerta. --La navaja esta. Y la linterna. Todo --dije en voz baja. Los pasos de mi madre en el pasillo. Debia de llevar los zapatos azules de tacon alto. Me meti en la cama, apague la luz y fingi que dormia. --Lorenzo, arriba, que es tarde. Alce la cabeza de la almohada, me frote los ojos. Mi madre subio la persiana. --!Que dia tan horrible!… Esperemos que sea mejor en Cortina. La luz tetrica del alba dibujaba su fina silueta. Se habia puesto la falda y la chaqueta gris que usaba en las ocasiones importantes. El sueter de cuello redondo. Las perlas. Y los zapatos azules de tacon alto. --Buenos dias --dije bostezando, como si acabara de despertar. Mi madre se sento en la cama. --?Has dormido bien, cielo? --Si. --Voy a prepararte el desayuno… Tu, mientras, lavate. --?Y Nihal? Me peino el pelo con los dedos. --A esta hora duerme. ?Te dio las camisetas planchadas? Dije que si con la cabeza. --Venga, levantate. Eso queria yo, pero algo me oprimia el pecho. 1 --?Que pasa? Le tome la mano. --?Me quieres? Ella sonrio. --Pues claro que te quiero. --Se puso en pie, se miro en el espejo que habia junto a la puerta y se aliso la falda--. Va, arriba. ?Tambien hoy hay que insistirte para que te levantes? --Un beso. Se inclino sobre mi. --Que no te vas a la mili, que te vas de semana blanca. La abrace, hundi la cabeza en el cabello rubio que le caia por la cara y pegue la nariz a su cuello. Olia bien. Me hacia pensar en Marruecos. Callecitas muy, muy estrechas, llenas de tenderetes con polvos de colores. Aunque yo nunca habia estado en Marruecos. --?A que hueles? --A jabon de sandalo. El que uso siempre. --?Me lo prestas? Enarco una ceja. --?Para que? --Para lavarme con el y llevarte conmigo. Retiro las mantas. --?Lavarte? !Que novedad! Va, tonto, si ni te acordaras de mi. Por la ventanilla del BMW iba mirando la tapia del zoo, cubierta de carteles electorales mojados. Alla arriba, en la jaula de las rapaces, se veia un buitre posado en una rama seca. Parecia una vieja de luto durmiendo bajo la lluvia. La calefaccion del coche me sofocaba y las galletas se me habian atragantado en la garganta. Cesaba la lluvia. Una pareja, gordo el, delgada ella, hacia gimnasia en las escaleras cubiertas de hojas mojadas del museo de arte moderno. Mire a mi madre. --?Que pasa? --pregunto, sin apartar los ojos de la carretera. Infle el pecho queriendo imitar la voz grave de mi padre. --Arianna, a ver si lavas el coche que parece una pocilga rodante. No se rio. --?De tu padre te has despedido? --Si. --?Que te ha dicho? --Que no haga tonterias ni esquie como un loco. --Hice una pausa--. Y que no te llame cada cinco minutos. --?Eso ha dicho? --Si. Cambio de marcha y torcio en la Flaminia. La ciudad empezaba a llenarse de coches. --Llamame cuando quieras. ?Lo llevas todo? ?Musica? ?El movil? --Si. El cielo gris gravitaba sobre los tejados y entre las antenas. --?Y la bolsa de las medicinas la has cogido? ?Has echado el termometro? --Si. Un muchacho en una moto reia con el movil metido bajo el casco. --?Y el dinero? --Si. Cruzamos el puente sobre el Tiber. --Lo demas creo que lo miramos anoche. Lo llevas todo. --Si, lo llevo todo. Estabamos parados en un semaforo. En un Cinquecento habia una mujer mirando al frente. Por la acera pasaba un anciano tirando de dos perros labradores. En un arbol pelado cubierto de bolsas de plastico que sobresalia del agua color barro habia una gaviota posada. Si hubiera venido Dios y me hubiera preguntado si queria ser esa gaviota, habria dicho que si. Me quite el cinturon de seguridad. --Dejame aqui. Mi madre me miro como si no hubiera entendido. --?Como aqui? --Si, aqui. El semaforo se puso en verde. --Para, por favor. Pero ella arranco. Suerte que delante llevabamos un camion de la basura que nos frenaba. --!Mama! Que pares. --Ponte el cinturon. --Te digo que pares. --?Por que? --Porque quiero llegar solo. --No lo entiendo… Alce la voz: --!Para, por favor! Mi madre se aparto a un lado, apago el motor y se echo el pelo hacia atras. --?Y ahora que pasa? Lorenzo, por favor, no empecemos. Sabes que a estas horas no razono. --Pasa que… --Aprete los punos--. Que todos vienen solos. Y yo no puedo presentarme contigo. Quedaria fatal. --A ver si lo entiendo… --Se froto los ojos--. ?Quieres que te deje aqui? --Si. --?Y no puedo darles las gracias a los padres de Alessia? Me encogi de hombros. --No hace falta. Se las doy yo. --Ni hablar. --Y giro la llave de contacto. Me arroje sobre ella. --No… No… Por favor. Me rechazo. --?Se puede saber que te pasa? --Que quiero ir solo. No puedo llegar con mi madre. Se reirian de mi. --!Que tonteria! Quiero ver si todo va bien, si puedo hacer algo. Me parece lo menos. No soy grosera como tu. --No soy grosero. Soy como todos. Puso el intermitente. --No. De ninguna manera. No habia calculado yo que mi madre se empenaria tanto. Me estaba poniendo rabioso. Empece a darme punetazos en las piernas. --?Que haces? --Nada. --Agarre la manivela de la puerta con tanta fuerza que los nudillos se me pusieron blancos. Podia arrancar el retrovisor y romper el cristal de la ventanilla. --?Por que eres tan chiquillo? --Eres tu, que me tratas como a un… gilipollas. Me fulmino con la mirada. --No digas palabrotas. Sabes que no lo soporto. Y no hay necesidad de que me montes un numero. Di un punetazo en el salpicadero. --!Mama, quiero ir solo, maldita sea! --Me atragantaba de puro rabioso--. Vale. Pues no voy. Ya puedes estar contenta. --Mira que me enfado, Lorenzo. Yo tenia una ultima baza. --Todos dijeron que irian solos. Yo soy el unico que va siempre con su mamaita. Por eso tengo problemas. --Ahora no me eches a mi la culpa de tus problemas. --Papa dice que debo ser independiente, que debo hacer mi vida, que debo despegarme de ti. Mi madre entrecerro los ojos y apreto los finos labios como para impedirse hablar. Se volvio a mirar los coches que pasaban. --Es la primera vez que me invitan… ?Que pensaran de mi? --segui yo. Miro a un lado y a otro como buscando a alguien que le dijera que hacer. Le cogi la mano. --Mama, estate tranquila… Sacudio la cabeza. --No, no estoy nada tranquila. Con el brazo cinendo los esquis, la bolsa con las botas en la mano y la mochila a cuestas, vi a mi madre dar media vuelta. Me despedi y espere a que el BMW desapareciera puente adelante. Eche a andar por viale Mazzini. Pase el edificio de la RAI. Unos cien metros antes de Col di Lana reduje el paso, mientras el corazon se me aceleraba. La boca me sabia amarga, como si hubiera chupado un alambre de cobre. Con todo aquello encima iba agobiado, y el plumifero era una sauna. Llegue al cruce y asome la cabeza por la esquina. En la otra punta, ante una iglesia moderna, habia un gran Suv Mercedes, y Alessia Roncato, su madre, el Sumerio y Oscar Tommasi estaban metiendo el equipaje en el maletero. Un Volvo se detuvo junto al Suv y de el se apeo Riccardo Dobosz, que se reunio con los otros. Un instante despues se apeo tambien el padre de Dobosz.

  • Noches magicas de Maureen Child

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  • La marquesa de George Sand

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    Tras varias experiencias desafortunadas en el amor y haber desarrollado el odio hacia los hombres. “La marquesa” narra el enamoramiento fulminante de una exquisita aristocrata por un actor teatral, sublime en escena, pero ordinario y decepcionante en la vida real.

  • Lo estas deseando de Kristen Roupenian

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    En diciembre de 2017 Kristen Roupenian publico en el New Yorker el relato <>. De inmediato se hizo viral y se convirtio en uno de los mas comentados y que mas revuelo han generado entre los publicados por la revista, junto con los ya clasicos <> de Shirley Jackson y <> de Annie Proulx.

  • Insurreccion de Jose Ovejero

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    Ana tiene diecisiete anos y no le gusta el mundo que la rodea. Rechaza a una madre que se cree que puede salvar el planeta vendiendo bolsos fabricados con materiales reciclados y a un padre que se resigna a la progresiva degradacion de sus condiciones de trabajo en la radio. Por eso se va del hogar que supuestamente debe protegerla y entra en una casa okupada. Alli, al calor de companeros que han buscado refugio de la ferocidad de los salarios precarios y del desalojo paulatino de los habitantes de los barrios por franquicias, hoteles y apartamentos turisticos, se entrega a la unica vida que para ella tiene sentido: la de vivir en una comunidad de resistencia, en la que no se descarta la violencia.

  • El sueno de Carolina y otros relatos de Anthony Velarde

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    Para Carolina la vida en un pequeno pueblo es aburrida, ella esta planeando vivir lejos de casa y convertirse en un ejemplo para todos. Ser exitosa y lograr ganar mucho dinero en la capital es su mas anhelado sueno. Este relato empieza tras la desaparicion de Carolina, narra la preocupacion de sus padres por encontrarla, llegando a descubrir sus secretos: ella estaba reuniendo dinero para irse a la capital y habia estado ocultando los problemas recientes con su novio -quien es hijo del alcalde. Descubre como en un pueblo tan pequeno y alejado que parece olvidado por la justicia logran encontrarla.
    Junto a “el sueno de carolina” se narran otros relatos en los que prima el misterio como en “bifurcado” y “la isla mineas” y tambien de terror y suspenso como en “amigos inseparables”.

  • Pellizcos de Navidad de Lara Rivendel

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    Dejo el movil en la mesa, aparto la cortina y me asomo a la ventana. La misma estampa de cada ano por estas fechas, desde hace... <> Las luces de Navidad de la Gran Via brillan creando una serpiente azulada que baila alegre sobre los transeuntes. Yo, desde luego, este ano no estoy para bailes ni para fiestas. --Seguire empaquetando --me digo. Suspirando, dejo caer la cortina y vuelvo al trabajo. Mientras espero a que los posibles compradores --una pareja con los suenos intactos y toda la vida por delante-- vengan a ver el piso, voy guardando en cajas los objetos de los que no soy capaz de desprenderme. No me cunde nada porque, en realidad, no quiero acabar de empaquetar las cosas que Enrique y yo hemos acumulado a lo largo de estos veinte anos. Bueno, las que el no se ha llevado, que son casi todas. El doctor Enrique Guerra, mi aun marido aunque por poco tiempo, se llevo lo que le cupo en dos maletas y no parece tener prisa por llevarse el resto. Tomo el volumen de Guerra y Paz que me regalo durante nuestra primera cita y sonrio. Aunque me resisto, no puedo evitar abrirlo y leer la dedicatoria. <> Suspiro. Enrique es el hombre menos romantico que he conocido, pero en la primera cita se lucio. A mis veintiun anos, con mi titulo de enfermera recien estrenado bajo el brazo, que el medico mas guapo del hospital me invitara a cenar fue un sueno hecho realidad. Tan embobada estaba que, cuando poco despues descubri que estaba embarazada, no entendi las caras de horror de mis amigas. Por supuesto no quise escuchar a las que me aconsejaron que me esperara un tiempo antes de ser madre. Me decian que antes de sentar la cabeza tenia que disfrutar de la vida, viajar, salir de noche... Otras me decian que Enrique me dejaria cuando se enterara; que lo mejor que podia hacer era librarme del bebe y no decirle nada. Pero, aunque era muy joven, cuando la vida me puso ante una encrucijada, tuve muy claro lo que tenia que hacer. 7 Dos dias mas tarde compartia guardia con Enrique. Aguarde a un momento de tranquilidad; le dije que lo esperaba en el dormitorio del personal y cuando el llego, ilusionado ante la idea de un revolcon a medianoche, le comunique que estaba embarazada y que pensaba traer a ese nino al mundo. Le dije que el bebe era suyo, pero que si no habia sitio para el en su vida, no lo forzaria a aceptarlo. Eso si, si no tenia sitio para nuestro hijo, evidentemente tampoco lo tenia para mi. Enrique tardo unos segundos en asimilarlo. Aunque es seis anos mayor que yo, todavia no se habia planteado formar una familia, pero reacciono mucho mejor de lo que me habia imaginado. Me dijo que no estaba enamorado de mi, pero que yo le gustaba mucho y que no podria vivir tranquilo sabiendo que un hijo suyo crecia sin padre. Si tenia suficiente con esa base, me ofrecia su nombre y su proteccion para mi y para el bebe. En aquel momento, me parecio lo mas romantico que me habia pasado en la vida; una declaracion propia de una novela de Jane Austen. Estaba segura de que, con el tiempo, Enrique se enamoraria de mi como yo lo estaba de el y que, una vez que el bebe llegara al mundo, nuestra felicidad seria completa. El embarazo fue bueno y el pequeno Enrique, un regalo del cielo. Fue el bebe mas bonito que ha pasado por el hospital. Siempre que puedo, me paso por la nursery para ver a los recien nacidos y hasta ahora ninguno lo ha superado. Y no es amor de madre, ?eh? Es que mi Quique es guapo a rabiar. <>. Dejo el libro en la caja y voy al dormitorio de Quique, pero los recuerdos me persiguen alla donde vaya. Cuando se me termino el permiso por maternidad y volvi al hospital, note que algunas companeras cuchicheaban a mis espaldas. Mi amiga Lola me conto que una enfermera que habia entrado a trabajar durante mi ausencia iba presumiendo por ahi de acostarse con Enrique durante las guardias. Aquella noche se lo pregunte a el directamente. Aunque lo nego, su cara me dijo que algo habia habido. Segui adelante por nuestro hijo y, vale, si, porque seguia loca por mi marido. Enrique ha sido el unico hombre de mi vida; no me puedo imaginar la vida sin el. ?Que sentido tiene ahora la Navidad? Y luego vendra mi cumpleanos, y luego el suyo, y en verano... ?que hare durante un mes entero de vacaciones? Noto que empieza a faltarme el aire y, siguiendo las instrucciones de la psicologa del hospital, me siento en la cama y respiro hondo. 8 <>, me dijo. <> --!Que facil es decir eso cuando se esta bien! ?Como voy a disfrutar de esto? !Mi vida es una mierda, estoy sola y acabada! Tengo mas desconchones que la pared del lavadero. Y dentro de dos meses me caen los cuarenta; solo me faltaba eso, ya nadie me va a querer. Noto que las dichosas lagrimas vuelven a aparecer. ?Es que no se cansan nunca? Estoy harta de llorar, estoy harta de mi. No me extrana que Enrique y Quique se hayan marchado; si yo pudiera, tambien me abandonaria. Me seco los ojos, me levanto y me acerco a la estanteria. Cojo una foto enmarcada de mi hijo celebrando un triunfo deportivo y le doy un beso. Siempre ha sido muy deportista, como su padre. El momento en que nos anuncio que le habian concedido una beca para estudiar Medicina en Canada fue el principio del fin. Enrique lo felicito dandole palmadas en la espalda. Hacia tiempo que no lo veia tan contento. Me imagine que seria orgullo de padre al ver que su unico hijo seguia sus pasos. Yo lo felicite, claro, que iba a hacer, !se le veia tan ilusionado! Pero mi alma empezo a gritar en silencio y, desde entonces, no ha parado. Queria gritar que no, que no se llevaran a mi pollo, que aun era muy pequeno para saltar del nido y que !como iba a vivir en Canada con lo frios que tiene siempre los pies en invierno! Vuelvo al comedor, monto un par de cajas de carton mas con ayuda de cinta de embalar y vuelvo a la habitacion de Quique para guardar los albumes de fotos. <> El anuncio de Quique fue solo el primer capitulo de la novela El otono en que Paz perdio la paz. Cuando Enrique y yo dejamos a nuestro pequeno --ya no tan pequeno-- en el control de seguridad del aeropuerto, el me invito a tomar algo en la cafeteria. Me extrano que no esperara a llegar a casa para comer, pero pense que los nervios le habrian dado hambre. Cuando nos sentamos, me dio un panuelo y me solto a bocajarro que queria el divorcio. No fui capaz de hablar; el shock me dejo muda. Enrique tendra sus cosas, pero de tonto no tiene un pelo. Lo habia planeado todo perfectamente. Sabia que el disgusto por la marcha de Quique me dejaria en K.O. emocional y que no me quedarian fuerzas para montarle un numerito en publico.

  • A traves de la tormenta (Highlands 3) de Alexia Seris

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    Jacobo y Grizela tienen que hacer frente al destino que han escrito para ellos, el siguiendo las ordenes del rey escoces, ella siguiendo los dictados de su corazon. Ambos son conscientes de que les espera un futuro incierto, pero ?estan preparados para afrontarlo? Los vientos de guerra estan cada vez mas agitados y Jacobo tendra que decidir por que bando luchar: la tierra que le vio nacer o la tierra a la que le ha entregado su corazon. En un vertiginoso viaje por la Escocia medieval, descubriras que no todo es lo que parece y que los enredos del destino te pueden llevar a un lugar al que jamas pensaste llegar. Con la tercera y ultima entrega de esta trilogia, arderas de pasion, sufriras con las adversidades y sobre todo, te enamoraras de nuevo.

  • La ultima bruja de Mayte Navales

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    Los nombres tienen poder. Todos lo sabemos. Y los nombres de las brujas siempre han sido mas poderosos que los de los humanos, pues contienen su esencia y su magia.
    <> Eduardo Noriega
    Los nombres tienen poder. Todos lo sabemos. Y los nombres de las brujas siempre han sido mas poderosos que los de los humanos, pues contienen su esencia y su magia. Por eso los ocultan. Esta es la historia de dos brujas milenarias. Y de sus nombres. Y de como sobreviven al tiempo.
    Greta nacio en la Edad Media. Irati, mucho mas vieja, pertenece a una raza extinta que ya no camina la Tierra. Es la ultima de su estirpe. Pero en el mundo quedan otras razas como la suya, tribus que conocen los secretos de los bosques primigenios. Y en el presente, un espiritu ancestral sobrevuela los suenos de un nino de aura azul. No solo las brujas ansian su corazon. Solo necesitan su nombre.

  • Noches de Manhattan, Sarah Morgan de Sarah Morgan

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    A la competente organizadora de eventos Paige Walker le encantaban los retos. Tras pasar su infancia entrando y saliendo del hospital, ahora estaba decidida a triunfar. ?Y que mejor lugar para hacerlo que Nueva York? Pero cuando perdio el empleo que amaba, tuvo que enfrentarse al mayor reto de todos: trabajar por su cuenta.

  • A pesar de todo de Elizabeth Urian

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    Vuelve Elizabeth Urian para enamorarnos con otra novela que nadie se puede perder.

  • Me enamore de mi jefe de Dakota Milano

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  • Por orgullo de Sophie Saint Rose

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    Xana trabajaba en una discoteca y conocer a Philip fue un autentico regalo que no se esperaba. Un gran amigo para toda la vida. Asi que cuando fue a visitarle a Inglaterra, se llevo una sorpresa al conocer a su hermano que era totalmente opuesto a el e impresionantemente sexy. Era una pena que no la tragara.

  • Desde el alma de Javier Romero

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    Desde el alma no es solo una historia de esperanza, amor y lucha. Son varias historias cogidas de la mano y que nos muestran una realidad diferente que se aleja de la maldad que en nuestros dias parece querer aduenarse del mundo.

  • Volver a empezar de Claudia Velasco

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    Liam Galway necesita un cambio, necesita parar y volver a empezar tras anos de trabajo, exitos, premios y reconocimientos. Necesita dejar de ser Liam Galway, la rutilante estrella de Hollywood, para volver a ser Liam McDonagh, el anonimo ciudadano de a pie al que nadie reconoce, al que nadie persigue, al que nadie observa.
    Su vida profesional lo tiene agotado y la reaparicion de un fantasma terrorifico del pasado, Emma Capshaw, su acosadora, lo hacen replantearse su vida, deja California y se pierde en Ithaca, al norte del Estado de Nueva York, en un idilico paraje alejado del mundo y del ruido mediatico, donde al fin encuentra la paz, el equilibro y una nueva oportunidad para ser feliz.

  • Almas viejas de Miranda Mora

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    ? Puede el amor vencer a la muerte?. Atrevete a descubrirlo sumergiendote en la vida de Tessa. Acompanala en un relato cargado de amor, historia y erotismo, que te hara replantearte muchas cosas de una manera diferente. Disfruta de esta historia en la que se entremezclan pasado y presente para darle sentido a la vida de la protagonista.

  • Solo sombras de Dolores Payas

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    Una trama agil escrita en un tono divertido e irreverente que provoca la carcajada del lector en multiples ocasiones. Suspense, crimen y aventura, sexo, amores encubiertos. Exotismo y excentricidades. Historias oscuras, truculentas que discurren en paralelo a ridiculos trajines diplomaticos.
    El desfile de personajes resulta inolvidable. Expatriados borrachos y jugadores de golf, mujeres heridas, machos vanidosos, embajadores calaveras. Agentes secretos y no tan secretos.
    Como telon de fondo, las sempiternas tinieblas del smog pekines.

  • Peregrinos de Sofia Segovia

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    Tan lejos y tan cerca como el azar que,

  • Tu mi hombre y yo tu mujer: amor en Panquehua, Elena Bowen de Elena Bowen

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  • Para siempre es un comienzo de Patricia Morenz

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  • El ala izquierda de Mircea Cartarescu

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    <> es el volumen que abre <>, la monumental trilogia en forma de mariposa considerada unanimemente la obra maestra de Mircea Cartarescu. Visceral ejercicio de autoexploracion literaria sobre la naturaleza femenina y la madre, <> se ha convertido en uno de los exitos mas solidos de la literatura europea actual, y en un best seller literario desde el mismo momento de su publicacion. Circos errantes, agentes de la Securitate, una oscura secta, la de los Conocedores, que controlan todo lo visible y lo invisible, un ejercito de muertos vivientes y una hueste de angeles bizantinos. Un exodo mistico a la infancia del autor y a la prehistoria de su familia. Un mundo caleidoscopico del que emergemos como si regresaramos de un peregrinaje, conmovidos y transformados.

  • Alteravita de Estefania Yepes

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    En algun momento dado, todos almacenamos en nuestra memoria el recuerdo de un acto, decision, palabra o gesto, que nos remueve por dentro y nos martillea la sien. Duele. Tanto como solo lo hacen aquellas cosas que viven en un interior desprovisto de visitas ajenas, donde el propio yo es dueno y senor de nuestras emociones mas ocultas, recordandolas cada vez que se siente dispuesto a castigarnos con ellas. Los remordimientos existen desde tiempos inmemorables. Residen en el ser humano y constituyen parte de su propia existencia, cohabitando junto con todos los buenos pensamientos. Son casi tan importantes como ellos, tal vez incluso mas. Se aprende a partir de las ensenanzas, pero tambien de los errores. Estos, precisamente estos, son los que generan una sensacion en el cuerpo imposible de emular por cualquier explicacion doctrinal o farmaco. Resulta muy facil entender que si tu sonries a una persona justo despues de desearle que tenga un buen dia, existe un noventa y ocho por ciento de posibilidades de que esta te responda del mismo modo, lo cual, provocara en ti emociones de placer, serenidad y lo mas importante, permitira la liberacion de las llamadas endorfinas, los neurotransmisores responsables de hacer que nos sintamos felices y al mismo tiempo, disminuiran los niveles de estres. Sin embargo, nadie nos prepara para la llegada de aquel momento en el que, sobrepasados quiza por ciertas circunstancias, tal vez una noche de insomnio o bien, una semana cargada de tension en el trabajo, cuando alguien nos sonrie tras desearnos ese radiante "buenos dias" respondemos con un despiadado bufido, enarcamos las cejas y le recriminamos que todavia siga en la cama cuando deberia de estar haciendo algo productivo con su vida, y no dejar que todo el peso de la casa recaiga sobre uno mismo, justo antes de cerrar la puerta a tus espaldas y desaparecer con el corazon batiendo con fuerza contra el pecho. Tras ese dos por ciento de posibilidades que existen de que esto suceda, cuando la furia inicial remite y la razon consigue hacerse un hueco e imponerse sobre la excitacion sobrevenida, surge lo que se conoce como los remordimientos. Los remordimientos no son mas que sentimientos, un patron de pensamiento segun el cual, el ser humano ahonda y rememora unos actos, reacciones o palabras que quiza podria haber evitado, en la mayoria de ocasiones de forma muy sencilla. Los hay productivos, es decir, todos aquellos que nos permiten aprender de un error y afrontar nuestro futuro de un modo distinto; pero tambien, existen los considerados como improductivos, capaces de sepultarte y hundirte sin piedad en un infierno de emociones con las que no podras cambiar absolutamente nada e incluso, de destruir cada recodo de tu ser. Dicen que de los errores se aprende. La historia que os traigo a continuacion no versa unicamente sobre ellos, sino sobre la capacidad que tiene el ser humano para caer, levantarse, comprender, crecer y, en la mayoria de los casos, volver a caer. Dar el siguiente paso, ya solo depende de uno mismo. ?Cuantas veces os habeis preguntado "que habria pasado si..."? 0. El principio... o tal vez el final. Desperte demasiado tarde. Bueno, en realidad no lo hice. Pero, por lo visto, una ya no podia dormitar tranquila ni siquiera a las siete de la manana. Me sentia agotada por culpa de las incesantes horas de trabajo a las que me veia sometida y mi jefe no parecia tener muy por la mano el concepto "limites". Una cosa era tener disponibilidad horaria completa y otra muy distinta no respetar el descanso de tus empleados. Sali del bano envuelta en una nube de vapor, el pelo encrespado y el maquillaje sin sellar. Me esperaba un dia duro. Debia despedir a mi secretaria y a dos de los chicos de mantenimiento despues de una remodelacion de plantilla. Llevabamos toda la semana con reuniones a casi todas horas. El comite nos exigia cifras con las que respaldar una decision que me provocaba nauseas. Me mire frente al espejo del armario y mis ojeras no me devolvieron el saludo. Por lo visto, ellas tambien me odiaban. Toda yo me odiaba por tener que dar ese paso. A mis espaldas, Sam continuaba tumbado en la cama, como si el mundo no fuera con el. La serenidad se reflejaba en su rostro, aquella calma que solo reside en las personas que no viven con remordimientos o tal vez, aquellas que con el tiempo, han aprendido a gestionarlos sin que estos logren aduenarse de su cordura. Uno de sus pies reposaba apacible sobre las sabanas, al que le seguia una pierna musculada y fibrosa. Senti rabia y muchisima envidia. Rabia porque el pudiera dormir con tal placidez cada noche, ajeno a todas las emociones que me hacian tambalearme, sufrir migranas hasta altas horas de la madrugada y acabar llorando hecha un ovillo cuando la tension me sobrepasaba. Envidia de que el pudiera seguir durmiendo mientras yo debia ir al despacho y afrontar el que seguramente seria uno de los peores dias, cuando lo unico que deseaba era quedarme en casa, servirme una copa de vino y encargar una tarta con crema de mantequilla. --Buenos dias, mi amor --me saludo feliz, con un ojo entreabierto y algunos mechones ondulados cubriendo su frente. Mostraba una de esas sonrisas mananeras, obnubiladas por un sueno del que aun no habia despertado por completo. Si, me moria de rabia, de envidia y estaba furiosa con el, por un motivo que ni siquiera le concernia. --Eso lo sera para ti --espete en un tono hosco que no se merecia--. Te pasas las mananas durmiendo sin hacer nada de provecho. Ya podrias levantarte y salir a hacer la compra por lo menos, seria todo un detalle por tu parte. A traves del espejo vi que levantaba ligeramente la cabeza, contrariado por aquel ataque gratuito que acababa de recibir. Me dedico una mirada de estupor nada fingida. Cerre los ojos y sostuve la cabeza en alto, arrepintiendome en ese mismo instante de lo que acababa de decirle. Pero no tenia tiempo para disculpas. Cogi el bolso que habia sobre la silla, me coloque el panuelo en el cuello y me despedi con un simple e impersonal "adios". Llegue a la oficina con el estomago encogido y una aguda jaqueca, por no mencionar la presion que me oprimia el pecho. El metro a esas horas de la manana era un horror. Se formaban grandes tumultos y algunos de los viajeros, sin haber pasado previamente por una ducha calida y necesaria, me conducian con su impaciencia a un estado de mayor irritacion. No me gustaban las aglomeraciones, pero nos habiamos quedado sin coche y el chico del taller dijo que tardaria dos o tres dias en darnos una respuesta al problema. Hacia tiempo que no iba en metro y ahora no podia pensar en otra cosa que no fuera lo mucho que llegaba a odiarlo. Entre en la oficina con el pulso disparado y un ligero temblor en las manos. Todavia podia escuchar mis propias palabras mientras el rostro de Sam me interrogaba atonito desde la cama. Me habia pasado con el. No se merecia mi descaro. Algo se removio en mi interior y supe que tenia que disculparme cuanto antes. Eleve la mirada al techo, puse los ojos en blanco y exhale un suspiro mientras mi conciencia se encargaba de mortificarme. Sentia la imperiosa necesidad de pedirle perdon y hacerle saber que en realidad, no queria decir lo que habia dicho. Era consciente de que trabajaba hasta muy tarde y que nuestros horarios a veces resultaban incompatibles, pero queria que supiera que no creia que fuera un hombre sin pretensiones ni dedicacion, ni mucho menos. Al llegar a mi despacho, deje las cosas en el perchero, encendi el ordenador y saque el telefono movil para enviarle un mensaje. Sin embargo, mi jefe aparecio en ese mismo instante, dispuesto a cortar de raiz mis intenciones. --Llegas tarde. Estan todos en la sala de juntas. Date prisa. Le hice un gesto afirmativo con la cabeza y me vi obligada a dejar de lado mis propositos para coger los portafolios antes de salir tras el como un rayo. Respire con profundidad un par de veces a sus espaldas y me dije a mi misma que en cuanto hicieramos el primer descanso le enviaria el mensaje. El debia de seguir durmiendo y seguramente, despertaria a media manana, daba igual que el mensaje llegara a las ocho menos cuarto que a las diez.

  • El precio de estar a tu lado de Leire F. Cascon

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    Ubicada en la Inglaterra victoriana, “El precio de estar a tu lado” es la historia de Ann Lake, una nina nacida dentro del seno de una familia adinerada y de gran posicion que aprendera que dinero y posicion social no son suficientes para alcanzar la felicidad. La vida de Ann cambia drasticamente tras la repentina muerte de su madre, lo cual provocara en ella una crisis vital que da lugar a un encerramiento que agrieta su vida marcandola en un antes y un despues.

  • El corazon del universo de Ros Marval

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    Despues de que su madre se enamorara de una mujer y abandonara su hogar diez anos atras, Olivia por fin ha conseguido olvidarla. Vive una vida tranquila, sin sobresaltos, rodeada de su familia y amigos en el pueblo de siempre. Sin embargo, esa tranquilidad se tambalea cuando su madre llama de nuevo inesperadamente con una propuesta que no puede rechazar, y que supondria obtener todo lo que su padre ha deseado durante los ultimos anos: ser por fin el unico dueno del restaurante familiar. Lo unico que Olivia tiene que hacer para conseguirlo es acceder a pasar el verano con ella, con su novia y con el atractivo hijo de esta, Spider; un chico que consigue desestabilizarla con solo una mirada y que amenaza con ser capaz de romper todas las barreras que Olivia ha ido creando a lo largo de su vida. Dispuesta a hacer de tripas corazon y a sacrificarse por su familia, pone rumbo hacia un lugar del cual solo puede salir con las heridas cerradas. O mas rota que nunca. Una oportunidad. Una decision. Una casualidad. Y tres meses que pueden cambiarlo todo. Para siempre.

  • Las caidas de Sara (Sara Summers 2) de Susanna Herrero

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    Bum bum bum. El corazon de Sara late desenfrenado. El castillo de naipes que con tanto cuidado ha construido a su alrededor cae sin remedio. Los sentimientos que creia conocer comienzan a desdibujarse, y los que creia controlar se escapan, sin previo aviso, de su control. Aun asi, la vida le va a ensenar que es mejor un corazon descontrolado, un corazon indomable, a uno que deja de latir. Un acontecimiento inesperado y espeluznante provocara que Sara, Oliver y Adam se vean obligados a replantearse todo su futuro.

  • Lilith y la Villa de los Marqueses, Jesus Sordo Medina de Jesus Sordo Medina

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  • Ian & Amy de Margotte Channing

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    Escocia, ano 1226

  • La ultima Torre (Diamante Rojo 2) de Angy Skay

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    Nos sometemos a una prueba constante en la vida. A una lucha que nunca finaliza.
    Tras los acontecimientos pasados, las vidas de Micaela y Jack se ven desmontadas de nuevo cuando, tras la noticia del desenmascaramiento del asesino mas peligroso del mundo, sus enemigos florecen y las victimas se convierten en verdugos, dando caza al culpable de sus desgracias.
    Los recuerdos del pasado vuelven con fuerza, dejando tantas dudas como sorpresas, y los nuevos descubrimientos hacia la verdad llenaran de dudas a los protagonistas que, sin ser conscientes, seguiran siendo las marionetas movidas por los lideres que ganan la partida de ajedrez.
    ?Que harias si te encontraras con tu enemigo cara a cara?, ?si descubrieses que las personas que te rodean te han traicionado?, ?y si quien mas amas te abandona?
    Tras Matar a la Reina, llega la segunda parte de la serie Diamante Rojo: La ultima Torre. Donde la mafia, los asesinatos, la accion y un amor peligroso se juntaran, dandole lugar a las personas que, al parecer, nunca tienen oportunidad de vivir un futuro a su antojo: los villanos.