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Maya Blair
Estoy desnuda frente al espejo. No hay nadie mas en el dormitorio salvo yo, mis pensamientos y esa fotografia de Thomas Green que descansa apoyada de cara al armario empotrado y que resulta peor que ser apuntada sin clemencia por un dedo acusador. El peso de las decisiones de esa noche cae sobre mi con toda su fuerza y, mientras observo el desfigurado reflejo que me devuelve el cristal, albergo en mi pecho cierto cargo de conciencia por mis alocados actos. Actos que se asientan sobre mis hombros y me hacen sentir como si fuera alguna especie de Atlas del nuevo siglo. No puedo dormir. Da igual lo que haga, el me persigue. Gabriel esta presente en todos lados, su alargada sombra me acecha alla donde voy. Se ha infiltrado en mi consciente y en mi inconsciente. Me persigue en mis suenos, vive en mis deseos, pasea por mi mente. Se refleja en las marcas de nuestra pasion compartida, las mismas que comienzan a desdibujarse en mi piel poco a poco, y en esa fotografia que no he vuelto a mirar desde hace dos dias. Desde que paso todo. Me centro en mi e intento desterrarlo de mi cabeza al menos por unos minutos, empujandolo al rincon mas sombrio al tiempo que vuelco mi atencion en la imagen que me devuelve el espejo. La imagen de una mujer de treinta y cuatro anos, de rasgada mirada verde y nariz coqueta que de repente ya no conozco tan bien. ?Por que? ?Que hay de diferente en mi para que me sienta asi?, me pregunto sin dejar de observarme. Aparto la oscura y lisa melena, que cae sobre mi hombro y se derrama por mi espalda con un sutil cosquilleo que pone en alerta a las terminaciones nerviosas de mi piel, y aquieto un estremecimiento de placer. Entonces, apoyo las palmas en la frialdad del cristal y escudrino en esa mirada gemela en busca de los misteriosos senderos que llegan a lo mas profundo, alli donde reposa el alma. Pero no encuentro nada. Me repito que soy yo, que sigo siendo yo, y sin embargo se que algo ha cambiado. Algo tan sutil que no soy capaz de darle forma o nombre, tan solo de sentirlo. <
>. Despego la mano derecha de la superficie del espejo y la llevo a mi rostro para trazar con la punta de los dedos sus lineas y curvas mientras Wrapped Around Your Finger empieza a sonar dentro de mi cabeza. Retengo la musica alli hasta que mis labios se entreabren y empiezan a articular las palabras entre susurros quedos. --<>. El ritmo se aduena de mi y mis pies comienzan a moverse, ajenos a mi voluntad. De repente, me encuentro bailando con la mas improbable de las parejas; mi propio reflejo. Pero me da igual. Entrecierro los ojos y me dejo llevar. Ahora somos yo y ella; la real y el eco que esta atrapado en esa prision transparente. Dos cuerpos que se mueven a la par y cuyas manos acarician sus respectivas pieles, como si fueramos adivinas en trance deslizandolas sobre una bola de cristal. Los roces se vuelven cada vez mas osados, mas sensuales. La musica suena y suena sin parar dentro de mi. Mas oscura, mas voluptuosa. Me estoy excitando sin remedio. <>. La voz de Gabriel vibra en mi interior, alimentando el fuego que amenaza con devorarme. Prisionera de mis mas bajos instintos, abandono el espejo, me acerco a la fotografia y le doy la vuelta antes de caer de espaldas sobre la cama, delante de ella. <>. No esta aqui, y sin embargo tiene el control. Me maldigo por ello mientras permito que mis manos jueguen con mis henchidos senos hasta que mis parpados se cierran temblorosos. Entonces, imagino que son las suyas las que me tocan. Que son sus dedos los que pellizcan mis prietos pezones, los que descienden por mi estomago y trazan espirales en mi ombligo. Los mismos que avanzan hasta ese lugar entre mis piernas que se deshace por el. Gimo y me retuerzo cuando siento las primeras caricias en el clitoris. Al principio son suaves, lentos circulos que se pierden a continuacion entre los pliegues de mi sexo para volver a ascender de nuevo en direccion al insaciable boton. Pero segun el hambre crece, asi lo hace la intensidad de los roces. Veo a Gabriel sobre mi. Su torcida, maliciosa sonrisa de suficiencia mientras le ruego que me de mas. Mis dedos resbalan en direcciones contrarias y jadeo su nombre con una mano perdida entre los muslos y la otra ahuecando un pecho a la vez que hundo dos dedos en mi. Lenta pero inexorablemente. Una falange. Dos. Asi hasta que se han deslizado hacia lo mas profundo de mi vagina. Aprieto las resbaladizas y calientes paredes de mi hambriento sexo entorno a ellos, tiro de un pezon y dejo que un gemido incontrolado se me escape de entre los labios. Saco los dedos con pereza y vuelvo a sumergirlos. Lo repito. Mis caderas se retuercen, la respiracion se acelera. Sigo dandome placer durante lo que parece una eternidad, hasta que ya no puedo contenerme mas y, abandonada a mi propia lujuria, empiezo a masturbarme cada vez mas rapido. Mas duro. Estoy tan humeda... Puro deseo empapa mis dedos, brota de mi vagina y resbala por los muslos abiertos de par en par. <>. Lo hago y al instante el orgasmo me barre por completo. Tiemblo sin control y lo apuro y exprimo hasta el ultimo segundo, hasta la ultima contraccion.
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