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Hay nombres que preceden a las personas y el de Gabriel Berling es uno de ellos. Cuando mi socio y yo recibimos el encargo de organizar la fiesta de navidad del hombre del momento, pensamos que nos habia tocado la loteria. Lo que no es para menos, ya que Berling es el fundador, socio mayoritario y presidente de una multinacional muy, muy lucrativa --un verdadero imperio empresarial, en realidad--, aparte de un sujeto amado y odiado a partes iguales que siempre esta en boca de todo el mundo. No me refiero solo a uno de los habituales de la lista de millonarios de Forbes, sino a un icono de nuestra era. Alguien que acapara dia si y dia tambien la atencion mediatica y cuyo nombre se encuentra continuamente en la palestra; ya sea en programas de television, radio o en los continuos rios de tinta que hace correr en las paginas de economia, sociedad... Por no hablar de los jugosos y escandalosos chismes de prensa amarilla que, en la mayoria de los casos, tienen mas de pesimo guion de telenovela que de realidad. Pero la cuestion radica en que rara es la manana en que no desayunas con el nombre de Gabriel Berling junto con tu cafe y tus tostadas, lo que en estos momentos lo convierte en una mina de publicidad para Candilejas, nuestra ambiciosa empresa de organizacion de eventos. El caso es que es bien sabido por todo el que tiene oidos en esta ciudad que la alta sociedad se lo rifa, avida de la cobertura de medios que un personaje de estas caracteristicas arrastra siempre tras de si. La clase de atencion que la jet set cree que se merecen ellos, sus familias y sus celebraciones varias. Y el, con su presencia, les proporciona lo que tanto anhelan. Lo que me lleva a suponer que deben de lloverle invitaciones de lo mas variopintas a cada momento del dia, uff. De hecho, compadezco a su secretaria o asistente. Eso de arriesgarse a morir sepultada por una montana de pomposas tarjetitas escritas provenientes de gente snob con hambre de popularidad no debe de ser muy agradable. ?De que hablaba antes de desviarme con el tema de las invitaciones? !Ah, si! Berling, Berling, Berling. De un tiempo a esta parte, empiezo a pensar que el tipo es una especie de nuevo Dios del siglo veintiuno en una sociedad necesitada de idolos ante los cuales postrarse y a los cuales amar, envidiar u odiar por su exito. Cuando no imitarlos en una burda copia barata, como esos bolsos Louis Vuitton que vienen de tapadillo desde China. Los mismos que de pasada dan el pego, si, pero que en cuanto te acercas un poquito y los miras con detenimiento te das cuenta de que apestan a mala calidad por todas las costuras. Resumiendo; si quieres ser alguien en esta maldita ciudad, invita al <
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