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!Papa, mi nosito! --Tucker, que analizaba los paneles de informacion de salida de los vuelos del aeropuerto, miro a su hija que le tiraba del pantalon con la intencion de llamar su atencion y le sonrio con ternura. Bajo hasta el suelo y la tomo en brazos. La nina le devolvio una mirada ofuscada y algo cenuda, identica a la de su madre cuando estaba preocupada o molesta. Volvio a sonreir. --Tu nosito esta en la maleta, Maria, no esta aqui, y tenemos que llegar hasta el avion --le dijo a la nina que no cambio un apice su gesto y se froto los ojos con sueno. --Ven aqui, carino, deja a papa ahora que esta concentrado --dijo Natalie a su hija tomandola de los brazos de su marido, que seguia mirando el panel mientras se pasaba la mano por la nuca. Se le veia preocupado. No le habia dicho nada, pero ella sabia que algo pasaba. Para empezar, Tucker habia insistido en que tomaran uno de los vuelos regulares que salian desde Dallas con destino a Nueva York para asistir a la boda de Julia, en lugar de hacerlo con uno de los aviones privados de la empresa. Aquello ya le parecio sospechoso y las vagas excusas que le habia dado para ese hecho no habian sido suficientemente convincentes. Tampoco ayudaba el estado de nervios y preocupacion que veia en su marido, que cada dia dormia menos y pasaba mas horas en el despacho. Acerco la mano hasta su nuca y quiso acariciarlo, pero, a su contacto, Tucker pego un respingo sobresaltado. --Lo siento, carino, estaba concentrado --se excuso el, al ver la cara de sorpresa con que lo miraba Natalie por su reaccion. Tomo la mano con la que ella queria regalarle una caricia y se la llevo a los labios depositando un beso en su palma de manera tierna. El pulso de Natalie se disparo inmediatamente y sonrio mordiendose el labio. Tucker se acerco a ella sin poderlo evitar y deposito un pequeno y lento beso en el labio que ella se habia mordido. Llevaban mas de tres anos juntos y aun no podia resistirse a los encantadores gestos de su bella esposa. --!Yo tambien quiedo un bezo --dijo la pequena Maria atrapada en el abrazo de sus padres. Ambos sonrieron y comenzaron a besarla cada uno por un lado, apretujandola y estrujandola efusivamente, lo que hizo que la nina rompiera en carcajadas. Natalie se giro en busca del cuarto miembro de su feliz familia para unirlo al abrazo, pero Tommy estaba concentrado en una partida de su consola y lo miro con horror al adivinar sus intenciones. Aun asi tiro de la manga de su cazadora y lo unio a ellos, y, a pesar de las protestas, le revolvio ligeramente el cabello y deposito un beso sobre su cabeza. Tommy solo sonrio, sin levantar la vista del aparato. --?Has encontrado nuestro vuelo? --pregunto Natalie a su marido. --Acabo de hacerlo. Llegamos a tiempo. Si no me equivoco tenemos que ir en esa direccion --dijo senalando el pasillo atestado de gente que cargaba con sus maletas y multitud de bolsas con paquetes de coloridos envoltorios. Apenas faltaban cuatro dias para Navidad y la mayoria de aquellos viajeros se dirigian a disfrutar de sus vacaciones navidenas en compania de familia y amigos, cargados de regalos. Lo que hacia que transitar por el aeropuerto, ya de por si bastante concurrido, se convirtiese en una experiencia aun mas abrumadora. Tucker le cogio a Maria de los brazos y Natalie tomo de la mano a Tommy, despues se cogieron ambos de la mano, se miraron y, tomando aire, se dispusieron a atravesar la marabunta de gente que transitaba por los pasillos que llevaban hasta su puerta de embarque. Afortunadamente su equipaje estaba ya en Nueva York y tan solo llevaban una bolsa de viaje que Tucker llevaba a la espalda, su bolso y la pequena mochila en la que Tommy guardaba sus cosas. Los intransitables pasillos, se hicieron interminables. Cuando llegaron a la puerta de embarque, tenian la sensacion de haber recorrido kilometros hasta su destino. En cuanto llegaron, Tucker deposito a Maria en una silla y comenzo a sacar los billetes de la mochila. --No tardaremos en embarcar --dijo mirando las hojas impresas en sus manos. Tommy resoplo haciendo que su flequillo, que caia ligeramente sobre sus preciosos ojos grises, bailara sobre ellos. --?Estas cansado? --le pregunto Natalie. --No, pero tengo hambre-- dijo Tommy sonriendo. --?Como es posible? !Has desayunado mas que tu tio y que yo! --le dijo ella sorprendida. --?Que puedo decir? Estoy creciendo... --contesto Tommy encogiendose de hombros a la vez que le mostraba una traviesa sonrisa que inundaba su preciosa cara de hoyuelos. --!Menudo golfo estas hecho! Anda, toma --le dijo sacando una chocolatina de su bolso y ofreciendosela. Natalie lo observo abrir el envoltorio y dar un gran bocado. Tommy era un nino maravilloso. Verlo crecer y evolucionar aquellos tres anos habia sido increible para ella, un regalo. Era un nino muy educado, obediente, amoroso y carinoso, sobre todo con la pequena Maria. Seguia siendo algo timido y retraido, pero aquel era su caracter normal. Tommy preferia pasar desapercibido, encerrarse en su consola, en algun libro, ir a montar... Cosas normales para un nino de su edad. Cuando Tucker llevo a su sobrino hasta su rancho hacia tres anos, y Tommy se negaba a hablar, nunca imagino que lo veria evolucionar de esa manera y mucho menos que tendria la suerte de verlo crecer y convertirse en el maravilloso chico que era. Estaba muy orgullosa de el y se lo demostraba a cada momento. Tommy la miro intuyendo que Natalie hacia lo mismo con el y le sonrio. Le enseno el envoltorio ya vacio de la chocolatina y rio, despues volvio a concentrarse en la consola. --En quince minutos embarcaremos --le dijo Tucker a su lado. --!Quiedo mi nosito! --volvio a insistir la pequena Maria. --Peque, ya te he dicho que esta en la maleta. ?Recuerdas cuando hicimos la maleta, y decidimos que nosito era tan importante como para no dejarlo en casa y que por eso el viajaria en la maleta? La pequena Maria asintio y su melena castana llena de rizos se agito vigorosamente frente a su rostro. --Si, pero quiedo mi nosito --volvio repetir frotandose los ojos. Natalie y Tucker resoplaron, iba a ser un viaje muy largo. Maria no se separaba de aquel osito de peluche rosa desde que nacio que le habia regalado el ama de llaves, que tambien se llamaba Maria. Iba a todas partes con el y mas de una noche les tocaba buscarlo por toda la casa antes de acostarse, pues la nina no conseguia conciliar el sueno si no era en compania de su peludo amiguito. Natalie y Tucker habian querido asegurarse de que el peluche llegaba sano y salvo a Nueva York y no sufria ningun percance o perdida durante el trayecto, y lo habian metido en la maleta que ya estaba en camino con una agencia especial de transporte. Pero no habian caido en que el madrugon haria estragos en la nina, que estaba muerta de sueno y queria a su amigo para echarse una siestecita mananera. Tucker apoyo la cabeza de su pequena en el hombro y la mecio ligeramente intentando calmarla. Afortunadamente a los pocos minutos estaban haciendo el check-in. Y un rato despues, se acomodaban en sus espaciosos asientos de primera clase. No era como viajar en uno de los aviones privados de la compania petrolera que dirigia, pero bastaria. Lo mas importante era que su familia estuviese segura y, aunque no habia querido preocupar a Natalie con sus motivos para hacer las cosas de aquella manera, sabia que era la mejor opcion y no iba a arriesgarse a ponerlos en peligro. Se giro sobre su asiento y echo un vistazo a la cabina del avion en la que se encontraban. Sus ojos no tardaron en cruzarse con los de un hombre que vestia un elegante traje negro, corbata gris y cabeza rapada al estilo militar. El hombre lo saludo con una leve inclinacion de su cabeza y Tucker con gesto petreo le devolvio el saludo. --?Lo conoces? --le pregunto Nat siguiendo la direccion en la que su marido miraba. --Me suena, pero no recuerdo de que. Da igual --dijo girandose hacia su mujer y cambiando de tema--, usted y yo, senora McGregor, ahora solo debemos pensar en los maravillosos dias que vamos a pasar en Nueva York. Han sido unos meses duros, y necesitabamos estas vacaciones --anadio cambiando el gesto y regalandole una sonrisa mas relajada. A Natalie le encantaba deleitarse con esa sonrisa, y lo contemplo embelesada. --Si, necesitabamos estas vacaciones. Han sido meses duros... --sus ojos se entristecieron recordando que uno de los motivos habia sido la muerte de su adorada Maria. Maria no solo habia sido el ama de llaves del rancho familiar, tambien la mujer que la habia criado, dandole todo el amor y seguridad que necesito de nina, y la persona mas importante en su vida hasta la llegada de su marido y sus ninos. Hacia tan solo seis meses que se habia marchado de sus vidas. Maria llevaba un par de anos luchando en silencio contra un cancer que al final pudo con ella. Al menos habia podido verla casada y disfrutando de sus pequenos, como siempre habia sido su sueno. Incluso ver como ella ponia su nombre a su primera hija. Pero ya no estaria mas con ellos y eso aun le provocaba un dolor tan grande en el pecho que era dificil de soportar. --Siempre estara con nosotros --le dijo Tucker adivinando el rumbo de sus pensamientos. --Si, siempre lo estara --dijo ella forzando una sonrisa mientras acariciaba el cabello de su pequena Maria que dormia en el regazo de su padre. Miro a Tommy, que leia un comic, y cerro los ojos apoyando la cabeza en el fuerte hombro de su marido. Su proximidad siempre la reconformaba y se dejo llevar por el cansancio cerrando los ojos.
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