• tu mi salvacion libro - Aeryn Anders

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    El dia desperto encapotado, ni un resquicio de sol se oteaba en el horizonte. Sofia miro por la ventana y suspiro. Lo que menos deseaba era asistir a la reunion que cada ano por aquellas fechas se celebraba. Su unica ambicion del dia era sentarse frente al ordenador e intentar avanzar en la novela que estaba sumergida mas de siete meses, y todavia no conseguia la conexion deseada. Las idas y venidas del hospital consiguieron que perdiese el hilo de ella, y meses despues, ahi seguia, con la mente en blanco. Miro el reloj y despues volvio a avistar el cielo, seguia igual de gris que su estado de animo. Llevaba encerrada en casa mucho tiempo, no era problema para ella, se habia acostumbrado a su soledad y en cierto modo, le encantaba pasar las horas sentada en el sofa leyendo mientras la musa no hacia acto de presencia. El pitido del movil hizo que dejase de mirar el torrente de agua que la avisaba de que tenia que buscar una excusa para quedarse en casa, llevaba meses sin ver a sus amigas, pero la desazon que sentia tampoco la animaban a dar el paso de meterse en la ducha para prepararse. Leyo el WhatsApp de Carol: [?] Hoy no salgo de casa con la que esta cayendo. Pasarlo bien. Suspiro al verlo. Tenia la razon que andaba buscando casi una hora para dar un nuevo planton al grupo. Pero, sin saber bien el porque, algo en ella se activo. Por primera vez, aquella manana algo la insto a que debia pasar por la ducha, ponerse su ropa favorita e ir a la comida que hacia mas de un mes estaba prevista. Con determinacion marco el numero de Carol. Se llevo el telefono a la oreja canturreando la cancion que sonaba por los altavoces. Tuvo que insistir, Carol era impredecible, podria tener el telefono en las manos y no contestar. Al final, su amiga descolgo. --?Has visto como llueve? --Ni buenos dias ni un hola precedieron la frase. Entre ellas no hacia falta. Sofia se acerco a una de las ventanas de su despacho, se estremecio al ver que era imposible ver mas alla de un metro, la cortina de agua lo opacaba todo a su alrededor. --Si, no hace dia para salir de casa, y mucho menos para comer en una terraza. --?De quien fue la idea? Sonrio al recordarlo--. Mia. --Tu y tus manias. Se miro la cicatriz, desde aquella manana de verano todo en ella habia cambiado, incluso su forma de ser. --Ya sabes que paso mas tiempo entre cuatro paredes que al aire libre, para una vez que me decido a salir no quiero encerrarme en otro sitio --aclaro, aunque era algo que todas ellas sabian--. Anda, animate. Llevamos planeandolo mas de un mes. --A ver si te aclaras, nena. Has sido la primera en preguntar si quedariamos al final. --Se lo que he dicho, pero quizas sea el dia perfecto para vernos. Piensa que no habra mucha gente por el centro ya que la mayoria no estaran tan locos como nosotras para salir con estas lluvias. --El restaurante que teniamos contratado nos ha cancelado la reserva, dice que no puede montar las carpas con la lluvia. Inspiro profundo, algo dentro de ella le gritaba que era el dia perfecto para salir, debia dejarse llevar como ocurria antano. --Buscamos otro. Venga, lo pasaremos bien. ?Cuanto tiempo hace que no nos pegamos una fiesta juntas? --Es que hay que echar instancia para verte --dijo riendo alto--. Joder, nena, que a los americanos les costo mucho menos encontrar a Bin Laden que intentar dar con tu paradero. Sofia sabia que llevaba razon, desde lo sucedido se habia recluido en casa, en ocasiones, hasta pensaba que se estaba volviendo mas ermitana de lo que de por si ya era. Aquello marco un antes y un despues en su vida, fue como un salto en el tiempo que deseaba con todas sus fuerzas olvidar, aunque el dia a dia se empenaba en recodarselo a cada segundo que transcurria. --No seas exagerada, estoy donde siempre. --Si, aislada en tu cueva. --Bueno que, nos vemos a las dos en Las Salinas. Carol sopeso la idea, Sofia la conocia tan bien que sabia que solo necesitaba un empujoncito para cometer la mayor locura del ano. Dio un pequeno salto al escuchar el estruendo del trueno, no quiso mirar por la ventana, sabia que no iba a gustarle lo que veria y seria un nuevo impedimento para terminar de convencerla. --Esta remitiendo. --Oyo decir a su amiga. Cerro la boca para no decir que en su zona, proxima a la del restaurante, estaba apretando de nuevo y las calles parecian rios del agua que transportaban. --Si, parece que quiere terminar de llover. --Mintio, necesitaba salirse con la suya. --Estas como una cabra. --Solto de repente--. Estamos como cabras, estaremos solas en el centro. --Deja de quejarte y vete a la ducha. Ah, ponlo en el grupo. --Sofia recordo algo importante y maldijo--. Puede que me retrase unos minutos. Dejo el telefono sobre el escritorio, realmente no estaban muy cuerdas, pero ya se habia decidido a no quedarse, otro dia mas, encerrada entre sus cuatro paredes, aquellas que le conferian su seguridad, donde nada se salia de lo comun y no habia imprevistos. Fue directa al bano, necesitaba comprobar si sus sospechas eran o no acertadas. Abrio el grifo del agua caliente, cinco minutos despues injurio por lo bajo, su casa no era de esa epoca, se habia quedado anclada en la Edad Medieval. Preparo la mochila con lo necesario. No lo penso mucho, se hizo con sus vaqueros favoritos, aquellos que no aceptaban un roto mas. La camisa blanca y negra que tambien combinaba con el intenso azul del tejano. La chaqueta, tenia mas que claro la que se pondria, mitad vaquera mitad piel. Jugueteo con las decenas de collares que pendian de los ganchos y encontro el que andaba buscando, lo miro con recelo, seria la primera vez que lo utilizaria, solo lo compro por los recuerdos que le ocasionaban. Sin pensarlo lo introdujo en la mochila. Salio a la cocina topandose con sus padres, habia regresado hacia justo un ano, los motivos fueron varios y en aquel momento no quiso parar a pensar en su futuro y en todo lo que se vio obligada a renunciar, solo tenia una cosa en mente; pasar el mejor sabado de su vida o, por lo menos, el mejor del ultimo ano. --No perdonas ni la lluvia. Escucho el quejido de su padre. Lo ignoro, por fin, se encontraba de buen humor, los dias grises se estaban disipando, aunque no alcanzaba a lograr cual era el motivo para sentirse tan viva, tan llena de vitalidad que la estaban obligando a salir un dia tan feo. --Me marcho a ducharme, otra vez estamos en la prehistoria. Si viene Claudia antes que yo, que me espere. Claudia era otro miembro del grupo de amigas. Entre las dos se habia instalado cierto distanciamiento, Sofia era consciente de que ella tenia gran parte de culpa, pero tambien era verdad que el sentimiento seguia tan latente como siempre, las amistades no se pierden por un simple bache en el camino, no las de verdad.

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  • Roja Navidad de Aeryn Anders

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    Se desperto al apreciar el vacio que habia dejado el cuerpo de Andrea. Cerro los ojos y se paso la mano por la frente para eliminar el malestar que sentia. Llego a pensar que la muerte de Alejandro y Mariola le iba a ofrecer un estado de paz, que a partir de ese momento podia relajarse y disfrutar de su mujer e hijo, que equivocado que estaba, en su entorno nada era predecible y las circunstancias asi se lo recordaban. Presto atencion al escucharla, estaba en el bano y podia asegurar, sin llegar a verla, que de nuevo vomitaba, llevaba asi quince dias y estaba preocupado por ella, desde el ultimo suceso su mujer siempre se levantaba en mitad de la noche y expulsaba lo poco con lo que se alimentaba. Si seguia asi enfermaria. Le dio un vuelco el corazon al verla abrazarse a la porcelana mientras su cuerpo se convulsionaba. No tardo en arrodillarse junto a ella. --Carino, ?estas bien? No levanto el rostro al sentir como la abrazaba. --Si, carino, no te preocupes. --Si que lo hago, desde lo sucedido… --enmudecio al ver como el rostro de su esposa cambiaba de color--, desde entonces te pasa lo mismo cada noche. Andrea alargo la mano y le acaricio el entrecejo para eliminar la arruga de preocupacion, su relacion desde el inicio estuvo abocada al fracaso, pero el amor que se procesaban fue mas fuerte que los contratiempos que los separaban y sortearon cada uno de ellos hasta que lograron estar juntos. --Con el tiempo se pasara --aseguro levantandose del suelo ayudada por el. No le convencio la respuesta, pero el mejor que nadie sabia la fuerza y afan de superacion que poseia su mujer, no todo el mundo era capaz de burlar la muerte y mucho menos lograrlo dos veces. La ayudo a tumbarse de nuevo en la cama, no tardo en acoplarse a su espalda y acariciarla, se mantuvo inmovil hasta que se cercioro de que su respiracion era pausada. Antes de incorporarse le dio un beso en la frente. Exhalo y el vaho se concentro a su alrededor provocando una fina capa de niebla frente a el. Le encantaba aquella epoca del ano, todo el mundo desprendia felicidad, como si en Navidad los problemas no existiesen, pero la suya estaba empanada. No quiso pensar en la decision que ambos se vieron obligados a tomar semanas atras, debia mantener la mente despejada para no precipitarse, de hacerlo no lo volverian a ver y solo de pensarlo su estomago se revolvio. Evito mirar a la zona de la piscina, si no lo hacia no veria el muneco y no lo anoraria mas de lo que ya lo hacia. Sacudio la cabeza, aquella manana del veinticuatro de diciembre, por fin cerraria una las heridas que sangraban con fuerza. Jamas se perdonaria no haberle hecho caso a su mujer cuando se nego hasta la saciedad salir de Roma, le dijo en mas de una ocasion que era demasiado arriesgado dejar desprotegida a la familia y que razon tenia. Anduvo con pasos cortos hasta el coche, condujo de forma sosegada, era un ritual que acostumbraba a hacer desde sus inicios, relajarse antes de llegar a su destino y eso solo lo lograba haciendole el amor a Andrea o conduciendo, no tuvo mas remedio que conformarse con lo segundo ya que su mujer no estaba para que la avasallara con sus ansias por amarla. Miro la fachada de la nave y los recuerdos lo invadieron, nunca imagino que tras deshacerse de DeLuca su vida daria un cambio radical, la culpable de aquello no era otra que el amor de su vida; Andrea. Traspaso el plastico que lo separaba de la nave y con pasos cortos recorrio los metros que lo separaban del centro. Saludo con un gesto de cabeza a los alli presentes y antes de colocarse frente a los dos hombres que se encontraban maniatados, su hermano lo intercepto. --No era necesario que vinieras, puedo encargarme de esto yo -- comento Marco colocandose a su lado. No podia evitar descargar toda su rabia en su hermano, si no se hubiese empenado en hacer las cosas a su manera, con suerte no se verian metidos de lleno en una guerra que no abocaba nada bueno. --Ya hiciste suficiente. --Incluso el noto la acidez de sus palabras--. De esto me encargo yo. --Suavizo el tono. --Enrico, yo… --Dejalo estar, Marco. Estas cosas pasan. No podia culparlo de lo sucedido con su suegra, pero en su fuero interno si que lo hacia, ver sufrir de aquella manera a su mujer lo destrozo, necesito buscar un culpable y no fue otro que su hermano. Se quito la chaqueta colocandola sobre la polvorienta mesa, arrastro una silla hasta ponerla frente a los dos sicarios de los Carduccio, la rabia al saber que ellos fueron los incursores de la desgracia ocurrida en su familia se adueno de el. Sin previo aviso se incorporo y golpeo con fuerza el rostro de uno de ellos, le dolian los nudillos de los golpes emitidos, pero no era capaz de controlarse. Eduardo lo sujeto para que parase, se lo agradecio con una mirada, aquellos desgraciados se merecian una muerte mas lenta de la que el era capaz de ofrecerles. Imito a su mujer, tomo asiento y cruzo una pierna sobre la otra. --Eduardo. --Solo lo nombro, al igual que Andrea hacia cuando necesitaba de sus cualidades. Algo impaciente observo cada uno de sus calculados movimientos, esa lentitud que tenia de caminar hasta la mesa y tomarse su tiempo antes de elegir la herramienta deseada, causaba pavor en sus victimas. Evito sonreir al ver como los hombres Carduccio tragaban saliva, la fama de sanguinario de Eduardo se habia propagado por la ciudad y nadie en su sano juicio deseaba ser su presa, ellos intuian que su muerte seria dolorosa. No se inmuto cuando Eduardo nego con la cabeza al desechar cada herramienta que sus dedos tocaban. --Creo que voy a probar algo nuevo --lo dijo en un susurro siniestro sin dejar de mostrar una sonrisa que no vaticinaba nada bueno--. Tony, ?me ayudas? Su cunado no tardo en asentir y seguirlo. No era de su agrado que Tony estuviese presente en aquello, pero no fue capaz de disuadirlo y entendia cada uno de los motivos que le expuso para que lo dejase ser parte. Entre los dos arrastraron una estructura de madera de dos metros de alto hasta fijarla a la pared mas cercana de donde se encontraban los hombres Carduccio. Con cierta parsimonia, Eduardo se acerco a uno de ellos, lo desato y sujeto por las munecas para que no opusiese resistencia. Con la ayuda de Tony lo esposaron, primero de las manos extendidas por encima de la cabeza y despues de las piernas. Eduardo saco una navaja del bolsillo y rasgo la ropa del hombre hasta dejarlo desnudo. Trago al verlo coger una especie de rastrillo de palo largo, los garfios parecian unas largas unas afiladas que simulaban la zarpa de un gato. Dio dos pasos atras, separo un poco las piernas, alzo el rastrillo y comenzo a pasarlo por la espalda del hombre. Enrico desvio la mirada al ver como las zarpas arrancaban tiras de carne impregnando todo de sangre. El rostro del otro hombre torno a un ceniciento tono al ser obligado a presenciarlo todo, Tony era el encargado de sujetarle el rostro para que no perdiese detalle de lo que le deparaba en breve. --No pierdas ni el mas minimo detalle, tu eres el siguiente --escupio Tony cerca del odio del hombre. Enrico comprendia a la perfeccion la ira que destilaban sus palabras, llevaba mucho dolor guardado por lo ocurrido a su madre. La jordana se alargo hasta bien entrada la tarde, entre Eduardo y Tony se turnaron para torturar a los dos hombres hasta que sus cuerpos no soportaron mas dolor y se desmayaron. Aun asi, tardaron en concederles la muerte. Enrico hizo la llamada de rigor a Valdati, aunque en aquella ocasion no deseaba que se presentara como policia, debia trasladar los cadaveres a territorio Carduccio, aquel seria el mensaje, si osaban a volver a atacar a un Bianchessi, aquella seria la muerte que recibirian. --Gracias --dijo Tony una vez en el exterior de la nave. --?Mejor? Su cunado no respondio al instante, se entretuvo en dejar que el humo del cigarro le inundara los pulmones, no era la primera vez que lo veia fumar, aquel feo vicio ya lo acompanaba dos largos anos. --No, pero saber que esos cabrones han pagado por lo que han hecho, me alivia un poco la carga de culpa que llevo. Le puso una mano en el hombro, su hermana estaba igual que el, se culpaba de todo. --Ni tu hermana ni tu teneis la culpa de lo ocurrido. Asintio no convencido. --Vayamos a la mansion. --Se que a mi hermana le habria gustado estar presente --comento Tony nada mas cerrar la puerta del acompanante. --No esta para ello, se pasa las noches en el bano, por eso no le he dicho nada, piensa que lo de hoy es una reunion cualquiera. --Se va a cabrear cuando descubra la verdad. Enrico encogio los hombros. --Podre soportarlo. Su idea nada mas traspasar la puerta de casa era ir en busca de su mujer, necesitaba comprobar que se encontraba bien, ademas que ansiaba sentir su calor, pero su tio Vittorio lo avasallo a preguntas nada mas verlo. --Avisare a mi hermana de nuestra llegada. Se lo agradecio con una pequena sonrisa.

  • Sedienta de Aeryn Anders

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    El traqueteo del vagon, junto a los efectos de alguna sustancia que permanecia en sus venas, la mantenia en un duermevela constante. Ni los gritos de la nina del asiento trasero ni el persistente rezo susurrado de la monja sentada a su lado, lograron que su mente se despejara. Su cuerpo se mecia al compas del vaiven de las ruedas de hierro al rozar las vias. Se mojo los labios con la lentitud que la acompanaba, necesitaba dejar atras la sequedad que abordaba su boca y no sentir la aspereza cada vez que tragaba. Su mente estaba repleta de flashes que se proyectaban segun la lucidez del momento. Aprovecho el instante de disfrutar uno de ellos para bajar la mirada. Una manta gris le cubria el cuerpo desprovisto de ropa, las dudas se aduenaron de sus pensamientos de inmediato. <>, logro preguntarse antes de dejarse vencer otra vez por Morfeo. Sintio un frio tremulo, la humedad de la superficie --mezclada con el agua expandida a su alrededor-- se filtraba por la piel desnuda de los muslos helandole los huesos. Alzo la cabeza aun condolida al oler el desagradable hedor que le impedia una correcta respiracion. Sus ojos enfocaron a la nada, la oscuridad la envolvia por completo. Los brazos le dolian debido a la posicion, la tension de tenerlos estirados en la espalda atados con una soga imposibilitaba que pudiese moverlos. Al tragar comprobo que la misma cuerda que la mantenia maniatada le presionaba la garganta impidiendole un buen funcionamiento. Bajo de nuevo la cabeza para evitar ahogarse ella misma. Escucho el descorrer del pestillo y al instante una luz mortifera inundo la estancia. Alzo el rostro a la misma vez que abrio los ojos. Le descoloco ver el gris sucio del sillon. Desvio el rostro e intento enfocar la imagen de la religiosa que miraba a cualquier parte del vagon menos a ella. Sacudio la cabeza, lo unico que deseaba era aclararla, volver a tener todos los sentidos en alerta; pero su mente no le daba tregua, seguia empenada en mantenerla en la inopia mas de lo establecido. Con pesadez llevo la mano izquierda a la sien. Los moratones que lucia, penso que serian producto de la atadura. Se acaricio la cabeza con suavidad, todavia sentia miles de aguijones clavandose en su interior. Miro por la ventanilla y le impacto la imagen que proyectaron sus retinas en el cristal: estaba de pie con los brazos en cruz sujetados por unas esposas negras a la madera que, debido al barniz, le refrescaba la espalda. Frente a ella se bosquejaron unos ojos negros como la noche que --junto a unos carnosos labios-- la observaban con lascivia a la vez que se humedecia el belfo. Sintio la caricia en la mejilla seguida de una bofetada que le giro el rostro. <>, ordeno una voz sugerente en el interior de su cabeza. Quiso cerrar los ojos y dejar de verse en aquella tesitura; pero la mirada azabache junto a la sensualidad de la voz, la mantenian rehen de su propia zozobra. El tren redujo velocidad y logro sacarla de la ensonacion. Le costo horrores enfocar de nuevo la vista hacia su companera de viaje. --Perdone, hermana, ?que hora es? --Sintio los aguijonazos en la garganta con la primera palabra, pero se obligo a terminar la frase. Debia de recomponer el lapsus de tiempo que su mente se negaba a mostrarle por voluntad propia. La monja alargo el brazo y senalo la pequena pantalla que colgaba del techo al otro lado del pasillo. Edna parpadeo un par de veces, por mucho que se esforzo por adivinar en que franja horaria vivia, sus retinas se negaban a ofrecerle tal consideracion. --Disculpe, hermana, pero es que no logro verlo, ?podria decirmela usted si es tan amable? --suplico sin dejar de observarla, aunque la religiosa se negaba a ofrecerle una mirada de compasion. A la religiosa no le hacia demasiada gracia hablar con una hija de la calle que encima tenia la poca decencia de subirse al tren repleto de menores, mujeres decentes y hombres con miradas libidinosas, desnuda; pero su deber, al ser una sierva de Dios, era ayudar a los necesitados. --Las ocho y media de la tarde --respondio sin llegar a observarla. Un flash obligo a Edna a cerrar los ojos, vagamente recordaba haberse subido al tren a primera hora de la manana, y si el trayecto duraba tres horas, no podia ser tan tarde y que aun estuviesen camino de Valencia. <>, se pregunto desconcertada. <>, eso era el motivo de estar en el tren, tenia la presentacion de la nueva novela de su mejor amiga. Se alarmo al comprobar que iba tarde, por mucho que quisiera no llegaria a tiempo. --?Ha habido algun imprevisto para que llevemos once horas de trayecto? --Tomo una bocanada de aire para proseguir--. Valencia esta a tres horas de Murcia. Era la primera vez que su companera de viaje desviaba la vista hacia ella. A Edna le sorprendio, y alarmo a partes iguales, la incredulidad que sus iris proyectaron. --Senorita, en una hora llegaremos a Madrid. --?Madrid? --alcanzo a cuestionar. La religiosa asintio una vez. --?Que dia es? --Domingo. ?Se encuentra usted bien? --Deseo saber la hermana, comenzaba a preocuparle el estado en el que se hallaba. Le extrano, a la vez que escandalizo, que accediera al vagon desnuda; pero eso no fue lo que en realidad llamo su atencion, verla repleta de mugre y sangre por doquier logro que se santiguara en mas de una ocasion. No tardo en llamar la atencion de una azafata y solicitar que trajese una manta o cualquier prenda para tapar la desnudez de la chica que parecia perdida, aunque sus movimientos se asemejaban mas a estar bajo los efectos de algun potente estupefaciente. Antes de ladear el cuerpo y mirar por la ventana opuesta a la suya, se aseguro de que ella respiraba, incluso le arrebato el billete de las manos con delicadeza para entregarselo al revisor de turno con el proposito de que no la despertara. Edna volvio a caer en el duermevela que la mantenia al margen de la realidad, no tuvo tiempo de contradecir a la monja, su mente se apago de repente sumiendola en una voragine de imagenes que no lograba encajar. Todo lo que le rodeaba parecia la mala organizacion de un puzle al que le faltaban piezas para poder acabarlo, y estaba segura de que esas eran las que lo recomponian. Esforzo hasta el limite sus recuerdos, simplemente alcanzo a rememorar el momento justo que llego a la estacion de tren de Murcia, su hermana habia sido la encargada de llevarla para evitarle el gasto del taxi. Otra fugaz imagen le mostro estar sentada en el banco a la espera de que llegase el tren y partir hasta Valencia a pasar el fin de semana con Sara, tenia muchas ganas de verla, de estar de nuevo con ella. Otro momento efimero le mostro alguna que otra diapositiva de ella en el vagon con el movil en las manos, hablaba con… Su mente volvio a bloquearse, no recordaba quien era la persona que lograba arrancarle mas de una sonrisa; pero estaba segura de que no se trataba de su amiga, aquella atontada iluminacion de rostro nada mas la mostraba por un hombre, un hombre que le gustaba. La turbacion se apodero de sus somnolientos pensamientos haciendola cuestionarse los hechos. ?Quien era aquel extrano con el que habia hablado de camino a Valencia? ?Seria el dueno de los ojos azabaches que la excitaban y asustaban a partes iguales? ?Y por que se encontraba direccion hasta Madrid sin sus pertenencias? Abrio los ojos al escuchar el chirriar de unas ruedas necesitadas de un poco de aceite, las pobres se lamentaban con cada giro que alguien les obligaba a hacer. Parpadeo con insistencia hasta que logro ver a la joven azafata que la miraba con pena. --?Quiere un poco de agua? --Ofrecio con una sonrisa en la cara. --Si, estoy sedienta. --Logro articular. Alargo el brazo, pero no llego a alcanzar el vaso que la chica le ofrecia, este cayo con peso muerto sobre el regazo de su companera. La miro a la espera de obtener su perdon, un perdon que no llego. La azafata se apiado de ella. Se hizo con el vaso y le acerco el plastico a los labios para incitarla a tomar sorbos pequenos. La enfermera que viajaba en el vagon contiguo les habia advertido a todos los trabajadores que no le diesen nada solido, a lo mucho un poco de liquido. Edna engullo el vaso en un suspiro, noto como el agua le danaba la garganta a su paso, pero a la vez aliviaba la sensacion de lija en la que se habia convertido. --Mas --rogo. La mujer quiso apiadarse de Edna y darle mas. Las instrucciones eran claras, un vaso pequeno cada hora, no sabian bajo a que efectos estaba sometida y no debian arriesgarse o podian empeorar su salud. --No se preocupe, en el hospital le daran mas. Quiso cuestionar aquella afirmacion, pero su aletargada mente no lo permitio. Espero sentada mientras los demas pasajeros bajaban del tren, por mucho que quisiese alejarse de todo aquello y recuperar la normalidad, su cuerpo se negaba a obedecer las instrucciones de su cerebro. Sintio unas manos sujetandola con suavidad por los brazos, su instinto fue pegar la espalda al asiento. Su confusa mente la premio con otra imagen que para nada era la real que vivia en ese momento. En la fantasia, el hombre de ojos oscuros, le presionaba los biceps con insistencia, tanto que la dolencia era insoportable. Noto como algo le rasgaba desde el mismo centro de su cuerpo, el dolor ascendio por la espina dorsal hasta ubicarse en la cabeza. <>, en esa ocasion la voz no emanaba sensualidad, era rudeza lo que emitia. --Senora --escucho lejano--. Senora, tiene que acompanarnos. La llevaremos al hospital y alli podra recuperarse. --?Que me ha pasado? El enfermero --encargado de ayudarla a bajar-- la miro con compasion. No era la primera vez que la veia, su rostro llevaba una semana mostrandose en todos los noticieros del pais, tanto su amiga como su familia habian denunciado su desaparicion siete dias atras. Fueron los propios trabajadores de Renfe quienes dieron el aviso de su paradero al verla subir mugrienta, ensangrentada, desorientada y desnuda en la estacion de Alcira, y en Atocha estaban apostados a la espera de su llegada. Su mente rechazaba rellenar los recovecos que seguian con bastantes lagunas. Cuando volvio a despertar noto que su cuerpo no pesaba tanto como horas atras; pero aun asi, por mucho que lo intento, Edna no fue capaz de recordar lo ocurrido. Presto atencion al escuchar lejana una diccion conocida, los lagrimales se humedecieron al oir la voz angustiada de Sara. --Doctor, ?no insinuara que mi amiga se marcho por voluntad propia? --No insinuo nada, senora. Lo unico que pretendo es que comprenda que no hay sintoma alguno de que su amiga fuese obligada y tampoco se ha hallado semen, lo que descarta que haya sido violada. Por otra parte, el examen toxicologico releva una gran cantidad de cocaina consumida. --Lo que me faltaba por escuchar --se quejo Sara--, mi amiga no es ninguna drogadicta. Edna dejo de prestar atencion, su mente le revelaria lo sucedido, pero hasta que no encajara todas las piezas del rompecabezas no hallaria la verdadera respuesta. Cerro los ojos y una sonrisa calida la recibio con alegria, los abrio sobresaltada al reconocerlo. 2 Cuarenta y ocho horas antes de desaparecer --Damos paso a las noticias mas relevantes de hoy, viernes 24 de noviembre de 2017. Retiran un polemico mensaje para concienciar a la gente contra la violencia de genero. Este ano las denuncias por malos tratos han repuntado mas de un 24 %. Por otro lado, saltan las alarmas en la estacion de Villena, ya son dos jovenes las que han desaparecido... Alargo el brazo hasta alcanzar el radio despertador. Le encantaba comenzar el dia con la melodica voz del locutor. Desde aquella manana que la escucho en la oficina se habia enamorado de ella, su mente no alcanzaba a imaginar que rostro acompanaria tan bella diccion; pero habia logrado cautivarla de tal modo que compro un despertador con emisora para levantarse cada manana con ella. Desperezo el cuerpo antes de ponerse en marcha, le deleitaba rezagar la salida de debajo de las mantas, algo que solo ocurria en epoca invernal, el resto del ano nada mas sonar la alarma se ponia en marcha. Sonrio con amplitud al saber que dia era, por fin habia llegado el tan ansiado viaje que la llevaria directa a pasar unos dias inolvidables junto a Sara, su amiga. Hacia tres anos que se conocian gracias a las Redes Sociales. Pronto congeniaron a las mil maravillas convirtiendose, ademas de en amigas, en el apoyo que ambas necesitaban para lograr las decenas de objetivos que se marcaban para superarse profesionalmente. A Edna le encantaba hablar con ella, le fascinaba la capacidad de imaginacion de Sara, como de la nada se sacaba una novela que te absorbia hasta la ultima palabra. A ella siempre le atrajo aquel solitario pero fascinante mundo, el poder de unir palabras hasta crear una historia que atrapase al lector al instante. Sara era especialista en ello, no lo decia por tener la suerte de ser su amiga y leer sus novelas antes que nadie, todos los medios y entendidos del tema elogiaban el estilo de su pluma. En cambio, su trabajo hacia meses que habia dejado de atraerle. Al principio disfrutaba con cada venta de vivienda que realizaba, le satisfacia saber que aportaba su granito de arena a que familias comenzasen una nueva etapa. Pasados los anos, era tan monotono que debia obligarse a ir cada manana a la oficina para comenzar un nuevo dia. Aquel viernes era distinto, lo tenia libre puesto que no deseaba perderse la triunfal presentacion del nuevo libro de Sara, porque estaba convencida de que seria todo un exito como los demas. Sin perder la felicidad del rostro se preparo para marcharse, en menos de un par de horas tenia que estar en la estacion si no deseaba perder el tren. La insistencia de un claxon en la calle le advirtio de la llegada de su hermana. Apago las luces de casa antes de agarrar el asa de la maleta y cerrar la puerta hasta su regreso.