• sonia lopez souto - Sonia Lopez Souto

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    La manana venia fria, propia de la epoca, pero ninguno de los presentes se quejaba, pues sabian que en breve no les preocuparia el tiempo. La batalla estaba frente a ellos, en una tensa espera, a que uno de los dos bandos avanzase hacia el otro. No hacia tanto los Ross habian vencido a los MacKay en una lucha pareja, donde el jefe de los ultimos habia sido asesinado de forma justa, pero aun asi ahora los MacKay buscaban venganza. Aquella era una disputa que nunca tendria fin, pues los hombres de las Highlands eran muy orgullosos y no admitian la derrota facilmente. -Hijo -el jefe de los Ross llamo a Conall-, algun dia sera tu turno para liderar a tu clan contra sus enemigos. No has de titubear jamas. El miedo es valido, nadie te dira que no lo sientas, pero nadie te apreciara si lo demuestras. Has de ocultarlo, disfrazarlo para que nadie sepa nunca que el jefe del clan es como los demas. Has de ser fuerte y leal, seguro de lo que haces y valiente hasta la admiracion. No dejes que nadie dirija tu vida o te diga como cuidar de tu pueblo. Solo tu sabes lo que es bueno para el clan, pues ese es el deber del jefe. ?Lo has entendido, hijo? -Si, padre -asintio el joven de dieciseis anos, tratando de aparentar una valentia de la que el mismo dudaba. Y sin embargo, no se echaria atras cuando la batalla se iniciase. Aquella era su primera batalla y queria demostrarle a su padre que podria hacerlo bien. Queria que el jefe del clan estuviese orgulloso de el, que supiese que seria un digno sucesor cuando llegase la hora de tomar el control. -?Que harias ahora? -senalo hacia los guerreros del otro clan, que esperaban una senal para iniciar la lucha. -Ellos han perdido a su jefe en el ultimo enfrentamiento -dijo, despues de pensar en ello-. Quieren venganza y, por tanto, deberiamos dejar que den el primer paso. -Porque nosotros no hemos hecho nada malo -sentencio su padre, con el pecho henchido de orgullo por aquella respuesta-. Solo nos defendemos. Y asi era como se justificaba la rivalidad entre clanes. Uno moria a manos del otro, pero nadie creia tener la culpa de lo que pasaba, pues en la guerra todo valia. La batalla empezo poco despues, cuando el nuevo jefe de los MacKay, un joven al que habian dejado sin padre de la forma mas inesperada, dio la senal. Y aunque poco antes habian perdido contra los Ross, en esta ocasion estaban mas preparados y pronto se noto en el campo de batalla. -Gavin -grito el jefe de los Ross por encima del ruido de la batalla-, ve con mi hijo y protegelo con tu vida. Si le pasa algo malo, tu sufriras las consecuencias. Cuando la pelea llego a sus puertas, creyeron que podrian ganar, como en el anterior enfrentamiento, pero parecia que el dolor de haber perdido a su jefe daba mas fuerza y determinacion a los MacKay, pues estaban acorralando a sus guerreros como si de un rebano de ovejas se tratase. -Saldra con vida de aqui, senor -le prometio el hombre, que veia como varios MacKay estaban cercando al hijo del jefe. Corrio a socorrerlo, seguro de que este cumpliria la amenaza si su hijo moria en la batalla. Era un lider justo, pero cuando se trataba del muchacho se volvia irracional, lo que lo hacia muy peligroso a ojos de Gavin-. Cuidado. Detras de ti, Conall. El joven guerrero esquivo por muy poco, una estocada a traicion. Parecia como si los MacKay quisiesen vengar a su jefe muerto matando al unico heredero de los Ross. No les garantizaba que el clan sucumbiese, pues para ganarse el puesto de jefe habia que demostrar que valias o nadie te seguiria, pero seria un duro golpe en ese momento. -Espalda con espalda, muchacho -le dijo despues, pegado a el. Durante largo tiempo lucharon asi, defendiendose el uno al otro, alejandose lentamente del fragor de la batalla. Si el joven queria quedarse, no lo dijo, aunque Gavin podia ver como su cuerpo se iba tensando a medida que veia lo que pretendia hacer. -Mi padre me necesita -dijo al fin, cuando ya estaban en el limite del campo de batalla-. Aqui no podre ayudarle. -Tu padre te quiere a salvo, muchacho -replico Gavin. -?Mientras nuestros hombres mueren? -se quejo el-. No es asi como debo dirigir el clan cuando releve a mi padre. El mismo me dijo no hace tanto que debo ser valiente y decidido para que me respeten. ?Que diria mi gente, o mi padre, si me ven huir del campo de batalla cuando todo se pone feo? ?Acaso mi vida vale mas que la de los demas solo por ser el hijo del jefe? Nadie me seguira si hago eso. -Si mueres hoy, no podras hacer nada -lo detuvo, cuando Conall hizo el amago de regresar a la batalla-, ni nadie te podra seguir en un futuro. En ocasiones, hay que... -Al menos, morire protegiendo a mi gente -se libero de su agarre y corrio hacia los hombres que habian cercado a varios Ross antes de que Gavin pudiese terminar lo que le estaba diciendo. No se refugiaria en la distancia, como un cobarde que teme enfrentar a la muerte. Lucharia, asi se encontrase con ella cara a cara. Demostraria que era un digno hijo de su padre. Aquella estaba resultando ser una lucha muy diferente a la que le habian relatado meses atras. Y su padre, seguro de que venceria de nuevo, habia decidido dejarle ir con el despues de insistirle, pero al parecer, estaba arrepentido de ello y por eso lo queria lejos de la contienda. Se sentia frustrado y decepcionado de que el hombre al que mas admiraba creyese que no seria capaz de luchar en iguales condiciones que el resto, pero le demostraria que podia hacerlo. Estaba decidido a ser el guerrero que su padre esperaba que fuese algun dia. -Conall -Gavin lo siguio al momento, pero no pudo parar al joven, que ya estaba metido en una lucha a muerte con un MacKay que le doblaba en tamano-. Tan terco como su padre. Sera un digno sucesor... si no lo matan antes. Acudio en su ayuda, y aunque la mano ejecutora fue la de Gavin, el merito se lo llevaria Conall por la astucia con la que se lo puso en bandeja. Despues de aquello, lucharon codo con codo, reduciendo las filas de MacKay. A pesar de la intensa lucha, a nadie le paso desapercibido que el joven estaba entre ellos, arriesgando su vida por salvar a su clan. Y aunque no lo habia hecho por eso, su audacia le hacia mas merecedor de ser el jefe cuando llegase la hora de que su padre se retirase. De repente, alguien grito a lo lejos y poco a poco la lucha se fue deteniendo. No porque hubiese un claro vencedor, sino porque el clan MacKay habia sido vengado, y los Ross empezaban a pedir la retirada, ahora que su jefe estaba mortalmente herido. -Vamos, muchacho -Gavin tiro de Conall, que parecia ido. Habia escuchado el aviso de que su padre estaba herido y solo podia pensar en buscarlo, aun a riesgo de su propia vida, pero Gavin no se lo permitio. Si el jefe del clan moria finalmente, Conall seria el sucesor mas evidente, asi que debia asegurar su supervivencia ahora mas que nunca. La huida del campo de batalla fue facil, pues los MacKay no los persiguieron, pero el regreso a casa resulto duro y doloroso, viendo como la vitalidad del jefe se apagaba por momentos. Muchos temian que no llegase vivo a su casa y otros simplemente se negaban a pensar en lo peor. -Muchacho -Gavin se acerco a Conall durante la vigilia del segundo dia-, tu padre desea hablar contigo. Yo te relevo en la vigilancia, ve con el ahora. Conall se levanto de mala gana, pues sabia que sucederia a continuacion y lo temia casi tanto como habia deseado conseguirlo cuando era tan solo un nino. Se habia estado preparando para ello toda su vida, pero no se sentia tan merecedor ahora que estaba a punto de pasar. -La humildad es una buena cualidad -le decia a menudo su padre-, pero la valentia y el liderazgo lo son mas. No olvides ser clemente con aquellos que te daran luego su lealtad, pero se implacable con los que te traicionaran a cada rato. Los consejos de su padre siempre eran tan genericos, que temia no saber ponerlos en practica, llegado el momento. Se habia ido quedando con las palabras mas importantes: humildad, clemencia, valentia, liderazgo... y esperaba que su instinto fuese suficiente para saber cuando ejercerlas todas ellas. -Padre -lo llamo al ver que tenia los ojos cerrados. -Conall -la mirada febril de su padre le atraveso hasta el alma-, hijo mio. Me temo que no vere el amanecer de un nuevo dia. -No digas eso, padre. Eres fuerte -lo regano-, aguantaras. Llegaremos muy pronto a nuestro hogar y Edna curara tus heridas. -Ya he vivido para verte convertido en un hombre -le dijo con orgullo en la voz-, no me importa partir ahora de este mundo, sabiendo que seras un gran lider tambien. -Todavia tengo mucho que aprender, padre -insistio. -Lo unico que te falta ahora es la experiencia, hijo, y esa solo se consigue siendo el jefe -una gorjeante tos acudio a el, interrumpiendolo. Cuando se repuso, sujeto la mano de Conall para que le prestase atencion-. Recuerda que el clan siempre ha de ser lo mas importante. No dejes que caiga en desgracia. Pase lo que pase, lucha por y para el. No lo abandones nunca. -Lo hare, padre -prometio-. La gloria del clan continuara en lo mas alto, pero tu todavia tienes que... -Me muero, Conall -lo interrumpio- y no hay nada que se pueda hacer. -Estamos llegando a casa, padre. Edna podra... -No -lo detuvo una vez mas-, de esta no salgo ya, hijo, no importa lo que haga. Un guerrero sabe cuando ha llegado su hora y esta es la mia. Pero no has de estar triste, pues te he preparado bien y sabras estar a la altura. -No quiero estar a la altura todavia, padre -se negaba a dejarlo ir de una forma totalmente egoista. No se sentia preparado para lo que se avecinaba. Habia esperado ser mas mayor cuando el peso del liderazgo recayese sobre sus hombros, pero las circunstancias eran otras y odiaba mas que nunca, ser el hijo del jefe. No queria lidiar con la perdida de su padre, al mismo tiempo que con conservar la direccion del clan, pues sabia que muchos intentarian hacerse con ella, a pesar de todo. -?Crees que yo estaba mas preparado en su momento para asumir el mando del clan? Tu abuelo ni siquiera se molesto en explicarme como funcionaba la politica entre clanes o como debia dirigirme al rey. El solo se preocupo de convertirme en el mejor guerrero, pues solo creia en el poder de la espada. Yo te he dado todas las herramientas, hijo, es el momento de que las uses. Asegura la existencia del clan primero, y luego ya lidiaras con el rey. No dejes que los MacKay se apoderen de lo que es nuestro. Nada importa ahora mas que acabar con las muertes. Deben saber que los Ross no somos unos cobardes y que, hagan lo que hagan, no podran destruirnos. -Lo sabran, padre -le prometio. El guerrero cerro los ojos un momento y dejo salir el aire de sus pulmones en un suspiro profundo. Conall espero a que los abriese de nuevo para continuar hablando, pero solo cuando noto que no respiraba comprendio que no lo haria. Su padre habia muerto. Por un momento permanecio junto a el, temeroso de no ser capaz de cumplir con lo que se esperaba de un jefe de clan. Le temblaban las manos y las lagrimas amenazaban con escapar a su control. No queria parecer un nino ante todos, pero no podia sentirse de otro modo despues de la muerte de su padre. Cuando consiguio tranquilizarse, se levanto y cuadro los hombros. -Mi padre ha muerto -anuncio a todos en voz alta-. Nos vamos a casa. Hay que darle una sepultura decente, digna del gran jefe que ha sido para todos nosotros. No me veo digno de ocupar su lugar, pero hare lo imposible por serlo y por defender a los nuestros de cualquier enemigo que se presente ante nuestras puertas. Una vez repuestos de las bajas, mi padre sera vengado. Esto no quedara asi. Los vitores y aplausos irrumpieron en la tranquilidad del claro en el que se habian apostado y Conall penso que, tal vez, aquello no fuese tan mal, que podria ser un buen jefe para su clan. Al menos lo intentaria, guiado por todos los consejos que su padre le habia dado a lo largo de los anos en su joven vida. En cuestion de minutos, la compania estaba preparada y continuaron su camino. El jefe habia sido amortajado por sus hombres para que soportase el viaje, pero se dieron tanta prisa como les fue posible para que el tiempo no le ajase el cuerpo y fuese inservible para mostrarlo a todo su pueblo en su ultimo adios, como dictaba la tradicion. -Apenas quedan unas millas para llegar -le informo Gavin a Conall-. Tal vez deberia adelantarse alguien para... -No -lo interrumpio-. Yo sere quien lo anuncie. No quiero que mi madre lo sepa por ningun otro. -?No crees que lo sabra cuando no lo vea llegar al frente de su ejercito? Deberias prevenirla para que no llore ante el pueblo cuando lo... -Si llora sera porque amaba a mi padre -lo freno de nuevo -. El pueblo lo entendera y se congraciara con ella. Gavin no dijo nada mas al ver el enfado del joven, pero se sintio arder por dentro de rabia. Siempre habia estado al lado del jefe del clan, aconsejandolo y siendo su segundo al mando, y habia esperado conservar el puesto despues de que este claudicase a favor de su hijo, pero temia que al joven no le atrajese la idea, despues de como le habia rebatido cada una de sus ideas. Decidio guardar silencio y esperar a que estuviesen solos para abordar el tema. No permitiria que un hombre mas joven le robase un puesto que se habia ganado con sudor y sangre. La entrada a la fortaleza no se parecia a lo que Conall se habia imaginado cuando partieron a la guerra. No habia flores a su paso, ni saludos euforicos; no habia aplausos ni gritos de emocion; solo un silencio sepulcral y tension en el ambiente. Podia escuchar los murmullos a su alrededor por ser el quien encabezaba la marcha, o tal vez era solo su mente la que lo percibia, preocupado porque no fuese aceptado como nuevo jefe. Aunque era el heredero, otros se podian presentar para el puesto igualmente y tendria que vencerlos en una lucha cuerpo a cuerpo. Si su padre estuviese vivo y claudicase en su favor, habria sido muy diferente, pues nadie podria cuestionar al jefe, pero habia muerto y le faltaria su respaldo. Tendria que ganarselo. -Hijo mio -su madre se acerco a el, tan entera como pudo fingir, y lo abrazo, para susurrarle-. Debemos hablar en privado cuanto antes. No era habitual que una mujer se inmiscuyese en asuntos politicos, pero su padre siempre habia buscado el consejo de su esposa, por lo que Conall no rechazaria su ayuda, ahora que mas la necesitaba. Sin embargo, no permitiria que gobernase sus acciones por completo pues eso solo lo haria parecer mas debil. Debia encontrar un equilibrio. -Lo haremos, madre -le prometio, antes de dirigirse a su pueblo-. Mi padre, vuestro jefe, ha muerto en batalla. Ha sido un gran lider y un mejor guerrero, si cabe. Se que lo honrareis en su memoria y pronto le daremos, juntos, un adios que se recordara a traves de los tiempos. Ha llegado su momento de descansar y se ira con todos los honores. El pueblo aclamo sus palabras con gestos, pues la pena les podia. Un gran lider se habia ido, dejandolos huerfanos al igual que a su unico hijo. La incertidumbre ganaba ahora, pues aunque muchos esperaban que Conall fuese el jefe, sabian que muchos otros querrian reclamar el puesto. Y no habia nada tan malo como las luchas internas para que un clan acabase en la ruina. -Hijo -Innes Ross miro hacia Conall con ojos preocupados, ahora que estaban solos-, tu padre ha muerto sin pasarte el mando oficialmente y tienes que afianzar tu derecho a la sucesion cuanto antes. Intentaran arrebatartelo y... -Ahora es mas importante enterrar a padre -la detuvo-. Ya me preocupare de eso despues. -No, hijo -tiro de su brazo para que le prestase atencion-. Es lo primordial. Usaran el tiempo de luto para... -Ya basta, madre -grito, molesto por su insistencia, pero mas todavia porque sabia que tenia razon. Y aun asi, no se la queria dar porque necesitaba tiempo para asimilar lo que estaba pasando-. Respetaran el luto porque, si no lo hacen, el pueblo no los aceptara, asi que dejalo estar. -Yo puedo ocuparme de todo -le rogo-, mientras hablas con los hombres en busca de su apoyo. -No hare politica mientras el cuerpo de mi padre todavia se esta enfriando, madre. -La politica se debe hacer siempre, hijo -le replico. -?No tienes corazon? ?Acaso no te duele su muerte? -Mi corazon esta roto en mil pedazos -Innes se permitio dejar ir una solitaria lagrima-, pero si pierdes el clan, sera peor, hijo. Una madre no puede dejar de serlo jamas. -No perdere nada, madre -la tomo de las manos con mas calma, ahora que veia cuanto sufria-. Te prometo que voy a ser elegido por el pueblo. No te preocupes mas por eso. Innes acepto lo que su hijo decia y deseo que estuviese en lo cierto, porque de no ser asi, lo perderian todo. Podrian volver a su clan, pero no serian nadie importante en el, no tendrian privilegios mas alla de ser la hermana y sobrino del jefe. Innes estaba acostumbrada a dirigir la casa, a dar ordenes a mucha gente, y no queria abandonar aquello, si no era a favor de la esposa de su hijo. Esposa que todavia no tenia porque no era mas que un nino, aunque Conall se empenase en hacerle creer que ya era un hombre por haber sobrevivido a su primera batalla real. Se propuso hablar con los hombres mas influyentes de los Ross para que jurasen apoyar a Conall cuando llegase el momento de votar, pero se esconderia de el. Lo que no se podia permitir ahora era despertar la ira de su hijo, pues se veria con malos ojos y lo perjudicaria a la hora de elegir un nuevo jefe. Debia ser discreta para que, llegado el dia, nadie dudase de que Conall era el hombre ideal para ser el lider del clan Ross.

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  • El ultimo de mi estirpe de Sonia Lopez Souto

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    Ano 1156, 6 de Enero, batalla de la Epifania, Islay Desde la muerte de Olaf en el ano 1153 a manos de sus sobrinos, su hijo y heredero, Godred Olafsson, se habia dedicado a gobernar las islas con mano dura, algo que a sus jefes parecia no gustar demasiado. Y tal vez por ello, la idea de que Somerled, casado con la hermana de Godred, se ocupase de sacarlo de su trono, les pareciese un buen arreglo. Fue Thorfinn Ottarsson quien se encargo de hablarle del cambio a Somerled que, siempre avido de poder, se presento en Islay la noche del 6 de Enero con 80 de sus mejores birlinns para hacer frente al ejercito de Godred y usurpar su lugar como Rey de las Islas. --Pronto --Somerled hablo en susurros pues estaban ya cerca de la costa-- todo esto sera tuyo, hijo. Eres joven, pero tambien fuerte y decidido. Yo estare a tu lado siempre, pero se que lo haras bien. A pesar de que Dougal no era su primogenito, era el primer hijo que habia concebido con la hija de Olaf y por ese motivo, seria el quien se alzase como Rey de las Islas. Aquella habia sido la unica condicion que le habia impuesto Thornfinn a cambio de su ayuda para derrocar a Godred. Querian a alguien que llevase la sangre de Olaf Godredsson para evitar habladurias. --No os decepcionare, padre. Dougal solo contaba con 16 primaveras y aquella era su primera batalla real, pero estaba muy dispuesto a demostrarle a su padre que seria un digno sucesor. Desde su nacimiento, habia tenido que competir con su medio hermano Gilliecallum y con sus hermanos menores por las alabanzas de su padre. Somerled siempre alentaba aquellas pequenas disputas entre ellos, incluso cuando con el paso de los anos, dejaron de ser tan inofensivas. Sobre todo las que sucedian entre el y su medio hermano, al que su padre habia llevado esa noche a la batalla tambien. --Se que no lo haras. Yo me encargare de ello. Dougal sonreia a su lado, lleno de orgullo, hasta que escucho sus ultimas palabras y vio como Gillie lanzo por encima del hombro, su prepotente sonrisa, como tantas otras veces habia hecho, solo para fastidiarlo. Los ocho anos que le aventajaba en edad, siempre habian jugado en su contra a la hora de enfrentarlo y ambos lo sabian. Aun asi, Dougal jamas se rendia. --Mira y aprende, hermanito --le dijo Gillie, cuando su padre dio la orden de replegar las velas y de ocupar puestos en los remos. No era su primera batalla y se lo estaba restregando por la cara. Pero ahora que la batalla estaba proxima, Dougal no presto atencion a las provocaciones de Gillie, sino que se concentro en sus propias emociones. En su interior bailaba una mezcla de temor y expectacion. Habia escuchado cientos de veces las historias que los hombres de su padre contaban durante las largas noches de invierno y sabia que debia esperar de todo esto, pero era su primer enfrentamiento y solo podia pensar en no fallar. No queria ser un cobarde a ojos de su padre, pero sobre todo, no queria cometer un error ante su medio hermano, pues no soportaria sus burlas. Tampoco queria que descubriese el miedo en su mirada, que crecia con cada remada, pues sabia que lo usaria para avergonzarlo ante su padre. Si vencian aquella noche, se convertiria en Rey de las Islas, algo a lo que Gillie jamas podria optar y decidio que ese seria su aliciente para ser valeroso durante la batalla. Y lo seria. Les demostraria a todos que era un guerrero y que seria un digno regidor de las Islas, sin necesidad de que su padre supervisase cada una de sus acciones. Desde que le habia dicho que seria el rey, las ideas sobre como queria gobernar, habian bullido en su mente sin descanso. Seria un buen rey. --Navios aproximandose --grito el vigia de repente. A pesar de ser plena noche, la luna llena iluminaba su camino y Dougal no tardo en ver las naves del rey Godred. La lucha estaba a punto de comenzar y, con ella, el momento de demostrar su valia. A pesar del miedo, estaba preparado. Llevo su mano a la espada para asegurarse de que seguia y respiro hondo, para insuflar valor en su cuerpo. --Dejad los remos --escucho gritar a su padre con voz autoritaria y profunda--. Preparaos para el abordaje. Dieron alcance a los primeros barcos y muchos de los hombres de su padre iniciaron el asalto, entre gritos de guerra y golpes de espada. Dougal los observo a todos durante unos minutos, paralizado por el ruido infernal que producian. --?Tienes miedo, hermanito? --la pregunta, hecha con pura malicia, lo saco de su ensonacion. --Mas quisieras, Gillie --grito, a pesar de que su medio hermano ya se alejaba. El agua salpicaba la cubierta del barco convirtiendola en una plataforma resbaladiza y traicionera, pero el joven Dougal logro recorrerla sin caer. Salto al barco enemigo y se dio de bruces contra un hombre que le doblaba en tamano. Apenas logro detener su fuerte estocada y retrocedio como pudo hasta ponerse en pie y atacarlo a su vez, con mayor ventaja. Lucharon incansables, hasta que Dougal lo vio caer muerto, a sus pies. Fue su primera muerte, pero le falto tiempo para pensar en ello porque los enemigos lo asaltaban por doquier. Cuantos mas mataba, mas llegaban. Su espada, sus brazos, su ropa y su rostro, todo, se tenia con el rojo de la sangre derramada. Y por que no, con alguna propia, aunque con el calor de la batalla apenas sentia sus heridas. --Cuidado. Alguien grito tras el, pero cuando se giro en busca del peligro, fue demasiado tarde. Un hombre casi tan alto como su padre y mas corpulento, lo sujeto por el cuello y lo lanzo por el aire como si no pesase nada para el. El golpe contra el suelo lo dejo sin aliento, mas no tuvo tiempo para recuperarse, pues el mismo hombre corria hacia el dispuesto a partirlo en dos. Se levanto, apenas un segundo antes de que el hombre lo lanzase de nuevo por los aires, haciendolo chocar contra la baranda de popa. Sintio como se esparcia por su pecho y espalda un dolor agudo que lo obligo a toser, hasta que la sangre salio por su boca. --Muere escoria --dijo el guerrero, alzando su espada para asestarle el golpe final. Dougal reacciono de la unica forma que pudo en ese momento; se lanzo por la borda y cayo pesadamente al agua. Emergio al poco tiempo, escupiendo agua y sangre. Por suerte para el, su padre habia obligado a todos sus hijos a aprender a nadar cuando no eran mas que unos crios que apenas se tambaleaban al caminar. Y obligar era la palabra correcta, pues los habia lanzado al rio sin miramientos, esperando que regresasen a la orilla por su propio pie o se ahogasen en el intento. Habia sido duro pero efectivo. Comenzo a nadar hacia la orilla, a sabiendas de que la accion habia terminado para el si no encontraba un modo regresar a los barcos y se lamento por su mala suerte. Le hubiese gustado poder matar a mas islenos, para demostrarle a su padre que era un hijo digno, pero ahora solo podia esperar que alguien lo hubiese visto todo, para que su medio hermano no pudiese inventarse cualquier mentira para dejarlo en evidencia ante su padre. --Como que me he tirado a proposito para huir de la batalla --refunfuno, mientras sus brazadas eran mas rapidas por la ira. De repente, un chapoteo no muy lejos de el, llamo su atencion. Alguien parecia estar teniendo problemas para seguir a flote en el agua y sin pensarlo, Dougal cambio su rumbo para ir en pos del hombre que ya agonizaba. --Tranquilo, amigo --le dijo, sujetandolo por la espalda para que no lo arrastrase al fondo con el en su ansia por salvarse--. Te acercare a la orilla, pero deja de bracear. No parecia mucho mayor que el, pero pesaba tanto, que sacar su cuerpo del agua se llevo el resto de sus reservas de fuerza. Se dejo caer en la hierba, boca arriba, y trato de controlar su agitada respiracion. El hombre a su lado no parecia estar mucho mejor que el, aun asi fue el primero en hablar. --Me habeis salvado la vida --dijo entre toses. --No ha sido nada --logro decir, sofocado. Todavia le costaba respirar con normalidad. --Ha sido mucho mas --se incorporo y Dougal lo imito para mirarlo --. Ahora tengo una deuda con vos. --No me debeis nada. Simplemente tenemos que --se puso en pie, mirando hacia los barcos-- encontrar el modo de regresar a la batalla. --Godred no tardara en hacerlos bajar a tierra --le dijo con calma--. En el agua, los hombres de Somerled les aventajan. --?Luchais por Godred? --busco a tientas su espada al hablar, solo para descubrir que no la tenia. Se habia quedado olvidada en la cubierta del barco la primera vez que lo lanzaron por los aires. --Y vos no --continuo sentado, manteniendo la misma calma que habia mostrado antes--, al parecer. --Somos enemigos --lo miro con desconfianza ahora--, deberiamos estar luchando el uno contra el otro, no hablando. --Ya he dicho que tengo una deuda de vida con vos --se levanto al fin, evidenciando que era mucho mas alto que el--. No voy a haceros dano. --?Se supone que debo fiarme de vos? --sus palabras no le servian como garantia y estudio su actitud ante aquella situacion, mientras decidia que hacer. El azul de sus pupilas era intenso, tanto, que parecia atravesarlo sin contemplaciones. Habia en ellos algo peligroso que lo instaba a mantenerse en guardia; y sin embargo, su relajada postura logro serenarlo lo suficiente para comprender que aquel hombre no le haria dano. Al parecer, la deuda de vida de la que le habia hablado era importante para el. --De donde yo provengo --le explico, entonces, dando a entender que no se habia equivocado --, una deuda de vida es algo serio. Vos me habeis salvado y ahora debo dedicar esta vida que he ganado, a protegeros. No importa en que bando estaba antes, pues ahora os seguire alla donde vayais para saldar mi deuda. --?Y cuando la habreis saldado? --Cuando muera. --No me parece muy justo --se cruzo de brazos--. Yo os salve la vida una vez y vos decis que me protegereis mientras vivais.

  • Noches interminables de Sonia Lopez Souto

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    La joven corria tan deprisa como se lo permitian sus cansadas piernas. Las ramas bajas de los arboles, que ni se molestaba en esquivar, la golpeaban una y otra vez, marcando su delicada piel con cortes y aranazos que apenas sentia. Su rostro, surcado por cegadoras lagrimas, dejaba un rastro de sangre de los rasgunos que no habia podido evitar en su huida. Era de noche y la oscuridad le impedia ver el camino, pero no se permitio aminorar, pues lo que trataba de dejar atras, era infinitamente mas aterrador que lo que pudiese estar esperandola mas adelante. Podia escuchar la ronca respiracion de su perseguidor cada vez mas cerca, a pesar de sus esfuerzos por obtener ventaja. Sentia como sus pulmones protestaban por el esfuerzo y le ardia la garganta, de tragar los gritos para no delatar su posicion. Su corazon latia en una loca carrera en su pecho y se sentia al limite de sus fuerzas, pero no se permitio flaquear. Hacerlo seria su perdicion. A lo lejos diviso una tenue luz, su salvacion si lograba alcanzarla. En un ultimo esfuerzo titanico, imprimio velocidad a sus debilitadas piernas y por un segundo, se permitio creer que conseguiria su objetivo. Estaba tan cerca de la salvacion, que dejo que las lagrimas banasen su rostro. Un poco mas, solo un poco mas... ... Un desgarrador grito que erizaba el vello se escucho a lo lejos. Un silencio absoluto se apodero de aquella posada que tan alborotada habia estado unos pocos segundos antes. Alguien parecia estar en peligro en el bosque, no muy lejos de alli, pero nadie oso salir a socorrerlo. Estaban demasiado asustados. Desde hacia ya mas de un ano, los incautos que no se refugiaban en su hogar al caer la noche, por decision propia o por despiste, morian a manos, o mas bien a garras, de un ser maligno que habitaba en el bosque. Nadie lo habia visto nunca, pero podian imaginar su espantoso aspecto y, sobre todo, sus terribles zarpas porque las victimas, o lo que encontraban de ellas, acababan desfiguradas y totalmente destrozadas tras el ataque. Al principio, habian creido que se trataba tan solo de una pequena manada de lobos o quiza un solitario hambriento, pero cada muerte era peor que la anterior, como una muda advertencia de que no se enfrentaban a ningun animal comun. Muchos habian intentado dar caza al asesino tras los primeros ataques, sin embargo, toda busqueda habia sido en vano. No habian encontrado la guarida del horrible ser y algunos empezaron a pensar que quiza no fuese de este mundo. Los rumores se extendieron con rapidez y las versiones mas aterradoras hablaban de que era el mismisimo diablo, que habia ido para castigarlos y que cada amanecer descendia de nuevo a los infiernos a esperar la caida del sol, y regresar para atormentarlos. Y aunque decian no haber hecho nada tan malo, que mereciese tremenda expiacion, rezaban cada dia para que el monstruo abandonase aquellas tierras o para que nadie mas cayese en sus fauces. La aldea, otrora llena de vida, menguaba dia a dia. Y no solo por las victimas que el engendro se cobraba, sino por aquellos que la abandonaban por miedo a lo que estaba pasando. Los pocos que habian quedado, en su desesperacion, trataron de reunir dinero para contratar a algun mercenario que acabase con aquel ser, pero ninguno de aquellos que aceptaron hacer el trabajo, regreso despues de pasar la noche fuera. Al parecer, nada podia acabar con la amenaza de aquel terrorifico ente. Como si el mismo tiempo comprendiese el peligro en que vivian, los dias amanecian grises cada manana. La lluvia no dejaba de caer; unas veces intensa, otras suave, pero siempre constante. Y los pocos dias en que se detenia, el sol no hacia acto de presencia. Las cosechas se echaban a perder y el ganado moria por falta de alimento. La aldea entera estaba agonizando y ni siquiera tenian esperanzas ya de sobrevivir por mucho mas tiempo en aquellas circunstancias. Eran tiempos oscuros para ellos. Al amanecer, salieron de sus hogares para confirmar la tan temida noticia de que una nueva victima habia sucumbido a la bestia. La madre de la joven lloraba y gritaba de dolor por la perdida de su preciosa y joven hija, mientras otras mujeres de la aldea se acercaban para intentar consolarla. Los hombres empezaron a organizar una patrulla de busqueda para recuperar el cadaver y darle santa sepultura. O al menos, todo lo que pudiesen encontrar de ella, que en ocasiones era tan solo un rastro de sangre y visceras. Era una tarea repulsiva, pero el hecho de enterrar el cuerpo, les hacia creer que algun dia podria suceder un milagro y se librarian del ser que los acechaba. Su fe, aunque mermada, era lo unico que les quedaba ya. Lo unico que les impedia desistir de continuar en su hogar. Sin embargo, cuando estaban dispuestos para partir, escucharon una gran conmocion cerca de la linde del bosque. Las exclamaciones de sorpresa alcanzaron a la dolida madre de la muchacha, que alzo la vista en el mismo momento en que la joven corria hacia ella. -Madre -grito con alegria-. Madre, estoy aqui. Toda la aldea la observo, sorprendida de saberla con vida, despues de los gritos que habian escuchado la noche anterior. La creian muerta y no eran capaces de entender como habia sobrevivido. ?Que le habria sucedido a la bestia? ?Por que no la habia matado? ?Acaso aquella delicada jovencita habia logrado huir impunemente de ella? Eso era imposible. Algo debia haber sucedido al margen de la joven, que explicase porque se habia salvado. Tras ella aparecio un extrano personaje que ocultaba su cuerpo bajo un largo abrigo de piel de lobo, y su rostro con un sombrero negro de ala ancha. Cargaba en su mano izquierda una ballesta, y de su cinto le colgaban dos pequenas hachas arrojadizas. Cruzando su pecho habia una banda de cuero oscuro, cargada de brillantes punales. Llevaba a su espalda, un carcaj con flechas relucientes y dos espadas enfundadas en forma de cruz. Tambien cargaba con una extrana y peculiar bolsa de confusa forma, que parecia pesada, aunque no ralentizaba su paso. Habrian pensado que era un mercenario mas, de los tantos que habian ido por alli, pero muchos de los hombres de la aldea le ganaban en altura y corpulencia, incluso a pesar de las privaciones a las que se habian visto sometidos en los ultimos tiempos. Le faltaba presencia para ser temible, y aun asi, le rodeaba cierta aura de peligro que incitaba a alejarse de el por precaucion. La joven a la que creian muerta se volvio hacia aquel guerrero y lo tomo del brazo para que se acercase a su madre. Ella no parecia tenerle miedo, aunque era comprensible, si le habia salvado la vida. -Mira, madre, ella me ha salvado -le dijo, sonriendo-. Me rescato cuando la bestia me tenia atrapada en sus garras. Consiguio herirla y huyo. -?Una mujer? -gruno alguien detras de ellas, atonito - ?Como podria una mujer hacer algo asi, cuando los mejores mercenarios no lo hicieron? Es imposible. -No lo es -la defendio la joven-. Me salvo la vida. Ella hizo lo que ninguno de vosotros se atrevio. Anoche se enfrento al monstruo para rescatarme, mientras os resguardabais, seguros, en vuestras casas. Nadie dijo nada ante la ferrea defensa de la joven, y muchos bajaron la mirada, avergonzados de haberla dejado fuera para que muriese. El miedo era un mal consejero en aquellos tiempos, pero era lo unico que los podia salvar de ser asesinados por la bestia. -Gracias, mi buena senora -la madre de la joven se arrodillo a los pies de la misteriosa mujer y le beso la mano repetidas veces, hasta que esta se aparto de ella con cuidado de no ofenderla-. Muchas gracias. Jamas podre pagarle por el bien que ha hecho a mi familia. Jamas. Gracias. Gracias. -No tiene que agradecerme nada, senora. No lo hago por su hija ni por la de nadie -su voz, aunque suave y armoniosa, sono firme-. He jurado terminar con esas bestias y eso es lo que hago. Su hija solo ha tenido la suerte de que fuese tras esta en este momento. La guerrera se sentia incomoda con aquella atencion y obligo a la mujer, que todavia seguia a sus pies, a levantarse. La mujer sonrio, al mirarla a los ojos, bajo el sombrero que ocultaba su rostro de los demas. -La ha salvado -insistio, a pesar de sus palabras- y le estare eternamente agradecida. -Madre, le he dicho que puede quedarse en casa con nosotras hasta que mate a la bestia. He hecho bien, ?verdad? -Por supuesto, hija mia -hablo la mujer al momento. -Bien -la joven asintio, mas tranquila. Habia hecho el ofrecimiento sin pensar en lo que diria su madre y le preocupaba que no accediese, pues no tenian mucho que ofrecerle. -Podra quedarse tanto tiempo como desee -la mujer se dirigio entonces a la joven de negro-. No tenemos mucho, pero lo compartiremos con gusto. -No necesito nada y no espero quedarme demasiado tiempo. Me ire en cuanto acabe con la criatura. -Un momento, senora -grito uno de los hombres, al ver que se retiraba- ?No creera que porque estemos desesperados vamos a aceptar que se quede aqui sin mas? ?O que le vamos a pagar por hacer el trabajo? -No le he pedido nada -dijo ella, sin inmutarse. -Aun asi -insistio, impidiendole marcharse-. Hemos enviado a hombres mas robustos que usted a matar a ese ser y fracasaron. ?Que le hace pensar que lo podra hacer mejor? Por lo que se, nadie que lo haya visto ha sobrevivido para contarlo. Y ahora llega con sus armas y su ropa extrana, salvando la vida de esta joven, como si simplemente se hubiese enfrentado a un lobo o un oso, y no a una criatura del infierno. ?Y pretende que nos fiemos de usted sin mas? ?Quien nos asegura que no sea complice de esa bestia?

  • En lo profundo del bosque de Sonia Lopez Souto

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    1 Ano 1640, algun remoto lugar de las Highlands -Madre -Marsali se acerco a ella, con la respiracion agitada y el corazon latiendo a toda prisa tras aquella frenetica carrera. Sostuvo su peso, apoyando las manos en sus rodillas, intentando tranquilizar a su sofocado corazon. Luego inspiro varias veces tan profundo como pudo, ya que no podria hablar con su madre si no se relajaba. Esta espero, con impaciencia, a que su hija le explicase a que venia tanta agitacion. A pesar de ser madre e hija, en su aspecto, no podian ser mas diferentes. Mientras la madre era rubia y de ojos azules, el cabello de la hija, adornado con tonos rojizos pardos, armonizaba con el color miel de sus ojos. Un claro y doloroso recuerdo para la madre, de su padre. -Hay un hombre junto al rio -logro decir, a pesar de que su respiracion todavia era erratica-. He venido a deciroslo en cuanto lo vi. -Es imposible. Nadie conoce este lugar -se limpio las manos en el mandil, con calma, mientras hablaba-. Lo habras imaginado. -Habra llegado por casualidad -inspiro, mas relajada -. Lo he visto bien, madre. Es un hombre. -?Te ha visto el a ti? -Creo que esta muerto -fruncio el ceno al pensarlo-. Esta tirado junto al agua, como si hubiese intentado llegar a ella. No me he atrevido a acercarme mas por si solo esta desmayado. -Vayamos a ver, entonces -se acerco a la despensa, donde guardaba la espada que una vez le robo al jefe de su clan. Antes de haberse quedado embarazada, Iona habia sido la amante del laird. Habian disfrutado las noches juntos durante anos, mientras por el dia fingian ser senor y sirvienta. Iona era, por aquel entonces, una muchacha joven e ingenua, muy impresionable, y se habia enamorado locamente. El era un hombre alto y fuerte, apuesto y atento; y cuando se fijo en ella, una simple ayudante de cocina de dieciseis anos, se creyo la mas afortunada de las mujeres. Pero nada es como parece y menos cuando la que lo piensa es casi una nina. Ross solo buscaba diversion en la cama, justo lo que su esposa no queria ofrecerle de buen grado. No pensaba en sentimientos, sino en actos carnales, por eso, cuando Iona supo que estaba embarazada y fue a contarselo como la mas maravillosa noticia y como la culminacion de su amor, Ross mato sus ilusiones sin remordimientos, al pretender obligarla a recluirse en un convento hasta que diese a luz y abandonar en el a su bebe despues, para ocultar todo rastro de la infidelidad. Horrorizada ante semejante idea, Iona se escabullo del castillo en una noche tormentosa, que nada bueno presagiaba para ella. Solo llevo comida para el viaje, algo de ropa y aquella espada. A punto estuvo de perecer en el camino, cuando el caballo se encabritaba con el ruido de los truenos; asi que, sin poder controlarlo por mas tiempo y con temor a que en una mala caida perdiese a su bebe, finalmente lo dejo marchar y continuo a pie. Durante semanas, recorrio largas millas de distancia, siempre oculta de la gente que se iba cruzando en su camino y temerosa de que Ross la encontrase; aun cuando en el fondo sabia que no la estaria buscando. Su desaparicion le convenia, incluso mas, que tener que pagar su estancia en el convento durante un ano entero, ya que si no estaba en el castillo, el problema desapareceria para siempre y el engano a su esposa seguiria siendo un secreto. Saber que Ross buscaria a otra que ocupase su lugar y dejaria de pensar en ella, fue consumiendo a Iona poco a poco, hasta convertir su corazon en una pasa arrugada y negra, que tan solo la llegada de su bebe logro suavizar ligeramente. Pero aun amando tanto a su hija, no podia dejar de ver en ella la perdida de su primer y unico amor, y la renuncia que habia hecho a compartir su vida con el. En ocasiones, Iona se habia lamentado de haber sido tan impulsiva y haber huido lejos. En ocasiones, deseaba haber abandonado a su hija en el convento para seguir con Ross. Porque aun habiendo pasado tantos anos, seguia amandolo. -?Esta muerto? -pregunto su hija, instantes despues de que se agachase junto al hombre para comprobar su estado real. Podia notar la ansiedad en su voz y se propuso dejar en claro que su presencia no era bien recibida, antes de que se hiciese ilusiones con aquel extrano. Comprendia su curiosidad hacia el, pues no habia conocido a nadie mas que ella en sus dieciocho anos de vida, pero dejarle entrar en su mundo no era buena idea. -Esta gravemente herido -dijo con voz firme y dura-. Morira en pocos dias, no se puede hacer nada por el. -Madre, podria intentarlo -se ofrecio-. Conozco unas hierbas que… -No, Marsali -se levanto y la tomo de un brazo para alejarse de aquel lugar con ella-. No vamos a curarlo. Dejaremos que la naturaleza siga su curso con el. Ese hombre esta mas muerto que vivo. -Pero, madre, no podemos dejarlo ahi. -Podemos y lo haremos -se detuvo, enfrentando sus miradas-. Los hombres son crueles, hija. Juegan con los sentimientos de las mujeres. Siempre les dicen lo que quieren oir para seducirlas y conseguir de ellas lo que desean, pero cuando ya no les interesan mas, las abandonan a su suerte, sin remordimientos. No le tengas lastima, seguramente se merezca la muerte. -Eso no lo sabes, madre -replico-. Tal vez no sea asi como dices. Y... -Son todos iguales -grito, alterada y despues cerro los ojos para controlar su enfado-. Es hora de volver a casa. Aqui no tenemos nada que hacer ya. -Si, madre -Marsali desvio su mirada una ultima vez hacia el lugar donde yacia el hombre, antes de seguir a su madre de regreso a la cabana. Sentia curiosidad por el, pero no podia hacer nada con su madre cerca. -No vayas al rio hasta que yo me haya deshecho del cadaver -le advirtio, segura de saber lo que pasaba por la mente de su hija- ?Lo has entendido, Marsali? -Si, madre. Se escucho resignada, pero como si no la creyese del todo, la mantuvo cerca lo que resto de dia, dandole tiempo al hombre a sucumbir a sus heridas. Al llegar la noche, no se rindio al sueno tampoco, hasta saber que su hija estaba profundamente dormida. No iba a correr riesgos con ella ahora, despues de todo lo que habia hecho para protegerla; ni con el hombre, que tan nerviosa la habia puesto, al ver los colores que lucia. Sin embargo, si hubiese sabido que su hija iba a enganarla, fingiendo dormir, quiza le hubiese podido impedir que saliese de la cabana a hurtadillas, con su bolsa de medicinas y una manta vieja. Quiza hubiese podido detenerla antes de que caminase, con la luna iluminando sus pasos, hacia el rio, con intencion de intentar salvar la vida de aquel hombre. Pero no lo supo y Marsali logro marcharse sin que su madre lo descubriese. Cuando llego al rio, el hombre continuaba en la misma posicion en que lo habian dejado y temio no haber llegado a tiempo de salvarlo. Se arrodillo a su lado y lo giro con cuidado para ver la gravedad de las heridas, pero cuando los rayos de luna iluminaron su rostro, Marsali se quedo sin respiracion. Nunca habia visto a un hombre antes de el y le parecio hermoso. Tenia una linea de la mandibula muy marcada y unos labios plenos; las pestanas pobladas y una nariz bien perfilada. El cabello, aunque sucio por pasar tiempo tirado en el suelo, le llegaba a los hombros y lucia un tono negro que le recordaba las noches de invierno. Su cuerpo, que estudio buscando heridas, era fuerte y muy fornido. Le impresiono la gran cantidad de cicatrices que lo cubrian; todas ellas antiguas. -!Oh, Dios! -exclamo, al encontrar el tajo en su bajo vientre. No era tan profundo como para llegar a sus organos internos, pero lo suficiente para que hubiese perdido gran cantidad de sangre; de ahi la palidez extrema de su rostro. Pero respiraba todavia, lo habia notado en cuanto le dio la vuelta y volvia a sentirlo ahora. Si se daba prisa, podria salvarlo. Saco varios panos de lino de su bolsa y fue a empaparlos al rio para lavar la herida, antes de aplicarle el emplasto que tenia en mente ya: romero para combatir la infeccion, corteza de abedul para el dolor, cola de caballo para evitar la hemorragia y ruda para una rapida cicatrizacion. Una vez satisfecha con la limpieza, comenzo a mezclar las hierbas en un cazo lleno de agua y lo aplico sobre la herida, en cuanto estuvo listo. La luna llena le ayudo a ver sin necesidad de encender un fuego y aunque hacia frio y les habria venido bien su calor, no tenia tiempo para perder en ciertas comodidades. Primero era la vida de aquel hombre, despues lo demas; pues ya habia pasado demasiadas horas en el frio suelo y habia perdido mas sangre de la que le convenia. Aunque sabia que debia hacer, sus manos temblaban al trabajar, quiza pensando en que aquel hombre era la primera persona que conocia, aparte de su madre, y no sabia como actuar ante el, una vez despertase. Si acaso lo hacia, que empezaba a dudarlo, porque habia tardado demasiado en ir a socorrerlo. Ademas, tenia sentimientos encontrados en cuanto a salvarle la vida. Queria hacerlo, pero temia descubrir que su madre tuviese razon con respecto a los hombres y le hiciese dano si despertaba. No creia poder enfrentar a aquel hombre, si resultaba ser un desalmado, pues le ganaba en fuerza, incluso herido, pero a pesar del miedo que le inspiraba, no podia dejarlo morir. Hizo su trabajo, al final, sin pensar en nada mas. Impregno la herida con la pasta, hasta cubrirla por completo y despues envolvio con cuidado la zona, escuchando sus protestas cada vez que lo movia, para rodear su torso con la venda. Una vez hubo terminado, recogio sus pertenencias y las lavo en el riachuelo, mientras pensaba en algun lugar donde esconderlo hasta que se recuperase. Y el modo en que lo trasladaria, si no despertaba pronto para ayudarse. Era demasiado grande y pesado para ella, por lo que necesitaria una parihuela, aunque no se creia capaz de arrastrarla tampoco. Pero sabia que lo mas complicado seria ocultarle a su madre que lo habia ayudado a sobrevivir. Cuando regresase al rio para deshacerse del cadaver y no lo encontrase, era necesario convencerla de que se habia ido por su pie y que ella no tenia nada que ver con eso. -?Eres un angel? La pregunta, hecha con voz grave y profunda, la dejo petrificada. Sabia que le estaba hablando a ella, pues no habia nadie mas, pero no se atrevia a mirar hacia el todavia. Su respiracion se habia acelerado y todos sus musculos se tensaron, tratando de reunir el valor suficiente para enfrentarlo. ?Que tan malo podia ser el hombre? Estaba herido y demasiado debil todavia, como para hacer dano a alguien, si aquella fuese su intencion. Quiza por eso, se atrevio a girar hacia el, dispuesta a desafiarlo con la mirada, pero antes de poder hacer nada, se perdio en la profundidad de sus ojos negros. Mas negros que la noche mas agitada, que la cueva mas oscura, que el lugar mas recondito de aquel frondoso bosque, donde la luz del dia nunca lograba atravesar las copas de los arboles. 2 -No lo pareces -el hombre continuo hablando, pero Marsali no fue capaz de apartar la mirada de el, ni de hablarle-. Aunque eres muy bella. Un intenso rubor cubrio su rostro por sus palabras y su cuerpo respondio de igual modo, encendiendose de una forma que nunca antes lo habia hecho. Fue entonces cuando reacciono y aparto la mirada. Tomo su bolsa y se levanto para cruzarla al pecho. Aunque no estaba segura de querer tocarlo ahora que habia despertado, todavia tenia que llevarlo a algun lugar donde su madre no lo encontrase. -?Como te llamas? -el hombre siguio hablando- ?O tampoco eso me vas a decir? -Marsali -dijo al fin, reuniendo valor- ?Serias capaz de caminar? Necesitamos buscar un refugio para ti. -Bonito nombre -le sonrio-. Mi nombre es Neil. Neil Sinclair. ?A que clan perteneces? -?Puedes levantarte? -no es que evitase responder a sus preguntas, sino que no podia hacerlo. Su madre jamas habia hablado de su pasado, salvo para decirle que el mundo era cruel y que habia huido al bosque para protegerla. Despues de que evadiese todas sus preguntas durante anos, decidio no volver a hacerlo y conformarse con el presente que tenia. Sin embargo, cuando descubrio al hombre tirado en el suelo, su curiosidad renacio con fuerza y de nuevo, las preguntas comenzaron a acumularse en su joven mente. Necesitaba respuestas y sabia que su madre no se las daria nunca. Penso, al verlo herido, que si le podia salvar la vida, el le diria lo que queria saber. Le hubiese gustado hacerlo sola, pero busco a su madre para que le ayudase, creyendo que tal vez aquello la reconciliase con el mundo y pudiesen marcharse del bosque al fin, pero su madre solo le habia metido el miedo en el cuerpo y se habia negado a curarlo. -Puedo intentarlo -dijo Neil, apoyando las manos en el suelo y regresandola al presente a tiempo de ver como se impulsaba hacia arriba. El dolor le arranco un grunido hondo y Marsali se apresto a socorrerlo. Entre ambos lograron ponerlo en pie y apoyandose en ella, consiguio dar varios pasos, pero pronto tuvo que detenerse junto a un arbol para descansar- ?Ese refugio esta muy lejos? -Me temo que si -se mordio el labio, nerviosa, pues si no podia caminar, seria practicamente imposible llevarlo hasta la cueva. Podia buscarle un lugar mas cerca, pero si su madre lo descubria alli, quien sabe que haria. Nunca antes la habia visto tan alterada como esa manana, cuando le sugirio que lo salvasen. Le habia dejado claro que no lo queria alli, aunque no podia entender por que. A ella no le parecia tan malo. Habia sido educado con ella y no habia intentado enganarla o seducirla como su madre habia insinuado que haria.