• rocio m bescos libros - Rocio M. Bescos

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  • Rocío Bescós: Inicio

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    Rocío Bescós. Escritora de novelas Románticas. ... Recomendaciones. Libros - Películas y Series ... El libro de la Selva. -Rudyard Kipling-.

  • Medio principe - Rocio M. Bescos - PDF • Descargar Libros ...

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    Medio principe – Rocio M. Bescos · General. Comentarios. Ella recorría las calles inundadas de personas, pensando en todo lo que tenía que hacer cuando ...

  • Medio Príncipe by Rocío M. Bescós - Goodreads

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    Medio Príncipe book. Read 12 reviews from the world's largest community for readers. Cuando el destino está escrito, no hay zona de confort que se resist...

  • Descargar Medio Príncipe de Rocío M. Bescós (PDF y ePub)

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    Medio príncipe es un libro escrito por Rocío M. Bescós, este libro nos narra la vida de Roma Giovanna Casalegno una chica de veinticuatro años, ella es.

  • Rocío Bescós: libros, biografías, blogs, audiolibros, Kindle

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    ¿Qué harías si te dejan de pie en el altar mientras ves a tu prometido huir? ¿Y si te dijeran que tienes en tus manos un objeto con el cual puedes romper ...

  • Novelas con Café -Rocío Bescós- - Facebook

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    Novelas con Café -Rocío Bescós-. 1583 likes · 139 talking about this. Espacio dedicado a mi escritura y ocurrencias diarias. Soy una escritora novel...

  • Medio Príncipe por Rocío BescÓs - Tinta Libre

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    Un pasado que regresa en búsqueda de ayuda para desmantelar una red de tráfico de órganos y carreras ilegales envuelve esta historia. En Stock E-book ...

  • Leer Medio príncipe – Rocío M. Bescós (Online)

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    5 jun 2017 — Leer Libros Online – Descarga y lee libros gratis. Blog donde podrás leer libros online gratis y de igual forma podrás bajar los libros que ...

  • A tu lado 1 de Helena Sivianes

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    Haley afronta el ultimo ano de instituto con grandes expectativas e ilusion, y la llegada del nuevo curso no la defraudara, pues vendra acompanada de una espiral de emociones, vivencias y aventuras.

  • Los chicos del calendario 4: Agosto, septiembre y octubre, Candela Rios de Candela Rios

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    Me llamo Candela Rios. Supongo que a estas alturas del ano no hace falta que te explique quien soy o por que estoy recorriendo el pais de norte a sur y de este a oeste. Los chicos del calendario ha llegado a su ecuador y cada vez estoy mas cerca de acabar esta aventura. Cada mes he vivido una experiencia unica y he conocido a personas maravillosas con las que he aprendido lecciones inolvidables.
    En agosto, septiembre y octubre visitare tres nuevas ciudades para continuar con mi busqueda de un hombre que valga la pena y me haga cambiar de idea sobre el sexo opuesto. Aunque ?quereis saber algo? Creo que empiezo a atisbar lo que buscaba. No tanto al hombre en si, sino la respuesta. Empiezo a entender que todo es cuestion de perspectiva o del momento vital de atravesamos. Y que la cuestion no es tanto dar con ese ejemplar perfecto y unico en su especie, sino encontrar ese chico cuyo momento coincida con el tuyo y haga que este caos que es el dia a dia sea tan intenso que ya no te importe subirte a la montana rusa del amor.

  • Tentaciones Peligrosas (Peligrosa 1) de Nerea Vara

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    Gracias a la numerosa fortuna que sus padres les dejaron, Wendy y Rick han podido vivir sin problemas. Ella es rechazada por la universidad a la que pretendia ir, asi que decide que ya es hora de volver a San Francisco, tras cuatro anos estudiando en Paris. Su hermano lleva una vida llena de vicios. Es dueno de un concesionario de vehiculos y le sobra el dinero. Cuando Wen le dice que quiere volver a casa, se alegra por volver a tenerla cerca pero no por los problemas que pueda causarle.

  • La niebla que oculta sus ojos de Eva Gil Soriano

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    En un dia, Sara perdio la vida que habia llevado hasta ahora, el asesinato de sus padres le hizo ver que habia vivido en una mentira donde nada era lo que parecia. Lejos de rendirse, decide tomar las riendas y colaborar con el inspector encargado del caso, Nicolas, al tiempo que cuida de su querida abuela. Solo junto a el se siente capaz de llegar a la verdad.
    El inspector, por su parte, le hace una promesa, protegerlas a ambas y encontrar al asesino. Sin embargo, no contaba con que esa promesa no dependeria solo de el sino del destino y de la eficiencia de su equipo.
    Ambos se veran enfrentados a traiciones y mentiras durante su investigacion mientras descubren que el amor puede llegar en los momentos mas dificiles.

  • Una muchacha indecente (Los Kinsberly 4) de Evelin Mordan

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    Llega la cuarta entrega de la serie de romance historico <> de Evelin Mordan.

  • Nunca mas de Sara Larsson

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    NUNCA MAS SE ACERCARAN A MI.

  • Los ninos de mangle de Martin Doria

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    Los ninos de mangle inicia la saga del personaje Efrain Sanchez (alias El Caiman), en la tradicion del relato detectivesco urbano. El escenario es el Caribe Colombiano, desde la peninsula desertica que se adentra en el Mar de las Antillas hasta el corredor del gran turismo que opera en las ciudades coloniales de Santa Marta y Cartagena, con cuartel central en la Barranquilla moderna y cosmopolita. La muerte de una prostituta y la desaparicion de su hija, la pequena Carol, sumergen a Efrain (expolicia militar, fanatico del beisbol y de las mujeres caribenas) en el mundo de las redes de turismo sexual infantil en las pobrisimas comunidades anfibias de la Cienaga del Magdalena. Una trama que se desarrolla en el entorno de la liberal epoca de carnavales, con las negociaciones del tratado de paz con las FARC como dramatico telon de fondo. <>. FERNANDO MARIAS

  • Lluvia (HQN), Yolanda Quiralte de Yolanda Quiralte

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  • Tu suerte (Rancho Anderson 3) de Eva River

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    Los Anderson tenian un ultimatum. O encontraban esposa o encontraban esposa.
    ?Que tan dificil podia ser? ?Acaso no tenian a todas las chicas babeando por ellos? Pues… estaban a punto de comprobarlo.

  • Hueles sexy de A. L. Brooks

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    Segun sus amigas Sally se estaba convirtiendo en alguna suerte de ermitana, o lo haria muy pronto si su actitud no cambiaba y empezaba a salir mas. Aunque ella no veia el problema que ellas tanto se empecinaban en mencionar. Segun decian, su crimen era dedicarse a su carrera profesional y a su hija los ultimos doce anos, el tiempo que hacia que se habia divorciado. La alegria de su vida, su pequena Amelia, tenia ahora quince hermosos anos y estaba en una edad repleta de cambios apasionantes, no obstante, sus amigas se empenaban en que debia salir mas. A cenar, a bailar, al cine… No comprendian que ya hacia todas esas cosas, salia continuamente. Amelia y ella salian a cenar y a comer de vez en cuando, iban a ver peliculas regularmente al cine, a la biblioteca, tambien iban a exposiciones, hacian excursiones… Ahora que su hija era casi una adulta, disfrutaban mutuamente de sus aficiones y de su compania mas que nunca. Por supuesto que habia momentos en los que su relacion, como madre e hija que eran, se tenia de tension aunque lo solucionaban enseguida. Ademas, habia sido dificil pero habia logrado mantener una relacion cordial con su ex, el padre de su hija, por el bienestar de Amelia y, lo cierto era que sus vidas funcionaban bastante bien. Tenian mas comunicacion ahora que cuando eran pareja, lo que favorecia a su hija y era algo por lo que Sally estaba agradecida. Si bien era cierto que tuvo momentos a lo largo de aquellos anos en los que habia echado en falta tener a alguien con quien compartir su carga, un hombro en el que apoyarse, llorar o acurrucarse a ver una pelicula bajo una manta una tarde de invierno, pudo acostumbrarse a vivir sin ello. Y el sexo. Eso tambien era algo sin lo que se habia acostumbrado a vivir. Recordo de forma fugaz el cajon de su comoda, ese que contenia los juguetes para adultos con los que se daba placer cuando sentia la necesidad de desatar su libido; diligente, atino a devolver sus pensamientos al tiempo y al lugar en el que se encontraba: en su casa, el dia de su cumpleanos, con sus amigas. --Venga, abrelo --la urgio Myrna impaciente. --Si, vamos --apoyaron las demas. Xondra, Rina, Alexandra, aunque todas la llamaban Alex, Vicky, Myrna y Sara, no faltaba ninguna. El grupo al completo se encontraba reunido en su casa, incitando a Sally que acababa de terminar de vestirse. Con las chicas alli, no habian faltado las bromas, las risas ni el champan. Para la celebracion la noche de su cumpleanos habia elegido un vestido negro de largas mangas de gasa, con una falda que terminaba justo en sus rodillas y dejaba la parte central de la espalda al descubierto. Se calzo unos zapatos de color negro y uso el maquillaje de una forma muy discreta dando tan solo un poco de rubor a sus mejillas y una chispa de color a sus labios, dio el toque final a su look de aquella velada con un poco de mascara de pestanas y un bolso de charol. --De acuerdo, ya voy. --Abrio el envoltorio del obsequio para dejar al descubierto una caja que contenia un perfume con un nombre un tanto peculiar --. Fero ?que? ?Que colonia es esta? -- Dio vueltas a la caja, buscando alguna explicacion sin hallar respuesta a su pregunta. --Es un perfume --explico remarcando lo evidente su amiga Sara. Todas ellas estaban sentadas en su cama, observandola expectantes con sus copas de champan en la mano. Podia decirse que la fiesta habia comenzado temprano en el dia de hoy. --Pontelo, venga --incito Alex. --Si, eso, rociate bien --animo Vicky arrancando carcajadas de las demas mujeres. Sus risotadas la hicieron desconfiar de que aquello no fuera una broma y dudo en hacerles caso. --Anda, trae. --Rina le arrebato el bote y apuntando hacia un lado presiono el difusor para que pudiera olfatear y comprobar que no olia a nada raro--. Venga, bebe, de un trago. --La invito a vaciar su copa y, antes de que pudiera protestar, su amiga le habia puesto perfume en el cuello y el escote--. No nos mires asi, esta noche tu hija se queda con tu ex y vamos a celebrar tu cumpleanos por todo lo alto. -- El grupo lanzo un aullido al aire. --Pues no huele mal, me gusta -- comento pasando por alto el grito de guerra del resto de mujeres en su habitacion--. Tiene cierto olor floral. Y es... bastante fresco. Gracias chicas -- dijo dirigiendose al grupo. --Ya nos lo agradeceras mas tarde -- respondio Xondra con una sonrisa endemoniada. --Ahora este --propuso Sara alargando el brazo con otro paquete de pequenas dimensiones. --Ah, ah, pero antes… Un poco mas de champan --Alex relleno su copa con el embriagador brebaje. Sally tomo un sorbo y se dispuso a abrir el regalo. No pudo evitar que su rostro transmitiera toda la sorpresa que sentia al desenvolver el papel de la caja. --?Y esto? --pregunto sin poder creer lo que veian sus ojos. --Es un regalo para esta noche -- anuncio Rina--. Tienes que ponertelo -- su rostro era una mezcla de orden y puchero. --Son unas bragas --articulo Sally todavia alucinada. --No unas bragas cualquiera, esas llevan sorpresa --pronuncio Xondra en tono aleccionador. --Si, de la que vibra --anadio Alex haciendo estallar al grupo en carcajadas --. En cuanto te las pongas y te termines la segunda ronda, nos vamos para seguir con la noche y veremos si hay mas regalos.

  • Esperare de Antonio Mora Diaz

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    Maria es una joven malaguena, de clase obrera, de principios del Siglo XX. A pesar de las desgracias que durante sus primeros anos de vida castigan a su familia, ella no pierde su interes por el mundo que le rodea.
    Aunque los recursos familiares no le permiten estudiar para dedicarse a la docencia, ella encuentra un camino alternativo para conseguirlo.
    Un buen dia aparece el amor en su vida.
    Maria se enamora de Alfred Stern, un fugitivo que le corresponde. Todo parece ir perfectamente hasta que los acontecimientos historicos de su tiempo los arrastran como una bola de nieve cayendo por una pendiente.
    Esta es la historia de Maria y de Alfred, pero tambien es la historia de Josefina, de Juan, de Nuria, de Carmen, de Jose y de muchas otras personas, en su mayoria normales y corrientes, que tuvieron que ir adaptandose a un mundo duro y cambiante y en el que las guerras y los conflictos pasaron a ser parte del paisaje.

  • Cazadora de hadas, Jennifer L. Armentrout de Jennifer L. Armentrout

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  • Tierras de niebla y miel de Marta Abello

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    Oceano Atlantico, marzo de 1899 Decidio marcharse el dia del eclipse, bajo el influjo de la luna roja. Compro un nombre falso, fingio su muerte y con el miedo en las entranas huyo de Nueva Orleans. A sus veintitres anos y quebrando su destino, Martina de Icaza regresaba a Cadiz. La bocina del vapor Montevideo atrono sobre las aguas del Atlantico, tintadas de purpura al atardecer. La joven, vestida de seda negra y tafetan, aferro con sus manos enguantadas la barandilla de popa. Se sintio observada, sin mas certeza que su instinto. Solo estaban ella y aquel mar de duelo dibujando una fragil linea entre el pasado y el futuro. --Senorita… !Si esta lloviendo! ?Que hace aqui? --Erlinda, su doncella mulata, surgio de entre las sombras y luces de la cubierta de botes--. Ya le he planchado el vestido para la cena. !Llevo horas buscandola! La cotidianeidad ahuyento su desazon. Toda la audacia mostrada en la huida desaparecia al recordar los dedos frios de Conrado sobre su cuello, la traicion, el infierno. Sujeto las cintas de su capota de crespon que el viento pretendia arrebatar y se apresuro hacia las escotillas que conducian a los camarotes de segunda clase. --!Ay, senorita! !Digame que no estoy beoda! --El buque escoraba a estribor haciendoles perder pie. Huerfana y criada en uno de los hospicios catolicos de Nueva Orleans, Erlinda solia contar que las monjitas la encontraron hacia dieciocho anos junto a un tonel de miel de cana del muelle y que por eso su piel tomo el color del mar Caribe. Martina siempre prefirio su compania a la de otras sirvientas y ahora era su ancla para no desfallecer ante el humillante regreso a la casa familiar. La osadia de abandonar a Conrado traeria consecuencias: quizas su padre quisiera obligarla a volver o internarla en un convento; quizas su madre intercediera para evitarlo. El final de la alfombra de arabescos del pasillo de camarotes les anuncio que habian llegado al 201, uno interior de cuatro literas situado en popa que compartiria durante los dieciseis dias de travesia con las hermanas Williams, dos viajeras neozelandesas que habian embarcado en La Habana. Las vibraciones de los motores y los gemidos del buque, mas perceptibles en la madrugada, le daban noches insomnes, pero era lo que habia podido pagar. Su partida a America fue en una lujosa suite de primera, con vientos a favor durante la travesia y cenas con aristocratas y estrellas del canto; su vuelta, en un oscuro camarote de segunda y el mar enfurecido. Aun asi, contaba con un colchon confortable, lavamanos con agua fria y caliente y un timbre electrico para llamar al servicio. La libertad no necesitaba ostentacion ni toallas de algodon egipcio. Palpo la limosnera que llevaba a la cintura, alli donde guardaba la cedula de identidad falsa que la identificaba como Catalina Valdivia, viuda, residente en Sevilla. Una mascara para protegerse ante preguntas incomodas. Quisiera Dios que su esposo no descubriera su treta, pero, si lo hacia, aquella cedula despistaria sus pesquisas. Apenas le quedaban unos dolares de plata tras el pago de los pasajes y volvio a contarlos uno a uno, como quien custodia un tesoro. Descorrio la cortina de su litera y se sento en ella sujetando entre sus manos la novela que habia tomado prestada de la biblioteca del barco, Juana Eyre. Acaricio la portada color sepia y la abrio por una de las paginas doblada en la esquina superior: <>. Suspiro. Ya no creia en hados ni predestinaciones. Solo en causas y efectos. --!Hoy ha caido un hombre por la borda, senorita! --Erlinda se santiguo descolgando del armario un vestido de crepe y muselina negra mientras le daba su parte del dia--: Y dos soldados de Cuba estan en la enfermeria de infecciosos y… Con el rizador de pelo en la mano, Erlinda parloteaba apremiandola a asearse y vestirse. Senalo con desden el desorden en las camas de sus companeras de camarote. --Son de la mala vida, que se lo digo yo --dijo enrollando un mechon en el tubo caliente--. Dos mujeres que andan mas cerca de los cuarenta que de los treinta, que viajan solas y no usan corse… Y huelen a jazmin, !como las prostitutas de Nueva Orleans! Martina cabeceo riendo: --Son intelectuales, Erlinda. Mujeres listas que viajan por el mundo. Indiferente a las vidas y cuitas de sus pasajeros, el veloz vapor de la Compania Trasatlantica surcaba el oceano a catorce nudos. Bajo los truenos que rugian impasibles, enfrento la intensa lluvia que comenzo a azotar sus tres cubiertas. Erlinda salio hacia el comedor de tercera con los emigrantes y sirvientes. Martina hacia el de segunda, donde compartia mesa con las Williams y una familia de Barcelona. Los zapatos le apretaban como si quisieran detener sus pasos; mas aun cuando creyo oir la risa de Conrado dentro de un camarote y ver su rostro en un camarero de piso que la saludo al pasar. Se dio prisa en las escaleras que conducian al comedor y se detuvo ante las puertas batientes, tras el trajin de platos y voces confusas. Rebusco en su bolso de mano un botecito de sales y aspiro para recuperar el valor, el mismo que la habia sacado del vacio. El buque chirrio, inclinandose a babor, y se sujeto a la barandilla metalica, paralizada por el vertigo en su estomago al imaginar la furia de Conrado exigiendo que buscaran su cuerpo en el Misisipi, blasfemando ante la escueta nota en la que Martina anunciaba su decision de terminar con todo. El lamento del Montevideo atravesando la tormenta la llevo de regreso a su huida por las calles heladas de Nueva Orleans, aterrada porque habia llegado la hora. Tuvo que retrasar sus primeros planes a causa de la extraordinaria ventisca helada que azoto la ciudad: en sesenta anos no se habia visto temporal igual. El dia de San Valentin se alcanzaron los catorce grados bajo cero y ocho centimetros de nieve cubrieron las calles en un atipico Mardi Gras. La flota quedo amarrada a puerto y su evasion quedo truncada: los vapores corrian el riesgo de sufrir averias en su maquinaria por los pequenos icebergs desprendidos de un Misisipi congelado desde su cabecera hasta el golfo de Mexico. Todos los estados de la Union sufrieron lo que las cronicas llamaron la Gran Ola de Frio, que llevo a Minnesota a alcanzar los cincuenta y nueve grados bajo cero. Todo se helo, como su propia vida. Su exultante llegada a aquella hermosa casa de la calle Bourbon, un edificio de ladrillo espanol, altos techos y grandes ventanales como bocas de fiera, pronto quedo eclipsada por el caracter voluble y colerico de Conrado Lefebvre, por sus escapadas a los antros de Baton Rouge. La paz en el hogar se mantenia con regalos y promesas, con arrepentimientos que para Martina eran falsas monedas. Tal vez se hubiera resignado con alguna migaja de amor; tal vez hubiera acatado el consejo del padre Francois de no reprender sus faltas, de asumir las propias, de olvidar la posibilidad de un divorcio que la condenaria por siempre. Pero cuando aparecio aquel hombre en sus vidas, cuando resquebrajo la vida de Martina como un espejo, de parte a parte, decidio abandonar aquel infierno, asi se congelara como Nueva Orleans. Y huyo para esconder la pena y la humillacion, para liberarse de un secreto que a nadie podria revelar jamas. El padre de Martina, que tras la boda aun andaba por los cafes de Cadiz pavoneandose del buen matrimonio de su hija, que emparentaba a los de Icaza con los Lefebvre de Jerez, le habia asegurado una vida facil, prestigio, riqueza y buenas amistades con lo mas granado de la sociedad espanola y francesa en Nueva Orleans. Demetrio de Icaza no conto con que su buena fortuna, leida en sus manos por una gitana en el parque Genoves, se desmontaria como un castillo de naipes. Y ante el fuego de la sala, con el frio rodeando aquella casa que sentia prision, espero librando la batalla entre lo correcto y lo osado hasta que la aguja pincho su indice manchando su labor con una pequena perla carmesi. Se la entrego a Mammy Dorothea para que la limpiara y conto con los dedos los diez dias que ya habian pasado desde la partida de Erlinda. La doncella, que se habia despedido para seguir a Martina en su huida, la esperaba en una pension cercana al puerto donde trabajaba una de sus antiguas companeras del hospicio. Sus contactos con buscavidas le permitieron vender su sortija de esponsales, disponer un baul con ropa y enseres para el viaje y conseguir una nueva cedula de identidad que eliminara piedras de su camino. Conrado apenas reparo en la ausencia de Erlinda. Cuando Mammy Dorothea le informo, esputo en la fina escupidera de porcelana de la sala y penso que la servidumbre era desagradecida por naturaleza. Aquella mulata seguro que se habia encaprichado de algun marinero de su tierra. <>

  • Sensible a ti (Bilogia Angel 2), Olga Diaz de Olga Diaz

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    A Enzo y Lucia le ha costado mucho mantener su amor a flote, ellos se aman con locura, con pasion, pero para Lucia cada dia a su lado es una montana rusa, no ha sido facil lidiar con los miedos e inseguridades de Enzo. Ha sido todo un proceso que el entienda y crea que ella no es como esas que lo abandonaron a su suerte, que ella es diferente.

  • Mas fria que la guerra de Fabian Plaza Miranda

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    Paz, amor y menudo cuelgue. Los pies del Listo chapotearon por el barro con la gracilidad de un borracho. O para ser exactos, con la de alguien que llevaba varios dias consumiendo mas cosas de las que su cuerpo podia tolerar. Habia perdido la cuenta. Alcohol, si, de muchos tipos. Un poco de acido. Y porros. Alguna pastilla. Ahora que lo pensaba, era un milagro que siguiera de pie. Un milagro. Dios estaba con el. La carcajada que solto fue tan fuerte que varios hippies dejaron de prestar atencion a la musica y lo miraron con cierta desgana. Tampoco era que un colgado en mitad de un viaje fuera tan raro por ahi. Dejo de reirse de su propio chiste, recupero el aliento y siguio avanzando hacia el escenario, donde las sensaciones serian mas intensas. Podria dejarse llevar hasta con aquellos tipos, los noseque Dead; unos que hacian una mezcla de rock y folk. Al Listo le parecian tan malos como el escenario, que daba la sensacion de estar a punto de hundirse por el peso del equipo, pero tampoco podia quejarse. !Estaban en una granja, joder! !Una granja! Era normal estar rodeado de animales. Animales. Reprimio el impulso de volver a reirse y se centro en la musica. Al menos, el gordo barbudo de la guitarra no lo hacia mal. Habia estado bien lo del espontaneo, cuando un fulano habia subido al escenario y habia soltado un rollo sobre algo de la costa. Ni el mismo se entendia. Los de la banda se habian mirado en plan <>, hasta que uno le habia ofrecido un canuto y lo habia sacado de en medio. Luego habian vuelto a sus conazos de canciones. En la oscuridad de la noche casi golpeo una roca con sus pies desnudos. El Listo llevaba las deportivas colgando al cuello, atadas por los cordones, como un atrapasuenos de pesadilla, o como los pendientes de una diosa vuelta del reves, o... Uououooo... El mareo le hizo parar hasta asegurarse de que la Tierra habia dejado de bailar. Asi. Mejor. Respirar hondo. Lo llamaban Festival de Woodstock y el Listo no tenia ni puta idea de por que. El pueblo no se llamaba asi. Tampoco la granja. Pero oia el nombre por todas partes, entre los corrillos de melenudos tirados en la hierba. La hostia de gente habia ido a ver el espectaculo. Tantos que las carreteras estaban colapsadas y todas aquellas tiendas de campana parecian una... a saber... una invasion marciana. Una invasion apestosa. Los organizadores no habian contado con tanta gente, asi que no habia suficiente sitio para mear y cagar. Pero eso para los hippies no era problema, claro. Pagar entradas tampoco. El aforo extra se debia a todos los que se habian colado, y colarse en mitad de un campo no era muy dificil, la verdad. El Listo habia entrado asi, dando un rodeo y saltando una valla que no habria podido frenar ni a una vaca. Por supuesto, habia sido por hacer la puneta. De haber querido, solo habria tenido que sacar el talonario de su padre. Pero eso le quitaba la chispa al asunto. La idea era romper todos los limites, hacer lo que se suponia que no debia, incluso hundir en el fango su apellido y --en especial-- avergonzar al cabeza de familia. Por desgracia, le daba la sensacion de que el riguroso don Faustino ya no se escandalizaba como antano con las tropelias de su heredero el bala perdida. La prueba estaba en que el viaje a Estados Unidos habia corrido de su cuenta. Quiza se habia percatado de que el Listo tambien podia gastarse el dinero y hacer el crapula estando en Madrid. Tal vez hubiera decidido que al menos podia ser util que su primogenito aprendiera algo de ingles mientras dilapidaba la fortuna familiar con algunas frescas americanas. Seguro que en las reuniones sociales hasta presumia de que el Listo estuviera <>. Visto asi, la fiesta se aguaba. No tenia la misma gracia si a padre le parecia bien. Joder con don Faustino. Era capaz de causarle bajones incluso cuando no estaba presente. Resoplo unas cuantas veces y volvio a caminar. Necesitaba encontrar un grupo de gente con la que mezclarse, como habia estado haciendo todo ese tiempo. Al Listo se le daba muy bien congeniar, y su exotico aire de espanol le abria muchas puertas ante los multiculturales hippies. Aunque igual lo que necesitaba era tumbarse y dormir un rato. Estaba cansado, aun no se habia secado del todo del chaparron del dia anterior, y con aquellas ropas de lino se sentia como si estuviera en una chirigota de los carnavales de Cadiz. Joder. Ya era oficial. El bajon don Faustino le dominaba. Mejor buscar un sitio para echarse a roncar. Quiza fueran imaginaciones suyas, pero la musica de los pesados del escenario sonaba mas y mas entrecortada. Estaban perdiendo el ritmo. A veces era el bajo, a veces uno de los guitarristas, pero iban descoordinados. Que malos eran, por favor. Se fijo en que el gordo de la guitarra sacudia la mano y fruncio el ceno. Le habia parecido ver una descarga electrica. Si. El gordo se frotaba la mano como si le doliera. Y los otros igual. Por eso se saltaban compases. Su equipo de tres al cuarto les daba calambres. Je. Como se escapara una chispa en mitad de aquel escenario medio empapado lleno de aparatos, se podia armar una buena. El Listo recupero parte de sobriedad al mirar las caras del grupo. Todos parecian preocupados. Todos pensaban lo mismo que acababa de pensar el: <>. Pero no tuvieron tiempo. Fue con el otro guitarrista, el delgado. En uno de los punteados se oyo un petardazo y, de repente, todo se apago. Luces, sonido, todo. El estrellado cielo nocturno de la campina yanqui volvio a reinar sobre aquellos cientos de miles de cabezas, incluso a traves de las nubes. Quienes no abuchearon a los musicos se deleitaron con el acojonante espectaculo de la Via Lactea. Un cuadro impresionista que, ahora que el hombre habia llegado a la Luna, parecia al alcance de la mano. Hasta que empezo el otro brillo: un resplandor anaranjado que ilumino todo de improviso. Primero pensaron que el fuego al fin habia prendido; luego, el Listo se percato de que la luz venia de varios metros por encima del escenario. Y los incendios no suelen provocarse en mitad del aire. Cayo en la cuenta de que aquel fulgor poco tenia que ver con una combustion; era mas bien una mancha amorfa, como una gigantesca ameba fosforescente varada frente a el. Y tambien estaba el ruido, una especie de zumbido ritmico, un vaiven sonoro que se oia cada vez con mas claridad. Entonces aparecieron las criaturas. Surgieron atravesando la luz naranja, como si fuera una delgada membrana que hasta entonces las habia contenido. El Listo no tuvo tiempo de preguntarse donde, porque la imagen de los seres centraba toda su atencion. Cada uno media un par de palmos y tenia el aspecto de un negro insecto, con largas antenas en la cabeza, elitros negros y alas transparentes que provocaban el zumbido. Sin embargo, en vez de seis patas tenian ocho, y en sus mandibulas se agitaban gruesos queliceros peludos. En la cabeza, varios ojos de diferentes tamanos, algunos facetados y otros no, reflejaban los destellos azafranados del lugar. El Listo apenas noto una vaharada de olor a alcanfor antes de darse cuenta del alcance de lo que tenia ante si. Habia decenas, cientos de aquellos animales. Y a cada segundo que pasaba mas de ellos cruzaban la luminosa barrera. Revoloteaban por doquier, con el pausado zigzag de las moscas domesticas, tan lentos que cualquiera habria podido atraparlos... si es que alguien hubiera querido llevar a cabo tan incomprensible tarea. Paseaban entre la gente o por encima de ella. Algunos se habian posado en el suelo y lo exploraban erraticamente. Nada de aquello parecia autentico, asi que lo primero que penso el Listo fue que se lo estaba imaginando. El abuso de narcoticos le pasaba factura y le hacia alucinar con la pesadilla mas repulsiva que su mente habia podido crear. No obstante, un rapido vistazo alrededor echo por tierra esa hipotesis. Los demas asistentes al festival tenian la boca tan abierta como la del Listo, estaban tan aturdidos como el y tambien seguian con la mirada a los extranos seres. No eran capaces de hablar siquiera, dado que sus cerebros trataban de asimilar tanta irrealidad. El unico sonido que los envolvia era aquel zumbido colectivo. Hasta que alguien junto al Listo atino a silbar, un melenudo tirado en el suelo que tenia a una de las criaturas subiendo por su brazo. --!Tio! --dijo, con los ojos desenfocados--. !Menudo mal viaje! Eso parecia, desde luego. Un mal viaje psicotropico que los hubiera golpeado a todos a la vez. Algo tan irracional que deberia haberlos hecho chillar, encenderlos en un arrebato de unanime pavor, pero que, en vez de eso, los habia dejado estupefactos. Uno de los insectos-arana paso volando justo por delante del Listo, como pavoneandose y dejandose contemplar. Algo tan grande no deberia haber volado, no con aquellas alas en apariencia fragiles, pero ahi estaba. Un inflado cuerpo con torax y abdomen diferenciados, y vellosidades por toda su oscura figura. Los queliceros estaban serrados y parecian capaces de arrancar un dedo de un mordisco. Sus ojos multiples daban la impresion de contemplarlo todo. El Listo se vio reflejado en ellos. La imagen le parecio incluso hermosa. Extendio la mano para tocarlo, para acariciarlo como una exotica mascota. Todos los seres enloquecieron al unisono, igual que si se hubiera dado una senal silenciosa. Su vuelo dejo de ser parsimonioso para convertirse en espasmodico. Sus patas convulsionaron como si trataran de aferrarse a un asidero invisible. Sus mandibulas se abrieron y cerraron, hambrientas. Las criaturas aletearon con furia. Un enjambre caotico cuyo zumbido habia aumentado en intensidad, tan agudo que ponia los pelos de punta. El Listo retiro la mano, asustado, pero el monstruo que tenia frente a el no le hizo nada. Otros no tuvieron tanta suerte. Los bichos comenzaron a arrojarse como bestias salvajes contra la gente. Clavaron sus patas en vientres descubiertos, en brazos, incluso en caras; cualquier trozo de piel en el que pudieran hincar sus unas. Y lo hicieron a fondo, a juzgar por los regueros de sangre que abrian. El silencio se convirtio al fin en un estallido de panico. Gritos de dolor, de terror, gente tratando de escapar del surreal avispero, incluso pisoteando a quienes estaban tendidos en el suelo. Casi nadie ayudaba a los heridos; la respuesta instintiva estaba siendo la huida, una primaria busqueda de la supervivencia. El Listo no. Estaba petrificado, ojos abiertos de par en par, casi sin respirar y congelado por el terror. Por la pavorosa certeza de que no se podia escapar de aquello. Asi que fue un mudo e inmovil testigo de todo. Vio aguijones salir de los abdomenes y clavarse en sus victimas. A una joven que estaba junto a el y que luchaba por arrancarse el monstruo que tenia sobre su cabeza, la pua le perforo el ojo y quiza llego hasta el cerebro, dado que la chica se desplomo inerte. Otros dardos desgarraron cuellos, oidos o mejillas. Vio como los engendros arrancaban pedazos de carne y los devoraban. Los queliceros cortaron piel y musculo siempre que pudieron, las cabezas de las criaturas incluso se sumergieron en las tripas de algunos para cebarse tambien con sus organos internos. Cuando el Listo creia que aquella escena no podia ser mas dantesca, vino lo peor. Los seres que habian hecho presa en alguna persona comenzaron a iluminarse con el mismo tono anaranjado de la puerta por la que habian llegado. Su fulgor cada vez fue mas fuerte y el Listo noto tambien un aumento de la temperatura. Las monstruosas luciernagas se encendieron mas y mas... y sus victimas dejaron escapar desesperados berridos casi animales. En cuestion de segundos, todo aquel lugar quedo salpicado de teas insectoides. Los engendros se mezclaron con la piel de sus presas, extendiendose y deshaciendose como una mancha de cera hirviente. Apenas unos instantes despues, otro tanto ocurrio con las personas que habian sufrido el ataque. El fulgor las consumio por completo, fundiendolas como mantequilla. Unos charcos viscosos en el suelo fueron los unicos restos que quedaron tras las deflagraciones. Ante eso, el panico alcanzo su nivel maximo. Alrededor del Listo, todo eran gritos, llantos, frenesi, miles de personas tratando de alejarse en todas direcciones, de huir de aquel infierno que no entendian. Y junto a ellos, decenas de monstruos eligiendo a sus victimas casi al azar. Muchos zumbaron junto al Listo, aturdido e inmovil, pero ninguno se lanzo contra el. El resplandor anaranjado se estaba apagando. El Listo quedo mesmerizado mirandolo y todo el caos que le rodeaba dejo de parecerle importante. Solo aquel brillo merecia su atencion y solo a el se la dedico. La muerte, las combustiones y los abominables depredadores se le antojaron irrelevantes. Apenas una mota de polvo en el ciclopeo tapiz cosmico. La luz en cambio... la luz lo contenia todo. El Listo abrio su mente, ansioso por beber de aquel manantial. Recibio todo lo que deseaba y mas. Sintio su cabeza a punto de estallar. Chillando de dolor y de impotencia, aferrandose las sienes como si aquello pudiera aplacar su agonia, el Listo cayo de rodillas. Luego enloquecio por completo y se sumio en la inconsciencia.

  • Tomas. North Group de Fanny Ramirez

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    TOMAS BROWN <> Esa frase se convirtio en mi mantra, mi tatuaje interior, como Jason mi mejor amigo, llamaba. El tenia demasiados bajo la piel, los mismos, hicieron que una noche decidiese acabar con su agonia tomandose un frasco de pastillas. Apenas alcanzo los veinte anos y quien lo conocio sabe que aparentaba mas de los que tenia. <> Y para Jason nunca fue un problema la velocidad. No me gusta catalogar a las personas, ser debil no te hace menos fuerte, solo que Jason no supo como decir: no, cuando tuvo la oportunidad. Nacer entre porqueria, basura, solo te dictaba tu futuro, no solo estoy hablando de la que se tira a un contenedor. La droga, hizo que amigos, mi propia madre y mi hermano pequeno, se transformasen en personas irreconocibles. La sonrisa ya no formaba parte de sus caras a menos que consiguieran un nuevo chute y eso, era demasiado triste. Mi tatuaje interior ardia cada vez que las lagrimas acudian a mis ojos. Fueron pocas veces las que pasaba, tres, creo recordar, que lo hizo con mas fuerza. Mi mente se ha encargado de borrar la mayoria de recuerdos de mi ninez y parte de mi adolescencia. La primera vez que recuerdo, fue cuando vi a Jason por ultima vez, lo estaban metiendo en un coche, tenia los ojos abiertos, rojos, su piel traslucida y entre el shock escuche la vocecilla de mi hermano a mi lado preguntandome: <> Si, lo estaba. Mi mejor amigo me dejo solo, cuando me habia jurado que no lo haria nunca. Con el tiempo entendi que no hacia falta tener a las personas fisicamente, tambien podian cuidarte desde cualquier lugar en el que estuviesen. La segunda vez, fue cuando vi a mi hermano pequeno inyectarse una mierda en el brazo mientras sus amigos fumaban marihuana en el parque de detras de casa. A partir de ahi, mi vida se convirtio en un verdadero infierno. Intente por activa y por pasiva que lo dejara, me lleve anos reteniendolo contra su voluntad, tragandome sus reproches, sus miradas de odio, hasta que por fin lo consegui. Lastima que ya su destino estaba escrito con la firma de la maldita enfermedad llamada: cancer. La tercera tiene nombre y apellidos: Emily Berry Lauler. Sin embargo, de ella no puedo hablar sin que se me aprieten las entranas y me recuerde a mi mismo que no hago nada bien en la vida. Pero esa... es una historia que no merece la pena rememorar. INTRODUCCION --Solo seran un par de horas, Emi, ademas, tu estaras con tus primas toda la noche haciendo esas cosas que las chicas haceis cuando estais solas. Resoplo y yo no pude hacer mas que poner los ojos en blanco ahogando un suspiro de cansancio. Emily podria ser un grandisimo dolor en el trasero cuando queria, y esa noche quiso con ganas, pues era el cumpleanos de John. Los chicos planearon ir al local de Mike, un tugurio de mala muerte que servia la mejor cerveza en aquellos tiempos. Emily no aceptaba que yo tuviera una vida, sin embargo, ella si parecia tener derecho a tenerla. Era lo que mas me jodia, no obstante, estaba enamorado hasta las trancas de esa nina del demonio con aires de grandeza. Como si en vez de una simple mortal, estuviese hecha de fibra de oro con incrustaciones de diamantes... Me rasque el pecho sobre la camisa cuando una picazon insoportable me recordo que no debia joderlo con ella. Parecia mentira que con todo lo que habia soportado a lo largo de mi vida, me estaba convertido en un autentico imbecil por una chiquilla mimada. Pero era lo unico que me quedaba, aparte de mis amigos, claro. Y un hermano que casi no veia. Emily se convirtio en la pieza que me faltaba para que el vacio que me dejo mi hermano pequeno se llenara un poco, solo un poco. Aunque eso hacia de mi martirio algo mas soportable. --Solo espero que no haya muchas chicas, Tomas, o te juro que... --No digas tonterias, Emily, vamos al local de Mike. Alli casi nunca hay mujeres, menos chicas que puedan hacerte ni sombra. Por el rabillo de mi ojo, vi aparecer a Leon, Chad, Lauren y John; este ultimo bebiendo a morro de un botellin de cerveza. Gracias a Dios no me escucharon arrastrandome como una babosa. Sonrei sin poder remediarlo, intentando que Emily no escuchara los disparates que estaba soltando John. Habia sido cumplir la mayoria de edad y ya se reventaba el higado en publico. Leon ladeo la cabeza, preguntandome en silencio con quien hablaba. Con un gesto con la boca, le di a entender de quien se trataba. El rodo los ojos, Chad me saludo palmeandome el hombro al igual que Lauren, y John me dio un beso sonoro en la mejilla, susurrando un: <>, antes de entrar al bar. --?Que ha sido eso y porque ha sonado como si alguien le estuviera comiendo la boca a mi novio? --el ladrido de Emily me hizo apretar los punos teniendo que contar hasta diez con la respiracion atascada en los pulmones. Entonces hice lo que deberia haber hecho mucho antes, colgarle el telefono y ponerlo en silencio para ni enterarme siquiera si vuelve a llamar. Sin contestar a su estupida acusacion. Me tenia hasta la jodida coronilla. Abri la puerta y la musica se hizo mas sonora. Los chicos estaban en la barra, seguramente pidiendole a la camarera una cerveza, junto con algunos parroquianos ya asiduos. Faltaba Ray, como siempre, seguramente estudiando, haciendose a la idea de su proxima matricula de honor. Di una ojeada rapida a mi alrededor, algunas mujeres disfrutaban de una charla amena en una mesa al fondo, raramente venian a un lugar como ese. Pero viendolas de lejos, parecian de fuera, espanolas al escuchar un par de palabras descarriadas; sabia de alguien al que le haria una tremenda ilusion. A la derecha del local, un senor bebia de su cerveza mientras que el humo de un pitillo lo envolvia haciendo de la escena algo de lo que inmortalizar en una imagen. Su pelo ceniza hacia que las volutas de humo que volaban a su alrededor desaparecieran, para luego emerger y cubrir su rostro demasiado demacrado para su edad. Aunque no supiera cuantos anos tenia. De alguna manera siempre lograba encontrar parecido a la gente con alguien cercano a mi y ese senor le daba un aire a mi padre. --Tomas, me he dado el atrevimiento de pedirte una cerveza --la voz de Chad me hizo desviar la mirada de aquel senor que por momentos hacia que vagos recuerdos, demasiado amargos, volvieran a aparecer en mi mente. Con una sonrisa, sintiendo mi telefono vibrar en el bolsillo de mis pantalones, me acerque a ellos y me deje abrazar por un John demasiado ebrio para ser apenas las once de la noche. Ray se nos unio una hora mas tarde, con cara de no haber dormido en siglos, avergonzado por culpa de Leon que lo vitoreaba como si fuera una superestrella. --Ey, Ray, ?pudiste despegar la nariz de los libros para poder venir a mi cumpleanos? es todo un honor... --Dijo John, levantandose con dificultad para luego engancharse en sus hombros. Negue con la cabeza al mismo tiempo que lleve mi vaso de cerveza a los labios. Ya me veia cargandolo hasta llegar a nuestra residencia. --Y tu no pierdes el tiempo... con apenas horas de tener los dieciocho y ya te emborrachas en un bar --contesto Murray haciendonos reir. John saco la lengua, pareciendo un crio de dos anos. Me daba tremenda lastima a veces. Era un chico joven, con energia, positivismo y una mente brillante. Aunque ese cerebro no lo usara nunca para lo que realmente tenia que hacerlo. --?Viste las chicas del fondo? --me pregunto Leon, mirando a las susodichas de reojo. Tenia los ojos brillantes y las mejillas rojas gracias al alcohol. Me vi girando hacia donde el me senalaba e hice una mueca cuando me pillaron mirandolas descaradamente. --Joder, pero no mires asi. Las vas a espantar --se quejo resoplando y bebiendo de nuevo hasta acabar su jarra. --Son espanolas, las he oido hablar --le informe, provocando una sonrisa de su parte. --Sostenme esto, es hora de cazar dos buenos pares de jamones ibericos, !ole! --dijo en espanol, dejandome la jarra en las manos y peinandose el cabello con las manos antes de ir en busca de las chicas. Con curiosidad, me lleve casi cinco minutos viendo a Leon hacer su magia. Las chicas reian encantadas, incluso una de ellas, le toco el brazo supuse para comprobar que el tio se pasaba las horas haciendo ejercicio. --?Crees que se las follara a las dos? --la pregunta de Chad me hizo pestanear y dejar de observarlos. --Seguro... es el unico que he conocido con la facilidad de llevarse a mas de una a la cama y a la vez. No se como mierda lo hace. --Tu podrias si dejaras a esa chalada con la que estas. Lo mire con la mandibula apretada del coraje. Odiaba que se metieran con Emily o con mi relacion. Aunque luego supe que debia haberles hecho caso a todo lo que decian mucho antes. Me hubiera ahorrado todo lo que acontecio. --No te voy a consentir que la llames asi --lo mire con toda la rabia que pude reunir, haciendo que frunciera el ceno y alzara las manos a modo de rendicion. Al cabo de un rato, en los que me dedique a mensajearme con mi novia, la cual estaba bastante molesta, decidimos sentarnos en una mesa. Leon nos acompano a reganadientes unos minutos despues, diciendoles algo en espanol a las chicas, lo que provoco que rieran. --Si te sobra una, ya sabes, me la pasas --murmuro Chad arrastrando las palabras. Leon se sento a su lado y se acerco a su oido para susurrarle algo que lo hizo carcajear y ponerse contento. Resople. Lo mas seguro es que hicieran una jodida orgia, como si los viera. Malditos putos... --Bueno, ahora que estamos todos juntos quiero haceros una propuesta --dijo Lauren, haciendo que dejaran la alegria para otro momento. Por un segundo les tuve envidia. Echaba de menos relacionarme con las mujeres, charlar con ellas, no solo con la mujer que no paraba de llamarme y mandarme mensajes para que le enviara fotos de donde estaba. Suspire en derrota, diciendome que no merecia la pena quejarme por eso. Me queria, no tenia ninguna duda, por lo menos en ese momento. Lauren empezo a contar acerca de un proyecto que tenia entre manos. North Group se llamaria. La cabeza me daba vueltas, debatiendome entre alegrarme, brindar, celebrarlo y pensando que diria Emily al respecto. Entonces tuve claro una cosa. Seguiria adelante estuviese ella de acuerdo o no aunque luego sufriera las consecuencias. UNO <> Parece sacado de una jodida pelicula de terror. No quise hacerle caso a nadie cuando me advirtieron de lo loca que estaba la mujer con la que me iba a casar. Incluso di por hecho que sus acciones, reproches y celos, se debian a mera inseguridad o me queria tanto que no concebia compartirme con nadie. Luego llegaron las preguntas, las acusaciones, el acoso y lo que mas miedo me daba: las amenazas. No solo hacia mi persona, sino las que atentaba contra su propia vida. Froto mi rostro en un vano intento de despejar asi mi cabeza de tantos pensamientos funestos. No debe ser sano estar continuamente pensando que por mi culpa esa mujer, a la que tanto ame, se suicide. Ya ni recuerdo cuantas han sido las veces que me lo ha dicho llorando a lagrima viva. Ya sea por telefono o en persona. Por puro masoquismo, abro el cajon de mi escritorio y miro con nostalgia la fotografia que nos tomamos hace aproximadamente dos anos en la casa de los Hamptons. Ella sonreia montada a mi espalda y yo la miraba por encima de mi hombro embelesado por su belleza. Emily es hermosa. De pelo rubio, larguisimo, que casi siempre llevaba en una cola de caballo excepto aquel dia. Acaricio, sin poder remediarlo, la imagen de sus manos. Sus unas pintadas del mismo color que su bikini rojo. Como me gustaria volver a aquel dia, donde por arte de magia, se convirtio en una persona diferente. Ya fuera porque estabamos lejos de casa o solos en esta. Donde segun ella, no habia ninguna distraccion cerca. Mis amigos eran distraccion, las mujeres que paseaban por la calle, trabajaban en la empresa o simplemente esperaban a ser atendidas en una cafeteria, tambien lo eran; las reuniones importantes, las llamadas, el punetero trabajo. Todo el mundo, todo lo que yo hacia para ganarme la vida y llenar la de ella de lujos, eran distracciones y podia hacer que dejase de amarla. Una risa amarga brota de mis labios antes de cerrar el cajon mas fuerte de la cuenta, provocando un fuerte ruido. Me levanto de la silla notando mi labio inferior temblar de la rabia y miro a traves del ventanal en busca de una enesima solucion. <> Las palabras de Leon resuenan una y otra y otra vez como si fuese lo unico que tuviera cavidad ahora mismo en mi mente. ?Pero que cojones hago? Esa es la pregunta que mas formulo tanto en voz alta como en pensamiento. ?Como hago para que me deje vivir, respirar? ?Que solucion puede haber cuando ya he intentado hasta denunciarla? Pero como ya se viene sabiendo, la ley parece amparar mas a la mujer que al hombre en estos casos. Alguien toca a la puerta y carraspeo, llevandome el dedo indice al rabillo de mi ojo quitando asi la maldita lagrima que crei extinta de tanto que he llorado por su culpa. La voz de Murray me hace girar para mirarlo. Esta contento, con una sonrisa indeleble en su rostro y todo es debido a su Ceci como el la llama. A Dios gracias por haberla puesto en nuestros caminos, no se que hubieramos hecho sin su deliciosa comida del catering en los numerosos eventos. Tambien nos privo de ver a Murray babeando por los rincones, gracias al cielo. --?Te tragaste un unicornio? ?O es que por fin has podido comprobar que el sexo anal no es tan malo como parecia? --Intento hacer la broma, sin que se me note demasiado lo podrido que estoy por dentro. Mi traje negro impoluto, mi camisa blanca recien salida de la tintoreria y mis zapatos lustrosos brillando como si fueran espejos, hacen que nadie se de cuenta de lo sucio y asqueado que me siento. Murray rie y niega con la cabeza un poco ruborizado. Eso me hace lanzar una carcajada al aire que agradezco como un vaso de agua en pleno desierto. --No, vengo a decirte si vienes a por algo para desayunar. Frunzo el ceno ante su invitacion. Es raro que alguno de nosotros salgamos a comprar nada una vez estamos trabajando. Para eso tenemos a los secretarios y a monton de personal que se encarga de eso. --?Que le hiciste a Ferran? No me digas que cogio baja por sobreexplotacion --le digo con una sonrisa ladeada. --?Estas muy gracioso hoy, no? --pregunta entrecerrando los ojos--, simplemente me apetece charlar, Leon, Lauren, Chad y el tonto de John estan reunidos con un cliente. Me dijeron que tu estabas libre como un pajarillo ahora en la manana. --Claro, dame unos segundos y nos vemos en recepcion. Tengo que arreglar un asuntillo pendiente. --Treinta segundos, Tomas --advierte senalandome, cerrando la puerta tras de si con un tarareo. Suspiro una vez la soledad me envuelve nuevamente, agarrando el telefono y leyendo por tercera vez el mensaje que Emily me ha escrito hace escasos quince minutos. Mis dedos se posicionan en el teclado y escribo para luego a borrar asi hasta que harto de mi cobardia, le doy a enviar. <> Me arrepiento en cuanto le llega. Pero es que no se que demonios hacer para que me deje tranquilo, ?es mucho pedir? Dejo el telefono en la mesa, sin ganas de ver ningun mensaje mas y verificando que llevo mi cartera, salgo del despacho escuchando la vibracion del aparato sobre el cristal. --Que te den, Emily. *** En la recepcion veo a Murray sonreir como un imbecil mientras habla con alguien por telefono. No hay que ser muy listo para saber con quien, solo hay que ver como se le ilumina el rostro. La misma luminosidad, alegria y entusiasmo que alguna vez tuve yo. En cuanto estoy a su lado, se despide con un <> que me estruja el corazon y las entranas por la maldita envidia. Lejos de huir despavorido, yo ansio encontrar a una persona a la cual amar y que me ame sanamente. Lo malo es que por mucho que lo intento, no me lo permite. --Tomas, ?ocurre algo? Si no quieres venir, no pasa nada, solo... --Ya te dije que si, es solo algunos temas que tengo que resolver. Me tendrian que dar un premio de la evasiva, por malo, porque siempre digo la misma pueril excusa cuando no quiero hablar del tema. Odio que me den consejos, odio que me digan lo que tengo o no que hacer como si yo no lo hubiese intentado todo. Estoy destinado a llevar mi cruz a cuestas, a no ser feliz a menos que Emily deje de acosarme. --Si es con Emily, ya te dije que podemos hacer algo para que la metan en la jodida carcel. --Con dinero no se compra todo, Murray, Y el lo sabe. Lo hemos intentado todo, por activa y por pasiva. Solo hemos conseguido algo de tiempo, luego vuelve con mas fuerza todavia. El huracan, la llama John. Arrasa por donde pasa. --Creo que Cecilia esta embarazada --suelta de sopeton cuando salimos del edificio.

  • La Hermana Sol de Lucinda Riley

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    De Manhattan a las majestuosas llanuras africanas, el sexto libro de la serie < Siete Hermanas>> es una historia romantica e inolvidable.

  • Los dias perdidos de Valentina, A.P. Hernandez de A.p. Hernandez

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    Valentina: una adolescente que puso fin a su vida con un cuter.
    Marta: una madre que no admite el atroz acto de su hija.
    Ismael: un estudiante universitario que comienza a perder sus miedos.
    Lazaro del Rio: ex Inspector Jefe de Policia, expulsado e inhabilitado de por vida.

  • Beso feroz de Roberto Saviano

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    Con esta novela basada en la muy cruenta realidad napolitana, Roberto Saviano continua explorando las entranas de la Camorra. En Beso feroz retoma a los adolescentes mafiosos de La banda de los ninos alli donde los dejo. Si ese libro se cerraba con una madre clamando venganza por la muerte de su hijo, este arranca con el intento de llevar a cabo esa venganza de la forma mas terrible posible: asesinando a un bebe en la sala de recien nacidos de un hospital.

  • Luz perfecta de Marcello Fois

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  • Desde esa noche de Fabiana Peralta

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    Diago James tenia la firme intencion de triunfar y conquistar Hollywood. Obstinado, carismatico y encantador, era un hombre que solo con mirar a una mujer hacia que el corazon de ella latiese mas y mas rapido. Todas las miradas estaban dirigidas a el, su popularidad iba rapidamente en aumento pero, aunque en apariencia tenia todo lo que anhelaba, su vida personal era un completo desastre.

  • Me voy porque quiero, no porque me echen de Sara Trigo

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    Cuando nuestra protagonista se traslada a Inglaterra para perseguir el trabajo de sus suenos, nadie la advirtio de que mudarse a otro pais podia convertirse en un mar de aventuras o en un inevitable charco de mie..

  • El mercenario que coleccionaba obras de arte de Wendy Guerra

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  • Jardin de invierno, Kristin Hannah de Kristin Hannah

    https://gigalibros.com/jardin-de-invierno-kristin-hannah.html

    Una gran historia de amor ambientada en la Segunda Guerra Mundial de Kristin Hannah, la autora de El Ruisenor.

  • Cuando te vuelva a ver de Andrea Valenzuela Araya

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    Paralizada en el umbral de aquella habitacion, no cesa de observar a quien se halla frente a sus ojos conectada a una infinidad de maquinas, respirando levemente mientras lucha, segundo a segundo, por no perder lo que le queda de vida. Asimismo, no puede creer que esto este sucediendo, menos despues de que ambas estan alli, en el mismo sitio y a la misma hora, como si todo esto fuera una maldita jugarreta del destino. Si, de un incierto, mezquino, demoledor y horrible destino que le oprime el pecho con sus gelidas manos quitandole las pocas fuerzas que le quedan y consiguiendo, ademas, que desvarie y piense que nada de esto esta ocurriendo cuando todo parece ser tan desequilibrado, agobiante y a la vez, demasiado real. Sin entender el por que, da un par de pasos acercandose con muchisimo recelo hacia quien yace recostada en una cama de hospital con leves signos vitales en su cuerpo, notando el ritmo erratico y debil de su corazon que, a todas luces, le brinda una angustiosa sensacion de panico que no logra disimular, al igual que el llanto que la invade y que brota de si con mas y mas desesperanza. --Despierta --le pide con la voz temblorosa mientras que, con suma delicadeza, coge una de sus manos para entrelazarla a una de las suyas--. Despierta --vuelve a repetirle cuando las lagrimas empiezan a nublar su vision--. No es hora de jugar --le reclama, endureciendo su cadencia--. ?Me estas oyendo? Se que lo haces... Oi tu llamado, por eso estoy aqui --suspira, manteniendo en pie toda su entereza--. Asi que pelea... --le exige, desafiante--. Pelea como una guerrera por lo que mas quieres y lucha por tu... --se detiene, cerciorandose que lo que dira es una grandisima imbecilidad cuando, evidentemente, sabe que ambas son la misma persona--... por nuestra vida --se estremece ante la frialdad que emana de su propia piel--. Vamos, Josefina, !despierta! !Tienes mucho por que vivir! !No es hora de jugar a las escondidas! --Se aferra a su fragil extremidad con todo su corazon puesto en ello--. !Oyeme, por favor! !Oyeme y no te dejes vencer cuando sabes de sobra que estoy aqui contigo! --Algo mas que un par de lagrimas corren raudas por sus mejillas--. !No te rindas! !No decaigas y lucha por lo que suenas, por lo que anhelas y por...! --No logra pronunciar siquiera la totalidad de esa frase cuando las fuerzas parecen abandonarla--. !Por favor! --Cierra los ojos y vuelve a suplicarle con esas dos unicas palabras que forman parte de su ferviente letania--. !Por favor, Jo! --Reitera, rasgandose la garganta sin dejar de repetirlo, tenazmente. Quiere gritar, pero no consigue hacerlo porque por mas que lo intenta el sonido de su voz se apaga rapidamente en intensidad--. !No nos abandones! !No es hora de partir! --Se lanza sobre su menudo cuerpo para remecerla cuando el pitido del monitor cardiaco se acelera al grado de hacerle comprender que sus segundos estan siendo contados--. !Despierta, maldita sea! !Tienes que vivir! --Vocifera enloquecida perdiendo el aliento y la compostura--. !Tienes que quedarte! ?Me oyes? !Tienes que salir de esta por ti, por el y por nosotros! --Desconsolada, llora sobre su lecho cuando sus piernas no consiguen sostenerla--. !Estoy aqui, Jo! !Estoy aqui, contigo, y no voy a abandonarte nunca, pero tu no renuncies ahora! --Le demanda en un grito ahogado--. !No renuncies ahora! --. Pero ya es tarde, y bien lo sabe al ver entrar en la habitacion al equipo medico preparandose para el peor de los casos--. !Josefina! --Grita con impetu, cayendo al piso de rodillas--. !No es justo! !No ahora por amor de Dios! --La pierde por completo de vista mientras a su alrededor todo sucede tan de prisa--. !No permitas que se quede solo! !Lucha! !No nos dejes asi! --Se arrastra por el suelo hacia un costado de la cama, pero de un momento a otro, levanta la cabeza al oir la pujante voz del medico exigiendo que se desarrolle el procedimiento de resucitacion, que a los pocos segundos se hace efectivo descargandose en ella con furia, con dolor, quemandole la piel, explotandole el pecho mientras balbucea un "!Ayudame, Jo!, que silenciosamente emiten sus labios cuando consigue alzar una de sus manos en su direccion--. !Hazlo por Simon! --exclama fuerte y claro al escuchar un grito ensordecedor que lo invade todo y que parece ser el suyo, sin que nadie mas que ella logre reconocerlo, para luego ya no oir nada mas en aquel cuarto que, de pronto, y como por arte de magia, se ha sumido en el mas completo, aterrador y absoluto de los silencios. 1 Cuarenta y ocho horas antes. Algunos timidos rayos de sol se cuelan por entremedio de las cortinas semi abiertas de ese dormitorio. Aquel cuarto que, vagamente iluminado cobija, noche tras noche, el amor, la pasion, la lujuria, el desenfreno y el sublime deseo de esos dos amantes que, ante un nuevo dia, renacen desnudos, sonolientos y envueltos entre sus propias extremidades que, con fuerza y terquedad, se niegan a desprenderse, menos a abandonarse del todo. Cuando el abre los ojos e inspira profundamente el dulce aroma que expele la piel de su companera, esta se aferra aun mas a su cuerpo como si temiera perderlo. ?Y el? Rapidamente, reacciona de la misma manera, percibiendo aquella increible sensacion de pertenencia y bienestar que solo ella logra otorgarle al compenetrarse, junto con el, en una perfecta armonia y sincronizacion que todavia consigue enmudecerlo, ademas de asustarlo. Porque a tan solo tres meses de relacion, Simon no puede concebir, menos creer que se haya enamorado tanto. Pero, ?de quien? Nada menos que de Josefina, la hermosa mujer de mirada ingenua y castana que yace entre sus brazos y se mueve quedamente mientras emite un debil, pero audible susurro de autentica fascinacion y entusiasmo. --?Ya son las seis con treinta? --pregunta sin admirarlo a la profundidad de sus ojos claros--. !Dime que aun no lo son! --exclama, pero mas bien como si fuera una suplica al mismo tiempo que la alarma programada de su movil se lo certifica, dejandoselo mas que claro. --?Eso responde a tu pregunta? --contesta Simon, acariciandole con delicadeza el puente de su nariz con la suya. --Si --admite de mala manera, abriendo al fin sus ojos para perderse en su apacible mirada--. Y eso tambien me dice que debo levantarme para ir a trabajar. --Ya. ?Y como pretendes hacerlo sin apartarte de mi? --Con su grave cadencia se lo murmura, consiguiendo con ello erizarle hasta el mas fino vello de la piel, tal y como logro hacerlo la primera vez cuando la sorprendio cantando la letra de la melodia de Keane y "Somewhere only we know" que tan afanosamente bailaba mientras trabajaba al interior de la libreria en la cual ambos se encontraron, sin advertir como el la admiraba hipnotizado desde el umbral de la puerta. --Cada vez es mas dificil --afirma coqueta. --Si, cada vez es mas dificil dejarte ir --le corrobora, atrayendola mas hacia si hasta que logra montarla sobre su desnudo cuerpo--, cuando solo ansio que te quedes aqui conmigo. Josefina sonrie encantada porque adora cuando Simon, a traves de sus tan sinceras palabras, le declara su amor. Ese amor que tambien siente por el, pero que no se atreve a demostrarselo asi, tan facilmente

  • El Gringo de Charlotte Bennet

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    Cada vez que regreso a Granville revivo una parte triste de mi ninez. Aquella en la que la enfermedad de mi madre Norma nos mantuvo en vilo a mi padre Bill y a mi. Ella padecia un tumor maligno en la cabeza. Una noche se acosto y no se desperto. Recuerdo que mi padre me abrazo mientras yo lloraba desconsoladamente. Fue asi como el y yo iniciamos una larga travesia por un desierto lleno de tristeza. De este modo tuvimos que aprender a encajar su perdida como mejor supimos, aunque nos costo mucho hacerlo. Mi padre se refugio en mi y en el cuidado de nuestro rancho, Lemon Creek. Ello lo distraia y mantenia ocupado parte del tiempo. Lucho e invirtio su dinero para hacer que fuera el lugar idoneo en donde vivir. Yo le ayudaba en todas las tareas, especialmente en cuidar y dar de comer a los caballos y al resto de ganado, asi como limpiar las caballerizas. Ello me hacia sentir util y, al mismo tiempo, queria que mi padre se sintiera orgulloso de mi y conseguir que no se sintiera solo ni triste... El me enseno a sentir pasion por los caballos y a domarlos para que fueran agiles como el viento. Mi padre era un extraordinario jinete que participaba en las distintas competiciones estatales. Casi siempre nos haciamos con el primer puesto...Otras, nos conformabamos con un segundo lugar. La idea era ganar un dinero extra que nos venia bien al rancho, aunque la ausencia de mi madre seguia ahi vigente a pesar del paso de los anos. Mi padre volvio a recuperar la ilusion con la venta de productos agricolas. Dicho negocio empezo a dar su fruto, pero necesitabamos personal en el rancho. Asi fueron llegando distintos peones y capataces mientras yo iba a la escuela. No queria dejar a mi padre solo, tenia que estar ahi, al pie del canon y velar por los intereses de nuestra familia, pero para mi padre que fuera a la escuela era lo mas importante. Mi padre le contaba sus logros a mi madre cuando le llevabamos flores a su tumba una vez por semana. Podria decirse que ella velaba por nosotros desde la otra vida y nos ayudaba a seguir adelante, pero una mala inversion hizo que toda esa estabilidad economica se rompiera en mil pedazos. Mi padre tuvo que pagar a los empleados y prescindir de sus servicios... Las deudas nos asediaron y esto provoco que mi padre pusiera en venta una parte de nuestras tierras. Era de esperar que nuestros vecinos los Holland pujaran por ellas. Ello origino que su malvado hijo Jared se burlara de mi en la escuela y yo le diera un punetazo por el que fui enviada al despacho del director, que llamo a mi padre para que tomara cartas en el asunto. El no me regano, sino que me felicito por haberme defendido. A decir verdad, nuestra relacion era excelente. Nos entendiamos con solo mirarnos a los ojos, pero he ahi que Penney Montgomery, duena de uno de los bares de la zona, le echo el ojo a mi padre porque ella tambien habia enviudado y tenia dos hijas de mas o menos mi edad, Liss y Flora. Mi relacion con ellas en la escuela era buena, pero no me hizo ninguna gracia que Flora insinuara aquello de que pronto seriamos hermanas. Recuerdo que le monte un pollo a mi padre, el cual me dijo que era solo una buena amiga con la que conversaba mientras tomaba un trago en la barra de su bar. Yo no le creia y para demostrarmelo dejo de frecuentar su negocio. Desde ese dia las hermanas Montgomery se aliaron con Jared Holland para hacerme la vida imposible en la escuela. Siempre llegaba a casa con la ropa manchada y con rasgunos...Mi padre llamo la atencion de los Holland y a la senora Montgomery, que me echo la culpa a mi. Mi padre recurrio al director y eso hizo que ya no volvieran a molestarme, pero me converti en la nina repudiada de la clase. Solo Taylor Sullivan quiso ser mi amiga. Ella y yo eramos como una y carne. Yo iba a su casa y ella venia a la mia. Haciamos los deberes juntas y le gustaba ayudarme en el rancho. Por otra parte, Jared seguia intentando amargarme la existencia, pero siempre salia mal parado. En cuanto a mi padre, supo gestionar mejor nuestro negocio y, poco a poco, volvimos a recuperar la estabilidad economica. Aquellas competiciones nos dieron el prestigio que los Holland no tenian y por eso nos declararon la guerra. A veces, su ganado invadia nuestras tierras rompiendo las vallas de separacion, pero hacian como que la cosa no iba con ellos. Mi padre llamaba al sheriff y el se encargaba de poner orden porque conocia a los Holland y como actuaban. Esto, al menos, nos permitio vivir en paz durante un tiempo durante el cual yo deje de ser una nina y me converti en mujer. Tenia preguntas que mi padre, por pudor, no se atrevia a responder asi que hizo venir a Georgia, la madre de Taylor, la cual me salvo del desastre aquel dia cuando tuve mi primera regla. Mi amiga de la infancia y yo fuimos a otro instituto. Alli el ambiente era totalmente distinto al de la escuela. Tanto Taylor como yo nos arreglabamos para no parecer unas anticuadas ante aquellos chicos guapos que habia, pero a mi padre no le hacia ninguna gracia que usara minifalda. A el le costaba entender que yo ya no era una nina sino una adolescente que estaba experimentando nuevas emociones y que estaba descubriendo el mundo, siendo la moda mi gran pasion. Veia en la television a aquellas modelos y sonaba con ser como ellas algun dia. Taylor, en cambio, se conformaba en cuidar de que su novio, Rush Prawner, no la enganara con alguna de las animadoras, pero lo hizo y Taylor quiso matarle, y aunque no llego la sangre al rio, rompio con el. Yo me aparte de esa clase de movidas y me concentre en cuidar mi aspecto. Yo habia heredado los rasgos de mi madre. Era alta, esbelta y tenia el cabello rubio y ondulado, asi como su piel tersa y palida. De mi padre solo herede su caracter obstinado pero luchador. Me encantaba maquillarme y vestir a la moda y aspiraba a llegar a lo mas alto como disenadora. Por eso cuando acabe el instituto envie solicitudes a diferentes universidades esperando que me escogiera alguna junto a Taylor. Nuestra sorpresa fue que nos aceptaron en la de Nueva York. Era de esperar que mi padre se opusiera. No queria que me fuera tan lejos, sino que estudiara a distancia. Detestaba las grandes ciudades por el peligro que entramaban, pero queria dar el paso y conseguir cierta independencia. Granville se habia convertido en una jaula para mi. Queria forjarme un futuro, pero mi padre no estaba de acuerdo. Queria que me quedara en Granville. Tuvo que ser la madre de Taylor quien le disuadiera sutilmente, aunque al principio no fue facil convencerle fue el quien nos llevo a Taylor y a mi y aprovecho para conocer el lugar donde ibamos a alojarnos. Era un pequeno apartamento con bano y cocina incluidos. Todo estaba ordenado y limpio y quedaba a unas cuantas manzanas de la Escuela de Diseno, aunque a mi padre no le gusto la zona. Pero me hizo prometer que le llamaria todos los dias y que no nos fiariamos de nadie, por no decir que me dio una lista de cosas que no debia hacer. Yo acepte sin dudarlo. Asi fue como me permitio quedarme. Estar lejos de mi padre me hizo reflexionar y madurar mas de lo que lo hubiera hecho en el rancho. Bien es cierto que le echaba de menos tanto como el a mi, pero me hacia la fuerte cada vez que hablabamos por telefono. Luego, al colgar, me ponia a llorar. Habia momentos en lo que queria renunciar a todo y volver a su lado, pero yo tenia una meta que debia de alcanzar. No podia rendirme, sino luchar para lograr mi sueno. Pero nadie dijo que fuera a ser facil. Durante aquellos intensos meses me vi desbordada con tantos examenes y trabajos. Taylor, en cambio, se lo tomaba todo con calma. Le cundia el tiempo incluso para distraerse los fines de semana. Yo no podia decir lo mismo. Queria sacarlo todo adelante. Pronto mi concepto de la vida cambio drasticamente y me di cuenta de que debia esforzarme el doble para lograr las cosas que queria. Y eso fue lo que hice mientras Taylor compaginaba la diversion con estudiar. No se perdia ninguna de las fiestas que habia en el campus. Yo estudiaba, y como el dinero que mi padre me enviaba apenas cubria pequenos gastos, me puse a trabajar como camarera en un pub nocturno. Nunca se lo conte a mi padre por temor a que se enojara y me obligara a volver a Granville. Ganaba buenas propinas, aunque los clientes, en su mayoria universitarios eran autenticas lapas. Taylor penso que deberia pedirle mas dinero a mi padre en lugar de tener que soportar a esos pesados, pero yo preferi no hacerlo. Queria demostrarme que podia valerme por mi misma sin tener que depender de mi pobre padre. Aunque salia tarde del trabajo y me sentia muy cansada parte del tiempo, jamas deje de luchar para llevarlo todo adelante. Un dia entro un cliente en el pub que resulto ser un cazatalentos. Me vio y le agrade, asi que me facilito la tarjeta de una conocida agencia de modelos de la ciudad. Debia preguntar por un tal C.J. y decir que me habia enviado Reynaldo. Recuerdo que le di las gracias y segui trabajando como si nada. A la manana siguiente tras salir de clase probe suerte y marque ese numero desde una cabina. Estaba nerviosa, pero respire hondo. Dicha llamada cambio el rumbo de mi vida porque, sin que mi padre lo supiera, pase a formar parte de dicha agencia de modelos despues de hacerme una prueba. Solo tenia que pagar unas cuotas mensuales. Era una locura, pero me organice y compagine mis estudios con tomar clases de modelo. Algo a lo que queria aspirar cuando solo era una nina. No podia creer que diera el paso. Era de locos...

  • Nunca vuelvas atras de Lara Sanchez

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    Cuidado con lo que leas, porque nada es lo que parece

  • Noiva secreta del Dragon (Secretos de los Dragones 2) de Jasmine Wylder

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    Bryant Chandler, el ardiente shifter dragon, conoce su determinacion. Su companera se ha ido hace tiempo y no tiene planes de encontrar otra. Ahora ha jurado proteger al bebe que un dia los gobernara a todos. Sin hacer preguntas. Pero el dia que la deliciosa Esther puso sus generosas curvas virgenes muy cerca de el, todas las apuestas se acabaron.

  • El largo sueno de tu nombre de Amaia Oloriz Rivas

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    “En la cara norte de la celda se abria una unica ventana, desprovista de cristales y protegida por gruesos barrotes. Aquella abertura podia ser su amiga o su peor enemiga, todo dependia de la estacion en la que se encontraran. En aquellos dias de mayo se la sorteaban. Todos esperaban ansiosos su turno para pegar el rostro a los barrotes e inspirar, si el viento se mostraba generoso, el abanico de aromas con el que la primavera revestia el monte Ezkaba.

  • En la frontera del tiempo de Lina Galan

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    El caballero, sobre su caballo blanco y al frente de sus leales soldados, por fin siente que el hogar esta cerca. Los bosques de pinos o las suaves montanas daban fe de ello, dejando atras las vastas llanuras. Rodearon la aldea y su muralla y, sobre la elevacion mas alta, aparecio la gran fortaleza rodeada por la mas robusta muralla, como una madre que abre los brazos para proteger a sus hijos. Cruzaron el foso sobre el puente levadizo para entrar en el patio de armas, donde escuderos y pajes se apresuraron a atender a sus exhaustos y polvorientos senores y a sus igualmente fatigadas monturas. El senor de Montsolis, tras bajar de su caballo, alzo la mirada hacia las almenas, como siempre que volvia a casa. Pero, como siempre, nunca encontraba a nadie esperandole. Siempre que regresaba de alguna de las revueltas sarracenas o, como en esta ocasion, de una reunion en Las Cortes, imaginaba, fugazmente, que su dama le esperaba impaciente en alguna de las almenas o sobre el adarve de la muralla. Incluso en ese mismo instante le parecia estar divisando una oscura silueta femenina recortada sobre el rosado cielo del ocaso, con sus ropas y sus cabellos ondulando al viento. Sacudio la cabeza para salir de su ensonacion y volver a la realidad. Se quito el yelmo y se dejo ayudar por Nuno, su escudero, ofreciendole sus armas para su limpieza. Todavia con la cota de malla, aunque sacandose el mismo el almofar y la crespina por la cabeza, subio las escaleras de la torre del homenaje para encaminarse a sus estancias privadas. Primero, como tenia por costumbre, saludaria a su esposa, aunque ya sabia de antemano que ella apenas le devolveria el saludo. Ni siquiera le miraria a los ojos. En realidad, penso, no sabia de que color eran esos ojos que siempre miraban hacia el suelo. Ademas, apostaria su vida a que se encontraria flanqueada por sus inseparables guardianas, sus propias hermanas, que, como hermanas mayores del senor y en su calidad de viudas de sendos senores ciertamente notables, se encargaban de la organizacion domestica. Algo que a la propia senora del castillo parecia agradarle sobremanera, ya que era mas feliz bordando o tejiendo algun tapiz mientras sus cunadas revoloteaban a su alrededor como si quisieran protegerla hasta de su propio marido. Despues de pedir permiso, flanqueo la puerta de la estancia mas soleada del castillo, donde un grupo de mujeres bordaban y tejian y suaves murmullos femeninos llenaban el aire, aunque cesaran de repente al advertir la presencia del senor. Sus hermanas, Elvira y Mencia, tan frias como siempre, fueron las primeras en dirigirle algo parecido a una bienvenida. --Hermano --saludaron con un movimiento leve de sus cabezas. --Hermanas --correspondio el. Y seguidamente dirigio su mirada a su esposa--, esposa --y se Inclino levemente. Amicia parecio mover ligeramente los labios, aunque su marido no estaba seguro si como saludo o como plegaria por su poca deseada presencia. Asi que, volviendose a inclinar, pidio permiso para retirarse y salio para encaminarse a sus propios aposentos. Si, siempre habia deseado volver al hogar, despues de batallas o reuniones con nobles o con el rey. Pero cada dia que pasaba sentia mas un vacio interior y un hueco en su corazon que necesitaba llenar pero que cada vez se hacia mas y mas grande. Siempre tuvo claro que, como heredero de la baronia, tendria que casarse con la mujer elegida para el. Y asi fue. El mismisimo rey Jaime I le habia concertado el matrimonio con Amicia de Bearn, para evitar una guerra promovida por el rey frances que llevaba acechando al monarca desde hacia varios anos. De esta manera, el rey Jaime seguia dominando el sur de Francia y se aseguraba la fidelidad de su caballero al convertirlo por herencia y por matrimonio en Guillem I de Montsolis y vizconde de Bearn. Guillem recordaba ahora el dia de su enlace con Amicia. Nunca se habian visto antes, pero era algo que ocurria muy a menudo y no le importaba especialmente. Pero en el fondo habia esperado algo mas. Sus propios padres se habian entendido bastante bien. Incluso sus desapegadas hermanas habian tenido unos matrimonios aceptables. El habia imaginado al menos una companera que esperase su regreso, o para conversar sobre temas cotidianos, como compania en la mesa y, por supuesto, en su cama. Pero habian sido deseos vanos. Tras un ano de casados, no sabia como era la voz de su esposa, ni tan siquiera el color de su cabello, que siempre llevaba tapado por un virginal velo blanco, casi tan virginal como ella misma. Ese era otro tema que si le preocupaba. Ese matrimonio necesitaba descendencia, ya que la falta de hijos podria acarrear un serio problema incluso a nivel politico, puesto que el rey Luis intentaria reconquistar las tierras a falta de herederos. Pero hacia ya demasiado tiempo que no visitaba la cama de su esposa. Un rictus amargo se le formo en la boca al recordar la noche de bodas. Su experiencia con mujeres nobles podia ser exigua, pero esa noche intento comportarse como el caballero que era. Mientras recorria el angosto pasillo envuelto en su propia sombra proyectada por la luz de las antorchas, recordo. Recordo la camara nupcial, en la mas completa oscuridad, con solo un pequeno atisbo de la silueta de su esposa metida en la cama y tapada hasta la barbilla. A el, colocandose encima, mientras ella, rigida como una tabla, recitaba una letania de oraciones. Despues de esa noche vinieron varias mas, en las mismas condiciones y sin resultado de embarazo tras varios meses. No era de extranar. Pensaba que un acto realizado con tanto miedo y aversion no podria dar nunca como fruto un hijo. Guillem entro en sus aposentos privados y suspiro cansado. Se sintio viejo, aunque a sus veintiseis anos deberia sentirse en la flor de la vida, una mezcla de juventud y experiencia. Miro a su alrededor y se sintio relativamente satisfecho. La estancia, disponia de una antesala, con una mesa, silla y documentos para revisar, y del dormitorio, donde el mueble que mas resaltaba era la gran cama. Podia no importarle que la decoracion y el resto de mobiliario fuesen escasos y austeros, como indicaba la sencilla presencia de un baul, un arcon y una pequena comoda. Pero despues de anos ayudando a su rey en multitud de batallas, sobre todo la conquista de Valencia, viviendo en las mas atroces condiciones, para Guillem eran muy importantes el descanso y la comida. Por eso no encontraba nada frivolo poseer una gran y comoda cama y una mesa donde nunca faltara la buena comida. Mientras le preparaban una tina de agua para el bano, se asomo a la ventana y observo el paisaje. Al menos la vision del entorno familiar que lo rodeaba le daba la seguridad y la fuerza necesarias para pensar en el futuro. Por lo demas, Dios proveeria. Habia vuelto al hogar. CAPITULO 1 Barcelona, mayo de 2014 Correr calle Muntaner abajo para poder coger el tren, sin tropezar y sin que la atropellaran en el intento, era un riesgo al que cada dia se enfrentaba Beatriz, o Bea, como preferia que la llamaran. Bea trabajaba en un hospital de esa zona como enfermera y se consideraba afortunada de tener una profesion que le encantaba y por haber conseguido un puesto para los tiempos que corrian. Pero ese dia deseaba cuanto antes poner tierra de por medio. Hay dias en los que es mejor no levantarse de la cama, le oia decir muchas veces a su madre, y ese, especialmente, habia sido uno de ellos. Al levantarse por la manana, no le habia sonado la alarma del movil, ya que se le habia apagado sin bateria. Sin tiempo para desayunar, habia corrido hasta la boca del metro para descubrir que solo habia servicios minimos por la huelga de transportes, por lo que tuvo que coger un taxi, donde el pobre taxista se habia visto obligado a sortear velozmente el trafico de esa hora de la manana, debido a la orden imperiosa de una usuaria con los nervios de punta. Al llegar, habia tenido que aguantar la mala cara de la companera a la que relevaba y, para colmo, Oscar habia vuelto al hospital tras su excedencia. Ahora, volviendo para casa, y por fin en el interior del vagon, Bea se agarro a la barra, apoyo su frente en ella y cerro los ojos. ?Que mas podia haberle salido mal ese dia? ?Por que habia tenido que volver a verle a el?

  • La casa de Electra de Carlos Tromben

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    Una mujer en el lugar equivocado que acepta correr el riesgo.

  • El Regreso de Jake (Juego Cerebral 2) de Jose Miguel Vasquez Gonzalez

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    Sin darse cuenta, a traves del poder adquirido a partir de la extirpacion de un tumor cerebral, el cual le permite cambiar la realidad a traves de su escritura, Peter Mark-Hodges envia a Jake, su hijo de once anos, a una realidad paralela. Su cerebro ha quedado conectado a un mundo onirico, con una fuerza superior que trata de guiar sus pasos, pero se ha convertido en el blanco de varias organizaciones que tratan de manipular su poder. El Gran Conejo Azul, lider del mundo onirico es enviado a la Tierra para tratar de controlar la situacion. En esta segunda entrega de Juego Cerebral, el nino tendra que valerse por si mismo para tratar de reunirse con su padre.

  • Cuando las paredes miran de Asia Lafant

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    En este nuevo caso, la pareja de detectives Leonor y Leo, eles para los amigos, tendra que verselas con un asesino que no deja rastro ni pistas. Por las calles de Barcelona, alguien que te vigila anda suelto; ni siquiera en tu propia casa te sentiras a salvo. Estas avisada.

  • Una vida sin limites – Nick Vujicic (PDF) de Nick Vujicic

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    El libro inspirador de un hombre extraordinario, un camino para vivir completamente feliz

  • Traviesa criatura sensual (Wild Seasons 2) de Christina Lauren

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    Segunda entrega de <>, la nueva serie romantica erotica de Christina Lauren, la autora de Beautiful Bastard.

  • Las notas de una cancion (Las notas de una cancion 1) de Chris Razo

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    ?Podrias tener una relacion con un cantante famoso?

  • Tras el desvario del amor (Sexo, amor y rock ‘n’ roll 2) de J. A. Silva

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    La vida de Leo es una autentica tortura ahora que no esta Liliana. Al enterarse de que ha sido enganada, la chica se va, sin darle la oportunidad a Leo de explicar lo ocurrido.
    Ni siquiera el puede recordar lo sucedido. En su mente todo esta confuso, nada tiene sentido y se encierra en la soledad por el dolor que siente al haber perdido a su amada.
    Liliana, en busca de cobijo, vuelve a la ciudad con sus padres. Alli descubre que nada es como antes y su vida comienza a ir de mal en peor.
    Los dos mundos que antes unio el destino se separan como si de un juego de ninos se tratase. Y aunque la llama intenta apagarse, no hay retorno a la conciencia tras el desvario del amor.

  • Visiones en la niebla de Jose Sanchez San Martin

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    Ayer enterramos a Jeronimo. Fue una de esas tardes grises y desapacibles que no se olvidan. La niebla se filtraba por los intersticios del cuerpo y el viento imponia su sonido sibilante sobre el gimoteo de los allegados y las herramientas de los obreros. Mientras asistia a la inhumacion, pense que el dia era apropiado para tal fin. Como si el lo hubiera elegido a proposito. Le agradaba inmiscuirse en medio de la voragine invernal, para desafiar a los elementos e imponer su presencia sobre ellos. Era asi de intempestivo y osado. Doblegarse significaba para el tanto como perder su intrinseca estima personal. En una de esas frases pretenciosas que a veces le gustaba citar y a mi me enervaban decia que preferia soportar la adversidad antes que ceder en las convicciones personales. Una solemne tonteria. Como si la vida, en su inherencia, no tendiera espontaneamente a la permisividad y la componenda. Quien no lo conociera podia pensar, oyendole hablar asi, que era un hombre incapacitado para aceptar la vida tal como es; pero creo que, en el caso de Jeronimo, habria que interpretar su enfatica declaracion como un reconocimiento explicito de ingenita tenacidad que le inhabilitaba para aceptar el estado natural de las cosas y le compelia a la busqueda de un ideal perfectivo. Digo esto porque, debido a esa terquedad suya en no ceder ante las conveniencias, hubo de soportar muchos contratiempos, entre ellos, el ultimo y definitivo, que le llevo a la tumba. No seria por no haberselo advertido. --Jeronimo, no fumes. Asumes un riesgo innecesario para tu salud, ademas de practicar un habito insipiente, anacronico y vulgar. Mi consejo era sincero, aunque no del todo desinteresado. Miraba por mi salud tanto como por la suya. El humo que expulsaba con pertinaz insistencia por boca y nariz me hacia toser y lagrimear, ademas de impregnar ropas y pelo de un nauseabundo olor a combustion. Mis advertencias jamas hicieron mella en el. En aquella epoca, llevar el pitillo en la boca era signo destacado de hombria, como sujetarlo entre los dedos resultaba un elemento de distincion. A nadie, ni siquiera a los medicos, se le ocurria pensar en la nocividad del tabaco. A mi tampoco, pero la vision de una chimenea ennegrecida por el humo me sugeria la idea aterradora del mal. Como reaccion a mis jaculatorias preventivas, Jeronimo expelia con virulencia el humo sobre mi rostro y me miraba con fingida lastima, esperando la asfixia momentanea. Yo hacia aspavientos para dar a entender que, en efecto, estaba a punto de quedarme sin aire, lo que motivaba sus carcajadas por la hazana. --!Aprende a fumar y actua como un hombre! --me decia con sarcasmo. Yo me apartaba con repugnancia del cerco humeante, pero el me perseguia arrojandome su vaho con pertinaz insistencia. Pese a esta pugna cotidiana a cuenta del tabaco, Jeronimo y yo nos entendiamos a la perfeccion. El solia comentar, con no poca admiracion, la buena amistad que manteniamos desde tantos anos ha. Era verdad, a pesar, anadia yo, picajoso, del obstaculo inevitable que interponia el tabaco. Jeronimo, como prueba irrefutable de que este nunca nos podria separar, echaba mano al bolsillo del pantalon, extraia el paquete de cuarteron y comenzaba a fumar, mientras ratificaba esa buena relacion entre nosotros. A veces, cuestionabamos en que podia fundamentarse tal amistad, considerando el divergente modo de ser y de pensar de cada uno: yo amaba la regularidad, el orden, la habitualidad; el, por el contrario, sentiase bohemio hasta el tuetano, gustaba del desorden, la diversidad, la ocasion excepcional. Yo era puntual, pacifico, disciplinado, ahormado en la moral imperante y sumiso al compromiso social. El buscaba el enfrentamiento para demostrar su superioridad, asumia la rebeldia como el mejor modo de asentar su personalismo y era tan reacio a cualquier moral como renuente al orden establecido. Tales contrastes de personalidad debieran habernos alejado el uno del otro, pero acontecio lo contrario, que nos ahormaron hasta hacernos inseparables. Jeronimo decia que precisamente lo que nos faltaba a cada uno era lo que servia para unirnos, complementandonos mutuamente. Asi debio de ser, cuando nos permitio fraguar una solida amistad que perduro para siempre. Con Ramiro, el tercer miembro del grupo, la amistad, aunque sincera, no tenia la misma intensidad. El se parecia en muchos aspectos a mi, y eso, quieras que no, siempre originaba controversias por cualquier tiquismiquis. Ambos pretendiamos imponer nuestro criterio, evidenciar la respectiva preparacion cultural o la agudeza de nuestro pensamiento. Hasta en lo fisico pretendiamos imponernos el uno al otro, aunque teniamos practicamente la misma estatura y una efigie mas bien vulgar. Con Jeronimo, sin embargo, todas estas prevenciones y piques estaban de mas. Asumiamos de principio que sus peculiares prendas fisicas, su acusada masculinidad, le hacian superior a nosotros. Tanto a Jeronimo como a Ramiro los conoci en el instituto, cuando estudiabamos el bachillerato. Eramos companeros de curso, aunque apenas si habiamos intercambiado media docena de palabras. Fue una manana de noviembre de aquel lejano tiempo cuando nuestros destinos se unieron. A la entrada en clase nos comunicaron la ausencia del profesor y nos dieron tiempo libre durante dos horas. Este era un lapso enorme para nosotros, que intentamos aprovechar a discrecion. A sugerencia de un companero, decidimos hacer una excursion a lo largo del cauce fluvial, no lejos de donde se ubicaba el centro docente. Deambulamos sin prisa, con descuido, a traves del camino de sirga. Ibamos en pandilla, aunque la estrechez del sendero nos permitio formar grupos de tres o cuatro chicos. En uno de ellos coincidi con Jeronimo. Intercambiamos pocas palabras, intrascendentes, como para quejarnos del intenso frio reinante o alabar la belleza del rio en aquel paraje que transitabamos. Ambas constataciones, por mas que evidentes y manidas, eran certeras. Recien salidos de los Santos, ya el frio novembrino se dejaba sentir como anticipo del invierno al que nos abocabamos. La humedad que se desprendia del rio acrecia esa sensacion de malestar y nos hacia apretar el abrigo contra el cuerpo, en una instintiva actitud de defensa. La andadura, no obstante, reactivaba la sangre y nos hacia reaccionar contra el frigido elemento. Eramos jovenes y el ejercicio nos servia para actualizar nuestra energia vital. Surgieron las primeras bromas y las risas afloraron con facilidad. Hubo amagos de empujar a alguno y arrojarlo al agua, lo que ocasiono pugnas apasionadas entre los que empujaban y los que resistian, con general jolgorio. La manana, ciertamente, resultaba desacostumbrada para nosotros. A esa hora debieramos estar enclaustrados en un aula, escuchando con gesto aburrido y displicente las explicaciones del profesor de turno. Pero con la oportuna e inesperada ausencia de este, nos propiciaba una excursion insolita, a traves de parajes exoticos y bellisimos. Lo que mas apreciabamos en ese momento era la inmediata sensacion de libertad que nos acuciaba. El grupo abigarrado de cincuenta muchachos disfrutabamos de la excepcionalidad de una escapada insospechada, a traves de un mundo novedoso y primordial. La constatacion de ese particularismo servia de acicate a nuestra despreocupacion y permitia aflorar nuestro mejor talante. El mismo aire que respirabamos, cargado de sutiles aromas campestres, nos permitia interiorizar la vivencia unica que disfrutabamos. Aspirabamos con delectacion esa atmosfera perfumada con los sutiles aromas de bosques y humedales, como si quisieramos saturar nuestro organismo con esas esencias de la naturaleza, para que perduraran en nosotros. Las conversaciones joviales, el retoce juvenil y las risas faciles, propensas a la escandalera, no nos impedian ponderar la apabullante belleza del paisaje que contemplabamos. El rio en aquella zona que transitabamos se expandia con ampulosidad al discurrir por tierras bajas y sin obstaculos, lo que propiciaba que las aguas fluyeran tranquilas, parsimoniosas. Mostrabase asi el cauce fluvial, al fondo de los ribazos, como un inmenso espejo, cuyos bordes fueran escrupulosamente vigilados por nucleos de chopos centenarios. El leve tintineo de sus hojas, a impulsos del suave cefiro, ponia contrapunto al contenido murmullo del agua en su lento discurrir. La epoca otonal en que nos encontrabamos tenia con patina dorada parte de las masas arboreas, propiciando, junto al cristal purisimo del rio, una conjuncion cromatica, subyugante y venusta, de naturaleza inmaculada, como recien surgida del halo magico de la creacion. Era facil extasiar la vista por ese escenario natural y admirar la serenidad y plenitud formal de un mundo magnificente, que parecia puesto a proposito para nuestro disfrute. Para influir mas en nuestro sobrecogido animo y darle un toque de misterio e irrealidad al apabullante paisaje, estaba la niebla. No tenia la densidad de los dias de invierno, cuando cae sobre nosotros como un manto pesado, oclusivo, que entorpece la vista e invade nuestra intimidad con sus vapores sinuosos. En aquella manana excepcional, nos envolvia una bruma sutil, ligera, que apenas sobresalia un metro por encima del suelo, suficiente para darnos la sensacion de que caminabamos entre algodones y de que los arboles que nos flanqueaban, asi como el terroso camino serpenteante, o todos los demas elementos que nos rodeaban, carecian de base y flotaban ingravidos sobre el lecho nebuloso. Pero la sensacion mas asombrosa procedia de la vision que ese espacio espectral nos sugeria. Ante su percepcion global, la realidad del paisaje se difuminaba para ser sustituida por el simbolismo de un mundo magico, preternatural, recien creado con retazos de cielo, tierra y agua, para nuestra contemplacion y deleite. He visto despues, a lo largo de mi vida, muchos parajes hermosos; pero la vision paradisiaca de aquel mundo primigenio y sublime permanece en mi recuerdo a traves de los anos como la idealizacion de un orbe sin macula, formado a imagen y semejanza de nuestra exultante juventud. No duro mucho aquel extasis natural, quiza para que aprendieramos a asumir que los momentos de exaltacion de la belleza no se prodigan y, en su oportunidad, deben ser apurados al maximo. Nuestra andadura continuaba en progresion indefinida, hasta que una de las corrientes tributarias del caudaloso rio nos hizo desviar el rumbo. Atravesabamos ahora tierras labrantias, alternantes con campillos y rozas de gleba, dejando a nuestra espalda el cauce fluvial. Pasado el instante de encantamiento, regresaron las bromas zafias y las risas prontas. Tan pronto pisoteabamos surcos perfectamente delineados en espera de la sembradura, como nos adentrabamos en tierras esteriles, de cascajal. El acicate de nuestra andanza residia en la carencia de rumbo; avanzabamos a donde nos conducian nuestros pasos, conscientes de que era el viaje mismo quien motivaba nuestro entusiasmo. No pretendiamos llegar a ninguna parte; solo deambular y descubrir lo que la andadura nos propiciaba, a traves de aquellas tierras llanas, sin alcores a la vista. El tiempo parecia desaparecido de nuestras vidas. Asumiamos con toda naturalidad que nos habiamos constituido en seres privilegiados, recien asomados a la pletorica pubertad, y disfrutabamos plenamente de nuestra privilegiada condicion. En medio de la inmensa paramera que ahora atravesabamos, gozabamos de nuestra juventud, liberados de la prision del tiempo, errantes por mundos ineditos sin un destino fijo. En cierto momento de nuestro nomadismo, uno de los companeros creyo reconocer el paraje por donde a la sazon transitabamos. Segun el, nos encontrabamos cerca del lugar donde antano hubiera un ventorro famoso, muy visitado en las epocas veraniegas y ahora medio en ruinas. Acuciados por la curiosidad de ver ese arcaico establecimiento, nos dejamos guiar por el chico que nos informara. Atravesamos ejidos y pisoteamos cornijales en erratica marcha, cual formas fantasmagoricas pululantes en medio de la tenue neblina. El improvisado guia parecia bastante desorientado y retrocediamos o ladeabamos el rumbo segun la ocasional inspiracion de aquel. En un determinado momento se detuvo y miro alrededor. Era evidente su confusion, lo que motivo que le arrojaramos gruesas pullas y lo avergonzaramos por su ineptitud. Hacia tiempo que el poderoso murmullo del rio se habia mitigado y un silencio forzado, de naturaleza muerta, se imponia en el ambiente. Hicimos un alto forzados por la desorientacion, mientras nuestro companero-guia daba cortos paseos de un lado a otro. Segun el debiera estar alli el objeto de nuestro interes, mas ninguna obra de hombre se veia a nuestro alrededor. Estabamos en medio de una amplia meseta, de suelo desigual, formado a base de canto y tierra. En el extremo de la irregular perspectiva el terreno se elevaba ligeramente para formar un monticulo rocoso. Era una zona extremadamente lata y arida, sin restos de yerbajos o ratizos. Para descansar de la caminata, nos sentamos un momento mientras reelaborabamos sugestiones e iniciativas. Nuestra incipiente aventura se frustraba y los animos se enfriaban a la vez que los ateridos cuerpos. Permaneciamos todavia sentados sobre el frio suelo, ajenos a la incomodidad, como si el tiempo se hubiese inmovilizado y nosotros estuvieramos cautivos de el. Nadie acerto a definir un proyecto que nos sedujera, por lo que nos incorporamos y enfilamos el camino de regreso. Estabamos lejos de sospechar que esa andadura aparentemente residual nos conduciria directamente a lo que, para Jeronimo y para mi, constituiria, muchos anos despues, un destino inesquivable, plagado de sugestiones, incertidumbres y sobresaltos. El punto de encuentro con el se encontraba en las afueras mismas de la ciudad, no muy lejos de nuestro instituto. Se trataba de un viejo, aunque robusto, edificio, construido en piedra, de amplias dimensiones, cuya fachada principal, sobria, sin aditamentos, estaba horadada por sendas aberturas sin trazos decorativos. Solo el vano de la puerta, en forma semiesferica, se permitia un cierto ornato, al rodearla con una linea de impostas, como si la forma curva pudiera provocar osada perturbacion en la tarea contemplativa, y se quisiera paliarla con el simbolico e inmediato cerco de lineas rectas, hechura de una existencia que no se permite la duda. Todos los vanos estaban oportunamente cegados. Incluia el edificio en uno de sus laterales airosa torre de tres cuerpos, el superior de los cuales aparecia trepanado a cada lado por una ventana, de dimensiones mas pequenas que las de la fachada. Quiza en tiempos pasados la atalaya rematara en forma de terraza almenada, pero ahora mostraba cubierta de teja, con la indudable finalidad de dar servicio a ese espacio suplementario. La singularidad del accesorio fue la que dio nombre al edificio, que en la ciudad se conocia popularmente como <>. Estaba rodeada por un amplio terreno, ahora arenoso, con un exiguo resto de miseros arbustos, que en tiempos debio de constituir el jardin de la peculiar mansion. Cercano a la edificacion se encontraba un pozo de amplia embocadura, hermeticamente protegida con tapa metalica, oportunamente candada. Sobre el brocal, se erigia un arco de hierro, en funciones de cigonal, que remataba airosamente el circulo de piedra. El senorial conjunto estaba resguardado por un tapial de mamposta, como de metro y medio de altura, sucio, destrozado en varios puntos, con apenas restos de su antiguo enlucido. La cancela de hierro que ocluia el lugar, de planchas en la parte inferior y de verja en la superior, rematada a modo de lanzas que apuntaban al cielo, estaba oxidada, con costurones como cicatrices que hendian la ferrea piel y mostraban sin piedad los desgarros seculares. A saber cuando dejo de cumplir su funcion la cerradura que aparecia medio desencajada del cuerpo de la cancela. Tal era el estado de abandono que, cuando pretendimos mover la pesada puerta para acceder al interior, los agarrotados goznes se negaban a girar; solo despues de un vigoroso esfuerzo conjunto conseguimos entreabrirla, entre el agudo rechinar del mecanismo, quejoso del imprudente trato. El companero que propuso adentrarnos en los terrenos de la obsoleta mansion hizo saber que estaba deshabitada desde muchos anos antes y que podiamos deambular por alli sin cuidado alguno, como si estuvieramos en la calle. Asi lo hicimos, intentando abrir la tapa del pozo para husmear en su interior, pero el grueso candado impidio nuestros propositos. Nos acercamos al palacete y tocamos con admiracion sus grandes sillares, heridos en varios puntos por la inclemencia del tiempo. Los mas cercanos al suelo eran los que mostraban mas desperfectos, habiendo perdido parte de su volumen, desmoronandose con facilidad en cuanto se hurgaba en ellos. Fue en este curioseo cuando descubrimos que, en la parte posterior del edificio, una de las piedras limitrofes con el suelo estaba desencajada y dejaba una hendidura, estrecha y oscura. Del inquieto grupo estudiantil surgio al instante la impertinente pregunta acerca de que habria en el interior. --Eso lo podemos saber ahora mismo. El que hablo fue Jeronimo, y su iniciativa nos permitio conocer su audacia y decision. Aparto a los que estabamos cerca de la abertura siniestra y la observo con detenimiento. Jeronimo era muy alto, con estructura fisica atletica y rasgos de cara armonicos y finamente delimitados. Me repugnaba apreciar la belleza masculina, asi que preferi pensar que las mujeres considerarian a Jeronimo como un hombre muy guapo. Se peinaba con raya al lado, en una epoca en que los chicos soliamos dirigir el pelo hacia atras. Como marca visible, mostraba en la mejilla izquierda, junto a la patilla, un lunar en forma ovalada, como de un centimetro y medio de largo; lo que en otro hubiera quiza supuesto un defecto natural, constituia en el un motivo mas de atraccion. Sin decir palabra alguna, se despojo del abrigo, que me alargo para que lo sostuviera. No tenia importancia aquel gesto, ya que era el companero mas cercano; pero me lleno de orgullo, porque, de algun modo, me hacia participe de la aventura que iba a protagonizar. Despues rebusco en los bolsillos y extrajo una caja de cerillas, que tambien me dio, con el encargo de que se la facilitara cuando estuviera dentro. Su voz era suave, agradable, sin rastro de nerviosismo o vacilacion. La decision de Jeronimo nos parecia a todos, mas que valerosa, temeraria. Causo tal impacto en mi que solo me atrevi a decirle que tuviera cuidado. Era tanto como animarle a seguir, para que no se frustrara nuestra curiosidad. Jeronimo, con admirable tranquilidad, introdujo las piernas en el agujero, ocupando totalmente el perimetro de este. Era imposible que el ampuloso pecho de Jeronimo cupiera por alli. ?Y si el valiente companero quedaba ocluido en medio del orificio, sin poder entrar ni salir? Este pensamiento me agobio durante un momento, el preciso en que Jeronimo, con admirable flema, dijo: <>. Expulso el aire para comprimir el torax y dio un fuerte impulso hacia abajo. Acontecio lo que me temia: pese a su prevision contractora, el pecho ocupaba todo el escueto espacio y no era posible deslizarse por el. Fueron unos segundos comprometidos, en los que algunos cambiamos angustiosas miradas, que traslucian el pensamiento aterrador de que nuestro companero quedara eternamente aprisionado. No seria el primer caso. Recorde, al efecto, la fachada sur de nuestro templo catedralicio, en una de cuyas ventanas, escueta y cegada, sobresalia el busto en piedra de una figura humana. Segun la leyenda, se trataba de un intruso que se introdujo en el templo con intencion de robar. Al ser descubierto, quiso huir por la escueta ventana, pero su fuerte complexion corporal le impidio traspasarla, quedo atrapado y, como castigo divino, convertido en piedra. Era una leyenda que a los muchachos nos espantaba, sin que prejuzgaramos el hecho sorprendente de que la carnalidad de un hombre fuera trastocada en petrea materia. !Pero si lo decian nuestras madres es que era verdad! En la ocasion presente, viendo a Jeronimo aprisionado en el agujero, sin posibilidad de moverse, recorde la siniestra leyenda catedralicia y me horrorice. Como portavoz autorizado por el hecho de sostener el abrigo de nuestro heroe, di un paso adelante y grite con desesperacion: --!Hay que hacer algo, antes de que se convierta en piedra! Los demas companeros me miraron estupefactos, sin comprender lo que queria decir. Tambien Jeronimo, desde su incomoda postura, me dirigio una mirada intencionada, cargada de ironia. Era evidente que conocia la leyenda del ladron, porque me dijo: --No te preocupes, que yo no me voy a quedar aqui eternamente. Lo expreso con desparpajo, como si estuviera disfrutando con la situacion. Tan pronto como termino de hablar, extendio los brazos hacia arriba para facilitar el resbalamiento, dio un fuerte impulso hacia abajo y desaparecio bajo tierra. A partir de ese momento, se produjo entre los que estabamos fuera un silencio respetuoso, como si temieramos que el companero hubiera desaparecido para siempre, devorado por las fauces siniestras de algun monstruo subterraneo. A impulso del miedo y la curiosidad, me acerque a la siniestra boca. Solo veia oscuridad. En esa posicion indagatoria y temerosa estaba cuando del antro surgio una garra, seguida de un grunido sobrecogedor: Lance un alarido de terror y pedi auxilio a los companeros, con voz angustiosa. Antes de que pudieramos reaccionar, se escucho una risita sarcastica y la voz de Jeronimo en tono de guasa: --Soy yo, hombre. No seas cobardica. Acercate y dame las cerillas. Fingi suficiencia y valor, como si mis anteriores palabras hubieran sido tambien expresion de broma. Pero mi corazon latia todavia sobresaltado. Introduje la mano en el orificio con la cajetilla. Al instante, senti como me la arrebataba Jeronimo desde dentro para, a continuacion, tirar con fuerza de mi brazo. Yo solte una risa forzada, aunque interiormente no las tenia todas conmigo.

  • Como disparar a tu corazon (Estrellas del basket 2) de Lola Cooper

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    Si hay algo que realmente le asquea a Scott Truman, el todopoderoso dueno de los Ottawa Owls, es el juego sucio. Por eso, cuando Philippa Bouchard, sargento de la Policia Montada de Canada, le ofrece colaborar en su investigacion para desmantelar la red de apuestas ilegales y amano de partidos de la mafia rusa que opera en algunos clubs de la liga nacional de baloncesto, no duda en aceptar. con una condicion. Una condicion que tiene que ver con la atractiva e inteligente policia.

  • El paso de las Devotas, Carlos Calvera de Carlos Calvera

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    UN VIAJERO, UN MONASTERIO PERDIDO EN LAS MONTANAS, UNA MALDICION MILENARIA…

  • No sin antes verla feliz de Paula Alaimo

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    Una historia llena de esperanza y amor.

  • Lo que quiero de ti (Contrato II) de Aryam Shields

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    Ama sin esperar nada a cambio, vive dando y muere recibiendo. Esta deberia ser una premisa de vida…
    ?Como hacer cuando el lado egoista desea algo mas.?
    Katheryne y Alessandro han pasado seis meses, el siendo dominante y ella sumisa, pero el castigo injustificado lleva a Kath a abrir los ojos y a reconsiderar el contrato que habia firmado con Alessandro, instaurando un nuevo acuerdo entre los dos que traera nuevas condiciones que los llevara a profundizar su relacion.
    ?Podra Alessandro aceptar las condiciones que Katheryne le exige a cambio de permanecer juntos?

  • Aventuras en Londres (La diversion de Martina 1) de Martina D'antiochia

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    !No te pierdas esta nueva aventura de #LaDiversionDeMartina!

  • Quererte a ti de Arwen Mclane

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    Dicen que el primer amor nunca se olvida.
    Dicen que pasen los anos que pasen, siempre permanecera en tu corazon.
    ?Es cierto o es solo un mito?
    Lannie Colton sabe la respuesta.
    Porque ella, que ha estado enamorada desde la pre adolescencia del mejor amigo de su primo, sabe de lo que habla.
    Ha tenido que ver como los anos pasaban y ese amor se iba de su lado para vivir su vida.
    Ha tenido que seguir adelante, pero su corazon no ha podido olvidar al que fue su primer amor.
    Y ahora, casi una decada despues, ha tenido nuevamente que cruzarse en su camino.

  • El Detective Ciego de Angel Mario Fernandez

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    Daniel tiene un sueno desde muy nino: quiere ser detective. De hecho es testigo accidental de un crimen, de un joven catalan del barrio, aunque oculto solo ha oido la voz del posible asesino detras de una pared. Eso lo impulsa a investigar el crimen 18 anos despues, nada ni nadie lo detendra. Pero claro, hay una pequena pega: Daniel es ciego. Pero posee a su favor sus otros sentidos desarrollados y una sagacidad que ni su hermano vidente la tiene. Un policial diferente, con momentos de humor, pero otros de tension y suspenso, encontraremos a un detective fuera de lo comun.

  • Sombras en el bosque de Phoebe Locke

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    Un asesinato sin sentido. Una leyenda terrorifica. Una familia poseida.

  • Un Hombre Al Que Odiar de Miriam Formenti

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    Amor y aventura en un romance ambientado en la Edad Media.
    El quiere amarla, ella solo quiere odiarlo.
    Estamos en el ano 1158, Federico I de Suabia asedia y conquista Milan. Se toma el control de los feudos milaneses, se asesina o se encarcela a los nobles y las mujeres se consideran mercancia de cambio.
    La noble Regina Celeste Balestrieri, tras la tragica muerte de sus familiares, es solo una presa de guerra y se la ofrecen como regalo a un baron suabo.
    El, Stephan Deinburg de Hezen, el conquistador, no la considero un regalo interesante cuando la vio. La chica es atractiva, si, pero es muy rebelde y orgullosa, demasiado para el que pertenece a un pueblo de vencedores. Sin embargo, es un desafio que no quiere perder y decide que sera su esposa. La quiere en cuerpo y alma, sin saber que ya habia perdido su propio corazon con una sola mirada.

  • El viaje de Muriel de Natalia Lopez

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    Muriel estaba encerrada en una torre, pero ellos siempre le habian dicho que no era una prisionera. Ellos eran los hombres que pertenecian a la Guardia de Lychnus. La Guardia de Lychnus formaba parte de la Guardia Real, y Lychnus era el nombre de la torre donde vivian Muriel y su madre. Los guardias del rey solo custodiaban los lugares importantes de Alea: la Corte, establecida en Enim, la capital del reino; el Templo de las Adivinas, en la isla Semper; las plazas de las distintas ciudades; la Escuela Militar de Argenta... Cada grupo tenia un nombre especifico segun la zona donde actuara. Por ejemplo, los guardias de la Corte se llamaban la Guardia de Enim; los del Templo de las Adivinas, la Guardia de Semper, y los de la Escuela Militar, la Guardia de Argenta. A Muriel le permitian salir de la torre, pero nunca podia alejarse mas de dos kilometros y siempre debia ir acompanada por al menos cuatro guardias. Muriel llevaba en Lychnus desde los seis meses, asi que no recordaba otra vida que no fuera esa. Hasta que cumplio los tres anos, sus unicas companeras de juegos eran su aya Alda y su madre Florence. Esta ultima, temiendo que su hija se convirtiera en una persona demasiado introvertida, suplico a los guardias que la dejaran relacionarse con otros ninos. <>, le contestaron. Florence fruncio el ceno y asintio a duras penas. El rey, coronado como Roderick III, habia sido su esposo durante seis anos, pero tras el nacimiento de Muriel, el habia solicitado al Primus Sacerdos la anulacion de su matrimonio por el bien del reino. Florence no habia podido darle ningun hijo varon, y eso, en un futuro, dejaria al reino en manos de un gobernante extranjero. Unos meses despues de la anulacion, el monarca se habia casado con Nessa Maynard y habia tenido dos hijos varones: Colin, el mayor, y Alan, el pequeno. Muriel no conocia a su padre; ni siquiera lo habia visto de lejos. Sabia como era fisicamente por el enorme retrato que habia colgado en el vestibulo de la torre. La figura del cuadro imponia un poco, aunque suponia que ese era el efecto que habia buscado el pintor. El rey tenia el pelo y los ojos negros, como ella, pero su constitucion era mucho mas robusta. En la pintura, su pose era altiva: tenia la barbilla alzada, los labios esbozaban una media sonrisa de superioridad, y la mirada invitaba al espectador a alejarse. Aparecia sentado en el trono. El brazo izquierdo del asiento estaba cubierto por una capa de color vino que caia hasta el suelo formando pliegues. La corona y el cetro reales eran de oro y tenian incrustaciones de diamantes, rubies, zafiros y esmeraldas. Algunos de los colores usados eran especialmente dificiles de conseguir y, por consiguiente, resultaban muy costosos. Era el caso del azul, obtenido a partir del lapislazuli, un mineral escaso en Alea. Solo los reyes, los nobles y los comerciantes ricos podian pagar por unos gramos. A Muriel no le deslumbraban las riquezas. Lo que le causaba impresion era saber que el control de todo un reino recaia en manos de una sola persona. A diferencia de su madre, la joven no sentia ningun resentimiento hacia el monarca, su padre. Su vida en la torre era bastante comoda, y los guardias la trataban con respeto. Ademas, el rey no habia puesto objeciones a que Muriel se relacionara con una persona de su edad. La elegida habia sido Trudy, una chica que vivia en la aldea mas proxima a la torre. De pequenas, les gustaba saltar a la comba, proponer adivinanzas e imaginar que eran dos princesas que vivian aventuras. Ahora que tenian diecinueve anos, preferian sentarse a la sombra de un arbol y hablar sobre lo que cada una esperaba de la vida.

  • Alfileres en el corazon: Relato, Erika Gael de Erika Gael

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  • La Sorpresa del Marques (Caballeros 2) de Dama Beltran

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    Roger Bennett, el futuro marques de Riderland, se define a si mismo como un caballero dispuesto a ayudar a las pobres infelices carentes de placeres sexuales. Le gusta tanto su vida que desea continuar asi hasta el final de sus dias. Sin embargo, una persona truncara esa vida de libertinaje que tanto ansia mantener.
    Resignado por tener que vivir con una esposa a la que no conoce ni ama, decide enfrentarse con entereza a su futuro. Aunque cuando sus azulados ojos se clavan en Evelyn, descubre que todo aquello que deseo se ha evaporado. Pero el amor hay que trabajarlo y para un hombre al que le ha sido facil romper corazones, le resultara increible ver como el suyo se hace anicos como el cristal.

  • El inquilino de la Alhambra de Roberto Wolfgang Conde Schuh

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    Abdel, hijo de Hassan, medico que durante anos ha cuidado de la salud de Mohamed (sultan de Granada) y famoso por curar lo que a otros les era imposible, tiene que salir huyendo repentinamente de la ciudad para proteger a su familia.

  • Al diablo! con el amor de Vanessa Lorrenz

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    A la cuenta de tres, !fondo chicas!-- Sophie sonrio al escuchar a sus amigas, que reian a carcajadas y levantaban sus copas al aire, esa noche terminarian mas borrachas que nada, pero valia la pena. Era su despedida de soltera, por fin todos sus suenos se harian realidad. --Por Sophie y Frank, porque tengan una vida con mucho sexo salvaje. Todas se soltaron a reir como locas, y ella las observo lentamente a todas, sus tres amigas, Emily con sus cabellos rubios platino y esos ojos color azul con los que a tantos hombres habia cautivado, claro el cuerpazo tenia mucho que ver, parecia modelo de television y se dedicaba a atender su pequena pasteleria en el centro de la ciudad, Marian una linda y simpatica morena, con espectaculares curvas que iban mas alla de lo que dictaba la moda, pero ella era feliz y muy guapa, era la clienta numero uno de Emily y se dedicaba a la publicidad colaborando en una revista muy importante y Zoe una hermosa triguena, con su cabello castano y unos espectaculares ojos color miel, era la mas menudita de todos, a primera vista los hombres pensaban que era una damisela en apuros pero nada mas lejos de la realidad, su amiga era una autentica furia si se lo proponia no por nada era la mejor abogada de la ciudad. Eran unas autenticas brujas cuando querian, pero tambien eran las mejores amigas que cualquier chica pudiera tener. Esa noche estaba celebrando que por fin despues de seis anos de relacion, Frank su novio desde el instituto estaba dispuesto a comprometerse con ella y formar una familia juntos. En verdad no podia pedirle mas a la vida, estaba tan contenta. -- ?Sabes que hora es Sophie?-- alzo la mano para observar su reloj haciendose la tonta, solo esperaba que sus amigas no contrataran a uno de esos desnudistas para que le hiciera un bailecito -- No seas tonta Sophie llego la hora de los regalos. Bueno la situacion comenzaba a ser fabulosa, claro, con lo que ella no contaba es que las alocadas de sus amigas le regalaran todo un set de articulos sacados directamente de un libro erotico, de esos que estaban tan de moda, no, si esas mujeres no podian ser normales ?verdad?, tenian que regalarle, unas esposas, cuerdas, lenceria,<< aunque esta si que era mona>>, penso mientras seguia sacando los articulos de una enorme canasta, encontrandose con un libro del Kama Sutra, correas, !por dios! Que clase de amigas tenia, estaban todas como para mandarlas al psiquiatrico. --Chicas en serio, parece que no me conocen. --Porque te conocemos, estamos seguras de que Frank estara encantado con los regalos, mira amiga cuando llegue, lo atas a la cama y no lo dejes que se levante de ahi hasta que quede todo seco, por tanta accion --. Dijo Zoe provocando que todas estallaran en carcajadas. Dejo la enorme canasta a un lado y se dispuso a disfrutar lo mas que pudiera de esa escapada nocturna. Las bebidas parecian que nunca se terminaban, y ella ya se sentia un poco achispada. Bailaron toda la noche, rieron hasta que les dolio el estomago, charlaron contando antiguas anecdotas de cuando se conocieron, y despues sucedio lo que ella tanto temia, sus amigas contrataron a uno de esos hombres que bailan con muy poca ropa. Ella tenia puesto un velo en su cabello sujetado por una corona lo que claramente la identificaba como la novia. De pronto de la barra central del antro salieron cinco hombres vestidos de sexys oficiales de policias, vaya estaban para comerselos, pero se recordo interiormente que ella estaba comprometida con un magnifico hombre, el cual estaba celebrando su despedida de soltero en las vegas. Penso seriamente en cuantos anos le darian de carcel por matar a sus examigas, por lo menos ellas se la estaban pasando en grande riendo a carcajadas, cuando los hombres la rodearon bailando sensualmente, provocando que ella se sonrojara. !Pero es que esos hombres no sabian lo que era el pudor!, bailaban casi restregandose encima de ella, !Santo dios!, el hombre que se habia sentado a horcadas encima de ella y la miraba como si fuera un suculento pastel, estaba que daba miedo de lo guapo que era, vale que ella tambien era mujer y el hecho de que estuviera comprometida no afectaba nada, estar a dieta no impide que se le eche un buen vistazo al menu de postres, eso decia su abuela ,y este postre era en verdad muy, muy apetecible. Este hombre la miraba sonriendo con un brillo especial en los ojos, como cuando alguien esta frente a un gran reto, y era obvio que el reto era ella, pero se tenia que concentrar en su novio, ella era una novia amorosa y fiel, que jamas osaria en faltarle a su amado Frank, no caeria bajo el embrujo de esos ojos del color de la miel fundida, ni tampoco se dejaria tentar por eso firme musculatura que se apreciaba a ver bajo la camisa de policia, no, ella era una psicologa, recien graduada pero al fin y al cabo era una profesional centrada. Por eso no caeria en la tentacion de esos gruesos labios, !no, no y no! Definitivamente se habia vuelto loca, no sabia porque parecia como si todo el mundo hubiera desaparecido, como si cuando sus miradas se encontraron el mundo simplemente se hubiera detenido. Y fue en ese preciso momento que la mujer profesional y centrada desaparecio, y obviamente tambien fue el momento de su perdicion. Capitulo 2 Una luz resplandeciente la estaba matando, sentia que la cabeza le explotaria en cualquier momento, abrio un ojo para darse cuenta de que no estaba en su habitacion. Trato de recordar en que lugar extrano se habia metido, pero a su mente no le llegaba nada, se trato de levantar pero el dolor de cabeza no dejaba de martillarla. Estaba a penas acostumbrandose a la luz cuando un golpe la sobresalto, un brazo se poso encima de su cintura, por instinto y constandole la vida misma, giro la cabeza para ver como su mundo se caia a sus pies. Ahora como demonios iba explicarle a Frank que le fue infiel el dia de su despedida de soltero. Sin saber de donde saco las fuerzas suficientes, se levanto de la cama para buscar su ropa que estaba tendida en lo que parecia la sala del departamento, se puso el vestido color rojo entallado y se recogio su cabello pelirrojo en una coleta alta, las zapatillas eran un problema, no se veia con las suficientes fuerzas para salir caminando con un tacon del numero 12. Tomo su cartera, verifico que estuviera todo dentro y se marcho del lugar. Tuvo suerte porque en cuanto salio al exterior del bloque de departamentos, un taxi paso y le pidio que la llevara con direccion a la casa de Frank, tenia que hablar con el, no queria ocultarle nada y la pena la estaba matando. Esperaba que su prometido se tomara con calma el asunto, pero tampoco era como si se lo fuera a tomar de manera tranquila, rogaba para que fuera mas fuerte su amor ante las adversidades. En cuanto llego a su destino, abrio la puerta con su propia llave y subio a buscar a su prometido, en las escaleras fue encontrando una camisa y corbata tiradas, sonrio pensando que seguramente el tambien habia disfrutado de la noche con sus amigos. Claro que su sonrisa se esfumo cuando llegando a la habitacion encontro un vestido de encaje negro, y una tanga del mismo color. Pero eso no podia ser, su respiracion se comenzo a acelerar, pero se obligo a tranquilizarse, despues de todo ella tambien le habia fallado. Unos gemidos del otro lado de la puerta le hicieron apretar los punos furiosa, estaba bien, ella tambien se habia acostado con otro, pero no por eso habia repito en la manana, es mas, estaba tan borracha que dudaba que hubieran tenido sexo. Los gritos de la mujer mientras nombrada a su prometido la hicieron entrar hecha una furia para confirmar sus peores sospechas, la secretaria de su marido estaba subida a horcadas en el, mientras este se movia desenfrenado embistiendola. !Eso no le estaba pasando a ella!, seguramente era una pesadilla de la que pronto se despertaria y se daria cuenta que solo era un sueno, o eso pensaba hasta que Frank la vio y salio disparado de la cama cubriendose con una sabana, mientras su amante caia al suelo totalmente desnuda. --Cielo, no es lo que piensas--Vaya con los tios, si que son idiotas, en verdad piensan que alguna vez nos tragaremos esa historia--Todo esto tiene una explicacion. -- !Si!, y !?cual se supone que es?!-- grito frustrada porque aquel hombre al que habia amado, la trataba como a una tonta--Estabas practicando para el concurso del toro mecanico con tu secretaria. --Sophie necesito que me dejes explicarte-- Frank extendio una mano queriendo alcanzarla y entonces ella se dio cuenta de que aquello era un callejon sin salida. -- !Te casaste Frank!, ?con tu secretaria? ?En serio?--dijo senalando el anillo de bodas de esos que venden en las Vegas, cuando te escapas para casarte en uno de sus casinos. --Cielo, dame tiempo, anulare la boda, todo sera como antes, pondre a mis mejores abogados para que la anulacion de esta boda sea mas rapida y poder casarnos en la fecha que ya teniamos. -- !?Que?!-- Natalia la secretaria de Frank les miraba desde la cama, donde habia tenido la decencia de taparse. Ella la miro con lastima, aunque en realidad la tendria que estar fulminando y queriendo matarla, pero por extrano que pareciera, por mas que se esforzara solo sentia lastima, otra tonta que cayo en las garras de Frank. --Sabes algo Natalia, tu ganas !quedatelo!, pero te voy a decir algo, si empezo esta relacion enganandome a mi, que esperas tu de todo esto, !suerte querida! Espero que el karma pronto de encuentre. Sin mas salio de la habitacion ignorando los gritos de Frank, ahora tenia que pensar en como seguir con su vida, esa vida que ella tanto habia planeado, lo peor de todo es que seguramente, solo ella tendria que dar la cara delante de todos para cancelar la boda.