• libro yo no fui - Bibi Arosa

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    “Esta es la historia sobre que tanto podemos rechazar la tentacion de pagar a los demas con la misma moneda y como una gran amistad puede resistirse a ello. ?Es posible retirar las mascaras que nos cubren sin afectar nuestra vida presente? ?Las transformaciones son nuestra eleccion o nos vemos obligados a ello?”

  • Libro Yo no Fui!, Paula Vasquez, ISBN 9789561233997 ...

    https://www.buscalibre.es/libro-yo-no-fui/9789561233997/p/52275748

    Libro Yo no Fui!, Paula Vasquez, ISBN 9789561233997. Comprar en Buscalibre - ver opiniones y comentarios. Compra y venta de libros importados, ...

  • ¡YO NO FUI! | DANIEL FEHR | Casa del Libro

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  • ¡Yo no fui! (Lumen Gráfica) Tapa dura - Quino - Amazon.es

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  • No, no fui yo!/ No, It Wasn't Me Tapa blanda - Libros ...

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    No, no fui yo!/ No, It Wasn't Me : Coll, Ivar Da: Amazon.es: Libros.

  • YO NO FUI. QUINO. Comprar libro

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  • ¡YO NO FUI! - Editorial Zig-Zag

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    La autora fue merecedora de la Medalla Colibrí 2019, por "El pequeño libro de grandes amigos", de la colección Run-Run. $13.790.

  • Yo no fui - Libro de Quino: reseña, resumen y opiniones

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    El recopilatorio Yo no fui presenta una selección de chistes gráficos, historietas y tiras cómicas publicadas originalmente en el año 1993 por el genial ...

  • Yo no fuí - Quino -5% en libros | FNAC

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    Yo no fuí, libro o eBook de Quino. Editorial: Lumen. Los mejores precios en libros y eBooks.

  • El sacrificio del Verdugo de Noelia Amarillo

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    Un mundo de fantasia donde nada es lo que parece, las princesas son salvajes driades; los plebeyos, principes encantadores, y el rey, el mas insaciable de los verdugos.

  • Nerea y las estrellas (Las estrellas 1) de Estrella Correa

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    Nerea tiene una empresa de exito, un marido que la quiere y una vida perfecta.
    Nerea quiere volver a ser feliz, y cree que, si tiene paciencia y lucha, todo volvera a
    ser como antes; pero no espera que su alrededor cambie tan rapido. Nada es como
    ella pensaba y sus sentimientos se transforman en algo que desconocia.
    Nerea tiene miedo, sin embargo, elige vivir.
    ?Y tu? ?Serias capaz de saltar al vacio sin paracaidas y sin red?

  • El barquito chiquitito de Antonio Tabucchi

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  • Ciudad de Reyes (Nueva York 1) de Mariah Evans

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    Primera entrega de la serie romantica paranormal: Ciudad de Reyes.
    La poblacion de Brooklyn esta sufriendo una oleada de despiadados asesinatos. Una division secreta del Pentagono, con Josh Gallager al mando, es enviada a la comisaria principal de la zona para colaborar en la investigacion.
    Gallager debera trabajar junto al Inspector de homicidios Franklyn, pero sin revelar su verdadera mision ni las atipicas particularidades que les caracterizan a el y a su equipo.
    Sarah es sobrina del inspector y trabaja como secretaria en la comisaria. Cuando es atacada y consigue milagrosamente escapar de los depredadores que tienen aterrada a la ciudad, Josh se vera obligado a protegerla… ocultandole su mas oscuro secreto.
    Una magnifica novela, ambientada en el famoso barrio de Brooklyn, en Nueva York, que te hara temblar y enamorarte a partes iguales.

  • Contad hombres vuestra historia de Alberto Savinio

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    Este libro, el mas famoso de Savinio y para muchos su obra maestra, fue publicado por primera vez en 1942 y, sin embargo, su esencia permanece inalterada a pesar de los anos. El artista italiano se propone resucitar el arte extinguido de un gran pintor como Holbein, cuya grandeza consiste en captar la impura materia de la que esta hecha la vida y la esencia del personaje retratado de un modo tan vivido que perdure eternamente. “Contad, hombres, vuestra historia” es la personal galeria de retratos con que Savinio quiere inmortalizar, sirviendose de la prosa, a una serie de variopintos personajes-desde Isadora Duncan o el torero Antonio Bienvenida, hasta Nostradamus o Julio Verne-a los que insufla vida su mirada imaginativa, autenticamente penetrante, piadosa y despiadada a un tiempo.

  • El tiempo entre suturas de Enfermera Saturada

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  • Lo unico exacto de Alain Finkielkraut

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    Alain Finkielkraut, con el rigor que le caracteriza, toma una serie de hechos politicos, sociales, filosoficos, mediaticos…, de los ultimos anos y, apoyandose en otros pensadores como Hannah Arendt, Albert Camus o Milan Kundera, los analiza y reflexiona buscando entender lo que esta pasando, comprender el desequilibrio permanente al que nos empuja el presente.

  • Para siempre de Amaya Felices

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    La nieve caia pesada, amontonandose sobre las lapidas. La fantasmal luna de invierno tocaba con sus palidos rayos los copos estrellados, haciendolos brillar como si fueran el halito que se escapaba de los labios del hombre que, de rodillas, lloraba ante una tumba. Su abrigo, negro y largo, medio cubierto por la ausencia de color que imperaba en el paisaje, bajaba como una pesada mortaja desde sus anchos hombros hasta tocar el suelo, abrazando a aquella tierra que cubria a los muertos. Su rostro estaba inclinado contra el suelo y unos agujeros en la nieve, provocados por el calido fluido vital que destilaban sus ojos, evidenciaban tanto o mas que sus hombros agarrotados el dolor que lo recorria. En la piedra que coronaba la sepultura, el manto blanco tan solo dejaba ver un nombre y el inicio de una fecha: Maria... 19...; asi como el esbozo tallado de los rasgos de lo que debio de ser una joven hermosa. En las sombras de la noche, en el cementerio de aquel pequeno pueblo espanol medio olvidado por sus habitantes, la mujer que portaba un ramo de rosas no vio al hombre que sufria en su homenaje silencioso. Ocupada con sus propios pensamientos e intentando localizar una estela en concreto, no se dio cuenta de la inmovil figura arrodillada hasta que choco contra ella. Sacudida de repente de sus recuerdos, se mordio los labios para callar la maldicion que pugnaba por escaparse de estos. --?Lo siento? ?Le he hecho dano? --se intereso algo preocupada. Una cabeza de cortos y rizados cabellos negros se alzo hacia ella, unos ojos de un tono tan oscuro como el dolor con el que la miraban la dejaron casi sin aliento. No se lo esperaba. --?Eres real? --susurro el. Su voz era profunda y habia algo, aparte de la oscura influencia del lugar en el que estaban, que hizo que la mujer se estremeciera, como si el desconocido no perteneciera a este mundo. --?Que? --se sorprendio la mujer. Era la noche de todos los Santos, de acuerdo, pero ella, con su moderno corte de pelo rubio, su abrigo rojo y sus zapatos negros de tacon no tenia aspecto de no ser de carne y hueso. Siempre le habian dicho que era una mujer de aspecto fragil mas nunca la habian confundido antes con una aparicion. Si es que era eso lo que le acababan de preguntar. --Perdone... --comenzo a levantarse el--, me ha sobresaltado apareciendo asi, como de la nada. --Se sacudio la nieve de los vaqueros y la miro. Los huecos de sus lagrimas habian quedado cubiertos de blanco--. Sobre todo ahora que acababa de invocarla... --murmuro en voz baja las ultimas palabras. --?Disculpe? --Nada, cosas mias --esbozo una sonrisa triste--. ?Busca a alguien? Quiza pueda ayudarla. La chica de cabellos claros se lo quedo mirando, con un dedo dubitativo en su barbilla, como si estuviera intentando dilucidar si era cuerdo entablar una conversacion con un extrano mas alla de la medianoche. Estuvo a punto de decirle que no pero, por mas que no consiguiera acordarse de que, era como si lo conociera de algo. Sacudio la cabeza para librarse de semejantes ideas y decidio que podia confiar en que no iba a intentar robarle. --Se que no son horas, pero he llegado hace poco al pueblo y no queria irme a dormir sin visitar su tumba. --?Senorita? --pregunto dubitativo y continuo ante el cabeceo afirmativo de esta--, imagino que usted tiene muy claro a quien se refiere pero me temo que si no me dice algo mas no voy a poder ayudarla. La mujer se sonrojo ante la torpe omision que acababa de cometer. Fue refrescante para ella pues no solia hacerlo, no desde hacia mucho. --Mi abuela, la tumba de mi abuela. Mis padres y yo nos mudamos a Francia y no habia estado aqui desde que era nina. O al menos desde que ella... --su voz se apago hasta convertirse en un susurro. Pero el hombre, si bien recogio esa nota quebrada, se quedo con el dato de Francia. Lo asimilo, haciendolo encajar con el acento que acompanaba a la manera musical en que ella hablaba. Si no fuera porque sabia que era imposible al verla ante el, con esos mismos rasgos a los que habia suplicado, maldecido y pedido perdon una y otra vez, juraria que el fantasma de su amada se habia hecho carne en esa noche donde los espiritus eran mas fuertes. Si no fuera posible... creeria que estaba otra vez viendo su delicado rostro. Y mientras el hombre intentaba no pensar en ello, en el breve silencio que habia caido entre los dos, la mujer habia olvidado por unos instantes sus propios problemas, atraida como la luz a un agujero negro por la profundidad que percibia bullendo tras los intensos ojos de aquel extrano. (?Habia estado llorando? No es que hoy en dia eso fuera algo tan raro como antano, pero aun asi ella no podia evitar desear saber la respuesta a que podia haberle hecho tanto dano. Y no deberia, pues la vida le habia ensenado a no interesarse por nadie). Al final, la voz masculina rompio el silencio, con fuerza, como obligandoles a ambos a recordar donde estaban. --Si me dice la fecha de la muerte, podemos intentar buscarla. El cementerio no es pequeno pero ha ido creciendo de manera radial, con lo que no creo que sea muy dificil hallarla. --Mire, esto es una locura. --La mujer solto una risa nerviosa, como si se lo hubiera pensado mejor--. Mejor me voy y vuelvo manana. Le otorgo una sonrisa simpatica y comenzo a girarse. --Espere, ni siquiera se su nombre. --Agarro la manga de su abrigo; fuera ella o no, no queria que se marchara. Ella lo miro algo preocupada y tiro para soltarse. A continuacion echo a andar a paso vivo hacia la salida del cementerio. Cambio de opinion a medio camino, atraida como se sentia por ese extrano que parecia recordarle a alguien y se paro un instante, justo el necesario para responderle. --Maria, me llamo Maria. La brisa que se levanto con sus palabras ahogo el eco de sus pisadas. La nieve comenzo a arremolinarse con fuerza y el hombre se giro otra vez hacia la lapida que habia ido a visitar. Sus labios se abrieron y pronunciaron su nombre (Maria...) con la devocion de un rezo, la rabia de una maldicion y la certeza del que se sabe condenado. Bajo sus pies, quedaron aplastados los huecos que sus anteriores lagrimas habian horadado en el blanco suelo. Y los recuerdos fluyeron otra vez, reanimados por ese delicado rostro, sumergiendole en la oscuridad de otra noche de todos los Santos, una acaecida tiempo atras. --Vamos, date prisa --apremio en voz baja el joven a la muchacha que se estaba escabullendo por el jardin de la casona de sus padres. --Shhh, que nos van a oir. Maria acabo de cruzar sendero que la separaba de su amado, entreabrio la puerta de la verja y salio al camino. Mientras esta se cerraba a sus espaldas con un ruido metalico, ella se abrazo a Pedro, dejando caer el hatillo que llevaba entre las manos. --Has venido... --Te lo habia prometido, como no iba a venir si no deseo mas que pasar el resto de mi vida a tu lado. --Vas a perder tu trabajo por fugarte conmigo. --Y tu, tu herencia y tu posicion. --La tomo con dulzura de los hombros y la separo un poco de si, no porque lo deseara sino para poder ver sus ojos, esos enormes ojos verdes de hechicera--. Perdoname por preguntarte otra vez, no es mi intencion dudar de ti, pero necesito recordarte que todavia estas a tiempo: ?seguro que quieres continuar? --Si, Pedro, si que quiero. Y vayamonos antes de que las criadas o los hombres de mi padre se den cuenta de que pasa algo. Los ojos de el se iluminaron de alegria. No habia podido evitar contener el aliento, ni aun en el impetuoso ardor de la juventud concebia que la bella Maria fuera a abandonarlo todo para ser su esposa. Se casarian en ano nuevo, el mismo dia en el que estaba planeada la boda de su amada con otro hombre, uno con varias haciendas. Acerco los labios a los de ella para robarle un beso, no por breve menos apasionado y, tras ayudarla a subir a la grupa de su caballo, emprendieron ambos el camino hacia su nueva vida. El problema llego con la madrugada y los lobos. Se acercaron raudos, silenciosos, sin avisar; como sombras oscuras entre los copos de nieve que conseguian atravesar los arboles. Los amantes, que habia tomado el camino del bosque, se habian parado a descansar en un claro tras considerar que ya estaban lo suficientemente lejos del pueblo. Pese al frio, estaban tapados con mantas. La nevada y el miedo a ser detectados habian impedido que encendieran un fuego. Y cuando llegaron las bestias, la espada de Pedro no fue suficiente: el fue herido pero ella... ella cayo con una fea mordedura en el vientre, una que el no pudo impedir por mas que intento colocarse entre los lobos y su prometida. Corrio la sangre, animal y humana. El invierno estaba siendo especialmente frio y los lobos estaban debilitados por el hambre pero aun asi eran tres y Pedro, por muy buen espadachin que fuera, solo uno. Cuando la loba consiguio rodear su acero y alcanzar a Maria, apoyada asustada contra el tronco de un arbol, el, en medio de un alarido salvaje, dejo su espalda descubierta para socorrerla. Acabo con la bestia en medio de un arrebato de desesperada furia; los otros lobos aprovecharon para herirlo por detras. Despues, ignorando el dolor, se giro para seguir luchando por sus vidas, cuando todo lo que deseaba era comprobar si la herida de Maria era tan mala como le habia parecido. Pasaron interminables minutos hasta que acabo con el ultimo de sus enemigos y pudo inclinarse sobre esta. El mordisco era terrible, una boca sangrante abierta en su vientre. Y ella habia perdido ya tantas fuerzas... Rasgo el hatillo que la mujer habia portado y la tela blanca del vestido que habia dentro, un trozo de la cual uso para presionar la herida. Petalos rojos brotaron en la tela, expandiendose, como burlandose del invierno, de la fria inmutabilidad que seguia cayendo del cielo. --Aguanta, Maria, aguanta. No puedes dejarme.

  • Caceria Implacable (Nathan Jericho investigador privado 2) de Raul Garbantes

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    (Nathan Jericho Investigador Privado, parte 2)
    Tras sobrevivir a una explosion que le costo la vida a su empleador y contacto, Nathan Jericho se ve obligado a continuar por su cuenta la investigacion en torno al Proyecto Jericho, una conspiracion secreta durante la Segunda Guerra Mundial cuyo objetivo era crear armas humanas usando ninos como sujetos de prueba. Jericho ha descubierto que fue uno de esos ninos y aunque no recuerde nada necesita continuar con la investigacion para responder las preguntas sobre su identidad que han atormentado por siempre su existencia. Su busqueda se complica ya que ademas de los mercenarios contratados por los jefes del Proyecto tambien es profugo de la ley, con una orden de captura por unos crimenes que no cometio ya que sus enemigos orquestaron varios asesinatos de tal manera que Jericho fuera el unico implicado. Jericho debe valerse de de todas sus habilidades e ingenio de sus anos como detective privado para resolver el caso mas importante de su vida: uno capaz de conmocionar al mundo si llegara a descubrirse, pero que esconde la respuesta fundamental sobre su pasado. Aparentemente solo y sin aliados, Jericho debe combatir la crueldad de unos enemigos sin rostro capaces de cualquier cosa para interrumpir su trabajo.

  • Suenos de Bunker Hill de John Fante

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    Arturo Bandini, huyendo de la nieve y el hastio de Colorado, se instala en Bunker Hill, la colina que domina el centro de Los Angeles, donde empieza a trabajar como camarero y escribe relatos. En esta novela, considerada como una de las mejores de John Fante, este nos cuenta los inicios de Bandini como guionista y sus amores y lios sucesivos, y como consigue finalmente no hacer carrera en Hollywood, donde un productor lo tiene todo el dia sentado sin dejarle escribir una linea, un empleo tan bien pagado como frustrante y que termina abruptamente. Tras otros episodios en los que nos cruzamos con otros escritores empleados en los estudios, como Ben Hecht, Dalton Trumbo o Nathanael West, o con el mismisimo Sinclair Lewis, el idolo de Bandini, o un intento fracasado de colaboracion con una reputada y terrible guionista, Bandini se toma un breve respiro en Colorado, antes de regresar de nuevo al campo de batalla. En el corazon del libro nos encontramos con una imposible historia de amor, como es habitual en Fante, esta vez con una casera, que podria ser su madre. En Suenos de Bunker Hill, una novela dictada por Fante, ciego y en sus anos finales, a su esposa, se nos muestra la otra cara de Hollywood, una vision inmisericorde y sardonica. <> (Michele Grazier, Telerama).

  • Demos vuelta la pagina de Aranza Wood

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    “Dicen que podemos enganar al cuerpo con otra piel, pero no al corazon con otra alma”

  • Preterito imperfecto de Nieves Concostrina

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    Este nuevo libro de Nieves Concostrina empieza en el Ano de la Pera y llega a nuestros tiempos, pasando, como no, por Fernando VII.

  • A orillas del rio Piedra me sente y llore, Paulo Coelho de Paulo Coelho

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  • Akasha. La escritora fantasma de Olena Beckett

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    La protagonista de esta historia es una mujer aparentemente sociable que esconde tras su dulce fachada miedos e inseguridades que no le permiten disfrutar de la vida tanto, o mas bien, como a ella le gustaria.

  • Angie (Negra 1) de Ana Emberley

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    1949. En los inicios de la Guerra Fria y cuando varios agentes del servicio de inteligencia britanico estan ya siendo cuestionados, una joven espanola se ve atrapada en los entresijos de una de las mayores y exitosa red de espionaje del mundo.Angelines Gomez se codeara con los espias mas emblematicos y profesionales de la posguerra mundial, y aprendera a vivir en un ambiente que la utiliza y la ignora, hasta llegar a sentirse comoda en ese nuevo papel que la vida le ha regalado. ?Te lo vas a perder?

  • Duncan (Escoceses 2) de Emma Madden

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    Le encantaba estar en San Sebastian, en casa de la familia Aramburu, mas aun para ejercer de madrina del primer hijo de su mejor amiga, el pequeno James, que era un bebe precioso. Levanto la vista de su plato y observo a la orgullosa mama, Andrea, sentada a la cabecera de la gran mesa junto a su marido, mientras no perdia de vista a su bebe, que a esas horas de la tarde ya estaba agotado de la atencion excesiva, y los mimos y los carinos de parte de todos sus familiares y amigos. Vio como al fin se levantaba y lo cogia en brazos para llevarselo dentro de la casa y respiro mas tranquila, porque se estaba agobiando de verlo de brazo en brazo como si fuera un trofeo o un peluche. Le sonrio a la abuela materna, que le indico la tarta para que se la comiera, y asintio pensando en escurrirse discretamente tambien porque necesitaba descansar y echar, a ser posible, un suenecito. Hizo amago de levantarse, miro al frente y se encontro de pleno con los ojos oscuros y enormes de ese tio, Duncan Harris, mirandola como si fuera algo suyo. Sin querer fruncio el ceno y el le sonrio con su talante habitual. Tiro la servilleta encima de la mesa, se giro y desaparecio de alli antes de acabar rompiendole un vaso de champagne en la cabeza. -?Ines?, ?va todo bien? -?Que? -se giro para mirar a Andrea y ella la observo en silencio con su bebe en brazos-. Estoy bien, ?que tal tu? -Bien, voy a subir a mi cuarto para darle el pecho. ?Seguro que estas bien?, no has abierto la boca en todo el dia. -?No? -No. ?Quieres contarme algo? Con todo el lio de gente y... ?Ines? -?Que? Dio un paso atras y se la quedo mirando sin hablar, porque hacia semanas que queria contarle algo, pero en ese preciso momento ya no le apetecia nada. Respiro hondo y observo al bebe, que era rubito y tenia unos ojazos azules muy inteligentes. Era igual que su padre, y por un segundo penso en lo feliz que haria a Andrea esa circunstancia, es decir, que su precioso hijito fuera identico al amor de su vida. Trago saliva decidiendo que era idiota por pensar eso, hizo amago de abrir la boca para decir algo, pero su amiga la interrumpio, ahorrandole un monton de explicaciones. -Sube conmigo, me acompanas mientras come y asi charlamos, ?quieres? -No, Andy, mejor hablamos luego. Estoy super cansada, solo necesito una siesta y estare como nueva. ?Vale? -Vale, pero... -Amor, subo contigo. Yo tambien necesito un respiro -Andrew aparecio por su espalda, se adelanto, le quito al nino y se lo comio a besos subiendo las escaleras-. ?Andy? -Si, ya voy -volvio a mirarla a ella y le acaricio el brazo-. Cuando se vaya la gente nos tomamos algo tranquilas y charlamos, ?ok? Hasta ahora. -Hasta ahora. Le sonrio y los observo subir hacia su cuarto con un poco de alivio, porque no queria abrir la caja de los truenos, al menos no ese dia, y giro hacia la parte trasera de la casa donde le habian dejado una habitacion para ella sola. Entro y cerro con pestillo antes de tirarse encima de la cama y cerrar los ojos pensado en todo lo que le venia ocultando a Andrea, la unica persona a la que jamas habia mentido o escondido algo en toda su vida, desde hacia ya demasiado tiempo. Desde todo punto de vista era inadmisible, pero no habia podido evitarlo, porque en el fondo le daba mucha verguenza. Verguenza contarle lo que estaba pasando y verguenza porque no eran unas crias y ya no estaban en edad de andar enredando con tios y amorios absurdos que no iban a ninguna parte. 1 -Anularemos todos los conciertos hasta nueva orden, esto ya es una pandemia y no podemos oponer resistencia... ?Duncan? -?Como? -Miro a su manager a traves de Skype y se dio cuenta de que estaba mas disperso de lo normal-. Disculpa, ?como dices? -Que anularemos todos los conciertos. -Ok, era lo previsible ?no? -Pues si. ?Que piensas hacer tu?, ?donde te vas a quedar?, porque seguramente habra que pasar un confinamiento y sera largo, al menos eso dicen. -Me quedo en Edimburgo, alli tengo el estudio y estoy cerca de mis padres por cualquier cosa. Tu no te preocupes. -Vale, estaremos en contacto. -Por supuesto, Billy, y relajate, ya recuperaremos los conciertos. -Vivien... -Vivien se queda en Londres, en su casa. Nos organizaremos perfectamente. -Muy bien, buen viaje. -Gracias, adios. Billy Ripley, su manager, uno de los mejores y mas famosos del mundo de la musica, le colgo con cara de preocupacion, por supuesto, porque anular veinte conciertos hasta nueva orden era una putada y una perdida de dinero considerable, pero para eso estaban los seguros y su capacidad infalible para rehacer la agenda llegado el momento. Ademas, todo lo que estaba pasando escapaba de su control, asi que no podian hacer nada. Nada salvo tranquilizarse. Todo el planeta estaba alertado por una alerta sanitaria de dimensiones biblicas y ellos no podian resolverlo, esa era la unica realidad, por lo tanto, mas les valia mantener la calma y meterse en sus casas, que era lo que tocaba. Ya volverian a hablar de conciertos y grabaciones de discos, entrevistas y posados de revistas. Ya regresarian a la normalidad, esa normalidad que lo tenia medio loco viajando constantemente y trabajando como un condenado. Si en el fondo hasta le venia bien un paron obligatorio, decidio, estirando las piernas y cerrando los ojos, oyendo a lo lejos como su ahijado, el pequeno James, se ponia a llorar un poquito. Se incorporo y miro hacia el final del jet, donde el unico dormitorio disponible del aparato continuaba con la puerta cerrada. Se lo habia cedido a Andrew, a Andrea y al bebe para que viajaran mas comodos de vuelta a Edimburgo, y la idea de tenerlos tan cerca lo reconforto, porque le encantaba esa familia que habia formado su mejor amigo y a la que consideraba practicamente suya. Se repantigo en su asiento y penso en el bautizo que acababan de celebrar en Espana y en los dos dias estupendos que habian pasado alli. Le encantaba ir a San Sebastian donde la familia de Andrea, de soltera Aramburu, tenia un caserio muy bonito. Le encantaba el ambiente del Pais Vasco, de Donostia, porque en el fondo le recordaba a Escocia, y le encantaba, sobre todo, estar con la familia y los amigos en un marco seguro y acogedor donde a nadie le importaba que fuese famoso, a nadie se le ocurria pedirle selfies o autografos, y donde era uno mas. Solo uno mas de los dos mejores amigos de Andrew McAllen, el afortunado escoces que se habia casado con la preciosa hija pequena de la familia hacia justo ocho anos. La feliz parejita, que habia superado no hacia mucho tiempo un bache enorme en su matrimonio, eran para el el ejemplo a seguir, el matrimonio mas unido que conocia, su pareja favorita, y ahora encima lo acababan de convertir en el padrino de su primer hijo, asi que no podia estar mas contento, ni mas orgulloso. Por eso les habia organizado una fiesta estupenda para su bebe y habia procurado que todo fuera perfecto, maravilloso e inolvidable, y creia, sinceramente, que lo habia conseguido. Salvo por algun detalle que otro, todo habia salido rodado, y eso lo hacia sentir muy satisfecho. Lastima que ese detalle que no habia acabado de encajar le arruinara una parte importante de la diversion. Un escalofrio le recorrio la espalda y se sento mejor pensando en los ojazos verdes de Ines Allard, la mejor amiga de Andrea. Esa tia espectacularmente guapa que en publico no le dirigia la palabra, aunque llevaran tiempo teniendo algun que otro escarceo sexual que a el solia afectar mucho mas de lo conveniente. Se conocian desde hacia anos, porque era la amiga inseparable de la mujer de su colega inseparable, asi que se venian tratando desde hacia una decada, y siempre le habia gustado, aunque ella lo mirara a el como a una especie de cucaracha con Sindrome de Peter Pan, o eso le habia soltado una vez, cuando habia intentado entrarle a saco en una fiesta. Ines Collette Allard Quintana, hija de padre frances y madre espanola, era de Madrid como Andrea, habian estudiado juntas desde la primaria y se querian como hermanas, pero eran muy diferentes. Mientras Andrea era una chica con mucho caracter, pero esencialmente muy dulce, Ines se mostraba al mundo como una depredadora sin alma que triunfaba lo mismo en el trabajo que en su vida personal. Era muy segura de si misma, acababa de cumplir los treinta y tenia un puesto muy importante en una cadena de hoteles. Hablaba como seis idiomas y tenia carrera y master y un curriculo impecable. Es decir, era diametralmente opuesta a las mujeres que el conocia, a las que estaba acostumbrado a conquistar con un chasquear de dedos, y ese hecho lo ponia a cien, para que lo iba a negar. Le sacaba diez anos, asi que cuando la habia conocido le habia parecido una cria con infulas, pero el tiempo habia demostrado que tenia talento y era muy lista. Era una luchadora nata, una guerrera y una malhablada, y eso le encantaba. Desde el minuto uno, no habian tenido demasiada sintonia, porque ella los miraba a todos, desde Andrew pasando por Ewan hasta el, como una panda de asaltacunas. El tenia treinta y tres anos cuando Andrew se habia casado con Andrea, una alumna suya de la universidad, de solo veintitres anos, que lo habia vuelto loco de amor en cuestion de semanas, asi que Ines los observaba con distancia, pero pasado los anos las edades empezaron a dar igual y comenzaron a alternar mas y a reirse juntos, y a charlar, hasta que el le habia tirado los tejos y ella se habia puesto hecha una furia. Desde ese mismo momento la cosa empezo a ponerse tensa y cuando, hacia unos tres anos, una crisis tremenda entre Andrew y Andrea los habia pillado juntos en Edimburgo, tristes y frustrados por sus amigos, y habian pasado de consolarse a darse un beso e inmediatamente a echar un polvo desaforado en su casa, el asunto se habia vuelto muy inestable, explosivo, y su relacion, otrora cordial, se habia convertido en un pequeno infierno. Desde entonces los Andys (Andrew y Andrea) se habian separado, se habian reconciliado, se habian quedado embarazados y habian tenido a James, a la par que ellos se veian, se lanzaban pullas, discutian y acababan en la cama. En ese orden. Orden que se volvia a repetir si el lograba coincidir con ella en alguna parte del mundo porque, obviamente, nunca respondia a sus llamadas y rechazaba todas sus invitaciones. Ella se resistia, el insistia y terminaban echando unos polvos memorables, porque tenian una quimica excepcional, eso si, en el mas absoluto secreto, porque nadie sabia, ni imaginaba, que eran amantes ocasionales. Asi llevaban unos tres anos y calculaba que se habian acostado solo una treintena de veces, y acostar era mucho decir, porque normalmente era un "aqui te pillo, aqui te mato", sin cortejos, ni preliminares, ni siquiera una cama, y luego si te he visto no me acuerdo, porque ella solia acabar enfadada y jurandole que eso no volveria a pasar. Le hacia mucha gracia esa actitud suya, porque sabia que, si se cruzaban, fuera donde fuera, no podrian evitar lanzarse el uno en los brazos del otro. Estaba predestinado y era una gozada, porque estaba buenisima y era una fiera. Ines era una mujer espectacular y a veces insoportable, pero a el le gustaba, y llevaba ya mucho tiempo resignado a que lo ignorara en publico o lo tratara fatal, eso era parte del juego, y lo ponia hasta cachondo. Lastima que la cosa se hubiese desmadrado bastante mas de lo necesario durante el bautizo de James. Ambos eran los padrinos del bebe, todo apuntaba a que seria un fin de semana estupendo, pero ella habia aparecido la noche previa al evento en su hotel de San Sebastian para ponerlo de vuelta y media porque se habia enterado de que se estaba acostando con una colega suya de Nueva York. -Me parece perfecto que te tires a medio planeta, pero no te acerques a mis companeras de trabajo y mucho menos les cuentes que te has acostado conmigo. ?Sabes lo cotillas que son en mi empresa? -le habia soltado en el hall del hotel, un minuto antes de salir hacia un restaurante donde habia organizado una cena prebautizo con los mas allegados. -No se de que me hablas. -?Brittany Strong?, ?rubia, alta y con unas tetas enormes?. Te la presente yo, Duncan, no te hagas el ingenuo conmigo. -Si, la veo cada vez que paso por Nueva York, pero nunca le he hablado de ti. No le hablo a nadie de ti, lo tengo prohibido, ?recuerdas? -Pues ella dice que le contaste nuestro "rollo", cuando yo no tengo ningun rollo contigo, asi que, por favor, no andes soltando sandeces por ahi, porque me pueden perjudicar. -?Perjudicar?, ?por que? -No quiero que la gente cotillee sobre mi vida privada. -?Que vida privada?, ?tienes vida privada? -!Vete a la mierda, tio! Le habia soltado antes de girarse para dejarlo plantado en medio de la recepcion del hotel, aunque si se habia presentado en la cena para cumplir con la familia, y luego se habian ido de juerga, pero no le habia permitido ni acercarse. Y al dia siguiente, antes del bautizo, cuando intento dialogar y templar los animos, habia sido aun peor y habian acabado la fiesta sin mirarse, ella seria y callada, con la escopeta cargada, cuando en realidad lo que seguro le apetecia, el lo sabia bien, era echar un buen polvo contra el capo de un coche. -Hola, capullo. -Andy, tio, ?que tal? -salto y observo como su amigo se le sentaba enfrente. -Ya vamos a aterrizar. -Si, ?Jamie y Andrea? -Ahora vienen. -Lo he oido llorar. -Desperto con hambre, como siempre, es un gloton impaciente. -Se nota que es escoces -Andrew asintio sonriendo y luego lo miro a los ojos. -?Asi que tendras que cancelar todos los conciertos?, lo he leido en Internet. Es fantastico que el avion tenga WiFi, ?no? -Casi todos los aviones van incorporando el WiFi, hermano. Tu es que vives en el siglo XIX. -Afortunadamente -le sonrio- ?Es verdad lo de las cancelaciones? -Si, por la pandemia, pero en realidad no me importa. Necesito un descanso. Tengo que componer y este tiempo de reclusion me vendra de perlas. -Estupendo entonces, aunque no para tus fans. -Los aplazaremos y pronto les daremos otras fechas. No hay de que preocuparse. -Vale y ?que paso con Ines? -?Ines?, ?por que? -levanto las cejas con cara de inocente y Andrew se encogio de hombros. -No se, Andy esta preocupada, dice que os estabais peleando justo antes de la ceremonia y como Ines termino yendose sin despedirse, pues... -Lo que le hace falta a esa amiguita vuestra es un buen polvo -sonrio y oyo como el comandante anunciaba que estaban a punto de aterrizar. -Siempre tan politicamente correcto, chaval. -Politicamente correcto o no, tengo razon, creeme.

  • Ella me pertenece de Lia Carnevale

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    Ciudad de Mexico, 2007 En el momento en que me di cuenta de que mi vida estaba a punto de quedar patas arriba, fue cuando presione el pie en el acelerador, la alfombrilla no detuvo el movimiento y el automovil, un Chevy C2 de segunda mano, alcanzo los ciento cincuenta por hora. Las calles de Polanco, el barrio mas exclusivo de Ciudad de Mexico, aparecian mojadas por una ligera lluvia. El cielo estaba oscuro, el otono ya habia hecho su aparicion. Baje la ventanilla y respire el aire perfumado de humedad; sin duda era mi estacion favorita, suave, agradable, tranquila, tal como yo me sentia cuando estaba cerca de Ysabel. No estariamos solos nosotros dos, en pocas horas, tal vez minutos o segundos, seriamos tres: Alexander, Ysabel y Felicity, nuestra hija. Nuestra familia. Eran tan solo las ocho de la tarde, por suerte, la hora punta habia pasado, asi que solo habia unos pocos autos en mi camino. Aparque lo mejor que pude frente al hospital y sali rapidamente del pequeno automovil que mis padres me habian dado tras de aprobar el examen de conducir. En ese momento, el telefono comenzo a sonar, lo saque mientras caminaba por la avenida hacia la puerta principal. --Papa, he llegado. !Estoy entrando! Lo note molesto de la misma manera que percibi a mi madre cuando me llamo para decirme que Ysabel habia comenzado el trabajo de parto. --Esperamos noticias, chico. Diablos, cuantas mujeres dan a luz hoy en dia. ?Por que solo habia agitacion en su voz? --Claro papa --no dije nada mas. Nadie apagaria mi alegria. Me moria por ver a Ysabel, estar junto a ella, presenciar el nacimiento de mi hija. ?Era feliz? Si. Superariamos cualquier problema, derrumbado cada obstaculo. Tarde o temprano creerian en nuestro amor, sus padres, mi hermana, mi familia, todos. Nadie nos separaria. Ahora menos que nunca. Estariamos juntos para siempre. Serenos y unidos. Me dirigia rapidamente al departamento de ginecologia que la senora me habia indicado en la entrada. El aire estaba impregnado de desinfectante, las escaleras llenas de polvo y los pisos cubiertos de manchas oscuras. La limpieza no era la mejor, aunque deberia haber sido una prioridad, pero el hospital publico no tenia fondos suficientes y, en cualquier caso, los que ingresaban alli eran demasiado pobres para fijarse en la suciedad. Tenia la esperanza de que los padres de Ysabel elegirian una clinica privada para el nacimiento de su nieta. Yo no me lo podia permitir, pero ellos si. La familia Mendez se situaba entre las mas ricas del mundo, podrian haber pagado cualquier cosa, pero estaban demasiado ocupados luchando contra nuestro amor para preocuparse por el lugar de mierda donde su hija estaba a punto de dar a luz. Me pase una mano por el cabello, aleje los malos pensamientos y me prepare para ir a la habitacion donde la unica razon de mi existencia pugnaba para hacerme mas feliz aun. Las luces iluminaban el largo corredor, el silencio era interrumpido por los gritos de una mujer: Ysabel. Corri hacia alli y cuando llegue a la entrada me detuve debido al grito que se escucho al otro lado de la puerta. ?Que se suponia que debia hacer? ?Deberia haber llamado? ?Entrar? ?Por que no habia nadie alli? ?No deberian las enfermeras hacer el turno de noche? Decidi entrar, pero tan pronto como puse mi mano en la manija, se abrio. !Tanjia! la hermana de Ysabel me indico que me corriera. La deje pasar y cerro la puerta. Tenia los ojos brillaban y sus labios temblaban. La mire confuso. Buscaba en sus ojos la alegria de quien acababa de convertirse en tia, pero no pude encontrar nada que no fuera… ?dolor? ?Enfado? ?Miedo? Se detuvo frente a mi, sus manos apretadas cerrando el puno. --!Es solo culpa tuya! Maldito el dia que entraste en la vida de mi hermana --dijo rompiendo a llorar. La deje a merced de sus emociones, porque no podia entender la razon de las lagrimas. Un indicio de desesperacion se abria paso en mi cabeza, borrando la euforia que lo ocupaba. ?Que demonios estaba pasando? El silencio se adueno de todo, tanto, que podia sentir mi corazon latir mas rapido. Fue en aquel momento que la puerta se abrio… Fue en aquel momento cuando vi el cuerpo del amor de mi vida cubierto por una sabana blanca… Fue en aquel momento que el medico me informo que habian muerto… Muertas... Ambas. Cai sobre mis rodillas, lleve mis manos, manchadas de la grasa que distinguia a los mecanicos de los otros trabajadores frotandome los ojos, esperando que una vez abiertos descubriera que era solo un mal sueno. No fue asi. Ya no fue nada mas. Mi vida perdio el rumbo. Se perdio en medio de la nada. Capitulo 2 Nueva York, 2019 Sali de la limusina que me habia llevado al enesimo evento organizado especificamente para personas con cuenta bancaria de seis cifras. Al menos una vez a la semana me veia obligado a asistir a estas fiestas, donde la caridad se usaba como excusa y el objetivo principal era aparecer en escena. Alise la chaqueta negra de Armani y me prepare para atravesar la alfombra roja entre los destellos de periodistas y la gente comun que esperaba la llegada de algunos VIP que realmente importaban. Siempre me preguntaba que cono hacia en ese lugar. La respuesta era siempre la misma, simple y objetiva: nuestro bufete de abogados estaba a la vanguardia en las donaciones a los mas pobres. Gracias tambien a ellos, estabamos consiguiendo mas y mas clientes. Publicidad. Era solo una forma egoista de publicitarnos. Simon caminaba a mi lado. Cruzamos entre la muchedumbre con paso rapido, algunos fotografos y periodistas intentaban detenernos y hacernos algunas preguntas, pero los ignoramos, como siempre, claro. Quienquiera que hubiera organizado el evento no escatimo en gastos, la mesa estaba cargada de caviar y champan, una de las bandas de rock mas populares alegro la noche y para terminar las cifras que se recaudaron superaron con creces las expectativas de cada presente. Aparentemente todo era perfecto. Exacto, solo aparentemente. Me gustaba mi trabajo, ir a los juzgados, ganar un caso, emitir una factura y recibir el pago; queria limitarme a eso. Me hubiera encantado sin todas aquellas putadas. --Parece que Sophie y tu estais pasandolo bien esta noche. --La voz de Simon me obligo a apartar los ojos de la mujer que acababa de nombrar. No le respondi, volviendo a mirar a mi companera de juegos. --?Tarde o temprano sentaras cabeza? Sophie es inteligente, podria ser la ideal. --!No! --dije con firmeza. Termine de beber champan y fui hacia la mujer que aliviaria otra noche de insomnio. No habia lugar en mi vida para nadie… y mucho menos para una mujer. Lo tomaba todo. Cada suspiro Cada respiracion. Cada gemido. Luego me marchaba. Ese era yo. Este era yo. En el trabajo. En la vida privada. Con personas. --Alex, te ruego… --?Que pasa Sophie? ?Por que estas rogando? --!Oh, Dios! --Echo la cabeza hacia atras, dejandome libre acceso a su garganta. Su piel era suave, blanca, delicada. Le habria dejado una marca, como cada vez que la follaba. --Mas fuerte. --Se aferraba a mis hombros y agarraba mi cabello, llevandome al centro de su placer. Era su instante favorito. Pase mi lengua sobre su clitoris, lentamente, justo como a ella le gustaba, la penetre y luego volvi a lamer. Me di cuenta de que estaba a punto de correrse cuando sus musculos comenzaron a contraerse y los gemidos se volvieron mas fuertes. La deje alcanzar el extasis y, en el mismo momento en que termino, comence a arremeterla contra la pared de la entrada de su apartamento. La penetre mas profundamente, arrancandole un grito que rapidamente rompi con un beso. Un beso que no tenia nada que ver con la dulzura, con el amor. Despues de todo, yo no era delicado, gentil. Me gustaba follar Me gustaba el sexo sucio, aspero y vulgar porque asi me hacia sentir cuando terminaba. Sophie habia sido la unica mujer capaz de darme el minimo de placer esperado en un polvo. Por eso se habia convertido en mi entretenimiento permanente, a pesar de que ella estaba empezando a pedir mas. Y esto me cabreaba. Ella sabia que no le habria dado lo que queria, ni a ella ni a ninguna otra. Me separe de su calido cuerpo. Sonrei traviesamente frente a su expresion enojada. Tenia hermosos ojos verdes, fue justamente su magnetica mirada lo que atrajo mi atencion y provoco el deseo de quitarle las braguitas de primera vez. Mire el cuerpo curvilineo envuelto en el exiguo vestido purpura, usado para la fiesta de cumpleanos de Simon esa noche; Su falda quedo retorcida alrededor de su plano estomago, sus braguitas yacian en el suelo junto a mis pantalones. La gire bruscamente contra la pared y la penetre. Empuje fuerte, entre hasta que golpee mis bolas en la piel sudorosa. Dentro y fuera, un movimiento mecanico, rapido, instintivo y natural. Unos pocos empujones y la saque, me aleje y me vacie en su piso. Estaba sin aliento, sudoroso y aunque en apariencia parecia satisfecho, siempre sentia aquel vacio. Un vacio que me acompanaba ya durante anos. Me detuve por un momento para recuperar el aliento, recogi mis pantalones y me los puse. Mire a Sophie y le sonrei. No queria que ella pensara que no era suficiente, no se lo merecia, el problema no era ella, sino yo. Se bajo el vestido y se acerco. Me quede quieto y deje que acariciara mi mejilla. Sophie era una de esas hermosas mujeres con todo cuesta arriba. --Vamos a la cama --susurro agarrando mi mano. --!Sophie! Mi tono sono a advertencia. Pretendia ir mas alla y como siempre, tenia que ponerla a raya, asi que me libere de su agarre y continue vistiendome. --Alexander, hemos estado teniendo sexo durante meses. Follamos y tu te marchas. !Estoy harta! Quiero mas y si no estas dispuesto a darmelo, sal por esa puerta y no vuelvas. Parecia segura, pero sus ojos brillosos traicionaban sus palabras. Termine de abrocharme el cinturon del pantalon y tome su barbilla, trasladando nuestros ojos al mismo nivel. --Siempre he sido claro contigo. No quiero emparejarme, no lo busco y nunca lo buscare. Si ya no estas dispuesta a verme, lo acepto. La deje ir y espere a que secara la lagrima que mojaba su mejilla. No se que reaccion me esperaba, seguramente habia sido un imbecil al hablarle asi. --Solo te estoy pidiendo que lo intentes. Solo eso Alexander. Me lo debes. --No te debo nada. Lo que acabamos de hacer fue buscado y deseado por ambos. No estoy en deuda contigo --dije dirigiendome a la puerta y la abri. --!Alexander! --Llamo de nuevo, pero no me di la vuelta. No podria, la habria vuelto a ilusionar. Le dije adios en silencio, como habia hecho con todas las demas antes que ella.

  • Pax Romana de Adrian Goldworthy

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  • Asiento 7A de Sebastian Fitzek

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    Del autor de Terapia y El pasajero 23, llega un nuevo psicothriller a mas de 40.000 pies de altura.

  • La Esposa del Jefe de Lexy Timms

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    -Te amo y te amare hasta el dia de mi muerte. -Incluso entonces, seguire amandote.

  • Motera Adolescente de Marta Escudero

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    Clara no sabia lo que queria.
    Su vida era un pozo sin fondo.
    Enterrada entre libros.
    Sin amigos. Deprimida.

  • El lobo feroz de Nele Neuhaus

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    Un caluroso dia de junio encuentran el cadaver de una chica de 16 anos en el rio Meno, en una localidad cerca de Frankfurt. Todo indica que ha sido victima de malos tratos y ha muerto asesinada, pero nadie ha denunciado su desaparicion. Tras semanas de trabajo, en la Unidad K 11 no tienen ningun indicio sobre su identidad, pero una de las pistas conduce a los inspectores hasta una conocida presentadora de television que dirige un programa sensacionalista de testimonios. Pia y Oliver tendran que traspasar la fachada de la sociedad burguesa para darse de bruces con una trama que esta a punto de impactar en sus propias vidas. Y deberan actuar rapido si quieren evitar que alguien muy cercano caiga en las fauces del temible lobo feroz.

  • Coleccion completa Max Cornell de Adrian Aragon

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    Libro 1: EMBOSCADA ~ (Max Cornell thriller de accion no 1)
    La vida del mercenario Maximilan Cornell da un giro radical cuando un desconocido deja un extrano mensaje en su puerta. Katty, la hija de quien habia sido su querido mentor, desaparece misteriosamente en la ciudad de Hong Kong. Max no tendra mas opcion que volver a la accion y trabajar duramente para sacar a la luz todo lo oculto detras de este hecho.

  • Tejido de favores. Asuntos pendientes de Alex A. Moresti

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    Han transcurrido dos anos. Gema Romero comienza a rehacer su vida, tras el duro golpe que le asestaron la empresaria Stela Miro y su exmarido Javier Marquez, arruinando su vida personal y profesional.

  • Otra Vez Tu de Alice Kellen

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    Elisa dejo tres mojitos en la mesa y parte del liquido, de color verde intenso, se derramo sobre la superficie. Me gire para coger una servilleta y adverti que, para los duenos de aquel antro caribeno, unos tristes trozos de celofan eran un lujo innecesario del que se debia prescindir. Hannah arrugo su pequena naricilla cuando rozo la humeda copa con los dedos. Era raro verla en aquel ambiente, teniendo en cuenta que parecia un ser angelical e inocente recien caido del cielo; no me sorprenderia que el dia menos pensado brotasen unas alas de su espalda. Presumiblemente, la hazana mas peligrosa que habia realizado a lo largo de su vida, fue visitar a un amigo que residia en Brooklyn. Solia relatar aquel episodio cuando iba algo achispada, con los ojos brillantes de emocion, como si aquel dia hubiese escapado de una banda de narcotraficantes armados con varias AK-47. Sin embargo, aquello habia ocurrido anos atras. Con el paso del tiempo, las tres habiamos cambiado mucho y, a pesar de nuestras diferencias, seguiamos siendo grandes amigas. A decir verdad, estaba convencida de que el hecho de que fuesemos tan distintas era el verdadero secreto de nuestra duradera amistad. No se me ocurria ninguna otra teoria valida. Hacia dos noches que habiamos llegado a California. Siempre habia fantaseado con vivir alli en algun momento y, aunque mi trabajo en la editorial me impedia cumplir tal proposito, pasar veinte dias de vacaciones bajo el sol junto a mis dos mejores amigas, superaba con creces todas mis expectativas. A pesar de que tenia una edad considerable --!sabia que el final estaba cerca, pues en apenas unos anos traspasaria la barrera de los treinta!--, durante aquellos dias me habia sentido de nuevo como una quinceanera. En plan viaje de amigas unidas. En plan molamos mogollon. En plan... en fin, supongo que pillais lo que intento decir. Elisa habia propuesto hacer aquel viaje, alegando que estaba muy nerviosa por su inminente boda --que se celebraria en septiembre-- y que necesitaba tomarse un tiempo para si misma, antes de embarcarse en una nueva etapa de su vida. Yo no habia puesto ninguna objecion porque, al fin y al cabo, nada excepto mi trabajo me ataba a Nueva York y ya habia planeado pasar las vacaciones tirada en la cama, comiendo helados y batidos de EJ's Luncheonette mientras volvia a ver de forma compulsiva --y por cuarta vez consecutiva-- la serie Friends. Hannah habia tenido que consultar con sus padres el plan de pasar las vacaciones en California, a pesar de que tenia veintisiete anos y hacia siglos que se habia independizado, mudandose a un lujoso atico en la avenida mas transitada de Nueva York. Supongo que tener unos controladores padres millonarios tambien tenia sus desventajas. Bueno, ?que digo?, en realidad creo que son billonarios con <>, o multimillonarios. Deberia mirar en un diccionario las diferencias entre esos terminos, aunque la idea principal queda clara: pasta suficiente como para tirarte en la cama desnuda y lanzar billetes verdes al aire estilo escena cutre de pelicula de sobremesa. --Esta un poco fuerte --Hannah tosio, dejando el mojito sobre la mesa. --!No digas tonterias! --Elisa ondeo una mano en alto, tras beberse casi la mitad de su copa de un trago--. Me encanta el toque mentolado. Hannah arrugo nuevamente su diminuta nariz --era el unico gesto carente de elegancia que se permitia hacer a si misma, a pesar de que su madre solia amonestarla por ello--, y rebusco en su bolso hasta sacar un folleto turistico y depositarlo con sumo cuidado frente a nosotras. --He pensado que manana podriamos ir a la playa, ?que os parece? --su una, pintada de un brillante esmalte rosa, repiqueteo sobre la idilica imagen que se veia en el folleto--. Al parecer, las playas que estan frente a nuestro bungalo son de las mejores de toda la zona. --!Si! !Quiero tostarme al sol como si no hubiese manana! --exclame. --!Ni hablar! Compraremos una sombrilla --Hannah me miro fijamente--. ?Sabes lo perjudicial que es el sol para la piel?, ?quieres tener un monton de manchas en cuanto cumplas los treinta? Suspire mientras Elisa reia. Cuando su movil comenzo a sonar, se disculpo explicando que era Colin y salio del local. En realidad, siempre era Colin, su maravilloso e increible prometido. Elisa habia tenido la suerte de tropezar con el unico prototipo masculino decente que quedaba sobre la faz de la tierra. Esperaba que procreasen pronto, expandiendo una nueva raza de hombres perfectos aunque, cuando eso sucediese, estos me llamarian <<tia Emma>> y yo tendria la piel repleta de manchas de color cafe por no haber seguido los consejos de Hannah. --?En que estas pensando? --Hannah se aparto con delicadeza algunos mechones de su sedoso cabello rubio. <> Descarte admitirlo en voz alta. --En que si no quieres un mojito, puedo ir a pedirte otra cosa. No hacia falta que Hannah dijese lo cohibida que se sentia en aquel local caribeno atestado de gente. Probablemente, su aventura en Brooklyn acababa de convertirse en una saga, cuya segunda parte se titulaba <>. --?Lo harias? --abrio excesivamente sus ojos azules. Asenti con la cabeza. --!Gracias, Emma! --saco la billetera de su bolso, pero denegue su ofrecimiento--. Tomare un San Francisco. --Genial --me termine de un solo trago lo que quedaba de mi mojito--. !Que sean dos! Arrastre la silla hacia atras para levantarme torpemente e intente avanzar entre el gentio. Jamas habia estado en un pub similar, ni que se le pareciese de lejos. En Nueva York, los locales solian ser sofisticados y aunque habia todo tipo de gente --?para que mentir?--, podia asegurar que el noventa y nueve por ciento de los clientes solian ir vestidos. Ese nimio detalle no parecia ser un requisito en California. Habia numerosos chicos sin camiseta y jovenes en biquini. Las que no iban en banador, llevaban unos minusculos pantaloncitos de tela vaquera o cinturones que usaban a modo de falda. Sonaba una musica caribena de fondo --no podia distinguir si era salsa, bachata o algo similar-- y un sinfin de sudorosos cuerpos se movian a un mismo ritmo, rozandose entre si. El ambiente destilaba sexo. Era como si todos los clientes de ese bar llevasen escrito en la frente <<Follame, !follame!>> Definitivamente, al lado de aquellas adolescentes desenfrenadas, ya no me sentia como una quinceanera, sino mas bien como una anciana senil a punto de palmarla. Mi fantasia juvenil acababa de ser aniquilada de un modo cruel. Respire hondo mientras apartaba de mi camino a otra chica medio desnuda y conseguia llegar hasta la barra. En eso consistia ese local, en tener que hacer malabarismos para poder pedir una copa. No, los camareros no se acercaban a tu mesa con una libretita y te atendian amablemente; eran los clientes quienes debian lograr --no se como, todo sea dicho-- que uno de los bronceados camareros te prestase atencion durante un segundo de su valiosisimo tiempo. Mientras estaba en la barra, con los antebrazos apoyados sobre la superficie de madera oscura, me pregunte si Elisa habria terminado la conversacion telefonica con su inmejorable novio. No estaba segura de que Hannah pudiese sobrevivir sola en aquel lugar durante mas de cinco minutos. --?Que te pongo, preciosa? --pregunto un camarero, sin dejar de preparar alrededor de diez mojitos a un mismo tiempo, con los vasos colocados sobre la barra formando una larga fila recta. Le mire asombrada. Es decir, tenia entendido que los hombres no podian hacer mas de dos cosas a la vez, pero ese especimen me estaba hablando... mientras movia las manos... Guau. Impresionante. Seguro que habria hecho un master en hosteleria o algo similar. --Dos San Francisco. --En seguida --contesto al tiempo que cogia varios vasos mas del estante. Permaneci muy quieta, como si fuese una estatua de hielo, ajena a la marabunta de gente que saltaba y bailaba animada a mi espalda. ?Desaparecerian todos si cerraba los ojos y contaba hasta diez? Definitivamente no, dado que alguien me estaba tocando el trasero. Me gire bruscamente y aparte la mano del intruso de un manotazo. Un chico joven, que tenia el cabello muy rubio, sonrio y se tambaleo hacia un lado sin dejar de mirarme. --?Que crees que estas haciendo?

  • Oriente de Jose Carlos Llop

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    El nuevo libro del autor considerado por la critica <> (Le Figaro).

  • Diez (Maeva Young) de Gretchen Mcneil

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    Una lectura llena de suspense, mezcla de terror, venganza y romance.

  • Cualquiera menos tu (Menos tu 1) de Estrella Correa

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    Itxel tiene dieciocho anos, el corazon roto, dos amigas como dos gotas de agua y una moto.
    Itxel se traslada a Granada a estudiar arquitectura, pero no sera lo unico que aprenda, porque la vida puede convertirse en una clase intensiva.
    Itxel prefiere no enamorarse.
    Nico no puede querer a nadie.

  • El correo de Napoleon (Misterio y leyendas 2) de Miriam Conde

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    ?Que sucede cuando una monja desafia a Napoleon?
    Sor Elvira, la joven abadesa del convento de Santa Brigida, debe alojar a las tropas que se han aduenado de la ciudad. ?Lograra proteger a sus hermanas de la lujuria de los soldados?
    Al frente de su ejercito, Napoleon Bonaparte persigue a los ingleses. Tiene en su mano la victoria, pero debe alejarse del frente y aguardar en Valladolid las alarmantes noticias que le llegan de toda Europa.
    Cuando Sor Elvira y Bonaparte se encuentran por primera vez, el emperador esta indignado. A las puertas de su palacio han apunalado a un correo para robarle una valiosa carta.
    Obligada a entregar al culpable, Sor Elvira iniciara una frenetica busqueda tras las huellas del asesino, que la conducira por los campos de batalla napoleonicos hasta los salones parisinos.
    ?Quien quiere evitar que Sor Elvira descubra su secreto? ?Lograra la abadesa descifrar las claves y salvar su vida?

  • Sakura de Matilde Asensi.

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    En 1990, Ryoei Saito, un multimillonario japones, adquirio El retrato del doctor Gachet, de Vincent Van Gogh, en una subasta de Christie’s por la suma mas grande pagada hasta entonces por una pintura: 82,5 millones de dolares. El multimillonario fallecio poco despues y, con el, el cuadro desaparecio para siempre.

  • Lord John y el prisionero escoces de Diana Gabaldon

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    Ano 1760. La <> existencia de Jamie Fraser -jacobita escoces- esta a punto de desmoronarse debido a la aparicion de Tobias Quinn, un antiguo camarada del Levantamiento.

  • El arte de la fuga de Vicente Valero

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    En verdad ninguno de los frailes apinados en aquella celdilla fria y oscura consiguio ver que el alma saliera de su boca, solo puntos amarillos de saliva expulsados de la lengua llagada, cuando el estertor se transformo en un suspiro ultimo, negro como el crujido de un alamo en la noche de invierno. Asi pues, pensaron todos entonces, el alma de los santos enamorados tambien era invisible; es decir, que se escurria como cualquier otra entre los labios resecos, casi azules, sin ser vista ni oida, para buscar inmediatamente despues, ansiosa, la frente ungida con los oleos y poder de esta manera tomar impulso hacia lo mas alto, deslizarse por fin hacia una paz definitiva. Hubieran dado todo cuanto poseian --aunque esto es, por supuesto, solo un decir, pues nada poseian aquellos pobres rezadores-- por contemplar el cuerpo moreno y entregado de la Amada, incluso sospechando que aquel deseo pudiera ser impuro, como tantos otros deseos del hombre, si bien las sagradas escrituras nada decian sobre aquel asunto. Pero Juan acababa de morir, se trataba ya de un hecho indiscutible, y en aquella covacha desnuda ni los descalzos de Ubeda ni aquellos otros llegados de Baeza y La Penuela habian conseguido vislumbrar el vuelo ultimo del alma, aunque Dios ya andaba por todas partes en aquella hora nocturna, nadie podia dudarlo, Dios era un olor bendito que emanaba de la carne podrida y de sus vapores todavia calidos, una luz humeda, casi irrespirable. Hacinados e inquietos, aquellos hombres flacos y devotos de la Virgen del Carmen se habian asomado a la boca del moribundo con la esperanza de ver. Alli buscaron, con los ojos bien abiertos, emocionados, unidos en el mirar, un ultimo rescoldo, una sombra palpitante, la mariposa de la fe. El poeta, el santo, el mistico, aquel fraile distraido y un poco loco --?cual de todos ellos era entonces o a cual se le esperaba mas alla de la vida y la muerte?-- se habia consumido entre estertores, despues de haber escuchado una vez mas las preciosas margaritas de Salomon, el canto perfecto del amor perfecto, y sus ojos empezaban a divisar una oscuridad nueva, todas las llagas de su cuerpo ardian como antorchas en la noche --?a que esperaba entonces el Amado?--, mientras los frailes besaban sus manos y sus pies, esperaban la salida fulgurante de la esposa. Dejaremos dicho aqui para empezar que durante aquel largo otono andaluz del ano 1591 hubo sol y hubo tormentas, despues de los ultimos sudores empezaron a caer las hojas de los arboles, llego por fin un dia la nieve a las cimas serranas, el cielo se lleno de nubes grises. Nadie sabe como seran sus ultimos dias, si hara frio o calor, si llovera y los rios inundaran calles y sembrados, si habra sequia y enfermaran los animales, o si la luz del sol, como una mano de madre imperecedera, acariciara una a una todas las palabras de la despedida. Puede que Juan supiera, sin embargo, cuando escogio Ubeda y no quiso ir a Baeza ni a Linares, como le suplicaron los frailes campesinos de La Penuela --aquel lugar silvestre donde comenzaron sus heridas--, que en su morir habria cielos de otono cada vez mas frios y solitarios, como los que su alma deseaba, pero el abrazo tambien de los hermanos descalzos y la fe no menos calida de los vecinos que nada sabian de el, que nunca habian oido hablar de sus canciones, y que su cuerpo imploraba tal vez como el de un nino desamparado. Durante aquellos casi ochenta dias ultimos que paso Juan en el convento ubetense, las noches fueron haciendose cada vez mas largas y oscuras, como el dolor de la carne y la soledad del sacrificio, pero no por ello la dulzura del otono estuvo ausente en aquella celdilla con su plenitud de estacion profunda y generosa. Asi, durante aquellos dias, hubo pajaros tambien en la ciudad, estorninos y petirrojos, grullas de paso, zorzales y codornices. Hubo un repetido runrun de aguas sobre las piedras de las murallas y de las iglesias, que Juan podia oir tendido en su camastro, tal vez con cierto placer, o al menos con el alivio que la lluvia concede siempre a los sedientos, y un viento que soplaba y batia las ramas de chopos y naranjos. Pudo beber el zumo rojo de la granada, morder la carne amarga del membrillo. Y por el estrecho ventanuco es posible que entraran alguna vez tambien el aroma de los limoneros y la rafaga candente del relampago. Que al padre Crisostomo, prior del convento, no le viniera nadie con monsergas de milagros ni de versos, el era un hombre de pulpito y de tratados gruesos. No habia visto nunca a un santo, pero si a muchos extraviados que se decian poetas, incluso a algunos herejes alumbrados que habian merecido el castigo riguroso pero justo de Roma. Lo mejor era hablar poco con el enfermo y, a ser posible, que nadie supiera que estaba alli con ellos. No era este prior, a decir verdad, un hombre envidioso, pero si un fraile asustadizo, cumplidor y obediente, que maldecia la hora en la que a Juan se le habia ocurrido ir a morirse a su convento. Cuando lo vio llegar, aquel anochecer caluroso de septiembre, a lomos de un burro fatigado, ya se temio lo peor. Y lo peor era entonces solamente que aquel hombre a quien su propia orden habia perseguido, encarcelado y ahora tambien desterrado, cuyas cartas habian sembrado las clausuras de palabras dudosas y de sofocos misticos, llegara ahora a Ubeda para repartir rimas y milagros. Se prometio entonces a si mismo, mientras Juan se bajaba con dificultad del pollino, que no se lo permitiria y, sobre todo, que no se dejaria enganar por el, por su habito raido y sucio, por su ya celebre jerigonza de nadas y desiertos, y menos aun por sus jaculatorias contra incendios y tormentas. Que habia venido a buscar exactamente el perseguido, sin embargo, lo sabria el prior muy pronto, cuando Juan cayo desmayado en la puerta del convento, con sus llagas y sus calenturas, porque aquella debilidad tan cierta --con aquel rostro suplicante y famelico, con aquel temblor de piernas-- le dio a entender que el enfermo lo habia elegido precisamente a el para que guiara su alma por el sendero ultimo de la noche y se compadeciera de su cuerpo en los dolores terribles, y con ello tal vez para ser seducido tambien, oh Virgen piadosa, por aquellas metricas italianas del demonio. Para los hermanos aquellas heridas inmensas y aquel morir en la celda mas oscura del convento pronto se transformaron en pura alegria, una gracia especial del Amado, la musica presentida y tantas veces solicitada. Se lloraba por los pasillos y, a hurtadillas del prior, cantaban las canciones de Juan, se abrazaban y se besaban; la felicidad era entonces aquello, un ir y venir entre lagrimas incontenibles, traer las vendas limpias y dar a lavar las sucias, lamer las sucias por el camino, llevarse a la boca el pus, la sangre negra, la saliva del poeta, agradecerle a Dios aquellos liquidos, aquel enfermo unico. Una y otra vez por los pasillos se oian las canciones del alma y el esposo, que tan bien se sabian todos, aprendidas en otros conventos lugubres --tan oscuros y frios como aquella mazmorra toledana donde habian sido compuestas casi quince anos atras--, dichas y repetidas muchas veces, calladas tambien otras muchas, segun soplara el viento de la regla o del prior, favorable u hostil a la musica amatoria y al cantor de Avila, pero siempre luminosas en el corazon secreto de los humildes. Ah, el coro de descalzos, voces olvidadas por el mundo, rezadores de la vieja ciudad de Ubeda: Bartolome de San Basilio, dulce y generoso, antiguo discipulo de Juan; Alonso de la Madre de Dios, inteligente y agradecido, lector de salmos y profecias; Bernardo de la Virgen, hermano lego, de dia y de noche a los pies del moribundo, siempre el perro mas fiel; Diego Pablo de Jesus, modesto y pequeno como un jilguero de la vega, bondadoso; Pedro de San Jose, mundano y alegre como un vino nuevo de aldea. Coro insospechado de servidores, adoradores de llagas putrefactas, moscas benditas. Todo empezo en aquel solitario retiro de La Penuela, lleno de olivos y de vinas, entre ermitanos labradores, adonde Juan habia llegado a principios de agosto, en plena canicula, para cumplir nuevo destierro, sin oficio, solo como un descalzo mas. La brisa de Sierra Morena invadia todas las mananas aquellas celdillas blancas con su olor a tomillo y a encinar humedo, con su musica de currucas tempraneras. Una docena de hermanos barbudos y penitentes regaban las coles en silencio, sembraban el ajo y la cebolla, o recogian la aceituna. Habia en aquel lugar tan puro una alegria de uva andaluza y de amor a la Virgen, unos cielos azules sobre los roquedales altos, una fe felicisima. Por fin el poeta que amaba las soledades y la luz podia tambien gozar de ellas, despues de tantos anos de disputas capitulares y de vicarias nomadas, despues de interminables andaduras. Por fin el fraile que amaba la obediencia podia tambien gozar de ella como un imberbe novicio castellano. Se dijo despues que, en aquellos dias soleados, iba a rezar todas las tardes junto a una vieja fuente de montana, rodeada de laureles y lentiscos, por donde saltaban las liebres, susurraban las tortolas y vigilaban los cernicalos. De rodillas y con las manos unidas en el pecho, como era habitual en el, aspirando siempre a lo mas alto, a veces levitaba, esto tambien se dijo despues. De su boca brotaba entonces la palabra como el agua de la fuente, fresca y natural, transparente y solitaria. Era Juan en La Penuela, a solas con la esposa que llevaba dentro, en coloquio verdadero, con ella y con su Dios enamorado. No habia amargura en su corazon ni recuerdo alguno de sus perseguidores que, sin embargo, no cejaban y aun dilataban sus discursos difamatorios por las extensas comarcas del carmelo. O tal vez si, puede que hubiera cierta amargura todavia, esto lo decimos nosotros ahora, algun resentimiento, pues fue aqui mismo tambien donde escribio que mejor se estaba en compania de piedras y garbanzos que de apostoles locuaces, de criaturas mudas que de hombres envidiosos. Comia entonces pan de habas con hierbas cocidas y era feliz. Ya de noche, dormia sobre unos manojos de romero tejidos y de sarmientos a modo de zarzo y era feliz. Encendia la llama de amor viva, una y otra vez, reescribiendo pasajes inconclusos, penetrando en honduras incandescentes, dejandose iluminar por ella. Hasta que un dia de aquellos de verano llegaron tambien las fiebres, y con ellas el cansancio y el sueno, la mirada vidriosa, aquella sed.

  • Con sabor a Irlanda, Olivia Ardey de Olivia Ardey

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  • El mapa de los dias de Ransom Riggs

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    Vuelven la magia, el misterio, los viajes en el tiempo y los personajes excentricos que pueblan la imaginacion de millones de lectores en el mundo.

  • Mirate en mi espejo de Goretty Nzeng

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    Mirate en mi espejo relata la vida de una serie de personajes en busca de la felicidad personal, mediante enganos, infidelidades y miedos.
    La mayoria son historias reales que le contaron a la autora, mostrando con gracia el pudor del sexo, los tabues y el placer encontrado en lo prohibido. Historias actuales, urbanas, de la vida cotidiana que nos ayudan a vernos en su espejo.

  • Salvada por el lobo de Mirajane

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    !Ella esta en peligro por mi culpa y necesito salvarla antes de que sea demasiado tarde!
    Solia ser el lobo alfa de mi manada, pero en este momento todo lo que anhelo es encontrar a mi pareja perfecta.
    Y Rose es la mujer que siempre he estado buscando.
    Ella es mi cliente, pero no me importa romper las reglas solo por esta vez. Me vuelven loco sus hermosos ojos y sus deliciosos labios, pero ha sido mordida por otro lobo que tambien la desea.
    Ha comenzado a convertirse en uno de nosotros y tengo que ponerla a salvo, ya que no permitire que nadie mas la reclame.
    No hay fuerza en el mundo que pueda arrebatarmela.

  • El desfile salvaje de Hugo Burel

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    Una historia del mejor cuno de la novela negra, una inquietante thriller psicologico que atrapa sin respiro y en el que se impone con fuerza el deseo, intenso y tan humano, de no resignarse a vivir una unica existencia.

  • Retaguardia roja de Fernando Del Rey

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    Desde una perspectiva centrada en los ciudadanos de a pie, a los que se les pone rostro y voz, Retaguardia roja indaga en las logicas subyacentes a la violencia que se desplego de forma brutal contra los adversarios politicos en la zona republicana durante la guerra civil espanola (1936-1939). En contraposicion con las modas y los estudios mayoritarios al uso, que han tendido a priorizar la historia de las ciudades y la poblacion urbana pese al perfil abrumadoramente agrario que presentaba la sociedad de entonces, la mirada se ha focalizado aqui en el mundo rural, escenario privilegiado para calibrar el significado y el alcance politico de los conflictos y contradicciones que recorrieron la Espana de los anos treinta.

  • Derrota al corazon de Emma Weimann

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    Pero eres una mujer. Ese sujeto era uno de los gerentes de la construccion mas repulsivo que Sam habia conocido en su vida. Se separo la camiseta gris del cuerpo y bajo la mirada hacia el sosten. --Si, lo soy. Definitivamente, una mujer. --Volvio a elevar la mirada e ignoro la forma en que el senor Hayes tenso la mandibula--. Vengo a pintar el apartamento de los Wallace. El sujeto clavo la mirada en el calendario. --Pero me dijeron que le habian encargado el trabajo a un Sam Freedman. Sam reprimio las ganas de golpearlo con los altoparlantes llenos de polvo que habia sobre el escritorio. --Sam es el diminutivo de Samantha. Y esa soy yo. Ya se lo explique dos veces. ?Por que no llama a los Wallace y simplemente les pregunta? Reprimio las ganas de gemir. ?Como era posible que un sujeto como ese obtuviera empleo en uno de esos lujosos complejos de apartamentos? El reviso la agenda sobre el escritorio. --No puedo. Estan de vacaciones. --Fruncio el ceno y contemplo la pintura, los pinceles y la escalera que ella habia llevado--. De acuerdo. Te llevare al apartamento. Pero ire a controlarte de vez en cuando. Para que lo sepas. --Al terminar, dejo la sala. Claro. Patan. ?Acaso pensaba que iba a robar aire de un apartamento vacio? Con un gesto negativo de la cabeza, Sam recogio la mayor cantidad de cosas que podia cargar. Las manijas de los baldes se le clavaron en los dedos. Tendria que regresar por la escalera. El senor Hayes se quedo de pie en el pasillo, con los brazos en jarra y un ceno tan fruncido que haria llorar a los ninos. --El elevador de servicio no funciona. Debemos tomar el otro. Intenta pasar lo mas desapercibida posible. Mientras lo seguia por el vestibulo de cielo raso alto, Sam intento ser silenciosa. Ese edificio emanaba una atmosfera de iglesia, construido para impresionar y presumir ante los visitantes. Ciertamente lo habia logrado con ella. Pasaron por una fuente rebosante con escalones acuaticos de pizarra. Sam no queria ni adivinar cuanto habia costado eso. Milagrosamente se las arreglo para meter todas sus cosas en el elevador vidriado; los baldes se plantaron con firmeza entre ella y el senor Hayes, quien le clavo la mirada al tiempo que entrecerraba los ojos. Los segundos parecieron horas. Finalmente, el elevador repico. --Llegamos. --Con desden, la observo luchar para sacar los materiales del elevador. Sam coloco los baldes en el piso. El pasillo estaba vacio. --?Que numero es? --El apartamento siete --escupio el senor Hayes a sus espaldas--. Al fondo del pasillo, la ultima puerta a la derecha. Antes de que Sam pudiera responder, se abrio la puerta a su izquierda. Una mujer con cabello largo y oscuro, vestida con un traje pantalon de un rojo intenso aparecio en el umbral. --Gillian, carino --grito hacia el apartamento--. Apresurate. --Se volvio hacia el senor Hayes--. Detenga el elevador, ?si? --Por supuesto, senora. --Casi se tropieza y cae para asegurarse de presionar el boton del elevador a tiempo. Sam apenas se contuvo de poner los ojos en blanco. El mismo hombre que no habia pensado dos veces dejarle hacer todo el trabajo de carga ahora practicamente se desvivia para asegurarse de que las puertas del elevador permanecieran abiertas para la femme fatale. Siempre lo mismo. Cuando una mujer tenia pechos del tamano de melones, cintura de avispa y cerebro de pajarito, los hombres se volvian locos. Sam sonrio. Bueno, por otro lado... le echo una mirada a la mujer en traje pantalon. De verdad tiene buenos pechos. Una segunda mujer salio del apartamento y cerro la puerta a sus espaldas. --De acuerdo. Estoy lista. --Le echo una mirada a Sam antes de bajar la vista y dirigirse hacia el elevador. Si, asi se deben sentir los insectos cuando los observa una mantis con ojos verdes. --Cielos, esas dos estaban buenas. --El senor Hayes casi se estaba babeando sobre la camisa. Este sujeto realmente es un cliche andante. Sam cruzo los brazos sobre el pecho. --?Tiene las llaves del apartamento? --Si, si, vamos. --Se alejo y la dejo cargando todo de nuevo. Que patan. Esperaba que la dejara sola tan pronto como estuviera instalada con todas sus cosas. Pero primero, probablemente le diria exactamente como debia haber su trabajo. Sam se sento en el suelo y apoyo su espalda protestante contra la pared. Esa noche requeria una ducha larga y caliente. Y una cerveza fria. Y una pizza. Satisfecha, miro las paredes con pintura blanca todavia fresca. Por mucho que le doliera la espalda luego de ocho horas de pintura, habia hecho un buen trabajo. Las dos habitaciones mas pequenas estaban terminadas. Quedaba la habitacion grande, lo que significaba un dia mas de trabajo razonable y bien pago. Los duenos del apartamento habian estado tan contentos con su disponibilidad para comenzar de inmediato que ni siquiera intentaron debatir su tarifa por hora. Eso habia sido una sorpresa agradable. A menudo, las personas adineradas resultaban ser los clientes mas molestos. Fue afortunada de que los duenos del apartamento fueran parientes de una de sus clientas mas antiguas y agradables. La vieja senora Henderson probablemente habia hablado bien de ella y se habia encargado de las negociaciones del pago. Y Sam estaba de acuerdo con eso. Abrio la botella de agua y bebio un sorbo. Trabajar en un edificio como ese era inusual para ella. A menudo eran propiedad de profesionales con sueldos altos y trabajos que demandaban que se quedaran a pasar la noche en la ciudad mientras sus deslumbrantes familias felices vivian sus deslumbrantes vidas felices en una casa no tan pequena en las afueras. Su opinion sobre eso era: trabajos aburridos, vecindarios aburridos, vidas aburridas y mas dinero del que nadie necesitaba. Suspiro. Esa vida bien podria haber sido la suya. El sonido del celular saco a Sam de su cavilacion. --?Si? --Hola, Sam, soy Linda. ?Como estas, guapa? Ag. Un llamado de su amiga y companera de trabajo solia significar mas trabajo o compras compulsivas de cosas que estaban en liquidacion en algun sitio. --Estoy bien. ?Que sucede? --Voy de camino a lo del senor Zimmer para hacer la instalacion electrica. Dime, ?vienes esta noche? !Mierda! --?A la fiesta? --?De que otro evento crees que hablo? Sam se paso una mano por el pelo. Se habia olvidado de la invitacion por completo. --No lo se. Solo tengo dos dias para pintar un apartamento entero. --Ay, vamos, Sam. Me lo debes. Si y me lo recuerdas cada vez que quieres algo. --De acuerdo. Pero no te prometo que me quede mucho tiempo. --Genial. Nos vemos esta noche, maquinita de amor. Sam dejo caer la espalda contra la pared. Mierda. Hasta ahi llego mi agradable noche de relajacion en casa.

  • No te ahogues en un vaso de agua de Richard Carlson

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    ?Te gustaria aprender a aceptar los problemas en lugar de resistirte a ellos?

  • Con mis bragas por bandera de Garbine Las Heras

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    ?Echabas de menos a las Incompresas?!Pues ya estan aqui! Claudia, Martina y Silvia, quienes nos mostraron El increible mundo de mear sentada vuelven a la carga y esta vez mas naturales que nunca. Silvia, ya totalmente inmersa en su rol de madre, empezara a entender que, en muchas ocasiones, <>. Con carino pero con claridad nos hablara de ampliar la familia, de abrirse al mundo laboral y de las trabas para la conciliacion. Claudia, a pesar de sus circunstancias y sus barreras, nos muestra una vez mas que con fuerza y decision puede superar todo lo que se proponga. ?Que implicara para ella el reencuentro con Jon? Martina, mas valiente que nunca, seguira dejandonos ser participes de los vaivenes de su matrimonio. ?Conseguira esta pareja recuperar la confianza perdida?

  • La patria de Enriqueta de Graciela Ramos

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    Enriqueta, hija de inmigrantes, lucha con todas sus fuerzas para salir adelante en una Argentina convulsionada: la decada infame, la de los anos treinta.

  • No entres docilmente en esa noche quieta de Ricardo Menendez Salmon

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    Este libro comienza en la habitacion donde un hombre agoniza mientras su hijo, el escritor Ricardo Menendez Salmon, busca en el ultimo paisaje que su padre ha contemplado una revelacion que quiza no exista. No entres docilmente en esa noche quieta es una ofrenda, una elegia y una expiacion; el intento por reconstruir una existencia que camina hacia la madurez, la de quien escribe, a traves de una existencia que se ha agotado sin remedio, y la de quien le entrego la vida.
    Como Philip Roth en Patrimonio, como Amos Oz en Una historia de amor y oscuridad, como Peter Handke en Desgracia impeorable, Ricardo Menendez Salmon se zambulle en las aguas de la historia familiar para explicarse a si mismo a traves de las luces y sombras de su padre. El resultado es un texto que recorre las estancias del heroismo y la miseria, la bondad y el desden, el gozo y la enfermedad, y que nos entrega un documento de contenida emocion y ardiente honestidad.

  • Limonov de Emmanuel Carrere

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    <>, advierte Emmanuel Carrere. Esta novela biografica o biografia novelada reconstruye la vida de un personaje real que parece surgido de la ficcion. Un personaje desmesurado y estrafalario, con una peripecia vital casi inverosimil, que le permite al autor trazar un contundente retrato de la Rusia de los ultimos cincuenta anos y al mismo tiempo aventurarse en una indagacion deslumbrante sobre las paradojas de la condicion humana. Poeta y pendenciero en su juventud, Limonov frecuento los circulos clandestinos de la disidencia en la Union Sovietica, se vio obligado a exiliarse y aterrizo en Nueva York, donde vivio como un vagabundo, fue mayordomo de un millonario y escribio novelas autobiograficas.

  • Cancion dulce de Leila Slimani

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    Myriam, madre de dos ninos, decide reemprender su actividad laboral en un bufete de abogados a pesar de las reticencias de su marido. Tras un minucioso proceso de seleccion para encontrar una ninera, se deciden por Louise, que rapidamente conquista el corazon de los ninos y se convierte en una figura imprescindible en el hogar. Pero poco a poco la trampa de la interdependencia va a convertirse en un drama. Con un estilo directo, incisivo y tenebroso en ocasiones, Leila Slimani despliega un inquietante thriller donde, a traves de los personajes, se nos revelan los problemas de la sociedad actual, con su concepcion del amor y de la educacion, del sometimiento y del dinero, de los prejuicios de clase y culturales. “Cancion dulce” gano el Premio Goncourt 2016.

  • El Libro de los Abrazos de Eduardo Galeano

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    El libro de los abrazos es una sintesis perfecta del imaginario mas inspirado de su autor. Celebraciones, sucedidos, profecias, cronicas, suenos, memorias y desmemorias, deliciosos y extraordinarios relatos breves en los que hasta las paredes hablan.

  • Alguien de Alice Mcdermott

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    La vida, con sus pequenas alegrias y momentos de felicidad, pero tambien con sus tristezas y desconcertantes altibajos, es el tema de esta novela extraordinaria. Los recuerdos aparentemente dispersos y desordenados de Marie Commeford, la protagonista y narradora de esta historia, una neoyorquina de origen irlandes, nos envuelven en una telarana invisible en la que se entretejen la infancia, el despertar sexual, los primeros amores, la maternidad, la formacion de una familia y la vejez.

  • Navidad en Edentown de Annabeth Berkley

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    Amanda Kerr fruncio el ceno, confundida. No habia visto en el parte meteorologico que fuera a nevar en el trayecto hasta Vermont. Se encogio de hombros, redujo la marcha y encendio la radio donde sonaba un alegre villancico. Queria unas vacaciones navidenas tradicionales y la nieve formaba parte de ellas. Hubiera preferido disfrutarla cuando llegara a su destino en lugar de en la carretera, pero sabia que no podia hacer nada al respecto y enfadarse era algo que no estaba dispuesta a permitirse. Aquel era uno de los objetivos que se habia planteado a principios de ano en el vision board en el que plasmaba aquello en lo que iba a enfocarse y, por supuesto, conseguir durante los siguientes doce meses. Habia incluido una foto de un mercadillo navideno, y era lo unico que le quedaba para cerrar el ano y darse por satisfecha. Habia triplicado su cartera de clientes, habia ahorrado e invertido lo que habia planeado, habia aprobado con buena nota el master previsto, y, por fin, le tocaba disfrutar de sus merecidas vacaciones navidenas. Eso era algo que no iba a encontrar con sus padres en la casa de Hawai, asi que, despues de informarse minuciosamente, habia reservado habitacion en un pintoresco hotelito rural y habia preparado su maleta a conciencia para no pasar frio. Unos kilometros mas y media hora conduciendo con bastante incomodidad, le hicieron tomar un desvio. La nieve habia empezado a caer con mas insistencia y no estaba disfrutando en absoluto del viaje. Decidio esperar a que amainara el temporal. Unos robustos arboles parecia que formaban un pasillo de entrada a ?Edentown? Eso le habia parecido leer en el cartel del desvio. Lo primero que vio fue una gasolinera, asi que detuvo el coche para preguntar por alguna cafeteria donde poder entrar en calor. Supuso que encontraria una en cuanto se adentrara un poco mas, pero no le gustaba perder el tiempo buscandola. Preferia ir sobre seguro. Dexter Campbell, el dueno de la gasolinera y el taller mecanico adjunto, envuelto en un calido anorak, se le acerco a paso rapido. Amanda bajo la ventanilla. --?En que puedo ayudarla? --le pregunto con su atractiva sonrisa. Amanda enarco las cejas, desconcertada. No esperaba un hombre tan guapo atendiendo la gasolinera. --Estoy buscando una cafeteria hasta que deje de nevar. Dexter asintio. La joven de ojos verdes y cabello castano rojizo parecia totalmente desorientada. Quiza deberia haber escuchado las noticias que hablaban del temporal que se avecinaba en lugar de los tipicos villancicos, penso. --Ademas de una cafeteria, deberia pasar a registrarse por el hotel --le sugirio amable--. Estamos en medio de una tormenta. Amanda se fijo que lucia una alianza en una de las manos que habia apoyado en su ventana a medio bajar. No le extranaba en absoluto que estuviera casado. Ademas de guapo parecia encantador. --De momento me conformo con la cafeteria. Dexter se encogio de hombros. Ya se daria cuenta por si misma. La nieve habia empezado a acumularse ligeramente en las aceras, y el capitan McLeod no tardaria en llamarle para que tuviera disponible la maquina quitanieves y la sal para esparcir y evitar posibles accidentes. --Siga recto hasta la calle principal que empieza en el lago. A mano derecha no tardara en encontrar la cafeteria de Carolyn. Los brownies son espectaculares, pero escoja lo que escoja le gustara. Y a mano izquierda llegara al hotel Eden's Star por si cambia de idea. Amanda asintio agradecida y subio la ventanilla mientras lo veia entrar al taller mecanico del que habia salido. No recordaba que en Nueva York se hubiera encontrado alguna vez un empleado de gasolinera tan atractivo, penso. Aunque tampoco utilizaba tanto el coche, reflexiono dirigiendose hacia ?el lago? ?la calle principal? Habia prestado mas atencion a sus ojos que a sus palabras. Llevaba mucho tiempo sin pareja. Quiza demasiado. Pero no la echaba en falta ni tenia interes alguno en encontrar una. Trabajaba muchas horas, ganaba mucho dinero, se superaba constantemente a si misma... y era feliz con la vida que llevaba. Sintio que la boca se le abria al ver la bonita imagen de los arboles, la pradera y los bancos de madera nevados que enmarcaban el lago helado del que le habia hablado. Paro el coche en doble fila y bajo con rapidez para hacerle una foto con el movil. Quiza ese paisaje fuera bonito de ver en verano. Aun no habia preparado el vision board del ano que no tardaria en empezar. Podria incluir Edentown en una proxima visita, decidio. Volvio a meterse en el coche y apenas habia conducido unos metros por la que debia ser la calle principal, decorada con motivos navidenos, cuando vio un escaparate de galletas, y cupcakes con un pequeno cartel en la puerta de al lado, avisando de que era una <>. Supuso que era alli donde debia parar. Penso que a la tal Carolyn le vendria bien un cartel mas grande, quiza con su nombre impreso. Aparco muy cerca, se puso el abrigo, el gorro y la bufanda antes de salir, y cogio su elegante bolso. Una corriente de aire frio y la nieve cayendo en ligeros pero continuos copos, tambien parecia que le daban la bienvenida a ese lugar. Se quedo mirado el escaparate como si fuera una nina. Le encantaron la bonita coleccion de galletas glaseadas con diferentes formas navidenas, los cupcakes con motivos y colores similares, los bombones variados y hasta los bastones de caramelo. Eso estaba buscando, sonrio. Navidad en estado puro. Miro a su derecha. La calle estaba decorada con mucho gusto, acorde con las fechas que eran, los arboles nevados adornados con pequenas luces, personas muy abrigadas que se sonreian entre ellas, la nieve en las aceras... ?Que mas podia pedir? Un escalofrio le recordo la necesidad de guarecerse al calor de la cafeteria, y sonriente, entro. Ademas del abrazo de calor que sintio, el olor a cafe y a reposteria recien hecha, la invadieron. Era mejor de lo que habia podido imaginar. La mujer morena tras el mostrador le sonrio dandole la bienvenida. Amanda se quito el gorro y la bufanda y fue hacia ella. Le parecia conocerla, pero era algo imposible porque nunca habia estado alli. Se fijo en las diferentes bandejas con dulces para elegir. --?Que te apetece? --No soy capaz de elegir --le confeso--, pero me han dicho que los brownies son muy buenos. --Has preguntado a Dexter en la gasolinera --le respondio la mujer risuena de ojos oscuros. Amanda se sorprendio, pero asintio mientras se encogia de hombros. --A Dexter le gustan los brownies porque su mujer se llama Bronwyn --le explico-- y a veces le hace rabiar cambiandole el nombre, pero te gustara cualquier otro dulce. --Si, eso tambien me lo dijo --le sonrio decidiendose por un cupcake de chocolate blanco y almendras--. Ponme uno de esos y un te con canela. --Perfecto, te lo llevare a la mesa. Richard O'Roarke se fijo en la bonita mujer que acababa de entrar en la cafeteria. No la habia visto antes. Alta, delgada, bonitos ojos verdes. Se removio incomodo en su silla. ?Por que si habia tantas mujeres atractivas en el mundo el no terminaba de dar el paso y salir con alguna en serio? --?Que te ocurre? --le pregunto su hermano sentado frente a el mirando a sus espaldas para fijarse sin mayor detalle en la desconocida a la que miraba su hermano. --Nada --le mintio dando un sorbo a su cafe para evitar mirarle a los ojos. Mike lo miro con los ojos entrecerrados. --?Seguro? Richard nego con la cabeza. --No es nada. --Llevas aqui menos de tres horas y pareces un leon enjaulado ?ya echas en falta llevarte a alguna mujer a tu atico de la ciudad? Richard lo miro con una mueca. No lo habia hablado con su hermano porque ni el tenia claro lo que le pasaba. Creia que tenia todo lo que queria. Habia trabajado mucho por conseguir su atico de lujo en uno de los mejores barrios de la ciudad, y habia conseguido ser socio del bufete de abogados en el que trabajaba, en menos de tres anos. Tenia un cochazo impresionante, se movia entre empresarios, inversionistas y prestigiosos abogados, viajaba cuando y donde queria y, de repente, su hermano se convertia en padre de una nina preciosa y le asaltaban cientos de dudas. Que su hermano abandonara su vida de lujo por recluirse en una clinica veterinaria en Edentown le habia sorprendido; que se enamorara de una mujer sencilla y encantadora, tambien, pero ser testigo de la transformacion silenciosa que lo habia convertido en padre y en un estimado miembro de la comunidad donde vivia, le habia dejado sin palabras. Buscaba cualquier excusa para viajar hasta Edentown y mirar embobado a su preciosa sobrina recien nacida. Alice era sencillamente perfecta. No tenia ni un mes y ya sentia verdadera devocion por ella. La primera vez que la pequena le habia cogido su dedo con su suave manita sintio tal emocion que, mirando a su hermano, supo que ambos estaban perdidos. Alice podria hacer con ellos lo que quisiera. No podia explicarselo con ninguna logica, pero desde que se habia convertido en tio todo lo que veia se lo queria regalar a su sobrina. Lacey, su cunada, le habia hecho prometer que no le compraria ningun animal de peluche de mas de un metro, porque despues de los dos ultimos ya no sabia donde guardarlos. El triciclo, la cocinita para jugar y el tren electrico le habian dicho que se lo guardarian para darselo cuando pudiera jugar con ellos, pero tampoco habia podido evitar comprarselos. Era su unico tio y queria ejercer como tal, aunque fuera demasiado pequena para ser consciente de cuanto la queria. ?Como podia un bebe transformar tanto a un hombre? Entendia lo que le habia pasado a su hermano, que a fin de cuentas era su padre, pero ?a el? El era muy feliz con su vida... o eso habia creido siempre. Tenia que volver a la ciudad, suspiro. Aun tenia tres horas de viaje, pero cada vez le costaba mas irse de alli. --Bueno, te esperamos para Navidad --le recordo Mike--, pero no le traigas nada mas a Alice. No me vas a dejar malcriarla si le regalas tu todo. --Tu eres su padre. La tienes que educar. Yo sere quien la malcrie. --Pues no te defendere ante Lacey --le sonrio Mike con los ojos brillantes como cada vez que hablaba de su bonita mujer. Richard sonrio con cierta envidia. Su hermano habia dejado todo atras y habia cambiado de vida. El no estaba seguro de ser tan valiente. Amanda miraba a su alrededor con una sonrisa distraida. Parecia estar dentro de una pelicula navidena de esas que ponian en la sobremesa los fines de semana. Estaba deseando llegar a Vermont y participar de lleno en todas las experiencias navidenas que pudiera. Se fijo en que las personas que habia en la cafeteria estaban relajadas y sonreian. Parecia que el estres estaba solo presente en las grandes ciudades. Miro dos veces a los dos hombres que estaban tomando un cafe junto a la ventana. Debian de ser hermanos, a juzgar por el parecido. Morenos, ojos verdes, bastante atractivos... Pero uno debia ser de la ciudad, penso, porque tenia el ceno fruncido, el cabello ligeramente engominado, y parecia preocupado por algo. Suspiro. Ella no pensaba fruncir el ceno. Estaba de vacaciones y no iba a preocuparse por nada. En cuanto dejara de nevar continuaria su viaje. Carolyn Winter acerco a la desconocida su pedido sobre una bandeja cuando vio entrar a James McLeod, el capitan de policia de Edentown. Alto, atractivo... Amanda tambien se fijo en el. Lo vieron acercarse a la barra y mirar a los clientes de la cafeteria, como si estuviera buscando a alguien. Se fijo en uno de los dos hermanos morenos. --Richard, las carreteras estan cortadas hasta nuevo aviso --le informo acercandose a su mesa--. No podras salir de Edentown, por lo menos hoy. Acabamos de senalizarlo ahora. El aludido asintio sintiendo una especie de alivio. Amanda fruncio el ceno al escuchar al policia. ?Quedarse alli? Tenia reserva en Vermont. Se levanto dejando a Carolyn junto a su mesa y se acerco al guapo policia. --Disculpe, ?y no sabe cuando volveran a abrir? --No, senorita, acabamos de cerrar la salida de Edentown --le respondio serio--. Teniendo en cuenta las horas y que esta previsto que nieve toda la noche, es probable que tenga que quedarse en Edentown dos noches por lo menos. ?Dos noches? Eso no estaba en sus planes. Si estaba dos noches alli, llegaria a Vermont solo con tres dias para contagiarse de su espiritu navideno y poder celebrar la Navidad que se habia propuesto. Con el ceno fruncido llego a su mesa donde Carolyn la esperaba con el telefono movil en la mano. --?Necesitas reservar habitacion? Amanda la miro confundida. ?Habitacion? Claro. --Si, disculpa --le dijo a Carolyn--. El hombre de la gasolinera... --Dexter. --Dexter me dijo que habia un hotel hacia la izquierda. --Si, este es el telefono --le tendio su movil donde se veia el numero escrito. Amanda cogio su propio telefono y llamo. Tambien tendria que anular la reserva de esas dos primeras noches en Vermont. No le gustaba que los planes le cambiaran de repente, y mas cuando lo tenia todo programado de una manera tan perfecta. --Avisare a Lacey de que te quedas en casa --le dijo Mike a su hermano con una sonrisa--. Lo siento por ti, hermanito. Tu atico y alguna de tus amigas tendran que esperar. Richard nego con la cabeza. --No quiero molestar. Me quedare en el hotel. Alice es muy pequena y Lacey tendra que descansar. --Lacey se enfadara si vuelvo sin ti sabiendo que estas en Edentown. --Dile que te he amenazado con regalarle a Alice otro conejo de peluche gigante. No te preocupes, dormire en el hotel, pero pienso estar con mi sobrina a todas horas. Ya que me quedo, pienso disfrutarlo. Amanda respiro mas tranquila cuando reservo la habitacion en el hotel de Edentown y aplazo la llegada al hotel de Vermont. Se levanto para pagar su consumicion cuando vio entrar a una joven morena y airada senalando al policia con su dedo indice. --James, no es posible que no se pueda salir de Edentown. Haz algo --le dijo antes de poner los brazos en jarras. Amanda no supo identificar su acento. --No puedo hacer nada --le respondio el policia levantando las manos en senal de rendicion. Un joven muy guapo entro tras la mujer morena con un nino pequeno en brazos. --James, perdona, hemos hecho tarde para salir hacia el aeropuerto... Una joven rubia con un rostro perfecto entro en la cafeteria. Llevaba un serio traje de chaqueta y tenia una carpeta entre las manos. --?Peter? ?Isabella? ?Que haceis aqui? Creia que estariais ya de camino a coger el avion hacia Italia --le hizo una carantona al bebe mientras le sonreia con carino y le daba un beso en la mejilla regordeta. --Hola, Jane --la saludo el joven--. Se nos ha hecho un poco tarde. Pietro no tenia ganas de comer... Es una larga historia... No parece que podamos salir de viaje. --No saldremos de viaje hoy, pero yo voy a pasar la Navidad con mi familia --exclamo Isabella visiblemente molesta--. Pietro quiere ver a su tio y sus primos. Peter Muldoon sonrio a su mujer. Pietro era demasiado pequeno para saber lo que queria. Bastante tenia con avisar cuando queria comer y ellos con entender sus senales cuando no queria. --Pietro solo quiere comerse la jirafa de juguete, carino. Habla con tu hermano, lo comprendera. Isabella lo miro con sus oscuros ojos entrecerrados. --Soy yo la que no lo comprende, Peter --miro al policia--. James, haz algo. James miro a Peter incomodo. Isabella resoplo antes de salir airada. --Disculpa, James -- le dijo Peter al policia--. Isabella esta un poco sensible estos dias... Navidad, familia... ya sabes. Salio detras de su mujer mientras el pequeno despedia con su manita a la bonita rubia. Amanda espero paciente a que le cobraran. Por lo visto no era la unica a la que los planes le habian cambiado. La joven rubia se sento en uno de los taburetes altos con un suspiro antes de mirar a Carolyn. --Mientras la nieva no nos impida celebrar la feria... Amanda la miro directamente. --?Hay aqui una feria? ?De esas de Navidad? --Si --le sonrio Jane Muldoon dandole un folleto con las actividades preparadas--. Puedes hacer tu propia guirnalda, decorar tu galleta de jengibre, tomar un ponche espectacular o comprar los ultimos regalos. Tambien hay chocolate caliente, y Santa aparece cuando menos te lo esperas. Carolyn sonrio al escucharla y miro a Amanda. --Jane la ha organizado. Veras como te gusta --le dijo con seguridad. Amanda sonrio convencida. Las cosas parecia que se iban arreglando.

  • Cinder y Ella de Kelly Oram

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    ?Que harias si tu mejor amigo virtual fuese una estrella de Hollywood? Ellamara vive en Boston con su madre, esta en su ultimo ano de instituto y le encantan los libros de fantasia, en especial la saga de Las cronicas de Cinder. Eso la llevo a abrir un blog donde resena libros y peliculas. El dia de su cumpleanos, Ella sufre un grave accidente que tendra profundas consecuencias en su vida. Brian Oliver es el actor de moda de Hollywood. Tiene legiones de seguidores y, para que alcance los galardones mas preciados del cine, sus representantes deciden organizar un falso romance con Kaylee, su companera de reparto. Todo va segun lo previsto hasta que Brian recibe un correo electronico de una vieja amiga a la que conocio por internet.

  • Las manos de mi madre de Karmele Jaio Eiguren

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    Veo una nina en la orilla de la playa. Levanta un muro de arena mojada, lo moldea con sus manos hasta construir la proa de un barco, y se sienta dentro, de cara a las blancas olas, con los pies al frente. Tiene los pies arrugados, como sus manos. El agua se le acerca, y una ola ataca la parte izquierda de la proa, pero la nina vuelve a levantar el muro y se queda de rodillas, con el tirante del banador caido del hombro, preparada para hacer frente al siguiente ataque. Sabe que el mar acabara ganando la batalla y que las olas arrastraran su barco de arena como la lengua se lleva un helado, pero, aun asi, defiende con unas y dientes su pequeno reino. Con las mandibulas bien prietas. Huele a verano. Recuerdo el olor de la crema de sol mientras la mano de mi madre resbalaba por mi espalda. Mi padre paseando por la orilla y mi madre tumbada en una hamaca. Hoy, treinta anos despues de haberse tomado esta fotografia, mi madre tambien esta tumbada, aunque no en una hamaca de playa, sino en la cama de un hospital. Y el calor se ha hecho frio, el ocre de la imagen se ha vuelto blanco. Es un blanco casi violento, como el de la silla en la que estoy sentada y desde la que miro las manos de mi madre, mientras guardo en el bolso la vieja fotografia en la que una nina se atreve a retar al mar. Estan posadas sobre las sabanas, sin mover un dedo, parecen manos de piedra, como si la sangre de sus venas se hubiera convertido en agua estancada. Esconde con sus manos el nombre del hospital estampado en el embozo, como si quisiera ocultar donde se encuentra. Como si, incluso dormida, hiciera todo lo posible para no preocupar a nadie. Esconde con sus manos la palabra Ospitalea estampada en las sabanas, igual que ha ocultado durante anos tantos suspiros y lagrimas, secandolas en el delantal de cocina. Pero entre los dedos ha dejado al descubierto parte de la palabra: ...tale. Y me hace gracia, porque la palabra tale significa "cuento" en la lengua de mi marido, y desde que la ingresaron, mi madre tambien vive en una especie de cuento. Cuando me acerco a ella, me parece ver en sus ojos siluetas de ninas jugando en el patio de un colegio, e incluso me parece oir sus gritos y sus risas. Cuando abre los ojos, nos sonrie a Xabier y a mi, pero no nos reconoce, aunque seamos sus hijos, aunque un dia nos diera la vida en este mismo hospital, antes de que lo reformaran. Aun asi nos sonrie, y su sonrisa aligera la carga que sentimos sobre los hombros desde que la ingresaron. En parte, al menos. Mi madre lleva ya mas de una semana rodeada de sabanas blancas y azules, y si las cosas no cambian mucho, nos van a dar las Navidades aqui, sin salir del hospital. Estamos solas en la habitacion, y ella duerme. Duerme casi todo el dia, como los bebes. La cama de al lado de la ventana esta vacia y solo las toses de otras habitaciones rompen este silencio incomodo. Escucho mi respiracion, tambien la de mi madre, y no consigo concentrarme en nada mas que en mirar sus manos. Soy incapaz de leer dos lineas seguidas de una revista, o seguir contemplando con tranquilidad las fotografias que he traido para ensenarle, para hacerle recordar, tal y como nos pidio el doctor. Las venas de sus manos parecen carreteras llenas de curvas. Son las mismas manos que alzan la barbilla de una nina en una foto en blanco y negro. "Levanta esa cabeza, Nerea". Recuerdo las manos de mi madre en mi barbilla, animandome para que mirara a la camara. Miro a la cama vacia que hay junto a la ventana e imagino a una nina y un nino saltando sobre el colchon. Se lanzan cojines y rien, rien sin descanso. La habitacion se llena de risas infantiles, y tras ellas, oigo al fondo la voz de mi madre, "no hagais tanto ruido que subiran los vecinos", pero la nina y el nino siguen saltando, y riendo, como si estuvieran en el patio del colegio. Y me veo riendo, saltando sobre la cama. Mi hermano desaparece, tambien la voz lejana de mi madre. Salto con fuerza sobre el colchon, y me quedo en el aire, colgada del cielo, como si me hubiesen crecido alas en la espalda, y un fuerte viento me arrastrara de repente por la ventana. Sobrevuelo la ciudad buscando algo, como una gaviota sobre el mar. Paso por encima de tejados rojos y chimeneas humeantes, hasta llegar a la ventana entreabierta de una casa. Me cuelo y aparezco en una sala de estar. Hay un televisor de la marca Telefunken enfrente y sobre el una foto, en un marco. Ahi estan. Nada mas verlas descubro que es lo que buscaba. Son las manos de mi madre. Manos en blanco y negro que alzan la barbilla de una nina que apenas se atreve a mirar a la camara. Y de repente todo se vuelve blanco y negro y escucho una voz lejana, "Nerea ?quieres hacer el favor de levantar la cabeza?". La voz me pide que mire al fotografo, por favor, y cojo aire y aspiro el olor a lejia y jabon de Marsella de las manos de mi madre que me sujetan la barbilla. Una melodia proviene de la cocina. Mi madre escucha alli la radio, mientras remienda los calcetines de futbol de mi hermano con las gafas en la punta de la nariz. Cierro y abro los ojos y la veo apuntando en un cuaderno los gastos de la compra, "tomates cinco pesetas, huevos siete pesetas", dejando casi sin punta el lapiz afilado con cuchillo. La veo en una habitacion, sentada al borde de la cama de una nina, acariciando con su mano su frente y susurrandole una cancion. No callara hasta que la nina se duerma. La melodia me sobresalta. Miro a mi madre, tumbada en la cama del hospital, y compruebo que no es ella la que canta. No ha abierto la boca. Sigue quieta como el muro de una iglesia centenaria. Pero yo sigo oyendo la voz que susurra una cancion de cuna. No callara hasta que la nina duerma. Y por un momento, siento las manos de mi madre acariciando mi frente, a pesar de que estan quietas sobre la sabana. A pesar de que parecen de piedra. Y mis ojos siguen sin apartarse de sus manos. Las miro con tanta atencion que hasta llego a creer que sus dedos van a echar a hablar en cualquier momento, que voy a encontrar en las manos de mi madre la respuesta a todas las preguntas que nunca le hice, que voy a poder escuchar los pensamientos que ha guardado durante anos. Todo eso simplemente mirando con atencion sus manos. Mirando esas mismas manos que ocultan ahora la palabra hospital estampada en la sabana. Entre sus dedos se puede leer la palabra tale, "cuento" en la lengua de mi marido, y no puedo evitar sonreir, porque desde que la ingresaron, mi madre tambien parece vivir en un cuento. Con la sonrisa congelada, alzo la vista y miro hacia la cama vacia junto a la ventana. Las sabanas estan revueltas, como si alguien hubiese estado saltando sobre ellas.

  • Lady Morgan de Emma G. Fraser

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    Lady Morgan es una joven inglesa rebelde que, tras presenciar el asesinato de su madre, jura encontrar al responsable y hacerle pagar por sus actos. Despues de dos anos de intensa busqueda por toda Escocia, Morgan se cruza con Ray Logan, un atractivo escoces a quien acusa de ser el asesino.
    Tras esto, Ray huye y secuestra a Morgan hasta aclarar el malentendido que los llevara por una intensa busqueda en la que no solo encontraran al verdadero asesino, sino tambien el amor.

  • El intelectual melancolico de Jordi Gracia

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    Al autor de este cuaderno, nacido en Barcelona en 1965 y profesor de universidad desde hace veinte anos, le llegara un dia u otro la hora de la melancolia. Mientras tanto, se protege contra ella proponiendo una diatriba contra quienes leen en clave depresiva las transformaciones del presente.