• libro obsesionado con tus curvas - Natalia Diaz Colon

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    Una joven latina que busca progresar en la vida; es por eso que se muda a la Florida, en busca de conseguir un buen empleo, pero la vida ha sido injusta con ella. Por su sobrepeso ha tenido que lidiar con el rechazo de la sociedad y entre ellos, con el de su madre. Todos la juzgan por su apariencia y no toman el tiempo de conocerla. Un dia recibe una llamada para una entrevista en la empresa Collman Enterprise, presentia que seria otro fracaso mas, pero no fue asi. La vida de Jasmin esta a punto de cambiar y no sera precisamente por el trabajo.

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  • Obsesionado Con Tus Curvas - MangaToon

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    Jasmin estará más cerca de cumplir sus sueños, y William quedará obsesionado con sus curvas... Romance Comedia CEO Completas Contratadas Grandes Curvas.

  • Obsesionado con tus curvas by Natalia Diaz Colon - Goodreads

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  • Obsesionado con tus curvas (PDF) - Natalia Diaz Colon

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  • Y yo a nosotros (Bilogia ‘Y yo’ 2) de Elsa Garcia

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    Veinte meses. Ese es el tiempo que ha tenido Jota para cerrar cicatrices, echar de menos a su familia y decidirse a volver. Todo sigue tal y como lo recordaba. Solo hay un pequeno cambio. Uno muy guapo y muy tatuado. Lucas es casi tan encantador como molesto. Tiene una paciencia infinita con los pequenos con los que trabaja en el centro de Ana y Javi, y se ha propuesto sacar de quicio a Jota. Aunque ella va a intentar que no le afecte, porque solo quiere volver a brillar como antes, divirtiendose con esos amigos a los que tanto extrano y que consiguen devolver el color a sus dias entre canas y risas. Y es que solo necesita estar de nuevo en casa para poder sonreir otra vez sin que pesen los recuerdos, esos que siempre evoca con los ojos azules y un hermano que lo necesitara de vuelta en Madrid. Hay reencuentros para los que no sabe si esta preparada. Pero la vida no pregunta ni pide permiso. Hay trozos de felicidad disfrazados de personas. Pero para poder disfrutarlos tiene que dejar caer barreras muy altas. Hay canciones con nombres propios. Pero el miedo a veces es mas poderoso que las ganas.

  • Tipos duros. Aiden de Isabella Marin

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    Aiden King es ahora el principe del rap, pero su vida no siempre fue portada de una revista. Antes de que sus singles empezaran a encabezar tops alrededor del mundo, Aiden era el cajero de una gasolinera, vivia en una casa sin luz y sin calefaccion, y no conseguia ganar lo suficiente como para poder alimentar a su familia.

  • Amar al Jefe de Lexy Timms

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    De la mano de la autora de exitos en ventas Lexy Timms, nos llega un romance billonario que te hara desvanecer y enamorarte una y otra vez.

  • Tambores de otono (Forastera 4) de Diana Gabaldon

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    Despues de huir de Escocia, en 1766 Claire y Jamie emprenden un viaje hacia America. Tras naufragar en la costa de Georgia, deciden instalarse finalmente en las montanas de Carolina del Norte con la esperanza de construir una granja y mantenerse alejados de la inminente Revolucion Americana. A su vez, Brianna Randall, viviendo la comodidad de 1968, siente la perdida de su madre y la curiosidad por un padre al que no ha conocido. Pero un descubrimiento inquietante acerca de sus padres les lleva a ella y Roger a viajar al pasado para cambiar la historia arriesgando su propio futuro.

  • Venganza o pasion (Deseo Deseos Prohibidos) de Maxine Sullivan

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    Gemma Watkins se detuvo en seco mientras salia de la sala de espera del hospital. Un hombre alto avanzaba a grandes zancadas por el pasillo. Sus anchos hombros, su andar decidido le recordaban a... <>. En ese instante, el la vio. Dudo un instante y luego apreto el paso hasta que llego junto a ella. -Gemma... La voz de Tate se le deslizo por la piel provocandole un temblor de aprension. Aquel hombre habia sido su amante. El hombre del que habia estado enamorada. El hombre que le habia roto el corazon hacia casi dos anos. No se podia creer que fuera el. Tate Chandler era un empresario australiano que habia llevado el negocio familiar de relojes de lujo a un nivel nunca conocido hasta entonces y le habia dado un gran prestigio internacional. Era un hombre con una presencia imponente fuera cual fuera el lugar en el que se encontraba, tanto si se trataba de su despacho en una de las calles mas prestigiosas de Melbourne, su atico de lujo en uno de las zonas mas ricas de la ciudad o en los pasillos de aquel hospital. Era un multimillonario cuya poderosa apariencia iba mas alla de su increible atractivo. Todo lo que tocaba se convertia en oro y sus caricias tambien lo eran. Gemma lo sabia de primera mano. Trago el panico que se le formo en la garganta. -Hola, Tate. Los ojos azules de el recorrieron la larga melena rubia que cubria delicadamente los hombros de Gemma. Observo el rubor que tenia las mejillas y, entonces, entorno la mirada. -Espero que el hecho de que estes aqui sea una mera coincidencia. -No se a que te refieres. -Mi familia ha inaugurado hoy el nuevo pabellon de pediatria en memoria de mi abuelo. ?No te habias enterado? Ha salido en todos los medios de comunicacion. -No, no me habia enterado -replico ella. Habia estado demasiado ocupada trabajando y tratando de mantener la cabeza fuera del agua-. ?Significa eso que tu abuelo ha... muerto? -Hace tres meses. -Lo siento mucho. Bueno, tengo... -?Que es lo que estas haciendo aqui? -Estoy con... una persona. -?Se trata de un hombre? -Mmm... si. -Por supuesto que se trata de un hombre -se mofo el-. Nada ha cambiado en ese aspecto, ?verdad? -Esto no tiene nada que ver contigo, Tate. Adios. Hizo ademan de pasar al lado de el, pero Tate le agarro el brazo y la obligo a detenerse. -?Sabe ese pobre infeliz que es tan solo uno de muchos? -Yo... -?Tu que? ?Que no te importa? Creeme si te digo que se eso mejor que nadie. Aquellas palabras escocieron a Gemma. Se habia entregado de buen grado a Tate el dia en el que lo conocio en una fiesta celebrada por el arquitecto para el que ella trabajaba. Se habia enamorado instantaneamente de Tate. Despues de lo ocurrido con el, solo podia dar gracias a Dios por no haberle dicho lo que sentia. Por alguna razon, se habia reservado aquel secreto y habia conseguido mantener su orgullo intacto en parte cuando el le dio la espalda despues de llevar un mes de relacion. Durante las breves semanas que pasaron juntos, apenas salieron del atico de Tate. El mejor amigo de Tate era el unico que conocia su relacion. El recuerdo de todo lo ocurrido le hizo echarse a temblar. Aquel inesperado encuentro resultaba muy injusto, pero, a pesar de todo, no podia decirle a Tate la verdad. No podia. Podria ser que el decidiera... -Ah, ahi estas, Gemma -dijo una voz femenina a pocos metros de distancia. Gemma contuvo el aliento y se volvio a mirar a la enfermera que salia de la sala de reanimacion-. Esta bien, cielo -anadio, Deirdre, la enfermera, antes de que ella pudiera preguntar-. Y ya se ha despertado. -!Gracias a Dios! -exclamo. Gemma se olvido de Tate cuando un intenso alivio se apodero de ella. Era una operacion sin importancia, pero, como toda cirugia, no estaba exenta de riesgos. Deirdre observo a Tate y vio que el tenia agarrada a Gemma por el brazo. Entonces, fruncio el ceno. Gemma comprendio que tenia que actuar con rapidez. Se sobrepuso a lo que se sentia y esbozo una sonrisa tranquilizadora. No queria tener que dar explicaciones de nada. Por eso, cuanto antes se alejara de Tate, mejor. -Ya voy, Deirdre. Muchas gracias. La enfermera permanecio inmovil un instante antes de que pareciera que aceptaba que no habia ningun problema. -En ese caso, voy a decirle a Nathan que mama va a ir a verlo enseguida. Con eso, la enfermera regreso a la sala de reanimacion. -?Tienes un hijo? -Si -respondio. No podia negarlo. De repente, la expresion de Tate reflejo una cierta dosis de sospecha. -?Y se llama Nathan? Gemma asintio. -El nombre de mi abuelo era Nathaniel. -Es un nombre bastante comun -repuso ella mientras se maldecia en silencio por haberse permitido aquella unica debilidad. De repente, el lanzo una maldicion. Entonces, solto el brazo de Gemma y se le adelanto. Ella, como una fiera, se coloco delante de Tate y se interpuso entre la puerta y el. -Solo tiene diez meses, Tate -mintio. -?Es de Drake? -!No! Tate nunca la habia considerado inocente en lo que se referia a lo ocurrido con su amigo. Drake Fulton siempre la habia puesto nerviosa dado que se mostraba demasiado amistoso cuando Tate los dejaba a solas juntos, dejando bien claro que la deseaba. Al final, no la habia conseguido, pero se habia asegurado de que Tate tampoco se quedara con ella. -Por lo tanto, tu hijo es de otro hombre. -Si. De el. Rezo para que Tate se diera la vuelta y se marchara. Por el contrario, el la sorprendio y siguio avanzando. Ella lo alcanzo rapidamente. Estaba muy preocupada. -?A... adonde vas? Tate siguio andando en direccion a la sala de reanimacion. -Bueno, me has mentido antes. -No te menti. Yo... Gemma tuvo que esquivar a una joven pareja que andaba por medio del pasillo y luego volvio a alcanzar a Tate. El la ignoro y apreto el boton que habia en el exterior de la sala de reanimacion para abrir las puertas. Gemma entro con el. Deirdre estaba atendiendo a uno de los pacientes. Ella vio como examinaba la sala y como su mirada reparaba en una cuna que estaba mas alla del puesto de enfermeras, apartada del resto de las camas. En ese momento, practicamente con un movimiento sincronizado, los dos echaron a andar. Se detuvieron cuando llegaron junto a la cuna, en la que un nino muy pequeno de cabello rubio jugaba con un osito de peluche. Nathan levanto la mirada y Gemma contuvo el aliento. Tate no podia saberlo. Simplemente no podia... Entonces, Tate se volvio para mirarla. Tenia el rostro muy palido, pero parecia querer asesinarla con la mirada. Ella iba a pagar muy caro por lo que habia hecho. *** Tate sintio que la respiracion se le cortaba en el momento en el que el nino levanto la mirada y le atrapo el corazon para siempre. Durante un instante, Tate estuvo a punto de desear que el nino no fuera suyo, que pudiera darse la vuelta, salir huyendo y no tener que ver a Gemma nunca mas. No queria que ella volviera a formar parte de su vida. Sin embargo, con una mirada habia sido suficiente. Aquel nino era su hijo. El no iba a irse a ninguna parte. Justo en aquel momento, el nino vio a su madre. Dejo el osito y le ofrecio los brazos mientras empezaba a llorar. Gemma empezo a sollozar y echo a correr hacia la cuna para tomarlo en brazos. -Calla, carino. Mama esta aqui -murmuro mientras lo abrazaba carinosamente para tranquilizarlo. -?Que es lo que le ocurre? -pregunto Tate. -Han tenido que ponerle una especie de drenaje en los oidos. Tenia una otitis detras de otra y los antibioticos ya no funcionaban. Sin el drenaje, podria sufrir perdida de audicion y eso podria afectarle al lenguaje y al desarrollo en general. A pesar de que parecia ser algo muy serio, Tate sintio que la tension desaparecia. Dio gracias a Dios porque no fuera nada grave. Entonces, recordo las mentiras de Gemma y la tension volvio a aduenarse de el. -?No se te ocurrio decirmelo? -le espeto en voz baja, consciente del resto de personas que habia en la sala. -?Y por que iba a hacerlo? -Porque este nino es mio, maldita sea. Gemma abrazo con fuerza a su hijo. -No. No es tuyo. -No me mientas, Gemma. Tiene mis ojos. El miedo se apodero de ella. -No. Tiene el cabello rubio como yo. Se parece a mi. No se parece a ti en absoluto. Y, ademas, solo tiene diez meses. Efectivamente, Nathan se parecia a ella... a excepcion de los ojos. -Es mio. Y tiene un ano. Yo lo se y tu tambien. -Tate, por favor... -susurro ella-. No creo que este sea el lugar o el momento apropiado para hablar de esto. -Gemma... -insistio el. Tenia que saberlo. Tenia que estar seguro. Ella se echo a temblar. Entonces, suspiro profundamente. -Esta bien. Si, es tuyo. Al oir aquellas palabras en voz alta, Tate se sintio como si estuviera siendo engullido por una ola. Durante un instante, no pudo respirar. Entonces, miro a su hijo. Queria tomarlo en brazos y sentir el momento, pero, por mucho que lo deseara, se imagino que habia que tomarse con calma la situacion. Gemma parecia estar aterrorizada. -?Que... que es lo que vas a hacer ahora? -En primer lugar, haremos una prueba de paternidad. Ella lo miro asombrada. -?Pero no estabas tan seguro de que es hijo tuyo? -Lo estoy, pero quiero que no quede duda alguna al respecto. Ademas, no seria la primera vez que me has enganado, ?verdad?

  • Alma. Ciudad de tempestades (Amor en la tormenta 1) de Valeria Naya

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    Primera entrega de la bilogia <>.

  • El Vaticano como nunca te lo habian contado de Javier Martinez-brocal

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    Un libro para viajeros y curiosos que nos ofrece una visita inolvidable por la basilica de San Pedro, un recorrido a traves de sus personajes y hazanas en este lugar tan especial.
    Aprenderemos que, en el siglo xvi y durante 150 anos, en la colina vaticana se concentro una densidad artistica sin precedentes para construir la mas grande de las iglesias de la cristiandad: Rafael, Miguel Angel, Bernini, Borromini… Obra maestra indiscutible, para comprenderla no basta con explicar sus tecnicas artisticas, porque en San Pedro nada esta ahi por casualidad: detras de cada estatua o adorno hay una historia increible, una anecdota escondida o un misterio por descubrir.

  • Tarjeta Amarilla de Paolo Bacigalupi

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    Los machetes relucen en el suelo del almacen, reflejando una roja conflagracion de yute, tamarindo y muelles percutores. Ya estan por todas partes. Los hombres con sus panuelos verdes en la cabeza, sus consignas y sus hojas chorreantes. Sus voces resuenan en el almacen y en la calle. El hijo numero uno ya ha desaparecido. A Flor de Jade no consigue encontrarla, da igual cuantas veces pedalee su numero de telefono. Los rostros de sus hijas se han partido por la mitad, como durios afectados por la roya. Mas llamaradas. La negra humareda se enrosca a su alrededor. Atraviesa las oficinas del almacen a la carrera, dejando atras las carcasas de madera de teca y los pedales de hierro de los ordenadores, los montones de ceniza que senalan el lugar donde sus empleados se han pasado la noche quemando documentos, eliminando los nombres de las personas que han ayudado a las Tres Velas. Corre, asfixiado por el calor y el humo. Una vez en su elegante despacho, se abalanza sobre los postigos de la ventana y forcejea con los pestillos de bronce. Embiste con el hombro contra la madera pintada de azul mientras el almacen arde y los hombres de piel tostada irrumpen como una marabunta, blandiendo sus viscosos cuchillos escarlatas… Tranh se despierta, sin aliento. Unos afilados cantos de cemento se clavan en las protuberancias de su espinazo. Un asfixiante muslo salobre le cubre la cara. Aparta de un empujon la pierna del desconocido. En la penumbra resplandecen pieles barnizadas de sudor, marcadores impresionistas que senalan la posicion de los cuerpos que fluctuan y se agolpan a su alrededor. Ventosidades, gemidos y vuelcos, carne contra carne, hueso contra hueso, los vivos y los muertos a causa del calor, todos juntos. Un hombre tose. Pulmones humedos y gotitas de saliva que surcan el aire hasta el rostro de Tranh, que tiene la espalda y el vientre pegados a las sudorosas pieles desnudas de los desconocidos que lo rodean. La claustrofobia se revuelve en su cubil. Se obliga a contenerla. Se obliga a yacer inmovil, a respirar de forma acompasada, hondamente, a pesar del calor. A paladear las sofocantes tinieblas con toda la paranoia de su mente de superviviente. Se mantiene despierto mientras los demas duermen. Conserva la vida cuando otros hace ya mucho que la perdieron. Se obliga a permanecer inmovil, y a escuchar. Suenan timbres de bicicleta. Abajo, a lo lejos, a diez mil cuerpos de distancia, a toda una vida de distancia, suenan timbres de bicicleta. Se desenreda de la madeja humana, arrastrando tras el el saco de canamo que contiene sus pertenencias. Llega tarde. De todos los dias en los que podria demorarse, este es el peor. Se cuelga la bolsa de un hombro huesudo y baja las escaleras a tientas, pisando con cuidado entre el alud de carne dormida. Sus sandalias se deslizan entre familias enteras, amantes y hambrientos fantasmas al acecho, rezando para no resbalar y partirle el cuello a algun anciano. Paso, tanteo, paso, tanteo. Una maldicion se eleva de entre la masa. Los cuerpos ruedan y se sacuden. Recupera el equilibrio en un rellano, entre los privilegiados que yacen horizontalmente, y continua anadeando. Abajo, siempre hacia abajo, doblando mas recodos en la escalera, pisando con cuidado en el manto que forman sus compatriotas. Paso. Tanteo. Paso. Tanteo. Otro recodo. Un destello de luz grisacea se insinua a lo lejos. Un soplo de aire fresco le besa la cara, le acaricia el cuerpo. La catarata de carne anonima se materializa en individuos, hombres y mujeres amontonados unos encima de otros, con el cemento por almohada, apoyados en la pendiente de la escalera sin ventanas. La luz gris se torna dorada. El tintineo de los timbres suena ya con mas fuerza, tan claro como el repicar de las alarmas de cibiscosis. Tranh sale de la torre de pisos y se zambulle en la marea de vendedores de congee, tejedores de canamo y carros de patatas. Apoya las manos en las rodillas y jadea, llenandose los pulmones de remolinos de polvo y estiercol pisoteado, agradeciendo cada bocanada de aire mientras el sudor mana a chorros de su cuerpo. De la punta de su nariz caen perlas salobres cuya humedad salpica el empedrado rojo de la acera. El calor mata a las personas. Mata a los ancianos. Pero el ha salido del horno; no ha perecido asado, pese al ardor de la estacion seca. Las bicicletas y sus timbres pasan por su lado como bancos de carpas, camino de los respectivos puestos de trabajo de sus duenos. La torre de pisos se cierne a su espalda, cuarenta alturas de calor, enredaderas y hongos. Una ruina vertical de ventanas rotas y apartamentos saqueados. Un residuo del esplendor de la antigua Expansion energetica, devenida ahora en recalentado ataud tropical, sin aire acondicionado ni electricidad que lo protejan del implacable sol ecuatorial. Bangkok mantiene a sus refugiados encerrados en el palido firmamento azul, con la esperanza de que no salgan de alli. Y sin embargo el ha emergido con vida, pese al Senor del Estiercol, pese a los camisas blancas, pese a los anos; una vez mas, ha bajado de los cielos abriendose paso con unas y dientes. Tranh endereza los hombros. La gente remueve woks repletos de fideos y extrae humeantes bolas de baozi estofado de sus ollas de bambu. El engrudo gris de arroz U-Tex rico en proteinas inunda el aire con la pestilencia del pescado podrido y los aceites acidos saturados. El estomago de Tranh se encoje de hambre y una pelicula de saliva pastosa le reviste la boca, todo cuanto consigue invocar su cuerpo deshidratado ante el olor a comida. Los gatos demonio rondan las piernas de los vendedores ambulantes como tiburones, aguardando a que caiga algun bocado, atentos a la menor ocasion de latrocinio. Sus relucientes formas camaleonicas centellean parpadeantes, revelando indicios de pelajes manchados, siameses y anaranjados antes de confundirse con el telon de fondo de las paredes de cemento y las hordas hambrientas contra las que se rozan. Los woks arden con fuerza, resplandecientes de metano tenido de verde, emitiendo nuevos aromas conforme los fideos de arroz chapotean en el aceite caliente. Tranh se obliga a girar sobre los talones. Se abre paso a empujones entre el gentio, arrastrando la bolsa de canamo con el, ignorando a quien golpea y quien lo impreca a su espalda. Las victimas del Incidente ocupan los portales, agitando las extremidades amputadas y mendigando a aquellos que tienen un poco mas que ellas. Acuclillados en taburetes para el te, algunos ven como se acumula el bochorno de la jornada mientras fuman diminutos cigarrillos de tabaco de hoja dorada de contrabando liados a mano que saltan de boca en boca. Las mujeres conversan en corrillos, manoseando nerviosas sus tarjetas amarillas mientras esperan a que los camisas blancas aparezcan y les renueven los sellos. Los tarjetas amarillas se extienden hasta donde alcanza la vista: un pueblo entero, refugiados en el gran reino de Tailandia tras huir de Malaca, donde de repente habian dejado de ser bienvenidos. Un denso coagulo de desplazados sometidos a la autoridad de los camisas blancas del Ministerio de Medio Ambiente, como si no fueran mas que otra especie invasora que contener, como la cibiscosis, la roya y el gorgojo pirata. Tarjetas amarillas, personas amarillas. Huang ren por todas partes, y Tranh llega tarde a la unica oportunidad de escapar de su presa. Una sola oportunidad en todos sus meses como refugiado chino tarjeta amarilla. Y llega tarde. Se abre camino junto a un vendedor de ratas, traga otro torrente de saliva ante el olor de la carne asada y se adentra corriendo en un callejon, en direccion a la bomba de agua. Frena en seco. Otras diez personas hacen cola delante de el: ancianos, jovenes, madres, chiquillos. Se le hunden los hombros. Le gustaria indignarse ante semejante reves. Si tuviera energias para ello… si hubiera comido bien ayer, o anteayer, o incluso el dia anterior, gritaria, tiraria la bolsa de canamo al suelo y la pisotearia hasta reducirla a polvo… pero sus calorias estan demasiado bajas. No es mas que otra oportunidad malograda gracias a la mala suerte de los huecos de la escalera. Deberia haber dado sus ultimos baht al Senor del Estiercol para alquilar un espacio en algun apartamento cuyas ventanas dieran al este a fin de ver el sol en cuanto despuntara y levantarse temprano. Pero opto por racanear. Con su dinero. Con su futuro. ?Cuantas veces les habia dicho a sus hijos que gastar dinero para ganar mas dinero era perfectamente aceptable? Pero el timido refugiado tarjeta amarilla en que se ha convertido le aconsejo que reservara los baht. Como un ignorante raton de campo, eligio aferrarse a su dinero y dormir en huecos de escalera negros como la brea. Deberia haberse alzado como un tigre y haber hecho frente al toque de queda y a las porras de los camisas blancas del ministerio. Ahora llega tarde, apesta a hacinamiento y debe hacer cola detras de otros diez, todos los cuales deben beber y llenar un cubo y cepillarse los dientes con el agua marron del rio Chao Phraya. Hubo una epoca en que exigia puntualidad a sus empleados, a su esposa, a sus hijos y a sus concubinas, pero eso era cuando poseia un reloj de pulsera de cuerda y podia contemplar el lento desgranar de los minutos y las horas. De vez en cuando daba vueltas al muelle diminuto, escuchaba su tictac y azotaba a sus vastagos por su actitud indolente. Se ha vuelto viejo, lento y estupido, de lo contrario habria previsto esta situacion. Como deberia haber previsto la creciente beligerancia de los Panuelos Verdes. ?Cuando se emboto tanto su mente? Uno por uno, los demas refugiados terminan con sus abluciones. Una madre con la dentadura mellada y brotes grises de fa' gan tras las orejas llena su cubo, y Tranh avanza. El no tiene ningun cubo. Tan solo la bolsa. La preciada bolsa. La cuelga junto a la bomba y se cine el sarong en torno a las caderas enjutas antes de acuclillarse debajo del cano. Tira de la palanca de la bomba con un brazo esqueletico. Lo bana un chorro caliente de agua marron. La bendicion del rio. La piel se descuelga de su cuerpo con el peso del agua, tan flacida como la de un gato afeitado. Abre la boca y bebe el liquido arenoso, se frota los dientes con un dedo, preguntandose que protozoos podria estar engullendo. No importa. Ahora confia en la suerte. Es lo unico que le queda. Los ninos observan como se bana el cuerpo arrugado mientras sus madres rebuscan entre las pieles de mango de PurCal y las cascaras de tamarindo de Red Star con la esperanza de encontrar algun pedazo de fruta sin contaminar por la cibiscosis.111mt.6… ?O es 111mt. 7? ?O mt.8? Antes conocia todas las plagas biologicas de diseno que las afectaban. Sabia cuando estaba a punto de malograrse una cosecha, y si los nuevos bancos de semillas estaban pirateados. Se beneficiaba de esos conocimientos llenando sus cliperes con las semillas y las hortalizas adecuadas. Pero de eso hace toda una vida. Le tiemblan las manos cuando abre la bolsa y saca su ropa. ?Es la edad o la emocion lo que le hace estremecer? Ropa limpia. De calidad. El traje de lino blanco de un hombre adinerado. El atuendo no era suyo, pero ahora si, y lo ha mantenido a salvo. A salvo para esta ocasion, aun cuando necesitaba desesperadamente venderlo a cambio de dinero en efectivo o ponerselo mientras el resto de sus ropas se convertian en harapos. Arrastra los pantalones por sus piernas huesudas, quitandose las sandalias y haciendo equilibrios sobre cada pie. Comienza a abotonarse la camisa, obligando a sus dedos a apresurarse mientras una vocecita en su cabeza le recuerda que el tiempo apremia. --?Piensas vender esas ropas? ?O vas a pasearlas por ahi hasta que te las arrebate alguien con carne en los huesos? Tranh mira de reojo a pesar de que no deberia ser necesario, deberia reconocer esa voz, y sin embargo mira de todas maneras. No puede evitarlo. Antes era un tigre. Ahora no es nada mas que un ratoncito asustado que salta y se estremece a la menor insinuacion de peligro. Y alli esta: Ma. De pie ante el, sonriente. Gordo y exultante. Tan vital como un lobo. Ma sonrie de oreja a oreja. --Pareces uno de esos maniquis de alambres de la plaza Palawan. --Ni idea. No puedo permitirme el lujo de comprar alli. --Tranh continua vistiendose. --Ese traje es tan elegante que podria haber salido de Palawan. ?Como lo has conseguido? Tranh guarda silencio. --?A quien quieres enganar? Esas ropas se disenaron para alguien mil veces mas grande que tu. --No todos podemos ser igual de gordos y afortunados. --La voz de Tranh es un susurro. ?Desde cuando susurra asi? ?Ha sido siempre un monton de huesos traqueteante que susurra y suspira ante cada nueva amenaza? Lo duda. Pero le cuesta recordar como deberia sonar un tigre. Lo intenta otra vez, templando la voz--. No todos podemos ser tan afortunados como Ma Ping, que vive en los pisos mas altos con el Senor del Estiercol en persona. --A pesar de todo, sus palabras suenan como juncos barriendo el cemento. --?Afortunado? --Ma suelta una carcajada. Tan joven. Tan pagado de si mismo--. Me gano mi destino. ?No es eso lo que solias decirme siempre? ?Que la suerte no tiene nada que ver con el exito? ?Que todas las personas se forjan su propia fortuna? --Vuelve a reirse--. Mirate ahora. Tranh rechina los dientes. --Hombres mejores que tu han caido. --Otra vez ese espantoso susurro cohibido. --Y hombres mejores que tu se alzaran. --Los dedos de Ma se posan en su muneca. Acarician un reloj de pulsera, un elegante cronografo antiguo de oro y diamantes: Rolex. De otra epoca. De otro lugar. De otro mundo. Tranh se queda mirandolo fijamente, embobado, como una serpiente hipnotizada. No logra apartar la vista de el. Una sonrisa languida se dibuja en los labios de Ma. --?Te gusta? Lo encontre en una tienda de antiguedades, cerca de Wat Rajapradit. Me parecio familiar. La rabia de Tranh se incrementa. Empieza a replicar, despues sacude la cabeza y no dice nada. Pasa el tiempo. Abrocha los ultimos botones, se pone la chaqueta y se peina los ultimos mechones de su lacio cabello gris con los dedos. Si tuviera un peine… Hace una mueca. Es un deseo estupido. La ropa es suficiente. Tiene que serlo. Ma se rie. --Ahora pareces un pez gordo. No le hagas caso, dice la voz en la cabeza de Tranh. Saca los ultimos baht arrugados de la bolsa de canamo --el dinero que ha ahorrado durmiendo en los huecos de las escaleras, el responsable de que ahora llegue tarde-- y se los guarda en los bolsillos. --Cuantas prisas. ?Tienes una cita en alguna parte? Tranh se abre paso a empujones, procurando no encogerse mientras aparta el corpachon de Ma. --?Adonde vas, mister Pez Gordo? --se rie Ma a su espalda--. !Mister Tres Prosperidades! ?Tienes algo de informacion que te gustaria compartir con el resto de nosotros? Otros levantan la cabeza ante sus gritos: tarjetas amarillas de rostros famelicos y bocas hambrientas. Los tarjetas amarillas se extienden hasta donde alcanza la vista, y todos ellos estan mirandolo ahora. Supervivientes del Incidente. Hombres. Mujeres. Ninos. Ahora saben quien es. Reconocen su leyenda. Con un cambio de atuendo y un simple grito ha salido del anonimato. Sus burlas lo banan como un diluvio monzonico: --Wei! !Mister Tres Prosperidades! !Bonita camisa! --!Comparta un cigarrillo, mister Pez Gordo! --?Adonde vas tan deprisa, tan arreglado? --?Te vas a casar? --?Has encontrado una decima esposa? --?Has encontrado un empleo? --!Mister Pez Gordo! ?Tienes trabajo para mi? --?Adonde vas? !Quiza deberiamos seguir todos al antiguo empresario! A Tranh se le eriza el vello sobre la nuca. Se sacude el miedo de encima. Aunque lo siguieran, seria demasiado tarde para que pudieran aprovecharse. Por primera vez en seis meses, la ventaja de la habilidad y la informacion esta de su parte. Ahora todo depende del tiempo. Trota en medio de la aglomeracion matinal de Bangkok, cruzandose con bicicletas, rickshaws y escuteres de cuerda. Esta cubierto de sudor. Tiene la camisa empapada, incluso la chaqueta se ha humedecido. Se la quita y se la cuelga en el brazo. Su cabello gris se adhiere al cuero cabelludo liso como una cascara de huevo, salpicado de vitiligo, chorreante de agua. Se detiene cada pocas manzanas para caminar y recuperar el aliento mientras las espinillas empiezan a dolerle, su respiracion se entrecorta y su corazon de anciano martillea en su pecho. Deberia invertir los baht en un viaje en rickshaw, pero no logra animarse a hacerlo. Llega tarde. ?Demasiado tarde, quiza? Si es demasiado tarde, habra dilapidado los baht y pasara hambre esta noche. Por otra parte, ?de que sirve un traje empapado de sudor? El habito hace al monje, les decia a sus hijos; la primera impresion es la que cuenta. Empezad con buen pie y empezareis con ventaja. Por supuesto que se puede conquistar a alguien con talento e informacion, pero las personas son ante todo animales. Cuida tu aspecto. Huele bien. Satisface sus sentidos primarios. Despues, cuando se sientan bien dispuestos hacia ti, formula tu propuesta. ?No fue ese el motivo de que propinara una paliza a su segundo hijo cuando este se presento en casa con un tigre rojo tatuado en el hombro, como si fuese un gangster de calorias cualquiera? ?No fue ese el motivo de que pagara a un dentista para que retorciese los dientes de su propia hija con bambu cultivado y curvas de goma importadas de Singapur hasta dejarselos rectos como cuchillas? ?Y no es ese el motivo de que los Panuelos Verdes de Malaca odiaran a los chinos? ?Por nuestro buen aspecto? ?Por parecer tan acaudalados? ?Por hablar tan bien y trabajar con tanto ahinco cuando ellos ganduleaban y nosotros sudabamos de sol a sol? Tranh ve pasar una manada de escuteres de cuerda, todos ellos de manufactura chino-tailandesa. Que artefactos tan ingeniosos y veloces: un muelle percutor de un megajulio y un volante, pedales y frenos de friccion para reutilizar la energia cinetica. Y todas sus fabricas pertenecian al ciento por ciento a los chinos chiu chow, a pesar de lo cual, la sangre de los chiu chow no corre por las cunetas de este pais. Los chinos chiu chow son queridos, pese al hecho de que llegaron al reino thai como farang. Si nos hubieramos integrado en Malaca como hicieron aqui los chiu chow, ?habriamos sobrevivido? Tranh sacude la cabeza para apartar de si esa idea. Habria sido imposible. Su clan habria tenido que convertirse tambien al islam y renegar de todos sus antepasados en el infierno. Habria sido imposible. Quiza fuera ese el karma de su pueblo, la destruccion. Controlar y dominar brevemente las ciudades de Penang y Malaca, ademas de toda la costa oeste de la peninsula malaya, y extinguirse despues. El habito hace al monje. O lo mata. Tranh por fin ha aprendido esta leccion. Un traje blanco a medida de los Hermanos Hwang es lo mas parecido a una diana. Una antigualla mecanica de oro oscilando en tu muneca no es mas que un cebo. Tranh se pregunta si los dientes perfectos de sus hijos yaceran aun entre las cenizas de los almacenes de Tres Prosperidades, si sus preciosos relojes atraeran ahora a los tiburones y los cangrejos en las bodegas de sus cliperes barrenados. Deberia haberlo sabido. Deberia haber visto como subia la marea de sectas sedientas de sangre y nacionalismo exacerbado. Del mismo modo que el hombre al que siguio hace dos meses deberia haber sabido que un atuendo elegante no es ninguna armadura. Un hombre trajeado, tarjeta amarilla para colmo de males, deberia haber sabido que no era mas que un pedazo de cebo ensangrentado ante un dragon de Komodo. Por lo menos el muy mentecato no mancho sus elegantes ropas de sangre cuando los camisas blancas acabaron con el. Ese no tenia espiritu de superviviente. Habia olvidado que ya no era un pez gordo. Pero Tranh esta aprendiendo. Igual que aprendio una vez a leer los informes de las mareas y los mapas de profundidad, el movimiento de los mercados y las plagas biologicas de diseno, ahora aprende de los gatos demonio que parpadean y se ocultan a la vista, que huyen de sus cazadores al primer indicio de peligro. Aprende de los cuervos y los milanos que prosperan con la carrona. Estos son los animales a los que debe emular. Debe descartar los reflejos del tigre. Ya no quedan tigres, salvo en los zoologicos. El destino de un tigre es ser cazado y abatido. Pero un animal de pequeno tamano, un carronero, tiene la oportunidad de roer los huesos del tigre y huir con el ultimo traje de los Hermanos Hwang que habra de cruzar jamas la frontera de Malaca. Con el clan de los Hwang exterminado y todos sus disenos reducidos a cenizas, no queda nada salvo recuerdos y antiguedades, y un anciano carronero que conoce el poder y los peligros de una fachada elegante. Un rickshaw vacio pasa ociosamente por su lado. El conductor mira a Tranh por encima del hombro, inquisitivos los ojos, intrigado por la tela de los Hermanos Hwang que ondea sobre el magro armazon de Tranh. Dubitativo, Tranh levanta una mano. El rickshaw aminora. ?Es prudente arriesgarse? ?Dilapidar con tanta frivolidad su ultima medida de seguridad? Hubo una epoca en que enviaba cliperes al otro lado del oceano, a Chennai, con las bodegas repletas de durios pestilentes con el presentimiento de que los indios no habrian tenido tiempo de sembrar variedades resistentes antes de que se les echaran encima las nuevas mutaciones de la roya. Una epoca en que compraba te negro y madera de sandalo en los mercados fluviales con la esperanza de poder revenderlos en el sur. Ahora no es capaz de decidir si deberia montar en el rickshaw o seguir caminando. !Que personaje tan gris se ha vuelto! A veces se pregunta si no sera en realidad un fantasma voraz, atrapado entre dos mundos sin poder escapar hacia ninguno de los dos. El rickshaw rueda despacio ante el; el jersey azul del conductor reluce bajo el sol tropical, aguardando una decision. Por senas, Tranh le indica que siga su camino. El conductor del rickshaw se pone de pie sobre los pedales, sus sandalias aletean contra los talones encallecidos, y acelera. El panico se apodera de Tranh. Levanta la mano otra vez, corre detras del rickshaw. --!Espera! --Su voz no es mas que un susurro. El rickshaw se incorpora al trafico, uniendose a las bicicletas y las gigantescas formas bamboleantes de los megodontes elefantinos. Tranh deja caer la mano, alegrandose secretamente de que el conductor no lo haya oido, de que la decision de gastar sus ultimos baht haya recaido sobre una fuerza mas grande que el. Las aglomeraciones de la manana fluyen a su alrededor. Cientos de ninos con sus uniformes de marineros cruzan en columnas las puertas de las escuelas. Monjes con habitos azafranados pasean a la sombra de grandes paraguas negros. Un hombre con un sombrero conico de bambu se fija en el y murmura algo para su amigo. Ambos lo estudian. Un reguero de temor recorre la espalda de Tranh. Lo rodean por completo, igual que en Malaca. Para sus adentros, los llama extranjeros, farang. Y sin embargo aqui es el el forastero. La criatura que no encaja. Y lo saben. Las mujeres que cuelgan sarongs en los alambres de sus balcones, los hombres sentados descalzos mientras beben cafe con azucar. Los pescaderos y los vendedores de curri. Todos lo saben, y Tranh a duras penas consigue dominar el terror. Bangkok no es Malaca, se dice. Bangkok no es Penang. Ya no tenemos esposas ni relojes de oro y diamantes que puedan robarnos. Pregunta a los cabezas de serpiente que me abandonaron en la jungla infestada de sanguijuelas de la frontera. Ellos tienen toda mi riqueza. Yo no tengo nada. No soy ningun tigre. Estoy a salvo. Durante unos segundos, lo cree de veras. Pero, de repente, un muchacho con la piel oscura como la teca rebana la tapa de un coco con un machete oxidado y se lo ofrece con una sonrisa, y Tranh debe recurrir a toda su fuerza de voluntad para no proferir un alarido y huir despavorido. Bangkok no es Malaca. No van a incendiar tus almacenes ni a cortar a tus trabajadores en pedazos que emplear como cebo para los tiburones. Se enjuga el sudor de la cara. Quiza deberia haber esperado antes de ponerse el traje. Llama demasiado la atencion. Hay demasiadas personas que lo observan. Seria mejor mimetizarse como un gato demonio y cruzar la ciudad al amparo del anonimato en vez de pasearse por ahi como un pavo real. Poco a poco, los bulevares ribeteados de palmeras dan paso al paramo descubierto del nuevo barrio extranjero. Tranh aprieta el paso camino del rio, adentrandose en el imperio manufacturero de los farang blancos. Gweilo, yang guizi, farang. Cuantas palabras en cuantos idiomas para estos simios sudorosos de piel translucida. Hace dos generaciones, cuando se agoto el petroleo y se clausuraron las fabricas gweilo, todo el mundo dio por sentado que estaban verdaderamente acabados. Pero ahora han vuelto. Los monstruos del pasado han regresado con nuevos juguetes y nuevas tecnologias. Las pesadillas con que lo amenazaba su madre invaden las costas asiaticas. Autenticos demonios, inmortales. Y el se dispone a rendirles pleitesia: los secuaces de AgriGen y PurCal, con sus monopolios de arroz U-Tex y trigo TotalNutrient; los hermanos de sangre de los ingenieros biologicos que piratearon gatos demonio inspirandose en un libro y los dejaron en libertad para que procrearan a sus anchas; los patrocinadores de la misma Policia de Propiedad Intelectual que abordaba sus flotas de cliperes en busca de infracciones, husmeando como lobos tras el rastro de calorias sin sello y cereales pirateados, como si sus plagas de cibiscosis y roya de diseno no bastaran para garantizarles los mayores beneficios… Ve un corro de gente ante el. Tranh frunce el ceno. Empieza a correr, pero se obliga a seguir caminando. Sera mejor no dilapidar calorias ahora. Ya se ha formado una fila enfrente de la fabrica de los Hermanos Tennyson, esos diablos extranjeros. Se extiende a lo largo de casi toda una li, dobla la esquina, pasa por delante del logotipo de equipamiento para ciclistas que adorna la reja de hierro forjado de la Corporacion de Investigacion Sukhumvit, por delante de los dragones entrelazados de la Division del Este Asiatico de PurCal, y por delante de Mishimoto & Cia., la ingeniosa empresa japonesa de dinamica de fluidos a la que Tranh solia encargar el diseno de sus cliperes. Se rumorea que Mishimoto esta repleta de mano de obra mecanica importada. Repleta de neoseres ilegales modificados biologicamente que caminan, hablan y se mueven a trompicones… y que roban el arroz de los cuencos de personas reales. Criaturas de hasta ocho brazos, como los dioses hindues, criaturas sin piernas para que no puedan fugarse, criaturas con ojos tan grandes como tazas que, aunque solo pueden ver a unos pocos palmos de distancia, lo inspeccionan todo con su tremenda curiosidad aumentada. Nadie puede ver lo que hay dentro, no obstante, y si los camisas blancas del Ministerio de Medio Ambiente saben algo, los astutos japoneses deben de pagarles bien para que hagan la vista gorda ante sus afrentas contra la biologia y la religion. Se trata tal vez de lo unico en lo que podrian estar de acuerdo un budista, un musulman e incluso los cristianos grahamitas farang: los neoseres carecen de alma. Cuando Tranh compraba sus cliperes a Mishimoto, hace tanto tiempo, eso le traia sin cuidado.

  • ?Por que no? de Becca Devereux

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    ?Que hace alguien que no cree en el amor cuando este llama a su puerta? !Volverse loca!

  • Dime que no es un sueno de Anabel Botella

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    Cuando el amor verdadero llega a tu vida ni la muerte podra arrebatartelo

  • La septima hija de Begona Valcarcel

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    Relato costumbrista sobre la infancia de una nina de la posguerra en Espana (1951- 1965). Narra la vida de una nina que nacio a mediados del siglo pasado, en el seno de una familia acomodada en la ciudad de Murcia. En pleno apogeo de la dictadura del Generalisimo y en una epoca en la que no habia television, ni boligrafos, ni bolsas de plastico.
    La obra, narrada en primera persona con un lenguaje sencillo y divertido, refleja las costumbres de la epoca a traves de los ojos de una nina.
    !Pasen y lean!

  • Todos mis suenos te dare de Priscila Serrano

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    Sia nunca penso que aquella noche en la que habia celebrado su dieciocho cumpleanos, seria el principio de una historia inolvidable.
    Un sueno, una vida diferente y un amor la atrapara de tal manera que no sabra si quedarse o escapar. Pero se enamorara, lo hara sin saber si existe en realidad. Porque Miller, ese chico que llegara su vida, parecera ser algo mas que un simple sueno.
    Una mirada, un roce y un beso fugaz seran los detonantes de esta historia en la que no sabras si estamos en la realidad o todo pertenece a la ficcion.

  • Cerrado en invierno (Cuarteto Wisting 1) de Jorn Lier Horst

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    Empieza el cuarteto Wisting.

  • Cuando el amor es de verdad de Carolina Ortigosa

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    Luna estaba dando su paseo matutino antes de ir a la agencia, cuando las emociones la asaltaron con violencia. Esa noche se habia quedado a dormir en el hotel porque Adrian habia tenido un dia agotador y le parecio buena idea. Estaban preparando su fiesta de aniversario, asi que de esa manera evitaba que estuviera yendo a casa y al trabajo continuamente. Adoraba tener el mar a solo unos minutos. La casa en la que vivian juntos ahora, estaba un poco mas alejada y tenia que ir en coche si deseaba caminar un rato. Cada dia, cuando llegaba a la playa y venia el precioso amanecer desde alli, recordaba todo por lo que habia pasado durante esos anos. Desde su anterior relacion que fracaso sin apenas ser consciente de ello, hasta el dia en que conocio a Adrian y todo su mundo dio un giro completo. Aun la sorprendia lo mucho que cambio desde su primer encuentro. El mujeriego con alergia al compromiso, de cualquier tipo, era ahora el mejor hombre que jamas creyo que encontraria, el que siempre fue, aunque no lo dejara ver a nadie hasta que ella llego. Y era todo suyo. Miro su anillo de compromiso, junto al de su boda, y su corazon se acelero. Era la mujer mas feliz del mundo, a pesar de todo lo que habia soportado sobre sus hombros ese ultimo ano, era la mujer mas afortunada y completa ahora que tenia lo que siempre deseo. El fallecimiento de su abuela, la unica familia que le quedaba, fue terrible, pero aun con todo, la sentia cerca, sabia que velaba por ella a cada instante. Con su recuerdo, jamas se marcharia del todo, y eso la consolaba. Se sento en la arena y sus dedos se hundieron entre las piedrecitas. Ese pequeno rincon la confortaba, y ahora que se encontraba bastante nerviosa, era justo lo que necesitaba para serenarse y respirar. Sabia que Adrian apareceria en cualquier momento, como hacia siempre, y debia darle la noticia. Estaba claro que no era algo malo, ni de lejos, pero era pronto, muy pronto para volver a pasar por todo el proceso de nuevo. ?Y si algo iba mal? La primera vez ya se planteo todas esas dudas, pero todo fue de maravilla. Mucho mejor de lo que imagino, y no sabia por que motivo ahora estaba intranquila. Tal vez solo eran las preocupaciones normales. No debia darle mas vueltas. Se levanto, incapaz de permanecer alli quieta por mas tiempo, y fue hasta la orilla. A esas horas el agua estaba fresca, pero en agosto, en pleno verano, era de agradecer. Despues de unos minutos pisando la arena mojada con sus pies descalzos, no lo aguanto mas y marco el numero de Tania. Sabia que a esas horas estaba despierta. --Buenos dias. ?Dando un paseo? --pregunto esta. --Si, esperando a que Adrian llegue para contarle la buena nueva. Luna oyo una risita al otro lado de la linea. --Venga, no te pongas nerviosa. Al menos tu ya tienes experiencia... yo voy a hacerlo por primera vez y estoy que me va a dar algo de verdad... Suspiro. --No podia haber salido mejor ni planeado --dijo Luna con voz chillona por la emocion--. !Vamos a tener un bebe casi a la vez! ?Te imaginas que nos pongamos de parto el mismo dia? Tendriamos un cumpleanos doble para toda la vida --bromeo. --Oh, por favor. Solo reza para que todo salga bien y ya veremos --dijo con alegria y preocupacion a partes iguales. Luna comprendio sus sentimientos mejor que nadie. Mientras ella se quedo embarazada poco despues de la boda de su mejor amiga, esta lo habia intentado durante meses sin resultado. Ahora al fin habia conseguido lo que tanto ansiaba. Ella deseaba contarle la noticia a Ruben, y Luna igual, pero con el temor de que Adrian no se lo tomara tan bien como la primera vez. Fue una gran sorpresa para los dos. Luna ya habia notado algunos cambios en su cuerpo antes de hacer el primer test de embarazo que dio positivo, y cuando fue al medico solo para asegurarse, no fue un shock. Adrian estuvo encantado al saberlo, y se comporto como el padrazo que ninguno sospecho que fuera. Pasaron solo tres meses desde la celebracion de la boda de Tania y Ruben, cuando decidieron que era el mejor momento para casarse. Estaban comprometidos, se querian con locura, y estaban esperando un hijo. En su opinion, esperar era una tonteria, asi que en poco tiempo organizaron una sencilla y emotiva boda en la playa. Con sus amigos y seres queridos, Luna pudo unirse oficialmente y para siempre con el mejor hombre del mundo. Aunque pudo disimular la tripita, compartieron con todos la noticia, y como era de esperar, la familia de Adrian, y ahora la suya tambien, quedo encantada. Se preocuparon un poco al saber que irian de viaje al Caribe durante unas semanas, pero debian aprovechar ahora que podian viajar, y asi pasar tiempo juntos antes de que Luna empezara a trabajar en la agencia con Tania. Cuando llegara el bebe, todo cambiaria para siempre y sin remedio, de modo que no se lo pensaron dos veces. Decir que lo pasaron de maravilla, casi seria un insulto a la luna de miel mas magica que ninguno pudo imaginar. En poco tiempo serian una familia, y a pesar de que no se lo habian planteado de ese modo cuando se comprometieron en San Valentin, les parecia que las cosas no podian ir mejor. --Todo saldra muy bien, ya lo veras. Solo recuerda lo preocupada que estaba yo, y que las cosas vinieron rodadas... luego me reia por haber estado tan nerviosa --expuso para tranquilizarla. --Bueno, es que has tenido mucha suerte con la pequena Aurora... es un angel --dijo con voz sonadora. Una lagrima cayo por la mejilla de Luna. Habia dado el nombre de su querida abuela a su hija como homenaje en cierto modo, ya que no le hacia falta nada para recordarla a cada momento, y porque sabia que alla donde estuviera, sonreiria cada vez que la llamara por el mismo nombre. --Lo es... y espero que este bebe sea la mitad de bueno. Ya con eso me conformo --bromeo con una amplia sonrisa. --Cruzaremos los dedos las dos... --Pues si --convino sin dejar de reir. Hablaron durante unos minutos y Luna corto la llamada para dejarla arreglarse. Ella tambien debia irse pronto si Adrian no aparecia ese dia, pero su hora de trabajar se aproximaba, y debia ir al hotel a recoger a la pequena para llevarla a la guarderia, porque su suegra no podia quedarse de canguro todo el dia, por mucho que lo deseara. Miro el increible amanecer y limpio sus mejillas humedas para que Adrian no la viera llorar. --Espero que no sean lagrimas de tristeza. Su preciosa voz ronca y masculina la hizo estremecerse. Se volvio hacia el y sonrio. --Esas acabaron hace tiempo --aseguro. Esa manana llevaba un pantalon corto y una camiseta, ambos de color blanco, resaltando su delicioso bronceado. A Luna le entraron ganas de tirarlo alli mismo al suelo y devorarlo para no dejar ni una sola miga. Lo adoraba todo de el: lo maravilloso que era con ella a cada momento del dia, su lado mas protector y carinoso, y tambien el mas salvaje y apasionado. Todo. Si tuviera que cambiar algo de su hombre, lo unico seria el que pudiera tenerle cada minuto a su lado. Nunca tenia bastante de su presencia. Lo echaba de menos cada rato que le sabia lejos, aunque ahora estaban viviendo juntos, eran un matrimonio y ya no habia distancia que los separara. Sin embargo, era algo que los dos compartian; sus momentos juntos siempre les sabian a poco, no se saciaban el uno del otro. Y esperaban no hacerlo nunca. --?Recordando el dia de nuestra boda? --pregunto. --Por supuesto --respondio ella--. Recordando la cara que pusiste cuando me viste con el vestido de novia.

  • Una fantasia y trece deseos de Mary Ann Geeby

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    Un engano de manos de la persona en quien mas confia, hace que Elsa “se pierda” por algunos pueblos de Asturias y Cantabria con un solo pensamiento: “No me vuelvo a enamorar”
    Con mis TRECE DESEOS, disfruta de relatos breves que describen situaciones que no todos se atreverian a cumplir. Suena pasion, erotismo y a veces, amor.

  • La caricia de la bestia de Cristina C. Pombo

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    En un bosque solitario, dos adolescentes son brutalmente atacados por un ser de una fuerza sobrenatural. En su declaracion, ambos sostienen que el agresor es un zombi.

  • Grace y el duque (Los Bastardos Bareknuckle 3) de Sarah Maclean

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    Burghsey House, sede del ducado de Marwick, en el pasado. No existia nada en el mundo como la risa de el. No importaba que ella no estuviera cualificada para hablar del vasto mundo, porque nunca se habia alejado de aquella enorme casa solariega situada en la tranquila campina de Essex, a dos dias en carruaje desde Londres, donde las onduladas y verdes colinas se convertian en trigo a medida que el otono ganaba terreno. No importaba que no conociera los sonidos de la ciudad o el olor del mar. Ni que nunca hubiera oido hablar en otra lengua que no fuera el ingles, ni hubiera visto una obra de teatro, ni hubiera escuchado una orquesta. No importaba que su mundo se limitara a los tres mil acres de tierra fertil cubiertos de mullidas ovejas blancas y enormes fardos de heno, y a una comunidad de personas con las que no tenia permitido hablar, para las que era practicamente invisible; porque ella era un secreto que debia guardarse a toda costa. Era la nina que habian bautizado como el heredero del ducado de Marwick. La que habian envuelto en el arrullo de encaje reservado para una larga estirpe de duques, la que habian ungido con aceites esenciales destinados exclusivamente para los residentes de Burghsey House mas privilegiados. A la que habian otorgado nombre y titulo de varon ante Dios. El duque --un hombre que no era su padre-- habia pagado a sirvientes y a sacerdotes para que guardaran silencio, habia falsificado documentos y habia trazado planes para sustituir a la hija bastarda de su esposa por uno de sus propios hijos bastardos --nacido el mismo dia que ella, de mujeres que no eran la duquesa--; de esa manera, ofrecia a uno de sus hijos el unico camino hacia el legado ducal..., un legado robado. Con esta estratagema estaba abocando a esa nina inutil, el bebe que lloraba en los brazos de la enfermera, a una vida a medias, llena de una dolorosa soledad que emanaba de un mundo tan grande y, al mismo tiempo, tan pequeno. Y entonces habia llegado el, hacia ya un ano. Tenia doce anos y estaba lleno de fuego, poseia toda la fuerza del mundo que habia ahi afuera. Era alto y delgado, y tan inteligente como astuto. Le parecia el ser mas hermoso que jamas hubiera visto, con un flequillo rubio tan largo que caia sobre unos brillantes ojos de color ambar, unos ojos que guardaban mil secretos. Tenia una risa queda, apenas un susurro, tan poco frecuente que, cuando aparecia, era como un regalo. No, no habia nada en el vasto mundo como la risa de el. Ella lo sabia, aunque el vasto mundo estuviera tan lejos de su alcance que ni siquiera fuera capaz de imaginar donde empezaba. El si. Y le encantaba contarle cosas sobre ese mundo. Eso fue lo que hizo aquella tarde, en uno de los preciosos momentos robados a las maquinaciones y manipulaciones del duque, justo el dia antes de la noche en la que el hombre que manejaba su futuro regreso para deleitarse atormentando a sus tres hijos varones. Pero, en esos momentos, en aquella tranquila tarde, mientras el duque estaba fuera, en Londres, haciendo lo que fuera que hicieran los duques, los cuatro ninos aprovechaban la felicidad alla donde podian encontrarla: al aire libre, en el salvaje y serpenteante terreno de la finca. El lugar favorito de ella estaba en el limite occidental del terreno, lo suficientemente alejado de la casa solariega como para perderla de vista. Alli habia un magnifico bosquecillo de arboles que se elevaba hacia el cielo, bordeado por un pequeno y burbujeante riachuelo, o mas bien un arroyo, para ser precisos, pero que le habia proporcionado horas, dias y semanas de parlanchina compania cuando era mas nina y la conversacion con el agua era lo unico que cabia esperar. Pero alli, en aquel momento, no estaba sola. Reposo entre los arboles, donde los rayos de sol moteados inundaban el suelo en el que yacia de espaldas, exhausta despues de haber recorrido los campos, y aspirando grandes bocanadas de aire cargado del aroma del tomillo silvestre. --?Por que siempre venimos aqui? --El se sento a su lado, cadera con cadera, mientras su propio pecho subia y bajaba por la respiracion agitada mientras la miraba a la cara, con sus piernas, cada vez mas largas, estiradas mas alla de la cabeza de la chica. --Me gusta estar aqui --dijo ella con sencillez, y volvio la cara hacia la luz del sol, y el son de los latidos de su corazon se calmo al mirar a traves del dosel de ramas que jugaban al escondite en el cielo--. Y a ti tambien te gustaria si no estuvieras siempre tan serio. El aire tranquilo del lugar se transformo, se volvio mas pesado ante la certeza de que no eran ninos de trece anos corrientes y sin preocupaciones. Protegerse formaba parte de su supervivencia. La seriedad formaba parte de su supervivencia. Ella preferia no pensar en ello mientras las ultimas mariposas del verano danzaban bajo los rayos de luz, por encima de sus cabezas, llenando aquel lugar con una magia que mantenia a raya lo peor. Asi pues, cambio de tema. --Cuentame cosas del mundo. --?Otra vez? --Pero en realidad, el no estaba pidiendole explicaciones. No las necesitaba. Se giro, y ella movio las faldas para que el se tumbara a su lado, como habia hecho docenas de veces antes. Cientos. En cuanto se acomodo de espaldas, con las manos apoyadas en la nuca, el empezo a hablar al cielo--. Nunca hay tranquilidad. --Por el golpeteo de las ruedas de los carros contra los adoquines. --Las ruedas de madera hacen ruido, pero es mas que eso. --Ella asintio--. Son los gritos de las tabernas y de los vendedores ambulantes de la plaza del mercado. Los ladridos de los perros de los almacenes. Las peleas de las calles. Yo solia subir al tejado del lugar donde vivia y apostaba en las peleas. --Por eso eres tan buen luchador. --Siempre pense que seria la mejor manera de ayudar a mi madre. Hasta que... --Se encogio levemente de hombros. Interrumpio sus palabras, pero ella sabia el resto. <>. Se volvio para mirarlo; tenia una expresion tensa, la vista clavada en el cielo, los dientes apretados. --Hablame de los improperios --lo incito. --Hay mucho lenguaje soez. Eso te gusta, ?eh? --El solto una risilla de sorpresa. --Ni siquiera sabia que existian las palabrotas antes de conoceros a vosotros tres. --Los chicos que habian llegado a su vida eran puro alboroto: rudos, malhablados y maravillosos. --Antes de conocer a Diablo, querras decir. --Diablo, bautizado como Devon, era uno de sus otros dos hermanastros; habia sido criado en un orfanato para ninos abandonados, y para demostrarlo se expresaba con un lenguaje malsonante--. El te ha transmitido sus amplios conocimientos. Si. Los improperios. En especial los de los muelles. Nadie maldice como un marinero. --Dime cual es el mejor improperio que has oido. --No. --El le lanzo una mirada socarrona. --Hablame de la lluvia. --Le preguntaria a Diablo mas tarde. --Es Londres. Nunca para de llover. --Cuentame algo bueno. --Le dio un codazo en el hombro. --La lluvia hace que las piedras de la calle esten resbaladizas y brillantes. --Sonrio, y ella hizo lo mismo. Adoraba la forma en que le seguia la corriente. --Y, por la noche, las luces de las tabernas las vuelven doradas --termino ella. --No solo las de las tabernas, tambien las de los teatros de Drury Lane. Y las lamparas que cuelgan delante de las casas de alterne. --Las casas de mala muerte donde su madre habia aterrizado despues de que el duque se negara a mantenerla cuando eligio tener a su hijo. Donde habia nacido aquel hijo. --Para mantener la oscuridad a raya --susurro ella. --La oscuridad no es tan mala --adujo el--. Lo que ocurre es que la gente que vive en ella no tiene mas remedio que luchar por lo que necesita. --?Y consiguen lo que necesitan? --No. No tienen lo que necesitan, y tampoco lo que merecen. --Hizo una pausa y luego susurro al dosel de ramas, como si realmente fuera magico--. Pero vamos a cambiar todo eso. No le paso desapercibido que habia usado el plural. No solo ellos dos, sino todos. Aquel cuarteto que hizo un pacto para iniciar aquella loca competicion: quien ganara protegeria al resto. Y luego escaparian de aquel lugar en el que los habian forzado a luchar en una batalla de ingenio y armas que le daria a su padre lo que queria: un heredero digno de un ducado. --En cuanto seas duque... --empezo ella, en voz baja. --En cuanto uno de nosotros sea duque. --Se volvio para mirarla. Ella nego con la cabeza y busco su brillante mirada ambarina, tan parecida a la de sus hermanos. Tan parecida a la de su padre. --Vas a ganar tu. --?Como lo sabes? --dijo el, despues de observarla durante un buen rato. --Lo se, y punto. --Apreto los labios. Las maquinaciones del viejo duque se volvian mas desafiantes cada dia. Diablo era como su nombre, demasiado fuego y furia. Y Whit era demasiado pequeno y demasiado amable. --?Y si no quiero? --Por supuesto que quieres. --Cualquier otra cosa era una idea absurda. --El ducado deberia ser tuyo. --Las chicas no pueden ser duques. --Ella no pudo reprimir una risita exagerada. --Y, sin embargo, aqui estas: eres la heredera. Pero no lo era. No de verdad. Ella era el producto de una aventura extramatrimonial de su madre, una apuesta ideada para darle un heredero bastardo a un marido monstruoso, y manchar asi para siempre su preciado linaje, que era lo unico que realmente le importaba al duque. Pero, en lugar de un nino, la duquesa habia dado a luz a una nina, por lo que no podia heredar. Era la sustituta. Una simple nota al pie en el ancestral ejemplar del Libro de la nobleza de Gran Bretana e Irlanda. Y los cuatro lo sabian. --No importa --aseguro, ignorando sus palabras. Y no importaba. Ewan ganaria. Se convertiria en duque. Y lo cambiaria todo. El la observo en silencio durante un rato. --Cuando sea duque... --fantaseo en un susurro, como si las palabras fueran a convertirse en realidad al pronunciarlas en voz alta--. Cuando sea duque, yo cuidare de todos. De nosotros y de todo el Garden. Manejare su dinero. Su poder. Su nombre. Y me alejare de aqui y nunca mirare atras. --Las palabras volaron alrededor de ellos, reverberando en los troncos de los arboles antes de que el se corrigiera--. Su nombre no --susurro--. El tuyo. Robert Matthew Carrick, conde de Sumner, heredero del ducado de Marwick. Ignoro el ramalazo de emocion que la recorrio y suavizo el tono. --Te quedara bien ese nombre. Es nuevo. Yo nunca lo he usado. --Habia sido bautizada como el heredero, pero no podia hacer uso de su nombre. A lo largo de los anos, siempre se habian dirigido a ella como <>, <> o <>. Un dia, cuando tenia ocho anos, hubo una criada que la llamo <>, y eso le gusto mucho. Pero la criada se habia marchado al cabo de unos meses, y ella habia vuelto a ser invisible. Hasta que mas tarde llegaron tres chicos que si la veian, y el que estaba con ella no solo parecia verla, sino tambien entenderla. Y la llamaron de mil maneras: <>, por la forma en que atravesaba los campos a la carrera, <>, por las llamas de su cabello pelirrojo y <>, por la manera en que se enfadaba con su padre. Y ella respondia a todos aquellos apodos, sabiendo que ninguno era su nombre, sin importarle demasiado, porque ellos estaban alli. Porque tal vez estar con ellos fuera suficiente. Porque para ellos era alguien importante. --Lo siento --susurro el. Y lo decia en serio. Para el, ella si era alguien importante. Permanecieron asi durante unos instantes, con las miradas entrelazadas mientras la verdad pesaba a su alrededor, hasta que el carraspeo y aparto los ojos, rompiendo asi aquella conexion. Lo observo cuando giro su tronco para volver a prestar atencion a las copas de los arboles. --De todos modos, mi madre decia que le encantaba la lluvia, porque era el unico momento en que veia joyas en el barrio de Covent Garden. --Prometeme que me llevaras contigo cuando te vayas --susurro ella para romper el silencio. Los labios de Ewan se convirtieron en una linea firme, la promesa quedo escrita en las arrugas de su cara, mas vieja de lo que deberia ser. Mas joven de lo que iba a necesitar que fuera. --Y tendras muchas joyas. --Asintio con seguridad. Ella se giro, y sus faldas se desplegaron sobre la hierba. --Por supuesto --bromeo ella--. Y vestidos confeccionados con hilo de oro. --Viviras entre bobinas de hilo oro. --Si, por favor --dijo ella--, y una doncella que sepa hacerme preciosos peinados. --Para ser una chica de campo, eres muy exigente --se burlo. --He tenido toda la vida para elaborar una lista con mis necesidades. --Le dirigio una sonrisa. --?Crees que estas preparada para Londres, chica de campo? --Creo que se me dara bien, chico de ciudad. --La sonrisa se transformo en un ceno fruncido. El se rio, y el preciado (por infrecuente) sonido de su risa lleno el espacio que los rodeaba, reconfortandola. En ese momento, sucedio algo. Algo extrano e inquietante, maravilloso e inaudito. Ese sonido, que no se parecia a ningun otro del vasto mundo, la libero. De repente, lo sintio. No solo el calor de el a su lado, donde se tocaban de hombro a cadera. No solo el lugar donde su codo descansaba junto a su oreja. No solo el contacto de sus manos en los rizos cuando el extrajo una hoja de ellos. Sino en todas partes. En el ascenso y descenso uniforme de su respiracion. En su segura quietud. Y esa risa..., en su risa. --Pase lo que pase, prometeme que no me olvidaras --le pidio en voz baja. --No podre. Estaremos juntos. --La gente se va. --Yo no. No me ire. --Fruncio el ceno y nego con fuerza. --A veces no se elige. A veces, la gente, simplemente... --Asintio--. Pero aun asi... Su mirada se suavizo al comprender que se referia a su madre. Rodo hacia ella y quedaron frente a frente, con las mejillas apoyadas en las palmas de las manos, lo suficientemente cerca como para contarse mil secretos. --Ella se habria quedado de haber podido --dijo el con firmeza. --No lo sabes --susurro, y cuanto detesto el picor que le provocaban aquellas palabras en los ojos--. Naci y ella murio, y me dejo con un hombre que no era mi padre, que me dio un nombre que no es el mio, y nunca sabre que habria pasado si ella hubiera vivido. Nunca sabre si... --El espero. Siempre paciente, como si fuera a aguardar toda la vida--. Nunca sabre si me habria querido. --Claro que si. --La respuesta fue inmediata. --Ni siquiera me puso un nombre. --Sacudio la cabeza y cerro los ojos. Queria creerle. --Lo habria hecho. Te habria puesto un nombre, y habria sido precioso. La certeza de sus palabras hizo que ella buscara su mirada, segura e inflexible. --Entonces, ?no me llamo Robert? --Ella te habria puesto un nombre digno de ti. El nombre que te mereces. Te habria dado el titulo. --No sonrio. No se rio. La comprendia y, luego, anadio--: Como voy a hacer yo. Todo se detuvo: el susurro de las hojas en el dosel de ramas; los gritos de sus hermanos en el arroyo, un poco mas alla; el lento transcurrir de la tarde; y ella supo, en ese momento, que el estaba a punto de hacerle un regalo que nunca habia imaginado recibir. --Dime... --Le sonrio, con el corazon palpitando en el pecho. Queria ese regalo en los labios y en la voz de el, en los oidos de ella. Queria que se lo diera y sabia que le resultaria imposible olvidarlo, incluso despues de que se marchara y la dejara atras. Y el se lo dio. --Grace --la llamo.

  • No te merezco de Sophie Saint Rose

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    Michelle deseaba lo que habia conseguido su prima. Un marido que la amara y que protegiera todo lo que habia conseguido en la vida. Para eso inicia un largo viaje donde conoce a un hombre malhumorado, grosero y que no la aprecia en absoluto. Fue una sorpresa para ambos que fueran parientes lejanos, pero Michelle con su objetivo en mente no se dejaria deprimir por lo que Edward opinaba de su busqueda de marido. Ese estirado no la conocia en absoluto.

  • El mundo (Novelas 2) de Carmen Boullosa

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  • No mas secretos de Sophie Saint Rose

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    Patricia se levanto de la cama muy emocionada. Ese dia iba a cambiar su vida. Repleta de energia fue hasta el bano bailando porque hoy al fin iba a cobrar su herencia. La herencia que al fin la liberaria del trabajo de mierda que tenia en la fotocopiadora. Se miro al espejo y sus ojos verdes brillaban mas intensamente y su cabello rubio parecia que tenia el color mas rubio y brillante. Hasta sus ondas estaban mas marcadas. --Leche. Que bien te sienta ser rica --dijo alucinada acercandose mas al espejo. El primer dia que viviera su ano numero veintiseis. El dia anterior habia cumplido veinticinco, asi que ese era el primer dia de su ano veintiseis. Sonrio al espejo y abrio el grifo del agua lavandose las manos para ir a preparar el enorme desayuno que pensaba pegarse. Entrecerro los ojos al ver que sus manos se tenian de azul, pero al ver el agua que caia en el lavabo, la vio trasparente. Se extrano y aparto las manos para poner el tapon pensando que habria algun problema con la caneria, pero el agua era cristalina. Pero sus manos estaban de un azulado algo raro. Que cosa mas rara. ?Seria algun producto quimico que habian echado en el agua? En Nueva York cualquier cosa podia pasar. Cogio la toalla y fue hasta la cocina secandose las manos. Abrio el grifo del fregadero y el agua salia bien. Se miro las manos y jadeo al ver que la toalla blanca estaba impecable y que sus manos volvian a su color natural. -- Madre mia. !Con lo bien que iba el dia, no me puede salir una alergia! Nerviosa pidio cita con el medico para despues de su encuentro con los abogados. Olvidandose de las manos, le guino el ojo al abuelo, que le sonreia desde la foto que tenia sobre la chimenea sentado en su sillon con su espesa barba rubia. Habia muerto hacia cuatro anos y para su sorpresa en su testamento habia especificado que no podia heredar hasta despues de cumplir veinticinco anos. Fueron unos anos dificiles porque los albaceas de su abuelo solo le pagaban los gastos del piso que tenia en la Quinta Avenida. De su mantenimiento debia encargarse ella y trabajando en la fotocopiadora no es que ganara demasiado, asi que esos anos no habia podido permitirse ningun lujo. Pero al fin todo habia terminado y era rica. Estaba forradisima y despues de pensarlo cuatro anos, tenia decidido viajar por todo el mundo. Iba a tirar la casa por la ventana. Comio mas que normalmente, que ya era decir. Y fue a ducharse despues de sacar del armario unos pantalones negros y un jersey de cachemira azul intenso. Era la unica ropa que tenia de calidad y no queria desentonar en el despacho de abogados. Abrio el agua de la ducha mirandola con desconfianza, pero despues de quitarse el pijama se metio dentro cuando el vaho invadio el cuarto de bano. Cerro los ojos debajo de la alcachofa de la ducha y extendio las manos hasta el dispensador de champu que tenia delante. Se enjabono con calma. No tenia ninguna prisa y disfruto de su primera ducha sin tener que ir corriendo al trabajo. Se dio la vuelta y enjabonandose cantando a pleno pulmon "My way" de Frank Sinatra y se le metio algo de jabon en los ojos. Cerrandolos gimio porque dolia. Alargo la mano para coger la toalla mientras que con la otra cerraba el grifo. Salio de la ducha pasandose la toalla por la cara y cuando abrio los ojos se miro al espejo pasando la mano por el para quitar el vaho. Grito trastrabillando hacia atras chocandose con la pared cubierta de marmol. Pero ni se inmuto por el dolor en la espalda mirandose al espejo con los ojos como platos. !Estaba verde! !Y no un verde clarito, no! !Parecia un lagarto! Asombrada se miro las manos y gimio al ver que sus unas parecian doradas. Dios, todavia no se habia despertado. Era eso. Se arreo un tortazo y se miro al espejo. Aquello habia dolido asi que no estaba dormida. Observando su cabello que tenia unos rizos increiblemente dorados y sus ojos rasgados rodeados de pestanas azules siseo --Me cago en la leche--. Miro hacia abajo para encontrarse que tenia el pelo del sexo del mismo color. Se dio la vuelta en el espejo y casi se muere del susto al ver encima de su nalga derecha algo trasparente. Temblando llevo la mano hasta alli y se lo toco. Parecia plastico y tenia una forma curvada. Tiro de ella. --!Auchh! -- chillo cuando se la quito como si hubiera salido de su piel. Alucinada lo puso ante su cara sintiendo su corazon a mil por hora. Tenia el tamano de la palma de su mano y era un semicirculo algo curvado. No era trasparente del todo. Al ponerlo a la luz del cuarto de bano, tenia un color ligeramente verdoso en su transparencia y estaba duro. Se le puso el pelo de punta dejandolo sobre el lavabo con el corazon a mil. A toda prisa salio del bano y se sento sobre la cama mirando hacia alli. El vaho salia del bano y se volvio a mirar las manos. Cuando antes del desayuno se habia secado se le habia ido el color. Histerica cogio las sabanas y empezo a secarse con fuerza hasta hacerse dano. Cinco minutos despues el color empezo a desvanecerse lentamente y suspiro de alivio al ver que el color de pelo se desvanecia hasta volver a su color. Iba a tener una conversacion muy larga con el medico en su cita de esa tarde. !Algo le estaba sentando fatal! Se lavaria con agua mineral hasta que descubrieran lo que tenia el agua. Mas tranquila por haber encontrado una solucion se vistio mirando de reojo el bano. Se sento en el tocador y se cepillo el cabello haciendose una cola de caballo. Ya no tenia animos de alisarselo, no fuera a ser que con el calor se le pusiera rojo o algo asi. Cogio su abrigo negro y el bolso antes de ir hacia la puerta de su habitacion, pero nerviosa volvio a mirarse al espejo, suspirando de alivio cuando vio su color. Todo iba bien. Una hora despues llego al despacho de los abogados. Se habia mirado en casi todos los escaparates de camino hacia alli y empezaba a estar algo paranoica. Se acerco a la recepcion del lujoso despacho de abogados y espero impaciente a que la recepcionista la atendiera. Sonrio agradablemente pulsando un boton del teclado. --Buenas tardes, senorita Walters. Llega pronto a su cita. --Es que tengo algo de prisa --susurro mirandose al espejo que tenia la recepcionista tras ella. --No pasa nada. Si espera en la sala, avisare al senor Williams. --Si, claro. --Se volvio apretando su bolso. Menuda mierda. El dia que debia ser la persona mas feliz del mundo, estaba totalmente acojonada. Se sento buscando un sitio donde mirarse y suspiro de alivio al ver la mesa de cristal que tenia al lado. Al mirarse entrecerro los ojos al ver el color de su retina. Se acerco a la mesa de cristal y la recepcionista entrecerro los ojos al verla jurar por lo bajo acercandose tanto que casi podia pegar la nariz a la mesa. --Senorita Walters. ?Se encuentra bien? Se sobresalto incorporandose y dejando caer el bolso. --!Si! !Claro que estoy bien! --Forzo una sonrisa y se levanto de golpe. --Voy al bano, tengo algo en la lentilla. La chica sonrio de alivio. --Por supuesto. --Senalo el pasillo. --Al fondo a la derecha. Casi corrio hacia alli y al cerrar la puerta gimio cerrando los ojos. --Por favor, sere buena. Asustada giro la cabeza hacia el espejo y abrio los parpados lentamente. De la fuerza con la que los habia cerrado ahora veia chiribitas. Se acerco al lavabo encastrado en una encimera de marmol y se miro al espejo. !Su puntito negro estaba dorado! !Dorado! ?Madre mia y como se secaba el ojo? !Unas gafas de sol! A toda prisa abrio el bolso y las busco, pero no las encontraba. Dios, no podia tener tan mala suerte. Entonces escucho el pitido y asustada miro hacia arriba pensando que era la alarma de incendios. Como saltaran los aspersores aquello iba a ser un espectaculo. Al ver que no saltaban escucho atentamente y era un pitido extrano, parecia mas bien una melodia aguda. ?De donde saldria? Encogiendose de hombros volvio a buscar en el bolso y casi chilla de la alegria al abrir una cremallera y encontrar el estuche de las gafas. Vacio. Estaba vacio. Casi estrella el bolso contra la pared. Se volvio a mirar al espejo. --Llevas lentillas de colores. Y son la leche. Se van a quedar de piedra porque pareces una extraterrestre. Aparentando que no le daba importancia, salio del bano pasandose la mano por el vientre y se dio cuenta que de los nervios ni se habia quitado el abrigo. Volvio a la recepcion y se sento dando golpecitos con el pie sobre la moqueta. La chica la miro algo molesta por el ruido que hacia, pero estaba tan nerviosa que no se dio ni cuenta. Miraba de un lado a otro como si fuera una fugitiva que huyera de algo y la de recepcion carraspeo. --?Quiere que le traiga un cafe? --?Un cafe? --Forzo una sonrisa. --No, gracias. --?Agua? --!No! --exclamo horrorizada como si hubiera dicho un sacrilegio. Se sonrojo al ver su expresion--. Quiero decir... vengo bebida de casa. --Ahora lo entiendo --siseo la chica volviendo a su trabajo. Patricia gruno por lo bajo y nerviosa movio su pierna mas rapidamente. -- ?Van a tardar mucho? La chica suspiro levantando la mirada. --Enseguida la llaman. ?Por que no lee una revista? --!Si! Una revista. --Entonces volvio a escuchar ese ruido. ?Se le habria cambiado la melodia del movil? Lo miro, pero no era el suyo. Miro a la recepcionista con el ceno fruncido. --?No piensa cogerlo? --?El que? --El telefono. ?Esta sorda? La chica movio los ojos de un lado a otro y forzo una sonrisa empezando a acojonarse. --?Que telefono? Patricia se levanto. --?No lo oyes? --pregunto mirandola con los ojos como platos--. La chica levanto el telefono lentamente. --?Ves como sonaba? ?Que pasa? ?Te estas quedando conmigo? --Ni se me ocurriria, senorita Walters. ?Senor Crown? Tenemos un problema. Su cita de las doce ya esta aqui. --Y susurro --Y parece drogada. --?Pero que dices chiflada? ?Tengo pinta de drogata? --Bueno, aquello era el colmo. Tapo el auricular y sonrio. --Es para que se de prisa. --Atonita vio que se ponia el telefono al oido de nuevo. --Si, la pasare a la sala de juntas. Cinco minutos. --Colgo el telefono. --Venga conmigo senorita Walters. El senor Crown la atendera en cinco minutos.

  • Autorretrato sin mi de Fernando Aramburu

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    El nuevo libro de Fernando Aramburu, tras Patria, no es una novela y tampoco un ensayo: es tal vez el texto mas personal y el mas comprometido del autor, tal vez el mas arriesgado. De lo que no cabe ninguna duda es de que es el mas bello. En Autorretrato sin mi el lector sospecha que Aramburu habla de si mismo, pero enseguida sentira que habla de todos nosotros.
    Sin brizna alguna de exhibicionismo, tan omnipresente en muchas obras, estas prosas conforman el relato de la vida de un hombre en el que todos podemos reconocer al autor y reconocernos.
    Sus paginas plasman en escenas inolvidables las relaciones familiares, el padre, la madre, el amor, los hijos, los gozos y las angustias con que esta hecha la biografia de todos nosotros. Por eso es un libro que debe leerse a sorbos lentos, por eso es un libro que dificilmente va a olvidarse.

  • Bruja Urbana de Daniel Santos

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    Agatha era una Bruja Moderna del Siglo XXI.
    Descendiente del honorable linaje de Salem.
    Y una universitaria en Nueva York.
    Una combinacion peligrosa hoy dia.

  • Angel en una libreria de Rj Scott

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    D C AP I T U L O U NO Michael: No recuerdo a menudo en detalle cada vez que soy parte de una familia. Recuerdo los grandes eventos: las guerras, los nacimientos, las bodas y las muertes. Por eso estoy aqui, despues de todo, y escribo todo lo mas fielmente que puedo. Aun asi, el tiempo avanza muy rapido y estoy feliz de dejarlo pasar. Hasta que encuentre al hombre que me hara decidir que el tiempo debe pasar mas lento, para poder quedarme. Un dia conocere a la persona que me hara sentir. El sera fuerte, seguro y perfecto para mi, y querre ascender para ser humano solo para estar con el. Y, si, se que es un el. Siempre lo he sabido urante mucho tiempo, Joshua Blakeman permanecio inmovil en la calle fuera de la tienda. La gente caminaba a su alrededor, algunos chasqueaban sus lenguas, otros pasaban rozandole como si pudiera ser empujado y quitado de en medio. Nadie se detuvo y le pregunto si estaba bien. El nunca espero que lo hicieran. Era un hombre extrano envuelto en un abrigo de invierno con un gorro que le cubria la cabeza y una bufanda que le ocultaba la boca, y estaba bloqueando su camino al trabajo. Detras de el, el autobus numero quince se detuvo con dificultad, y algunas de las personas que lo habian empujado ahora luchaban por conseguir un sitio en el. Josh no escucho ninguna maldicion o discusion; todos encontraron un lugar en silencio. El sabia como era eso. Durante los ultimos siete anos, habia usado su bolsa de mensajero e inflado su metro setenta y ocho para intimidar y conseguir a su manera un espacio de pie en los trenes del metro. Se habia vuelto tan bueno en eso que con el uso juicioso de su voluminosa bolsa, podia ir de Baker Street a St. Paul en menos de quince minutos. Pero eso fue ayer. Eso fue un monton de ayeres antes. Mucho antes de su crisis. Mucho antes de que todo se fuera a la mierda y terminara aqui de pie y mirando. Esta era su vida ahora, esta pequena rata que corre entre el metro y el autobus en St. Paul. Nadie sabia que estaba alli, o al menos nadie se detuvo. No habia Starbucks, ni Costa, ni vendedores de periodicos, ni historia de ningun famoso que viviera en la plaza. No habia absolutamente ninguna razon para que un viajero se tomara un momento para ver que habia en los jardines de Horus. Los turistas a veces vagabundeaban por este lugar, esta pequena plaza silenciosa, y a veces, muy raramente, se quedaban. Habia cesped en alguna zona para sentarse en paz antes de la siguiente etapa del dia. Podrian ir al Palacio de Buckingham o a la Torre de Londres, podrian tener entradas para el London Eye o un crucero por el Tamesis. Todos tenian un proposito, y todo lo que dejaban aqui en la plaza era basura. --Joder, --alguien maldijo en la cara de Josh mientras se lanzaba sobre el. No agrego nada, simplemente se alejo, dejando a Josh con el aroma del ajo de la noche anterior y el desodorante y la locion para despues del afeitado de esta manana. Josh se pregunto lo cerca que esa persona estaria de una crisis nerviosa. ?Estaba a semanas de distancia, o solo habia vendido su alma al comercio y todavia estaba fresco como un recien nacido? --Lo siento, --dijo, a pesar de que la persona se habia ido hace mucho tiempo. Pero no se movio. Se limito a mirar fijamente el letrero que tenia delante, las grandes letras CERRADO pintadas en escarlata sobre un tablero que cubria la puerta, y los remolinos blancos que empanaban las ventanas. Alli estaba todo lo que Josh no queria, y todo lo que necesitaba. --Jesucristo, --espeto una mujer mientras se desviaba para evitarle--. Malditos inmigrantes. --Dejo el aroma de Chanel y el insulto era nuevo. Se echo una ojeada a si mismo. Vestia un abrigo de Marks and Spencer, vaqueros Levis y botas de cuero, y el panuelo envuelto alrededor de su cabeza era de cachemir, el mejor diseno de John Lewis. Aun asi, el estaba parado aqui como un idiota, y eso significaba que era etiquetado instantaneamente como cualquier tipo de molestia que la gente pudiera imaginar. --Lo siento, --dijo otro hombre mientras atrapaba la rodilla de Josh con su maletin. El hombre claramente no estaba arrepentido. Josh conocia bien ese tono de voz desdenoso e irritable. El mismo lo habia usado lo suficiente. Finalmente se acerco, solo un pequeno movimiento, las llaves un gran peso en su bolsillo. Luego otro paso. Por algun milagro, nadie mas choco con el, hasta que finalmente llego a la entrada de Capitulo Uno y la puerta empotrada. Al menos en este area protegida, el hielo no se colaba a traves de la lana de su abrigo. Aqui habia silencio y no estaba en medio del camino de todos. Saco las llaves de su bolsillo y las barajo para encontrar la que estaba marcada con FRONTAL. Los pulcros capiteles en la letra de su padre le causaron un escalofrio en el corazon que no fue del todo debido a los vientos de finales de octubre. Torpe al principio le dio vueltas y consiguio meter la llave en la cerradura y abrir la puerta. El tintineo de una campana de plata anuncio su llegada, y tuvo que empujar con fuerza para mover una acumulacion de correo basura y cartas a un lado. Algunas de ellas parecian oficiales, pero ya habia ordenado las facturas online y por telefono. Todos los que trataban con la libreria tenian una direccion de contacto de la casa de Josh y su madre. El podria preocuparse por el correo mas tarde. La oleada de olores lo golpeo, la ranciedad de un interior que no habia visto la luz del dia en casi un ano y el olor de los libros que se encontraban justo como en el dia que su padre los habia dejado. El gran espacio estaba lleno de estanterias, pero carecia de lo que le habia dado proposito y vida: su padre, Andrew Blakeman. El dolor apunalo a Josh con fuerza, y se quedo quieto cuando el peso lo empujo hacia abajo. Al menos esta vez no era un obstaculo en el camino mientras se quedo absolutamente inmovil. La ultima vez que habia estado alli, su padre estaba detras del mostrador con sus gafas de montura oscura y sus guantes blancos, trabajando en una nueva adquisicion, reparando una encuadernacion para que el libro pudiera ser vendido. Los dedos de Josh se crisparon ante la idea. Habia sido aprendiz de su padre durante algunos anos, hasta que el atractivo de los ordenadores lo arrastro lejos. Conocia el cuero, los paneles y las planchas, y podia moverse con sutileza a traves de una discusion sobre recubrimientos en oro si no lo presionaban demasiado con preguntas. Habia una caja frente al mostrador, con lo que parecian libros de segunda mano, una copia de Marley & Yo asomando por la parte superior. Su padre siempre tenia personas que le dejaban cajas de libros, y Josh nunca habia entendido por que su padre no les habia dicho que llevaran las cajas a una tienda de caridad. Porque cualquier libro es precioso y nunca sabes que gema o herencia familiar puedes encontrar con los Grishams y los Kings. Diez meses desde que su padre habia muerto y aun las palabras estaban grabadas en su memoria como si fuera ayer. Su telefono sono en su bolsillo, y se quito los guantes y lo saco. Se habia prometido a si mismo que no seguiria revisando ese maldito telefono, pero incluso despues de este periodo de tiempo, aun no habia perdido el condicionamiento de responder. La sola palabra, Mama, en la pantalla, le tenia casi guardando el maldito telefono de nuevo, pero no podia hacer eso. Ella querria saber. --Hola mama. --Joshua, carino, ?has llegado ahi bien? A Josh no le gustaba recordarle a su madre que habia logrado llegar a la ciudad de forma segura durante siete agotadores anos y que ella no se habia preocupado entonces. Eso le habria valido uno de esos suspiros patentados de paciencia de mama y un comentario sobre como las cosas habian cambiado ahora. Esa era una lata de gusanos que no queria volver a destapar hoy. --Acabo de entrar. --?Como se ve todo? ?Esta bien? Josh se miro a si mismo. Nada se habia movido desde el dia en que su padre murio. Solo el y su madre tenian llaves, y nadie mas habia estado dentro. Incluso los cuadernos estaban abiertos en el escritorio para los pedidos, y una pequena pila de periodicos locales hablaba sobre el diciembre mas lluvioso desde que comenzaron los registros. Diez meses, casi once, y el lugar seguia siendo el mismo. --Esta bien, --resumio--. Polvoriento. --Gracias por hacer esto, --dijo mama--. Se que he estado alli para ocuparme de la calefaccion, pero no podia tocar los libros, sus libros, simplemente… todavia no. --Esta bien, mama. Revisare las tuberias, ordenare la publicacion y me abrire paso por la lista. --Y Josh, no olvides que Phil pidio una segunda llave. Si se vende Capitulo Uno, tendra que dejar entrar a los agentes y posibles compradores. Josh se trago su respuesta instintiva. De ninguna manera en el infierno iba a hablar con Phil o darle la llave de este lugar. El tio Phil, el hermano de su padre, habia mostrado un interes desmedido en esta pequena propiedad recientemente, bajo el pretexto de apoyar a su cunada. Dijo que solo queria ayudar, pero Josh tuvo un mal presentimiento cuando Phil estuvo rondando. El padre de Josh habia dejado este lugar a su esposa, y Josh seria el que vendiera la libreria y el inventario, haciendo una nueva vida para su madre. No el tio Avaricioso Phil. Pero en el momento en que su madre dijo que queria vender, Phil le habia exigido que recibiera la ayuda adecuada. Josh hara esto por mi. Sera bueno para todos nosotros. Ahora no era el momento de discutir con su madre. --Esta bien, --dijo en cambio. --Espero que esto no sea demasiado para ti, --dijo. Las palabras fueron suaves, y Josh se pregunto si ella incluso habia tenido la intencion de decirlas en voz alta. --Mama, estoy bien. Te llamare, ?de acuerdo? --Termino la llamada rapidamente y coloco su telefono sobre el mostrador. La tienda estaba oscura debido a la madera clavada en los marcos de las ventanas, y mantener la puerta abierta para tener luz no iba a funcionar con este frio. Pulso un interruptor y las luces del techo se encendieron. Las facturas aun se pagaban con la electricidad minima, las tarifas comerciales y el agua. La lista era interminable, especialmente para un negocio que estaba inactivo y no tenia un ingreso equilibrado. El frio del exterior se precipito sobre el en una rafaga de viento de octubre y cerro la puerta. Finalmente, cuando hubo encendido la calefaccion, pudo quitarse el abrigo y el sombrero, y luego ir en busca de una tetera. La calefaccion se habia mantenido baja durante todo el ano, con su madre apareciendo de vez en cuando para comprobar que todo estaba bien. Incluso ahora se preguntaba por que ella no estaba alli organizando el inventario. Pero ella parecia pensar que deberia ser el, dijo que podia usar el tiempo para considerar lo que haria a continuacion. ?Y que diablos iba a ser lo siguiente que iba a hacer de todos modos? Nunca mas volveria a trabajar para una institucion financiera, y la idea de ser uno de esos tipos de IT por cuenta propia le lleno de pavor. Enfocate. No tenia leche, pero el cafe negro era una posibilidad si habia algo aqui. Su padre habia mantenido una pequena cocina y habia ofrecido a los buscadores en la libreria una seleccion de cafe, aunque fuese instantaneo, o te. La pequena nevera estaba vacia, afortunadamente. Josh tenia pesadillas al pensar en lo que en todo este tiempo le habria pasado a cualquier comida o bebida que quedara alli. Habia bolsitas de cafe, y permitio que el viejo grifo vertiera agua en el fregadero hasta que la corriente se asento antes de llenar la tetera. Con un cafe negro que lo calentaba desde adentro, fue mas capaz de catalogar coherentemente su entorno. El lugar no estaba humedo, lo cual era bueno. Habia existencias alli que podrian ser rescatadas y vendidas. No obtendrian mucho por eso, y muchos de los libros irian a obras de caridad, pero tal vez podrian recuperar lo suficiente como para cubrir la calefaccion que se necesitaria para ver este lugar durante otro invierno. El letrero de fuera de la libreria de segunda mano yacia en el suelo, apoyado entre las pequenas muestras de publicaciones periodicas de su padre y narrativa romantica, y Josh se agacho para inspeccionarlo. ‘Capitulo Uno’ se leia en escritura cursiva antigua. Era un nombre genial para una libreria, incluso Josh tuvo que admitirlo. El letrero estaba oxidado y era mas que probable que solo fuera apto para la basura. El rastreo la metalica C y movio el cartel un poco para que no presionara demasiado en ningun inventario que pudiera salvarse. Tal vez podrian obtener algo por el letrero. ?Un lugar de reciclaje o algo asi? Habia visto cosas extranas en el televisor. Alguien podria quererlo para su granero convertido o alguna otra mierda de arte que el no conocia. El cartel era tan viejo como el negocio, y eso era mas de cien anos de antiguedad. Los suelos de madera estaban sin brillo, pero puliendolos con un tinte o algo asi se verian bien de nuevo. Josh agrego eso a la lista de cosas que hacer cuando se quitaran todas las estanterias. Hablando de eso… Examino la base del sistema de estanterias mas cercano, preguntandose si el suelo habia sido colocado antes o despues de que se construyeran los estantes. Todo llegaba casi al techo, pero parecia estar encima del suelo de madera, gracias a Dios. De hecho, habia un pequeno espacio debajo de cada estante de libros y un fuerte recuerdo le golpeo.

  • Donde termina el arco iris de Cecelia Ahern

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    Una conmovedora novela en la que se nos presenta una seleccion de los divertidos y frescos dialogos que Rosie y Alex, amigos desde la infancia, intercambian.

  • Justo de Carlos Bassas Del Rey

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    La verdadera justicia debe ser fria, implacable, desapasionada. Y para aplicarla, Dios decidio que cada generacion contara con treinta y seis Justos, los tzadik, hombres anonimos que mantienen el equilibrio entre el Bien y el Mal sobre la faz de la Tierra. Justo Ledesma es uno de ellos. Un viejo irascible que discurre por las calles de un barrio, el de Sant Pere, Santa Caterina i la Ribera, que ya no es el suyo; de una ciudad, Barcelona, que dejo de serlo hace tiempo. Un hombre cansado que, consciente de que su fin esta cerca, decide saldar cuentas con su pasado; con un pasado que regresa de forma inesperada cincuenta anos despues.

  • Esclava del odio (Salvada por Amor 1) de Margotte Channing

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    Noruega, ano 1225
    Gunnar, un vikingo feroz, al que solo le mueve el odio y el deseo de venganza desde hace anos, secuestra a Rosslyn separandola de las personas que la han criado, unas monjas de un convento situado en una isla remota de Escocia.
    La lleva a su granja en Noruega, convirtiendola en su esclava, aunque, desde que la ha conocido, a cada momento, se le hace mas dificil mantener su deseo de venganza.
    Rosslyn, por su parte, no sabe como reaccionar, ante la crueldad de Gunnar , sin darse cuenta de que la mejor arma que puede utilizar es ser ella misma. Solo con su dulzura y bondad, Gunnar admitira lo que, en realidad, siente en su corazon.

  • La ciudad de los minotauros de Carol Zardetto

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    Nueva York es benevolente. Basta entregarse. Abandonarse sin Resistencia a su corriente de movimiento perpetuo. Dejarse complacer por su oferta desaforada. En medio de su fulgor intenso, dejo de parecerme a mi mismo y eso… es el mejor amulet contra la muerte>>.

  • El chico de las mil almas de Maria Herrejon

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    Misterio, amor y superacion se unen en esta primera novela de Maria Herrejon.

  • Cuatro vestidos para Carlota de Mercedes Alonso

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  • Todo comenzo en Mielec de Teresa Sanchez Romero

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    Anna, una joven Polaca asistente social, descubre inesperadamente a un hombre oculto en una casa abandonada. Desde ese instante, cambia su forma de vida y de pensar tras conocer los entresijos de una terrible guerra que transformo al mundo, la 2a Guerra Mundial y que la lleva a dejarlo todo y recorrer el mundo por resolver un misterio que hace parte de su vida.

  • Opus Gelber. Retrato de un Pianista de Leila Guerriero

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    El argentino Bruno Gelber es uno de los cien mejores pianistas del siglo XX. Se inicio en el instrumento a los tres anos, y su vocacion fue tan fuerte que a los siete, cuando contrajo polio, les pidio a sus padres que encajaran el piano en la cama, en la que permanecio postrado durante un ano, para poder estudiar. La enfermedad le dejo una paralisis permanente en la pierna izquierda, pero eso no impidio que a los diecinueve se marchara a Paris y comenzara a estudiar con una de las mejores maestras de aquel tiempo, que dictamino: <> Poco despues, Gelber empezaba a brillar en los mejores escenarios de Europa, donde los criticos hablaban de el como de <>.

  • Abigail de Lidia Castro Navas

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    ?Has sentido alguna vez una fuerte conexion con un desconocido? ?Una conexion que va mas alla de lo fisico y que el solo cruce de miradas te paraliza?

  • Erase una vez un canalla (Calaveras redimidos 3) de Mary Jo Putney

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    Gabriel Hawkins Vance estaba de pie frente a la inmensa puerta mientras intentaba controlar los temblores. Se habia alistado en la Marina Real con doce anos y no era el mas joven de su grupo de guardiamarinas. Durante los seis anos siguientes, se enfrento a balas de canon y a enfermedades letales, ayudo a controlar un motin y, a los dieciseis, comando un barco frances apresado que debia llegar a Portsmouth. Aunque nada lo habia aterrado tanto como tener que enfrentarse al hombre que estaba al otro lado de aquella puerta. Respiro hondo mientras aceptaba su destino. Llamo un par de veces a la puerta antes de entrar en el gabinete de su abuelo. El almirante Vance estaba sentado detras de su mesa con el ceno fruncido, pero se puso de pie en cuanto vio a su nieto y fruncio el ceno aun mas. --!Eres una verguenza para la familia! --exclamo sin detenerse en formalidades. Era alto, de pelo canoso, inflexible como un roble curtido--. !Los Vance han servido y han muerto por la Marina Real durante generaciones sin mancillar nuestro honor hasta que tu llegaste! --Lamento haberlo decepcionado, senor. --Gabriel intento controlar un estremecimiento. --Estabas haciendolo bien, estaba orgulloso de ti. Y vas y lo tiras todo por la borda. --El anciano torcio el gesto--. !Habria sido preferible que murieras en la batalla! Gabriel penso en los cuerpos de sus companeros muertos, hechos pedazos por las balas de canon francesas. Esa seria, normalmente, una manera rapida de morir y habria complacido al viejo almirante, pero el no habia llegado al punto de desear estar muerto. --Lamento haberlo desobedecido --replico mientras intentaba mantener la voz firme--. Pero es consciente de las circunstancias que llevaron a mi destitucion. --Esas circunstancias, tu juventud mas el apellido de la familia, te salvaron de un consejo de guerra y de acabar en la horca --le solto su abuelo--. Aunque te lo merecias. --Haria lo mismo otra vez si me encontrara en las mismas circunstancias --confeso Gabriel, que sintio una repentina necesidad de sincerarse. --!Canalla impertinente! !Fuera de mi vista! --grito su abuelo--. !Y no vuelvas a menos que hayas restablecido el honor de tu apellido! --Como desee, senor --respondio con fria formalidad. Las palabras eran como hielo en sus venas. Se despidio con un saludo militar perfecto y se dio media vuelta para salir de la estancia, con la certeza de que no volveria a ver al anciano... Jamas. --!Ay, carino mio! --Su abuela le salio al paso mientras se dirigia a ciegas hacia la puerta principal--. ?Tan desagradable ha sido? --Lo estrecho con calidez entre sus brazos como si se tratara de un nino y no de un muchacho que le sacaba cabeza y media. --No quiere volver a verme en la vida. --Gabriel abrazo a su abuela mientras reprimia sus vergonzosos deseos de llorar--. No a menos que haya restablecido el honor de mi apellido, algo que no sucedera nunca porque para el el honor esta ligado a la Marina Real. Ahora que me han licenciado, eso no pasara. Sera imposible. --!Oh, Gabriel, carino! --Lo solto mientras lo miraba con expresion triste--. Es duro contigo porque se preocupa demasiado por ti. ?De verdad se preocupaba su abuelo por el o mas bien lo veia como un medio para continuar la tradicion familiar en vez de verlo como a una persona en si misma? Llego a la conclusion de que sabia la respuesta. --No va a echarme de menos, tiene otros nietos. --Si, pero tu siempre has sido su preferido --repuso con ternura--. Que conste que creo que hiciste lo correcto y estoy orgullosa de ti. --Gracias. --La beso en la mejilla. Sus palabras lo ayudaron un poco. --?Que vas a hacer ahora? --No estoy seguro --contesto, incapaz de pensar en otra cosa que no fuera el reciente enfrentamiento con su abuelo--. Supongo que encontrare un puesto en un barco mercante. --?Habrias elegido la armada de pequeno de haber tenido eleccion? --le pregunto su abuela con mirada perspicaz. Sus palabras habian dado justo en el clavo. --No lo se. --Penso en el mar y en su temperamento: hermoso y aterrador, emocionante y aburrido--. Tal vez no --agrego con honestidad--. Pero es el unico oficio que conozco. --Y en ese momento el mar le proporcionaria consuelo. --Elijas el camino que elijas, recorrelo bien --dijo su abuela con firmeza--. !Y, por favor, escribe! Puedes enviar las cartas a la tia Jane. --Lo hare --le prometio, incapaz de soportar la idea de perder a la unica persona de cuyo amor nunca habia dudado--. Y me cambiare de nombre para que el abuelo no se averguence por mi culpa. --Usa Hawkins --dijo con sorna--. Es tu segundo nombre y Jack Hawkins fue uno de los marinos mas heroicos de Inglaterra. --Su abuela siempre habia compartido su sentido del humor. --Me apropiare de ese nombre. De ahora en adelante, sere Gabriel Hawkins. --Le dio un ultimo abrazo y salio por la puerta, hacia un futuro que aun no podia imaginarse. 1 Londres, otono de 1814 Lord y lady Lawrence estaban disfrutando de una tarde placentera en su biblioteca cuando llego la carta. El mayordomo en persona se la entrego al conde. Sylvia Lawrence levanto la vista y vio que la misiva estaba envuelta en una tela manchada de aceite y supo que debia de haber recorrido una gran distancia. --?Es una carta de Rory? --pregunto con entusiasmo--. !Hace tanto que no tenemos noticias de ella! ?Volvera a casa? Su marido abrio la carta y la leyo con el ceno fruncido. Luego solto una blasfemia tan malsonante que ninguna otra persona se habria atrevido a pronunciarla. --!Tu hija, lady Aurora Octavia Lawrence, la ha hecho buena esta vez! --Tambien es hija tuya --le recordo Sylvia mientras comenzaba a preocuparse--. ?Que ha ocurrido? --La carta viene del consulado britanico en Argel --mascullo el conde--. !Unos piratas berberiscos han secuestrado a tu dichosa hija y ahora exigen un rescate desorbitado para liberarla! --?Como es posible? --grito Sylvia mientras su buen humor se convertia en horror--. Creia que los piratas berberiscos habian abandonado su actividad despues de su derrota a manos de los estadounidenses y de la firma del tratado. --Los piratas de Berberia no son muy de cumplir tratados --dijo su marido con amargura--. El consul dice que no esta herida, pero esta retenida en un haren y pronto la venderan como esclava a menos que paguemos su rescate de !cincuenta mil libras! --Alzo la voz--. !Cincuenta mil libras! --Tiro la carta en la mesa e hizo que la elegante pluma de ganso saliera volando--. Muy bien, !pues que se la queden! No les pagare un solo penique a esos malnacidos para recuperarla. --Geoffrey, !no puedes estar hablando en serio! --exclamo Sylvia--. !Es nuestra hija pequena! Rory era la alegria de tu vida. --Hasta que crecio y desde entonces solo nos ha dado problemas. --Miro a Sylvia con el gesto torcido--. No podremos casarla como Dios manda y se ha gastado la herencia de su tio abuelo en sus viajes. Es una descarada muy lista. Que se las apane sola. Ya me ha costado bastante. --!Es nuestra hija! --?Crees que no lo se? --Su ira inicial lo estaba abandonando y el dolor asomaba a sus ojos --. Tal vez sea conde, pero no me puedo permitir semejante suma. Me llevo varios anos saldar las deudas que mi padre me dejo. Ya sabes la cantidad de prestamos hipotecarios que hemos tenido que pedir para mantener a los ocho hijos que has tenido. --Tu tambien pusiste de tu parte con esos ocho --senalo con sequedad--. Hemos sido bendecidos con ocho hijos saludables, encantadores e inteligentes. ?A cual de ellos quieres abandonar? --A ninguno --respondio el con un suspiro--. Pero haberles proporcionado los futuros que merecian han agotado las reservas familiares. Simplemente no hay dinero disponible para pagar ese descomunal rescate. Ni siquiera para Rory. --Pero !sera una esclava en Berberia, Geoffrey! --Sylvia se mordio el labio porque sabia lo dificil que habia sido reunir el dinero para ayudar a que sus hijos mayores se establecieran en sus nuevas vidas--. No es una travesura, !es un desastre! !Piensa en los horrores que tendra que pasar! --Es lo bastante guapa como para evitar las peores atrocidades --dijo con los labios apretados--. Es probable que acabe como la favorita del dey de Argel. Lo siento, Sylvia, Rory se lo ha buscado. --Se le quebro la voz, demostrando asi lo que le dolia--. Y ahora tendra que aguantar al hombre que este dispuesto a pagar por ella. La condesa se estremecio. Su marido habia decidido que el rescate era imposible de pagar y que no moveria un dedo para ayudar a su hija Rory. Cerro los ojos mientras las terribles imagenes de lo que podria sucederle a su hija pequena le pasaban por la cabeza. Queria muchisimo a todos sus hijos, pero Rory fue un bebe precioso y feliz. Por ese motivo Sylvia le puso Aurora, porque le recordaba a un amanecer. Aurora pronto se transformo en el diminutivo Rory, mientras su hija crecia entre risas y travesuras. Si, a veces se metia en problemas, pero se debia a su apetito por la vida. No habia maldad en ella. Sylvia conocia bien a su marido. Una vez que Geoffrey habia analizado la situacion y habia decidido que no habia nada que hacer, le cerraria la puerta a Rory y se concentraria en los problemas mas cercanos a su hogar que si podia solucionar. Enterraria el destino de su hija tan profundamente que no sentiria el dolor, excepto en sus pesadillas. Aunque eso no queria decir que ella tuviera que hacer lo mismo. Le habian llegado rumores de un hombre capaz de lidiar con situaciones peligrosas. Un aristocrata relacionado con todo tipo de personas al que visitaria por la manana. Quiza, !por favor, Senor!, conociera a alguien capaz de traer a su hija de vuelta a casa. Goleta Cefiro, Pool of London, rio Tamesis, Inglaterra Cuando era nino, Gabriel habia sonado con ser el audaz capitan de un velero. Un corsario como Drake y el legendario sir Jack Hawkins, su homonimo. Sus suenos no incluian las largas y aburridas semanas en el mar ni las galletas con gorgojos del barco ni el pan acimo duro como las piedras. Ni los libros de cuentas. Los suyos eran sencillos porque era el dueno y tambien el capitan, pero debia de hacer algunas cuentas para que la Cefiro pudiera funcionar de manera adecuada. Por suerte, su ultima mision a Estados Unidos para rescatar a la viuda inglesa abandonada habia sido muy rentable gracias a la generosidad de la familia de la mujer. Como extra, incluso habia evitado acabar hecho pedazos por los barcos de guerra de la Marina Real que pululaban por la bahia de Chesapeake.

  • Cuentos de la Guerra Civil de Ambrose Bierce

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    Los cuentos que invadiran la cabeza del lector no fueron escritos por un general avido de medallas, un profeta del pacifismo o un escritor esperanzado en la humanidad. Fueron creados por un soldado que vivio la Guerra de Secesion en carne propia y supo, pese a todo, desentenderse del patriotismo ciego y el discurso oficial del Norte, que a la postre gano la guerra y se autoerigio como el bando <> y redentor de los esclavos negros. Bierce desecha de cuajo ese facilismo binario y detalla las contraluces propias de una guerra fratricida: pondera miedos y valentias, explica atrocidades, ilumina las sombras de personajes esculpidos por una epoca feroz de la cual solo queda una leyenda. Una leyenda que aun divide a Estados Unidos y provoca odios mutuos. Con todo, esa equidistancia (oscura, a veces desgarradora) es lo que diferencia a Bierce de la mayoria de los narradores y corresponsales belicos, quienes muchas veces buscan asentar la culpa del conflicto en un bando. Leyendo estos relatos se adivina que el soldado promedio de los dos ejercitos era el mismo prototipo, que muchas veces se trataba de un hermano luchando por el Sur y otro por el Norte, que los generales casi nunca tragaban barro y que la muerte vivia al acecho. Ademas, para quien recien se adentra en la tematica, es posible detenerse en ciertas frases racistas o analizar la perspectiva que los blancos, incluso los yanquis, tenian de los negros. Y eso lleva a sospechar que Bierce, quiza inconscientemente, ya sugeria lo que el grueso de los gringos sigue ignorando: que la Guerra Civil norteamericana no se libro con el mero proposito de liberar a los esclavos negros y adaptarlos en un plano de igualdad ciudadana a la sociedad, sino que mas bien se trato de un choque entre elites y sistemas economico-productivos. Por un lado, el Norte de la Union Federal, lleno de industrias que requerian mano de obra libre y asalariada, la cual se podia despedir a placer y no exigia la manutencion del obrero; por el otro lado, el Sur Confederado, atrasado, agricola y cuasi feudal, que veia a las plantaciones de algodon y a la esclavitud como un asunto medular e irrenunciable de su identidad. Pero dejemos la vastedad de este topico a economistas e historiadores sociales. Calculemos, por un instante, la interpelacion que generan estos cuentos en nosotros como latinoamericanos. No hay nexo aparente. Los gringos estan locos, la esclavitud tuvo otros ribetes en Latinoamerica y acaso el unico suceso comparable, en cantidad de muertos, sea la revolucion mexicana. No obstante, al palear unos centimetros de tierra, aparecen osamentas para refutarnos. Y no me refiero a las guerras civiles del siglo diecinueve ni a las montoneras que siguieron a la independencia del dominio espanol. Me refiero a muertos mas recientes; aquellos que les toco vivir una epoca donde un vecino era un potencial delator o un amigo de la infancia podia transformarse en verdugo. Probablemente el adolescente Ambrose Bierce jamas sospecho que le dispararia a muchachos de Alabama o Texas. Y muchos ninos latinoamericanos de la decada de 1960 tampoco pensaron ser asesinados por sus ideas politicas o convertirse en torturadores. El devenir, sin embargo, dictamino otra cosa. Sirvan estos relatos como advertencia a los horrores fratricidas. Sirvan como un oscuro testamento a favor de la paz. No despertemos a la bestia. Es un monstruo que duerme a la sombra de la paz. Lo que vi de Shiloh I Esta es la sencilla historia de una batalla; una historia contada tal como puede narrarla un soldado que no es escritor a un lector que no es soldado. La manana del domingo seis de abril de 1862 fue clara y tibia. El toque de diana resono algo tarde, ya que las tropas tendrian un dia de descanso tras una larga marcha. Los hombres haraganeaban en torno a las brasas del vivac; unos preparaban sus desayunos, otros examinaban con descuido la condicion de sus armas y pertrechos, aguardando la inevitable inspeccion, y algunos otros hablaban con indolente dogmatismo acerca del tema infalible: el final y el proposito de la campana. Los centinelas deambulaban el confuso frente con una libertad de paso y maneras que no hubiesen sido toleradas en otro momento. Un punado de ellos cojeaba, sin parecer soldados, a causa de sus pies ampollados. A escasa distancia, en la retaguardia de las armas apiladas, se veian unas pocas tiendas de campana; ocasionalmente, desde su interior, asomaban oficiales despeinados. Languidamente daban ordenes a sus sirvientes para que les llenasen una palangana con agua, desempolvaran un abrigo o puliesen una vaina. Jovenes y esbeltos ordenanzas, cargados de mensajes evidentemente insignificantes, espoloneaban a sus caballos viejos y se abrian paso entre los hombres, soportando con desden sus burlas y humoradas, ese castigo por ostentar un puesto superior. Pequenos negros de estatus y funciones imprecisas se revolcaban sobre sus estomagos, golpeando el suelo con sus talones largos y desnudos bajo el brillo del sol, o bien dormitaban pacificamente, inconscientes de las bromas aleccionadoras, preparadas por manos blancas para enmendar su perdicion. De pronto, la bandera que colgaba floja y sin vida en los cuarteles parecio levantarse vivamente en el asta. En el mismo instante, se escucho un sonido amortiguado y distante, semejante a la pesada respiracion de un animal gigante bajo el horizonte. La bandera alzo su cabeza para oir. Hubo una pausa momentanea en el zumbido del enjambre humano. Entonces, mientras la bandera caia, el silencio se fue. Pero ya habia cientos de hombres de pie, miles de corazones latiendo a un pulso alborotado. Otra vez la bandera hizo una senal de advertencia, y nuevamente la brisa trajo hasta nuestras orejas el sonido largo y profundo de unos pulmones de acero. Como si hubiese recibido una orden ferrea, la division se puso de pie y se conformo en grupos de atencion. Incluso los negritos se irguieron. Despues de esto he vuelto a ver conmociones similares, provocadas por terremotos, pero creo que en ese momento no temblaba. Los cocineros, sabios de su generacion, sacaron los calderos humeantes del fuego y se prepararon para correr. Los ordenanzas montados se esfumaron. Los oficiales se arrastraron a punta y codo desde sus tiendas de campana y se aunaron en grupos. Los cuarteles se habian transformado en una bullente colmena. El sonido de la metralla ahora llegaba en rafagas regulares. Era el latido fuerte y constante de la fiebre de guerra. La bandera ondeaba entusiasmada, remeciendo su escuderia de estrellas y bandas con una especie de feroz placer. Un ayudante de campo montado corrio hacia la sombra del circulo de los oficiales; parecia haber brotado del suelo en una nube de polvo y al instante se oyeron las notas claras y agudas de un clarin. Las notas se repitieron y fueron replicadas por otros clarines hasta alcanzar los campos marrones, esparcidas por las filas de los bosques, transportadas hasta lejanas colinas; hasta en los valles nunca vistos se reprodujeron esas notas. Los acordes mas leves y remotos casi se ahogaban entre vitores, mientras los hombres corrian a agruparse torno a las bayonetas. Porque esta llamada no era el tedioso clarin "general" ante el cual se desarman las carpas. Este era el emocionante llamado de "asamblea", que llega al corazon como el vino y revuelve la sangre como los besos de una mujer bella. Habiendolo escuchado, sobre los rugidos de los canones, ?quien seria capaz de olvidar la intoxicacion salvaje de su musica? II Las fuerzas confederadas de Kentucky y Tennessee habian sufrido numerosos reveses que culminaron en la perdida de Nashville. El golpe fue severo: cantidades inmensas de material de guerra quedaron en manos de los vencedores, junto con todos los puntos estrategicos importantes. El general Johnston reculo el ejercito de Beauregard hacia Corinth, al norte de Mississippi, donde esperaba conseguir mas reclutas y equiparse hasta ser capaz de asumir la ofensiva y recuperar los territorios perdidos. El pueblo de Corinth era un lugar miserable, la capital de un pantano. Esta a dos dias de marcha hacia el oeste del rio Tennessee. Alli, y por el curso de ciento cincuenta millas, el rio fluye casi hacia el norte, hasta desembocar en el Ohio, en Paducah. Es navegable hasta este punto, es decir, hasta el embarcadero de Pittsburg, al cual se llega desde Corinth mediante un camino erosionado que cruza una region boscosa y tupida y que corre hacia el rio bajo arcos selvaticos cubiertos de musgo espanol. En algunos lugares la via yace obstruida por arboles caidos. El camino a Corinth se convertia, en ciertas estaciones, en un brazo del rio Tennessee. Su boca era el embarcadero de Pittsburg. Aqui, en 1862, habia algunos campos y una o dos casas. Ahora existen un cementerio nacional y otros progresos. El general Grant emplazo su ejercito en el embarcadero de Pittsburg, con un rio a su retaguardia y dos lanchas a vapor como medio de comunicacion con el lado Este, adonde llegaria el general Buell desde Nashville, acompanado de treinta mil hombres. La pregunta ha sido formulada: ?por que el general Grant ocupo la ribera enemiga del rio, encarando a una fuerza superior antes del arribo del general Buell? Buell tenia un largo trecho que recorrer; acaso Grant estaba cansado de esperar. Seguramente Johnston lo estaba, pues durante la plomiza manana del seis de abril, cuando la division de vanguardia de Buell estaba vivaqueando cerca del pueblito de Savannah, ocho o diez millas mas abajo, las fuerzas confederadas -habiendo abandonado Corinth dos dias antes- cayeron sobre las brigadas avanzadas de Grant y las masacraron. Grant estaba en Savanah, pero se apresuro hacia el embarcadero, justo a tiempo para encontrar sus campamentos en las garras del enemigo y los rastrojos de su ejercito derrotado, acorralado por un rio a sus espaldas como apoyo moral. He relatado las noticias de este asunto tal como nos llegaron a Savannah. Vinieron a grupas del viento, un mensajero que no transporta detalles copiosos. III En la ribera opuesta al embarcadero Pittsburg existen algunas colinas bajas y ralas, parcialmente rodeadas por un bosque. Visto desde el otro lado del rio Tennessee, durante el crepusculo del seis de abril, este espacio abierto (esta ribera, de hecho, fue angustiosamente contemplada por miles de ojos, muchos de los cuales se oscurecieron antes del ocaso) hubiese dado la impresion de estar veteado por franjas largas y oscuras, con nuevas franjas que surcaban constantemente el horizonte. Esas franjas eran los regimientos de la division de vanguardia de Buell. Habiendose desplazado desde Savannah a traves de un territorio que no era mas que pantanos y bajios sin senderos, con repentinas irrupciones de exuberante selva, la vanguardia arribaba al campo de batalla exhausta, con los pies doloridos y muerta de hambre. Habia sido una carrera terrible; algunos regimientos perdieron un tercio de sus hombres por fatiga, los soldados caian abatidos como si les hubiesen disparado, y alli los dejaban en el suelo para que se recuperasen o fallecieran a su gusto. La escena a la que les habian invitado tampoco inspiraba la confianza moral capaz de curar la fatiga. El aire estaba colmado de truenos y la tierra temblaba bajo sus pies. Y si hay algo de verdad en la teoria de la conversion de la fuerza, estos hombres almacenaban energia por cada shock que lanzaba ondas sobre sus cuerpos. Quizas esta teoria explique mejor que otras el tremendo aguante de los hombres en la batalla. Pero los ojos solo constataban materia idonea para la desesperacion.

  • La Rendicion del Highlander (Penword 3) de Arlette Geneve

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    Marina es una noble y decidida mujer que se encuentra ante la decision mas dificil de su existencia; elegir entre el amor de su vida o la lealtad a su familia. Su mejor amigo va a ser ahorcado, y en su desesperacion para tratar de liberarlo, acude a la unica persona que puede ofrecerle la ayuda que necesita, Brandon McGregor, un laird arrogante, posesivo, y del que esta irremediablemente enamorada. Sin embargo, el escoces la desprecia porque la cree una manipuladora sin sentimientos. Una arpia traidora e indigna de confianza. Marina llega a una encrucijada de dificil eleccion, si salva a su amigo, debe traicionarlo a el, y Brandon no piensa perdonar sus intrigas y maquinaciones.
    Marina tendra que pagar el precio que el Laird de Ruthvencastle le imponga.

  • Un futuro inesperado (Role Playing 3) de Minerva Hall

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    Roderick Hudson era uno de los Amos del club erotico mas exclusivo de la ciudad, hasta que empezo a morir gente a su alrededor. Entonces, toda su vida empezo a derrumbarse lentamente y los viejos miedos recobraron la fuerza que el tiempo y su companero de fatigas, Gabriel Grier, llevaban anos acallando. Sin embargo, sus demonios estan mas dispuestos que nunca a resurgir de sus cenizas y reclamar toda su atencion, especialmente cuando una noche la llegada inesperada de una mujer malherida, trastoca todos y cada uno de sus planes.
    No soporta a la timida y asustadiza Samantha Jefferson, que ha ocupado el antiguo apartamento de Kat y lo mira como si fuera el mismisimo diablo en persona, a la vez que lo tienta con su cuerpo, su ingenuidad y buen corazon. No le permitira tocarla y no podra evitar sentirse indigno una vez mas.
    Aun asi, cuando su exnovio vuelve para acabar el trabajo que empezo, buscara refugio en sus brazos, condenandolo a una pena mucho mayor de lo que jamas habria esperado.
    <>.

  • El Placer de tus Suenos 1 de Auraluna

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    Una historia llena de romance y erotismo.

  • Una furia de alas negras de Alex London

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    Se alzaran juntos o caeran solos.
    El pueblo de Uztar ha mirado el cielo con asombro y esperanza desde tiempos remotos. Nada en su mundo es mas venerado que las aves rapaces y nadie es mas respetado que los cetreros que las llevan en el puno.
    Brysen se esfuerza por ser un gran cetrero, mientras que su hermana melliza, Kylee, posee dones ancestrales pero quiere librarse para siempre de la cetreria. Ya casi lo ha logrado, pero una guerra se aproxima a Seis Aldeas, con un ejercito rebelde que no deja nada a su paso, excepto sangre y el cielo vacio. No habra cetrero ni ave a salvo de esta invasion.
    Juntos, los mellizos deben emprender una expedicion a las traicioneras montanas, para atrapar a la casi mitica aguila fantasma, asesina solitaria y el ave rapaz uztari mas temida de todas. Cada uno va por sus propias razones: Brysen, por el chico que ama y la gloria que tanto anhela; Kyle, para reparar el pasado y proteger el futuro de su hermano. Pero ambos son perseguidos por aquellos que solo buscan una cosa: poder.
    Con este libro, Alex London lanza una vertiginosa saga sobre los recuerdos que nos acechan, las historias que nos persiguen y los lazos de sangre entre nosotros.

  • Chantaje 2 : Mi mejor eleccion – Mia del Valle de Mia Del Valle

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    Ha pasado el tiempo. Clara y Aaron se vuelven a encontrar con un nuevo desafio entre manos, esta vez las cartas estan a favor de Clara y su eleccion debera ser acertada, ya no tendra cabida el corazon, sino la razon. Ella debera planear con cuidado cada uno de sus movimientos en el reencuentro con el hombre mas egoista, resentido, egolatra y vengativo que jamas ha conocido. En menos de un ano Aaron ha hecho estragos con su vida, gracias a el perdio todo. su padre, su trabajo. fue chantajeada, enamorada y desechada cual envoltorio de caramelo; se caso y separo en lo que dura un suspiro y ahora la vida la pone nuevamente en el ruedo.
    Con mas fuerzas que antes, decidida a que las cosas desde ahora se hagan cuando y donde ella lo decida, duena de una vez y para siempre de su vida, Clara se halla en una encrucijada y debera medir en la balanza de la vida, el peso de sus sentimientos o lo que le dicta su mente.
    “Si Aaron me quiere de vuelta en su vida debera sudar como yo lo hice meses atras… Estar junto a el no es la unica opcion que tengo delante. desde ahora solo sera mi peor o mi mejor eleccion”

  • OLIVER de Maite-ev

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    Una tragedia.
    Una muerte.
    Un bebe.
    Una decision.
    ?Un nuevo trabajo?
    ?Que pasara cuando la familia de Abby muera en un accidente de auto?
    ?Cuando le digan que se tiene que hacer cargo de su sobrino de tres anos?
    ?Cuando tenga que buscar un nuevo trabajo en una de las mas grandes constructoras de Nueva York?
    ?Que se va a encontrar Abby en su nuevo trabajo?
    ?Odio, amistad, felicidad, tristeza, amor?
    --Senorita, ?para que me busca? --pregunto el.
    --Lo lamento, senor Williams, me llamo Abigail Blair y vengo por el trabajo de secretaria.
    Estas fueron las palabras que hicieron que mi vida cambiara para siempre, ?un bebe, un trabajo, un nuevo amor? ?!UN NUEVO JEFE?!

  • Treinta Postales De Distancia de Sara Ventas

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    <>. Le habia gustado la idea de elegir la planta numero trece de un edificio situado en La Malagueta, un barrio centrico de Malaga junto a la playa. Las vistas eran espectaculares y la orientacion no podia ser mejor. Cuando recibio las fotografias que Manu le habia enviado del apartamento y las vistas desde la terraza, comenzo a concienciarse del paso que estaba dando y, sobre todo, empezo a ver una luz que no era precisamente la de aquel sol que iluminaba aquellas imagenes, sino la de la sensacion que le producia la velocidad con que todo estaba saliendo: rodado. Sofia tenia el convencimiento de que si algo que nace entre dudas sale sin esfuerzo, es porque se ha elegido el camino correcto. Y que mejor muestra que aquella de encontrar, casi a la primera, la casa que se ajustaba, de sobra, a las caracteristicas que ella buscaba. A todos les encanto. A todos menos a su padre, claro, un poco supersticioso por naturaleza y que se aventuro a pronosticarle algun pequeno infortunio originado por la maldita cifra en cuestion. Eso a ella no le afectaba, no creia en esas bobadas de la supersticion, y era capaz de pasar bajo una escalera, tranquilamente. Incluso si veia que alguien evitaba una y se cambiaba de acera, ella pasaba por debajo mirando al supersticioso con picardia y presumiendo de su osadia. Una vez, cuando era pequena, llevo a casa un gato negro que se encontro por la calle; su padre monto tal espectaculo que no tuvo mas remedio que dejarlo abandonado donde lo habia encontrado, y no dio su brazo a torcer con sus llantos ni cuando le dijo que era el peor padre del mundo. Claro que luego se lo compenso regalandole una tortuga que a ella no le hizo mucha gracia. Alego que era la unica mascota que aceptaria que tuviese en casa: <>. A ella al principio le daba repelus el tacto de aquellas patitas arrugadas y ver aquel cuello diminuto estirarse fuera del caparazon. La tortuga tenia el tamano de una galleta y le puso de nombre Tomasa. Mas tarde descubririan, viendo un documental, que Tomasa era macho por la forma que tenia en la parte baja del caparazon: concava en vez de plana. Pero aunque intentaban rectificar y llamarla Tomas, ya no les salia. Despues de una semana de frenetico ajetreo de mudanza, aun tenia el salon empantanado con cajas de libros sin abrir, utensilios de cocina, y la ropa de invierno que habia dejado amontonada sobre la cama del cuarto de invitados, amenazaba con venirse abajo, de un momento a otro, si una mosca se posaba en la superficie de la montana mal apilada. Se tiro en el sofa acordandose de su madre mientras observaba el desbarajuste que decoraba su salon. Aquel desorden con apariencia de haberse mudado aquel mismo dia, tenia todo el pronostico de mantenerse por unas cuantas semanas mas, si no eran meses. Pero eso a ella no le preocupaba lo mas minimo, lo importante ahora era adaptarse a la nueva vida que acababa de comenzar. Aun no habia cumplido treinta y tres anos. Siempre imagino que a esa edad ya estaria de sobra casada y con una ristra de hijos revoloteando a su alrededor. Ahora que la disfrutaba, a ratos se sentia demasiado joven para tener hijos y otros, preocupada porque iba camino de los cuarenta y lo mismo se quedaba asi como la hermana de su padre, su tia Conchita. Tanto espero al hombre que se ajustase a sus exigencias que, cuando desistio bajando considerablemente sus requisitos hasta un punto en que ya le servia casi cualquiera, a quien empezaron a exigirle fue a ella. En su casa de vez en cuando se comentaba que se veia con un viudo del piso de abajo, pero que no se aguantaban del todo y no acababan de decidirse. <>, explicaba el padre de Sofia. <>, solia comentar la madre de Sofia espantada, porque no le hacia ni pizca de gracia que su cunada se le metiera en casa a entretener sus quehaceres. No se llevaban mal, pero porque se veian lo justito. A Sofia le caia muy bien la tia Conchita y fue la primera en animarla a que se fuera a Malaga: --Sofi, comete el mundo y no le hagas demasiado caso a tu cabeza, las hormonas son muy sabias. --?Las hormonas? --comentaba Sofia-- Que cosas se te ocurren, tia. --Hazme caso, Sofi, alli me deje yo algo imperdonable, y precisamente por darle la espalda a las hormonas. --?Alguna vez me contaras que fue aquello que te paso en Malaga y que solo dejas caer? --Hay cosas que deben quedarse enterradas para no hacer dano a terceros. Y Sofia no conseguia sacarle mas informacion. Sofia acababa de salir de una relacion que habia pasado por todos los estados que puede pasar una relacion, con inesperado final incluido. Decidio cambiar de aires para evitar caer de nuevo en aquel ciclo interminable de idas y venidas: --Te perdono, pero te prometo que esta sera la ultima vez. --Vale, yo tambien te prometo que voy a cambiar. --Si yo no quiero que cambies, lo que quiero es que te centres y proyectes tu futuro en una direccion. --Que si, no seas boba, si yo estoy centrado. --No estas centrado, tienes treinta y cinco anos y eres relaciones publicas de una discoteca ?No te das cuenta que el resto de tus companeros son veinteaneros? --Todos no. --Deberias concentrarte en el trabajo que tienes por las mananas, que esta muy bien, y olvidarte de la noche. --Que si, no seas pesada, es solo un tiempo hasta que encuentren a alguien. --Llevan buscando a alguien anos, Alex, anos, y tu cada vez estas mas metido en ese mundo. A penas nos queda tiempo para vernos. ?Crees que en esas condiciones a mi me apetece una vida en comun, para estar todo el dia sola? Pero era un bucle que no terminaba de abrirse para ir a alguna parte. Aquella relacion daba vueltas sobre el mismo sitio y ella ya conocia de sobra aquel itinerario absurdo. Necesitaba caminar en linea recta, aunque fuera para estamparse contra una pared de hormigon. No le importaba demasiado el sitio, lo importante era salir de la isla que por primera vez se le habia quedado pequena, y que el lugar tuviera mar. Era mallorquina. Eligio la ciudad de Malaga porque su padre era de alli, era donde veraneaban desde siempre para no perder aquella parte de sus raices, y le hacia sentirse un poquito como en su casa. Un buen amigo de su padre, dentista como el de profesion y al que habia conocido en la facultad, le ayudo a mover su curriculo y le encontro un puesto en una cadena de clinicas dentales. Los veranos que habian disfrutado en Malaga, los habian pasado con este amigo y su familia. Sofia sabia al dedillo las batallitas de su padre con Miguel y, ademas, habia hecho muy buena amistad con uno de sus hijos que tenia su misma edad: Manolito, bueno Manu, como se habia rebautizado cuando paso la adolescencia. Estuvieron mucho tiempo fuera de contacto. Lo retomaron hacia mas de un ano a traves de facebook y, a partir de ahi, surgio de nuevo la amistad que habian reforzado cada verano que su familia viajaba a Malaga o ellos a Mallorca. El habia sido su visitador de aquella casa con magnificas vistas al mar, y quien le envio las fotos junto con un informe detallado sobre cada rincon de la casa, incluido un examen exhaustivo a sus caseros los que, a simple vista, le parecieron algo presuntuosos y bastante cotillas. Pero si Manu lo decia, algo de verdad habria en ello --pensaba Sofia-- porque a diferencia de ella, el no solia equivocarse en los juicios rapidos. Y al conocerlos ella tuvo la misma impresion. No le apetecia devolver las llamadas que tenia acumuladas en el contestador. Lo que mas le apetecia aquella tarde de viernes, era quedarse tumbada a la bartola en el sofa y que alli se las diesen todas. Pero habia quedado con Manu que apareceria en cualquier momento y penso que, al menos, deberia apilar las cajas que tenia por medio, aunque pensandolo mejor, casi que preferia llamar a su madre y quitarse una llamada de encima. Deseaba hablar con Paula, pero no queria saber nada de Alex y en su mensaje del contestador ya se intuian noticias frescas. Era mas comodo mantenerse aislada en aquella burbuja que le proporcionaba su nueva vida, donde el apenas existia. --!Hola mama! --Hija, no hay quien te localice ?que ha pasado con el calentador? --Tenia razon papa, me lo ha confirmado el casero. Hay que abrir un poco la ventana del lado opuesto al calentador, para que circule el aire sin que el viento apague la llama, porque no se que rejilla esta tapada por la lavadora… no me he enterado bien, pero me he duchado y no se me ha apagado esta vez. --?Ya tienes todo ordenado? --Sofia dudo entre decir la verdad o adornarla. <>, penso. --Ordenadisimo, todo en su sitio. --Mira que eres mentirosa. --?Por que nunca me crees? --Si me hubieses dicho que te faltaba alguna caja, te habria creido, pero diciendome que tienes todo ordenadisimo, como si lo viera, seguro que esta todo manga por hombro. --Esta bien, tu ganas, quedan dos cajas --intento rectificar inutilmente. --Ya no cuela, hija, mira que eres desastrosa. ?Y que tal el trabajo? --la madre de Sofia prefirio no seguir aquel tema para no terminar discutiendo con su hija. Era la primera vez que se separaban y le estaba costando muchisimo adaptarse a aquel vacio que habia dejado en casa. Sofia era hija unica, aparecio cuando ya habian perdido las esperanzas intentandolo. No lograron conseguirlo otra vez. Esto hizo que sobreprotegieran a Sofia y que, aun siendo una mujer que sabia valerse por si misma, la siguieran tratando como a una nina. --Bien, lo de siempre, de un lado a otro… Me gustaria trabajar como papa, en su consulta, sin moverse. --Ay hija, no te quejes, y ?para que quieres estar todo el dia en un mismo sitio? Asi te mueves, vas de un sitio a otro, estiras las piernas… --?Las piernas? Si voy en coche mama. Cada clinica esta en una punta de Malaga. --Bueno, hija, Malaga tampoco es tan grande. ?Y que tal son los vecinos?

  • Trauma de Javier Nunez

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    Poco despues de divorciarse de su mujer y de mudarse a un pequeno apartamento, Santiago empieza a tener extranos suenos recurrentes en los que recorre un bosque. En cada nuevo sueno avanza un poco mas y, finalmente, descubre pistas relacionadas con su infancia. Al mismo tiempo, una figura sobrecogedora, cubierta de ramas y hojas, ha aparecido en su casa y parece querer transmitirle un mensaje.
    Todas su pesquisas confluyen en un claro, en torno al solitario olivo que alguien planto alli y en el que sus amigos y el estuvieron reunieron durante la primavera y el verano del 1993. Para jugar, pero tambien para crecer y hacer cosas de mayores. Tras reencontrarse con ellos, logra comprender cual es la situacion de cada uno. Pero no dispone de mucho tiempo. El pasado ha vuelto para reclamar justicia y hay vidas en juego.
    La suya, sin ir mas lejos.

  • Cameron (Senoritas americanas 2) de Scarlett O'connor

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    Una serie que no defrauda, con personajes femeninos fuertes que luchan por su lugar, y hombres que estan a la altura.
    -Melanie Rogers.

  • Romance inolvidable – Stefania Gil de Stefania Gil

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    Alexandra Eldridge y Blake Olson se conocen en Yellowstone mientras asisten a un campamento de verano. Durante treinta dias -y sus noches- Blake y Alex se hacen inseparables, creando un lazo entre ellos que seguira uniendoles a pesar de la distancia que los separa y del destino que se empena en demostrarles que puede jugar con ellos a su antojo. Asi regresan a sus vidas perdiendo contacto absoluto; dejando atras la experiencia de haber tenido unas vacaciones unicas, un romance inolvidable e ignorando que volveran a encontrarse en el futuro.
    Baltashar Eldridge es un hombre al que no se le escapa nada y es un as en los negocios, por ello detecta a los oportunistas aun estando a largas distancias de estos. No soporta la idea de que su pequena este involucrada con un hombre como Gary Lockwood y Alex se niega a escucharle por el error que cometio en el pasado. Piensa que no le queda mas que rezar por un milagro y es entonces cuando descubre el pasado -aun latente- entre su nina y el nuevo empleado que le envio su socio desde San Francisco. Baltashar se da cuenta que tiene ante si una oportunidad perfecta para evitar la boda de su hija que terminara en una catastrofe segura. Blake Olson es la unica carta que tiene en juego y debe usarla bien para lograr su cometido, aunque su hija acabara odiandolo para siempre. ?Se prestara Blake a seguir el juego del Sr. Eldridge para conquistar a Alex? ?Alex estara dispuesta a revivir su pasado con Blake?

  • Siete casas vacias de Samanta Schweblin

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    NOS PERDIMOS --dice mi madre. Frena y se inclina sobre el volante. Sus dedos finos y viejos se agarran al plastico con fuerza. Estamos a mas de media hora de casa, en uno de los barrios residenciales que mas nos gusta. Hay caserones hermosos y amplios, pero las calles son de tierra y estan embarradas porque estuvo lloviendo toda la noche. --?Tenias que parar en medio del barro? ?Como vamos a salir ahora de aca? Abro mi puerta para ver que tan enterradas estan las ruedas. Bastante enterradas, lo suficientemente enterradas. Cierro de un portazo. --?Que es lo que estas haciendo, mama? --?Como que que estoy haciendo? --su estupor parece sincero. Se exactamente que es lo que estamos haciendo, pero acabo de darme cuenta de lo extrano que es. Mi madre no parece entender, pero responde, asi que sabe a que me refiero. --Miramos casas --dice. Parpadea un par de veces, tiene demasiado rimel en las pestanas. --?Miramos casas? --Miramos casas --senala las casas que hay a los lados. Son inmensas. Resplandecen sobre sus lomas de cesped fresco, brillantes por la luz fuerte del atardecer. Mi madre suspira y, sin soltar el volante, recuesta su espalda en el asiento. No va a decir mucho mas. Quiza no sabe que mas decir. Pero esto es exactamente lo que hacemos. Salir a mirar casas. Salir a mirar las casas de los demas. Intentar descifrar eso ahora podria convertirse en la gota que rebalsa el vaso, la confirmacion de como mi madre ha estado tirando a la basura mi tiempo desde que tengo memoria. Mi madre pone primera y, para mi sorpresa, las ruedas resbalan un momento pero logra que el coche salga adelante. Miro hacia atras el cruce, el desastre que dibujamos en la tierra arenosa del camino, y ruego por que ningun cuidador caiga en la cuenta de que hicimos lo mismo ayer, dos cruces mas abajo, y otra vez mas casi llegando a la salida. Seguimos avanzando. Mi madre conduce derecho, sin detenerse frente a ningun caseron. No hace comentarios sobre los cerramientos, las hamacas ni los toldos. No suspira ni tararea ninguna cancion. No toma nota de las direcciones. No me mira. Unas cuadras mas alla las casas se vuelven mas y mas residenciales y las lomas de cesped ya no son tan altas, sino que, sin veredas, delineadas con prolijidad por algun jardinero, parten desde la mismisima calle de tierra y cubren el terreno perfectamente niveladas, como un espejo de agua verde al ras del suelo. Toma hacia la izquierda y avanza unos metros mas. Dice en voz alta, pero para si misma: --Esto no tiene salida. Hay algunas casas mas adelante, luego un bosque se cierra sobre el camino. --Hay mucho barro --digo--, da la vuelta sin parar el coche. Me mira con el entrecejo fruncido. Se arrima al cesped derecho e intenta retomar el camino hacia el otro lado. El resultado es terrible: apenas si acaba de tomar una desdibujada direccion diagonal cuando se encuentra con el cesped de la izquierda, y frena. --Mierda --dice. Acelera y las ruedas resbalan en el barro. Miro hacia atras para estudiar el panorama. Hay un chico en el jardin, casi en el umbral de una casa. Mi madre vuelve a acelerar y logra salir en reversa. Y esto es lo que hace ahora: con el coche marcha atras, cruza la calle, sube al cesped de la casa del chico, y dibuja, de lado a lado, sobre el amplio manto de cesped recien cortado, un semicirculo de doble linea de barro. El coche queda frente a los ventanales de la casa. El chico esta de pie con su camion de plastico, mirandonos absorto. Levanto la mano, en un gesto que intenta ser de disculpas, o de alerta, pero el suelta el camion y entra corriendo a la casa. Mi madre me mira. --Arranca --digo. Las ruedas patinan y el coche no se mueve. --!Despacio, mama! Una mujer aparece tras las cortinas de los ventanales y nos mira por la ventana, mira su jardin. El chico esta junto a ella y nos senala. La cortina vuelve a cerrarse y mi madre hunde mas y mas el coche. La mujer sale de la casa. Quiere llegar hasta nosotras pero no quiere pisar su cesped. Da los primeros pasos sobre el camino de madera barnizada y despues corrige la direccion hacia nosotras pisando casi de puntillas. Mi madre dice mierda otra vez, por lo bajo. Suelta el acelerador y, por fin, suelta tambien el volante. La mujer llega y se inclina hasta la ventanilla para hablarnos. Quiere saber que hacemos en su jardin, y no lo pregunta de buena manera. El chico espia abrazado a una de las columnas de la entrada. Mi madre dice que lo siente, que lo siente muchisimo, y lo dice varias veces. Pero la mujer no parece escucharla. Solo mira su jardin, las ruedas hundidas en el cesped, e insiste en preguntar que hacemos ahi, por que estamos hundidas en su jardin, si entendemos el dano que acabamos de hacer. Asi que se lo explico. Digo que mi madre no sabe conducir en el barro. Que mi madre no esta bien. Y entonces mi madre golpea su frente contra el volante y se queda asi, no se sabe si muerta o paralizada. Su espalda tiembla y empieza a llorar. La mujer me mira. No sabe muy bien que hacer. Sacudo a mi madre. Su frente no se separa del volante y los brazos caen muertos a los lados. Salgo del coche. Vuelvo a disculparme con la mujer. Es alta y rubia, grandota como el chico, y sus ojos, su nariz y su boca estan demasiado juntos para el tamano de su cabeza. Tiene la edad de mi madre. --?Quien va a pagar por esto? --dice. No tengo dinero, pero le digo que vamos a pagar. Que lo siento y que, por supuesto, vamos a pagar. Eso parece calmarla. Vuelve su atencion un momento sobre mi madre, sin olvidarse de su jardin. --Senora, ?se siente bien? ?Que trataba de hacer? Mi madre levanta la cabeza y la mira. --Me siento terrible. Llame a una ambulancia, por favor. La mujer no parece saber si mi madre habla en serio o si le esta tomando el pelo. Por supuesto que habla en serio, aunque la ambulancia no sea necesaria. Le hago a la mujer un gesto negativo que implica esperar, no hacer ningun llamado. La mujer da unos pasos hacia atras, mira el coche viejo y oxidado de mi madre, y a su hijo atonito, un poco mas alla. No quiere que estemos aca, quiere que desaparezcamos pero no sabe como hacerlo. --Por favor --dice mi madre--, ?podria traerme un vaso de agua hasta que llegue la ambulancia? La mujer tarda en moverse, parece no querer dejarnos solas en su jardin.

  • Tocar las estrellas de Katie Khan

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  • Princesas sin miedo de Luna Villa

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    Valerie descubrio la dureza de la vida en su mas tierna infancia. Afortunadamente, acabo encontrando personas que le ofrecieron proteccion y cuidados, entre ellas, Harper, quien le ayudo a ser mas fuerte de lo que ella pensaba y a sacar lo mejor de cada situacion. No ha tenido mas remedio que salir hacia adelante. Cuando empieza a encauzar su vida, aparece su primer… ?amor?, una relacion que dara un giro inesperado a sus planes, pero que ella sabe afrontar sin miedo. Ante este nuevo reves, ella acabara demostrando que el verdadero amor todo lo puede.

  • Como el bosque en la noche de Alvaro Bermejo

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    Como el bosque en la noche nos adentra en una geografia mitica, la vieja Navarra, cuna de la cultura vasca. Un pequeno pueblo fronterizo con Francia, Etxalar, se convierte en escenario de una serie de crimenes que resucitaran todos los viejos demonios de la comarca. Los aquelarres de Zugarramurdi quedan a un tiro de piedra, en Yanci se venera a un San Juan Xar -San Juan el Viejo- que recuerda mas al Basajaun de las leyendas ancestrales, y Akerbeltz -el carnero negro, emblema del diablo-, preside rituales de los que solo se habla entre susurros.
    Fue a la sombra de sus hayedos donde Orson Welles rodo escenas muy significativas de Campanadas a Medianoche, y tambien donde Merimee arraigo las peripecias de su Carmen, la gitana de Etxalar.
    La novela comienza precisamente con la llegada de Welles al pueblo, en 1964, a la que seguira la de un escritor muy cosmopolita fascinado por el aura de aquella mujer fatal.

  • ETA. Las claves de la PAZ de Jesus Eguiguren

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    Son muchos los acontecimientos que estan sucediendo en el Pais Vasco. El mas importante: el fin de ETA. La forma en que se ha puesto punto final a la accion terrorista ha sorprendido a la mayoria y ha generado desconfianza. ?Cuales son las verdaderas claves del final historico de ETA? ?Que papel desempenaron los intentos de negociacion previos al cese de la lucha armada terrorista? ?Cual es el futuro de la paz en Euskadi? ?Como se va a llevar a cabo este proceso? El periodista Luis Rodriguez Aizpeolea reconstruye de forma integra en ETA. Las claves de la paz el proceso de paz que se abrio en Euskadi entre 2000 y 2006, y que es el precedente del cese definitivo del terrorismo por parte de ETA, de la mano de su principal testigo, el presidente de los socialistas vascos, Jesus Eguiguren. Como se gesto la idea del dialogo con ETA, como se llevaron a cabo las reuniones, los horarios, las fechas, los asistentes, el modus operandi de cada uno de los encuentros y sus consecuencias tras la ruptura del proceso con el atentado de ETA en la T-4. Una obra que secuencia de manera magistral el final del terrorismo en Espana, un problema endemico que se venia arrastrando desde la Transicion y un caballo de batalla de los diferentes gobiernos democraticos. El testimonio de uno de los principales responsables del final del terror, un vasco de corazon que lo arriesgo todo en favor de un deseo -que era el anhelo de todos los espanoles-: la paz en Euskadi. Un relato sorprendente y profundo que aun guarda el valor de la inmediatez y que cuenta con todo lujo de detalles, y por primera vez -ya que este es un tema a menudo silenciado- los entresijos de una negociacion con una organizacion terrorista. La explicacion del final de ETA. Todo, sin censuras

  • Llevame Siempre Contigo (Llevame contigo 3) de Yara Ariza

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    Jannice Hernandez tiene la mala fama, entre sus amigas, de siempre llegar tarde a todos lados. No se permite salir de casa sin estar bien arreglada, nunca se sabe a quien pueda encontrarse.

  • Los caprichos del millonario de Melissa Hall

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    Peyton Raksy jamas imagino que vengaria la muerte de su hermana pequena. Estaba dispuesta a meterse en la cama del millonario Aleksander Bogdanov para que confesara el delito que cometio con la persona que mas queria en el mundo. Despues de arrebatarle lo unico que tenia en la vida, Peyton estaba dispuesta a jugar con Aleksander hasta hacerle sufrir. Seducirlo y enamorarlo hasta romperle el corazon. Pero no podia caer en la seduccion del hombre rico como hizo su hermana, o terminaria como ella; muerta.

  • Diamantes de luz helada de Carlos Diaz Dominguez

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    ?Quien es Alfredo? Esa sera la pregunta que se convertira en una obsesion para Sagrario Ortiz, una joven periodista a la que un cruce de casualidades llevara a conocer a alguien que se encuentra en la ultima etapa de su vida: Elvira Pineda. La intensa complicidad surgida entre ambas mujeres provocara que Elvira confie a Sagrario un asunto familiar de la maxima trascendencia acontecido hace mas de treinta anos.