• libro en defensa de la felicidad - Matthieu Ricard

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    Tras el exito de El monje y el filosofo, un autentico tratado de la felicidad, a la vez que una valiosa y convincente guia para nuestros individualismos carentes de puntos de referencia. Todos aspiramos a la felicidad, pero ?como encontrarla, conservarla e incluso definirla? A esta cuestion filosofica por excelencia, tratada por el pensamiento occidental con una mezcla de pesimismo y burla, Matthieu Ricard aporta la respuesta del budismo, una respuesta exigente pero tranquilizadora, optimista y accesible a todos. Dejar de buscar a toda costa la felicidad fuera de nosotros, aprender a mirar en nuestro interior pero a mirarnos un poco menos a nosotros mismos, familiarizarnos con una vision a la vez mas meditativa y mas altruista del mundo… Con el bagaje de su doble cultura, de su experiencia como monje, de su relacion con los mas grandes sabios, de su conocimiento de los textos sagrados asi como del sufrimiento de los hombres, el embajador mas popular y reconocido del budismo en Francia nos propone una reflexion apasionante sobre el camino de la autentica felicidad y los medios para alcanzarla.

  • Un auténtico tratado de la felicidad (Crecimiento personal)

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  • EN DEFENSA DE LA FELICIDAD | MATTHIEU RICARD

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  • En defensa de la felicidad - Ediciones Urano España

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    Vive en Nepal, donde se dedica a proyectos humanitarios y a la divulgación del budismo en occidente. Es autor de libros tan importantes como “En defensa de la ...

  • EN DEFENSA DE LA FELICIDAD - MATTHIEU RICARD

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  • En Defensa de la Felicidad - Buscalibre

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  • "En Defensa de la Felicidad" :: Autor:Matthieu Ricard - Libros ...

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    Reseña: Los editores describen este libro como "un auténtico tratado de la felicidad" y es una denominación muy apta. Matthieu Ricard, una vez descrito como ...

  • En defensa de la felicidad - Meganova

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    En defensa de la felicidad. Un auténtico tratado de la felicidad, Ricard, Matthieu, 17,00€. ... Otros libros del autor. En defensa del altruismo.

  • en defensa de la felicidad - ricard, matthieu - Casa Tomada

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    EN DEFENSA DE LA FELICIDAD. UN AUTÉNTICO TRATADO DE LA FELICIDAD, RICARD, MATTHIEU, $62000.00. Tras el éxito de El monje y el ... Casa Tomada LIbros y Café.

  • Mas cerca aun de Natalie Daniels

    https://gigalibros.com/mas-cerca-aun.html

  • Amor y Rojo (Elemental 1) de Fabiola Valenzuela

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    La primera entrega de la emocionante saga de romance paranormal “Elemental”, en la cual los guerreros de la raza se unen para derrocar a la monarquia.

  • Machismo de Barbijaputa

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  • Cavernicola en Celo de Laura Cruz

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    Sonia iba hacer historia.
    Iba a ser la reportera del siglo.
    Viajando a una isla secreta...
    ... y grabando a los aborigenes.

  • Reverenciada por su Lobo de T.n. Hawke

    https://gigalibros.com/reverenciada-por-su-lobo.html

    He esperado anos para poder conocerla.

  • VERDAD Y PERDON (Amor y Virtud 3) de Rolly Haacht

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    Nueva edicion 2017 ampliada con ilustracion de personajes, mapa de la ciudad, calendario, etc. Si has llegado hasta aqui, creo que sabes lo que vas a encontrarte. O puede que no… Han pasado mas de dos anos desde la ultima vez que supiste algo de los protagonistas. Mentiria si dijese que han cambiado pocas cosas, porque lo cierto es que han cambiado muchas. A partir de aqui se van a ir cerrando todas las tramas, incluso algunas que seguro que creias olvidadas. Todo tiene un porque. Despues del epilogo final aun tendreis que leer los “Sucesos Jamas contados” para terminar de comprenderlo todo, y a todos. Pero no os adelanteis a los acontecimientos. Empezad por el principio. Gracias por llegar hasta aqui.

  • No te quiero mas de Ines Fernandez Moreno

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    Con el estilo excepcional que ya tiene acostumbrados a sus lectores y una lucidez tan descarnada como profunda, Ines Fernandez Moreno ofrece en esta nueva novela una historia potente sobre la relacion entre una hija y su padre, que conjuga amor absoluto y un grito de rebeldia.

  • La conjura de Cain de Carter Damon

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    Una ola de brutales asesinatos conmociona al pais. El modus operandi apunta a un asesino en serie que esta acabando con las vidas de distinguidos personajes relacionados con Lycoon Industries, una puntera empresa tecnologica financiada con capital riesgo dedicada al desarrollo de inteligencia artificial. El FBI acudira a un antiguo promotor del proyecto para que les ayude a resolver el caso, Edward Cooper. Pero su interes por el ingeniero tambien obedecera a otra causa; es el principal sospechoso.

  • Nunca salgas de mi vida (1 de 2) de Coral Fernweh

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    Nunca imagine que pudiera llegar a encontrarme en esta situacion, ni siquiera se si a dia de hoy estoy haciendo lo correcto… Una carta…, muchos recuerdos…, sentimientos encontrados. ?Y tu, que harias en mi lugar?

  • Unida a la bestia (Programa de novias interestelares 5) de Grace Goodwin

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    Tras la muerte de sus dos hermanos en la guerra contra la implacable amenaza alienigena que pone en peligro a toda la Coalicion Interestelar, Sarah Mills se ofrece como voluntaria para sumarse al combate en un intento de llevar a casa a su unico hermano vivo. Sin embargo, cuando la procesan por error como una novia en vez de un soldado, opta por rechazar a su pareja. Pero su companero tiene otras ideas.

  • Matrimonio pactado de Rosa Saenz

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  • Una noche con ella, Anabella Franco de Anabella Franco

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    Helena es el deseo de muchos, pero no puede desear ni sentir. El pasado ensombrece su alma: si hay una vida feliz parece solo reservada a los demas. Solo un angel negro, un alma oscura como la suya, podra adentrarse en su conciencia y despertar en ella sus fantasias mas ocultas.
    Mariano, un hombre solitario y sin afectos, encuentra en Helena a su reflejo. Y lo que comenzo como un juego de seduccion y negocios, les planteara un desafio: ?podran dominar los sentimientos o terminaran por quebrar las reglas? ?Aprendera Helena que existe el placer y Mariano, que no es tarde para amar?
    Anabella Franco, autora de “Nada mas que una noche”, nos abre una puerta en esta vibrante novela erotica a la intimidad de conocidos y nuevos personajes. Como en una inmensa marea, los lectores -igual que los personajes de esta novela- se dejaran llevar en un viaje de luz y oscuridad, de deseo y pasion.

  • El Muro de las Tormentas de Ken Liu

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    Kuni Garu, ahora emperador Ragin tras su victoria en la Guerra del Crisantemo y el Diente de Leon, se enfrenta a la tarea de hacer realidad sus ideales de justicia y conservar el poder en una corte en la que las rivalidades son cada vez mas abiertas. Distintas fuerzas y grupos pugnan por imponerse y se preparan para una lucha a largo plazo. Entre tanto, una nueva amenaza existencial se cierne sobre Dara desde el exterior. En la esperada continuacion de ” La gracia de los reyes ” Ken Liu da un nuevo giro a la fantasia con una poderosa novela en la que tienen cabida batallas epicas y controversias filosoficas, intrigas politicas y criaturas sobrenaturales, invenciones tecnologicas y luchas entre los dioses. y el examen mas extraordinario que se haya narrado nunca.

  • Yo no soy el de Mirian G. Blanco

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    Sara Wood lleva anos escapando de su <>. Sin dinero, sin recursos y sin saber donde refugiarse, ella decide volver al pueblo donde nacio. Pero lo que menos esperaba era descubrir que la casa de su abuela maternal fue vendida a Jason Scott, un hombre de un metro noventa de estatura, anchas espaldas y con unos ojos azules que le recordaban a los de su hermanastro, Derek Brown. Sara no quiere encontrarse con Derek para evitar darle explicaciones de por que se habia largado del pueblo hace anos. Nadie sabia nada sobre su pasado, y asi debia seguir siendo. ?Pero que sucedera cuando ella tenga que convivir con Jason? ?Sera capaz de dejar de pensar en Derek y en sus penetrantes ojos azules? <>.

  • Un Sheriff De Alabama de Erina Alcala

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    Rosa Vera habia nacido hacia veintinueve anos en Martos, un pueblo de la provincia de Jaen, situado en Andalucia, en el sur de Espana. Ahora habia vuelto a su tierra que la vio nacer, y no precisamente para felices reencuentros. Era hija y nieta unica. Sus abuelos y sus padres habian sido ricos terratenientes de la zona. Poseedores de una de las mas extensas tierras de olivos de la provincia de Jaen y, por consiguiente, de infinidad de fabricas de aceite de oliva, repartidas por los pueblos de dicha provincia y tambien de parte de la provincia de Cordoba. Para desgracia de Rosa, a los catorce anos se habia quedado huerfana. Sus padres murieron una noche lluviosa de invierno, en un accidente de coche, cuando se desplazaban de un pueblo cercano hacia su casa, a solo cinco kilometros de distancia: TorreDonjimeno. Ese era uno de los muchos pueblos donde tenian una fabrica de aceite de oliva. Una de un total de mas de cien fabricas. La fortuna de sus padres la habian generado por ellos mismos, y no eran menos ricos que los abuelos. Y estos, cuando murio su unico hijo, el padre de Rosa, eran los unicos familiares de la pequena, asi que se hicieron cargo de ella. Le dieron siempre lo mejor. Rosa estudio bachiller en Martos, un pueblo de casas blancas de veinte mil habitantes a unos doce kilometros de la capital de la provincia, Jaen. Cuando quiso ir a la Universidad a estudiar medicina, sus abuelos, al igual que lo hubiesen querido sus padres, la enviaron a estudiar a una universidad de EE. UU. En parte, porque daba prestigio y porque la carrera de medicina era lo que Rosa habia querido estudiar desde siempre. La admitieron en la Columbia University de Manhattan. Alli permanecio, desde los diecisiete anos, edad en que termino el instituto, hasta los veinticinco. De la universidad salio con un doctorado en cirugia y su titulo de medicina. Era buena, por lo que en poco tiempo empezo su trabajo en el Presbyterian Lower Manhattan Hospital. Alli permanecio especializandose durante cuatro anos. Llego a ser, en esos anos, una cirujana de reconocido prestigio, a pesar de su edad. Era, sin duda, de las mejores que tenia el hospital. Ademas, Rosa caia bien. Siempre estaba dispuesta a hacer horas extras y guardias. En el transcurso de los anos, solicito la Green Card, que le otorgaria la nacionalidad americana. Y le fue concedida. Tenia doble nacionalidad y hablaba tres idiomas, frances, ingles y castellano, por supuesto. Mientras vivio en EE. UU., habia vuelto al pueblo, cada dos anos, a ver a sus abuelos. Utilizaba sus vacaciones para ello. El trabajo en el hospital era tan estresante, que las utilizaba para ir a ver a sus abuelos, que ya eran mayores y la unica familia que tenia en el mundo. Se querian mucho, y no era para menos. La habian criado de pequena y eran su unica familia. Rosa recordaria con carino esas vacaciones. Ahora hacia un ano que su abuela habia fallecido. Evidentemente fue a su entierro y sintio una pena infinita por su abuelo, que se quedaba solo despues de perder a su esposa por un ictus, del cual no consiguio sobreponerse del todo, y cuando sufrio el segundo, le fue imposible superarlo. Ahora estaba de nuevo en el pueblo, porque el que habia muerto era el abuelo. Ya no le quedaba a nadie en esta vida. Habia pedido veinte dias de vacaciones en el hospital, y utilizo tres con solo hacer la maleta, sacar los vuelos y llegar al pueblo. Un periplo amargo con el unico objetivo de despedirse del que ya no estaba. No se atrevio a ir a casa del abuelo para pasar la noche. Rosa se habia quedado en el hotel del pueblo. Ya tendria tiempo de recoger las llaves cuando fuera de dia. Miro por la ventana la noche estrellada que abrazaba al pueblo que la vio nacer. Parecia mentira que, aunque estuviera lejos, siempre llevaba un pedazo de esas calles en su corazon. A la manana siguiente a su llegada, se dirigio a la oficina del abogado justo despues de desayunar. El era el albacea de sus abuelos, como lo fue de sus padres. El abogado, Juan Medina, era un hombre alto, de mediana edad, algo calvo por la coronilla, muy serio y educado. Era el hijo de los abogados que toda la vida tuvieron sus familiares y que mantenia el bufete de su antecesor. Nada mas verla entrar en su despacho la invito a sentarse. --Sientese, senorita Vera. --Y ella se sento. --Como sabra, mi padre y yo, por ende, somos los albaceas de sus padres y de sus abuelos. Como mi padre murio, no le queda mas remedio que tratar conmigo de todos sus asuntos legales.--Bien, muchas gracias, senor Medina, siento lo de su padre. --Gracias. Y yo, lo de su abuelo. Mientras ponia encima de la mesa una carpeta negra algo gruesa, con el nombre de Familiares Vera, ella observaba sus movimientos metodicos y tranquilos. --Como sabra, su abuelo fue enterrado ayer junto a su abuela. Era lo que solicito, su ultima voluntad y su deseo. No se pudo esperar a que llegase. Nos hicimos cargo de todo. --Lo se. Y se lo agradezco. He venido lo antes posible, pero estoy lejos. Aunque pasare mas tarde por el cementerio. O estos dias que permanecere aqui. --Bueno, si esta lista, empiezo. Aqui tengo todas sus propiedades. Paso a enumerarselas: cincuenta fabricas de aceite (sus abuelos vendieron la otra mitad de las fabricas, antes de morir su abuela), diez mil fanegas de olivos, tres cortijos, mas la propiedad de sus abuelos que es la casa del pueblo, mas el dinero que tenian en el banco. --?Todo eso tenian mis familiares? Sabia que eran ricos, pero esto es una barbaridad. --Si, senorita. Eso hace un total aproximadamente de ciento cincuenta y tres millones de euros aproximadamente. Evaluandolo por encima, claro. --El abogado la miro con una sonrisa blanca por primera vez. Rosa se quedo en blanco. Ella, de sus abuelos habia recibido lo suficiente para estudiar, sin que le sobrara el dinero. No habian sido tacanos con ella mientras estudiaba, pero en modo alguno dadivosos. Y luego al acabar la carrera y empezar a trabajar, no recibio un euro. Ganaba mas de doce mil euros mensuales en el hospital y desde luego, no los necesitaba economicamente. Ella habia conseguido ahorrar con sus guardias y recibiendo un buen sueldo de cirujana en esos casi cuatro anos, unos doscientos cincuenta mil dolares y algo mas, porque vivia bien. Tenia alquilado un apartamento pequeno, pero caro en Manhattan y le gustaba vivir bien, ropa cara, maquillaje y perfume. Ir de vez en cuando a darse masajes, mas bien por necesidad y cuando podia ir al gimnasio a desentumecer los musculos. Salir a tomar unas copas algunos fines de semana o comer en algun restaurante. El resto lo hacia en casa. Tampoco eran demasiados lujos si se lo podia permitir con su sueldo. Lo que nunca penso es que sus padres y sus abuelos tuvieran tal cantidad de propiedades. Ella, nunca pregunto y ellos nunca le dijeron nada. El abogado, la saco de sus pensamientos. --?Como? --dijo ella sin haberlo escuchado--, perdone, me habia perdido. --Le decia, senorita Vera, que su abuelo ya tenia compradores para todas sus propiedades. El senor Vera, sabia que usted no iba a volver aqui, que se quedaria en Estados Unidos. Y habia conseguido hablar con algunos futuros compradores para sus propiedades. Y asi usted recibir el dinero en metalico. --Si, alli tengo mi trabajo y mi vida. No voy a vivir aqui, ni a volver a Espana. Ya no tengo a nadie. Mi intencion es vivir en Estados Unidos. --Entonces, ?que piensa hacer? --Creo que lo que tenia mi abuelo pensado. Vender todas las propiedades. ?En cuanto tiempo cree que podria venderlos? Tengo apenas quince dias para cerrar esos asuntos. ?Lo podria conseguir en ese tiempo? --No es mucho tiempo, pero lo podemos intentar, ya que tenemos a los compradores adjudicados a cada propiedad. Eso si, puede llevarse los objetos personales de la casa, si quiere. Y quedarse en ella hasta que terminemos todo el asunto. --Me llevare las fotografias, el resto no. Y si es necesario, me quedaria a vivir en el hotel en que me aloje anoche durante ese tiempo. Si los compradores quieren entrar antes, claro. --No sera necesario. Esperaran. Tras una breve pausa. --Bien. Hoy mismo me pondre en contacto y resolvemos esto lo antes posible. Mi bufete trabajara incansable en este asunto para que pueda irse con sus propiedades vendidas. La llamare para firmar todos los documentos. Mis ayudantes trabajaran estos dias para usted, antes de que regrese. Le advierto, que hay que descontar lo de Hacienda y nuestra minuta. --No se preocupe, lo entiendo. Es lo normal. --Hacienda se lleva un buen pico. --?Cuanto? --pregunto ella, porque no sabia lo que en Espana se cobraba por la venta o compra de propiedades. No estaba al tanto, pero miraria en internet por la tarde. No por desconfianza. Sus abuelos y sus padres habian confiado en ese bufete toda la vida y ella confiaba tambien. Tenian un gran prestigio, no solo en Martos, sino en los alrededores. --Un veinte por ciento. --Habra que pagarlo antes de irme. Quiero dejar pagado todo, para que no se me reclame nada una vez este fuera del pais. No quiero problemas con Hacienda, si ustedes pueden encargarse tambien de ello, se lo agradeceria. Y en todo caso, les voy a dejar mi tarjeta y mi telefono por si fuese necesario. Y yo, tambien los llamare. --Perfecto. Pues en eso quedamos. Le avisaremos para las firmas y necesitaremos un numero de cuenta para el ingreso antes de que venga de nuevo. --Y ella, se lo dio--. Aqui tiene las llaves de la casa de sus abuelos. --Estupendo. Espero su llamada. Gracias, senor Medina --dijo, levantandose y saludando al abogado que tambien se levanto y la acompano a la puerta. --A ustedes, por confiar en nosotros. Se despidio del abogado y cuando salio a la calle, al centro de la ciudad, casi le da un ataque de ansiedad. Sabia que sus abuelos eran ricos, pero eso era una barbaridad. Con esos pensamientos en la cabeza, lo primero que hizo fue ir a un bar y tomarse un par de cervezas y un par de tapas e irse al hotel donde se habia quedado la noche anterior, pagar la cuenta y subir a casa de los abuelos, en la parte alta del pueblo. La casa era maravillosa, una gran casona andaluza, estilo antiguo con un gran patio de flores. Ella recordaba haber estado alli cuando era nina jugando y de adolescente durante el instituto. Dormiria en su antigua habitacion; donde se quedaba cuando iba a ver a sus abuelos desde Nueva York. Se hizo un cafe y se tumbo en el sofa. Habia dormido poco desde que el vuelo desde Nueva York la dejara en Madrid, y de ahi el Ave hasta Cordoba y otro tren a Jaen y tomo un taxi hasta Martos. Ya estaba cansada y no iba a tomar el autobus. Tendria que hacer lo mismo a la vuelta. Se quedo dormida hasta el dia siguiente. Nunca habia dormido tanto. Ni habia tanto silencio en la casa. Abrio su maleta y se ducho, se cambio de ropa y salio a desayunar. Se dio una vuelta por el pueblo y se compro un libro para esos dias de espera, el periodico y una revista del corazon. Era 25 de marzo y el tiempo aun era frio en ese tiempo, a pesar de estar ya en primavera. Despues de cinco dias, se puso algo nerviosa al ver que el abogado no la habia llamado, pero decidio esperar. Recorrio el pueblo de parte a parte, e incluso un dia subio a la Pena, al cementerio, con flores para sus abuelos y sus padres. Al siguiente dia de espera, fue a ver el Castillo de Jaen y paso la manana en la capital, donde comio y paseo. Volvio por la tarde despues de tomar el cafe. Al sexto dia, la llamo el abogado. Deberia pasar manana por la tarde para firmar los documentos. Ella estuvo de acuerdo. !Que eficiencia! CAPITULO 2 <>, penso Rosa. Habia firmado los documentos y el abogado vendio las propiedades. Tal como le habia indicado, tambien pago a Hacienda, para que no tuviera que preocuparse de nada. Le paso su numero de cuenta donde le hicieron una transferencia. Cuando Rosa salio del despacho, despues de entradas y salidas, tenia en su haber: ciento veinte millones de euros que cambio a dolares. Casi ciento cuarenta millones de dolares, mas lo que tenia ahorrado, daban un total de ciento cuarenta millones doscientos cincuenta mil dolares. Una fortuna millonaria. A eso habia que anadirle el dinero que llevaba encima para el viaje, que era la ultima nomina. Con ella saco los pasajes, pago el hotel y lo que se gasto alli. Toda una locura. Tendria que invertir en algo, quizas en propiedades. Pero todo eso lo haria cuando llegara a Estados Unidos. Tres dias despues, volaba a Nueva York. Solo se llevo una maleta y una bolsa de fotografias de sus seres queridos, una cuenta abultada y una ansiedad latente por volver al hospital. Esos dias, en el pueblo le hicieron querer recobrar una paz que no habia conseguido desde que termino el instituto. La Gran Manzana podia ser estresante. Su trabajo en el hospital mucho mas y su vida emocional cero. Su vida sexual y romantica, menos que cero. Suspiro mientras miraba por la ventanilla del avion. Con el dinero que tenia, incluso podia dejar de trabajar, pero eso no era lo que queria. Se habia pasado anos estudiando para trabajar y le gustaba ser doctora y tambien cirujana. Pero desde que habia pasado esos dias en el pueblo le rondaba una idea en la cabeza: dejar Nueva York. Si, no era necesario dejar de ser doctora, pero podia abandonar Nueva York, el bullicio y el estres e irse a un lugar mas tranquilo. No sabia donde, ni cuando, pero tal vez... lo antes posible. Un hospital pequeno, puede que no de un pueblo, se conformaba con una pequena ciudad... El lugar no era tan importante. Ese cambio era algo que necesitaba en esos momentos. Siendo cirujana y medica, dos ramas en las que era buena, no le faltaria trabajo. Tenia veintinueve anos y necesitaba un cambio en su vida. El haber pasado por el pueblo le habia hecho pensar en su estilo de vida. Al final era de pueblo, no de ciudad. Le gustaba la gente mas que la soledad de un apartamento en un lugar de millones de personas que ni se saludaban. Por no pensar en que en ese ambiente no se sentia comoda, le costaba hacer amigos con la gente de la urbe, siempre recelosa. En cuanto a los hombres... No tenia suerte, aunque Rosa era una chica guapa de uno sesenta centimetros. Morena, con el pelo largo ondulado y ojos verdes claros como el agua de un lago transparente, que cuando te miraban siempre se veian risuenos. Su nariz respingona estaba salpicada de pecas. Llevaba las unas cortas y sin pintar, todo a causa de su profesion. Tenia un buen cuerpo y los pechos generosos, sin llegar a ser demasiado exagerados. El gimnasio hacia su efecto. Era una mujer feliz por naturaleza. Y no solo estaba por su alegria, sino tambien por sus andares seguros. Atraia a los hombres, pero era quizas demasiado distante, independiente e ironica y cuando ligaban con ella, desconfiada. Se creia la mitad de la mitad de lo que los hombres le contaban. Y no se cortaba un pelo al hablar o decir lo que tuviese que decir. No habia tenido novios al uso. Nunca. Pero se habia acostado por necesidad con algunos hombres. Cuando habia salido sola algun fin de semana a tomar una copa a algun lugar de moda y le habia gustado un hombre se acostaba con el, pero nada mas. No daba nunca su telefono, quizas porque no le habia interesado ninguno. ?Que le gustaria encontrar a su media naranja?, claro, pero eso era dificilisimo. Y su reloj biologico iba a darle cualquier dia un disgusto. Pero ella sabia que era una chica familiar, que en un futuro no muy lejano querria hijos y un marido y ese ultimo era el que tenia que encontrar. Un hombre con quien formar una familia. Suspiro de nuevo. Seguro que en la Gran Manzana no habria un hombre para ella.

  • El escritor y la tecla del erotismo de Ana Vacarasu

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    Un famoso escritor viaja al campo para documentarse. Por caprichos del destino, su camino se cruza con el de una mujer que guarda un secreto que le cambiara la vida.
    Un secreto escondido en una letra. La de la tecla del erotismo.

  • Volver a vivir de Danielle Steel

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    La incomparable Danielle Steel nos brinda una historia inspiradora sobre una mujer que pierde a su amor, su casa y su libertad y tiene que aprender a vivir de nuevo.

  • Memoria de la nieve de Julio Llamazares

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    <>.

  • Descubriendo el Nirvana (Nirvana 3), Arantxa Anoro de Arantxa Anoro

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    La fortaleza de las personas no se mide por la cantidad de fragmentos en los que te rompes sino por la capacidad de unirlos tantas veces como sea necesario.

  • Akasha. La escritora fantasma de Olena Beckett

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    La protagonista de esta historia es una mujer aparentemente sociable que esconde tras su dulce fachada miedos e inseguridades que no le permiten disfrutar de la vida tanto, o mas bien, como a ella le gustaria.

  • Destinos divididos de Veronica Roth

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    Las vidas de CYRA y AKOS se rigen por los destinos que vaticinaron los oraculos el dia de su nacimiento.
    Una vez decididos, los destinos son inmutables.

  • Alex, Quizas? – Jenn Bennett de Jenn Bennett

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    Bailey “Mink” Rydel cree haber conocido al chico de sus suenos. Los dos comparten su amor por el cine, pero si vinculo es solo online . Basicamente, Alex es el chico perfecto, aunque ninguno de los dos revelo aun su verdadera identidad. Ahora Bailey se muda con su padre, tendra la oportunidad de conocer a Alex. Es el momento de decifrar quien es el realmente, asi que Bailey usara todas sus habilidades detectivescas para descubrirlo antes de atreverse a una cita.. pero en el camino conocera a Porter Roth, un joven carismatico y guapisimo. ?Bailey llegara a conocer a Alex u optara por un joven real, que la seduce y la desafia todo el tiempo?

  • El laberinto en llamas (Las pruebas de Apolo 3) de Rick Riordan

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    Antes era el glorioso dios Apolo.
    Ahora es Lester, un simple mortal.

  • Ni una cita mas de Christian Martins

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    Alicia Gonzalez es una chica muy normal, una chica como tu o como otra cualquiera.
    Suena con encontrar un trabajo fijo, comprarse una casa y crear su propia familia.
    Pero tras demasiadas citas fallidas, decide olvidarse de los hombres y centrarse en ella misma. Ademas, en el siglo veintiuno una mujer no necesita para nada a un hombre, ?verdad? Ni siquiera para ser mama.
    Decidida a mirar por su propio bienestar y nada mas, empieza a poner en practica su nueva forma de pensar hasta que el destino, caprichoso y travieso, coloca en su camino al guapo y sexy de Alejandro Montero: su nuevo jefe.
    ?Podra resistirse a el?
    “No se muy bien como ocurrio lo que ocurrio, simplemente pestanee y su boca se encontro demasiado cerca de mi. No se si fui yo la que de forma inconsciente se acerco a el demasiado, o al reves. “!No le beses, Alicia!”, me decia mi pepito grillo, “no vuelvas a caer en la misma tonteria”. Pero un revolcon rapido no era una cita, ?verdad? Y ya habia descubierto con Dani “el bomberazo” lo placentero que podia convertirse un mete-saca rapidito y sin compromisos. Me mordi el labio y me acerque aun mas a el pero, justo en ese instante, Alejandro se aparto de mi.
    -Buenas noches, Alicia -se despidio”.
    (.)
    “Saque el movil y llame a Alma aun con aquel runrun devorandome los sesos. Si, !claro que lo habia dicho con desden! Estaba convencida de que Alejandro no estaba acostumbrado a recibir un “no” por respuesta, mucho menos aun proviniendo de una mujer de “bajo standing” como lo era yo.
    -?Pues sabes que, guapito? Conmigo lo llevas claro. -dije en voz alta con una sonrisa de satisfaccion en el rostro”.

  • El extrano caso de la mujer sin memoria de Juan Pascal

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    Un detective, contratado por tres siniestros personajes, lleva casi quince anos buscando a una mujer que nadie conoce y que solo un reducido grupo de personas ha visto, sin embargo, tras encontrar una pequena pista, descubrira que aquella mujer esconde un secreto prohibido.

  • Fuego rojo de Carlos Gutierrez Diez

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    ?Que misterio se oculta en las verdes montanas del Principado de Asturias? Durante varios siglos se ha conseguido mantener oculta la verdad... hasta ahora. Antes de ser asesinado, Alex Martinez, uno de los ultimos miembros de una sociedad secreta, cuyos origenes se remontan a la fundacion del Templo de Salomon, transmite a su viejo amigo Roberto una misteriosa clave. Martinez y sus predecesores han conservado durante siglos un conocimiento que puede cambiar la historia de la humanidad. Roberto, con la inestimable ayuda del historiador y fotoperiodista Zoltan Raculjic, comenzara la busqueda de ese secreto en una trepidante carrera contrarreloj a traves de los valles mineros asturianos que les llevara de una clave a otra, descifrando mensajes ocultos en los mas inhospitos y secretos lugares, olvidados tras el paso de los siglos..

  • Grace y el duque (Los Bastardos Bareknuckle 3) de Sarah Maclean

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    Burghsey House, sede del ducado de Marwick, en el pasado. No existia nada en el mundo como la risa de el. No importaba que ella no estuviera cualificada para hablar del vasto mundo, porque nunca se habia alejado de aquella enorme casa solariega situada en la tranquila campina de Essex, a dos dias en carruaje desde Londres, donde las onduladas y verdes colinas se convertian en trigo a medida que el otono ganaba terreno. No importaba que no conociera los sonidos de la ciudad o el olor del mar. Ni que nunca hubiera oido hablar en otra lengua que no fuera el ingles, ni hubiera visto una obra de teatro, ni hubiera escuchado una orquesta. No importaba que su mundo se limitara a los tres mil acres de tierra fertil cubiertos de mullidas ovejas blancas y enormes fardos de heno, y a una comunidad de personas con las que no tenia permitido hablar, para las que era practicamente invisible; porque ella era un secreto que debia guardarse a toda costa. Era la nina que habian bautizado como el heredero del ducado de Marwick. La que habian envuelto en el arrullo de encaje reservado para una larga estirpe de duques, la que habian ungido con aceites esenciales destinados exclusivamente para los residentes de Burghsey House mas privilegiados. A la que habian otorgado nombre y titulo de varon ante Dios. El duque --un hombre que no era su padre-- habia pagado a sirvientes y a sacerdotes para que guardaran silencio, habia falsificado documentos y habia trazado planes para sustituir a la hija bastarda de su esposa por uno de sus propios hijos bastardos --nacido el mismo dia que ella, de mujeres que no eran la duquesa--; de esa manera, ofrecia a uno de sus hijos el unico camino hacia el legado ducal..., un legado robado. Con esta estratagema estaba abocando a esa nina inutil, el bebe que lloraba en los brazos de la enfermera, a una vida a medias, llena de una dolorosa soledad que emanaba de un mundo tan grande y, al mismo tiempo, tan pequeno. Y entonces habia llegado el, hacia ya un ano. Tenia doce anos y estaba lleno de fuego, poseia toda la fuerza del mundo que habia ahi afuera. Era alto y delgado, y tan inteligente como astuto. Le parecia el ser mas hermoso que jamas hubiera visto, con un flequillo rubio tan largo que caia sobre unos brillantes ojos de color ambar, unos ojos que guardaban mil secretos. Tenia una risa queda, apenas un susurro, tan poco frecuente que, cuando aparecia, era como un regalo. No, no habia nada en el vasto mundo como la risa de el. Ella lo sabia, aunque el vasto mundo estuviera tan lejos de su alcance que ni siquiera fuera capaz de imaginar donde empezaba. El si. Y le encantaba contarle cosas sobre ese mundo. Eso fue lo que hizo aquella tarde, en uno de los preciosos momentos robados a las maquinaciones y manipulaciones del duque, justo el dia antes de la noche en la que el hombre que manejaba su futuro regreso para deleitarse atormentando a sus tres hijos varones. Pero, en esos momentos, en aquella tranquila tarde, mientras el duque estaba fuera, en Londres, haciendo lo que fuera que hicieran los duques, los cuatro ninos aprovechaban la felicidad alla donde podian encontrarla: al aire libre, en el salvaje y serpenteante terreno de la finca. El lugar favorito de ella estaba en el limite occidental del terreno, lo suficientemente alejado de la casa solariega como para perderla de vista. Alli habia un magnifico bosquecillo de arboles que se elevaba hacia el cielo, bordeado por un pequeno y burbujeante riachuelo, o mas bien un arroyo, para ser precisos, pero que le habia proporcionado horas, dias y semanas de parlanchina compania cuando era mas nina y la conversacion con el agua era lo unico que cabia esperar. Pero alli, en aquel momento, no estaba sola. Reposo entre los arboles, donde los rayos de sol moteados inundaban el suelo en el que yacia de espaldas, exhausta despues de haber recorrido los campos, y aspirando grandes bocanadas de aire cargado del aroma del tomillo silvestre. --?Por que siempre venimos aqui? --El se sento a su lado, cadera con cadera, mientras su propio pecho subia y bajaba por la respiracion agitada mientras la miraba a la cara, con sus piernas, cada vez mas largas, estiradas mas alla de la cabeza de la chica. --Me gusta estar aqui --dijo ella con sencillez, y volvio la cara hacia la luz del sol, y el son de los latidos de su corazon se calmo al mirar a traves del dosel de ramas que jugaban al escondite en el cielo--. Y a ti tambien te gustaria si no estuvieras siempre tan serio. El aire tranquilo del lugar se transformo, se volvio mas pesado ante la certeza de que no eran ninos de trece anos corrientes y sin preocupaciones. Protegerse formaba parte de su supervivencia. La seriedad formaba parte de su supervivencia. Ella preferia no pensar en ello mientras las ultimas mariposas del verano danzaban bajo los rayos de luz, por encima de sus cabezas, llenando aquel lugar con una magia que mantenia a raya lo peor. Asi pues, cambio de tema. --Cuentame cosas del mundo. --?Otra vez? --Pero en realidad, el no estaba pidiendole explicaciones. No las necesitaba. Se giro, y ella movio las faldas para que el se tumbara a su lado, como habia hecho docenas de veces antes. Cientos. En cuanto se acomodo de espaldas, con las manos apoyadas en la nuca, el empezo a hablar al cielo--. Nunca hay tranquilidad. --Por el golpeteo de las ruedas de los carros contra los adoquines. --Las ruedas de madera hacen ruido, pero es mas que eso. --Ella asintio--. Son los gritos de las tabernas y de los vendedores ambulantes de la plaza del mercado. Los ladridos de los perros de los almacenes. Las peleas de las calles. Yo solia subir al tejado del lugar donde vivia y apostaba en las peleas. --Por eso eres tan buen luchador. --Siempre pense que seria la mejor manera de ayudar a mi madre. Hasta que... --Se encogio levemente de hombros. Interrumpio sus palabras, pero ella sabia el resto. <>. Se volvio para mirarlo; tenia una expresion tensa, la vista clavada en el cielo, los dientes apretados. --Hablame de los improperios --lo incito. --Hay mucho lenguaje soez. Eso te gusta, ?eh? --El solto una risilla de sorpresa. --Ni siquiera sabia que existian las palabrotas antes de conoceros a vosotros tres. --Los chicos que habian llegado a su vida eran puro alboroto: rudos, malhablados y maravillosos. --Antes de conocer a Diablo, querras decir. --Diablo, bautizado como Devon, era uno de sus otros dos hermanastros; habia sido criado en un orfanato para ninos abandonados, y para demostrarlo se expresaba con un lenguaje malsonante--. El te ha transmitido sus amplios conocimientos. Si. Los improperios. En especial los de los muelles. Nadie maldice como un marinero. --Dime cual es el mejor improperio que has oido. --No. --El le lanzo una mirada socarrona. --Hablame de la lluvia. --Le preguntaria a Diablo mas tarde. --Es Londres. Nunca para de llover. --Cuentame algo bueno. --Le dio un codazo en el hombro. --La lluvia hace que las piedras de la calle esten resbaladizas y brillantes. --Sonrio, y ella hizo lo mismo. Adoraba la forma en que le seguia la corriente. --Y, por la noche, las luces de las tabernas las vuelven doradas --termino ella. --No solo las de las tabernas, tambien las de los teatros de Drury Lane. Y las lamparas que cuelgan delante de las casas de alterne. --Las casas de mala muerte donde su madre habia aterrizado despues de que el duque se negara a mantenerla cuando eligio tener a su hijo. Donde habia nacido aquel hijo. --Para mantener la oscuridad a raya --susurro ella. --La oscuridad no es tan mala --adujo el--. Lo que ocurre es que la gente que vive en ella no tiene mas remedio que luchar por lo que necesita. --?Y consiguen lo que necesitan? --No. No tienen lo que necesitan, y tampoco lo que merecen. --Hizo una pausa y luego susurro al dosel de ramas, como si realmente fuera magico--. Pero vamos a cambiar todo eso. No le paso desapercibido que habia usado el plural. No solo ellos dos, sino todos. Aquel cuarteto que hizo un pacto para iniciar aquella loca competicion: quien ganara protegeria al resto. Y luego escaparian de aquel lugar en el que los habian forzado a luchar en una batalla de ingenio y armas que le daria a su padre lo que queria: un heredero digno de un ducado. --En cuanto seas duque... --empezo ella, en voz baja. --En cuanto uno de nosotros sea duque. --Se volvio para mirarla. Ella nego con la cabeza y busco su brillante mirada ambarina, tan parecida a la de sus hermanos. Tan parecida a la de su padre. --Vas a ganar tu. --?Como lo sabes? --dijo el, despues de observarla durante un buen rato. --Lo se, y punto. --Apreto los labios. Las maquinaciones del viejo duque se volvian mas desafiantes cada dia. Diablo era como su nombre, demasiado fuego y furia. Y Whit era demasiado pequeno y demasiado amable. --?Y si no quiero? --Por supuesto que quieres. --Cualquier otra cosa era una idea absurda. --El ducado deberia ser tuyo. --Las chicas no pueden ser duques. --Ella no pudo reprimir una risita exagerada. --Y, sin embargo, aqui estas: eres la heredera. Pero no lo era. No de verdad. Ella era el producto de una aventura extramatrimonial de su madre, una apuesta ideada para darle un heredero bastardo a un marido monstruoso, y manchar asi para siempre su preciado linaje, que era lo unico que realmente le importaba al duque. Pero, en lugar de un nino, la duquesa habia dado a luz a una nina, por lo que no podia heredar. Era la sustituta. Una simple nota al pie en el ancestral ejemplar del Libro de la nobleza de Gran Bretana e Irlanda. Y los cuatro lo sabian. --No importa --aseguro, ignorando sus palabras. Y no importaba. Ewan ganaria. Se convertiria en duque. Y lo cambiaria todo. El la observo en silencio durante un rato. --Cuando sea duque... --fantaseo en un susurro, como si las palabras fueran a convertirse en realidad al pronunciarlas en voz alta--. Cuando sea duque, yo cuidare de todos. De nosotros y de todo el Garden. Manejare su dinero. Su poder. Su nombre. Y me alejare de aqui y nunca mirare atras. --Las palabras volaron alrededor de ellos, reverberando en los troncos de los arboles antes de que el se corrigiera--. Su nombre no --susurro--. El tuyo. Robert Matthew Carrick, conde de Sumner, heredero del ducado de Marwick. Ignoro el ramalazo de emocion que la recorrio y suavizo el tono. --Te quedara bien ese nombre. Es nuevo. Yo nunca lo he usado. --Habia sido bautizada como el heredero, pero no podia hacer uso de su nombre. A lo largo de los anos, siempre se habian dirigido a ella como <>, <> o <>. Un dia, cuando tenia ocho anos, hubo una criada que la llamo <>, y eso le gusto mucho. Pero la criada se habia marchado al cabo de unos meses, y ella habia vuelto a ser invisible. Hasta que mas tarde llegaron tres chicos que si la veian, y el que estaba con ella no solo parecia verla, sino tambien entenderla. Y la llamaron de mil maneras: <>, por la forma en que atravesaba los campos a la carrera, <>, por las llamas de su cabello pelirrojo y <>, por la manera en que se enfadaba con su padre. Y ella respondia a todos aquellos apodos, sabiendo que ninguno era su nombre, sin importarle demasiado, porque ellos estaban alli. Porque tal vez estar con ellos fuera suficiente. Porque para ellos era alguien importante. --Lo siento --susurro el. Y lo decia en serio. Para el, ella si era alguien importante. Permanecieron asi durante unos instantes, con las miradas entrelazadas mientras la verdad pesaba a su alrededor, hasta que el carraspeo y aparto los ojos, rompiendo asi aquella conexion. Lo observo cuando giro su tronco para volver a prestar atencion a las copas de los arboles. --De todos modos, mi madre decia que le encantaba la lluvia, porque era el unico momento en que veia joyas en el barrio de Covent Garden. --Prometeme que me llevaras contigo cuando te vayas --susurro ella para romper el silencio. Los labios de Ewan se convirtieron en una linea firme, la promesa quedo escrita en las arrugas de su cara, mas vieja de lo que deberia ser. Mas joven de lo que iba a necesitar que fuera. --Y tendras muchas joyas. --Asintio con seguridad. Ella se giro, y sus faldas se desplegaron sobre la hierba. --Por supuesto --bromeo ella--. Y vestidos confeccionados con hilo de oro. --Viviras entre bobinas de hilo oro. --Si, por favor --dijo ella--, y una doncella que sepa hacerme preciosos peinados. --Para ser una chica de campo, eres muy exigente --se burlo. --He tenido toda la vida para elaborar una lista con mis necesidades. --Le dirigio una sonrisa. --?Crees que estas preparada para Londres, chica de campo? --Creo que se me dara bien, chico de ciudad. --La sonrisa se transformo en un ceno fruncido. El se rio, y el preciado (por infrecuente) sonido de su risa lleno el espacio que los rodeaba, reconfortandola. En ese momento, sucedio algo. Algo extrano e inquietante, maravilloso e inaudito. Ese sonido, que no se parecia a ningun otro del vasto mundo, la libero. De repente, lo sintio. No solo el calor de el a su lado, donde se tocaban de hombro a cadera. No solo el lugar donde su codo descansaba junto a su oreja. No solo el contacto de sus manos en los rizos cuando el extrajo una hoja de ellos. Sino en todas partes. En el ascenso y descenso uniforme de su respiracion. En su segura quietud. Y esa risa..., en su risa. --Pase lo que pase, prometeme que no me olvidaras --le pidio en voz baja. --No podre. Estaremos juntos. --La gente se va. --Yo no. No me ire. --Fruncio el ceno y nego con fuerza. --A veces no se elige. A veces, la gente, simplemente... --Asintio--. Pero aun asi... Su mirada se suavizo al comprender que se referia a su madre. Rodo hacia ella y quedaron frente a frente, con las mejillas apoyadas en las palmas de las manos, lo suficientemente cerca como para contarse mil secretos. --Ella se habria quedado de haber podido --dijo el con firmeza. --No lo sabes --susurro, y cuanto detesto el picor que le provocaban aquellas palabras en los ojos--. Naci y ella murio, y me dejo con un hombre que no era mi padre, que me dio un nombre que no es el mio, y nunca sabre que habria pasado si ella hubiera vivido. Nunca sabre si... --El espero. Siempre paciente, como si fuera a aguardar toda la vida--. Nunca sabre si me habria querido. --Claro que si. --La respuesta fue inmediata. --Ni siquiera me puso un nombre. --Sacudio la cabeza y cerro los ojos. Queria creerle. --Lo habria hecho. Te habria puesto un nombre, y habria sido precioso. La certeza de sus palabras hizo que ella buscara su mirada, segura e inflexible. --Entonces, ?no me llamo Robert? --Ella te habria puesto un nombre digno de ti. El nombre que te mereces. Te habria dado el titulo. --No sonrio. No se rio. La comprendia y, luego, anadio--: Como voy a hacer yo. Todo se detuvo: el susurro de las hojas en el dosel de ramas; los gritos de sus hermanos en el arroyo, un poco mas alla; el lento transcurrir de la tarde; y ella supo, en ese momento, que el estaba a punto de hacerle un regalo que nunca habia imaginado recibir. --Dime... --Le sonrio, con el corazon palpitando en el pecho. Queria ese regalo en los labios y en la voz de el, en los oidos de ella. Queria que se lo diera y sabia que le resultaria imposible olvidarlo, incluso despues de que se marchara y la dejara atras. Y el se lo dio. --Grace --la llamo.

  • La catadora de Rosella Postorino

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    Una gran novela aclamada por la critica y en la lista de mas vendidos de Italia.

  • Un caso desesperado de Laia Sinclair

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    Sam es un hombre formal, serio y distante. Esta centrado en su trabajo como jefe de una agencia de detectives y en su hija
    Lily, cuya crianza tras la muerte de su esposa se le hace cada vez mas dificil. Con el corazon cerrado a nuevos amores y aferrado al recuerdo de su esposa, Sam no quiere ni oir hablar de citas cuando su hija le tiende una trampa y le concierta una en el restaurante de citas a ciegas mas famoso de Nueva Orleans.

  • Juro que vale la pena de Aitor Ferrer

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    Meti el equipaje en el coche y me asegure de que habia dejado todo en orden en la casa, alarma puesta y todo listo para no regresar en varias semanas. Me iba a la que fue la casa de mis padres los ultimos anos antes de morir, un bonito y acogedor chale en el sur donde pasaria el mes de julio y agosto. Hacia mucho tiempo que no cogia dos meses seguidos, pero este ano mi socio y yo, decidimos que asi lo hariamos, el queria irse durante diciembre y enero para realizar el viaje de su vida, asi que yo me cogi los dos de verano para darme un chute de sol y playa para recargar pilas. Bertin y yo, teniamos una constructora desde hacia diez anos y, la verdad es que crecimos enormemente y nos hicimos con un capital importante en los cinco primeros anos y ya luego todo marcho sobre ruedas. En el amor no habia tenido suerte, estuve con Estrella, una chica con la que me lleve cuatro anos conviviendo y que al final, se marcho con un companero suyo del banco donde trabajaba, pero aquello estaba mas que superado. Cinco horas despues ya estaba entrando en la urbanizacion en primera linea de playa. El chale me lo habia estado cuidando un matrimonio que iban a cortar el cesped, limpiar la piscina y mantenerlo todo en orden durante la epoca que yo no estaba, asi que cuando entre todo estaba perfecto, incluso la compra colocada de la lista que le habia puesto el dia anterior. Deje todo colocado y me fui a comer al bar de la playa, eran las tres de la tarde y me moria por una bandeja de pescado frito. Me sente en aquella terraza frente al mar y aquello era vida, ademas, era un rincon practicamente privado para los de la urbanizacion, tambien podian acceder los demas banistas, pero tenian que caminar un monton por la arena hasta llegar, nosotros lo haciamos directamente desde nuestras casas. --Buenas tardes ?Que le pongo? --Su rostro era serio y miraba hacia el block de notas. Era preciosa, pero tenia un mal humor que se podia apreciar a leguas. --Buenas tardes --mire la carta--. Para comenzar una sonrisa, de segundo, un vino Marques de Caceres y para continuar, un surtido de pescado. --?Sonrisa? --pregunto resoplando. --Por ejemplo, te verias mas guapa --sonrei. --Yo me cago en la put* madre de mi jefe, luego vuelvo y te sonrio --volvio a resoplar mientras tomaba nota y se marchaba. Me quede sonriendo, lo habia dicho de forma que le habia salido del corazon, se notaba que no tenia un buen dia la pobre. Regreso de nuevo con la botella y la copa que puso sobre la mesa, me puso una sonrisa de lo mas falsa y sirvio para que lo probara. --Veo que no, que no hiciste lo que dijiste. --No, no lo hice, pero por dentro le dije lo mas grande. Puta vida, puto trabajo, puto jefe y verano. Por cierto, ?que tal el vino? --Bien, puedes servirlo --sonrei--. Deberias de relajarte. --Te presto mis zapatos, a ver si lo aguantas --sonrio y se marcho. No, no debia de tener un buen dia porque parecia que iba a explotar, todo lo contrario, a mi, que fue pisar ese trozo de tierra y ya respiraba relajado, un entorno que era para desconectar de todo. --Al final voy a tener que coger el otro trabajo que me han propuesto --dijo, afirmando y agobiada cuando regreso a traerme la bandeja de pescado frito. --?Se puede saber en que consiste el otro trabajo? --Claro que si, dar masajes eroticos a domicilio. --Apuntame el primero --murmure apretando los dientes y no se le ocurrio otra cosa que darme una colleja y marcharse. Me quede riendo, tenia mucha gracia a pesar de ese agobio que le recorria por el cuerpo ese dia. La volvi a llamar para que me llenara la copa de vino con esa sonrisa falsa de no aguantarse hoy ni ella misma. --?Te dejo la botella? --No --me rei--. Por cierto ?Como te llamas? --Candela, menos mal que algo tengo bonito. --No, no, tienes muchas cosas bonitas, eres muy guapa y tienes un cuerpo espectacular --la verdad es que, a pesar de no medir mas de uno sesenta, estaba con un color tostado precioso y un cuerpo que no era muy delgado, pero si muy llamativo. --?Cuanto me vas a pagar por el masaje? --?Cuanto ibas a cobrar por cada uno? --Me ofrecen sesenta de los ciento veinte que cobra la empresa --me hizo una burla y se marcho riendo. Termine de comer y se acerco de nuevo a recoger la mesa. --?Cafe, postre? --Un cafe con hielo, por favor. --?Ya has decidido cuanto me pagaras por el masaje? No es que tenga experiencia, pero digo yo que con un poco de aceite de oliva y las manos, algo bueno hare --sonrio. --No lo dudo --me rei. --Y tu, ?como te llamas? --Nicolas. --Por Dios, que nombre mas pijo. Ahora vuelvo, ve pensando el precio que pagaras por el masaje, con doscientos euros hasta te la chupo --bromeo, marchandose de nuevo. Me tuve que reir, si o si, la verdad es que era muy graciosa, pero se le veia con un estres de esos que iban a acabar con ella. Regreso con el cafe y la cuenta que le habia pedido. --Aqui tienes --puse el dinero en la bandeja --?A que hora terminas? --En dos horas me piro hasta manana --sonrio con asco. --Doscientos euros y una mariscada, a las nueve en el chale numero trece --le hice un guino. --Y seras capaz... --La que tienes que serlo eres tu --me encogi de hombros. --Capaz y me lo pienso y todo. Con ese dinero me libro de venir cinco dias a aguantar al jefe y como cobro por dia trabajado... --Se encogio de hombros. --De ti depende. --Luego no me dejaras en la puerta con cara de tonta, ?verdad? --En absoluto. --Pues me lo pienso, pero vamos, que casi lo tengo claro --se marcho riendo. Obvio que no iba a permitir que me diera el masaje, pero oye, pasar una velada con ella debia ser algo fascinante y si le tenia que dar el dinero para que estuviera unos dias aliviada, como que no me importaba. Me di un bano en el mar antes de subir al chale a descansar un rato, estaba un poco cansado, ya que habia madrugado para hacer el viaje temprano. Capitulo 2 No eran ni las nueve menos cuarto cuando sono el timbre de fuera y sali a abrir, me habia acabado de duchar. --No se que hago aqui, pero la mariscada espero comermela --dijo cuando abri la puerta. --Pasa, Candela --sonrei echandome hacia un lado para que entrara. --Joder, que jardin mas guapo, vamos que tu hambre no pasas. --Hombre, espero que tu tampoco. --Bueno, ya lo que me faltaba, tener una jodida vida y encima no comer --rio. --?Una copa de vino blanco? --O dos --sonrio. Estaba preciosa con una faldita corta blanca de vuelo y una camiseta del mismo color. Le ensene la casa y nos sentamos en el jardin a tomar la copa de vino, ya habia llamado para que nos trajeran una mariscada para dos. --Entonces tu jefe te esta machacando... --Mi jefe es un tonto que se cree que puede tener a todo el mundo como esclavos y encima paga una mierda, pero bueno, no tengo otra cosa y mi madre no me da ni para pipas. --?Cuantos anos tienes? --Veintiseis. --Eres una nina... --A la mierda, ya me quede sin los doscientos euros del masaje --se puso la mano en la cara y suspiro. --Tranquila, te lo pago, pero no me lo tienes que hacer. --?Me estas contratando de chica de compania? --Si lo prefieres llamar asi --sonrei. Charlamos y le conte que venia a pasar el verano, que era la casa de mis padres y, por ende, la mia, a lo que me dedicaba y tal. --Joder ?Y cuantos anos tienes? --Treinta y ocho. --?No necesitas una interna que te limpie, te cocine y te tenga todo impoluto? --Pues mira, no lo habia pensado --sonrei. --Soy un amor de "nina" --hizo el entrecomillado con sus dedos--. Juro que no me cagare en tu familia --se echo a reir--. Daria lo que fuera por pasar dos meses fuera de mi casa, aquello es un manicomio, mis padres siempre estan peleando, cualquier dia los monto en el coche y los suelto en una sierra donde no puedan regresar --nos reimos, la verdad es que estaba sembrada. --Puedes quedarte aqui los dias que quieras, Candela, ademas tienes el trabajo ahi delante. --?Y no puedo hacerte un masaje cada dia por veinte euros y asi no tener que ir a trabajar? -- se rio --Con esta casa y veinte euros, ya como y me compro tabaco. --Pues si que has bajado la oferta. --Estoy desesperada, te lo juro --se le cambio la cara--. Fuera de bromas, lo de masajista no me lo ofrecieron, estaba de cona, pero joder, me dijiste lo de la mariscada y hasta pense en hacertela --volteo los ojos. --No te lo iba a permitir... --sonrei. --Ya me quede sin los doscientos pavos --se dio una palmada en la frente. --Ah no, te los regalo gustosamente. --?Sin chupartela? --Claro --me rei.

  • Prometi destruirte, amor (Los peligros de enamorarse de un libertino 1) de Raquel Mingo

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    ?Es posible ordenarle al corazon que deje de sentir?

  • Visiones en la niebla de Jose Sanchez San Martin

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    Ayer enterramos a Jeronimo. Fue una de esas tardes grises y desapacibles que no se olvidan. La niebla se filtraba por los intersticios del cuerpo y el viento imponia su sonido sibilante sobre el gimoteo de los allegados y las herramientas de los obreros. Mientras asistia a la inhumacion, pense que el dia era apropiado para tal fin. Como si el lo hubiera elegido a proposito. Le agradaba inmiscuirse en medio de la voragine invernal, para desafiar a los elementos e imponer su presencia sobre ellos. Era asi de intempestivo y osado. Doblegarse significaba para el tanto como perder su intrinseca estima personal. En una de esas frases pretenciosas que a veces le gustaba citar y a mi me enervaban decia que preferia soportar la adversidad antes que ceder en las convicciones personales. Una solemne tonteria. Como si la vida, en su inherencia, no tendiera espontaneamente a la permisividad y la componenda. Quien no lo conociera podia pensar, oyendole hablar asi, que era un hombre incapacitado para aceptar la vida tal como es; pero creo que, en el caso de Jeronimo, habria que interpretar su enfatica declaracion como un reconocimiento explicito de ingenita tenacidad que le inhabilitaba para aceptar el estado natural de las cosas y le compelia a la busqueda de un ideal perfectivo. Digo esto porque, debido a esa terquedad suya en no ceder ante las conveniencias, hubo de soportar muchos contratiempos, entre ellos, el ultimo y definitivo, que le llevo a la tumba. No seria por no haberselo advertido. --Jeronimo, no fumes. Asumes un riesgo innecesario para tu salud, ademas de practicar un habito insipiente, anacronico y vulgar. Mi consejo era sincero, aunque no del todo desinteresado. Miraba por mi salud tanto como por la suya. El humo que expulsaba con pertinaz insistencia por boca y nariz me hacia toser y lagrimear, ademas de impregnar ropas y pelo de un nauseabundo olor a combustion. Mis advertencias jamas hicieron mella en el. En aquella epoca, llevar el pitillo en la boca era signo destacado de hombria, como sujetarlo entre los dedos resultaba un elemento de distincion. A nadie, ni siquiera a los medicos, se le ocurria pensar en la nocividad del tabaco. A mi tampoco, pero la vision de una chimenea ennegrecida por el humo me sugeria la idea aterradora del mal. Como reaccion a mis jaculatorias preventivas, Jeronimo expelia con virulencia el humo sobre mi rostro y me miraba con fingida lastima, esperando la asfixia momentanea. Yo hacia aspavientos para dar a entender que, en efecto, estaba a punto de quedarme sin aire, lo que motivaba sus carcajadas por la hazana. --!Aprende a fumar y actua como un hombre! --me decia con sarcasmo. Yo me apartaba con repugnancia del cerco humeante, pero el me perseguia arrojandome su vaho con pertinaz insistencia. Pese a esta pugna cotidiana a cuenta del tabaco, Jeronimo y yo nos entendiamos a la perfeccion. El solia comentar, con no poca admiracion, la buena amistad que manteniamos desde tantos anos ha. Era verdad, a pesar, anadia yo, picajoso, del obstaculo inevitable que interponia el tabaco. Jeronimo, como prueba irrefutable de que este nunca nos podria separar, echaba mano al bolsillo del pantalon, extraia el paquete de cuarteron y comenzaba a fumar, mientras ratificaba esa buena relacion entre nosotros. A veces, cuestionabamos en que podia fundamentarse tal amistad, considerando el divergente modo de ser y de pensar de cada uno: yo amaba la regularidad, el orden, la habitualidad; el, por el contrario, sentiase bohemio hasta el tuetano, gustaba del desorden, la diversidad, la ocasion excepcional. Yo era puntual, pacifico, disciplinado, ahormado en la moral imperante y sumiso al compromiso social. El buscaba el enfrentamiento para demostrar su superioridad, asumia la rebeldia como el mejor modo de asentar su personalismo y era tan reacio a cualquier moral como renuente al orden establecido. Tales contrastes de personalidad debieran habernos alejado el uno del otro, pero acontecio lo contrario, que nos ahormaron hasta hacernos inseparables. Jeronimo decia que precisamente lo que nos faltaba a cada uno era lo que servia para unirnos, complementandonos mutuamente. Asi debio de ser, cuando nos permitio fraguar una solida amistad que perduro para siempre. Con Ramiro, el tercer miembro del grupo, la amistad, aunque sincera, no tenia la misma intensidad. El se parecia en muchos aspectos a mi, y eso, quieras que no, siempre originaba controversias por cualquier tiquismiquis. Ambos pretendiamos imponer nuestro criterio, evidenciar la respectiva preparacion cultural o la agudeza de nuestro pensamiento. Hasta en lo fisico pretendiamos imponernos el uno al otro, aunque teniamos practicamente la misma estatura y una efigie mas bien vulgar. Con Jeronimo, sin embargo, todas estas prevenciones y piques estaban de mas. Asumiamos de principio que sus peculiares prendas fisicas, su acusada masculinidad, le hacian superior a nosotros. Tanto a Jeronimo como a Ramiro los conoci en el instituto, cuando estudiabamos el bachillerato. Eramos companeros de curso, aunque apenas si habiamos intercambiado media docena de palabras. Fue una manana de noviembre de aquel lejano tiempo cuando nuestros destinos se unieron. A la entrada en clase nos comunicaron la ausencia del profesor y nos dieron tiempo libre durante dos horas. Este era un lapso enorme para nosotros, que intentamos aprovechar a discrecion. A sugerencia de un companero, decidimos hacer una excursion a lo largo del cauce fluvial, no lejos de donde se ubicaba el centro docente. Deambulamos sin prisa, con descuido, a traves del camino de sirga. Ibamos en pandilla, aunque la estrechez del sendero nos permitio formar grupos de tres o cuatro chicos. En uno de ellos coincidi con Jeronimo. Intercambiamos pocas palabras, intrascendentes, como para quejarnos del intenso frio reinante o alabar la belleza del rio en aquel paraje que transitabamos. Ambas constataciones, por mas que evidentes y manidas, eran certeras. Recien salidos de los Santos, ya el frio novembrino se dejaba sentir como anticipo del invierno al que nos abocabamos. La humedad que se desprendia del rio acrecia esa sensacion de malestar y nos hacia apretar el abrigo contra el cuerpo, en una instintiva actitud de defensa. La andadura, no obstante, reactivaba la sangre y nos hacia reaccionar contra el frigido elemento. Eramos jovenes y el ejercicio nos servia para actualizar nuestra energia vital. Surgieron las primeras bromas y las risas afloraron con facilidad. Hubo amagos de empujar a alguno y arrojarlo al agua, lo que ocasiono pugnas apasionadas entre los que empujaban y los que resistian, con general jolgorio. La manana, ciertamente, resultaba desacostumbrada para nosotros. A esa hora debieramos estar enclaustrados en un aula, escuchando con gesto aburrido y displicente las explicaciones del profesor de turno. Pero con la oportuna e inesperada ausencia de este, nos propiciaba una excursion insolita, a traves de parajes exoticos y bellisimos. Lo que mas apreciabamos en ese momento era la inmediata sensacion de libertad que nos acuciaba. El grupo abigarrado de cincuenta muchachos disfrutabamos de la excepcionalidad de una escapada insospechada, a traves de un mundo novedoso y primordial. La constatacion de ese particularismo servia de acicate a nuestra despreocupacion y permitia aflorar nuestro mejor talante. El mismo aire que respirabamos, cargado de sutiles aromas campestres, nos permitia interiorizar la vivencia unica que disfrutabamos. Aspirabamos con delectacion esa atmosfera perfumada con los sutiles aromas de bosques y humedales, como si quisieramos saturar nuestro organismo con esas esencias de la naturaleza, para que perduraran en nosotros. Las conversaciones joviales, el retoce juvenil y las risas faciles, propensas a la escandalera, no nos impedian ponderar la apabullante belleza del paisaje que contemplabamos. El rio en aquella zona que transitabamos se expandia con ampulosidad al discurrir por tierras bajas y sin obstaculos, lo que propiciaba que las aguas fluyeran tranquilas, parsimoniosas. Mostrabase asi el cauce fluvial, al fondo de los ribazos, como un inmenso espejo, cuyos bordes fueran escrupulosamente vigilados por nucleos de chopos centenarios. El leve tintineo de sus hojas, a impulsos del suave cefiro, ponia contrapunto al contenido murmullo del agua en su lento discurrir. La epoca otonal en que nos encontrabamos tenia con patina dorada parte de las masas arboreas, propiciando, junto al cristal purisimo del rio, una conjuncion cromatica, subyugante y venusta, de naturaleza inmaculada, como recien surgida del halo magico de la creacion. Era facil extasiar la vista por ese escenario natural y admirar la serenidad y plenitud formal de un mundo magnificente, que parecia puesto a proposito para nuestro disfrute. Para influir mas en nuestro sobrecogido animo y darle un toque de misterio e irrealidad al apabullante paisaje, estaba la niebla. No tenia la densidad de los dias de invierno, cuando cae sobre nosotros como un manto pesado, oclusivo, que entorpece la vista e invade nuestra intimidad con sus vapores sinuosos. En aquella manana excepcional, nos envolvia una bruma sutil, ligera, que apenas sobresalia un metro por encima del suelo, suficiente para darnos la sensacion de que caminabamos entre algodones y de que los arboles que nos flanqueaban, asi como el terroso camino serpenteante, o todos los demas elementos que nos rodeaban, carecian de base y flotaban ingravidos sobre el lecho nebuloso. Pero la sensacion mas asombrosa procedia de la vision que ese espacio espectral nos sugeria. Ante su percepcion global, la realidad del paisaje se difuminaba para ser sustituida por el simbolismo de un mundo magico, preternatural, recien creado con retazos de cielo, tierra y agua, para nuestra contemplacion y deleite. He visto despues, a lo largo de mi vida, muchos parajes hermosos; pero la vision paradisiaca de aquel mundo primigenio y sublime permanece en mi recuerdo a traves de los anos como la idealizacion de un orbe sin macula, formado a imagen y semejanza de nuestra exultante juventud. No duro mucho aquel extasis natural, quiza para que aprendieramos a asumir que los momentos de exaltacion de la belleza no se prodigan y, en su oportunidad, deben ser apurados al maximo. Nuestra andadura continuaba en progresion indefinida, hasta que una de las corrientes tributarias del caudaloso rio nos hizo desviar el rumbo. Atravesabamos ahora tierras labrantias, alternantes con campillos y rozas de gleba, dejando a nuestra espalda el cauce fluvial. Pasado el instante de encantamiento, regresaron las bromas zafias y las risas prontas. Tan pronto pisoteabamos surcos perfectamente delineados en espera de la sembradura, como nos adentrabamos en tierras esteriles, de cascajal. El acicate de nuestra andanza residia en la carencia de rumbo; avanzabamos a donde nos conducian nuestros pasos, conscientes de que era el viaje mismo quien motivaba nuestro entusiasmo. No pretendiamos llegar a ninguna parte; solo deambular y descubrir lo que la andadura nos propiciaba, a traves de aquellas tierras llanas, sin alcores a la vista. El tiempo parecia desaparecido de nuestras vidas. Asumiamos con toda naturalidad que nos habiamos constituido en seres privilegiados, recien asomados a la pletorica pubertad, y disfrutabamos plenamente de nuestra privilegiada condicion. En medio de la inmensa paramera que ahora atravesabamos, gozabamos de nuestra juventud, liberados de la prision del tiempo, errantes por mundos ineditos sin un destino fijo. En cierto momento de nuestro nomadismo, uno de los companeros creyo reconocer el paraje por donde a la sazon transitabamos. Segun el, nos encontrabamos cerca del lugar donde antano hubiera un ventorro famoso, muy visitado en las epocas veraniegas y ahora medio en ruinas. Acuciados por la curiosidad de ver ese arcaico establecimiento, nos dejamos guiar por el chico que nos informara. Atravesamos ejidos y pisoteamos cornijales en erratica marcha, cual formas fantasmagoricas pululantes en medio de la tenue neblina. El improvisado guia parecia bastante desorientado y retrocediamos o ladeabamos el rumbo segun la ocasional inspiracion de aquel. En un determinado momento se detuvo y miro alrededor. Era evidente su confusion, lo que motivo que le arrojaramos gruesas pullas y lo avergonzaramos por su ineptitud. Hacia tiempo que el poderoso murmullo del rio se habia mitigado y un silencio forzado, de naturaleza muerta, se imponia en el ambiente. Hicimos un alto forzados por la desorientacion, mientras nuestro companero-guia daba cortos paseos de un lado a otro. Segun el debiera estar alli el objeto de nuestro interes, mas ninguna obra de hombre se veia a nuestro alrededor. Estabamos en medio de una amplia meseta, de suelo desigual, formado a base de canto y tierra. En el extremo de la irregular perspectiva el terreno se elevaba ligeramente para formar un monticulo rocoso. Era una zona extremadamente lata y arida, sin restos de yerbajos o ratizos. Para descansar de la caminata, nos sentamos un momento mientras reelaborabamos sugestiones e iniciativas. Nuestra incipiente aventura se frustraba y los animos se enfriaban a la vez que los ateridos cuerpos. Permaneciamos todavia sentados sobre el frio suelo, ajenos a la incomodidad, como si el tiempo se hubiese inmovilizado y nosotros estuvieramos cautivos de el. Nadie acerto a definir un proyecto que nos sedujera, por lo que nos incorporamos y enfilamos el camino de regreso. Estabamos lejos de sospechar que esa andadura aparentemente residual nos conduciria directamente a lo que, para Jeronimo y para mi, constituiria, muchos anos despues, un destino inesquivable, plagado de sugestiones, incertidumbres y sobresaltos. El punto de encuentro con el se encontraba en las afueras mismas de la ciudad, no muy lejos de nuestro instituto. Se trataba de un viejo, aunque robusto, edificio, construido en piedra, de amplias dimensiones, cuya fachada principal, sobria, sin aditamentos, estaba horadada por sendas aberturas sin trazos decorativos. Solo el vano de la puerta, en forma semiesferica, se permitia un cierto ornato, al rodearla con una linea de impostas, como si la forma curva pudiera provocar osada perturbacion en la tarea contemplativa, y se quisiera paliarla con el simbolico e inmediato cerco de lineas rectas, hechura de una existencia que no se permite la duda. Todos los vanos estaban oportunamente cegados. Incluia el edificio en uno de sus laterales airosa torre de tres cuerpos, el superior de los cuales aparecia trepanado a cada lado por una ventana, de dimensiones mas pequenas que las de la fachada. Quiza en tiempos pasados la atalaya rematara en forma de terraza almenada, pero ahora mostraba cubierta de teja, con la indudable finalidad de dar servicio a ese espacio suplementario. La singularidad del accesorio fue la que dio nombre al edificio, que en la ciudad se conocia popularmente como <>. Estaba rodeada por un amplio terreno, ahora arenoso, con un exiguo resto de miseros arbustos, que en tiempos debio de constituir el jardin de la peculiar mansion. Cercano a la edificacion se encontraba un pozo de amplia embocadura, hermeticamente protegida con tapa metalica, oportunamente candada. Sobre el brocal, se erigia un arco de hierro, en funciones de cigonal, que remataba airosamente el circulo de piedra. El senorial conjunto estaba resguardado por un tapial de mamposta, como de metro y medio de altura, sucio, destrozado en varios puntos, con apenas restos de su antiguo enlucido. La cancela de hierro que ocluia el lugar, de planchas en la parte inferior y de verja en la superior, rematada a modo de lanzas que apuntaban al cielo, estaba oxidada, con costurones como cicatrices que hendian la ferrea piel y mostraban sin piedad los desgarros seculares. A saber cuando dejo de cumplir su funcion la cerradura que aparecia medio desencajada del cuerpo de la cancela. Tal era el estado de abandono que, cuando pretendimos mover la pesada puerta para acceder al interior, los agarrotados goznes se negaban a girar; solo despues de un vigoroso esfuerzo conjunto conseguimos entreabrirla, entre el agudo rechinar del mecanismo, quejoso del imprudente trato. El companero que propuso adentrarnos en los terrenos de la obsoleta mansion hizo saber que estaba deshabitada desde muchos anos antes y que podiamos deambular por alli sin cuidado alguno, como si estuvieramos en la calle. Asi lo hicimos, intentando abrir la tapa del pozo para husmear en su interior, pero el grueso candado impidio nuestros propositos. Nos acercamos al palacete y tocamos con admiracion sus grandes sillares, heridos en varios puntos por la inclemencia del tiempo. Los mas cercanos al suelo eran los que mostraban mas desperfectos, habiendo perdido parte de su volumen, desmoronandose con facilidad en cuanto se hurgaba en ellos. Fue en este curioseo cuando descubrimos que, en la parte posterior del edificio, una de las piedras limitrofes con el suelo estaba desencajada y dejaba una hendidura, estrecha y oscura. Del inquieto grupo estudiantil surgio al instante la impertinente pregunta acerca de que habria en el interior. --Eso lo podemos saber ahora mismo. El que hablo fue Jeronimo, y su iniciativa nos permitio conocer su audacia y decision. Aparto a los que estabamos cerca de la abertura siniestra y la observo con detenimiento. Jeronimo era muy alto, con estructura fisica atletica y rasgos de cara armonicos y finamente delimitados. Me repugnaba apreciar la belleza masculina, asi que preferi pensar que las mujeres considerarian a Jeronimo como un hombre muy guapo. Se peinaba con raya al lado, en una epoca en que los chicos soliamos dirigir el pelo hacia atras. Como marca visible, mostraba en la mejilla izquierda, junto a la patilla, un lunar en forma ovalada, como de un centimetro y medio de largo; lo que en otro hubiera quiza supuesto un defecto natural, constituia en el un motivo mas de atraccion. Sin decir palabra alguna, se despojo del abrigo, que me alargo para que lo sostuviera. No tenia importancia aquel gesto, ya que era el companero mas cercano; pero me lleno de orgullo, porque, de algun modo, me hacia participe de la aventura que iba a protagonizar. Despues rebusco en los bolsillos y extrajo una caja de cerillas, que tambien me dio, con el encargo de que se la facilitara cuando estuviera dentro. Su voz era suave, agradable, sin rastro de nerviosismo o vacilacion. La decision de Jeronimo nos parecia a todos, mas que valerosa, temeraria. Causo tal impacto en mi que solo me atrevi a decirle que tuviera cuidado. Era tanto como animarle a seguir, para que no se frustrara nuestra curiosidad. Jeronimo, con admirable tranquilidad, introdujo las piernas en el agujero, ocupando totalmente el perimetro de este. Era imposible que el ampuloso pecho de Jeronimo cupiera por alli. ?Y si el valiente companero quedaba ocluido en medio del orificio, sin poder entrar ni salir? Este pensamiento me agobio durante un momento, el preciso en que Jeronimo, con admirable flema, dijo: <>. Expulso el aire para comprimir el torax y dio un fuerte impulso hacia abajo. Acontecio lo que me temia: pese a su prevision contractora, el pecho ocupaba todo el escueto espacio y no era posible deslizarse por el. Fueron unos segundos comprometidos, en los que algunos cambiamos angustiosas miradas, que traslucian el pensamiento aterrador de que nuestro companero quedara eternamente aprisionado. No seria el primer caso. Recorde, al efecto, la fachada sur de nuestro templo catedralicio, en una de cuyas ventanas, escueta y cegada, sobresalia el busto en piedra de una figura humana. Segun la leyenda, se trataba de un intruso que se introdujo en el templo con intencion de robar. Al ser descubierto, quiso huir por la escueta ventana, pero su fuerte complexion corporal le impidio traspasarla, quedo atrapado y, como castigo divino, convertido en piedra. Era una leyenda que a los muchachos nos espantaba, sin que prejuzgaramos el hecho sorprendente de que la carnalidad de un hombre fuera trastocada en petrea materia. !Pero si lo decian nuestras madres es que era verdad! En la ocasion presente, viendo a Jeronimo aprisionado en el agujero, sin posibilidad de moverse, recorde la siniestra leyenda catedralicia y me horrorice. Como portavoz autorizado por el hecho de sostener el abrigo de nuestro heroe, di un paso adelante y grite con desesperacion: --!Hay que hacer algo, antes de que se convierta en piedra! Los demas companeros me miraron estupefactos, sin comprender lo que queria decir. Tambien Jeronimo, desde su incomoda postura, me dirigio una mirada intencionada, cargada de ironia. Era evidente que conocia la leyenda del ladron, porque me dijo: --No te preocupes, que yo no me voy a quedar aqui eternamente. Lo expreso con desparpajo, como si estuviera disfrutando con la situacion. Tan pronto como termino de hablar, extendio los brazos hacia arriba para facilitar el resbalamiento, dio un fuerte impulso hacia abajo y desaparecio bajo tierra. A partir de ese momento, se produjo entre los que estabamos fuera un silencio respetuoso, como si temieramos que el companero hubiera desaparecido para siempre, devorado por las fauces siniestras de algun monstruo subterraneo. A impulso del miedo y la curiosidad, me acerque a la siniestra boca. Solo veia oscuridad. En esa posicion indagatoria y temerosa estaba cuando del antro surgio una garra, seguida de un grunido sobrecogedor: Lance un alarido de terror y pedi auxilio a los companeros, con voz angustiosa. Antes de que pudieramos reaccionar, se escucho una risita sarcastica y la voz de Jeronimo en tono de guasa: --Soy yo, hombre. No seas cobardica. Acercate y dame las cerillas. Fingi suficiencia y valor, como si mis anteriores palabras hubieran sido tambien expresion de broma. Pero mi corazon latia todavia sobresaltado. Introduje la mano en el orificio con la cajetilla. Al instante, senti como me la arrebataba Jeronimo desde dentro para, a continuacion, tirar con fuerza de mi brazo. Yo solte una risa forzada, aunque interiormente no las tenia todas conmigo.

  • El Administrador de Fincas de Amador Moya

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    Una trama de intrigas se cierne sobre la comunidad de propietarios de la calle la Industria donde algunos vecinos pretenden hacerse con el control de la junta y echar a la administradora.
    Una policia acaba de llegar al cargo de presidenta con el proposito firme de aclarar estos misterios.
    La comision de un delito en las propias instalaciones de la comunidad, le dara la oportunidad de investigarlo y, con ello, tambien los sospechosos acontecimientos que vienen ocurriendo en el edificio desde hace tiempo.
    ?La aprovechara? !Por supuesto que la va a aprovechar! Tratara de llegar hasta el fondo de la trama, pero no es facil: la investigacion policial no avanza, la alarma social crece, sus jefes la presionan buscando resultados. mientras tanto, va conociendo las intenciones ocultas y las intrigas de sus propios vecinos, a los que les estorba la administradora.
    Unos y otros juegan sus bazas, pulen sus trampas, tejen sus redes y tratan de alcanzar sus fines.
    Una sucesion de mentiras y contradicciones colocan a la administradora como la principal sospechosa, lo que aprovechan sus enemigos para convocar una reunion con el fin de echarla.
    El teson, la profesionalidad y la valentia de esta investigadora novata la llevaran a no desfallecer mientras se enfrenta a sus propios vecinos por un lado y a sus jefes por el otro.
    ?Y la administradora? ?Sera la culpable? ?Habra sido capaz de matar por venganza? No te lo pierdas.

  • Snap de Belinda Bauer

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    <>, dijo su madre antes de desaparecer carretera arriba en busca de ayuda. <>. Jack, de once anos, y sus dos hermanas pequenas se quedan dentro de un coche averiado y asfixiante, peleandose, lloriqueando y jugando a ‘Veo veo’ mientras esperan a su madre. Pero, aunque salen a buscarla, esta no vuelve. Y despues de ese dia de verano largo y caluroso, ya nada sera igual.
    Tres anos despues, al otro lado de la ciudad, una mujer llamada Catherine While se despierta y encuentra una navaja junto a su cama con una nota que dice: <>. Aunque la policia esta buscando a un misterioso ladron al que llaman Ricitos de Oro por su costumbre de dormir en las camas de las casas en las que roba, Catherine no le ve sentido a avisarla o a preocupar a su marido.
    Mientras tanto, a sus quince anos, Jack sigue a cargo de sus hermanas. Su padre ha desaparecido, y el se ocupa de alimentarlas y de que nadie sepa que estan solos en casa. Y, cuando accidentalmente descubre la misteriosa navaja, es posible que este a punto de averiguar quien mato a su madre.
    Pero la verdad puede ser peligrosa…

  • Rezad 60 minutos antes de morir de Diego Garcia Andreu

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    La muchacha abrio los ojos aturdida. Cuando tomo consciencia de la realidad descubrio aterrada que se hallaba atrapada dentro de un ataud de madera. ?Habia sido enterrada viva? Mientras lucha por su vida, Noa, Aitor y su hijo Guillermo viajan hasta Bicorp para pasar unas fantasticas vacaciones en una casa de campo aislada en el monte. Emilio, el propietario de la casa, parece el perfecto arrendador, una persona atenta, amable y servicial. Sin embargo, toda esa falsa cordialidad oculta las verdaderas intenciones de Emilio. Una novela de suspense donde cualquier cosa puede ocurrir y te mantendra enganchado hasta averiguar el sorprendente desenlace.

  • El coleccionista de miedos de Luca Domina

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    En el coleccionista de miedos hallaras; repulsivos visitantes en momentos inoportunos, suicidios extranos, espiritus que no descansan en paz, personas trastornadas, posesiones demoniacas, animales vengativos, leyendas orientales y cajas misteriosas procedentes de la Deep Web. Todo encerrado en ocho historias con una narrativa que te atrapara en sus garras.

  • La lucha contra el demonio de Stefan Zweig

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    La lucha contra el demonio (titulo original en aleman “Der Kampf mit dem Damon”) es un libro escrito por Stefan Zweig, donde describe la vida de tres individuos peculiares: Friedrich Holderlin, un gran poeta maldito, que acabo sus dias en el manicomio; Heinrich von Kleist, un escritor sin fortuna, que acabo suicidandose con 34 anos tras buscar, con sus obras maestras, un exito que se le nego; y Nietzsche, el filosofo que pregonaba que Dios habia muerto creando asi una futura revolucion filosofica, y que tambien acabo sus dias recluido por una enfermedad nerviosa en una casa de locos.

  • El vagon de los huerfanos de Pam Jenoff

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  • Elemental (Guardianes Del Alma 2) de Kim Richardson

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    Kara y un pequeno nino estan juntos, solos, en un pequeno rio. El sostiene su mano. El agua fria les hace cosquillas en los pies. Una niebla fina se levanta y teje hilos alrededor de ellos, y Kara huele el tenue olor a carne podrida. Algo toca sus dedos del pie. Ve hacia abajo. Manos blancas se extienden afuera del agua y la sujetan por los tobillos. Ella salta hacia atras, jalando al nino con ella. Aparecen mas manos por todos lados. Una niebla espesa, negra, se levanta y cubre la corriente. Largos tentaculos se enredan alrededor de sus piernas, como serpientes blancas. Kara grita y patea la niebla. Un hedor a hierro la ahoga. La niebla desaparece. Kara lucha por equilibrarse. Ella esta en un rio de sangre. El nino tiene sangre en sus muslos. Kara siente nauseas. Oye un chapoteo. Una figura en el rio...un hombre, no… La retorcida cabeza humana y el torso enfermo que se levantan sobre el rio nacen de una confusion de entranas humanas y de insectos, de la parte posterior de un monstruo horrible. Las piernas largas del insecto se arrastran hacia ella, negras y afiladas. Forunculos y llagas cubren la piel del monstruo, como lepra. Sus ojos rojos brillan entre la niebla negra. Cierra sus mandibulas. El nino le suelta la mano a Kara. Es arrastrado debajo del rio sangriento. Kara se dobla hacia abajo y agita sus manos en la sangre, buscando al nino. Un sollozo. Kara Mira hacia arriba. La criatura tiene al nino. Agarra al chico por el cuello y lo exprime. Abre su boca. Sangre escurre por sus puntiagudos dientes amarillos. Lentamente trae al nino hacia su boca humeda mientras la criatura no deja de gritar. Kara desperto sobresaltada. Su corazon golpeaba contra su pecho mientras parpadeaba tratando de abrir sus pegajosos ojos cubiertos con lagrimas y sudor. Todavia media dormida, se sento en su cama con los brazos estirados delante de ella, lista para salvar al nino del monstruo. Se quito el flequillo pegajoso de la frente sudada y espero, calmandose, hasta que los efectos del sueno se disiparon. Habia estado llorando. Limpio su cara y sus ojos lentamente se ajustaron a la luz de la manana que se colaba en su habitacion. Las sombras oscuras fueron enfocandose. Sus pinturas de demonios y angeles que cubrian las paredes como papel tapiz parecian aun mas siniestras en la tenue luz. Se sacudio con un escalofrio. Las pinturas eran parte de una historia que Kara debia contar. Recien despertando de sus pesadillas, tomaba su pincel y pintaba una y otra vez las recurrentes historias. Se convencia a misma que era una especie de terapia, y que quizas, algun dia, las pesadillas se detendrian. Despues de un tiempo su madre se nego a entrar en su habitacion. Kara recordo que su madre habia lanzado sus manos en el aire, gritando que los monstruos iban a atraparlas. Pero para Kara, eran solo pinturas. Sabia que no podian lastimar a nadie. 5:00 am… aun demasiado temprano para levantarse para la escuela. Se forzo a cerrar los ojos y se reacomodo en su cama. Los debiles ronquidos desde el segundo cuarto al final del pasillo confirmaban que su madre no se habia despertado con sus gritos. Se sintio aliviada. Su madre trabajaba largas horas, asi que merecia una buena noche de descanso. Cada noche Kara sonaba con monstruos horribles y con un nino asustado de cabello rubio enredado y pijama azul y blanco… a punto de ser comido. Se despertaba gritando en el momento que el nino desaparecia entre la boca del monstruo. Kara solto un largo suspiro. No podia volver a dormirse. Bajo las piernas de su cama y fue de puntillas a su vestidor. Los tablones de pino se sacudieron. Pintura blanca se descarapelaba de las patas y de la parte superior del mueble, dandole un falso aspecto antiguo. Faltaban algunas perillas de los cajones superiores, y Kara habia utilizado boligrafos secos para reemplazarlas. Levanto un marco metalico. La cubierta de vidrio estaba agrietada y astillada. Kara la acerco a su rostro. Un hombre con cabello castano despeinado y una sonrisa amistosa sostenia a una nina con coletas castanas de mono amarillo. Kara sintio como su pecho se comprimia. Apenas y podia recordar ese dia. La imagen de su padre se habia desvanecido a lo lejos. Habia muerto cuando ella tenia solo cinco anos, y Kara no lo recordaba en absoluto. Ella dibujo su rostro con el dedo. !Que no daria por tener un verdadero padre! Quiza su madre estaria un poco mas cuerda si hubiera un hombre alrededor de ella. Kara sintio un gran dolor en su corazon, y con un suspiro, coloco el marco en el aparador. El rostro de Kara la veia fijamente detras del espejo roto y forzo una sonrisa. Hoy era su decimoseptimo cumpleanos. Diecisiete anos; era la edad cuando las chicas se enamoraban e iban a la Universidad para seguir sus suenos. Su sonrisa se desplomo. El trabajo de verano de Kara apenas le habia dado lo suficiente para ayudar a pagar la comida. Ella nunca podria ahorrar lo suficiente para ir a la Universidad. Una cucaracha recorrio su espejo y se detuvo justo en el medio. Estaba al nivel de los ojos de Kara, con sus dos ojos negros como piedras viendola con una especie de inteligencia extrana. Sus antenas se movian nerviosamente. !BAM! Kara despego el libro el espejo y tiro la cucaracha muerta en su bote de basura. Se sintio culpable de matar al insecto. Fruncio los labios y miro al espejo otra vez. Deberia estar feliz, ella lo sabia. Pero se sentia vacia por dentro. Le faltaba una parte, como un coche al que le faltaba una rueda y que por lo tanto no podia conducir. Desde hace meses habia estado deprimida. En la escuela no queria hacer nada aparte de su pintura y la lectura de sus libros. Incluso su mejor amigo Mat la evitaba. Hacia dos semanas, a la hora del almuerzo, le dijo que andar con ella estaba haciendo que su cerebro se derritiera; lo estaba deprimiendo. Sin Mat para apoyarla se sentia aun mas perdida y confundida. Ella trato de sacudirse la sensacion, pero nada funciono. Se sentia sola. El suave canto de los pajaros llego a sus oidos. Kara sonrio. Aunque a veces le molestaba, cantaban maravillosamente. El canto llego a ser mas fuerte, mas intenso, y entonces oyo el graznido de los cuervos, muchos de ellos… Extrano, Kara penso para sus adentros. Se asomo a la repisa de la ventana. El piso de madera se sentia frio debajo de sus pies. Presiono la cabeza contra el cristal y miro hacia fuera. Casi veinte cuervos estaban encaramados en los altos arces. Con sus cabezas inclinadas, le croaban a algo que estaba abajo y que Kara no podia ver. Se esforzo para poder mirar a traves de las ramas. Un escalofrio recorrio su columna vertebral. Su corazon se le subio a la garganta. En medio del camino habia un nino… el mismo nino de sus suenos. Kara aplasto su nariz contra el vidrio y miro la pequena figura en pijama caminando como patito por la calle. Estaba descalzo. En agosto, el clima de Montreal era aun bastante templado, incluso en las primeras horas de la manana. Lo vio plantar sus pies y pararse firmemente. El nino camino por los coches aparcados. Hojas de periodicos se enrollaban a su alrededor, atrapadas en el viento invisible. Tengo que ir a buscarlo, le dijo Kara a la ventana. Se decidio y se coloco un par de pantalones grises y un sueter. Con un clic, abrio la puerta de su dormitorio y camino en las sombras. Cuidando de no despertar a su madre, se deslizo furtivamente por la oscuridad y corrio a la puerta de su casa. Bajo las escaleras de dos en dos y reboto en el vestibulo. Recupero su aliento y abrio las puertas de cristal. El aire del exterior olia a hojas mojadas y hierba, fresco contra su piel, aludiendo ligeramente al ya proximo otono. Las aceras estaban llenas de charcos grises, y Kara salto para evitarlos. Corrio hasta el lugar de la calle donde ella habia visto por ultima vez al nino. Se habia ido. La calle estaba muy tranquila, y Kara noto que los pajaros repentinamente habian dejado de cantar. El viento se detuvo. Kara temblo. Un escalofrio le subio por la espalda, y su corazon martillo en sus oidos. “!Oye, chico!” dijo en una suave voz, no queriendo despertar al vecindario. “Nino… ?donde estas?” Paso por el lugar y se detuvo. Ella se puso de rodillas y busco debajo de los coches aparcados. No habia nada. El no podia estar lejos. Era un nino pequeno, penso Kara dando unos pasos hacia adelante. Se detuvo. Los pelos en la parte posterior de su cuello se erizaron. Sintio que algo no estaba bien, algo le decia que se echara a correr… Y alli estaba. Kara contuvo su respiracion. Lo podia ver claramente ahora -- no al nino, sino a un apuesto desconocido al que ya habia visto antes. Estaba inclinado contra un auto estacionado, sus brazos cruzados sobre el pecho. La mirada del extrano fija sobre ella. El corazon de Kara se detuvo. Era alto y delgado. Una chaqueta de cuero marron abrazaba sus poderosos hombros, y llevaba jeans deslavados con una playera ajustada que resaltaba su musculoso pecho. La miraba con una sonrisa casi tonta pintada en la cara, con apenas una sombra de hoyuelos en sus mejillas. Su cara era hermosa sin lugar a dudas. Demasiado perfecto. El tipo de rostro que enviaba millones de mariposas a sacudirse en la boca de su estomago. Kara le habia dado el apodo de “el acosador galante”… su preciosa sombra. ?Que esta haciendo el aqui a esta hora? Ella fruncio el ceno. Algo no tenia sentido. Parte de ella se sentia emocionada de tener a un tipo de tan buen aspecto siguiendola, pero la otra parte le provocaba carne de gallina… y no en el buen sentido. Habia algo muy raro en la forma que la veia. El acosador galante peino su cabello rubio con sus dedos y se dio la vuelta. Se encontro con los ojos de Kara y viro hacia el otro lado, pretendiendo estar interesado en los autos estacionados. A Kara no le parecia para nada un asesino en serie como Anibal Lechter… el tipo que descuartizaba y se comia a sus victimas, como una especie de guiso exotico. No. El tenia una boca tan hermosa que simplemente no podia imaginarselo comiendose a nadie. Kara no podia entender por que el la estaba acosando. Con su falta de gracias delanteras y sus curvas invisibles, no tenia mucho que ofrecerle al sexo opuesto en el campo visual. ?Que resultaba tan atractivo y “acosolicioso” en ella? Nada. Eso la hacia sospechar de el. Las cosas que son demasiado buenas para ser ciertas usualmente lo son, pensaba. Especialmente cuando ella estaba involucrada. Arranco los ojos de el por un momento para buscar al nino otra vez. Sombras oscuras acechaban a lo largo de la silenciosa calle y Kara se sintio tensa. Pero nada mas se movio. El chico no estaba a la vista. Y cuando se volvio para ver a su acosador galante, este habia desaparecido, como si fuera un producto de su imaginacion. En serio estoy enloqueciendo, penso Kara, retirando su flequillo de la cara. Una ligera llovizna refresco sus mejillas calientes, y Kara la agradecio… Algo se movio en la esquina de su ojo. Al principio, penso que era su acosador galante que habia regresado, pero rapidamente se dio cuenta de que no era el. Este hombre tenia el pelo blanco y la piel grisacea palida. Vestia un traje oscuro, y Kara podia ver que era un traje caro y...un poco fuera de lugar para esta hora de la manana. Estaba inclinado contra un poste de luz en la calle. Incluso desde la distancia podia verse que algo andaba muy mal con sus ojos. Eran negros. Y la estaban vigilando.

  • Tu eres mi baronesa (Matrimonio de conveniencia 2) de Claire Phillips

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    Lord Marcus, Baron de Varite, uno de los mas deseados caballeros, tenia todo lo que se podia desear; Posicion, fortuna, un aspecto que le granjeaba el deseo de las damas y la envidia de los caballeros... Sin embargo, un error del pasado le perseguia e impedia lograr lo unico que realmente deseaba; Una verdadera familia. Ver a sus amigos felices con sus esposas e hijos no hacia sino avivar su anhelo. Animado por poner solucion a su error y con ello lograr, por fin, remediar su soledad, decide pedir a lord Jillers, un lord americano con talento para investigar discretamente, que le ayude, pero ?como imaginar que no solo solucionaria su problema inmediato, sino que seria tambien la solucion a su soledad? Su temeraria hija seria la que tendria su felicidad en sus manos, al menos cuando solucionase el engorroso asunto de averiguar quien, precisamente cuando habia encontrado a su baronesa, queria matarlo.

  • Dulce enemistad, Eva Benavidez de Eva Benavidez

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    Libro 1o de la serie Dulce Londres
    Amor a primera vista

  • Rescata Mi Corazon (Manhattan Dinner Club 1), Jean Joachim de Jean Joachim

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    DESBORDANDO PASION y suspenso, este apetecible romance de un gran escritor comienza con un golpe – literalmente. Rory Sampson, paseadora de perros y aspirante a escritora es atropellada en el Central Park por un distraido hombre guapo en su bicicleta – Hank Roberts. Engreido, hostil y mas santo que tu, el trata de culpar a Rory. Pero un Juez emite una sentencia poco ortodoxa, haciendo enojar a ambas partes.
    Buscando venganza, Hank se encuentra a si mismo demasiado vulnerable a los voluptuosos encantos de Rory – a pesar de tener una novia. Cautelosa despues de una ruptura, ella proteje su herido corazon con una barrera de sarcasmo mientras cada uno lucha por suprimir la quimica crepitante que amenaza con poner sus vidas de cabeza.
    ?la soledad y frustracion la obligaran a conformarse con las calientes y pesadas atenciones de su Ex, El Sr. Incorrecto? Confundida y atormentada por el deseo, Rory busca consuelo y consejo en sus cuatro inteligentes y atrevidas amigas, el Manhattan Night Dinner Club.
    RESCATA MI CORAZON es el primero de la serie Manhattan Dinner Club.

  • Cuenta atras de Lory Talbot

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    Soy Daniel Harris, bombero en la ciudad de Nueva York. Adoro mi trabajo. Tambien mi moto, el rock y a mi madre, aunque sea una tocacojones de manual. Su afan de que la haga abuela roza la obsesion. Quizas tendria que buscar un novio para ella. Tal vez asi supere la muerte de mi padre y me deje tranquilo con el tema.
    En una salida del trabajo la conoci. A ella. Mi angel. Sky. Sus ojos tan azules como un cielo despejado de verano me engancharon al instante. Esta mujer esta convirtiendome en un monas, jamas habria dicho esto antes de estar juntos.
    Pero en nuestra relacion no todo es tan bonito como sus ojos. Sky esta empenada en que lo llevemos en secreto. Jura que no esta casada pero yo creo que me esconde algo.
    ?Que es eso tan grave que no me cuenta?
    La cuenta atras para encontrar respuestas ha empezado. El cronometro se ha puesto en marcha.

  • Speer de Martin Kitchen

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  • Amor entre jefes (Los jefes 3) de Victoria Quinn

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    Esta postrada de rodillas.

  • Fruitlands de Louisa May Alcott

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    Massachussets, finales de 1840. Los Lamb acaban de llegar por fin a su eden particular: una comuna que profesa la filosofia de los trascendentalistas (la de Thoreau y Emerson). Alli, planean vivir apartados del resto de la sociedad, alimentandose de la tierra y siguiendo los principios de la belleza, la virtud, la justicia y el amor. Todo parece sencillo y amigable en ese bosque lleno de intelectuales bienintencionados, pero quiza necesiten algo mas que filosofia para sobrevivir: ?como haran frente al crudo invierno de Nueva Inglaterra? ?Acaso saben algo sobre el mundo del pastoreo y la agricultura? ?Que ocurrira cuando lleguen las primeras tormentas? Louisa May Alcott esboza un magistral retrato del sueno de una familia que no dudo en unir sus fuerzas para hacer realidad lo irrealizable.

  • El cisne de papel (Chic) de Leylah Attar

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    ?Podrias enamorarte de tu secuestrador? Skye Sedgewick es la hija de un magnate hotelero. Su vida cambia cuando un desconocido la secuestra a punta de pistola. Tras pasar unos dias en el barco donde la mantienen cautiva, Skye empieza a sentirse atraida por Damian, su secuestrador, un hombre que le resulta vagamente familiar.

  • Esencia de Luna de Pamela Medina

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  • La Prometida Virgen de Gema Perez

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    Una princesa de cuento.
    Joven, atractiva, virgen.
    Un Rey que va a venderla.
    Un Matrimonio de Conveniencia.

  • Dulce y salado de Margarita B. Sainz

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    Martin no quiere ningun tipo de compromiso.

  • Tres muertes en Estambul de Francisco Manuel Granado Castro

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    Durante la Segunda Guerra Mundial, se refugian en Estambul gentes de toda Europa. Es un nido de espias y se cometen crimenes ante el silencio de la policia turca, que no quiere comprometer su neutralidad. Aqui vive con falsa opulencia una duquesa rusa, la princesa Beresina. Cuando su hermano David sea detenido por la policia, ella debera enfrentarse a miembros de la Gestapo, a agentes dobles, y al general Ozaban, el corrupto jefe de la inteligencia turca. Conocera a Dick, un americano, el dueno de Cafe Estambul, el local nocturno mas popular de la ciudad. La caceria emprendida por sus enemigos les obligara a decidir que buscan en realidad: la fortuna, el amor o la libertad. Al incorporar algunos personajes historicos, esta novela nos ofrece un fresco vibrante del Estambul convulso de la guerra.

  • Estaba en el aire de Sergio Vila-sanjuan

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    Una mujer de la alta sociedad, muy bella y muy desgraciada. Un publicitario embarcado en un programa radiofonico que busca a personas desaparecidas. Un magnate con buenos contactos politicos dispuestos a consolidar su imperio. Un joven del Norte que rastrea sus origenes. Un la Barcelona de 1960, las trayectorias de todos ellos se cruzan iluminando ambientes contrapuestos.