• libro dejaras la tierra - Renato Cisneros

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    Un silencio antiguo sello durante doscientos anos el misterio de una familia demasiado parecida a las tragedias y ambiciones de un pais como Peru. Patriarcas decolorados, mujeres sacudiendose el peso de su tiempo; personas, al fin y al cabo, que han sido rescatadas en este libro para redimensionar la historia. Esta novela nos recuerda que las familias estan hechas de todo lo que se ocultan y que solo una prosa capaz de atravesar lo visible y lo soterrado puede rastrear el cauce de eso que llamamos identidad.
    Si la voluntad de forjarse una estrella propia llevo a Renato Cisneros a escribir La distancia que nos separa, lo que nos entrega en Dejaras la tierra es, al mismo tiempo, el cierre de aquella historia y la confirmacion de un narrador capaz de ver el precipicio y dar un paso mas.

  • Dejarás la tierra - Renato Cisneros | PlanetadeLibros

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    2 oct 2018 — Patriarcas decolorados, mujeres sacudiéndose el peso de su tiempo; personas, al fin y al cabo, que han sido rescatadas en este libro para ...

  • DEJARÁS LA TIERRA | RENATO CISNEROS | Casa del Libro

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  • Dejarás la tierra (Autores Españoles e Iberoamericanos) eBook

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  • DEJARÁS LA TIERRA - CISNEROS RENATO

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  • Dejarás la tierra, la nueva novela del escritor peruano Renato ...

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    2 jul 2018 — Esteban Ríos Cruz escribe en diidxazá (zapoteco) y español. Estos poemas forman parte del libro Xaniaa gueela' (Al pie de la noche), que se ...

  • Libro Dejaras la Tierra, Renato Cisneros, ISBN ...

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  • dejaras la tierra - Margen Libros.

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  • Dejarás la tierra - Renato Cisneros -5% en libros | FNAC

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  • La distancia que nos separa de Renato Cisneros

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    Si quiero entender a mi padre debo identificar nuestros puntos de interseccion, iluminar las zonas oscuras, buscar el contraste, resolver los acertijos que con el tiempo fui abandonando. Si consigo entender quien fue el antes que yo naciera, quiza podre entender quien soy ahora que esta muerto. Es en esas dos titanicas preguntas que se sostiene el enigma que me obsesiona: Quien era el antes de mi. Quien soy yo despues de el. Ese es mi objetivo sumario: reunir a esos hombres intermedios.

  • Sin Rostro ni Rastro de Juliana Corrales

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    Doce del mediodia y el calor agobiante caracteristico de Ciudad Bolivar se hace inclemente para los habitantes de aquella pintoresca ciudad, capital del Estado Bolivar ubicado al sureste de Venezuela, localizada en la ribera sur del Rio Orinoco, se puede ver el agite de sus pobladores, presurosos por llegar a sus casas para luego regresar a sus labores. Los semaforos cambian constantemente y ni a si el trafico cesa, se pueden ver tambien los malabaristas que de momentos entretienen a mas de uno de los que en la cola aguardan esperando que el semaforo cambie a luz verde y asi seguir a sus destinos, desde malabares con aros y pelotas hasta cuchillos, piruetas con llamas, los mas osados. Por su parte las paradas de los transportes colectivos estan abarrotadas. Se escuchan los gritos de los vendedores ambulantes y en las aceras mas de un mendigo esperando la caridad de quien amablemente les de algo de comer. Sumergidos en este panorama se encuentran los indigenas provenientes de vecinos estados del oriente venezolano, entre guaraos del Delta, descendiente de los chaimas del Estado Monagas, de igual modo los pemones del mismo Estado Bolivar; llegados de la Gran Sabana, los piaroas de Amazonas y por ultimo los karinas de Anzoategui. Todos ellos caracterizados por aquella inocencia, tranquilidad y habilidades para todo tipo de artesania, migraron con la finalidad de conocer otro estilo de vida, dejaron sus culturas para vivir en el calor de la ciudad, viviendo en plazas, terminales de pasajeros, algun terreno baldio de la ciudad o donde los agarre la noche y mientras no llega esta, se dedican a las ventas callejeras de artesania y flores traidas de sus tierras, es lo que a simple vista se puede visualizar en aquel estado venezolano. Santo tomas de Guayana o Angostura del Orinoco, como era conocida antes de 1846, la actual Ciudad Bolivar, que se caracteriza por ser una ciudad universitaria, muchos de sus pobladores son jovenes estudiantes que migraron de distintas partes del pais desde el occidente hasta el oriente, reconocida por formarse alli profesionales de diversas carreras desde ingenieros hasta profesionales de la salud. En esta ciudad se encuentra una de las escuelas de medicina, mas reconocidas del pais, perteneciente a la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Oriente Nucleo Bolivar. Es una nueva semana de clases en la mencionada escuela, los estudiantes regresan luego de un fin de semana, unicos dias que son duenos de su tiempo, por asi decirlo, debido a las exigencias academicas de esa reconocida universidad; por aquel porton azul entrada principal, se ven venir a mas de un estudiante, todos presurosos por entrar a las aulas y laboratorios de las distintas asignaturas, esperando reunirse cada quien con su grupo de amistades para contarse anecdotas del fin de semana y planificar las actividades universitarias. La escuela tiene un pasillo algo oscuro, y al final de este los laboratorios de anatomia, los estudiantes que cursan la materia aguardan en la entrada, una vez vista la teoria para proceder a las practicas. !Permiso por favor! Abrire el laboratorio. Se escucha la voz de Medina, -uno de los obreros encargados de realizar esta tarea, "den un permiso que el senor necesita abrir" continua diciendo unas de las estudiantes. Dando paso todos se hacen a un lado, se empujan y gritan unos con otros! Sudorosos y con deseos de entrar, hasta que por fin el encargado logra abrir el laboratorio, pasan todos de forma desorganizada y se ubican a cada lado de los mesones; cuya caracteristica principal es su hechura en granito, en el centro de los planchones se podia ver un drenaje central para que el formol que destilaban los cadaveres que alli reposaban corriera por el mismo, estos cadaveres se encontraban cubiertos con sabanas blancas, las cuales hacian juegos con las paredes pulcras del laboratorio y con las batas que lucian orgullosamente todos los estudiantes que en el laboratorio se encontraban presentes, tambien se podian visualizar amplios ventanales que en cada practica era obligatorio abrir debido a la carencia de extractores para que los vapores emanados por el formaldehido del que estan impregnados los cadaveres puedan salir, dejando que la brisa desahogue un poco el ambiente. Entusiasmados los estudiantes por aprender de la interesante asignatura que mostraba a detalle cada una de las partes del cuerpo humano de forma macroscopica permanecen atentos. Lo unico que hacia desagradable la estadia en el lugar era la congestion que mas de uno sentia en las mucosas nasales, pero en especial la conjuntiva ocular producida por el asfixiante vapor de aquel quimico irritante, lagrimeaban por lo fuerte que era aquel producto empleado para la preservacion de los cuerpos sin vida. Ocho estudiantes por meson era la distribucion para la practica, pero en mas de uno de ellos se encontraban un numero superior a ocho, debido a la poca capacidad que este laboratorio tenia y la sobrepoblacion. Todo los estudiantes dispuestos a aprender y a acatar las indicaciones que el profesor instructor les suministraba paseandose por todo el laboratorio con su bata blanca puesta dando ejemplo de la disciplina que debian tener, pide que retiren las sabanas blancas que cubrian los cadaveres que posteriormente serian diseccionados por capas empezando por la piel seguido por el plano subcutaneo, muscular y oseo para lograr la apertura de las cavidades toracicas y abdominales, dejando expuestos todos los organos de aquellos cuerpos frios sin vida y donados por el servicio de anatomia patologica, o de medicina forense del hospital de la ciudad. Al fondo del laboratorio un grupo de ocho estudiantes retiran la sabana y se deja ver el cadaver de una joven mujer con rasgos indigenas, con facciones unicas, cabello largo, negro y lacio de labios gruesos piel triguena, quien aun estando en aquel meson conservaba un rostro angelical y en su pelvis resaltaba la presencia del utero en estado de gestacion. Parecia dormir placenteramente, la muerte no logro quitarle su belleza nativa sin igual de las mujeres de su tierra, cada uno de los estudiantes compartia acerca de sus experiencias gustos ajenos a la medicina el cual tenian todos en comun, aquella confianza entre todos crecio tanto a tal punto que llegaron a conocerse tan bien que sin ser iguales en personalidad formaban grupos de amigos y las practicas en los laboratorios se hacian amenas. Todos los lunes el laboratorio era un sitio de encuentros, donde planeaban sus reuniones para estudiar en las residencias de cada uno de ellos o simplemente para salir a bailar, comer helado y asi cualquier actividad que les fuese de agrado. Uno de estos tantos lunes reunidos en las practicas. Juan Camilo un joven estudiante invita a todos los que en ese grupo se encontraban y al cual el pertenecia al cumpleanos de una amiga que vivia en el edificio donde el residia, la reunion tendria lugar el dia viernes por la noche, pero parecia ser que a Mariano y Ana Elisa la idea de asistir no les resultaba atractiva. Mariano no compartia ese tipo de reunion, era de conocimiento por todos que frecuentaba mas los lugares donde hacian presencia bandas de rock, se hablaba de grupos musicales reconocidos en este genero; Mariano era apasionado por la lectura y mas si estaba relacionada a los acontecimientos de la segunda guerra mundial y en especial al personaje Adolfo Hitler, por el hecho de que los bisabuelos del joven, llegaron a Venezuela huyendo de una muerte segura por ser estos judios, resultaba ser sus gustos diferentes a las ciencias medicas; por su lado la joven Ana Elisa dedicaba sus dias a solo estudiar, siempre apatica a la hora de salir a otro sitio distinto a la universidad; un poco acomplejada por unos cuantos kilos de mas, obsesionada por cualquier tipo de dieta de la que le hablaran, pero nunca lograba verse como ella deseaba y era de saber por ella que su desespero por lograr rapido los resultados la hacian decepcionarse de cuanta dieta hiciera, su unico refugio para desligarse un poco de su problema de peso era la carrera universitaria y obtener el mejor promedio.

  • Hijos de Atenea de Mercedes Pinto Maldonado

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    Me llamo Bahati, y mi nombre significa <>. Naci en Angola, cerca de Dondo, por casualidad. En mi tierra casi todos los pueblos son nomadas y nacemos por azar en cualquier lugar de la sabana. Pertenezco a la tribu Khoisan, o San, o Bosquimana, que seguramente te resultara mas familiar. Creo que soy el unico bosquimano llamado Bahati. Mi madre debio ponerme el nombre de mi padre, como manda la tradicion entre los de mi pueblo, pero este tuvo el desacierto de acoger a una segunda mujer bajo su techo cuando yo aun estaba en periodo de gestacion y ella, por despecho, decidio bautizarme con el nombre del jefe de una tribu herera que se cruzo con la nuestra cuando sintio el primer dolor del parto. Lo cierto es que aunque fue ella, mi madre, quien escogiera mi nombre en un arrebato de celos, nunca me llamo Bahati, decia que ningun san que se preciara podia tener un nombre que no necesitara al menos un par de golpes de lengua para pronunciarlo. En mi clan tambien estaban de acuerdo con esta idea y, como, segun decian, era el nino mas negro nacido entre ellos, carente del bronce dorado que caracteriza a mi etnia, comenzaron llamandome <>. Discutian sobre mi color, pero el brujo concluyo: <>. No obstante, al principio mi progenitora me llamo solo <>, como era hijo unico... Mas tarde, cuando empece a caminar, decidio que <> era mucho mas descriptivo para nombrarme, porque todos nuestros vecinos decian que nunca hubo en la historia de mi pueblo un bosquimano que con dos anos caminara mas rapido que su madre. Y este fue el primer golpe de suerte que hizo honor a mi nombre: gracias a mi paso largo pude aprender a leer y escribir. Que ironia, anos despues muchos blancos volvieron a llamarme <> y apodos parecidos. Esta es mi historia, la de un hombre nacido entre las gentes mas parias del planeta y vendido a los esclavistas, que gracias a su suerte y curiosa e impar educacion siempre se sintio libre. CAPITULO I: Mi maestro Papalu Recuerdo con bastante claridad la primera vez que vi al padre Luis. No debia tener mas de cuatro anos, pero aquel hombre que asomaba su cabeza, tan calva como blanca, a un grueso y negro tronco me impresiono tanto, que aun hoy puedo cerrar los ojos y evocarlo con absoluta fidelidad. Me quede paralizado. Hasta entonces no habia tenido noticia alguna de que un ser humano pudiera ser blanco, y aun menos blanco y negro a la vez. Me di un buen susto. Hasta tal punto que, cuando acerco su nivea mano a mi cabeza, de un salto, me puse a correr y no pare hasta que me quede sin aire, cosa que hasta el momento crei imposible; esta fue la primera vez en mi vida que me quede sin aliento mientras corria por la sabana. Extenuado, me sente bajo un arbol y alli pase horas invocando, a mi manera de nino, el favor de los espiritus de mis antepasados. Hasta que mi madre, enfadada como jamas la vi, me encontro y me llevo hasta el poblado a rastras. Por entonces ya no me llamaba <>, sino <>, a secas. Asi que para mi clan yo era <>. De esta manera mi madre y los miembros de mi tribu podian cliquear la lengua al nombrarme, como debia ser tratandose del nombre de un san. --?A ti que te pasa, Pasolargo? Llevamos toda la manana buscandote --dijo mi madre, sin resuello--. Si vuelves a escaparte te cortare esas piernas de guepardo enano. Arrastrado por la mano de mi madre, no pare de llorar hasta que llegue a casa. Me imaginaba sin piernas, como el hombre <>, deslizandome bajo un extrano tronco durante toda mi vida, vagando solo por la sabana como un espiritu maligno arrojado del otro mundo. Al caer la noche mi estomago pidio alimento, pero mi madre se nego a cogerme en su regazo y permitir que un nino tan desobediente se acercara a sus pechos. Hasta entonces me habia amamantado, era hijo unico y no habian nacido hermanos que usurparan mi privilegiado puesto. Una pesadilla me desperto en la madrugada y me deslice por el suelo con sigilo hasta meterme en las pieles de mis padres, donde dormian los cuatro: mi padre, mi madre y la segunda esposa de mi padre con su primera hija agarrada al pecho. !Como la envidie! Como era costumbre y deber de una mujer san, mi madre, a pesar de la ofensa que supuso para ella compartir a su esposo cuando solo llevaban unos meses de relacion, dormia junto a el. Pero solo eso; era una mujer de fuerte caracter y gran voluntad, fria y distante, si, pero muy autosuficiente y trabajadora. Creo que ya desde tan temprana edad no volvio a yacer con hombre alguno. Mis tripas, doloridas por el vacio, finalmente me llevaron a sisar unos trozos de carne de la despensa de la tienda vecina, pero ella me sorprendio en plena faena: --Muy bien, Pasolargo, como veo que tienes edad suficiente para correr y robar, a partir de ahora iras con tu padre de caza y comeras lo que consigas en la sabana, mis pechos estan secos para ti --me murmuro al oido mientras algo caliente resbalaba por el interior de mis muslos, de puro susto. No obstante, cuando a la manana siguiente vi a los hombres untar el veneno en sus flechas para salir a la caza del antilope, decidi que podria alimentarme de raices, hormigas y pequenos lagartos mientras crecia lo suficiente. De todas formas, mi timido intento de participar en el ritual de la caza fue baldio; cada vez que me acercaba, mi padre me daba un puntapie y me instaba a no molestar durante una tarea que requeria tanta concentracion y cuidado. De manera que seria un cazador, si, pero de insectos, mucho menos peligrosos y mas accesibles para un nino de cuatro anos. La curiosidad, que siempre ha sido una de mis senas de identidad y culpable de mi destino, me llevo a buscar el asentamiento del hombre blanco que caminaba bajo el tronco negro. Poco mas de una hora tarde en encontrarlo, siguiendo el cauce de un rio seco. Estaba sentado bajo un arbol, con la espalda apoyada en su tronco. Con la mano izquierda sostenia lo que a mi me parecio un trozo de madera lleno de finas y blancas hojas, y que miraba con mucha atencion, y en la derecha tenia un fruto extrano que de vez en cuando mordia distraidamente. Bajo lo que, despues de observarlo con tiempo y detenimiento, ya no me parecia un tronco negro, sino una extrana manera de cubrir el cuerpo poco adecuada para soportar el sol abrasador de Angola, asomaban sus pies, envueltos en una red hecha de tiras de piel. Me quede rezagado, escondido tras un arbusto, seguro de que no podria verme. Mientras lo observaba, poco a poco fue desapareciendo mi desconfianza; no parecia agresivo, al contrario, daba la sensacion de ser tranquilo y pacifico. Sin levantar la vista del objeto de madera, dejo el fruto sobre su regazo, saco otro igual de un zurron que tenia a la derecha y me lo mostro. Comprendi que no estaba tan camuflado entre los matorrales como yo creia; desde luego lo mio no era la caza por mas rapidos y largos que fueran mis pasos. Temeroso, sali de mi escondrijo y avance hacia el. Me moria por darle un mordisco a la bola rosada que me ofrecia. La cogi de un tiron y le hinque los dientes con frenesi, con los musculos tensos, preparados por si habia que salir corriendo. El fruto estaba muy, muy rico. El se quedo mirandome con una sonrisa bonachona que termino por conquistarme. Vencido el miedo, me puse a curiosear; era mi debilidad. Observe con atencion sus ropas, sus sandalias, su libro, su rostro... Me di todo el tiempo que necesite y el se dejo hacer. Estaba tan absorto en mi estudio que olvide el posible peligro que me acechaba. Despues me hizo una pregunta, que naturalmente no entendi. La repitio y pense que seguramente querria saber mi nombre. !Todo el mundo preguntaba por mi curioso nombre!, les gustaba como lo pronunciaba, y el, por mas extrano que fuera su exterior, no podia ser menos. Asi que dije: <>. Puso su mano blanca sobre mi negro pecho y repitio: <>, <> se le resistio, no tenia la lengua entrenada para pronunciar los sonidos del pueblo san. Luego se llevo la mano al corazon y dijo: <>, que asi lo llamaban los miembros de la tribu con la que vivia. Pero como las dos ultimas letras no conseguia pronunciarlas, despues de una hora y un ciento de intentos solo consegui decir <>. Coincidimos en que si, que se llamaba Papalu, y punto. El pobre, agotado, asintio por fin y acepto el curioso alias, que mas tarde adoptaria el resto de sus conocidos en el asentamiento. A partir de ese dia mis visitas a la vivienda de Papalu fueron diarias. Al principio con la desaprobacion de mi madre y la consiguiente reganina a mi regreso; pero a los pocos dias me siguio y, cuando me vio conversando con el hombre blanco y comprobo el amable trato que me proferia, cedio conforme. Era una mujer muy intuitiva y supo que Papalu no podia ser una mala compania. La razon por la que cada dia, durante anos, iba en su busca no podria expresarla con exactitud o, mejor dicho, no me faltaban motivos, aunque ninguno de ellos la explique: por la manzana que casi siempre me regalaba, porque era una excusa para correr siete kilometros diarios, porque me empene en conocer su lengua, porque me hablaba de tierras lejanas, porque me hacia sentir querido e importante... Que se yo. Lo cierto es que no pasaron muchos meses para que mi interes por lo que contaban sus libros se convirtiera en el motivo principal de nuestros encuentros. La primera palabra que aprendi a escribir fue <>, sin saber siquiera que en realidad lo que Papalu habia dibujado con un palo sobre la tierra era una cadena de letras combinadas de una forma muy concreta para formar el nombre escrito del fruto que tanto me gustaba. Simplemente observe con atencion un buen rato y lo imite con mi palo. Todo empezo porque un buen dia mi maestro se nego a que hurgara en su zurron para coger la manzana. Habia llegado la hora de que la pidiera por su nombre. --Ah, no, Bahati. Hoy, si quieres la manzana tendras que pedirla --protesto agarrando la cuerda que cerraba su bolsa. Yo insisti senalando el morral con enfado. Pero el lo coloco tras su espalda y se puso a leer como si no estuviera; aunque por mas que lo intentaba no conseguia concentrarse: yo no paraba de molestar a su alrededor, saltando y tirando piedras a un matorral. Asi que cerro su libro, saco la manzana de la alforja y comenzo la primera leccion de toda una ensenanza que me convertiria en un individuo unico en mi pueblo y que me brindaria la asombrosa oportunidad de contar mi historia en primera persona y en un perfecto castellano.

  • Amantes o algo mas de Deborah F. Munoz

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    Era oficial: David se habia pasado al meterse con la timida Clara en la reunion preboda de Charles y Adela. Aunque, cuando estaba a punto de disculparse, ella le tiro el agua a la cara y le insulto, seguia sintiendose mal, asi que le pidio a los futuros novios su correo electronico para pedirle perdon y ofrecerle una compensacion.

  • Amor y odio tienen cuatro letras de Eleanor Rigby

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    ?A que diriamos que sabe el orgullo? ?A jarabe para la tos o a huevos podridos? Porque hay una tendencia mundial a evitar a toda costa eso de tragarselo. Y yo no soy la excepcion, pero he tenido que hacerlo y ahora puedo confirmar que se atraganta un poco. Un poco bastante. Despues de haber sido rechazada en cuatro editoriales en el transcurso de dos dias, mi orgullo esta criando malvas a cuatro metros bajo tierra. Tengo que sacar fuerzas de donde no las hay para enfrentar mi ultima oportunidad con optimismo. Si mis padres no me hubieran despedido con toda la pompa y boato, prometiendome que arrasaria en las entrevistas, no me habria creido capaz de presentarme a un puesto acorde con mi trayectoria profesional. Ahora tengo claro que deberia haber salido a la calle con las expectativas mas bajas. O no haberme movido del sofa. Ya sabia que con solo decir mi nombre me iban a mandar a tomar viento fresco. Algunas van con la muerte en los tacones, y yo, por lo que se ve, me he quedado con la puerta en las narices. Esa es la razon por la que llevo en paro dos anos. No me daba la gana de buscar empleo porque estaba muy segura de que no me iban a contratar en ninguna parte. Mi exjefe se tomo muy en serio la tarea de difamarme en el mundillo literario y ahora estoy gafada. <>. Buena pregunta. Quiza la respuesta condicione la opinion que se tenga de mi de ahora en adelante, pero es mi deber ciudadano sincerarme: habria sido deprimente ponerme una redecilla en el pelo con una licenciatura y dos masteres. Y tampoco andaba desesperada por un empleo pudiendo chupar del bote en mi casa. Mis padres me han llamado desde tiquismiquis hasta clasista, pero no me queria conformar con menos que un contrato de editora. Es lo que se hacer. Y es, tambien, algo que no habria vuelto a hacer jamas si mis padres no hubieran amenazado con echarme de mi habitacion de infancia. Puedo jurar que despues de un despido agresivo, una casi demanda judicial y el desprecio de todos tus companeros se te quitan las ganas de retomar tu puesto. Y de salir a la calle. Y de volver a enamorarte. Y de vivir. Pero aqui estoy, intentando cambiar mi actitud para recomponer mi vida empezando por el ambito laboral. Y con <> me refiero a la salita anexa al despacho del director general, donde espero a que le apetezca colgar el telefono y recibirme. No parece que eso vaya a suceder. No en este plano astral. Normalmente no es el director general el que se encarga de las entrevistas, pero por lo que me ha parecido intuir no hay coordinador ni editor jefe. No solo han reducido plantilla a lo basico, sino que las tres plantas que hasta hace poco constituian las oficinas de la editorial Aurora se han solapado en una sola. Aunque es evidente que no viven su esplendor economico --ni tampoco comercial, por lo que he podido observar en las listas de ventas--, por lo menos la zona de trabajo es amplia y luminosa. Se nota que la decoracion corrio a cuenta de una mujer. La mayoria de los despachos estan acristalados y laminas en distintos tonos del atardecer --melocoton, bronce y champan-- recubren las paredes de los pasillos. El parque palido de los suelos y las replicas de Gustav Klimt combinan a la perfeccion y cumplen el objetivo de transmitir una abrumadora sensacion de calidez. Si tengo que poner una pega es que son de esos cutres a los que les gusta enmarcar sus diplomaturas. Ya hay que ser ganan para colgar la licenciatura universitaria en el lugar de trabajo. Damos por hecho que has estudiado para el puesto que ostentas, carino, no hace falta ser redundante. De todos modos, parece que el diseno interior ha quedado desfasado. La pintura esta a medio rascar, senal de que quieren repintar, y reina el desorden alla donde quiera echar el ojo. Quedan por colgar las placas de los departamentos, muchos se mudan de cubiculo, hay decenas de cajas de carton amontonadas y solo va un telefono: el de la gerencia. La gerencia que lleva media hora haciendome esperar. Sigo aqui porque la editorial Aurora esta pasando por una mala racha y, por mucho que apeste mi reputacion, no se permitirian dejarme ir. Antes lo he intentado en empresas florecientes y otras ya consagradas porque <> y sabia que en esta tendria el puesto asegurado. El novio de mi hermana cubria el departamento legal cuando aun podian pagar un abogado y me ha contado que las dimisiones y despidos en masa los han dejado con un unico corrector. Eso son buenas noticias. Aunque la editorial se vaya a la ruina en una semana, que es lo mas probable, estoy preparada para ocupar un lugar en la seccion de edicion y cerrar la boca a mis padres. No podran decir que no tuve iniciativa. Asi de desesperada estoy. No solo se ha puesto en tela de juicio mi madurez o mi capacidad de recuperacion frente a la adversidad, sino mi valia como empleada. Y por ahi no paso. Yo no estoy en esta situacion porque no pudiera mantener un puesto, sino porque ellos no pudieron mantener la profesionalidad. --Cuando lo llama su exmujer puede pasar hasta dos horas seguidas pegando voces al telefono. Hoy ha batido el record: lleva tres. Me giro y ahi esta la sensacion del bloque. Solo un tipo de mujer lleva las unas de las manos y los pies pintadas a juego, y esas son las tigresas. Por si acaso a alguien le cupiera alguna duda, ella lo reivindica vistiendo un chaleco de vison y una blusa con estampado de leopardo. --?Que me recomiendas? --pregunto yo--. ?Venir manana, desconectarle el telefono o recomendarle un buen abogado al que delegar sus frustraciones? --Buscarte otro lugar donde trabajar. Esto ahora mismo es el Purgatorio. Lanzo un silbido de admiracion y me saco uno de los auriculares. Alicia Keys sigue chillandole a mi oido izquierdo que un hombre real no puede negar la valia de una mujer. El derecho es ametrallado con los golpes, pisadas, conversaciones y traqueteos de maquina de la editorial en funcionamiento. --He estado en el infierno y he sobrevivido, asi que esto me parecera celestial en comparacion. --?Has estado en el infierno de verdad? Entonces Valdes te sonara familiar. Es el que suele ir por alli con el tridente, el latigo y los cuernos en la cabeza. --Se los dibuja sobre el impecable alisado japones--. Dobles cuernos, en realidad. Los tenia antes de que su mujer se los pusiera. No me suelen hacer gracia este tipo de bromas, pero la mujer habla con el desparpajo de las tenderas de negocio local y mi grupo social preferido son las peluqueras de barrio. No puedo resistirme a su encanto. --?El jefe se ha atrevido a llorar en tu hombro por eso, o lo has descubierto porque eres la cotilla que no puede faltar en toda empresa? --Las etiquetas son para la ropa, pero si tengo que llevar una, antes que la de cotilla prefiero la de fashion victim --pronuncia, en un ingles perfecto--. Y te puedo asegurar que el jefe no sabe llorar. Lo descubriras si te coge para el puesto de editora. El director y ella trabajarian juntos porque no hay dinero para pagar coordinadores. Tal y como me suponia. --?Estas intentando asustarme para que me vaya porque tu eres la otra aspirante y querias este trabajo para ti? --conspiro con los ojos entornados. --Yo soy la community manager. Llevo toda la promo en redes sociales. No me han despedido porque gracias a mi aun se vende algo. Pero como sigan recortando, no solo se van a llevar las cortinas; tambien me meteran a mi en una caja. >>Me llamo Lola Vilalta, por cierto. --Y extiende la mano. Le doy un apreton de ejecutivo y me lo pienso dos veces antes de decir mi apellido. Mejor me callo. A lo mejor el ultimo peon de la organizacion no conoce a la Altamira de la editorial Bravante, pero a la que esta metida en Twitter todo el dia dudo que se le haya escapado el escandalo que se monto. --Silvia --respondo, escueta--. ?Algo mas que deba saber antes de enfrentarme al senor Valdes? --Solo que tendrias que haberte traido un chaleco antibalas debajo de esa blusa tan mona. -- Senala mi camisa de seda azul--. Soy la primera obsesa de la moda que se ahogaria antes que ponerse un salvavidas que no le combinase con las sandalias, pero chica, sin uno no se sobrevive. Las palabras de ese hombre no es que sean de calibre cincuenta, son directamente petardos. --Pues tendre que apanarmelas para hacer fuegos artificiales. Lola levanta las manos en senal de <>. --Tienes agallas. Escondelas para que no te las arranque. No puedo evitar poner los ojos en blanco cuando quiza lo mas inteligente seria hacerme la cria asustadiza. Mi pasotismo daria pie a muchas preguntas y tendria que dar explicaciones del tipo <>. Pero mis cuitas laborales no serian lo unico que explicaria mi tranquilidad, la verdad. Yo no me he criado con dos criticos jueces en casa y siendo permanentemente victima de comparaciones en las que salia perdiendo para temer al propietario de una empresa que se desmorona. Y lo demuestro poniendome en pie y dirigiendome al despacho con seguridad. Toco a la puerta de cristal y asomo la cabeza. --Perdone, pero tenia la entrevista a las nueve en punto y van a dar las menos veinticinco. El tipo, de espaldas a mi, ladea la cabeza sin mirarme y hace un gesto para que entre. Al girarme para cerrar la puerta no solo capto los enormes y curiosos ojazos negros de Lola, sino tambien los del resto de la plantilla. Han dejado lo que estan haciendo para no perderse el espectaculo. Suerte para ellos que van a poder vivirlo con detalle, porque el despacho principal es acristalado. Por lo menos alguien disfrutaria de mi desesperacion, lo que supone una mejora teniendo en cuenta que el unico que me ha visto montar drama en los ultimos anos ha sido el Bon Jovi que colgue en la pared de mi cuarto a los quince. --Puede sentarse. Su tono seco llama mi atencion, pero la tercera mirada de reconocimiento que le dirijo vuelve a fracasar en sus objetivos. No acierto a describir mas que sus anchos hombros enfundados en una americana oscura y los horribles pantalones marrones que ha combinado con una camisa color mostaza. Uno de mis grandes problemas es que pongo caras. Si, pongo caras sin querer. De sorpresa, de asco, de rabia o de estupor, como me ha pasado ahora. Es una especie de tic nervioso que no puedo controlar, pero por lo menos esta vez me ha salido por una buena razon. ?Como puede una persona vestir tan mal? ?Y por que ha decidido girarse hacia mi en el preciso momento en que he torcido la boca? Dirijo la mirada enseguida al interior de mi bolso, del que saco la mano como si hubiese tocado un chicle pegado al fondo o hubiera leido algo raro en mi movil. Si se lo ha tragado en lugar de darse por aludido, no me consta, porque clava la vista en la pared y sigue asintiendo a lo que parlotea el interlocutor. Ahora que se ha dado la vuelta no queda ningun misterio por resolver. Puede medir facilmente un metro noventa, y algo que es indiscutible ademas de su horripilante gusto en moda es que si me entrara en una discoteca, mis piernas se abririan de polo a polo. A fin de cuentas, para hacer el sin respeto no se necesita ropa. En tres palabras a cuenta de Gianna Nannini: Bello e impossibile. Y yo que pensaba que eso de los jefes buenorros era una leyenda urbana. Siempre he pensado que lo que anade morbo a los directivos de empresas exitosas es que acumulan poder, riqueza y podrian despedirte en cualquier momento. Aqui y ahora. Quieras o no, eso lo hace todo muy excitante. Pero a este no le hace falta ni tener estilo ni vender millones de libros al mes. Debe tener en torno a cuarenta anos y los lleva mejor que Brad Pitt en Troya, donde recuerdo que nos dieron el desnudo integral mas sexy de los 2000. Se basta y se sobra con su barba oscura y cerrada, el pelo peinado al estilo Brando en Un tranvia llamado deseo y unos abrasadores ojos negros con los que podria reventar el cristal que esta fulminando con la mirada. --Me importan una mierda sus exigencias --brama--. Si tiene algo que decir, que coja el AVE y venga hasta aqui. No voy a discutir los pormenores de mi divorcio o el acuerdo de separacion de bienes con un letrado de pacotilla, y ni mucho menos pretendo cumplir ordenes… Ya, ya se que se necesitan abogados para llevar a cabo una separacion. No soy imbecil. Pero no voy a sentarme a ninguna mesa si no la tengo a ella enfrente. Levanto las cejas. El nene tiene genio. --No necesita ninguna maldita representacion --continua. Me da la sensacion de que me mira por el rabillo del ojo, pero es dificil saberlo. Un mechon oscuro le acaricia la sien, donde palpita una vena--. ?Es que se ha quedado muda? ?Se le ha olvidado como se habla, tal y como se le olvidaron sus votos matrimoniales? No estoy siendo irracional, estoy exigiendo seriedad y no trapicheos a mi espalda ni excusas baratas. Digale que no pienso renunciar a mi derecho de mandarla al infierno en persona. Despues de una decada es lo minimo que merezco. Una decada y asi estan. Menudo percal. Menos mal que no me voy a casar nunca. Mis padres son un ejemplo de que la institucion puede funcionar, pero creo que es porque los dos se han dedicado al mundo legal toda su vida y tenian mas claro que el ciudadano promedio a lo que se exponian. Aunque son un buen ejemplo de personas que han logrado mantener su mutuo aprecio intacto tras treinta y cinco anos de relacion --mas o menos--, yo no puedo sacarme de la cabeza que el cincuenta por ciento de los matrimonios acaban en divorcio. Y muchos de esos divorcios concluyen con hombres vociferando por telefono a los abogados de sus exmujeres. No soy la mas empatica de la zona, pero no obligaria a alguien a quien he contratado a sufrir algo asi. Como si supiera que lo estoy poniendo verde para mis adentros, el tipo me lanza una mirada fugaz. --?Que tiene que velar por el estado emocional de su cliente? Eso ha sonado muy romantico. No me diga que usted tambien se la esta follando. Me cuesta no llevarme la mano a la boca. Dios santo. O este hombre se entero ayer de lo de su mujer o es de los que nunca terminan de pasar pagina. ?En que contexto se daria la infidelidad? Puedo entender que saliera con otros para que la hiciesen reir, porque este tipo no parece de los que cuentan con un gran repertorio de chistes o una gracia loca al hablar. Pero con la cara que tiene, me cuesta digerir que su ex se metiera en la cama con un tercero. A no ser que, como ocurre con la mayoria de los hombres guapos, el senor Bosco Valdes sea de los que se lo tienen tan creido que eyaculan en una fraccion de segundo y se ponen a roncar. Debe tener un sexto sentido aracnido, porque parece haber detectado mi prejuicio sobre su estilo amatorio. Entrecierra los ojos sobre mi con la misma agresividad con la que agarra el telefono. No me extranaria que lo arrojara por la ventana en un arrebato. --No me diga lo que tengo que hacer. Vuelva a llamarme y se enterara de quien soy yo. Uy. Uy, uy. El senor Valdes cuelga el telefono y lo tira sobre el escritorio. Doy un respingo por el golpe y el eco que crea entre las paredes desnudas. Ahora que me fijo, hay alcayatas clavadas pero ningun cuadro o poster, y el escritorio esta casi vacio. Es oficial: hay una mudanza en proceso. No se a donde se iran los demas, pero yo presiento que ya me estoy yendo a la mierda cuando Valdes apoya los nudillos sobre la mesa y se inclina hacia delante, taladrandome con sus ojos negros. --?Y usted que? ?Puedo ayudarla en algo o solo ha venido a hacer el payaso con toda esa mimica ridicula?

  • Dicen que han dicho de Rosario Vila

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    Fuente del Limonar es un pueblo de casas encaladas y calles perfumadas de jazmin. De macetas de colores que adornan las fachadas y de grillos que cantan al anochecer. Es un pueblo cerquita del mar, tan bonito que casi parece una postal. Pero, sobre todo, Fuente del Limonar es un nido de cotillas. Hay tantas y tan bien entrenadas que es imposible guardar un secreto. Si a alguien se le ocurriera montar una clinica alli para rehabilitarlas no tendria plazas suficientes, es el chollo de cualquier psicologo emprendedor.

  • Adorable reputacion (Adorable 2) de Gabriela Cano

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    Segunda entrega de la trilogia <>.

  • Tu tan cancer y yo tan virgo de Begona Oro

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    PREMIO JAEN 2018

  • Un jardin entre vinedos de Carmen Santos

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  • Varron de Amasilys Palencia Ruiz

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    Puedes leer este libro entero en una sentada, preparate para una intensa experiencia…

  • Las hijas de la luna de Yaildrys Angulo , Yeleny Villalobos

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    Brujas. hechiceras. o simplemente “hijas de la luna”; marcadas al nacer y dotadas por inverosimiles poderes magicos, hermanas y desde ninas despreciadas y arrancadas de su hogar condenandolas asi a vivir separadas hasta que la vida propicio finalmente el ansiado reencuentro. En una epoca medieval, entre castillos, reinos y principes encantados, se narra la historia de Alia y Emma: toda una aventura fantastica llena de sortilegios, guerras de poder, intriga, maldad, bondades y amor. Cada una creciendo en entornos completamente distintos, lo cual influyo directamente en los pasos que dieron a lo largo de los anos antes de coincidir por azares del destino; completamente ajenas a la identidad una de otra hasta que el poder de la sangre las unio nuevamente y las llevo a enfrentar juntas la magia del mal, haciendo honor a su naturaleza. como Hijas de la Luna.

  • Al final de la orilla (Inspector Sejer 8) de Karin Fossum

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    Octava entrega de la serie del inspector Konrad Sejer.

  • Hanns y Rudolf de Thomas Harding

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    Eran los meses de invierno de 1946. Hanns Alexander -aleman, judio- se propone encontrar a Rudolf Hoss, el Kommandant de Auschwitz y responsable de la muerte de mas de dos millones de personas. Hoss habia huido a traves de un continente en ruinas y se ocultaba bajo una nueva identidad. Era, ademas, el unico hombre cuyo testimonio podia garantizar que se hiciera justicia en Nuremberg y saliera a la luz toda la dimension del Holocausto. Rudolf Hoss habia nacido en una casa aislada de la Selva Negra en 1901, hijo de un padre fanatico e intolerante, al que temia y despreciaba, y una madre distante que a menudo estaba enferma. Huerfano de padre a los trece anos, su madre dificilmente podia asegurar la subsistencia de la familia, por lo que Rudolf se alista en la Cruz Roja cuando estalla la Primera Guerra Mundial, deseoso de servir a su patria. Es enviado al frente, donde cae herido dos veces, y al finalizar la contienda es condecorado por el Gobierno aleman. Hanns Alexander habia nacido en Berlin en 1917, hijo de uno los medicos mas apreciados de su tiempo. Por el espacioso y elegante apartamento de los Alexander, situado en el corazon de la comunidad judia de la capital de Alemania, pasaban conocidos pacientes como Albert Einstein, Max Reinhardt, Richard Strauss o Marlene Dietrich. Pero al tiempo que la situacion economica y social de los Alexander era cada vez mas solida, el nazismo se enraizaba en la sociedad alemana de los anos treinta. Rudolf se alista a las SS y Hanns ve como su mundo se hunde. A traves de las vidas de ambos, este libro describe la historia de Alemania desde los anos de la Primera Guerra Mundial hasta el horror de los campos de exterminio y la derrota del nazismo. Y saca a la luz por primera vez el apasionante relato de la captura de Hoss.

  • Requiem por la bailarina de una caja de musica de Jose Ramon Gomez Cabezas

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    Angel Buendia desesperaba por vaciar sus intestinos. Llevaba ocho anos como guardagujas en la estacion de ferrocarril y nunca le habian entrado esas irreversibles ganas de evacuar estando de servicio. Saco el reloj del bolsillo de su chaleco para comprobar que restaba algo de tiempo antes de que el mercancias pasase por su posicion camino de otra que se le antojaba muy lejana. Con gesto nervioso volvio a depositar el reloj en su pequena prision a la vez que en su cabeza y estomago revoloteaban los ingredientes de la copiosa comida que se habia metido esa misma manana entre pecho y espalda. Habria sido el jodido bacalao del atascaburras o la carne lo que estuviera en mal estado; el caso es que los retortijones se le clavaban en el espinazo, y sus rinones no aguantarian otro envite. Tomo una decision. Disponia de algunos minutos antes de que llegara "La paloma". Con una mano agarro el farolillo y con la otra empezo a desabrocharse el cinturon del raido pantalon azul al salir de la garita. Se encamino a un rincon oscuro. El murete que delimitaba el entorno de la via y la frondosidad de un par de arbustos le proporcionaban, a pesar del frio y la humedad de la noche, una letrina de lujo. Apenas habia acomodado el cuerpo a la ocasion, un ruido no muy lejano le puso en alerta. Se subia los pantalones a toda prisa, cuando distinguio las siluetas de dos o tres personas moviendose por entre las vias. Encendio su farol y se dirigio hacia donde creia haberlos visto, maldiciendo en su camino por igual a esas figuras, los retortijones y el barro. Entre todos prometian fastidiarle lo que hubiera podido ser una noche tranquila. Avanzo unos metros e ilumino la zona. A lo lejos los vio correr por entre las traviesas. No parecian chavales. Algo no encajaba en aquel paisaje tantas veces pateado a lo largo de dias y noches de servicio. A la derecha de los railes, distinguio multitud de pisadas y rastros de matorrales destrozados. Esto no era normal. La luz roja del farolillo se iba proyectando, uno a uno, sobre cada recoveco, cada mata, cada pedrusco. De pronto, choco con lo inesperado. Angel Buendia habia asistido a multitud de entierros, pero todos aquellos difuntos que habia visto no se parecian en nada al bulto tenido de barro purpura que yacia en el suelo. Definitivamente, no iba a ser una noche tranquila. Primera parte Verbo temer, presente de indicativo, primera persona del singular Capitulo 1 Arpegio desafinado 22 de Noviembre de 1925 Al despertar, noto que no va a ser una manana como otra cualquiera. Un incesante martilleo golpea mis sienes mientras intento incorporarme. Oigo un respirar profundo y vuelvo la cabeza con dificultad. Mi tio Domingo dormita en una vieja mecedora, cerca de mi. --Agua... Un poco de agua, por favor --mi voz suena ronca y profunda. --Sera mejor que no hables durante un rato --dice mi tio, desperezandose--. Esta vez ha sido mas fuerte que las anteriores. Su afable imagen contrasta con un timbre de voz tembloroso y un pulso renqueante; al servir el agua derrama un poco por entre la colcha y el suelo. --?Cuanto tiempo llevo asi, tio? Se echa la mano al bolsillo del chaleco y consulta su pequeno reloj. --Aproximadamente, unas… cincuenta y cuatro horas. Nos has tenido muy preocupados muchacho; muy, pero que muy preocupados. --No recuerdo gran cosa. ?Que me ha pasado? En lugar de responder, se lleva la mano a la frente y comienza a pasar los huesudos dedos por el escaso cabello lacio. Su mirada vaga por una de las paredes del cuarto, incluso mientras responde: --Ya hablaremos luego, mas tranquilos. El doctor Messia te recomendo reposo, asi que cuando te recuperes nos iremos una temporada al Viso: alli te pondras bueno. ?Que te deciamos de pequeno? <> no seria la palabra adecuada. Queda con Dios, que yo voy a verlo ahora a misa de ocho y llego tarde. Cruzo lo que me resta de camino desconcertado por las palabras del medico. ?Que es <>...? Paco Carrion aun no ha terminado de limpiar; barre el suelo arenoso del local con un cepillo de ramas. Las pocas sillas de madera reposan encima de las mesas. Aturdido aun, traspaso el umbral. La mirada del viejo mesero se hunde en la mia como un punal de circo, y con un par de zancadas se planta frente a mi. Recibo un empujon que me arroja afuera de la taberna. El gesto del que hasta ahora consideraba casi un amigo me duele probablemente mas que el golpe que recibo en la frente contra una columna. --Aqui no quiero gente como tu, por muy hijo de tu padre que seas --y un sonoro portazo pone punto final a sus palabras. Las pocas personas que pasan por la plaza me miran como a un delincuente al que deberian ajusticiar. No entiendo nada. Esta pesadilla no tiene sentido alguno. Sin saber como, me he convertido en un autentico paria en mi propia ciudad. ?Que carajo ha sucedido durante mi convalecencia? Me apoyo en la pared de la posada "El Sol" para recomponer mi maltrecha figura. Al pasarme la mano por la frente se mancha de sangre: una pequena brecha marcara durante algun tiempo mi desafortunado encuentro con el tabernero. Paso hasta el recibidor de la pension esperando que dona Josefa tenga algo de yodo y un panuelo. Mis ojos se posan como perros cazadores en la pequena mesa de la entrada. Un par de ejemplares de La Gaceta son ahora muy valiosos para mi. Un muchacho de no mas de quince anos casi me sorprende guardandomelos en la chaqueta. --?Desea una habitacion, senor?

  • La Jefa (La Fiesta de San Valentin 2) de Nina Klein

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    Si el infierno existe, es una fiesta de San Valentin en la oficina.
    Fiona esta aburrida, aburrida, aburrida. Aburrida al cubo. Contando los minutos para poder desaparecer de la fiesta a la que habia ido a reganadientes.
    Lo unico que queria era llegar a casa para meterse en un bano de burbujas con una novela.
    ?Patetico para un viernes por la noche? Quizas, pero despues de su divorcio, lo ultimo que le apetecia era celebrar San Valentin en la oficina, la verdad.
    Hasta que aparece su secretario --perdon, su ayudante-- y tienen un desacuerdo sobre si esa manana ha enviado unos emails o no.
    Una situacion embarazosa, una apuesta y un final que ninguno de los dos esperaba...

  • La llegada del duque de Elisabeth Boyle

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    El dia amanecio como siempre lo hacia en mayo en la aldea de Kempton, con una brillante llovizna de rayos de sol, un toque de rocio en la hierba y los pajaros cantando alegres melodias en el jardin. Nada indicaba que aquel dia la senorita Tabitha Timmons no solo se veria prometida, sino que ademas se enamoraria locamente. Y no necesariamente seria todo con el mismo hombre. No, lo unico que Tabitha pensaba mientras salia aquella tarde de la casa del vicario, cerraba la puerta con cuidado detras de ella y se dirigia a su reunion de los martes de la Sociedad para la Templanza y Mejora de Kempton era que por fin podia escapar de las ordenes de su tia y de las quejas de su tio por tres maravillosas horas. --Ah, aqui estas --dijo la senorita Daphne Dale alegremente desde la cancela del jardin, donde esperaba a Tabitha--. Estaba empezando a temer que ella no te dejara venir --continuo hablando Daphne en un susurro mientras se agachaba para rascar detras de las orejas al Senor Muggins, el perro que siempre acompanaba a Tabitha. El gran terrier irlandes levanto la cabeza hacia Daphne y le dedico una mirada de pura admiracion con sus enormes y expresivos ojos marrones. --Entonces la tia Allegra tendria que ir en mi lugar, y que Dios la libre de que le encarguen alguna tarea --dijo Tabitha. Miro por encima del hombro y agradecio que las cortinas siguieran echadas, lo que significaba que su tia no estaba mirando, buscando alguna excusa para hacerla volver. --Que idea tan horrible --afirmo Daphne. Enlazo un brazo con el de su amiga y tiro de ella para alejarla de la casa del vicario, que una vez habia sido el hogar feliz de Tabitha. Todavia deberia serlo, situada donde estaba, baja y maciza a la sombra de la iglesia de Saint Edward, una enorme reliquia de la epoca normanda. La iglesia tenia altos muros de piedra, una nave larga y un campanario solo empequenecido por las alturas de Foxgrove, la propiedad cercana del conde de Roxley. Sin embargo, despues de que muriera su padre dos anos atras victima de una dolencia cardiaca y de que su tio se instalara alli como el nuevo vicario, ahora el amado hogar de infancia de Tabitha era un lugar deprimente y sombrio. Por lo menos, penso ella, todavia se le permitia asistir a las reuniones de la Sociedad, aunque solo fuera porque a su tia le parecia que la mision de proporcionarles cestas de caridad a las numerosas solteronas de Kempton era una tarea aburridisima. Caminaron sin prisa por Meadow Lane, el sendero estrecho que iba desde la casa del vicario a High Street, mientras Daphne parloteaba, poniendo a Tabitha al dia de los cotilleos del lugar. --… y lady Essex nunca permitira que Louisa y Lavinia se salgan con la suya en ese tema. Los banderines para el baile del solsticio de verano siempre han sido de color lavanda. !Verde manzana, imaginate! Tabitha sonrio y dejo que la chachara cayera sobre ella como si fuera un balsamo, porque cuando estaba con Daphne o en las reuniones semanales de la Sociedad, era facil creer que no habia cambiado nada en su vida, que una vez fue idilica. --Ayer, incluso fui a visitar a las gemelas e intente, muy educadamente, explicarles que, si insistian, solo conseguirian aumentar la ira de lady Essex. --Daphne suspiro--. !Oh, como les gustan los problemas a Louisa y a Lavinia! Tabitha miro a su amiga. --?De verdad pensabas que podrias hacerlas desistir de su empeno? --Tenia la esperanza --le confeso Daphne--. Y si eso no funcionaba, pense que mi nuevo sombrero las distraeria. Inclino la cabeza para ensenarle el sombrero de seda verde, que tenia un lazo gris que llamaba la atencion. Tabitha estaba acostumbrada a ver pavonearse a Daphne y se rio. --Has convencido a tu padre para que te adelante la asignacion, ?verdad? Su amiga sonrio sin mostrarse arrepentida. Le brillaron los ojos azules cuando levanto una mano enguantada para tocarse el estiloso borde del sombrero. --Si, y cada chelin ha merecido la pena --afirmo Daphne--. Tenia miedo de que papa no cediera antes de que la senorita Fielding lo descubriera y me lo arrebatara, !y ya sabes lo mal que le sienta el verde! Tabitha se rio. La rivalidad entre Daphne y la senorita Fielding aumentaba con cada ano que pasaba. --Creo que a ti te quedaria perfecto --dijo Daphne de pasada--. Podrias probartelo cuando lleguemos a casa de lady Essex. Miro a Tabitha con amabilidad y se mordio el labio inferior mientras esperaba su respuesta. Como sabia bien lo que pretendia hacer su amiga, Tabitha nego con la cabeza. --Sabes que ni siquiera puedo plantearmelo. ?No recuerdas como se puso mi tia cuando me diste esos guantes el invierno pasado? --No era caridad --afirmo Daphne frunciendo el ceno--. Y esto tampoco lo seria. Es solo que no tienes un sombrero nuevo desde… --Desde hace dos anos --replico Tabitha. Ni un vestido nuevo. Ni zapatos. Ni medias--. La verdad es que no me importa. --!Pues a mi si! --le espeto Daphne--. A tus tios deberia avergonzarles la forma en que te tratan, dandote migajas de mala gana. ?Que podia decir Tabitha? Todo era cierto. Su tia y su tio se habian alegrado mucho de adquirir la posicion elevada del estilo de vida de su padre cuando este habia muerto, pero ?se podia decir lo mismo de conseguir la custodia de su sobrina pobre? En lo mas minimo, sobre todo teniendo en cuenta que no tenian hijos. A la tia Allegra, que no tenia ni una sola celula maternal en todo su cuerpo, incluso le gustaba quejarse de que su sobrina ocupaba demasiado espacio en el rincon del desvan que le habian asignado gentilmente para dormir. A Tabitha no le importaba vivir en ese escondite, porque era donde se guardaban los baules de su madre. Esa cercania le permitia captar de vez en cuando una nota del perfume de violetas que habia usado. Eran unos momentos tan vagos como los recuerdos que tenia de la gracil belleza que habia muerto de unas fiebres cuando ella aun era muy pequena. --Cada vez que tu tio da un sermon sobre la caridad, me dan ganas de levantarme y de decirle que es un hipocrita controlador --afirmo Daphne. --Eres incorregible --la regano Tabitha, aunque con poco entusiasmo, porque si habia alguien que velara por sus intereses, esa era Daphne. --?Quien es incorregible? --pregunto la senorita Hathaway cuando se unio a ellas en el punto en el que Meadow Lane se cruzaba con High Street. Fiel a su aspecto habitual, Harriet llevaba el borde del vestido lleno de barro, la ropa ligeramente arrugada, el sombrero torcido y en una de sus mejillas sonrosadas habia una mancha de algo. Probablemente se le habria hecho tarde y habria salido corriendo de los establos de Pottage sin haberse mirado en un espejo. Estaba claro que lady Essex se molestaria por la apariencia descuidada de su pupila. Su senoria estaba poniendo muchas esperanzas en llevar a Harriet a Londres y encontrar para ella un buen partido, aunque casi nadie en Kempton le daba mucho valor a tales ideas. Despues de todo, estaban hablando de <> Hathaway. --Yo --le dijo Daphne, y cambio de tema con habilidad--. Me he comprado un sombrero nuevo. Harriet le echo una mirada. --Oh, si, es verdad. ?No es el que me ensenaste la semana pasada en el escaparate de la senora Welling? Daphne asintio. --Es bonito, ?no te parece? Harriet lo volvio a mirar y dijo: --Si, pero creia que estaba adornado con una pluma. --La he quitado --contesto Daphne en voz baja, inclinando la cabeza con aire despreocupado hacia el Senor Muggins. Tabitha se avergonzo. Queria muchisimo a su perro, pero el pobre era incapaz de darse cuenta de que un ribete emplumado de una pelliza o una pluma de ave en el borde de un sombrero no formaba parte de un pajaro de verdad. Despues de haber destrozado tres sombreros de la tia Allegra poco despues de la llegada de esta, la dama habia amenazado con expulsar al perro barbado… solo para descubrir que toda la aldea de Kempton y buena parte de la poblacion de las aldeas cercanas se habia negado a encargarse de <>, para alivio de Tabitha. Al final, la dama indignada habia hecho lo mismo que Daphne y habia quitado todas las plumas de sus sombreros. Incluso la indomita lady Essex retiraba las plumas de su turbante favorito antes de ponerselo en una reunion de la Sociedad. Ninguna pluma estaba a salvo cuando el Senor Muggins se encontraba cerca, para disgusto de Tabitha. ?Por que no sentia tal hostilidad por las ardillas o las ratas, como otros terriers? Tabitha se sentia obligada a llevarse a su travieso companero a todas partes, por miedo a que el tio Bernard encontrara a algun transeunte desprevenido lo suficientemente ignorante como para que se llevara al perro. --Pareces cansada, Tabitha --comento Harriet--. Y mas delgada. Trabajas demasiado. Tabitha aparto la mirada. --Tuve que fregar antes de salir, asi que me he levantado temprano. Daphne la miro de lado. --Y supongo que tambien has abrillantado la plata, has lavado los platos, has dejado la mesa puesta para la cena y le has cortado las verduras a la senora Oaks. Eso no era todo, porque tambien habia planchado. Aun asi, quiso hacerle frente a la preocupacion de sus amigas. --No me mireis asi. No me importa trabajar. Harriet apreto la mandibula y dijo: --Alguien tiene que recordarle a tu tia que eres una dama, no la mujer de la limpieza. --Preferiria que nadie lo hiciera --contesto Tabitha. Por lo menos, tenia un techo sobre su cabeza, algo que a sus tios les gustaba recordarle todos los dias. --Siempre puedes venir a vivir… --empezo a decir Harriet, pero Tabitha la interrumpio sacudiendo la cabeza con vehemencia. <> Lady Essex tambien le habia ofrecido un lugar donde vivir en Foxgrove y, Daphne, una habitacion en Dale House, pero sus tios se habian negado a permitir que se mudara, convencidos de que se dedicaria a llevar una vida disipada y licenciosa sin su constante proteccion. Eso, y perderian a una doncella que trabajaba gratis. Pero tambien estaba el hecho de que a Tabitha le encantaba la vicaria. Siempre habia sido su hogar. Y aunque ahora solamente tenia un pequeno rincon bajo el alero y comia en la cocina, por lo menos todavia podia ocuparse de las flores de su madre en el jardin y mirar la firme caligrafia de su padre cuando anotaba alguna entrada en el registro de la parroquia. Era lo mas parecido a un hogar que tendria nunca. --Si por lo menos no fueramos de Kempton… --dijo Daphne, suspirando audiblemente--. Entonces podrias casarte y escapar de las exigencias de tu tia. --Pensemos en algo mas alegre --propuso Harriet como si hubiera visto la sombra que habia cruzado la cara de Tabitha--. Como, por ejemplo, en lo roja que se pondra lady Essex cuando las gemelas Tempest propongan su ridicula idea, otra vez, de cambiar el color de los banderines del baile del solsticio de verano. Las tres se rieron y siguieron caminando contentas, de lo que Tabitha se alegro. Por lo menos, algunas cosas no cambiaban nunca. Se estaban acercando a la herreria, donde resonaba el martillo del senor Thury con fuerza mientras trabajaba incesantemente en alguna tarea. A pesar de que el sonido les resultaba familiar, Daphne se detuvo con brusquedad. --!Oh, cielos! Al oir su exclamacion Harriet se paro, trastabillando, mientras hundia en la gravilla los tacones de sus botas. Dejo escapar un juramento que seguramente habia aprendido de alguno de sus cinco hermanos y termino con la frase, nada propia de una dama: --!Eso si que es un equipo condenadamente bueno! Tabitha se detuvo, las miro, se llevo una mano a la frente y entorno los ojos contra el sol hasta que fue capaz de ver lo que habia cautivado a sus amigas. Alli, frente a la forja del senor Thury, habia un sofisticado carruaje, un faeton, segun le parecia, pero dejaria que fuera Harriet quien lo asegurara, porque estaba mucho mas informada de tales asuntos. Fuera lo que fuera, el caro vehiculo estaba caido porque le habian quitado una rueda, y probablemente el herrero lo estaba reparando. Era una enorme rareza que no solia verse en Kempton. Porque, mientras que en Kempton abundaban las solteronas y las damas que no se habian casado, faltaban caballeros, y por eso era muy raro ver esos articulos masculinos. --Dios mio, ?habeis visto alguna vez algo mas admirable? --susurro Daphne. Tabitha miro a su amiga. --Creo que ni siquiera tu padre usaria ese medio de transporte. --No estaba mirando el carruaje --confeso Daphne--, sino al caballero que lleva esa chaqueta tan esplendida.

  • La melodia de la oscuridad de Daniel Fopiani

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    Adriano es un hombre acabado, nada queda de aquel aguerrido sargento que sufrio un atentado en Intxaurrondo que le dejo ciego. La explosion le revento las cuencas oculares y la vida entera: ahora es un monstruo desfigurado, invidente, que vive en Cadiz dependiente de su mujer, Patricia, que apenas soporta la rutina y que, a pesar del profundo amor que siente por su marido, no puede dejar de estar angustiada, ademas, por el dolor incesante de no haber tenido hijos.

  • Inquebrantables de Bruno Puelles

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    Varios siglos despues de una catastrofe nuclear, unas pocas ciudades sobreviven bajo tierra para escapar de la radiacion que todavia persiste. Una de ellas decide organizar una expedicion en busca de lo que parece un asentamiento cercano y asi poder colonizarlo. La unica manera de hacerlo es cruzando la antigua red de metro en unos vehiculos terrestres que llaman naves y rezando para no perderse en el laberinto de tuneles.
    Olivia lleva toda su vida formandose para ser piloto. Cuando la admiten en la expedicion y esta a punto de cumplir su sueno no se imagina que entre la tripulacion, ademas de al guapisimo capitan Barrow, conocera a Hawke, el extrano inventor que la obligara a desobedecer las ordenes de su superior y embarcarse con el en una aventura llena de peligros.

  • No lo llames amor, Noelia Amarillo de Noelia Amarillo

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    La convivencia no es facil en una comunidad de vecinos. En la mia hay malentendidos, vecinos cotillas, ninos ruidosos, ancianas de rigidas tradiciones, mujeres de disipadas costumbres (por lo visto, una de esas soy yo), divorciadas rompepelotas, apuestos metrosexuales y, aunque te cueste creerlo, hasta un par de personas que estan en sus cabales. Bueno, mas o menos…

  • Dulce promesa (Dulce Londres 3) de Eva Benavidez

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  • El ano del Oraculo de Charles Soule

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    La vida es impredecible pero…

  • Las mentiras que nos unen de Kwame Anthony Appiah

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    Genero, religion, raza, nacionalidad, clase y cultura. Estos conceptos nos definen y moldean nuestro mundo polarizado. Sin embargo, las identidades colectivas que generan estan plagadas de contradicciones y falsedades. Al explorar su naturaleza y su historia -desde las enganosas ideas sobre la raza del XIX hasta los debates contemporaneos sobre <>- Kwame Anthony Appiah se deshace de los mitos mas venenosos y desmonta con lucidez nuestras ideas preconcebidas sobre como funcionan estas identidades.

  • El secreto (El manuscrito 1), Blanca Miosi de Blanca Miosi

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  • La trenza de Laetitia Colombani

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    Con cerca de medio millon de ejemplares vendidos en Francia y casi treinta traducciones en curso, La trenza fue uno de los fenomenos editoriales de 2017. En esta narracion vibrante y conmovedora, Laetitia Colombani -guionista, directora y actriz de reconocido prestigio- aborda las historias de tres mujeres que, nacidas en continentes muy dispares, comparten unas ideas y sentimientos que las unen en un poderoso anhelo de libertad.

  • Ni una boda mas de Loles Lopez

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    Tina siempre ha querido saber por que su padre la abandono, y ahora puede averiguar la verdad, pero para ello debe cumplir con un requisito: !casarse! El problema es que su novio la acaba de dejar y su fama en la pequena localidad de Galena juega en su contra para buscarse otro candidato; por eso decide marcharse a Chicago. Sin embargo, su manera de ser, alocada e imprevisible, y ese iman que posee para atraer los problemas hacen que su madre le imponga irse a vivir durante un tiempo a casa de Jack Thompson, su archienemigo.

  • Conjuro de luz de V.e. Schwab

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    Vivi lo que el destino les depara a tus amados heroes. y enemigos.
    El equilibrio de poder finalmente se ha roto. La precaria estabilidad entre los Londres finalmente ha llegado a su punto de quiebre. La oscuridad ha proyectado sus sombras sobre el Imperio Maresh, alguna vez vibrante con la vivacidad roja de la magia. ?Aprovechara otro Londres para resurgir?
    ?Quien caera? Kell, que creyo ser el ultimo Antari vivo, comienza a flaquear bajo la presion de lealtades rivales. Frente a la tragedia, ?podra sobrevivir Arnes?
    ?Quien se alzara? Lila Bard, alguna vez una ladrona comun -pero jamas corriente-, ha sobrevivido y se ha vuelto cada vez mas fuerte al atravesar una serie de combates magicos. Pero ahora debera aprender a controlar la magia, antes de que esta pueda consumirla. Mientras tanto, el desprestigiado capitan del Aguja Nocturna, Alucard Emery, reune a su tripulacion y juntos emprenden una carrera contra el tiempo para conseguir lo imposible.
    ?Quien tomara el control? Ademas, un viejo enemigo regresa a reclamar la corona, mientras un heroe caido intenta salvar a un mundo de la descomposicion.

  • A Sir Phillip, con amor de Julia Quinn

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    ?Es posible enamorarse de alguien a quien no has visto nunca? Eloise, la pequena de la familia Bridgerton, esta a punto de descubrirlo. Hasta que se caso Penelope, su intima amiga, no habia sentido sobre sus delicados hombros el peso de la solteria. Pero ahora, un impulso inexplicable la empuja a cometer una locura, dejar Londres y presentarse en casa de un hombre al que solo conoce por carta… y que quiere casarse con ella. Claro que cuando conoce a Sir Phillip las ilusiones se vienen abajo como un castillo de naipes: su principe azul resulta algo rudo, serio… y ademas tiene dos hijos que son autenticos diablos. Pero Eloise ha detectado tambien una pasion latente bajo la piel, que no esta dispuesta a dejar escapar, con un poco de ayuda de su extraordinaria familia.

  • La perra de Pilar Quintana

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    Una conmovedora novela de Pilar Quintana.

  • Raoul Wallenberg de Ingrid Carlberg

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    La biografia definitiva del Schindler sueco.

  • Una Flor en el Oeste de Sandra Bree

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    Jessica Sconner esta indignada porque su familia le ha concertado una boda con un hombre al que no conoce. Por eso, cuando conoce la noticia de que Edward, el hermano de su amiga Lara Hamilton, ha sido asesinado en Cheyenne, decide alejarse de todo y viajar con ella para descubrir que ha pasado.
    El mestizo Craven Logan, mas conocido como Alce Gris, es un hombre enigmatico y peligroso cuya vida nunca ha sido facil. Cuando Jessica se entera de que es el encargado del caso, se niega a aceptarlo, pero hay algo en el que la impresiona y atrae demasiado.
    Por su parte, Craven jamas hubiera imaginado que una joven distinguida despertaria en el tal torbellino de emociones. Por el bien de la investigacion, Jessica y Logan deciden trabajar juntos, pero no cuentan con que la pasion se desate y se vean en medio de una relacion prohibida y peligrosa a la que seran incapaces de resistirse.

  • Entre dos vidas de Jennyfer L.f

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    La vida de Daniela es perfecta, o eso cree ella. A sus casi treinta anos es una mujer de exito que dirige una sucursal bancaria en Barcelona; lleva un nivel de vida a todo tren junto a Cristhian, su pareja, con el que comparte una vision poco romantica del amor.

  • Cuando nadie nos ve de Sergio Sarria

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    Comienza la Semana Santa en Moron de la Frontera (Sevilla). Lucia Gutierrez, sargento de la Guardia Civil, tiene una reunion de emergencia con la alcaldesa del pueblo, debido a varios incidentes que relacionan a jovenes costaleros con el consumo de drogas. A poco de montar un operativo de vigilancia, se descubre un caso de suicidio: Antonio Jimenez, conductor del autobus escolar de Moron, ha aparecido muerto en su vivienda, tras abrirse las tripas a la manera del harakiri japones. Y al dia siguiente, unos padres denuncian la
    desaparicion de su hijo Alex, de siete anos. No va a ser una Semana Santa cualquiera y, aunque no lo parezca, hay una siniestra relacion entre todos estos acontecimientos.

  • Deseos prohibidos de Eberth Solano

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  • Viernes de Pecado de Mar Alvarez

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    Un regalo sorpresa lleva a Alana a Los Viernes de Pecado, una sala en la que el anonimato es la excusa perfecta para dar rienda suelta a la lujuria, a las pasiones desenfrenadas y a los contactos clandestinos. En su primera experiencia en ese local, coincide con un hombre cubierto por un antifaz de zorro a quien de inmediato identifica como el companero de trabajo que la trae de cabeza y, a pesar de su innata timidez, se deja arrastrar a un excitante laberinto de sexo desconocido para ella.

  • Lo que te hace grande de Valenti Sanjuan Gumbau

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    Pense que correr servia para escapar. Asi empezo todo. Corria para escapar. Para dejar fantasmas atras. Huyendo de personas, sentimientos y decepciones que todavia ardian demasiado hondo como para poder meter el dedo dentro del cazo sin quemarte la piel hasta arrasarla. Sin arrancarla de cuajo demasiado pronto. Como cuando arrancas el Ironfix transparente de un libro de la escuela que estabas forrando y, al ver que queda una pequena burbujita, o que queda desencajado, intentas despegarlo y te llevas todos los colores que habia en la portada. Todos los rostros. Todas las miradas. Todos los recuerdos. Todos los todos. Un all included en toda regla. O como cuando arrancas un bluetag de la pared, porque la foto que aguantaba ya no debe estar ahi, ni en la pared ni en tu vida, y al quitarlo te llevas por delante medio centimetro de pladur. Porque la pared no era pared, y el recubierto de pintura era menos solido que lo que te unia a la persona de la foto que acabas de romper a pedacitos. Por eso corria yo. Solia hacerlo a todas horas. Corria por la manana, a mediodia, antes de comer o despues de hacerlo, a media digestion. Corria en ayunas, antes del amanecer, mientras la ciudad todavia no se habia despertado, como sintiendo que les estaba robando a todos unas cuantas horas de ventaja. Incluso puede que pensara que absorbia alguno de sus suenos, minutos antes de que se levantaran --os levantarais-- para ir a trabajar. Haciendole trampas al reloj, desactivando la cuenta atras para que no estallara la bomba. Corria a la hora de la siesta, o despues de hacerla, o mientras todo el mundo veia El diario de Patricia. Corria antes de hacer el amor, o recien follado. Corria habiendo merendado un zumo de naranja con cereales, o sin ganas de correr. Con las calles iluminadas por el sol, por farolas, o por nada. A ritmo de buena musica, de un podcast de radio o de mis propios pasos contra el suelo. Derecha izquierda, derecha izquierda, uno dos, uno dos, vamos vamos tira tira tira tira, vamos vamos vamos, de forma casi hipnotica. Corria mientras echaban futbol por la tele, aunque fuera la final de la Champions. O mientras el 90 por ciento de la gente de mi edad y en esa misma ciudad preciosa que es Barcelona estaba emborrachandose en el Razzmatazz o en el Apolo. Corria en verano, en invierno, en primavera o en otono. Incluso en epoca interestacional, si es que esto existe. Muerto de hambre porque aun tenia que cenar o jodido de frio porque ese dia diluviaba y habia salido a lo Sanjuan, es decir, sin un puto cortaviento. Y ni hablar de chubasquero: es lo que tiene la vida, que los chaparrones no avisan. El que avisa es el hombre del tiempo de las noticias, y no da una ni en pintura. Life is life, dicen en ingles. O <>, que dicen en mi barrio. Corria por la ciudad. Asfalto en vena. Como sintiendo que gastando suela gastaba dolor. Como creyendo firmemente, y juro por el de la religion y el de las biblias que es verdad, que a cada paso que daba, estaba un metro mas lejos de aquello que me atormentaba. Asi de ingenuo era entonces. Cuanto mas corras, mas habras huido. Cuanto mas corras, menos te perseguira el ruido. Corria por la carretera de les Aigues, un santuario que todo corredor que vive en mi ciudad venera como una especie de pulmon al que escapas cuando los archivadores verticales ya te han comido demasiado terreno y tienes el alma a media asta. O cuando la alegria que te caracteriza te obsequia con un minuto de silencio que dura dias. O Semanas. O meses. O con un cerrado por defuncion. Ahi es donde antes solia refugiarme: poca gente, vistas privilegiadas de las calles, hormigas que se mueven en plena ebullicion. Y tu, en medio de la montana. Lejos. Pero no tan lejos como para no ver todo lo que sucede. Cerca, pero no tanto como para no sentirte superior: estas por encima. Muchos metros por encima. Y a la tranquilidad que eso te da, hay que anadirle un inevitable sentimiento de superioridad: <>. Bueno, esto fue hasta que de repente ese templo, en una referencia casi biblica, se convirtio en un mercadillo de poca monta. O en una analogia mas nuestra: hasta que la carretera de les Aigues se transformo en las Ramblas. Corria por Collserola. Por la avenida Diagonal, arriba y abajo. Al lado de Sagrada Familia, donde vivia en ese momento. Y bordeando el mar que le da vida a la capital catalana. Siempre el mar. Siempre el romper de las olas. Siempre el vaiven del agua contra las rocas. Asi que fuera la hora que fuese, en algun momento de mis carreras, a medio sprint o recuperando despues de hacer series, olia esa libertad que venia manchada de Mediterraneo. Siempre ese olor a mar roto. A sal apetecible. A helado no dulce ni comestible, pero que te llena la boca solo con su aroma. Daba igual si era al amanecer. Por la tarde. A la hora de la siesta o a la hora del polvo mananero. Pero sobre todo corria de noche. Y los que habeis corrido de noche sabeis que correr de noche no es correr. O no es solo correr. Corria de noche. De madrugada, incluso. Porque la oscuridad de la noche oculta tu fragilidad ante la gente que te cruzas por la calle. Y eso ya es algo. Pero la soledad de la madrugada hace que no haya nadie por las calles que pueda juzgarte. Paz absoluta. Tranquilidad sanadora. Segundos que se convierten en minutos, que mutan en horas, que vacian tu cabeza y te recargan el alma. Cuantas mas horas corria, mejor me sentia. Cuanto mas sudaba, menos pensaba. Cuanto mas lloraba, menos recordaba. Cuanto mas escapaba, menos me alcanzaban. Mis fantasmas. Mis problemas. Mis horas turbias. Como si fuera un poema, en fondo y forma. La primera epoca en que sali a correr con regularidad, sin que eso tuviera nada que ver con un entreno o un objetivo deportivo, fue por una chica que me dejo. El tema de siempre. Mas viejo que Van Gogh, que se corto la oreja para mandarsela a una chica; mas gastado que Laura Pausini. Si, si, la de <>. Pues superalo, mujer, y no nos atormentes con tu musica. Y aun asi, cai en lo mismo en lo que caemos todos desde el inicio de los tiempos. Asi de previsibles somos. A mis veinticinco anos estaba convencido de que iba a ser la mujer de mi vida. Recuerdo que cuando me dejo por otro que trabajaba conmigo no podia evitar los ataques de panico. De inseguridad. Hasta tal punto que durante unos dias me sentia incapaz de hacer lo que llevaba ya siete anos haciendo: una simple entrevista. Un reportaje. Unas preguntas divertidas con el micro por la calle. Lo unico que me tranquilizaba en ese primer gran duelo que senti en mi vida era meterme en la cama abrazando su cuerpo desnudo. Pequeno. Menudo. Agarrable. Aunque, claro, despues de una primera noche sin ser novios pero durmiendo abrazados y desnudos, me di cuenta de que iba a ser peor el remedio que la enfermedad. Y sin pensarlo, sin que nadie me lo hubiera recetado, sin saber muy bien de donde lo saque ni por que, sin esperar que lo anunciara el hombre del tiempo, que de todas formas no iba a acertar, a la siguiente madrugada sali a correr. Corri toda la noche. Corri toda la madrugada. Corri por toda la madrugada. Un rato y paraba. No estaba demasiado en forma. Andaba y corria. Corria y me paraba. Lloraba y pensaba, y volvia a correr. Y a llorar. Y a parar. Y arrancaba de nuevo. ?A que? Pues a todo un poco. Y asi paso mi primera madrugada corriendo. Ese fue mi bautizo. Porque en cierto modo se puede decir que esa noche volvi a nacer. Y ese 25 de octubre de 2005 empezo una nueva vida para mi. Aunque en ese momento yo no lo sabia. De dia seguia hecho trizas. Porque mi cabeza pensaba. Porque mi corazon sentia. Porque mi alma anoraba. Y que cojones, porque me habia tirado la noche corriendo y llorando, y llorando y corriendo. O al reves. En esa epoca las hice bastante gordas. Eso si que eran sanjuanadas y no lo que hago ahora. Recuerdo que saliamos a tomar unas copas con los amigos. Al Jamboree, por ejemplo. De hecho, a cualquier local de la plaza Real. Salir, o estar fuera de casa, que no es lo mismo, me convenia. Porque a pesar de ser mi casa, mi casa no era mi casa si no estaba ella. Total, que, a la minima que podia, montaba un plan para salir a darlo todo. Aunque fueran solo unas horitas, para enganar al cuerpo y hacerle pensar que todo iba bien, y que al llegar a casa, una vez desnudo, despojado de problemas, y de noche, y de oscuridad, me meteria en la cama y ahi estaria la agarrable. La menuda. La que me acababa de dejar por un companero de trabajo

  • El libertino de Hidden Brook de Antonia Romagnoli

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    Inglaterra, 1805

  • Al infinito de Rita Black

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  • Cuenta atras (Manhattan Beach 3) de Raquel Villaamil

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    ?Que sucede despues del <<...y fueron felices para siempre>>? Miriam Sanabria esta viviendo por fin con su gran amor, el apuesto actor Sean Weller, en la idilica playa californiana de Manhattan Beach donde se conocieron. Y su preciosa amiga Sandra mantiene un romance con el director de la pelicula del mismo titulo. Todo parece marchar bien para las dos, pero… Miriam aun sufre pesadillas por el intento de asesinato del que fue victima en el episodio anterior de la trilogia. Sin embargo no esta dispuesta a que eso paralice su vida, asi que, cuando recibe el encargo de dirigir la problematica construccion de un hotel en una isla paradisiaca de Hawai, y pese a sus reticencias por volver a separarse de Sean, decide arriesgarse. Cuando llegue alli, su tarea resultara ser mucho mas complicada y peligrosa de lo que nadie podia haber previsto. Mientras, Sandra parece tenerlo todo: triunfa en Hollywood, posee una tienda de ropa de lujo en Rodeo Drive y provoca la admiracion de todos los hombres por su belleza. Sin embargo, la realidad para ella es otra bien distinta. Cuando un dia la cremallera de un vestido se niega a subir mas alla de su cadera, comienza un infierno al que va siendo arrastrada irremediablemente, justo cuando su mejor amiga esta demasiado lejos para ayudarla. La cuenta atras ha comenzado en Manhattan Beach. ?Vas a perderte el episodio final?

  • La cautiva del highlander (Al tiempo del highlander 1) de Mariah Stone

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    C P R OL O G O astillo de Dunollie, fiordo de Lorn, Escocia, 1296 LA CRUZ EN LLAMAS ARDIA. Bum. Bum. Bum. El sonido de cientos de palmas tocando los tambores resonaba en el pecho de Craig Cambel al mismo ritmo que su corazon. Detras de el, esperaban doscientos miembros del clan Cambel. Todos habian respondido a la antigua llamada de la cruz en llamas, que ardia junto al caballo del jefe del clan. La llamada a derramar sangre. La llamada a restaurar el honor. La llamada a rescatar a un ser querido. El castillo de Dunollie, hogar del clan MacDougall, se erguia ante Craig. Tenia cuatro muros cortina, un gran porton, que se hallaba justo enfrente de los Cambel, y una simple torre cuadrada de tres pisos integrada en la esquina derecha. Sobre el techo y los muros, los arqueros estaban preparados, las cuerdas tensadas y las flechas apuntadas hacia Craig y sus hombres. Sin embargo, los Cambel prepararon sus propias flechas de fuego para responder. El ariete se encontraba listo delante del porton y los guerreros disponian de algunas escaleras de asedio largas y reparadas, asi como tambien de otras recien construidas. Sir Colin Cambel, jefe del clan y abuelo de Craig, levanto un brazo y todos los tambores se silenciaron al mismo tiempo. --!John MacDougall! --El grito llego lejos, se alzo hacia el cielo plomizo e hizo eco entre las piedras y las paredes--. !Dejate ver! Los arqueros que se hallaban parados en la muralla titubearon y luego le cedieron paso al hombre que aparecio entre ellos. --Cambel --grito el recien llegado--. ?Vienes a devolverme mis tierras? --Las tierras me las concedio el rey Juan de Balliol y ya no son tuyas. --Claro, y tu estabas ansioso por aceptarlas. No olvides que aun eres mi vasallo. --Parece que eres tu quien esta olvidando las cosas. Cosas como el honor. Cosas como cumplir con tu palabra y proteger a tus vasallos. --Yo no le debo proteccion a ladrones. --?Ladrones? --Sir Colin escupio en el suelo--. ?Como te atreves? Devuelveme a mi nieta. Y, si sabes lo que te conviene, me entregaras al bastardo de tu hijo, que no sabe aceptar el no rotundo de una muchacha. Yo le ensenare a tener honor. Es evidente que su propio padre no lo ha hecho. Al recordar el dia en que su hermana Marjorie habia desaparecido, Craig apreto la mano alrededor de la empunadura de su espada claymore. Marjorie habia salido del castillo con su criada para ir a recoger hierbas para la cocina. Al poco tiempo, la criada habia vuelto sola, corriendo, gritando, temblando y con un profundo corte en la mejilla. A los Cambel les llevo dos semanas de busqueda e interrogatorios para descubrir quien se la habia llevado. Alasdair MacDougall. El hijo del laird. Craig apreto la mandibula, pues ardia de necesidad de encontrar al bastardo y liberar a su hermana. John MacDougall se quedo en silencio durante un momento. --Si quieres a tu nieta, sir Colin, tendras que venir por ella. Es la prometida de mi hijo y solo te la devolvere cuando mi hijo quiera que se marche. En las orillas de la bahia de Oban reino el silencio. En lo mas profundo de su ser, Craig sabia que ese dia no terminaria sin que se derramara sangre. Aun quedaba por ver si Marjorie habia sufrido algun dano. Un grunido de furia nacio dentro de Craig, se le elevo por la garganta y se difundio a todo lo largo y lo ancho del campo. Los MacDougall lo miraron. Los Cambel se tensaron; estaban listos para lanzarse a la senal de su laird. --Si tu hijo le ha tocado un solo pelo de la cabeza... --Craig escucho como su propia voz se alzaba en el aire--, hare que la mision de mi vida sea brindarle una muerte larga y dolorosa. Su familia rugio. Todos estaban alli: en el caballo de al lado, su padre, junto a los dos hermanastros de Craig, su abuelo, sus tios y sus primos. El resto del clan los siguio con las hachas y las espadas alzadas. Se volvio a oir un estruendo, pero esta vez no provenia de los tambores, sino del choque de las armas contra los escudos. --!Cruachan! --Sir Colin grito el llamado del clan Cambel a tomar armas, y el clan lo recibio. La palabra retumbo en el campo y los unio a todos como si fueran uno. La muerte podria estarles esperando, pero ellos moririan por su sangre. Por lo que era correcto. Y Craig moriria con gusto para salvar a su hermana. Los Cambel se lanzaron al ataque. Escudandose de las flechas que caian como granizo sobre ellos, llegaron hasta la torre. Sus propios arqueros lanzaron flechas de fuego hacia el castillo, y las primeras impactaron contra la estructura de madera que habia entre las paredes de piedra. La muerte eligio a sus victimas entre los Cambel. Los guerreros aullaban de dolor, la carne se desgarraba, y el olor metalico a sangre, suspendido en el aire, estimulaba la furia y el miedo de Craig. Craig siguio corriendo y finalmente llego al muro del castillo. El ariete impacto contra la puerta. Los Cambel colocaron las escaleras contra el muro. El enemigo comenzo a empujarlas hacia abajo, y algunas se cayeron. Otras se quedaron de pie, y los Cambel comenzaron a subirlas. A Craig le latia el pulso violentamente en la sien. Miro a la izquierda y a la derecha, tratando de ver mas alla de los hombres de su clan. ?Como podria colarse en el castillo sin que el enemigo se diera cuenta? Sostuvo el escudo sobre la cabeza y echo a correr hacia la derecha, a lo largo de la linea de los hombres de su clan, quienes estaban subiendo las escaleras de asedio. El plan del jefe del clan era asaltar los muros del frente y del oeste, que eran mas bajos, para que los MacDougall dirigieran la atencion a esos lugares. Pero no a los del este. Craig doblo en la esquina y corrio a lo largo del muro oeste de la torre, que llevaba al muro cortina. Se detuvo bajo tres ventanas: una en cada piso. Hasta ese momento, no lo habia visto nadie en la torre. Todos los arqueros estaban mirando hacia donde se encontraban la mayoria de los Cambel. Craig era buen escalador. Se coloco el escudo en la espalda, saco dos navajas de escalar y miro hacia arriba. Solo necesitaba llegar hasta la primera ventana. --No es mas que una montana empinada --se dijo a si mismo--. Y tu ya has escalado rocas empinadas cientos de veces. <>. Afortunadamente, los surcos entre las piedras eran perfectos para esas navajas. Craig clavo la navaja en la primera grieta, y el gesto le produjo tanta satisfaccion como si le estuviera atravesando el corazon a un MacDougall. Se impulso hacia arriba con un brazo y clavo la segunda navaja un poco mas alto. <>. Se volvio a impulsar y sintio que se le entumecian los musculos del hombro y los biceps del brazo a raiz del esfuerzo, pero la furia le alivio la tension. Cuando volvio a clavar la daga, se desprendio una mezcla de polvo y arena del hueco. Alguien grito en lo alto, y una flecha le paso volando muy cerca, pero aterrizo en el suelo. Craig miro hacia arriba. Los hombres sobre la muralla le apuntaban con flechas. <> Una flecha le rozo el hombro. Craig se apresuro; sin perder un solo momento mas, clavo el punal en la pared y siguio escalando. De pronto, sintio un ardor en el hombro: una flecha lo habia rasgunado. Craig ya casi habia llegado a la ventana. Tras una ultima punalada en la pared, logro alcanzar la cornisa. Metio el cuchillo en la ranura que habia entre las persianas de madera, desplazo el pestillo y, cuando este cedio, las persianas se abrieron de golpe. Acuclillado en la cornisa, Craig miro hacia el interior. Por todo el esfuerzo de la escalada, le ardian los musculos. La ventana daba a una habitacion. En una esquina, una vela titilaba lentamente y dejaba en penumbras la figura de una persona. Habia alguien de pie contra la pared, a la derecha de la ventana. Craig tomo una pequena piedra que se habia desmoronado de la pared y la lanzo hacia el interior de la habitacion. Un tablon de madera paso volando por la ventana. Craig tomo impulso y salto al interior de la habitacion. Luego de aterrizar, atrapo a una mujer, su atacante, y le sujeto los brazos detras de la espalda. Le apreto el punal contra la garganta. --Marjorie Cambel --le dijo--. ?Donde esta? La mujer era la esposa de John MacDougall. En un rincon junto a la cama, habia unos ninos acurrucados. Craig miro a su alrededor, pero no vio a nadie mas alli. --?Donde esta? --repitio subiendo el volumen y apretandole mas la hoja del punal contra la garganta--. No quiero hacerte dano, solo he venido por mi hermana. La mujer cerro los ojos con fuerza. --En el tercer piso --le respondio--. En la habitacion orientada hacia el este, al igual que esta. Craig la solto, desenvaino la claymore y abrio la puerta lentamente. Ojeo el pasillo. ?Acaso podia confiar en las palabras de la mujer? ?Y si lo estaba enviando hacia donde se encontraba la mayor resistencia? Bueno, en ese caso, ya lo averiguaria. Escucho unos pasos pesados al final del pasillo. El ariete volvio a arremeter contra el porton de madera. Craig subio rapidamente los estrechos escalones y se asomo por detras del hueco de la escalera. Dos centinelas corrieron hacia el. Una espada choco contra otra espada y un escudo, y asi comenzo la danza para la cual se habia entrenado desde que pudo sostener un arma. !Clank! !Saz! !Bang! Uno se cayo apretandose el corte que tenia en el costado y el otro quedo inconsciente. Craig subio corriendo el siguiente tramo de las escaleras. Los gritos provenientes del techo se escuchaban mas fuertes en el tercer piso. El olor a humo le lleno la nariz. El techo de madera debia estar en llamas, de modo que Craig necesitaba darse prisa y sacar a Marjorie de alli antes de que el fuego llegara al ultimo piso.

  • Volver a por ti de S.m. Afonso

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    Esplendor, lujo y decadencia desde las calles de Sicilia.

  • Seduciendo al corazon de Elizabeth Urian

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    Una nueva novela de Elizabeth Urian que todos sus lectores esperaban.

  • Maldita mi suerte (Suerte 1) de Ana Martin Manas

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    ?Que pasa cuando juntas a dos desconocidos en un viaje alrededor del mundo?

  • De vuelta a casa (Matrimonios Forzados 1) de Elizabeth Betancourt

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    Abigail Warner y Jacob Brown han vivido su infancia juntos en Port Elliot, una mansion con extensas tierras, habitantes y costumbres propias, en Birmingham. Los dos han sido inseparables, estando uno al lado del otro en los momentos mas dificiles.
    Con el paso de los anos y llegados a la adolescencia, su amistad se convertira, irremediablemente, en un profundo amor y una pasion desmedida. Todas las campanas anuncian que cuando la pareja de oro crezca, habra una boda y seran los senores de aquellas tierras. Sin embargo, la probabilidad de hacer el mal se encuentra cien veces al dia, mientras que el bien, tan solo una vez al ano y lo peor que hace el mal es obligarnos a dudar de los buenos.

  • Carvalho. Problemas de identidad de Carlos Zanon

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    Sin saber bien como ni por que, Carvalho anda desgarrado entre Barcelona y Madrid. En Barcelona le quedan los restos de su tribu y el despacho en el que sigue trabajando. En Madrid anda perdido en el laberinto de una mujer casada con un prohombre de la politica nacional, y que le ha desestabilizado mas de lo que consiguio nadie antes. Quiza se esta haciendo viejo o le asaltan -como al propio pais- problemas de identidad a todos los niveles: ?quien eres, Carvalho?, ?que quieres?, ?que buscas? Estamos en 2017 y las placas tectonicas de la sociedad parecen moverse de un modo inedito. Los problemas de siempre, la desaparicion de una prostituta o una vieja amiga que acude en busca de ayuda por un sangriento crimen familiar. En lo personal, la complicidad con Biscuter pasa por horas bajas, y su salud no es la mejor noticia del momento.

  • El honor de Elijah (Security Ward 7) de N. Q. Palm

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    Elijah Cranston ha vivido mucho durante su vida; nunca le falta compania femenina, ni trabajo. Es activo y le gusta la vida nocturna. Pero, en un mal momento, toda su existencia se viene abajo.
    La inspectora Erin Weston no podia creer lo mal que podian ir las cosas de la noche a la manana. Su companero resulta ser un maldito hipocrita al que parece no importarle sus sentimientos. Y el caso que tienen entre manos es mas complicado de lo que sospechaban.
    Cuando las vidas de Elijah y Erin se cruzan la chispa salta. Pero las circunstancias no son las mas propicias para comenzar una relacion. Una operacion encubierta del pasado vuelve al presente para afectar sus vidas de la peor manera. ?Podran superar sus diferencias y empezar a confiar el uno en el otro?

  • Conta conmigo. La historia de Belen de Carol Besada

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    Estructurada, evasiva y procrastinadora, Belen evita las malas palabras y abusa de los refranes.
    Que su presente esta marcado por su pasado no es una manera de decir, sus cicatrices estan de testigo.

  • 30 dias para casarme de Elisa Castro

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    ?Que decirles? Estaba borracha.

  • Rio negro de Arnaldur Indridason

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    CRIMEN Y CASTIGO EN LA GELIDA ISLANDIA. El cadaver de un joven degollado aparece en su casa del centro de Reikiavik. No ha habido lucha. No hay arma. Los unicos indicios que encuentra la policia son un chal de mujer y unas pastillas que sugieren una oscura historia de violacion y venganza.

  • Agarrame, si puedes (Lola 1) de Alma Fernandez

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    Nunca te avisan de que tu vida se va a ir a la mierda en un segundo con veinticinco anos, ni que perderas todo aquello que habias ganado, ni que aprenderas a seleccionar a los amigos que creias fieles, pero que ahora se averguenzan de ti. No estaba lista para ver que mi mundo se desmoronaba, que ya no podria conocer medio mundo, correr una maraton, vivir de mi sueno, basicamente tener ilusion por vivir. Recapitulemos para que esto pueda entenderse, porque no es que sea melodrama ni que quiera compadecerme de mi misma, sino que todo tiene un porque y la verdad es que el mio no es moco de pavo. Soy campeona de atletismo, en la especialidad de carrera de obstaculos, o al menos lo era hasta que tuve el accidente, cayendo sobre uno de los obstaculos y provocandome una lesion medular irreparable. Me diagnosticaron paraplejia y me encorsetaron a una maldita silla de ruedas. Ahora vivo en otro mundo, en otro mas frio, infernal, solitario, marginado, aburrido. Nunca he sido mucho de salir a bailar samba, pero me encantaria salir ahora mismo a mover las caderas, tras escapar del hospital en el que estoy metida mientras acaban de hacerme unas pruebas y me instruyen para que a partir de ahora sea autonoma en lo que a movilidad con la silla se refiere. Mi madre esta sentada a mi lado mientras me como una especie de pure con color de moco en mal estado, un trozo de pollo a la plancha mas seco y duro que la suela de un zapato, concretamente de la sandalia de Cristo, si, esa que dicen siempre que esta perdida. Yo acabo de encontrarla y esta en este plato. Punto para mi. Mi madre se sienta en la cama ahora mientras yo tomo el yogurt y charlamos. Parece ser que mi padre se ha ido a por unos cafes. Ojala me pudiera tomar un buen cafe, y no esos de las maquinas que pareces meados de rata. La cama empieza a doblarse por momentos como un sandwich y es entonces cuando descubro que mi madre esta apretujando con su culamen a lo Jennifer Lopez el mando para reclinar la cama y nos esta apretujando como si esto fuera la faja de mi abuela, que en paz descanse. Mi madre no puede levantarse para darle al otro boton del mando y deshacer el bocadillo que ha hecho con nosotras. Solo se me ocurre pulsar como puedo, contorsionando mis brazos, el boton rojo de ayuda para que venga una enfermera a sacarnos de esta. Una vez hemos sido liberadas de esa tortura china, mi madre preocupada me pide perdon mientras acaricia mi rostro, pegandome los pelos a la cara, ahora sudorosa, como si fuera una peluca de las malas. --Carino, lo siento, ?te duele algo? -- me acaricia las piernas. --No mama, no siento ni tu caricia, ni aunque me caiga Hulk encima -- me encojo de hombros. Si yo no me lo tomo en serio, ?quien demonios lo va a hacer? La enfermera me mira con una mezcla de compasion y decepcion. Pero tambien hay un brillo en la mirada, de esos que ves cuando una persona esta en una situacion muy mejorable, como es mi caso, y se alegran de no ser ellos los que estan en tu pellejo. La entiendo, yo tambien lo pensaria, supongo. Cuando la gente te juzga por todo, te tiene que chorrear, como el agua entre las piernas, y asi es como he cambiado yo. Me he puesto una coraza porque el mundo es cruel y yo no quiero ser el patito feo del que reirse y despues compadecerse. Mis padres se han marchado a casa a descansar por peticion de una servidora. La verdad es que se los ve cansados y no quiero ser una carga. No quiero esclavizarlos a estar conmigo hasta el fin de los tiempos. Conmigo se ha quedado un celador la mar de mono. De mi entrenador no he vuelto a saber nada. No le he visto el pelo desde que me metieron en la ambulancia rumbo al hospital tras el accidente. El celador de mi habitacion, que ahora se que se llama Bruno, me ha traido un zumo y una revista que le he pedido, previo pago. Es el hombre ideal. Es mono, pero no de animal, sino agradable sin llegar a pibon, es dulce y encima cachas. Podria ser mi tipo, no os voy a mentir. Me imagino sobre su moto recorriendo el mundo entero. ?Que como se que tiene moto? No lo se, pero quiero pensar que si, porque en mi imaginacion es una grande y negra. Pero eso no va a pasar, no porque no tenga posibilidades con el, que si me pongo lo peto, pero no me veo ahora mismo subiendo a una moto, ni ahora ni nunca. Me estoy cagando, asi de claro, pero decirle eso a Bruno para que me lleve en brazos no es muy romantico, y puede que si me lo curre me lleve un meneo hospitalario, asi que mejor no romper la magia, al menos la que mi cabeza ha creado. Me levanto como puedo, sentandome en el colchon y acerco lo mas que puedo la silla de ruedas para sentarme en esta. Bajo con el mando lo mas que puedo la cama, a la altura de la silla y me arrastro como un gusano hasta quedar en el borde de la cama. Me cojo a la silla y tiro de mi cuerpo para con suerte caer en la silla, y si lo hago, pero abierta de patas junto cuando entra Bruno. Mierda. Suerte que llevo bragas, pero tambien una compresa mas grande que Gibraltar. Me coloco lo mas rapido posible las mierdas para que ese tierra tragame pierda algo de tierra y le sonrio para disimular. Me mira compasivo y me toma en brazos. He perdido mucho peso con esa comida, si se puede llamar asi, que me dan, asi que peso poco mas que una pluma de pavo real. --?Donde quieres que te lleve? --Necesitaba ir al bano, pero no te preocupes, necesito practicar. --Todavia estas convaleciente por la operacion. Mas adelante te dare toda la libertad posible para que hagas y deshagas a tu antojo, pero aun no. --No me gusta depender de la gente, ya lo sabes. Soy muy independiente. --Lo se, pero durante unos dias vas a estar pendiendo de mi cuello, ?vale? --Esta bien-- le digo agarrandolo del cuello mas fuerte con mis brazos mientras me sujeta, para no caerme. --Seras mi mona colgona -- y eso suena fatal, no, lo siguiente. Me deja en la taza del vater y sale para darme intimidad, como puedo, me bajo las braguitas y me cambio la compresa mientras suelto por este culito respingon todo menos rosas. Cuando voy a limpiarme, no hay papel, que novedad y encima en el peor momento. Estiro la mano como si fuera el Inspector Gadget hasta mi neceser, donde tengo la colonia y hecho todo lo posible antes de llamar a Bruno. Necesito que me traiga un rollo. Escondo la compresa sucia dentro del canuto pelado para que no la vea y tiro de la cadena, aun no habiendo acabado, pero para que no vea flotando las minas antipersona y me tapo todo lo posible para que no vea nada, aunque segundos antes ha visto mas de lo que debia. --Bruno, ?puedes venir? --Claro -- escucho detras de la puerta y golpea. -- ?Puedo abrir? Si, entra. --Dios santo, esta mezcla de olores es un poco nauseabunda. ?Ha muerto un animal aqui o que? --Lo siento. Necesito pedirte algo. --Claro, lo que necesites. --Necesito un rollo. --Bueno, tengo algunas amiguitas, pero puedo hacer hueco para una mas. --Me refiero al de papel higienico. --Lo se, ahora te lo traigo. Dame ese canuto, que lo tiro. --No, que no es necesario. Me quita el canuto de las manos y la compresa cae de dentro, quedando completamente abierta en el suelo. Joder. La recoge sin decir nada y se marcha para traeme poco despues un par de rollos de papel para que tenga de mas. Se lo agradezco antes de marcharme. Poco despues llega mi madre con una caja de tampones, bendita madre, es la mejor. Adoro a mi madre, siempre me trae lo que necesito. Lo de llevar las compresas xxxxxl del hospital a lo forro de libros como que no mola. Al igual que tampoco mola llevar aqui ya dos meses encerrada entre estas cuatro paredes. Y por fin ha llegado el dia de salir de esta jaula y poder ver la luz del sol sin barrotes de por medio y batas con las que ensenas el trasero. Me despido de Bruno con un abrazo y disimuladamente le meto en el bolsillo de la bata un papel con mi numero, porque si cuela, cuela. Me encamino al ascensor empujada por mi padre mientras mi madre me toma de la mano, modo melodramatica. Lo primero que hacemos es ir a comprar cosas a tiendas especializadas para hacer mas comoda mi vida a partir de ahora; cojin hinchable por eso de las almorranas y de mas, guantes para no palpar las mierdas de perro con la piel cuando giro las ruedas de la silla, cojin para respaldo acolchado, para que el dolor de espalda no me mate, etc. Ahora, mas lista que Fernando Alonso en una de sus carreras, sobre todo con el equipamiento anti --dolor, me encamino a casa, que por suerte es un piso con ascensor, de no ser asi, me veo en brazos de alguien o arrastrandome escalon a escalon como un gusanillo. Me coloco frente al ordenador y escribo mi diario en Facebook, como todos los dias. Me gusta que mis seguidores sepan que estoy bien y cual es mi rutina desde el accidente. El problema es que solo escribo las cosas buenas e intento contarlo desde un punto de vista comico.

  • La dama del lago de Andrzej Sapkowski

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    <> Flourens Delannoy, Cuentos y leyendas Andrzej Sapkowski es el gran renovador de la literatura fantastica de nuestros tiempos, un genio del lenguaje y la caracterizacion cuya prosa ya ha hechizado a millones de lectores en todo el mundo.

  • Su eterna presencia (Hermanas Alcott 2) de Elsa Tablac

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    Todos se preguntarian que hago ahi. Por que habia abandonado Londres. Jamas adivinarian que me llevo a instalarme en casa de mis padres, un enorme cottage de piedra en los confines de Bracknell, a unas dos horas de la capital. No es muy facil entender que una joven independiente de veinticinco anos se aparte de una de las ciudades mas excitantes del mundo y regrese de repente a casa de su familia. La razon se llama Oliver Owen. Cuida de nuestros cuatro caballos en el establo familiar. Es el hijo mayor de William, el antiguo mayordomo, quien sufrio un accidente hace dos anos y tuvo que jubilarse anticipadamente. Oliver llego hace quince meses, y mi padre decidio que formaria parte del personal que trabaja en casa. Lo que no esperaba era que aquel nino hiperactivo que trepaba a todos los arboles y con el que mi hermana Charlotte y yo jugabamos para horror de mi madre se convertiria en un chico tan atractivo. Hacia un rato que lo observaba desde la ventana de mi dormitorio. Estaba anocheciendo y Oliver regresaba de dar un paseo con Rex, el caballo de mi hermana. El mismo que ella ya casi nunca montaba y que yo mimaba algo mas que a los otros, pues temia que se sintiese abandonado. Sonrei al comprobar que Oliver le dedicaba un poco mas de tiempo que al resto. --?Sigues trabajando? --pregunto una voz a mi espalda. No necesitaba girarme para saber perfectamente que se trataba de Adeline, mi madre. Observe la pantalla del ordenador portatil. Mis manos se habian apartado del teclado hacia ya un buen rato y el salvapantallas, mi nombre en grandes letras de color morado, rebotaba en los cuatro lados de la pantalla. Era evidente que no estaba trabajando. --No. Ya he terminado por hoy --conteste--. Creo que va siendo hora... --Trabajas demasiado, Lizzy. --No creas, mama. Simplemente he de entregar esta traduccion en cuatro dias. Se me ha echado un poco el tiempo encima. Pero el siguiente libro no me llegara hasta dentro de unas dos semanas. Mi madre entro en el cuarto y se acerco, puso las manos sobre mis hombros y beso mi pelo. Estaba especialmente carinosa ultimamente, algo no muy propio de ella. Aunque debo decir que nuestra relacion habia mejorado con los anos. Al principio mama no entendia muy bien que quisiera dedicarme a traducir libros de manera profesional. Creia que mi obsesion por aprender frances y estudiar filologia en la universidad era tan solo un pasatiempo. Que lo que acabaria haciendo en realidad era casarme con alguno de los hijos de los acaudalados amigos de mi padre y peinar las crines de los caballos. Y no negare que hubo algun momento en que yo tambien lo pense. Pero me converti en traductora de manera lenta y casual. Empece traduciendo esporadicamente para la editorial en la que trabajaba Molly, una de mis amigas de la universidad. Con el paso de los meses me fueron llegando nuevas propuestas. Era el trabajo perfecto para mi, aunque en el fondo no necesitase el dinero. Traducir libros me mantenia ocupada y me permitia transportarme a otro mundo durante buena parte del dia. Ademas, podia trabajar desde Bracknell sin problemas, a mi ritmo. --Cenaremos pronto --dijo mama. Movi el raton para recuperar el documento de Word en el que habia estado trabajando esa tarde. --No tengo demasiada hambre --conteste--. Pensaba preparar un sandwich ligero y comermelo aqui, en mi escritorio. Querria acabar un capitulo esta noche. --De ninguna manera, Lizzy. Hoy estamos las dos solas en casa, asi que quiero que me acompanes. Y he preparado algo especial. La observe perpleja. Mi madre no solia cocinar jamas. Especialmente si mi padre estaba en Londres por trabajo, como era el caso durante esos dias. --?Tu has preparado algo? --Has oido bien, si. Asi que te espero en el salon a las siete en punto. La cena estara lista. He de comentarte algo, ademas. Iba a contestarle que queria bajar al establo ver a Rex --en realidad a charlar un rato con Oliver--, pero mi madre ya habia abandonado mi dormitorio. Asi eran las cosas con ella: sentenciaba, ordenaba y no habia posibilidad de replica. Consulte el reloj. Eran las seis de la tarde. Si me daba prisa, podia arreglarme un poco y bajar al establo. Tal vez Oliver no estaria demasiado ocupado. En todo caso, tenia que bajar a escondidas. Mama odiaba que me presentase a la cena justo despues de visitar a los caballos. De ahi mi plan perfecto del sandwich. Me meti en el cuarto de bano, me lave la cara, me cepille el pelo y me coloque el vestido de flores menos llamativo que encontre en mi armario, unos calcetines negros hasta la rodilla y cogi las botas que, se suponia, debian permanecer fuera de la casa para no destrozar la moqueta. Me maquille con un poco de colorete, mascara de pestanas y pintalabios, a pesar de que era consciente de que aquellos pequenos rastros de color no pasarian desapercibidos bajo el ojo de halcon de nuestra Adeline. Baje las escaleras hasta el primer piso con las botas en la mano y me dirigi hacia la cocina. Saldria por la puerta trasera y rodearia la casa hasta llegar al establo. Oia la voz de mama hablando por telefono, tal vez con su hermana o con Charlotte. Eso era perfecto. Nunca conversaban menos durante menos de media hora, para desesperacion de mi hermana Charlie. Una de las cosas buenas de haberme instalado en Bracknell con mi ordenador portatil era que no tenia que atender las intensas llamadas telefonicas de mi madre. La escuchaba en vivo y en directo a diario. Sali de la casa por primera vez en aquel dia. Me puse las botas mientras apreciaba el sonido de los primeros guijarros y el olor de las rosas a las que mi madre se dedicaba todas las mananas en cuerpo y alma. Camine unos tres minutos hasta llegar al establo, por el camino que conectaba con la casa. Respire hondo, porque siempre que lo veia me quedaba practicamente sin respiracion; y todo apuntaba a que Oliver Owen estaria con Rex en el interior. Llame a la puerta. --!Adelante! Entre. Entendi enseguida que no hubiese hecho falta ningun blush de Dior en mis mejillas, pues el calor subito que me invadia al encontrarme delante de Oliver no faltaba jamas a la cita. Ahi estaba, una y otra vez, y alli estaba yo de nuevo en el establo, a falta de citas reales con el chico por el que suspiraba desde hacia cinco meses. La razon por la que habia vuelto a vivir con mis padres no era otra, por supuesto. Queria estar cerca de el. Queria destruir aquella extrana verja intangible que nos separaba y estrellarme de una vez por todas contra sus labios. Eso es lo que queria. Por eso no estaba en Londres. CAPITULO 2 OLIVER --?Sabes que no es necesario que llames a la puerta, no? --le pregunte a Lizzy. Se lo habia dicho decenas de veces, pero ella seguia haciendolo, a pesar de que tecnicamente estaba en su propia casa. Observe el vestido de color azul oscuro, estampado con pequenas flores amarillas, que a duras penas le llegaba hasta las rodillas. La hija mayor de Caleb Alcott me dejaba sin aliento cada vez que venia al establo a visitar a su caballo, Truman. A esas alturas ya me debia de haber acostumbrado a su intermitente presencia, pero me habia descolocado por completo que una chica moderna y urbanita como ella decidiese de repente dejar Londres y regresar a casa de sus padres. Tal vez no debia sorprenderme tanto, teniendo en cuenta que aquella familia era inmensamente rica. Mi padre habia trabajado en la casa como mayordomo durante la mitad de su vida y yo me repetia, todas las mananas, que en cuanto terminase de una vez mis estudios de veterinaria me largaria de Bracknell y los Alcott no volverian a saber de mi jamas. Ese pensamiento podria parecer amargo y resentido, pero nacia de algo evidente que en aquel momento se manifestaba en la puerta del establo: nunca sucederia nada entre Lizzy y yo. Sencillamente, porque perteneciamos a mundos distintos. Los de su clase no se mezclaban con los de la mia mas si no era con una relacion laboral mediante. Era asi, y mi razon obligaba a mi corazon a asimilarlo de una vez por todas. Todos los dias. O al menos lo intentaba. Aunque mentiria si dijera que su amabilidad y su sonrisa no me ofrecian un resquicio de esperanza. Ojala las cosas fueran como cuando eramos ninos y jugabamos sin preocuparnos del lugar opuesto que nos habia reservado la vida. --Prefiero llamar --contesto--. Por si estas haciendo algo que no me incumba. Sonrio y se paso la mano por su media melena rubia. Despues se cruzo de brazos y se apoyo en el marco del porton de madera. Aquel gesto tan poco calculado --o no, quien sabe-- revelo la forma redondeada de sus pechos, pequenos y blancos. No tenia la menor idea de vestidos pero si habia notado que Lizzy los llevaba mucho mas a menudo, y no tenia ningun reparo en combinarlos con botas de montar. Aquello era algo que me encantaba. --?Y que iba a estar haciendo, Lizzy? --le pregunte, a pesar de que se me ocurrian varias cosas. Las hijas de Caleb me habian prohibido terminantemente que las tratase de "usted"; cosa que hice en el pasado en un par de ocasiones, cuando llegue a la casa, a pesar de que sonaba completamente ridiculo. Nos conociamos desde ninos, aunque yo era unos cuatro anos mayor que Lizzy. Se acerco para acariciar a Rex.

  • Rescate gris de Cristian Perfumo

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  • El llanto de los elefantes de Genoveva Casanova

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    Un desafortunado dia, la rama de un arbol se vencio ante el peso de los elefantes, haciendoles caer sobre los discipulos de un asceta que se encontraba atendiendo sus lecciones debajo de su sombra. Para evitar seguir haciendo dano a los demas habitantes del mundo, los elefantes decidieron desprenderse de sus alas y bajar a vivir a la tierra. Millones de alas cayeron lentamente del cielo, formando asi los majestuosos Montes Himalaya. Desde entonces, los elefantes caminan entre los hombres y demas seres que pueblan este mundo, siendo venerados como deidades, y al mismo tiempo encadenados y forzados a vivir a merced de los caprichos del hombre. Con sus rostros pintados de colores y sus patas sujetas con enormes grilletes oxidados, los elefantes viven resignados. Y cuando las nubes no vienen en mucho tiempo y ellos se permiten anorar aquellos tiempos en que eran libres y volaban muy alto, muy alto, atravesando el viento azul... los elefantes lloran. PARTE I Cuando el timbre sono eran las 12:37. Lo sabe porque siempre mira el reloj en cada acontecimiento del dia. Tiene esa costumbre desde los dias de agenda apretada en sus viajes por la India. Cada vez que alguien entraba en el piso, o que sonaba el telefono, o que pasaba por la calle el afilador de cuchillos, el miraba su reloj, como para cerciorarse de que efectivamente el tiempo seguia transcurriendo y que el mundo seguia funcionando. Era un dia soleado, de una primavera recien comenzada. Como hacia calor habia decidido ponerse unos pantalones color beis comodos y un polo azul oscuro de manga corta. No llevaba zapatos. Siempre estaba descalzo en casa. Al igual que ella, nunca habia soportado bien tener los pies cubiertos. Desde la ventana se veian las copas de los arboles del parque que estaba cruzando la calle, de un verde traslucido que decoraba el bosque como si a las hojas les hubiesen sido esparcidas millones de espejos minusculos. El balcon principal estaba abierto, y entraba con facilidad el sonido del saxofon que animaba las terrazas de los restaurantes de la calle. En ese momento sonaba la melodia de una de sus canciones de jazz favoritas: A case of you. En la cocina, la mujer de la limpieza recogia los cubos y las fregonas que acababa de utilizar para el suelo de madera antigua que tenia en su piso de Paris. Vestia un sari[1] azul marino, con bordados de hilo dorado en los extremos de la tela. Las mujeres indias encuentran dificil dejar de usar la ropa tradicional cuando se trasladan a vivir a Europa o a America. Ella tambien era asi. Trenzaba su pelo con aceite de almendras mezclandolo con unas gotas de sandalo, y colocando algunas flores de jazmin entrelazadas, como le enseno su madre a hacer cuando era pequena y vivia en Chennai[2]. Aunque en esta ciudad el jazmin solo se conseguia durante algunas temporadas. El se encontraba enfrente del mueble chino de madera que decoraba el recibidor, revisando el correo que acababa de llegar. Guardo las llaves de su casa dentro del cajon de la derecha y se dirigio a la entrada. Abrio la puerta el mismo, cosa que nunca habria hecho si no hubiera estado el tan cerca de la puerta, y la muchacha de servicio tan lejos. Pero siendo esta la situacion, lo considero un detalle. De cualquier manera, en Francia no hacia falta ser tan precavido. --Monsieur Rohan Seth? J'ai un package pour vous. Si vous plait, signe ici...[3] Un senor bajito, delgado y con un bigote entrecano, que traicionaba la edad que intentaba aparentar el intenso tinte de su pelo, se encontraba de pie en el descansillo, con una bolsa gris al hombro y un paquete en la mano derecha. Busco en su bolsa y saco un boligrafo y unos documentos, que son los tipicos tramites para una entrega de paqueteria. Asi que firmo en la parte de abajo del papel, en lo que considero el espacio logico para la firma, pues en todos estos anos, desde aquel primer viaje a Paris, habia aprendido muy pocas palabras en frances, y decididamente no lo suficiente como para leer un documento. --Merci, monsieur. Bon journee[4] --dijo el hombre mientras le entregaba el paquete en la mano y le daba la espalda para presionar el boton del ascensor. Cerro la puerta sin prisa, con cierta pesadumbre que permite la edad, y con el paquete en la mano camino hasta su despacho. Junto a la ventana que daba al parque habia instalado su escritorio, atiborrado de libros y papeles desordenados. Le gustaba contemplar las vistas cuando se sentaba a leer o a revisar el correo. A veces se sentaba ahi solo para contemplar el atardecer y sentirse acompanado por las palabras que encerraban todos aquellos libros. Cada uno era una conversacion larguisima con la vida, un secreto muy suyo. Se acerco a la mesa para coger el abrecartas de plata con la figura de elefante que habia traido con el desde Delhi y que habia pertenecido a su padre. Lo clavo en el papel amarillo acolchado y rasgo con descuido el envoltorio, de la misma manera que habia visto a su padre abrir cientos de cartas durante sus anos en la politica. Con la misma autoridad. Fue entonces cuando se encontro sujetando aquel libro con sus manos rugosas y gastadas. Con todo lo que habian tocado sus manos, parecia que sus dedos estaban a punto de fallarle. De pronto, tenia en ellas un libro cuyas letras de la caratula le dolian en los ojos. Letras doradas impresas a relieve sobre el cuero de color marron que cubria la dura pasta, como viejas cicatrices recien reveladas sobre su piel india. Aquel libro le gritaba y lo amarraba. Parecia arrancarle el aire mientras las agujas de su reloj comenzaban a girar enloquecidamente, retrocediendo hasta el momento en donde empezo todo, con las primeras palabras, en la primera pagina... mucho, mucho tiempo atras. CAPITULO 1 Cuando uno se sienta delante de una hoja en blanco, dispuesto a escribir, como estoy yo ahora, solo surge una pregunta: si tuviera que contar la historia de mi vida, ?como empezaria? ?Por donde? ?Como puedo hacer sentir esto, que es tan mio, a otra persona? ?Como doy mis ojos para que alguien pueda ver a traves de ellos todo lo que he visto yo? Todos los dias, todos los anos, todo el tiempo que ha transcurrido... ?como se da todo eso? Por cada segundo, una imagen y un sentimiento... Demasiado. No estoy al final de mi vida, en mi vejez, sentada en mi casa donde solo quedan fotos viejas y ecos de palabras habladas muchos anos atras. No. Soy bastante joven aun. No tengo tantas canas como tormentas colgando de la cabeza. Pero cuando acabe todo esto, espero poder irme habiendo roto cadenas, habiendo soltado alguna que otra alma de la infinitud del silencio. El silencio... Naci el 28 de octubre de 1970 en el Hospital de Nuestra Senora del Rosario de Madrid. Era una tarde fria y lluviosa de otono. Las enfermeras iban y venian con sus cofias blancas, vestidas con sus uniformes tan femeninos, hablando sin parar cosas de las que mi madre no conseguia entender ni una pizca. Llevaba poco tiempo en Espana, desde que se caso con mi padre un ano atras, pero en realidad nunca tuvo interes en aprender a hablar espanol. Como si su relacion con este pais y su gente fuera meramente circunstancial. Se habia criado en una preciosa finca en el sur de Alemania donde sus hermanas y ella recibian una estricta educacion de acuerdo con lo acostumbrado por las familias nobles de la epoca. Clases de ingles, frances, historia, geografia, matematicas, literatura y piano llenaban sus dias de infancia. Al morir mi abuelo, mi madre heredo el titulo de baronesa. No era uno de los mas importantes que tenia, pero ella era la cuarta de cinco hijas, por lo que era bastante logica esa designacion. Habia visto nacer a su hermana menor, la tia Birgit, en aquel palacete de campo con el enorme reloj de la torre y rodeado de campos de trigo, pero no recordaba tanto alboroto.