• la vida sumergida - Pilar Adon

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    Se habian habituado al licor de ajenjo y lo bebian de pie, por las mananas, junto al fregadero de piedra o apoyadas en la escalera que movian de un lado a otro por la biblioteca para llegar a los estantes mas altos. Sin ceremonias previas ni finales. Sin ir a cambiarse de ropa. Sin adornarse el cuello ni las munecas. Calladas y un tanto desgarbadas, con la dejadez propia de la lentitud y la indiferencia, en un abandono que solo podian permitirse las depositarias de una elegancia congenita. Las beneficiarias de una delicadeza en la longitud de las formas, en la calidad de las telas que vestian a diario, conscientes de que existian dos tipos de personas, las que tenian clase y las que, por mucho que lo intentaran con bordados, pedreria y aromas sutiles, no la tenian ni la tendrian nunca. Al cabo de un tiempo indeterminado, que podia ser de unos minutos o que podia ser de unas horas transcurridas entre tragos cortos, entre libaciones del licor servido con decision en sus vasos pequenos, procuraban ir a sentarse en las butacas de la cocina, siempre en silencio. Y entonces tal vez si tuvieran que esforzarse por hacerlo con cierta dignidad. En ese momento tal vez resultara complicado moverse, dar mas de dos pasos en la misma linea de equilibrio, y quiza debieran poner mas atencion en la distancia que recorrian ya que ambas podian haberse deshecho de la estabilidad y ambas podian haberse internado en la enormidad, el exceso. Sus avances por un suelo de madera que no era de hacia dos anos ni de hacia cinco ni cincuenta tendrian que ser cautelosos. Comian a la una y media, sin decirse nada, incomodas en su proximidad mutua. La confusion del ajenjo daba paso a un primer jubilo fisico y mental que, invariablemente, desembocaba en un cansancio un tanto dramatico. Y era solo mas tarde, ya durante los postres, cuando Brigida podia empezar a hablar para decirle que debia recoger la ropa de la azotea y que debia hacerlo antes de las cuatro. Con la voz arrogante de quien da una orden. Argumentandole que ella no iba a esforzarse por ir a la azotea (tenia que centrarse en sus mil tareas) y que debia ser Hilda quien se propulsara por el pasamanos de las escaleras hacia arriba sin excusas ni dilaciones. Antes de que empezara a soplar el viento y le resultara imposible (a ella y a cualquiera) asomarse al exterior. Tenia que subir a la planta superior, cerrar las ventanas de cada dormitorio y de cada sala, asegurar las contraventanas, bloquear la puerta de hierro que se deslizaba sobre una barra adherida al suelo a modo de carril hasta que la cancela chocaba contra la pared del gran balcon, siempre con un golpe seco, echar la llave de abajo con dos vueltas, echar la llave de arriba con dos vueltas, correr a la escalera, subir mas aun y, una vez en la azotea, recogerlo todo antes de que empezaran los crujidos en cada muro de la casa. Los vaivenes de las cortinas que se elevarian por encima de las sillas a causa de las corrientes de aire que se colaban irremediablemente a traves de las grietas abiertas entre los marcos de los miradores y las tablillas del entarimado, en una oscilacion serpentina que haria presagiar la aparicion de un ser biologico tras ellas (un lobo, una rana, un muchacho) o la aparicion de un ser no biologico (una piedra de color ambar). Era cierto que las copas de los pinos habian empezado a agitarse bajo los cristales de los ventanales de la cocina, y Hilda recordo alli, contemplando el prodigioso estremecimiento de la red de huesos y tendones en que iba a desembocar cada uno de los troncos moviles de cada uno de los arboles, el momento en que le pidio a Brigida que se muriera. Ese dia soplaba el viento igualmente, con aquella violencia nada excepcional dada la epoca y dada la zona. Habian cerrado las ventanas, las puertas. Habian asegurado los pestillos y habian corrido los visillos. Y fue en esa circunstancia cuando penso que si Brigida moria, si Brigida desaparecia, toda la casa seria suya, entera para ella, y entonces no tendria que obedecer mas ordenes. No tendria que ajustarse a los horarios ni a los propositos de Brigida. Dejaria de estar sometida, juzgada, calificada a cada instante, y llevaria a la practica sus proyectos. Todas sus fantasias. Sin tener que comer cuando Brigida quisiera, sin tener que dormir cuando Brigida quisiera. Podria ponerse sus vestidos mas alegres. Banarse en el embalse. Practicar sus lecciones de piano cuando deseara hacerlo y bailar cuando deseara hacerlo. Raspar la tierra y descubrir que habia debajo de cada planta, de cada pedazo de hierba seca, de cada monton de agujas de pino reunidas por el viento, como queria hacer desde que a la edad de seis anos aprendiera que una pezuna era una una fuerte y desarrollada, y que algunos animales las tenian largas y afiladas a modo de apendices cortantes, como zarpas, para atrapar a su presa, para aferrarse a ella, para cerciorarse de que no podria escapar y para excavar, escondiendo bajo la parte de suelo visible cualquier objeto valioso, su alimento. Lo aprendio de nina y desde entonces quiso comportarse como un perro que se esforzara por desenterrar de la base del monte el hueso escondido anos atras por el o por un antepasado. Extraer del barro la explicacion a su existencia. Desentranar el significado de cada estimulo para quedarse tranquila y poder regresar a sus actividades cotidianas. Sus otras actividades cotidianas. Creyendo que semejantes explicaciones se encontrarian en la base de los montes, bajo las pilas de materia fusionada al azar. Creyendo que podrian desenterrarse con solo escarbar. Revolviendo bajo el abono de los cultivos. Bajo las semillas alojadas en las hileras de los huertos. Bajo los circulos de ceniza abandonados por los pastores. Bajo las formaciones de piedras grandes o bajo las formaciones de piedras pequenas que se ocultaban bajo las piedras grandes. Si Brigida desaparecia y toda la casa pasaba a ser suya, se entregaria al aprendizaje de un idioma vivo o de un idioma en extincion. A la investigacion de los requisitos necesarios para que los miembros de un grupo llevaran una convivencia civilizada. A la resolucion de la incognita de si para que dicha convivencia civilizada pudiera ser real debia optarse siempre por el sometimiento y siempre por la rendicion de unos ante otros. A desentranar el autentico significado de las palabras de negacion que se apropiaban de las palabras primigenias para contradecirlas y desposeerlas de su sentido primordial. Desapego. Desarraigo. Desafeccion. Desaparicion. Frente al apego, el arraigo, la afeccion, la aparicion. Centrada en su lista de libros, los que debia leer antes de convertirse en una anciana como lo era Brigida. Middlemarch y Al faro. Grandes esperanzas. Un mundo feliz. La abadia de Northanger. Edipo rey. Crimen y castigo. La comedia humana. Ariel. El rey Lear y el Libro de la vida. La montana magica. Matar a un ruisenor. Los miserables. Rojo y Negro. ?Acaso los leeria con Brigida a su lado, formando parte de la casa, envuelta en sus chales en invierno y en sus tules en verano, haciendose notar por su aliento, con esa respiracion de mujer que dejo de ser joven hacia anos? Lo dudaba. Asi que le pidio a Brigida que se muriera. La unica manera de conseguir una identidad personal. Y dias despues, Brigida estaba muerta. Nunca pudo negarle nada. Nunca pudo oponerse a sus caprichos. De modo que se murio. --?Es que me odias? --le pregunto. Y Hilda respondio que no. Que por supuesto que no. ?Como iba a odiarla? Habia sido su protectora. Su maestra. La encargada de orientar sus gustos hacia sus primeras lecturas. Su consejera llegado el momento de enfrentarse a un texto de Seneca y descubrir que la experiencia podia asemejarse a la de leer un angustioso libro de superacion personal. Frases como <> o <>. Claro que no la odiaba. Brigida le habia explicado que era un minueto, que una gavota. Le habia dado la definicion de musica como el arte de bien combinar los sonidos y el silencio en el tiempo. No la odiaba. Simplemente deseaba que se deshiciera. Que se volviera transparente. Que se transformara en una esencia de luz sin estructura ni carne ni presencia. ?Que mas tenia que hacer alli? Nada. De alguna manera, su epoca habia pasado. Su mision habia concluido. ?Que podia aportarle a ella con su muerte voluntaria? Todo. La independencia. El desarrollo como ser autonomo y perfecto. Como unidad sin condicionamientos. En aquella casa situada en la ladera de un monte. Rodeada de pinos, de aves y de insectos, y del brillo rojo del sol del amanecer y del sol del atardecer. En libertad. Con la posibilidad de actuar y no actuar. Ir y no ir. Querer y no querer. El privilegio supremo de la eleccion. Crecer hacia arriba o tumbarse extendida. Meter los dedos en el saco del azucar o meter los dedos en el saco de la sal.

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  • Amame una noche mas de Alexandra Black

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    Londres, 1847 --Es evidente que las mentes femeninas son debiles e incapaces de asimilar cualquier aprendizaje. --Malcom Sedford, conde de Tamworth, hincho el pecho, orgulloso de si mismo por haber expresado aquellas palabras--. De hecho, basta con ensenarles a leer y escribir. Un aprendizaje mas amplio podria ser perjudicial para ellas. John River, sentado al otro lado de la sala, lo miro con incredulidad. ?Como podia hablar de aquel modo y mostrarse tan satisfecho despues de haber dicho semejante barbaridad? --?Esta diciendo que todas las mujeres son estupidas? --pregunto doblando el periodico--. ?O lo que quiere decir con sus palabras es que prefiere a una mujer tonta a su lado porque asi no se notara su propia estupidez? Lord Tamworth abrio la boca para contestar, la cerro de nuevo porque no encontraba las palabras adecuadas para hacerlo y la abrio otra vez, aunque su respuesta no fue ni todo lo ingeniosa que le habria gustado ni todo lo confiada que tendria que haber sido. --?Me esta llamado tonto, senor River? John enarco una ceja en un gesto burlon que no paso desapercibido para ninguno de los presentes. Todo el mundo conocia la mala relacion entre los dos hombres, asi que no era raro que se enzarzasen en alguna disputa de la que el conde jamas salia airoso. --En absoluto, milord. ?Acaso le ha dado esa impresion? El tono utilizado y la expresion socarrona sacaron de quicio a lord Tamworth, que estuvo a punto de abalanzarse sobre el. Si no lo hizo, fue porque sabia que saldria perdiendo en la contienda. Todos alli conocian la habilidad del senor River con los punos. Hubiese aprendido donde hubiese aprendido, no habia sido en un club de caballeros, pues era capaz de volar por el aire y golpear a sus oponentes desde posiciones imposibles. Las malas lenguas decian que lord Mersett habia sido su maestro, pero nadie podia afirmarlo con seguridad. Las burlas de John River hacia lord Tamworth eran habituales y, a pesar de ello, este era incapaz de defenderse en condiciones. Aunque, en opinion de los presentes, el mismo conde se buscaba aquello, pues sus disertaciones sobre distintos temas solian ser tan pretenciosas como erradas. Aunque eso no queria decir que no estuviesen de acuerdo con el en cuestiones como las relacionadas con las mujeres. De hecho, solo el senor River parecia creer que estaba equivocado. --?Que tipo de mujer querria usted a su lado, senor River? --pregunto lord Seth Brangwen, futuro cunado del conde de Tamworth. John se volvio hacia el y sonrio. --Solo quiero a alguien que camine a mi lado y con quien pueda compartir mi dia a dia. Una mujer inteligente que no tenga miedo de mostrar su valia frente a mi. No soportaria que ocultase su inteligencia o sus capacidades solo para evitar que yo me sienta estupido. --Miro a lord Tamworth con sorna--. Valoraria sobremanera a una mujer asi. Un murmullo de desaprobacion recorrio la sala. --Cada vez que habla me hace pensar que cree que las mujeres pueden ser iguales que nosotros --respondio el joven--. Es un pensamiento peligroso, pues ellas mismas podrian creer que algun dia llegaran a serlo. --Me parece mucho mas peligroso negar la evidencia, milord. Creer que todas las mujeres son estupidas para enaltecer su propio ego es tan injusto como absurdo. Pero peor me parece obligarlas a vivir en un estado de infancia perpetua y hacerlas creer que son incapaces de valerse por si mismas cuando no es asi. Otro murmullo de desaprobacion recorrio el salon. Nadie estaba de acuerdo con el, pero aquello no era una sorpresa. Estaba acostumbrado a ver aquellas expresiones horrorizadas, como si sus palabras fuesen capaces de abrir un agujero en el suelo que los conduciria directamente a un averno dominado por mujeres dispuestas a hacerlos pagar por sus pecados en la tierra. --Digame entonces, senor River, ?como podrian defenderse unas criaturas tan delicadas en un mundo tan peligroso como este? John se volvio hacia el hombre que le habia hablado y sonrio con amargura. --Lord Bromley, nosotros somos el mayor peligro para ellas, asi que el primer paso seria dejar de comportarnos como bestias y empezar a respetarlas. El segundo, dejar de tratarlas como criaturas delicadas. No son ninas, no son objetos fragiles y no necesitan nuestra proteccion constante. Al final lo que hacemos es protegerlas de otros hombres. ?Acaso no advierte a sus hijas de lo peligroso que es para ellas quedarse a solas con un hombre? ?No les ha explicado que deben ir siempre acompanadas y que nunca, jamas, deben salir a la calle de noche y mucho menos solas? ?Lo hace acaso por los peligros que representan la luna o las estrellas? ?O lo hace porque teme la posibilidad de que un hombre les haga dano? Lord Bromley se sonrojo, pero ninguno de ellos estaba dispuesto a ceder. ?Peligrosos ellos? Ellos no representaban ningun peligro para las mujeres, pues eran hombres honrados. Mas horas antes los mas jovenes del grupo habian hecho una apuesta sobre quien seria el que conseguiria los favores de una joven debutante que parecia muy receptiva a las atenciones masculinas. Era asqueroso. Mientras ellos debatian con enojo sus palabras, John regreso a la lectura del periodico, ajeno a lo que sucedia a su alrededor. Estaba acostumbrado a que se alterasen los animos cuando hablaba, asi que le importaba mas bien poco el resultado de todo aquello. Herir su fragil ego era como un deporte para el y lo que sucediese despues era irrelevante. Mientras desplegaba el diario, lanzo una mirada al conde de Tamworth. El solia ser el objeto de sus burlas, aunque le aburria sobremanera que no fuese capaz de rebatir sus argumentos. Se indignaba, gritaba, lo senalaba con el dedo... Era un autentico memo que habia tenido la suerte de nacer en una buena familia, porque de haber tenido que vivir lo que el habia vivido, se habria muerto de hambre. John despreciaba a buena parte de aquellos nobles porque le parecia que su simple existencia era un desperdicio de espacio en el mundo. Vivian para gastar el dinero de sus familias sin preocuparse de nada mas que de si mismos. Tamworth, por ejemplo, estaba comprometido con lady Skye Brangwen, la hermana pequena de lord Seth Brangwen. Tras casi seis anos de compromiso, todavia seguia evitando dar el paso definitivo porque mantenia una relacion con una mujer casada. Ambos esperaban el fallecimiento del esposo de esta, para lo cual faltaba mas bien poco, pues era casi cuarenta anos mayor que ella. En cuanto eso sucediese, no dudaria en romper el compromiso, lo que pondria en una situacion muy complicada a lady Skye. Si ya se habian esparcido todo tipo de rumores debido al hecho de que todavia no hubiesen puesto fecha para la boda, no se queria imaginar en que situacion quedaria ella por culpa de aquel descerebrado. La dama tenia veintitres anos ya y, si seguia posponiendo el momento, nadie la querria, por mas que fuese una de las herederas mas cotizadas del pais. A John le resultaba muy dificil entender por que los condes de Ryedale permitian que Tamworth tratase de ese modo a su hija. Habia algunos nobles en el grupo a los que respetaba, pues no era dado a generalizar. El conde de Waverley, por ejemplo, era un hombre serio y sensato que no se dejaba llevar por la estupidez de sus amigos. Siempre se mostraba respetuoso con los demas y ayudaba a su padre a gestionar las propiedades de la familia. Su hermano, en cambio, era un cabeza hueca que no sabia ni atarse los cordones de los zapatos. --Senor River. --John alzo la cabeza para mirar al hombre que le habia hablado. Lord Seth Brangwen se sento a su lado tras mirar a su alrededor. Nadie les prestaba atencion, pues estaban demasiado ocupados discutiendo sobre asuntos triviales como para fijarse en ellos--. Senor River, ?sentia de verdad las palabras que dijo antes? Despacio, John plego de nuevo el periodico y se volvio a mirarlo, interrogante. --Asi es. --?Y si la mujer fuese mas rica que usted? ?La valoraria igual? --John asintio--. ?Y si fuese una gran aficionada a la lectura? --La valoraria mas todavia. --?Y a una mujer torpe con la aguja? --John asintio--. ?Y si tuviese tendencia a discutir con usted? --Mientras no sea una mujer pendenciera y maliciosa, si la valoraria. Seth sonrio, divertido. --Tengo la impresion de que, si piensa de ese modo, nunca encontrara a una mujer con la que formar una familia. John le devolvio la sonrisa. --Si es asi, entonces estare mejor solo, milord. Si quiero un florero bonito que adorne mi casa, comprare uno. No necesito a una mujer que no me aporte nada ocupando espacio en mi hogar. ?De que me serviria? Si no puedo compartir con ella mis penas y mis alegrias y ni siquiera puedo escuchar las suyas, ?para que quiero una esposa? Para eso una pared sirve perfectamente. El joven se echo a reir y sacudio la cabeza. --En verdad me gustaria verlo casado con su mujer ideal. Estoy seguro de que, a los dos dias, la consideraria un fastidio. John penso en los condes de Mersett y la maravillosa relacion que mantenian y nego con la cabeza. --Cuando un hombre piensa que su esposa es un fastidio por manifestar sus opiniones, es porque ni la quiere, ni la respeta. Sin afecto ni respeto, la frustracion en ambos ira en aumento hasta que no se soporten. Nadie quiere eso en su vida. --Sus ideas, senor River, son tan peculiares que me asustan. ?De verdad cree que las mujeres pueden valerse por si mismas? Usted sabe tan bien como yo que es imposible, pues no son mas que criaturas desvalidas. Le concedo, sin embargo, que de cuando en cuando hay alguna mujer destacable. No voy a negar ese hecho, seria absurdo. Sin embargo, son casos excepcionales. --Mis ideas, milord, no son nada nuevo. Mary Wollstonecraft ya las mencionaba en la Vindicacion de los Derechos de la Mujer, yo solo me he apropiado de algunas de ellas y las he adaptado a mi conveniencia. Seth lo miro horrorizado. --!Incluso ha leido algo asi! John se echo a reir. --?Por que no deberia hacerlo? --Mi madre encontro esa aberracion en el cuarto de mi hermana y la quemo. Debo decir que los azotes que recibio fueron mas que merecidos. La expresion de John se endurecio. --?La azotaron por una simple lectura? --Una lectura peligrosa que no la beneficiaba en nada. Mis padres no podian permitir que perdiese el camino de ese modo. Por suerte ya ha recuperado el sentido comun. John lo fulmino con la mirada. --?De verdad cree que el caracter de una persona puede cambiarse con golpes? --Si se ha desviado del camino correcto, si.

  • Un capricho del corazon de Kate Ross

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    siempre, tiene la costumbre de dejarme abandonada en terrenos desconocidos. A veces pienso que es para poner a prueba mis capacidades y que me esta observando desde algun lugar, orgullosa y expectante con que haga las cosas como ella quiere. Otras, solo pienso que me tuvo demasiado joven y que a veces soy un impedimento para su diversion, por lo que me abandona. La primera vez fue en un restaurante cuando tenia cinco anos. Su cantante indie favorita del momento estaba en el mismo local, por lo que arrastro a papa con ella para que las fotografiaran juntas. Casi me pierdo buscandolas. La segunda ocasion fue durante mi graduacion de primaria. Termine pasando la fiesta con Marc, un nino de mi salon con el que nunca hablaba, porque ellos se sentaron con el director y sus familias. La tercera durante la boda de la tia Anastasia, y ahora, casi es un habito que me dejen a solas en la sala de los vecinos, los Jones, mientras ellos disfrutan con sus nuevos mejores amigos en su salon de juegos a las apuestas. Es asi como hemos de costearnos un auto nuevo. Molesta con ella y con papa, su alcahueta en partes iguales, me abrazo a mi misma y me dirijo al jardin de los Jones. Tienen cerezos que justamente estan floreciendo en esta epoca del ano. Alli tambien estan sus dos hijos, gemelos, llamados Dean y Liam. Estan sentados en una escalera que da con un granero en el que su padre almacena la podadora con la que tambien corta el cesped de mi casa a cambio de una cerveza con papa. Liam le dice algo Dean y este afirma, no responde a cada comentario de su hermano. Mis vecinos siempre han sido excentricos, pero sus hijos los superan, en especial Dean. Hay tantos rumores alrededor de el, desde sectas a ventas de drogas. Que la mayoria de las personas no se acercan a el sin importar que sea inteligente y el capitan del equipo de lacrosse. Yo solo pienso que corrio la mala suerte de ser demasiado timido o introvertido al lado de su hermano. En lugar de acercarme, me detengo como siempre tras un cristal, en esta ocasion el de la ventana de la cocina de la Senora Jones y los observo. Ambos poseen cabello cafe, se lo cortan igual. Casi tienen la misma contextura, creo que Dean, es un poco mas ancho. Se que poseen exactamente los mismos ojos azules verdosos. Presiono mi palma contra el cristal, manchandolo con mi aliento, mirandolos interactuar entre ellos. Son tan parecidos, fisicamente, imposibles de diferenciar a menos que te digan lo contrario, pero tan diferentes. El lenguaje corporal de Liam mientras habla grita pasion. El de Dean, mientras escucha, resentimiento. Me empapo con la vision de ambos, pero, sobre todo, con la de este ultimo. Con su aura oscura. Con su expresion desolada. Con su mirada recelosa. Tengo tantas ganas de abrazarlo, que duele. -- ?Divirtiendote? Salto y me alejo con el sonido de la voz de mama. Ella esta bajando las escaleras. Se ve tan bonita como siempre en un vestido veraniego. Sus rizos estan atados en un lindo mono en la cima de su cabeza. Su mano sostiene una copa con vino tinto. Aliso la falda de mi uniforme para intentar distraer su atencion del temblor de mis dedos. En especial, ella no puede darse cuenta de mi obsesivo y patetico pasatiempo. Se que me enviaria a un convento si lo supiera. --Quiero ir a casa --digo--. Ya cenamos, ?puedo? --Si --responde sorprendiendome, pues rara vez me permite volver sin despedirme. Es una obsesiva compulsiva con los buenos modales--. Pero antes debes contestarme algo. Trago. Conozco esa mirada en su rostro. Es la mirada de, yo se que escondes algo... -- ?Que cosa? -- ?Cual de los dos te gusta mas? -- ?Ah? --Me oiste, Elizabeth. No me gusta repetir dos veces. --Pero mama... Se acerca, ahora es la curiosidad lo que predomina en sus facciones. No se que hacer, nunca le he dicho a nadie sobre esto. Nunca le he confesado a nadie que mi pasatiempo, es espiar a mis vecinos. Y mucho menos, que me toco pensando en ellos. Mis mejillas se sonrojan mucho mas al pensar en eso. Siempre trato de ser tan discreta, pero aun asi, siento que lo sabe. Que ella y papa estan al tanto. -- ?Cual, Elizabeth? --Insiste. Separo los labios para responder, pero me interrumpe--. Piensalo bien pequena, son de buena familia, pero mientras Liam es dulce y amable, Dean es tachado como un monstruo. Es cierto que es inteligente y probablemente sera exitoso, pero es un chico peligroso. Se como es. Al principio la adrenalina opaca la realidad, te sientes al limite, volando y luego cuando se acaba, la caida es dura. No quiero eso para mi ninita. Puedo identificar autentica preocupacion por mi en su tono de voz. Eso es raro... Mama suele renirme porque hago las cosas mal y quiere que sea mejor, quiere tener a alguien de quien estar orgullosa y a quien exhibir, pero la mayoria de las ocasiones, no se preocupa de nada mas. No de mi estado emocional, no de mi autoestima... Ese es papel de papa. Muerdo el interior de mi mejilla, mi corazon se resiente ante lo que estoy a punto de decir. Convenzo a mi consciencia de que solo es para salir del paso, pero, aun asi, se siente tan mal. Casi como si me traicionara a mi misma, como si lo traicionara, aunque ni siquiera he llegado al punto en el que deposite su confianza en mi. Me doy la vuelta y regreso a mi posicion de acosadora, mirandolos, buscando cualquier gesto en el que me impida decir lo que mama espera oir. Lo unico que obtengo es indiferencia. --Liam, me llama la atencion. Y justo cuando digo las palabras, su cabeza se eleva y casi puedo leer sus labios. No se si estoy loca, pero tambien imagino un destello de decepcion en sus ojos. Anguilla, territorio britanico de ultramar, me abrio sus puertas con la mas linda vision aerea que he tenido en anos: un mar azul que se aclara hasta fundirse con el blanco de la arena, montanas hechas de diferentes motitas de verde, techos rojos y palmeras. Lo primero que hago al bajarme de la avioneta que me trajo desde San Martin, otra isla a ocho kilometros, pero mas poblada, es tomar una honda bocanada de aire. Mi nariz cosquillea adaptandose a la sal hasta que me refugio dentro del pequeno aeropuerto. Rostros desconocidos me observan con curiosidad mientras pego mi frente a la ventana panoramica de cristal con vista a la playa, anonada con el paraiso que me rodea, esperando mi maleta. Pensaran que soy una loca inglesa a la que le falta un tornillo, pero no me importa en lo absoluto. He venido aqui escapando de basar mis acciones en lo que deseen los demas, asi, que pueden besar mi trasero. Para probarlo saco mi telefono y me tomo selfies haciendo caras, coloco labios de pato de Kylie y subo un monton de historias. Para cuando he terminado ya no se molestan en ocultar sus expresiones aburridas y consternadas. Les sonrio. Mi maleta ya ha salido y no tengo problemas bajandola, asi que hago una salida triunfal ocultando mi cara con el sombrero. Este viaje se trata de mi, no de ellos. Es todo lo contrario a lo que hubiera pasado en Londres. --Senorita Black, ?es usted? --Es un senor de cuarenta anos en traje con barba prominente. Sostiene un cartel con mi nombre. Hay un corazon arriba del palito de la i. Asiento--. Debo llevarla al resort, pero necesito confirmar su identidad. Me llamo Edward. Le ofrezco mi mano al chofer que contrato la agencia. El la estrecha con duda, pero su seno se relaja cuando le enseno mi pasaporte y confirma que soy yo. No se me ocurre que tipo de crimen podria cometer alguien haciendose pasar por mi, no soy rica, pero supongo que es algo bueno. No tendre que preocuparme por la seguridad. --Permitame --dice robando el mango de mi pequena maleta de mis manos y metiendola en el maletero --. Listo. --Se sacude el polvo y abre la puerta del asiento trasero del Cadillac estacionado frente al aeropuerto--. Por favor. --Gracias --susurro adentrandome en un viaje al pasado. El coche, aunque antiguo, esta bien cuidado, el cuero debajo de mi se siente nuevo. No hay ningun tipo de mal olor dentro, ni a gasolina o contaminacion, nada. Es perfecto. Despues de un largo viaje relajo mi cabeza contra el espaldar del asiento. Sister Rosetta suena de fondo. Lo ultimo que veo antes de quedarme dormida y perderme el camino es la sonrisa de Edward a traves del retrovisor. **** Llevo mas de veinticuatro horas sin dormir, asi que mi siesta continua en la habitacion de Anguilla Ville, el resort, en su comoda y gigantesca cama con sabanas de algodon. Ni siquiera desempaco o me cambio para estar mas comoda, sueno con osos de goma, tragos de vodka y conmigo vestida de sirena. Doce horas mas tarde, me levanto preguntandome donde esta mi principe encantado. Froto mis ojos con actitud perezosa, me levanto y doy pasos vacilantes en la oscuridad hasta alcanzar las persianas. Cuando las abro descubro que el exterior luce exactamente igual que el anterior. Arrugo la frente y tomo mi telefono para ver la hora en la pantalla.

  • Los amantes anonimos de Salvador Gutierrez Solis

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    Carmen Puerto esta despierta desde hace una hora, pero no quiere comenzar este lunes, esta semana, y finge dormir. Continua, ficticiamente, el sueno de la pasada noche. Ha sonado que paseaba entre las dunas de una blanca y luminosa playa, como si fuera una de las mujeres que aparecen en el cuadro de Alex Katz que cuelga en una de las paredes del salon; que se banaba en un mar esmeralda, agua templada, acogedora; que se tumbaba en la arena, desnuda, relajada. Corria, gritaba, era feliz. Ha sonado que un hombre, alto, moreno y guapo, muy musculoso, el pelo corto y rizado, encrespado, la esperaba tumbado sobre una toalla, tambien desnudo. Cuando llegaba a su lado, el hombre la abrazaba, la besaba, la acariciaba, y comenzaban a hacer el amor. El hombre, se parecia a Alberto pero no era Alberto y hacia el amor hasta quedar sin fuerza, felices ambos, desmayados de tanto placer. A continuacion, reian, bebian cerveza y comian bocadillos, antes de volver a hacer el amor. Cuando desperto, Carmen estaba desnuda y muy excitada, y siguio sonando, ficticiamente, mientras se acariciaba con un pequeno vibrador violeta. Quiere seguir sintiendo a ese hombre a su lado, volverse a banar en ese mar esmeralda, cuando la pantalla del ordenador portatil, que la acompana en la cama, se ilumina. --?Estas despierta? --No, por eso te respondo. --Ese humor tuyo... --El humor tiene horario nocturno. --A veces ni eso. --No escoges la serie adecuada. --No te imagino riendote con una teleserie. --Deberias llevar tu imaginacion al gimnasio... --?Hay gimnasios para la simpatia? --Los cerraron con esto de la crisis. --Y a ti no te pillaba uno cerca... --Te dejo, me voy al gimnasio --en la pantalla de su Iphone puede leer JJ1 . Carmen Puerto minimiza la ventana del chat y atiende la llamada de telefono. --Dime --su voz es seria y ronca, como si pretendiera exhibir que le molesta que la llamen tan temprano, todavia en la cama. Al mismo tiempo, Carmen abre una fotografia en la pantalla de su ordenador portatil: un hombre de unos cuarenta anos, moreno, alto, con nariz prominente, ojos grandes, marrones, cejas muy pobladas, y negras, como su cabello, con facciones agradables, con una gabardina de un gris verdoso. Es Jaime Cuesta. --Carmen, disculpa la hora, pero necesitamos tu ayuda -- la conoce Jaime y sabe que tono de voz y que palabras debe emplear. --?Estas con esa? --enfadada, interrumpe a Jaime. --?Como, quien? --Esa, tu companera o lo que sea, la tal Julia... --Si, si... --disimula Jaime, pero Julia, a su lado, sabe que habla de ella y recrea un gesto de incertidumbre. --Dile que no vuelva a intentar localizarme, que no lo vuelva a intentar, que me deje en paz -- dice Carmen muy despacio, grave, amenazante. --Yo se lo digo, no te preocupes. --Jaime, no me has entendido, quiero que se lo digas ahora mismo... --?Ahora? --Ahora. --Diselo tu --le indica, y Julia arquea las cejas, preguntando. --?Que cono pasa? --le susurra Julia a Jaime, muy cerca del oido. --Yo no voy a hablar con esa tipa, diselo tu... --ordena Carmen. --No creo que... --divaga Jaime, en medio de una situacion, violenta y embarazosa, ante la que no sabe como reaccionar. --Adios, Jaime, adios... --amenaza Carmen con finalizar la conversacion. --Cono. --Adios, adios... --Espera. --Diselo. --Julia, por favor, no vuelvas a intentar localizar a Carmen --por fin dice Jaime, que se lleva un dedo a la sien, escenificando locura, mientras que Julia frunce el ceno, visiblemente contrariada. Hace por hablar, pero Jaime se lo impide, tapandole la boca con la palma de la mano. --Que no lo vuelva a hacer --imagina Carmen la escena al otro lado del telefono. Puede ver a Julia muy enfadada, histerica, haciendo lo imposible por arrebatar el movil de Jaime. --No lo hara --trata Jaime de conservar el equilibrio, contentando a Carmen, manteniendo en silencio a Julia. --Si lo hace... --no concluye Carmen la frase. --No te preocupes. Tras un incomodo silencio de varios segundos, Carmen pregunta con desinteres: --?Que habeis encontrado? --Julia te lo acaba de enviar al WhatsApp. --Julia... --Si, ya lo tienes. Carmen abre una nueva fotografia en la pantalla del ordenador. En ella se puede ver a una mujer de unos treinta y largos, cuarenta tal vez, pelo rubio muy corto, cara delgada, mas atractiva que guapa, cuello muy estilizado, ojos amplios, luminosos, de un azul cielo, sin pendientes en las orejas, de piel blanca. Es una fotografia de Julia Nunez. --Ahora te llamo --interrumpe Carmen bruscamente la conversacion. Julia se separa de Jaime, se muerde los labios y golpea con fuerza su hombro derecho. --!Eres el puto perro de la pirada esta, el puto perro, puto perro, que lo sepas! --le recrimina con violencia. --Vete a la mierda. No se detiene Carmen a contemplar las tres imagenes que ha recibido en su telefono movil, directamente las reenvia a su cuenta personal de correo electronico. El dormitorio permanece a oscuras, apenas unos rayos de sol se cuelan por las primeras rendijas de la persiana. Sin embargo, Carmen se mueve con agilidad en la oscuridad, esta acostumbrada a ella. Abandona la cama, busca a sus pies la parte superior de un chandal azul marino con tres rayas blancas en las mangas, que se coloca a toda velocidad, no cierra la cremallera, y recorre el pasillo y el salon, entre una densa penumbra que fabrica un decorado fantasmagorico; en la cocina, introduce una taza de agua en el microondas, selecciona un minuto en el temporizador, escoge al azar un tarro de capuchino --varios tarros se apilan sin orden junto a la placa de vitroceramica, sobre la encimera--; lia un cigarrillo con tabaco, Cutters Choice; anade dos pastillas de sacarina al agua caliente y cuatro cucharadas de capuchino en polvo; se dirige al desordenado y oscuro salon, durante varios segundos contempla un cuadro de Alex Katz en el que aparecen dos mujeres caminando entre las dunas de una playa --Partida --, en la pared que prosigue al pasillo, y el sueno de la pasada noche regresa fulgurante y electrico durante un segundo. Enciende el cigarrillo y lo coloca sobre un cenicero de cristal, transparente, toma asiento en un sofa de cuero marron, frente a una pantalla de plasma de 50 pulgadas, bajo otra reproduccion de Alex Katz, Blue umbrella , que representa a una mujer con la cabeza cubierta con un panuelo y bajo un paraguas en un dia de lluvia. Conecta la pantalla de plasma y, ayudandose de un teclado inalambrico, accede a su correo electronico y comienza a examinar las tres fotografias que se ha reenviado desde su telefono movil. En la primera fotografia puede ver una blanca y palida mano de mujer, seccionada limpiamente donde arranca la muneca, con las unas pintadas de un rojo intenso. --Un corte limpio, una sierra electrica con toda probabilidad. Sin rastros de sangre, unas en perfecto estado, pintadas una vez fallecida --repite en voz alta lo que escribe en una libreta de pastas verdes. La segunda fotografia corresponde a un pie, seccionado a mitad de tobillo, igualmente blanco y palido, tambien limpio de restos de sangre, igualmente las unas perfectamente pintadas, pero en esta ocasion de un azul marino muy brillante. Con una pequena cicatriz junto al menique, no reciente , tal vez un corte de la infancia, deduce mentalmente Carmen. --?Te gusta el color? --se gira Carmen, y le pregunta al cuadro de Alex Katz que tiene a su espalda: Karen (La sonrisa de Karen ). En la tercera fotografia aparece un corazon humano, cortadas las arterias y venas a ras, dentro de una de esas bolsas de plastico transparente que se utilizan para conservar alimentos. --Vaya, ha pasado por el super --murmura Carmen Puerto, sin apartar la vista de la pantalla. Carmen abandona momentaneamente el sofa de cuero, se coloca en cuclillas delante de la pantalla y, como si estuviera escaneando o memorizando las imagenes, examina las tres fotografias centimetro a centimetro. Se detiene especialmente en las unas pintadas de la mano y pie, en sus llamativos colores. Bebe el resto de capuchino con un gesto de desaprobacion, ya frio, y a ella le gusta muy caliente, lia un nuevo cigarrillo, y marca el telefono de Jaime (JJ1 ). --?Por que habeis sacado el pie y la mano de sus bolsas? --le recrimina a Jaime, nada mas escuchar su voz. --Ahhh --duda Jaime, se lleva la mano libre a la nuca, centra su mirada en Julia, que continua furiosa--, para que se vieran mejor en las fotografias --concluye. --No alteres mortajas, hijo mio ... Habeis manipulado unas pruebas --le advierte Carmen. No puede evitar pensar en Hilario Pino cada vez que habla con Jaime. --Nosotros no hemos hecho nada, ya sabes... De todos modos, lo han hecho siguiendo el procedimiento, no temas, las bolsas tambien van a ser analizadas --trata de ser convincente Jaime. --Cuando hagan las pruebas los batiblancas descubriran que los restos corresponden a tres personas diferentes, a tres mujeres, con toda probabilidad. Pero esto no quiere decir que sean victimas preferenciales --explica Carmen Puerto mientras recorre con su mano la pantalla, tal si estuviera acariciando los miembros encontrados. --Tres mujeres... --intenta decir Jaime. Julia escucha cerca de su hombro. --Tres mujeres de mas o menos la misma edad, si, tres mujeres... --se detiene un instante Carmen, hipnotizada por el azul de las unas del pie--. Estan congelados todos los restos, y me atreveria a decir que hasta hace no tanto estuvieron en un congelador, a muy baja temperatura, veinticinco o treinta grados bajo cero. Seguramente, no se trata de un congelador domestico, mas potente. --Si, estaban congelados... --confirma Jaime, sorprendido. --Teneis que haberlos encontrado en un lugar muy publico, muy popular, necesita llamar la atencion, presentarse ante todos como es debido... a lo grande: es su carta de presentacion. Ya estoy aqui , nos esta diciendo --sigue hablando Carmen mientras no cesa de mirar las fotografias de la pantalla. --Carmen, los han encontrado en tres puntos diferentes -- le rectifica Jaime, y los labios y ojos de Julia fabrican un gesto de satisfaccion. --Joder, tres sitios diferentes, joder, mas a lo grande de lo que imaginaba... Va a por todas el hijo de la gran puta. --Si, en tres. --?Donde? --Madrid, Barcelona y Sevilla. --Joder, joder, si que apunta alto. --Si, y en lugares muy populares, como tu decias --una apostilla de Jaime que contraria a Julia. --Evidente. --El pie en Madrid, en la Plaza del Callao, a escasos metros del edificio Capitol. En Barcelona, en Plaza Catalunya, la mano. El corazon, en Sevilla, a unos pocos metros del Ayuntamiento. En los tres casos, dentro de papeleras, perfectamente envueltos, bien protegidos, en esas bolsas... -- le informa Jaime. --Esas bolsas que han estropeado. --Las van a analizar --repite Jaime. --?Ya hemos comprobado las camaras de seguridad? --Si, y de momento no hemos encontrado nada. --Nada, nada... --replica Carmen y amplia nuevamente las fotografias de los tres miembros. Conoce la posicion de las camaras , escribe Carmen Puerto en su libreta. --Estamos tratando de buscar con cuantas de las denuncias por desaparicion que tenemos coinciden. Estamos en ello, ya sabes... --le gustaria a Jaime ser mas preciso. --Con ninguna coincidira, ya te lo digo --sentencia Carmen y se dirige a la cocina para prepararse otro capuchino--. Todavia no hay denuncias. --?Tu crees? --Necesita llamar la atencion --dice Carmen a la vez que abre fotografias de los lugares indicados, a traves de la aplicacion de Google. --No te puedes imaginar la que se ha montado --comienza a decir a Jaime, pero Carmen lo interrumpe. --?Cuando los habeis encontrado? ?Con cuantas horas de diferencia? --pregunta Carmen, con un lapiz en la mano. --La mano de Barcelona, ayer por la noche. El pie de Madrid cuatro horas despues, sobre las dos de la madrugada y el corazon de Sevilla hace un rato... a las siete. En ese orden los hemos encontrado. --Vaya juerga que se ha metido el cabron --comenta Carmen. Anota en una libreta: BCN, ?sabado 31M/1J?, Mad 1J, ?Sev 1J/2J? --Estamos comprobando si le podria haber dado tiempo a una sola persona... --dice Jaime. --Le ha dado --y rodea con un circulo las abreviaturas de las fechas y de las ciudades anotadas. --?Tu crees? --escucha Jaime en su telefono el crujido, al quemarse, del papel del cigarrillo que Carmen esta fumando. --Estos han sido los fuegos artificiales... --masculla Carmen. --?Fuegos artificiales? --Volvera a matar --sentencia Carmen, al tiempo que despliega sobre la pantalla un programa pirata por el que puede acceder a las camaras de seguridad de los tres lugares en los que se han encontrado los miembros. --?Como? --Volvera a matar. Y no tardara en hacerlo. LUNES, 2 DE JUNIO DE 2014. 9:00 H. A pesar de la llamada que la saco de la cama poco antes de las ocho, Carmen Puerto se entrega a su rutina diaria. Como cada manana, salvo la de los domingos, a las nueve en punto conecta la camara del videoportero de la puerta al ordenador y aguarda la llegada de Jesus mientras fuma, toma un capuchino y escucha las noticias en la radio. Aunque ella misma ha sido la que ha construido y mantiene esta excusa a lo largo de los anos, en realidad no solo lo hace por esperar la llegada de Jesus. En estas esperas, frente a la pantalla del ordenador, cada manana contempla a sus personajes habituales: los clientes del bar de la esquina, en direccion a la Avenida de Andalucia, Manuel, el propietario del taller de motocicletas, y sus caracteristicos silbidos; la duena de la fruteria de la esquina, Rocio, ese anciano de estirado pelo negro que saca a pasear su perro, un boxer con el cuello blanco, a Monica, la dependienta de la pequena tienda de ultramarinos de enfrente. Con suerte, tambien puede contemplar Carmen a otras nuevas personas, desconocidas, anonimas, a las que asigna actividades y personalidades de todo tipo. <>. Cuando era una nina, con su hermana Ana, Carmen Puerto jugaba a algo parecido, se asomaban al balcon y trataban de adivinar quien apareceria bajo el arco de la plaza. Contabilizaban los aciertos en una libreta y la que antes llegaba a diez era la ganadora. A las 9.02 h. aparece Jesus en la pantalla del ordenador. A pesar de que la imagen no es lo nitida que Carmen desearia, puede verle ojos de sueno y gesto de lunes. Carmen se reincorpora, apoya los antebrazos sobre el cristal que cubre la mesa. Repite Jesus la camisa negra, con doble cuello, que se compro en las ultimas rebajas y unos vaqueros gastados, manchados en la parte posterior de la rodilla izquierda, descubre Carmen. Como siempre, su bolsito azulon colgando de su hombro derecho. Y como casi siempre, justo despues de levantar la persiana metalica, Jesus se queda un instante, menos de un segundo, mirando hacia la camara del portal adyacente a su establecimiento. Tal vez sea su manera de desear buenos dias cada manana. --Buenos dias --dice nada mas dejar de verlo--. Karen, se ha cortado demasiado el pelo esta vez, le hace cara de tonto -- se gira Carmen sobre ella misma y le comenta al cuadro que tiene a su espalda. Como la mayoria de las ubicadas en la zona, la casa de Carmen Puerto cuenta con dos plantas, fachada estrecha, rectangular, rematada por una azotea. Calle Padre Pedro Ayala, barrio de Nervion, en Sevilla. Es una zona muy tranquila, familiar, con aspecto de pueblo en la mayoria de sus calles. Muy cerca de la antigua fabrica de cerveza Cruzcampo y de la Prision Provincial, <>, como se la conoce en la actualidad. Nada dejo al azar, la situacion geografica de la vivienda de Carmen Puerto surgio de un minucioso estudio previo: a menos de 15 minutos, caminando, de la estacion de tren de Santa Justa; a menos de dos kilometros, tras finalizar la Avenida de Andalucia, de la SE30 , que conecta con Cadiz, Huelva, Malaga y Cordoba; y a menos de 10 minutos, en coche, del aeropuerto de San Pablo. La planta baja de la casa de Carmen Puerto la ocupan la puerta de entrada, tras la que se encuentra la empinada escalera que conduce a su vivienda, y la peluqueria para <> de Jesus, Jesus Fernandez Cortes, su particular inquilino. Aunque exteriormente pueda parecer mas amplio, a tenor del tamano de la fachada, el piso de Carmen Puerto, situado en la primera planta del edificio, es relativamente pequeno: 66 metros cuadrados. Un dormitorio con dos ventanas que dan a la calle, pero que siempre estan cerradas, las persianas hasta abajo; un amplio salon cuadrado y oscuro; un cuarto de bano y una cocina rectangular, que concluye en un pequeno lavadero, en el que se eleva una escalera metalica, de caracol, que conduce a la azotea. Todavia sentada frente a la pantalla de plasma, Carmen da por concluida la conexion con la calle de esta manana, una vez que Jesus ha accedido a la peluqueria. Recupera las fotografias de los tres miembros seccionados que le han enviado Jaime y Julia. Contempla las imagenes una a una, las examina y analiza de forma individual, y a continuacion de manera colectiva, estableciendo posibles vinculos que desarrolla mentalmente. No escribe en su libreta, de momento. Visita las portadas de las ediciones digitales de algunos periodicos, necesita comprobar que, de momento, nadie ha filtrado la noticia. A traves de una de sus cuentas falsas, escoge @arga2 en esta ocasion, accede a la cuenta de Twitter de Pedro Gines, un periodista de <>, celebre por sus apariciones televisivas y por sus informaciones <>. --De momento este cabron no ha dicho nada --murmura Carmen, tras comprobar que su ultimo tuit es del 31 de mayo. A continuacion, como si alguien le indicase los pasos a dar, Carmen se coloca unas gafas de sol, unas Rayban metalicas con cristales verdes, descuelga un manojo de llaves de un clavo en la pared, a la izquierda del cuadro de Alex Katz de las dos banistas que pasean relajadamente entre las dunas y se dirige a la cocina. Se prepara un capuchino: agua muy caliente, cuatro cucharadas y dos comprimidos de sacarina. Introduce una de las llaves en la cerradura de seguridad de la reja metalica negra que separa la cocina del lavadero. Una lavadora, un pequeno tendedero y tres estanterias de pvc . Nada mas comenzar a subir la escalera de caracol, escucha: <>, que exclama un My Little Pony de tonos violetas, rosas y grisaceos, con voz aguda de cuento infantil, sentado en el septimo peldano. La voz del pequeno unicornio no sorprende a Carmen Puerto, que se detiene a medio camino de la escalera e introduce una llave en la cerradura que hay en la trampilla del techo. Ayudandose de las dos manos levanta la portezuela de acero y una avalancha de luz, de rayos de sol, se proyecta sobre su rostro. Por unos segundos, instalada en la oscuridad, Carmen Puerto se siente indefensa, vulnerable, atropellada, a pesar de la proteccion de las gafas. Aun asi, la rutina traza el recorrido, repite los movimientos de cada manana, tiene memorizadas todas las distancias, y accede a la azotea sin mayores complicaciones. Flanqueada en sus cuatro costados por un tupido y alto canizo artificial, desde la azotea de Carmen solo se contempla el cielo, interminable y azul, como una infinita cupula monocolor. Ningun edificio, antena o similar a la vista, como si se tratara de un lugar en mitad de la nada o por encima de todo. Carmen Puerto camina hasta la parte delantera, donde se alza la fachada principal del edificio hacia la calle Padre Pedro Ayala y ayudandose de una manguera azul marino riega un amplio arriate donde crecen sus plantas de marihuana. Verdes y frondosas, rezuman salud y atencion permanente. Comprueba el estado de las hojas, busca imperfecciones, examina el color y grosor de los tallos, toca la tierra para cerciorarse de que la humedad es la adecuada. Seguidamente, busca en la parte inferior de un armario de aluminio una llave, oculta en la parte interna, que no tarda en encontrar. Abre el armario, de la balda superior coge un cenicero, papel de fumar y boquillas marrones, un encendedor y una cajita de madera. Toma asiento en una hamaca de lona, en el centro de la azotea, y lia dos cigarrillos con marihuana. Durante unos segundos contempla el cielo, sin nubes, azul, monotematico, que lo cubre todo, mas alla de los canizos que la protegen de posibles miradas. A continuacion, con naturalidad, es un ritual que repite la mayoria de los dias que luce el sol, se despoja del chandal azul marino que la cubre, tambien de la ropa interior, bragas y sujetador blancos, de algodon, y desnuda se deja caer sobre la hamaca. Comienza a fumar la marihuana con los ojos cerrados. Sigue teniendo Carmen un cuerpo menudo y armonico, los anos aun no se han cebado con ella; su piel continua siendo palida y tersa, con un mapa de pecas en el pecho y en las mejillas. Delgada, de ojos inquietos, de un marron miel, nariz con intencion aguilena. Desde los veinticinco, dentro de unos meses cumplira cincuenta anos, Carmen tine su pelo de una intensa tonalidad cobriza que subraya la delgadez de su rostro. Raramente usa pendientes, anillos o pulseras, como en tantas otras cosas es una mujer sencilla, austera. Si tuviera que elegir Carmen una parte de su cuerpo se decantaria por sus manos, puede que lo haya confesado en alguna ocasion, afiladas, de unas cuidadas, jamas pintadas. Le gusta mirarlas cuando habla por telefono o cuando fuma marihuana desnuda en la azotea, como en este momento. Pero ahora, Carmen no mira sus unas, sigue reproduciendo las tres fotografias que le han enviado Jaime y Julia. Trata de establecer conexiones, puentes, con otras imagenes similares que conserva en su memoria. Una mano, un pie y un corazon congelados, envueltos en bolsas de plastico de las que se emplean para la conservacion de alimentos. <>, deduce.

  • Salud a ciencia cierta de Miguel Angel Martinez-gonzalez

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    Tras haber estudiado a una poblacion de mas de 20.000 personas durante una decada, el mayor estudio continuado hecho nunca sobre salud publica en Espana, el Dr. Martinez-Gonzalez presenta en un lenguaje claro y ameno lo que la medicina sabe hoy en dia sobre algunos de los problemas que mas preocupan a los ciudadanos: el control de peso, la dieta ideal, el colesterol, la actividad fisica, la tension arterial, los controles de salud, el consumo de alcohol, la adiccion al tabaco, el estres y hasta la felicidad.

  • Hanns y Rudolf de Thomas Harding

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    Eran los meses de invierno de 1946. Hanns Alexander -aleman, judio- se propone encontrar a Rudolf Hoss, el Kommandant de Auschwitz y responsable de la muerte de mas de dos millones de personas. Hoss habia huido a traves de un continente en ruinas y se ocultaba bajo una nueva identidad. Era, ademas, el unico hombre cuyo testimonio podia garantizar que se hiciera justicia en Nuremberg y saliera a la luz toda la dimension del Holocausto. Rudolf Hoss habia nacido en una casa aislada de la Selva Negra en 1901, hijo de un padre fanatico e intolerante, al que temia y despreciaba, y una madre distante que a menudo estaba enferma. Huerfano de padre a los trece anos, su madre dificilmente podia asegurar la subsistencia de la familia, por lo que Rudolf se alista en la Cruz Roja cuando estalla la Primera Guerra Mundial, deseoso de servir a su patria. Es enviado al frente, donde cae herido dos veces, y al finalizar la contienda es condecorado por el Gobierno aleman. Hanns Alexander habia nacido en Berlin en 1917, hijo de uno los medicos mas apreciados de su tiempo. Por el espacioso y elegante apartamento de los Alexander, situado en el corazon de la comunidad judia de la capital de Alemania, pasaban conocidos pacientes como Albert Einstein, Max Reinhardt, Richard Strauss o Marlene Dietrich. Pero al tiempo que la situacion economica y social de los Alexander era cada vez mas solida, el nazismo se enraizaba en la sociedad alemana de los anos treinta. Rudolf se alista a las SS y Hanns ve como su mundo se hunde. A traves de las vidas de ambos, este libro describe la historia de Alemania desde los anos de la Primera Guerra Mundial hasta el horror de los campos de exterminio y la derrota del nazismo. Y saca a la luz por primera vez el apasionante relato de la captura de Hoss.

  • Sincronicidad de Carl Gustav Jung

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    Carl Jung define la <> como <>. Lo que distingue una sincronicidad de sucesos sincronicos normales es la existencia de un significado subjetivo comun que inevitablemente interpreta el sujeto que la experimenta. Se trata de una teoria que descarta el principio de causa-efecto del paradigma moderno y, al mismo tiempo, es una teoria antimaterialista, puesto que se centra en una experiencia subjetiva que engloba alineamientos supuestamente <> de sucesos.
    Durante su vida, Jung vivio constantes sincronicidades tanto personalmente como en la vida de pacientes de psicoanalisis. En un determinado caso, una paciente excesivamente <> sonaba constantemente con un escarabajo dorado. Jung no podia avanzar en el psicoanalisis con ella debido a la resistencia de un modo de pensar demasiado cerrado. Sin embargo, un dia, tras relatarle la paciente otro sueno, sono un golpe en la ventana, Jung la abrio y en la habitacion entro precisamente un escarabajo verde dorado que se poso sobre la mesa. La mente de la paciente no volvio a oponer resistencia al psicoanalisis.
    Las sincronicidades suelen suceder con mayor profusion en periodos de transformacion: nacimientos, muertes, enamoramiento, psicoterapia, obra creadora intensa, cambio de profesion... En palabras de David Peat, <energia mental se propagase hacia afuera en el mundo fisico>>.

  • Perdidas y ganancias de Peter Burke

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  • Trilogia Especial Si tan solo fuera sexo de Myriam Ojeda Moran

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    ?En que momento la vida decide cambiarlo todo? Jacqueline Amoros, es una chica con una vida normal, un trabajo normal y un grupo de amigas no tan normales… Todo va bien, incluso tiene un amor platonico que la fascina, hasta que alguien de su pasado regresa de manera accidental.
    Situaciones freneticas, un sexo delicioso y un misterioso dios griego.
    Klaus Grass, llega a la vida de Jacqueline para ensenarle que es el amor frenetico, sin darse cuenta de que quiza esta apostando mas de la cuenta ?Esta uno preparado realmente para enamorarse?
    Y si es asi… ?Todo vale?
    Trilogia completa con mas de nueve millones de lecturas online, esta vez llega en un nuevo formato para cautivar cada rincon de ti.

  • Para siempre de Amaya Felices

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    La nieve caia pesada, amontonandose sobre las lapidas. La fantasmal luna de invierno tocaba con sus palidos rayos los copos estrellados, haciendolos brillar como si fueran el halito que se escapaba de los labios del hombre que, de rodillas, lloraba ante una tumba. Su abrigo, negro y largo, medio cubierto por la ausencia de color que imperaba en el paisaje, bajaba como una pesada mortaja desde sus anchos hombros hasta tocar el suelo, abrazando a aquella tierra que cubria a los muertos. Su rostro estaba inclinado contra el suelo y unos agujeros en la nieve, provocados por el calido fluido vital que destilaban sus ojos, evidenciaban tanto o mas que sus hombros agarrotados el dolor que lo recorria. En la piedra que coronaba la sepultura, el manto blanco tan solo dejaba ver un nombre y el inicio de una fecha: Maria... 19...; asi como el esbozo tallado de los rasgos de lo que debio de ser una joven hermosa. En las sombras de la noche, en el cementerio de aquel pequeno pueblo espanol medio olvidado por sus habitantes, la mujer que portaba un ramo de rosas no vio al hombre que sufria en su homenaje silencioso. Ocupada con sus propios pensamientos e intentando localizar una estela en concreto, no se dio cuenta de la inmovil figura arrodillada hasta que choco contra ella. Sacudida de repente de sus recuerdos, se mordio los labios para callar la maldicion que pugnaba por escaparse de estos. --?Lo siento? ?Le he hecho dano? --se intereso algo preocupada. Una cabeza de cortos y rizados cabellos negros se alzo hacia ella, unos ojos de un tono tan oscuro como el dolor con el que la miraban la dejaron casi sin aliento. No se lo esperaba. --?Eres real? --susurro el. Su voz era profunda y habia algo, aparte de la oscura influencia del lugar en el que estaban, que hizo que la mujer se estremeciera, como si el desconocido no perteneciera a este mundo. --?Que? --se sorprendio la mujer. Era la noche de todos los Santos, de acuerdo, pero ella, con su moderno corte de pelo rubio, su abrigo rojo y sus zapatos negros de tacon no tenia aspecto de no ser de carne y hueso. Siempre le habian dicho que era una mujer de aspecto fragil mas nunca la habian confundido antes con una aparicion. Si es que era eso lo que le acababan de preguntar. --Perdone... --comenzo a levantarse el--, me ha sobresaltado apareciendo asi, como de la nada. --Se sacudio la nieve de los vaqueros y la miro. Los huecos de sus lagrimas habian quedado cubiertos de blanco--. Sobre todo ahora que acababa de invocarla... --murmuro en voz baja las ultimas palabras. --?Disculpe? --Nada, cosas mias --esbozo una sonrisa triste--. ?Busca a alguien? Quiza pueda ayudarla. La chica de cabellos claros se lo quedo mirando, con un dedo dubitativo en su barbilla, como si estuviera intentando dilucidar si era cuerdo entablar una conversacion con un extrano mas alla de la medianoche. Estuvo a punto de decirle que no pero, por mas que no consiguiera acordarse de que, era como si lo conociera de algo. Sacudio la cabeza para librarse de semejantes ideas y decidio que podia confiar en que no iba a intentar robarle. --Se que no son horas, pero he llegado hace poco al pueblo y no queria irme a dormir sin visitar su tumba. --?Senorita? --pregunto dubitativo y continuo ante el cabeceo afirmativo de esta--, imagino que usted tiene muy claro a quien se refiere pero me temo que si no me dice algo mas no voy a poder ayudarla. La mujer se sonrojo ante la torpe omision que acababa de cometer. Fue refrescante para ella pues no solia hacerlo, no desde hacia mucho. --Mi abuela, la tumba de mi abuela. Mis padres y yo nos mudamos a Francia y no habia estado aqui desde que era nina. O al menos desde que ella... --su voz se apago hasta convertirse en un susurro. Pero el hombre, si bien recogio esa nota quebrada, se quedo con el dato de Francia. Lo asimilo, haciendolo encajar con el acento que acompanaba a la manera musical en que ella hablaba. Si no fuera porque sabia que era imposible al verla ante el, con esos mismos rasgos a los que habia suplicado, maldecido y pedido perdon una y otra vez, juraria que el fantasma de su amada se habia hecho carne en esa noche donde los espiritus eran mas fuertes. Si no fuera posible... creeria que estaba otra vez viendo su delicado rostro. Y mientras el hombre intentaba no pensar en ello, en el breve silencio que habia caido entre los dos, la mujer habia olvidado por unos instantes sus propios problemas, atraida como la luz a un agujero negro por la profundidad que percibia bullendo tras los intensos ojos de aquel extrano. (?Habia estado llorando? No es que hoy en dia eso fuera algo tan raro como antano, pero aun asi ella no podia evitar desear saber la respuesta a que podia haberle hecho tanto dano. Y no deberia, pues la vida le habia ensenado a no interesarse por nadie). Al final, la voz masculina rompio el silencio, con fuerza, como obligandoles a ambos a recordar donde estaban. --Si me dice la fecha de la muerte, podemos intentar buscarla. El cementerio no es pequeno pero ha ido creciendo de manera radial, con lo que no creo que sea muy dificil hallarla. --Mire, esto es una locura. --La mujer solto una risa nerviosa, como si se lo hubiera pensado mejor--. Mejor me voy y vuelvo manana. Le otorgo una sonrisa simpatica y comenzo a girarse. --Espere, ni siquiera se su nombre. --Agarro la manga de su abrigo; fuera ella o no, no queria que se marchara. Ella lo miro algo preocupada y tiro para soltarse. A continuacion echo a andar a paso vivo hacia la salida del cementerio. Cambio de opinion a medio camino, atraida como se sentia por ese extrano que parecia recordarle a alguien y se paro un instante, justo el necesario para responderle. --Maria, me llamo Maria. La brisa que se levanto con sus palabras ahogo el eco de sus pisadas. La nieve comenzo a arremolinarse con fuerza y el hombre se giro otra vez hacia la lapida que habia ido a visitar. Sus labios se abrieron y pronunciaron su nombre (Maria...) con la devocion de un rezo, la rabia de una maldicion y la certeza del que se sabe condenado. Bajo sus pies, quedaron aplastados los huecos que sus anteriores lagrimas habian horadado en el blanco suelo. Y los recuerdos fluyeron otra vez, reanimados por ese delicado rostro, sumergiendole en la oscuridad de otra noche de todos los Santos, una acaecida tiempo atras. --Vamos, date prisa --apremio en voz baja el joven a la muchacha que se estaba escabullendo por el jardin de la casona de sus padres. --Shhh, que nos van a oir. Maria acabo de cruzar sendero que la separaba de su amado, entreabrio la puerta de la verja y salio al camino. Mientras esta se cerraba a sus espaldas con un ruido metalico, ella se abrazo a Pedro, dejando caer el hatillo que llevaba entre las manos. --Has venido... --Te lo habia prometido, como no iba a venir si no deseo mas que pasar el resto de mi vida a tu lado. --Vas a perder tu trabajo por fugarte conmigo. --Y tu, tu herencia y tu posicion. --La tomo con dulzura de los hombros y la separo un poco de si, no porque lo deseara sino para poder ver sus ojos, esos enormes ojos verdes de hechicera--. Perdoname por preguntarte otra vez, no es mi intencion dudar de ti, pero necesito recordarte que todavia estas a tiempo: ?seguro que quieres continuar? --Si, Pedro, si que quiero. Y vayamonos antes de que las criadas o los hombres de mi padre se den cuenta de que pasa algo. Los ojos de el se iluminaron de alegria. No habia podido evitar contener el aliento, ni aun en el impetuoso ardor de la juventud concebia que la bella Maria fuera a abandonarlo todo para ser su esposa. Se casarian en ano nuevo, el mismo dia en el que estaba planeada la boda de su amada con otro hombre, uno con varias haciendas. Acerco los labios a los de ella para robarle un beso, no por breve menos apasionado y, tras ayudarla a subir a la grupa de su caballo, emprendieron ambos el camino hacia su nueva vida. El problema llego con la madrugada y los lobos. Se acercaron raudos, silenciosos, sin avisar; como sombras oscuras entre los copos de nieve que conseguian atravesar los arboles. Los amantes, que habia tomado el camino del bosque, se habian parado a descansar en un claro tras considerar que ya estaban lo suficientemente lejos del pueblo. Pese al frio, estaban tapados con mantas. La nevada y el miedo a ser detectados habian impedido que encendieran un fuego. Y cuando llegaron las bestias, la espada de Pedro no fue suficiente: el fue herido pero ella... ella cayo con una fea mordedura en el vientre, una que el no pudo impedir por mas que intento colocarse entre los lobos y su prometida. Corrio la sangre, animal y humana. El invierno estaba siendo especialmente frio y los lobos estaban debilitados por el hambre pero aun asi eran tres y Pedro, por muy buen espadachin que fuera, solo uno. Cuando la loba consiguio rodear su acero y alcanzar a Maria, apoyada asustada contra el tronco de un arbol, el, en medio de un alarido salvaje, dejo su espalda descubierta para socorrerla. Acabo con la bestia en medio de un arrebato de desesperada furia; los otros lobos aprovecharon para herirlo por detras. Despues, ignorando el dolor, se giro para seguir luchando por sus vidas, cuando todo lo que deseaba era comprobar si la herida de Maria era tan mala como le habia parecido. Pasaron interminables minutos hasta que acabo con el ultimo de sus enemigos y pudo inclinarse sobre esta. El mordisco era terrible, una boca sangrante abierta en su vientre. Y ella habia perdido ya tantas fuerzas... Rasgo el hatillo que la mujer habia portado y la tela blanca del vestido que habia dentro, un trozo de la cual uso para presionar la herida. Petalos rojos brotaron en la tela, expandiendose, como burlandose del invierno, de la fria inmutabilidad que seguia cayendo del cielo. --Aguanta, Maria, aguanta. No puedes dejarme.

  • ?Cuanto pesan las nubes? de

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  • El Efecto Humano de Miguel Angel Caro Galan

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    Ariadna Rhod, una mujer con un extrano pasado y a la que no le importa nada ni nadie despierta sola en un planeta desconocido sin recordar como llego hasta alli. En su viaje para averiguar lo que ocurrio, descubrira que su vida jamas volvera a ser la misma y sentira algo que la cambiara para siempre. El efecto humano. Este libro esta dedicado a los amantes de la ciencia ficcion. Los que cada noche suenan con tiempos futuros, tecnologias que aun no se han inventado y viajes a sitios que aun no se puede llegar. Todos imaginamos mundos mejores, pero por mucho que odies en el que vives, siempre hay algo por lo que vivir.

  • Operacion Rigoletto de Ricardo Hansen

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    Heriberto y John habian planificado la estafa perfecta, pero cometieron un error, involucrar a Sofia. Ella habia perdido lo que mas amaba y cierto dia, comenzo a sentirse observada. Su mascota ladra incesantemente hacia la puerta. Esta sola e indefensa en medio de su mansion. Atizaron el fuego de su odio y ahora clama por venganza. Su vida cambio radicalmente desde aquella vez y ellos, comprendieron tarde de cuanto seria capaz.

  • Gloria de Eduardo Mendoza

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    Gloria y Ricky, Silvia y Coponius son dos matrimonios amigos y propietarios de una editorial. La ruptura de una de estas parejas implica la necesidad de encontrar un nuevo socio. Un camarero con una doble vida y un caballero rico y sin escrupulos son los demas personajes de esta obra, capaz de arrancar carcajadas y mover, al mismo tiempo, a una honda reflexion.

  • Sangre y hueso (Cronicas de la Elegida 2) de Nora Roberts

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    Hace trece anos, una catastrofica pandemia acabo con millones de vidas. Los supervivientes vagan por un mundo devastado, peligroso. Algunos han descubierto que tienen habilidades especiales y esto les ha convertido en presas del resto.

  • La posada del viajero, Armando Rodera de Armando Rodera

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    Cantabria, finales del siglo XIX. Tras la inesperada muerte del cabeza de familia de los Abascal, su viuda e hijos deberan sacar adelante una pequena posada de viajeros, en el corazon de la villa marinera de Suances.

  • Ebano (Enfrentados 2) de Mercedes Ron

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    Amar nunca fue tan peTheme Settingsligroso como en <>, la nueva saga de Mercedes Ron.

  • Un asunto del diablo de Paolo Maurensig

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    La literatura es un asunto muy serio en el pueblo suizo en el que transcurre esta novela: todos sus habitantes, desde el cura anciano que lleva anos redactando sus memorias hasta la muchacha ingenua que fabula cuentos infantiles infantiles, escriben y ambicionan, sin exito, ser publicados. Pero todo cambia cuando el diablo entra en escena disfrazado de editor. ?Quien no estara dispuesto a hacer un pacto con el con tal de ver publicado su libro? Solo el rubio padre Cornelius, enviado por la diocesis en ayuda del parroco local, advertira del peligro de la situacion.

  • Oracion de Maria Moreno

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    Partiendo del enfrentamiento en el que muere Vicki Walsh a traves de documentos y testimonios de sobrevivientes, Oracion es una relectura de la obra periodistica de Rodolfo Walsh y sus procedimientos estetico-politicos a partir de sus “Carta a Vicki” y “Carta a mis amigos”, menos conocidas que su “Carta a la Junta”. Combinacion y cruce de generos, el libro es principalmente una investigacion sobre la verdad en su dimension para-judicial, sus metaforas y el nuevo valor del testimonio.

  • Pasajera , Alexandra Bracken de Alexandra Bracken

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    Una novela que se adelanta a la tendencia mas actual: los viajes en el tiempo. Una cuidada ambientacion historica y exoticos parajes de todo el mundo. Mentes poderosas, la trilogia anterior de Alexandra Bracken, se publico en 13 territorios con gran exito y, en estos momentos, se esta preparando su adaptacion al cine. Una historia de amor mas alla del tiempo y del espacio. Totalmente apasionante.

  • Mi nombre es Greta Godoy de Berta Bernad

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    Greta Godoy decide cerrar su cuenta de instagram cuando llega a los 2 millones de seguidores. Guiada por un deseo incontrolable de volver a conectar consigo misma. De recordar quien era ella antes de entregar su vida a todos aquellos “fans” que la llevaron al exito.

  • La gitana de Arwen Grey

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    John Pickery casi sentia la musica como una parte mas de si mismo. Los tambores batian al ritmo de su corazon y las guitarras hacian que su sangre se acelerase. A esas alturas, conocia el programa de la compania de variedades de memoria. Podia recitar los numeros de inicio a fin y podria anunciarlos incluso mejor que el propio presentador, que abusaba del polvo y del colorete de un modo indecente, por no decir que usaba una talla de corse mas pequena de lo que deberia, haciendo que una doble capa de carne asomara entre la cinturilla de su pantalon y su colorido chaleco. Abria el espectaculo la soprano que desafinaba al llegar a los agudos y parecia que se le iban a saltar los ojos de las cuencas por culpa del esfuerzo. Habia pasado su primera y hasta su segunda juventud y ni siquiera el maquillaje podia disimularlo. Aunque, no podia negarlo, infundia cierta ternura por su intensidad dramatica. Luego venian las gemelas bailarinas. Tenian talento y eran muy hermosas y sensuales. Cuando su numero acababa, la mitad de los caballeros se levantaban de sus asientos y acudian con flores y regalos a visitarlas. Y de paso el patio de butacas se aligeraba de los aromas de sus perfumes pesados, y el lo agradecia. En tercer lugar, un malabarista borracho ejercia sus labores como podia. Perdia sus mazas, sus bolas, maldecia, pero a la gente le gustaba precisamente por eso, a juzgar por los aplausos que recibia. Y entonces salia ella. Un rasgueo de guitarra anunciaba su salida. La voz del presentador, un poco ahogada por el apretado corse, trataba de dar emocion al momento: --Y ahora, lo que todos ustedes han venido a ver. La hermosa, fascinante, el hada que les embrujara sin necesidad de usar una varita. --Estas palabras siempre eran recibidas por unas risas soeces, aunque John no dudaba ni por un segundo de que esa era la intencion del presentador, porque jamas cambiaba su discurso--... Recien llegada de la calida Espana, con el fuego del sol todavia en las venas: Dolores, la Gitana Hechicera. El cartel que habia visto hacia ya varias semanas mientras paseaba con Cecil no le hacia justicia. Y no solo porque era imposible que ningun artista fuera capaz de captar todo el magnetismo que esa mujer desprendia, sin necesidad siquiera de mover una pestana. Un aplauso cerrado amenazo con derrumbar el Teatro Real de Bath cuando ella aparecio en el escenario. Iba descalza y llevaba un vestido rojo y extravagante, lleno de volantes, fabricado en una tela vaporosa y de textura transparente a contraluz, que parecia flotar a su alrededor, dejando sus tobillos, parte de sus pantorrillas, sus brazos, su cuello y sus hombros a la vista. Tanta piel desnuda, un poco tostada, aunque no tanto como cuando la habia conocido en Espana, hacia que todos los hombres a su alrededor gritaran como una jauria salvaje. La gitana llevaba las munecas adornadas con pulseras, y un sonido como de cascabeles la acompanaba a cada paso. Su melena oscura caia sobre su espalda y sus hombros como un velo. Una especie de grunido animal partio de su vecino de butaca, como si fuera un perro de caza que acababa de vislumbrar a su presa. John lo miro con desprecio, aunque se gano por ello una risa todavia mas soez. La musica empezo a sonar, ritmica y machacona, aunque ella todavia no se habia movido. No lo necesitaba para aduenarse de todos los que quedaban en el patio de butacas, que esperaban con el alma en vilo. Algunos de los admiradores de las hermanas bailarinas habian regresado y no volverian a marcharse. Cada dia se quedaban mas, a medida que la fama de Lola se extendia por la ciudad. Y entonces uno de los pies de la gitana se movio. Empezo a girar sobre si mismo, sin apenas despegarse del suelo. Los ojos de John, y los de todos los presentes, quedaron atrapados por aquel simple apendice en movimiento. Era hipnotico. Era magico. Era sensual y electrizante. Justo cuando todos pensaban que no podrian resistirlo mas, una de sus manos empezo a girar tambien. El sonido de cascabeles inundo el teatro. Y la sangre de John se acelero al ritmo de la musica. A John se le escapo un suspiro y supo que nada habia cambiado en seis anos. Sin duda, seguia amandola como un total idiota. [?][?][?] La marea de tipos con flores, bombones y paquetes sospechosos habia ido desapareciendo poco a poco. Uno a uno, habian ido pasando tras la puerta de Lola, y el lo habia soportado con una paciencia desconocida para el. De pronto, el pasillo estaba vacio. Solo quedaba el. Y ante el, la puerta cerrada con un cartel en el que estaba escrito el nombre de la nueva estrella del teatro, y casi diria que de la ciudad, con una letra torpe y con unas faltas de ortografia atroces. Dolares, la Gitana Hechizora. Sus ojos de editor se achicaron al ver aquello, aunque se contuvo como pudo para no sacar una pluma para corregirlo. Al fin y al cabo, habia cosas mas importantes. Tras aquel cartel horrendo y tras aquella puerta, estaba la mujer a la que amaba y a la que no habia visto en seis anos. Inspiro hondo. Habia hecho cosas mucho mas dificiles que tocar y declararse, se dijo. Dio un paso hacia adelante e intento no pensar en todo lo que les habia separado. Para empezar, seis largos y oscuros anos. Y un mar frio y lleno de tempestades. Y la cabezoneria de Lola. De pronto la puerta se abrio y la vio ante si. No parecia demasiado feliz de verlo. Aquella vieja expresion de enfado que parecia tener siempre que lo miraba no habia cambiado en seis anos. Se habia quitado el vestido rojo y llevaba una bata blanca cerrada hasta el cuello. Su cabello oscuro estaba recogido sobre la cabeza y no parecia la misma persona que habia bailado hacia solo una hora en el escenario. Eso la hacia mas ella. Casi era la misma muchacha que le habia mirado casi con la misma expresion en una tienda apestosa en un descampado espanol. Sintio que la vista se le nublaba, y se dio cuenta de que habia dejado de respirar. Todo lo que habria querido decir se borro de su cabeza. A el, que no callaba jamas. --Llevo viendote entre el publico dos semanas, Juanito Piquer. ?Has olvidado lo que te dije la ultima vez que nos vimos? Lola hablaba ingles mucho mejor que cuando la habia conocido. Ahora su acento espanol era mas suave, practicamente inexistente. Se pregunto cuanto tiempo llevaba en Inglaterra para poder hablar con aquella fluidez, y por que no se habia enterado. Intento hablar, pero las palabras volvieron a atrancarse en su boca. Por todos los santos, ?que diablos le pasaba? Asi era imposible conquistar a nadie. Lola suspiro y bajo la cabeza. John vio su coronilla solo por un instante, justo antes de que se la estampara contra la mandibula. Fue tan rapido que no pudo reaccionar. Se encontro arrinconado contra una pared, con un brazo sorprendentemente fuerte apretandole el cuello y la hoja afilada de una navaja que conocia muy bien besando su mejilla. --Tienes poca memoria dentro de esa hermosa cabeza, Juanito. Te dije que te mataria si volvia a verte. Supongo que no me queda otra que hacerlo. John trato de enfocarla, pero su rostro, tan cerca que podria darle un ultimo beso, estaba cada vez mas borroso. Algo que siempre le habia gustado de ella era que eran casi igual de altos y no tenia que agacharse para besarla. --Todavia te amo --dijo, o tal vez penso. Entonces sus piernas fallaron bajo el y cayo cuan largo era. Al menos murio con el corazon aliviado. PRIMERA PARTE 1 1812 EN UN LUGAR DE CASTILLA --Es una lastima. Era un joven prometedor. El general Wellington, con las manos a la espalda, contemplo al teniente Cecil Moorehouse, tendido en una camilla, inconsciente desde hacia dos dias. Sus palabras eran educadas, pero todos los que le rodeaban sabian que no habia conocido al hombre herido mas que de pasada. Aun y todo, asintieron y estuvieron de acuerdo. El solo hecho de que el gran hombre y heroe de la patria se hubiera acercado hasta alli era todo un honor y Cecil lo apreciaria, si es que llegaba a despertar un dia. El accidente habia sido absurdo, ciertamente. Unos jovenes reclutas habian intentado cazar a un conejo que se habia cruzado por el campo de tiro durante una practica y uno de ellos habia desviado el tiro hacia donde estaban los oficiales. La bala no le habia dado de lleno al teniente en la cabeza, sino que le habia rozado la sien. De hecho, en un primer momento todo habia parecido una tonteria, pero de pronto el teniente Moorehouse habia empezado a sentirse mal y habia caido inconsciente. Y no habia vuelto a despertar. --Habra que avisar a la familia. Wellington, que ya estaba pensando en otros asuntos, como en su nueva ofensiva contra su archienemigo, Bonaparte, en todas las cosas que estaban saliendo mal desde que habia llegado a Espana, o en el corte de su nueva casaca, miro al medico del regimiento por encima de su imponente nariz. El joven tendido a sus pies bien podria pertenecer a su familia, porque estaba dotado de un apendice similar, aunque, en el caso de Cecil, no era tan pronunciado. --Claro. Lo dejo en sus manos. --El general saludo y enfilo la salida de la tienda, seguido de sus hombres--. Tengan ustedes un buen dia, caballeros. Una vez a solas con su paciente, el doctor suspiro. Habia poco mas que pudiera hacer por el convaleciente, ademas de lo que ya habia hecho, como no fuera escribir aquella carta. Lo complicado era decidir que decir en ella. [?][?][?] LONDRES, UN MES MAS TARDE --No esta muerto. La voz empecinada de Rosamund Moorehouse sono tal vez mas aguda de lo habitual, e hizo que Frederick Pickery elevara la mandibula. --Desde que se escribio esa carta, podria haber ocurrido cualquier cosa, amor mio. Frederick sintio la frialdad instantanea en la mirada de la mujer a la que amaba. Durante anos habia tenido la esperanza de que ella cediera y aceptara casarse con el, pero siempre habia alguna excusa, algo que se interponia. Primero habia sido la muerte de los padres de Cecil y de James. Los ninos necesitaban a alguien que los cuidara y guiara. Cuando estos habian sido mayores, habia llegado Napoleon Bonaparte con sus ansias de conquistar el mundo. Luego Cecil se habia empenado en marchar a Espana con Wellington.

  • Salvese quien pueda de Andres Oppenheimer

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  • El Hielo Negro de Michael Connelly

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    Cal Moore, del departamento de narcoticos, fue encontrado en un motel con un tiro en la cabeza cuando estaba investigando sobre una nueva droga de diseno llamada <>. Para el detective Harry Bosch, lo importante no son los hechos aislados, sino el hilo conductor que los mantiene unidos. Y sus averiguaciones sobre el sospechoso suicidio de Moore parecen trazar una linea recta entre los traficantes que merodean por Hollywood Boulevard y los callejones mas turbios de la frontera de Mexico.

  • Nemesis de Cristian Rolandini

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    Alondra es una brillante abogada que se destaca tambien como una infalible detective en la fuerza de seguridad mas importante de su pais.
    Al verse en peligro su reputacion, en un intento desesperado para salvarla, acude al peor de sus instintos para involucrar y condenar a Alex, su amante, a la prision por un crimen que no cometio.
    Anos despues su vida, y principalmente la de su amada hija Lisa, se vera atrapada en un alud de sangre del que les sera practicamente imposible escapar.
    Muertes, enganos y desamores hacen que esta historia mantenga al lector en suspenso desde el principio hasta el final.

  • Asfixia de Raul Garbantes

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  • El silencio de Lobo de Kris L. Jordan

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    Un bonito hotel sobre un acantilado, un hombre que quiere ser libre, dos mujeres que huyen del amor, el mar…A Lobo le gusta banarse en agua helada y dormir al raso bajo las estrellas.Carol adora cocinar, es sensible, carinosa. Pero la vida no la ha tratado nada bien.Katy fue una modelo cotizada. Dolida tras un desengano, decide dejarlo todo y junto a Carol, hacer realidad el sueno de su abuelo Colin. Un viaje que las llevara a Kirkwall, una bonita villa de las islas Orcadas. ?Que papel jugara Lobo en esta ecuacion? Descubrelo en El silencio de Lobo

  • Dulce tormento de Giselle Penaloza

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    Mia se preguntaba cada dia como iba a superar la repentina muerte de su madre, y el hecho de vivir con un padre que la habia abandonado anos atras.
    Tan solo era una nina de diecisiete anos y la vida se le habia roto en mil pedazos. Mudarse a una ciudad desconocida para ella y tener que empezar de cero, no entraba en sus planes, pero Justin irrumpe en su imperfecta existencia y pone su mundo patas arriba.
    El no le conviene y ella es capaz de volverlo loco, una combinacion explosiva que cambiara el rumbo de sus vidas.
    ?Podra recomponer Justin el puzzle en el que se ha convertido el corazon de Mia?
    Apasionante, temperamental, una novela que te cautivara desde el minuto uno.

  • La ultima neandertal de Claire Cameron

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    Hace 40.000 anos, cuando la era de los neandertales esta llegando a su fin, un ultimo grupo familiar lucha por sobrevivir despues de un duro invierno. Chica, la hija mayor, esta en edad de reproducirse para asegurar la continuidad del clan, pero la familia acabara separandose y ella tendra que sacrificarse por la supervivencia de los suyos.

  • Un mapa en la cabeza de Ken Jennings

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    ?Por que nos fascinan tanto los mapas? Un libro unico y sorprendente sobre las curiosidades,
    historias y anecdotas presentes en los mapas y en la capacidad que ha tenido la cartografia para
    transformar el mundo.

  • Vanessa (Senoritas americanas 4) de Scarlett O'connor

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    ?Quien estaria tan desesperado como para casarse con la arisca Vanessa Cleveland?Desesperado y demente. William Witthall, conocido como el conde Loco, esta en la ruina. Quiza se deba a su mala administracion o, tal vez, a su aficion a hablar de duendes. No lo sabe. Lo unico de lo que esta seguro es de que necesita ayuda para salvar sus tierras, y ?quien mejor que la brillante senorita Cleveland?
    Vanessa no podra resistir el desafio de probar que puede hacer todo aquello que le es vedado, mas aun, cuando los secretos de su pasado vuelvan para atosigarla y la obliguen a averiguar de que estan hechos sus suenos y aspiraciones.

  • No es amor, es diciembre de Susanna Herrero

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    Adam Wallace es abogado. No le gustan los quimicos.
    Ariadna Cabana es quimica. No le gustan los abogados.

  • Piluca y el sindrome de Willy Fog de Carla Crespo

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    Harlequin se queda contigo y te acompana alli donde estes. Con este motivo nuestras autoras han escrito unas maravillosas historias para ti. Esperamos que las disfrutes.

  • Princesa de cenizas de Laura Sebastian

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    Princesa. Prisionera. Huerfana. Rebelde.

  • En el oscuro bosque de Sandara de Yaiza Castro

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    Los habitantes del remoto valle de Sandara sufren, desde hace decadas, extranos ataques de un ser al que ellos llaman la Bestia. La llegada de un joven detective ingles, Alan Wood, al valle para investigar dichos actos, despierta los recelos entre sus habitantes, habituados a esconder secretos demasiado oscuros. Las agresiones, sumadas a la desaparicion de una joven, hacen que el detective se involucre por completo en un misterio que tiene mas aristas de lo que parece en un principio. Los pactos de silencio y los mas terribles secretos hasta ahora escondidos con celo empezaran a desvelarse, asi como la imponente presencia de una chica a la que todas recuerdan pero nadie nombra, por miedo, o… para protegerla.

  • Hombres de Angelika Schrobsdorff

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    Con una extraordinaria precision en el estudio de los personajes, y un estilo directo y sin rodeos, Angelika Schrobsdorff narra en <> --otra de sus grandes novelas autobiograficas, a la altura de <>-- la educacion sentimental de una hermosa joven que alcanza su madurez entregada a la furia de vivir, sobrevivir y revivir. Eveline Clausen, la turbadora protagonista de esta novela, es hija de padre aleman y madre judia, y su infancia se desarrolla en pleno ascenso del nazismo. No es solo un personaje <> con partes de la vida de la propia Schrobsdorff y de otras mujeres a las que conocio en su juventud, sino toda una figura de carne y hueso.

  • ATEMPORAL; Escandinavia de Alana Yitani

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    Tira su escudo a la arena y corre hacia mi, sin ningun miedo de enfrentarse a un hombre. Desenfundo mi espada y todos mis musculos se preparan para matar. Veo por un segundo como desfilan imagenes rapidas, por mi mente, acerca de mis anos como guerrero irlandes. Estoy seguro de que podre atravesarla, pero me aborda con una fuerza descomunal, una voracidad imprevista y, desde un angulo lateral, patea mi rodilla con tal fuerza que logra desajustarla. La hoguera de sus ojos y su temor a nada logran bloquear mi estocada, y mi espada vuela a tres metros, sin lograr alcanzarla. Al no poder controlar mi cuerpo, me desplomo de espaldas sobre mis manos. La salvaje me va a asesinar. Quiero correr, pero su hacha me rodea, sus ojos me acorralan. Presiento que si muevo un solo dedo, acabare con una hoja de hierro filoso, en la mitad del craneo. La fiera esta parada frente a mi, con sus brazos y piernas abiertas en posicion de ataque. Sus fuertes extremidades seguro me destrozarian, en menos de un pestanear. Le pregunto: -?que es lo que quiere? ?Quien es usted? ?De donde viene?- Vocifera un idioma desconocido para mi; grita y grita, sin parar; no me entiende; esta enojada. Puedo ver como pelea consigo misma, le grita al cielo y a mi, se golpea la cabeza, y decido callarme. ?Que espera para aniquilarme? El retumbo en mi cabeza no dura mucho tiempo, e intento probar otra pericia. Me golpeo el pecho, con mi mano empunada, para promover su ataque y, asi, tener la oportunidad de tumbarla a la arena. De esa manera, podre acabar la pelea. Es mi honor el que necesita hacerse entender. Respirando como un toro, frunce el ceno. Sigo sin comprender y se me han acabado las alternativas. Debo sacrificarla yo primero. Examino la situacion rapidamente y trato de hallar una alternativa que me permita llegar hasta la espada, sin que la empune la barbara primero. Decido hacer una movida arriesgada: ruedo aceleradamente hacia mi arma. La salvaje lanza el hacha, pero sorprendentemente cae lejos de mi, como si no tuviera la menor intencion de acertar. Tomo presurosamente mi espada y se que debo embestir. La fiera se arropa con su escudo, y ahora soy yo quien tiene el poder, pero inexplicablemente me siento incapaz de hacerle dano. Ella me mira aturdida. No se si es por su posicion ahora vulnerable o porque, tal vez, le pasa lo mismo que a mi: una asombrosa imposibilidad de herirnos. Pasan unos pocos segundos de inmovilidad y confusion, cuando aparecen dos de su grupo. Lo se por sus vestiduras y las figuras que tienen marcadas en sus cuerpos. Portan chaleco de piel cosido, cota de malla de metal, gruesos pantalones de lana y capa tambien de lana sujeta a un costado. Las pesadas espadas eran sostenidas por robustas correas de cuero, y tenian dibujadas, en las caras, gruesas lineas negras que aterraban a los enemigos. Mi ser animal despierta de nuevo, con mas ofuscacion. Ahora, el peligro acecha con mas intensidad: dos hombres y una mujer salvajes me van a mutilar hasta la saciedad. Al llegar, ellos discuten con ella, de modo tosco. Por el tono del debate y los gestos, asumo que no se ponen de acuerdo. Yo, mientras tanto, pienso como escapar, pero las probabilidades son pocas, al correr con una rodilla enferma y con tres endemoniados tras de mi. No tengo mas alternativa que enfrentarlos hasta el ultimo aliento. Se produce otro suceso extrano y los barbaros se retiran molestos, alegando algo incomprensible. Quedamos solos de nuevo, ella y yo. Me mira detenidamente, intentando descifrar algo. Tal vez queria, igual que yo, entender el enigma del momento y comprender porque no pudimos terminar una situacion tan natural: ?por que diablos no nos pudimos matar? Sigilosamente, logra recuperar su hacha, cuidandose de mi, pero yo estaba un poco lejos de su sombrio artefacto. Traicioneramente, se abalanza de nuevo y, con mas fuerza que la primera vez, me desencaja la otra rodilla. Quedo tendida a sus pies, bramando de dolor. Me quita la espada y la tira al mar. Luego, toma una cuerda que tenia enlazada a su cintura y me ata las manos. Me arrastra por la arena, tranquilamente, como si un caballo caminara tras ella, tras su soga. Solo podia ver el azul de Dios y le rogaba a El que acabara lo mas pronto posible con mi vida, antes de someterme a los vejamenes de esos brutales y crueles salvajes. Al frenar, giro la cabeza y logro ver a unas veinte personas, hombres y mujeres, todos atroces, celebrando la obtencion de los tesoros de nuestra iglesia. Imagino, con tristeza, los rios de sangre que han de estar corriendo por mi pueblo. Ella se situa a mi costado y me empuja. Mira a los de su clan y se agacha discretamente. Introduce unas hierbas en mi boca; me la tapa, junto con la nariz, para que me las trague. No tengo mas remedio que hacerlo. Dadas las condiciones, morir envenenado era un final vulgar, en mi posicion. Luego, se incorpora y vuelve a empujarme, para que me levante. Me paro y me hala hasta su barco, en donde mi cuerpo se siente mucho mejor. Supongo que debido a las hojas, pero mi alma hierve de confusion y, junto a otros, ahora esclavos, nos embarcan directo al mas infame de los destinos.

  • Tu y yo de Niccolo Ammaniti

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    LA noche del dieciocho de febrero de dos mil me acoste temprano y me dormi enseguida, pero a media noche me desperte y ya no pude conciliar el sueno. A las seis y diez, tapado hasta la barbilla con el edredon, respiraba por la boca. La casa estaba en silencio. No habia mas ruidos que el de la lluvia batiendo contra la ventana, el que hacia mi madre en el piso de arriba yendo y viniendo del dormitorio al cuarto de bano, y el del aire que entraba y salia por mi traquea. No tardaria mi madre en venir a despertarme para llevarme con los otros. Encendi la lampara con forma de grillo que tenia en la mesita. La luz verde pinto un rincon de cuarto en el que se veia la mochila llena de ropa, el chaqueton y un bolso con las botas y los esquis. Entre los trece y los catorce anos di un estiron tremendo, como si me hubieran dado abono, y supere en altura a todos los de mi edad. Mi madre decia que me habian estirado dos caballos de tiro. Me pasaba un monton de tiempo ante el espejo, mirandome la piel blanca llena de pecas, el vello de las piernas. En la cabeza me crecia una mata de pelo castano entre la que asomaban las orejas. La pubertad habia remodelado mis facciones y me separaba los ojos verdes un narizon enorme. Me levante y meti la mano en el bolsillo de la mochila, apoyada junto a la puerta. --La navaja esta. Y la linterna. Todo --dije en voz baja. Los pasos de mi madre en el pasillo. Debia de llevar los zapatos azules de tacon alto. Me meti en la cama, apague la luz y fingi que dormia. --Lorenzo, arriba, que es tarde. Alce la cabeza de la almohada, me frote los ojos. Mi madre subio la persiana. --!Que dia tan horrible!… Esperemos que sea mejor en Cortina. La luz tetrica del alba dibujaba su fina silueta. Se habia puesto la falda y la chaqueta gris que usaba en las ocasiones importantes. El sueter de cuello redondo. Las perlas. Y los zapatos azules de tacon alto. --Buenos dias --dije bostezando, como si acabara de despertar. Mi madre se sento en la cama. --?Has dormido bien, cielo? --Si. --Voy a prepararte el desayuno… Tu, mientras, lavate. --?Y Nihal? Me peino el pelo con los dedos. --A esta hora duerme. ?Te dio las camisetas planchadas? Dije que si con la cabeza. --Venga, levantate. Eso queria yo, pero algo me oprimia el pecho. 1 --?Que pasa? Le tome la mano. --?Me quieres? Ella sonrio. --Pues claro que te quiero. --Se puso en pie, se miro en el espejo que habia junto a la puerta y se aliso la falda--. Va, arriba. ?Tambien hoy hay que insistirte para que te levantes? --Un beso. Se inclino sobre mi. --Que no te vas a la mili, que te vas de semana blanca. La abrace, hundi la cabeza en el cabello rubio que le caia por la cara y pegue la nariz a su cuello. Olia bien. Me hacia pensar en Marruecos. Callecitas muy, muy estrechas, llenas de tenderetes con polvos de colores. Aunque yo nunca habia estado en Marruecos. --?A que hueles? --A jabon de sandalo. El que uso siempre. --?Me lo prestas? Enarco una ceja. --?Para que? --Para lavarme con el y llevarte conmigo. Retiro las mantas. --?Lavarte? !Que novedad! Va, tonto, si ni te acordaras de mi. Por la ventanilla del BMW iba mirando la tapia del zoo, cubierta de carteles electorales mojados. Alla arriba, en la jaula de las rapaces, se veia un buitre posado en una rama seca. Parecia una vieja de luto durmiendo bajo la lluvia. La calefaccion del coche me sofocaba y las galletas se me habian atragantado en la garganta. Cesaba la lluvia. Una pareja, gordo el, delgada ella, hacia gimnasia en las escaleras cubiertas de hojas mojadas del museo de arte moderno. Mire a mi madre. --?Que pasa? --pregunto, sin apartar los ojos de la carretera. Infle el pecho queriendo imitar la voz grave de mi padre. --Arianna, a ver si lavas el coche que parece una pocilga rodante. No se rio. --?De tu padre te has despedido? --Si. --?Que te ha dicho? --Que no haga tonterias ni esquie como un loco. --Hice una pausa--. Y que no te llame cada cinco minutos. --?Eso ha dicho? --Si. Cambio de marcha y torcio en la Flaminia. La ciudad empezaba a llenarse de coches. --Llamame cuando quieras. ?Lo llevas todo? ?Musica? ?El movil? --Si. El cielo gris gravitaba sobre los tejados y entre las antenas. --?Y la bolsa de las medicinas la has cogido? ?Has echado el termometro? --Si. Un muchacho en una moto reia con el movil metido bajo el casco. --?Y el dinero? --Si. Cruzamos el puente sobre el Tiber. --Lo demas creo que lo miramos anoche. Lo llevas todo. --Si, lo llevo todo. Estabamos parados en un semaforo. En un Cinquecento habia una mujer mirando al frente. Por la acera pasaba un anciano tirando de dos perros labradores. En un arbol pelado cubierto de bolsas de plastico que sobresalia del agua color barro habia una gaviota posada. Si hubiera venido Dios y me hubiera preguntado si queria ser esa gaviota, habria dicho que si. Me quite el cinturon de seguridad. --Dejame aqui. Mi madre me miro como si no hubiera entendido. --?Como aqui? --Si, aqui. El semaforo se puso en verde. --Para, por favor. Pero ella arranco. Suerte que delante llevabamos un camion de la basura que nos frenaba. --!Mama! Que pares. --Ponte el cinturon. --Te digo que pares. --?Por que? --Porque quiero llegar solo. --No lo entiendo… Alce la voz: --!Para, por favor! Mi madre se aparto a un lado, apago el motor y se echo el pelo hacia atras. --?Y ahora que pasa? Lorenzo, por favor, no empecemos. Sabes que a estas horas no razono. --Pasa que… --Aprete los punos--. Que todos vienen solos. Y yo no puedo presentarme contigo. Quedaria fatal. --A ver si lo entiendo… --Se froto los ojos--. ?Quieres que te deje aqui? --Si. --?Y no puedo darles las gracias a los padres de Alessia? Me encogi de hombros. --No hace falta. Se las doy yo. --Ni hablar. --Y giro la llave de contacto. Me arroje sobre ella. --No… No… Por favor. Me rechazo. --?Se puede saber que te pasa? --Que quiero ir solo. No puedo llegar con mi madre. Se reirian de mi. --!Que tonteria! Quiero ver si todo va bien, si puedo hacer algo. Me parece lo menos. No soy grosera como tu. --No soy grosero. Soy como todos. Puso el intermitente. --No. De ninguna manera. No habia calculado yo que mi madre se empenaria tanto. Me estaba poniendo rabioso. Empece a darme punetazos en las piernas. --?Que haces? --Nada. --Agarre la manivela de la puerta con tanta fuerza que los nudillos se me pusieron blancos. Podia arrancar el retrovisor y romper el cristal de la ventanilla. --?Por que eres tan chiquillo? --Eres tu, que me tratas como a un… gilipollas. Me fulmino con la mirada. --No digas palabrotas. Sabes que no lo soporto. Y no hay necesidad de que me montes un numero. Di un punetazo en el salpicadero. --!Mama, quiero ir solo, maldita sea! --Me atragantaba de puro rabioso--. Vale. Pues no voy. Ya puedes estar contenta. --Mira que me enfado, Lorenzo. Yo tenia una ultima baza. --Todos dijeron que irian solos. Yo soy el unico que va siempre con su mamaita. Por eso tengo problemas. --Ahora no me eches a mi la culpa de tus problemas. --Papa dice que debo ser independiente, que debo hacer mi vida, que debo despegarme de ti. Mi madre entrecerro los ojos y apreto los finos labios como para impedirse hablar. Se volvio a mirar los coches que pasaban. --Es la primera vez que me invitan… ?Que pensaran de mi? --segui yo. Miro a un lado y a otro como buscando a alguien que le dijera que hacer. Le cogi la mano. --Mama, estate tranquila… Sacudio la cabeza. --No, no estoy nada tranquila. Con el brazo cinendo los esquis, la bolsa con las botas en la mano y la mochila a cuestas, vi a mi madre dar media vuelta. Me despedi y espere a que el BMW desapareciera puente adelante. Eche a andar por viale Mazzini. Pase el edificio de la RAI. Unos cien metros antes de Col di Lana reduje el paso, mientras el corazon se me aceleraba. La boca me sabia amarga, como si hubiera chupado un alambre de cobre. Con todo aquello encima iba agobiado, y el plumifero era una sauna. Llegue al cruce y asome la cabeza por la esquina. En la otra punta, ante una iglesia moderna, habia un gran Suv Mercedes, y Alessia Roncato, su madre, el Sumerio y Oscar Tommasi estaban metiendo el equipaje en el maletero. Un Volvo se detuvo junto al Suv y de el se apeo Riccardo Dobosz, que se reunio con los otros. Un instante despues se apeo tambien el padre de Dobosz.

  • Amor Complice, Cova Galena de Cova Galena

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  • !Devuelveme mis besos!, Priscila S de Priscila S

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    Los planes de Belen y Martin se vieron truncados por una trampa de alguien al que aun no le ponian cara. Su boda sin celebrarse, su futuro a la basura y todos sus sentimientos convertidos en odio. Un odio infundado por terceras personas …
    ?Que les habra ocurrido para dejar de amarse con la misma intensidad?
    ?Quien pudo ser tan malvado de separar a una pareja que se adoraba?
    Esas preguntas rondaban la mente de Belen, pero las respuestas se las daria quien no debia…
    ?Sabra Belen ver el desastre que se le avecina?

  • El juego del principe (El principe cautivo 2) de C. S. Pacat

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    Para conseguir la libertad, debera salvar a su peor enemigo

  • El Manifiesto de Margarita B. Sainz

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    Violeta observaba el lento discurrir de las turbias aguas del Guadalquivir a traves de la ventana de su despacho, privilegiado observatorio en el edificio Helvetia. Miraba absorta a los turistas que aguardaban, bajo un sol de justicia, formando largas colas para entrar a la Torre del Oro. Protegian sus cabezas con variopintos sombreros; sin embargo, sus indumentarias se asemejaban mucho entre si. Por lo general, consistian en pantalones cortos, camisetas de algodon y sandalias guiris, de esas que sujetan el pie con tiras gruesas y suelas de goma. Algunos, incluso, se atrevian a llevarlas con calcetines. Siguio atendiendo al cadencioso remar de los piraguistas que cruzaban ante sus ojos. El rio siempre estaba repleto de ellos, no en vano la de Sevilla era una de las federaciones mas potentes del territorio nacional. La cantera siempre habia aportado buenos deportistas en esa disciplina. Asi lo demostraban todas las medallas olimpicas en su haber. Sintio un tiron en el pecho que la hizo salir de sus cavilaciones y poso su mirada en los titulares del periodico que aun sostenia entre sus manos. Bajo la vista para seguir leyendo. Necesitaba asegurarse. LA ARISTOCRATA SEVILLANA ROSARIO VALENCIAGA REVELA SU SECRETO TRAS TREINTA ANOS DE SILENCIO, DESVELANDO LOS SUPUESTOS ABUSOS QUE SUFRIO EN LA CONSULTA DEL PSIQUIATRA JERONIMO CORONADO. Ha llegado el momento de hablar. El otro dia, merendando con unas amigas en Sevilla, comentaron el rumor que corre estos dias sobre Jeronimo Coronado. Jamas se me paso por la cabeza que hubiera mas mujeres viviendo lo mismo. Me senti culpable durante todos los anos que estuve enferma. Llegue a su consulta con veintidos o veintitres anos, sumida en una fuerte depresion: vulnerable, maleable. Con los limites de lo moral borrosos y otros problemas anadidos que el ignoro. Me aferre a Jeronimo Coronado como a un clavo ardiendo. Aquella relacion indefinible se prolongo en el tiempo; luego me case y se convirtio en una especie de amistad. Jeronimo Coronado abuso de una persona enferma, desesperada, a lo largo de los anos. No prestando ayuda, ignorando los problemas, manipulando como solo puede hacer un buen conocedor de los resortes de la mente, que es lo que no podemos negarle. Jeronimo Coronado Ibanez me llamo por telefono pocos dias antes de mi intento de suicidio e hizo mencion a tres temas en concreto que desencadenaron en mi cabeza la desesperacion absoluta. Lo hizo porque yo habia empezado a contar cosas de el. No tengo miedo, porque las que hemos pasado por esto no tenemos mucho que perder, y si mucho que ganar. Hoy por hoy no siento nada por Jeronimo Coronado, excepto cuando veo pasar al Senor de las Penas sabiendo que el esta ahi, el mismo que decia no creer en Dios. Me parece un sinsentido, inexplicable. Lo cuento para advertir a las mujeres de que en la consulta de Jeronimo Coronado Ibanez no van a encontrar ayuda, y si mucho dolor. Lo cuento con el apoyo de mis hijos, que, cuando he empezado a relatarles mi calvario, han entendido cosas que antes no podian, y los han hecho sufrir. No tengo miedo y no siento verguenza. He superado todo, y si yo lo he hecho, todas pueden lograrlo. Esta carta va dirigida a las victimas de Jeronimo Coronado Ibanez, porque ellas la van a entender y a ellas les puede aportar algo de consuelo; o eso espero, al menos. Con todas mis fuerzas y todo mi carino. Rosario Valenciaga Una convulsion, semejante a un incipiente temblor de tierra, comenzo a sacudirla por dentro. La minuscula capsula donde almacenaba los recuerdos del pasado comenzaba a agrietarse; se habia olvidado de que estaban alli. El estremecimiento la hizo tiritar. De repente, la manana ya no se le antojaba agradable. Lo habia guardado todo en un lugar oscuro de la memoria porque dolia. Dolia sentirse culpable y dolia avergonzarse por lo ocurrido en aquella consulta. La herida no estaba cerrada, solo anestesiada. La agitacion interna amenazaba con dominarla. Se sirvio un vaso de agua de la bandeja que estaba sobre la mesa y bebio con ansias. Le temblaban las manos. Debia calmarse. El telefono de su mesa empezo a sonar con insistencia, haciendola retornar a la realidad. Lo descolgo como un automata. --Digame --contesto con tono seco. El corazon le seguia bombeando con fuerza. --Hola, carino. --La voz de su marido la acaricio por dentro. Violeta cerro los ojos para sentirla mejor--. ?Te apetece que saque entradas para el estreno del ballet nacional checo? Representan La Bayadere en el teatro de La Maestranza. --!Por supuesto! --Suavizo la voz, dejando entrever sin querer parte de su angustia--. Ya sabes cuanto disfruto con el ballet clasico. --Eso pense. Pues ya esta hecho. Apunta en la agenda que el viernes proximo, a las ocho de la tarde, tenemos una cita. --Su buen humor se transmitia a traves de la linea. --Gracias, Daniel. Siempre tan atento y detallista. Esa es una de las cosas por la que me enamore de ti --le dijo medio en broma. El era su mundo, y penso en lo afortunada que se sentia de estar a su lado. Solo el hecho de oir su voz la tranquilizaba. --No seas tonta; ya sabes que no me cuesta ningun esfuerzo. Por cierto, ?que tal llevas el dia? Fue en ese instante cuando, con un ramalazo de intuicion, se dio cuenta de la razon de su llamada: el tambien habia leido el periodico. De nuevo, sintio como se le aceleraba el pulso. Nunca, en veinte anos de casada, la habia telefoneado para interesarse solo por su jornada de trabajo. Siempre lo hacia para consultarle algo en concreto y luego colgaba, debido al continuo estres que acarreaba su profesion. La incertidumbre la picoteo como carcoma: la estaba sondeando. Por un momento penso que, en realidad, se interesaba por ella. No pudo remediar que una leve decepcion hiciera mella en su animo. Enseguida lo aparto de la mente. --Hoy va todo tranquilo. --Se hizo la despistada--. Me estaba tomando un descanso mientras leia la prensa. ?Lo has hecho tu? --Intento sonar despreocupada. Quiza estaba un poco paranoica, o quiza lo que le ocurria era que lo conocia bien. --Si. Yo tambien lo he hecho. --El tono de su voz sono hueco, como si hablara desde un bidon vacio. --Daniel, deja de darle vueltas al coco. ?Me has llamado por algo mas? --Como me temia...: te ha afectado bastante. Tranquilizate y despues lo hablamos en casa. -- Acto seguido, corto la conversacion. No le dio opcion a contestarle. Violeta no se podia creer lo que acababa de oir. Se sintio menospreciada. Su marido la trataba como si estuviera enferma de los nervios, a pesar de que era el quien no tenia la mas minima idea de como manejar el tema. <>. Ya estaba harta de tantas tonterias. Al fastidio habia que anadir ahora el mosqueo que le provocaba su actitud. Hasta esa llamada, el dia se le habia antojado agradable, pero, gracias a Daniel, habia perdido todo su encanto. Su ansiedad subio en la escala. --Buenos dias. --En ese momento, su socia, Elena Torres, entro en tromba en su despacho. Tomo asiento frente a ella con la vista fija en una tablet y puso los pies encima de la mesa. --Elena, ya sabes que me revienta que entres asi --le reprocho, cabreada--. ?Te imaginas que estoy reunida con alguien? ?Y si estuviera manteniendo una conversacion importante? -- Intento por todos los medios que no notara lo alterada que se encontraba. --Veo que estas de mala leche. ?Ha ocurrido algo o simplemente te has levantado con el pie izquierdo? --Su socia alzo una ceja, examinandola con la mirada. --Me niego a hablar contigo hasta que cierres la puerta. --Cruzo los brazos sobre el pecho con actitud obstinada. --!Joder! La cosa es seria. --Elena se levanto y cerro sin miramientos--. Venia a ponerte al dia de las novedades, pero ahora soy yo la que no quiere hablar contigo hasta que no me digas que te ocurre --remedo con la voz. --Mejor es que lo veas por ti misma. --Violeta le lanzo el periodico, abierto por la pagina que habia estado leyendo. Durante el tiempo que su amiga tardo en informarse, el silencio se instalo en la habitacion. Solo se oian las voces de las personas que trabajaban en la oficina, amortiguadas por el cristal que las separaba. Violeta le dio la espalda para seguir contemplando por la ventana a los visitantes, que embarcaban en uno de los barcos turisticos para iniciar el recorrido por el rio. Eran casi todos orientales y portaban coloridas sombrillas. Permanecian sentados muy ordenadamente en la cubierta superior del crucero, mientras que el guia, microfono en mano, los informaba de la duracion y caracteristicas de la ruta que iba a comenzar. --!Madre mia! --la oyo gritar--. Esto significa que no es un caso aislado. !Menudo cabron! --Elena sonaba entre sorprendida y furiosa--. Y tu, ?como te lo has tomado? --Se levanto para ponerse a su lado y poder observarla. --Estoy bien. --Le apreto la mano para tranquilizarla--. Por un lado, me alivia saber que no soy la unica. Siempre me pregunte por que ocurrio una cosa asi. Por otro, me preocupa que haya otras personas en igual o peor situacion que la mia --le dijo, clavando sus ojos negros en los castanos de su amiga. No pudo evitar que se le pasara por la mente que Daniel no se habia interesado por su bienestar. El pensamiento volvia recurrente a ella. --No te preocupes y veras como todo se andara. --Le rodeo el cuello con sus brazos para transmitirle su carino--. Nos iremos enterando de todo. Seguro. Lo importante es que tu te encuentres bien. Violeta le devolvio el abrazo, emocionada. No quiso dejar a Elena con la impresion de estar afectada. Todavia no se sentia preparada para contarle hasta que punto la habia trastocado. --Petarda, ya esta bien de chachara --quiso zanjar el tema--. Ahora ponme al dia de todas las cosas que querias contarme.

  • El Legado de los Cohen de M. Gema Marin

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  • Si pensara en ti, te despreciaria de Mhairi Mcfarlane

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    ?Que pasa cuando la ultima persona a la que querrias ver es la que aparece? Aureliana regresa a la escuela despues de quince anos para una reunion de antiguos alumnos. Sin embargo, ese lugar no le trae buenos recuerdos: la llamaban <> porque estaba gordita. Pero Aureliana ha cambiado mucho: es una mujer diez con una melena esplendida, asi que nadie la reconoce cuando llega. Entonces, decide echarse atras, abandonar su plan de venganza y escabullirse. Pero el destino se interpondra en su camino y, tras la reunion, se topara con James un pedazo de hombre que fue su amor platonico en el colegio. Muy atractivo, si, pero bastante feo por dentro. Sus destinos se entrecruzaran y algo inesperado surgira entre ellos.

  • Vino y Miel de Myriam Chirousse

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  • La vida verdadera de Adeline Dieudonne

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    Una novela acida e intensa. El fenomeno literario de 2018 en Francia.

  • Invierno en Primavera de

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    Jeyne y Carlos son dos jovenes que intentan ingresar a la Universidad a estudiar literatura, pero la conducta discriminada de parte de una maestra hara desistir las ganas de Jeyne en seguir estudiando.
    Ante ello, Carlos intenta motivar a su amiga, pero el ”infortunio” de Jeyne de saberse embarazada de su novio causa el desprecio y el rechazo total de su familia, llevandola a tomar una terrible decision que marcara para siempre la vida de su amigo.
    Una historia romantica mezclada con el dramatismo, ambientada por el paisaje nocturno del ambiente universitario.
    Una llovizna y un muelle como escenario, haran que el lector quede atrapado desde la primera frase.

  • Emperadores y barbaros de Peter Heather

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    Peter Heather, autor de La caida del Imperio romano, nos propone una vision innovadora de la historia de los barbaros. Basandose en los nuevos hallazgos de la arqueologia, combate el topico de una Europa dividida en la antiguedad entre un Imperio romano prospero y cultivado y unos espacios habitados por tribus de barbaros pobres e incivilizados.

  • Desafiando las normas de Maria Martinez

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    Con esta novela se cierra la trilogia Cruzando los limites, con un gran exito de ventas y critica, que afianza a Maria Martinez como la gran autora New Adult de nuestro pais. Maria recoge a dos personajes de Rompiendo las reglas para crear una historia fascinante, sexy y muy actual. Un broche de oro para concluir una serie destinada a ser un clasico del New Adult espanol. A veces, el camino que mas temes es el que te lleva a casa. Un solo segundo basta para cambiar toda una vida. Spencer lo sabe muy bien. Su pasado esta lleno de perdidas que la han ido marcando desde muy nina. Aunque nunca imagino que la mas tragica de todas ellas llegaria en el mismo instante que su camino se cruzo con el del chico equivocado. Han transcurrido casi tres anos desde ese fatidico encuentro. Tres anos en los que ha intentando recomponerse, dejando atras a la chica que una vez fue y de la que tanto se averguenza. Y por fin cree haberlo conseguido. Eric necesita pasar pagina. Quiere empezar de nuevo, cerca de su familia, y olvidar todas las mentiras con las que ha crecido. Sin embargo, cuando te has pasado la vida yendo de un lado a otro sin descanso, establecerse puede resultar mucho mas dificil de lo que en un principio parecia. Y el no deja de pensar que su lugar esta en alguna otra parte muy lejos de Port Pleasant. Spencer y Eric encajan como dos mitades. Ella esta rota de muchas formas distintas y no permite que nadie se le acerque demasiado. El tiene problemas que no esta dispuesto a admitir y lo que mas teme es lo que mas desea. Aun asi, pronto se daran cuenta de que no pueden estar lejos el uno del otro. Y lo que comienza siendo una amistad, se ira transformando en otro sentimiento mucho mas intenso, incapaz de enganar al corazon. Un alma perdida. Un corazon roto. A veces, la persona que menos esperas se acaba convirtiendo en la mas importante de tu vida.

  • Amante Liberada de J. R. Ward

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    Payne, hermana gemela de Vishous, esta cortada por los mismos oscuros y seductores patrones que su hermano: es una luchadora por naturaleza y una rebelde cuando se trata de ejercer el papel tradicional de la mujer. Encarcelada por su madre, la Virgen Escribana, por fin se ha liberado, pero ha sido para enfrentarse a una devastadora lesion. El Doctor Manny Manello es reclutado por la Hermandad para curarla, ya que es el unico que puede hacerlo. A pesar de que el medico nunca antes habia creido en los seres que se mueven en la noche como los vampiros, acabara dejandose seducir por una poderosa mujer que dejara marcado tanto su cuerpo como su alma. Finalmente los dos encuentran mucho mas que una conexion erotica, haciendo colisionar los mundos humano y vampirico... Ademas, Payne debera resolver un asunto de un par de siglos atras que pondra en grave peligro su amor y sus vidas.

  • Cada segundo de Patricia Geller

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    Violeta Meyer es una joven que necesita liberarse de las imposiciones familiares y ha tomado la decision de romper con su pasado, ofreciendose como chica de compania. Ella no imagina que, adentrandose en un mundo tan superficial, sentira un placer diferente, conocera a hombres que estaran dispuestos a todo por tenerla y descubrira emociones insospechadas.

  • La cancion secreta del hada de Claudia Cardozo

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    ?Que palabra mas anhelada que el nombre de quien se quiere? ?Que murmullo mas audible que el que permite llamar a esa unica persona? Esa es la cancion mas secreta, la primera voz que puede articular quien no sabe hablar, a la espera de que acudan a su llamado.

  • Las hijas de la luna de Yaildrys Angulo , Yeleny Villalobos

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    Brujas. hechiceras. o simplemente “hijas de la luna”; marcadas al nacer y dotadas por inverosimiles poderes magicos, hermanas y desde ninas despreciadas y arrancadas de su hogar condenandolas asi a vivir separadas hasta que la vida propicio finalmente el ansiado reencuentro. En una epoca medieval, entre castillos, reinos y principes encantados, se narra la historia de Alia y Emma: toda una aventura fantastica llena de sortilegios, guerras de poder, intriga, maldad, bondades y amor. Cada una creciendo en entornos completamente distintos, lo cual influyo directamente en los pasos que dieron a lo largo de los anos antes de coincidir por azares del destino; completamente ajenas a la identidad una de otra hasta que el poder de la sangre las unio nuevamente y las llevo a enfrentar juntas la magia del mal, haciendo honor a su naturaleza. como Hijas de la Luna.