• el hombre escondido bajo el arbol - Antonio F. Ortiz

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    Laura, una maestra de Primaria en un pueblo malagueno, se ha quedado embarazada de su amante, con 44 anos.
    Dudando si tener o no ese hijo tardio, la profesora se enfrentara al terrible accidente que ha sufrido su hermana Maria. Infortunio que le hara descubrir el secreto inconfesable que guardaba su hermana menor.
    “El destino no se equivoco con nosotros, Laura. Unicamente, llego tarde.”
    Una novela de Antonio F. Ortiz, ganador del PREMIO CIRCULO ROJO DE NOVELA 2015 por ‘La chica que sonreia con los ojos’.

  • El hombre escondido bajo el árbol Tapa blanda – 3 marzo 2017

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    El hombre escondido bajo el árbol : F. Ortiz, Antonio: Amazon.es: Libros.

  • El hombre escondido bajo el árbol - marzo 2017 - Editorial ...

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    El hombre escondido bajo el árbol. Laura, una maestra de Primaria en un pueblo ... Un libro de Antonio F. Ortiz. Laura, una maestra de Primaria en un pueblo ...

  • (IBD) EL HOMBRE ESCONDIDO BAJO EL ARBOL - Casa del ...

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    El libro (I.B.D.) EL HOMBRE ESCONDIDO BAJO EL ARBOL de ANTONIO F. ORTIZ en Casa del Libro: ¡descubre las mejores ofertas y envíos gratis!

  • El hombre escondido bajo el árbol - Antonio F. Ortiz (Autor)

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    Detalles del Libro. ISBN/13: 9788491602187. Num. Páginas: 418. Tamaño: 150 X 210 mm. Encuadernación: Tapa blanda con solapas. Año de publicación: 2017.

  • El hombre escondido bajo el árbol - -5% en libros | FNAC

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    El hombre escondido bajo el árbol, libro de . Editorial: Circulo rojo. Libros con 5% de descuento y envío gratis desde 19€.

  • EL HOMBRE ESCONDIDO BAJO EL ARBOL (EBOOK) - Agapea

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  • El Hombre Escondido Bajo El árbol - Agapea

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  • El hombre escondido bajo el árbol - IberLibro - F. Ortiz, Antonio

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    Descripción Rústica. Condición: Nuevo. Estado de la sobrecubierta: Nuevo. Impresión bajo demanda (IBD) Este libro se imprime para tí. Por ello es tiempo de ...

  • El hombre escondido bajo el árbol (Tapa blanda) - El Corte ...

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    El hombre escondido bajo el árbol (Tapa blanda) ... Pedido Bajo Demanda. Entrega aproximada 10-12 días. Válido solo para libros vendidos directamente por El ...

  • EL HOMBRE ESCONDIDO BAJO EL ÁRBOL (Libro en papel)

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    EL HOMBRE ESCONDIDO BAJO EL ÁRBOL (Libro en papel) ; ISBN: 978-84-9160-218-7 ; Páginas: 418 ; Encuadernación: RUSTICA ; Idioma: Castellano ...

  • Kentukis de Samanta Schweblin

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    Una nueva novela de la prestigiosa autora argentina Samanta Schweblin que desvela el lado mas inquietante de las nuevas tecnologias.

  • Cuando la Luna llora de Chiki Fabregat

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    Tras la muerte de la abuela de Cora, la familia se traslada a vivir a Covanegra, un pequeno pueblo semiabandonado con fama de maldito y cargado de leyendas. De golpe, Cora se ve obligada a dejar atras toda su vida, su universo en la gran ciudad: deja su instituto, a su mejor amiga, a su novio No entiende que sus padres hayan optado por vivir en un lugar que expulso a su abuela tachandola de bruja, asi que se empenara en hacerles cambiar de opinion. Sin embargo, no es tan facil escapar del embrujo de Covanegra. Cuando sale la luna, comienzan los suenos, y las pesadillas.

  • Al rojo vivo (Trilogia Deseo 3) – J. Kenner de J. Kenner

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    En Al rojo vivo, la tercera novela de la trilogia <>, J. Kenner nos abre la puerta al erotismo mas refinado y a las emociones mas intensas con la sensibilidad que solo poseen las maestras indiscutibles del genero.

  • Tinisima de Elena Poniatowska

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    Convertida en leyenda, tanto por su vida como por su obra, Tina Modotti tuvo una existencia llena de pasion y de furia, que encontro en la fotografia el medio ideal para expresar su disconformidad y compromiso con el tiempo que le toco vivir.

  • Cazadores en la nieve de Jose Luis Munoz

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    Eth Hiru es una pequena poblacion del valle de Aran proxima a Francia. Marcos, un forastero, aterriza en el cuando ETA declara su alto el fuego unilateral e irreversible. Un dia, en el bar del pueblo, que es su centro social, Marcos coincide con el teniente de la Guardia Civil Antonio Muniz, jefe del puesto, y cree reconocer su voz, lo que le llevara a revivir su pasado. La estancia del recien llegado a esa pequena localidad rural coincide con una escalada de tension entre sus pobladores, en la que afloran rencillas que dan paso al deseo de venganza y a la violencia.

  • Pajarito de Hugo Valero Munoz

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    Es dificil levantarse cada dia cuando lo que te espera no es de tu agrado.
    Silvia, una muchacha de dieciseis anos, debe soportar a un grupo de companeras que se dedica a amargarle la vida en el instituto; en silencio, sin la ayuda de su madre, que la ignora para dedicarse a su trabajo.
    Cansada de la situacion, da un giro a su vida y toma comienza a tomar las riendas, rompiendo con todo lo anterior.
    La joven inicia asi una aventura en la que buscara cumplir los suenos propios de su edad: alcanzar la fama y el exito por todos los medios a su alcance.

  • Tan tuyo como tu muerte de Emili Bayo

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    Una asesina convertida en victima, un moribundo dispuesto a salvar una vida, el odio de la mano del amor… El sargento Abel Claramunt aspira a acabar sus dias como policia en un retiro tranquilo, pero el pasado familiar y la pasion de una joven companera le complican la existencia. Deberan esforzarse por salvar una vida, atrapar a una asesina e investigar un secuestro. Mucho para alguien a quien solo quedan unos meses de vida.

  • Mi ultima noche en Londres de Maria Gomez

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    El dia que concluyeron mis vacaciones en Londres, llegue tarde al aeropuerto, me dejo el avion y no tengo suficiente dinero extra para comprar otro boleto.

  • Amy Snow de Tracy Rees

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    Abandonada y despreciada, ?lograra Amy descubrir el secreto que cambiara su vida? *Abre la carta y descubre el secreto…Premio Richard & Judy 2016.
    Abandonada en la nieve para que muriera cuando solo era un bebe, Amy Snow nunca ha conocido el amor, ni lo que es tener una familia. A pesar de que la recogen en Hatville Court, alli no la quiere nadie, y tanto los senores como los sirvientes la desprecian.

  • La tentacion del amor de Sophie Rose

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  • Diluvia en Madrid de R. Freire

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    Una sola realidad. tres formas distintas de verla y sentirla.
    Entre tres, las posibilidades se multiplican, lo sencillo se complica y lo inimaginable puede suceder. Marta, Jara y Candela tendran que aprender que la vida no es el cuento de hadas que les contaron de ninas, que el principe azul no existe y que, a veces, la bruja termina convirtiendose en un personaje dulce y vulnerable capaz de hacer que se tambaleen nuestras mas firmes convicciones.
    “Mis insultos entre forcejeo y forcejeo no hacen sino avivar el deseo que nos sacude a ambas. Mis manos encuentran sus pechos, que me parecen tan duros y majestuosos como imaginaba. Si Newton levantara la cabeza, tendria que reformular su Ley de la Gravedad, que tal vez funcione con estupidas manazas, pero desde luego no sirve para explicar la firmeza de los senos de Jara”.
    “Si ninguna de ellas impide que la bola se haga mas grande. ?debo ser yo la que vele por la estabilidad de su matrimonio?”
    “De repente, las dos nos estamos mirando, y por un segundo tengo la lacerante seguridad de que ambas pensamos lo mismo: si ni siquiera podemos ponernos de acuerdo sobre como pasar un fin de semana juntas, puede que nuestra relacion este mucho mas deteriorada de lo que nos gustaria asumir.”
    “?Quien decide lo que esta bien y lo que esta mal? ?Como puede la sociedad establecer el modo en que las personas tienen que ser felices? ?Que es lo normal? ?Copiar lo que hace todo el mundo, aunque no te guste? ?Lo normal es ser heterosexual? ?Por que creemos que lo que hace la mayoria es siempre lo mas acertado?”

  • La caza de las Aguilas, Ben Kane de Ben Kane

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  • Mi matrioska de Sophie Saint Rose

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    Lorelai Dean es la mejor coreografa y directora de espectaculos del momento, despues de que un desafortunado accidente le robara su carrera de bailarina de ballet. Esta dispuesta a tomarse un descanso cuando aparece en su vida Ivan Helmersen, para hacerle una oferta de trabajo irresistible para ella. Pero al parecer el tambien quiere algo mas…

  • El rey pequeno de Antonio Perez Henares

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    La gran novela sobre Alfonso VIII. La historia de un nino huerfano y acosado que acabaria siendo el gran vencedor de Las Navas de Tolosa.

  • La venganza de los inocentes de Soledad Palao Sires

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    Son los anos 40.

  • Gin Fizz de Jane Kelder

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    Una deliciosa comedia burbujeante con mucho swing y mas amor.
    Nueva York, 1953. Liv Joyner y Oscar Hancock compiten por el proyecto de la remodelacion interior del hotel Eden de Manhattan. Un proyecto que a Liv la consolidaria como decoradora y por el que Hancock estaria dispuesto a hacer cualquier cosa.
    Cuando la duena del hotel, Heidy Brinicombe, se decide por el de su mas odiado competidor, sin siquiera haber tenido ocasion de presentar sus ideas, Liv comienza a sospechar que Hancock consigue los clientes mas interesantes con malas artes, asi que decide contratar a Jack Bradley, un detective privado, para que lo investigue.
    Lo que ella no sabe es que, por una casualidad, Hancock logra suplantar a Bradley. Y es que, lo que realmente quiere Oscar es averiguar la identidad del artista que pinta los cuadros del diseno de Olivia, porque la senora Brinicombe se ha enamorado de ellos. Hasta el momento, solo conoce sus iniciales, G.F., o, como han decidido llamarlo en su oficina: Gin Fizz.

  • En busca de mi hermana china de Georgina Higueras

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    A finales de los anos setenta, Beatriz consigue una beca para estudiar en la prestigiosa Universidad de Pekin. La joven espanola comparte habitacion con Zhou Xin, una estudiante de arqueologia. Se inicia entonces una profunda amistad que permite a Beatriz descubrir algunos de los secretos mejor guardados de una saga familiar cuyo destino esta intimamente ligado a los acontecimientos mas dramaticos del siglo xx en China. La relacion se interrumpe cuando la espanola inicia otra vida en Mexico, pero al quedarse viuda, siente la necesidad imperiosa de buscar a su hermana china, de la que no sabe nada desde hace mas de tres decadas. Pero, ?se puede encontrar a alguien de quien solo se conoce el nombre entre mil trescientos cincuenta millones de personas?

  • El grito de la gaviota de Emmanuelle Laborit

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    El grito de la gaviota es el testimonio de una joven que, a los veintidos anos, ha conocido
    ya la soledad absoluta, la duda y la desesperacion, pero tambien la dicha, la solidaridad y la gloria. La adolescencia y la primera juventud de Emmanuelle Laborit son la historia de una lucha por subsistir en un mundo <> y por el reconocimiento de los derechos de los tres millones
    de sordos franceses, hasta conseguir que, en 1991, se ensenara por fin en los centros de educacion para sordos el lenguaje de signos. Con este triunfo colectivo y el personal, pero no menos emblematico, de su exito como actriz teatral, El grito de la gaviota cierra significativamente un itinerario personal tan breve como intenso.

  • El encargo de Javier Melero

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    Este no es un libro mas de los muchos que van a aparecer sobre el juicio al proces. Este es EL LIBRO.

  • Volver a creer (Haven Manor 2) de Kristi Ann Hunter

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    Una mujer que huye de su pasado, un hombre que solo busca la vida tranquila del campo y un encuentro que lo cambiara todo.

  • Lo que provocas en mi de Vega Manhattan

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    Lo que provocas en mi... Del verbo provocar... Palabra interesante donde las haya, ?no te parece? Porque puede significar una gran variedad de cosas. Y de cosas dispares, ademas. Y te lo demuestro. Y lo hare porque te conozco y se exactamente lo que ha pensado esa mente calenturienta al leer el titulo de la historia. ... ?Ves? No puedes negarlo. Que dano hicieron las cincuenta sombras, ?eh? Como decia, para ayudarte a abrir la mente, he buscado en el diccionario de la Real Academia Espanola de la Lengua sus significados (si, soy muy pedante y, ademas, sabia que tu no lo ibas a hacer. ?Como podria explicarme entonces?) En fin... Provocar, del latin provocare (lengua muerta que, por alguna razon que se me escapa, se sigue estudiando) tiene, nada mas y nada menos, que cinco significados. Significado numero uno: Producir o causar algo. Y en ese algo entra todo lo que te puedas imaginar y haz el favor de dejar de pensar en lo otro que no es su turno. Piensa en cosas como tristeza, nerviosismo, enfado, malestar, emocion, alegria… Por ejemplo, todos hemos vivido eso de que la pelicula del sabado por la tarde nos provoque tristeza. Y no por lo mala que es, que tambien, sino porque es inevitable no sentirse triste cuando ves a la protagonista llorar porque la ha traicionado su mejor amiga y al final termina provocandote lagrimas a ti. Aunque bueno, la situacion tambien te provoca un poco de indignacion porque dices "hija mia, si es que se veia desde el principio la clase de elemento que era, !?como no te has dado cuenta?! Y llega hasta a provocarte enfado, ?o no? Pero no todas son emociones negativas, tambien las hay positivas. Como la satisfaccion que te provoca ver como el o la que te engano y te hizo sentir tan miserable es ahora el portador o la portadora de semejante cornamenta. Bien... La verdad siempre por delante. Eso no solo provoca satisfaccion, no. !Provoca felicidad plena! Y risas. !Muchas risas! Como carcajadas te provoca el encontrarte con el dueno del micropene que te jodio aquella noche. Y no precisamente de buena manera. Y te provoca risas con el tiempo, porque en ese momento en el que pensabas que ibas a vivir el mejor momento de tu vida sexual y te encontraste con la triste realidad de que ni el menique lo superaba, lo que te provoco fue el trauma de tu vida. Menos mal que el tiempo lo cura todo, ?eh? Significado numero dos: Buscar una reaccion de enojo en alguien irritandolo o estimulandolo con palabras u obras. El claro ejemplo aqui del petardo o la petarda de turno que aun no entendio eso de "solo amigos" y que no deja de insistir. E insistir. E insistir... O el o la que no entiende un "dejemoslo aqui, no voy a discutir mas" y sigue erre que erre. Ese tipo de ser tocapelotas te esta provocando. A ti. Simple y llanamente. Esta buscando desatar todos tus demonios y que pienses "que sopapo tienes..." Significado numero tres: Excitar en alguien el deseo sexual. El tuyo, adjudicado. Mente calenturienta... Significado numero cuatro: Vomitar lo contenido en el estomago. No la voy a explicar porque entonces voy a quedar yo como la mente calenturienta principal. Que cada quien vomite lo que quiera. O que se lo quede dentro. Significado numero cinco: Incitar el apetito, apetecer, gustar. ... ?No podias pensar en "me provoca un Donut"? ?Se te tenia que venir a la mente precisamente eso? ?Desde cuando no...? Por Dios, !calenturienta es poco! En definitiva, para lo que da una palabra, ?eh? Y lo que nos puede llegar a provocar eso a lo que llaman amor. Capitulo 1 Paula --!Maldita desgraciada! Cierro los ojos con fuerza, aprieto la mandibula para no maldecir y levanto la mano para limpiarme la cara. Noto la viscosidad y aprieto con mas fuerza mis dientes. Joder, esta por todos lados. ?En serio me esta pasando esto a mi? !?A mi?! --!No se preocupe, tendra para la lavanderia con todo lo que nos ha robado, zorra! --exclama un "senor", suena furioso. Vaya, hombre. Gracias. Que consuelo… ?Y para la peluqueria no me da? Porque falta me va a hacer, sobre todo cuando noto como otro huevo impacta sobre mi, en mi cabeza. Enfadada, tras limpiarme, como puedo, la cara, abro los ojos y observo al pequeno grupo de personas que tengo enfrente. Gente normal y corriente que me mira con sus ojos inyectados en ira. Lo que, siendo sincera, tambien es algo normal y corriente... Lo que no es normal ni corriente es que tengan cartones de huevo en las manos y que, ademas, esos huevos terminen sobre mi cuerpo. La gente, generalmente, no suele amarme. Eso es cierto. No es que yo sea odiosa, sino digamos que... ?Demasiado clara y sincera? ?Demasiado brusca? ?Demasiado fria como dicen algunos? Quizas. Y quizas por eso tengo pocos amigos. Vale, solo tengo una amiga y aun no se por que sigue a mi lado. Pero ese no es el tema. No es que la gente me odie... Creo. Es solo que, digamos... No suelo caer demasiado bien y no es algo que me importe, la verdad. Vivo mejor desde que todos se mantienen alejados. Sufro menos. Lo que quiero decir es que aun con todo esto, que me tiren huevos no es algo normal. Pero tampoco deberia de pillarme por sorpresa porque mas de una vez me han amenazado con ello. Aunque nunca pense que llegasen al extremo de demostrarme, con la practica, que no era una amenaza vacia. Suspiro pesadamente. Huevos... !Huevos! Con lo mal que dejan el pelo, !por Dios! Que una vez, por hacer caso a las pamplinas que nos venden en internet, me puse una mascarilla casera de huevo, hecha por mi misma, en el pelo. Suavidad extrema decian... Una mierda suavidad. Mi pelo termino pareciendo estropajo puro y a punto estuve de raparme porque eso no habia quien lo mejorara. No me quiero ni acordar de lo mal que lo pase. Y de nuevo lo mismo. --Senores, por favor --el guardia de seguridad del edificio donde trabajo aparece. Por fin. Ya podia haberlo hecho antes y haber evitado que los dichosos huevos reventasen en mi cara, pero no, el capitulo de la telenovela turca que seguramente veia mientras debia estar mirando las camaras de seguridad seguro que era mas interesante que salir a averiguar por que un grupo de gente con cartones de huevos estaba esperando fuera. Que yo me di cuenta cuando ya los huevos volaban hacia mi, ?pero el? En fin... Aunque tarde, se acerca a la pequena multitud reunida frente a las puertas del edificio y tras entender lo que ocurre y mirarme con cara de espanto (o de miedo porque prometo que le va a caer una buena encima), intenta poner orden. A su manera. --Senores, por favor --tartamudea-- !Seamos civilizados! Sin poder evitarlo, pongo los ojos en blanco. Por cosas asi, por mostrar naturalmente lo que siento cuando lo siento, no tengo amigos (por eso y por lo rencorosa y mala pecora que puedo llegar a ser si me hacen dano). Y es que se, demas, que eso sera todo, que el desgarbado senor que tengo enfrente con pelo postizo y bigote descuidado y que lleva consigo una porra de juguete que no usara en la vida porque el tembleque no lo dejara ni atinar a cogerla, no tendra sangre para nada mas que para pedir orden. Y le tiembla la voz al hacerlo, con eso te lo digo todo. A saber si ni siquiera aviso a mi jefe o, lo que seria mucho pedir, a la policia. Es decir, que ha salido para nada. Seria mas util si siguiera viendo series turcas y resenandolas en las redes para ayudar a la gente con su opinion. Si se dedicara a eso, seria el mejor en su trabajo, te lo aseguro. Pero no, se tiene que dedicar a no hacer el huevo. Y nunca mejor dicho. --?Civilizados? --grita otro "senor"-- ?Con esta perra? Enarco las cejas y resoplo. ?Yo? ?Perra? ?Primero zorra y ahora perra? Pero que mania con insultarme. !A ver quien es el que se esta comportando como un animal aqui! Por Dios, !si hasta me han tirado huevos! !!!Huevos!!! ?Deberia de coger uno y estamparselo en la calva? La imagen del huevo cayendo por esa nariz aguilena que tiene me consuela un poco. --!Nos ha robado! --grita, a todo pulmon, una "senora" de mediana edad con el pelo canoso a la que no le vendria mal una mascarilla capilar. ?Le estampo un huevo a ella y asi sera ella quien tenga que raparse? Porque entre como tiene el pelo y el huevo... Robado dice. Ya... No soy una simple perra, soy una perra ladrona. ?Que sera lo siguiente? -- Maldita picapleitos chupasangre. !Vas a pagar por esto! --me amenaza un "senor" que debe estar cercano a la jubilacion, que suda demasiado y que tiene una prominente barriga. "Senor" al que parece que se le va a salir la vena del cuello cuando grita. Suspiro, de nuevo, pesadamente, porque se que se puede meter en un problema aun mas grave por esas palabras y aunque deberia de desear que eso ocurriera, no es asi. No soy tan mala persona y en el fondo, muy en el fondo y aunque nunca lo diga en voz alta, puedo llegar a entender lo desesperados que se sienten. Pero no por ello entiendo que se comporten asi; jamas justificare ningun tipo de violencia. Son gente normal y corriente que en situaciones normales y corrientes no le harian dano ni a una mosca. Y se que lo que estan viviendo no es algo normal ni corriente para ellos. Puede que para mi sea mi pan de cada dia, porque veo cosas asi casi a diario, pero para esas cinco personas que tengo delante, lo que estan viviendo es algo excepcional. Y seguro que un infierno. Y se como puede cambiar alguien cuando vive lo que les ha tocado a ellos vivir. Y hasta la persona mas inocente del mundo se puede convertir en lo peor. Lo se por experiencia. Pero maldita sea, ?mi culpa? !Ni de cona! No tengo la culpa de nada de esto.

  • El protector, Jodi Ellen Malpas de Jodi Ellen Malpas

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    A primera vista, Jake Sharp y Camille Logan no tienen nada en comun. El, un antiguo militar, esconde un pasado oscuro y quiere alejarse de todos y simplemente seguir adelante con su vida sin mirar atras. Ella, la hija mimada de un millonario, esta harta de que la gente la vea como una chica que solo sabe gastar el dinero de su padre y esta dispuesta a salir adelante por su cuenta. Dos mundos completamente opuestos que se unen el dia en que el padre de Camille contrata a Jake para proteger a su hija. Ya nada sera igual.

  • La extrana de B. Menendez Vico

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    Casi al cumplir los veinte anos Livia Francisca Amenteros queda sola despues de perder a su abuela. Tras la perdida decide abandonar el pueblo donde ha pasado toda su vida para cumplir con los deseos de la abuela.
    Con una maleta no muy grande y degastada Livia marcha a la capital para trabajar en la mansion de la poderosa familia Corbalan. La joven tambien lleva consigo la soledad, una apariencia enganosa y la timidez que la obligan a vivir dentro de si misma. Livia es recibida con esperanza para muchos y desconfianza para algunos. La joven no sabe la razon del empeno de la abuela al enviarla a un sitio distante y ajeno, tampoco sabe los motivos de los que la trajeron. Su vida cambiara al descubrir la verdad, encontrara el amor, dejara de ser la extrana.

  • El caso Malaussene (Me mintieron 1) de Daniel Pennac

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    Despues de casi dos decadas, regresa Benjamin Malaussene, el carismatico heroe de Daniel Pennac. A pesar de haber envejecido, este esceptico y bonachon alter ego del autor se encuentra en plenitud de facultades y vuelve bien arropado por los celebres miembros de su estrambotica <>, asi como por un nuevo coro de personajes que se incorporan a la legendaria saga.

  • Lucia (Serie Hermanas Egea 1) de Marilo Lafuente

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    Lucia es una mujer alegre, guapa, presumida y tambien muy responsable. Estudio Direccion de empresas y dirige el negocio familiar: una fabrica de cafes, junto a sus hermanas y padres, donde ponen todas sus energias e ilusion.
    Manuel, su novio, es un hombre serio, reflexivo e inteligente. Tambien estudio Direccion de Empresas, como Lucia y se convirtio en un agresivo directivo de una famosa multinacional.
    Se conocieron en la universidad y lo suyo fue amor desde el primer tropezon. Durante los primeros anos, viven en Barcelona muy cerca de la playa y su convivencia es la de una pareja normal, con sus enfados y sus momentos de pasion. Pero siempre hay algo que enturbia ese amor y en este caso, el orgullo de ambos sera un mal ingrediente, ya que antes de dar su brazo a torcer, seran capaces de destrozar su vida.
    Lucia; el primer volumen de la serie, Las Hermanas Egea, llega para demostrarte que a veces, lo que mas importa no es el orgullo, si no la persona que tienes al lado. ?Podran doblegar cada uno su caracter?

  • Sombras nuevas, Alba Duro de Alba Duro

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    Patricia lleva anos viviendo en Los Angeles, donde trabaja como escritora erotica en espanol. Su dia a dia consiste en apagar cigarrillos en el cenicero, escribir a oscuras en su ordenador y contestar emails de fans. Sin embargo, todo llega cuando recibe un email de Arturo, uno de sus lectores.

  • Actua como si estuvieras loco por mi de Doris P

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    Ocurrian muchas cosas en mi vida, pero estaba bien. Habia heredado un hermoso departamento, tenia un buen trabajo, y despues de un tiempo volvia a tener novio, con todo lo sabroso que eso implica. Sentia que las cosas iban bien.
    Hasta esa manana.
    No crei ser la tercera en discordia, y el muy poco hombre ni si quiera lo nego. Enterarme que todo mi castillo fue construido en el aire me hizo pedazos. Nada que una buena copa de vino con mi mejor amiga no solucione, o empeore.
    No me lo pregunten, pero termine en el departamento de mi vecino, ebria y lastimada, una horrible impresion, sin mencionar que el tipo era una delicia con piernas y brazos musculosos, este no era mi dia, pero no me importaba por el momento, yo simplemente, no lograba entender como un hombre puede jugar asi con los sentimientos de alguien.
    Tuve que ser fuerte, porque habia que volver al trabajo y la vida sigue. Sin creer que una semana despues me toparia de frente con mi ex y su novia, y aqui ustedes me entenderan, siempre digna, los salude, pero mi sorpresa fue mayuscula cuando me invitaron a su fiesta de compromiso. PERFECTO. Estupefacta me quede sin saber que decir, cuando senti como su presencia me contuvo. Mi vecino. El dio una sonrisa hermosa e hizo que mis fuerzas volvieran. Pero mi problema ahora era otro. Se hizo pasar por mi novio y ahora debiamos fingir ser la pareja perfecta.

  • Nilsa de Margotte Channing

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    Isla de Gotland, Suecia, Ano 1120
    Rognvald no puede contener mas al berserker, ha llegado a transformarse en casa de sus padres, por lo que debe salir de alli, para no ponerles en peligro. Sin esperanza de encontrar a su andsfrende, su companera, huye a casa de su hermano Gunnar, para que este cumpla con la promesa que se hicieron cuando eran ninos. Que, si alguno de los dos se transformara en un monstruo, por culpa de su maldicion, el otro acabaria con su vida.

  • Tres rosas robadas (Corazones desahuciados 2) de Ascen Nunez

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  • Reaper de Jorge Borges

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    Mi nombre es “Reaper”
    Y soy todo menos un buen hombre.
    Soy un motero, un traficante, un asesino.
    Y el club lo es todo para mi.

  • Sense de Federico Reyes Heroles

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  • El camino de Miguel Delibes

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    LAS cosas podian haber sucedido de cualquier otra manera y, sin embargo, sucedieron asi. Daniel, el Mochuelo, desde el fondo de sus once anos, lamentaba el curso de los acontecimientos, aunque lo acatara como una realidad inevitable y fatal. Despues de todo, que su padre aspirara a hacer de el algo mas que un quesero era un hecho que honraba a su padre. Pero por lo que a el afectaba... Su padre entendia que esto era progresar; Daniel, el Mochuelo, no lo sabia exactamente. El que el estudiase el Bachillerato en la ciudad podia ser, a la larga, efectivamente, un progreso. Ramon, el hijo del boticario, estudiaba ya para abogado en la ciudad, y cuando les visitaba, durante las vacaciones, venia empingorotado como un pavo real y les miraba a todos por encima del hombro; incluso al salir de misa los domingos y fiestas de guardar, se permitia corregir las palabras que don Jose, el cura, que era un gran santo, pronunciara desde el pulpito. Si esto era progresar, el marcharse a la ciudad a iniciar el Bachillerato, constituia, sin duda, la base de este progreso. Pero a Daniel, el Mochuelo, le bullian muchas dudas en la cabeza a este respecto. El creia saber cuanto puede saber un hombre. Leia de corrido, escribia para entenderse y conocia y sabia aplicar las cuatro reglas. Bien mirado, pocas cosas mas cabian en un cerebro normalmente desarrollado. No obstante, en la ciudad, los estudios de Bachillerato constaban, segun decian, de siete anos y, despues, los estudios superiores, en la Universidad, de otros tantos anos, por lo menos. ?Podria existir algo en el mundo cuyo conocimiento exigiera catorce anos de esfuerzo, tres mas de los que ahora contaba Daniel? Seguramente, en la ciudad se pierde mucho el tiempo --pensaba el Mochuelo-- y, a fin de cuentas, habra quien, al cabo de catorce anos de estudio, no acierte a distinguir un rendajo de un jilguero o una boniga de un cagajon. La vida era asi de rara, absurda y caprichosa. El caso era trabajar y afanarse en las cosas inutiles o poco practicas. Daniel, el Mochuelo, se revolvio en el lecho y los muelles de su camastro de hierro chirriaron desagradablemente. Que el recordase, era esta la primera vez que no se dormia tan pronto caia en la cama. Pero esta noche tenia muchas cosas en que pensar. Manana, tal vez, no fuese ya tiempo. Por la manana, a las nueve en punto, tomaria el rapido ascendente y se despediria del pueblo hasta las Navidades. Tres meses encerrado en un colegio. A Daniel, el Mochuelo, le parecio que le faltaba aire y respiro con ansia dos o tres veces. Presintio la escena de la partida y penso que no sabria contener las lagrimas, por mas que su amigo Roque, el Monigo, le dijese que un hombre bien hombre no debe llorar aunque se le muera el padre. Y el Monigo tampoco era cualquier cosa, aunque contase dos anos mas que el y aun no hubiera empezado el Bachillerato. Ni lo empezaria nunca, tampoco. Paco, el herrero, no aspiraba a que su hijo progresase; se conformaba con que fuera herrero como el y tuviese suficiente habilidad para someter el hierro a su capricho. !Ese si que era un oficio bonito! Y para ser herrero no hacia falta estudiar catorce anos, ni trece, ni doce, ni diez, ni nueve, ni ninguno. Y se podia ser un hombre membrudo y gigantesco, como lo era el padre del Monigo. Daniel, el Mochuelo, no se cansaba nunca de ver a Paco, el herrero, dominando el hierro en la fragua. Le embelesaban aquellos antebrazos gruesos como troncos de arboles, cubiertos de un vello espeso y rojizo, erizados de musculos y de nervios. Seguramente Paco, el herrero, levantaria la comoda de su habitacion con uno solo de sus imponentes brazos y sin resentirse. Y de su torax, ?que? Con frecuencia el herrero trabajaba en camiseta y su pecho herculeo subia y bajaba, al respirar, como si fuera el de un elefante herido. Esto era un hombre. Y no Ramon, el hijo del boticario, emperejilado y tieso y palido como una muchacha morbida y presumida. Si esto era progreso, el, decididamente, no queria progresar. Por su parte, se conformaba con tener una pareja de vacas, una pequena queseria y el insignificante huerto de la trasera de su casa. No pedia mas. Los dias laborables fabricaria quesos, como su padre, y los domingos se entretendria con la escopeta, o se iria al rio a pescar truchas o a echar una partida al corro de bolos. La idea de la marcha desazonaba a Daniel, el Mochuelo. Por la grieta del suelo se filtraba la luz de la planta baja y el haz luminoso se posaba en el techo con una fijeza obsesiva. Habrian de pasar tres meses sin ver aquel hilo fosforescente y sin oir los movimientos quedos de su madre en las faenas domesticas; o los grunidos asperos y secos de su padre, siempre malhumorado; o sin respirar aquella atmosfera densa, que se adentraba ahora por la ventana abierta, hecha de aromas de heno recien segado y de resecas bonigas. Dios mio, !que largos eran tres meses! Pudo haberse rebelado contra la idea de la marcha, pero ahora era ya tarde. Su madre lloriqueaba unas horas antes al hacer, junto a el, el inventario de sus ropas. --Mira, Danielin, hijo, estas son las sabanas tuyas. Van marcadas con tus iniciales. Y estas tus camisetas. Y estos tus calzoncillos. Y tus calcetines. Todo va marcado con tus letras. En el colegio sereis muchos chicos y de otro modo es posible que se extraviaran. Daniel, el Mochuelo, notaba en la garganta un volumen inusitado, como si se tratara de un cuerpo extrano. Su madre se paso el enves de la mano por la punta de la nariz remangada y sorbio una moquita. <>, penso el Mochuelo. Y sintio unos sinceros y apremiantes deseos de llorar. La madre prosiguio: --Cuidate y cuida la ropa, hijo. Bien sabes lo que a tu padre le ha costado todo esto. Somos pobres. Pero tu padre quiere que seas algo en la vida. No quiere que trabajes y padezcas como el. Tu --le miro un momento como enajenada-- puedes ser algo grande, algo muy grande en la vida, Danielin; tu padre y yo hemos querido que por nosotros no quede. Volvio a sorber la moquita y quedo en silencio. El Mochuelo se repitio: <>, y movio convulsivamente la cabeza. No acertaba a comprender como podria llegar a ser algo muy grande en la vida. Y se esforzaba, tesoneramente, en comprenderlo. Para el, algo muy grande era Paco, el herrero, con su torax inabarcable, con sus espaldas macizas y su pelo hispido y rojo; con su aspecto salvaje y duro de dios primitivo. Y algo grande era tambien su padre, que tres veranos atras abatio un milano de dos metros de envergadura... Pero su madre no se referia a esta clase de grandeza cuando le hablaba. Quiza su madre deseaba una grandeza al estilo de la de don Moises, el maestro, o tal vez como la de don Ramon, el boticario, a quien hacia unos meses habian hecho alcalde. Seguramente a algo de esto aspiraban sus padres para el. Mas, a Daniel, el Mochuelo, no le fascinaban estas grandezas. En todo caso, preferia no ser grande, ni progresar. Dio vuelta en el lecho y se coloco boca abajo, tratando de amortiguar la sensacion de ansiedad que desde hacia un rato le mordia en el estomago. Asi se hallaba mejor; dominaba, en cierto modo, su desazon. De todas formas, boca arriba o boca abajo, resultaba inevitable que a las nueve de la manana tomase el rapido para la ciudad. Y adios todo, entonces. Si es caso... Pero ya era tarde, hacia muchos anos que su padre acariciaba aquel proyecto y el no podia arriesgarse a destruirlo todo en un momento, de un caprichoso papirotazo. Lo que su padre no logro haber sido, queria ahora serlo en el. Cuestion de capricho. Los mayores tenian, a veces, caprichos mas tozudos y absurdos que los de los ninos. Ocurria que a Daniel, el Mochuelo, le habia agradado, meses atras, la idea de cambiar de vida. Y sin embargo, ahora, esta idea le atormentaba. Hacia casi seis anos que conocio las aspiraciones de su padre respecto a el. Don Jose, el cura, que era un gran santo, decia, a menudo, que era un pecado sorprender las conversaciones de los demas. No obstante, Daniel, el Mochuelo, escuchaba con frecuencia las conversaciones de sus padres en la planta baja, durante la noche, cuando el se acostaba. Por la grieta del entarimado divisaba el hogar, la mesa de pino, las banquetas, el entremijo y todos los utiles de la queseria. Daniel, el Mochuelo, agazapado contra el suelo, espiaba las conversaciones desde alli. Era en el una costumbre. Con el murmullo de las conversaciones, ascendia del piso bajo el agrio olor de la cuajada y las esterillas sucias. Le placia aquel olor a leche fermentada, punzante y casi humano. Su padre se recostaba en el entremijo aquella noche, mientras su madre recogia los restos de la cena. Hacia ya casi seis anos que Daniel, el Mochuelo, sorprendiera esta escena, pero estaba tan solidamente vinculada a su vida que la recordaba ahora con todos los pormenores. --No, el chico sera otra cosa. No lo dudes --decia su padre--. No pasara la vida amarrado a este banco como un esclavo. Bueno, como un esclavo y como yo. Y, al decir esto, solto una palabrota y golpeo en el entremijo con el puno crispado. Aparentaba estar enfadado con alguien, aunque Daniel, el Mochuelo, no acertaba a discernir con quien. Entonces Daniel no sabia que los hombres se enfurecen a veces con la vida y contra un orden de cosas que consideran irritante y desigual. A Daniel, el Mochuelo, le gustaba ver airado a su padre porque sus ojos echaban chiribitas y los musculos del rostro se le endurecian y, entonces, detentaba una cierta similitud con Paco, el herrero. --Pero no podemos separarnos de el --dijo la madre--. Es nuestro unico hijo. Si siquiera tuvieramos una nina. Pero mi vientre esta seco, tu lo sabes. No podremos tener una hija ya. Don Ricardo dijo, la ultima vez, que he quedado esteril despues del aborto. Su padre juro otra vez, entre dientes. Luego, sin moverse de su postura, anadio: --Dejalo; eso ya no tiene remedio. No escarbes en las cosas que ya no tienen remedio. La madre gimoteo, mientras recogia en un bote oxidado las migas de pan abandonadas encima de la mesa. Aun insistio debilmente: --A lo mejor el chico no vale para estudiar. Todo esto es prematuro. Y un chico en la ciudad es muy costoso. Eso puede hacerlo Ramon, el boticario, o el senor juez. Nosotros no podemos hacerlo. No tenemos dinero. Su padre empezo a dar vueltas nerviosas a una adobadera entre las manos. Daniel, el Mochuelo, comprendio que su padre se dominaba para no exacerbar el dolor de su mujer. Al cabo de un rato anadio: --Eso quedalo de mi cuenta. En cuanto a si el chico vale o no vale para estudiar depende de si tiene cuartos o si no los tiene. Tu me comprendes. Se puso en pie y con el gancho de la lumbre desparramo las ascuas que aun relucian en el hogar. Su madre se habia sentado, con las bastas manos desmayadas en el regazo. Repentinamente se sentia extenuada y nula, absurdamente vacua e indefensa. El padre se dirigia de nuevo a ella: --Es cosa decidida. No me hagas hablar mas de esto. En cuanto el chico cumpla once anos marchara a la ciudad a empezar el grado. La madre suspiro, rendida. No dijo nada. Daniel, el Mochuelo, se acosto y se durmio haciendo conjeturas sobre lo que querria decir su madre, con aquello de que tenia el vientre seco y que se habia quedado esteril despues del aborto.

  • La prisionera del mar de Elisa Sebbel

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    1809, Una isla desierta en medio del Mediterraneo.
    5000 hombres y 21 mujeres abandonados a su suerte.
    El conmovedor destino de Heloise.

  • Verdad, engano… O quimera (Los Wadlow 3) de Marisa Maverick

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    “?VERDAD, ENGANO. O QUIMERA?”
    Con este tercer volumen, en el que sabremos de la vida de Diane y Peter, se cierra la Saga Los Wadlow. Conoce en las dos entregas anteriores como se inicio la sorprendente relacion del matrimonio Lindgren.Y descubre, ademas, tanto el presente como el futuro del resto de la familia Wadlow. Deja que aniden por siempre en tu corazon. ?Me acompanas?
    La vida de Diane no tuvo un buen principio, pues ya desde el vientre materno su futuro estaba sentenciado: ser abandonada a las pocas semanas de su nacimiento. A pesar de tan tragica circunstancia, nunca le preocupo no saber quienes eran sus progenitores ni el porque de su abyecto proceder.
    Peter, su marido, es un hombre de caracter tranquilo, ecuanime en sus juicios y de modales elegantes. Pero hoy, con temor e impotencia, ve que tanto ese aplomo como la estabilidad de su matrimonio son puestos a prueba por hechos nunca imaginados y por. ella.
    Esa mujer que vuelve a lanzar al aire la moneda de la necedad y la sensatez con la que apuesta, y juega, como en el pasado; salvo que ahora con mayor motivacion.

  • El camino de los Dioses de Antonio Cabanas

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    La magistral escritura de Antonio Cabanas nos acerca a un momento historico unico: cuando el Antiguo Egipto sucumbe ante el empuje de un nuevo orden dispuesto a devorar a sus dioses milenarios.

  • La vida al fin y al cabo de Fernando Garcia Lobo

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    Me pregunto a que altura estoy en este momento. Nunca he sido muy habil para calcular distancias. En realidad, nunca lo he sido para calcular nada. ?Cuanto mide un edificio de viviendas de tres plantas? Esa pregunta, recuerdo que nos la hicimos un dia, hace mucho tiempo, en una terraza de verano tomando unas cervezas. Aquellos amigos de entonces, hace tiempo que abandonaron mi compania. Ley de vida. Recuerdo nuestras risas cuando un par contestamos: ?cien metros? Como se notaba que no teniamos ni idea de arquitectura, y ni falta que nos hacia por entonces. ?Cuantas personas pasan por nuestro lado a lo largo de nuestras vidas? Muchas. O no tantas. De todas se aprende algo, y ahora me pregunto que les habre ensenado yo a todas y cada una de ellas. Espero que algo bueno. Poco, me temo, pero bueno. Pero aqui donde estoy ahora, hay muchos mas de tres pisos, eso lo se seguro. Siento la ciudad a mis pies. Al alcance de mis manos. Desde aqui parece mucho mas grande. Si, definitivamente es una ciudad. Y ahora es mia. Estoy tan a gusto, que incluso he olvidado el motivo por el que estoy aqui arriba. Y me da igual. En este momento, todo me da igual… Cierro los ojos para sentir, solo sentir, que, de momento, sigo aqui, aunque haya decidido probar a volar… Yo elijo el momento. Y este es el mio. El ruido de una ambulancia ahi abajo, me devuelve al presente. A la realidad. Un aire helado me recorre todo el cuerpo. Me doy cuenta de que voy en mangas de camisa, a pesar de ser invierno. Es curioso que, la valentia de hace apenas unos minutos, se haya esfumado. Asi, de repente. Hace un momento, la idea de saltar al vacio, desde la azotea de este hotel, me parecia genial. No solo la unica opcion, sino la mas acertada. Pero ahora, aqui arriba en este edificio que no alcanzo a saber cual es, me entran las dudas. Permitanme la posibilidad de dudar al saber que me dispongo a hacer algo, que no tiene vuelta atras, que una cosa es echarle valor a esto del suicidio, y otra muy distinta es hacerlo a lo loco. Como ha cambiado mi vida esta ultima semana. La vida es esto, !pam! y todo cambia. En solo una semana, la ultima semana... PRIMERA PARTE: SEBASTIAN 1 Baje del autobus en la que crei que era mi parada. A pesar del frio, anduve unos metros con la chaqueta colgada del brazo, ajeno a todo lo que me rodeaba. Realmente, que mas daba el frio. Que mas daba todo. No podia quitarme de la cabeza la visita al medico, de hacia una hora. Todavia podia ver la cara de ese tipo, con su pose de hijo de puta, mirandome sin verme. Haciendo ver que me entendia. No entiendo el por que de la pose que adopta esa gente, ?nadie les ha dicho que utilizan el mismo uniforme que un charcutero? Si lo tuvieran mas en cuenta, tal vez dejarian de hablar con ese tufo a trascendente. --Lo siento senor Montes, lamento tener que decirle todo esto... --Monjes. --?Perdon? --Mi nombre es Monjes, Sebastian Monjes. --Ah, si, si, perdone... Aquel tipejo no sabia ni como me llamaba. Pero no le temblo la voz para soltarme, a bocajarro, la noticia. Sindrome de Stouhauer, o algo parecido... --?Oiga, y no sera el tal Montes el que esta bien jodido, y no yo? --tire de fina ironia. No hay que dejar de ser uno mismo, ni en las peores situaciones. Aquel hombre vestido de blanco me explico, a grandes rasgos, que aquel sindrome, era la explicacion a todos mis recientes dolores de cabeza y mis estimados mareos. Y lo hizo con una mezcla de falsa condolencia y franca satisfaccion profesional, por haber dado con la tecla. Por haber averiguado al fin el enigma. Como un mecanico, que nos anuncia el motivo por el cual nuestro coche no arranca. Con una sutil diferencia: el coche no era tal, era yo; y el problema era el contrario, el riesgo a apagarme del todo. El diagnostico del doctor Morales, o Minerales no lo recuerdo bien, no era muy alentador. Me explico con todo lujo de detalles el tratamiento de choque a seguir. No tendria ningun problema en exponerlo ahora mismo, pero me resulta del todo imposible. No le preste la mas minima atencion. Deje de pensar en aquella consulta. En aquel hospital venido a menos. Ya no me importaba nada. No estaba alli. Estaba en mi ninez. De nuevo enfrentandome a los miedos a solas. Con la terrible certeza de que esta vez, tocaba perder. Por mucho que aquel senor me explicara las diversas posibilidades, estaba convencido de que no. No habia nada que hacer. No veia el momento de largarme de alli. De despertar de aquella pesadilla. Esto no esta ocurriendo, me dije. Sabia perfectamente que era un burdo intento de enganarme a mi mismo. Que dura es la realidad… Hay momentos, los mas, en los que una buena mentira abriga. Lo unico que pude descifrar entre aquella coleccion de palabras y silencios, fue que habia un tratamiento experimental. El doctor Morales entonces, fue mas sincero todavia al indicarme que la esperanza de curacion era escasa. Nula mas bien. Pero merecia la pena intentarlo. Al menos para el, que parecia ligeramente inclinado a seguir con pruebas y mas pruebas. Anadio que el tiempo corria en nuestra contra. Me hizo gracia que utilizara el plural, y me tranquilizo la certeza de que en realidad, el tiempo corre en contra de todos. La cabeza me iba a estallar. Definitivamente aquel maldito sindrome iba ganando terreno. Durante el ultimo mes, prueba tras prueba buscando la solucion, habia albergado la esperanza de que todos aquellos males, desaparecieran de la misma manera en la que llegaron: de la noche a la manana. Todos tendemos a desear eso. Negamos el dolor esperando que desaparezca. Y lo peor es que, en ocasiones, lo conseguimos. Pero no siempre. Caminaba con pasos pesados hacia mi casa, reflexionando sobre que haria a partir de ese momento. Si valia la pena o no enfrentarse a nuevas pruebas, a nuevos tratamientos, a nuevas esperanzas… Todas encaminadas a fracasar. A sucumbir... Me detuve un momento para contemplar un parque repleto de ninos jugando. Ajenos a todo. Ajenos a mi realidad y a la de todos. Unicamente pendientes de lo suyo. !Que envidia! Ojala volviera a esa edad. A esa epoca dulce de la vida. --!Perdone, perdone! Segui caminando sin esperanza. Ahora mas que nunca, sin prisa. Como queriendo retener esos pasos. Ya no quedaban muchos... --Perdona... Note una mano sobre mi hombro y me gire por inercia. Ante mi habia un rostro ligeramente conocido. --Se te ha caido esto --me dijo, al tiempo que me tendia el sobre blanco del hospital. Sin decir palabra, lo cogi sin mirarlo. --Gracias, eh, gracias --balbucee con dificultad, mas por la sorpresa que por otra cosa. La rescatadora de mi maldito sobre, resulto ser Eva Losada, una antigua companera de mis tiempos de EGB. ?Como diablos lo llaman ahora? Cuanto ha llovido… A pesar del paso del tiempo, seguia teniendo la misma mirada burlona y sensual de entonces. Recuerdo que fue mi primer amor, aunque no estoy seguro de que a aquello que senti entonces, se le pueda llamar amor. Tal vez no lo era, o lo era en su maxima expresion. Toda una vida intentando averiguarlo, y ahora que tal vez llegaba al final del viaje, me daba cuenta de que lo mas importante no son ni las preguntas, ni las respuestas, ni nada parecido. Lo importante, es sentir la duda y tratar de resolverla. Cosa que yo, en la mayoria de las cosas verdaderamente importantes de la vida, no habia hecho. Demasiadas dudas pendientes por resolver. Le di las gracias y quedamos para tomar algo, algun dia. Volvi a mi mismo, al tirar de ironia. Le recalque que mejor no dejarlo para muy tarde, broma que deguste en mi interior, al saber que solo yo la entendia. Al llegar a casa, mas vacia y hueca que de costumbre, no sabia bien que hacer. A pesar de las advertencias del maldito doctor, me parecio que lo obvio y natural en mi situacion, era tomarme un buen copazo. Nunca he sido bebedor, hecho que no me ha impedido tener un pequeno arsenal alcoholico repartido en varios muebles de la cocina. Cualquier cosa valia. ?El whisky caduca? Torturandome con la bebida, como si no tuviera suficiente con lo mio, encendi el ordenador, y me dispuse a mirar, como si nada, mi correo y mi facebook. Nada destacable. En mi muro escribi un escueto "Puta Vida". Fui a la ducha, intentando que el agua aclarara mis ideas. ?Que iba a hacer a partir de ese momento? Lo unico que tenia claro, es que nada de pruebas. Eso no. Estaba harto. El doctor Morales, me habia emplazado a pedir nuevamente hora para seguir con el tratamiento. Me di cuenta en ese momento, que al salir de su consulta, no lo habia hecho. Simplemente sali, directamente a la calle, y a mi casa. Francamente, no me preocupaba

  • Los perdonados de Lawrence Osborne

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    David y Jo Henniger, una pareja de britanicos sumidos en una crisis matrimonial, aceptan la invitacion de
    un viejo amigo para asistir a una fastuosa bacanal en una villa situada en medio del desierto de Marruecos. ?Que mejor que unos dias de desenfreno en una tierra exotica y sensual para avivar una relacion del todo estancada?
    Sin embargo, lo que estaba llamado a ser un fin de semana idilico se tuerce irremisiblemente de camino
    a la fiesta: David, que conduce ebrio en la oscuridad
    del desierto, atropella a un joven marroqui que se cruza subitamente en su camino. A partir de este incidente, los destinos de los personajes cambiaran de forma radical. Bajo la atenta mirada del servicio domestico marroqui, que satisface a reganadientes las extrava- gancias y los excesos de los invitados a la fiesta, David y Jo deberan enfrentarse a las terribles consecuencias de sus actos en un clima de tensiones crecientes.
    Como en El turista desnudo, Osborne despliega en esta novela su excepcional talento para captar los dilemas morales que afloran cuando los occidentales viajan al extranjero, ingenuamente confiados en el poder bal- samico del viaje, tan solo para verse obligados a lidiar, donde menos se lo esperan, con las mentiras, las con- tradicciones y los prejuicios que rigen su propia vida, asi como sus relaciones con los demas.

  • La mujer sin marido de Lori Beasley Bradley

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    En el nombre de Dios, ?que hice para merecer tal verguenza y humillacion? Callie Jamison estaba sentada con su espalda erguida, usando su mejor traje negro y su sombrero: su vestimenta de luto. Se enjugo las lagrimas de rabia y verguenza. En el asiento del acompanante del calesin de su marido, bajaban por la calle Principal de Ellsworth, Kansas. En aquella soleada manana de junio, volvian del juzgado, lugar donde un juez acababa de disolver su matrimonio de diez anos con Evan Jamison. Fui una buena esposa. Lagrimas de verguenza mojaron la mejilla bronceada de Callie, quien se negaba a dirigirle la mirada a Evan. ?Como pudo hacerle esto? Ahora era una mujer divorciada, una mujer sin marido. ?Como soportaria la verguenza y el ridiculo? Las divorciadas eran destinadas a ser rechazadas. -!Ahi esta, Callie! Tu nuevo hogar -dijo Evan con desprecio cuando detuvo el calesin frente a la Casa Ellsworth. -No puedes estar hablando en serio -respondio Callie mientras miraba el edificio de tres pisos con estructura de madera y la leyenda <> grabada en oro en la enorme ventana delantera-. No puedo quedarme en este lugar, tiene… mala reputacion. -El juez dijo que tenia que pagar por tu alojamiento y comida en una residencia adecuada -se burlo Evan-. Ahora eres una mujer de mala reputacion, Callie, asi que esto te sienta muy bien, en mi opinion. Evan comenzo a reirse mientras levantaba sus tres bolsos de viaje de la parte trasera del calesin. -Apurate, mujer -le grito Evan mientras cargaba sus bolsas y las dejaba en la entrada de la casa de huespedes-. No tengo todo el dia. Tengo un rancho que administrar. Y supongo que vas a traer a esa nina a mi casa tan pronto como puedas. Evan no habia ocultado ni un poco su amorio con Polly Hardin, una chica de diecinueve anos, hija de un vecino y antigua alumna de Callie en la escuela. Durante los ultimos siete anos, Callie habia educado a los ninos que vivian en Ellsworth. Callie respiro hondo, se levanto la falda y se bajo del calesin. La brisa calida y seca hizo que un mechon suelto de su cabello castano se posara en sus ojos azules llenos de lagrimas. Callie lo volvio a colocar en su sitio con su mano enguantada. Sostuvo la cabeza en alto, se enderezo la chaqueta y camino por el polvoriento sendero. Le costo poner un pie delante del otro mientras seguia a Evan hasta el llamativo vestibulo de la casa de huespedes del pueblo, que tambien funcionaba como burdel, si los rumores eran correctos. Jovenes mujeres con vestidos de encaje estaban sentadas en sillones tapizados en terciopelo rojo. Callie no necesitaba mas pruebas para comprobar que los rumores eran correctos. La Casa Ellsworth era, de hecho, un burdel. Le hare una solicitud al juez. No hay nada menos adecuado para una maestra de escuela y una mujer que va a la iglesia. Evan no puede estar hablando en serio. -?Como puedo ayudarlos? -pregunto un hombre alto con cicatrices en la cara desde detras del mostrador, observando las bolsas que Evan llevaba y a Callie. Los penetrantes ojos oscuros del hombre le provocaron un escalofrio a Callie. -?Tienes lista la habitacion de la que te hable, Caine? -pregunto Evan mientras le dirigia una sonrisa de satisfaccion a Callie. -Se que querias que este en el tercer piso -respondio Matthew Caine con la mirada puesta en Callie. Se lamio sus delgados labios y sonrio. -Pero he tenido que dejarla abajo con las chicas hasta que algo se desocupe alli arriba. Tengo la casa llena en este momento. -Matt, ?no es un poco vieja para que este aqui abajo con nosotras? -pregunto una de las jovenes mujeres. -Parece tan vieja como mi madre, e igual de mojigata con su cuello alto y su cabello recogido bajo ese sombrero de matrona. Las demas mujeres rieron, y Callie sintio como sus mejillas enrojecian de verguenza al tiempo que sus ojos se llenaban de lagrimas. Le hare una peticion al juez, incluso si me tengo que arrastrar hasta el juzgado de rodillas. No puedo quedarme en este lugar horrendo junto con estas mujeres. -No me importa donde carajo la pongas -grito Evan y dejo caer las bolsas de Callie al suelo de madera pulida. -Ella no es mas mi problema. Levanto las manos en el aire, se dio la vuelta y abandono el vestibulo. -Que hombre tan encantador -murmuro con sarcasmo una de las jovenes al acercarse a Callie. – ?Donde la quieres, Matt? ?En la vieja habitacion de Ruthie? El hombre alto asintio con la cabeza sin apartar la vista de los senos de Callie. Puedo jurar que me esta tomando las medidas. -Vamos, carino -dijo la chica y se inclino para recoger dos de los bolsos de Callie-. Te mostrare tu habitacion. Callie se agacho, tomo su otro bolso, y siguio a la delgada pelirroja, quien paso el mostrador y camino por un estrecho y oscuro pasillo empapelado con el mismo llamativo tapiz del vestibulo. -Las chicas usamos estas habitaciones porque hay una puerta que da al exterior al final del pasillo para que nuestros clientes no tengan que salir por el vestibulo -explico la mujer senalando una luz difusa al final del pasillo-, y para que ese cabron entrometido de Caine no sepa nuestras idas y venidas – anadio mientras abria una puerta al final del pasillo. -?No tiene llave? -pregunto Callie con los ojos abiertos y horrorizada ante tanta vulgaridad por parte de la joven. La pelirroja llevo los bolsos de Callie a una habitacion donde una gran cama con marco de bronce era el elemento central. En la pared opuesta habia un armario alto. En una de sus puertas habia un espejo ovalado con una fisura que lo atravesaba. Vio un lavamanos con una jarra y un cuenco, ambos esmaltados. Un orinal a juego estaba en el suelo junto a la cama. Al lado de la ventana se veia un pequeno tocador con un espejo ovalado arriba sobre la pared. La habitacion olia como si el antiguo residente hubiera dejado el orinal lleno y nadie se hubiera molestado en vaciarlo. -Me llamo Maisie -dijo la chica, estrechandole su pecosa mano-, pero la mayoria de las chicas me llama Ruby por mi cabello. -?Que nombre te gusta mas?- pregunto Callie tomando la calida mano de la chica. Maisie la miro perpleja como si nadie le hubiera hecho esa pregunta antes. -Mi mama y mi abuela siempre me llamaban Mae -le susurro-. Tu puedes llamarme Mae si quieres. -Soy Callie -dijo mientras le estrechaba la mano-. Gracias por ayudarme con los bolsos, Mae. -Por nada -respondio la linda chica con una sonrisa que acerco las pecas de sus mejillas a sus brillantes ojos verdes. -Matt si que es una molestia terrible, y un holgazan. Nos manda clientes, se lleva la paga y estamos seguras de que se queda con mas del diez por ciento -dijo Mae entrecerrando los ojos-. Ten cuidado con el -le advirtio-. No me gusto la forma en que te miro. Al menos no soy la unica que se dio cuenta. -Tendras que conseguir tu propia agua de la bomba de atras y llevar tu orinal al retrete de afuera. Tambien esta en la parte de atras, pero puedes llegar facilmente desde la puerta que esta al final del pasillo. Sus ojos recorrieron la habitacion y se detuvieron en la cama, en donde se encontraba un delgado colchon sin almohada. -Me temo que tendras que conseguir tu propia ropa de cama -suspiro Mae-. La mayoria de nosotras cargamos la nuestra en el maletero cuando viajamos de ciudad en ciudad, pero tu puedes comprar ropa de cama nueva en el mercado de la calle. -Gracias -dijo Callie frunciendo el ceno. No habia considerado la ropa de cama cuando empaco sus cosas apresuradamente esa manana. Asumio que Evan la llevaria al hotel y no la dejaria en este prostibulo. Sin embargo, Callie sabia perfectamente cual seria el resultado en el juzgado. Evan y el juez Sterling jugaban juntos al poquer y Callie sabia que el hombre le concederia a Evan el divorcio que queria. -?Tienes dinero? -pregunto la chica con humildad-. Si no tienes, puedo darte unos cuantos dolares hasta que puedas conseguir los tuyos. -Tengo un poco -respondio Callie con una debil sonrisa-, pero muchas gracias por la oferta. -No es facil ser una mujer y estar por tu cuenta -suspiro Mae-. Tienes que pagar todo. La mayoria de nosotras comemos en El Filete Jugoso, al otro lado de la calle. El viejo Jenkins canjea las comidas por una mamada en la cocina de vez en cuando, siempre y cuando su mujer no este alli – dijo ruborizada. Callie sonrio. Conocia a Hiram Jenkins. -Creo que puedo pagar por mi comida. -!Casi me olvido! -anadio la chica mientras se dirigia a la puerta-, aqui esta tu llave -dijo sacando la llave de la cerradura y entregandosela a Callie. -Todas llevamos la nuestra con nosotras. Nunca se las dejamos a Caine en la recepcion cuando salimos. -Gracias, Mae -dijo Callie-. Supongo que sera mejor que guarde mis cosas y haga una lista de lo que necesito comprar en el mercado. -Claro, senora -respondio Mae y abrio la puerta. Las risas joviales y agudas de las jovenes entraron por la puerta y Mae puso los ojos en blanco. -Tabby debe haber contado otro de sus tontos chistes. Es tu vecina, por cierto, y te lo advierto ahora -dijo con un guino, senalando con la cabeza la pared que separaba la habitacion de Callie de la de al lado-. Tabby disfruta de su trabajo y puede ser muy ruidosa cuando lo hace. Cuando la chica cerro la puerta, Callie se apresuro a ponerle llave y comprobo que funcionara con un giro de la perilla y un fuerte tiron. Una vez convencida de que la puerta era segura, se tomo un minuto para estudiar su nueva morada. Las paredes de yeso eran de un verde palido y apagado, pero algunas grietas marcaban el yeso en ciertos lugares. Callie arrugo su nariz. No queria saber de que eran las manchas que bajaban por la pared detras de la opaca cabecera de metal de la cama. Podria pintar para refrescar el ambiente. Pero me niego a considerar este lugar como mi residencia permanente. La unica ventana de la habitacion no tenia cortina y cuando Callie se acerco a ella, noto huellas. Parecia como si se hubiera apoyado una cara contra el vidrio, tratando de echar un vistazo al interior

  • Siente, suena y ama de Marisol Gallardo

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    Lucia llevaba una vida feliz junto a los suyos, ese verano acababa de cumplir diecisiete anos. Una manana alguien llama a su puerta, era Miguel y preguntaba por su padre. A partir del momento en que sus miradas se cruzaron, se hicieron inseparables, dias llenos de ternura, complicidad y amor. Pero un dia, Miguel se subir al primer tren de la manana y desaparecer. Si quieres saber que ocurrio, las claves estan en siente, suena y ama, una novela, donde descubriras a Bea su amiga de la Universidad, Diana, una joven alocada que huye de su pasado y Ariel, una chica mexicana tan especial como sus antepasados. Una historia de amor y lealtad que te cautivara, te hara sonreir, emocionante y sobre todo valorar la verdadera amistad.

  • Bailando con el demonio de Alina Covalschi

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    --Quiero ver sensualidad, Evelyn --exigio Madame Janice--. Esas manos tienen que flotar en el aire. Llevaba mas de tres horas de entrenamiento y, por mas que intentaba estar concentrada, mi cuerpo se resistia. Me dolian los huesos, y estaba cansada. Me gustaba bailar porque mi alma lo necesitaba. Sonaba con mis pies en pleno movimiento y me sentia libre. La mente y mi corazon acompanaban el ritmo, lo que hacia conmovedora la danza. Sentir la musica era el secreto para mi felicidad. --Es suficiente por hoy --dijo ella al ver que mis piernas empezaban a fallarme--. Seguiremos manana, Evelyn. Descansa, quiero verte con fuerzas. Estaran aqui muchos directores y es posible que alguno ponga sus ojos en ti. --Eso espero. --Desenrede mi pelo sudado--. Llevo toda una vida luchando para conseguir esto. --Lo conseguiras, seguro, eres perfecta. --Me dio una botella de agua--. Hay muchos musicales que necesitan buenos bailarines. --Si, pero algunos son mejores que yo. --Confio en ti. --Me dio un apreton de manos--. Necesitas descansar. Ella abandono el salon de baile y, al verme sola, me sente en el suelo y apoye la espalda contra el espejo. Recorde la primera vez que mis pies habian tocado el suelo de un estudio y la primera vez que el baile me habia llamado la atencion. --Aqui estan los bailarines, ninos --dijo nuestra cuidadora Janine--. Este Conservatorio es uno de los mejores y, si estudian bien, podeis obtener una plaza aqui. --Nos miro a todos. --?Y podemos bailar como ellos? --Senale una pareja que se movia de una manera indescriptible. --Claro que si, Evelyn. El orfanato paga vuestros estudios, pero teneis que poner mucho empeno. --Lo hare --dije para mi misma. Y eso hice… empece a estudiar y a estudiar hasta conseguir una beca. Con esa beca me habian dado una plaza para el conservatorio y luego me habia esforzado mucho para aprender todos los tipos de baile de salon. Mi vida no habia sido facil: no tener padres ni familia me habia mantenido en un amargo silencio durante anos. Tuve suerte de que mis abuelos pagaran el orfanato antes de quedarme sin nada. Estuve viviendo dos anos alli hasta que una familia se intereso por mi. Todo paso muy rapido y, en menos de unas horas, ya estaba viviendo con ellos. Mi padre adoptivo tenia mas de cinco empresas de construccion y habiamos tenido mucho dinero. Perdimos todo en tan solo un mes, y eso lo volvio loco: los encontre a los dos muertos en la cama. Habia sido el dia mas horrible de mi vida, y ver tanta sangre junto a los cuerpos de esas personas sin vida me habia marcado para siempre. Los policias habian dicho que mi padre adoptivo habia matado a su mujer y luego se habia disparado en la cabeza. No llegue a encarinarme con ellos y estaba acostumbrada a verlos siempre lejos de donde yo me encontraba, fisica y psicologicamente. Mucho no recordaba porque era muy pequena, pero nunca los habia visto besarse o abrazarse y, por supuesto, tampoco lo hacian conmigo. De cria habia tenido pesadillas al respeto y en todas ellas los rodeaba un aura extrana, tanto como eran ellos. Cuando me vi sola de nuevo un lugar extrano y lleno de personas desconocidas, quise desaparecer para siempre. El orfanato era un edificio cuadrado, rodeado por una verja alta. Estaba muy descuidado, pero limpio y las cuidadoras me hablaban con indiferencia. Tuve la suerte de que ese dia habia visto a una pareja bailando en el parque del orfanato y habia recordado lo que me habia prometido: seguir estudiando y llegar a cumplir mi mayor deseo. Conseguir bailar en un escenario habia sido lo unico que me habia mantenido con vida. --Vamos a cerrar --aviso el portero. --Ahora salgo. --Me levante del suelo y estire mis brazos. Tome la mochila y sali del conservatorio bastante confiada. Estaba segura de que tantos anos de clases intensivas no habian sido inutiles y de que pronto iba recibir los merecidos resultados. LUCES EN LA OSCURIDAD --Mucha suerte Evelyn --dijo mi companera de piso, Carmen. --Gracias. --La abrace y sali por la puerta. Habia pasado una noche horrible; no habia conseguido pegar ojo por los nervios que habian estado recorriendo mi cuerpo entero. No queria perder la oportunidad de conseguir un puesto libre en la nueva obra teatral "Olvida que me amas". Habia aprendido una corregrafia y tenia que bailar con mucha precision para conseguir mi tan ansiado sueno. Llegue al conservatorio un poco antes, pero tuve tiempo de echar un vistazo a las aulas llenas. Mientras paseaba por los pasillos, recordaba con nostalgia mis primeros dias de entrenamiento. Habian sido dificiles, pero me habian ayudado a olvidar el duro pasado que habia enterrado muy adentro de mi corazon. Habia muchos bailarines esperando, y eso empezaba a preocuparme. Estire mi cuerpo para liberar la tension y me sente en una silla. Con los nervios revoloteando en mi estomago, espere a que me llamaran. Despues de una larga hora de espera, llego mi turno. Me puse de pie enseguida cuando escuche mi nombre. Estaba nerviosa: mi corazon martilleaba en mi pecho con fuerza mientras enviaba un escalofrio por todo mi cuerpo, y mis mejillas empezaron a arder. Me llevaron por un pasillo oscuro y luego abrieron una puerta de metal. Lo que habia tras ella era una cortina roja de terciopelo y un silencio inquietante. La aparte con mis manos temblorosas y pise despacio el suelo de madera. Me encaminaba hacia un escenario y sabia que esa era una oportunidad unica. Habia solo una luz encendida, y el resto estaba a oscuras, de forma que era imposible saber cuantas personas habia mirandome. --Puedes empezar --dijo alguien, y gire la cabeza. Su voz sono fuerte, y el poder de sus palabras se apodero de mi. Mi corazon se deslizo hacia mi estomago. No podia pensar y me estremeci. Frote mis brazos para entrar en calor y asenti con detenimiento. Estaba acostumbrada a bailar con musica, pero no me atrevi a decir nada. Cuando hice una reverencia, vi en la oscuridad de la sala dos luces rojas pequenas. Parecian dos puntos pero, al ver que se movian y se apagaban al ritmo de mi parpadeo, empece a retroceder. Un panico asfixiante se instalo en mi y, cuando senti la cortina tocando mi espalda, la voz hablo de nuevo: --No tengo todo el dia. Hay mas personas esperando

  • Locamente atraido a ti de Dani Eliott

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  • Un hogar a tu lado (Creek Canyon 2) de Catherine Bybee

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    Erin siguio con suma atencion la trayectoria del blanco de arcilla, desde el momento en que salio disparado del lanzador y se desplazo surcando el aire, hasta que se rompio en pedazos cuando Parker apreto el gatillo de la escopeta. --Le has dado todas las veces. ?Como lo haces? --Erin estaba impresionada. Ella solo habia conseguido acertar un plato de cada diez, mientras que Parker se habia ganado su apodo, el de <>, a pulso. --Es cuestion de practica. Tu acabas de empezar, date tiempo. Estaban en un rincon escondido del bosque del Angeles National Forest, en un campo de tiro, un lugar dominado por la testosterona en el que de vez en cuando se veia a alguna que otra esposa o novia. Erin y Parker eran las unicas mujeres que no iban acompanadas de un hombre. --Seguimos con el tiro al plato unas cuantas veces mas y luego pasamos a la galeria de tiro con pistola, ?de acuerdo? Los blancos moviles son mas dificiles, pero es que quiero que te acostumbres al retroceso de la escopeta para que puedas controlarla. --Parker le estaba dando lecciones sin avasallarla con la bateria de preguntas que le haria cualquier otra persona. A finales del verano anterior, Erin se habia ido a vivir a la propiedad de Parker, quien estaba desesperada por alquilar la casa de invitados del rancho familiar tras haber sobrevivido a un incendio que por poco destruye todas las posesiones de su familia. Erin estaba igual de ansiosa por instalarse alli y empezar una nueva vida lejos de las carreteras principales y los barrios de cualquier gran ciudad, donde todo el mundo se conocia. En una localidad del tamano de Santa Clarita, en cambio, no llamaria la atencion ni estaria rodeada de los turistas y los empresarios que invadian las grandes ciudades del sur de California. Erin esperaba encontrar soledad y, en vez de eso, lo que encontro fue una amiga fabulosa, una amiga que se dio cuenta de que Erin estaba escondiendose de su ex, pero que no la presiono ni una sola vez para que le contara los detalles de la historia. No, Parker no hurgo en su vida, sino que simplemente le dijo que, cuando estuviera lista para hablar, alli estaria ella para escucharla. Incluso ahora, mientras disparaba a los blancos --errando casi siempre el tiro, en el caso de Erin, que tenia una punteria terrible--, habria tenido toda su logica que Parker le hubiese preguntado por que tenia tantas ganas de aprender a disparar. Sin embargo, no lo habia hecho. Ni una sola vez. Parker le dio el arma a Erin con el canon abierto, preparado para que llenara el cargador. Eso ya sabia como hacerlo. Ahora bien, darle al blanco con ella... eso ya no era tan facil. Aunque, a cualquiera que le hubiese preguntado, le habria dicho que el mero hecho de cargar el arma ya le infundia un valor que ni siquiera sabia que tenia en su interior. Con las gafas de seguridad y los oidos tapados con tapones de color naranja --<>, como los llamaba Parker--, Erin apoyo la culata del arma en el hombro. --?No te olvidas de algo? --le pregunto Parker. Erin se detuvo un segundo, con aire confuso. Luego sonrio y amartillo el arma. El sonido le resulto inquietantemente satisfactorio. Era como decir <> con dos solidos chasquidos. Parker sonrio. --Esta vez quiero que te inclines hacia el arma y que mires fijamente por el canon hasta que sientas que es una extension de tu brazo. Sabes que el plato va a salir disparado hacia la izquierda, asi que no apuntes a la derecha en ningun momento. --Se situo detras de la maquina lanzaplatos--. Cuando tu me digas. Erin respiro profundamente y puso el dedo en el gatillo. --Ya. Parker solto el resorte. Un plato de color naranja salio disparado hacia el cielo. Erin lo vio volar y supo que iba a fallar antes de apretar el gatillo. El estruendo del arma le resono en el oido y le sacudio el hombro, empujandolo hacia atras con un solo movimiento. El plato de arcilla volo intacto hasta alcanzar la parte posterior de la colina y reunirse con todos sus companeros. Solo entonces se hizo pedazos. Parker se acerco a ella por detras. --Traslada el peso de tu cuerpo al pie izquierdo. --Puso una mano en el hombro de Erin y la empujo levemente hacia el arma--. Apoyate en ella. De nuevo en posicion, respiro hondo varias veces mas. <>, se dijo. --!Plato! Fallo el tiro. --!Plato! Fallo el tiro. --!Plato! Le dio... Joder, !le habia dado! Erin se sintio como si acabara de ganar la loteria, y una enorme sonrisa afloro a sus labios. Bajo el arma y choco los cinco con Parker. --?Quieres dejarlo ahora que vas ganando? --pregunto Parker--. ?O quieres seguir disparando un poco mas? Erin bajo la escopeta. --Probemos con algo mas pequeno. Una hora mas tarde iban conduciendo por la larga carretera del canon, orgullosas de su punteria. Parker tenia razon: disparar con pistola era mucho mas facil que hacerlo con la escopeta. Cada tintineo de los blancos metalicos habia sido como un signo de exclamacion. Erin no podia dejar de sonreir. --Ha sido mucho mas divertido de lo que pensaba. Parker mantuvo ambas manos en el volante mientras doblaba las curvas del canon. --Mi padre me llevaba al campo de tiro cada dos por tres. Siempre decia que, como teniamos armas en casa, era imprescindible que aprendiera a disparar. --?Y Mallory y Austin? Mallory y Austin eran, respectivamente, la hermana y el hermano pequeno de Parker, de quienes esta se habia hecho cargo tras el fallecimiento de sus padres, tres anos antes. --Mallory fue un par de veces, pero no le gusto. Aun asi, se defiende bastante bien con las armas. Austin disparaba la pistola del calibre .22 de mi padre cuando era pequeno. Ahora intentamos venir aqui un par de veces al ano para practicar. --?Saliais a cazar alguna vez? Parker nego con la cabeza. --No. Una cosa es pegarle un tiro a una serpiente de cascabel y otra muy distinta dispararle a Bambi. Supongo que si tuviera mucha hambre si podria hacerlo. Mi padre iba de caza con su hermano cuando eran jovenes. Erin lanzo un suspiro. --Yo creo que seria incapaz de dispararle a nada. --Pero informarse sobre el manejo de un arma y saber utilizarla no es algo malo en si: la informacion es poder y todo eso. Para mi, tener algo mas que un bate de beisbol en casa tras la muerte de mis padres fue un consuelo. A veces el mundo es una selva. No hay mas que ver las noticias para darse cuenta de eso. Erin se froto el lado de la mandibula donde todos los dias de su vida utilizaba maquillaje para ocultar una cicatriz. Ella sabia muy bien hasta que punto el mundo estaba lleno de seres salvajes. --?Crees que eso te convierte en una persona paranoica? --?El que me convierte en una persona paranoica? --Tener un arma en casa. --Cargada y lista para dar la bienvenida a cualquiera que se plante en tu casa mientras duermes, armado con su propia arma, para llevarte de vuelta a una vida de malos tratos y sufrimiento... Erin ahuyento la imagen de su cabeza. --Echo siempre el cerrojo de las puertas por si alguien intenta entrar; tengo un extintor por si hay un incendio; tengo un seguro por si se hunde el mundo... ?Significa eso que estoy paranoica? --Eso es un poco distinto. --?De verdad? Estoy hablando de tomar precauciones y tener un seguro. De momento no ha entrado nunca ningun ladron a robar en casa. El extintor no habria servido de nada en un incendio forestal, y el seguro ha sido mi salvacion. Tener un arma de fuego para proteger a mi familia es solo una precaucion. --Parker hizo una pausa--. Y para protegerte a ti tambien, si no me equivoco. Por eso hemos venido hoy aqui. --La observacion de Parker habia dado justo en el clavo. La persona de la que debia protegerse tenia un rostro y un nombre que Erin estaba tratando desesperadamente de enterrar en su pasado. --Y ahora es cuando cambio de tema. Parker se rio. --No esperaba menos. Media hora mas tarde, entraron en la propiedad vallada y pasaron por delante de un equipo de fontaneros que estaba cavando una larga zanja a traves del terreno. Una de las numerosas inundaciones relampago que habian sufrido en el invierno posterior al incendio se habia llevado por delante la tuberia principal de la entrada de agua a la casa. Ahora que el tiempo primaveral por fin estaba dando paso al sol abrasador tipico del sur de California, Parker habia contratado al equipo de operarios para que arreglara las tuberias de forma permanente. Una larga manguera de bomberos que conectaba el suministro de agua de la ciudad con la casa les habia ahorrado tener que trasladarse a vivir a otro sitio mientras esperaban que el tiempo cooperara. Para Erin, los inconvenientes eran minimos; solo habian estado unos pocos dias sin agua corriente. Teniendo en cuenta la magnitud de los danos que habia sufrido la finca, podia darse con un canto en los dientes. Colin, el novio de Parker, las saludo mientras pasaban por delante de los operarios y se dirigian cuesta arriba a la casa principal. Parker sonrio. --?Cuando te va a hacer la gran pregunta? --dijo Erin. --Nos vamos a Cabo San Lucas dentro de dos semanas. Supongo que podria volver de alli con un pedrusco en el dedo... Eso mismo pensaba Erin. Parker y Colin llevaban planeando su viaje a Mexico desde Navidad. Aguas cristalinas, playas de arena blanca... Sonaba paradisiaco. Parker aparco el coche y abrio la puerta. --Voy a guardar mis cosas y luego te ayudo a limpiar las armas, ?vale? --le propuso Erin. --No te preocupes. Pensaba hacerlo esta noche. Quiero estar un rato con los operarios y asegurarme de que no estropean las canerias nuevas. Erin meneo la cabeza con admiracion: Parker era la propietaria mas involucrada personalmente en las reparaciones domesticas que habia conocido en su vida. Colin subio andando la empinada cuesta del camino de entrada y saludo a Parker con un beso. --?Como ha ido? --Le he dado a dos platos con la escopeta. --Erin levanto el puno en el aire. --Pues ya se te da mucho mejor a que a mi --comento Colin. Parker se apoyo en el. --Lo que no te ha dicho Erin es que ha dejado secos a todos los blancos metalicos con la Glock. Erin sonrio al oir los elogios de su amiga. --Yo no diria tanto, pero no me ha ido mal, no. --Es muy modesta --dijo Parker. --Yo no soy la experta, pero tu si. ?Tu la has visto en accion? --le pregunto Erin a Colin. --No con una pistola --bromeo. Las mejillas de Parker se tineron de rojo. Erin nego con la cabeza. --Bueno, y despues de eso, yo creo que me voy corriendo a comprar y a la oficina de correos. ?Necesitais algo del supermercado? --No, gracias. --Parker abrio el maletero del coche y saco la funda de su escopeta. Como Erin no tenia que ayudar a descargar el coche, cruzo el camino de entrada hasta el sendero que llevaba a la casa de invitados. Aunque la propiedad estaba vallada y estaba prohibido el acceso, no cerrar la puerta con llave no era una opcion. Ademas, la semana siguiente iban a instalar el sistema de alarma. Una precaucion mas que Erin iba a anadir a su arsenal de proteccion. La casita de un solo dormitorio era perfecta para ella. El salon y la cocina formaban un solo espacio muy amplio que venia amueblado, algo ideal para Erin, teniendo en cuenta que habia abandonado su vida anterior practicamente con lo puesto: dos maletas de ropa y la tarjeta SD de fotos de un movil. Habia dejado atras todo lo demas. Todo y a todos. Entro en el bano y se lavo la suciedad de la cara y la polvora de las manos. La idea de que sus manos no pasaran el control de seguridad de un aeropuerto la hizo sonreir. Se miro en el espejo y se dio un prolongado repaso en el. --Pasito a pasito --dijo, hablandole al aire. Se quito la goma con que se habia sujetado su espesa melena en una cola y se peino el pelo antes de recogerselo en un mono en lo alto de la cabeza. El rojo se estaba desvaneciendo rapidamente y el rubio natural amenazaba con asomar debajo. Casi no se reconocia a si misma. Pero de eso se trataba, ?no? Un nuevo aspecto, un nombre distinto, un nuevo hogar... Todo nuevo. Se habia cambiado legalmente el nombre, el numero de la seguridad social... Nada era como antes. Oyo sonar el timbre del telefono en la cocina, donde habia dejado su bolso. El sonido la sorprendio. Muy poca gente tenia su numero y hasta el momento los teleoperadores no la habian descubierto todavia. El identificador de llamadas senalaba un numero oculto, asi que, en lugar de contestar, dejo que saltara el buzon de voz. Al cabo de un minuto, pulso el boton de reproduccion para oir el mensaje. Una voz femenina y familiar le puso la piel de gallina. --Soy yo. Tengo noticias. De repente, se le erizo todo el vello del cuerpo y empezo a hiperventilar. Erin se dirigio a la pequena mesa de comedor, retiro una silla y se sento antes de que el mareo la hiciera caer redonda al suelo. Renee contesto al primer timbre. --Hola, Renee. --No sabes cuanto me alegro de oirte. ?Como estas? ?Has probado ya el agua de coco? --Renee, su defensora, su abogada y su salvadora, le formulo su pregunta en clave. --Estoy bien, y si. El agua de coco estaba deliciosa. No habia ninguna agua de coco. Ni zumo de remolacha, ni cualquier otro alimento ecologico que a Renee se le ocurriera mencionar. Daba lo mismo, la respuesta era siempre afirmativa si Erin se sentia lo bastante comoda y segura para hablar sin miedo a que alguien la escuchara. Hasta ahora, no habia necesitado responder con un no. Con un poco de suerte, nunca seria necesario hacerlo. --Por la voz, pareces estar bien. --Estoy un poco mejor cada dia. --?Estas comiendo bien? Erin penso en su dieta y opto por conservar el tono positivo de la conversacion. --Creo que ya me sobran un par de kilos. Renee lanzo un resoplido. --Menuda mentirosa estas hecha... Ambas se echaron a reir. --Estoy bien, de verdad. --Queria decirle que la luz del sol de California estaba obrando maravillas con ella, pero eso no podia decirselo. Renee no sabia donde estaba Erin, ni siquiera sabia el nombre que estaba utilizando en vez del suyo--. Dime cuales son las noticias. Renee suspiro. --No te van a gustar nada. Erin trago saliva. --?Mi hermana y su familia estan bien? --Si, estan bien. Si no lo estuvieran, seria lo primero que te habria dicho. Erin apreto los ojos y sintio la opresion en el pecho, que tan bien conocia, el dolor de los recuerdos de todas las personas a las que habia dejado atras. --Sueltalo. --Todavia no te han concedido el divorcio --le dijo--. Y el cabron ha pedido una nueva vista judicial para impugnar la orden de alejamiento. Erin apoyo la cabeza en la mano. --Esto no va a acabar nunca. Capitulo 2 Matt metio dos lechugas romanas en una bolsa mientras Jessie escogia los tomates. --Tio, metelos en una bolsa y vamonos. --Pero querras que tengan algo de sabor, ?no? --A Jessie le gustaba hacer las cosas bien, mientras que a Matt le gustaba hacer las cosas rapido. --Quiero acabar de hacer la compra antes de que nos llamen y tengamos que salir corriendo --dijo Matt. Los miembros de su unidad se habian separado al entrar en el supermercado. Vestidos con sus uniformes azules, los cuatro llamaban la atencion alla donde iban. En la seccion de alimentacion del super, a ultima hora de la manana, eran el objetivo de un monton de amas de casa sonrientes y de mujeres con ganas de ligar... A veces eran solteras, pero muchas otras veces no. No hay nada que atraiga mas a las mujeres que un hombre vestido de uniforme haciendo la compra. Como los companeros de la brigada de Matt trabajaban en turnos de veinticuatro horas, les tocaba pensar en lo que iban a comer y, por lo tanto, tenian que ir a comprar provisiones. En el parque de bomberos siempre habia algo para preparar el desayuno y el almuerzo, comidas comunitarias a las que contribuian todos y cuyos ingredientes compraban entre todos, pero las cenas dependian de cada unidad de guardia en concreto. Esa noche iban a preparar costillas de cerdo, patatas al horno, ensalada y cualquier otra cosa que se les ocurriera y que pudieran asar a la parrilla. Matt se acerco a las patatas y cogio una bolsa entera, en lugar de seleccionarlas una a una. Miro a Jessie, que era el novato del equipo, y dio unos golpecitos en su reloj. Jessie acelero sus movimientos y deposito los productos en el carro. Al doblar la esquina, vieron que el capitan Arwin --se llamaba Anton, pero nadie se dirigia a el por su nombre de pila-- y Tom, el ingeniero de su unidad, iban cargados de costillas. Iban a hacer muchas y a rezar para que les diera tiempo de comerselas antes de que se enfriasen. El capitan dejo la carne en el carro y Tom anadio un bote grande de salsa barbacoa. --Todavia tenemos sazonador para carne en la estacion, ?verdad? --pregunto. --Si, lo he comprobado antes de salir --le contesto Matt. Cogieron una barra de pan de ajo precocido que podian meter en el horno en el ultimo momento y anadieron leche y galletas antes de dirigirse a la caja registradora. A Matt no se le escapo la sonrisa de una morena de unos veintipocos anos que empujaba un carrito en la fila de al lado. Le devolvio la sonrisa con el piloto automatico antes de apartar la mirada. --No se te puede llevar a ninguna parte, Romeo --se burlo Tom. Matt era el unico soltero de su unidad. Incluso Jessie, que solo tenia veintitres anos, estaba casado y con un hijo en camino. --Creo que Julieta era rubia. Tom se rio y ayudo a colocar la comida en la cinta. --?Como estais hoy, chicos? --La cajera debia de tener mas de sesenta anos, pero incluso ella esbozaba una sonrisa que expresaba algo mas de lo que decia su boca. El capitan sonrio a la dependienta y siguio dandole conversacion mientras apilaban la compra. Cuando Matt le dijo a su familia que queria ser bombero, le dieron mucha cana. Bueno, una cana simpatica, pero cana al fin y al cabo. <>, le habia dicho Grace, la pequena de la familia, para chincharle. <>. <>, habia abundado su padre. Como policia retirado, Emmitt sabia muy bien de lo que hablaba. Y luego estaba Colin, el hermano mayor: <>. Su hermano era mas alto, pero Matt era el que se machacaba en el gimnasio. La verdad es que los dos eran muy atractivos. Sus padres les habian transmitido unos buenos genes, capaces de darles cierta ventaja en la vida. Salieron del supermercado con un suspiro de alivio. Habian conseguido comprar lo que necesitaban sin haber recibido ninguna llamada de emergencia, y el parque de bomberos estaba a solo ocho kilometros de distancia. En la calle, el camion ocupaba el espacio de la zona senalizada de color rojo, un sitio especificamente reservado para ellos alla donde tuvieran que desplazarse. Tom se dirigio al lado del conductor mientras Matt y Jessie metian las bolsas dentro del camion. --?Hola? Matt se volvio y vio a la sonriente morena de la tienda dirigiendose hacia el. --?Si? --Se te ha caido esto ahi atras. --Extendio la mano, deshaciendose en sonrisas, y le entrego un papel del tamano de una tarjeta de visita. --Me parece que no... La chica le aplasto la tarjeta en la mano. --He visto como se te caia del bolsillo trasero de los pantalones cuando te sacabas la cartera. Matt no habia pagado la compra. Miro la tarjeta y vio un nombre y un numero de telefono con el dibujo de una carita sonriente. Jessie dijo algo en voz baja con una risita y se subio al camion de un salto. --Ah, vale... gracias. Ella llego incluso a echarse la melena por encima del hombro con un ademan exagerado. Matt no habia visto a una chica hacer semejante movimiento desde el instituto. --Tened cuidado ahi fuera.

  • Solidaridades misteriosas de Pascal Quignard

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    Mireille Methuen se caso en Dinard el sabado 3 de febrero de 2007. Claire fue alli el viernes. Paul no quiso acompanarla. No conservaba ningun vinculo con lo que quedaba de la familia. Hacia las once, Claire sintio apetito. Estaba siguiendo el rio Avre. Prefirio dejar atras Breux, Tillieres, Verneuil. A la salida de Verneuil, se detuvo a comer en un area arenosa y vacia. Era el bosque de L'Aigle. Atraviesa el parking en direccion a una mesita de hierro posada ante un chalet alpino. En la mesita habian colocado una maceta con forsythias amarillas. Ante la maceta de forsythias esta el menu del dia, escrito con tiza en una pizarra. Examina el menu. Un hombre de unos cincuenta anos sale timidamente del albergue. Lleva un delantal a grandes cuadros rojos y blancos. --Senor, ?puedo comer ahi, al sol? Claire senala la mesita de hierro en el exterior. --?Pero se da cuenta de que aun no es mediodia? --?Le causa un problema cocinar ahora mismo? --No. --Entonces me gustaria instalarme ahi, en ese rayo de sol, aunque aun no sea mediodia. El hombre parece algo remiso. No responde. Se comporta de forma extrana. Examina a Claire atentamente. Esta se le acerca, le toma del brazo, casi le dobla en altura. --Estoy hablando con usted, le estoy preguntando si puedo sentarme ahi, al sol. --?Ahi? --Si, ahi, donde da el sol. El posadero alza sus ojos azules hacia ella. --Senor, quisiera comer algo, aunque solo sea una ensalada, ahi, a pleno sol, a las once, en pleno mes de febrero --repite ella. Silencio. --Senor, me parece que deberia usted responderme. Entonces el posadero se adelanta, retira el letrero, la pizarra donde figura el menu del dia, y el tiesto de las forsythias. Lo lleva todo al chalet. Regresa con una esponja. Limpia lentamente la mesa. Al limpiarla, se nota que la mesa esta coja. El posadero se arrodilla. Las raices han levantado la tierra. Desliza un guijarro bajo una de las patas de la mesa. Aun con la rodilla en tierra, enarcando las cejas, alza la vista hacia Claire y dice, en tono tranquilo: --Estaba indeciso, senorita, porque hay un autillo. Senala con el dedo hacia la copa del arbol. Los dos al mismo tiempo alzan la mirada. El aire es ligero y azul. El roble parece desnudo, pese a que los rayos de sol acarician sus hojitas tiernas. --Supongo que a estas horas el autillo estara dormido --dice Claire. --?Usted cree? Claire asiente. --?De verdad lo cree? El posadero, aun con una rodilla en tierra y los brazos cruzados sobre la otra, la observa en silencio. --Estoy segura --dice Claire. Coge la silla, se sienta ante la mesita, y se echa, suavemente, a llorar. La cita en la alcaldia es a las diez y media. Claire ha tomado el desayuno lo mas temprano posible (en cuanto la patrona del hotel ha ido a buscar el pan a la panaderia), a las siete y cuarto. A las nueve, va al mercado. Deambula. Contempla una cestita de fresas perfectamente fuera de temporada. No resiste las ganas de tomar una fresa, metersela en la boca, sentir su perfume. Cierra los ojos. La paladea. Estaba saboreando una fresa bastante insipida, cuando oyo una voz que le afecto de forma indescriptible. Sintio que el interior de su cuerpo se dilataba, sin entender muy bien que le pasaba. Abrio los ojos. Se dio la vuelta. Un poco mas lejos, a la izquierda, una vendedora de verdura ecologica sostenia una animada conversacion con una senora de edad avanzada. Se acerco lentamente. Las verduras expuestas a la venta en aquel puesto no tenian un aspecto magnifico: su apariencia era penosa; el volumen, informe; la piel estaba llena de tierra. La voz procedia de una dama pequenita que estaba ante ellos. Llevaba un delantal blanco y --por encima-- un panuelo con un motivo rosa de florecillas sobre fondo negro, demasiado pequeno para la masa de su cabello. La senora vieja estaba preguntando como estaban los puerros. A Claire le gustaba su voz, que oia a diez pasos de distancia. Adoraba aquella voz. Buscaba el nombre que darle a aquel timbre tan claro, a aquella especie de oleaje de frases ritmicas que la atraian. La voz ascendia de las lechugas romanas y de las remolachas negras. La voz pidio, bruscamente, con autoridad, un manojo de rabanos. Luego la voz pidio unas acelgas, y entonces los ojos de Claire Methuen ya se llenaron de lagrimas. No llego a llorar, pero con la vista empanada vio, sin extranarse, la mano y el anillo, que surgian por encima de las grandes hojas oscuras de los ramos de espinacas, para alcanzar la bolsa deslucida, de papel reciclado, que le tendia la vendedora. Claire empujaba a la gente que hacia cola. Los que formaban la cola se pusieron a murmurar y a refunfunar. --Senora Ladon --murmuro Claire, muy bajito. Nada. La anciana no se volvio. Repitio mas fuerte: --!Senora Ladon! Vio que la espalda de la anciana se contraia y su rostro se volvia lentamente hacia ella. La anciana tenia ojos castanos y gafas doradas. Alzo la mirada hacia el rostro de Claire y parecio muy intimidada al encontrarse ante aquella joven tan grande, tan alta, el doble de alta que ella, que la llamaba por su nombre. La senora Ladon no reconocio de inmediato a Claire. Estaba observandola cuando un senor, cubierto con un sombrero suizo, exigio a Claire que se pusiera al final de la cola. --Senora Ladon --repitio Claire. Claire tomo la bolsa de la compra de manos de la vieja. La dejo en el suelo. Le tomo la mano, le acaricio los dedos, tan bellos, tan transparentes, tan articulados, tan apergaminados. Los acaricio de uno en uno, como solia hacer tiempo atras. La mirada de la anciana se habia endulzado. Tenia el cabello muy fino y blanco, un poco azul. Algunos mechones blancos flotaban sueltos alrededor de la cara. --No me lo puedo creer. ?Eres la nina de los Methuen? Entonces se apartaron en silencio de la cola y del mostrador. --?Has vuelto? --Usted tambien, senora, ha vuelto a Bretana. ?Ha vuelto a Saint-Enogat?1 --pregunto Claire. --Exactamente. La tendera estaba tan emocionada como parecian estarlo las dos mujeres --era una tendera muy comprensiva. Deposito junto a la balanza la segunda bolsa de papel reciclado de la que asomaban los puerros. Los rabanos eran tan pequenos como grosellas y eran mucho mas palidos. --Eres la hermana mayor de Marie-Helene --dijo la senora Ladon con dulzura. Claire asintio. No era capaz de decir nada. Se le cerraba la garganta. --?Y el pequenin? --Paul esta en Paris. --Tengo que acabar las compras, pero prometeme que antes de irte vendras a verme a casa sin falta.--?Cuando? --Ven a verme, a Saint-Enogat, esta tarde despues de comer. --Esta tarde no puedo, es la boda de Mireille. --?La hija de Philippe Methuen se casa? --Si, hoy se casa Mireille, pero manana aun estare aqui. --Entonces manana domingo. Despues de misa, cuando quieras. --?En la misma casa de siempre? --En la misma. Ya era de noche. Claire habia bebido demasiado vino durante el banquete de boda. En la habitacion de hotel, con el mapa de la ciudad desplegado sobre la cama, verificaba como ir en coche, a partir del hotel de Dinard, a casa de la senora Ladon, en Saint-Enogat. Luego se durmio. A las nueve, tomo el desayuno en el cuarto. Desplazo el sillon hasta la ventana. Encendio un cigarrillo. Busco en el listin telefonico del hotel abierto sobre las rodillas los nombres de su infancia. Encontro el nombre de Evelyne. Los timbrazos resonaron en el vacio. Ella no estaba en casa. No habia contestador. No encontro el nombre de Simon Quelen. Encontro el nombre de Fabienne Les Beaussais. Fabienne respondio a la primera. --Soy Claire. Claire Methuen. ?Te acuerdas de mi? --Estas loca. Es domingo. --?Te acuerdas de mi, de Claire Methuen? --Si, claro, claro que me acuerdo. --?Te he despertado? --Si. --?Estas sola? --Si. --Entonces ven a desayunar conmigo. Quedaron en el cafe del puerto, La Barque de Festivus, frente al transbordador a las islas. Fabienne dejo la bici de Correos en la acera, cerca de la mesa donde Claire estaba ya sentada con una taza de cafe. Claire se incorporo pero no llegaron a besarse. Se rozaron las mejillas con los labios. A continuacion Fabienne llevo una silla a la acera y se sento a su lado. --?A que te rompe los esquemas? Tu mejor amiga es cartera.

  • Virgen de Clara Montecarlo

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    Carol, Carolina y Virgen eran lo mismo.
    La misma persona. La misma mujer.
    El amor de mi vida. Y un universo distinto.

  • Besame Diez Veces – Karo Leiva Arriaza de Karo Leiva Arriaza

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    ?Se puede borrar el pasado aun cuando te persiga al presente? ?Sera posible amar nuevamente a quien un dia te hizo tanto dano?
    Matilde Altamirano es directora creativa; una mujer con un caracter fuerte y una gran coraza en su corazon. Su vida es, sin lugar a dudas, su trabajo y disfrutar, pero sin enamorarse. Agustin Miller, por su parte, dedico su vida a su carrera para lograr ser el mejor en ella. Los anos lo traen de regreso a su pais natal, donde el pasado lo alcanzara irremediablemente. Porque los amores de juventud siempre dejan una marca en cada corazon y son tan fuertes que parecen inquebrantables. Pero basta un solo error para derribarlos y hacer de cuenta que gracias a ello no volveras a amar con la misma intensidad que un dia lo hiciste.
    Matilde y Agustin tienen una deuda pendiente con el pasado y ahora sera el momento de pagarla, ?con creces? Dicen que diez anos no son suficientes para olvidar el dano y menos a quien lo causo.
    Dejate enamorar por esta bella historia, en la cual encontraras amor juvenil, reencuentros y donde las trampas del destino y los viejos fantasmas aparecen de una despiadada manera.
    Porque nunca es tarde para volver a creer. Porque nunca es tarde para amar de nuevo.
    ”Besame por todo el tiempo que no lo hiciste, Besame Diez veces”

  • El sol brilla por la noche en Cachemira de Andres Pascual

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    Inspiro, espiro. ?Por que mi cuerpo se aferra a la vida, si lo unico que quiero es morir? Me apoyo en la barandilla del puente y sigo con la vista el avance lento de una barca cargada de telas. La mujer que la guia, ataviada con un sari agitado por el viento, introduce el remo en el agua turbia con el mimo de una repostera que remueve chocolate. Inspiro, espiro. Ya no me queda nada por hacer en esta Tierra que cada vez tiene menos de madre. Nadie que estuviera en mi lugar querria seguir viviendo. Me quito la gorra azul y paso la mano por la cara. La barca se escora hacia la orilla, donde un par de adolescentes esperan junto a un carrito de madera con el que transportaran la delicada seda. Imagino lo que ocurrira despues: la apilaran en su comercio del mercado, sera acariciada por clientes indecisos y dentro de unos meses venderan el ultimo rollo y llegara otro bote con un nuevo cargamento. Es injusto que, mientras yo me veo obligado a soportar mi pena insoportable, la vida siga para el resto con esta exasperante normalidad. Giro la vista hacia la carretera. Un camion del ejercito indio toca el claxon y escupe humo negro que pica en la garganta. Durante unos instantes no veo nada, pero al poco se disipa la nube y amanece de nuevo Srinagar, la capital de verano de Cachemira. Contemplar esta ciudad es pegar el ojo a un caleidoscopio. A pesar de llevar a sus espaldas varias decadas de guerra, conserva el aspecto de un escenario atiborrado de atrezo en el que bien podrian representarse todas las leyendas. Frases en hindi, pakistani y tibetano hacen tirabuzones en el aire, tejiendo una pashmina de palabras. Docenas de dioses y budas se dirigen a sus templos; hay tantos que han de cederse el paso en las esquinas. Mientras espero a que el soldado que conduce el jeep venga a recogerme, cruzo al otro lado del puente. El lago Dal parece una enorme acuarela. En sus fondos dormitan --como adictos al opio-- proyectiles sin explotar. Una inquietante serenidad en forma de bruma envuelve a los barcos-casa anclados en los desvencijados embarcaderos. Se confunden sus contornos, vibran como los suenos. En otro tiempo, esta atmosfera de contrastes me habria fascinado. Los soldados que custodian la <> demarcada por Naciones Unidas danzan entre los sacos terreros y las alambradas que cruzan la ciudad como retorcidas cicatrices. La persistente polvareda se entrevera del tufo de la fruta pisada a la entrada de los santuarios, del canto del muecin que llama a la oracion desde la mezquita, del humo de la manteca que queman los lamas. Cuantas paletas de colores para un solo lienzo... A ella tambien le habria fascinado estar aqui. Inspiro, espiro. Me seco el sudor de la frente con la manga del polo. Es de color negro, con el emblema cosido en el pecho, la tipica vestimenta de observador de la ONU. Un helicoptero sobrevuela mi cabeza. Su sombra me engulle durante un instante y se pierde en la tierra ennegrecida por el aceite derramado de los tanques. Una voz logra hacerse oir entre el ruido atronador: --!David! !Hora de volver! Es mi chofer. Le dirijo una mirada desganada. No es mal chico. Se alisto en los cascos azules para ayudar a la humanidad. Acostumbra a decirlo asi, con la ingenuidad de un nino que sale por primera vez de excursion con el colegio. Yo nunca hablo de lo que me trajo aqui. Antes pase por Somalia y por Haiti. Nadie creeria que estoy buscando una manera rapida de acabar con todo. Me dirijo al jeep. En la parte de atras se amontonan media docena de tijeras para cortar alambre que acabo de comprar en el mercado. Si los mandos las hubieran pedido a traves del protocolo de abastecimiento habrian tardado una eternidad en llegar, y las cosas no estan como para perder tiempo. Cada dia que pasa, los destacamentos de fuerzas internacionales nos vemos obligados a levantar nuevas empalizadas alrededor de los campamentos. Tras una temporada de tregua no escrita, han surgido grupos radicales que no dudan en atacar a pecho descubierto. Ni siquiera sabemos quien es el enemigo; indios, pakistanies y cachemires independientes guerrean en un marco confuso que yo aprovecho para hacer mas inspecciones de las que me corresponden. Siempre que puedo me salgo de la ruta, flirteo con la muerte. --Tenemos que regresar cuanto antes --dispone el chofer con aire de veterano--. Se esta haciendo de noche y pronto saldran los espectros. Mas de una vez he oido esa expresion a los lugarenos. Dicen que los muertos vagan con impunidad por este valle enclaustrado entre escarpadas montanas. Yo tambien lo creo. Cada vez que se pone el sol, los imagino acercandose a los nidos de mortero y jugueteando con los muelles hasta que se escapa una bala. --?Dejas que conduzca yo? --le pregunto. Me mira con desconcierto. --No. --Apiadate de mi. Llevo muchas semanas de copiloto... --Sabes que me arrestaran. Me llevo la mano al pecho. --Un kilometro antes de llegar, paro y te lo devuelvo. Prometido. Me siento al volante sin darle tiempo a reaccionar y enfilamos la carretera que discurre sobre la linea de control. Tras medio siglo generando resentimiento y cadaveres, nadie gasta dinero en reparar los efectos del monzon sobre el precario asfalto. Azotados por los desprendimientos, algunos tramos de esta frontera inventada apenas aguantan sin vencerse hacia el fondo del barranco. Nos sumergimos en el silencio que por la noche hiela el alma de los jovenes reclutas hasta hacerles creer que estan acurrucados bajo mantas de nieve. Al rato, creo divisar un reflejo. No pueden ser las luces del campamento, aun estamos lejos. Tampoco hay luna, ni es noche de estrellas fugaces. Detengo el jeep y repaso el cerro palmo a palmo. No veo nada, pero me invade una sensacion extrana. Llevo varios meses aqui, volviendo sano y salvo de las misiones mas arriesgadas. Algun dia tiene que agotarse la suerte. ?Va a ser hoy cuando por fin ocurra? Siento un pulso ajeno, el corazon de la cordillera se acelera y trepa por los neumaticos para resonar en mis entranas. La niebla despliega un par de brazos fantasmales. Reanudo la marcha, pero al poco he de parar de nuevo. En mitad de la carretera hay una gran roca desprendida de la ladera... O eso quieren que creamos. ?Va a ser hoy? Permanezco unos segundos quieto, aguzando el oido. La respiracion de mi companero se agita, poco a poco se acompasa con los desaforados latidos de la montana. Como impulsado por un resorte, lleva su mano al arma automatica e intenta decir algo, pero un estallido sordo solapa todas las palabras. A partir de entonces tomo conciencia de las cosas con una claridad inusitada. Escucho el clic del detonador,

  • Hombres elegantes y otros articulos de Milena Busquets

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    El lector que se asome a estas paginas se encontrara con textos que hablan del mejor bano del verano; los besos perfectos; una loca expedicion a la isla de Faro emprendida a los dieciocho anos con una amiga para conocer al admirado Ingmar Bergman (al que no lograron ver ni de lejos); Ana Maria Moix comprando en una carniceria; los gestos que nos indican que ha llegado el otono y los pequenos detalles que anuncian que esta a punto de asomar la primavera; la perdida de seres queridos y los hijos que se convierten en adolescentes; las pompas de jabon; los cuentos de Chejov y de Isak Dinesen; el inagotable mundo de Proust y la gente que se siente obligada a asegurar que lo ha leido cuando en realidad no lo ha hecho, como pasa tambien con el Quijote y tantos otros clasicos de relumbron; Umberto Eco, con toda su oronda humanidad, sentado en el sofa de casa de la madre de la autora; Barcelona y Cadaques como escenarios de una vida; la politica que nos irrita y algunos gestos de los politicos que nos recuerdan que tambien ellos son humanos; Ana Maria Matute y la novela con la que renacio; el aburrimiento; los perros; los amigos y las amigas; los profesores del Liceo Frances; la muerte de Leonard Cohen; las peliculas de Woody Allen; el personaje preferido de Mary Poppins, una definicion acaso poco ortodoxa de la elegancia masculina y un breve listado de hombres elegantes.

  • Otra luz de Alfred Garcia

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    Este conjunto de poemas, canciones y fotografias de Alfred Garcia son el cuaderno de bitacora de su ultima gira y de algunas impresiones que tuvo a partir de su participacion en Operacion Triunfo, Eurovision y de la creacion de su disco 1016.

  • Cuarta Generacion de Isaac Asimov

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    El gusto por la paradoja, un acido humor que arranca de sus raices chestertonianas, la lucidez y un fondo critico que contrasta con el esquematismo --que no es mas que una prueba de conservadurismo intelectual--

  • Sombras de Reikiavik de Anthony Adeane

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    En enero de 1974, un adolescente de Reikiavik salio de un bar nocturno y jamas regreso a casa. Apenas diez meses despues, otro hombre recibio una llamada por la noche y cogio el coche para dirigirse a una cafeteria. De el, solo quedaron las llaves puestas en el contacto del vehiculo. La policia, poco acostumbrada a los delitos graves y practicamente desconocedora de como investigar un homicidio, no tenia ninguna pista. Sin embargo, acabaron apareciendo seis sospechosos. Y algunos de ellos llegaron a declararse culpables de las desapariciones, aunque no recordaran haber cometido ningun crimen.
    Sombras de Reikiavik es mucho mas que un escalofriante true crime sobre un caso que ha marcado durante decadas a la sociedad islandesa. Es una reflexion sobre la justicia y una diseccion de una sociedad como no existe otra en el mundo, incapaz de entender algunas de las facetas mas oscuras del ser humano.

  • Una muerte imperfecta de J. J. Fernandez

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    Megan no es feliz. Una menopausia prematura y un marido ausente se mezclan en una vida monotona. Con una maleta en la mano, una entrevista de trabajo y decidida a empezar una nueva vida, Megan recibe una fatidica noticia que dara un giro inesperado a su vida.
    Su tio Paddy ha sido encontrado en su coche. Muerto.
    Megan se lanzara a una carrera contrarreloj para salvar la memoria de su familia y descubrir la verdad de la muerte de su tio. Una verdad que la arrastrara por un laberinto de tortuosas emociones donde llegara a poner en peligro su propia vida.
    ?Sera ella la proxima victima o es todo un producto de su imaginacion?
    Todos tenemos que perdonar nuestro pasado para poder caminar por el presente.

  • La Ciudad Perdida del Dios Mono de Douglas Preston

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    Una leyenda de 500 anos.
    Una maldicion antigua.
    Un asombroso misterio medico.