• cartas de un asesino insignificante - Jose Carlos Somoza

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    Estimada senorita. Voy a matarla y usted lo sabe, asi que me asombra su silencio. La flor del almendro ya destella de blancura en las ramas, pero no advierto la flor de sus cartas en el muro. Eso no es lo convenido. Yo me tomo en serio mi papel de verdugo: haga lo mismo con el suyo de victima. Le sugiero, por ejemplo, que se vuelva romantica. He aqui algunos ejercicios. Ejercicios romanticos a) Aproveche la geofisica de Roquedal. El viento tiene fuerza en los pueblos costeros: escuche atentamente su silbido cuando azota las ventanas de su casa. Pensara: <>. b) El mar y la soledad. Camine sola hacia la playa a horas inusuales, idealmente el crepusculo, y dirijase al espigon. Acceda a salpicarse con los rociones de espuma. Contemple la poderosa tunica azul oscura y la guadana blanca de las olas. Y hagase nuevas preguntas: <>. c) De noche, escoja la ruta de los solares, hacia el norte, para que las luces del pueblo no la estorben. Entonces levante la cabeza y observe detenidamente las estrellas. Piense en la Tierra con minusculas: tierra, un pedazo de ella que gira sin vertigo en la pulcritud del espacio. Concedale, en cambio, mayusculas a la luna: Luna, una roca helada y blanca, un satelite muerto. Y piense: <>. Haga como si, por un descuido, el mundo se le hubiese caido en la oscuridad y usted lo perdiera. d) Aceche los angulos de las paredes; perciba el inagotable trajin de los fantasmas; vague por los pasillos hasta que un espejo emboscado la sorprenda; encienda velas y columbre la forma de las sombras; plantese en medio de la oscuridad y recele de su propio cuerpo respirador. e) Y si no puede evitarlo, riase. Pero descifre la risa, compruebe su semejanza con la agonia --garganta convulsa, espasmos de vientre, gritos--. Cese de reir riendose. Sobre su muerte, senorita, elaboramos una ilusion: la de que todo lo que usted haga antes de morir sera trascendental. La solucion perfecta consiste en que se vuelva romantica. Mi inestimable senor. Ya se quien es usted. No te escondas tras las palabras, Luis, que destacarias hasta en un desfile de locos. No es preciso ser psicopata para interesarle a una escritora cuarentona como yo, por mucho que me dedique a traducir a Faulkner. Ademas, te tomas demasiadas confianzas, dado lo poco que nos conocemos: apenas un intercambio de cervezas en la Trocha y un mal dia, o una mala noche, para ser exactos, en que me invitaste a tu casa de mas alla del espigon con el pretexto de mostrarme tus nuevos cuadros y la encontre invadida por: a) una pareja de yonquis germanos que apenas hablaban mi idioma; y b) una escualida y alienada pintora fuengirolena que parecia no hablar ningun idioma. Recuerdo que la copa en que me escanciaste el vino estaba orlada de labios fosiles y que la fondue resulto un engrudo incomible. Y lo mejor: cuando desertaste de la espantosa conversacion para ensayar con la flauta en la terracita y los demas nos pusimos a escucharte como cobras hipnotizadas. La verdad, confiaba en que la velada fuera mas intima. No por nada: ya te dije en cierta ocasion que padezco una especie de claustrofobia social, y no soporto la asfixia de dos o mas personas hablando a mi alrededor. Anadire que no soy de tu epoca, de igual forma que tu tampoco eres de esta, porque --seamos sinceros, Luis-- tu trasnochado aspecto hippy, con chaleco de cuero abierto, tejanos raidos y el make love not war colgado del cuello podra parecer rebelde en el pueblo, pero queda carrozon para los tiempos que corren. No obstante, debo admitirlo, eres el mejor Joe Christmas de Roquedal, el numero uno de la lista de los candidatos a Negro, palabra de la senorita Burden. Solo te encuentro un pequeno defecto: que estes muerto. Que lastima que te mataras hace dos semanas, que te abrieras el craneo con la moto y tu cerebro drogado se derramara sobre el asfalto (me imagino un estallido versicolor, como en tus lienzos). Razon de mas, por otra parte, para no contestar las cartas que subrepticiamente me dejas en el muro. Que lastima de accidente, y de aficion a las drogas, y de moto peligrosa. Perdona, pero he tenido que llorar un poco. Sigue escribiendome, por favor. Muy bien, senorita. Descubrame en alguien. Finjamos por un momento que me encarno en cualquier idiota y disimulo frente a usted, pero que mis ojos brillan al fondo con el relumbre del engano. Juegue, pues, a creer que soy un vecino del pueblo. De inmediato empezara a pensar que puedo no serlo. Y entre estos y otros pasatiempos, el dia acabara y vendra la noche. Ayer tome en la Trocha unas canas con el bueno de Manolo Guerin, <>. Manolo ejerce de ermitano como yo, aunque no creo que disfrute del placer de cartearse con alguien que quiere matarle. Es verdad que lleva viviendo en Roquedal una pila de anos y conoce al dedillo el laberinto de sus leyendas, pero yo escatimo nuestros encuentros, porque ya sabe usted que no me interesa el pasado de nadie y no veo de que otra cosa podria hablar el pobre Manolo. El, no obstante, me aprecia y rastrea mi compania. A veces me lanza guinos de complicidad, una especie de morse de miradas que yo, traductora siempre, vierto como: <>. Y es cierto que con Manolo se puede hablar, y que eso es lo que hago cuando lo veo, pero posee sus defectos de viejo, como todos los viejos. Se que nunca le agrado, por ejemplo, mi parvula aficion a Luis Blasco y a su conversacion esnob, aunque comprendia que ahi tenia que callarse y no podia invocar sus consignas, porque yo me ponia de parte de Luis y, si era preciso, lo defendia con tanta vehemencia que terminaba enfadandolo (sospecho, por tanto, que se ha tomado su muerte con el jubilo mal disimulado de quien ve desaparecer un rival). --?Y como va la novela? --indago ayer--. ?Marchando? --Asi, asi. Todavia estoy con la traduccion. Creo que ya te lo dije. --Ah, si, el americano ese...

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  • La dama numero trece de Jose Carlos Somoza

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    L a sombra se deslizaba entre los arboles. La maleza y la noche le otorgaban el aspecto de una figura incorporea, pero era un hombre joven, de cabello largo, vestido informalmente. Al llegar al limite de la espesura se detuvo. Tras una pausa, como para asegurarse de que el camino se hallaba libre, atraveso el jardin en direccion a la casa. Era grande, con una galeria de columnas blancas en la fachada a modo de peristilo. El hombre subio las escalinatas de la galeria, penetro en la casa con tranquila sencillez, recorrio la planta baja sin encender una sola luz y se paro frente a la puerta cerrada del primer dormitorio. Entonces saco del bolsillo uno de los objetos que llevaba. La puerta se abrio sin ruido. Habia una cama, un bulto bajo las sabanas; se oia una respiracion. El hombre entro como la niebla, mas leve que una pesadilla, se acerco al lecho y vio la mano, la mejilla, los ojos cerrados de la muchacha dormida. Aparto con delicadeza la mano y, segundos antes de que despertara, levanto su pequeno menton descubriendo el cuello desnudo, un punteado de lunares, la vida latiendo bajo la piel; apoyo la punta del objeto cerca de la nuez y ejercio una ligera y exacta presion. Un rastro como de petalos rojos lo acompano hasta el segundo dormitorio, donde se hallaba la otra mujer. Cuando salio de este ultimo, sus manos estaban mas humedas, pero no las seco. Regreso por donde habia venido en busca de las escaleras que llevaban a la planta superior. Sabia que arriba se encontraba su verdadera victima. Las escaleras desembocaban en un pasillo. Era largo, estaba alfombrado y se adornaba de bustos clasicos colocados sobre pedestales. La sombra del hombre eclipsaba los bustos conforme pasaba frente a ellos: Homero, Virgilio, Dante, Petrarca, Shakespeare..., silenciosos y muertos dentro de la piedra, inexpresivos como cabezas decapitadas. Llego al final del corredor y cruzo una antecamara magicamente revelada por la intensa luz verde de un acuario sobre un pedestal de madera. Era un objeto llamativo, pero el hombre no se detuvo a contemplarlo. Abrio una puerta de doble hoja junto al acuario, y, con una linterna, convoco las formas de una lampara de arana, varias butacas y una cama con dosel. Sobre la cama, una figura imprecisa. El brusco tiron de las sabanas la desperto. Era una mujer joven, de cabello muy corto y anatomia delgada, casi fragil. Estaba desnuda, y al incorporarse, los pezones de sus pequenos senos apuntaron hacia la linterna. La luz cegaba sus ojos azules. No hubo intercambio de palabras, apenas hubo sonidos. Simplemente, el hombre no se abalanzo sobre ella. no quiero La noche proseguia afuera: habia buhos que observaban con ojos como discos de oro y sombras de felinos en las ramas. Las estrellas formaban un dibujo misterioso. El silencio era una presencia terrible, como la de un dios vengador. En el dormitorio, todo habia terminado. Las paredes y la cama se habian tenido de rojo y el cuerpo de la mujer yacia disperso sobre las sabanas. Su cabeza separada del tronco se apoyaba en una mejilla. Del cuello sobresalian cosas semejantes a plantas marchitas emergiendo de un bucaro. Silencio. Paso del tiempo. Entonces sucede algo. Lenta pero perceptiblemente, la cabeza de la mujer comienza a moverse, no quiero sonar gira hasta quedar boca arriba, se incorpora con torpes sacudidas y se apoya en el cuello cortado. Sus ojos se abren de par en par no quiero sonar mas y habla. --No quiero sonar mas. El medico, un hombre corpulento de cabellos y barba sorprendentemente blancos, fruncio el ceno. --Los somniferos no van a ayudarle a no sonar --advirtio. Hubo una pausa. El boligrafo planeaba sobre la receta sin posarse. Los ojos del medico observaban a Rulfo. --?Dice que siempre es la misma pesadilla?... ?Quiere contarmela? --Contada no es igual. --Pruebe, de todas formas. Rulfo desvio la vista y se removio en el asiento. --Es muy complicada. No sabria. En la consulta no se escuchaba el menor ruido. La enfermera dirigio sus parpadeantes ojos negros hacia el medico, pero este seguia observando a Rulfo. --?Desde cuando lleva sonando lo mismo? --Desde hace dos semanas, no todas las noches, pero si la mayoria. --?En relacion con algo que usted sepa? --No. --?Nunca habia tenido suenos asi? --Nunca. Leve rumor de papeles. --<>, un nombre curioso... --La culpa es de mis padres --replico Rulfo sin sonreir. --Ya imagino. --El medico si sonrio. Su sonrisa era amplia y afable, como su rostro--. <>. Muy joven todavia... <>. ?Como es su vida, senor Rulfo? Quiero decir, ?en que trabaja? --Estoy en paro desde finales del verano. Soy profesor de literatura. --?Cree que le esta afectando mucho esa situacion? --No. --?Tiene amigos? --Algunos. --?Amigas? ?Novia? --No. --?Es feliz? --Si. Hubo una pausa. El medico dejo el boligrafo a un lado y se froto el rostro con las manos. Tenia unas manos grandes y gruesas. Luego retorno a los papeles y reflexiono. Aquel tipo contestaba como una maquina, como si nada le importara. Quiza estuviera ocultando algo, quiza aquellos suenos se relacionaran con un suceso que no deseaba recordar, pero lo cierto era que solo se trataba de pesadillas. El atendia diariamente a enfermos con problemas mucho mas graves que unos cuantos suenos desagradables. Decidio darle un par de consejos y acabar cuanto antes. --Escuche, las pesadillas no tienen demasiada trascendencia clinica, pero son la prueba de que algo no marcha bien en nuestro organismo... o en nuestra vida. Un somnifero es un parche inutil, se lo aseguro, no va a impedirle sonar. Procure beber menos, no acostarse recien comido y... --?Me va a dar los somniferos? --interrumpio Rulfo con suavidad, pero su tono revelaba impaciencia. --No es usted un hombre muy locuaz --dijo el medico tras una pausa. Rulfo sostuvo su mirada. Por un momento fue como si uno de los dos quisiera anadir algo, compartir algo con el otro. Pero un segundo despues los ojos retornaron al suelo o a los papeles del escritorio. El boligrafo descendio y se deslizo por la receta. El prospecto aconsejaba una sola pildora antes de acostarse. Rulfo ingirio dos, ayudandose de un vaso de agua que relleno en el lavabo del cuarto de bano. Desde el espejo le observaba un hombre no muy alto pero si robusto, de cabellos y barba ensortijados y negros y dulces ojos castanos. Salomon Rulfo gustaba a las mujeres. Su atractivo sobrevivia intacto a su descuido personal. Debido a ello, la imaginacion de las dos o tres ancianas solitarias del destartalado edificio donde vivia ardia inventandole un turbio pasado. ?De donde habia salido aquel joven que no hablaba con nadie y casi siempre apestaba a alcohol? Sabian su nombre (Salomon, madre mia, el pobre), que cogia unas borracheras preocupantes, que andaba con putas de vez en cuando, que habia comprado al contado el pequeno apartamento del tercero izquierda casi dos anos atras y que vivia solo. Pese a todo, preferian su presencia a la de los inmigrantes que ocupaban el resto de pisos de aquel bloque de Lomontano, una callejuela angosta y desordenada cerca de Santa Maria Soledad, en el centro de Madrid. Las mas pesimistas pronosticaban, sin embargo, que el <> les daria un susto tarde o temprano. Y agregaban, inclinadas sobre los oidos de las otras: <>. <>, lo defendia la portera, sin poner objeciones a la opinion sobre su aspecto. Rulfo salio del bano y efectuo una parada en el comedor para liquidar los residuos de una botella de orujo, regalo prehistorico de cumpleanos de su hermana Luisa. Se dijo que debia acordarse de comprar whisky al dia siguiente. Era un gasto que no podia permitirse, pero, despues de la poesia y el tabaco, el whisky era una de las cosas que mas necesitaba en este mundo. Luego se dirigio al dormitorio, se desvistio y se metio en la cama. Estaba solo, como siempre, en medio de la noche. Su soledad nunca era facil, pero ahora, ademas, le atemorizaba aquella pesadilla. Ignoraba que podia significar, y su mecanica repeticion habia llegado a agobiarlo. Estaba seguro de que se trataba de una quimera, una fantasia emergida del pantano de su subconsciente, pero retornaba de forma casi inevitable, noche tras noche, desde hacia dos semanas. ?Relacionada con algo? Relacionada con nada, doctor. O con todo. Depende. Su vida era propicia para los malos suenos, pero lo mas grave, lo decisivo, habia ocurrido hacia dos anos. Resultaba absurdo suponer que ahora empezaba a pagar la factura de aquella remota tragedia. Esa tarde, en el ambulatorio de Chamberi, habia sentido la tentacion (ignoraba por que) de confiar por primera vez en alguien y confesarselo todo a aquel medico. Por supuesto, no lo habia hecho. Ni siquiera habia querido contarle la pesadilla. Penso que asi evitaria molestas preguntas y, quien sabe, hasta la posibilidad de recibir una papeleta gratis para el manicomio. Sabia que no estaba loco. Lo unico que necesitaba era dejar de sonar. Preferia confiar en las pildoras. Encendio la luz de la mesilla de noche, se levanto y decidio leer algo sublime mientras aguardaba a que la oleada hipnotica lo cubriera como una suave y tibia marea. Examino las estanterias del dormitorio. Tenia estanterias repletas en el comedor y el dormitorio. Habia libros apilados junto al ordenador portatil, incluso en la cocina. Leia en todas partes y a todas horas, pero solo poesia. Las ancianas de Lomontano jamas habrian sospechado una aficion asi en aquel hombre, pero lo cierto era que procedia de la mas temprana juventud de Rulfo y se habia acrecentado con los anos. Habia estudiado filologia y, en sus buenos tiempos (?cuando habian sido?), habia ensenado historia de la poesia en la universidad. Ahora, nadando en la soledad, con su padre muerto, su madre condenada a vejez perpetua en una residencia y sus tres hermanas dispersas por el mundo, la poesia constituia su unica tabla de salvacion. Se aferraba a ella a ciegas, sin importarle el autor, ni siquiera el idioma. No le resultaba preciso entenderla: gozaba con el simple ritmo de los versos y el sonido de las palabras, aunque fueran extranas. Georgicas. Virgilio. Edicion bilingue. Si, aqui estaba. Extrajo el libro del monton que habia cerca del ordenador, regreso a la cama, abrio el volumen al azar y dirigio los ojos al flujo torrencial de palabras latinas. Aun se encontraba muy desvelado: sospechaba que la inquietud no le dejaria conciliar facilmente el sueno, pese a la ayuda farmaceutica. Pero deseo que el medico estuviera equivocado y las pastillas evitaran que aquel absurdo terror volviera a repetirse. Siguio leyendo. Afuera, el trafico enmudecio. Los ojos se le cerraban cuando escucho el ruido. Habia sido breve. Provenia del cuarto de bano. No pasaba mucho tiempo sin que algo nuevo --una repisa, un anaquel-- se desprendiera de su sitio en aquel miserable apartamento. Resoplo, dejo el libro en la cama, se levanto y camino despacio hacia el bano. La puerta estaba abierta y su interior a oscuras. Entro y encendio la luz. No descubrio nada fuera de lugar. El lavabo, el espejo, la jabonera con el jabon, el retrete, el cuadrito con los arlequines ejecutando una campanela, la repisa metalica, todo se encontraba igual. Excepto las cortinas. Eran opacas, de pesima calidad, y estaban adornadas de un vistoso artificio de flores rojas. Las mismas de siempre. Sin embargo, creia recordar que se hallaban descorridas cuando habia salido del bano la ultima vez. Pero ahora estaban cerradas. Se intrigo. Penso que quiza su memoria le enganaba. Era posible que, antes de salir del bano, las hubiese corrido, aunque no entendia bien por que tendria que haberlo hecho. En cualquier caso, albergaba la sospecha de que el ruido habia sido provocado por algo que habia caido a la banera despues de rebotar en ellas. Supuso que seria el frasco de gel, y tendio la mano para descorrerlas y comprobarlo. Pero de pronto se detuvo. Un miedo inexplicable, casi inexistente, casi virtual, congelo su estomago y levanto como pequenas empalizadas los vellos de su piel. Comprendio que se habia puesto nervioso sin ningun motivo real. Es absurdo, ahora no estoy sonando. Estoy despierto, esta es mi casa, y detras de esas cortinas no hay nada, solo la banera. Reanudo el gesto sabiendo que las cosas seguian como antes; que encontraria, quiza, un objeto caido, puede que el frasco de gel, y que, tras verificarlo, regresaria al dormitorio y los somniferos le harian efecto y lograria descansar toda la noche hasta el amanecer. Descorrio las cortinas con absoluta tranquilidad. No habia nada. El frasco de gel seguia en su sitio sobre la repisa, junto al champu. Ambos botes llevaban meses alli: Rulfo no exageraba, precisamente, en lo tocante a su higiene personal. Pero lo cierto era que nada se habia caido. Supuso que el ruido se habia originado en otro apartamento. Se encogio de hombros, apago la luz del bano y regreso al dormitorio. Sobre su cama se hallaba el cuerpo desmembrado de la mujer muerta, la cabeza cortada apoyada en los pechos contemplandolo con ojos lechosos, el cabello endrino y humedo como el plumaje de un pagalo y una lombriz de sangre huyendo de las comisuras de sus labios yertos. --Ayudame. El acuario... El acuario... Rulfo dio un salto hacia atras, rigido de terror, y se golpeo el codo con la pared. un grito No sonaba: estaba bien despierto, aquel era su dormitorio y el golpe en el codo le habia dolido. Probo a cerrar los ojos un grito, oscuridad y volver a abrirlos, pero el cadaver de la mujer seguia alli (ayudame), hablandole desde la carniceria de su cuerpo destrozado (el acuario) sobre las sabanas. Un grito. Oscuridad. Desperto banado en sudor. Se encontraba en el suelo, junto con la mayor parte de las sabanas. Al caer de la cama se habia golpeado el codo. Aun aferraba el libro arrugado de Virgilio.

  • Los demonios de mi vida de Angie Rossi

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    La vida de Tess estaba por cambiar drasticamente. Todo acabaria convertido en miles de piezas de un rompecabezas que nunca volveria a armarse.

  • Musica de opera de Soledad Puertolas

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    Todas las familias guardan secretos. Esta novela cuenta la historia de tres generaciones de una familia de provincias marcada por algunos de ellos. Desde los turbulentos anos de la guerra civil hasta la ultima etapa del regimen franquista, los inolvidables personajes de esta Musica de opera nos desvelan las heridas y preocupaciones que no se les ha permitido mostrar. A todos ellos, generacion tras generacion, les ha tocado vivir tiempos oscuros, pero siempre ha habido rafagas de luz y brechas por las que se ha colado el amor. Tres seran las mujeres a las que llegaremos a conocer mas: dona Elvira, a quien la vida ha puesto en una situacion de comodidad y privilegio y a quien la guerra civil sorprende lejos de Espana y de sus hijos; Valentina, una joven huerfana abocada a depender de la generosidad de sus parientes; y Alba, una chica enfermiza que empieza a asomarse a la vida, dejando atras la adolescencia.

  • La cuna del poder de Chris Endsjo

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    En un antiguo castillo, en lo alto de un recondito acantilado del mar cantabrico, se inaugura el colegio San Esteban, reservado para un selecto grupo de alumnos escogidos de entre la clase dominante del mundo occidental. Alfredo Martin de Caviedes se vera involucrado en el nacimiento de un grupo clandestino de inteligencia junto a sus companeros Friedrich, nieto de Guillermo II de Alemania, y James hijo del expresidente Roosevelt entre otros.

  • Mujer en punto cero de Nawal El Saadawi

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    “Todos los hombres que he conocido solo me han inspirado un deseo: el de alzar la mano y dejarla caer con fuerza sobre su rostro”.

  • El momento perfecto de Kate Dawson

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    Lexie Quennell tenia una vida perfecta: un marido que la ama, dos hijas maravillosas y un trabajo que le gustaba. Un terrible e inesperado accidente hara saltar por los aires toda esa falsa estabilidad y la llevara de vuelta a River Place, el lugar del que escapo doce anos atras. Ante ella se presenta una nueva oportunidad de amar… si es capaz de arriesgarse.

  • Valle de la calma de Dross

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    Abraham Salgado, que tuvo un pasado mas que dificil, ingresa a trabajar en un gigantesco complejo llamado Hospital San Nino, en el que se albergan tambien enfermos mentales. Pronto descubre, muy a su pesar, que el lugar esconde secretos colosales y perturbadores, y se vuelve cada vez mas extrano y siniestro con el paso de los dias.
    No puede escapar de alli, haga lo que haga.
    El Hospital San Nino es una trampa mortal… y amenaza con destruir a Abraham de un modo inenarrable, del mismo modo que lo ha hecho con incontables almas antes que el.

  • La caida de Aquilae de Claudio Hernandez

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    Las huellas siempre quedan. El sol estaba radiante --como de costumbre-- en mi pueblo natal, bello y lleno de historia. Tengo el pulso debil y, fijate tu, he decidido escribir a mis ochenta anos. Pero creo que merece la pena. He indagado en la profundidad del corazon de mi ciudad y me he encontrado con tantos secretos que ni yo misma puedo ocultar. Ahora veo una montana a lo lejos, desde el cristal de mi ventana, y a veces, en la siniestra nube que parece un fuego elevandose hacia el cielo, me muestra algun que otro edificio. Los puneteros no han construido la Residencia mirando al sur, a la playa, al pico de la Aguilica. Hacia el castillo San Juan de las Aguilas, que sigue resistiendo siglos, imponente, desde lo alto de una pequena montana que se come el mar embravecido. Desde el reinado de los romanos, los piratas y los arabes. Siempre estuvo alli. Y la historia siempre ha existido. Pero las personas se van. Y yo. Yo quiero contaros la caida del Imperio romano de Aquilae y una bella historia de amor. Imposible, si. Pero cierta. Algo que supuso un punto y aparte en la Historia. Giro como una peonza y rompio muchos estatutos y normas. Pero al fin y al cabo era el amor imposible del capitan romano Inisio y la pobre esclava Sisha. Asi que voy a escribir como pueda, con estas gafas tan grandes y estos boligrafos tan pequenos. Esta es la historia. 2 Despues de todo, en el siglo III d. C. comenzo a florecer la cultura romana en Aguilas. Mientras que la legion --capitaneada por el cruel y despiadado Inisio, cual gladiador--nunca existio mas que para hacer reir a la gente de Roma, este hombre, de fortaleza descomunal y barba espesa, solo conocia la sangre en el filo de su espada: tan pesada como las posaderas de su caballo Romin. Un hombre que hacia sacar de quicio --en una burla-- al propio emperador de Roma, quien se habia acomodado en una cama de lustro, cubierta de sedas, al igual que Neron dos siglos atras, o Vitelio --cuyos nombres se habian lapidado en piedra caliza-- tras crear <>, con al menos cuatro bestias como valor para identificar su simbolo de poder. Eso era una legion, e Inisio estaba en otra. Pero mucho, mucho despues, envuelto en una gran nube de polvo y arena que los caballos, al galopar, lanzaban por detras, como las ruedas de los coches de formula 1 --algo nada comparable en esa epoca--, o quiza como un tornado en medio de una tierra seca, despues de su gloria, tras la caida de la Cartagena punica, tenia que cumplir su ultima locura. Porque todas su decisiones en el reinado de Aquilae eran puro terror. Conquistar Aguilas y matar a cuantos se resistieran. El anciano aguileno tenia la mano como visera sobre sus pobladas cejas, y, resoplando, dijo: --Se acercan. Y muy rapido. El anciano, con rostro oscuro y piel curtida por el sol, se dio media vuelta con el corazon fuera del pecho y camino cojeando hacia la multitud. El jolgorio era tal que podia confundirse con el galopante ruido de todo un batallon con siluetas, que crecia de forma amorfa. Podian verse los dientes de los caballos y de los romanos. Tan blancos y apretados como dos piedras una encima de la otra. El sol lucia en un cielo celeste; y, abajo, en la Tierra, todo era luz sobre la aridez de la arena. Pero pronto habria sangre. Tanta que Aguilas se teniria de rojo. El mar estaba zozobrando ante la llegada de aquellos monstruos y las algas quisieron escapar de las orillas hacia adentro para no degustar el sabor empalagoso de la sangre. El castillo seguia ahi. Imponente, y mirando con su ojo bizco. Habia sido reconstruido varias veces y en cada una de ellas le crecia un apendice. El ala este estaba ajena a todo el ajetreo, debido a que miraba hacia el otro lado del mar. Mucho mas lejos, y donde las olas no existian mas que cuando llovia una o dos veces al ano. El perturbador ruido crecia sin cesar, y en los oidos de aquellos pobres desgraciados se escuchaban los gritos de los soldados y los llantos de los ninos. Pero, sin duda alguna, eso no iba a ser el fin. 3 --?Esta usted escribiendo una poesia? --pregunto Ana, una de las auxiliares de geriatria. Yo la llamaba asi, porque dentro de este orden comunal habia tantos titulos y distinciones que me perdia, y al final acababa llamandolas por ese nombre, o por el de "mi medico". Alce la vista y la mire fijamente. --No es una poesia --respondi. Recuerdo que le mostre una leve sonrisa, pero albergando a la vez, dentro de ella, algo sordido y doloroso como la soledad y los recuerdos que se evaporaban como el humo de la lena en el fuego. Ella agacho la cabeza para mirar mi libreta. --Elena. Esto es una historia cualquiera --me dijo, al tiempo que se apartaba el cabello que la envolvia sus ojos. --No, claro que no. Es una novela historica --le explique, en un dia que tenia mal humor. <>, pense. Es por ello que querer recordar es despertar el alma adormecida y eso duele. Mucho. Agache la cabeza y pose literalmente mis ojos sobre aquellas letras irregulares --. ?Crees en el amor? --Si, claro --acucio ella. Se habia despertado la sonrisa tonta. Sin mirarla, me di cuenta de que mostraba todos sus dientes blancos. --No me refiero a follar --le dije, con total vehemencia. Desde luego que ese dia no estaba yo de muy buen humor, porque sabia que… Eso tenia una explicacion. Ella, alarmada y con los brazos en jarra mientras movia la cabeza como si la tuviera atada a un muelle, dijo: --Esas palabrotas no se dicen. --A mi me vas a ensenar --conteste, y por sorpresa sonrei un poco, pero lo cierto es que aquello me parecio mas un rictus malevolo. Si, era eso. --Claro, porque tenga cierta edad no significa que… --No significa que cuando usted haya venido, ?yo haya ido tres veces? Esta vez si la mire. Tenia unos ojos preciosos y sus labios estaban arrugados ahora, como dos morcillas de esas rojas, pisoteadas. --Bueno. Viendolo asi… --No se preocupe --le corte alzando mi mano izquierda. A traves de la luz del sol me di cuenta de que mis hematomas eran cada vez mas oscuros--. Le contare un secreto --menti. Ella se arrodillo ante mi como si quisiera pedirme la mano y, toda atenta, observandome con aquellos ojos celestes que nunca olvidare ni despues de mi muerte, me pregunto: --Y, ?se puede saber cual es el secreto? --Me case tres veces y yo mismo los envie a la tumba. Ella se llevo la mano a la boca. Sus unas estaban negras, o mejor dicho, se las habia pintado con esmalte negro. <>, pense. --Oh, lo siento. Sin duda alguna, estaba desconcertada la pobre. --Pero todo acabo bien --anadi con cierto sarcasmo, montado a lomos del tono de mi voz. Ella meneo la cabeza en sentido de nones. --Oh, vaya.

  • Un matrimonio por Escocia de Edith Stewart

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    Robert Bruce y sus principales caballeros permanecian reunidos en el salon del castillo de Edimburgo. Este habia sido arrebatado a los ingleses por las tropas de Thomas Randolph, conde Moray. El rey escoces seguia con su particular cruzada de recuperar todas las fortalezas que todavia estaban bajo dominio ingles. Tenia la mirada fija en el mapa desplegado sobre la mesa. Su atencion se fijaba de manera obsesiva en un solo punto: Stirling y su fortaleza. --Solo nos restan dos fortalezas para tener los principales castillos de Escocia bajo nuestro dominio --dijo senalando uno de los ultimos reductos ingleses en Escocia--. Y toda la nacion pasara a estar en nuestras manos. Lograremos expulsar a los ingleses de una maldita vez. El resto de hombres permanecian callados contemplando el mapa y escuchando a su rey. --En lo que va de ano hemos logrado arrebatarles a los ingleses los castillos de Roxburgh, Linlithgow y hace unas semanas este de Edimburgo. Los hombres estan cansados de pelear, pero tambien lo estan ansiosos de terminar esta ambiciosa empresa, senor --le informo James Douglas con cierta preocupacion. --Necesitamos tropas de refresco. Hombres procedentes de otros clanes que remplacen a los caidos en las batallas si pretendemos continuar la guerra --aseguro el conde de Moray--. El rey Eduardo tiene miles de soldados a su servicio. De Gales, de Irlanda y Francia a los que anadir grupos de mercenarios y lamentablemente algunos clanes escoceses --finalizo diciendo con repulsa por lo que eso significaba. --Si pudieramos atraernos a parte de esos clanes partidarios de Comyn y de Eduardo de Inglaterra --exclamo Edward Bruce, el hermano del rey. --Es algo imposible a mi modo de ver despues de lo sucedido entre vos y el --apunto Douglas mirando a Bruce y recordando lo acontecido en hacia ocho anos en la iglesia de Greyfriars en Dumfries. Nadie supo con exactitud que sucedio entre ellos, solo que Robert Bruce apunalo a Comyn frente al alta mayor. Desde ese momento los seguidores de este apoyaron a Eduardo de Inglaterra porque consideraba a Robert Bruce un asesino que conduciria a la nacion al desastre. --!Que mas quisieramos! El tiempo ha pasado, pero muchos de ellos no han olvidado lo sucedido. Llevamos anos luchando por la libertad de Escocia y algunos clanes se obstinan seguir apoyando a los ingleses --se lamento el rey Robert apoyandose contra el respaldo de su silla. Tenia la mirada ausente y el gesto turbado. El conde de Moray tenia razon: necesitaban aumentar sus tropas. Pero, ?como demonios iba a hacerlo? --Podriais intentar convencer a alguno de sus lideres ofreciendoles algo a cambio. Algo que no puedan rechazar como el castillo de Stirling una vez que este en nuestras manos --le aseguro James Douglas mirando de manera fija a su senor. Robert parecio reaccionar. Fruncio el ceno en un primer momento y despues miro a su consejero con extraneza. --?Hablais en serio? ?Ofrecerle el castillo de Stirling? --Seria un botin que pocos estarian dispuestos a rechazar, senor --le aseguro con total conviccion. --Si os soy sincero no me agrada la idea de dejarlo en manos de alguien que apoya a Eduardo de Inglaterra. Podria devolverselo a este una vez que el Murray se asentara en el trono --le confeso con temor a que eso pudiera suceder--. Y entonces todos nuestros esfuerzos y las vidas que se han perdido y se perderan en su toma, habran sido en vano. --Hablad con el jefe del clan Murray. Siempre os apoyo, y cuando sucedio lo de Greyfriars se mantuvo neutral mientras los demas tomaron partido por uno u otro pretendiente. Luego, quiero creer que las circunstancias de la guerra lo empujaron a aliarse con los Comyn buscando el bienestar de su clan. Ofrecerle el castillo de Stirling a cambio de su ayuda --le sugirio Edward Bruce--. No podra negarse a ello. Ya lo vereis. --No sera nada sencillo convencerlo para que se una a nosotros. Pese a que en su dia tuviera su apoyo --comento el rey sacudiendo la cabeza. --Si los Murray se unen, tal vez algun clan mas lo haga --sugirio el conde de Moray--. Pensadlo. --Si, pero debo ofrecerle algo mas que un castillo. Ademas, quiero tener cierto poder sobre este. No puedo dejarlo en manos de un seguidor de los Comyn, ya os lo he dicho --murmuro el rey dejando su mirada puesta en James Douglas, quien se la devolvia con expectacion por lo que estuviera considerando. --?Que mas podriais ofrecerle? --le pregunto este. --Murray tiene una hija --dijo el conde de Moray. --Si. Bronwyn --le informo Edward Bruce--. Al parecer no esta casada. James Douglas esbozo una cinica sonrisa. --?Por que os estais riendo? --pregunto el rey con curiosidad. --Ofrecerle un compromiso entre su hija y vuestro hijo --aseguro Edward Bruce senalando al jefe Douglas. Este fruncio los labios y asintio antes de echarse a reir. --?Con mi hijo? ?Estais borracho? --No, ni lo mas minimo. Pero pensadlo con detenimiento por un segundo. Ese compromiso nos otorgaria tener poder sobre Stirling y su castillo. Con el joven Douglas al frente de este casado con Bronwyn Murray, todos ganamos. Y seria una manera de recompensar su lealtad y su pericia en el combate --resumio el hermano del rey contemplando como el semblante del viejo Douglas cambiaba a medida que pensaba en esa proposicion. Robert Bruce permanecia callado escuchando la exposicion de los hechos de su hermano. Bien pensado, este tenia toda la razon. Un matrimonio en la hija del jefe Murray y el joven Douglas contentaria a ambos clanes. Y Stirling y su fortaleza estarian bajo el mando un clan leal a Escocia. --Id a buscarlo --pidio el rey con autoridad haciendo un gesto con el menton para que su propio padre fuera a por el--. ?Estas seguro? --le pregunto a su hermano Edward cuando James Douglas se hubo marchado. --Si poneis a un Douglas al frente del castillo de Stirling, podreis dormir tranquilo porque ningun ingles se atrevera a intentar tomarlo dada la fama de ese clan --le aseguro Edward Bruce al rey conociendo la clase de hombre que era William. Este permanecia en el patio del castillo junto a varios de sus leales seguidores. Su padre era el jefe del clan, pero el tenia su grupo de amigos y de fieles guerreros que le seguian en la batalla. Su destreza con la espada era mas que conocida, de igual manera que su astucia y su fiereza en el combate. Se habia distinguido como uno de los soldados mas despiadados del ejercito del rey Robert en su cruzada particular por recuperar los castillos de la nacion. --?Crees que atacaremos Stirling? --le preguntaba uno de los hombres que estaban junto a el William chasqueo su lengua y sacudio la cabeza. --No estoy seguro. Deberiamos hacerlo ya que es el ultimo castillo que retienen los ingleses en Escocia. --Te olvidas de Berwick... --Ya. Pero teniendo Stirling, los ingleses se lo pensaran antes de seguir la lucha o abandonarlo. Creeme Malcom. --Pero.... Mira, ahi viene mi padre. El mejor que nadie nos dira que han acordado con el rey --dijo el tal Malcom senalandolo cuando se acercaba a ellos. James no estaba seguro de como reaccionaria su hijo ante la propuesta del rey. Pero tendria que acatarla como leal vasallo suyo. Y por el bien de la nacion. Aunque no mirara a la cara a la hija del Murray, ni la tocara o ni tan siquiera durmiera en la misma cama. Eso eran aspectos sin importancia en estos momentos tan importantes para la nacion. --?Que ha dicho el rey? No parece que tengas buena cara. James bufo y se paso la mano por su poblada barba. --Stirling y su castillo son su principal objetivo. Tomarlo seria arrojar a los ingleses de Escocia. --Perfecto. --?Y Berwick? --De momento lo importante es Stirling. Luego ya veremos. --?Cuando partimos? ?Se sabe ya? --William se mostraba ansioso por volver a entrar en combate. Llevaban dias enteros en la corte y estaba algo cansado de comer, dormir, y frecuentar las tabernas y los burdeles de la ciudad. --Cuando sumemos mas hombres a nuestro ejercito --le confeso su padre contemplando como el gesto de su hijo y el de los hombres a su lado cambiaba. --Lo sabia. Lo estabamos comentando antes de que llegaras. Los hombres estan cansados y hemos sufrido numerosas bajas en la toma de la capital y de este castillo --aseguro haciendo un gesto a la fortaleza--. ?Como piensa el rey reclutarlos? ?Mercenarios franceses o de alguna otra nacion europea? Por que no creo que ni los galeses ni los irlandeses nos apoyen despues de haber sido poco menos que masacrados en tiempos de Wallace. E incluso tengo dudas acerca de los franceses. Son los unicos candidatos que conozco y ya te aseguro que no creo que muchos esten dispuestos a hacerlo. --No, no ha pensado en estos. --?Y de donde piensa sacar mas tropas? --pregunto uno de los hombres que permanecian al lado de William. --Va a ofrecer un trato al clan Murray --anuncio James Douglas con seguridad y parsimonia. --?Un trato? Pero ellos forman parte de ese grupo de clanes leales a John Comyn, el que fuera opositor al trono de Escocia junto al rey Robert. No aceptaran. --Les va a ofrecer Stirling y su castillo. William se quedo con la boca abierta. --?A los Murray? Es una locura. En cuanto Archibald Murray tome posesion de este se lo entregara de vuelta a los ingleses --le aseguro William enojado por esa decision del rey. Estaba furioso con este. James Douglas sacudio la cabeza. Estaba convencido de que no seria asi. --Estas equivocado. --?No me digas? ?Y como demonios va a evitarlo? ?Le hara firmar un documento que despues sera papel mojado? --No. Ese no sera el trato. No habra problemas con el trato que va a ofrecerle y en el entras tu. --?Yo? ?Que pinto yo con los Murray? --William entorno la mirada hacia su padre con cierto recelo por lo que este tuviera que contarle. --Te convertiras en el senor de Stirling. De ese modo el rey Robert se asegura de que no caera en manos inglesas. William dio un paso atras y sonrio algo nervioso. --Un momento. ?Y que pintan los Murray si yo sere al final el senor del castillo de...? --De repente se detuvo. Una idea inverosimil se le cruzo por la cabeza. Una a la que no queria prestar atencion. --Hijo, esto no va a ser sencillo. Pero tendras que acatar la voluntad del rey. Se que no has pensando en un compromiso, pero.... William jadeo porque no era capaz de sonreir. De repente tenia la impresion de que se ahogaba por falta de aire. Miraba a su padre primero y a sus dos amigos despues deseando que aquello fuera una pesada broma que habian urdido entre ellos. --Empiezo a entender cual es tu papel en todo esto, amigo --le aseguro Malcom asintiendo con toda intencion--. ?Que dices Angus? El otro hombre fruncio el ceno y los labios en un claro gesto de que no le gustaba lo que estaba pensando. Pero menos gracia le iba a hacer a William cuando se lo dijera. --Creo que se que clase de relacion guarda todo esto con los Murray o mas bien con la hija del jefe. William jadeaba porque no era capaz de reirse. Los nervios parecian tenerlo atenazado en ese instante. --Asi es. El rey va a ofrecerle al jefe Murray un matrimonio para su hija a cambio de su ayuda para tomar Stirling y su castillo. --?Por que yo? --William se encaro con su padre. --Eres mi primogenito y tienes que acatar lo que te ordene que hagas. --?Ves con buenos ojos un matrimonio con la hija del jefe Murray? --No nos queda otra. Necesitamos Stirling a toda costa, pero no podremos hacerlo sin mas tropas. Y el rey considera oportuno atraernos al clan Murray. Uno de los mas poderosos de los que apoyan al clan Comyn y por extension a Eduardo de Inglaterra. Pero para ello hay que negociar y ofrecerle algo que no pueda rechazar. --?Por que un compromiso con su hija? --William estaba furioso. Miraba a su padre con el ceno fruncido y las manos cerradas en punos. Sentia la sangre hirviendole en las venas. Deseaba golpear a alguien o incluso acabar con su vida. --Porque los Douglas nos hemos comportado como los mas leales y fieros guerreros. ?Nos ves que es una manera de reconocer tu valor y destreza en el combate? --?Con un compromiso que no deseo? Me basta con que Escocia sea libre. No necesito castillos, ni tierras, ... y menos una esposa --dijo como si escupiera la ultima palabra. --No me importa que ella no te guste. Como si no la miras. Una vez que estes instalado en el castillo podras vivir a tu aire, en una parte del mismo o en la propia ciudad. Eso es lo de menos. Como si no vuelves a verla. ?Que te importa? Lo unico que de verdad vale es expulsar a los ingleses y continuar la lucha. --?Y si su padre no acepta? ?O ella? --Ella acatara su voluntad como tu la mia. Y su padre no rechazara una joya como es el castillo de Stirling. Ahora deberiamos regresar dentro y decirle al rey que aceptas. Que es un honor que haya pensado en ti. William resoplo. --Ya lo creo que lo es --murmuro sacudiendo la cabeza camino del interior del castillo sin mirar a su padre. !Un compromiso con la hija de los Murray! !Por San Andres que era un completa locura! !No queria una mujer a su lado a todo momento! Se repitio una y otra vez negando con la cabeza antes de entrar en el salon donde el rey lo aguardaba. Al verlo aparecer, Robert Bruce se sintio mas tranquilo. Al ver que James Douglas se demoraba, el rey habia temido lo peor. Confiaba en la lealtad de los Douglas despues de sus hazanas en la guerra contra los ingleses. Y entendia que un compromiso tal vez no fuera lo que William esperaba, pero era necesario para vencer de una vez por todas. --Mi senor --dijo el joven Douglas con las manos a la espalda y un leve movimiento de cabeza en senal de respeto. --William. Tu padre te habra puesto al corriente de la situacion. --Si, senor. --?Que tienes que decir? Me interesa tu opinion franca y sincera. William parecio titubear unos segundos. Como si estuviera pensando en lo que debia decirle al rey. Llevaba combatiendo por el desde que este fue coronado en Scone, y de eso hacia ya ocho anos. Durante ese tiempo habia derramado sangre inglesa, y algo de la suya propia. No podia desobedecerlo con lo que habia en juego. Si queria ver a su nacion libre de los ingleses deberia sacrificarse. --Sera un honor complaceros una vez mas, mi senor. --Es una manera de recompensar la lealtad del clan Douglas durante todos estos anos de guerra. Creo que entregaros el gobierno de Stirling me dara tranquilidad en todo momento, porque no caera en manos inglesas. Por otro lado, ofrecerle la posibilidad de que su hija se convierta en senora del castillo, creo que puede animarlo a apoyarnos en esta guerra. --Lo entiendo, senor. --?Tengo vuestra palabra de que una vez que toda esta guerra termine, desposareis a la hija de Archibald Murray? William deslizo el nudo que acababa de apretar su garganta al sentir la mirada fija de su rey. Era como el lazo del verdugo y penso que no podria hablar. De manera que se limito a asentir primero, y responder a continuacion. Mientras recuperaba la templanza. --Lo estoy. Si no muero en las proximas jornadas --aclaro con una chispa ironica que provoco la sonrisa en todos los alli presentes. --Hasta ahora os habeis conducido con la prudencia y la sagacidad de un buen guerrero. Procurad no dejarla viuda antes de desposarla o perderemos posibilidades en Stirling --le pidio el rey con la misma chispa ironica que habia empleado el. --Lo intentare, mi senor. --En ese caso, lo prepararemos todo para partir los antes posible hacia las tierras de los Camero. Como no podia ser de otra manera, formareis parte de la expedicion --le aclaro mientras el joven Douglas asentia. William saludo a Robert por ultima vez antes de abandonar el salon. Habia dado su palabra y la cumpliria. Solo tenia que pensar que lo hacia por el bien de su nacion. Y no porque en verdad deseara atar su vida a la de una mujer. Horas mas tarde William disfrutaba de la bebida y la compania de sus amigos en una taberna. Pero en ciertos momentos no podia evitar quedarse pensativo dandole vueltas a la situacion a la que se veia abocado. --Entonces, ?cuando marchas a conocer a tu futura esposa? La pregunta de Angus, un escoces de cabello y barba castanos, parecio despertar a William de sus pensamientos. Sacudio la cabeza y contemplo a su amigo con los ojos entrecerrados. --?Por que no lo dejas estar? ?O quieres que parta la cara? --Dejalo o lo cabrearas de verdad. Bastante tiene con haber aceptado --comento Malcom, el otro fiel amigo saliendo en defensa de este--. Si te lo hubiera pedido el rey Robert en persona, tu habrias aceptado igual que el. O yo mismo. No se puede ir contra la voluntad de este. Decidimos rendirle pleitesia cuando fue coronado en Scone, de manera que no nos queda otra que acatar sus ordenes. --Creedme que no lo hago por mi voluntad, sino porque necesitamos mas hombres para tomar Stirling. Y como has dicho, rendimos vasallaje al rey Robert --resumio el joven Douglas mirando a Malcom y dejando luego la mirada suspendida en el vacio. --Es verdad. El castillo de Stirling es una de las ultimas fortalezas que retienen los ingleses junto con el de Berwick. Si los expulsamos de esta habremos dado un paso definitivo porque no creo que tengan intenciones de defender esa ultima fortaleza --dijo Malcom con orgullo--. La muerte de Wallace y las de tantos compatriotas no pueden haber sido en vano. Estamos ganando la guerra a Inglaterra. --El clan Murray es uno de los mas poderosos. Muchos hombres de otros clanes lo seguiran si el rey Robert consigue atraerlo a su causa --advirtio Angus. --Siempre fue partidario del rey. Pero el hecho de que este apunalara a Comyn en la reunion que ambos tuvieron en Greyfriars, lo hizo desconfiar --apunto Malcom. --Si, decidio no tomar parte por Bruce y se mantuvo neutral durante algun tiempo. Pero seguro que las circunstancias de la guerra hicieron que tomara partido por Comyn y Eduardo. Quiero creer que fue por el bienestar de su clan --resumio William expresando su opinion personal en ese asunto. --Ahi es donde entrais tu y la hija de Archibald Murray --senalo Malcom. --Y la propiedad del castillo de Stirling. No lo olvides. Sera la dote del propio rey Bruce a la pareja --aseguro Angus--. Por cierto, ?que sabes de ella? William fruncio los labios y encogio los hombros. --No me importa quien sea, ni como sea. Solo tengo que cumplir mi parte del trato y ya esta. --Si, viviendo en un castillo tampoco es necesario que os veais --apunto Angus convencido de que su amigo se comportaria de esa manera. --Ella tendra su propio servicio de damas. Podras hacer lo que le plazca. No me interesa -- insistio sacudiendo la mano para dejar claro que no le importaba lo mas minimo lo que ella pudiera hacer. --Pero admite que tendra que engendrar un heredero --le aviso Malcom con toda intencion. William gruno. --Si, bueno. Es su deber. No hace falta que nadie se lo diga. --?Y si es una vieja solterona? Ya me entiendes... Una mujer entrada en anos a la que su padre no ha conseguido casar --La risa de Angus enervo, mas todavia, el animo de Malcom. --He dado mi palabra. Si conseguimos que los Murray se unan a las huestes del rey, y con ello liberemos Escocia del yugo ingles, bienvenida sea --William apuro de un trago su bebida sin hacer mas caso a sus dos amigos. Apreto los dientes con rabia pensando en que ademas de haber aceptado el compromiso, su prometida no fuera nada agraciada. Si al menos fuera una muchacha joven y atractiva... se dijo en un intento por animar un poco. --Te aconsejaria que te desfogaras antes de ir a las tierras de los Murray a conocer a tu futura esposa --le jaleo Angus entre risas. Pero William no dijo ni una palabra mas. Se limito a mirar a los dos y sacudio la cabeza sin entenderlos. --Me gustaria veros en mi situacion. Estoy seguro de que no os estarias riendo. Decidio que lo mejor era alejarse de aquellos dos y estar a solas. No solo no se trataba de tener una esposa sino de que esta le diera un hijo que siguiera con el apellido Douglas. Pero eso a el no le importaba en ese momento. Ya se preocuparia cuando llegara. Por lo pronto, solo queria entrar en batalla y que volvieran a ser una nacion libre que tomara sus propias decisiones. Habia sido educado para pelear, para ser algun dia el senor del clan Douglas y procurar que todos lo respetaran. Desde que comenzo la guerra contra Inglaterra, no habia pasado ni un solo dia sin combatir al lado de su padre, conduciendo a su clan junto a otros tantos a la batalla. Y aun despues de muerto Wallace habia seguido combatiendo para liberar los castillos escoceses en manos de los senores feudales ingleses. Y lo haria hasta el final porque era su cometido. No habia cabida para el amor cuando habia visto su pais sometido y desangrado por Eduardo de Inglaterra.

  • El corazon del monstruo de Evelyn Romero

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    Anos atras... Ingrese a mi casa de nuevo, limpie mis lagrimas para que mis padres no me vieran. --?Donde estabas?--escuche la voz de mi padre detras de mi, tuve que detenerme. --Estaba jugando papa--respondi dandome la vuelta, pero sin verlo a los ojos. El como adivinando que me habia pasado, me tomo de la barbilla, hizo que lo viera. --?Otra vez estabas llorando? Te he dicho que un hombre no llora, mucho menos si es por una tonteria--me regano fuertemente cambiando su expresion que me indicaba que estaba enojado. El era un hombre cruel y frio. Me daba miedo cada vez que me hablaba, mas cuando me castigaba sin tener algun motivo. --Es que, los otros ninos no quisieron jugar conmigo otra vez--le explique quizas para que me comprendiera, aunque sabia que no lo haria. --Debes acostumbrarte a esos rechazos y aceptar lo que eres: un monstruo--me recordo--. Sino fueras mi hijo ni siquiera yo me acercaria a una cosa como tu--dijo cruelmente--. Ahora vete a tu habitacion y no salgas de la casa de nuevo, tu lugar es estar encerrado--pronuncio esto ultimo con un tono malvado. No dije nada, solo me di vuelta y me aleje de el con un dolor en mi pecho. Llegue a mi habitacion y cerre la puerta, voltee hacia el espejo que estaba en una esquina me acerque a el para contemplarme una vez mas, mi cuerpo era como un nino normal de ocho anos, pero mi cara no era como de los otros, la mia estaba deforme de la parte derecha: habia nacido con una malformacion congenita, que provocaba que mi ojo se hundiera, y que la piel de mi mejilla pareciera que tuviera cicatrices gruesas y pronunciadas. Mi aspecto era asqueroso y es por esa razon que ningun nino queria jugar conmigo. Mi mama me saco de la escuela y desde entonces he tenido educacion en casa. Viviamos en la cuidad donde las personas caminaban de prisa como si no tuvieran tiempo para vivir. Mi padre estaba involucrado en los negocios de inversiones comerciales. Tome una manta y tape el espejo para no verme mas. Por el rechazo de los demas me he creido todas las horribles cosas que me han gritado, en ocasiones deseaba no vivir, pero pensaba en mi madre que ha sido el unico ser humano que me ha amado por lo que soy, ella se sintiera muy mal si tomara ese tipo de decision ?Como un nino de mi edad puede pensar en quitarse la vida te preguntaras? Pues deben estar en mis zapatos para comprenderme. Mi madre era todo lo contrario a mi padre: era dulce, comprensiva y siempre trataba de animarme cuando me sentia mal. En ese momento necesitaba de sus palabras y de su compania. Sali de mi habitacion, pero antes verifique que mi padre no se encontrara cerca, al parecer habia salido porque su auto no estaba. Eso me permitio caminar libremente por el pasillo hasta llegar a su habitacion. Toque la puerta suavemente. --?Pasa carino se que eres tu?--dijo mi madre dulcemente. Ingrese y cerre la puerta detras de mi. Me acerque a ella quien se encontraba recostada en la cama(apoyada en la cabecera de la misma) me sente en su cama y la mire a los ojos, los cuales estaban mas cansados y tristes que el dia anterior, su aspecto fisico cada dia iba empeorando al igual que su salud, tenia un panuelo en la cabeza de colores llamativos que tapaba su ya existente cabello: ella tenia cancer terminal y en cualquier momento iba a dejar este mundo. --Mi pequeno ?Estas bien?--me pregunto acariciando mi mejilla, ella era la unica que no le daba asco tocarme, le conte lo que me habia pasado y lo que mi padre me habia dicho. --No te pongas triste, carino. No importa lo que te digan siempre recuerda que tu vales mucho, y que eres hermoso por dentro y por fuera--me dijo para consolarme. Sonrei antes sus palabras. Ella era madre y su deber era ese precisamente, me veia con ojos de amor, tenia miedo de perderla y de quedarme solo con mi padre--. Quiero darte algo muy especial--pronuncio tomando una pequena caja de terciopelo negro que estaba sobre su mesa de noche--. Esto ha permanecido en mi familia durante generaciones, quiero que tu mi unico hijo lo conserves -- agrego dandome la caja, la tome y la abri: se trataba de un anillo con un hermoso diamante en el centro. --?Que es esto mama?--le pregunte para saber para que me serviria un anillo. --Es un anillo de compromiso, quiero que se lo des a la mujer que llegue amarte por lo que eres sin importar nada mas--me explico--. Se que eres muy joven para comprender esto, pero quise hacerlo ahora que todavia estoy a tu lado--me dijo recordandome su pronta partida. Sus palabras me entristecieron aun mas. No solo por perderla, sino tambien porque no creia que algun dia alguien mas podria amarme. --No quiero que te mueras mama--le dije sin poder evitar llorar. Ella al verme asi me abrazo y me acerco a su pecho donde pude escuchar su corazon. --Nunca me ire de tu lado siempre estare contigo. Sere como tu angel guardian y aunque no me puedas ver sabras de alguna u otra manera que estoy junto a ti--me dijo dulcemente. No dije nada, solo me quede ahi entre sus brazos, memorizando ese momento. Unos dias despues, mi madre murio. Eso me destruyo. Ahora me encontraba en su entierro, este seria el ultimo dia que podia verla y despedirme de ella, deje sus flores favoritas: las margaritas, sobre su tumba y me quede ahi de pie observando el lugar donde ahora descansaria. Minutos despues subi al auto con mi padre de regreso a la casa, el aparentaba estar tranquilo y sereno como siempre. No estaba seguro si algun dia amo a mi madre, siempre ha sido un hombre poco expresivo. --Tu maestro me ha dicho que eres muy bueno para las matematicas--dijo mi padre en un tono que me indicaba que algo traia en manos--. Ahora que tu madre no esta, podre desarrollar los planes que tengo y tu me ayudaras administrar mis nuevos negocios--dijo--. Si eres un monstruo por fuera, te convertiras en uno por dentro--anadio con una sonrisa de maldad. Sus palabras me dieron miedo, no sabia que clases de negocios se trataban o que planes tenia para mi, pero no quise saberlo en ese momento. No cuando habia perdido a mi madre, ahora si en ella a mi lado estaba a la merced del verdadero monstruo. Capitulo 2 Narra Vanessa. Escuchaba atenta las palabras de mi madre. No podia creer que me hubiese comprometido con Daniel Betson: un tipo sin escrupulos, mujeriego y cruel. Tenia mucho dinero y ademas era el hermano del presidente de la republica y por esas razones era un “gran partido” segun ella, quien se divertia con controlar mi vida a su antojo, pero esto ya no lo soportaba mas, y menos ahora por lo que acababa de decirme. ?Quien era mi madre? La alcaldesa de la cuidad, y una mujer corrupta como todos en este maldito pais. --Como mi unica hija mujer debes velar por el futuro de nuestra familia asi como lo ha hecho tu hermano--menciono recordandomelo, ambos eran ambiciosos, mi hermano se habia casado con una mujer de alto prestigio politico--.Mi cargo terminara en dos anos, mientras tanto tu matrimonio con Daniel nos abriria muchas puertas economicamente y politicamente hablando-- agrego tomando de su cafe. --!?No has pensado en mis sentimientos??Por que siempre me ves como una maldita venta ?! --le grite ya harta de sus injusticias y de su maltrato. --Dejate de dramas, todos en esta familia hemos hecho cosas que no nos orgullecen, pero que nos han servido para tener dinero y poder--contesto serenamente, como si nada--. Aunque tu no quieras te casaras con Daniel y punto--sentencio mirandome seriamente. --!No me voy a casar con el, primero muerta que ser la tercera esposa de ese hombre!--le volvi a gritar recordandole su otros matrimonio fallidos con otras mujeres de dudosa reputacion. En ese momento, con mi respuesta la expresion de mi madre cambio: se miraba furiosa, se puso de pie y me tomo fuertemente del cabello.

  • Melocotones de vina de Lola Lopez De Lacalle

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    En la inmediata postguerra, Pilar y Paulina, dos sencillas vecinas de un pueblo de la Rioja Alavesa, temerosas de Dios, que nunca se han saltado una misa en una fiesta de guardar, comparten un terrible secreto. Viuda una con dos hijos, despues de que su marido fuese cuneteado por los falangistas, y madre de doce criaturas la otra, tejeran una urdimbre de lealtad para protegerse a si mismas y a sus familias, incluso mas alla de la muerte.

  • Sombras de agua de Felix G. Modrono

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    En el invierno de 1684, el doctor Zuniga parte desde Valencia con destino a Venecia para cumplir con una importante mision diplomatica. Sin embargo, sus dotes como investigador han traspasado fronteras y el dux le encarga que averigue lo que se esconde detras de un mensaje anonimo que amenaza con el hundimiento de la ciudad.

  • El estilita de Uri Costak

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    La historia tiene lugar en el pequeno pueblo frances Gyors de la Montagne, y podria suceder ayer, hoy o manana. Todo se centra en una pequena plaza mayor, sobre todo, en lo alto de una columna.
    La columna sustenta la estatua ecuestre del Conde Italo Rodari, un prohombre de la zona y reclamo turistico del pueblo. Despues de que durante una tormenta un rayo parta la estatua en mil pedazos, el pueblo ya se preparaba para enfrentarse a una involuntaria travesia por el desierto, despojados de su mayor fuente de ingresos.

  • Un revolver y siete rosas (Elizabethtown 1) de Brenna Watson

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    Le dolian tanto los pies que apenas podia continuar avanzando. Desde que habian abandonado Cold Harbor, donde la Union habia sufrido una de sus mayores derrotas, se habian dirigido a Petersburg para unirse al asedio de la ciudad. Alli pretendian hacerse con el control de aquel punto estrategico y cortar las comunicaciones ferroviarias que abastecian al ejercito del general Lee. Gabriel Sinclair no recordaba cuantas horas llevaba caminando y, cuando al fin alcanzaron su destino y obtuvieron permiso para descansar, lo primero que hizo fue quitarse aquellas malditas botas. Contemplo, con una mueca de dolor, sus pies ensangrentados y los dedos casi agarrotados y deformes a fuerza de llevar un calzado dos numeros menor al que le correspondia. Al menos, penso, no iba descalzo. No hacia muchos dias que habia contemplado el cadaver de uno de aquellos confederados, que habia cubierto sus pies con pedazos de carton pintados de negro. A su lado se tendio su primo Russell. El y Mitchell Chapman, Mitch, parecian los unicos conformes con su indumentaria, el ultimo a causa de unas relucientes botas que le habia hecho llegar su padre desde Saint Louis, aunque al parecer seguia echando de menos sus zapatos Oxford. <>, se dijo, aunque sin atisbo de acritud. Mitch era un buen chico, y generoso ademas. Compartia con sus companeros casi todo lo que le hacian llegar desde casa, desde dulces a camisas nuevas. De hecho, le habia sugerido a Gabriel intercambiar con el las botas de vez en cuando, solo para que pudiera descansar los pies, pero se habia negado a aceptar. Ya era suficiente con que sufriera uno de los dos, aunque en ocasiones, como esa en concreto, se arrepentia de no haber accedido. David Cassane se sento cerca de ellos, apoyo la espalda contra un arbol y, como era su costumbre, abrio aquel cuaderno de tapas negras que siempre llevaba con el para ponerse a escribir. Gabriel admiraba su capacidad de concentracion. Era capaz de abstraerse hasta en las condiciones mas adversas. --?Que crees que escribira ahora? --pregunto Brett McFarlane con su habitual sonrisa. Se dejo caer junto a Russell, que protesto cuando lo empujo sin querer--. Si no hemos hecho otra cosa que caminar durante dias. --Seguro que esta escribiendo sobre ti --bufo Russell. --Entonces necesitara un cuaderno mas grande --bromeo Brett. Mitch habia encendido un pequeno fuego y colocado una cafetera encima. Por suerte, en ese momento disponian de agua en abundancia, aunque nunca se sabia cuanto iba a durar la buena fortuna. Gabriel aun recordaba la ultima vez que habia recogido el agua de lluvia con sus botas y habia tenido que beber de ellas antes de llenar su cantimplora. David finalizo su escritura antes de lo acostumbrado, guardo el cuaderno en el bolsillo superior de su chaqueta, y la pluma, con sus iniciales grabadas, en el macuto. --?Que creeis que hacemos aqui? --les pregunto a bocajarro. --Impedir que los confederados entren o salgan de Petersburg --respondio Mitch, que siempre parecia el mejor informado de todos. --Es decir, que esto puede alargarse durante dias. --Si, supongo. Cuando la cafetera comenzo a silbar, Mitch la retiro del fuego y sirvio cafe para todos. Gabriel nunca habia sido muy aficionado a aquella bebida tan amarga, pero era una de las pocas cosas que el ejercito distribuia con profusion. Mientras disfrutaban de aquellos minutos de descanso, observo a los hombres que lo rodeaban uno a uno. Se habian conocido en Pennsylvania, al poco de alistarse en el ejercito, y en los tres anos infernales que llevaban juntos se habian vuelto inseparables. Juntos tambien padecieron hambre y sed, un calor abrasador y un frio que a punto estuvo de llevarselos al otro lado. Se habian curado mutuamente las heridas y compartido las provisiones y, en las noches mas oscuras, se habian consolado compartiendo lagrimas y suenos. Eran los mejores amigos que un hombre podia tener, estaba convencido. Gabriel Sinclair aun no podia saber lo que les aguardaba, ni sospechar siquiera que muy pronto iban a perder a uno de ellos en la que seria conocida como una de las acciones mas sangrientas de toda la guerra: la batalla del Crater. Capitulo 1 Elizabethtown, Kansas. Octubre de 1870 El sol aun estaba alto cuando Eleanor Montgomery se bajo del tren en Elizabethtown. La estacion no era mas que un conjunto de tablas desbastadas y una pequena oficina, con los cristales tan cubiertos de polvo que era imposible apreciar si habia alguien en su interior. Un hombrecillo emergio del edificio para ocuparse de que su equipaje fuese colocado en el anden. Cuando el tren se puso en marcha de nuevo, le dedico una leve inclinacion de cabeza y regreso a su cubiculo. Eleanor recorrio con la mirada el modesto apeadero para cerciorarse de que su marido, James Montgomery, no habia acudido a recibirla. Tras casi una semana de viaje desde Richmond, Virginia, llegaba por fin a su destino, al Salvaje Oeste del que tanto habia oido hablar. Se pregunto una vez mas si habia tomado la decision acertada. Un ano antes, tras el fallecimiento de su madre, le sugirio a su esposo la idea de reunirse con el en el Oeste, pero James alego multitud de buenas razones para que no lo hiciera, y ella se plego a sus deseos. La guerra le habia arrebatado a Eleanor cuanto poseia, empezando por su padre y sus dos hermanos, y luego su plantacion de tabaco, que vio arder hasta los cimientos a manos de los yanquis. Su madre y ella se vieron obligadas a aceptar la generosidad de los Cathaway, viejos amigos de la familia, para poder sobrevivir. James Montgomery III habia sido amigo de su padre toda la vida, a pesar de ser algo mas joven, y habia aceptado la propuesta de desposar a su hija como un favor personal. Su fortuna habia sucumbido bajo el ejercito del general Ulysses S. Grant, al igual que la de Eleanor y su familia, y los habitantes del viejo Sur habian tratado de estrechar aun mas los lazos que los unian. Con veinticuatro anos ya cumplidos, Eleanor seguia soltera, y las posibilidades de encontrar un esposo apropiado se habian desvanecido con la guerra. Su padre, que se recuperaba de una herida por aquel entonces que acabaria con el meses despues, habia propuesto un matrimonio de conveniencia que fue aceptado por ambas partes. Eleanor recordo, no sin cierto rubor, su noche de bodas. James era veinte anos mayor que ella, un viudo bien parecido que resulto ser un hombre considerado y atento, en el lecho y fuera de el. Hacia anos que Eleanor habia abandonado sus suenos romanticos de juventud, y vio el matrimonio con James como la ultima oportunidad de no convertirse en una solterona. Solo un mes despues del matrimonio, el se habia mudado al Oeste en busca de fortuna, con la esperanza de regresar con dinero suficiente como para empezar de nuevo. Cinco anos llevaba Eleanor aguardando reunirse con ese hombre que era practicamente un desconocido, y se habia cansado de esperar y de aceptar todas las excusas con las que el habia argumentado esa separacion. Nada la ataba ya a su Virginia natal y su deber era estar junto a su esposo, para labrar juntos su incierto futuro. Habia empaquetado sus cosas y, el dia antes de partir, le habia enviado una carta anunciando su llegada, sin otorgarle tiempo suficiente para una replica en la que intentaria hacerle cambiar de idea. Algo habia fallado en su plan, porque James no se encontraba alli. Sintio que el jefe de estacion la observaba desde el otro lado del sucio cristal de su ventanilla. Se imagino que no debia de ser muy corriente ver a una mujer ataviada con un vestido de muselina sentada sobre un desvencijado banco, rodeada por media docena de baules y otros tantos bultos de distintos tamanos. Esa manana, en el tren, se habia esmerado en acicalarse para causar buena impresion a un marido al que apenas recordaba. La estrategia no surtiria efecto si no aparecia pronto; el aspecto saludable y lozano que pretendia aparentar se iria al traste. Decidio concederle otros veinte minutos, tiempo mas que suficiente para que el hubiese oido el silbato del tren desde cualquier punto del pueblo en el que se hallase y acudiese en su busca. Transcurrio ese tiempo, y algo mas. La espera comenzaba a ser insoportable. Tal vez James no estaba ese dia en Elizabethtown, quizas habia viajado hasta Abilene, a cuarenta y cinco millas de distancia, y habia olvidado dejar instrucciones para que alguien acudiese a recogerla. O, peor aun, tal vez su carta aun no habia llegado. Ese pensamiento le helo momentaneamente la sangre. Se aproximo a la ventanilla, dispuesta a remediar el estado de incertidumbre en el que se hallaba. --?Necesita ayuda? --le pregunto el hombrecillo desde el otro lado del cristal. --Si, por favor --le respondio, ofreciendole su mejor sonrisa--. ?Podria guardar mi equipaje en la estacion mientras voy en busca de mi esposo? --Por supuesto --contesto solicito--. Ahora mismo me ocupo de ello. Eleanor permanecio erguida, retorciendose las manos con nerviosismo mientras el hombre salia de detras del mostrador, cruzaba la puerta y se aproximaba a sus baules. Su aspecto le resultaba simpatico, un hombre pequeno y energico, que caminaba dando saltitos y cuyos ojos, de un azul desvaido, se movian al mismo ritmo bajo la montura de sus lentes. --?Se le ofrece algo mas? --le pregunto, al ver que ella no se movia del sitio. --Le agradeceria mucho si pudiera orientarme. Acabo de llegar y aun no conozco el pueblo. --Me he dado cuenta de ello. --Le sonrio con amabilidad--. Permitame que me presente. Soy Matt Perkins, el jefe de estacion --le dijo, e inclino ligeramente la cabeza al tiempo que sus pulgares se enganchaban de los tirantes que sostenian sus pantalones--. Este es un lugar pequeno, y aqui nos conocemos todos. ?Que necesita saber? --?Podria indicarme como llegar al negocio de James Montgomery? --Le dedico su mejor sonrisa. --Crei que habia dicho que iba en busca de su esposo --contesto el hombre mientras la miraba con cierta suspicacia. --El senor Montgomery es mi marido --aclaro ella, irguiendose ante lo que parecia una inexplicable mirada de reproche. --!Que me aspen! ?Habla usted en serio? --Perkins la observo de arriba abajo, con las cejas ligeramente alzadas y la boca formando una extrana mueca que no supo interpretar. --Desde luego que si --contesto de forma rotunda, atonita ante la falta de modales de su interlocutor--. ?Como se atreve a dudarlo? --Disculpeme, senora, no era mi intencion ofenderla --le respondio con un tono mucho mas suave--. Es solo que no sabia que tuviera esposa… --Le escribi diciendole que venia, pero, como puede ver, no ha acudido a recibirme. Tal vez mi carta no llegara a tiempo --dijo con una voz apenas audible, mientras se recriminaba el proporcionar tanta informacion a un desconocido. De repente, el hombre parecio a punto de sufrir una apoplejia. Se saco un arrugado panuelo del bolsillo y se seco la frente, sin dejar de observarla durante todo el proceso. Luego se coloco las manos sobre los rinones, como si se estuviese preparando para pronunciar un discurso. Cuando volvio a meterlas en los bolsillos y a hundir los hombros, la que estaba a punto de sufrir la apoplejia era Eleanor. --Creo que sera mejor que se siente --le dijo al fin, indicandole el mismo banco que acababa de abandonar. --!Pero si acabo de levantarme! --Lo se, lo se, pero sera lo mejor --le aseguro con un expresivo gesto de las manos en direccion al descascarillado asiento. --?Que ocurre? !Me esta usted incomodando! --Oh, creame que lo lamento, de verdad que si. ?Quiere usted tomar un vaso de agua? --?Un vaso de agua? --Eleanor no salia de su asombro. --Si, claro, que estupidez --contesto Perkins sin mirarla, como si hablara consigo mismo--. Mejor un whisky, ?no? --?Un whisky? ?Pero se puede saber que ocurre? ?Donde esta mi marido? --Las sospechas se acumulaban en el aire como un remolino de polvo--. ?Le ha sucedido algo? La pausa fue tan elocuente que Eleanor cayo desmadejada sobre el banco. --Es eso, ?verdad? --pregunto con un hilo de voz, lamentando no haber aceptado ese vaso de agua. --Me temo que si, senora --balbuceo el hombrecillo--. Creame que siento ser yo quien le comunique la noticia, pero su marido… bueno, su marido ya no esta entre nosotros. --?Mi marido ha… muerto? --Eleanor sentia como si el mundo se hubiese puesto a dar vueltas a su alrededor. --Eso es, senora, exactamente --respondio Perkins, visiblemente aliviado. --?Como? ?Cuando? --balbuceo ella al cabo de una larga pausa. --Sufrio un ataque el domingo, y el medico no pudo hacer nada por el. Dijo que le habia fallado el corazon, asi, de repente. Fue enterrado hace dos dias. Lo siento mucho. Muerto. James habia muerto. Eleanor aguardo a experimentar el aguijonazo de dolor que ya le resultaba familiar, pero, para su sorpresa, no se produjo. Un latido sordo en el interior del pecho, producto mas del asombro que de la angustia, fue la unica senal que se dejo sentir. No era una reaccion inapropiada, se dijo a si misma, teniendo en cuenta que apenas se conocian. Pero era una desgracia. Aun era un hombre joven y era su marido. ?Como habia podido suceder algo tan terrible? ?Que iba a ser de ella ahora? Mientras esos pensamientos cruzaban por su mente, no era consciente de que el jefe de estacion observaba consternado los dos lagrimones que se deslizaban por sus mejillas. --?Quiere que vaya a buscar a alguien? --le pregunto transcurridos unos minutos. Eleanor emergio de su catarsis y observo al hombre, al que le parecia ver por primera vez. Su rostro angosto y veteado de arrugas, enmarcando esos ojillos vivaces de un azul traslucido que ahora parecian ligeramente empanados, las cejas tupidas y aun oscuras, el escaso cabello que ya empezaba a clarear… Su cara ahora amable la contemplaba con cierta preocupacion, que le parecio normal dadas las circunstancias. --No, gracias. No conozco a nadie en el pueblo --contesto mientras intentaba recuperar la compostura. --Podria avisar al reverendo Spencer. O al medico. ?Necesita usted sus sales? --?Mis sales? --inquirio con cierta perplejidad. --Si, ?no las necesitara? ?Y si se desmaya? ?No es eso lo que se utiliza cuando una mujer pierde el conocimiento? --No se inquiete. Estoy practicamente segura de que no voy a desmayarme --respondio, no del todo segura de sus palabras. El cansancio de los ultimos dias parecio abatirse sobre ella. Perkins asintio, aunque no parecio muy convencido con la respuesta. La vio fruncir el ceno y morderse el labio inferior, como si anduviera perdida en profundas cavilaciones, lo que no era de extranar. --?Podria usted indicarme ahora como llegar a la casa de mi marido? --pregunto al fin, clavando en el unos ojos de color miel que de repente parecian demasiado grandes para aquel rostro tan delicado--. Creo que sera lo mas apropiado. --Oh, bueno, vera… yo creo que estara mejor donde la viuda Dupre. Tiene una casa de huespedes y seguro que la acogera con mucho gusto, hasta que se sienta con fuerzas. --Es muy amable, pero creo que sera mas conveniente que me aloje en mi propia vivienda. --Si, por supuesto, pero… en fin… no se como… --Perkins se miraba los pies mientras trataba de encontrar las palabras apropiadas, para mayor consternacion de Eleanor--. Su marido no tenia una casa propiamente dicha. --?Donde vivia entonces? --inquirio, preguntandose que mas desagradables sorpresas la aguardaban--. ?En un hotel, quizas? --Oh, no, no, senora. James Montgomery tenia una buena propiedad --aclaro. --Senor Perkins, ?donde vivia mi marido? --Encima de su local, senora, en una especie de apartamento que se hizo construir a su gusto. Eleanor asintio, aprobando la idea de James de aprovechar el negocio tambien como vivienda, un modo de ahorrar un dinero que pensaba invertir en Virginia a su regreso. --?Y sabe usted donde esta? --pregunto con suavidad. --Por supuesto que si, senora --respondio con desparpajo, como si le ofendiera la idea de no saber donde se encontraba el lugar--. En la calle principal, justo pasada la barberia de Cooper, gire a la izquierda y se dara de bruces con el. --Muchas gracias, senor Perkins. --Le sonrio con dulzura mientras se incorporaba--. ?Me guardara el equipaje hasta que pueda hacer que alguien venga a buscarlo? --No pensara ir alli ahora, ?verdad? --Me temo que no tengo otra opcion. No puedo quedarme aqui indefinidamente, ?no le parece? --No, claro. Pero ya le he dicho que la viuda Dupre estara encantada de acogerla. Es una mujer muy amable, y su cocina es estupenda. --Gracias, lo tendre en cuenta. Ha sido usted muy considerado, senor Perkins, y se lo agradezco mucho. Espero que volvamos a vernos pronto. Eleanor se sacudio el vestido, irguio la espalda y, tras despedirse con un leve y estudiado gesto, cruzo la estacion y salio por el lado que daba al pueblo, que se arracimaba a escasa distancia. Elizabethtown habia crecido alrededor de una calle principal y se habia extendido hacia ambos lados mediante una serie de calles mas estrechas, formando una cuadricula. Eleanor sabia por las cartas de James que el ganado procedente de las propiedades situadas al sur bordeaba el pueblo una vez al ano, con destino a los corrales situados al otro lado de las vias, para ser posteriormente subido a los vagones y transportado hasta las fabricas del Este. Mientras recorria la arteria principal, apenas era consciente de las miradas curiosas de las personas con las que se cruzaba. Las visitas femeninas no eran muy frecuentes en un pueblo que vivia casi exclusivamente del ganado de los ranchos vecinos y de algunas manadas que llegaban desde Texas. Y menos visitas tan elegantemente ataviadas como aquella mujer, cuyo vestido de muselina amarillo palido destacaba como una flor en un prado. La gracia con la que caminaba, sosteniendo con elegancia su sombrilla y balanceando suavemente su ridiculo, atrajo mas de una mirada. Eleanor paso frente a varios negocios y viviendas sin fijarse en nada, buscando con la mirada la columna bicolor que anunciara la barberia del pueblo. Su mente solo registro que el pueblo no parecia demasiado grande, que las construcciones eran solidas y que hacia mucho calor. Los tacones de sus botines resonaban sobre el entarimado de madera con una cadencia ritmica, mientras iba inclinando la cabeza de forma mecanica ante todo aquel que se cruzaba en su camino. Se sentia tan aturdida y cansada que temia detenerse antes de llegar a su destino y echarse a llorar en mitad de la calle, algo que una senorita no debia hacer jamas. Su educacion y sus modales eran lo unico que poseia en esos momentos, y trataba de aferrarse a ellos como a una tabla de salvacion en medio de un naufragio. Se permitiria derrumbarse y llorar solo cuando se encontrase en el interior de su nuevo hogar, sin testigos.

  • Amor, ultima llamada de Esther Mor

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    Esta es una historia sobre el peso de la culpabilidad, el amor profundo y desgarrador, las heridas en el corazon y las segundas oportunidades. Una novela en la que la protagonista arrastra un fantasma a su espalda que le impide ser feliz. Alex, que tambien posee sus propios problemas, pero lucha contra ellos, aparecera en su vida y la pondra patas arriba con su arrolladora personalidad y optimismo, rompiendo los diques de contencion que Lidia se habia construido para proteger sus sentimientos y seguir culpandose de un hecho desgraciado que marco su vida. (Benjamin Ruiz)

  • Los crimenes del Artico de Mads Peder Nordbo

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    En Groenlandia, una serie de asesinatos conmociona a la pequena comunidad de Nuuk, la capital de la gelida isla. Matthew Cave, un joven periodista del periodico local, es enviado a cubrir el descubrimiento de lo que parece ser un fosil de la epoca vikinga. Pero el caos se desata cuando la momia desaparece y el policia encargado de protegerla durante la noche es brutalmente asesinado.

  • El reto mas dificil de Lory Squire

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    Las chicas duras no se enamoran de los ninos guapos… ?O si?

  • Honoria y la Obligacion Familiar de Alicia Cameron

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    ?Que sucede cuando se mezcla a dos bellas hermanas y tres posibles enamorados, y se anade una pequena confusion sobre cual hermana es cual? El resultado es esta brillante historia de amor.
    Honoria normalmente es la hermana timida. ?Como pudo terminar en un embrollo tipico de algo que haria la audaz Serena?
    El Sr. Allison, uno de los solteros mas codiciados de la sociedad, llega a la Mansion Fenton para pedirle matrimonio a Honoria, pero ella tiene un pequeno dilema. No se recuerda de la apariencia de su futuro prometido. Agobiada por la timidez, ella casi no pudo verle la cara cuando se conocieron durante su primera temporada en Londres. Pero el hablo con su papa, dispuesto a proponerle matrimonio. Sus hermanos, Serena y Benedict piensan que es muy divertido, pero despues de escuchar una conversacion entre sus padres sobre la situacion financiera de la familia, Honoria se da cuenta que debe casarse con el Sr. Allison. Este entendimiento la deja infeliz y sin poder compartir sus sentimientos.
    Cuando el Sr. Allison llega a la Mansion Fenton, hay otro problema, y este involucra a la hermana de Honoria, Serena. El Sr. Allison no cumple su cometido y deja la casa inesperadamente, pero invita a la familia para que lo vayan a visitar a su casa, Bassington Hall. Su gentileza con toda la familia no le da una excusa legitima a Honoria para rechazar la futura propuesta de matrimonio. El Sr. Scribster, el amigo feo, grosero y sin sentimientos del Sr. Allison ve mas alla de la mascara que Honoria se ha puesto para enfrentar la situacion, y le ofrece una manera de poder expresar su frustracion y disgusto.
    Al mismo tiempo, Benedict tiene su propia aventura, con la ayuda de su tio Wilbert, para salvar a su amiga de la infancia y vecina Genoveva Horton, quien ahora es la triste Lady Sumner. Al desarrollar unas habilidades algo escandalosas, Benedict tiene la esperanza de darle ciertas opciones a la persona que tiene el papel mas limitado de toda la alta sociedad, la esposa infeliz.
    Cuando la vida de Benedict se encuentra en peligro, las vidas de los personajes principales se mezclan y cambian para siempre, hasta el momento en que la marana de mentiras de omision y verdades a medias al fin se resuelve.

  • Los duenos de internet de Natalia Zuazo

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    Este libro propone cambiar la logica monopolica de internet y aduenarnos de nuestro propio modo de relacionarnos con la tecnologia para vivir en un mundo mas equitativo.

  • No me mires asi, nena de Kris Buendia

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    !Maldicion! ?Que ocurre? --Salto en un solo pie al ver que el elevador se ha detenido. De acuerdo soy toda una valiente, pero cuando se trata de estar encerrada en el ultimo piso del elevador de la empresa Barbieri Advertising para la cual empece a trabajar hoy, todo lo valiente se puede ir al carajo en un segundo. --!La madre que los pario! --Vuelvo a gritar y esta vez siento una mano grande y fuerte sobre mi hombro. No se si esta confortandome o si esta reprendiendome por mi lenguaje. Me importa una mierda, estamos atrapados, podemos morir en cualquier momento. ?Y cuanto lleva ahi de todas maneras? De acuerdo, Amy relajate. --Senorita, por favor tranquilicese. Joder, he entrado al elevador sin darme cuenta que habia alguien, pense que estarian vacios y es porque me salte cinco minutos antes de mi almuerzo para encontrar el mejor lugar en la cafeteria de la esquina que vi hoy por la manana. --?Que me que? --Casi es una ofensa--No me pida que me tranquilice cuando mi vida puede terminar aqui en este elevador de mala muerte. Ni si quiera se por que le estoy siguiendo la conversacion. Por su tono de voz es un hombre fuerte, pero estoy empezando a maldecir esta oscuridad porque no puedo verlo como quisiera. Vaya, Amy. No es momento para que te pongas cachonda. La luz empieza a brillar, mi subconsciente me dice gire sobre mi propio eje y vea al hombre que me ha tocado el hombro. Lo hago sin pensarlo y como la torpe que soy mi bolso cae al suelo, haciendo que el hombre misterioso se agache para recogerla. Pelo castano. Oh, mierda la lampara del elevador ha vuelto a fallar precisamente cuando el iba a levantar su rostro para verme. ?Donde he visto ese pelo castano antes? --Tenga--Me entrega tanteando por la ausencia de luz y rapidamente tomo mi bolso y lo aplasto contra mi pecho. --Gracias. --?Siempre eres asi? --?Ya nos empezamos a tutear? --Lo siento--Se disculpa--Me deje llevar. --Pues agarrese para que no se lo lleven, senor... --?Siempre eres asi? --Otra vez con las preguntas--Me quejo ya sintiendo que me va a dar algo porque este hombre me esta sacando de quicio. Empieza a reirse a carcajadas, ahora me siento dichosa de poder escuchar solamente yo esa carcajada varonil del caballero misterioso. Su acento italiano es sexy. Sera porque me encuentro aqui y se ha dado cuenta que no soy de aqui que, me sigue la corriente. --Mire--Me llevo las manos al cuello y doy gracias a Dios y los santos porque no puede verme--Mejor piense en algo para sacarnos de aqui, me voy a desmayar en cualquier momento. --Tranquila--Vuelve a tocarme y esta vez ese roce manda chispas a todo mi cuerpo--Pronto saldremos de aqui, he llamado a los tecnicos del edificio. ?Y cuando los llamo que no me di cuenta? --No sabia que habian de esos--Mi insolencia sale de nuevo a la luz --Para ser una empresa prestigiosa, cuyo dueno es italiano, y que si tuviese la oportunidad de tenerlo de frente para maldecirlo por tener elevadores en mal estado. Jamas pense que me pasaria algo como esto. --?Maldecirlo? --Pregunta curioso. --En mi idioma es que le diria un par de cosas que seguramente me despediria en ese momento, pero es que los elevadores hacen que me de algo. --?Le de algo? --Oiga, ?Usted no se cansa de hacer preguntas? --Ahora si me enfado. --Le hare la ultima pregunta--Ignora lo que dije--?Cual es su nombre? Vaya, con este hombre no se cansa. --?Si le digo mi nombre me va a dejar en paz y nos sacara de aqui? Como si eso fuese posible. --Si. --Amy Collins, hoy es mi primer dia de trabajo, el que va a ser mi jefe no se ha aparecido en toda la manana y por eso me he escapado para almorzar en vez de estar esperando un hombre con cara dura segun me han contado. --Hombre de cara dura--No ha sido una pregunta--?Entonces no sabes quien es tu jefe? --Nop--Hago que suene la “p” mas fuerte de lo normal. Si vamos a estar aqui mas tiempo juro que voy a matar a dos hombres hoy. El primero sera el y el segundo el maldito quien sera mi jefe. Pero primero: --?Y usted es?… La luz regresa y el elevador se abre por dos hombres con trajes color naranja, deben ser los tecnicos del Barbieri Advertising. --Gracias a Dios--resoplo y cuando levanto mi vista para agradecerle a esos hombres que hicieron mas que el que estaba dentro conmigo, con mi ceno fruncido les pregunto: --?Que sucede? --S...senor Barbieri--Dice uno de ellos--Disculpe la tardanza. --No se preocupen--Dice la voz detras de mi y juro que he dejado de respirar--Hagan el favor de revisar todos los elevadores de la empresa-- Hace una pausa--No quisiera que alguien se desmayara aqui dentro si algo asi vuelve a suceder. --S… si, senor Barbieri. No me muevo. No parpadeo. No hablo. ?Senor Barbieri? Hago una memoria mental y maldigo esta vez para mis adentros. El hombre que estaba conmigo, el que soporto mi insolencia y mala leche, al que le dije que iba a maldecirlo. Es el Senor Barbieri. Mi jefe. 2 ?Mi jefe? !Jo...joder! He amenazado con cantarle sus tres. !Y en sus narices! --?Senorita Collins? --Pregunta alguien y yo sigo como una loca ridicula sin moverme--Senorita Collins haga el favor de responder. ?Ahora me ordena? De pronto la misma electricidad--Miento--Ahora una muy fuerte corre por todo mi cuerpo al sentir las manos del senor Barbieri en mi cintura para que salga del elevador. Hago lo que silenciosamente me pide y salgo sin decir mas. Los tecnicos hacen una nena reverencia en presencia del jefe y yo me encuentro haciendo lo mismo. --?Senorita... --Bien--Lo interrumpo--Estoy bien...senor Barbieri. Levanto la mirada y !Maldicion! Ahi esta ese rostro. Nariz respingona. Cabello castano. Ojos verdes que acompanan esa mirada sensual. Voz recargada de: "Quiero cogerte aqui y ahora" !Joder contigo, Amy! Que contigo todo es coger. --No me mires asi, nena. Y haz el favor de no hacer temblar tu voz y mucho menos tartamudear--Exige y mis entranas empiezan a sacudirse al escuchar ahora esa voz de mando--Me gustaba mas la mujer asustada del elevador... ademas de insolente y que ha amenazado a su jefe con--Ladea la cabeza--?Maldecirlo? Oh, diosito este hombre me hace sentir cosas con solo verlo y no es precisamente maldecirlo. !Aunque deberia! El muy cabron me esta intimidando, pero ni leches. !Ni loca! --Senor... --Brandon. Me llamo Brandon. Trago, trago y estoy segura que me he tragado hasta la lengua porque ahora me cuesta responderle. A pesar de ser un manojo de nervios para mis adentros no se lo demuestro y me mantengo firme despues de escuchar semejante barbaridad. --Yo--Hago una pausa breve y recuerdo no tartamudear como una cria--Yo lo lamento, pero usted es mi jefe. Por lo tanto lo llamare por: <> --En el ascensor me dijiste <> ?A que ha venido el cambio? --Estaba asustada. Y me disculpo por mi comportamiento, senor Barbieri. Veo a nuestro alrededor y la gente del edificio ha empezado su rutina. Veo el reloj en mi muneca y en efecto ya es hora del almuerzo. Varias miradas se cruzan entre nosotros y ahora me siento como una anormal por estar frente a mi jefe. !Al jefe de todos! --?Almuerzas conmigo? ?!Pero de que va!? !Madre que hoy si me da algo! --No. --Es hora del almuerzo--Ahora es el quien ve su caro reloj de oro en su muneca--Ademas es mi manera de disculparme por haber venido un poco tarde en tu primer dia de trabajo. No se cuanto tiempo lleves en Italia, y si quieres, puedo ensenarte los alrededores. --Eso no es problema, senor... --Brandon. --Senor Barbieri--Le gruno--No es necesario y no tengo nada que disculparle. Si me disculpa. Hago el movimiento de irme, pero de pronto me detiene del brazo. Casi tropiezo con ese roce que cada vez que lo siento es mas electrico y estoy segura que ya tengo los pelos de punta. Como si una eternidad pasara, clava esos ojos verdes en mi. Repasa mi rostro, mi cabello y el muy sinico ve mi pequeno escote y sonrie. !Dios, esa sonrisa! El ultimo accesorio que da a juego con ese trajo oscuro y elegante. --Almuerzas conmigo. De nuevo... no ha sido una pregunta. ... Practicamente soy arrastrada hasta su BMW y la hora pico a esta hora no ayuda en nada. Mis nervios se han ido y ahora me siento como una ninfomana pensando guarradas. Su perfume se ha apoderado de cada poro de mi piel y tengo mucho calor. Pero no es porque el clima aqui dentro no sea agradable. Es por esos jodidos ojos verdes. --?Que te gustaria comer? --Rompe el silencio mientras esperamos que el semaforo cambie a verde. --Iba al restaurante de la esquina--Veo hacia la ventana en vez de su rostro--Solamente tengo una hora. No dice nada y ese silencio hace que lo vea. Tiene su mirada puesta en mi pero no sonrie. ?Lo he enfadado? Ahora soy yo la que no dice nada, sino que hago lo mismo. Lo veo. Lo estudio. Lo deseo. !Joder, lo deseo en este momento! --?Senor? --Me obligo a preguntar aclarando mi garganta. --Brandon--Insiste--Pero asi me gusta, que me veas a la cara cuando me hablas y no que te escondas viendo hacia la ventana. --No me estaba escondiendo. --?Ah, no? Niego con la cabeza y veo sus manos que aprietan mucho el volante a pesar de que el auto no se esta moviendo. Tiene manos grandes y seguro que mis pequenos pechos pueden ser envueltos en una sola mano sin problema. El semaforo se ha puesto en verde y la bocina detras de nosotros hace que mi hombre de cara dura reaccione !Y yo tambien! --Cara de poquer--Siseo enfadada por lo que me hace pensar. --?Disculpa? --Eh... nada, que tengo mucha hambre. --He reservado en el Amore. ?Y cuando reservo en el Amore? Lo quedo viendo pasmada. Primero en el elevador y ahora esto. Esta asustandome un poco esa mania controladora. ?Sera con todo asi? Yo creo que no. Todavia no conoce a Amy Collins. Y estoy segura que lo que me gusta controlar sera un arma de doble filo tanto para el como para mi. Al momento de ver el gran letrero en letras doradas y cursivas, abro mi boca al ver la fachada del restaurante. Nunca habia imaginado un lugar tan bonito, pero es porque me gusta mas estar en <> que compartiendo el ambiente con gente estirada como el. --Llegamos, senorita Collins. --?Por que me llama de esa manera si a usted no le gusta que le diga <>? !Sere idiota! El senor Barbieri se aproxima como un iman buscando mis ojos, mis labios y hasta mi alma cuando dice: --?Te gusta que te lleven la contraria? --Pregunta respirando en mi cara y la barrita de excitacion se esta empezando a cargar. Labios carnosos. Es lo unico que puedo ver en estos momentos. --Responde. --No. Entonces saca su lengua y remoja sus labios, apenas levanta la comisura de su labio para sonreir y cuando pienso que no hay mas distancia entre nosotros, vuelve a sacar su lengua y la pasa por mi labio inferior. !Oh, si Barbieri! Cierro mis ojos y espero por mas. De pronto siento el aire que no proviene de su respiracion y abro mis ojos.

  • Navidad por Siempre (Una Dama Abandonada 4) de Christina Mcknight

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    Una dama que busca el perdon por su pasado …

  • Mis Tres Amores de Teresa Carpenter

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    La vida de Rachel Adams cambio de repente cuando la nombraron tutora de dos pequenos huerfanos. Resultaba muy dificil convertirse de la noche a la manana en la madre de dos bebes tremendamente exigentes. que no tardaron en robarle el corazon.

  • El ultimo francotirador de Kevin Lacz

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    Esta es la historia de un equipo de operaciones especiales, el grupo SEAL llamado los <>, que participo en la batalla de Ramadi en 2006. Conociamos sus hazanas de guerra a partir de las memorias de uno de sus miembros, Chris Kyle, pero la version que nos ofrece Kevin Lacz, el ultimo superviviente del grupo, basada en su diario personal de campana, resulta enriquecedora, y muy distinta, ya que no nos habla de heroes individuales, sino de la accion de un colectivo. Porque esta salvaje forma de guerra -el acecho, el disparo lejano que puede matar a un inocente, la respuesta de los insurgentes.- no es obra de maquinas de matar, sino de seres humanos que no podrian resistir la tension sin el contrapunto de la camaraderia. Kevin Lacz, conocido en el grupo como Dauber, nos muestra en estas paginas la historia real de unos hombres destruidos por la guerra.

  • Dos cunadas la mar de saladas de Dublineta Eire

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    ?Que puede pasar cuando dos mujeres un tanto peculiares que se odian a muerte unen sus mentes brillantes por un motivo que puede poner en riesgo al clan familiar?Virginie Levallois y Carmen Navarrete son dos cunadas que, a pesar de vivir situaciones al limite poniendo en juego su integridad y su cordura, tendran que luchar juntas por lograr salir de un apuro sumado a diferentes adversidades en el camino. Una despedida de soltera que cambiara la vida de una de ellas, un concierto que removera la de la otra, siguiendo por un secuestro, diferentes estafas, nuevos miembros en el clan Navarrete y mas, son los ingredientes que dan lugar a una novela con grandes dosis de surrealismo, amor, odio, humor y diferentes formas de ver la vida.

  • Cambia tu vida en quince minutos: Meditacion, Samantha Sanchez Miralles de Samantha Sanchez Miralles

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    Este libro surge a raiz de unas meditaciones colectivas que se realizaban en mi casa y donde por unos minutos, cada semana, un grupo de amigos nos dedicabamos a respirar y a pensar en positivo, siguiendo las ensenanzas de la Universidad de la Unidad.
    Mi mama, que es mi gran maestra espiritual, se unio a la idea de plasmar en este humilde libro lo que haciamos cada semana, y hemos trabajado juntas en este proyecto desde el comienzo.
    Asi, inspiradas y alentadas por mi mentora Maria Elena Barrios, a quien desde estas paginas, enviamos tambien todo nuestro agradecimiento, pretendemos recoger aqui, de manera sistematica, nuestra rutina de meditacion, dedicando cada semana a un chakra, tal y como se detalla mas adelante.

  • Veinte de Manel Loureiro

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  • La estrategia del Diablo de Armando Cuevas Calderon

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    El robo de un objeto legendario, un extrano asesinato, un misterioso experto en antiguedades y una policia de homicidios atormentada por su pasado se entremezclaran en este perturbador thriller policiaco.
    Enfrentada a una investigacion repleta de mitos y secretos, la inspectora Elena Valdeon debera sumergirse en el oscuro mundo de las sectas satanicas, y seguir las pistas dejadas por un crimen atroz cometido hace casi dos mil anos, si desea resolver el caso mas inquietante y peligroso de toda su carrera.

  • El Amor Que Tuvimos Y Perdimos (LGBT) de Fabian Tapia

    https://gigalibros.com/el-amor-que-tuvimos-y-perdimos-lgbt.html

    Estonia, 1960
    Para Anton la llegada de Mihkel supone una revelacion; el es un joven dedicado a los tulipanes (el ultimo rastro que dejo su padre ausente) y Mihk es un joven que llega por un intercambio de Alemania para lograr la escultura que lo catapulte a la Universidad de sus suenos. Anton solo espera poder recabar la valentia necesaria para poner en orden sus pensamientos teniendolo cerca y lejos -porque el amor, segun el, es una casa que salta por los aires-. Pronto se veran envueltos en un torrido romance en el que ninguno de los dos estara a salvo, pues no estan muy seguros de que disimular sea la opcion mas correcta porque podrian desaparecerse en medio del secreto.
    En Estonia, lo saben ambos, un amor asi se castiga.
    Pero, ?no duele mas el castigo de dos corazones en la distancia?

  • Somos casualidades (Trilogia Mi tarea pendiente 2), Marta Lobo de Marta Lobo

    https://gigalibros.com/somos-casualidades-trilogia-mi-tarea-pendiente-2-marta-lobo.html

  • Poseida 4, Lisa Swann de Lisa Swann

    https://gigalibros.com/poseida-4-lisa-swann.html

    Liz continua trabajando en Goodman & Brown donde florecio profesional y personalmente junto al encantador multimillonario Sacha Goodman. Pero las sombras del pasado tumultuoso de Sacha contaminan la relacion de la joven pareja. Liz trata de mantener el rumbo a pesar de la presencia amenazante de Natalia y Allisson. Sacha, mientras tanto, intenta tranquilizar a su joven amante sobre sus sentimientos hacia ella, que nunca han sido tan fuertes. Pero ?sera suficiente? Un drama que Liz ni nadie podria imaginar esta jugando a…
    !Finalmente encuentra el volumen 4e de Poseida, la serie exitosa de Lisa Swann!

  • El hijo de la costurera de Nacho Montes

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    Ambientada en el San Sebastian y el Paris de principios del siglo xx y basada, en gran parte, en la historia del maestro Cristobal Balenciaga, esta novela es una conmovedora historia de amor, de secretos de amigos y de la divina y eterna ingenuidad de los veranos de la infancia.

  • Un amor real, Marion Marquez de Marion Marquez

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  • Patrimonio de Philip Roth

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    Un agente de seguros jubilado, un hombre que fuera fuerte, lleno de genio y de encanto, lucha a sus ochenta y seis anos contra un tumor cerebral. Este hombre es Herman, el mejor personaje creado por Philip Roth. Su padre. Patrimonio. Una historia verdadera no solo es un portentoso acto de honestidad y sensibilidad, que habla de la vulnerabilidad del amor, de la relacion padre e hijo, y de la muerte y el miedo que nos produce, sino un canto a la tenacidad del superviviente, al testarudo compromiso de Herman Roth con la vida. Su patrimonio. Con esta obra, a Philip Roth se le concedio el National Book Critics Circle Award de 1991.

  • Masaje para un cabron de Ana R. Canil

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    A Tasia le han destrozado la vida su marido y los canallas que han arruinado a medio pais. Esta tan cabreada que ha pasado de sonar con su chalecito adosado o su negocio de belleza -ambos embargados- a fantasear con el mejor metodo para cargarse a los responsables de su desgracia.

  • Te mereces ser feliz (Matrimonios forzados 3) de Elizabeth Betancourt

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    Yvaine estaba de lo mas emocionada por ver a su futuro marido. Sus amigas, Abigail y Paige la habian ayudado para elegir el vestido de novia y comprarlo. Al principio se sentia avergonzada y les habia dicho que les devolveria el dinero, pero ellas se negaron en rotundo. Encontrarlas habia sido una de las cosas mas bonitas que le habian ocurrido en mucho tiempo y ahora se casaba con el hombre al que amaba. !La vida le sonreia! Por fin todo empezaba a ir sobre ruedas. Yvaine lo habia pasado mal, pero despues de la tormenta siempre salia el sol. Ese pensamiento era lo que la habia mantenido en pie durante los cinco anos que habia pasado con los Becker. Nunca iba a olvidar el dia en el que les conocio. Mientras escuchaba el traqueteo del tren y contemplaba tras la ventanilla la oscuridad, los recuerdos golpearon su mente y como si se encontrara en una maquina del tiempo volvio al diecinueve de Julio del ano dos mil catorce. Hace cinco anos: Odiaba Foreign Private School. Bufo mientras la profesora de espanol Maria del Mar la miraba entornando sus ojos negros. -Senorita Hoang no voy a tolerar sus ataques de colera en mi clase. -La dijo la mujer e Yvaine puso los ojos en blanco. !Si solo habia suspirado pesadamente unas cien veces! !Ni que fuera el anticristo! -Se dijo. -No es justo que ellos se lo esten pasando pipa en Madrid y que yo este aqui mortificada, aguantandola a usted y a su cara de vinagre, senora Maria. -Pues no hubiera suspendido y ahora podria estar en Madrid con sus padres, disfrutando del sol de Espana. -Le respondio la mujer, enfurrunada. -Es que no me gusta el espanol. -Replico Yvaine para molestarla. Le gustaba la forma en la que la mujer adquiria varias tonalidades de piel al enfurecerse. En realidad, le gustaba la asignatura, pero en los ultimos examenes no sabia lo que habia ocurrido, pero sencillamente no la apetecia estudiar. Las demas asignaturas las habia aprobado por milagro. – !Como que no te gusta el espanol! Es el idioma mas apasionado y rico. Los mas grandes poetas de la historia escribian en ese idioma que es musica para los oidos. ?Que sabreis los ingleses? -Dijo la mujer con cara de asco e Yvaine estallo en una carcajada. La profesora la taladro con la mirada y la dijo. -Es usted una bromista y rebelde Yvaine. Espero algun dia alguien sepa domarla. -Yo no soy inglesa senora loca, digo Maria. Soy orgullosamente escocesa. -Y asiatica. -La corrigio la profesora que en el fondo se divertia con las replicas de su alumna mas rebelde. -Ya… Pero en el corazon me siento escocesa y por Escocia muero y mato. -Dijo levantandose como si fuera una guerrera y como si su lapiz fuera una especie de sable o espada. La profesora casi se cae de la silla de la risa. Esa nina estaba como un cencerro. -Pobre del que va a ser tu marido, Yvaine. -Le dijo la mujer entre risas. -Ya se como hara todo lo que yo deseo. -Le contesto con la barbilla levantada y mirando como si hubiera descubierto un nuevo planeta. – ?Como? -Pregunto Maria, saliendole ya lagrimas por los ojos. -He oido a la directora hablando con la madre de Meghan. Dijo que su marido comia de la palma de su mano tan solo ella abriendo las piernas. Dijo que el senor Norton se la pasaba abajo horas. No se que queria decir, pero… – !Yvaine Hoang! !No deberias escuchar conversaciones de adultos! -Grito Maria, enrojeciendo hasta la raiz del pelo. Yvaine sonrio de oreja a oreja. – ?Sabe que cuando grita sus ojos parecen salirsele de las orbitas? – Pregunto curiosa y Maria parecia a punto de estallar. -Maria, parece que usted va a explotar como las bombas de Hiroshima y Nagasaki. -Le hablo Yvaine como si estuviera preocupada. – !Se acabo, pequena bruja! -Le dijo la profesora y se levanto de su silla que estaba detras de su escritorio, mientras Yvaine, riendo se levantaba para escapar. El juego tan absurdo fue interrumpido por el psicologo del instituto. Su expresion era tan seria que ponia los pelos de punta. – ?Sucede algo, Ronald? -Le pregunto Maria y el hombre respondio. -La nina debe venir conmigo. Sus padres acaban de ser victimas de un atentado en Madrid. -Le respondio en bajito, aunque Yvaine pudo oirlo. En ese momento su corazon se detuvo y una oscuridad la abrazo, perdiendo la conciencia. Cuando abrio los ojos estaba en una habitacion que desconocia, penso que todo habia sido una pesadilla, pero cuando una mujer de asuntos sociales se presento ante ella. Yvaine empezo a gritar que donde estaban sus padres, las lagrimas que derramaba quemaban sus ojos enrojecidos y sus gritos de angustia y miedo rompian el corazon de todos los presentes que eran sus profesores, el medico y aquella mujer que cambiaria su vida para siempre. La dieron unos tranquilizantes y al cabo de un rato ya sentia sus ojos cada vez mas pesados hasta que cayo en los brazos de Morfeo. La siguiente vez que desperto se acordaba bien de todo y mas calmada, aunque su corazon golpeaba tan fuerte en su pecho que creyo que se saldria, escucho lo que la mujer de asuntos sociales le tenia que decir. -Sus padres lamentablemente han fallecido en un atentado organizado en Madrid por un grupo de islamistas radicales. Al principio nos costo poder identificarlos, pero no hay duda. Son ellos ya que pudimos hacerles una autopsia y la policia espanola los reconocio como Scott Campbell y Akane Hoang. Yvaine se tapo con la mano la boca, sollozando y empezando a temblar. La mujer la abrazo e intento reconfortarla. Cuando sus sollozos disminuyeron, la senora le dio un clinex para limpiarse la nariz y los ojos. -Se que son tus padres, pero no comprendo por que no tienes el apellido de tu padre. -Le pregunto con voz suave. Yvaine, congestionada la respondio. -Mama queria que yo recordara siempre mi origen asiatico. A papa le parecio estupendo, de esa forma se podia apreciar que adoro a las dos culturas. -Aunque, un poco mas la escocesa. -Aclaro, haciendo sonreir a la mujer. -Yvaine, se que esto es muy dificil para ti. Perder a tus padres es algo espantoso y no quisiera que acabaras en una institucion porque pueden ser horribles. He buscado cuidadosamente un hogar para ti y he encontrado al perfecto. – ?Cual? -Pregunto ella, sin ganas. -Un pariente de tu padre. El unico que tiene. Iras a vivir con el y sus dos hijos, no estaras sola y el senor custodiara tu herencia. Son personas muy buenas, ya veras que todo mejorara. -Le dijo la mujer con una sonrisa e Yvaine asintio. Nada importaba, lo unico que deseaba era abrazar a sus padres. Al dia siguiente conoceria a los Becker y su vida cambiaria para siempre. Ella se transformaria, convirtiendose en alguien muy diferente al que imaginaba que seria de nina. El tren paro abruptamente e Yvaine abrio los ojos. Los tenia empanados, siempre que los recuerdos la asechaban ocurria eso. Borro la huella que habian dejado sus lagrimas con el dorso de la mano y bajo del tren. Hoy iba a casarse con Alistair Anderson, su alma gemela, estaba segura. Con una sonrisa que podia iluminar la torre Eiffel se encamino hacia el pequeno hotel donde habia alquilado una habitacion para maquillarse y ponerse el vestido de novia. Por desgracia sus amigas no la podian acompanar, pero Yvaine notaria su presencia y al de sus padres, que sabia que la contemplaban desde algun lado sonriendo, orgullosos.

  • Monteperdido, Agustin Martinez de Agustin Martinez

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    Y tu, ?seguro que quieres conocer toda la verdad sobre lo que sucedio en Monteperdido?

  • Sugar Daddy de Lucia Alfaro

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    El no pensaba permitir que a ella le faltara de nada y ella a cambio debia estar completamente disponible para el.
    Un contrato mutuamente beneficioso, lo llaman.

  • El beso de la Bestia de Johana Connor

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    Cada noche Isabel despierta sobresaltada por culpa de unos ojos llameantes y demoniacos que la persiguen a traves de una selva muerta. Un espiritu aterrador, que poco a poco va irrumpiendo en su realidad apareciendo en los rostros de las personas que la rodean.
    Cree que es producto del estres, pero cuando un atractivo hombre se topa con ella, seduciendola con el magnetismo de su mirada y con la ferocidad de sus besos, sus suenos adquieren vida propia. Descubre que la selva existe y la bestia de ojos llameantes tambien, y en sus pesadillas estan las claves para detenerla.
    Eso la deja en una encrucijada, no sabe si seguir dejandose arrastrar por el fuego de la pasion que el le despierta o alejarse para siempre del peligroso secreto ancestral que ese hombre oculta bajo su piel, y la arrastra a enfrentar sus miedos.
    La profecia comienza a cumplirse. El cambio esta cerca.

  • Una mirada azul en un anden de Yaiza Castro

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    ?Es el destino, o el azar el que elige nuestro camino? Si tomamos el camino equivocado, ?Es el destino, o la casualidad quien endereza nuestra vida? Estas dos cuestiones son las que se plantea Carla, la protagonista de esta historia de amor donde pasado, presente y futuro se entrelazan, y su corazon se divide entre dos amores surgidos de dos encuentros fortuitos en un anden. A partir de ese instante, las mas ingeniosas y divertidas situaciones se sucederan a lo largo de una historia en la que acompanaras a la protagonista en cada cita con Hans, el atractivo austriaco con un misterioso pasado, y a Gael, su amor de infancia, que ha vuelto a su vida de la forma mas inesperada.

  • Black Rose (Traicion 1) de B. Castillo , S. Pugliese

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    Una gala de mascaras cruzara los destinos de un cantante y una modelo con la lider de Black Rose, una antigua organizacion secreta que ha dominado el mundo desde tiempos inmemoriales. Ahora sus vidas se convertiran en una persecusion a muerte en la que seres inmortales haran lo necesario por mantener su identidad oculta.

  • Candela de Juan Del Val

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  • La expedicion al baobab de Wilma Stockenstrom

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    UN CLASICO MODERNO DE LA LITERATURA ESCRITA POR MUJERES.

  • Princesa Vampirica Reencarnada de Monica Perera

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    Ericka se va a la Universidad. Tiene dieciocho anos y ha pasado todos los anos de su vida dedicandose al estudio para poder permitirse ir a la mejor Universidad de todas, y lo consigue. Cuando llega alli, cree que su vida sera perfecta. Va a fiestas, conoce a nuevos amigos y todo empieza a ir de maravilla. Sin embargo, pronto se dara cuenta de que nada es lo que parece y de que su mundo esta a punto de cambiar. Ella no es quien cree ser. Todo tipo de criaturas intentaran mantenerla consigo pero. ?en quien puede confiar?

  • Todos los pajaros del cielo de Charlie Jane Anders

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    Patricia es una bruja que tiene el don de comunicarse con los animales. Laurence es un geek que ha construido una maquina del tiempo que le permite viajar dos segundos hacia el futuro. Juntos sobreviven como pueden al infierno de crecer siendo los raros, los marginados. Hasta que sus vidas toman caminos diferentes.

  • Denuncia inmediata de Jeffrey Eugenides

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    Un joven viaja por el mundo en busca de iluminacion y se enfrenta a todo tipo de experiencias, no siempre agradables; una estudiante de origen indio seduce a un profesor buscando una salida desesperada a la situacion de su familia; un poeta fracasado que ha encontrado trabajo en la editorial de un antiguo pornografo acaba dejandose arrastrar por la tentacion del dinero y la America del pelotazo; un sexologo tiene un perturbador encuentro sexual en una selva remota; un matrimonio que empezo por conveniencia acaba en desastre; un musico que toca el clavicordio se enfrenta a la dificultad de combinar su arte con su condicion de esposo y padre y termina perseguido por unos cobradores de morosos; una chica decide quedarse embarazada sea como sea; una mujer visita a una vieja amiga a la que le estan haciendo pruebas para saber si padece alzheimer y le regala un libro que ambas adoraban en su juventud… Jeffrey Eugenides, que ha demostrado en tres novelas excepcionales –Las virgenes suicidas, Middlesex y La trama nupcial– su capacidad para ahondar en la complejidad de las relaciones humanas, continua su exploracion en esta envolvente coleccion de cuentos. Nos encontramos aqui una vez mas con hombres y mujeres que se enfrentan a sus miedos, toman decisiones drasticas y se adentran en territorios desconocidos. En dos de los cuentos reaparecen personajes de sus novelas, que, al igual que los nuevos, son seres humanos desamparados que el autor retrata con perspicacia y humanidad, plasmando sus anhelos y contradicciones. Elegante, sutil, a ratos ironico y en otros momentos hondo y conmovedor, Eugenides traza aqui un poderoso mapa de las emociones humanas.

  • Bajo el arbol de los toraya de Philippe Claudel

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    Los toraya viven en la isla Celebes. Son un pueblo cuya existencia esta obsesivamente marcada por la muerte. Cuando fallece un toraya, la organizacion de su funeral se prolonga durante semanas, meses, a veces anos. Lo deseable es que asistan a la ceremonia todos los parientes del difunto, lo que puede suponer miles de personas desperdigadas por el archipielago indonesio, o incluso fuera de el. El viaje, el alojamiento y la alimentacion corren a cargo de sus familiares, que con frecuencia deben contraer fuertes deudas para poder respetar la tradicion. Para hospedar a los invitados se construyen casas de madera finas y graciles como barcas. En prevision de los banquetes se compra ganado. Se sacrificaran cerdos y bufalos para acompanar al difunto. Durante todo ese tiempo se conserva el cuerpo de quien aun no es considerado un muerto, sino un enfermo, un to masaki, en la lengua de los toraya. La tumba en la que sera inhumado se excava directamente en la roca de ciertos acantilados sagrados. En esos sepulcros en forma de nicho descansan los restos de los miembros de una misma familia, custodiados por idolos de madera. Al cabo de un tiempo, los ataudes se pudren y se abren. Los huesos quedan esparcidos por el suelo, mezclados con la tierra y las hojas. En la primavera de 2012 recorri la tierra de los toraya. En su isla, que aun no conocia, volvi a encontrar lo que siempre me ha gustado de Indonesia: sus gentes tranquilas y risuenas; sus paisajes ondulantes, a veces escarpados, con su muestrario infinito de verdes, desde el mas claro hasta el mas mate; su cielo, que puede ser amplio y azul y volverse vertical al dia siguiente, un collage de altas nubes de plomo que revientan de pronto para dejar caer una lluvia calida sobre bosques, caminos y arrozales; sus noches, que llegan temprano, repentinamente, y desencadenan un aquelarre de insectos y lagartos; el placer de tomarse una cerveza helada mientras saboreas un nasi goreng o unos sates de cabra en una acera, sentado en una silla de plastico pensada para un gnomo, o el de fumarse un kretek con aroma a nuez moscada y canela. Cerca de un pueblo toraya situado en un claro, me mostraron un arbol peculiar. Imponente y majestuoso, se alza en una pendiente del bosque, a unos cientos de metros de las casas. Es una sepultura reservada a los ninos de muy corta edad, fallecidos durante los primeros meses de vida. En el tronco del arbol se excava un hoyo. En su interior se deposita el pequeno cadaver envuelto en una sabana. El sepulcro lenoso se cierra con un entramado de ramas y tela. Lentamente, con el paso de los anos, la madera del arbol vuelve a cerrarse y guarda el cuerpo del nino en su propio y enorme cuerpo, bajo su corteza soldada de nuevo. Comienza entonces el viaje que lo elevara poco a poco al cielo, segun el pausado ritmo del crecimiento del arbol. Nosotros enterramos a nuestros muertos. O los quemamos. Nunca se nos habria ocurrido confiarselos a los arboles, aunque no nos faltan bosques ni imaginacion. Pero nuestras creencias se han vuelto vacias, carentes de eco. Perpetuamos rituales que a la mayoria nos costaria mucho explicar. Nuestro mundo vive de espaldas a la muerte. Los toraya la han convertido en el centro del suyo. ?Quien tiene razon? Esa misma noche, mientras bebia cervezas y fumaba kreteks en el balconcito de mi habitacion del hotel, volvi a pensar en el arbol, en su madera, alimentada por huesos fragiles y carne desaparecida. Abajo, unas ancianas estadounidenses reian a carcajadas mientras acababan de cenar en la terraza del restaurante. Me habia cruzado con ellas al regresar al hotel. Iban calzadas con deportivas rosa y vestian pantalones caqui de explorador llenos de bolsillos, camisas de algodon y chalecos de reportero de guerra. Sus cabezas estaban coronadas por cabellos blancos, malva y, en algun caso, violeta. Todas tenian la misma nariz rehecha, los mismos ojos estirados, los mismos labios rellenados. Habian alcanzado el tramo final de sus vidas, pero sus rostros exhibian los rasgos abstractos y esquematicos caracteristicos de las jovenes artificiales, todas identicas. Parecian munecas escapadas de una tienda que vendiera articulos monstruosos a no se sabe que clientela. Pense en todas las estrategias inutiles que aplicamos a nuestros cuerpos para enganar al tiempo y a nuestros miedos. Frente a mi, en la noche indonesia, mientras disfrutaba del aroma de los cigarrillos, adivinaba las siluetas mas claras de los bufalos que, de pie en medio de los arrozales, dormitaban con la cabeza inclinada hacia el barro. La llovizna y una tenue bruma caian sobre sus cuerpos inmoviles. Parecian de otra epoca. Los sentia medio borrados. Pense en la desaparicion. En la llegada al mundo. En esa danza incoherente, unas veces hermosa y otras grotesca, que es nuestra vida. Tambien en nuestro fin. Los sapos parloteaban. Unos murcielagos enormes libraban un duelo silencioso por encima de mi cabeza. Habia cumplido cincuenta anos tres meses antes. ?Significaba eso algo? Como de costumbre, tenia un libro al lado. Esa noche era El viaje nupcial, de Ismail Kadare, que releo al menos cada dos anos. Es una historia muy hermosa de promesas, muerte, fantasmas y cabalgadas. Y de invierno, la estacion del ano en la que siempre he sentido que me convierto en quien soy realmente. Tenia un cuaderno y una pluma --comprada mas de diez anos atras en un mercado de Saigon-- que hace honor a su nombre, porque es muy ligera. Ya no recuerdo si tome notas mientras pensaba en el arbol y su corteza cerrada sobre los cuerpecillos invisibles. No estoy seguro: a veces, donde mejor se escribe es en la propia cabeza. Estaba entre dos peliculas, en ese dificil momento en que uno se cuestiona lo que hace y se pregunta si merece la pena hacerlo, si tiene algun sentido. Cuando uno esta aun menos seguro de si debe continuar. Mi ultimo largometraje habia obtenido una tibia acogida. El publico no habia abarrotado las salas. Habia corrido mejor suerte en el extranjero, en la decena de paises en los que se habia estrenado y a los que yo lo habia acompanado para responder una y otra vez las mismas preguntas, exhibir la misma sonrisa para los fotografos y encontrarme solo por la noche en la habitacion del hotel, contemplando las botellitas del minibar como si fueran companeras de infortunio. Tras la gira, habia decidido olvidarme de esa pelicula que se habia tragado dos anos de mi vida, pasar pagina en mi interior y marcharme a la isla Celebes con un renovado deseo de imagenes que empezaba a apuntar, todavia vago y borroso, a la espera de una concrecion que pensaba perfilar sin ninguna prisa. Hace mucho tiempo ya que comprendi que no <> las peliculas, sino que son ellas las que nacen de nosotros y toman forma como y cuando les parece. Las ancianas estadounidenses se habian callado. Debian de haber vuelto a sus habitaciones. Me las imagine solas ante el espejo del cuarto de bano, contemplando sus rostros falsos y leyendo su verdadera edad en el fondo de sus ojos tristes. Toda mentira conlleva su amarga caida. Tres dias despues volvi a Francia. En cuanto entre en casa, deje la maleta en el suelo y me bebi un vaso de agua del grifo mirando a mi alrededor. Tenia la sensacion de haber llegado a un pais extranjero. Por supuesto, los olores eran conocidos, pero pertenecian a una estacion y una ciudad de las que me habia ausentado y en las que aun no habia vuelto a encontrar mi sitio. El parquet crujia bajo mis pies. En los alfeizares de las ventanas, las moscas muertas terminaban de apergaminarse colectivamente, con las patas estiradas hacia el techo. Seguia considerandome alguien corriente y a la vez exotico. Seguia teniendo en la boca el peculiar sabor de los kreteks. Sin embargo, oia en lo alto sonidos familiares, en especial el piano desafinado del senor Bellagar, el vecino del octavo, un anciano medio ciego cuyo rostro y encorbatada elegancia me recuerdan un poco a Jorge Luis Borges y que se pasa horas tocando melancolicas melodias de la Europa central. Di una vuelta por las habitaciones, lo que se hace pronto, porque solo son tres, y escuche los mensajes acumulados en el contestador, que parpadeaba en una mesita del salon, al lado de la fotografia de Florence, mi ex mujer, que me sonreia. Entre ellos descubri el

  • Tu mi deseo, yo tu capricho de Christian Martins

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    Lilly Curver anhela que su nueva casa este lista para el invierno; pero su vecino, un tal Harry Walker, parece capaz de cualquier cosa con tal de entorpecer la obra. Robos, rotura de cristales, denuncias... A Lilly no le quedara mas remedio que plantarse alli y enfrentarse a el.
    El unico problema es que Walker no es el viejo amargado que ella se pensaba...

  • Alma de abril de Vanesa Spinelli

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    Una preciosa antologia de relatos y cuentos breves sobre el amor y el desamor, suenos y deseos, ternura y pasion.

  • Adios, Tomasa de Geney Beltran

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    <>

  • La formula de la felicidad, Alvaro Asensio de Alvaro Asensio

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    Aqui tienes un libro de referencia, con el cual vas a aprender las tecnicas que me permitieron y te permitiran aumentar tu felicidad de forma exponencial.

  • La sirena roja de Noelia Lorenzo Pino

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    La agente de la Ertzaintza Eider Chassereau y el suboficial Jon Ander Macua se enfrentan a lo que podria ser el caso mas importante de sus carreras. La aparicion de dos cadaveres desollados, con un siniestro vinculo entre ellos, les llevara hasta Lorena, una prestigiosa tatuadora donostiarra que aun se recupera de una relacion que acabo con una orden de alejamiento por amenazas y agresion. Una investigacion contra reloj para evitar nuevas victimas del que podria ser un asesino en serie les conducira a traves de un entramado de prejuicios religiosos y oscuros secretos. El caso les absorbera hasta el punto de olvidarse incluso de sus propias vidas. Sumergete en esta historia trepidante y descubre lo que sucede cuando la sangre y la tinta van mas alla del arte Con el estilo agil y visual que le caracteriza, Noelia Lorenzo Pino nos sorprende con esta novela donde la crudeza y la atmosfera gris contrastan con la cercania de sus personajes.

  • Piel de topo de Jon Arretxe

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    Arrastrado por la rutina, te dejas caer sobre la misma silla de todos los dias y fijas tu mirada en los monitores alineados en la estancia. Las camaras capturan para ti fragmentos de realidad que empiezas a engullir junto con el cafe de la manana. El menu parece variado, aunque, en el fondo, es mas de lo mismo: gitanos, negros, moros, sudacas, putas, yonquis... Observas sus idas y venidas, su hacinamiento en las calles y plazoletas, sus encuentros a la puerta de locutorios, tiendas, teterias... Hoy, en el barrio, la vida transcurre en un estado de aparente normalidad, de momento todo se mantiene en calma, y piensas que con un poco de suerte no te daran excesivos quebraderos de cabeza. Pasan las horas, la manana se va consumiendo lentamente, sin sobresaltos, y por fin, a mediodia, decides orientar una de las camaras hacia la farmacia Arteta. En cuanto obtienes el encuadre deseado, te fijas en el reloj digital que aparece en un angulo de la escena. Ya falta poco, pero no te impacientes, aun tienes que aguantar unos minutos mas. Para entretenerte, vuelves la vista hacia otra de las pantallas, la que muestra la calle de las Cortes, la de las putas. Ahi estan las muy guarras, pululando alrededor de esos clubs asquerosos, cutres donde los haya, mientras esperan aburridas la visita de algun cliente, algun hombre atraido por el olor de la carne a precio de saldo. Las tarifas han bajado mucho, es cierto; sobre todo desde que llegaron las ultimas nigerianas intentando hacerse un hueco en el mercado. Has oido que ahora se puede echar un polvo por quince euros. Te parece una cantidad ridicula, aunque, a la vista del genero, poco mas se puede pedir. Lo cierto es que el catalogo es un autentico horror: dentro de la oferta nacional, fulanas viejas y yonquis esqueleticas; y, para gustos mas exoticos, ahi estan esas sudacas amorfas o esas mugrientas africanas. Da lo mismo, cualquier opcion hace que se te revuelvan las tripas, ni borracho meterias la polla en uno de esos agujeros. Lo unico que clavarias a esas zorras seria la punta de tu pistola, eso si que lo harias a gusto... Encanonandolas bien, hasta el fondo, y entonces... !Pum! Te estremeces de placer solo con pensarlo. De repente, algo llama tu atencion, algo sucede en las cercanias del Marylin. Unas cuantas prostitutas echan a correr sobresaltadas, al principio no entiendes lo que pasa, pero enseguida captas la escena: un moro las persigue con un palo en la mano. No tardas en ponerle cara, se trata del Boxeador, ese argelino que siempre viste pantalon militar. Por ahi se dice que si no hubiera tropezado con las drogas, hoy seria un gran campeon del ring; pero para ti solo es un idiota. Lo habeis detenido infinidad de veces y no espabila, al contrario, cada vez esta peor. Los efluvios del pegamento y el alcohol le han debido de secar la sesera, ya no le queda ni siquiera un poco de sentido comun para esperar a que oscurezca para cometer sus fechorias. Miralo, ahi va el muy imbecil, corriendo detras de las putas a plena luz del dia. Como en los documentales sobre animales salvajes, el depredador siempre va a por el miembro mas debil de la manada, en este caso una gorda sudamericana que ha quedado rezagada de sus companeras. Tiene las piernas cortas y le pesa demasiado el culo, esta claro que no podra escapar. De hecho no tarda en ser cazada, una zancadilla y la mujer estampa sus narices contra el pavimento. El argelino ya tiene a su presa y, sin darle opcion a levantarse, comienza a descargar golpes contra ella. Luego le arranca el bolso, lo abre, extrae un movil y sigue rebuscando hasta dar con algun billete perdido en el fondo. Su cabreo es notable cuando se dirige a la fulana para reprocharle no llevar mas dinero encima. Al final levanta la vista buscando a las otras putas, pero las que aun no se han refugiado en el interior de algun club ya estan muy lejos y parece que al tipo no le quedan excesivas ganas de seguir corriendo, ?o quizas si? El episodio no termina ahi, ahora el moro va tras dos mujeres negras. Un buen poli avisaria a la patrulla, pero que hostias, tu no eres un buen poli. Te limitas a mirar de nuevo el reloj, esas zorras te importan una mierda y no vas a joder a tus colegas en el ultimo minuto de su turno. Ademas, tienes otras cosas en mente. Ya casi es la hora, cinco minutos para que cierre la farmacia. Mientras te incorporas de la silla, el Boxeador atiza un buen lenazo en la cabeza a una de las negras. Ves la escena en uno de los monitores: el golpe hace que la peluca de la furcia caiga al suelo. Que les den por saco. Coges tu cazadora y abandonas la central de vigilancia desde donde se controla todo lo que ocurre en la Pequena Africa. Antes de pisar la acera ya tienes un pitillo entre los labios, aspiras con fruicion mientras se te llenan de humo los pulmones. Llegas a la calle que da nombre al barrio, San Francisco, y continuas hacia arriba. Como de costumbre, hay un monton de hombres desempleados sin otra cosa que hacer, aparte de matar el tiempo formando corrillos a la puerta de los comercios. Algunos no te reconocen sin el uniforme, otros si, aunque traten de disimularlo haciendose los despistados cuando pasas junto a ellos. Percibes una tensa quietud, no puedes evitar sonreir satisfecho, la vida de toda esta escoria esta bajo tu control gracias a la informacion privilegiada que, minuto a minuto, te proporcionan las camaras. Nada puede complacerte mas que esa sensacion de poder. Adviertes la presencia de un colega de Toure, su companero de piso, el maliense Osman, un desgraciado mas. Se encuentra a la puerta del locutorio de su primo, donde supuestamente trabaja, con un vaso de te en la mano. El tambien te ha visto, sabe que te aproximas, pero esquiva tu mirada y hace como si no oyera cuando le saludas: "Hasta luego, Osman". Te alejas sonriendo cinicamente. Continuas caminando hasta la tienda de los chinos donde sueles proveerte de whisky. Es uno de los comercios que mas frecuentas, siempre envuelto en el halo de omnipotencia que te da tu estatus. Segun el dia que tengas, pagas por la botella o simplemente la coges y te la llevas, sin mas. Seguro que la joven pareja que atiende el negocio se habra sentido aliviada al ver que hoy pasas de largo. Que no se hagan ilusiones, ahora es otro tu destino y no quieres perder el tiempo, pero ya encontraras el momento de volver. Accedes a la farmacia Arteta a falta de dos minutos para el cierre. Te entretienes mirando los productos de las estanterias mientras la farmaceutica pelirroja se despide de la ultima clienta, una vieja pesada. Tan pronto como esta sale a la calle, la chica echa el cierre y, sin decir nada, se dirige a la trastienda. Tu la sigues en silencio. --Hoy estas muy guapa, Cristina --le dices, mientras se va despojando de sus ropas--. ?O prefieres que te llame Sa Kene, como tus amigos africanos? Ella te mira y en sus ojos puedes ver claramente el odio que te profesa. Eso termina de ponerte a tono, sientes como se te pone dura y sin mas preambulos te desabrochas el pantalon. La chica saca un condon que tu rechazas. --Chupamela --le dices tirando la goma al suelo--. Esa era tu especialidad, ?no? Le dedicas una sonrisa burlona, sabes cuanto le jode que le recuerden cual era su oficio antes de entrar a trabajar en la farmacia. Aun asi, ella no dice nada, seguro que esta deseando escupirte a la cara, pero tendra que tragarse la bilis en silencio. La rabia y el asco hacen que se contraiga el gesto de sus labios, los mismos labios que en cuestion de segundos rodearan tu pene con una suave caricia. Tu imaginacion se anticipa a ese momento produciendote un estremecimiento. --Es la ultima vez --dice ella, rompiendo su silencio. --Sabes que no --respondes mientras haces que se arrodille. --Cualquier dia te la arranco de un mordisco. --No te atreveras, ya sabes que pasaria si lo haces. Tras esa conversacion de breve recorrido, la farmaceutica se dispone a pagar un plazo mas de la deuda infinita a la que esta condenada; pero apenas ha empezado cuando se oye una musiquilla proveniente de uno de los bolsillos de tu cazadora. Vaya fastidio, te preguntas quien sera el inoportuno. Tras un instante de duda, sacas el telefono y echas un vistazo a la pantalla. La expresion de tu rostro pasa de la contrariedad al sarcasmo en cuestion de segundos. "!Que casualidad!", piensas al reconocer el numero. Se trata de Toure, el mismo que tantas veces habra ocupado el lugar donde estas tu precisamente ahora. Tienes la tentacion de responder a la llamada del africano para contarle donde te encuentras y que pueda escuchar en directo lo bien que te lo estas pasando con su complaciente amante. Pero al final decides dejarlo y vuelves a guardar el movil, ya hablaras mas tarde con ese pringado. La chica continua de rodillas, dandote placer. Tus dedos se hunden en su cabellera de fuego, hasta que la muy puta aparta tus manos, no quiere que la toques. Aun asi, tu insistes, intentas acariciar su pelo, pero en cuanto siente el mas leve roce, ella vuelve a rechazarte, entrando en un juego que te excita todavia mas. Su actitud rebelde y desafiante te pone a cien, tienes que hacer un ejercicio de autocontrol para no correrte demasiado rapido, deseas prolongar este momento tanto como sea posible, saborear cada segundo ralentizandolo. No todo el mundo tiene a su disposicion semejante hembra; pero tu si, tu tienes barra libre siempre que quieras y para lo que quieras. De todos modos, andate con cuidado porque esta zorra ya ha demostrado en muchas ocasiones lo inteligente que es; nunca te fies de ella. Una vez mas, pones tus manos sobre su cabeza; una vez mas, ella se las quita de encima. La fiesta continua.

  • Mariposas en tu estomago (Primera entrega) de Natalie Convers

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    Hace dos anos... --!Estas quemada como un cangrejo, tia! --me solto mi amiga Marta sonriendo de oreja a oreja. Sus ojos pequenos y verdes me recorrieron de arriba abajo antes de echarse a reir escandalosamente, atrayendo la atencion del grupo de estudiantes que nos rodeaba. Uno de los profesores nos llamo en ese momento para asegurarse de que no nos dispersaramos mientras pasaban lista. --!Eh, nos van a echar la bronca! -- adverti a Marta, dandole un pequeno empujon. Abri la boca perezosamente y di un largo bostezo; apenas lograba sostener en pie mi uno sesenta y cinco de estatura. Acababamos de regresar de nuestro viaje de fin de curso a Barcelona, para celebrar que dentro de no mucho comenzariamos el bachillerato, y ahora estabamos en el aeropuerto de Barajas de Madrid. En breve tomariamos el autocar que nos llevaria de vuelta al instituto, donde nos recogerian nuestros padres para ir finalmente a casa. Suspire; echaba tanto de menos a mi familia... Sobre todo a la pequena Natalia, que habia cumplido los tres anos hacia poco. Orgullosamente, guardaba una foto suya en la cartera, donde aparecia riendose y mostraba el hueco que un diente de leche habia dejado en su dentadura, dandole un aspecto tanto infantil como travieso. --!Me meeeooo! --se quejo Marta de repente, estrechando comicamente los ojos--. Beca, cuidame la maleta, ?si? -- me pidio, sin darme tiempo a responder y dejando tirado su equipaje de un rosa chillon en medio del suelo. Negue con la cabeza y me agache, y al hacerlo vi la cafeteria. <>, pense sonolienta. Eche un vistazo atras; los profesores parecian estar enfrascados en una conversacion seria mientras levantaban los brazos de forma efusiva. Seguramente aquello les llevaria un rato y, por otro lado, el autobus no llegaria hasta al cabo de veinte minutos, asi que cargue como pude mi mochila a la espalda y agarre el abrigo de mi amiga junto con el resto de sus cosas. En cuanto llegue a la barra de la cafeteria, practicamente vacia, salude a la camarera de aspecto agradable y uniformada de azul que la atendia y le hice mi pedido: un cafe con leche con dos cubitos de hielo y mucho azucar. --!Gracias! --me despedi satisfecha tomando el vaso reciclable entre mis manos. Estaba fresquito y olia deliciosamente. Respire el aroma al mismo tiempo que me giraba. De pronto, me tambalee y tropece con una silla. Todo mi cafe con leche fue a aterrizar sobre un hombre que estaba sentado en una de las mesas. Iba trajeado y exhibia una voluminosa barriga, y habia estado hasta aquel mismo instante devorando con gran apetito un desayuno americano a base de fritos y muchas calorias. El hombre levanto de inmediato la cabeza y me dirigio una mirada furiosa. Menudo desastre le habia causado: ademas de mancharle la ropa, de la frente le caian unos goterones marrones. Sin saber que hacer, me mordi el labio mientras el me gritaba cosas en un idioma que, supuse, debia ser ingles. Agache la cabeza varias veces. --Lo siento, lo siento --insisti juntando las manos para que me entendiera. No obstante, el extranjero se levanto de su sitio y apunto hacia su bandeja con un gesto de gran enfado en su cara redonda y empapada. Cogi unas servilletas e intente secarlo, pero el hombre se aparto muy alterado. Si al menos me hubiese esforzado en escuchar en clase de ingles..., pero aquella era la unica asignatura que siempre se me resistia. Respire hondo y por fin, a pesar de los nervios, recorde algo. --Sorry! --grite mas alto de lo que pretendia, sintiendo que el cuerpo comenzaba a temblarme de impotencia. Sabia que algo iba muy mal, porque el senor estaba todavia mas irritado que antes y alzaba la voz, llamando la atencion de la gente sentada en otras mesas. Con el rabillo del ojo vi a la dependienta del cafe saliendo de la barra. Intente calmarme. De pronto, el hombre dio un paso hacia delante y levanto una mano. Automaticamente, me encogi aterrada, esperando el golpe. Pero el golpe no llegaba. Extranada, levante la cabeza y descubri que otra persona habia impedido que asi fuera: un chico alto, de piel palida, no mucho mayor que yo y con el pelo corto de un rubio ceniza poco comun, sostenia el brazo del hombre con el ceno fruncido. Tenia una complexion atletica y del cuello le colgaban unos cascos blancos y grandes de aspecto caro, pero lo que mas me llamo la atencion fueron sus ojos ligeramente rasgados, de un intenso azul electrico, que miraban amenazantes. Definitivamente, habia en el algo peligroso e intimidante, que habia logrado dejarme sin aliento durante los primeros segundos.