Ver todos los libros de: Kate L. Morgan
!Era feliz! !Era su momento esperado! Y, sin embargo, sentia que algo fallaba. Lady Candy Townsend, miro los diferentes regalos que llegaban al hogar de sus padres. Los traian desde todos los rincones del reino. Su padre, segundo hijo del baron de Thistle, no se habia dedicado al sacerdocio como era propio en los hijos segundos, todo lo contrario, se habia forjado una reputacion como juez, y tenia muchisimos amigos y conocidos que lo respetaban. Ella se habia criado entre la elaboracion de las leyes del parlamento, y juicios a delincuentes, pero habia sido una nina feliz y se sentia amada por su madre y por su padre. La muchacha de cabellos de fuego y ojos de color celeste como una tarde de verano, observo atenta su vestido de novia. Habia sido confeccionado por la mejor modista de Londres; Madame Roswell. El corte, al mas puro estilo victoriano, tenia un diseno muy voluminoso de gran falda y mangas abullonadas, escote con volantes y cola de tres metros. Estaba cosido en tafetan de seda de marfil del vestido de novia de su madre, encaje antiguo del velo de novia que habia pertenecido a su abuela, y que habia sido bordado con hilos de plata y mas de cinco mil perlas. El resto de tejidos con los que habia sido confeccionado provenian de artesanos tradicionales ingleses. Candy miro su anillo de compromiso; una impresionante esmeralda rodeada de diamantes que se veia demasiado grande en una mano tan pequena como la suya. Sentia nerviosismo, pero se tranquilizo porque era algo habitual en las novias. Su prometido era el tercer hijo del conde de Magpie, un hombre de florida verborrea y mirada vacua que apenas le prestaba atencion. Ella se habia quejado varias veces porque le extranaba la actitud de su prometido, pero su madre, Olivia Townsend, le habia dejado muy claro que un hombre del talante y linaje de su prometido, no perdia el tiempo escuchando la palabreria de una muchacha ignorante como ella. Esa descripcion de su madre no le habia gustado nada, pero era una hija obediente. Por eso, no tuvo que esforzarse mucho en convencerla, y en asegurarle que despues de la boda todo cambiaria para ella, pero Candy se hacia muchas preguntas. El noviazgo era el momento mas dulce para una mujer, sin embargo, ella veia a su prometido en contadas ocasiones, y siempre acompanado. Todavia no conocia lo que era un beso apasionado y caricias lujuriosas que habia leido en novelas de romance, y ese desconocimiento la hacia sentir impaciente. Porque aunque lo ocultaba bajo una fria indiferencia, su cuerpo bullia de pasion. Ansiaba ser besada, acariciada, pero tendria que esperar a la noche de bodas para dar rienda suelta a todos esos sentimientos que burbujeaban en su interior. Su madre le decia que desear era pecado, pero ella no podia sentirse una pecadora. Si Candy fuera una muchacha docil, si fuera obediente, y nada impulsiva, ahora se encontraria viajando por el mundo y probandolo todo, pero era una hija aplicada, y esperaba el dia de su boda como toda muchacha de su edad. Era lo propio. Era lo justo, pues sus padres anhelaban ese dia mucho mas que ella pues estaban encantados con la boda de su unica hija, porque ello les permitiria entrar en el estrecho y cerrado circulo de la alta nobleza. Candy sabia que jamas le faltaria de nada, que tendria todo aquello que deseara porque la fortuna del conde Magpie era de sobra conocida. Entonces, ?por que sentia en lo mas profundo de su corazon que algo no encajaba? ?Que sentia que le faltaba? Se pregunto por enesima vez. Estaba asustada por lo que el destino le tuviese preparado. Ella sabia que no era muy hermosa, sobre todo por su color de cabello tan escandaloso, pero tenia buen corazon e iba a ser la companera adecuada pues habia sido instruida desde la ninez para ser la esposa perfecta. Se consolo diciendose que lo mas destacable de su persona eran sus ojos de color celeste, porque estaban acompanados de largas pestanas bajo unas perfectas cejas cobrizas que los realzaban. Sentia nerviosismo, y se tomo un tiempo para tranquilizarse porque debia llevar algunos regalos a la casa que seria su hogar despues de la boda. Una bonita mansion a orillas del Tamesis con un bonito jardin delantero. A pesar del nerviosismo, una sonrisa se dibujo en su rostro. Su madre habia aceptado que pasara el fin de semana con sus queridas amigas, Aline y Melany, en la pequena casita de Combe Down, donde podria despedirse de su solteria en una fiesta intima donde solo estarian ellas tres. Incluso habian prescindido del servicio. Candy se coloco la capa sobre los hombros, se puso los guantes, y se ajusto el sombrero. Pensaba entretenerse lo minimo posible en su futuro hogar porque tenia poco tiempo para arreglar su valija con las prendas que necesitaria en su breve viaje. Sonriendo, salio del hogar de sus padres sin sospechar el cambio tan drastico que iba a sufrir su existencia. Todo iba a cambiar para ella en cuestion de minutos. La vida le tenia reservada una gran sorpresa que cambiaria su vida para siempre. Cotswolds, tierras de Bath Aline Rawson arreo las monturas mientras seguia conduciendo la calesa por el estrecho camino rural. Llegaba tarde y lo sabia. La sinuosas curvas hacia dificil que pudiera conducir de forma mas rapida, pero ella, que solia ser prudente en demasia, se intranquilizaba por momentos, pero confiaba en sus sementales. Manejarlos era un autentico placer, aunque sus amigas no pudiesen comprender por que motivo les tenia tanto carino. Respirar el aire de la campina inglesa le levantaba el animo mejor que cualquier conversacion estimulante con un caballero de lengua dulce y manos atrevidas, pero le preocupaba la discusion que habia mantenido esa tarde con sus padres, y de los interrogantes que habia dejado sin resolver. Volvio a centrar su atencion en el camino porque solo faltaban unas millas, y ya habia pasado el pequeno pueblecito de Marshfield. Ella y sus dos amigas del alma iban a hospedarse en una casita de dos plantas en el bello pueblecito de Combe Down en pleno corazon de Cotswolds, muy cerca de Bath, una villa turistica ubicada en el campo ondulado del suroeste ingles, conocida por sus termas naturales y la arquitectura georgiana. El padre de Aline era el tercer hijo del baron de Lark, una familia con un titulo menor, pero con una herencia considerable. Y entonces se dedico a pensar en las familias de sus dos amigas del alma. El padre de su amiga Candy era el segundo hijo del baron de Thistle, pero no se habia dedicado al sacerdocio sino que era juez. Y el padre de Melany era el baron de Turtledove, pero estaba en la mas absoluta ruina. Las tres amigas vivian cerca de Londres, y, aunque estaban en edad casadera, solo Candy estaba prometida al segundo hijo del conde de Magpie, y la boda iba a celebrarse en breve. Ese era el motivo para que las tres amigas hubieran decidido hospedarse en Combe Down, la casita de Maggie Rawson, su unica tia, que era una adorable ancianita que siempre la ayudaba a mantener encuentros fraternales alejadas de los padres de todas, pero sobre todo de su hermano el baron que ejercia un ferreo control sobre su unica hija. Para la tia Maggie, Aline era su sobrina favorita, y se lo demostraba cada vez que podia. La encantadora vivienda era muy antigua, y, aunque su tia nunca ponia pegas o trabas para que ella la disfrutara de vez en cuando, en esa escapada solo iban a ocupar la primera planta. Miro hacia la curva que se cerrada hacia la derecha, y, aunque lo intento, no consiguio vislumbrar el bosque de castanos, ese lugar conseguia conmoverla por su quietud y paz. Aline creia que faltaban solo doce minutos para las seis, se cerro demasiado en una curva, y tuvo que sujetar mejor las bridas. La conduccion tan temeraria que estaba ejercitando echaba por tierra anos de buen juicio y sensatez. Menos mal que su padre no podia verla. Tomo una doble curva, y vislumbro el pueblo frente a ella. Las estrechas calles empinadas estaban desiertas a esa hora, pero Aline no se sorprendio. El mes de abril estaba siendo muy frio en comparacion con otros, fue pensarlo, y percibio un escalofrio involuntario que la recorrio de pies a cabeza. Ya vislumbraba la casa. Observo humear la alta chimenea, y llego hasta su nariz el olor de la lena quemada. Aparco la calesa en el granero donde antano se resguardaba a los animales, su tia Maggie lo habia reformado recientemente. Nada mas descender del vehiculo, sus zapatos se hundieron en el barro pues habia llovido el dia anterior. Sus medias y zapatos eran demasiados finos, pero ella no habia tenido tiempo de cambiarse, habia salido directamente en direccion a Bath porque no queria llegar demasiado tarde, aun asi el trayecto habia durado demasiado. Saco la pequena maleta, y dirigio sus pasos hacia la calidez de la casa. Se moria por una taza de te. Cuando llego al interior, deposito la maleta en la entrada y dirigio sus pasos hacia el salon donde podia oir la voz de Melany. En el momento que abrio la puerta y fijo sus ojos en sus amigas, una amplia sonrisa se dibujo en su rostro. Las dos mujeres que estaban esperandola desde hacia cuatro horas, se levantaron al unisono para dirigirse directamente hacia ella. --!Llegas tarde! --la firme voz de Melany le arranco una sonrisa conciliadora. --Lo se, pero queria salir de inmediato. Tanto Melany como Candy miraron al unisono el atuendo de Aline y levantaron los ojos al cielo. --!No te has cambiado el vestido de fiesta! --exclamo Melany con tono incredulo, pero Aline no le permitio continuar. --?Crees que no lo se? --trato de justificarse--. Si me hubiese cambiado de vestuario, mi madre habria impedido mi marcha --le contesto--. He tenido que correr mucho y ser sigilosa. Melany resoplo de forma poco femenina al escucharla. El control que ejercian los padres de Aline sobre ella le parecia inhumano. --?No le has dicho a tus padres que ibas a pasar el fin de semana en Combe Down? No puedo creerlo --la recrimino--. Pues deberias haberlo hecho. Aline sonrio ante el tono aspero de su amiga. Nadie en el mundo manejaba el sarcasmo como ella, si bien al sentirse reganada, entrecerro los ojos suspicaz, y miro su semblante adusto. En ocasiones detestaba la forma franca que tenia de decir las cosas, pero callo en un intento de que el fin de semana fuese lo mejor posible, y, por ese motivo, clavo los ojos en la copa que sostenia Candy entre sus manos. --Yo tambien quiero un poco de eso --dijo con una sonrisa en los labios. Aline hizo un gesto con la cabeza hacia la copa que sostenia Candy. --?Champan? Te recuerdo que tu bebes unicamente te y limonada fria --le recordo. Aline hizo un gesto exasperado con la cabeza, ella tambien bebia champan cuando asistia a los espectaculos en Covent Garden. Que sus amigas la considerasen tan anodina, la preocupaba. --Pero ahora he decidido beber lo mismo que vosotras. Aline tomo asiento en el unico lugar vacio frente al enorme hogar encendido, cogio la copa llena con el dorado liquido que Candy le acerco amable. --Hoy brindaremos por el dulce y maravilloso futuro que se abre ante ti, por el esposo que te hara la mujer mas feliz del mundo, y porque veremos con nuestros propios ojos que la prosperidad te inunda y llena tu vida por completo --le dijo Aline con una sonrisa genuina. Melany hizo una mueca al escucharla. --Es increible, Aline, lo empalagosa que te pones en ocasiones --la carcajada de Candy al escucharla no se hizo esperar. Melany fijo sus ojos en ella. Tenia en el rostro una mirada que no habia visto nunca. Candy levanto la copa con ojos chispeantes, y, sin previo aviso, les espeto a ambas. --Por el bastardo de mi prometido. !Ojala le estalle el corazon dentro del pecho! --tanto Aline como Melany clavaron sendas miradas con asombrosa incredulidad en el rostro de ella. La miraron beberse de un trago la copa y volver a llenarsela sin una duda--. ?Que...? ?No os ha gustado mi brindis? --las dos seguian con las copas todavia llenas si bien la apuraron de un trago. El silencio que reino en la pequena sala por unos breves instantes, fueron el preludio del caos que acontecio poco despues. Candy comenzo a maldecir, a mascullar y blasfemar de tal forma, que habria conseguido sacarles los colores a unas verduleras en el mercado. Tanto Melany como Aline estaban asombradas. No conseguian entender su arranque inesperado, y la miraban indecisas ante la noticia sorprendente. Tanto Aline como Melany eran conscientes de que Candy era la mas prudente y comedida de las tres. Candy ceso en su retahila de insultos hacia su prometido, e inspiro profundamente antes de volver a sentarse como si nada hubiera ocurrido. Como si por sus labios no hubiera salido semejante aluvion de insultos. Melany, fue la primera en romper de nuevo el silencio --?Que ha sucedido? --le pregunto. Aline estaba realmente preocupada. --?Es algo serio? --se intereso la otra en un tono suave. Candy solto una carcajada ausente de humor, y, de pronto, los ojos se le llenaron de lagrimas que apenas pudo contener. Aline se levanto presurosa de su asiento y encauzo los pasos hacia ella. Cuando llego a su lado, la abrazo fuerte. Ese detalle consiguio desbordar la presa que Candy intentaba contener a duras penas. No queria molestar a sus dos amigas del alma. Melany seguia mirando en silencio a sus jovenes amigas, y un suspiro amargo broto de su garganta ante la infelicidad que empanaba ese momento. Eran amigas desde siempre, tanto Candy como ella habian nacido en Basingstoke, salvo Aline que era de Newbury, pero las tres habian asistido al mismo colegio de senoritas, y seguian estando tan unidas como cuando eran adolescentes llenas de inseguridades.
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